TEMA 9: CICLOS ICONOGRÁFICOS DEL NUEVO TESTAMENTO

TEMA 9: CICLOS ICONOGRÁFICOS DEL NUEVO TESTAMENTO *El Nuevo Testamento es la parte de la Biblia que contiene los libros escritos después del nacimient

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TEMA 9: CICLOS ICONOGRÁFICOS DEL NUEVO TESTAMENTO *El Nuevo Testamento es la parte de la Biblia que contiene los libros escritos después del nacimiento de Jesús de Nazaret. Lo componen: -

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4 Evangelios. Los escritos por San Mateo, San Marcos y San Lucas (llamados sinópticos) relatan la vida, milagros y doctrina de Jesús con una estructura similar; y los escritos por San Juan, posterior, que completa los anteriores. Los Hechos de los Apóstoles Las Epístolas El Apocalipsis

1. NACIMIENTO E INFANCIA DE JESUCRISTO Durante el último siglo antes de la Era Cristiana se generaliza la creencia en la venida del Mesías, anunciada por los profetas. La Natividad Reinando Herodes, José y María, descendientes de David, parten de Nazaret a Belén para cumplir el mandato del Emperador Augusto de empadronamiento de todos los súbditos del imperio romano. Se produce en esta ciudad el alumbramiento, en un establo en el que se alojan, debido a su pobreza. El viaje es infrecuente por la similitud con la huida a Egipto. La Natividad se trata de forma diversa en la tradición bizantina y occidental. En Bizancio la Virgen aparece recostada, agotada tras el alumbramiento y asistida por comadronas. A partir del s. XV la escena se convierte en una Adoración. En ambas tradiciones tiene carácter íntimo y la presencia de José es anecdótica. La Adoración de los pastores Un ángel se aparece a unos pastores para comunicarles que acababa de nacer el Salvador en un pesebre. Junto a un coro de espíritus celestiales comienzan a alabar a Dios. Los pastores marchan apresuradamente a Belén para adorarlo y ofrecerle presentes. La adoración se divide en dos temas iconográficos: el Anuncio del ángel y la adoración al niño. El episodio de la anunciación del ángel será prácticamente el único hasta el s. XV. Suele ilustrarse con tres pastores (ocasionalmente músicos) sorprendidos y deslumbrados ante el ángel. La brevedad del relato de la Adoración en el evangelio de San Lucas hace dio libertad al artista y se basaron su iconografía en la de los Reyes Magos. El número de pastores varia según si hacen pareja con María y José o con los Reyes, arrodillados ofreciendo humildes presentes. El niño aparece desnudo o fajado. Son escenas nocturnas adornadas con elementos anecdóticos y pastoriles, algunos vestidos de flautistas. A partir del s. XVII se incorporan pastoras. En el Renacimiento, tras el Concilio de Trento se recupera la solemnidad en algunas composiciones con la figura del Buen Pastor. La Adoración de los Reyes Magos La aparición de una estrella en Oriente fue interpretada por unos reyes (Magos) como el anuncio del nacimiento del libertador de Israel. Decidieron seguirla hasta Jerusalén dónde preguntaron por el rey de los judíos que acababa de nacer causando gran preocupación al Rey Herodes. Este les hizo llamar y después de dirigirlos a Belén les pidió que cuando encontraran al Niño se lo hiciesen saber. Guiados de nuevo por la estrella, que había desaparecido en Jerusalén encontraron al lugar donde pudieron adorar a Jesús. Le entregaron oro, incienso y mirra (Epifanía). Al regresar no pasaron por esa ciudad porque en sueños Dios les ordenó no volver a hablar con Herodes. El episodio solo aparece en el evangelio de San Mateo, sin especificar el número de magos, y será ampliado por los textos apócrifos. En el arte de las catacumbas, a

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partir del s. XII, se consagró el número de tres reyes asociado a los tres mundos conocidos entonces, la Trinidad y las tres edades del hombre. Sus vestimentas evolucionan en el arte adaptándose a las modas, orientalizándose más tarde al gusto de Rubens. Las ofrendas se realizan en objetos de orfebrería. De todas las escenas narrativas (anunciación, cabalgata, encuentro con Herodes…) será sin duda la Adoración del Niño la más representada. La iconografía se toma del arte bizantino, con la Virgen en majestad presentando a Jesús a los reyes que avanzan en procesión, se arrodillan, entregan las ofrendas o besan sus pies en composiciones teatrales con personajes secundarios y ángeles. Circuncisión A los ocho días, en cumplimiento de la Ley mosaica, el niño tuvo que ser presentado en el templo para ser circuncidado y le pusieron por nombre Jesús. Tema evitado por la iconografía cristiana hasta el s. XI y desaparece en el XIX. Se representa en el Interior del templo, el niño sobre el altar en presencia de la Virgen y el sacerdote. Se dota de más realismo o solemnidad según la época. La Presentación en el templo Más tarde es llevado al templo de Jerusalén para ser presentado al Señor y para cumplir con la purificación de María como mandaba la ley de Moisés. Es reconocido como el Mesías por el sacerdote Simeón y la profetisa Ana. La Virgen presenta a su hijo al sacerdote Simeón, asistido por la profetisa Ana (que suele mostrar las tablas de Moisés). José ofrece una pareja de tórtolas y los asistentes portan cirios. Degollación de los Inocentes y Huida a Egipto Herodes por temor a ser destronado por el “nuevo rey de los judíos” manda degollar a todos los nacidos en los últimos dos años. José es advertido en sueños y huyen a Egipto hasta la muerte del monarca. El episodio de la Matanza, aunque aparece en el evangelio de San Mateo después de la huída se representará con anterioridad para justificar el viaje a Egipto. La iconografía, que aparece en los marfiles bizantinos del s. V, será muy difundida por sus posibilidades compositivas y dramáticas, beneficiándose del culto popular a los primeros mártires de la iglesia. El sueño de José abre los episodios que conforman la Huída a Egipto. En la mayoría José tira de un asno blanco que montan la Virgen y el Niño. La Leyenda Dorada adorna la fuga con el episodio del Descanso en la Huída a Egipto, muy reproducido en el s. XV, escena de vida familiar a la sombra de un árbol (palmera, naranjo, pino…según la escuela) a modo de alegoría del paraíso recuperado. A partir de Trento se solemniza con ángeles y la desaparición del asno. La Sagrada Familia en Nazaret Tras la muerte de Herodes, la familia vuelve a Nazaret, donde transcurrirá la infancia y juventud de Jesús. Se ilustra la vida familiar incidiendo en aspectos cotidianos. Murillo capta el ambiente de intimidad y afectos. San José aparece por primera vez en un papel relevante como educador de su hijo, enseñando su oficio de carpintero (Georges de la Tour) Jesús entre los doctores de la Ley A los doce años fue con sus padres a Jerusalén para celebrar la Pascua. Se pierde y lo encuentran a los tres días en el templo rodeado de los doctores a los que asombra con su sabiduría. Cerrando el ciclo de su infancia, la escena suele ilustrarse con la disputa del niño entre los doctores, como Cristo Maestro (nacida la imagen en las catacumbas),

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predicando. Se le representa de medio cuerpo entre los ancianos cuyas expresiones de sorpresa llevó Durero a la caricatura.

2. VIDA PÚBLICA DE JESUCRISTO A partir de aquí se produce un vacío narrativo hasta la edad de unos treinta años, cuando comienza la vida pública. El Bautismo Juan Bautista, hijo de Isabel, prima de María, predicaba en la orilla del Jordán, incitando a la penitencia y bautizando a los judíos. Jesús también se acercó para ser bautizado. Juan en un principio se negó por considerarse indigno aunque finalmente accedió. Se abrió el cielo, descendió el Espíritu Santo en forma de paloma sobre él y una voz dijo: “Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco.” El Bautismo se configura por la combinación iconográfica de la purificación en las aguas y el descenso del Espíritu Santo en forma de paloma. El rito de la purificación es una evocación del sacramento del bautismo y presenta dos variantes: por inmersión (desde el arte paleocristiano en el que aparece desnudo) o por infusión (a partir del siglo XIII, cubierto con un paño). A partir de Trento, para despojar el tema de su concepción pagana, presentado a Cristo con túnica arrodillado ante Juan, pero gozó de desigual aceptación. El tema del Bautismo de Jesús fue muy representado en los baptisterios de las iglesias. Las Tres Tentaciones Jesús se retiró al desierto a ayunar durante cuarenta días y cuarenta noches. Allí fue tentado por el demonio tres veces por hambre, codicia y vanidad. Jesucristo rechazó a Satanás diciendo: “No tentarás al Señor tu Dios” Este episodio no pertenece a su vida pública pues acontece sin testigos. El tema está inspirado en las dudas que acecharon al pueblo de Israel en el Éxodo y los sufrimientos de Job. La iconografía no aparece hasta el s. VIII, muy utilizado en la Edad Media en la miniatura y capiteles. Algunos artistas imaginaban al demonio como un ser terrorífico, otros con figura humana, como un ángel o un monje. Elección de los apóstoles: La supremacía de San Pedro Predicando en Palestina le seguía la multitud. Los más constantes se les consideraba discípulos, entre ellos eligió a doce para que más tarde predicasen su doctrina, siendo Pedro el elegido como cabeza de todos. Fueron: Simón (Pedro), Andrés, Santiago el Mayor (Santiago de Compostela), Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago el Menor, Judas Tadeo, Simón Camafeo y Judas Iscariote. Para sustituir a este último se eligió a Matías. Años más tarde se uniría Pablo. La vocación de los doce, número sacro (tribus de Israel) fue simbolizado en el arte paleocristiano con la imagen de “Cristo Pescador de Almas”. La más representada es la llamada a los dos primeros discípulos, los hermanos Simón y Andrés, pescadores. A Simón lo eligió para entregarle las llaves del Reino de los Cielos. Será la fundación del primado de Pedro, representando la incuestionable autoridad del Papa como sucesor de San Pedro, cabeza de la Iglesia. Milagros de Jesús Se producen diferentes milagros, entre ellos: 1. Las Bodas de Caná en Galilea. Fue el primero de todos. Asiste con su madre y al acabarse el vino María se lo comunica a su Hijo que convierte agua en vino. La transustanciación del agua en vino, junto al milagro de los panes y los peces, será una prefiguración de la Eucaristía siendo habitualmente el tema decorativo de los refectorios de los monasterios.

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2. La multiplicación de los panes y los peces. Un día se retiró Jesús a un lugar apartado pero la gente le siguió. Por la noche le advierten los discípulos de que solo hay cinco panes y dos peces. Bendijo los alimentos y partió para repartirlos. Todos comieron y sobró. El arte de las catacumbas alude al prodigio mediante la representación de las cestas con panes y peces (ya en el s. II), también aparecerá Cristo bendiciendo los alimentos. En la Edad Media a los discípulos repartiéndolos y en el Renacimiento se enriquece la escena con más personajes. 3. Pedro anda sobre las aguas. Jesucristo dijo a sus discípulos que subieran a una barca en el lago Tiberiades mientas él despedía a la muchedumbre. Subió a un monte a orar y una tormenta comenzó a agitar las aguas impidiendo que llegaran a la orilla. Apareció Jesús caminando en las aguas. Le ordenó a Pedro caminar en las aguas hacia él pero del miedo comenzó a hundirse. Jesús le tendió la mano: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”. Al entrar en la barca el viento se calmó. 4. Curaciones. Son innumerables. Con sus palabras, contacto de sus manos o rozándole el borde de la ropa, los ciegos pudieron ver, los sordos oír, los mudos hablar, los paralíticos andar, los muertos resucitar y los endemoniados quedaban libres. 5. La Resurrección de Lázaro. Tuvo mucha repercusión. Jesucristo le tenía gran afecto. Sus hermanas Sintiéndose Lázaro enfermo, sus hermanas llamaron al Señor. Murió y cuando Jesús llegó le acompañaron sus hermanas al lugar donde estaba enterrado y lo devolvió a la vida. En las representaciones más antiguas Lázaro aparece embalsamado de pie, sepultado. A partir de la Edad Media se incorpora en el sepulcro al escuchar la orden de Cristo, asistido por una o sus dos hermanas en presencia del Redentor y sus apóstoles. Las Parábolas Jesús se sirvió de parábolas para ser comprendido con más facilidad por las gentes que le seguían. Destacan por sus representaciones artísticas: 1. El pobre Lázaro y el rico Epulón. A Lázaro, un mendigo cubierto de úlceras echado en el portal del rico, le hubiera gustado hartarse de lo que caía de la mesa, pero nunca recibió ayuda. Murieron los dos: el pobre fue llevado al seno de Abraham y Epulón arrojado a los infiernos donde atormentado pidió a Abraham que enviara a Lázaro para que mojando su dedo en agua lo refrescara. Pero le fue negado; Lázaro había padecido mucho en su vida mientras él lo tuvo todo. Esta parábola se refiere a la verdad evangélica de “los últimos serán los primeros”, además de vincularse a las postrimerías de ultratumba y ensalzar la virtud de la caridad. Durante la Edad Media el tema fue frecuente en portadas de iglesias donde piden limosna los mendigos (Abadía románica de Moissac). 2. Las vírgenes sabias y las vírgenes necias. Las compara con el reino de los cielos. Los ritos nupciales consistían en acompañar un cortejo de vírgenes a la novia de noche al encuentro del esposo. Cinco prudentes llevaron aceite para sus lámparas pero las otras cinco no. El esposo tardaba y se quedaron dormidas. Cuando llegaba se dispusieron a preparar las lámparas. Como las prudentes no les dieron aceite por miedo a quedarse sin ello marcharon a comprarlo. Al acercarse el esposo solo las prudentes entraron con él a las bodas. Al regresar las necias no les permitieron el acceso porque no las conocían: “Velad, pues no sabéis el día ni la hora”. El arte medieval vinculó la parábola por una parte al Juicio Final (estar preparados para la llegada de la muerte) y por otra con la prudencia de la Virgen María.

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Aparecen en las jambas de portadas de catedrales y en el s. XIII se dotará de carácter monumental a partir de la portada de la catedral de Estrasburgo. 3. El buen samaritano. Un hombre de camino a Jericó fue atacado por unos ladrones, dejándole medio muerto. Nadie le socorrió hasta que pasó un samaritano que le curó, le subió a su cabalgadura y le condujo a una posada. A la mañana siguiente dio dinero al mesonero para que lo cuidase en su ausencia. Parábola de las llamadas morales que alude a la misericordia de Cristo Sanador de Almas. 4. El hijo pródigo. Un hombre tenía dos hijos, el menor le pidió la parte de los bienes que le correspondía y se marchó a un país lejano donde gastó todo. Volvió en la indigencia y sirvió en casa de un labriego cuidando sus cerdos. Arrepentido regresó a la casa de su padre que lo recibió entre sus brazos y preparó un banquete para celebrar su vuelta. El hijo mayor se quejó considerándolo injusto pero el padre le contestó que había motivos para regocijarse, su hermano había regresado a casa. Es otra parábola moral que ensalza la clemencia del padre ante los pecados del hijo simbolizando el perdón de Dios. Los ciclos narrativos de esta parábola aparecen ya en las miniaturas, pasando en el Renacimiento a otras artes. Las escenas más repetidas son las que corresponden a su vida de excesos, propias del gusto burgués del s. XVI, mientras en el Barroco será su vuelta y el abrazo del padre. Tema asimilado a una de las Obras de Misericordia. La Transfiguración Momento culminante de la vida pública de Jesucristo. Acompañado de Pedro, Santiago y Juan subió a orar al monte Tabor. Su aspecto se transfiguró volviéndose brillante como el sol mientras hablaba con Moisés y Elías. Los apóstoles, que se habían dormido, al despertar fueron testigos. En este episodio Jesús revela a estos tres apóstoles su apariencia divina (Teofanía), será un tema atractivo por las posibilidades plásticas que ofrece. Fue utilizado en la última obra de Rafael en 1520. La Magdalena Se encontraba Jesús en casa de Simón, un fariseo, invitado a comer. Estando en la mesa entró una mujer pecadora llamada María Magdalena con un vaso de alabastro con ungüentos. Se le acercó y comenzó a lavarle los pies con sus lágrimas, enjugándolos con sus cabellos y ungiéndolos con perfume. El fariseo pensó que si Jesús era profeta sabría qué clase de mujer era. Éste, adivinando sus pensamientos le contó una historia a Simón: un prestamista tenía dos deudores, uno le debía 500 denarios y otro 50. Como no tenía dinero les perdonó la deuda. Le preguntó cual de los dos le amaría más a lo que respondió que aquel cuya deuda era mayor. Le dio la razón y ensalzó el comportamiento de la mujer comparándolo con el del fariseo, ya que este no le había ofrecido agua para lavarse los pies, ni le dio el ósculo de paz, ni ungió su cabeza con óleo. Y le dijo a la Magdalena: “Vete en paz, hija mía, tus pecados te son perdonados. Tu fe te ha salvado”. María Magdalena es un personaje que aparece en diversas ocasiones y está presente en su muerte. El relato de la Unción se presenta en casa de Simón el fariseo, con los comensales sentados alrededor de la mesa, por lo que será tema de refectorios. En el arte bizantino aparece María de pie, en el occidental postrada ante Jesús. Otro episodio en casa de María y Marta (suponiéndola la hermana de Lázaro) narrado en Evangelio de San Lucas, durante la visita de Jesús, María escucha con atención sus palabras sentada a sus pies mientras Marta hace las tareas del hogar y recrimina su actitud, defendiendo Jesús su fe. El tema careció de interés en el renacimiento pero fue rescatado por la iconografía postridentina, enmarcando la lección de Cristo en in interior realista. (Velásquez, 1618).

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3. LA PASIÓN El ciclo de la Pasión gozará de gran riqueza iconográfica, superando las anteriores. Se basa en los episodios referidos a su padecimiento y muerte hasta su Resurrección. Entrada triunfal en Jerusalén Jesús entró montado en un asno. Cuando el pueblo supo de su llegada, salió a su encuentro con palmas y ramas de olivo aclamándolo (Domingo de Ramos). La escena, que fue eliminada del arte alemán por la Reforma Protestante, se representa con Cristo a lomos de una borrica blanca seguido de los apóstoles en actitud de bendecir a la multitud que le aclama con palmas. Suelen aparecer niños que tienden sus ropas al paso del animal. Los mercaderes arrojados del templo Al día siguiente de su entrada triunfal encontró el templo invadido por mercaderes, que fueron expulsados por Jesucristo por profanar el lugar. Tuvo gran repercusión entre los que le veían como un agitador del pueblo e hizo que sus enemigos se plantearan desembarazarse de Él. Jesús purificador les increpa empuñando un látigo de cuerdas, provocando la dispersión de los profanadores que huyen entre animales despavoridos y objetos caídos. La furia de Cristo prefigurada en le antiguo testamento por la ira de Moisés y el castigo divino a Heliodoro, fue comparada en el Renacimiento con la cólera de Hércules; los teólogos de la Reforma lo vieron como la imagen de Lucero limpiando la iglesia del tráfico de influencias y el Concilio de Trento vinculará la escena con el castigo a los protestantes y el ciclo de la Pasión. El tema resultará muy adecuado para su representación en la pintura por las posibilidades plásticas y el dinamismo de la escena. (La purificación del templo, El Greco, 1571-76) La Última Cena Los enemigos de Jesús exasperados tras su entrada triunfal en Jerusalén decidieron hacerlo morir. Se sirvieron de Judas Iscariote para que le entregara a cambio de treinta monedas de plata. En aquellos días se celebraba la Pascua y Jesús y sus apóstoles se reunieron en la sala del Cenáculo para comer el cordero pascual según ordenaba la Ley. (Jueves Santo). Entonces Jesús lavó los pies a sus discípulos y anunció la traición de Judas. Partió y bendijo el pan y distribuyó el vino, quedando instituido el sacramento de la Eucaristía. El episodio del lavatorio se interpreta como el sacramento de la Penitencia que preludia la Comunión. El gesto de humildad lavando los pies variará a lo largo de la Historia. En el arte bizantino Jesús realiza la acción de pie, arrodillándose ante San Pedro a partir del s.XII. Sin embargo la Contrarreforma juzgó excesiva la genuflexión del Redentor, por lo que impondrán la presencia de unos ángeles que le asisten. La iconografía de la Santa Cena recoge el episodio la última comida de Jesús con sus discípulos y el simbólico de la institución de la Eucaristía. El arte bizantino enfatizó éste último creando el tema de la doble Comunión en la que Cristo aparece reproducido dos veces, con el pan y el vino, popularizándose en mosaicos, miniaturas y pinturas murales. También derivó en un segundo tema denominado Divina Liturgia, la misa que oficia Cristo asistido por ángeles. El arte occidental prefirió la narración de la Última Cena evangélica y el anuncio de la traición de Judas que revela la inminencia de la Pasión. Tras un primer acercamiento en el arte paleocristiano, en la Edad Media presentan a los comensales alrededor de una mesa pascual en forma de media luna a modo de triclinium, sin perspectiva, con Jesús en un extremo. Con el tiempo serán mesas rectangulares o redondas presididas por Jesús. Se diferencia entre los discípulos a Juan, apóstol predilecto que se recuesta sobre Jesús, y Judas, que se suele sentar en primer plano y sin nimbo o con él negro, escondiendo la bolsa de los treinta

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denarios. La revelación de la traición provoca movimiento y sorpresa en la escena plasmada por Leonardo. El Concilio de Trento primó la institución del sacramento, proclamando la Transustanciación o conversión del pan y el vino en su cuerpo y sangre. El arte de la Contrarreforma concebirá el tema como una Comunión de Apóstoles, como ya en el Renacimiento Fra Angelico en la celda de San Marcos. El Antiguo Testamento contiene cuatro prefiguraciones claras de la Eucaristía: -Ofrenda del pan y el vino de Melquisedec a Abraham -La Pascua de los judíos antes de Éxodo -La caída del Maná en el desierto -Elías alimentado por un ángel …a los que se une en la vida de Cristo sus milagros alimenticios. Todas estas representaciones seguirán en el arte postridentino, como antecedentes la Santa Cena, ahora entendida como Consagración del pan y el vino y la Comunión apostólica, usándose como arma contra los protestantes que rechazan los sacramentos. Rubens reproducirá todo el ciclo en los carones para tapices del Triunfo de la Eucaristía. La oración en el huerto de Getsemaní Finalizada la cena, se retiró al huerto de Getsemaní, en la falda del monte de los Olivos, angustiado a orar con Pedro, Santiago y Juan. El episodio que precede al Prendimiento, se representa con una estructura vertical en la que se desarrollan los siguientes: Jesús reza arrodillado para no sucumbir a su agonía, confortado por un ángel que porta los instrumentos de la Pasión (cruz y cáliz) y despierta a los tres apóstoles aletargados tras la cena. La escena suele darse e un huerto cerrado plantado de olivos. Aparece en San Apolinar de Rabean en el s. VI y se pierde hasta el Renacimiento, resurgiendo en el s. XIX. El prendimiento de Jesucristo Judas llegó al huerto con gente armada y después de besar a Jesús, tal y como acordaron para distinguirle de los demás, lo prendieron. Cuando Judas vio las consecuencias de su traición se arrepintió, arrojó en el templo las monedas de plata, huyó desesperado para ahorcarse (amanecer del Viernes Santo). Jesús es vendido por Judas como en el Antiguo Testamento José por sus hermanos o Sansón por Dalila. Se suele representar a Judas de menor tamaño que Jesús, pelirrojo y vestido de amarillo, besando a su Maestro. La escena se sitia por la noche a la luz de antorchas, en una escenografía teatral donde sus partidarios defienden la figura de Cristo. El remordimiento y restitución del dinero por parte de Judas ha sido objeto de escasa atención, interesando a Rembrandt. El suicidio se repite en capiteles y tímpanos de catedrales medievales. Jesús ante Caifás Fue llevado entonces ante Caifás, el sumo sacerdote, que presidía el tribunal religioso (sanedrín). Tras el interrogatorio se le acusó de blasfemo y considerado reo de muerte por reconocerse Hijo de Dios. Los criados se burlaron de Jesús, le escupieron y golpearon. En el interrogatorio sufre el primer escarnio. El episodio no representó mucho por su parecido con la Coronación de espinas. Para evitar confusiones, los artistas enfatizan las características del ultraje sufrido: ojos vendados, manos atadas y los verdugos son judíos no romanos. El dramatismo y dureza de la escena será muy del gusto de la escuela alemana y de El Bosco.

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La negación de San Pedro Pedro, mientras tanto, negó conocer al Maestro por tres veces y a continuación cantó el gallo, confirmándose lo que le había anunciado Jesucristo, por lo que arrepentido lloró amargamente. Niega al Maestro al ser descubierto por una sirvienta en casa de Caifás. El ciclo – Advertencia, negación, arrepentimiento- aparece ya en el arte paleocristiano pero no tendrá interés hasta el Concilio de Trento cuando se relacionen las lágrimas de Pedro y las de La Magdalena con el sacramento de la Penitencia. Aparecerá junto al gallo. Cristo ante Poncio Pilato Más tarde fue llevado ante el gobernador romano con la intención de que fuese condenado a morir crucificado. Éste consideró que Jesucristo era inocente y aprovechando que el rey Herodes Antipas se encontraba en Jerusalén para enviárselo alegando que estaba bajo su jurisdicción por ser galileo. Ante el monarca no quiso responder sus preguntas y por burla lo mandó vestir con una túnica y lo devolvió a Pilato que temiendo la reacción de la gente no vaciló en recurrir a la costumbre de Pascua por la que se daba libertad a un preso. Al tener que elegir los judíos eligieron liberar a Barrabás, un malhechor. Tras este proceso civil ser ratifica la pena de muerte. Ninguna de estas escenas han sido apenas tratadas por las artes. (Codex Rossano, s.VI, Museo Diocesano)

La Flagelación y la Coronación de espinas Jesucristo fue despojado de sus vestiduras, atado a una columna para azotarlo cruelmente. Los soldados, para burlarse, le pusieron un manto púrpura, una corona de espinas y una caña en la mano a modo de cetro. Pilatos, al verle en tan lamentable estado, creyó que los judíos quedarían satisfechos, pero al no ser así, a la vista del pueblo se lavó las manos afirmando que era inocente de su muerte, pero lo entregó para que fuese crucificado. El Lavatorio de las manos de Pilato, poco representado, suele oponerse al Lavatorio de los pies de la Última Cena. La repercusión en las artes de la Flagelación o Cristo atado a la columna fue destacable. Jesús de pie, atado a la columna es azotado por soldados. Los artistas del Siglo de Oro presentan el tema con Cristo abandonado tras el utillaje, solo en la columna o postrado. El segundo episodio, en el que Jesús es coronado con espinas en su condición de Rey de los judíos, vistiendo la clámide púrpura, y sentado en una piedra. Tras la cruel masacre es presentado a la multitud hostil. Esta iconografía es tardía, aparecerá en el s. XV, popularizada luego por Tiziano, llegando su repercusión a los pintores del s. XIX.

El camino del Calvario Hacia el mediodía (Viernes Santo), Jesús emprendió el camino con la pesada cruz sobre los hombros, cuyo excesivo peso le hizo caer tres veces a pesar del auxilio del Cirineo. Durante el recorrido tiene lugar el encuentro con su madre y las Santas Mujeres. La Verónica, compadecida, le limpió el rostro con un lienzo en el que quedaron impresas las facciones de Jesucristo (Santa Faz). La representación de Cristo con la cruz a cuestas ha sido muy difundida y se evidencia el paso progresivo de una visión alegórica hacia Interpretaciones mas realistas del Via Crucis. Los artista tomaron de los evangelios apócrifos los encuentros de Jesús con su Madre, que cae desmallada y desde el s. XV, con la legendaria Verónica. Este personaje es en realidad el resultado de unas leyendas configuradas a lo largo de la Antigüedad para explicar la presencia en Roma de una imagen de Jesús de origen bizantino a la que se atribuían virtudes milagrosas: la Vera Icon. Los artistas

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medievales configurarán su iconografía, convirtiéndose en el personaje principal de la Cuarta Estación, sosteniendo entre sus manos la Santa Faz. Crucifixión Al llegar al monte Calvario fue crucificado entre dos ladrones. Los soldados se repartieron sus vestiduras y sortearon su túnica. A los pies de la cruz se encontraba María, su madre, María, la mujer de Cleofás, María Magdalena y Juan. Ciando expiró se eclipsó el sol, se rasgo en dos el velo del templo, la tierra tembló y muchos muertos resucitaron. Uno de los soldados al ver que había muerto atravesó su costado con una lanza, de la herida salió agua y sangre. En la iconografía de la Crucifixión hay que distinguir también los momentos previos, cuando Jesús es clavado, episodio dramático. La imagen del crucificado es el símbolo de toda la iconografía cristiana, emblema de la salvación de los hombres por el sacrificio de su Redentor. El arte paleocristiano representa la crucifixión mediante el símbolo del Cordero Místico o con la cruz vacía. Desde el s. VI hasta el s. XI se representa con la forma humana, vivo y triunfal. A partir de entonces los artistas empezarán a ilustrar la muerte de Cristo, cuyo cuerpo se desploma, ladea la cabeza y cierra los ojos. Se le representa con túnica sin mangas o con paño de pureza hasta el Renacimiento en el que Miguel Ángel y Cellini desnudan su figura. El cuerpo está fijado a la cruz con 3 o 4 clavos variando la posición de los brazos y la tipología de la cruz. Rodea la escena todo un simbolismo mutable relativo a los astros (sol y luna), la iglesia y la Sinagoga, la calavera o esqueleto de Adán, ángeles que recogen su sangre, la presencia de San Juan Bautista y el rey David además del pelícano ( emblema del Redentor ). El número de personajes varía: 1: Jesús / 3: junto a la Virgen y San Juan / 4: estos más María Magdalena. El Renacimiento elimina paulatinamente los símbolos anteriores y concibe un gran escenario poblado de personajes. El Concilio de Trento devolvió la austeridad al episodio. Se diferenciaron los tipos del Buen y Mal ladrón, atados con cuerdas a cruces en forma de tau, situando al Buen ladrón a la derecha de Cristo. Sucede a la muerte el episodio en que los soldados rasgan sus vestiduras y sortean la túnica de Cristo (Expolio). Hasta el s. XIII la Virgen y San Juan se ubican a ambos lados, agrupándose más adelante que favorece la escena del desmayo de María sostenida por San Juan, nueva imagen piadosa. En el resto de representaciones aparece la Virgen conteniendo su dolor, suplicando clemencia o recibiendo la sangre derramada por su Hijo. San Juan representa al resto de apóstoles y María Magdalena llora desconsolada al pie de la cruz. Descendimiento de la Cruz (En Italia llamado Deposición) Cuando llegó la tarde (Viernes Santo), José de Arimatea, miembro del consejo de ancianos, con el consentimiento de Pilato, bajó el cuerpo de la cruz ayudado por Nicodemo, anciano Sacerdote, en presencia de más personas, entre ellas la Virgen María, San Juan Evangelista y la Magdalena. Con el Descendimiento se inicia un ciclo narrativo intermedio entre la Pasión y el Entierro, llamado de la Lamentación. Nacido en la iconografía bizantina del s. X, representa a los ancianos subidos en una escalera, sosteniendo uno en sus brazos el cuerpo de Cristo y otro desclavándolo. La Virgen recibe y besa los brazos de su Hijo, aunque en las escenas más dramáticas se desmaya, apoyándose en San Juan. A finales de la Edad Media se añade la figura de la Magdalena gimiendo abrazada a los pies de Cristo. El número de personajes, su dinamismo, torsión de cuerpos y carga patética evolucionará desde la simplicidad de las miniaturas y la emotividad medieval, superando el equilibrio triangular y virtuosismo técnico del Renacimiento hasta alcanzar la composición en espiral con Volterra y Rubens, recuperando décadas después con la visión de Rembrandt la íntima espiritualidad perdida.

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La Piedad Este tema corresponde al momento en el que el cuerpo de Jesucristo fue depositado sobre el suelo y María, su Madre, lo recogió en su regazo. La iconografía de la Virgen de la Piedad responde a la sensibilidad patética de finales de la Edad Media. Recibe a su Hijo sobre sus rodillas o llora sobre su cuerpo yacente. El Entierro de Cristo Avanzada la tarde, después de envolver su cuerpo en una sábana lo depositaron en un sepulcro abierto en una roca, cerrado con una piedra y guardado por unos soldados. Este tema, muy popular desde la Edad Media, está dotado de una fuerte carga patética, evidente en los rostros de los asistentes, habitualmente siete: La Virgen, San Juan, Las Tres Marías, agrupados entre José de Arimatea y Nicodemo que se encuentran en los extremos del sepulcro. El Renacimiento italiano desarrolló una segunda iconografía, la del Transporte de Cristo al Sepulcro, como una emotiva procesión (Rafael, Rembrandt y Blake). Bajada al Limbo o Descenso a los Infiernos Según la Leyenda dorada, Jesús descendió a los infiernos y después de romper los cerrojos de sus puertas, liberó a personajes del Antiguo y Nuevo Testamento. En la iconografía más aceptada de la Edad Media aparece Cristo con la Cruz de la Resurrección pisando al demonio para liberar a Adán y Eva junto a otros. El tema se contaminó con aires paganos en el Renacimiento desapareciendo ene. S. XVI.

4. LA RESURRECCIÓN Resurrección de Cristo Al tercer día de su Pasión Jesucristo resucitó (Domingo de Pascua). Se sintió un gran temblor de tierra, un ángel vestido de blanco, dio la vuelta a la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Los soldados asustados quedaron como muertos y al volver en sí huyeron del lugar a contar lo sucedido a los príncipes de los sacerdotes. La Resurrección es evocada mediante símbolos en el arte paleocristiano. A finales de la Edad Media, el Resucitado surge envuelto en luz o en un paisaje de sol naciente. Aunque hay gran número de variantes el esquema canónico muestra a Jesús saliendo de la tumba vencedor, sobre los soldados dormidos, bendiciendo con su mano derecha o mostrando sus llagas en las imágenes más patéticas y místicas del norte de Europa. Existe la variante de Cristo pisando su tumba como emblema del su triunfo sobre la muerte que pervivirá en el Barroco. Aparición de Jesús a las Santas Mujeres María Magdalena y otras mujeres se acercaron al sepulcro para embalsamar el cuerpo, pero lo encontraron vacío y empezaron a llorar pensando que lo habían robado. Al poco tiempo se les aparecieron dos ángeles para anunciarles la Resurrección y pedirles que comunicaran la noticia. Regresando a la ciudad se les apareció Jesús. La Magdalena, al reconocerle, se arrodilló e intentó abrazarle los pies, pero el Señor se lo impidió: “No me toques” (Noli me tangeres) y le pidió que anunciase su próxima Ascensión. El episodio de Noli me tangeres está tomado del Evangelio de San Juan. Dos ángeles interpelan a la Magdalena desconsolada que al volverse ve a Cristo que confunde con un hortelano. Cristo aparece con la cruz símbolo de la Resurrección y alejándose de la Magdalena para no ser tocado. La Cena de Meaux Se aparece a dos discípulos camino de Emaús que iban tristes por lo acontecido, Jesús se les une pero no le reconocen y viendo su poca fe les habla de las

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escrituras. Cenaron juntos y al bendecir el pan comprendieron que había resucitado. El Señor desapareció. Episodio de San Lucas. Hasta la Edad Media se representa el caminar de Jesús junto a los peregrinos. En el Renacimiento será la cena, ambientada en un interior a partir de Tiziano, siendo muy realista y teatral en el Barroco con Caravaggio. La Aparición a los apóstoles y la duda de Santo Tomás Se apareció también a los apóstoles en ausencia de Tomás. Cuando se lo contaron no lo creyó, solo lo haría si metía su dedo en las llagas y la herida del costado. Cuando más tarde se les apareció, Cristo le invitó a comprobarlo y entonces creyó en su Resurrección. En la iconografía el Resucitado guía la mano de Santo Tomás hacia la herida de su costado en presencia de Pedro y Juan. La Ascensión Después de otras apariciones, a los cuarenta días de su resurrección fue con sus apóstoles al monte de los olivos. Mientras los bendecía Ascendió a los cielos hasta desaparecer entre las nubes. Este tema es ajeno al arte de las catacumbas. El arte medieval trataría dos iconografías, Cristo elevado con ayuda de dos ángeles o en solitario. El arte bizantino lo representa dentro de una mandarla portada por ángeles, pasando esta imagen a Italia. En occidente se representa su subida guiado solo por la mano de Dios, como en la Transfiguración. A veces solo son visibles sus piernas. Aparecen normalmente presenciándolo María y los apóstoles asombrados. El tema lo eclipsará la Asunción de la Virgen tras Trento.

5. PENTECOSTÉS Diez días después de la Ascensión, reunidos con motivo de la fiesta judía de Pentecostés (cuando Dios entrega las tablas a Moisés) se oyó un viento impetuoso y sobre sus cabezas aparecieron unas lenguas de fuego. Así recibieron el Espíritu Santo y el don de hablar diversas lenguas. Se ilustra el tema con los presentes recibiendo el Espíritu santo en forma de lenguas de fuego que parte de una paloma o mano de Dios. Muy representado en la Edad Media. En el Renacimiento en un principio preside la mesa San Pedro, lugar de honor que luego ocupará la Virgen en Majestad. El tema se vincula con la Trinidad y la predicación apostólica.

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