SOBRE ALGUNOS MECANISMOS ESQUIZOIDES EN RELACIÓN CON EL JUEGO DE AJEDREZ

SOBRE ALGUNOS MECANISMOS ESQUIZOIDES EN RELACIÓN CON EL JUEGO DE AJEDREZ por LEÓN GRINBERG En este trabajo, presentaré las alternativas del síntoma

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SOBRE ALGUNOS MECANISMOS ESQUIZOIDES EN RELACIÓN CON EL JUEGO DE AJEDREZ por

LEÓN

GRINBERG

En este trabajo, presentaré las alternativas del síntoma de un paciente consistente en la compulsión a practicar ajedrez toda vez que se incrementaban sus ansiedades paranoicas: en ocasiones, cobraba una intensidad de tal magnitud que lo mantenía totalmente alejado del resto de sus actividades, y con un olvido casi completo de las circunstancias que lo rodeaban, algunas de las cuales le habían llevado precisamente a dicha situación de compulsión. Se trata del paciente de 24 años de edad, a quien ya presenté en ocasión del Symposium sobre Cefaleas 1 a causa de sus padecimientos jaquecosos. Sufría, además, frecuentes estados depresivos que alternaban con angustias de persecución. Su constelación familiar estaba caracterizada por una madre dominante que dirigía el hogar y se encargaba prácticamente de su sostén económico, muy apegada a sus hijos, a quienes exigía continuamente que estudiaran y fueran buenos. El padre era una figura débil y secundaria que casi no intervenía en la vida de sus hijos. El paciente es el mayor de cuatro hermanos, habiéndole precedido un varón que murió al nacer. Había tenido sus mayores dificultades frente al hermano que le sigue en edad -tres años menor- y ante el cual reaccionaba con una actitud muy ambivalente. Por una parte, lo había considerado el rival odiado que 10 había desplazado en el cariño de la madre, transformándose así en un perseguidor que con su nacimiento había sellado su destino condenándolo a una vida de fracasos. Por otra lado, pudo apreciarse -a través del contenido de sus fantasías homosexuales- que reproducía con él la relación madre-hijo. En el primer aspecto, lo asociaba con la figura de un compañero que, en su infancia, había intentado poseerlo repetidas veces, haciéndole objeto de humillantes burlas. Había vivido martirizado frente a esos recuerdos, planeando fantasías de represalia que nunca se habían cumplido. El análisis de dicho material demostró que se trataba de recuerdos encubridores de conflictos más profundos en relación con las imágenes peligrosas de su hermano y de su madre fálica. Sentía que ésta lo había feminizado y perseguido con las enemas que dañaban el interior de su organismo. Por extensión, desplazó dichos problemas sobre sus demás hermanos y otras figuras que se tornaron de este modo agresivas y perseguidoras. Todos estos conflictos, expuestos aquí en forma resumida para señalar 1

Consideraciones sobre un caso de jaqueca. Rev. de Psicoanálisis, t. XI, NQ 1 Y 2.

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la naturaleza de sus ansiedades de persecución, le ocasionaban repetidas crisis de jaqueca y condicionaban el cuadro de impotencia y de inhibiciones para el estudio y el trabajo que lo llevaron finalmente al tratamiento psicoanalítico. En relación con sus jaquecas, sentía que las figuras agresoras se encontraban alojadas en su cerebro, más exactamente, en el lado derecho, ya que sus hemicráneas aparecían siempre de este lado. De este modo solía expresar que se sentía dividido en dos partes, una de las cuales -la derecha- era más peligrosa y dominaba toda la mitad izquierda de su organismo. Cuando se incrementaban sus angustias paranoicas, asociadas frecuentemente con el síntoma jaquecoso debido a la incorporación del perseguidor en el órgano, su defensa más efectiva consistía en su proyección al mundo externo. Para ello buscaba objetos apropiados que lo representaran, frente a los cuales actuaba en forma tan masoquista que conseguía que se transformaran en agresores reales. Así le había ocurrido en sus distintos empleos, racionalizando de este modo sus situaciones de fracaso. Como consecuencia, internalizaba de nuevo el conflicto generador de su angustia y de su jaqueca, y repetía otro ciclo hasta que se producía una nueva tentativa de proyección. Otro de los mecanismos que había utilizado de niño para defenderse de situaciones que le causaban angustia, consistía en aislarse del resto del ambiente en un lugar solitario y semioscuro, que reproducía lo que podría denominarse un estado autista. Era, por otra parte, su lugar favorito para concentrarse y estudiar: de otra manera le resultaba imposible conseguirlo. Se trataba de la vidriera de un local cerrado y desocupado en cuyo hueco y casi a oscuras se pasaba harás enteras, ensimismado en lo que leía o sólo en sus pensamientos, hasta que la llegada de un familiar lo sustraía de la placidez de su refugio, como solía decir. Por razones de brevedad, no describiré aquí las distintas situaciones que solían precipitarlo a un estado de pánico. Aparecían, por ejemplo, cuando transitaba por lugares desiertos, cuando veía en los policías imágenes perseguidoras que lo iban a castigar por supuestas actitudes de rebeldía, o cuando temía que superiores jerárquicos adoptaran severas medidas contra él por pequeñas faltas cometidas. Vivió esta situación con especial intensidad frente a una mujer, administradora del establecimiento donde trabajaba, que representaba claramente la imagen de la madre perseguidora. Durante uno de dichos períodos empezó a interesarse por el juego de ajedrez que, en el pasado, había practicado con entusiasmo y que pareció adquirir un papel importantísimo en la elaboración de sus conflictos paranoicos.'Lo que empezó siendo una distracción que le significaba un alivio a sus inquietudes y preocupaciones, se transformó paulatinamente en una necesidad imperiosa, a la que cada vez dedicaba mayor tiempo; al principio concertaba partidas con aficionados, ocupando con ellas todas sus horas libres. En un primer momento tenían importancia las características físicas de sus adversarios: reaccionaba de distinta manera, que se reflejaba en la calidad de su juego, si enfrentaba al "señor alto, flaco, de mirada agresiva" o si su contrincante era aquel "muchachito obeso, de apariencia

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femenina y tímida". No le importaba mucho si ganaba o perdía; tanto es así que a veces solía jugar ininterrumpidamente ocho a diez partidas seguidas sin saber a ciencia cierta a quién correspondía la victoria. Lo esencial para él era desplegar un determinado tipo de juego, de posiciones o de combinaciones, defensivo o de ataque arrollador, pero sabiendo que podía utilizarlos con cierta eficacia y paralizar en un momento dado la actividad del contrario, independientemente del resultado final. El objetivo que perseguía entonces, según sus propias palabras, era llegar a automatizarse en forma tal, que sus jugadas pudieran desarrollarse en forma regular y matemática, con la misma exactitud y precisión con que podría realizarlo un robot especialmente fabricado para dicho fin, y con prescindencia casi total de su personalidad consciente. Entonces podría sentirse seguro y confiado y superar la sensación de pánico que lo invadía en algunas ocasiones. Pero se angustiaba cuando comprobaba que sus defensas no eran tan sólidas ni surgían en la forma automática deseada como para que le permitieran contrarrestar las agresiones del adversario. Otras veces se sentía impulsado a lanzar todas sus piezas a un ataque desesperado pero infructuoso y que lo dejaba aun más expuesto. En una ocasión, comparando lo que le ocurría con el ajedrez, expresó la siguiente vivencia transíerencial: "Me doy cuenta de que cuando vengo aquí, a veces me lanzo a un ataque sin defensas, como me sucede en el tablero, pero pasa como quien se larga con euforia y suficiencia a una conquista y se encuentra con que lo trincan con un cuchillo. .. ¡, por qué pensé que tenía que ser necesariamente en la cabeza? .. ayer tuve la sensación de que un individuo me perseguía... podría ser usted, siempre lo tengo detrás de mí". En forma progresiva, se fué sintiendo cada vez más apasionado y absorbido por los problemas del ajedrez. No le bastaron ya los planteos surgidos en sus partidas de café, y sentía avidez de conocer y estudiar las características de los grandes maestros del juego, cuyas partidas reproducía para familiarizarse con ellas, e incorporar aquellos elementos geniales, símbolos de potencia, que habían de permitirle adquirir el pleno dominio del tablero. Estudiaba profunda y detenidamente las distintas jugadas y el valor que correspondía a cada una de las piezas en diferentes movimientos, repitiendo obsesivamente algunos hasta adquirir la convicción de su eficacia. Las piezas de ajedrez representaban para él sus distintos objetos internalizados, a quienes debía controlar, proteger o atacar. Debía asegurar la estabilidad de sus objetos buenos, evitando colocarlos en casillas que podrían resultar peligrosas; a veces ocurría que el peligro no derivaba de la pieza contraria, que se encontraba en posición amenazadora, sino que le preocupaba más eludir el ataque de ciertas piezas ubicadas en las" zonas" -para él- especialmente peligrosas, aunque estuvieran alejadas y no constituyeran un peligro inmediato. En relación con algunas de las situaciones planteadas en el ajedrez, solía expresarse en los siguientes términos: "No me interesan las reglas o generalizaciones que puedan existir en este juego; yo sigo mis propias reglas o teorías, si bien estoy de acuerdo en que cada movimiento exige el estudio del momento y de las circunstancias en que se realiza. Igualmente, cuando uno debe adoptar una actitud en la vida, tendría que ase-

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gurarse antes de realizar un movimiento que pueda acarrearle graves consecuencias. Yo siento que debo cuidar determinadas líneas del tablero; estoy seguro de que algunas zonas son más débiles que otras. Por ejemplo, la mitad izquierda es más débil que la derecha y por lo tanto debo cuidarla al máximo. Por el contrario, procuro mover las piezas del extremo derecho, que considero las más poderosas, para avanzar y perforar con ellas las defensas posicionales izquierdas de mi adversario". Se desprende claramente cómo había proyectado sobre el tablero su yo psíquico y corporal, al que había escindido también en una parte poderosa y dominante (la que había incorporado los aspectos negativos y peligrosos del objeto perseguidor) y en otra parte sometida y debilitada. A través de su síntoma jaquecoso podía comprobarse la misma división, ya que su hemicránea derecha contenía el núcleo doloroso y perseguidor que ejercía pleno dominio sobre la mitad izquierda de su organismo, de la que decía que era su parte muerta. En otro momento expresó: "A veces suelo utilizar otra técnica defensiva, que aplico también frecuentemente en el juego de damas: trato de disponer las fichas en forma triangular, tomando la precaución de rellenar los huecos interiores con más fichas para asegurar una defensa sólida, protegiendo todos los puntos e impidiendo así el avance del enemigo". Asoció estas figuras triangulares con una fantasía infantil -mencionada varias veces en su análisis-, según la cual había elegido tres estrellas que representaban los espíritus de sus tíos muertos y a quienes había asignado la misión de protegerlo y de velar por su seguridad. Por otra parte, tales figuras geométricas no eran otra cosa que la representación gráfica de los aspectos positivos de su yo, cuya contaminación por las partes negativas del objeto incorporado quería evitar a toda costa. No hay duda de que su absorbente dedicación al juego, el absoluto aislamiento a que se sometía cuando estudiaba las partidas, y la desconexión con el resto del ambiente cuando se veía abocado al tablero frente al cual se pasaba gran cantidad de horas dejando de lado sus necesidades más elementales, hacen pensar en el cuadro autista. Surge entonces la relación con aquellas manifestaciones de autismo contenidas en "el plácido refugio" que hallaba en su niñez dentro del hueco de vidriera donde permanecía oculto, entregado a fantásticas ensoñaciones, o absorto en lecturas apasionantes, completamente desligado de todo lo que lo circundaba. i, Es el autismo un mecanismo activo equiparable al mecanismo esquizoide ~ Está fuera del propósito de este trabajo plantear y desarrollar tal cuestión; pero a modo de breve formulación hipotética y basado en la experiencia específica de este caso y de otros pacientes neuróticos con procesos análogos, considero que hay ciertos "momentos de autismo" que pueden ser interpretados como una reacción frente a una situación; de impacto que obliga al yo a replegarse desconectándose completamente del exterior y creando un estado -el estado autistadentro del cual se tiende a elaborar los procesos traumáticos (resultantes de ansiedades depresivas y paranoides), preferentemente por medio de mecanismos esquizoides. Esto no invalida, naturalmente, la afirmación de que el autismo implica un proceso dinámico, activo y no pasivo, por el cual el yo se ase-

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gura, se coloca en la situación mejor. Podría expresarse, en síntesis, que una vez lograda la separación activa de la realidad exterior, al autista le resulta posible manejar los objetos de su mundo interno utilizando los mecanismos esquizoides. Frente al impacto representado por la intensidad de sus vivencias paranoicas, el paciente se precipitaba a la situación autista del ajedrez, donde, mediante los mecanismos de disociación e identificación proyectiva, procuraba obtener el control y el dominio de sus peligrosas relaciones objetales. Ya me he referido anteriormente a la significación profunda que para él habían adquirido las distintas piezas: entre ellas, la de mayor importancia, independientemente de su valor real y objetivo en el juego, era la dama o reina. En relación con eso, expresaba: "Es la pieza más valiosa y a la vez la más peligrosa. Trato de no jugar con ella o, en caso necesario, lo menos posible, para no exponerla. Al mismo tiempo procuro evitar los ataques de la reina contraria, por ser los más temibles. No hay duda de que la dama es mucho más poderosa que el rey, a quien veo indefenso, con movilidad limitada y huyendo o buscando la protección de los demás. Siento que la reina es un pene pero circuncidado, sin prepucio, como el mío, aunque la cavidad superior representa también una vagina. Es curioso, siento que es un elemento mixto cuya forma condensa una vagina y un pene circuncidado pero peligroso. Se me ocurrió compararla a un supositorio de forma original, tiene la forma de un botón de cuello con una escotadura, como un pene judío. Es una mezcla de masculino y femenino a la vez. Representa a mi madre que lucha, sale a la calle y se expone. Podría ser también la cánula de los enemas que ella me aplicaba. Otro elemento que me resulta peligroso es el caballo; le tengo miedo por su movimiento discontinuo, irregular y desconcertante. ~Será por mi temor a lo imprevisto ~... Pero yo me quería referir a mi necesidad de ser agresivo con la mujer. En el ajedrez busco más dar jaque a la reina que al rey". Resulta así la proyección de la imagen de la madre fálica sobre esta pieza que, revestida de agresividad y con el atributo de su pene, se torna peligrosa . . Jones, en su trabajo El problema de Poui Morphy. Una contrib1wión al psicoanálisis del ajedrez *, se refiere a algunos de los contenidos profundos del juego, señalando entre los motivos inconscientes el deseo de matar al padre o, dicho con otras palabras, de castrarlo e inmovilizarlo. Sostiene que en el desarrollo del juego, el sentido del dominio abrumador de una parte se equilibra con lo indefenso de la otra, y que su carácter anal-sádico lo hace adecuado para gratificar ambos aspectos, homosexual y antagónico, de la relación hijo-padre. Admite que los impulsos contenidos en el juego son de naturaleza mixta, pero que el proceso esencial parece ser libidinoso. Concibe que los impulsos parricidas están revestidos por una catexis erótica homosexual, que a su vez se sublima. En su estudio sobre Morphy, se refiere al genio del campeón como un signo de su capacidad de subli* JONES, E.: The problem,¡¡ of Paul Morphy. A Contribution lysis of Che88. Vol. 12, 1931.

to the Psychoana-

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maeion , pero es un ejemplo de una importante ley general por la que el proceso de sublimación tiene finalmente una función defensiva. Descargando la energía del ello por una senda lateral y, transformando particularmente una agresividad sexualizada, se protege contra el peligro mayor de una acumulación excesiva de dicha energía en el yo. Morphy pudo jugar al ajedrez tan bien después como antes de su proceso psicótieo, como se pudo apreciar a través de partidas ocasionales. Al parecer el proceso sublimatorio en sí permaneció intacto; lo que perdió fué la habilidad de usar ese talento como una defensa contra los abrumadores impulsos del ello. Eso es lo que realmente sienten los pacientes cuando expresan su ansiedad y su temor de que el psicoanálisis les quite sus sublimaciones. En el paciente de quien hablamos no sólo representaba el ajedrez un proceso de sublimación de tendencias provenientes del ello, sino que pudo utilizarlo también como un mecanismo esquizoide defensivo en la culminación de sus conflictos con las imágenes perseguidoras. Por eso se volcaba tan de lleno en dicha actividad como una forma de contrarrestar sus ansiedades paranoides. Por otra parte, a diferencia de lo advertido por Jones, en el sentido de que en el ajedrez se expresan las tendencias parricidas, en este caso la figura importante era la reina representante de la madre fálica, a quien en definitiva se trataba de dar jaque para paralizar su peligrosidad. En todo aficionado que tenga un afán normal de jugar airosamente al ajedrez, puede encontrarse análogo apasionamiento y hasta condiciones similares en la calidad de la dedicación y abstracción que la naturaleza del juego condiciona de por sí. Además, puede afirmarse que aun en el jugador llamado normal existen los mismos mecanismos y que lo que varía es el grado y la intensidad de participación de los mismos. En cambio, la característica fundamental del proceso que tenía lugar en mi paciente era la irracionalidad de ciertas expresiones, la angustia que le impulsaba a intentar controlar, a través del juego, sus partes disociadas, y la forma compulsiva con que procuraba reintegrar y salvar de las amenazas de desintegración su mundo interno proyectado sobre el tablero. A modo de apéndice a esta comunicación, quisiera presentar un breve fragmento de uno de los escritos póstumos de Stefan Zweig titulado precisamente Una partida de ajedrez. El interés especial que despierta, independientemente de su valor literario, se debe a que el autor, con su reconocida intuición y comprensión psicológicas, relata las dramáticas vicisitudes sufridas por un prisionero de la Gestapo; por tratarse de un personaje de cierta prominencia y para obligarlo a revelar secretos importantes, se le sometió a la refinada tortura de tenerlo confinado en una habitación herméticamente cerrada, en un aislamiento absoluto y privado de los elementos más indispensables. Durante varios meses luchó contra la terrible soledad que amenazaba precipitarlo a la demencia; describía su situación con las siguientes palabras: "Me quedaba inexorablemente solo conmigo mismo, con mi cuerpo y las cuatro o cinco cosas mudas de la habitación; por todos lados me rodeaba ininterrumpidamente la nada, el vacío absoluto, carente de espacio y de tiempo". Cuando ya desesperaba de salvarse, cayó en sus manos un libro de ajedrez con un centenar de

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reproducciones de partidas famosas, que, durante cierto tiempo, le significó un valioso auxilio al ejercitar continuamente su intelecto con las reconstrucciones mentales de las partidas. Pero al agotar el atractivo de la novedad y de la sorpresa volvió a caer en un punto muerto y quedó expuesto nuevamente al derrumbamiento de sus fuerzas psíquicas y morales. Sólo le quedaba una solución que decidió poner en práctica: inventar partidas nuevas Y jugar contra sí mismo. Decía al respecto: "Si el negro y el blanco quedaran representados por una y la misma persona, se produciría la contradictoria situación de que un cerebro debería al mismo tiempo saber algo e ignorarlo... Semejante pensamiento doble supondría en realidad una división absoluta de la conciencia, un abrir y cerrar a discreción, como un obturador del cerebro similar al de un aparato mecánico; querer jugar contra sí mismo significa, en materia de ajedrez, igual paradoja que saltar sobre la propia sombra ... No me quedaba otra alternativa que ese contrasentido, para no caer víctima de la locura pura o de un total marasmo intelectual. Una situación angustiosa me obligaba a procurar, cuando menos, esa escisión en blanco y negro para no quedar apretado por aquella horrible nada reinante en torno mío ... Debía combinar por adelantado todas las situaciones que podían resultar con dos cerebros, el cerebro blanco y el cerebro negro. Pero aun esta autoescisión no significaba el aspecto más peligroso. Lo peor era que la invención autárquica de partidas tuviera por consecuencia el que perdiese pie y resbalase hacia un abismo infinito ... Todo parecía un destino, y realmente, semejante esquizofrenia con su peligrosa dosis de excitación sería inimaginable en un hombre normal y en condiciones normales. Pero no olvide que yo había sido brutalmente arrancado de la normalidad, martirizado desde hacía meses y sometido refinadamente a la tortura de la soledad; un hombre que deseaba descargar su acopio de furia contra cualquier cosa... sólo me quedaba ese otro yo dentro de mí para combatirlo. Apenas mi yo blanco había movido una pieza, mi yo negro avanzaba febrilmente. No podía pensar yo sino en términos de ajedrez, en movimientos y problemas de ajedrez. Inconscientemente, en mis sueños seguía jugando; cuando soñaba con personas, ello ocurría sin excepción refiriéndolas a movimientos de alfil, de torre o retroceso del caballo". La singular analogía con lo que le sucedía a mi paciente cuando ante sus intensos temores caía en la escisión de su yo, vivida y planteada en términos ajedrecísticos, y la claridad y exactitud con que aparece descripto el mecanismo esquizoide sufrido por el protagonista, me han determinado a incluir estos párrafos como una elocuente a la vez que significativa aportación a lo anteriormente expuesto.

RESUMEN Se presentan las alternativas ocurridas durante un período del análisis de un paciente, en el que, a raíz del incremento de sus ansiedades paranoicas, desarrolló una compulsación a practicar el ajedrez. La intensidad e índole especial de sus reacciones frente al juego, al que se había dedicado por entero con abandono total

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del resto de sus actividades, denotaron -a través del análisis- que constituían 'un típico mecanismo esquizoide. Había proyectado sobre el tablero su yo psíquico y corporal al que había es-eindido en una parte poderosa y dominante (que había incorporado los aspectos peligrosos de los objetos perseguidores), y en otra parte sometida y debilitada. Las piezas de ajedrez, representaban para él sus distintos objetos internalizados, a quienes debía controlar, proteger o atacar. Atribuía el mayor valor a la dama o reina, que era, según sus asociaciones, su madre fálica revestida de agresividad. Era a ella, fundamentalmente -más que al rey- a quien trataba de dar jaque para paralizar su peligrosidad. En otra parte del trabajo, se establece la relación entre algunos aspectos conteo :nidos en su compulsión a jugar ajedrez y el estado autista. RÉSUMÉ A propos de quelques mecanismes suizoides en rapport avec le jeu d'echecs On montre les alternatives survenues pendant une période de l'analyse d'un patient, période OU, a la suite de l'augmentation de ses anxietés paranoídes, il .développa une compulsion a jouer aux échees, L'intensité et la nature spéciale de ses réctions face au jeu --auquel il s'était voué entiérement, abandonnant to-talement le reste de ses activités-s-, démontrerent -a travers l'analyse-, qu'elles constituaient un typique mécanisme squizoíde. Il avait projeté sur Féchiquier son moi psychique et corporel qu'il avait dividé en une partie puissante et dominante (qui avait incorporé les cotes -dangereux des objets perséeutoires) , et en une autre partie soumise et affaiblie. Les pieces du jeu d'éehee représentaient pour lui ses divers objets internalisés, qu'il devait contróler, protéger ou attaquer. Il attribuait la plus haute valeur a la dame ou reine, qui était, selon ses associations, sa mere phallique revétue d'agreesivité, C'était elle, fondamentalement plus que le roi, qu'il essayait de mettre en echec pour paralyser son earaetere dangereux. Dans une autre partie de l'exposé, on établit le rapport entre quelques traits eontenus dans sa compulsion a jouer aux échecs et l'état "autista". SUMMARY Concerning some schizoid mechanisms related with cheee playing The various phases in the course of one period of a patient's analysis are presented. Owing to an increase in this paranoic anxieties he developed a compulsion to play chess. 'I'he special intensity and nature of his reactions to tho game, to which he had wholly devoted himself to the total neglect of all his other activities, denoted -Ithrough the analysis- that they constituted a typical sehizoid

meehanism,

He had projected upon the board his psychical and bodily ego which he had split into two parts; one, powerful and dominating (which had ineorporated the dangerous aspects of the persecuting objects) and the other, subjugated and weakened. The chessmen represented, for him, his various internalized objeets which he had to control, protect 01' attack. He ascribed the highest value to the queen whieh, according to his associations, was his phallie mother, invested with aggres-

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It was to her, at bottom, rather than to the king, that he tried to give check and it was her dangerousness that he sought to nullify. In another part of the papel', a relationship is traced between sorne aspects contained in his compulsion to play chess and the state of autism.

siveness,

ZUSAMMENFASSUNG Ueber einige schieoide 111echanismenin Bezug au] das Schachepiel Es werden die Begebenheiten waehrend einer Periode del' Analyse eines Patienten dargestellt, del' infolge del' zunehmenden paranoíden Aengste einen Schaehspielzwang entwickelte. Die Intensitat und besondere Art seiner Reaktionen dem Spiel gegeniiber, dem el' sieh unter Ausschliessung jeder anderen Tiitigkeit widmete,. erwiesen sich im Laufe del' Analyse als typischer schizoíder Mechanismus. Del' Patient hatte sein psyehisehes und korperliehes Ich auf das Schachbrett projiziert, unter Spaltung in einen starken und dominierenden Teil (mit Einbe-ziehung del' gefiihl'lichen .Aspekte del' verfolgenden Objekte) und in einen unterworfenen und geschwiichten Teil. Die Schachfiguren stellten ihm seine verschiedenen, verinnerlichten Objektedar, die el' kontrollieren, beschützen oder angreifen musste. El' setzte den hoehsten Wert auf die Dame oder Konigin, die seinen Assoziationen gemáss del' phallisehen Mutter, mit Aggresivitát umhüllt, gleichkam, Grundsátzlieh versuchte el' sie, eher als den Konig, in Schach zu setzen, um ihre Gefahrliehkeit zu láhmen. Ein anderer Teil del' Arbeit behandelt die Beziehung zwischen gewisseru APr pekten seines Zwanges Schaeh zu spielen und dem autistischen Zustand.

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