Aniversario

por

Bernardo Ardavín Migoni

Educación:

Solución para México Como parte de la celebración del vigésimo aniversario de esta revista, se reimprimen artículos publicados en ediciones pasadas que siguen siendo relevantes hoy en día. Este artículo se publicó originalmente en la revista ENTORNO de julio 1995.

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a educación es un fenómeno social de la mayor trascendencia. Mediante ella transmitimos los valores y los conocimientos, de generación en generación, a los hombres y las mujeres, especialmente cuando son jóvenes, para conservar y acrecentar la cultura. Es objeto de estudio continuo por parte de especialistas, por los gobiernos y por la sociedad entera, constituyendo una verdadera ciencia, con profesionales dedicados, cada día en mayor número, a su cultivo y a la aplicación de sus principios y métodos propios. La educación además constituye un derecho natural por el cual todos y cada uno de los hombres y mujeres deben recibir la forma adecuada para suscitar su pleno y propio desarrollo, en un contexto de libertad y responsabilidad. Por ello, ningún individuo o grupo puede adjudicarse arbitrariamente una función educativa, ni tampoco desarrollarla de manera caprichosa, sino que tanto la función misma como el modo de desempeñarla están condicionados y regidos, en último análisis, por la naturaleza libre y racional, personal, de las mujeres y los hombres objetivo, y también sujetos del proceso educativo. Bajo estos considerandos básicos podemos analizar el papel de las familias, de los gobiernos, de las escuelas y de la sociedad organizada en el proceso educativo (siendo, desde luego, de los padres de familia el derecho fundamental de educar a su prole y de servirse de todos los agentes a su alcance para ampliar y profundizar la educación de ella, bajo su supervisión, hasta en tanto sean capaces de decidir por su propia cuenta la orientación de sus conocimientos). Es en ese marco de referencia donde se inserta la escuela y su proceso de educación formal. En nuestra sociedad moderna, sumamente compleja y de dimensiones gigantescas, es prácticamente inconcebible el proceso educativo formal sin la gestión gubernamental. Sin embargo, no debemos dejar de considerar las exigencias del principio de la subsidiaridad, para evitar los abusos y las arbitrariedades de los gobiernos en el ejercicio de una actividad tan importante y delicada. De otra manera, el proceso puede lastimar los derechos legítimos de los educandos en primer lugar y, como consecuencia, de los padres de familia y de la sociedad toda, degenerando en procesos de manipulación e impidiendo, en último análisis, la realización libre y

responsable de sus miembros, perdiendo en esta forma su mayor riqueza y comprometiendo su permanencia y desarrollo en una crisis axiológica y de identidad. La tarea de los gobiernos debe ser, pues, supletoria y complementaria de la educación familiar, de la misma forma que la intervención de las diferentes instancias de la sociedad organizada, cada una en su nivel y ámbito propios. Por ello es conveniente insistir en la responsabilidad ética de tales colaboraciones, respetando el derecho de los educandos, a los cuales no es lícito someter a procesos caprichosos, concebidos en función de determinados paradigmas o intereses, influidos por ideologías en boga de cualquier signo, sino actuar siempre en función de la necesidad y la exigencia de suscitar el desenvolvimiento de las capacidades personales de cada educando, de manera integral, cuidando todas sus dimensiones: espiritual, intelectual, afectiva, volitiva y física; permitiéndole perfeccionarse tanto cuanto quiera y tanto cuanto pueda, en un ambiente de libertad y responsabilidad, como ya lo hemos preconizado anteriormente. La sociedad organizada puede y debe participar en la tarea educativa formal. De la misma forma que las demás instancias como el gobierno y los medios de comunicación. Su colaboración debe ser armonizada con el esfuerzo de la comunidad educativa: padres de familia, maestros, autoridades locales y alumnos; para poner sus acciones en consonancia con sus intereses y lograr los mejores frutos como consecuencia de la concurrencia de los esfuerzos de todos; amén de ser esta la forma práctica de respetar los derechos legítimos de los educandos y de sus familias. No está de más insistir en la ilegitimidad de las imposiciones autoritarias o por la vía de la coacción, a cambio del apoyo logístico y económico a la labor educativa, por parte de los grupos sociales organizados o del estado. El llamado sector privado es parte de la sociedad organizada, tradicionalmente es denominada así la comunidad económica de empresarios de todo tipo y nivel, dedicados a la tarea de organizar el trabajo productivo, independientemente del gobierno, para generar valor económico agregado y distribuirlo equitativamente; como base insustituible y fundamental del progreso y del desarrollo del pueblo, mediante la satisfacción de sus necesidades por la vía de los productos y los servicios.

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Directa: mediante la gestión de empresas educativas propiamente dichas. Como los establecimientos educativos, academias, escuelas, tecnológicos, universidades y otros. Mediante la publicidad, medios masivos de comunicación, patrocinios, industria editorial y otros semejantes. En cuanto a los niveles educativos formales, atendidos por el sector privado, este incide sobre todos, desde el preescolar, pasando por la básica, hasta la media, la técnica y superior o universitaria. Su influencia y participación es muy accidentada y heterogénea, entre otras causas debido a los requisitos legales, hasta hace pocos años modificados, y por las innumerables trabas reglamentarias y administrativas, tanto en orden federal como estatal, que obstaculizan tareas educativas del sector privado. Por último, es necesario destacar las diferencias entre las formas de participación del sector, en tanto se relaciona con sus dos vertientes: la formal, escolarizada, y la no formal, o no escolarizada. Abriéndose en la segunda una gama inmensa de alternativas, cada día más significativas, por su influencia en el comportamiento de las sociedades modernas. Si en el campo económico se ha impuesto la imperiosa necesidad de adoptar modelos en los cuales la libre iniciativa y la responsabilidad se combinan con la naturaleza del fenómeno del mercado, limitando la intervención gubernamental a la regulación y orientación de la dinámica en función del bien común, de la justicia y de la paz social, respetando el principio de la subsidiaridad, so pena de repetir los gigantescos fracasos de las economías utópicas, en cuyas aras fueron sacrificadas generaciones de pueblos enteros; en el terreno de la educación, esta exigencia es mucho más viva. El mayor problema de nuestro pueblo es la falta de educación y su mayor miseria es la ignorancia de enormes porciones de su población. Así pues, tenemos la obligación moral insoslayable, todos los mexicanos, en un esfuerzo solidario del gobierno y la sociedad organizada, entre ella, del sector privado; por canalizar todos los esfuerzos posibles para superar esta tara de la ignorancia, que se encuentra en la raíz misma de nuestra pobreza económica y de nuestra problemática social.

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Las formas de participación del sector privado son numerosas. Enunciaré tan sólo algunos de los aspectos y de los problemas más relevantes en relación con ellas: 1. En las instituciones de la educación formal: escuelas, institutos, universidades, tecnológicos, es urgente una enérgica desregulación y una severa simplificación administrativa. No basta con modificaciones a las reglas existentes, muchas de las cuales no deben ser mejorada porque, simplemente, no debieran existir. Es necesario un nuevo diseño, como se conoce en términos administrativos, con base cero, diseñando e instrumentando las menos reglas posibles, con la expresión más sencilla para alcanzar el objetivo de transmitir nuestra cultura y la instrucción necesaria, a juicio de los consejos técnicos de la educación y los demás órganos especializados; en los cuales debe garantizarse una representación plural de la sociedad y, dentro de ello, del sector privado. La multiplicación de las alternativas privadas de educación formal, adecuadamente reglamentadas, ampliarán las oportunidades y propiciarán la emulación y la competencia sanas, en la búsqueda permanente de las mejores fórmulas, dentro de un proceso evolutivo, abierto y transparente, evitando así la adopción de cambios radicales y bruscos; al margen de las comunidades educativas, rompiendo toda institucionalidad; como consecuencia de la adopción arbitraria de programas y contenidos sin continuidad, que tanto daño han hecho a la educación nacional durante décadas. 2. Especial mención merecen los programas denominados escuela-empresa, en relación con la aportación del sector privado. a) En el diseño de los programas de estudio de los tecnológicos, la inserción de representantes de la industria y los servicios puede tener una gran utilidad para evitar el distanciamiento extralógico entre la teoría y la aplicación práctica, respetando siempre la autonomía de los órganos académicos, cuya capacidad técnica debe ser completada, pero nunca sustituida por los criterios pragmáticos del sector privado productivo. b) Una alternativa para esta relación escuelaempresa, muy atractiva desde mi personal óptica, la constituye la adopción de la institución del aprendiz en las empresas, con un marco apropiado para armonizar los derechos contractuales de carácter laboral derivados de esta relación.

foto: Santiago Arvizu

La intervención del sector privado en la educación es variada y compleja:

c) Otra posibilidad de relación escuela-empresa, más compleja en su implantación, pero cuyos beneficios potenciales ameritan estudio, es la de un sistema de educación dual, a nivel de bachillerato, a semejanza de los esquemas existentes en algunos países desarrollados como Alemania y Suiza. De esta manera, el aprendiz se vería beneficiado con una cierta tutoría académica para la selección de su práctica y la adquisición de habilidades mejor relacionadas con las teorías aprendidas. Todo lo cual sería avalado por sendos certificados, uno teórico de la institución educativa, y otro práctico de la cámara o institución gremial, bajo cuya supervisión la empresa en cuestión capacita a los aprendices. d) Otro campo potencialmente muy rico para el trabajo de las empresas es el de la capacitación para elevar la productividad y la competitividad, con estímulos para los avances de los trabajadores, medidos en función de los ahorros en los costos y los incrementos en las utilidades operativas de las empresas (los trabajadores no tienen influencia sobre otros costos, como pueden ser los financieros o los fiscales). Los estímulos deben ser bonos o premios cuya asignación debe estar perfectamente especificada y reglamentada con anticipación. Estas capacitaciones sobre la línea deben estar siempre acompañadas de cursos de motivación y de conocimientos generales, indispensables para estimular el aprecio, la autoestima y el deseo de superación personal, bases fundamentales del éxito en la capacitación de cualquier naturaleza. 3. En la educación informal, el sector privado tiene una tarea enorme. Las consecuencias derivadas de la calidad y orientación de esta educación informal sobre la población son incalculables. La publicidad, y en general los medios de comunicación masiva, constituyen un campo de trabajo ilimitado. No se pretende hacer propaganda ideológica, sometiendo a los medios a una presión esterilizante, sino de cultivar los valores comunes, evitando la manipulación de las personas, el abuso de los reclamos de contenido sexista, rechazar el uso inapropiado del lenguaje, la chabacanería, el mal gusto, la violencia irracional y las procacidades, para dar lugar a la difusión de cultura: historia, folclor, arte; así como actitudes virtuosas como la laboriosidad, la tolerancia y el respeto a los demás, la austeridad, la honradez y muchas otras.

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Bernardo Ardavín Migoni: “La educación constituye un derecho natural por el cual todos y cada uno de los hombres y mujeres deben recibir la forma adecuada para suscitar su pleno y propio desarrollo, en un contexto de libertad y responsabilidad”

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“El mayor problema de nuestro pueblo es la falta de educación y su mayor miseria es la ignorancia de enormes porciones de su población”

Me ha dado gusto ver el contenido del proyecto educativo en Baja California, haciendo hincapié en la difusión de los valores en los contenidos educativos. Porque hablar de valores es hablar de cultura y es plantearse la necesidad imperiosa de adherirse a una corriente humanística, a una concepción acerca del hombre, de su dignidad, de la sociedad, de la familia, de la patria y la aceptación de otras concepciones diferentes, sin dejar de proponer aquellas más cercanas a nuestras tradiciones culturales, en un ejercicio auténtico de democracia participativa, mediante mecanismos como los consejos de participación social. La participación de toda la sociedad, y del sector privado en particular, es pues urgente e indispensable para la modernización educativa, y esta necesita, a su vez, de la implantación de políticas apropiadas para permitir y fomentar esa participación. Los mecanismos son de dos clases: el primero se refiere al uso adecuado y eficiente de los recursos fiscales destinados a la tarea prioritaria de la educación. No se busca ningún privilegio ni ningún subsidio vergonzante. Así como se propician las tareas económicas consideradas trascendentes, deben estimularse las inversiones y los gastos educativos, haciendo deducible los montos de las bases de cálculo para el ISR. Lejos de ser un sacrificio fiscal para el gobierno o para el país, estas deducciones orientan los dineros fiscales directamente al beneficio social, de manera más eficiente, sin tener que pasar por las estructuras burocráticas necesarias, pero no indispensables. Este

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tratamiento debiera abarcar los donativos, las becas, la capacitación, la operación de instituciones educativas y, en fin, todo lo relacionado con esta actividad, con requisitos sencillos y suficientes para garantizar su orientación. La segunda política debe tender a la simplificación de las leyes y reglamentos relacionados con la educación, propiciando la multiplicación de las opciones de la oferta educativa, con la variedad regional, con la calidad y con la amplitud que la solución del problema más importante del país reciba un impulso de envergadura: la superación de nuestro rezago educativo. Existen muchas otras posibilidades de colaboración y participación del sector privado en el proceso educativo, sin embargo, considero a las ya mencionadas como algunas de las más relevantes. Si estas se implantaran y desarrollaran, los beneficios para el país, en particular de la juventud y del futuro de toda la nación serían enormes.E