Siete tesis para no ser incautos al leer El Quijote

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El Quijote, al miscoscopio 1
From: Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America, 28.1 (Spring, 2008): 11-52. Copyright © 2008, The Cervantes Society of America. http://

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Iris M. Zavala

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I. Cómo leer a Cervantes..

Que hay muchas formas de leer, eso lo sabemos desde las interpretaciones de la

Biblia. Cervantes se planteó esta pregunta pero, ¿le dio respuesta única? No, pero tuvo la audacia de negar que hubiera solo una. Y como el tiempo corre como puede, en el siglo XX (no solo cambalache, del tango), del impulso de la filosofía y la teoría, no podemos negar que han surgido variedades de posiciones lectoras. Hasta se llegó a decir—algo exageradamente—que estamos en la época del lector no del autor...por aquello de que el autor ha muerto. Lo lanzo como enigma; o sea, pregunta. El futuro y lo retroactivo Antes de este batiburrillo de posiciones lectoras actuales, Freud, cuyo mayor coraje fue comenzar a leer el inconsciente y los sueños—y lo hizo en solitario, el solito—en La interpretación de los sueños. Freud mostró cómo en el inconsciente no existen pasado, presente y futuro; este es atemporal y no se rige por las leyes de no contradicción. De manera que lo vivido como presente del sueño, es algo que se relaciona con el deseo, y por tanto con el pasado y el futuro. Más claro aún: se sueña con algo que se desea en un presente o en un futuro, pero que tiene la marca de un pasado. Hemos de iniciar ahora con una gran enseñanza lacaniana: la lectura retroactiva (el après coup lacaniano), las lecturas hechas con posterioridad, que revelan a su vez el síntoma. Son acontecimientos que modifican retroactivamente el presente, son de

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acción retardada o diferida , la causalidad después del suceso. Se trata de una articulación distinta del pasado, del presente y del futuro; nos permiten (y es evidente que establezco nexos con el psicoanálisis) establecer una arqueología del pasado viviente –cómo se vive el pasado en los monumentos, en los documentos de archivos, en la evolución semántica, en los rastros, en la tradición, como dice un famoso texto de Lacan, “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”. Son textos que nos permiten leer el futuro; inventan una nueva forma de discurso –vínculo social--, cuyas posibilidades y leyes y poder son inseparables de la verdad que crean. Anudan y desanudan el presente, el pasado y el futuro; me atrevo incluso a establecer más nexos con el psicoanálisis, cuando Lacan afirma en “Función y campo”... que la única meta del análisis es el advenimiento de un relato verdadero y la comprensión del sujeto de su propia historia en su relación con un futuro. Y puntúo. Que hay muchas formas de leer, eso lo sabemos desde las interpretaciones de la Biblia. Cervantes se planteó esta pregunta pero, ¿le dio respuesta única? No, pero tuvo la audacia de negar que hubiera solo una. Y si percibimos El Quijote como un texto único, se trata de hacer responder al texto a las preguntas que él nos plantea a nosotros; considerar el texto como una palabra verdadera. Y propongo una lectura de la paradoja, desde el futuro, centrada en eso loco insolente del hidalgo que desafía la muerte y nos conquista con el pudor. Aludo al futuro y a lo retroactivo y el après coup lacaniano. Propongo leer nuestro texto desde el futuro que prefigura. Se trata de una articulación distinta del tiempo; es este un texto privilegiado que nos permite leer el futuro creando una nueva forma de discurso –vínculo social--, inseparable de la verdad que crea. O, dicho de otra manera, nos incita a desescribir el futuro, borrarlo y no caer

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en la repetición de las identificaciones. Y me repito para finalizar: nuestra novela resiste el tiempo y al tiempo, porque su lectura es siempre retroactiva, al trabajar con lo Real, con el síntoma, nos adelantan nuestro futuro. Sus ficciones desvelan las ficciones que nos hemos creído. En síntesis. El futuro no existe como elemento autónomo, esta mediatizado por la historia de cada historia personal humana. No existe mas futuro que las posibilidades que nos brinda nuestro presente y de cómo estas opciones son aceptadas o bien rechazadas por nuestra historia personal. Esa decisión es única, personal e intransferible.

2. Los personajes femeninos Podrá haber mundo sin amor, pero no hay mundo sin mujeres; hasta el paraíso hubo de crearla para a lograr su completud. Pero no tocaremos ahora los hilos de la herejía, y citemos el famoso dicho “No man is an island”, y pensemos que toda la música, el arte, la lírica y hasta el Paraíso, están plagados de parejas: disparejas, amantes más allá de la muerte..es decir, que Eros es lo que “mueve el sol y las estrellas”, en palabras de uno de los artífices del amor cortés, Dante. En Don Quijote hay 52 mujeres (además de referencias a diosas, mitos), y el autor, o los autores, o los plagiarios las toman, según las indicaciones del autor supremo, una por una. Eso, no La mujer—que no existe--, sino una por una, cada una de ellas en su singularidad. Y esto lo aleja, lo sitúa años luz de sus antecesores y predecesores...no son tipos, son personas, personae...que deciden su propio destino. Sin pretender ser exhaustiva, repasemos las diferencias. Cervantes plantea, proyecta, diseña casos una por una. Me atrevo a decir que pone a las mujeres en el diván de Freud , y lo hace con lucidez 300 años antes que Freud

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pusiera a Dora en el diván. Y las deja hablar---con el bla bla bla de las mujeres nos va descubriendo la personalidad, la unicidad de cada una, alejándose así de la filosofía de su tiempo y vislumbrando la que será la nuestra. El acierto, descubrimiento más bien, no se podrá reconocer hasta el siglo XX, con el nacimiento dl psicoanálisis. Si el caso Dora corresponde a 1895, trescientos años antes, lo está esbozando el manchego sus novelas ejemplares; cuyo prólogo no tiene desperdicio: “que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguas estranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas: mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma. “. El maestro del barroquismo se nos revela así como un adelantado...de manera que una labradora (Aldonza Lorenzo) puede ser dama, digna del amor cortés, que propone y dibuja una nueva ética. No hay un modelo general sobre las mujeres ....¿y eso qué es? ¿es posible hacer generalizaciones sobre el deseo humano? ¿es posible generalizar sobre ese goce que se llama escritura y que responde a los síntomas de cada sujeto? Aludo, claro, al una por una. Visto así se hace imposible creer en los paradigmas que son, a final de cuentas, universales. El proton pseudos más poderoso y peligroso: el que conduce a lo global. ¿Qué quieres?, ¿qué quieres de mí?; es decir: ¿qué quiero?. Es la pregunta del deseo, y Cervantes la capta en cada instante en el mito de sí mismo que se ha forjado Don Quijote. Me centraré en una, Marcela: se permite pensar, discrepar, transgredir, pero para hacerlo se retira a la naturaleza... Y todas aquí sabemos que aún hoy es sustentar esta postura es difícil, que se hace a contrapelo, a contracorriente; que no todas lo hacen...Nuestra pastora es moderna, en realidad es un personaje de la modernidad: podría definirse

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como el modelo de histérica que nace con la modernidad, que transgrede, se sitúa en la frontera, en el margen..va a contrapelo del discurso social. Nuestra pastora quiere ser libre; ¿y no es la libertad lo que persigue Don Quijote? Recordemos sus palabras: La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres (Quijote, II, 58). Y puntúo. Pero, no olvidemos—todas, una por una. Me dejo en el tintero a Teresa Sancho, a la princesa Micomicona...no sin un último punto: las mujeres son deseantes y amantes...

3. Dulcinea/Aldonza y el amor cortés. Amor, que en la mente me habla:...El amor en Cervantes tiene rostro de mujer. Y retoma como subsuelo el amor cortés, de larga tradición desde il dolce stil nuovo y Dante. El gran poeta comprendió el sentido de la escoria humana, en la traición y la soberbia, e intentó encontrar un sentido, y trazó con mano maestra ese misterio y esa tortura que se llama amor en la historia de Paolo y Francesa. ¿No estaba ya esta historia escrita en el Cantar de los Cantares, en los Salmos de David, y en toda la erótica occidental o amor cortés, y en las desdichas de Orfeo y Eurídice? ¿Y Petrarca, que inicia una relación nueva con la palabra poética? Los elementos del Amor Cortes marcan históricamente el inicio de una concepción del amor ideal propio de Occidente. Existe un culto del objeto idealizado, el cual fue determinante en la elaboración de lo que Lacan llama una relación sublimada, que significa elevar el objeto a nivel de La Cosa. Lo central para nuestra óptica es que este

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movimiento produjo una modificación histórica de Eros. Ya que la vida amorosa de los Antiguos, antes de la era cristiana, era diferente. El ideal del amor cortés es la exaltación de un objeto, el culto de un objeto idealizado: La Dama, considerada como inalcanzable, dotada de características poderosas e inhumanas, dueña y señora de los hombres. En el ámbito de la sublimación, el objeto es inseparable de las elaboraciones imaginarias y muy especialmente de las culturales. La colectividad encuentra en estas elaboraciones culturales el campo propicio en el que pueden engañarse, de algún modo sobre La Cosa. El mito de Tristán e Isolda nos muestra especialmente esta función que Lacan nos subraya: ser una producción imaginaria de la época, con la estructura de mito que contiene, que permite nombrar de cierta manera el campo de La Cosa.++

“La creación de la poesía cortés tiende a hacer lo siguiente: a situar en el lugar de

la Cosa (...) cierto malestar en la cultura. La creación de la poesía consiste en plantear, según el modelo de sublimación propio del arte, un objeto al que designaría como enloquecedor, un partenaire inhumano”. ¿Cuál es ese modo de sublimación? Lacan ha dado una definición célebre de dicho proceso: elevar un objeto a la dignidad de la Cosa, es decir, la captura y la localización del goce en un espacio separado e inaccesible, figurado por la Dama. La ausencia absoluta de toda satisfacción sexual, la suspensión del goce fálico, designa un límite infranqueable más allá del cual subsiste un horror sin nombre, el agujero en el corazón del sistema de los significantes. ¿Qué nos enseña esta curiosa composición del amor cortés? Que la demanda del ser humano es, en su dimensión más profunda, la de ser privado de algo real. Lacan emplea aquí el término “vacuola”, sugerido por alguien de su audiencia, para calificar ese lugar a la vez interior y exterior a los significantes, “en la medida en que esa demanda última de ser privado de

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algo real está ligada esencialmente a la simbolización primitiva, que cabe enteramente en la significación del don del amor. La simbolización primitiva es aquella en la que el sujeto, como efecto de significación, es la respuesta de lo real a la llamada del significante. El Nombre del Padre está destinado a separar el amor del Otro de su juntura de goce, convirtiéndolo en el don de una falta subsidiaria del sujeto. El modelo del amor cortés se separa de la psicosis en el punto de forclusión que a cada cual le cabe: para el primero, como se verá a partir de los desarrollos de 1972, la forclusión generalizada de la relación sexual en el inconsciente; para la segunda, la forclusión restringida del Nombre del Padre, es decir, del garante de la privación en la que el amor se funda. Vemos dibujarse para la psicosis, por contraste, un amor sin extimidad, un modo de relación al Otro sin creación de la vacuola, o como lo escribirá Lacan en una nota a su Cuestión Preliminar, sin extracción del objeto a. El eros del psicótico no sigue el trazado de la vía fantasmática, que recoge la condición de amor en el lugar del Otro. El goce del Otro, por no reducirse al resto del deseo, se confunde con un amor supremo, un amor que si bien es capaz de significar la invasión mortificante del goce, no consigue eliminarlo, con lo que seguirá la inevitable precipitación en el odio. Una vez más, el amor cortés. ¿En qué consiste? “Es una manera muy refinada de suplir la ausencia de relación sexual, fingiendo que somos nosotros los que la obstaculizamos”, explica Lacan. La aparición de esta temática en el capítulo “Dios y el goce de L/a mujer”, se debe a la exigencia de someter la diferencia entre los sexos al rigor de la lógica. EL amor cortés es definido como modo de suplencia de la relación sexual que no es, una suplencia que se apoya en el obstáculo que separa al hombre de su

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realización sexual. Y, además, la noción de obstáculo es promovida intencionadamente, y de un modo que resalta la paradoja del amor cortés. En efecto, si el goce fálico “es el obstáculo por el cual el hombre no llega (...) a gozar del cuerpo de la mujer”, en el caso del amor cortés la ausencia de goce fálico alcanza el mismo resultado. Pero esa ausencia, Lacan lo acentúa, es del orden del fingimiento, es decir, del semblante, y no de la elisión. El obstáculo cumple aquí la función de límite, ya reconocida en 1960. Lacan apela a la noción aristotélica de obstáculo (enstasis), el particular que se opone al universal, pero sometiéndola al tratamiento que conviene a la premisa del inconsciente. Convertirá el obstáculo de Aristóteles en la existencia que funda el universal masculino, a la vez que garantiza el límite del goce. La finitud separa al amor cortés, ejemplar en cuanto a la función de la metáfora. Conviene ahora pasar al seminario Encore de Lacan para aclarar la importancia del amor cortés. Allí nos ofrece razones para abundar en el enigma del amor muerto, que podemos oponer al amor vivo, o a lo que en el amor introduce la animación de la vida. Pero hemos de recordar lo central: el amor no es asunto de sexo. ¿De qué se trata, entonces? De saber, por una parte, pero también de alma. El amor cortés que convierte a Don Quijote en héroe—el amante, siempre superior al amado desde El Banquete de Platón—y a la dama, a la amada en motor del mundo. Por otro lado, el amor cortés es refinado, cosa sublime y muestra por contraste la distinción entre corte y villa, ya que  el amor villano es supuestamente cópula y procreación. Quizás también, es por esta causa, que a la mujer villana y campesina, el íncubo espantoso se le aparecía. ¿Se trataría de un mudo y triste remedo del trovador de las clases altas?. Sólo la Iglesia la adjetiva, y tardíamente dice qué es, de qué goce se trata en ellas con palabras cargadas de misoginia, en sus juicios inquisitoriales.

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Veamos ahora la importancia fundamental de la poética del amor cortés ya que comporta una dimensión ética, como modelo en la interrogación del amor. El valor de la puesta en marcha de una concepción del amor, marcando un progreso cultural fundamental y el surgimiento del ideal centrado en el objeto femenino. Modelo que marca la universalidad de ciertos fantasmas que estarán presentes en el patrimonio imaginario de cada sujeto como fundante del amor en lo imaginario .

¿No nos advierte también del amor y de ese paso sustancial que es pasar del amante

al amado—erastés y erómenos—en las historias de Alceste y Admeto, y la de Aquiles y Patroclo, y su resonancia en El Banquete, en toda la literatura occidental, o en La fugitiva de Proust? Como es sabido, no hay amante sin amado—erastés y eroumenous ; existimos porque somos amados; si no, caeríamos en el vacío de la nada. Don Quijote no solo necesita una dama para ser caballero—como en los tiempos antiguos—ese amor es la luz que despierta a la vida. Eros, es su impulso primero. Don Quijote está atravesado por la divina locura, y Cervantes (quien anuda la multiplicidad de autores), hace aparecer todos los atributos o nombres del Amante que está ya cerca de Dios. Todo por su Dama—ella es La mujer, la única que puede hacer de los dos Uno—todo, hasta el sueño, cuando todo duerme, el vela; los enamorados no duermen, sueñan con los ojos abiertos. Es la tristeza la del amante, amante que sobrepasa todas las medidas de comportamiento, todo lo hace por amor, que envía al aire como suspiros. Todo lo hace por Amor, y cada una de sus batallas—que él siempre gana—están movidas por la gloria y el renombre, solo así, conquistando el mundo, podrá ofrecérselo y ofrecerse a la Amada. En y por su Amada, lucha por la Paz, la Bondad, la Medida, el Pudor, la Serenidad... ¿hemos de olvidar que en El Banquete el amante es superior al amado, ya que está poseído por la

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divinidad, como dice Fedro? Por otro lado, el amor cortés es refinado, cosa sublime y muestra por contraste la distinción entre corte y villa, ya que  el amor villano es supuestamente cópula y procreación. Quizás también, es por esta causa, que a la mujer villana y campesina, el íncubo espantoso se le aparecía. ¿Se trataría de un mudo y triste remedo del trovador de las clases altas?. Sólo la Iglesia la adjetiva, y tardíamente dice qué es, de qué goce se trata en ellas con palabras cargadas de misoginia, en sus juicios inquisitoriales.

4. Etica del amor cortés

Verdad, creencia y ética están ligados a historias de amor. ¿Porqué Jacques Lacan

ubicó al amor cortés como un avance fundamental en la historia de la cultura? Porque funda el lugar de lo absoluto y lo interdicto, sublimación alrededor del objeto femenino, inscripción de un significante, la dama, donde se revela el estatuto de lo imaginario para mostrarnos cómo la instalación del culto del objeto idealizado es un verdadero progreso cultural. Nos mostrará, a través de la escritura poética, el valor de los fantasmas y su universalidad. El amor y lo cómico, el amor y el sufrimiento. Cuestiones universales que siguen siendo el material de nuestros fantasmas. El psicoanálisis va a profundizar las condiciones de amor, haciendo de ello, el modo en que el objeto se convertirá en algo preferible. Respecto del estatuto de la mujer como objeto absoluto, concierne a que, en esta poética, la mujer va a quedar vaciada de sustancia real al ser tomada como objeto de deseo, en razón de que al ser al que se dirigen los poetas, si bien estaban soportados por una mujer, su acceso se consideraba como imposible, en tanto al ser al que se dirigen es un ser de significante, un objeto para

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representar la existencia de un vacío, que será poblado por las diferentes formaciones imaginarias en tanto el fantasma es el sostén del deseo. El modelo de LA dama en el amor cortés nos permitirá situar, cómo un objeto está hecho para representar la existencia del vacío en el centro de lo real, el objeto femenino se introduce por la muy singular puerta de la privación y de la inaccesibilidad. Posibilidad que tiene su existencia en un mundo de lenguaje en tanto siempre existe una distancia entre el objeto y la cosa, tachadura del lugar de la persona. La lectura que Lacan ha realizado de la literatura medieval nos ofrece la riqueza de esta poética para rescatar el lugar del objeto interdicto y cuál es el valor, para el neurótico, de sus fantasmas, verdad o mentira, importa la marca que quedó impresa en la piel, goce del cuerpo, que se expresa por el significante. en tanto el amor es una metáfora, que se vale de trampas para que este lugar del amor permita ser franqueado, equivocado, errar en su camino. El amor es goce. Los elementos del Amor Cortes son el inicio de una concepción del amor ideal propio de Occidente. Y, en esta concepción, que la encontramos incluso hoy día, la característica esencial reside en la inclinación a enfatizar el objeto y sus rasgos. Existe un culto del objeto idealizado, el cual fue determinante en la elaboración de lo que Lacan llama una relación sublimada, que significa elevar el objeto a nivel de La Cosa. Pero, este movimiento produjo una modificación histórica de Eros. El ideal del amor cortés es la exaltación de un objeto, el culto de un objeto idealizado: La Dama., considerada como alguien inalcanzable, dotada de características poderosas e inhumanas, dueña y señora de los hombres. En el ámbito de la sublimación, el objeto es inseparable de las elaboraciones imaginarias y muy especialmente de las culturales. La colectividad encuentra en estas elaboraciones culturales el campo propicio en el que pueden engañarse, de algún modo sobre La Cosa.

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El mito de Tristán e Isolda nos muestra especialmente esta función que Lacan nos subraya: ser una producción imaginaria de la época, con la estructura de mito que contiene, que permite nombrar, rodear el campo de La Cosa.

La ética—que no es universal, sino formas de convivencia con el Otro al margen

de la moral-- nos presenta el estatuto del individuo en la sociedad. Este discurso de la libertad está presente, es constante en el interior de cada cual, con sus contradicciones y sus discordancias, personales a la vez que común, y siempre, imperceptiblemente o no, delirante. La argumentación que sostiene este discurso es más complicada de lo que parece: yo la encuentro incluso retorcida. Se trata de un compromiso con la propia lengua;. El desfile de argumentos intenta justificar el recurso a la propia habla para en ella decir el futuro. El gusto (la estética) aquí, tiene su lógica. La plenitud de este discurso—sobre el gusto, los afectos, los tradiciones - que se identifica a menudo con “el artista, el poeta, el ideal” (artículo definido), junto a su intensidad y vitalidad de expresión, generó un lenguaje común, un ambiente vibrante, un horizonte compartido de experiencias y deseos utópicos. Digamos que se articuló una historia imaginaria para iniciar de un modo inaugural las relaciones humanas; en este sentido muy preciso, es un acontecimiento que anudaba lo simbólico y lo real. Es este un espíritu que rechaza todo el aparato social actual, las virtudes reconocidas, las doctrinas -es decir, todo el aparato de las instituciones de su tiempo-y que denuncia con la misma fuerza los sentimientos convenidos, las significaciones compartidas, las emociones prescritas.

Y me quedo corta. Resumamos la importancia radical del amor cortés en la historia de

la ética, y veamos qué ética sustenta Cervantes en la relación Don Quijote/Dulcinea. Y me dejo arrastrar por Colette Soler. El lenguaje popular expresa que cuando se está enamorado se está loco, que el amor es una locura; se habla de locura del amor, es decir que hay lazos entre estos términos; se puede decir que todo lo que el amante piensa de su objeto de

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amor tiene, en cierto modo, la estructura de un delirio, o mejor, si quieren, la estructura del engaño; desde luego, no hay duda que de los posibles engaños el mejor es el amor que hace creer que el/la amado/a es lo que nos falta para estar colmados y así no hacerse cargo de esa falta. ¿Quién puede tener certeza en el amor? ¿de qué certeza se trata? Lo que caracteriza al psicótico es la certeza: una certeza que constituye el punto de partida del delirio. Con El caballero de la triste figura vemos que lo que está en juego no es la realidad, que le atañe y eso deviene en certeza que no deja de ser enigmática. Pero también es crédulo porque al hacerle todo signo llega a creer cosas increíbles. Lo que guía al amor loco (o loco amor, que el psicoanálisis llama erotomanía). Nuestro caballero delira con ser amado. En el caso del amor del psicótico, Lacan hace referencia a la erótica del amor cortés para situar la función del objeto- la Cosa- en su relación con el deseo. Es un ejercicio poético que juega con determinados temas idealizantes, uno de ellos la Dama. El objeto femenino está colocado, de entrada, en la inaccesibilidad. No hay forma de cantar a la Dama sin una barrera que la rodea y la aísla. La Dama se caracteriza, además, porque la belleza y las virtudes que presenta tiene un carácter estereotipados(de forma que parece se dirigiesen siempre a la misma); aparece así vaciada de sustancia y arbitraria en sus exigencias, cruel por las pruebas que impone a aquel que se presenta como su servidor; aparece como partenaire inhumano, en una función de espejo que además de la exaltación ideal, narcisista, también es espejo en el sentido de limite que no se puede franquear. La dama es, como la Cosa, inalcanzable, y esto permite la insistencia del deseo, por estar siempre separado de su objeto; hay como una valorización sexual

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de los estados preliminares del acto de amor aunque conlleve el placer de experimentar un displacer que sostiene el placer de desear. Ese amor pudo conducir a algunos a actos muy cercanos a la locura puesto que se dirigían a seres vivientes, nombrados pero que estaban allí en razón de significante es decir con una función simbólica, de modo que esta poesía plantea, al modo de sublimación propia del arte, un objeto enloquecedor, un partenaire inhumano.

5. La verdad tiene la estructura de una ficción Sí, ese oximoron entre la ficción y la realidad, que transmuta como un mago; dónde termina la ficción y comienza la realidad, justo lo que obsesionó a Freud y luego a Lacan, y a la filosofía: “La verdad tiene la estructura de una ficción”, en palabras del psicoanalista francés. Esta borradura o difuminación narrativa plantea enigmas que nos invitan a una interpretación en nuestro hoy, en la línea abierta por Freud con sus teorías sobre la interpretación de los sueños. Cervantes se concentra en las ficciones, ni más ni menos: del poder que ejercen las fantasías, del poder que nos impulsa a escenificar fantasías, y la línea divisoria que separa la realidad de la ficción tiende a tornarse más y más difusa. Decimos que no conviene confundir la ficción con la realidad; recuérdese la doxa posmoderna de acuerdo con la cual “realidad” es un producto discursivo, una ficción simbólica que mal percibimos como entidad sustancial autónoma. En síntesis: Cervantes no explica, implica.     La lección que aquí aporta el psicoanálisis es justo la contraria: no conviene malinterpretar la realidad como si fuera ficción; es preciso discernir, en lo que experimentamos como ficción, el meollo duro e irreductible de lo Real, que sólo seremos

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capaces de sustentar si lo ficcionalizamos. En dos palabras, hay que discernir qué parte de la realidad se “transfuncionaliza” mediante la fantasía, de modo que, aun siendo parte de la realidad, se percibe bajo el modo de la ficción. Mucho más difícil que denunciardesenmascarar la realidad travestida de ficción es reconocer en la realidad “real” el ingrediente de ficción que comporta. Esto nos reconduce la antigua idea lacaniana de que, así como los animales pueden engañar mediante la presentación de lo que es falso como si fuera verdadero, sólo el ser humano, entidad habitante del espacio simbólico, puede engañar mediante la presentación de lo verdadero como si fuera falso. No es pues novela realista, ni realismo... definirla como inicios del realismo equivale a aludir a una sola versión, una única ladera de una cinta de Moebius, una cierta realidad aparente. El texto es a manera de la carta robada de Poe (analizado por Lacan), donde intenta mostrar la verdad que sostiene la estructura de ficción del relato. Y, veremos, que la ficción y la realidad se enlazan con la ética (también la mujer); la cervantina es una ética que obliga, induce a rechazar la crueldad. Y no es poca cosa esa ética del uno por uno... Pero, añadamos otro plus: si difumina la realidad y la ficción, también diluye la certeza y la verdad., entrecruzar el mundo del lector con el mundo del libro, un encabalgamiento de la ficción en la historia, la razón de ser literaria que legitima la ambivalencia de su estatuto verbal, una mención demasiado cerca de la mentira. Como dice Borges en Mi entrañable señor don Quijote, Cervantes era un hombre demasiado sabio como para no saber que, aun cuando opusiera los sueños y la realidad, la realidad no era la verdadera realidad, o la monótona realidad común. Era una realidad creada por él; es decir, la gente que representa la realidad en Don Quijote forma parte del sueño de Cervantes tanto como Don Quijote y sus infladas ideas de la caballerosidad, de defender

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a los inocentes. Y a lo largo de todo el libro hay una suerte de mezcla de los sueños y la realidad. Entonces—aclara Borges-- tenemos en Don Quijote un doble carácter. Realidad y sueño. Pero al mismo tiempo sabía que la realidad estaba hecha de la misma materia que los sueños. Es lo que debe haber sentido. Todos los hombres lo sienten en algún momento de su vida. Pero él se divirtió recordándonos que aquello que tomamos como pura realidad era también un sueño.

6. La certeza y la verdad Don Quijote está poseído por la certeza psicótica, auténtico motor de su estar en el mundo. ¿Quién puede tener certeza en el amor? ¿De qué certeza se trata? Lo que caracteriza al psicótico es la certeza: una certeza que constituye el punto de partida del delirio. Nuestro caballero andante crea el mito de sí mismo (punto que determina las psicosis). .Con El caballero de la triste figura vemos que lo que está en juego no es la realidad, que le atañe y eso deviene en certeza que no deja de ser enigmática. Pero también es crédulo porque al hacerle todo signo llega a creer cosas increíbles. Y dejo en suspensivos el tema: si —como ya dije— ese deseo de saber implica ir más allá de lo sabido, se sostiene por lo que llamamos coraje, o valentía. No se les pasará inadvertido que hay más de un parentesco con la locura, la locura como la entendió Erasmo, en “elogio de la locura”. Podría sostener, haciéndome eco de Jacques-Alain Miller que se trata realmente del coraje de la psicosis. Me explico: dejarse tentar por el riesgo de la locura constituye la vía para toda genuina invención de saber. Es el aserto de certidumbre anticipada, para Jacques-Alain Miller y Lacan. ¿No sostenía Dalí llamaba el método paranoico-crítico, y su empuje a la mujer? Lo dejamos en suspenso..

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Y este imperativo ético, se ciñe específicamente al marco de la novela. El ser incauto de lo Real, implica de algún modo la propuesta ética del psicoanálisis: “no ceder en su deseo”. La pregunta que surge entonces: ¿cómo considerar al pudor? Dirá Lacan que sin el pudor, se produce un choque, un error. Así pues, se pregunta si deberá o no transponerse la barrera del pudor. ¿Cuál sería el impudor de Cervantes? Con más fuerza aun se imprimen estas cuestiones cuando Lacan enuncia: “ la única virtud, si no hay relación sexual, es el pudor”. El pudor, es pues, la única virtud.

7. Etica del ideal o ética de lo Real

El eje del texto es el amor, y siempre nos plantea la posibilidad de su pérdida;

podríamos decir que en el origen del amor hay un duelo ya acontecido. Lo mutilado, lo incompleto, lo imperfecto es el núcleo del amor, de lo sexual y de la palabra, pero el amor nos rescata siempre, es un triunfo ante la muerte. Pero, en Don Quijote el amor no es uno, y se muestra en su variedad. En nuestro caballero, no se sacrifica el amor al placer.

He insistido en el una por una—las mujeres, no siguen los juicios normativos;

hablan y son habladas. Otros personajes ofrecen sus puntos de vista, pero, con el lenguaje cada hablante se delata a sí mismos. Cada personaje es un caleidoscopio de miradas, y de voces. Escojamos a la sin par Dulcinea del Toboso...una es la Dulcinea de Don Quijote, otra la de Sancho; es primordial la dimensión presencia/ausencia, el fort/da a que alude Freud. Lo divertido es que el juego es central en la estructuración subjetiva como elemento constante. El juego del carretel, conocido en el campo psicoanalítico como “fort/da”, Freud percibió que el niño convierte en juego la desagradable partida

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de la madre, y su pasividad se transforma en uno activo al jugar; . el juego es a manera de se inscribe en un diálogo. El fort/da introduce la dimensión simbólica. Cervantes no escoge una entelequia, un ser inventado, crea desde lo Real la entidad del sujeto. Dulcinea/Aldonza es una labradora transformada en Dama. Es el motor de su ser—lo que interesa es la constitución de una ética que fuese una estética de la existencia. Por su parte, Jacques Lacan planteó la imposibilidad estructural de la relación sexual: al no haber complementariedad hombre-mujer, hay necesariamente desencuentro, expresado en la fórmula lacaniana: “no hay relación sexual”. Si la literatura (y la sociedad) culpa a las mujeres por el desencuentro, en Cervantes se legitima el goce específico de cada mujer. Podríamos decir que es un texto sobre el amor, los juegos interminables entre el erastés y el eromenós. Volvamos a tomar el carrete. La presencia/ausencia de Dulcinea la convierte en personaje femenino único: cada uno de nosotros se construye su Dulcinea: una es construcción cultural de Don Quijote, otra es la de Sancho. Sabemos que en la segunda parte, Dulcinea determina en gran medida la relación Don Quijote/Sancho. Otra muy distinta será para los Duques, para Sansón Carrasco...el personaje es uno en los versos acrósticos de Sansón Carrasco, otra la de Sancho, incluso llega a darle forma corpórea a la Dulcinea encantada. Para rematar—si para uno es un “encanto”, para el otro está “encantada”, y finalmente “deformada”, cuando el rival de don Quijote, deforma a la Dama, proclamándola inferior en belleza a Casildea de Vandalia. En Otro momento --la cueva de Montesinos, ese episodio tan fantasmagórico-- don Quijote sueña, y logra en parte recuperar su propia creación de la Dama. Nuestra Dulcinea es encantada, desencantada...Pero siempre norte de las acciones del caballero.

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Y ni Cervantes ni Don Quijote estuvieron nunca en reposo. El deambular del “Caballero de la Triste Figura” es un trabajo incesante que jamás lo llevó a decir que estaba todo dicho, todo concluido. Retomo para finalizar su muerte como parte de su lucidez. Quijano reniega de su creación cuando su sueño, su locura lúcida se destruye. Si viaja a Barcelona para aclarar su autoría—de una manera muy moderna—y desenmascarar a un plagiario, el plagio incluye también la desvergüenza, la falta de pudor, la mentira. Un plus: no solo plagio, sino la suplantación de su propio ser. ¿Hemos de olvidar que en Barcelona se le fuerza con mentiras, patrañas, argucias; es decir, el anverso de la ética. En la lucha entre el arrogante caballero de la Blanca Luna (Sansón Carrasco), pierde: “Vencido sois, caballero, y aun muerto, si no confesáis las condiciones de nuestro desafío”. A lo que responde: “¡Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra.” ¿No repite una y otra vez, con distintos tonos y matices “que yo soy de mi señora, esté donde esté” (dice a Altisidora). Y, nuevo Cristo crucificado, muere... cede en su deseo. ¿No es ya un presagio cuando llega a Barcelona y ve el mar: mi viaje ha terminado, aseveración enigmática, muy distinta a aquella “yo sé quien soy”, que afirma la lucidez del loco. Sabe que delira, pero sabe quién es. La caída de los ideales—la ética del amor cortés—significa el vacío de sentido. Si por Eros lucha por los desvalidos en nombre de la Dama, este recorrido nos permite hoy conocer los síntomas del malestar en la cultura: el trabajo de los niños, la pulsión sexual como motor de las relaciones humanas.. En certeza anticipada, Cervantes sabe que todas son parodias de un malestar nuevo: el camino de la modernidad. ¿No podemos leer

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como formas de ludismo temprano su lucha contra los molinos, la máquina que Chaplin mostrará en lo real: la destrucción del ser humano? Pero, lo central es que Cervantes mantiene la perspectiva ética sobre el comportamiento de Eros. El problema de la responsabilidad ética se introduce en una por una de las mujeres del mundo quijotesco; insistamos, la ética se introduce por los intersticios de la estética. Pues bien, Cervantes las deja hablar, cada una con su historia familiar: es esta la que relata y transmite relaciones, una determinada genealogía, unos rituales, cierta continuidad temporal. Una historia que transmite, también, prohibiciones, que anuncia quiebres y suspensiones. En este sentido podríamos decir que Shakespeare y Cervantes se suplementan: el uno presenta los excesos, los extravíos, el otro la contención. Son la banda de Moebius de la nueva dimensión ética. En el seminario sobre la ética Lacan nos advierte: “La acción moral está inserta en lo real¨.” De ello podemos deducir que la ética no tiene que ver con los ideales, no se trata de una moral ideal sino que se constituye en acto y modifica al sujeto. Tomar una posición, sin escapar a la responsabilidad que significa y al riesgo que implica enfrentarnos y enfrentarlo con lo desconocido. Esta apuesta al deseo nos plantea desafíos que implican una toma de posición y comprometen como diría Freud “el núcleo de nuestro ser”. Cervantes introduce la responsabilidad ética lo que implica que leer a Cervantes, es volver a abrir las preguntas, retomarlas. Vuelve a formular la pregunta de la palabra y la alteridad, y las relacio­nes entre la palabra y el discurso. Es decir, todo un programa de poética ético-social y de ética responsable firmemente apoyada en la alteridad, la exotopía y el discurso. Y este complejo lo encarna la dama; sin mujer no hay ética. El entramado del pensamiento cervantino es progresista (diríamos hoy), propone

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una libertad inmanente y apela al sujeto, uno por uno. Prueba que el bien no existe... sin pedantería, sin espíritu de reforma es una abertura a la lucidez de la locura, aquella que Erasmo inmortalizó. No se trata de una ética y estética trascendental, que muestra al mismo tiempo que la sociedad se apoya en el principio del placer. En esta lectura retroactiva—desde el futuro—Don Quijote nos conduce de la mano a los síntomas de nuestra modernidad, intuyó lo que luego, con la modernidad se llamaría gracias a Marx la plusvalía. Nos dibuja el delirio de la libertad, subrayando con ironía y en registro dialógico, que la explotación, la segregación y la violencia son los auténticos síntomas sociales. Es este un texto problemático, lo que implica que leer Don Quijote es volver a abrir las preguntas. Es necesario, en este punto, hacer vivir este texto con lo que le sigue y con lo que le precede; comprenderlo con lo que le sigue: nuestro mundo hipermoderno. Es decir, todo un programa de poética social y de ética responsable firmemente apoyada en la alteridad, la exotopía y el discurso. Y finalizo. Parece evidente que si la moral es impuesta, la ética es responsabilidad de cada sujeto... ¿Nos dice el texto cervantino que esa certeza es utópica? ¿O será una parodia en este juego de espejos apoyado en la ironía, y que nos deja en la perplejidad, en el enigma. A mí me sugiere que la ética surge del hecho de que al considerar al ser humano sujeto de elecciones, la elección del futuro implica cuestionar las normas eróticas del momento. Y esta elección de futuro es algo que nos pertenece, y que nadie tiene derecho a expropiar.

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Referencias: Alvarez, Margarita. “Algunos dichos del amor y sus modalidades lógicas”. Freudiana 29 (2002): 67-78. Bartra, Roger. Cultura y melancolía. Las enfermedades del alma en la España del Siglo de Oro. Barcelona:Anagrama, 2001. Dessal, Gustavo. “Sobre una degradación particular de la vida erótica”. Nodus I (2002). Internet Lacan, Jacques. La ética del psicoanálisis. Seminario 7. 1959-1960. Paidos:Buenos Aires, 1992. -----. Aún. Seminario 20 (1972-72). Paidós:Buenos Aires, 1992.

-----. La transferencia. Seminario 8 (inédito), 1960-1961. -----. Los no incautos yerran. Seminario 21 (inédito), 1973.74. ----. Escritos 1. México: Siglo XXI, 1985. Gorostiza, Leonardo. “El coraje de la psicosis”. Colofón 20 (2001): Martínez, Francisco José “La constitución del individuo ético: de la servidumbre a la libertad”. En La ética de Spinoza. Fundamentos y significados. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1992. Miller, Jacques-Alain. “Notas sobre la vergüenza”. Fotocopia. Biblioteca del Campo Freudiano. Barcelona. Soler, Colette., Lacan y el banquete. Buenos Aires:Manantial, 1992. ----. La maldición sobre el sexo. Buenos Aires: Manantial, 2000. -----. El inconsciente a cielo abierto de la psicosis. Buenos Aires:Manantial, 2004. 24

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Zavala, Iris M. “Cervantes y la palabra cercada”. Anthropos, núm. Monográfico. Don Quijote de la Mancha. La vida humana. Libro y acto de imaginación y creación. (1989). 100:39-43. -----. “El Quijote, la ‘escritura desatada’ y la crítica del logocentrismo”. Nueva Revista de Filología Hispánica XL:1 (1992):305-322. -----. Epílogo con cautela: No sea incauto y no errará. En Fanny Rubio, ed. . Don Quijote en clave de mujer/es. Universidad Complutense, 2005.

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Las formas del habla responden a modos de goce de la lengua. Es asi que no hay lengua universal ya que no todos gozan del mismo modo. El goce que su ejercicio supone genera una forma de hablar que es una invencion colectiva y, por ende, anonima. Es posible deducir a traves de la entonacion, las escansiones, los refranes, en fin, sus enunciados el modo particular en que quien habla es gozado por la lengua asi como los significantes amos que comandan su “discurso corriente”.   A su vez, el discurso psicoanalitico al discernir la causa del deseo ubica el lugar de la enunciacion, es decir, el modo particular en que quien habla es gozado por la lengua. Esto nos conduce a la logica del uno por uno, ya que, sabemos, no hay enunciacion colectiva.

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Etica!!!! Impr.1. lectura retroactiva 2. luego num. Personajes, las toma uno por uno 3. dulcinea y el amor cortes 4. amor cortes y diferencia 5. ética del amor cortes 6. LA PALABRA....Cerva. emplea el barroco....con su lengua (ver ética...en abrir) 7. sujeto moderno...neurosis

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Iris M. Zavala

Ensayista, novelista, poeta... de origen puertorriqueño, ha sido profesora y catedrática en varias universidades de Estados Unidos y Europa. Dirigió la Cátedra UNESCO de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ciudad en la que vive en la actualidad. Son excepcionales sus estudios sobre la utopía americana, sobre el modernismo, Unamuno, Valle-Inclán... Ha publicado (en dos ediciones) un libro excepcional sobre el bolero (Bolero. Historia de un amor). Sus análisis de la obra del teórico ruso M. M. Bajtín (por ejemplo, Escuchar a Bajtín) le han valido una posición única dentro de la teoría literaria. Ha publicado una considerable Historia social de la literatura. Estudiosa del mundo femenino (de cuyo interés da cuenta su libro reciente, 2004, La otra mirada del siglo XX. La mujer en la España contemporánea) y de la obra literaria de las mujeres, editó en seis volúmenes la descomunal Breve historia feminista de la literatura española en lengua castellana. Su último libro está dedicado al Quijote: Leer el Quijote. Siete tesis sobre ética y literatura, de 2005.

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