SITUACIÓN DE LOS CULTIVOS LEGUMINOSOS Y LOS

Agroindustrias Lucano S.R.L. 18/biofag_report SITUACIÓN DE LOS CULTIVOS LEGUMINOSOS Y LOS INOCULANTES EN BOLIVIA. Autores: José Eduardo Abela y Rena

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SITUACIÓN DE LOS CULTIVOS LEGUMINOSOS Y LOS INOCULANTES EN BOLIVIA. Autores: José Eduardo Abela y Renato Valenzuela

CULTIVOS:

Los promedios de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) del último quinquenio (datos hasta el 2004) muestran que en Bolivia los cultivos principales usan 1.98 millones de hectáreas; donde destacan soya 34% y maíz 15%.

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Fuera de la soya el INE registra cuatro cultivos leguminosos que individualmente ocupan menos del 2% de la superficie agrícola: haba 1.7%, alfalfa 1.3%, arveja 0.8% y maní 0.6%. Los cultivos leguminosos totalizan 749.000 ha, un 38% de la superficie ocupada por los cultivos principales.

El crecimiento anual de la superficie cultivada para el conjunto de los cultivos principales fue de 0.56% al 2001, 5.93% al 2002, -0.71% al 2003 y 6.52% al 2004; esto es un 3.07% anual en promedio. El promedio de aumento de superficie anual para el quinquenio es considerable en cultivos con un fuerte respaldo industrial y mercados de exportación

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como la soya 7.04% y la caña de azúcar 5.48%; pequeño a negativo para los alimentos básicos: maíz 2.81%, papa 1,41%, cebada 0.72%, arroz -0,28% y trigo -1.35%. Caso aparte es el girasol que se destina a mejorar la calidad de los aceites y su mercado es definido por la industria local; así las mejoras en rendimiento han ocasionado una fuerte reducción anual del área sembrada: -6.76%.

La misma fuente muestra que los rendimientos promedio para el quinquenio considerado son regulares a bajos para todos los cultivos. En tn/ha estos son: 2.0 soya, 2.0 maíz, 2.3 arroz, 0.9 girasol, 5.7 papa, 0.9 trigo, 0.8 cebada y 46.4 caña de azúcar. Los rendimientos están muy influenciados por las condiciones climáticas, no obstante al considerar el aumento de rendimiento promedio en esos cuatro años algunos cultivos han mostrado aumentos anuales interesantes: girasol 17.00%, arroz 7.35% y caña de azúcar 5.02%, la mayoría aumentó los rendimientos muy poco: trigo 2.30%, cebada 1.73%, maíz 1.61% y soya 1.15%, siendo muy preocupante por la importancia de este cultivo para la seguridad alimentaria de Bolivia la disminución de rendimientos de papa: -0.48%.

Por otro lado el INE proyecta para el periodo 2000 – 2005 una tasa de crecimiento poblacional para Bolivia de 2.37%. Los aumentos anuales de producción promedio para el quinquenio son marcadamente superiores para caña de azúcar 10.87%, soya 7.87%, y arroz 7.65%; pudiendo decirse que el resto de los cultivos acompaña el crecimiento poblacional (excepto papa y trigo que muestran un marcado rezago): maíz 3.91%, girasol 3.56%, arveja 3.16%, haba 2.64%, cebada 2.48%, alfalfa 2.19%, maní 2.03%, papa 0.93% y trigo -0.09%.

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INOCULANTES

No todos los productores inoculan la semilla de soya, aunque puede decirse que esta ya es una practica común, lo que no es cierto para las otras leguminosas. Actualmente la soya es el cultivo que sostiene el mercado de inoculantes con bacterias fijadoras de nitrógeno; los inoculantes de este tipo para otras leguminosas se fabrican, a pedido, por instituciones del sector público.

Phaseolus, Arachis, Vicia, Pisum, Medicago, Lupinus y Vigna son las leguminosas que pueden constituirse en mercados potenciales de inoculantes. De ellos el fréjol es el cultivo que más ha avanzado a la mecanización, eventualmente se exporta parte de su producción y es el que regularmente demanda inoculantes, aunque la adopción es inferior al 20%. La falta inoculantes disponibles, la irregular respuesta alcanzada en campo y sobre todo el escaso margen de ganancia a los intermediarios no permite el crecimiento de este mercado. El cultivo de las otras leguminosas mencionadas sigue siendo realizada con métodos tradicionales, en superficies pequeñas, muy poca a ninguna mecanización, bajo uso de insumos externos a la finca y comercializada a través de un gran número de ferias e intermediarios que dificultan la comprensión de su mercado. Esta estructura de producción es un verdadero reto a la trasmisión de nuevas tecnologías y sigue siendo una barrera no superada en el uso de inoculantes.

Sin embargo se ha realizado un extenso trabajo de investigación adaptativa identificando las mejores cepas para un gran número de cultivos. La oferta pública de inoculantes abarca mas de treinta especies, tanto leguminosas forrajeras de zonas templadas y calidas, como cultivos tradicionales de Bolivia (haba, arveja, fréjol, maní, tarwi, cumanda, lenteja

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y garbanzo). Estos inoculantes son formulados en polvo en unidades de 250 g y, según el tamaño de la semilla, se recomienda usar 10 a 33 g de inoculante por kilo de semilla.

Aproximadamente ¼ de las 800.000 ha de soya que reporta el INE para el 2004 se sembraron en la campaña de invierno, en la que estima se inocula un 80% de la semilla. La estimación para el verano es de solo un 60%.

Diversas marcas de inoculantes pueden encontrarse en el mercado aunque puede decirse que 5 de ellas satisfacen la demanda de la soya, dos bolivianas y tres argentinas. El trabajo de selección de cepas para la producción de inoculantes para soya en Bolivia concluyó recomendando el uso de dos cepas (mayor información [email protected]), quedando normado que los inoculantes para uso en Bolivia debían fabricarse con las cepas recomendadas por un “Laboratorio Especializado”; esta norma nunca fue exigida. Las cepas empleadas son indistintamente las exigidas por la legislación brasilera o argentina, no existiendo control oficial en Bolivia en este aspecto. La concentración declarada en estos productos es superior a lo exigido en la norma boliviana (1 x 108 cel viables/g o ml), sin embargo solo una marca realiza rutinariamente controles de calidad de los lotes comercializados.

Las formulaciones en el mercado son diversas. Las formulaciones en polvo usan turbas arcillosas y turbas netamente orgánicas Carex o Sphagnum. Como adherente algunas marcas siguen recomendando el uso de azúcar, mientras que otras ya lo proveen incorporado en la formulación o como una unidad separada. La esterilización del polvo ya sea por calor húmedo o radiación es suficiente pero no completa; ocasionalmente se encuentra en el mercado producto contaminado, independientemente del modo de

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esterilización usado. Según el producto, se recomienda usar de 80 a 350 g de inoculante por cada 100 kilos de semilla de soya. Las recomendaciones indican el uso de 300 a 600 ml del barro para cubrir uniformemente la semilla con los inoculantes en polvo.

Las formulaciones líquidas originalmente han empleado tecnología de fermentación y estabilización celular desarrollada en la Argentina. Posteriormente han evolucionado con la incorporación de substancias promotoras y/o protectoras de la bacteria en la misma formulación o como un producto aparte a ser mezclado al momento de la siembra. Según el producto se recomienda usar de 40 a 300 ml de inoculante líquido por cada 100 kg de semilla.

El tratamiento de semilla de soya con fungicidas es una práctica común (adopción mayor al 80%) mientras que la adición de Co-Mo y/u nutrientes o promotores de crecimiento es solo empleada por los productores más tecnificados.

Aspectos comerciales van tomando preeminencia sobre los aspectos técnicos. La semilla es vista como un vehículo para el acarreo de insumos y se ejerce una gran presión para que el productor la use así. Comercialmente se esta generalizando la venta de paquetes de inoculante + fungicida y en menor grado la adición de Co-Mo y promotores de crecimiento. Los caldos de insumos adicionados a la semilla pueden llegar a volúmenes cercanos a 1 litro por cada 100 kg de semilla. Cediendo a la practicidad no se hace esfuerzo en alertar al productor sobre los daños de los distintos insumos sobre la bacteria y se generaliza en campo la preparación de caldos donde el inoculante se mezcla con todos los otros insumos, pudiendo permanecer varias horas en el caldo hasta que se trate

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la semilla. La antigua recomendación de tratar la semilla primero y luego inocularla va perdiendo terreno.

Además de los productos arriba mencionados registrados como INOCULANTE, el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG) ha registrado como BIOFERTILIZANTE un producto a base de hongos micorrizogenos (Glomus) de fabricación local y desarrollado como emprendimiento privado con base a tecnología transferida de Cuba. El vehículo usado en la formulación es suelo arcilloso y el producto tiene una garantía de 15 esporas/g. Se ha desarrollado un sistema de control de calidad que incluye una prueba de producto final realizado por un organismo público, sin embargo aún no existe normativa sobre micorrizas. El producto se recomienda para todo tipo de cultivos (granos, caña de azúcar, tubérculos, hortalizas, frutales, forestales y pasturas). Para granos la recomendación es inocular la semilla en una proporción de 5 a 7% del peso de la semilla.

También esta registrado como FERTILIZANTE un producto italiano formulado como polvo granulado. Este además de fermentos naturales, principios activos, nutrientes, ácidos humicos y nucleico trae microorganismos liofilizados (Algas, Nitrosomas, Nitrobacter, Pseudomonas, Xantomonas, Micrococcus, Planococcus, Cryptococcus y Bacillus). Excepto las pasturas, el rango de cultivos recomendados es el mismo que para las micorrizas. Puede inocularse semilla (a razón de 50-100 g/ha), suelo de almácigo o plantines, superficialmente en torno a las plantas perennes o el compost.

El resto de los productos que contienen microorganismos en su formulación son fungicidas, insecticidas o nematicidas.

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INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO

Hasta el año 2000 y por más de 10 años se ejecutó el proyecto de investigación y transferencia de tecnología

Rhizobiologia – Bolivia.

Este proyecto contó con la

cooperación técnica y financiera del Reino de los Países Bajos. En su primera fase el objetivo fue desarrollar la capacidad de producción local de inoculantes. El proyecto dió el impulso necesario para consolidar los trabajos sobre inoculantes en soya que se realizaban en Bolivia, abarcando todos los aspectos: manejo y selección de cepas, tecnología de fermentación, desarrollo del soporte, producción de inoculantes a escala comercial, desarrollo de una marca y su mercado, técnicas de aplicación y uso del inoculante, protocolos de controles de calidad, normativa para el comercio de inoculantes y, muy importante, trabajos a campo mostrando las ventajas de la inoculación, práctica que no gozaba de aceptación por la presencia en el mercado de inoculantes de mala calidad. El objetivo central de esta primera fase fue logrado con éxito introduciéndose en el mercado la primera marca de inoculantes fabricados en Bolivia. La segunda fase mantuvo un cierto apoyo a la producción de inoculantes para soya, pero dio énfasis a los trabajos de rhizobiologia dirigidos a los cultivos leguminosos tradicionales de zonas frías y templadas de Bolivia y a las pasturas leguminosas de todas las zonas. La tercera fase dejó todo aspecto de producción de inoculantes y extendió su esfuerzo a los aspectos agronómicos y socioeconómicos de los cultivos leguminosos tradicionales en la procura de lograr la adopción del uso de inoculantes. A pesar de contar con la información que respaldaba las ventajas de la práctica y tener la capacidad de producir los inoculantes para toda el área sembrada con cultivos leguminosos tradicionales, como se menciono en el punto sobre inoculantes, el objetivo de adopción no fue logrado.

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Para dar continuidad al Proyecto Rhizobiologia – Bolivia, cuatro instituciones nacionales lanzaron el Proyecto AgroLeg, básicamente con la idea de coordinar trabajos a fin de hacer más eficiente el uso de los recursos que cada institución contaba para los trabajos en Rhizobiologia y Leguminosas. El Proyecto AgroLeg ha permitido mantener cierta cohesión y contacto interpersonal y ha consolidado en formato electrónico los 292 trabajos presentados a lo largo de 6 reuniones nacionales llevadas a cabo entre 1991 y 2002. Excepto la primera reunión (1991) donde solo se presentaron 8 trabajos referidos a Rhizobiologia y la tercera (1995) donde se presentó un récord de 73 trabajos, por reunión se presentaron unos 50 trabajos. Este número de trabajos se ha mantenido en la última reunión llevada a cabo en septiembre de 2004. Por reunión se presentan de 8 a 19 trabajos relacionados con inoculantes, siendo escasos los referidos a micorrizas o PGPR. La mayoría de los trabajos se relaciona con el comportamiento de cepas (en invernadero o campo), la respuesta a campo de la interacción inoculante con fertilizantes, o el efecto de pesticidas y aceites sobre la bacteria. Cabe mencionar que más de 100 tesis de grado han sido promovidas por estos proyectos, muchas de las cuales han sido base para los trabajos presentados en las reuniones. Salvo lo consolidado en formato electrónico la información sobre lo investigado es de difícil acceso al no existir un sistema de bibliotecas que rutinariamente se enriquezca con lo publicado en memorias, informes y tesis.

Por otro lado el sector privado realiza trabajos de adaptación de tecnologías mayormente en campos de agricultores líderes. Estos trabajos se diseñan más bajo las estrategias de mercadeo por lo que mayormente no tienen respaldo metodológico, haciendo que la información obtenida no cumpla con los requisitos para su publicación; sin embargo, es adecuada a los fines de las empresas. Normalmente esta información es confidencial y si

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se hace pública es porque se adecua a una estrategia de mercadeo y puede estar seriamente sesgada con este fin.

Los agricultores, beneficiarios finales de todo el esfuerzo, reciben poca información de la investigación local. Por un lado los trabajos orientados a desarrollar tecnología para los cultivos tradicionales, mayormente a cargo de pequeños agricultores, no han logrado plasmarse en productos comerciales (excepto semilla de nuevas variedades) y/o tiene una muy baja adopción. Por el otro aquellos trabajos orientados a los cultivos comerciales, la mayoría de los cuales es de adopción de tecnología y muchas veces realizado por exigencias de fiscalización, quedan rezagados frente a los ágiles sistemas de difusión tecnológica de los países vecinos (sobre todo Brasil) y al fuerte enfoque comercial del sector privado. Un ejemplo de adopción de tecnología a toda costa es la de la soya trasgénica resistente al glifosato: la desesperación del agricultor por su empleo introdujo un gran volumen de semilla de contrabando forzando cambios en el sistema de fiscalización de semillas, con perjuicio para el productor al autorizarse la comercialización de algunas variedades de soya RR de pobre adaptación al sistema de cultivo de soya verano – invierno que se practica en Santa Cruz.

FISCALIZACIÓN EN INOCULANTES

Las DISPOSICIONES PARA EL COMERCIO DE INOCULANTES definen INOCULANTE como “todo producto que contenga microorganismos con acción

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estimulante sobre el crecimiento de las plantas”. (MERCOSUR/GMC/RES No 28/98; Artículo 4).

La legislación boliviana referente a inoculantes es parcial y en la práctica inexistente.

Mediante Resolución Ministerial 208/90 del 01 de noviembre de 1990 el entonces Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios (MACA) designa al Servicio de Sanidad Vegetal del MACA como organismo oficialmente encargado de velar por el cumplimiento de lo normado en dicha R.M. y a la vez designa como “Laboratorios Especializados” para realizar los controles exigidos en la R.M. al laboratorio de Rhizobiologia del CIAT-Santa Cruz y del IBTA-Tarija. Esta R.M. no contempla la definición del termino INOCULANTE, pero sus considerandos implican que se refiere específicamente a microorganismos con acción de fijación biológica de nitrógeno en asociación a plantas leguminosas (genéricamente Rhizobium). La citada R.M. es sencilla y bastante completa en todos los aspectos referidos al comercio de los inoculantes con Rhizobium, incluso en lo relativo a su control de calidad, pero no contempla en forma específica otros tipos de inoculantes.

Mediante Ley de la República # 2061 del 16 de marzo de 2000 se decreta la creación del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG), a quien, entre otras, se le confiere la competencia del control de insumos utilizados para la producción agropecuaria, agroindustrial y forestal (artículo 2-f). Cabe aclarar que la Ley no hace ninguna apreciación sobre la reglamentación existente a la fecha en las competencias asignadas al nuevo SENASAG, por lo que esta sigue vigente mientras no se legisle en contrario.

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Mediante Decreto Supremo # 25729 del 7 de abril de 2000 se da al SENASAG la atribución de emitir reglamentación referente a los insumos agropecuarios (articulo 10-e). Con esa atribución el SENASAG mediante Resolución Administrativa No 55/2002 del 17 de abril de 2002 (RA 55/2002) establece el Reglamento para el Registro y Control de Plaguicidas, Fertilizantes y Sustancias Afines de Uso Agrícola en 19 Capítulos, 91 artículos y 11 anexos. Este reglamento es completo pero su ámbito de aplicación no cubre ciertos productos como los inoculantes: “todos los plaguicidas agrícolas (de síntesis química, biológica y natural) importados, fabricados y/o formulados en el país, y también otros insumos de uso agrícola (como los fertilizantes, sustancias afines, etc.) cuyos requisitos se establecen a través de regulaciones específicas. (Anexo 2)”.

El Reglamento (de la R.A. 55/2002) indica que el SENASAG reglamentará el registro, la importación, la formulación, y la comercialización de los fertilizantes, en cualquiera de sus formulaciones, para lo cual establece los requisitos en el Anexo 2 (artículo 45), y también que reglamentará el registro, la importación, la formulación, y la comercialización de los plaguicidas de origen biológico, en cualquiera de sus formulaciones, para lo cual establecerá los requisitos en una reglamentación específica (artículo 46). Esta reglamentación a la fecha no existe, empleándose a los fines de registro las directrices de la FAO para este tipo de productos.

En toda la reglamentación generada por el SENASAG no se hace mención a los inoculantes (el termino INOCULANTE ni se usa ni está contenido en los glosarios). La lectura del espíritu de la reglamentación indica que los inoculantes tampoco se consideran bajo el rótulo de “Sustancias Afines”. Al no normar sobre inoculantes, se sostiene la vigencia de la antigua R.M. 208/90; siendo el SENASAG, en virtud a sus competencias, el organismo oficial encargado de velar por su aplicación.

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Actualmente el SENASAG mantiene un comportamiento dual en lo relativo a inoculantes rizobiaceos, realizando una fiscalización de acuerdo al interesado. Así, para permitir su importación, ha exigido el registro de productos con base al Reglamento de la R.A. 55/2002, clasificándolos como INOCULANTE (término no legislado en dicho reglamento), sin exigir luego la realización de controles de calidad en Bolivia de los lotes importados; mientras que también para aquellas empresas que lo solicitan rutinariamente expide autorizaciones de venta de inoculantes específicos para cada lote, previa realización de control de calidad en un laboratorio autorizado, bajo la normativa de la antigua R.M. 208/90. La fiscalización sobre las cepas presentes en los inoculantes es inexistente.

Ante la total ausencia de reglamentación boliviana para este tipo de productos, los inoculantes no rizobiaceos se han registrado con base en la R.A. 55/2002 y han sido categorizados como BIOFERTILIZANTES (micorrizas) o FERTILIZANTES como se mencionó anteriormente.

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FUENTES Y REFERENCIAS

www.ine.gov.bo www.demexcorp.com www.ecobiotec.com Empresa Desarrollos Agrícolas S.A. Empresa Agroindustrias Lucano S.R.L. Asociación de Proveedores de Insumos Agrícolas (APIA). Henson, R., Herbas, J., Moreira, A., Pierola, L., Waaijnenberg, H. (eds.) 1995. Memoria de la Tercera Reunión Boliviana de Rhizobiologia y Segunda Reunión Nacional de Leguminosas de Grano. Cochabamba, Bolivia. 180 p. Memoria de la Cuarta Reunión Boliviana de Rhizobiologia y Tercera Reunión Nacional en Leguminosas. 1997 s/e. La Paz, Bolivia. 288 p. Meneses, R., Pierola, L. (eds.) 1999. Memoria de la Quinta Reunión Boliviana de Rhizobiologia y Leguminosas. Cochabamba, Bolivia. 270 p. Ruiz, D., Oller, V., Barba, R. (eds.). 2002. Memoria de la Sexta Reunión Boliviana de Rhizobiologia y Leguminosas. Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. 233 p. Ruiz, D., Oller, V., Barba, R. (eds.). 2004. Memoria de la Séptima Reunión Boliviana de Rhizobiologia y Leguminosas. Trinidad, Bolivia. 243 p. Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios. Bolivia. Resolución Ministerial No 208/90. Gaceta Oficial de Bolivia # 2206. Ley # 2061. Ley de 16 de marzo de 2000. SENASAG. Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Bolivia. Resolución Administrativa # 055/2002. SENASAG. Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Bolivia. Reglamento para el Registro y Control de Plaguicidas, Fertilizantes y Sustancias Afines de Uso Agrícola. SENASAG-BOLIVIA. Registros de Plaguicidas, Fertilizantes y Sustancias Afines, Vigentes en el SENASAG hasta noviembre del 2005. 31 p.

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