SUMARIO INSTITUTO RUHIO. 17 de Diciembre de 1914

Una cosa e§ deleitar, y otra cosa es enseñar. El escritor dentiflco puede j debe ser correcto y hasta florido y brillante; pero ante todo se debe i la verdad, y lo que le conviene A la Cieneia puede muy bien no convenirle al Arte. I>R. nUTltbBRSI mm iw-MemM i KIÍS mm TOMO XXXIII Madrid, Mayo de 1915. Núm. CXXIX SUMARIO INSTITUTO RUBIO: Jueveí clínico». = ARTÍCULOS OBIOINAI.ES.— /-a mz-íoaoWtfí» luitira, por el I)r. I). Agustín del ClihW,o—Traliim{enlo df la$ anextU» hienorrdgirat jtor lai varuiuii, por el l)r. R. Mafincco de Vlllapadierna.—/-a» ideas de Déjerine, por el Dr. Abdón 8Anchez-Herrero.=NoTAS CLÍNICAS.—üí«ecr/A7,aro-Adrndas.=Ki':viBTA um KSPBCiALiDADi».—.4ii«« siderable, que el límite inferior del órgano se halla i dos travesé* de dedo por encima de la síníisis del pubis. El Dr. Carro presenta una buena radiografía hecha por él. Como se trata de un estoma- JUBVEH CLÍNIC08 307 go hipertónico, aparece toda la papilla de sulfato de bario en el fondo del mismo. Al Dr. Slocker le parece poco tiempo el que ha necesitado este enfermo para que su úlcera se convierta en tejido carcinomatoso; por esta razón, recomienda que se haga la reacción de Abderhalden. El Dr. Cervora habla para proponer al Dr. Slocher que, si la naturaleza y extensión del tumor lo consienten, haga la resección completa del mismo, y, en caso contrario, la simple gastroenterostomía. El Dr. López Duran ha ingresado en la sala á un nifio con mano vara doble y anquilosis de codo. Las manos de este enfermito estaban en flexión acentuada, los codos anquilosados en extensión; éstas lesiones son congénitas. El brazo derecho ha sido corregido por el Dr. Duran. Bajo anestesia clorofórmica, pudo llevar el codo al ángulo casi recto y la mano á la extensión completa, pero no á la hipercorrección, como es el propósito del cirujano ortopédico en esta clase de enfermos. El efecto obtenido se mantiene con un vendaje enyesado. La mano izquierda será corregida en otra sesión; pero el codo del mismo lado ofrece bastante resistencia, y duda que se consiga algún beneficio exclusivamente con la corrección incruenta. Si, como cree, ésta fracasara, intentaría ana artrotomía de codo. Con este motivo nos habla del tratamiento de las anquilosis de codo. Las tendencias actaales van por el camino de la interposición de colgajos músculo-aponearóticos para favorecer la neartrosis; pero el Dr. Darán, cuantas veces ha intentado este nuevo método, no ha conseguido grandes éxitos. Recientemente, en esta misma cama, tuvo un pequefio, al que le hizo una resección parcial de códo; Interpuso un trozo del tríceps entre las secciones óseas, y ana vez carado, la flexión mayor que ha logrado este enfermo ha sido de unos 60°. Más razonable le pareos la interposición de membranas orgánicas, como las de Baer, si éstas faera posible .esterilizarlas 308 JUEVES CLÍKICOS momentos antes de operar. Annqae el cirajano norteamericano las manda, al parecer, en perfectas condiciones, sin embargo, todos los enfermos en que el Dr. Darán las colocó respondieron con fuerte elevación de temperatura, y algunos hasta supuración. Por eso, resumiendo, dice que, tratándose de anquilosis de codo en adultos, reseca ampliamente; y si, por el contrario, son niños, ante el peligro de una grande resección, las hace parciales, económicas, esperando bastante del tratamiento mecanoterápico consecutivo. El Dr. Cervera está en un todo conforme con el Dr. Duran; dice que es un problema aún sin resolver éste de las anquilosis. (jue él también ha utilizado la membrana de Raer, y que ha desistido de ella, porque sus enfermos también protestaron con intensa reacción febril. ESPECIALIDADES DE LOS LABORATORIOS DEL NORTE DE ESPAÑA F i c a e r a a ( P r s T l a e i a de Cieroaa) PROPIETARIO: J. CUSÍ, FARMACÉUTICO Ig^J Figura 3."—Aortitis lnótica. ((¡rOdol.) 318 TRABAJOS OKíGtKALBS Atendiendo al panto de la aorte prinelpalmente atacado por el proceso, se han distlng"oido diferentes formas ó variedades de aor- •. , Flgiir» 4."—Aortífis aterematosa.—Estrechez é insuflclenola aórtica. . (OteerraclóB personal,) titís, para cuya fácil comprensión juzgamos do mucha utilidad el siguiente esquema: El trazado núra. 1 representa la confi^'uraciún normal y el número 2 la aortltis ateromatosa, cayos caracteres peculiares hemos TRABAJOS ORIGINALES 819 indicado anteriormente. El núm.-3 corresponde á una aortitis de tipo ascendente; en ella el borde superior derecho (lado derecho del enfermo), que en lo normal debe permanecer por dentro del borde correspondiente de la aurícula, sobrepasa de éste y aparece Á^ f K.sqnoma. prominente y pulsátil, dato que suele ser de gran importancia diagnóstica, ya que en la silueta normal este borde, correspondiente á la vena cava superior, no ofrece pulsaciones propias y sólo las presenta cuando la aox-ta dilatada se las transmite. El ángulo formado por este borde y el de la amúcula derecha, que normalmente se halla á la altura del tercer cartílago, se encuentra más descendido hacia el diafragma y hasta puede ocurrir que el arranque dilatado de la aorta recubra en parte el borde de la aurícula. Esta variedad de aortitis es, como fácilmente se comprende, la que más suele acompañarse de lesión de las válvulas sigmoideas; también puede producir, por compresión de la cava superior, edema de la región supraclavicular ó las dilataciones venosas de la pared, á que anteriormente hemos aludido. El núm. 4 del esquema representa el tipo transverso ó del arco: la sombra radioscópica ofrece el aspecto de una maza simétrica ó prominente hacia uno ú otro lado; esta variedad suele presentar como particularidades clínicas: desviación de la tráquea, que pue- 820 TltABAJOS OEjeiNALES de ser síntoma muy precoz; compresión del esófago y recurrente, signo de Oliver-Cardarelli y pnlsaeión perceptible en el yugulum. El núm. 5 de! esquema, representa aortas con dilatación ascendente y descendente, ó sea dilatación aórtica difusa; es la forma que ofrecen las radiografías números 2 y 3, y desde luego es la forma más común y peculiar de la mesoaortitis luética. Los datos que suministra la auscultación en la mesoaortitis sifilítica son diferentes, según los casos: unas veces, son del todo nulos, pudiendo percibirse los tonos como en el estado normal; más frecuente es encontrar resonancia metálica del segundo tono aórtico, debida á la transformación esclerósica de las sigmoideas. Otras veces, las lesiones de estas válvulas dan lugar á los soplos propios de la insuflciencía é la estrechez, 6 á la combinación de ambas lesiones.. _ • Aun sin existir los soplos y síntomas propios de estas lesiones valvulares, se oye con bastante frecuencia en las aortitís nn leve soplo sistólico, de timbre muy suave, localizado en el segundo espacio intercostal derecho, que verosímilmente debe ser producido por el roce de la vena líquida contra las rugosidades de las sigmoideas. Se diferencia del soplo de la estrechez aórtica, porque no presenta la rudeza oi'dinaría de éste, ni se acompaña de las correspondientes modificaciones del pulso. ^ . ,^ Durante el curso del proceso, además de aquellas sensaciones cardiógenas, ya estudiadas, y que sacien snr síntoma precoz, aparecen pei'íodos de disnea accesional ó paroxí.stica (psoudo-asma aórtico), en cuya patogenia es muy difícil deslindar la parte que corresponde á las lesiones de la aorta ó á las del corazón, vasos y riñónos. . : • • . -i También puede existir tos seca y quintosa ó vórtigos, con sensación de atontamiento y pérdida de equilibrio. No es ningún acontecinjícnto rar« \n mnfrtf «nhila, KÍn síntomas prcmonitores ó con los siyn"- ••HV,ir\o creo todavía de más valor en la clientela privada que en la clínica, pues aquí rara es la enferma que no tenga ó haya tenido blenorragia, y las anexitis reco

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DECRETO 2535 DE 1993 (diciembre 17) Diario Oficial No 41.142, del 17 de diciembre de 1993 MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL Por el cual se expiden normas

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Una cosa e§ deleitar, y otra cosa es enseñar. El escritor dentiflco puede j debe ser correcto y hasta florido y brillante; pero ante todo se debe i la verdad, y lo que le conviene A la Cieneia puede muy bien no convenirle al Arte. I>R. nUTltbBRSI

mm iw-MemM i KIÍS mm TOMO XXXIII

Madrid, Mayo de 1915.

Núm. CXXIX

SUMARIO INSTITUTO RUBIO: Jueveí clínico». = ARTÍCULOS OBIOINAI.ES.— /-a mz-íoaoWtfí»

luitira,

por el I)r. I). Agustín del ClihW,o—Traliim{enlo df la$ anextU» hienorrdgirat jtor lai varuiuii, por el l)r. R. Mafincco de Vlllapadierna.—/-a» ideas de Déjerine, por el Dr. Abdón 8Anchez-Herrero.=NoTAS CLÍNICAS.—üí«ecr/A7,aro-Adrndas.=Ki':viBTA um KSPBCiALiDADi».—.4ii«« siderable, que el límite inferior del órgano se halla i dos travesé* de dedo por encima de la síníisis del pubis. El Dr. Carro presenta una buena radiografía hecha por él. Como se trata de un estoma-

JUBVEH CLÍNIC08

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go hipertónico, aparece toda la papilla de sulfato de bario en el fondo del mismo. Al Dr. Slocker le parece poco tiempo el que ha necesitado este enfermo para que su úlcera se convierta en tejido carcinomatoso; por esta razón, recomienda que se haga la reacción de Abderhalden. El Dr. Cervora habla para proponer al Dr. Slocher que, si la naturaleza y extensión del tumor lo consienten, haga la resección completa del mismo, y, en caso contrario, la simple gastroenterostomía. El Dr. López Duran ha ingresado en la sala á un nifio con mano vara doble y anquilosis de codo. Las manos de este enfermito estaban en flexión acentuada, los codos anquilosados en extensión; éstas lesiones son congénitas. El brazo derecho ha sido corregido por el Dr. Duran. Bajo anestesia clorofórmica, pudo llevar el codo al ángulo casi recto y la mano á la extensión completa, pero no á la hipercorrección, como es el propósito del cirujano ortopédico en esta clase de enfermos. El efecto obtenido se mantiene con un vendaje enyesado. La mano izquierda será corregida en otra sesión; pero el codo del mismo lado ofrece bastante resistencia, y duda que se consiga algún beneficio exclusivamente con la corrección incruenta. Si, como cree, ésta fracasara, intentaría ana artrotomía de codo. Con este motivo nos habla del tratamiento de las anquilosis de codo. Las tendencias actaales van por el camino de la interposición de colgajos músculo-aponearóticos para favorecer la neartrosis; pero el Dr. Darán, cuantas veces ha intentado este nuevo método, no ha conseguido grandes éxitos. Recientemente, en esta misma cama, tuvo un pequefio, al que le hizo una resección parcial de códo; Interpuso un trozo del tríceps entre las secciones óseas, y ana vez carado, la flexión mayor que ha logrado este enfermo ha sido de unos 60°. Más razonable le pareos la interposición de membranas orgánicas, como las de Baer, si éstas faera posible .esterilizarlas

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JUEVES CLÍKICOS

momentos antes de operar. Annqae el cirajano norteamericano las manda, al parecer, en perfectas condiciones, sin embargo, todos los enfermos en que el Dr. Darán las colocó respondieron con fuerte elevación de temperatura, y algunos hasta supuración. Por eso, resumiendo, dice que, tratándose de anquilosis de codo en adultos, reseca ampliamente; y si, por el contrario, son niños, ante el peligro de una grande resección, las hace parciales, económicas, esperando bastante del tratamiento mecanoterápico consecutivo. El Dr. Cervera está en un todo conforme con el Dr. Duran; dice que es un problema aún sin resolver éste de las anquilosis. (jue él también ha utilizado la membrana de Raer, y que ha desistido de ella, porque sus enfermos también protestaron con intensa reacción febril.

ESPECIALIDADES DE LOS LABORATORIOS DEL NORTE DE ESPAÑA F i c a e r a a ( P r s T l a e i a de Cieroaa)

PROPIETARIO: J. CUSÍ, FARMACÉUTICO Ig^J

Figura 3."—Aortitis lnótica. ((¡rOdol.)

318

TRABAJOS OKíGtKALBS

Atendiendo al panto de la aorte prinelpalmente atacado por el proceso, se han distlng"oido diferentes formas ó variedades de aor-

•. ,

Flgiir» 4."—Aortífis aterematosa.—Estrechez é insuflclenola aórtica. . (OteerraclóB personal,)

titís, para cuya fácil comprensión juzgamos do mucha utilidad el siguiente esquema:

El trazado núra. 1 representa la confi^'uraciún normal y el número 2 la aortltis ateromatosa, cayos caracteres peculiares hemos

TRABAJOS ORIGINALES

819

indicado anteriormente. El núm.-3 corresponde á una aortitis de tipo ascendente; en ella el borde superior derecho (lado derecho del enfermo), que en lo normal debe permanecer por dentro del borde correspondiente de la aurícula, sobrepasa de éste y aparece

Á^

f K.sqnoma.

prominente y pulsátil, dato que suele ser de gran importancia diagnóstica, ya que en la silueta normal este borde, correspondiente á la vena cava superior, no ofrece pulsaciones propias y sólo las presenta cuando la aox-ta dilatada se las transmite. El ángulo formado por este borde y el de la amúcula derecha, que normalmente se halla á la altura del tercer cartílago, se encuentra más descendido hacia el diafragma y hasta puede ocurrir que el arranque dilatado de la aorta recubra en parte el borde de la aurícula. Esta variedad de aortitis es, como fácilmente se comprende, la que más suele acompañarse de lesión de las válvulas sigmoideas; también puede producir, por compresión de la cava superior, edema de la región supraclavicular ó las dilataciones venosas de la pared, á que anteriormente hemos aludido. El núm. 4 del esquema representa el tipo transverso ó del arco: la sombra radioscópica ofrece el aspecto de una maza simétrica ó prominente hacia uno ú otro lado; esta variedad suele presentar como particularidades clínicas: desviación de la tráquea, que pue-

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TltABAJOS OEjeiNALES

de ser síntoma muy precoz; compresión del esófago y recurrente, signo de Oliver-Cardarelli y pnlsaeión perceptible en el yugulum. El núm. 5 de! esquema, representa aortas con dilatación ascendente y descendente, ó sea dilatación aórtica difusa; es la forma que ofrecen las radiografías números 2 y 3, y desde luego es la forma más común y peculiar de la mesoaortitis luética. Los datos que suministra la auscultación en la mesoaortitis sifilítica son diferentes, según los casos: unas veces, son del todo nulos, pudiendo percibirse los tonos como en el estado normal; más frecuente es encontrar resonancia metálica del segundo tono aórtico, debida á la transformación esclerósica de las sigmoideas. Otras veces, las lesiones de estas válvulas dan lugar á los soplos propios de la insuflciencía é la estrechez, 6 á la combinación de ambas lesiones.. _ • Aun sin existir los soplos y síntomas propios de estas lesiones valvulares, se oye con bastante frecuencia en las aortitís nn leve soplo sistólico, de timbre muy suave, localizado en el segundo espacio intercostal derecho, que verosímilmente debe ser producido por el roce de la vena líquida contra las rugosidades de las sigmoideas. Se diferencia del soplo de la estrechez aórtica, porque no presenta la rudeza oi'dinaría de éste, ni se acompaña de las correspondientes modificaciones del pulso. ^

. ,^

Durante el curso del proceso, además de aquellas sensaciones cardiógenas, ya estudiadas, y que sacien snr síntoma precoz, aparecen pei'íodos de disnea accesional ó paroxí.stica (psoudo-asma aórtico), en cuya patogenia es muy difícil deslindar la parte que corresponde á las lesiones de la aorta ó á las del corazón, vasos y riñónos.

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También puede existir tos seca y quintosa ó vórtigos, con sensación de atontamiento y pérdida de equilibrio. No es ningún acontecinjícnto rar« \n mnfrtf «nhila, KÍn síntomas prcmonitores ó con los siyn"- ••HV,ir\o creo todavía de más valor en la clientela privada que en la clínica, pues aquí rara es la enferma que no tenga ó haya tenido blenorragia, y las anexitis reconocen casi todas este origen. Pero en la práctica privada, donde la investigación de la gonococia no es siempre fácil, el empleo de las vacunas como medio diagnóstico puede proporcionarnos datos de gran utilidad. De todo lo expuesto, para terminar, deduzco: PRIMERO

(^ue las vacunas antigonocócicas pueden prestarnos excelentes servicios en las anexitis blenorrágicas crónicas rebeldes á los demás tratamientos. HBItt'NIH)

Que aunque yo las he empleado solas para cerciorarme de su

TRABAJOS nitlOINAl.BH

347

valor, no hay inconveniente en asociarlas á los demás tratamientos clásicos (reposo, calor, ictiol, etc.), con objeto de favorecer su acción y acelerar tal vez la curación. TERCERO

Que en las anexitis muy antiguas esclerósicas con gran cantidad de tejido conjuntivo y retracción de ligamentos no se obtiene nada con las vacunas, como tampoco se obtiene con los demás tratamientos; y CUARTO

Que para orientarnos acerca del agente causal que haya podido determinar una afección anexial, tiene indudable importancia la inyección de vacunas antigonocócicas con objeto diagnóstico.

LAS IDEAS DE DÉJERINE I'OR EL DK. ABDÓN S A K C H E Z - H E R R E R O

Director del Sanatorio del Pilar. De la Beneflveiicia municipal, por opoiicldn.

Ratón de este e»tudto.—Como se trata do uno de los investigadores más autorizados entre los que figuran ahora en la escuela francesa, voy á examinar algunos juicios suyos, emitidos poco ha, acerca de la Neurastenia, para ver si son verdaderos ó falsos. En Medicina continuamos con la funesta manía de no pensar por propia cuenta, Ajándonos más en quien dice las cosas y desde donde las expresa, que en la veracidad de ellas. Es decir, en la ciencia y on la vida, juzgamos por apariencias. La consecuencia directa es el error. En ningún libro de Matemáticas veréis apenas nombres propios. ¿Sucede lo mismo en los nuestros? ¿Qué raz&n hay para que te habU tanto de la enfermedad de fíeard?—Comienza Déjerine por lamentar lo popularizado que está

348

TRABAJOS ORIOIKALBS

este nombre entre los profanos, y cree qae los médicos mismos contribuímos á extenderlo. El nombre se ha hecbo notorio, porque corresponde á una realidad viviente. Es enfermedad muy frecuente, porque pertenece á la degeneración de Dallemagne (vejez prematura, de mi padre. Cur$o de Medicina interna, tomo primero. Madrid, 1899), que lo es también. Estos enfermos de la energía pululan hoy en las grandes ciudades; no se trata de una enfermedad americana tan sólo, como pensó Beard, sino del mundo entero. Natural es que los que los ven y padecen á diario, hablen y escriban de ellos, y que estos trabajos acaben por divulgarse entre los lectores. Que no» e» difícil precisar lo» ttntoma» rteuratténico».—He aquí una proposición del Sr. Déjeriue, que Juzgo falsa. Quien haya tratado un solo nearasténico, aun cuando sea durante el periodo de sa aprendizaje clínico, como sea observador paciente y atento, no se le olvidará su imagen en toda su vida. Y si ha tenido que convivir con él, viéndole y oyéndole á diario, la impresión será aún más profunda. No es la cefalea, en casco, ni los trastornos digestivos, ni la raqnialgia, ni la amiostenia, ni el insomnio, lo intrínseco del neurasténico. Lo típico de él es el eetado de »u alma, tan característico, qae no es posible confandirlo con el de ninguna otra enfermedad. Aquí, como afaera, la luz esplendente viene de la Psicología. Andlifi».—La primera alteración que encontramos en todo sujeto neurasténico, es an egoísmo descamado. Tan intenso es, que llega al egocentrismo y hasta á la egolatría. Tal se revela al observador atento por su conducta, por sus actos, que es el lenguaje más claro para el psicólogo, puesto que éstos son la objetivación de sus ideas. 7o primero, dupui» y tiempre; tal piensan, aun cuando no lo digan. Si el primer deber de un enfermo es no haceree inaoportable, los nearasténicos no tienen ni siquiera noción de él. El segundo carácter es una especie de complacencia maligna en referir una y cien veces todas las sensaciones que experimentan, y temiendo olvidar algún detalle, todo lo consignan por

TRABAJOS ORtaiNALBS

349

escrito. Por eso, Charcot les llamaba los hombres de los papelitos. Cuando, después de oír largo rato á un enfermo, éste saca apuntes con el propósito avieso de leérnoslos de cabo á rabo, á fin, dice, de que formemos más claro y completo juicio, no cabe ya ninguna duda. El tercer síntoma es la fatiga precoz, como afirma Déjerine • El neurasténico, no sólo se cansa pronto por el esfuerzo físico, sino también por el intelectual. Grandes trabajadores intelectuales no pueden leer una página, y muchas veces les ocurre que al terminarla no se han enterado de ninguna idea. Tienen, por tanto, que abandonar sus ocupaciones, que recluirse en su domicilio y que consagrarse á recibir los cuidados de su familia. «Dusengáfiese usted, doctor—me dijo un neurasténico;—esta no será enfermedad que mate, pero no deja vivir.» «Nunca dijiste mayor verdad»—pen sé yo, viendo la angustia pintada en los semblantes de sus parientes. Es, pues, preciso, siempre que estudiemos á un neurasténico, analizar sus tres reacciones frente al mundo exterior (palabra, escritura, sexualidcui) y valorar lógicamente sus actos, desde los tiempos más remotos, en busca de los primeros delineamientos del mal. Pero, en todo caso, en el espíritu y sus reacciones, que constituyen la conducta del ser, hallaremos los datos más valiosos para llegar á la certeza diagnóstica. ¿Es un síndrome polivalentef—No participo de esta idea de Déjerine. Yo creo que los síntomas psíquicos de la neurastenia no pueden confundirse con nada. Para mí, es un término serial de la generación, de pronóstico siempre reservado, curable en principio, aunque incurada de hecho la mayor parte de las veces; podemos quitar lo que de ella se ve, y obtener así éxitos momentáneos; no arrancar la raíz, que es el proceso de la vejez prematura, el cual continuará su marcha inexorable. Como la mayor parte de los autores extranjeros, entre ellos Déjerine (¿por qué no decirlo, si es verdad?), ignoran aquél, creen que siempre detrás de la neurastenia se ocultan enfermedades con lesiones anatómicas demostrables, y nuestro autor no pierde tan buena ocasión para recomendar á sus lectores su detenida indagación. Esi que la Medicina

350

TKABAJOS ORIOINALI»

moderna, que no ha sabido aun traspasar el período anatómico, tiene repugnancia instintiva por estas enfermedades de la energía (neurastenia, psicastenia, hipocondría, histerismo), porque no caben dentro del cuadro que á priori se ha trazado, en el cual (|uiere acomodarlas por fuerza, como en un nuevo lecho de Procusto. La misma realidad la está diciendo, por medio de los fenómenos, que desde hace siglos sigue su camino falso. Tardará en oír; pero al cabo oirá, y entonces entrará en la vía psicológica, donde la espera su verdadera grandeza. Errores diagnósticos.—Apenas

puedo explicarme los que se

cometen en Francia, y que refiere Déjerine. Sólo una observación precipitada ó el conocimiento insuficiente de los cuadros clínicos respectivos puede disculparlos. ¿Puede confundirse una neurastenia con una parálisis general incipiente? Xo. Porque la etiología es distinta. En la neurastenia, causas emocionales y de fatiga, asentando, sobre una predisposición neuropática congénita. En la parálisis general, como psicosis toxi-infecciosa, sífilis, alcohol, plomo. En la neurastenia, los caracteres del espíritu que atrás quedan mencionados, ¿presentan alguna analogía con los trastornos intelectuales de los paralíticos, tan precoces y tan típicos? Ninguna, en absoluto. ¿Es parecida la evolución? Ni pensarlo. La parálisis general, como encefalopatía orgánica, da basta á los profanos la idea de algo muy grave y muy hondo, que no puede curarse, ni siquiera ser detenido en su curso fatal hacia la muerte. Todos sabemos, en cambio, que la inmensa mayoría de los neurasténicos continúan en la vida social atormentando á sus familias y haciéndolas perder dosis enormes de tiempo y energía. Sólo un número insignificante se aislan. ¿p]n qué se basan los que sostienen que ambos males paeden ser confundidos?

t^'-

W

Revista Ibero Americana

de Ciencias

Médicas

ÚLCERA DE ESTÓMAGO Ful. PipiiUH

TA1.I.KHE8 .STAMPA" S. MATEO, 28

NOTAS CLÍNICAS

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ANEURISMA FUSIFORME DE LA POPLÍTEA DERECHA Historia ollnica núm. 1. Francisco Guillen, de cuarenta años, casado, natural de Murcia, de oficio peluquero, ha tenido cuatro hijos: dos que viven en perfecto estado de salud, uno que nació muerto y otro que murió á los pocos meses, de pulmonía. A los seis meses se quedó sin madre, siendo amamantado por varias amas; durante la lactancia por la última de éstas, que duró cinco meses, se le presentaron unas costras en la cabeza, que la cubrían en su totalidad, perdiendo el cuero cabelludo, cejas y pestañas; reconocida aquélla por el médico, la diagnosticó de sifilítica, y fué despedida, continuando algunos meses más su crianza con biberón. No fué sometido á tratamiento ninguno, y desde su infancia hasta la edad de treinta y tantos años ha padecido gran número de manifestaciones cutáneas (erupciones y ulceraciones), indudablemente de naturaleza sifilítica. Hace un año, empezó á notar ligero dolor y cansancio de la pierna derecha, y en este último otoño se apreció ya un tumor en la curva, cuyo crecimiento notaba. Reconocido en nuestra consulta el día 2 de Diciembre, se apreciaba efectivamente un tumor pulsátil, alargado y con un soplo característico y bien claro por la auscultación; se diagnosticó, pues, de aneurisma de la región poplítea de la pierna derecha. Se le propuso la operación, que aceptó; pero, en vista de sus antecedentes y aunque en la actualidad no presentaba manifestación ninguna sifilítica, se le mandó al Laboratorio para que se le hiciera la reacción de Wassermann, que resultó potitiva intensa, según el certificado del Dr. Hiera. Así las cosas, hubo de aplazarse su intervención, encomedándolo al Dr. Sampelayo para el tratamiento de su estado general, el cual, al mes y medio á sus cuidados, le puso dos inyecciones de TOMO XXXIII.-B

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354

NOTAS C L Í N I C A H

neosalvarsán y doce de cianoro de mercarlo, dándole de alta para pasar de nnevo á nuestras manos. Ingresado en este Instituto con fecha 15 do Enero, fué operado el 23 por mi querido Jefe el Dr. Slocker. Previa anestesia clorofórmica, incíndió la piel y tejidos sabyacentes, disecados con exquisito celo, hasta llegar al saco; buscó el extremo superior de la artería, pasó una ligadura sin apretar; pero en previsión, y por debajo de ella, colocó una pinza para suprimir la llegada de sangre; proponiéndose hacer la extirpación del saco aneurismático solamente, que es el ideal de estas intervenciones, tuvo que variar de proceder, por tratarse de un aneurisma fusiforme, y procedió á la ligadura de los dos extremos y sección de la bolsa, previamente abierta y vaciada de sus coágulos; la disección de la bolsa fué empresa difícil, aunque hábilmente vencida, haciéndonos notar que, al contrario de lo que suele suceder, la pared más gruesa de ella era la que se hallaba en contacto del hueso. Tan feliz como resultó el acto operatorio, fué el corso posterior; pues, restablecida la circulación colateral inmediatamente, la pierna conservó so calor desde los primeros instantes, y no se ha apreciado el menor indicio de compromiso en ella; cicatrizado por primera intención, ha sido dado de alta, completamente corado, con fecha 11 de Febrero; es, pues, un caso afortonadísimo de los machos qoe honran á noestro jefe, y qoe por esto merece ser consignado.

DOS QUISTES HIDATÍDICOS DE LA REGIÓN GLÚTEA IZQUIERDA Hiatorim olínloa núm. 3. Josto Cenalmor, de veintisiete afios, soltero, natoral de Avila y de oficio cantero, sin antecedentes patológicos ni hereditarios dignos de mención.

NUTAH CLlNIOAN

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Se presentó en nuestra consulta, el día 20 de Enero, diciendo que desde la edad de quince años empezó á notar en la región glútea un tumorcito, del tamaño de una nuez, que, sin producirle dolor ni molestia alguna y permaneciendo estacionado por espacio de once aflos, lo dio en crecer en este último hasta adquirir el tamaño actual. T^ inspección y palpación nos denuncian un tumor en la región glútea izquierda, alargado, cuyo diámetro mayor es el yertical, y lobulado, de consistencia semiblanda, perfectamente deslizable, indoloro espontáneamente y á la presión, de un tamaño aproximado á dos naranjas grandes unidas por uno de sus polos. Se diagnostica de lipoma encapsulado de la región glútea izquierda, aconsejándole la intervención. El día 8 de Febrero llevé ésta á cabo, ayudado por mi querido compañero el Dr. Pallares, previa anestesia con una solución de novocaína y suprarrenina cMeister Lucius» B., al 2 por 100. Hecha la incisión de la piel y tejidos limítrofes, siguiendo el eje mayor y en una extensión de unos 10 centímetros, ya á la vista del tumor, comprendimos que se trataba de algo quístico, é inmediatamente, al disecar la aponeurosis del glúteo mediano, polo superior del tumor, empieza la salida de pus é hidátides, hijas muertas que nos denuncian el error diagnóstico; incindí ampliamente la adventicia, resequé cuanto pude, y fuera ya la germinativa, me dirijo al otro quiste, situado en plena región del glúteo mayor; intento sacarlo entero, pero fué imposible por el gran número de adherencias que tenía, sobre todo una de ellas, muy fuerte, insertada en la cara posterior del sacro, y en cuya disección se nos rompió; éste no estaba supurado ni tenía hidátides hijas; con unos puntos de sutura y el drenado consiguiente, di por terminada la intervención. Este caso nos demuestra una vez más la variedad de asientos de que es susceptible la tenia equinococcus, pues no hay órgano oi región que no sea asequible á ella. DR. J. LÁZASO-ADRADAS

REVISTA DE ESPECIALIDADES

ANESTESIA LOCAL Sociedad da Cimcia de Parto. [ReviMa de Medicina y Cirugía Prácticas, Septiembre 1914.) El Dr. Reclus: El Dr. Schwartz nos ha enviado una Memoria acerca de esta anestesia. He de hacer constar que hace cerca de veintisiete años la preconicé por primera vez, fundado en la experiencia de 111 casos. Mi comunicación tuvo entonces escasa aceptación. La cocaína se conceptuaba peligrosa, á pesar de que exponía menos que el cloroformo á los accidentes tardíos. He sus tituído luego la cocaína por la solución de novocaína y adrenalina cuyo poder anestésico es tan intenso, no teniendo, en cambio, peli gro alguno; su fórmula es: suero fisiológico, 100 gramos; no vocaína, 50 centigramos; solución de andrenalina al milésimo 25 gotas. El Dr. Sehtcartz: Ha dividido su Memoria en dos partes: en la primera enumera las operaciones que deben ser practicadas por (!Ste método de anestesia, laparotomías exploradoras, eventraciones, quistes hidatídicos de hígado, cura de hernias, gastrotomias, ano artificial, etc., etc.; en la segunda parte pasa revista á las operaciones que pueden hacerse con esta anestesia localizada, haciendo notar que sí por insuficiencia de la misma es preciso recurrir al cloroformo, se evitan los accidentes que pueden ocurrir al comienzo de la misma; además, previene los accidentes tardíos debidos al cloroformo. Pueden inyectarse sin riesgo alguno 150 y 200 c. c. de la disolución; pero Juzgo inútil llegar á esta dosis; con 100 c. c. como máximum se obtiene un campo operatorio suficiente para practicar todas las intervenciones, á condición de esperar ¿ que se obtenga una insensibilidad completa antes do empezar á operar.

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El Dr. Chapul: Hace tiempo que vengo usando la técnica de Keclus con éxito; no obstante, reservo esta anestesia para operaciones regladas y poco cruentas y para enfermos caquécticos; la anestesia lumbar me da buenos resultados y no expone á peligros. EH Dr. Tuffler: En el último Congreso de I^onilres se discutieron los distintos modos de anestesia general lumbar, localizada y regional. Creo que la anestesia local se ha beneficiado con los descubrimientos consecutivos á la evolución de las substancias químicas y con la mejoría de la técnica. No la utilizo en las operaciones no regladas, porque la creo insuficiente para suprimir el dolor durante maniobras algo violentas, exploradoras, de disección obtusa, etc. El Dr. Lejart: Considero como excelente el método cuando se practica en buenas condiciones, y desearía poder ponerlo en prác tica más á menudo; pero tiene un inconveniente, y es que requiere mucho tiempo. En las operaciones de estómago, para las cuales la preconiza el Dr. Schwartz, está muy indicada en ciertos casos de gastrostomía y de gastroenterostomía; con ella se evitan complicaciones pulmonares observadas frecuentemente después de las anestesias generales, pero no es absolutamente preciso. El Dr. Walter: He practicado muchas intervenciones de Cirugía menor con anestesia local, desde que se ha introducido el uso de la mezcla de novocaína suprarrenina en lugar de la cocaína. En las intervenciones abdominales no será utilizada más que cuando hayan de ser breves localizadas y regladas. Así la he usado en la apendicitis, y los resultados han sido excelentes en los tuberculosos, por ejemplo. Pero no es siempre factible, porque la intervención no siempre es sencilla. Tampoco puede ser empleada en los niños y personas nerviosas é impresionables. Además implica gran pérdida de tiempo. Eíl Dr. Morettin: Creo que la anestesia local debe substituir en muchos casos á la anestesia general. Ante todo, en los individuos de edad, debilitados; en cirugía de las extremidades tiene maravillosas aplicaciones; en la cara y cavidad bucofaringea; en las autoplastias de los labios y en la loucoplasia lingual (anestesiando el nervio lingual). La anestesia general es mejor para los cánceres de la lengua, porque así se hace más minuciosamente el vaciamiento ganglionar. El Dr. Hartmann piensa como el Dr. Lejars, pero cree que las

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complicaciones palmonarss aparecen lo mismo con anestesia local que con la general. El Dr. Recluí: Jamás he desechado en absoluto el cloroformo. A pesar de la extensión que doy al empleo de la cocaína, no recurro á ella más que cuando existen serios peligros de muerte; en cirugía abdominal sólo la empleo siendo posible. DR. KDUARDO PINA

CARDIOLOGÍA Oénesls que se debe aceptar como mA« probable para explicar los •opios cardiacos anorcanicos, por el Dr. Max Gonzaleg Alaechea. (trónica Médica, de LiniH.) El autor explica la existencia de los soplos funcionales, afirmando con exactitud la teoría de Halfour, ya ratificada por Heuschen, que atribuye el soplo á una insuficiencia funcional de la mitral por dilatación del ventrículo izquierdo. Se funda para ello en los datos de gran valor clínico que á continuación exponemos: A la inspección, presentan estos enfermos una disminución en la energía del choque de la punta; á la palpación, estremecimiento cardíaco; á la percnsión, aumento de la zona de macidez del ángulo de la punta, tomando ana forma ovalar, propia de la dilatación del ventrículo izquierdo, y no de la hipertrofia, que desciende mucho y es muy aguda, ni de dilatación ó hipertrofia del ventrículo derecho, que en este caso la macidez sobrepasa el esternón. En esta dilatación constituida del ventrículo izquierdo, no pudiendo la válvula mitral y sus cuerdas seguir al miocardio en su dilatación, en virtud de su inextensibilidad, se hace insuficiente para interrumpir la comunicación entre la aurícula y el ventrículo, y entonces hay una corriente de retroceso que ocasiona el estremecimiento y demás fenómenos. La causa de la dilatación ventricular es producida por las defectuosas condiciones de nutrición del corazón, por contar con una sangre pobre en hemoglobina. En los gruesos vasos hay también disminución en la tonicidad de sus paredes, y, por tanto, gran facilidad para dilatarse. DR. RoDHtouBZ ZúfiíOA

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CIRUGÍA GENERAL Tratamiento operatorio de la coiwtlpacióa rebelde por un nuevo pro> cedlmlento, por E. Ruge XFranckfurt tur Oder). (Archiv für Klinische Chirurgie, tomo CIV, fac. 3. Mayo 1914, con 13 ñgt.) Después de hacer un estudio de los diversos tratamientos operatorios propuestos hasta el día para el tratamiento de la constipación rebelde, el autor habla de este nuevo modo de proceder suyo que ha tenido ocasión de emplear en dos casos, quedando satisfecho de los resultados. Su método consiste en practicar una íleo-sigmoidostomía latero-lateral, después de la sección de la porción terminal del intestino delgado, con enterramiento ú ocultación de las dos bocas intestinales de esta suerte creadas. La originalidad del método estriba en que, por encima de la anastomosis. Ruge practica un estrechamiento incompleto del colon, con lo que impide el reflujo de las materias á la porción excluida, y permite, por tanto, el drenaje de esta última. I>a estrechez la hace tomando de la hoja anterior de la vaina del recto un colgajo aponeurótico, de medio centímetro de ancho, el cual rodea en forma de anillo al colon y cuyas extremidades son suturadas con catgut, teniendo cuidado de no apretar demasiado, y ocultándole después por una sutura seroserosa circular. En los dos pacientes en quienes lo ha ejecutado, y á los que ha podido seguir durante un afio y siete meses, respectivamente, los efectos no han podido ser más halagüeños: hacen de una á dos cámaras pastosas diarias; no presentan ningún síntoma serio por parte de la zona excluida,en la que no penetra, ó lo hace con dificultad, el lavado con bismuto, y su estado general se ha modificado notablemente, siendo los pacientes los primeros en reconocerlo. DK. JUAN A. GUTIAKKBK

CORAZÓN Y VASOS La corea del ooraaón, por Aubertlu et Parvu. (Árch. de» mal. du Coeur, Marzo 1914.) Se sabe que la corea se acompaña frecuentemente de complicaciones cardíacas, y es un hecho bien conocido que los casos raros en que la corea termina por la muerte, ésta es debida al corazón.

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Fuera de estos casos mortales, es indiscutible que uno de los elementos que agravan el pronóstico es la posibilidad de una afee» ción valvular que persista indefinidamente. Pero no solamente es la endocarditis complicación hasta ahora la más conocida, sino que se puede observar una verdadera participación del músculo cardíaco en los movimientos coreicos; es, propiamente hablando, la «corea del corazón». La corea del corazón se ha considerado como muy rara por los pediatras, hasta el panto que ciertos autores han negado su existencia, y los que la admitían lo estudiaron muy imperfectamente. Según Aubertin y Parvu, machos casos diagnosticados de tal, deben ser eliminados, tales como cuando existe una lesión valvular concomitante, ó cuando una arritmia coexiste con soplos accidentales y pasajeros. El diagnóstico de corea cardíaco sólo puede formularse cuando exista arritmia sin soplo en el curso de una corea intensa, y aquélla mejore á la vez que ésta. F]l caso de los autores era una niña de nueve años que llevaron al Hospital Trousseau. Esta niña no tenía antecedentes de reumatismo ni de otras infecciones graves, lo mismo hereditarios que personales. La corea era muy intensa; todo el cuerpo de la niña estaba cubierto de equimosis producidas por las repetidas caídas, y los movimientos coreicos, muy desordenados, aun en la car* y lengua y velo del paladar, persistían durante el sueño. Sólo la musculatura propia del globo ocular permanecía intacta. Los reflejos cutáneos y tendinosos eran normales; el signo de Habinski no existía; la respiración era muy irregular, por las desiguales contracciones de los esterno-mastoideos y del diafragma, según demostró la radioscopia. El pulso, á HO, era extremadamente irregular; había de 20 á 25 intermitencias por minuto; ni la fatiga ni el esfuerzo modificaban esta arritmia. A la auscultación, la arritmia llamaba la atención por su intensidad; era más marcada que por el pulso. Los tonos cardíacos conservaban toda su fuerza, y parecían más enérgicos que en estado normal. Xo había soplos ni estremecimientos en ningún orificio. El corazón era normal, lo mismo que la tensión arterial. Tampoco existía ningún síntoma de insuficiencia cardíaca. ÍJO. radioscopia confirma la existencia de la arritmia sin dilatación de corazón.

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Vistos estos síntomas y la ausencia de todo signo de endocarditis, los autores diagnosticaron el caso de «corea del corazón». Critica.—De modo que siempre que exista una arritmia sin soplos, en un coreico, estaremos autorizados, según estos autores, para diagnosticar «corea del corazón». ¡Es tremendo! ¡Asi se hace ciencia! Lógicamente, cuando se vea una arritmia pura, sin soplos, en un escarlatinoso, diremos con igual motivo: «escarlatina del corazón». Y no es indiferente sustantivar ó adjetivar de cualquier manera. Porque, por lo menos en castellano, si decimos «escarlatina del corazón», se entenderá que este órgano es asiento de un proceso análogo al de la piel; mientras que si decimos «corazón escarlatinoso», es claro que se sobrentiende que este órgano sufre ó padece á tu manera, es decir, tal como él puede hacerlo, d consecuencia 6 con motivo de la infección escarlatinosa. Por consiguiente, nosotros aceptamos la historia del caso de los Sres. Anbertin y Parvu, en el sentido de una arritmia en la corea, lo mismo que admitimos una endocarditi$ coréica; pero nos llenaría de espanto si se nos dijera que había una corea endocardüica. DR A. MÜT

HUESOS Y ARTICULACIONES De le metataraalgle (enfermedad de Morton), por Bassetta. (Árchivio di Ortopedia, Diciembre 1914.) Con motivo de un enfermo afecto de esta dolencia, y tratado con éxito, hace el Dr. Bassetta un estudio detallado de la metatarsalgia, dando á conocer las diversas interpretaciones que se le ha dado, desde Morton, que en el año 1876 publicaba su primera observación, hasta el momento actual. Para Morton, que titulaba su trabajo I^cuiiar afección de la cuarta articulación metatartofaidngica, era una neuralgia del nervio plantar externo, que circula por entre el cuarto y quinto metatarsianos. Después aparecieron otros trabajos, y unos, como (jregoire dice, que depende de un neuroma traumático del nervio digital planter; otros, como Seizt supone, que so trata de un osteofito do la cabeza metatarsiana, hasta que Kougthon, priinero, luego Goldtwait, Hoffa, Lehr, Mackenzie Forbes, van por otros caminos pa-

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togénicoB; y aunque admiten el hecho neurálgico, lo creen secundario y dependiente de una lesión estática de la parte anterior del pie: casi todos están conformes en que el arco transversal de la bóveda se modifica, se aplasta y es cansa de la metatarsalgia. Por eso también, la terapéutica, que se reducía en tiempos de Morton á la resección de la cabeza del cuarto metatarsiano, ó de la articulación metatarsofalángica, ó h^sta, algunas veces, la resección se extendió á la tercera y quinta cat)eza metatarsianas, se ha modificado y es exclusivamente ortopédica de un modo incruento. Mollíere se vale de una ampolla de caucho, que pone en la suela del zapato, con el fin de reformar la arcada metatársica; Franke y Joochunstal recurren á la suela do goma ó de celuloide, oportunamente construida. Lange, después de inmovilizar el pie durante tres semanas con un vendaje enyesado, hace construir una suela de fieltro suficientemente curvada, para que modifique el arco del metatarso. Baeyer, Lehr, Uohman, con el mismo fin construyen aparatos de celuloide ó de cuero, que modifican la bóveda metatarsiana ó que impiden que ésta se altere. He aquí el caso del Dr. Bassetta y el procedimiento que ha seguido para obtener la curación. La historia que traza del enfermo es minuciosa, y no es oportuno reseñarla íntegra; diremos de ella los puntos más salientes. Es un muchacho de diez y seis años, que viene padeciendo de su pie izquierdo desde hace uno. Las molestias do este pie consisten en un dolor localizado al nivel de la articulación metatarso-falángica IV, que se irradiaba á la V y III: dolor á la presión y á la compresión lateral. El andar del enfermo es característico, lo hace pisando con el talón y llevando el pie en flexión dorsal. Las radiografías son muy interesantes y muy necesarias en estos casos; comparando las del pie enfermo con las del sano, se encuentran notables diferencias. I^ sombra esquelética es más turbia en el lado enfermo que en el sano; los contornos, sin embargo, son normales; se distinguen aunque envolviendo una estructura ósea más pálida que lo ordinario. Más interesante que este detalle es el siguiente: los motatarsianos están en el pie enfermo muy aproximados, estrechamente adosados; tanto, que los espacios intermetatarsianos son

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más reducidos en el lado izquierdo que en el derecho. El tercer espacio está casi obliterado; reducido el segundo; y aunque menos, también algo el primero y cuarto. Como consecuencia de esto, las cabezas de los metatarsianos II, III y IV están adosadas, como amontonadas, carácter que no se aprecia en el lado sano, que se hallan visiblemente separadas. No despreciableb datos clínicos proporciona el vaciado de los pies en una papilla de escayola. El calco en yeso, del lado sano, da una arcada metatársica cóncava, ó, mejor dicho, con vértice en la parte alta; el calco del pie afecto aparece aplastado como una línea recta, y á veces hasta convexa inferiormente, á la inversa que en el otro. El procedimiento que ha seguido H. para curar á este enfermo ha sido el siguiente: Para que cediera la fuerza de los extensores que mantenían el pie en flexión dorsal forzada, apretó un tubo de goma á la parte alta de la pierna, al nivel de la cabeza del peroné, con el objeto de estrangular el ciático poplíteo extemo (experimento de Anzollette); al cabo de veinticinco minutos, la impotencia funcional de los extensores es completa, y en cambio persiste la de losflexores;el pie cae y queda on equinismo. En esta actitud, pone un vendaje de yeso desde los dedos hasta la parte alta de la pierna, corrigiendo más el equinismo y abduciendo el metatarso, es decir, tirando de éste hacia el lado externo y del tarso posterior hacia el interno: al cuajar la escayola, modela la concavidad metatarslana, y hasta la exagera en el sentido de convexidad dorsal. Durante el tiempo que llevó este vendaje (un mes) se le obligaba al enfermo á hacer ejercicios de contracción de músculos flexores dentro del aposito enyesado. Pasado este tiempo, se le puso una suela abombada, en relación con el arco metatarsiano. El dolor ha desaparecido; el pie adquiere su normalidad; la bóveda metatarslana está perfectamente reconstituida, y el muchacho vuelve á su ocupación habitual, sin sentir ningún dolor. H. hizo otras radiografías, y pudo observar notables modlflcaclones. La adducción del pie ha desaparecido; los espacios intermetatarslanos se aprecian mejor; las cabezas metatarslanas están desunidas y distanciadas las unas de las otras. La estructura ósea

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también se ha modificado, en el sentido de mejor nutrición del esqueleto. Al final del artículo dice que el concepto de Morton de estiramiento ó compresión de nervios, como causa de la metatarsalgia, se ha conservado; pero es explicable modernamente por nn cambio en la estética del pie: es un pie plano anterior, en el que la bóveda del metatarso se ha hundido, y ha traído, como consecuencia, distensiones de ligamentos, pérdida de relaciones de superficies articulares, modificaciones en la arquitectura de metatarso, y todos estos cambios determinan, como es natural, traumatismos constantes de los filetes nerviosos, que son abundantísimos en la línea meta társica. Dii. RioyALiuo

PEDIATHÍA Bl UM de vacnnas en el tratamiento d« UM portadores de difteria, por Well. (LarungoBcope, XXIV, pág. 804, 1914.) Weil ha tratado veinticinco niños de cinco á quince años de edad, tres de los cuales tenían otitis media supurada conteniendo ol bacilo, con vacuna comercial y siguiendo, en los casos fracasados, con una mezcla de vacuna obtenida de los casos positivos en los que se demostró mayor número de bacilos. La dosis inicial de vacuna comercial osciló entre 20 y 40 millones, y se fué aumentando cada tres ó cuatro días hasta un máximo de 400 millones: á cada paciente se Ic dieron seis dosis. La dosis inicial de vacuna mezclada fué .300 millones, acrecentándose rápidamente hasta alcanzar la de 1.400 millones: se propinaron cinco dosis. No obstante ser grandes estas dosis, no causaron ningún aumento de temperatura ni ningún otro signo de reacción general y fueron más eficaces que las pequeñas. VA resultado del tratamiento se redujo á una disminución (I>1 número de bacilos, por

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