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Sergei Petrov y el "Hombre de los lobos" * Norberto Osear Bucuré
Cuando los psicoanalistas hacemos referencia al "Hombre de los lobos" sabemos que este apelativo, en principio, trataba de cuidar la verdadera identidad y su privacidad frente a una nociva divulgación. Pero, actualmente, después de varios años de la muerte de este viejo "emigrado ruso" que pasó a ser el "caso" más importante del psicoanálisis ("un héroe del inconsciente", al decir de algunos) podemos hablar de él con mayor libertad. También, quizá, logremos escucharlo y escucharnos mejor, y redoblar nuestro esfuerzo analítico. Tal como Freud mismo nos invita cuando presenta el hístoríal '. Su autobiografía 3 y el testimonio de Ruth Mack-Brunswick 2 pueden proporcionarnos nuevos y diferentes puntos de vista, al menos para justificar algunas reflexiones. Ello nos llevará indefectiblemente a resituarnos, y tal vez aparezca por detrás del "Hombre de los lobos", Sergei Petrov, el real protagonista. Porque el "Hombre de los lobos" pertenece a la mitología psicoanalítica mientras que Sergei Petrov todavía se sigue rescatando a sí mismo. 1. La mitología freudiana Es el mismo Freud quien precipita la historia y con su pasión por llegar a los orígenes no hace otra cosa que fundar su propia mitología. y en ese mismo momento queda subvertida la situación analítica. Porque entonces es Freud el que espera, el que demanda y Sergei Petrov es el que ha sabido fascinarlo. Es Freud entonces el que actúa su transferencia y queriendo poner un término impide que el tratamiento pueda irse desenvolviendo hacia un posible final de análisis. El "Hombre de los lobos" no desaprovecha la oportunidad de consagrarse como tal. Y en esta consagración se habrá de preservar de un derrumbe narcisista, de una caída de "His Majesty the Baby". Una
* Dirección: Jean Jaurés 1190, 12?"C", (1425) Capital Federal, R. Argentina.
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vez más su narcisismo quedará a salvo, y los beneficios secundarios obstruirán el proceso de la cura. Porque ser el paciente preferido de Freud era un objetivo muy importante y fue como abrazar una nueva religión. Era evitar que se rompiera el velo, seguir siendo un pequeño Dios, y también soslayar el filo de la castración. La fórmula está a la vista: constituirse en el falo de Freud. y esta situación ya tenía antecedentes que, aunque para nosotros pudieran ser irrisorios, no deberían serlo para Sergei Petrov. El Dr. Drosnes, de Odesa, habría empezado con él un tratamiento psicoanalítico. Al menos así se lo presentó a su paciente. Según la autobiografía, el Dr. Drosnes le propuso un "tratamiento según el método de Freud"... y además: "conocía realmente las obras de Freud, pero no tenía experiencia alguna como analista practicante. Yo era el primerísimo paciente que intentaba analizar, de modo que en mi caso el tratamiento se acercaba más a una abierta discusión entre médico y paciente que a un análisis regular en el sentido freudiano. Pero incluso una discusión semejante tenía para mí grandísimo significado, en la medida en que otra vez abrigaba la esperanza de que se me podía ayudar". Nosotros podríamos agregar que "tenía un grandísimo significado" en tanto había abierto las puertas de la transferencia. Sí, el Dr. Drosnes inició en 1909 un primer tratamiento psicoanalítico con Sergei Petrov. Y probablemente deberíamos revalorizar dicha situación en tanto podría entenderse como un antecedente de una impasse, de un fracaso ... Desde el punto de vista de la neurosis de nuestro paciente esta estructuración de los intentos terapéuticos resultaba reiterada. Habría derrotado también a la hipnosis. Aunque el episodio tuviera ribetes tragicómicos. El hecho es que en 1907 había consultado a un célebre Profesor B., de Leningrado, quien le hace el diagnóstico de neurastenia y la indicación: hipnosis. Pero en la primera y única sesión de hipnosis, el prestigioso Profesor B., entre otras sugerencias de rigor, deja deslizar una muy sorprendente. Le dice a Sergei Petrov que debía "procurar usar su influencia con sus padres para persuadirlos de que donen sus fondos a este Instituto Neurológico" ... Otro de los derrotados fue el no menos prestigioso Dr. Kraepelin, que había sido el favorito de su padre. Podemos tener una idea del triunfo de la neurosis sobre el análisis, si releemos en la autobiografía el comentario respecto al segundo análisis con Freud: "Cuando visité al Profesor Freud en la primavera de 1919, de paso para Friburgo, estaba de tal modo satisfecho con mi estado mental y emocional que jamás se me habría ocurrido la posibilidad de necesitar más tratamiento psicoanalítico. Pero cuando le relaté a Freud todo lo que me fue posible sobre mi estado anímico durante los años transcurridos desde que partí de Viena, consideró
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que había aún un pequeño residuo de material no analizado y me aconsejó que volviera a analizarme por breve tiempo con él". Desde estos recuerdos y, al menos, desde las creencias de Sergei Petrov, estaría claro que en aquella primavera de 1919 él no necesitaba de Freud pero sí Freud necesitaba de él. Este "a posteriori" sería un testimonio de la inversión de la demanda que se habría producido. La imagen transmitida es la de un coqueteo histérico. Y Freud era el deseante. Pero pocos años más tarde una nueva página de la historia habría de mostrarnos la inconsistencia de tal situación y la intensa transferencia que en verdad lo unía a Freud.
2. Por amor a Freud El entonces consagrado "Hombre de los lobos" pasaría de una negada transferencia a una psicosis transferencial. ¿ Por qué se produjo dicho episodio? Indudablemente por amor a Freud. ¿ Y qué es lo que desencadena esta nueva y particular situación? Aquí quisiéramos adelantar una hipótesis: el desequilibrio lo produce la amenaza de muerte que se cierne sobre Freud. Las operaciones y la posibilidad de que muriera de un cáncer transformaron a Freud en un ser humano vulnerable, alcanzado por la castración y con la consecuente caída de la idealización. Según el relato de Ruth Mack-Brunswick, el "Hombre de los lobos" se sintió sacudido por el aspecto de Freud cuando acudió a verlo antes del verano para recibir su dinero después de la primera operación. "Sin embargo pensó poco en ello y salió de vacaciones [. .. ]. Cuando volvió a Viena en el otoño, Freud había sido operado nuevamente; todos nosotros supimos esta vez el carácter grave de la enfermedad, incluso el 'Hombre de los lobos' ". Como dice Ruth Mack-Brunswick, el "Hombre de los lobos" pensó poco en ello pero Sergei Petrov iba a entrar nuevamente en escena. Porque a partir de entonces comienza el cortejo de síntomas que habría de coronarse con el delirio del agujero en la nariz. En febrero de 1924 empieza con "extraños pensamientos acerca de su nariz" que siguen innumerables vicisitudes, tal como lo indica la ley de sobredeterminación de los síntomas. Comienza así una larga serie de consultas a médicos y dentistas que hacen pensar en un deseo de tratamiento, especialmente cuando aparece como principal protagonista el Profesor X., quien había sido recomendado por Freud varios años antes. Quisiéramos destacar una de estas situaciones que nos parece muy reveladora. Se trata, al decir de Ruth Mack-Brunswick, de un curioso
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incidente que tuvo lugar con uno de los médicos que consultaba. "El paciente recordó que en ocasión de su última visita al médico, éste se había quejado de una enfermedad renal. Sentado frente al doctor, que le resultaba muy simpático, pensó para sí mismo: 'Qué agradable resulta que yo, el paciente, me encuentre bien, mientras que él, el médico, sufre de una seria enfermedad'. [ ... ] el placer obtenido en la situación le pareció que debía merecer un castigo. Volvió a su casa, se acostó para descansar un rato, y distraídamente pasó una mano sobre su nariz. Cuando percibió el grano endurecido bajo la piel, se lo rascó. Entonces fue hasta el espejo y se miró la nariz. En el lugar donde se encontraba el grano había ahora un profundo agujero [... El agujero] no se cerró completamente y este hecho le amargó la vida [ ... ]. Ahora no encontraba placer en nada y además empezó a sentir que todo el mundo miraba el agujero de su nariz". Decíamos que esta secuencia resultaría esclarecedora si es que permite pensar que por intermedio del médico enfermo otra vez aparece la figura de Freud enfermo. Esto es lo que resultaría insoportable; lo que debería ser repudiado a cualquier precio, aun a costa de la locura. Sería el momento del pasaje de la transferencia a la psicosis transferencial. Y habría más detalles significativos como para adjudicarle a este episodio una importancia trascendental.
3. Los suicidas eluden la castración Porque la muerte en la historia familiar de Sergei Petrov habría sido manipulada omnipotentemente con suicidios. La abuela paterna se habría suicidado después de una intensa melancolía sufrida a raíz de la muerte de su única hija. "Irina Petrovna tuvo muchos hijos, pero durante largo tiempo sólo fueron varones. Su más caro deseo era tener una hija. Por fin nació una niña a quien llamó Liuba, una criatura muy bella y encantadora que, desgraciadamente, murió de fiebre escarlatina cuando tenía apenas sólo ocho o nueve años. Como Irina Petrovna había adorado a Liuba con un amor verdaderamente tremendo, a la muerte de la niña, se deprimió y perdió todo interés en la vida [ ... ;] se dice que tomó una dosis excesiva de alguna medicina peligrosa." También el padre de él se había suicidado ingiriendo una dosis excesiva de veronal; al menos así lo cree Sergei y así lo escribe en la autobiografía. Habían pasado sólo dos años del suicidio de su hermana (que a su vez había ingerido un compuesto de mercurio) cuando el padre amanece muerto en la habitación de un hotel; "Para nosotros la noticia de su muerte era tanto o más inesperada tanto que
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mi padre no tenía más que cuarenta y nueve años y gozaba de perfecta salud física. No puedo recordar que jamás, ni siquiera un día, se hubiera quedado en casa por un resfrío, una gripe, ni tampoco que nunca hubiera guardado cama. Es verdad que padecía de insomnio y tomaba regularmente veronal para dormir. Quizá su prematura muerte se haya debido a una dosis excesiva de esa medicina". Así veríamos que la muerte de sus seres queridos había sido "producida" a través del recurso del suicidio. Pero cuando la muerte asoma en Freud resulta intolerable y produce el desquicio. En Freud la muerte llegaba desde fuera. Resultaba inmanejable y se hacía representante de la castración. Si nos forzáramos a buscar una relación estructural con el episodio del dedo cortado tendríamos que darle importancia a un aspecto de este relato que habitualmente se sobrentiende sin subrayar su importancia. Antes de aquel episodio psicótico estaba cortando ~n árbol con un cortaplumas. Y es el detalle del árbol cortado, herido, dañado, vulnerable, el que podemos suponer como detonante en aquel entonces. Es decir un árbol que puede ser alcanzado por la castración y que la presentifica. Así Freud aparece alcanzado por un cáncer, por lo real de una enfermedad y por una operación que cercena una parte de su cuerpo. Pero Freud no se suicida y el agujero en la nariz tiene una característica insoslayable: es iatrogénico. Según la restitución delirante obsesiva, la culpa es del Profesor X., pero está casi a la vista el desplazamiento desde Freud. El agujero en la nariz lo devora todo, y su vida se va hundiendo en él. Desde la paranoia febril hasta la coquetería histérica de andar por la calle mirándose en los escaparates y con un espejito empolvándose la nariz. Finalmente, queda agotado y aparece la resignación (o la resignificación), cuando puede pensar que si bien el agujero en la nariz pareciera no tener remedio alguno, por lo menos podía consultar a Freud para mejorar su estado de ánimo. Así comenzaría la curación de este episodio pero las cosas no iban a ser muy fáciles.
4. La intervención
de Ruth Mack-Brunswick
Tratar al "Hombre de los lobos" fue para Ruth Mack-Brunswick uno de los tantos privilegios que recibía de Freud. Ella era la favorita en ese entonces no sólo por sus merecidos reconocimientos a su capacidad y dedicación. También se había ganado la amistad de Ana Freud y podía entrar íntimamente en la familia de Freud. En un momento dado se trataban con Freud su futuro marido, su hermano y ella misma. En la práctica ella era la conexión norteamericana a través
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de la cual llegaban a Freud numerosos pacientes. Sumando los diferentes períodos, ella fue la paciente que durante más tiempo se trató con Freud. En el magnífico relato que hace del tratamiento del "Hombre de los lobos" puede descubrirse con claridad que su posición resultaba harto complicada. Se puede ver que no logra aceptar a Sergei Petrov: "Debo confesar, en primer lugar, que me fue difícil creer que este fuera en realidad el 'Hombre de los lobos' de 'Historia de una neurosis infantil' y de las posteriores descripciones del Profesor Freud ... " Ruth esperaba al paciente idealizado a través de su propia idealización de Freud y no esperaba a Sergei Petrov. Tampoco lo puede ubicar como paciente y lo juzga "culpable", mientras agrega que "sorprendía aun más la absoluta deshonestidad". Donde debiera aparecer el inconsciente ella encuentra una falta de conciencia. Es que Ruth Mack-Brunswick estaba en transferencia con Freud y también con el mismo "Hombre de los lobos". Y de este modo le resultaría harto difícil escuchar y sostener la situación transferencial, que, paradójicamente, Sergei Petrov desarrolla. con ella. Por eso es que escribe "durante el análisis su actitud era hipócrita. No quería hablar de su nariz ni de sus aventuras con los dermatólogos", y no se percata de que, por desplazamientos transferenciales, ahora la "aventura" es con ella. Pero la paradoja es mayor aun cuando se queja de que Sergei Petrov "eludía cualquier referencia a Freud con una risita extraña e indulgente". Ruth deseaba que le contaran cosas de Freud y le incomodaba estar ocupando el lugar de él. Sin embargo hay una notable eficacia terapéutica en la intervención de Ruth Mack-Brunswick, que se produce más allá de toda su imaginaria estrategia: "ataques", "guerras" y "estado de sitio". Esto se percibe especialmente en los sueños, sobre todo en el sueño de los iconos. "Su madre descuelga los iconos y los arroja al suelo. Los iconos se quiebran en pedazos. El paciente se sorprende de la conducta de su piadosa madre." Y ello probablemente fuera una real sorpresa en este tratamiento durante el cual Ruth se mantuvo muy lejos de encarnar a una "piadosa madre". Por ejemplo, cuando trata de quebrar el obstinado silencio de Sergei Petrov respecto al Profesor X. y le comunica que había leído en el diario que éste había muerto. Describe luego que el paciente "saltó del diván, apretó los puños y levantó los brazos con un aire típicamente ruso de melodrama. '¡Dios mío! -exclamó-, ¡ya no podré matarlo nunca más!' " Y el primer comentario que hace Ruth es: "había logrado clavarle el aguijón". Quizá podríamos encontrar aquí los indicios de un reprocesamiento simbólico que subyace a los "ataques". Tendría relación con el restablecimiento de un padre simbólico, inscrito en la apelación ¡Dios mío!, un padre alcanzado por la muerte. Un reordenamiento fantasmático en
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el cual se alinean los deseos parricidas que, a posteriori, resultarán inofensivos: -"ya no podré matarlo nunca más". La presencia de una muerte que viene desde "el afuera" logra poner un muro entre él y los lobos. Hacemos referencia acá al sueño de los lobos grises, en el cual no sólo ha pasado el tiempo, sino que además ha aparecido un muro con una puerta cerrada, sustituyendo a la ventana abierta del sueño original. Por momentos todavía amenazaba con matar a Freud antes que el sueño de los iconos rotos por la madre trajera el sosiego. Porque es finalmente una madre devoradora lo siniestro inapelable.
5. Sergei Petrov: un emigrado ruso de ochenta y tres años "Soy un emigrado ruso de ochenta y tres años y fui uno de los primeros pacientes psicoanalíticos de Freud: el conocido como el 'Hombre de los lobos'." Así comienza sus memorias Sergei' Petrov, asomando por detrás del que "fue" el "Hombre de los lobos". Rescatándose frente a la página en blanco, destinada a un lector anónimo que, más allá del pedido de Muriel Gardiner, habría de leer alguna vez sus escritos. Es frente a este lector inescrutable (en rigor cualquiera de nosotros) que Sergei Petrov pudiera ver las cosas de una posición impredecible. Por eso sería que el "Hombre de los lobos" cae para dar lugar al emigrado ruso. Luego de su autobiografía no quiso escribir respecto a Freud, lo que podría haber sido "un análisis de su análisis con Freud", tal como él mismo 10 llamara. Dio para ello disculpas aparentemente incomprensibles. Una era que había encontrado en Freud "un nuevo padre". y otra, que Freud estuvo de acuerdo en que "volviera a reunirse con Teresa", lo cual "contribuyó mucho, como es natural, a una rápida mejoría de mi estado de ánimo". Razones que, como puede verse, a poco de andar siguen hablando de su ligamen transferencia!. Pero todo ello lo podemos comprobar cuando leemos "Mis recuerdos de Sigmund Freud", en el cual abunda en halagos e idealizaciones. Hasta el último párrafo, en el cual reclama una placa conmemorativa para la casa de Bergasse 19, que diez años después de la muerte de Freud, "es triste, pero aún no se la ve allí al pasar". Pero escuchemos uno de los pasajes específicamente relacionados con la transferencia: "en las semanas que precedieron al término de mi análisis hablábamos con frecuencia del riesgo de que el paciente establezca un vínculo demasiado estrecho con el terapeuta. Si el paciente se queda 'pegado' en la transferencia, el éxito del tratamiento no es perdurable y pronto se pone de manifiesto que la neurosis originaria ha sido remplazada por otra. Con respecto a ello, Freud era de opinión que
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al finalizar el tratamiento un regalo del paciente podía contribuir como acto simbólico a aminorar su sentimiento de gratitud y su consiguiente dependencia del analista. Quedamos entonces en que yo le daría a Freud algo como recuerdo y, como conocía su amor por la arqueología, elegí para él una figura de mujer, egipcia, con un tocado en forma de mitra, que Freud puso sobre su escritorio. Veinte años más tarde, hojeando una revista, vi una fotografía de Freud en su escritorio e inmediatamente me llamó la atención 'mi egipcia', la figura que para mí simbolizaba mi análisis con Freud, quien me llamaba 'un pedazo del psicoanálisis'''. Quisiéramos pensar que este "regalo" debería haber nacido de Sergei Petrov como un posible símbolo de la despedida; pero por sobre todo que el terminar el análisis debiera haber nacido de un deseo del paciente. Todo parece indicar que no hubo final de análisis y que Sergei Petrov quedó "pegado" en la transferencia, por lo menos, un "pedazo". De todas maneras, hay un pasaje de las memorias que puede resultar curioso en tal sentido. Es aquel en que describe al pintor G. "Era característico de su manera de enseñar el que no demostrara ni aprobación ni desaprobación. Eso tenía ciertas ventajas, ya que en general los pintores tienden a elogiar a sus alumnos únicamente si éstos pintan en el estilo del maestro. Como consecuencia el estudiante, esforzándose por complacer al maestro mediante la imitación, pierde su propia identidad e individualidad. Por otra parte si lo critican es posible que se reduzca el placer que experimenta al dibujar o al pintar. Para mi caso, especialmente después de mis desdichadas lecciones de música, el método de G. era indudablemente acertado. Por más que él mismo trabajara en el entonces predominante estilo art-nouveau, no intentó conducirme en esa dirección ni imponer sus puntos de vista". Estas palabras, destinadas a G., bien podrían ser una indicación de lo que debiera ser la presencia de un analista en un psicoanálisis. Se podría comprender esto como un involuntario reclamo y como un intento de rescate a través de un duelo que sí pudo realizar por este pintor. Alguien que dio lugar a que asumiera su libertad deseante, al menos en el aspecto artístico.
Resumen
En este trabajo se intenta rescatar, más allá del "Hombre de los lobos", la presencia del real protagonista: Sergei Petrov. Ello implica una resituación psicoanalítica para intentar descubrir más cosas. Tal como Freud mismo lo recomendaba en la presentación del historial. Así vemos que es el mismo Freud quien desestabiliza ese mito del "Hombre de los lobos" que él hal"-''l.contribuido a construir y que el paciente había asumido como sostén de su personalidad.
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Mejor dicho, son la enfermedad de Freud y su posible muerte lo que, según nuestras hipótesis, precipita el episodio psicótico posterior. Se revelaría de esta manera una psicosis transferencial. Ruth Mack Brunswick, también en transferencia con Freud, se encuentra convocada a una tarea imposible. Sin embargo, su trabajo es en muchos sentidos brillante y tiene eficacia. Acorrala a Sergei Petrov frente a la muerte y a la castración. Aparecen sueños de gran trascendencia que indican un procesamiento simbólico muy intenso. En la autobiografía y frente al interrogante de la página en blanco y el lector anónimo, también sería posible detectar nuevos procesos de resignificación. Si bien la transferencia con Freud no habría logrado un desenvolvimiento final, pudimos descubrir, en una referencia al pintor que había sido su maestro, algo así como un posible final de análisis. Así, por detrás del "Hombre de los lobos", quisiéramos creer que se rescata Sergei Petrov.
Résumé SERGEI
PETROV
ET "L'HOMME
DES LOUPS"
Dans cet ouvrage on essaye de retrouver au-dela de "l'homme des loups", la présence du véritable protagoniste: Sergei Petrov. Cela implique une resituation psychanalytique pour essaycr de découvrir d'autres choses. Tel que Freud méme le recommendait dans la présentation du dossier. Nous voyons ainsi que c'est Freud lui-mérne qui déstabilise ce mythe de "l'homme des loups'' qu'il avait contribué a construire et que le paticnt avait assumé comme soutien de sa personnalité. Ou plutót, c'est la maladie de Freud et sa possible mort qui, selon nos hypotheses, précipite l'épisode psychotique ultérieur. De cette facón, une psychose transférentielle se révélerait. Ruth Mack Brunswick, également en transfert avec Freud, est appelée a mener a bout una tache impossible. Cependant, son travail est a plusieurs égards brillant et efficace. Elle acculc Sergei Petrov a la mort et a la castration. Des réves d'une grande transcendance surgissent, en indiquant un procesus symbolique tres intense. Dans l'auto-biographie et devant la question de la page blanche et le lecteur anonyme, il serait également possible de détecter de nouveaux processus de resignification. Bien que le transfert avec Freud n'aurait pas obtenu un développement final, nous avons pu découvrir, a travers une allusion au peintre qui avait été son maitre, une sorte de possible conclusion de l'analyse. Ainsi, derriere "I'hornme des Ioups" nous voudrions croire que l'on retrouve Sergei Petrov, Summary SERGEI
PETROV
AND THE "WOLF MAN"
The paper is an attempt at establishing, beyond thc "Wolf Man", the presence of the real protagonist: Sergei Petrov. This implies a modification of the psychoanalytic approach in order to discover more, following Freud's own recommendation in his presentation of the case history.
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Thus, it is Freud himself who shakens the foundations of the myth of the "Wolf Mari" that he himself had contributed to build and which the patient had adopted as a support for his personality. To put it more precisely, it is Freud's iIlness and his possible death that, according to our hypotheses, trigger off the psychotic episode. This seems to reveal a transference psychosis. Ruth Mack Brunswick, also in a transference relationship with Freud, is summoned to carry out an impossible task. Nevertheless, her work is brilliant and effective in many respects. She corners Sergei Petrov and confronts him with death and castration. There appear important dreams which indicate a very intensive symbolic processing. In the autobiography and in connection with the queery of the blank page and the anonymous reader, it also seems possible to detect new re-signification processes. While the transference with Freud had not fully evolved, we were able to discover, in a reference to the painter who had been his teacher, something like a possible end to the analysis. Thus, we would like to believe that, beyond the "Wolf Man", Sergeí Petrov is found.
Bibliografía
1. Freud, Sigmund: "Historia de una neurosis infantil". B.N. (1968), 11. 2. Mack-Brunswick, Ruth: "Suplemento a la 'Historia de una neurosis infantil', de Freud", en El Hombre de los lobos por el Hombre de los Lobos. Nueva Visión, Buenos Aires, 1976. 3. [Petrov, Sergei): El Hombre de los Lobos por el Hombre de los Lobos, edición citada.