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SUAREZ OHOZCO • BUENO ......".mta laJ1 d Juan AIRE 11. Kidd.y 1884 ., calle n flVfh.l 156 SUAREZ OROZCO LA fNFAMIA POEMA ".Iú .. !'rhi ..

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SUAREZ OHOZCO



BUENO ......".mta laJ1

d Juan

AIRE

11. Kidd.y

1884

., calle

n flVfh.l 156

SUAREZ OROZCO

LA fNFAMIA POEMA

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UCE~OS

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Impft'Ota lllllcn de JuaD 11. Kidd 1 f:'a.., (-aHe Nln Martm 1M 18~'"

A LA SEÑORA

JOSEFINA PELLIZA

DE

SAGASTA

Hace algun tiempo cayó á mis manos un libro que siempre recuerdo con sentida emociono Era el verano, allá por los meses de Diciembre ó de Enero, y el sol naciente de la aurora de un dia espléndido empezaba á pintar con sus dorados rayos las bien maduras piñas de una parra, que dejaba caer en caprichosas espirales, por paredes y enrejados, verdes y espesos pánpanos, que prestaban al suelo benigna y protectora sombra. Alegre, como el cielo que resplandecia diáfano y sereno, me levanté, á la hora en que empiezan á cantar los pájaros, y reclinado muellemente sobre un tortuoso tronco de la próvida enredadera, abrí mi libro y distraidamente, como quien empieza á soñar teniendo sin embargo conciencia de la realidad, fué embargando mi espíritu una vaga tranquilidad y un ligero arrobamiento, que solo abandoné cuando hube saboreado la esencia de la obra, en el momento en que el sol se ocultaba entre las verdes copas de un grupo de hermosos y levantados árboles que se alzaban aquí y allí entre los radiantes prismas de arreboladas y fantaseadas nubes.

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Habia concluido de leer, á la hora en que me encaminaba á cenar, La Mujer, de Pelletan. Ahora comprenderá usted, Señora, la íntima causa que me ha determinado á dedicar esta primicia de mi buena voluntad y de mis muchos trabajos, aunque de mi humilde talento y de mi escasa inteligencia, á la escritora que la crítica señala en el eminente puesto de nuestras ilustraciones femeninas, cuyas lumbreras lanzan destellos tan puros como los que brotan de las hermosas frentes de la MANSILLA y la GORRITI, que arrojan con V. en el suelo de MÁRMOL, la semilla de nuestra regeneracion intelectual, iniciando de esta suerte á la mujer Argentina en las grandiosas doctrinas del templo del saber, que empieza á tener sacerdotisas tan inspiradas como LOLA LARROSA, CELESTINA FUNES Y RAYMUNDA TORRES Y QUIROGA, que interpreten sus misterios y espliquen sus símbolos. En este ensayo poético que presento con profunda desconfiallza al público, ha tratado mi pluma, aunque con déhiles y desmayados rasgos, pintar la mujer de nuestro tiempo y de nuestra época, salida de las mas humildes esferas sociales, aunque rodeada por la aureola luminosa de la inocencia y de la virtud. El vicio Ja cerca y la necesidad la oprime. Pero ella resiste, hasta que la fatalidad y la des¡{racia la arrojan á las ciénagas en que su frente pierde su virginidad y su pureza. Amanda, es la eterna heroina que el génio ha esculpido con formas indelebles y que se llama Magdalena, Fantina, Manan, Margarita, Esmeralda, como antiguamente se llamaba; en el Renacimiento, Lucrecia; en la Edad Media, Marozia; en Roma, Mesalina; en Grecia, Aspasia, Diotima, Arquipa, Leontina, Friné,

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Lais, Arqueanasa, que pasaban envueltas entre la nube de las barraganas, que acariciaban los señores feudales, ó de las canéfora~ y ménades, que con los pechos al aire, la copa del festin en la mano y la embriaguez en los lábios, oprimian entre sus brazos, el gran Platon, el inmortal Praxiteles, el rígido Epicuro, el inspirado Sófocles, el delicado Apeles, el político Pericles, el justo Sócrates, y que hoy las veis morir en un hospital, devoradas por el vicio, como Nana, la gran figura de la prostitucion de nuestro siglo. A una mujer , pues, y á una mujer ilustrada, debí dedicar este trabajo. Lástima que la ofrenda no esté á h altura merecida; de cualquier modo, la idea humanitaria que he pretendido encerrar en desaliñados y flojos versos, me disculpará. Siempre he sentido sublevarse el corazon á los mas recónditos afectos, y la inteligencia abrirse á las mas vívidas ideas, cuando un deseo acompaña un hecho por la senda de la justicia y de la verdad. Qué ese sea el premio de mi esfuerzo y el mejor laurel de mi corona .



PRÓLOGO reace to the slomben of eacb Colded RowerMay thc rose call back its tnae colour soon! B\'I.ON.-Dq" 7U41l.

Ven, á mis manos ven, lira sagrada, y en tus sonoras cuerdas gima el llanto; y entre las ondas de tu dulce canto eleya un himno á la virtud hollada. Hermosa, como el sol de la alborada, vírgen y pura en su divino encanto, vedla cuán bella en su delirio santo contempla el cielo en su ilusion dorada. Corre tranquila y plácida su vida al beso alhagador de la inocencia que el vicio borra, y la impiedad olvida. Mas luego dobla á crirnmal violencia la hermosa frente que la luz anida y ciega al seductor en su conciencia.

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CAN'TO l. Oh! l'amour! .. , C'est le ciel, VICTOR HUGo,-NoIr~-Dam~

(ü Paris,

Lucia media noche. Y en el cielo, como un lunar que la extension dilata, la rieladora luna, un ténue velo en cascada de luz, lanzaba al Plata. y para hacer mas pura la ancha zona de oscuro azul sereno r transparente, la argentina extension, que el aire entona, fulguraba sin astros, reluciente. y el rayo de su luz encantadora refiejábase dulce en la ancha esfera, envolviendo, su rio que colora, al triste Arilio, que el dolor rindiera.

De frente ardiente, 'de mirar sereno, inclinado al balcon de su ventana contemplaba, abismado, el astro lleno que la bóveda azul, tersa engalana. Su pupila de fuego, abierta, irisa como si el salle diera ardiente beso,semejante á la luz, clara, indecisa, se abismaba en extático embeleso.

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Cruzó la inmensidad su pensamiento,pues, lanzando un suspiro ahogado y triste que cruzó la extension como un lamento,tocando el corazon, dijo: "i N o existe! " Y mudo, como el astro vacilante cuando empaña su luz oscura nube, reconcentró en su frente palpitante un mundo de dolor, que al rostro sube. Pálido como un muerto, en su ceguera se arrojó como un loco en una silla, y recordando su pasion que fuera las lágrimas surcaron.su mejilla. Entónces, levantóse entusiasmado; clavó la vista en un.rincon oscuro, y volviendo la vista ensimismado se estremece, al fijarse, en frente al muro. Entre pálidas sombras confundido se levanta un esbelto caballete, en que mírase un lienzo colorido que una historia, talvez, fiel interprete. Velo denso del cuadro aquel caía en fantásticos pliegues hasta el suelo, que en caprichosos juegos reluciaen reflejos brillantes, color cielo. Sobre el fondo ultramar del manto hermoso el ovalado cuadro resaltaba, al indeciso resplandor dudoso, de la mortígua llama que alumbraba. y era allí, donde el jóven abstraído en su profunda soledad callada fijaba, de dolor entristecido, la dulce melancólica mirada.

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Miraba, !"í, miraba un rostro bello de una mujer, de un serafin, de un ángel que una mano febril, entre el destello de sacra inspiracion, trocó en arcángel. Era rubio el cabello, el rostro hermoso, la boca un broche, la serena frente se extendia cual sueño deleitoso de la niñez, que aduérmese riente. Como rojas y trémulas corolas sus puros labios húmedos lucian, y la dulce color de las violas con las tintas de aurora, confundian. Cual el cuello del cisne, era de nieve la mórbida garganta deslumbrante, y un corpiño ponia de relieveque oprimia su seno palpitante. Las griegas lineas, de un contorno puro, de la estátua anunciaban el modelo; de la verdad, reflejo solo impuro, sus ojos que pintaban todo un cielo. Habia seduccion, habia encanto; se soñaba en la vírgen y en la hermosa; y cual del coraza n recuerdo santo se elevaba su imágen amorosa. No era un sér ideal, no era un ensueño, sinó mujer que reflejaba un alma; la concepcion fantástica de un sueño que bajara á la tierra en suave calma. Aquel fantasma de algun bien perdido Arilio contemplaba ensimismado. y luego, como un éco repetido se levantó diciendo "i Oh sér amado !"

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Sus ojos con fulgor puro brillaron, se encendió rojo fuego en su semblante, y sus labios vivÍsimos vibraron, y su frente lució pura y radiante.

-¿ Qué ?-se dijo acercándose á la mesa¿ no ha de vivir mi corazon, mi nombre? .•.•• ¡Sagrada inspiracion mi frente besa 1. ..... i Basta ya, de mi amor quiero el renombre! Quiero que el mundo en mis delirios crea, en mis noches de luna, en sus hechizos, en su voz armOl1losa que recrea, en su talle gentil, y hasta en sus rizos. Lamartine revive en sus amores, todavia de Ovidio vive el nombre, y en la Grecia, de Safo los rumores, acrecientan las olas su renombre. Qué vague, pues, de mi inspirada mente la dulce poesía en ténues ondas. Mas luz, mucho papel, y ahora en el frente el título pondré "Las penas hondas." Mas nó, lo borro, este manchan lo encubre busquemos otro nuevo, mas sencillo, por ejemplo" La infamia" que bien cubre este nombre, el dolor, que fué mi grillo. Escribamos. Pensemos; meditemos las estrofas, renglones, y palabras: las proezas de amor solo contemos. Ven, pluma mía, que un poema labras. y el jóven en la mesa reclinado este cuento escribió. Narró su historia ...... tristes páginas ¡ay! de un desgraciado que transcribo llorando su memoria.

~

CANTOl!. ¿Cómo todos permitís Qué la mejor luz se apague, Qué la m'!jor flor se os muera, Qué el mejor suspiro os {alte~ CALDERoN-Amor deSplU' de la muerte.

Era una noche de estío, y en las calles se notaba

la gente que paseaba tomando el fresco del rio. Rodaban los carruages, y las tiendas relucian, y los rostros sonreian

al compás de ricos trajes. Aquí una niña mas bella que el ensueño de un poeta; allá una rancia coqueta mas brillante que una tstrella. Por todos lados el lujo, y el contento, y la alegría entre el éco que maria, de la música al infiujo del piano, que lanzaba sus acordes melodiosos, entre séres amorosos, de un mundo que deliraba.

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- y allá-como errante estrella lanzada en el vasto cielo; como un ave que en su vuelo tiembla y vacila; cual bella nacarada mariposa, que entre los aires errante gira en la nube flotante de la neblina brumosa, que la sombra envuelve; rayo de luz que en la esfera tiem bla y vacila, y espera lucir en el sol de mayo y triste y mústio, su brillo apaga entre densa nube; cual desterrado querube, así, con aire sencillo, una hermosísima jóven camina entre aquel tumulto, llevando un pequeño bulto que parece se lo roben, pues lo esconde con cuidado.

Oh! talvez fuera costura que su sustento procura! y con paso acelerado se vá internando en las calles. Es esbelta; y vá vestida toda de negro;-que en vida del régio sol, en los valles se desvanecen las sombras para en los montes correrse; y es digno, entónces, de verse las fantásticas alfombras de la noche, alzarse hermosas en los cristalinos cielos,

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de la penumbra en los vuelos, entre jazmines y rosas.Así;la nube que envlleh'e á la jóven en su marcha, se evapora cual escarcha que el fuego del sol disuelve, cuando sus blancas facciones á la luz de los faroles, y á los vivos arreboles del gas, y á sus reRecciones, se vé brillar reluciente, con las luces del carmin y los tintes del jazmin, su frente resplandeciente, sus dulces lábios de grana, sus ojos que lanzan rayos en sus lánguidos desmayos, su hermosura de sultana, su breve corte, su aire, su delicado desden, . y de su dulce vaiven el magnífico desaire. Caminaba descuidada cuando al cruzar una calle vió un jóven de esbelto talle, de chispeante mirada, que apenas la vió venir se le acercó sonriente; mas la niña castamente en vez de andar, echó á huir. -¡Pues, señor, bonito cuento!·exclamó el jóven,-ya entró si mal mi vista no vió en esa casa. ¡Lo siento!

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y era bonita ¡diablos! Apenas la pude ver cuando se me echó á cotrer. La culpa es mia ¡venablos! Mas, nos vamos, porque es tarde; en el Café ya me esperan. ¿Qué horas son? ¡Oh si se fueran!. .. ¡ Las diez! Temprano, á Dios guarde. ¿Y esa muchacha? No sale. Es prueba que vive aquí. Es un tesoro el que ví que no hay nada que le iguale. ¡Ya veremos! Y mañan;L vendré de nuevo á esta calle ... i y hasta que la bomba estalle! ¡Que este es el siglo de Nana! Y lanzando una sonrisa entre las sombras perdióse ... en ese instante movióse el astro que el cielo irisa. El tiempo pasó. Una noche los dos jóvenes del cue .1to pasaban como otros cieIlto pur las calles, sin reproche. Caminaban muy aprisa; mas la hermosa molestad a, ya en extremo fatigada detuvo su rauda prisa. Y alzando su blanca mano, y dirijiéndose al jóven, con palabras que le arroben -Mirad,-le dijo,-es en vano que me sigais de esta suerte; una jóven os lo ruega,

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á quien nada se le niega;

si no deseais mi muerte por favor no me sigais; mirad que soy una pobre y tal vez á vos os sobre lo que de mí mendigais. ¡Qué os ame! ¿Con qué derecho? Si me quereis complacer no me volvais mas á ver, porque desgarrais mi pecho. y la jóven ya rendida al esfuerzo del discurso, volvió los ojos, y el curso de la calle, conmovida volvió de nuevo á emprender. El jóven, mudo, callado se quedó mas que admirado ... y esto acertó á responder: -¿Señorita? .. ¿Qué me vaya? ¿Qué estoy molestando á usted? ¡Lo siento mucho! Mas ved que vuestra gracia avasalla, que vuestros ojos son fuego, estrellas, soles, diamantes. que relucen cual brillantes; y vuestro rostro ... ¡oh que ciego! vuestro cútis nacarado, vuestros lábios de coral que me dicen "¡ven!" "¡amad!" el cabello dilatado rubio, soberbio, undulante que cae en su blanco cuello en cascada; puro y bello es el seno palpitante.

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¿Y el talle? ... ¿Porqué pregunto por su esbeltez á la caña? Seduce la vista, engaña vuestro hechicero conjunto. ¡OS lo digo, sois mi amor! -¡Caballero, retiraos! ¡Haced el favor, marchaos! -Lo har.é, si, mas con dolor! ¡Sois tan hermosa!...¡tan bella! y una jóven tan gentil!. .. y con un rostro de Abril!. .. Qué!. .. N o puedo!. .. Sois mi estrella!... -¡Mirad, me voy á enojar! -¡Por Dios, no hagais cosa tal! Al otro dia sentadas están dos jóvenes bellas hablando de sus querellas é ilusiones mas amadas, al rededor de la mesa del taller de una modista, que, con su lujo conquista, aunque nunca lo confiesa, de la aristocracia el gusto, de la juventud d seso de la virtud el acceso; y trueca lo bueno y justo en desenfreno de goces, que hacen muelles los deberes y quebrantan los haberes ... cosas, mundo, que conoces. Todo es lujo, y todo brilla: rasos, sedas, moños, lazos; las modas se dán de abrazos: todo, alli, se deshovilla ...

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Espejos dorados lucen con reflejos sin igual cuando resplandece el b"as, y su fulgor reproducen mil color anebatar violentamente el velo del honor. nuestra prne ... ¡ SlIfrimoa mucho! Cuando el dia. hu)endo. !le entre,caha en los brazos dr la nocM. recien sentad .. en mi pobre cuarto coadamos. llorosas. mlcntr." .,10 latia el corazon en nuestros ~hOll. La necesidad ¡ay! no. ahogaha con .UI brazos raqulticM é informe". Asi paumol nUC'lltra pobre '"\lb la. dos junt .. cosiendo; recordando afligida Amanda hermou , .u madre. que h' tiempo toe muraeu en brazos de IU hija. que rn el mundo huérfana y IOla al espirar '1ue¡lólfll. Junta. l•• dotl vi,"lamOlo. p... ntJo nuestra eXIstencia. ml~ra é Intranquila, 'rahajando los di.. '" 1.. nexht"S . • in olro .hpnto que ';1 de ~r honr .. ,t.1 y llorar 1.. memoria. d(' otro Itempo. de otro tiem,>o de dlch .. y de rlelerr... en que 1, Aor maKnil1ca lucia, y la estrella en el cielo relumhraha. mientr.. el 101 lanzaba 1"'1 dntc-lIo" en nuestra. blonda. (":ahdl"ru rubaaa. y el cántico sereno de 1.. ave. no. hablaba del Dios deo l. hermosura.

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Las dos solas vivíamos, pensando en nuestro incierto porvenir. A veces cosi.endo por las noches, fatigadas nos mirábamos i ay! las dos llorosas. Dos músticas flores de un lozano tallo por las niehlas del mallas dos marchitas, corolas agostadas del estío, aves errantes, en el vasto cielo de la existencia humana, cruzábamos las dos, como esas bellas y vívidas estrellas de verano, que rasgan de la noche el denso velo, y en rápido vislumbre, entre las sombras se hunden de nuevo, en lo infinito, muertas. Yo amaba, por mi mal, á un jóven bello que fué mi perdicion y mi desgracia; y Amanda i oh triste suerte! congojosa recordaha tu amor y tus promesas, tus palabras divinas de constancia, y esperaba i oh dolor! Cuando una noche Juvia, jóven galan, la vió en la calle. La vió y la persiguió. Mas todo en vano. Amanda te adoraba. como á un ángel, y cifraba en tu amor toda su dicha. i Contrastes de la suerte! J llvio amaba con ciega adoracion á tu ángel bello, y seguía sus pasos, como el a ve los rastros de la luz en occidente.

i Siempre tras ella, cual la sombra al cuerpo! Amanda protestó de su firmeza; pero en vano, que el jóven deliraba;

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y el fuego del volcan resplandecía en su ardiente mirada seductora. Pasó el tiempo. Murió la buena madre de tu querida Amanda y las dos, cual te he dicho, nos juntamos. Pasó un año, y despues pasó otro año de miserias, contrastes y desdichas, sin recibir noticias de tu suerte; y Amanda loca de dolor, miraba en vano al cielo en su profunda pena. Suspiraba su pecho á todas horas y solo en ti su mente suspendia los lúgubres recuerdos de su duelo. Mas, vino un dia, en que su frente ardiente sintió la llama de mortal angustia; se fué doblando al peso de su vida la fúlgida corola del estío. Yo estaba enamorada, ya te he dicho de nn jóven calavera, que me amaba. Me prometió constancia fiel y eterna; y en sus brazos caí, desfallecida. Mas temiendo de Amanda los reproches le oculté de mi falta el compromiso. y un dia, por la noche, con mi amante desparecí, temblando, de su vista. ¡Rodé; larga es mi historia! abatida del mundo, yo tornaba

Y en un dia

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otra vez al espacio dó naciera; y encontré nuevamente á Amanda hermosa; mas i oh dolor! cambiada de otra suerte. i Vivia con su amante! i oh desgraciada!

y narróme entre lágrimas su historia, su triste historia i página de sangre, de igno~inia, y de hiel, y de veneno! Al retirarme yo, quedó angustiada pensando solo en su dolor profundo; y débil en su duelo y su quebranto, sola en el mundo, se encontró mas sola cuando Juvio tenaz siempre y constante en torno suyo revolaba ardiente, como en torno del vívido horizonte gira incansable, el buitre, en las esferas. Vino un dia por fin, vino un noche de lúgubre recuerdo y triste historia. Amanda no salia como siempre al taller de costura, á la mañana. Tenia una piecita, allá en el fondo de una lúgubre casa, en una altura donde el sol derramaba sus reflejos. U na bella ventana, allá en el frente, de donde se alcanzaba á ver la esfera, bordada por los astros, en la noche, y radiente de luz, allá en el dia. Parecia, tan blanca, una paloma que adormian las auras olorosas; respiraba el encanto de lo bello, de lo tierno, poético y sublime cuando allá, por la noche, blandamente

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recostada en su cama, se adormía al blando rayo de la luna errante Amanda encantadora, ma~ hermusa que el reflejo del sol en la alborada. AlIado, en la otra casa, estaba Juvio que buscaba de Amanda las caricias como el sol en las aguas dulce brillo ó el ave en la enramada suave encanto. Loco de amor, soñaba solo en ella; yen sus ánsias febriles la invocaba como se invoca á un dios en los altares. Al divisorio muro se subia en sus noches sin sueño, y- de allí, suspendiéndose en lo alto, con fuerte mano alzábase á los aires, trepando á un eucaliptus gigantesco que llenaba el espacio con sus ramas; y su flotante copa que dormía al blando rayo de la móvil luna, prestábale su sombra protectora; y de allí, embelesado, contemplaba el nido de su amor, sagrado y santo. Con la ventana abierta; estaba Amanda una noche infeliz, para su suerte. Tronaba el cielo, y rápida tormenta extendia en la esfera sus horrores. Negras masas de sombras, cual espectros de un fantástico alcázar, regiraban en torno del relámpago que heria el flanco de aquel mundo de tinieblas.

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y el cielo en esplosion dulce y suave á los besos del rayo se incendia ha, mientras un mar de fuego entre las nuhes revolvia fatídicas quimeras. El viento, como aliento comprimido de un moribundo pecho, entre las casas giraba tristemente, y en las calles silbaba, resbalando fuertemente, como si helado al frio de la noche huyera, prontamente, de la tierra para buscar en el confin lejano su mas ruidosa esfera. Mientras tanto dos séres vigilaban en silencio,Amanda y Juvio,-que soñando estaban. La dulce jóven contemplaba el cielo.

y en la estrecha ventana de su cuarto reclinada, cual tórtola en su nido, miraba hácia el abismo de la noche. Parecia una estátua blanca y fria. Brillaba el rayo, y sus abiertos ojos fijos miraban el azul espacio. Lanzaba el trueno su potente nota que conmovia el mundo á su estallido, y la jóven inmóbil, cual de piedra, sin que un músculo solo de su cuerpo sintiera la impresion del espantoso quegido de la atmósfera irritada. y abierta la pupila, se abstraía del influjo soberbio de la noche; y al brillar el relámpago en el cielo revolvia en las nubes su mirada, y absorvia el reflejo su retina como el rayo de luz el negro abismo.

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La lluvia b mojaha. El fuerte viento revolvia á la espalda el abundante cabello, que flotaba descuidado, impregnado de gotás de rocio del agua que mojaba su semblante, frío cual mármol de una rota estátua, y que al brillar el vívido relámpago daba aspecto de perlas y rubíes, que un génio del oriente le prendiera en su amoroso afan, á su cabello salpicado de lágrimas, de un ángel que mirando á la jóven tan hermosa celebraba su duelo con su llanto. Amanda deliraba, no soñaba. Con la faz congojosa y abatida reflejaba en su fúlgido semblante el dolor de su espíritu intranquilo.

"-¡ Dios !-esc1amó, lanzando en el espacio la mirada sublime del que sufre¡ Dios! tú que ves la flor que se marchita yel ave que en el nido se revuelve; í tú I que contemplas el espacio informe agitarse en el cielo á tu mandato; I tú! que sustentas al que cae y rueda; ¡ tú 1 que agitaste en el cerebro el alma escúchame i oh mi Dios 1 mira mi ruego, contempla mi dolor y mi quebranto l•.. í Yo no puedo vivir 1 i ya estoy cansada l. .. i Perdóname, Señor. yo .•••.. ! Y conmovida cayó sin fuerzas en el duro suelo, mientras cruzaba en el confin lejano del rayo la fantástica silueta.

SUAREZ OROZCO

Era duro, en verdad, el sufrimiento de la jóven, que apenas en la vida aspi:rara del ámbito las áuras; diamante que en el lodo de la tierra lanzaba sus purísimos reflejos; luz que brillaba en un profundo abismo; quejidos del dolor, ayes del alma eran sus risas, sus contentos eran. Al caer en el suelo, Amanda hermosa, y á la luz del relámpago sangriento que rompiera del ámbito la noche,al caer sin sentido,-se vió alzarse, como génio invocado por las sombras, un bulto, que un fantasma parecía, que ágil, por las tapias se lanzaba, y escalando una reja con la mano se agarraba en un ángulo saliente del muro quebrajado, y sostenido por su esfuerzo de atleta, allá en la altura, se lanzaba, pugnando como uu héroe; y con brazo robusto alzando el cuerpo, alcanzó, al fin, á asirse de los fierros de un débil balconcillo, que temblaba como al contacto de algun rayo ardiente. Subió, y subió con fuerza; y ya en la altura, por la ahierta ventana, donde Amanda mirara la ancha esfera, audaz entróse ; y ya en el cuarto, al resplandor radiante de una explosion magnífica del cielo, vió á Amanda, adormecida, como un niño que sueña con los besos deleitosos, como una flor que mírase en los lagos y gime por los cielos que retrata ..

LA INFAMIA

La jóven despertó. Sobre su frente sintió el ardor de un beso palpitante; y en su seno de rosa el dulce llanto de dos ojos que amantes la miraban; y en su débil cintura comprimida los brazos de un galan que la estrechaban retorcidos de amor,-como dos hojas en la fragua, mas rojas que un incendio ; las lágrimas, el llanto, la alegria; el rugido de un pecho comprimido; el delirio de un alma desgarrada por el ansia febril; el tembloroso palpitante desmayo de la carne ••• el fuego... los espasmos ..... . Era Juvio que oprimia á su amada entre sus brazos. La lóbrega tormenta disipóse y apareció en el cielo un sol radiante; resplandeció la esfera con la aurora, y las flores lucieron mas galanas; los arroyos gimieron, y las aves dulcísimas trinaron; las auras olorosas mil rumores entonaban do quier, do quier cantaban; las copas de los árboles lucian ; el insecto zumbaba ... mas i ay cielos! ¡dolor! i dolor y espanto! ... allá en los aires los quejidos sonaban de una vírgen ... i En el nido lloraba la paloma !... De aquel día siniestro, Amanda triste, fué de Juvio la esposa prometida.

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La quiso; la adoró.

i Mas todo cansa I

Amanda tuvo un hijo que era un ángel; y en sus noches de tristes pensamientos mirando su semblante, sonreía; para su frente, entónce, dulce rayo, relámpago tan solo de un instante, que dura lo que el aura del f:stío ó el recuerdo feliz de la esperanza. Sin embargo, los años y la vida de su jóven amante, consolaron,si posible consuelo era á su alma, sus recuerdos tristísimos. Su hijo, con la edad mas hermoso, era el arcángel que cruzaba en su cielo; y como bello reflejo de la luz que el dia rompe, traía la esperanza á su amargura. Por fin todo olvidó; hasta su suerte. y en su jóven amante y en su hijo encontró los placeres á su alma. Abrió su corazon á los rumores del mundo alhagador; vió el dia, bello; roCÍo de la noche, las estrellas; la flor, miróla hermosa; el ave, mensagera de la dicha; los arroyos, quejidos de los bosques; de la brisa gentil, notas sagradas; de la luz, el magnífico reflejo; de la mar, los armónicos suspiros; la tierra, un vaso de perfumes lleno;

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el cielo, un templo de lo puro y santo. Mas solo fué de su existencia amarga aurora de su espiritu mar.chito. Vino el dia fatal, en que su rostro ya no fué para Juvio el hechicero encanto de su vida y alegria; vino el dia fatal, en que ya pobre, su fortuna gastada en los festines, en el círculo inmenso del gran mundo se encontraba olvidado y recluido; vino el dia fatal, en que mirando su própio porvenir, pensó casarse con una bella millonaria. Entonce el rayo del dolor traspasó el pecho de la afligida Amanda. Lloró mucho: mas todo en vano. Contempló aterrada de la degradacion solo el camino; y sin tuerzas cayó. Pensó en su hijo y entónces elevó su frente al cielo, y ser buena juró mientras viviera. 00

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j Una madre y un hijo! j cuadro hermoso 1 El pimpollo cerrado y la corola; el ave y su polluelo, la armonía del sueño de dos ángeles ·que duermen; el cántico SOl1oro de dos áuras; dos estrellas que giran palpitantes y las dos hlandamente se deslumbran; del corazon dos trém ulos suspiros; sentimientos iguales de una idea; esperanzas y amores y caricias de dos diáfanos seres que se adoran; rayos puros de un astro; colorido

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de dos nubes que blandas se adormecen; del áura que en la esfera se levanta notas, rumores, música, sollozos; de la mar dulce brisa; de las olas misterioso murmurio; de la selva acordes melodiosos; de una lira dos ráudas notas que el espacio rompen; del pincel dos matices; dos sagradas estátuas del cincel de un mismo génioAmorosas las dos, las dos sublimestiernas, sensibles, candorosas, buenas ..... . y es la madre, y el hijo aun mas hermosos, i mas del cielo! al mirarse frente á frente; de mismos ojos, de sonrisa misma; de iguales lábios, de semblante iguales; mas bellos que dos sueños de la infancia; i tiernos, sensibles, candorosos, buenos! Amanda con su hijo entre los brazos vió la hermosa ilusion de la existencia. Mas poco tiempo le duró su dicha. i Llorad si teneis ojos! Es muy triste el desgraciado fin i ay! de su historia. Era un dia de cólera. Las nubes regiraban inciertas en el cielo, y el rayo coronaba las alturas con su estridente y vívido estallido. Mas triste era tal vez' aquella noche que la infausta y maldita de su suerte en que un hombre su honor rasgara infame. i Mas triste sí, mas triste y mas sangrienta. Estaba Amanda con su niño en brazos.

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Por los rotos cristales penetraban las luces de la noche extremecida, y en la estancia dejaban sus reflejos la fantástica huella de los rayos. Era hermosa, en verdad, la estancia aquella. Pobre, mas limpia, la modesta cama, que lucia cual nido de paloma entre los blancos pliegues que la envuelven. Las paredes pintadas, relucían como al beso del sol, la vasta esfera, cuando el cal reflejaba abrillantado el rayo de la lámpara que alumbra. y en una mesa de sencillo aspecto una série de libros se veian,' unos abiertos y cerrados otros. y en hermosa butaca, azul damasco, se alzaban, en fantástico capricho, géneros todos de diverso precio, en que ganaba el pan, Amanda triste. Silbaba el viento lúgubre en las calles y un silencio imponente se extendia, turbado por el trueno y por el rayo, en la esfera del Plata turbulento. Ora un vivo relámpago cruzaba el piélago uniforme de las nubes, ora el roto delirio de los aires lanzaban al espacio mil rumores, ora el cántico inmenso del pampero daba al viento el chasquido de sus notas,do quier la tempestad con su armonía, do quier la tempestad con su grandeza. En la estancia velaba Amanda, triste, con su niño querido en el regazo.

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Sil

fúlgido semblante

y abstraida miraba su hermosura.

Al lado de la mesa reclinada, dirigia su vista arrobadora á su niño, que duerme la inocencia de los ángeles puros de los cielos. Disipaba su lúgubre horizonte sus rojos labios, su serena frente, su rubio pelo, sus plegados ojos, yen su faz nacarada una sonrisa dibujaba el candor en su semblante. Amanda le miraba embelesada; y en vaga soñolencia, ya sus ojos se cerraban, cual hojas de las flores al beso de los céfiros livianos. i Era dulce, en verdad, aquel conjunto! A intérvalos la madre despertaha estrechando á su hijo, conmovida; á intérvalos besaba su semblante; y otras vece:; girando su cabt>za, la escondIa en su seno color rosa.

Mas al fin, con su niño entre los brazos adormida quedó,-como en el cielo el ave, que se eleva allá en su nido, y en dulce castidad duerme contenta soñando con el alba misteriosa, y se agita, pensando en sus polluelos. Amanda sonreia; y se adormia tal vez soñando en su precioso infante, que era hombre. y altivo dominaba, que ceñian coronas á sus sienes, y á su madre besaba en su triunfo i mño envuelto en las nubes de la gloria!

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El rayo de la lámpara caia sobre la faz hermüsa de la jóven, y el niño con sus brazos sonrosados enlazaba su cuello deslumbrante. y cual hrisas dulcísImas, sus pechos exhalaban perfumes olorosos en el húmedo aliento; y los suspiros del aura rumorosa, en su liviana dulce respiracion, suave y tranquila. i Misterio de dos ángeles, secreto de dos almas del cielo! Eran dos aves de un mismo nido, que girahan juntas i y juntas se lanzaban al espacio! Se miraban tranquilos, sonreian sin pensar en el rayo que tronaba, tIue lanzaba su flámula de fuego, estallando, cual rápido serpiente al agitarse herida entre las rocas, y escupia su rápIda centella, tronando en los espacios comprimidos como revuelto mar; y en sus rumores, volcánico estallido de algun mundo, lanzaba los horrores del espanto en el crugir tremendo de sus fa uces, á cuya nota colosal la tierra se agita y tiembla, como herida ..... . Amanda sobresaltada despertó. Un trueno su agudo espanto en el espacio vicrte, y sus largos rumores corren, vuelan ..... . Se levantó agitada; y vió que el viento cual hoja de un puñal, heria el aire de la tranquila estancia; y presurosa dejó á su hijo, cándido y hermoso,

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sobre su blanca cuna adormecido; y con pié delicado cerró atenta la ventana que el aire abierto habia ; y calmado su espíritu •• qué tonta -se dijo-por un trueno estos temores; pero nó ...... es horrible ...... si algun rayo ..... ." y sin soltar su negro pensamiento corrió á la cuna, levantó á su hijo, y otra vez se sentó junto á la mesa, mientras el aire de la noche daba -del Cabildo talvez-las once en punto. " j Ah ! ya es tarde, se dijo; mas no importa, mañana hará mal dla ; y es Domingo; podremos descansar ...... " y con la vista inquirió los espacios de la sala, y encima de una silla vió un diario que envolvia una compra de percales de la tarde anterior. Tomó la hoja y se puso á leer. Siempre lo mismo política, noticias, intereses aquí y allí, revueltos se encontraban. Pero luego, despues de un corto tiempo " j oh ! se dijo, que título tan raro." y despues de besar á su hijo hermoso que dormia, soñando en lo infinito, se levantó diciendo" ya es muy tarde mañana seguiremos lo que resta; es mejor descansar; ya son las doce y este escrito es muy largo." Y á su cama se encaminó despacio. Mas el niño en ese instante despertó llorando. Amanda acarició su helIo rostro y en la cuna meciólo blandamente. Mas en vano, que el niño no callaba y seguia llorando. Entonces ella

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cogiéndole en sus brazos con ternura en su amante regazo lo compulO, arreUanada en blanda mecedora, que' su dulce vaiven adormecia las lágrimas del n illo. Mient ras tanto, en indolencia natural, Amanda contemplaba el diario que leyera: mir'bale, al azar, cuando de pronto .. i ah I le dijo, ese articulo que he vilto apenas por el tftulo, me atrae; ha de ser muy bonito, pues es raro IU modo de empezar........ y distraida tom6 la hoja, y empez6 , leerla. La tempestad seguia aun irritada y retumbaba el trueno en las alturas; la lluvia redohlaha RUS furores, y Amanda, cual si el mundo no t'xistiera, con ojo fijo y ademan ";ol('nto seguia t'n la lectura. A catla in"tante levantaba BU frente, y de sus lahios se escapaha un rUKido : Y ya rendida al esfuerzo supremo, se quedaba il tnm6,'il como est'tua fria y yerta; I hasta que al fin, brotaron de sus ojos I cataratas de luz resplandeciente ! envueltal por el llanto. Y no creyendo \ tan Kl'ande IU dolor, con terror dohle tom6 el diario entle &u mano trémula; y entre espa..mol terrificos de anguitia , recorrió con la "iita la notiCIa , (lue la tilUuieril en un profundo eSllanto. 1 y de nu("\o'o, BU fúlgido semhlante ti aiot' cubrió de una tinta sonruuda, ti para queJar como la nie\'e. Solo !I"

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el profundo silencio de aquel cuarto lo interrumpia el suspiro dulce y tierno del niño que dormia. Mas entónces, los ahogados sollozos de la madre y sus tristes suspiros, resonaron como ardiente plegaria del que eleva una oracion al cielo. ¿ Qué decia la columna fatal de aquel diario? ¿ Porqué tal desazon trajo á su alma perturbando el sosiego de un arcángel? ¿ Qué palabras de hiel allí vertiera la pluma? ¿ Qué dicterios? ¿ Qué calumnias? ¿ Cómo se alzó en un ánimo tranquilo tal recia tempestad? ¿ Por qué tal llanto? ¿ Por qué tal aflixion? ¿ Qué dardo agudo rasgara su esperanza? i Llorad ojos! En la flébil columna de un aviso, en la flébil columna de noticias de un periódico escrito un dia antes, se decia, que el círculo elevado de la alta sociedad, se conmoviera al ver realizado el matrimonio tanto tiempo esperado, de dos bellos jóvenes elegantes, que rindieran á Himeneo su amor. Y su esperanza de lisongeras prendas, ya por siempre se enlazaran al pié de los altares, y diademas de flores olorosas ya por siempre á sus frentes se ciñeran. Amantes, sus hechizos y venturas narraba al describir su fé jurada, al pronunciar el sí, el " ¡sí! " solemne que resonó en las bóvedas del templo

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como nota de un arpa, cuando el labio de la dulce pareja, se decian su ternura y pasion ; y el .. ¡sí!" anunciaba de dos almas la union. De Arita y Juvio el sacrosanto lazo soberano que ligaba dos flores; dos estrellas inundaba de luz; dos horizontes de un cielo; dos ángeles hermosos que en el éter vagaban; dos ensueños de una misma pasion; el mismo ~ncanto de dos almas serenas que se amaban. Arita, hermosa, idolatrada, j6ven ; de helios ojos fúlgidos y puros; de breve cuerpo y candorosa frente, y blonda cabellera que envolvia su cuello nacarado; y Juvio, amante de seductores labios sonrosados y frente altiva, do flotaban frescos rizos de niño, que revueltos daban á su semblante de blancura extrema, do vagaba una incrédula sonrisa. de Byron el aspecto, griego y puro. I Y por siempre se unieran ya felices entre las gasas de un amor bendito!

................................................................... ... .. , ..............................................................

No pudiendo seguir ya la lectura, anublados los ojos por el llanto, Amanda, descompuesto su semblante se levant6, cayendo de rodillas, en una noble invocacion al cielo. De rodillas. la vista extraviada.

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fija en el cielo la mirada triste, trémulo el pecho, congojoso el labio como estátua animada; de rodillas en medio de la estancia, con su hijo, mas hermoso que un rayo de la aurora, entre sus brazos trémulos y amantes; de rodillas, llorosa, como un astro que perdiera su luz resplandeciente entre las nieblas de la noche fria. cayó sin fuerzas, contempló á su hijo: y " Oh Dios mio! - excIamó.-¡ Tú no eres just0! Soy la mujer mas pobre de la tierra; soy la madre infeliz, que roto el labio por el dardo del mal, no puedo alzarte mas que el triste dolor de mis dolores! ¡ Un solo rayo de tu luz divina envia á mis pupilas! ¡ á mi pecho, partido como el mármol de una estátua, un latido tan solo de tu gloria! ¡ á mi frente, rasgada por el golpe del mas rudo dolor, tan solo envia el aura de tu espíritu! ¡ Yo muero! ¡ Ay! ¡ aguarda Señor! ¡ aguarda, atiende! ¡ Perdónalos, Señor! Yo los ..... . ¡ Escucha! ¡ dáles del bien la llama redentora! i la virtud! ¡ el placer! i la dicha! ¡ el dia ! " Y allá, en el cielo, con horrible estruendo, cual si un rayo de luz romper quisiera la fúnebre diadema de la noche, cruzó un reflejo en el sombrío espacio, y en explosion magnífica giraba un mar de fuego entre las negras nubes,

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un océano ardiente, cual incendio del confin dilatado ...... ' A su vislumbre, el cielo apareció diáfano y puro, rojo de luz, vivífico y brillante, como una inmensa cúpula de vidrio en mil rotos pedazos, por el rayo ..... . el rayo ardiente, colosal, potente como lengua de víbora irritada, como sagrada maldicion de un génio, cruzó el espacio, redobló con brio, bajó á la tierra, flanqueó el abismo, silbó en los aires, regiró convulso, y al fin cayó como esforzada garra de algun monstruo fatal de las alturas. Se oyó un grito; y Amanda con su hijo rodó por tierra, desmayada é inerte, mientras envuelta por flotantes gasas un alma entre las nubes se perdia. Enterraron su niño; mas Amanda empezó á vacilar. Su faz hermosa no era mas que el aspecto de la muerte sin espresion, sin vida y sin colores. Apagada la vista, el labio mudo, el corazon envuelto entre suspiros, y delirante el alma en sus ensueños. Siempre fuera de sí. Cuando mirada el cuadro de la aurora enrogecida temblaba de emociono Y cuando el rayo del vívido relámpago, en la esfera derramaba su luz resplandeciente, revolvia en los cielos sus miradas, y alterado el color, sin movimiento

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el seno palpitante, comprimidos los músculos, se alzaba delirante y yerta y sin sentido daba en tierra. Un dia, a pareció con ancha herida a bierta en su costado, por su mano. Sobre la tumba de su amante hijo hiriera el corazon é hiriera el alma, al alzar el puñal sobre su pecho. i Quedó loca! Ahí teneis su triste historia. Arilio la dejó. Y Aurora bella quedó llorando sus pasados dias, viendo cuan triste es la existencia ...... ¡Amargas gotas tan solo del dolor y el llanto !

CANTO IV .

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A cada nuevo crimen afila el uestino en la piedra de otro crimen el hierro de la justicia. ESQu 1Lo.-Agal1lt'lIcl1l.

Penetra el sol blandamente por los empañados vidrios de una magnífica estancia que inunda de dulce brillo. Reina en torno la armonía del silencio vespertino, mientras el azul espacio pinta una aurora de estío. Tibia atmósfera se nota en el tranquilo aposento, yen el aire embalsamado exhalacion de remedios. El silencio es imponente, mas á intérvalos, el lento respirar de una persona, resuena en murmullo incierto. Todo convida al reposo, todo al misterio previene: la hermosa aurora que avanza, y en el dormitorio vierte

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su claro é indeciso rayo, que la~ sombras desvanece, velando entre tibias tintas al risueño gabinete. Apenas si los cristales atraviesan los ruidos de la ciudad que despierta, llegando en murmullo unido, como una música ténue que repercute en los giros de la enramada sombría, y alegra el lejano nido. El gabinete era hermoso. En un ángulo una cama y en el cento una consola; al rededor las butacas; y en el techo una brillante y costosísima araña; por todas partes el lujo de una riquísima estancia. La primera claridad del dulce y plácido dia iluminaba en la cama á una hermosísima niña. Dormia. Pero en su frente envuelta en pálidas tintas se notaba la tristeza del que á la muerte camina. Jamás los rayos del sol tanta hermosura miraron. Entre los pliegues flotantes

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de la colcha de damasco se dibujaba indecisa, entre magníficos rasgos, de una mujer los' contornos, correctos, como de un mármol. Inmóvil sobre su lecho, por la luz iluminada, parecia una yacente bella y tristísima estátua. Su cabeza somnolienta, como una flor agostada, envuelta entre blondos rizos, dormia, el sueño, del alrr.a. De pronto s~ abrió una puerta y apareció sonriente un jóven de hermosa planta que una bata azul envuelve. Despacio avanza, y con tiento y apenas si el paso mueve. Hácia el lecho se aproxima y hacer movimientos teme. Del lecho á los piés contempla á la hermosísima jóven, y despues de unos instantes de adoracion y de goce, dá unos pasos, y se inclina ardiendo en dulces amores, sobre una frente de fuego que sella el color del bronce. Nota la pálida mano de la fiebre abrasadora,

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y en sus cristalinos ojos, una lágrima ya asoma. Va á caer, cuando despierta en ese instante la hermosa; y en U.1 abrazo se enlazan como dos fieles palomas. Es la encantadora Arita la hermosa jóven enferma,es el volcánico Juvio, el esposo de la bella, el mancebo que en sus brazos enamorada contempla. El fruto de sus amores está esperando contenta, como las flores pintadas la despoblada pradera. En sus apagados ojos, en su faz pálida y yerta, en sus delirios crueles, en su fiebre violenta se nota el perdido tinte de su pasada belleza. Ya su mirada esplendente no fulgura y centellea, y á la espalda nacarada no flota la cabellera. Está triste, como el lirio que el rayo del sol no besa; y como un ave espirante que entre su nido aletea y cae al suelo convulsa, mira tan solo la tierra. Hace tiempo que presiente su fin próximo; y ya muerta

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se juzga en su lecho, á veces, y á veces tambien contempla entre las sombras flotantes fantasmas, que al fin, se alejan ...... Juvio la mira asombrado. De sus caprichos se inquieta, pero no abriga temores su espíritu, que se llena con las divinas caricias que le prodiga, contenta. A veces, cuando los rayos del sol, que bello se eleva sobre el velado horizonte, derrama en la azul esfera sus bellos tintes de grana, -Arita y Juvio-::ontemplan juntos los dos el espacio que entre los vidrios se estrecha. Sueñan pasadas venturas, mientras las aves envueltas por el rayo de la aurora, hácia los cielos se elevan. Están los dos contemplando de las nubes la hermosura, mientras sus almas remontan distinto vuelo á la altura. Su cabeza somnolienta entre la almohada sepulta envuelta en los dulces rizos que hácia las sienes se juntan. Hace tiempo que el silencio de la estancia embalsamada, dej ... escuchar los rumores

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dulcísimos que se exhalan del pecho de los amantes, que en sus delirios se abrazan, como en los tiempos dorados de su pasion pura y santa. Se contemplan con arrobo. Brilla el espacio sereno, entanto que sus miradas se elevan juntas al cielo. i Cuántas veces se confunden los latidos de sus pechos, que traducen un poema en el balsámico aliento! Hace tiempo que contempla Juvio á su esposa, con ánsia y adoracion y alegria; cuando penetra en la sala el médico de la enferma. Al fin del exámen alza la frente severa y noble, y dice á Juvio "No hay nada." Así de esta misma suerte se reproduce este cuadro: Arita siempre sufriendo, Juvio intranquilo á su lado, la enfermedad indecisa, el médico recetando, y mas allá de los vidrios la magestad del espacio. Arilio, no podía vivir. Siempre á su mente acudia la historia de su amada

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y en sus horas de tristes desvarios pensaba en su dolor y en su adorada. Como irritados rios retorcidos en cólera impotente, en su mente bullian mil ideas que agitaban su espíritu intranquilo. " j Oh! infame seductor, maldito seas! ., repetia sin tregua de un instante. Cuando el cielo tranquilo inundaba el espacio palpitante con los rayos de luz deslumbradora de la naciente aurora, Arilio encaminábase al acaso, fija la vista do fijaba el paso levantando el fantasma de sus sueñoscomo el ave serena en cánticos de amor, que el aire llena, celebra entristecida sus ensueñosasí tambien Arilio se quejaba por el bien que adoraba entregando al espacio sus lamentos, tristísimos y ahogadoslatidos malhadados de un mundo de dolor y de tormentos.

Ha llegado la noche con sus sombras; y Arilio en una mesa reclinado miraba desmayado, las flotantes alfombras de las oscuras nubes que cruzaban la vóbeda sombria, al rayo que moria de la azulada luna. Convidaban, al sueño del dolor, los mil quegidos

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de la dormida tierra. Elaye que en las casas, gira, yerra, los canes con sus lóbregos aullidos, el viento con sus notas y murmuUos, y la soledad con su lamento, que parece el aliento de los blandos y débiles arrullos del aye que se queja en su tormento, prestaban al espacio el vagaroso ruido misterioso de la noche callada que espera dormitando la alborada. La luna, aparecia por instantes entre rayos dorados, y á Arilio iluminaba entre sus ondas, dando á su frente mágica el hechizo de un astro deslumbrante. Entre el cabello que acaricia algun rizo, flotan hilos plateados de fúlgido destello, que expresa penas hondas de una frente marchita por el duro dardo del mal, que en primavera hermosa yen edad candorosa, con su diente tronchara el ya maduro fruto temprano de un amor bendito, de un alma dolorosa que mirábase un ser triste y maldito. ¡Qué hermoso Arilio ! Contemplaba el cielo, su mirada lanzada en el espacio, como el ave su vuelo en el azul palacio; y en su frente bullia la tormenta del rayo deslumbrante,

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que en las nubes revienta ahogado y delirante. Apoyado en la mesa, con la mano entre el pecho, jugaba distraido con aires del olvido de un pensamiento sano con el arma fatal del suicida un rewolver bull-dog calibre doce, y con valiente goce se alegraban sus ojos en mirarle, su vista en contemplarle, y entre revuelto roce, su mano temblorosa acariciarle De pronto levantóse conmovido, fija la vista en la desierta esfera dando el alma al olvido que en el destino espera y de Dios y del mundo desespera; altivo en su ademan, sereno el ojo, rápido el brazo, la actitud tranquila, radiante la pupila, el rostro sin enojo, y al reflejo celeste de la luna . y al rayo vacilante de una lámpara, vióse entre las sombras el reflejo del arma ~uidda. Un alma palpitante, de la muerte en las fúnebres alfombras, bajaba hácia la cun:¡, turbada y delirantedonde el misterio acaba y lo infinito empiezamientras el arma fúnebre callaba y ellábio en su dolor trémulo reza.

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.. - j Loco, loco de mí !"-clamó convulso la voz de Arilio-y en el duro suelo chocó el rewolver que oprimió su mano, en el instante mismo en que con pulso tranqui}o y reposado, disparaba. Rasgó el espacio el tétrico sonido de la bala que en triste desconsuelo lloró Arilio, no en vano, cuando halló por do quier solo el olvido. -Lucharé-murmuró-la vida es corta, el cielo premiará tal vez mi suerte, no quito mis dolores con mi muerte; y así corno el invierno el dia acorta su espléndida carrera, mi existencia pronto en la noche de su vida inerte caerá, sin Amanda, en la impotencia.

Desde entónces soñaba solo en ella.

y fuerte corno un héroe, combatia su pálida apatía; y revolviendo en torno una centella del fuego que le ahogaba, vivia un dia mas, y prolongaba, de esta suerte, su bárbara agonía. Un dia recordó que el santo era del que fuera en la tierra hijo de Amanda, y que talvez en los espacios fuera un querubin, que en bulliciosa banda, bajara á nuestra esfera sonriente entre nubes de sueños delirantes, y en círculos radiantes á su madre besara en la ancha frente. Cuando vieron sus ojos en la losa los negros caracteres que decian

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la condicion de los que al fin morian ; cuando vieron sus ojos t:n la piedra escondida de todos por la hiedra, que con planta segura y poderosa penetraba, se hundia y serpeaba, el claro nombre del que allí moraha,se arrodilló,-y el llanto tembloroso saltó al rostro, bañando el dulce idilio en que una madre en tiempo venturoso el nombre de su amante á su hijo daba, que aun en la tumba murmuraba: ARILlO. Cuando su nomhre vió, cuando ya cierto á sus piés contemplaba el curvilíneo aspecto rectilíneo de las trazadas letras carcomidas, cubiertas por la yerba en sus heridas, vió mas luz y mas vida y mas concierto en la tierra, en el cielo, en el sepulcro: que por do quier alzábase en los aires entre la brisa del murmullo pulcro, á su dolor y á su sufrir, desaires. En su ciega alegria hundió la frente sobre el marmóreo y soberano lecho, y dentro de su pecho brotó de nuevo su pasion, potente .

...••....••••••••••.•...................•..•.•....•••.•......•....• " i Arilio l. .. ese es mi nombre. Tierna Amanda yo te adoro, i oh dolor! ven á mis brazos y en armoniosos y flotantes lazos mezclémonos gozosos á la banda de las canoras aves que gorgean ; y con vuelos serenos hundámonos muy lenos en el azul er.pacio ...... y no nos vean.

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Cuantas veces ¡dolor! i dolor y espanto! entre las ondas de tu dulce canto, y en las noches tranquilas en que ardientes fulguran las pupilas de las estrellas del radiante Plata, con acento argentino que dilata entre las ondas el sonoro viento, con delicado aliento, no habrás dicho, pensando en mi memoria: " Arilio, amado Arilio, Arilio mio algun dia talvez, pronto, te vea y bendita ...... algun dia ...... talvez sea, por lo mucho que sufro y desvario, al recordar nuestra feliz historia." ¡Hijo! i hijo querido! i ángel de un ángel! si mas allá del polvo de esta losa, su espíritu de arcángel bate sus alas de color de rosa, baja á la tierra, mira á mi ángel puro, rasga la noche de su densa alma y disipa el impuro aire que envuelve á un serafin caído, por el dolor herido, y préstale, otra vez, su dulce calma." •••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• l"

y así soñaba en la desierta tumba, y así clamaba á los profundos cielos, y así en los aires su dolor retumba, y así se alzaban sus ahogados duelos.

Ha pasado media hora, y Juvia, en su cuarto, aguarda

á un jóven, que se ha anunciado con insistencia marcada. Esperando al bien venido

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se arroja en una butaca, cua·ndo al fin, oye unos pasos y entra un señor en la estancia. Es Arilio entristecido, deslumbrante la mirada, que, como el sol palpitante de las estendidas pampas, fija en su rival la vista con ódio, insistencia y saña. Su melancólica frente, con altivez soberana, descubre en sus vastos surcos de la esperiencia la llaga. En sus párpados abiertos, que en línea vIva se enarcan, deja brotar el torrente de su brillante mirada. Hay algo en su faz serena que sin pensar sobresaltapasiones, delirios, fuego que cincelan en su cara huellas terribles, profundas, que mil dolores retratan, y que en el rostro traducen las tempestades de un alma, que en sus delirios arroja del crímen la ardiente llama. Sm embargo, en su figura se nota profunda calma. En su trage hay el cuidado del que vá á ver á su amada. Hasta en sus labios descorre una sonrIsa su marca.

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Se adelanta hasta el encuentro de Juvio, que se levanta. Le indica, afable, un asiento; y Arilio, en una butaca hunde su rígido cuerpo. Se encuentran sus dos miradas, se contemplan un instante, y sus ahogadas palabras levantan la triste historia de la desgraciada Amanda. -Caballero,-dice Arilio,prestadme atencion y calma, que os voy á evocar recuerdos de mis años de la infancia. Era yo un niño; y mi frente como el espacio alumbraba con el sol de la inocenciaaurora plácido y santa que ya perdí en mis congojas. Era huérfano; en la casa en que mi madre vivia habia una buena anciana que me recogió; á su lado tenia una niña casta que era su hija; de entonce fllí su hermano, ella mi hermana; nos amamos con locura, con frem-sí; y descuidada entre mis brazos amantes sin recelos se entregaba á las benturas felices de una inocencia sagrada. Fuí mas hombre; y me entregué á estudiar ciencias exactas, y en mi ambicion entrebí

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la idea de ir á Francia, á encaminar mis estudios. i Cuántas fatigas pasadas! Vino un dia desgraciado en que fijé la esperanza de mi carrera; esperé el dia, que no llegaba, de mi partida. ¿ Sabeis cual era la ardiente llama que me impulsaba? ¿ Sabeis que mi estrella era mi amanda ? Partí, por fin. U na tarde me encaminé hácia la playa. En mi brazo tembloroso se apoyaba enamorada la hermosa jóven. Los dos nos despedimos. i Qué lágrimas vertia la triste niña! Cayó por fin desmayada entre mis trémulos brazos. En su pura frente casta imprimí un ardiente beso; abracé á la buena anciana, y aprovechando el instante, cerré los ojos con rábia, y ahogando mi intenso amor miré á las estensas aguas, y en el brillante horizonte el sol ardiente del Plata.

Arilio siguió contando la historia de su esperanza, hasta que trazó convulso

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la triste vida de Amanda. y cuando llegó el instante -que Juvio aún ignorabade la muerte de su hijo, y la locura impensada de su desgraciada madre, sintió cruzar por su alma tristes presagios inciertos, terrores que le inundaban en un vaCÍo infinito, y que las fibras arranca de su corazon que tiembla y que vacila y desmaya. Mas pronto volvió á su pecho su indiferencia pasada; y con insulto contempla á su rival. Ya le narra historia como la suya, y le cuenta la desgracia de otros antiguos amores, cuando él, j6ven, estudiaba -en los libros las ideas y en el corazon la farsaLe dijo, que el mundo era prisma que el día agrandaba, y que la noche en sus vuelos desvanecia en sus alas. La hermosura eran las flores que se cogen y se arrancan por el placer esqui sito de sorprender su fragancia. Que los sentimientos nobles de que se hace alarde y gala, son mentiras de las gentes

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que nunca lo bueno acatan. Solo hay un límite, solo -dice J uvio-es la esperanza de conseguir nuestro objeto: i todo lo demás •.• es nada! Miró Arilio á nuestro jóven con insistencia y con rábia ... .•• se desabrochó, quitando de sus bolsillos, dos arma'5. Tendió á J uvio un:¡ pistola mientras que la suya alza; y en ese instante le dice: " i en guardia, cobarde, en guardia !" El rosto de Juvia entónces se reflejó en sus miradas, que vacilantes en brillo en sus pupilas temblaban. En el supremo mamen te en que eDlpuñaba su arma y con vacilante brazo á su enemigo apuntaba, gritos confusos resuenan en las interiores salas, que se acrecientan, y corren y que se aumentan, y agrandan; hasta que en confusa turba se arrojan dentro la estancia el doctor y los criados, que entre espantosa algazara á Juvio llevan consigo, que arroja al suelo su· arma,

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y hácia la sala de Arita todos revueltos se lanzan, mientras que Arilio asombrado, sigue la turba asustada, con la pistola en la mano que al rayo del sol brillaba. Arita estaba en peligro -poco hacia embarazadacuando se anuncia un aborto que nada pudo salvarla, en el instante supremo en que su esposo escuchaba, de los labios de un amante, su cobardía y su infamia. Aquel cuadro era espantoso. Por todas partes las lágrimas corrian por las megillas. Mas Arita entre la calma que le dejaban sus males, dirigia una mirada á su esposo idolatrado, que nada en tanto miraba sino sus cjos. Temblando entre sus brazos enlaza, por fin, el triste cadáver de la mujer que adoraba. Levanta, entonces, la vista y solo vió tristes caras que al ver aquel negro cuadro llanto tras llanto derraman. Repara entonces en frente, y vé que en el lecho oraba

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Arilio, en silencio envuelto, mientras que en la blanca a:mohada dejaba ver una mano, que una pistola empuñaba. Inclinada sobre el pecho la cabeza soberana, Arilio, nada ha notado. Contristado á Dios rogaba por la desgraciada jóven. y su alma ensimismada en profundos pensal!lientos el equilibrio miraba - como la bóveda el sábiode las acciones humanas. De pronto, siente en la mano un golpe; y vé que su arma, que retenia incollstate -Juvio-violento arrebata; y en adema n sobrehumano el brazo rígido alza, apunta á la sien convulso, y con voz rápida exclama entre el estruendo de un tiro -¡JAMAS SE GOZA LA INFAMIA ! -

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