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Author:  Daniel Mora Aranda

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Los rostros de la eternidad La aventura literaria de Joaquín Murieta ... Regresa y descansa y galopa en el aire hacia el Sur su caballo escarlata; los ríos natales le cantan con boca de plata y le canta también el poeta1

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anto eí poema dramático como la obra teatral que Pablo Neruda dedicara a la figura del bandido legendario Joaquín Murieta velan con celo una intrincada, a la vez que fascinante, red de voces distantes y dispersas que se integran en una silenciosa pero ardua tarea de investigación y reelaboración por parte del gran poeta chileno. Documentos históricos y la subsiguiente saga novelesca nos ofrecen múltiples perfiles que desdibujan al personaje real, quien tras su muerte en la California de 1853 ingresa en la tradición popular, inmortalizado como héroe nacional, paradójicamente, tanto en tierras norteamericanas como en México y Chile. Esa es la historia secreta que nos proponemos aquí revelar, a partir de los valiosos datos que nos ha proporcionado la consulta de la biblioteca privada de nuestro autor, en la que fue su casa de Santiago de Chile, La Chascona, hoy sede de la Fundación Neruda; algunas de esas obras se encuentran profusamente anotadas, hecho muy significativo, ya que su fetichismo de bibliófilo lo alejaba de ese hábito. Hay que añadir a esto que ya en su primera biblioteca, donada en 1954 a la Universidad de Chile, podemos encontrar el libro de Roberto Hyenne que consagra la supuesta nacionalidad chilena del héroe, El bandido chileno Joaquín Murieta en California1, lo cual indica que Neruda estaba interesado en este tema como mínimo trece años antes de la escritura de sus versiones poética y dramática, ambas de 1967. Pero mucho más fructífero será el rastreo de su segunda biblioteca. Los chilenos en San Francisco de California, de Roberto Hernández3, es una de las fuentes de primera mano, ya que es citada directamente en la versión

' Pablo Neruda, «Fulgor y Muerte de Joaquín Marieta», La barcarola, Barcelona, Sebe Banal, 1977: 88. 2 Santiago de Chile, Imprenta La Tarde, s.f., 14a. edición. 3 Valparaíso, Imprenta San Rafael, 1930.

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teatral. Recoge «recuerdos históricos de la emigración por los descubrimientos del oro, iniciada en \84&», según reza su subtítulo, y contiene importantes materiales así como referencias bibliográficas a las tres novelas que sobre Murieta adquirió Neruda, suponemos que guiado por esta indicación. Así, entre sus libros encontramos también The Life and Adventures of Joaquín Murieta, de J. R. Ridge4, El bandido chileno Joaquín Murieta en California, de Roberto Hyenne5, y Life and Adventures oj the Celebrated Bandit Joaquín Murrieta de Ireneo Paz6. Pero sólo la de Ridge, publicada por primera vez en 1854, puede considerarse fundacional por inaugurar la leyenda de Murieta; las demás son una mínima muestra de la extensa secuela de plagios y deformaciones que el tema, una verdadera mina literaria y editorial, provocaría después. El análisis de la evolución que la historia ha sufrido a través de múltiples metamorfosis hasta su definitiva consagración en La barcarola nerudiana será muy útil para su comprensión. Hemos comentado que el texto que funda esta saga —publicado el año siguiente de ¡a muerte del bandido, sucedida en julio de 1853, según una nota del San Francisco Herald conservada por Neruda en sus archivosproviene de la pluma de un autor cuya azarosa vida es digna también de ser novelada. Está firmada por Yellow Bird, nombre que John Rollin Ridge, de ascendencia cherokee, recibió de su tribu. Sin saberlo, Ridge dio vida a la leyenda más arraigada en tierras californianas, por lo que nos encontramos ante un caso excepcional en el que puede conocerse el origen primero de una leyenda popular. Su obra constituye la literarización de hechos históricos pasados por el tamiz de su controvertida visión personal. Su azarosa biografía, recogida por Jackson en un extenso prólogo, arroja bastante luz sobre la motivación que le impulsó a dar esa configuración a su historia, pues racismo y venganza son claves que lo signan de un modo decisivo. Tengamos en cuenta que con sólo doce años John Rollin presenció cómo su padre era apuñalado hasta la muerte por una banda de jóvenes enfurecidos ante la mirada impotente de su familia, mientras se asesinaba en otro lugar a su abuelo y su primo. El ambiente de crispación social que vive en su entor4 Oklahonuí, University Press, 1962. Introducción de Jo- no lo envuelve; él mismo, aún adolescente, mata a un hombre, al parecer seph Henry Jackson. en legítima defensa. La fiebre del oro lo arrastra finalmente a California 5 Santiago de Chile, im- en 1850; allí permanece hasta su muerte, casi veinte años después, y esto prenta Valparaíso, 1892, T. ed. Nótese el interés del nos explica que conociera tan de cerca la historia que nos ofrece. autor por el libro, que vuelEl conflicto racial proyectado en ella proviene de hechos ciertos: Calive a adquirir tras donarlo fornia había pertenecido a México y los primeros extranjeros que llegaron en 1954. 6 Chicago, Regan Publis- fueron mexicanos, a los que siguen chilenos y peruanos. Los estadounidenses crean leyes que prohiben a los extranjeros buscar oro en el país, hing Co., ¡925.

205 por lo que la xenofobia y los enfrentamientos raciales adquieren tintes violentos. El bandidaje crece entre los mexicanos despojados de tierras y derechos, y se sabe que el bandido más famoso se llama Joaquín. Sin embargo, hay al menos cinco con ese nombre —Carrillo, Valenzuela, Bottilier, Murieta, Ocomoreña— y esta ambigüedad favorece el misterio de su ubicuidad. Así, vemos que la incertidumbre histórica alimentó también la leyenda; Neruda conservará en su obra esa nota enigmática que rodea al bandido y no lo presentará nunca directamente en escena. En 1853 se ofrece una sustanciosa recompensa por la captura, vivo o muerto, de cualquiera de los cinco Joaquín, y es el capitán Harry Love con su destacamento quien en julio del mismo año mata, de un grupo de mexicanos sorprendido en torno a un fuego, al que dice ser el jefe y a uno de sus hombres, el carismático Manuel García, alias Jack Tres Dedos (recogido por Neruda). La cabeza del jefe y la mano mutilada que motiva el sobrenombre de García serán las pruebas del ajusticiamiento, y la prensa publica la noticia de la captura de Joaquín, pero en ningún lugar se nombra su apellido7. A pesar de las críticas sobre la identidad del personaje, la cabeza del bandido se exhibió en museos como auténtica durante muchos años; no se podía probar nada, y el hecho de que el primer anuncio de la exhibición confundiera el nombre de Murieta por Mumatta es un claro síntoma de la ignorancia que rodea al suceso. El episodio espantoso de la decapitación del bandido será base de la poética asimilación nerudiana al episodio mítico de Orfeo, como veremos. Hasta aquí llega la voz de la historia. Ridge convirtió ese material mínimo en una leyenda que da vida al héroe necesitado por las gestas de la fiebre del oro, un hombre noble y generoso que se convierte en forajido a causa de los ultrajes que humillan su honor, y dedica su vida a una justa venganza; la figura de su amada, Rosita, será objeto de múltiples versiones a través de las numerosas secuelas que siguen a la obra. En 1859 la Pólice Gazette de California ofrece por entregas su historia, en el primer plagio del que es objeto la novela de Ridge. A partir de entonces la narración empieza a ser adulterada, y la amada será asesinada y dará paso a una segunda dama, con lo que se crea un paradigma que seguirán casi todas las versiones posteriores. Neruda toma elementos de ambos modelos y hace que la amada única de Murieta sea asesinada por sus enemigos. Su identidad se afianza con un nombre nuevo, Teresa, cuyas motivaciones pueden ser diversas, aunque debió pesar el nombre de Teresita Vázquez, el amor platónico de la adolescencia en Temuco, la Marisol inspiradora de siete de sus Veinte poemas así como de «La canción desesperada», que reaparece en Memorial de Isla Negra con el nombre de Terusa.

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El fragmento de prensa conservado por Neruda reza así: «Capture and Death of Joaquín the Bandit. The famous bandit Joaquín, whose ñame is associated with a hundred deeds of blood, has at last been captured, The Company of State Rangers, under the command of Love, have been diligent in their search for the robber and his band, ever since their organization. We apprised our readers some time since, that they had nceived Information that Joaquín was lurking in the wiids of Tulare Valley, whither they accordingly directed their search. It is reported that they have encountered the robber chief himself, ai the head ofhis band, at a place called Panoche Pass. A desperate fight ensued —the robbers, well mounted, attempted to fly, but being closely pressed by the Rangers, they kept up a running fight until Joaquín and one of his lieutenants were killed; two others were taken prisoners, and three manged to make their escape. Several of their horses fell into the hands of the Rangers. The vivlors finding further pursuit of the fugitives useless, cul off the head of Joaquín and placed it in spirits, to be brought to the settlements as a proof that the veritable robber himself had been killed» (San Francisco Herald, Sacramento, iv, 59, 30 de julio de 1853).

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En la secuela de plagios la identidad de Ridge se diluye, como su obra original, en una cantidad ingente de versiones desleales y el boom editorial es verdaderamente insólito, convirtiéndose en un fenómeno sociológico importante. En Chile, Roberto Hyenne publica su libro como traducción del francés y transforma a Murieta en chileno, lo cual es asumido por Neruda como un acto de fe personal. Su obra figura en las dos bibliotecas del autor, y ese afán mostrado por conseguirla de nuevo después de haberla donado y a pesar de tratarse de un ejemplar raro y antiguo es muy significativo. A su vez, México reivindica y nacionaliza al héroe. En España se produce un plagio de segundo grado sobre la obra de Hyenne con la edición, en Barcelona, de El Caballero Chileno, de un tal «Profesor Acigar», mientras en San Francisco Charles Howe compone un drama en cinco actos —Joaquín Murieta de Castillo— y posteriormente C.H. ¡Vliller escribe un largo poema sobre Murieta que se publica también en Inglaterra, con lo que la fama del personaje se proyecta internacionalmente, al tiempo que encontramos ya precedentes de la versión poética de La barcarola y de su posterior configuración dramática. No olvidemos, sin embargo, que la inclinación a la dramatización del diálogo amoroso aparece en otros momentos de la obra nerudiana, concretamente en su versión del Peleas y Melisanda de Maeterlinck incluida en Crepusculario (1923), así como en la concepción estructural de La espada encendida (1970), inspirada en dos relatos de Marcel Schwob8. Por cierto, que el nombre de la protagonista femenina de este último diálogo amoroso, Rosía, evoca a su vez a la Marisombra de Veinte poemas, Rosaura en Memorial de Isla Negra, y en la realidad Albertina Rosa Azocar, el amor pasional de su juventud en Santiago. Los apócrifos circunstanciales invaden la escena editorial cuando los californianos comienzan a tomar conciencia de su pasado y vuelven la mirada sobre su propia historia, de modo que el Murieta de Ridge se convierte en una figura épica y romántica de presencia ineludible en ese contexto inmediato. Las secuelas de su obra, analizadas por Jackson con exhaustividad, se intensifican con innumerables aportaciones; quizá la más importante sea la de W. Noble Burns, The Robin Hood of El Dorado (1932), cuyos derechos fueron adquiridos por Hollywood para el cine. La historia de la saga es casi infinita. Así pues, la cuna de nuestra leyenda está en la California de mitad del XIX, en plena época de la fiebre del oro, y Neruda se permitió la libertad de s También significativa será disponer de unos materiales que ya tenían una naturaleza legendaria y consu curiosa y polémica tra- figurarlos desde su perspectiva personal. Tanto la obra fundacional como ducción del Romeo y Julieta de Shakespeare, que in- sus principales secuelas según Hernández —las novelas de Hyenne y Paz, presentes en los archivos nerudianos— nos proporcionan un valiosísimo terpreta ideológicamente.

207 material para la investigación de] proceso genésico que produjo como fruto el espléndido Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, a cuyo seguimiento nos dedicamos a continuación. Ya hemos visto que el hilo conductor de la historia de Ridge es el sentimiento de venganza del protagonista, al que el autor inculcó su propio rencor por el asesinato político de su padre en circunstancias dramáticas. Esa denuncia oblicua de racismo y xenofobia será compartida por el Murieta de Neruda; efectivamente, lo que pudo ser el rechazo y la represión de los latinoamericanos por los estadounidenses en la época del oro se puede trasladar al año 1967 y a la escalada de violencia implícita de los Estados Unidos para defender su feudo en los países del sur. Esa actitud culminará con la financiación del golpe de Estado que en 1973 quiebra la democracia chilena, hecho denunciado por el poeta en otra obra mucho más incisiva y airada, Incitación al nixonicidio y alabanza de la revolución chilena. En definitiva, hemos de observar que el Murieta de Neruda ofrece una lectura de crítica social bastante más pronunciada y consciente, al tiempo que realiza en su transposición de la materia originaria una reducción que estructura en seis cuadros: infancia del héroe, amor a Teresa, matanzas de chilenos, asesinato de Teresa, asalto a la diligencia (fulgor y prueba del héroe) y muerte de Murieta por amor, con su consiguiente inmortalización mítica. En la novela de Ridge, Murieta y su amada, mexicanos, son víctimas de la violencia racista; el héroe es insultado e injuriado, y su amada, vejada y violada ante sus ojos. El destino, como en el caso de Neruda, se rebela contra él —«His sky seemed clear and his prospects bright, but Fate was weaving her mysterious web around him...»— y el asesinato de su hermano y su nueva humillación encienden en él un odio implacable: «He had contracted a hatred to the whole American race»9. Entre los hombres de la banda de Murieta se encuentran dos personajes que Neruda recoge en su drástica restricción; se trata de Manuel García, Three-Fingered Jack —Tres dedos en Neruda, que lo despoja de su carácter sanguinario— y Reyes Feliz, joven romántico que sustenta además el apellido del propio Neruda (Neftalí Reyes). Comienza así a fraguarse la leyenda del bandido noble que cristaliza en la versión del poeta chileno, pues Ridge lo presenta con cierta simpatía pero no lo justifica y sus defensas del débil no son más que excepciones en su novela. También será diferente en ambos casos el final de Murieta. El personaje que provoca el desenlace en la obra de Ridge, el Capitán Harry Love, no aparece en la de Neruda, pues su presencia habría restado heroicidad al glorioso final que éste construye para su héroe, asesinado a traición cuando va a depositar flores en la tumba de Teresa.

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