Surrealismo Superrealismo o suprarrealismo, (para quienes prefieren una versión más precisa del francés sur−réalisme), lanzó su primer manifiesto en 1924, firmado por André Breton, Louis Aragon, Paul Eluard, Benjamin Péret, entre otros. Allí es definido como "automatismo psíquico puro" que intenta expresar "el funcionamiento real del pensamiento". La importancia del mundo del inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños conectan al surrealismo con los principios del psicoanálisis. En una primera etapa, el movimiento buscó conciliar psicoanálisis y marxismo, y se propuso romper con todo convencionalismo mental y artístico. En España no llegó a constituir una escuela aunque muchos escritores, aun los que han negado su adscripción al movimiento, reflejan la influencia de la estética surrealista. Según Luis Cernuda, pueden considerarse surrealistas obras como Poeta en Nueva York (a la que habría que agregar obras teatrales como Así que pasen cinco años, El público y Comedia sin título) de Federico García Lorca; Sobre los ángeles de Rafael Alberti; y, sobre todo, Espadas como labios, Pasión de la tierra y La destrucción o el amor de Vicente Aleixandre. El surrealismo tuvo gran difusión en las islas Canarias, donde sobresalen Pedro García Cabrera (1906−1981), autor de Transparencias fugadas y Entre la guerra y tú, y Agustín Espinosa (1897−1939), quien, en Crimen (1934 fue el año de su publicación definitiva), transita géneros literarios diversos: novela, poema, relato breve, diario. En Cataluña, cabe mencionar a J.V. Foix y Juan Eduardo Cirlot. En los países hispanoamericanos también tuvo eco el movimiento surrealista: Pablo Neruda en Chile, quien pasó por Madrid en 1935 y lanzó su manifiesto "Sobre una poesía sin pureza"; Olga Orozco y Enrique Molina en Argentina; César Vallejo en Perú, a pesar de su condena de Breton por el abandono del marxismo; en Cuba Alejo Carpentier, quien elogia la aparición del surrealismo como una victoria sobre el supuesto escepticismo de las nuevas generaciones; en México Octavio Paz, quien ha sabido incorporar en sus reflexiones sobre la imagen y la creación literaria los hallazgos del surrealismo. Tanto en España como en la mayor parte de los países hispanoamericanos, florecieron movimientos literarios que reflejaron o recrearon las vanguardias literarias de las primeras décadas del siglo XX. En mayo de 1968, en Francia, se recuperaron como consignas y guías para la acción muchas frases surrealistas, especialmente las que destacan el poder revolucionario del sueño. Julio Cortázar las ha recogido en Último Round: "El sueño es realidad"; "Sean realistas: pidan lo imposible"; "¡Abajo el realismo socialista! ¡Viva el surrealismo!; "Hay que explorar sistemáticamente el azar"; "Durmiendo se trabaja mejor: formen comités de sueños". Al comienzo del siglo XX se dio cierta continuidad con respecto a la poesía de finales de XIX y, al mismo tiempo, se registró un rechazo de la novela naturalista. En general, la literatura se mantuvo ligada a las luchas políticas y sociales de la tercera república. Tras la primera guerra mundial, la corriente surrealista, de la formaron parte Andre Breton, Louis Aragon y Paul Eluard, subvirtió la mayoría de los valores establecidos, incluidos los métodos tradicionales de percepción. Las novelas Nadja (1928) y Le Paysan de Paris (1926; el campesino de Paris) de Breton y Aragon, respectivamente fueron dos de las más importantes contribuciones a las nuevas y experimentales técnicas narrativas. Otras obras notables del periodo de entre−guerras fueron sobre todo las de Francois Mauriac, como Noeud de viperes (1932; nido de víboras), en el estilo tradicional de la novela psicológica, y, en otro contexto, Vol de nuit (1931; vuelo nocturno), de Antoine de Saint− Exupéry, quien posteriormente realizaría una brillante incursión en el campo de la literatura infantil con el cuento Le petit prince (1943; el principito). El ámbito teatral tuvo como figuras dominantes a los dramaturgos Jean Cocteau y Jean Giraudoux. A partir de la década de 1920 comenzó a acusarse en Hispanoamérica la influencia de los movimientos de vanguardia europeos, cuya nota común fue la violenta experimentación formal. La corriente que dejo más huella fue el surrealismo, que defendía una libre expresión del inconsciente en la creación artística. Uno de los primeros vanguardistas hispanoamericanos fue el chileno Vicente Huidobro, fundador del movimiento 1
, que propugnaba el logro de una poesía completamente abstraída de la realidad. César Vallejo, peruano, fue uno de los poetas que dieron mayor expresión al dolor humano, unido a la protesta social. Sus poemarios Trilce (1922) y Poemas Humanos (1939) fueron títulos clásicos de la poesía de vanguardia, y en ellos rompía violentamente con las formas tradicionales y sometía el lenguaje a todo tipo de experimentos. El chileno Pablo Neruda conoció una etapa de influencia surrealista representada por Residencia en la tierra (1933−1935), que ofrecía una visión alucinada del ser humano. En canto general (1950), su libro mas ambicioso, mostraba una concepción vitalista del hombre, en parte basaba su fe en el marxismo en esta obra cantó su visión de la realidad americana con tono solidario y vibrante. Similares preocupaciones humanísticas afloraron en su producción posterior, y en Odas elementales (1954−1957) utilizó como motivos poéticos los temas mas insignificantes. Bajo el rótulo de se suele comprender a una serie de poetas que se situaron al margen de la vanguardia, aunque en ocasiones procedieran de ella y no dejasen de acusar muchos de ellos un fuerte influjo del surrealismo. Se observaba en estos poetas un equilibrio entre tradición y renovación y entre clasicismo y modernidad. Aquí cabría incluir al argentino Jorge Luis Borges en aquellos años. Aunque a principios de la década de 1920 fue uno de los impulsores del movimiento vanguardista conocido como ultraísmo, pronto lo abandono para realizar una poesía de singular depuración que reflejaba su amor por su tierra natal, su conocimiento de la cultura europea y su preocupación por los temas filosóficos, elementos recurrentes en la obra de Borges. En la línea de la poesía pura destacó un grupo de poetas mexicanos que recibieron el nombre de y que compartieron un notable refinamiento formal. Entre ellos destacaron Carlos Pellicer, brillante colorista y con una vena lírica exuberante; José Gorotiza, de firme inspiración clásica; Xavier Villaurrutia, cuyas tensas imágenes revelaban alusiones metafísicas; y Jaime Torres Bodet, que se inició en el surrealismo para mas tarde tratar todo tipo de formas y contenidos. Cabe también incluir dentro de la poesía pura al grupo colombiano denominado , en el que se distinguió Eduardo Carranza, y al ecuatoriano Jorge Carrera Andrade. Paralelamente en la década de 1930 se desarrolló en las Antillas una corriente poética de gran significación: la llamada y a menudo que aspiraba a reflejar la cultura ancestral heredada de África al mismo tiempo que expresaba reivindicaciones sociales. Sobresalieron el puertorriqueño Luis Pales Matos, el cubano Emilio Ballagas y, sobre todo, su compatriota Nicolás Guillén. Sería posible abarcar todo el conjunto de grupos y corrientes poéticas que continuaron surgiendo a partir de 1945. En líneas generales, cabría señalar una tendencia experimental y con influencia del surrealismo, representaba por autores como la costarricense Eunice Odio, el chileno Braulio Arenas y el argentino Ricardo Molina. La gravedad y las preocupaciones de índole existencialista y metafísica caracterizarían a los poetas argentinos de la llamada generación de 1940 −Alberto Girri−. La mexicana Rosario Castellanos combinó lirismo y solidaridad, y su compatriota Efraín Huerta cultivo la poesía social, al igual que el nicaragüense Ernesto Cardenal y el chileno Nicanor Parra, impulsor del popularismo. Figuras notables, en fin, serían el mexicano Ali Chumacero, de tendencia hermética, y la uruguaya Cristina Peri Rossi, también destacada narradora. El autor de mayor resonancia internacional fue el mexicano Octavio Paz, que en colecciones como Libertad bajo palabra (1935−1957), Salamandra (1958−1931) y ladera este (1962−1968) integró elementos tan diversos como la preocupación social, la herencia surrealista, el experimentalismo formal, las tradiciones populares y el misticismo oriental. José Emiliano Pacheco ofreció, a su vez, una poesía personal de gran refinamiento formal. El surrealismo ocupó un lugar bien importante y diferente dentro del confuso concierto de las vanguardias; éstas casi se habían limitado a proclamar la destrucción de todo lo pasado, la ruptura con la tradición se convirtió en su tradición. El surrealismo, sin ser ajeno a esta voluntad renovadora, dio un paso adelante con respecto a sus contemporáneos; no se limitó a destruir, sino que señaló un rumbo, retomó elementos del pasado y trazó un propósito: construir, proponer, afirmar en vez de negar, buscar salidas a la crisis. El 2
surrealismo rompió con la tradición de la ruptura. Es por eso que el surrealismo reconocía sus fuentes en la novela gótica y en la literatura fantástica, en el romanticismo alemán (Hölderin, Novalis, Arnim, etc), en los logro s de los simbolistas y videntes franceses (Hugo, Nerval, Rimbabaud, Baudelaire, Lautréamont, Mallarmé, Verlaine), en el cubismo pictórico (Picasso, Braque, Gris, Léger), y en los que fueron sus más directos precursores: Apollinaire y Reverdy. Pablo Neruda RICARDO ELICER NEFTALI REYES Y BASOALTO, Pablo Neruda, premio Nobel de Literatura y político, nació en Parral, región campesina del Sur de Chile, el 12 de julio de 1902. Estudió en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Santiago de Chile, pero pronto dio muestras de su vocación literaria y de su aptitud para la poesía. Su primer libro de poemas se publicó en 1923 y llevaba por titulo "Crepusculario". Otras obras importantes fueron: "Canción de la Fiesta", "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", "Tentativa del hombre infinito", "Resistencia en la Tierra", "El hondero entusiasta", "España en el corazón", "Tercera residencia", "Dulce Patria", "Canto general", "Todo el amoe", "Odas elementales", "Las uvas y el viento",etc. Falleció en Santiago de Chile el 23 de septiembre de 1973. Federico García Lorca Nacido en Fuente Vaqueros (Granada), Lorca estudió letras en la universidad de Granada y música con Manuel de Falla, fue unas de las puntas del triángulo surrealista formado por él, Salvador Dalí y Luis Buñuel, atraídos por el tremendo significado del manifiesto surrealista de André Breton . En 1929−30 visitó los Estados Unidos (Poeta en Nueva York) y cuba, y en 1933 a Buenos Aires y Montevideo. Durante la república fundó y dirigió "La Barraca", un grupo de teatro universitario que recorrió muchos pueblos. Murió poco después de empezar la guerra civil, en Víznar (Granada), fusilado por los nacionalistas en una cuneta del camino. Olga Orozco Olga Orozco nació el 17 de marzo de 1920 en Toay, La Pampa. Olga adoptó como apellido literario el de su madre; su padre, siciliano de Capo d' Orlando, se llamaba Carmelo Gugliotta; su madre era Cecilia Orozco, nacida en San Luis. En los 60 trabajaba como redactora en la revista Claudia. −"Los poetas que tuvieron influencia sobre mi −señala− fueron San Juan de la Cruz, Rimbaud, Nerval, Baudelaire, Milosz, Rilke.− Su primer libro, Desde lejos (1946), Las muertes (1952), Los juegos peligrosos (1962), La oscuridad es otro sol (1962), Museo salvaje (1974), Cantos a Berenice (1977), Mutaciones de la realidad (1979), La noche a la deriva (1984), En el revés del cielo (1987), Con esta boca, en este mundo (1994), espléndido conjunto de refinada calidad literaria. En los 90 muere su esposo, el arquitecto Valerio Peluffo (estuvieron unidos durante veinticinco años). El 17 de noviembre de 1995 presenta en Toay y en su casa "También luz es un abismo". El 28 de noviembre de 1998 recibe en Guadalajara el VIII Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. Falleció el 15 agosto de 1999 a los 79 años como consecuencia de una afección circulatoria, sus restos se encuentran en un cementerio privado de Pilar, provincia de Buenos Aires. Octavio Paz Poeta y ensayista mexicano nacido en Mixcoac. Pasó su niñez en la biblioteca de su abuelo, Ireneo Paz. A los 3
17 años fundó la revista Barandal. En 1933 publicó su primer libro, Barandal también y fundó Cuadernos del Valle de México. Durante la década de 1950 publicó cuatro libros fundamentales: El laberinto de la soledad (1950) retrato personal en el espejo de la sociedad mexicana; El arco y la lira (1956), su esfuerzo más riguroso por elaborar una poética; ¿Águila o sol?, libro de prosa de influencia surrealista; y Libertad bajo palabra. Este último incluye el primero de sus poemas largos, Piedra de sol, una de las grandes construcciones de la modernidad hispanoamericana. En 1951 viajó a la India y en 1952 a Japón, sitios que lo marcarán. Regresó a México en 1953 donde hasta 1959 desarrolló una intensa labor literaria. . Murió de cáncer a los 84 años en abril de 1998. El Primer manifiesto del surrealismo, escrito por el poeta y crítico francés André Breton, apareció publicado en París en 1924, y constituye un documento fundamental para conocer el movimiento. El autor de la traducción que se ofrece a continuación es Andrés Bosch. Fragmento de Manifiestos del Surrealismo. De André Breton. Tanta fe se tiene en la vida, en la vida en su aspecto más precario, en la vida real, naturalmente, que al fin esta fe acaba por desaparecer. El hombre, soñador sin remedio, al sentirse de día en día más descontento de su sino, examina con dolor los objetos que le han enseñado a utilizar, y que ha obtenido a través de su indiferencia o de su interés, casi siempre a través de su interés, ya que ha consentido someterse al trabajo, o por lo menos no se ha negado a aprovechar las oportunidades... ¡Lo que él llama oportunidades! Cuando llega a este momento, el hombre es profundamente modesto: sabe cómo son las mujeres que ha poseído, sabe cómo fueron las risibles aventuras que emprendió, la riqueza y la pobreza nada le importan, y en este aspecto vuelve a ser como un niño recién nacido; y en cuanto se refiere a la aprobación de su conciencia moral, reconozco que puede prescindir de ella sin grandes dificultades. Si le queda un poco de lucidez, no tiene más remedio que dirigir la vista hacia atrás, hacia su infancia que siempre le parecerá maravillosa, por mucho que los cuidados de sus educadores la hayan destrozado. En la infancia, la ausencia de toda norma conocida ofrece al hombre la perspectiva de múltiples vidas vividas al mismo tiempo; el hombre hace suya esta ilusión; sólo le interesa la facilidad momentánea, extremada, que todas las cosas ofrecen. Todas las mañanas, los niños inician su camino sin inquietudes. Todo está al alcance de la mano, las peores circunstancias parecen excelentes. Luzca el sol o esté negro el cielo, siempre seguiremos adelante, jamás dormiremos. Pero no se llega muy lejos a lo largo de este camino; y no se trata solamente de una cuestión de distancia. Las amenazas se acumulan, se cede, se renuncia a una parte del terreno que se debía conquistar. Aquella imaginación que no reconocía límite alguno, ya no puede ejercerse sino dentro de los límites fijados por las leyes de un utilitarismo convencional; la imaginación no puede cumplir mucho tiempo esta función subordinada, y cuando alcanza aproximadamente la edad de veinte años prefiere, por lo general, abandonar al hombre a su destino de tinieblas. Pero si más tarde el hombre, fuere por lo que fuere, intenta enmendarse al sentir que poco a poco van desapareciendo todas las razones para vivir, al ver que se ha convertido en un ser incapaz de estar a la altura de una situación excepcional, cual la del amor, difícilmente logrará su propósito. Y ello es así por cuanto el hombre se ha entregado en cuerpo y alma al impero de unas necesidades prácticas que no toleran el olvido. Todos sus actos carecerán de altura; todas sus ideas, de profundidad. De todo cuanto le ocurra o cuanto pueda llegar a ocurrirle, solamente verá aquel aspecto del acontecimiento que lo liga a una multitud de acontecimientos parecidos, acontecimientos en los que no ha tomado parte, acontecimientos que se ha perdido. Más aún, juzgará cuanto le ocurra o pueda ocurrirle poniéndolo en relación con uno de aquellos acontecimientos últimos, cuyas consecuencias sean más tranquilizadoras que las de los demás. Bajo ningún pretexto sabrá percibir su salvación. Amada imaginación, lo que más amo en ti es que jamás perdonas. 4
Únicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme. Me parece justo y bueno mantener indefinidamente este viejo fanatismo humano. Sin duda alguna, se basa en mi única aspiración legítima. Pese a tantas y tantas desgracias como hemos heredado, es preciso reconocer que se nos ha legado una libertad espiritual suma. A nosotros corresponde utilizarla sabiamente. Reducir la imaginación a la esclavitud, cuando a pesar de todo quedará esclavizada en virtud de aquello que con grosero criterio se denomina felicidad, es despojar a cuanto uno encuentra en lo más hondo de sí mismo del derecho a la suprema justicia. Tan sólo la imaginación me permite llegar a saber lo que puede llegar a ser, y esto basta para mitigar un poco su terrible condena; y esto basta, también, para que me abandone a ella, sin miedo al engaño (como si pudiéramos engañarnos todavía más). ¿En qué punto comienza la imaginación a ser perniciosa y en qué punto deja de existir la seguridad del espíritu? ¿Para el espíritu, acaso la posibilidad de errar no es sino una contingencia del bien? Queda la locura, «la locura que solemos recluir», como muy bien se ha dicho. Esta locura o la otra... Todos sabemos que los locos son internados en razón de un reducido número de actos jurídicamente reprobables, y que, en ausencia de estos actos, su libertad (la parte visible de su libertad) no sería puesta en tela de juicio. Estoy plenamente dispuesto a reconocer que los locos son, en cierta medida, víctimas de su imaginación, en el sentido de que ésta les induce a quebrantar ciertas reglas, reglas cuya transgresión define la calidad de loco, lo cual todo ser humano ha de procurar saber por su propio bien. Sin embargo, la profunda indiferencia de que los locos dan muestras con respecto a la crítica de que les hacemos objeto, por no hablar ya de las diversas correcciones que les infligimos, permite suponer que su imaginación les proporciona grandes consuelos, que gozan de su delirio lo suficiente para soportar que tan sólo tenga validez para ellos. Y, en realidad, las alucinaciones, las visiones, etcétera, no son una fuente de placer despreciable. La sensualidad más culta goza con ella, y me consta que muchas noches acariciaría con gusto aquella linda mano que, en las últimas páginas de la Intelligence, de Taine, se entrega a tan curiosas fechorías. Me pasaría la vida entera dedicado a provocar las confidencias de los locos. Son gente de escrupulosa honradez, cuya inocencia tan sólo se puede comparar a la mía. Para poder descubrir América, Colón tuvo que iniciar el viaje en compañía de locos. Y ahora podéis ver que aquella locura dio frutos reales y duraderos. Enciclopedia Preceptor. Tomo 2 Enciclopedia Hispánica . Tomo 7 Diccionario de biografías. Ed Nauta "Paz, Octavio", Enciclopedia Microsoft(R) Encarta(R) 98. Breton, André. Manifiestos del surrealismo. Madrid. Ediciones Guadarrama, 1969
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