SITUACIÓN LABORAL DE LOS CAMPAMENTOS DE LA REGIÓN METROPOLITANA SITUACIÓN LABORAL EN LOS CAMPAMENTOS DE LA REGIÓN METROPOLITANA

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SITUACIÓN LABORAL DE LOS CAMPAMENTOS DE LA REG IÓN METROPOLITANA

SITUACIÓN LABORAL EN LOS CAMPAMENTOS DE LA REGIÓN METROPOLITANA MARZO 2013

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#2 SITUACIÓN LABORAL EN LOS CAMPAMENTOS DE LA REGIÓN METROPOLITANA

Publicación digital del Centro de Investigación Social (CIS) de TECHO para Chile. Autor: Pablo Beytía Santiago de Chile, Marzo 2013 ÉnfaCIS es una publicación periódica del Centro de Investigación Social (CIS) de TECHO – Chile, dedicada a resaltar temas de relevancia particular dentro de la investigación sobre pobreza y vulnerabilidad social. Su objetivo principal es ofrecer resultados de investigación rigurosa en un formato atractivo para públicos diversos.

SITUACIÓN LABORAL DE LOS CAMPAMENTOS DE LA REG IÓN METROPOLITANA

E SITUACIÓN LABORAL EN LOS CAMPAMENTOS DE LA REGIÓN METROPOLITANA

l presente artículo desarrolla una caracterización general de las condiciones laborales en que se encuentran las personas que viven en campamentos de la Región Metropolitana de Chile. Para ello se describen la participación laboral, los niveles de desempleo, las características del trabajo y los ingresos obtenidos por la ocupación, mostrando –cuando ello es posible– la evolución de los datos en los últimos años. Cada una de estas condiciones laborales se discute de forma separada, lo cual permite extraer algunas conclusiones transversales sobre la situación laboral en que se hallan estas personas. Se subraya la importancia del dinamismo y la flexibilidad laboral, por un lado, además de las desigualdades de género, por el otro: ambos fenómenos se expresan de manera omnipresente en las actuales dinámicas laborales de los campamentos en la Región Metropolitana, condicionando en gran medida la situación de vulnerabilidad material y social de estas familias.

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El trabajo es un tema de gran interés público, pero su importancia se duplica al estudiar las poblaciones con vulnerabilidad material y financiera. Cuando las personas tienen pocos bienes y ahorros –y especialmente en las ciudades, donde no suelen acceder a recursos naturales que les permitan una base alimenticia–, la manera más efectiva de subsistir y luego de estabilizarse económicamente es mediante una actividad remunerada. En condiciones de pobreza material y financiera, la situación laboral cobra especial relevancia para explicar el nivel de calidad de vida, y el estudio de esta situación es fundamental para países que aspiran a superar la pobreza y a promover oportunidades equitativas entre sus ciudadanos. En Chile existe un tipo de asentamiento en donde se encuentran reunidas de manera particular las principales condiciones de pobreza material y financieras. Se trata de los campamentos, aquellas agrupaciones de 8 o más familias que habitan de manera irregular un terreno y que carecen de al menos un servicio básico (agua potable, electricidad y/o alcantarillado) (TECHO para Chile 2007; Minvu 2011b). Por un lado, estos asentamientos se conforman de viviendas deficientes, ya que no permiten mantener un nivel de calidad apropiado en cuanto a salud, seguridad y abastecimiento de recursos básicos. Por otro lado, las familias que habitan estas viviendas tienen muy poca capacidad de ahorro: en los campamentos de la Región Metropolitana, por ejemplo, cerca del 72% no tiene ahorros y, entre el 28% que ha guardado dinero – cifra que podría ser bastante alentadora–, sólo la mitad no tiene deudas (TECHO para Chile 2010b). Se trata entonces, fundamentalmente, de familias económicamente vulnerables que presentan escasez de bienes y de capital monetario, y que, por ello mismo, necesitan con gran urgencia de una situación laboral adecuada y sostenible que les permita subsistir dignamente y aspirar a mejores

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oportunidades de vida. No obstante el riesgo inmanente de estas familias, en Chile existe muy poca información sobre las condiciones laborales en que se encuentran quienes las conforman. Salvo por la investigación que realizaron Alvarado y Gallegos en 20041, más los datos descriptivos que se encuentran en el reporte que hizo el Centro de Investigación Social TECHO para Chile sobre la Encuesta de Campamentos RM (2010), se encuentran sólo intuiciones o acercamientos imprecisos. Es común la aproximación de la realidad de campamentos recurriendo al quintil o decil de menores ingresos, pero esta metodología es a la vez muy amplia –en cuanto incorpora personas con bajos ingresos que no viven en campamentos– como muy reducida –ya que no considera a personas con mejores ingresos que no han podido superar su vulnerabilidad en cuanto a la vivienda–. Tal como Brain, Prieto y Sabatini demostraron el año 2010, la extrema pobreza no es lo que mejor define la situación en que viven las familias de campamentos; urge, por tanto, establecer un panorama actual de los datos recopilados directamente en campamentos (sin aproximaciones monetarias), el cual permita diagnosticar los principales problemas, avanzar en la investigación de temas específicos y proponer soluciones laborales con conocimiento técnico de calidad. Éste artículo pretende ofrecer una orientación general sobre las condiciones laborales en que viven las familias de asentamientos vulnerables de la Región Metropolitana. No se trata, entonces, del estudio en profundidad de un problema específico y de sus formas de solución, sino de sistematizar los datos disponibles en un marco que permita posteriores problematizaciones e investigaciones. En primer lugar, aquí se describirá 1 Publicada en versión resumida el año 2005 en la revista Centro de Investigación Social.

la situación laboral de las personas que viven en campamentos a partir de cuatro dimensiones: participación laboral, desempleo, características del trabajo e ingresos laborales. Luego se establecerá una visión general de las dinámicas actuales de trabajo, subrayando los fenómenos más característicos y transversales del empleo en estos campamentos. PARTICIPACIÓN LABORAL Y FUERZA DE TRABAJO El Instituto Nacional de Estadística de Chile (INE), considera actualmente a los mayores de 15 años como “población en edad de trabajar”. Esta cifra ascendía el año 2010 a cerca de 5.398.760 personas en la Región Metropolitana, de las cuales el 57% estaba empleada. 2 En contraste con esta situación regional general, los datos disponibles de campamentos mostraron que un 54% de los mayores de 15 años estaba ocupado laboralmente. Quizás más relevante que esta leve desventaja en la proporción de gente trabajando, resulta advertir que, en los asentamientos vulnerables, se manifiestan grandes desigualdades de género en los niveles de ocupación: como muestra el esquema 1, en el año 2010 un 69% de los hombres tenía un empleo versus un 39% de las mujeres. Esta desigualdad ocupacional entre géneros se corresponde con la tendencia de la población regional; no obstante, el porcentaje de ocupación femenina en los campamentos (39%) es considerablemente menor que el que se encuentra en la región completa (46%).

2 Según los datos de la Nueva Encuesta Nacional de Empleo 2010 (tomando los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre).

SITUACIÓN LABORAL DE LOS CAMPAMENTOS DE LA REG IÓN METROPOLITANA

PORCENTAJE DE OCUPACIÓN LABORAL EN LA REGIÓN METROPOLITANA SEGÚN SEXO (AÑO 2010) 100% 90% 80%

31

31 61

70%

54

60% 50% 40%

Desocupado 69

30%

39

20%

Ocupado

69 46

10% 0% Hombre campamentos

Mujer campamentos

Hombre región

Mujer región

Este desfase laboral entre géneros puede explicarse de diversas maneras. Habría que considerar, en primer lugar, que según la Encuesta de Campamentos RM (CIS TECHO para Chile 2010) más de la mitad de las mujeres de estos campamentos tienen menos de 25 años, y que al interior de sus familias son consideradas aún con el rol de hijas (y no de jefas de hogar o esposas). También la mayoría de ellas está soltera y cerca del 40% se encontraría estudiando. Estas características sugieren que muchas de las mujeres en edad laboral que viven en campamentos de la Región metropolitana no presentan la urgencia de encontrar trabajo: ellas pertenecerían a un núcleo familiar que aún las sustenta y no tendrían que preocuparse, en su mayoría, por alimentar a una familia. Ahora bien, esta explicación sólo sería válida para aquellas mujeres jóvenes que no son jefas de hogar. No obstante, resulta que el 98% de las mujeres que no trabaja, estando en edad de hacerlo, declara no haber buscado trabajo en los últimos 2 meses (CIS Techo – Chile 2010b).

Esquema 1.Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Campamentos RM CIS Techo – Chile 2010 y la Nueva Encuesta Nacional de Empleo 2010 (Octubre, Noviembre y Diciembre).

Esta cifra muestra tanta universalidad, que nos induce a buscar explicaciones que se apliquen a grupos diversos de mujeres. Al preguntarle a las mismas involucradas por los motivos de su rechazo laboral, los argumentos más frecuentes fueron los siguientes: a) ellas no tienen con quien dejar a sus hijos, b) deben hacer actividades en el hogar y c) son estudiantes (CIS Techo – Chile 2010b). Considerando estos datos, ya podría ofrecerse un panorama general sobre la explicación de la menor ocupación femenina en los campamentos: en una porción considerable se trata de jóvenes solteras que no buscan trabajo (algunas por encontrarse estudiando), mientras que, en las edades mayores, el motivo más importante de deserción laboral sería la familia, principalmente en virtud del cuidado del hogar y de los hijos pequeños. Como el ejemplo anterior muestra, existen en la población muchas personas que simplemente no quieren encontrar trabajo y esto debe ser integrado en la discusión sobre participación laboral. La literatura económica utiliza el término “fuerza

de trabajo” para hacer referencia al sector de la población económicamente activa, es decir, quienes están en edad de trabajar y además les interesa tener una actividad remunerada (INE, 2010b). El porcentaje de fuerza de trabajo con respecto al universo de personas en edad de trabajar, es lo que técnicamente se llama “tasa de participación laboral”, y es un dato indispensable para entender el entorno laboral de un contexto social específico. Una buena noticia para los campamentos de la Región Metropolitana, es que en los últimos años ellos han mejorado su tasa de participación laboral. Alvarado y Gallegos (2005) reportaron que el año 2004 esta tasa fue de 62%. Utilizando la misma metodología de ese estudio –lo que incluyó reducir la población en edad de trabajar a personas entre 15 y 65 años–3 los datos de la Encuesta de Campamentos RM muestran un ascenso de la tasa de participación a 71%. Y lo mismo sucede si analizamos los sexos por separado: la tasa de participación masculina ascendió de 80% a 83%, mientras que la femenina de 43% a 59%. Este escenario es muy positivo para los campamentos, ya que denota un menor rechazo de los pobladores a entrar en la fuerza de trabajo, y esa disposición, si es que deriva efectivamente en ingresos, podría promover mejores oportunidades de vida para las familias. Con respecto a las diferencias de género, podríamos resumir entonces la situación así: la proporción de hombres que trabajaban en 2010 es mucho mayor que la de mujeres, pero, no obstante, desde 2004 se ha avanzado notoriamente hacia una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral. Este avance en inclusión ocupacional, fundamentalmente femenina, parece ir de la mano 3 Actualmente el INE en Chile considera que la población en edad de trabajar corresponde a todas las personas con 15 o más años.

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con un avance en la “fuerza de trabajo potencial”. No todos los que no participan en la fuerza de trabajo son equivalentes desde el punto de vista de la participación: algunos de ellos definitivamente no quieren emplearse, mientras que otros no buscan trabajo, pero aceptarían alguno si se lo ofrecieran. Estas últimas personas conformarían la “fuerza de trabajo potencial”, grupo de la población que ha aumentado en los últimos años: si en 2004, sólo el 17% de quienes no estaban en la fuerza de trabajo habrían aceptado un empleo (Alvarado y Gallegos 2005), ese porcentaje asciende a 53% en 2010 (CIS Techo – Chile 2010b). Esto surgiere que existe una tendencia más o menos generalizada hacia una mayor participación laboral, la cual se observa tanto en términos absolutos como potenciales. Un último punto a resaltar es el nivel de participación laboral que tienen las personas según sus distintos roles al interior de la familia. Como aproximación, podemos analizar el porcentaje en que los distintos roles contribuyen al hogar con ingresos: según indican los datos del año 2010, la mayoría de los jefes de hogar aporta dinero, mientras que la contribución del cónyuge, conviviente, nuero/a, padre, madre o suegro/a es algo menor (cerca de la mitad contribuye a los ingresos familiares). Los hijos y nietos, por su parte, se identifican en su inmensa mayoría por no aportar ingresos a la familia (CIS Techo – Chile 2010b). Esto sugiere que la participación laboral es mayoritariamente adulta y compartida entre roles familiares, a pesar de que se concentra en la figura del jefe de hogar. NIVELES DE DESEMPLEO Según los datos disponibles, el nivel general de desempleo en los campamentos de la Región Metropolitana se habría mantenido constante en los últimos años. Para el año 2004, Alvarado y

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Gallegos (2005) reportaron un 23% de cesantía, y en 2010 ese dato era el mismo según la Encuesta de Campamentos RM (CIS Techo – Chile 2010b). Ello podría hacernos pensar que no han existido cambios relevantes en cuanto al desempleo de los pobladores. No obstante esta aparente estabilidad, en los últimos años el desempleo en estos campamentos ha tenido una importante transformación: se ha vuelto mucho más dinámico. Esto se nota al comparar la duración de los períodos de cesantía. Como puede observarse en el gráfico 2, en 2004 el desempleo duraba normalmente más de 3 meses, mientras que en DURACIÓN DE CESANTÍA EN CAMPAMENTOS EN LOS AÑOS 2004 Y 2010 100%

12,6

90% 80% 70%

24,2 63,9

60%

Más de 3 meses

50%

1-3 meses

40% 30%

63,2 18,6

1 mes

20% 10%

17,5

hacia la exigencia de una mayor flexibilidad en las condiciones contractuales de trabajo (Echeverría y López 2004). Cuando esta flexibilidad se produce, existe un efecto ambivalente en la calidad de vida: por un lado, se facilita a la gente el acceso a un contrato que favorezca su claridad en cuanto a deberes y derechos laborales, pero por el otro, se genera una masa de contratados con ausencia de aquellos beneficios que limitan una contratación rápida (como las indemnizaciones). Si el mercado laboral chileno efectivamente ha avanzado hacia una flexibilización de los contratos –una tendencia que ha sido respaldada políticamente desde el año 2003 por el proyecto de ley “Iniciativas de fomento del empleo y la productividad”, aunque no ha culminado aún en alguna promulgación legal–, eso explicaría que los pobladores de campamentos consiguieran trabajo en menos tiempo, porque estarían accediendo a un tipo de contrato más flexible e inestable, que se caracteriza por establecer una relación de menores garantías mutuas –escasos derechos y deberes– entre el empleador y el empleado. En este sentido, hay que considerar que la tendencia aparentemente positiva de un menor tiempo en cesantía podría estar ocultando un tipo de problema más complejo: la inseguridad laboral.

0% 2004

2010

Esquema 2.Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Alvarado y Gallegos 2004 y la Encuesta de Campamentos CIS Techo - Chile 2010.

2010 la duración más recurrente fue de 1 mes. Este cambio no indica necesariamente que las personas de campamentos gocen actualmente de una menor vulnerabilidad laboral. El fenómeno podría ser más complejo y estar relacionado con un aumento en la flexibilidad de los contratos laborales. A pesar de que una parte importante de los trabajadores de campamentos tiene contrato (como veremos posteriormente), el mercado laboral chileno ha dado señales de estar avanzando

Ahora bien, según el documento extenso de Alvarado y Gallegos (2004), una de las variables de mayor importancia para explicar el desempleo de quienes participan en la fuerza de trabajo es el género. Los datos de la Región Metropolitana del año 2010 corroboran esta relación y muestran que mantiene vigencia: el 80% de los hombres integrados en la fuerza de trabajo tiene una labor remunerada, versus el 66% de las mujeres, y esta correlación entre desempleo y género es estadísticamente significativa.4 4 El coeficiente de Pearson es de -,155, mostrando una correlación significativa en el nivel 0,01 (bilateral), es decir, con probabilidad de 1% de que esta correlación se deba al azar.

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CARACTERÍSTICAS DEL EMPLEO El trabajo de los pobladores de campamentos en la Región Metropolitana tiene tendencias especiales, las cuales podemos distinguir en al menos tres aspectos: tipos de contrato, de ocupación y de jornada laboral. Según los datos CIS Techo – Chile (2010b), el 54% de quienes están ocupados en los campamentos de la Región Metropolitana tiene contrato en su empleo principal. Al controlar esta variable según sexo, vemos que entre las mujeres es ligeramente menos común esta situación: cerca del 50% de ellas legaliza su relación laboral con un empleador, mientras que un 57% de los hombres efectúa este procedimiento. Aparentemente, esta diferencia podría entrar dentro de un rango de normalidad: el eventual embarazo de las mujeres y el posterior cuidado de los recién nacidos, hacen que su relación laboral sea en general más flexible y menos garantizada a largo plazo por el empleador, con independencia del grupo socioeconómico que se analice. Por eso llama más la atención el tipo de relación contractual que declaran tener los pobladores de campamentos en la región. En 2010, más de la mitad los contratados declaró tener contrato con plazo indefinido, lo cual, en apariencia, devela cierta estabilidad laboral (ver esquema 3). No obstante, hay que recordar que esta situación se da sólo entre quienes están contratados. Si consideramos a todas las personas que están ocupadas laboralmente en los campamentos, el porcentaje de gente con contrato a plazo indefinido es 28,7%, lo cual refleja una alta tasa de flexibilidad e inestabilidad laboral: más del 70% de los empleados no tendría contrato

o éste sería transitorio. Esto se condice con la sensación de informalidad laboral declarada por los pobladores, que en 2010 superaba los dos tercios de población activa (CIS TECHO para Chile 2010b). Un segundo aspecto relevante para caracterizar el empleo de quienes viven en campamentos, es el tipo de ocupación. Los datos de 2010 muestran la dificultad de categorizar actualmente los diversos oficios de los pobladores, dado que muchas personas (61%) declaran trabajar en ocupaciones diferentes a las tradicionalmente asociadas a este nivel socioeconómico (CIS TECHO para Chile 2010b). Esta es una señal del dinamismo que está adquiriendo el mercado ocupacional en los campamentos: actualmente se estaría produciendo un recambio en las profesiones comúnmente asociadas a los asentamientos informales, situación que vale la pena investigar en mayor profundidad. Ahora bien, dentro de las ocupaciones tradicionales, la más característica es la obra de construcción (19% de los ocupados), seguida de la asesoría del hogar (7%) y la cocinería o panadería (4%). En cuanto al sector del tipo de trabajo, hay que destacar que la mayoría de los ocupados (57%)

trabajaba en 2010 como empleado del sector privado (CIS Techo – Chile 2010b). Pero llama más la atención que el 31% de los ocupados declarara trabajar independientemente – porcentaje que va en línea con el 27% reportado para el total de campamentos nacionales por el Minvu (2011)–. Esta cifra es sustantivamente mayor que el 19% de autoempleo que se apreció en el mismo año para la Región Metropolitana (INE 2010). ¿Qué podría significar, en el contexto de los campamentos, este mayor porcentaje de trabajadores independientes? Sin poder definirlo actualmente con certeza, podemos aventurar que tenga que ver con la existencia de una mayor empleabilidad precaria: en los sectores de mayores ingresos económicos, el nivel de autoempleo indica en algún grado la cantidad de propietarios de empresas o de individuos que optan por una situación laboral flexible, en cambio en los campamentos es más probable que esta independencia se explique por una informalidad no optada, que se vincula más con la venta ambulante al pormenor o con la realización se servicios de poca cualificación y a pedido. En el primer caso, la independencia laboral podría ser una condición favorable, caracterizada por

TIPO DE RELACIÓN CONTRACTUAL EN EL EMPLEO PRINCIPAL (AÑO 2010) Plazo indefinido

53,2

Plazo fijo

19,5

Por obra, faena o servicio

18,1

Servicios transitorios

2,7

De aprendizaje

1

No sabe

5,5 0

10

20

30

40

50

60

Esquema 3. Fuente: Encuesta de Campamentos RM CIS Techo - Chile 2010

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una mayor autonomía económica; en el segundo, no obstante, sería desfavorable, dado que ancla el flujo monetario del hogar a la variación inestable de la demanda cotidiana de bienes y servicios. Por ello, es muy relevante investigar con mayor profundidad las condiciones específicas que definen la independencia laboral en los campamentos. En cuanto a las diferencias de género, vemos que entre las mujeres en 2010 hubo sustantivamente más trabajadores independientes (41% versus el 23% masculino). En correspondencia, los hombres se caracterizan por un mayor nivel de dependencia laboral (73% versus el 56% femenino), fenómeno que insinúa una mayor estabilidad salarial (CIS TECHO para Chile 2010b). Estos datos recalcan, una vez más, la mayor vulnerabilidad laboral femenina; sin embargo, también reflejan la importancia que tiene para estos hogares mantener el trabajo de las mujeres, a pesar de que ellas frecuentemente no puedan o quieran adquirir relaciones formales de empleo. Al igual como sucedió con la tipología general de los trabajos, los tipos de empleo independiente mostrados por la Encuesta de Campamentos RM mostraron un gran vacío: una enorme proporción de estos trabajadores (66%) no se encontraba incorporado en las categorías de autoempleo tradicionalmente consideradas en este sector socioeconómico. Ello resalta, nuevamente, una carencia de adecuación conceptual a la realidad laboral de los campamentos, que está vinculada tanto con la escasa investigación en este ámbito como con el gran dinamismo que adquieren actualmente los tipos de trabajo. Entre las actividades independientes tradicionales, el 9% declaró ser cartonero, 9% vendedor ambulante, 7% feriante y 5% pescador; probablemente por condiciones geográficas, son muy pocos los recolectores de mariscos o

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agricultores de una pequeña chacra que viven en la Región Metropolitana. Un tercer aspecto relevante para la caracterización del trabajo es la jornada laboral. Los datos de 2010 muestran que la mayor parte de los trabajadores estaba ocupada en jornada completa (72%). El reporte de 2004, definía que cerca del 60% de los ocupados trabajaba más de 40 horas semanales (Alvarado y Gallegos 2005); ello sugiere que en los últimos años ha habido un avance hacia una mayor proporción de trabajadores en jornada plena. A este tiempo laboral, debe sumarse el que los trabajadores requieren para el transporte: el promedio de traslado declarado en 2010 fue de 44 minutos por viaje, lo cual implica un gasto aproximado de 1 hora y media diaria para asistir al trabajo. La suma de estos datos sugiere que los trabajadores en campamentos de la Región Metropolitana utilizan gran parte de su tiempo en virtud del empleo; este tiempo parece haber aumentado en comparación con 2004. Ello podría significar simultáneamente dos escenarios: uno positivo, en donde el empleo a tiempo completo ha aumentado las posibilidades de ingresos monetarios y de superación de la pobreza, y otro negativo, en donde los pobladores ahora tienen menos tiempo para ocupar en otras actividades remuneradas que les ayudarían más que el aumento de jornada para mejorar sus ingresos y salir de la pobreza. Esta última posibilidad se refuerza al constatar la inequidad en el valor de la jornada de trabajo de los chilenos, dado que los grupos ocupacionales que tienen jornadas más prolongadas han tendido a tener menores remuneraciones (Echeverría y Jeria 2005). Sólo nuevas investigaciones podrían diagnosticar si el actual uso del tiempo laboral es el más adecuado para mejorar la calidad de vida de estas familias. Si el aumento en la jornada de trabajo se ha

traducido en nuevos insumos económicos, y estos insumos son mayores que los que podría producir el trabajador usando su tiempo en otros proyectos remunerados, el aumento en la jornada laboral sería una buena noticia. No obstante, los datos actuales no nos permiten definirlo con propiedad, siendo necesario estudiar a fondo el costo de oportunidad que ha tenido el aumento en la jornada laboral INGRESOS LABORALES La última variable que vamos a considerar, para entender la situación laboral en los campamentos de la Región Metropolitana, es el ingreso asociado al trabajo. Como puede apreciarse en el esqu ema4, en 2010 el grueso de quienes trabajaban (53,5%) obtuvo un sueldo menor al salario mínimo ($172.000),5 aunque más de un tercio ganaba entre $172.000 y $270.000 y unos pocos superaban los $270.000 (CIS TECHO para Chile 2010b). INGRESOS LABORALES PER CÁPITA (MONTO LÍQUIDO MENSUAL 2010). 2,6

371.000 o más 271.000 a 370.000

6,7

172.000 a 270.000

37,2

100.000 a 171.000

36,3 17,2

1.000 a 99.000

0

10

20

30

40

Esquema 4. Fuente: Encuesta de Campamentos RM CIS Techo – Chile 2010

Por otra parte, estos datos también revelaron que prácticamente no hay gente contratada en el 5 El salario mínimo en Chile se actualiza cada año a contar del mes de Julio. Hasta Junio de 2010 fue de $165.000, pero la Encuesta de Campamentos RM se realizó entre Julio y Octubre del mismo año.

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tramo de ingresos entre $1.000 y $99.000. Desde la postura del empleado, eso puede explicarse por la búsqueda de mayores ingresos directos, sin pago de previsiones sociales. Desde la visión del empleador, en cambio, simplemente sería ilegal realizar un contrato que involucre un pago menor al sueldo mínimo, dado lo cual ellos preferirían optar por sistemas de honorarios informales o pago mediante boletas. Ahora bien, es muy relevante saber quiénes en la familia son los que aportan al ingreso. Los datos del Catastro Nacional de Campamentos 2011, generados por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, permiten analizar en qué medida los diferentes roles del hogar aportan con dinero a éste mismo. Como aproximación a la Región Metropolitana, vemos que el 77% de los jefes de hogar de Chile contribuye con ingresos, mientras que cerca de la mitad de los convivientes, padres/ suegros y cónyuges de estos jefes apoyan económicamente (ver esquema 5). Gran parte (más del 40%) de los yernos/nueras o hermanos/ cuñados donan ingresos, medida que pocos hijos y nietos llevan a cabo. APORTE AL INGRESO DEL HOGAR SEGÚN ROL FAMILIAR (TOTAL NACIONAL, AÑO 2011) Jefe de hogar Conviviente Padres/suegros Cónyuge Yerno/nuera Hermano/cuñado No pariente Otro pariente Hijo/hijastro Nieto

23

77 54

46 49

51

52

48 46

59

39

61

27

73

8

92

5

95

20%

Por otra parte, Alvarado y Gallegos (2004) muestran que el género sería una de las variables más significativas al momento de explicar la cantidad de ingresos laborales que reciben las personas de campamentos en la Región Metropolitana. Los datos de la Encuesta de Campamentos RM (CIS Techo – Chile 2010a) denotan que efectivamente los hombres ganaban bastante más que las mujeres: en promedio los primeros se acercaban en 2010 a los $179.000, mientras que las segundas a $122.000, existiendo entre sexo e ingresos una correlación estadísticamente significativa.6 Ello ratifica la importancia que tienen en la economía de estas familias las diferencias de género, fenómeno que se condice con lo reportado por el Ministerio de Desarrollo Social para la población del decil más pobre en Chile (CASEN 2012).

54

41

0%

Esta situación nos habla de una responsabilidad económica compartida al interior del hogar, una práctica muy positiva cuando el objetivo es el ahorro y la estabilidad financiera. Pero también nos indica la magnitud del allegamiento o “coresidencialidad familiar” (Araos 2008): muchos hogares de campamentos conglomerarían en una vivienda y/o sitio a dos o más grupos familiares distinguibles, los cuales estarían compartiendo gastos debido a la extrema carencia de alguno de los grupos, al espíritu comunitario de los mismos o a alguna estrategia compartida de ahorro.

40%

Aporta

60%

80%

100%

No aporta

Esquema 5. Fuente: Elaboración propia a partir de Catastro Nacional de Campamentos Minvu 2011

Pero a pesar de lo que podría preverse, las diferencias de ingreso declaradas entre los sexos no se asocian con diferencias frente al mínimo valor económico que se le otorga al tiempo de trabajo: el promedio del sueldo mínimo por el que trabajarían estas personas 6 El coeficiente de Pearson es de -,300, mostrando una correlación significativa en el nivel 0,01 (bilateral), es decir, con probabilidad de 1% de que esta correlación se deba al azar.

PROMEDIO DE INGRESOS EN TRABAJO O ACTIVIDAD PRINCIPAL SEGÚN SEXO (AÑO 2010) 200.000 180.000

179.407

160.000 140.000 120.000

122.346

100.000 80.000 60.000 40.000 20.000 0 Hombre

Mujer

Esquema 6.Fuente: Encuesta de Campamentos RM Techo – Chile 2010b.

fue de $167.122, sin mostrarse diferencias significativas entre hombres y mujeres (CIS Techo – Chile 2010b). Es llamativo que ambos sexos declaren un piso similar de salario, considerando que los hombres suelen ganar bastante más que las mujeres y por ello podrían mostrarse más exigentes. Ello sugiere que el sueldo mínimo que se acepta por un trabajo es afectado, en estas condiciones socioeconómicas, más por una valoración ética de gasto de tiempo personal que por el costo de no adquirir otras oportunidades laborales (valoración mercantil). Es decir, los pobladores aparentemente deciden el valor de su trabajo observando más lo que “debe” pagarse por él, que lo que el mercado dictamina como valor de sus prácticas laborales. Ello podría explicar que las personas se muestren dispuestas a trabajar por un monto tan cercano al sueldo mínimo: 7el salario dictado cada año desde el Congreso no es solamente una imposición política, sino también una orientación normativa sobre lo que vale el tiempo de trabajo de los ciudadanos. 7 El sueldo mínimo se actualiza en Chile tradicionalmente el 1 de Julio de cada año. El año 2010, en el cual se realizó la Encuesta de Campamentos RM, estuvo regulado por dos normativas de sueldo mínimo: una que señalaba $165.000 y otra de $172.000. El sueldo mínimo de trabajo que señalan los pobladores quedaría entre estas dos cifras.

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MIRADA GENERAL: DOS LABORALES TRANSVERSALES

DINÁMICAS

La situación laboral de los campamentos de la Región Metropolitana se identifica, como hemos visto, por innumerables condiciones referidas a la participación laboral, el desempleo, las características del trabajo (tipos de contrato, de ocupación y de jornada) y los ingresos laborales. Al analizar todas estas dimensiones resaltan, por su transversalidad e impacto, dos condiciones laborales que vale la pena mostrar en detalle: 1) el dinamismo y la flexibilidad laboral y 2) la desigualdad de género.

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perspectiva de los trabajadores, una exigencia social de adaptabilidad permanente frente a los tipos y períodos de trabajo. Debemos ser aún muy precavidos a la hora de valorar lo que ello significa: como toda condición social, el dinamismo y la flexibilidad laborales establecen un horizonte de posibilidades y límites individuales, que deben estudiarse en mayor detalle para ponderar su efecto total en la calidad de vida de las familias.

1. Dinamismo y flexibilidad laboral: el trabajo en los campamentos se caracteriza actualmente por la transformación de las profesiones y los tiempos asociados a ellas, orientándose hacia un escenario de alta maleabilidad en cuanto a formas de trabajo, jornadas y remuneraciones. Esta condición se puede identificar en la pérdida de fuerza que están teniendo los tipos de empleo tradicionales (dependientes e independientes), en la menor duración de la cesantía –que implica una aceleración en el cambio de un puesto de trabajo a otro– y en la existencia de un gran porcentaje de gente sin contrato o con contrato transitorio.

2. Desigualdad laboral de género: no obstante el avance en la proporción de mujeres que participa de la fuerza de trabajo, la situación laboral femenina es todavía muy precaria. Hay condiciones familiares, económicas, políticas y culturales que desfavorecen la disposición de estas mujeres a participar de la fuerza laboral, en primera instancia, y posteriormente dificultan su obtención de puestos de trabajo, su acceso a buenos sueldos y su estabilidad laboral. En comparación con los hombres, las mujeres tienen una menor tasa de participación laboral remunerada (a pesar de que muchas no desean participar para cumplir con su educación o con las labores del hogar y la familia), una mayor tasa de desempleo, sueldos más bajos y un menor porcentaje de contratos.

Añadido a ello, las tendencias actuales muestran un rumbo orientado hacia el establecimiento de una mayor fuerza de trabajo (actual y potencial), una generalización de la jornada completa y un avance en la tasa de participación femenina. A primera vista, estas últimas tendencias parecen positivas, ya que indican una expansión del trabajo en los campamentos de la Región Metropolitana. No obstante, lo que sugieren los datos es que se estaría expandiendo un tipo de trabajo dinámico y flexible que conlleva, desde la

Esta situación es desfavorable para la calidad de vida de estas familias. La multiplicación de ingresos en el hogar es una buena noticia para personas de todos los estratos socioeconómicos, pero tiene especial relevancia en los campamentos: por un lado, estos hogares están más carentes de ingresos que el común de la población, y por el otro, ellos tienen típicamente una organización de los gastos en donde es normal que los diversos roles adultos de la familia participen aportando recursos. De tal modo, habría en

estos sectores una gran necesidad económica, unida a buenas posibilidades de que el ingreso femenino se transforme efectivamente en un beneficio para todo el hogar. Por tales motivos, la incorporación de las mujeres en la fuerza de trabajo y en condiciones apropiadas debería ser una prioridad en los planes para la superación de la pobreza en los campamentos. Una de las tendencias más características del contexto laboral contemporáneo, es que los trabajadores –sobre todo en ambientes laborales de gran dinamismo e innovación, como las corporaciones internacionales que venden sus acciones en las bolsas de comercio–, están envueltos en demandas de flexibilidad y flujos económicos impersonales, cada vez más globalizados, que condicionan la forma de sus empleos y los vuelven extraordinariamente vulnerables (Piore y Sabel 1990; Giddens 2001; Sennet 2006). Si esta situación parece indeseable para el conjunto de la población, podría ser realmente insostenible para familias sin riqueza acumulada –ya sea material o monetaria–, y más aún si en dichas familias las mujeres tienen escasas posibilidades de encontrar un ingreso apropiado y estable. Ello plantea la urgencia de detallar, en futuras investigaciones, el impacto concreto de la flexibilidad y la precariedad laboral femenina en la calidad de vida de las familias de campamentos.

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SITUACIÓN LABORAL DE LOS CAMPAMENTOS DE LA REG IÓN METROPOLITANA

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énfaCIS | MARZO 2013

El Centro de Investigación Social (CIS) de TECHO para Chile, investiga sobre pobreza, desigualdad, exclusión y vulnerabilidad social en campamentos, villas de blocks y viviendas sociales, aspirando a que estas investigaciones contribuyan al desarrollo social del país. Su interés es promover un debate que fortalezca las políticas sociales, planteando problemáticas ancladas en la experiencia directa del trabajo en conjunto con pobladores de comunidades vulnerables. Contacto: [email protected] www.techo.org/techo/cis Departamental 440, San Joaquín

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