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ACADEMIA DE GUERRA NAVAL
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N° 5 14 Agosto 2014
Temas Seleccionados LA APUESTA DE ISRAEL Y PALESTINA
Autor: Sr. George Friedman
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14 AGOSTO 2014 - TEMAS SELECCIONADOS N°05
Traducción extraída del texto: “Gaming Israel and Palestine”, Geopolitical Weekly, 29 de julio, 2014.
La Apuesta de Israel y Palestina Sr. George Friedman*
Por largo tiempo hemos sostenido que el conflicto árabe-israelí es inherentemente insoluble. Ahora, por tercera vez en los últimos años, se está peleando una guerra en Gaza. Los palestinos están disparando cohetes a Israel con un efecto mínimo. Los israelíes están llevando a cabo una operación más amplia para sellar los túneles ubicados a lo largo de la frontera entre la Franja de Gaza e Israel. Al igual que las guerras previas, la actual no va a resolver nada. Los israelíes quieren destruir los cohetes de Hamas. Podrán hacerlo solo si ocupan Gaza y permanecen allí por un largo período mientras los ingenieros buscan los túneles y bunkers en todo el territorio. Esto generaría bajas israelíes a manos de las guerrillas de Hamas que luchan en su propia turba sin lugar a replegarse. Por lo tanto, Hamas continuará lanzando cohetes, pero entre la extrema inexactitud de los cohetes y el sistema de defensa de Domos de Hierro de Israel, el grupo infligirá poco daño a los israelíes. Guerra sin un resultado militar El aspecto más interesante de esta guerra es que ambas partes la encontraron, aparentemente, necesaria, a pesar de saber que no tendría un resultado militar definitivo. Lo que desató este conflicto fue el secuestro y muerte de tres adolescentes israelíes seguido de la incineración de un niño palestino. Un argumento de infinita regresión siempre enfurece en cuanto al pecado original: ¿Quién cometió el primer crimen? Para los palestinos, el crimen original fue la migración israelí hacia el mandato palestino, la creación del Estado de Israel y la expulsión de los árabes de ese estado. Para Israel, el pecado original viene después de la guerra de 1967, durante la cual Israel capturó la Ribera Occidental, la Franja de Gaza, las Alturas del Golán y Jerusalén del Este. En ese entonces, los israelíes estaban preparados para discutir un acuerdo, pero los árabes anunciaron sus famosas “tres negativas” en una reunión en Khartoum: no a la negociación, no al reconocimiento y no a la paz. Eso inmovilizó a los israelíes, tomando una posición cada vez más rígida. Los intentos de negociar han seguido a la declaración de Khartoum, todos los cuales han fracasado, y el acuerdo de “no reconocimiento” y de “no a la paz” sigue intacto. Los ceses al fuego son lo mejor que cualquiera puede esperar.
* Fundador y Presidente de Stratfor Global Intelligence
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Para Hamas, por lo menos – y sospecho que para muchos palestinos en la Ribera Occidental – la única solución es la eliminación de Israel. Para muchos israelíes, la única solución es continuar con la ocupación de todos los territorios capturados hasta que los palestinos se comprometan con la paz y el reconocimiento. Puesto que los mismos israelíes no creen que, alguna vez, ese día llegue, la ocupación se convertiría en algo permanente. Bajo estas circunstancias, la guerra en la Franja de Gaza es de alguna forma un asunto de gestión interna. Para Hamas, el propósito de la operación es demostrar que puede disparar cohetes contra Israel. Estos cohetes son inexactos, pero lo importante es que ellos fueron totalmente contrabandeados hacia Gaza, y esto sugiere que más armas peligrosas podrían, a la larga, ser contrabandeadas al territorio palestino. Al mismo tiempo, Hamas está demostrando que sigue siendo capaz de provocar muertes mientras continúa luchando. Para los israelíes, el propósito de la operación es que ellos están dispuestos a seguir con todo. Los israelíes sin duda intentan castigar a Gaza, pero no creen que puedan imponer allí su voluntad y obligar a los palestinos a alcanzar una avenencia política con Israel. El propósito de una guerra es imponer la propia voluntad política al enemigo. Pero a menos que los israelíes nos sorprendan inmensamente, nada decisivo saldrá de este conflicto. Aún cuando Israel de alguna forma destruya a Hamas, surgiría otra organización para llenar su espacio en el ecosistema palestino. Israel no puede ir lo suficientemente lejos para romper la voluntad palestina a resistir; depende de una gran tercera parte para ayudar a satisfacer las necesidades de seguridad de Israel. Esto crea una contradicción inherente según lo cual Israel recibe suficiente apoyo estadounidense para garantizar su existencia, pero debido a las preocupaciones humanitarias no se permite tomar un tipo de acción decisiva que pudiera resolver su problema de seguridad. De este modo vemos violencia periódica de diverso tipo, ninguna de las cuales tiene la intención de lograr ningún resultado político significativo. Las guerras aquí se han convertido en una serie de gestos sangrientos. Existen algunos fines limitados a lograr, tales como cerrar los túneles palestinos y demostrar las capacidades palestinas que obligan a Israel a tener una postura defensiva cara. Pero Hamas no será derrotada e Israel no hará concesiones. Problemas de soberanía y viabilidad Por lo tanto, la cuestión no es cuál es el propósito de todo esto – aunque eso es un tema fascinante – sino dónde termina todo esto. Todas las cosas humanas terminan. Los conflictos previos de larga data, tales como aquellos entre Francia e Inglaterra, terminaron o, por lo menos, cambiaron de forma. Israel y Palestina, en consecuencia, resolverán su conflicto en su debido tiempo. Muchos creen que la creación de un estado palestino será la solución, y aquellos que creen eso, con frecuencia, no entienden por qué esta solución razonable y evidente por sí misma no se ha implementado. La razón es que la solución propuesta no es tan razonable como podría parecer para algunos. Los problemas de viabilidad y soberanía rodean cualquier discusión de un estado palestino. La geografía plantea preguntas sobre la viabilidad de cualquier territorio político palestino. Palestina tiene dos centros poblacionales, la Franja de Gaza y la Ribera Occidental, los que están separados mutuamente. Uno
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de los centros poblacionales, Gaza, es una saliente enormemente atestada y estrecha. Su capacidad para desarrollar una economía sustentable es limitada. La Ribera Occidental tiene más posibilidades, pero, incluso, esta estaría subordina al dinámico Israel. Si la fuerza laboral palestina fuera atraída hacia la economía israelí, ambos territorios se subordinarían a Israel. Dentro de sus actuales fronteras, una Palestina viable es imposible de imaginar. Desde el punto de vista israelí, crear un estado palestino siguiendo lo que se asemejaba a las líneas de 1967 (dejando fuera la cuestión de Jerusalén) daría a los palestinos blancos magníficos, como, Tel Aviv y Haifa. Dada su historia, es improbable que Israel tome ese riesgo a menos que tuviese, de alguna manera, el derecho a fiscalizar la seguridad en la Ribera Occidental. Eso, a su vez, socavaría la soberanía palestina. A medida que se despliegan las posibilidades en cualquier solución de los dos estados, uno se encuentra con el problema de que cualquier solución que una parte demande sería insoportable para la otra. La geografía simplemente no permitirá dos estados soberanos. En este sentido, los extremistas en ambos lados son más realistas que los moderados. Pero esa realidad encuentra otros problemas. Línea de alta marea de Israel Actualmente, Israel es tan seguro como probablemente siempre ha sido a menos que Hamas desaparezca, que nunca sea reemplazado y que la Ribera Occidental se avenga más con Israel. Ninguno de estos prospectos es probable. La economía de Israel supera a la de sus vecinos. Los palestinos son débiles y están divididos. Ninguno de los vecinos de Israel impone alguna amenaza de invasión, una situación que existe desde la neutralización de Egipto en 1977. Jordania está encerrada en una estrecha relación con Israel, Egipto tiene su tratado de paz y el Hezbolá está empantanado en Siria. Aparte de la Franja de Gaza, que es una amenaza relativamente menor, la posición de Israel es difícil de mejorar. Israel no puede cambiar radicalmente su demografía. Pero muchas evoluciones en la región podrían irse en contra de Israel. Egipto podría cambiar de gobierno, renunciar a su tratado, rearmarse y volver a entrar en la Península del Sinaí. El Hezbolá podría usar su experiencia en Siria para abrir un frente en el Líbano. Siria podría tener un gobierno liderado por un Estado Islámico y amenazar las Alturas del Golán. Los islamistas podrían derrocar a la monarquía hachemita de Jordania e imponer una amenaza para el este. Turquía podría evolucionar hacia un gobierno islámico radical y enviar fuerzas a desafiar a Israel. Podría darse una revolución cultural en el mundo árabe que desafíe la superioridad económica de Israel y, por lo tanto, su capacidad para librar una guerra. Irán podría contrabandear misiles hacia Gaza, y así sucesivamente. Como consecuencia, surge una asimetría de posibilidades. Es difícil imaginar cualquier evolución técnica, política o económica, que materialmente mejore la posición ya dominante de Israel, pero existen muchas cosas que podrían debilitarla – algunas sustancialmente. Cada una podría aparecer improbable ahora, pero todo en el futuro parece probable. Nada es inconcebible. Es una regla de la política y los negocios regatear desde el poder. Israel es ahora tan fuerte como lo seguirá siendo. Pero Israel no piensa que pueda lograr una avenencia con los palestinos que garantice la seguridad nacional de Israel, una visión basada en una lectura realista de la geografía. Por lo tanto, Israel no ve mucho sentido en hacer concesiones a los palestinos a pesar de su relativa posición de poder.
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En estas circunstancias, la estrategia israelí es mantener su poder a nivel máximo y usar su influencia para impedir el surgimiento de nuevas amenazas. A partir de esta perspectiva, la estrategia israelí sobre los asentamientos tiene sentido. Si no van a haber conversaciones e Israel debe mantener su ventaja abrumadora, crear una profundidad estratégica en la Ribera Occidental es razonable; sería menos razonable si hubiera una posibilidad de un tratado de paz. Israel, también, debe infligir, de cuando en cuando, una derrota temporal sobre cualquier fuerza palestina hostil para hacerlos retroceder varios años y demostrarles las capacidades israelíes con propósitos sicológicos. La posición palestina, entretanto, debe ser mantener su cohesión política y esperar, utilizando su posición para tratar de meter cuñas entre Israel y sus protectores extranjeros, en particular EE.UU., pero entendiendo que el único cambio en el statu quo vendrá de los cambios que se den fuera de la compleja situación israelí-palestina. El principal problema palestino será mantenerse como una entidad distinta con suficiente poder para resistir un asalto israelí por algún tiempo. Cualquier tratado de paz debilitaría a los palestinos al llevarlos a la órbita israelí y dividirlos. Al rehusar un tratado de paz, ellos siguen siendo distintos, aunque divididos. Eso garantiza que estarán allí cuando las circunstancias cambien. En cincuenta años más El gran problema de Israel es que las circunstancias siempre cambian. Predecir las capacidades militares de los mundos árabe e islámico en cincuenta años es difícil. Lo más probable es que ellos no sean más débiles de lo que son hoy, y se puede sostener con firmeza que, al menos, muchos de sus elementos componentes serán más fuertes. Si en cincuenta años algunos o todos asumen una postura hostil en contra de Israel, este país estará en problema. El tiempo no está de lado de Israel. En algún momento, algo va a ocurrir, probablemente, para debilitar su posición, en tanto que es improbable que algo ocurra para fortalecer su posición. Eso normalmente sería un argumento para comenzar a negociar, pero los palestinos no negociarán un acuerdo que los debilite y los divida, y cualquier acuerdo con el que Israel pudiera soportar, haría justo eso. Lo que estamos viendo en Gaza es solamente un asunto doméstico, es decir, cada lado tratando de mantener su posición. Los palestinos necesitan mantener la solidaridad por un largo trecho. Los israelíes necesitan retener su superioridad estratégica tanto como puedan. Pero nada dura para siempre, y con el tiempo, la fortaleza relativa de Israel declinará. Entretanto, la fortaleza relativa de los palestinos puede aumentar, aunque esto no sea seguro. Observando los riesgos relativos, hacer un acuerdo de alto riesgo con los palestinos parecería prudente a la larga. Pero las naciones no toman decisiones sobre ese tipo de cálculos abstractos. Israel apostará por su habilidad de permanecer fuerte. Desde un punto de vista político, no tiene elección. Los palestinos apostarán por un juego largo. No tienen elección. Y, entretanto, la sangre periódicamente fluirá.
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