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Author:  Eva Suárez Castro

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J. A. lUMBA UD

temporada en el Infierno V",11ra ..patio'" de l. PARRBL

'JatoArd'" !\ I A L SENECA

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J. A. RIMBA UD

Una temporada en el Infierno

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J. A. RIMBAUD

Una temporada en el Infierno Verti6n e'pañola de 1. FERREL

El Clavo Ardiendo EDITORIAL SENECA MEXICO

-ESA

temporada, la pzsczna de las cinco galerías era un sitio de hastío. Parecía un siniestro lavadero negro, abrumado siempre por la lluvia. Los mendigos se agitaban en las gradas int.eriores descoloridas por esos fulgores de tempestad que preceden a los relám9

pagos del infierno. Tú bromeabas a pro· pósito de sus ojos azules de ciego, de los lienzos blancos o azules con que se envolvían los muñones. ¡Oh lavaoero mihtar, baño popular! El agua siempre estaba negra y ninguno de los lisiados caía en ella, ni siquiera en sueños. Ahí se realizó la primera acc~ón grave de Jesús con los infames l¡siados. Había una claridad de febrero, marzo o abril cuando el sol de las dos de la tarde extendía un gran rayo de luz en el agua sepultada; a lo lejos, detrás de los lisiados, yo hubiera podido ver los 7 etoños y cristales y gusanos que el rayo despertaba. En ese lavadero, semejante a un ángel blanco tendido de costado, todos los reflejos infinitamente pálidos temblaban. 10

El agua de Muerte. Todos los pecados, hijos ligeros y tenaces del demonio, que hacían que esos hombres parecieran, a los corazones un poco sensibles, más espantables que monstruos, querían arrojarse al agua. Los inválidos se sumergían, ya sin bromear, llenos de deseo. Los que entraban primero salían curados, se decía. No. Los pecados los arrojaban sobre las gradas y los obligaban a buscar otros puestos, pues su demonio sólo puede permanecer en los sitios donde la limosna es segura. 1esús entró inmediatamente después del mediodía. Nadie lavaba ni contlucía animales. En la piscina la luz era amf" rilla como las últimas hojas de las vi· ñas. El Divino Maestro se apoyaba eJ7, 11

una columna. Miraba a los hijos del Pe· cado: el demonio sacaba la lengua en la de ellos r reía. El Paralitico que estaba tendido de costado se levantó. Y los Condenados le vieron franquear la galería con paso singularmeTúe firme r desaparecer en la ciudad.

12

UNA TEMPORADA EN EL INFmRNO

• A NTAÑO,

si recuerdo bien, mi vida era un festín en donde se abrían todoB los corazones, en donde todos los VInOS corrían. Una noche senté a la Belleza en mis rodillas. - y la encontré amarga-o Y la injurié. Me armé en contra de la justIcia. Huí. ¡ Oh qechiceras, miseria, odio, a vosotros ha sido confiado mi tesoro! Logré que se desvaneciera de mi espíritu toda la esperanza humana y como una bestia feroz salté sordamente sobre toda alegría para estrangularla. Llamé a los verdugos para morder, 13

en mi agonía, la culata de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahC!)garme en la arena, en la sangre. La desdicha ha sido mi dios. Me he revolcado en el fango, me he enjugado al aire del cdmen y me he burlado de la locura. y la primavera me trajo la horrible risa del idiota. Pero hace poco tiempo e"tuve a punlo de dar el último cuac y pcmé en recuperar la llave del antiguo iestín, en donde tal vez recobraría el apetito. Esta llave es la caridad. -Esta inspiración prueba que he soñado. "Siempre serás hiena, etc.••." exclama el demonio que me coronó con tan amables adormideras. "Gana la muerte con todos tus apelitos~ con todo tu egoísmo y con todos los pecados capitales·" ¡Ah! Estoy harto de eso: -'oQuerído Satán, te conjuro a que no me mires tan irritado; y en espera de las peque14

ñas cobardías retrasadas, para vosotros que gustáis en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas desprendo estas hojao horrendas de mi cuaderno de condenado".

MAU

SA.~GRE

HEREDO de mis antepasados, los galos, los ojos azules, el cerebro estrecho y la torpeza para la lucha. Creo que mi vestido es tan bárbaro como el suyo, pero yo no engraso mi cabellera. Los galos fueron los desolladores de bestias, los quemadores de hierbas más ineptos de su tiempo. De ellos heredo: la idolatría y el amor al sacrilegio; ¡oh! - todos los vicios: cólera, lujuria, -magnífica la lujuria- y sobre todo, mentira y pereza. 15

Me horrorizan todos los oficios. Maestros y obreros; campesinos todos, innobles. La mano que maneja la pluma vale tan poco como la que maneja el arado. ¡Qué siglo de manos! -Jamás tendré mi mano. Además, la domesticidad lleva demasiado lejos. La honradez de la mendicidad me desespera. Los criminales asquean como castrados: yo esloy intacto y poco me importa. ¿Pero quién ha hecho mi lengua tan pérfida que, hasta ahora, ha guiado y protegido mi pereza? Sin utilizar si· quiera mi cuerpo, y más ocioso que el fapo, he vivido en todas partes. No hay familia en Europa a la que no conozca. -Hablo de familias como la mía que todo se lo deben a la declaración de los Derechos del Hombre. -¡ He conocido a cada hijo de familia!

• 16

Si poseyera antecedentes en un punto cualquiera de la historia de Francia ... Pero no; nada. No ignoro que siempre he sido de raza inferior. No puedo comprender la rebeldía; mi raza sólo se rebelo para saquear: como los lobos al animal que no han matado. Recuerdo la historia de Francia, ltija mayor de la Iglesia. Villano, hubiera emprendido el viaje a Tierra Santa; veo en el pensamiento caminos en las llanulas suabas, panoramas de Bizancio, murallas de Solima: el culto a María, el enternecimiento para el crucificado despleltan en mí entre mil fantasias profanas. -Estoy sentado, leproso, sobre los trastos rotos y las ortigas, al pie de un muro roído por el sol-o Más tarde, lansquenete, habría vivaqueado en las noches de Alemania. 11

Todavía más; danzo en el Sabbat en un rojo clavero con viejas y niños. Mis recuerdos se detienen en esta tie· rra y en el cristianismo. Siempre me veré en ese pasado. Pero siempre solo; sin familia y, además, ¿qué idioma era el mío ? Jamás veo en los concilios de Cristo ni en los concilios de los Señores, -representantes de Cristo. ¿Qué era yo en el siglo pasado? Sólo hoy me vuelvo a encontrar. Acabaron los vagabundos, avabaron las guerras vagas. La raza inferior lo ha cubierto lodo -el pueblo, como se dice, la rae zón, la nación y la conciencia. ¡Oh, la ciencia! Todo se ha repetido. Para el cuerpo y para el alma-el viático,- tenemos la medicina y la filosofía, -los remedios de buenas mujeles y las canciones populares arregladas. Y las diversiones de los príncipes y los 18

juegos que prohibían. ¡ Geografía, cos, . ....I ' mecamca, , . mogra f la, qulmICa La ciencia, la nueva nobleza. El progreso. El mundo marcha. ¿Por qué no había de girar? Es la visión de los números. Vamos al Espíritu. Esto es muy cierto. Lo que y odigo es oráculo. Comprendo, pero como no sé explicarme sin palabras paganas, quisiera callar.

• ¡La sangre pagana regresa! El espíritu está próximo: ¿por qué Cristo no me ayuda, dando a mi alma nobleza y libertad? ¡Ay, el Evangelio ha muerto! ¡El Evangelio, el Evangelio! Espero a Dios golosamente: Soy de laza inferior por toda la eternidad. Estoy en la playa armoricana. Que 19

las ciudades se enciendan por la noche. Mi jornada está cumplida; abandono Europa. El aire marino quemará mis pulmones; los climas perdidos me tostarán. Nadar, segar la hierba, cazar, fumar sobre todo, beber licores fuertes como metal fundido, como hacían esos queridos antepasados alrededor de la hoguera. Regresaré con miembros de hierro, con la piel obscura, con la mirada fu1'Iosa: por mi máscara se me creerá de una raza fuerte. Tendré oro: seré ocioso y brutal. Los mujeres cuidan a estos feroces lisiados que regresan de los países cálidos. Me mezclaré en los asuntos políticos. ¡Salvado! Ahora estoy maldito, me horroriza la patria. Lo mejor es dormir, perfectamente ebrio, sobre la playa .

• 20

N adie se marcha. -Recorramos de nuevo los caminos de aquí, cargado con mi vicio que ha hundido sus raíces de sufrimiento a mi lado, desde la edad de la razón,- que sube al cielo, me golpea, me derriba, me arrastra. La última inocencia y la última timi· dez. Está dicho. No entregar al mundo mis ascos y mis traiciones. ¡Vamos! La caminata, el fardo, el desie110, el hastío, la cólera. ¿Ante quién alabarme? ¿ Qué bestia hay que adorar? ¿Qué santa imagen atacar? ¿Qué corazones romperé? ¿Qué mentira debo sostener? -¿Sobre qué sangre caminar? Pero es mejor cuidarse de la justicia. -La vida dura, el simple emLrutecImiento,- levantar con el puño seco la lapa del féretro, sentarse, ahogarse. Así desaparecen la vejez y los pelIgros: el terror no es francés. 21

-¡Ah! Estoy tan abandonado que ofrezco a cualquier divina Imagen impulsos hacia la perfección. ¡Oh mi abnegación! ¡Oh mi caridad maravillosa! ¡Aquí abajo, sin embargo! De profundis Domine. ¡Qué estúpido soy! Cuando aun era niño admiraba al presidIario intratable, sobre el que siempre se cierra la prisión; visitaba los albergues y las posadas que había santificado con su estancia; veía con su idea el CIelo azul y el trabajo florido de los campos; husmeaba su fatalidad en las ciudades. Era más fuerte que un santo; tenía más sentido común que un viaje10, Y él, ¡sólo el!, como testigo de su gloria y de su razón_ En los caminos, durante las noches de invierno, sin techo, sin ropas, sin pan, una voz oprimía mi corazón helado: "Debilidad o fuerza: mírate, es la fuer22

za. N o sabes a donde vas ni por qué vas; entra en todas partes, responde a todo. No te podrán matar más que si fueras ' "En 1a manana ~ , 1a ya un ca daver. tema mirada tan extraviada y el aspecto tan muerto que los que me encontraban probablemente no me veían. En las ciudades, el fango me parecía súbitamente rojo y negro como un espejo cuando la lámpara circula en la pieza vecina; j cómo un tesoro en el bosque! Buena suerte, exclamaba y veía un mar de llamas y de humo en el cielo; y a izquierda y derecha, todas las riquezas ardiendo como un millar de relámpagos. Pero la orgía y la camaradena de las mujeres me estaban prohibidas. NI siquiera un compañero. Me veía ante una multitud exasperada, frente al pelotón de ejecución, llorando la desgracia de que no hubieran podido comprender, 23

¡y perdonando!-como Juana de Arco-"Sacerdotes, profesores, maestros os engañáis al entregarme a la Justicia. Jamás he pertenecido a este pueblo; jamás he sido cristiano; pertenezco a la raza que cantaba en el suplicio; no comprendo las leyes, no tengo sentido moral; soy una fiera: os engañáis". Sí; tengo los ojos cerrados a vuestra luz. Soy una fiera, un negro. Pero puedo salvarme. Vosotros sois falsos negros; vosotros; maniáticos, feroces, avaros. Mercader, tú eres negro; magistrado, tú eres negro; general, tú eres negro; emperador, vieja comezón, tú eres negro: has bebido un licor no gravado, de la fábrica de Satanás. -Este pueblo está inspirado por la fiebre y por el cáncer. Lisiados y ancianos son tan respetables que piden que los hiervan. -Lo más sagaz es abandonar este continente en donde ronda la locura para proveer

de rehenes a estos miserables. Entro en el verdadero reino de los hijos de Cam. ¿Conozco siquiera la naturaleza? ¿Me conozco? -Basta de palabras. Sepulto los muertos en mi vientre, ¡Gritos, tambor, danza, danza, danza, danza! Ni siquiera pienso en que cuando desembarquen los blancos yo caeré en la nada. ¡ Hambre, sed, gritos, danza, danza, danza, danza!

• Los blancos desembarcan. ¡ El cañón! Hay que someterse al bautismo, vestir~e, trabajar. He recibido en el corazón el golpe de gracia. ¡Ah, no lo había previsto! Nunca he hecho el mal. Los días me serán ligeros, se me ahorrará el arrepentimiento. No habré padecido los tor25

mentos del alma casi muerta para el bien, adonde sube la luz severa como los cirios funerarios. La suerte del hijo de familia, féretro prematuro cubierto de límpidas lágrimas. Sin duda el libertinaje es estúpido, el vicio es estúpido; hay que arrojar lejos la podredumbre. Pero el reloj nunca dará únícamente las horas de dolor. ¿Voy a ser raptado como un niño, para jugar al paraíso, olvidado de todo dolor? ¡Pronto! ¿Hay otras vidas? -Pero dormir en medio de las riquezas es imposible. La riqueza siempre ha sido bien público. Sólo el amor divino concede las JIaves de la ciencia. Veo que la naturaleza no es más que un espectáculo de bondad. ¡Adiós, quimeras, ideales, errores! El canto razonable de los ángeles se eleva del navío salvador: es el amor divino. -¡Dos amores! Puedo morir del 26

amor terrestre, morir de sacrificio. ¡He dejado almas cuya pena crecerá con mi partida! Me escogísteis entre los náufragos. Los que quedan, ¿son mis amigos? ¡Salvadlos! Me ha nacido la razón. El mundo es bueno. Bendeciré la vida. Amaré a mis hermanos. Ya no son promesas infantiles. Ni la esperanza d~ escapar a la vejez y a la muerte. Dios me da mi fuerza y yo alabo a Dios.

• El hastío ya no es mi amor. Las cóleras, los libertinajes, la locura,--de los que conozco todos los impulsos y todos los desastres,- toda mi carga está depositada. Apreciemos sin vértigo la extensión de mi inocencia. 27

Ya no seré capaz de pedir el consuelo de una paliza. N o me creo en camino hacia una boda, con Jesucristo por f,uegro. No soy prisionero de mi razón. He dIcho: Dios. Quiero la libertad en la saivación: ¿cómo alcanzarla? Los gustos frívolos me han abandonado. Ya no necesito el sacrifIcio nI el amor divino. No echo de menos el siglo de los corazones sensibles. Cada uno tiene su razón, desprecio y caridad: retengo mi sitio en la cumbre de esta angelica escala de sentido común. En cuanto a la felicidad establecida, doméstica o no. •• no, no puedo. Estoy demasiado disipado, demasiado débil. La vida florece por el trabajo, vieja verdad: en cuanto a mí, mi vida no es lo suficientemente pesada, vuela y flota leJOS, por encima de la acción, ese adorado punto del mundo. 28

¡Cómo me siento solterona cuando me falta el valor para amar la muerte! Si Dios me concediese la calma celeste, aérea, la oración, ---como los antiguos santos-o Los santos: ¡fuertes! Los anacoretas: ¡ artistas como ya no necesitamos! ¿Farsa continua? Mi inocencia me haría llorar. La vida es la farsa que todos tienen que representar.

• ¡ Basta! Ha llegado el castigo.-En marcha! ¡Ah, los pulmones arden, las sienes mgen! ¡La noche rueda en mis ojos, en pleno sol! El corazón... los miembros ... ¿Adónde vamos? ¿Al combate? ¿Soy débil! Los otros avanzan. ¡Las herra29

· 1as armas. .• e1 tIempo . mIentas, ...., ¡Fuego! ¡Fuego sobre mi! ¡Allá! Adonde me dirijo. -¡Cobardes!- ¡Me mato! ¡Me arrojo a las patas de los caballos! ¡Ah!. •• -Me habituaré. Esa sería la vida francesa, el sendero del honor.

NOCHE DE INFIERNO

H E bebido un enorme

trago de veneno. -¡ Bendito tres veces el consejo que negó hasta mí !-Las entrañas se me abrasan. La violencia del ven e n o me tuerce los miembros, me deforma, me derriba. Muero de sed, me ahogo, no puedo gritar. ¡Es el infierno, la pena eterna ! Ved cómo se levanta el 30

fuego. Ardo como hay que arder. ¡Vete, Demonio! Había entrevisto la conversión al bien y a la felicidad, la salud. ¿Puedo describir mi visión? ¡El aire del infierno no tolera los himnos! Eran millone.'! eJe criaturas encantadoras; un suave concierto espiritual, la fuerza y la paz, las nobles ambiciones; ¿qué sé yo? ¡Las nobles ambiciones! ¡Y es aún la vida! -¡Si la condenación es eterna! Un hombre que se quiere mutilar está condenado, ¿no es así? I\le creo en el infierno, luego estoy en él. Es la ejecución del catecismo. Soy esclavo de mi bautismo. ¡ Padres, habéis hecho mi desgracia y la vuestra! í Pobre inocente!- El infierno nada puede en contra de los paganos. ¡Es aun la vida! Más tarde, las delicias de la condenación serán más profundas. Un 31

crimen, pronto, que las leyes humanas me precipiten en la nada. j Pero calla, calla! . •• Esta es la vergÍlenza, el reproche: Satán que dice que d fuego es innoble, que mi cólera es tel' riblemente tonta. - j Basta! . .. Me muflltan errores, magias, perfumes falsos, músicas pueriles.- Y saber que pose() la verdad, que veo la justicia: tengo un juicio sano y firme, estoy listo para la perfección. .. Orgullo. -La, piel de mi cabeza se seca. ¡Piedad! Señor, tengo miedo. ¡Tengo sed, tánta sed! ¡Ah:,. la infancia, la hierba, la lluvia, ei lago sobre las piedras, el claro de luna cuando en el campanario sonaban las doce. .. El diablo está en el campana-lio a esa hora. ¡María! ¡Santa Virgen!. .. -Horror de mi necedad. ¿Allá lejos no hay almas honradas. que me deseen el bien?.. Venid ..• Tengo una almohada sobre la boca, n() 52

me oyen, son fantasmas. Además, nadie piensa nunca en otro. Que nadie se aproxime. Huelo a quemado, es cierto. Las alucinaciones son innumerables. Es lo que siempre he tenido: ninguna fe en la historia, olvido de los principios. Callaré: poetas y visionarios sentirían celos. Soy mil veces más rico: seamos avaros como el mar. ¡Ah! El reloj de la vida se ha parado en este momento. Ya no estoy en el mundo. -La teología es seria; el infierno está seguramente abajo, -y el cielo arriba.- Extasis, pesadilla; duermo en un nido de llamas. Cuántas malicias en la atención en el campo. .. Satán, Fernando, corre con los granos salvajes. .. Jesús camina sobre zarzas purpurinas sin doblarlas ... , Jesús caminaba sobre las aguas irritadas. La linterna nos lo mostró de pic,

blanco, obscuras las trenzas; sobre una ola de esmeralda. Voy a desvelar todos los mIsterios: misterios religiosos o natural6s, muerte, nacimiento, porvenir, pasado, cosmogonía, la nada. Soy maestro en fantasmagorías. ¡Escuchad!... Poseo todos los talentos. -Aquí no hay nadie y hay alguien: no quisiera derramar mi tesoro. - ¿Deseáis cuantos negros, danzas de huríes? ¿Deseáis que desaparezca, que me hunda en busca del anillo? ¿Deseáis? Fabricaré oro, medicamentos. Fiaos de mí, la fe consuela, guía, cura. Venid todos, -hasta los niños pequeños, -para que os consuele; que se os prodigue su corazón, -¡el corazón maravilloso! -¡Pobres hombres, trabajadores! No pido oraciones; con sólo vuestra confianza seré feliz. 8.

y pensemos en mÍ. Esto no me hace echar de menos el mundo. Tengo la suerte de no sufrir más. Mi vida sólo fué dulces locuras, es lamentable. ¡Bah! Hagamos todas las muecas imaginables. Decididamente estamos fuera del mundo. Ya no hay sonido. Mi tacto ha desaparecido. ¡Ah! Mi castillo, mi sajonia, mi bosque de sauces. Las tardes, las mañanas, las noches, los días ... ¡Cansado estoy! Debería tener mi infierno por la cólera, mi infierno por el orgullo, -y el infierno de la pereza; un concierto de infiernos. Muerto de cansancio. Es la tumba, \'oy hacia los gusanos. ¡ Horror de horrores! Satán, farsante, quieres disolverme con tus hechizos. Exijo. ¡Exijo! Un golpe de tridente, una gota de fuego. ¡ Ah, salir de nuevo a la vida! Con35

templar nuestras deformidades. ¡Y ese '\"eneno, ese beso mil veces maldito! ¡Mi debilidad, la crueldad del mundo! ¡Dios mío, piedad, ocúltame, estoy enIermo! --Estoy oculto y no lo estoy. Es el fuego que se levanta con su condenado.

DELIRIOS l. VIRGEN LOCA EL ESPOSO INFERNAL

ESCUCHEMOS la confesión de un compañero del infierno: "¡Oh, divino Esposo, mi Señor!, no rehuses la confesión de la más triste de tus servidoras. Estoy perdida. Estoy ebria. Estoy impura. i Qué vida! ,. "¡Perdón, divino Señor, perdón! ¡Oh, 86

perdón! ¡Cuántas lágrimas! ¡ Y cuántas lágrimas más espero!" "Más tarde conoceré al divino Espo· so. Nací sometida a El. -El otro pue· de golpearme ahora." "Ahora estoy en el fondo del mundo, ¡oh, amigas mías!... no, no sois mis amigas. . . Jamás delirios ni torturas se· mej antes. .. ¡ Es idiota!" "¡ Ah! Sufro, grito. Sufro en verdad. Sm embargo, todo me está permitido, cargada del desprecio de los corazones más despreciables". "En fin, hagamos esta confidencia, a reserva de repetirla veinte veces más, -¡ tan triste, tan insignificante!" "Soy esclava del Esposo Infernal; el que ha perdido a las vírgenes locas. Es ese demonio. No es un espectro, no es un fantasma. Pero a mí, que he perdido. la prudencia, que estoy condenada y muerte en el mundo,- ¡no me matarán! 37

¿ Cómo describíroslo ? Ya ni siquiera sé hablar. Estoy enlutada, lloro, tengo miedo. ¡Un poco de frescura, Señor, si así lo deseáis, si así lo deseáis!" "Estoy viuda... Estaba viuda ... -- ¡ sÍ, fuÍ muy honesta y no he nacido para transformarme en esqueleto! ••• El era casi un niño. .• Sus delicadezas misteriosas me sedujeron. OlVIdé todo mi deber humano por seguirle. ¡Qué vida! La verdadera vida está ausente. No estamos en el mundo. Voy adonde él va; es necesario. Y con frecuencia se encoleriza contra mí, contra mí, pobre alma. ¡El Demonio!- Es un demonio, vosotras lo sabéis; no es un hombre". -"Dice: "No amo a las mujeres: sabemos que el amor está por reinventar; ya sólo pueden desear una posición segura. Una vez alcanzada, el corazón y la belleza se hacen a un lado: no queda más que un frío desdén, alimento del S8

matrimonio de hoy. O bien, veo mujeres con los signos de la felicidad, mujeres de las que yo hubiera podido hacer buenas camaradas, devoradas por bestias ¡;:ensibles como hogueras ... " "Le escucho hacer de la infamia una gloria, de la crueldad un encanto. "Soy de raza lejana: mis padres eran escandinavos: se atravesaban los costados y bebían su propia sangre. -Me heriré todo el cuerpo, me tatuaré, quiero ser horrible como un mongol: lo verás, ahullaré en las calles. Quiero volverme loco de rabia. Jamás me enseñes joyas: me arrastraría y me retorcería sobre alfombra. Mi riqueza, la quisiera toda manchada de sangre. Jamás trabajaré ... Algunas noches su demonio se apoderaba de mí y rodábamos luchando.- Por las noches, ebrio a menudo, se oculta en las calles o en las casas para espantarme mortalmente. -"Me cortarán en 39

realidad el cuello, será asqueroso". ¡Oh, esos días en los que quiere cammar con el aspecto del crimen!" "Algunas veces habla, en una especie de dialecto enternecido, de la muelle que hace arrepentirse, de los desdichados que indudablemente existen, de los trabajos penosos, de las partidas que desgarran los corazones. En los tugunos donde nos embriagábamos, jloraba al considerar a los que nos rodeaban, rebaño de la miseria. Levantaba a los beodos en las negras calles. Para los niños tenía la piedad de una madre perversa. -Iba al catecismo con gracias de ChIquilla. - Fingía saberlo todo: comercio, arte, medicina. -Yo lo seguía, es necesario" • "Veía todo el decorado del que se rodeaba en la imaginación: vestidos, paños, muebles; yo le prestaba armas, otro rostro. Yo veía todo lo que le inte40

resaba, como él hubiera querido crearlo para sí mismo. Cuando me parecía que su espíritu estaba inerte lo acompañaba en acciones extrañas y complicadas; lejos, buena,s o malas: estaba segura de Jamás entrar en su mundo. Al lado de su querido cuerpo dormido, j cuántas horas de la noche he velado preguntándome por qué quería evadirse así de la realidad! Jamás hombre alguno hizo voto semejante. Me daba cuenta, -sin te· mer por él, -que podía ser un grave peligro en la sociedad. -¿Poseerá se· cretos para transformar la vida? No; no llace más que buscarlos, me replicaba a mí misma. Su caridad está hechizada y me tiene prisionera. Ninguna otra al· ma tendría bastante fuerza, - j fuerza de desesperación!, - para soportarla, para ser protegida y amada por él. Además, no lo concebía con otra alma: se ve su Angel, jamás el Angel de algún 41

otro. Yo estaba en su alma como en un palacio que se ha desocupado para no ,\'er a una persona tan poco noble como vosotros: eso es todo. ¡Ay!, dependía }Jor completo de él. ¿Pero qué es lo que el quería de mi existencia opaca y cobarde? No me hacía mejor si no me hacía morir. Tristemente despechada, le dije algunas veces: "Te comprendo". El se encogía de hombros". Así, como mi pena aumentaba sin ce!:lar, y ante mis propios ojos me hallaba más perdida, --como ante todos los ojos que hubiesen querido contemplarme si no hubiese estado condenada para :;iempre al olvido de todos- aumentaba cada vez mi hambre de su nondad. Sus hesos y sus abrazos amigos eran un cielo, un sombrío cielo en el que yo en1raba, y en el que hubiese deseado que me abandonase, pobre, sorda, muda,

ciega. Ya empezaba a habituarme. Yo feía a dos niños buenos, libres para pasear en el Paraíso de la tristeza. Nos comprendíamos. Conmovidos, trabajamos juntos. Pero después de una penetrante caricia decía: "Cuando me haya ido, qué extraño te parecerá todo esto. Cuando ya no tengas mis brazos bajo tu cuello, ni mi corazón para reclinarte, ni esta boca sobre tus ojos. Porque un día tendré que irme muy lejos. Además, tengo que ayudar a otros: es mi deber. Aunque eso no sea muy agradable. .• Alma querida ... " Inmediatamente me lo representaba lejos, y me sentía presa del vértigo, precipitada en la más espantosa de las sombras: la muerte. Le hacía prometer que no me abandonaría. Me hizo veinte veces esa promesa de amante. Era tan frívolo como yo cuando le decía: "Te comprendo."

"¡Oh! Jamás estuve celosa de él. No creo que me abandone. ¿ Qué sería de él? No sabe hacer nada, jamás trabajalá. Quiere vivir sonámbulo. ¿Bastarían su bondad y su caridad para darle derecho en el mundo real? Por instantes olvido lo lestimosamente que he caído: él me hará fuerte, viajaremos, cazaremos en los desiertos, dormiremos sobre d empedrado de ciudades desconocidas, sin auxilios, sin penas. O al despertar, las leyes y las costumbres habrán cambIado, -gracias a su poder mágico; o el mundo, permaneciendo igual, me abandonará a mis deseos, a mis alegrías, a mis indolencias. ¡Oh! ¿Me darás la vida de aventuras que existe en los libros para niños, para recompensarme de todo lo que he sufrido? N o puede. Ignoro su ideal. Me dice que Fiente remordimientos, que tiene espelanzas: esto no debe importarme. ¿Ha-

hla a Dios? Tal vez debiera dirigirme a Dios. Estoy en lo más profundo del abismo y ya no sé orar". "Si me explicase su tristeza, ¿las comprendería mejor que sus burlas? Me ataca; durante horas enteras me avergüenza por todo lo que me ha conmovido en el mundo; y si lloro, se indigna". . - " ¿Ves a ese Joven e1egante que entra en una hermosa y tranquila residencia? Se llama Duval, Dufour, Armando, Mauricio ¿qué sé yo? Una mujer se ha consagrado a amar a ese perverso idiota: está muerta. Es indudable que ahora es una santa en el cielo. Causarás mi muerte, como él causó la de esa mujer. Es nuestro destino, el de los corazones caritativos .•. " ¡Ay! Había días en que todos los hombres le parecían juguetes de delirios grotescos; durante largo tiempo reía espantosa m e n t e. -Después recuperaba sus modales de

Joven madre, de hermana mayor. ¡Si fuera menos salvaje estaríamos salvados! Pero también su dulzura es mortal Le estoy sometida. - j Ah, cuán loca soy! "Un día, tal vez, desaparecerá maravillosamente; pero necesito saber si subirá a un cielo, para contemplar la asunción de mi pequeño amigo". ¡Vaya una pareja!

DELIRIOS,

n

ALQUIMIA DEL VERBO

A y!

La historia de una de mis locu·

ras. Desde mucho tiempo atrás me vana· gloriaba de poseer todos los paIsajes po&ibles, y hallaba irrisorias las celebn-

dades de la pintura y de la poesía modernas. Gustaba de las pinturas idiotas; decoraciones, telas de saltimbanquis, enseñas, estampas populares; la literatura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestros abuelos, cuentos de hadas, libros para la infancia, óperas viejas, refranes bobos, ritmos ingénuos. Soñaba cruzadas, viajes de descubrimientos de los que no existen relaciones, repúblicas sin historia, guerras de religión sofocadas, revoluciones de las costumbres, desplazamientos de razas y de continentes: creía en todos los encantamientos. i Inventaba el color de las vocales! --A negra, E blanca, 1 roja, O azul, U verde. -Reglamentaba la forma y el movimiento de cada consonante, y me enorgullecía inventar, con ritmos instin'7

tivos, un verbo poético accesible, un día u otro, a todos los sentidos. Reservaba la traducción. Primero fué un estudio. Escribía silencios, noches; anotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos .

• Lejos de los pájaros, de los rebaños, de los campesi7Ws, ¿Qué bebía, arrodillado en aquella maleza Rodeada de tiernos bosque de avellanos, En una tibia y verda bruma, al mediodía? ¿Qué podía beber en es,e joven río, Olmos sin voz, césped sin flores, cerrado cielo-Qué podía beber en esas amarillas calabazas, lejos de mi casa

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Querida? Un licor de oro que hace sudar. Me asemejaba a una torpe enseña de posada. -Una tempestad desterró al cielo. En la noche, El agua de los bosques se perdía en las arenas vírgenes, El viento de Dios lanzaba témpanos a los mares; Sollozando miraba el oro, --r no pude beber.

• A. las cuatro de la mañana, en el estío, La amorosa fatiga aún perdura. Bajo las arboledas se evapora El olor de la noche de fiesta. A lo lejos, en su vasto taller, Bajo el sol de las Hespérides, 49

Ya se agitan -en mangas de camisaLos Carpinteros. En sus Desiertos de musgo, tranquilos, Preparan los preciosos artesones En los que la Ciudad Pintará cielos falsos. Por estos obreros, encantadores Súbditos de un rey de Babilonia, Abandona un instante, ¡oh Venus!, a los Amantes De alma coronada. ¡Oh Reina de los Pastores!, Lleva a los trabajadores el aguardiente, Que apacigüe sus fuerzas En espera del baño, en el mar, al mediodía.

• La vieja poesía era buena parte de mi alquimia del verbo. 50

Me habituaba a la alucinación SInipie: veía claramente una mezquita en lugar de una fábrica; una escuela de tambores con ángeles por discípulos; calesas en los caminos del cielo; un salón en el fondo de un lago; los monstruos, los misterios; un título de sainete levantaba terrores ante mÍ. ¡Después explicaba mis sofismas mágicos con la alucinación de las palabras! Concluí por encontrar sagrado el desorden de mi espíritu. Ocioso, víctima de una pesada fiebre, envidiaba la felIcidad de los animales, las orugas que representan la inocencia de los limbos; los topos, el sueño de la virginidad. Mi carácter se agriaba. Me despedia del mundo en una especie de romances:

51

CANCION DE LA TORRE MAS ALTA

Que venga, que venga El tiempo de amar. He acumulado tanta paciencia Que he olvidado para siempre. Temores r sufrimientos A los cielos han partido y la sed malsana Obscurece mis venas. ¡Que venga, que venga El tiempo de amar! Como la pradera Entregada al olvido, Crecida r florecida De inciensos r cizañas, En el hosco zumbar De las sucias moscas. Que venga, que venga El tiempo de amar. 52

Amaba el desierto, los huertos ardientes, las tiendas marchitas, las bebidas tibias. Me arrastraba en las callejuelas hedIOndas y con los ojos cerrauos me ofrecía al sol, dios de fuego. "General, si queda un viejo cañón en tus murallas derruidas, bombardéanos (.Un trozos de tierra seca. ¡A las vidrielas de los almacenes espléndidos! ¡A los salones! Haz que la ciudad coma su polvo. Oxida las atarjeas. .• Llena los tocadores de polvo de rubí ardiente ..." ¡Oh! ¡El moscardón embriagado en el mingitorio de la posada, enamorado de la borraja y que se disuelve con un rayo de luz! HAMBRE

s~

tengo apetito, es sólo De tierra y piedras. 53

Diariamente como aire, Roca, carbones, hierro. Hambres mías, volved. Pasad, hambres, El prado de los sonidos. Atraed el alegre veneno De las amapolas. Lomed los guijarros rotos, Las viejas piedras de las iglesias, Los peñascos de antiguos diluvios, Panes sembrados en los valles grises .

• El lobo aullaba bajo las hojas, Escupiendo las bellas plumas De su almuerzo de volátiles: Como él, yo me consumo. Las ensaladas, las frutas Sólo esperan la cosecha;

Pero la araña del soto l\" o come más que violetas. ¡Que me duerma! que hierva En los altares de Salomón. El hervor corre sobre la herrumbre y se mezcla con el Cedro. En fin, ¡oh, felicidad, oh, razóni, separaba del cielo el azul que es negro, y viví, chispa de oro de la luz naturaleza. La alegrí a me daba la expresión más hufonesca y extraviada que se pueda concebir:

• ¡Ha sido recobrada! ¿Qué? La Eternidad. Es la mar mezclada

Al sol. ss

Alma eterna Cumple tu voto A pesar de la noche solitana y del día en llamas. i Así es que te desprendes De los votos humanos, De los impulsos comunes! y vuelas al acaso . •• Nunca la esperanza, Sin orietu r Ciencia r paciencia, El suplicw es seguro. Se acabó el mañana; Llamas de raso, Vuestro ardor -Es el deber. ¡Ha sido recobrada! -¿Qu é? -la Eternidad. Es la mar mezclada Al sol. 56

Me volví una ópera fabulosa. Vi que todos los seres tienen una fatalidad de felicidad: la acción no es la vida, sino una manera de estropear cualquier fuerza, un enervamiento. La moral es la debilidad del cerebro. Me parecía que a cada ser correspondían otras vidas. Ese señor no sabe lo que hace: es un ángel. Esa familia es una camada de perros. Ante varios hombres, hablaba en voz alta con un momento de una de sus otras vidas. -De este modo he amado un puerco. Ninguno de los sofismas de la locura. ---la locura que es encarcelada,- fue olvidado por mí: podría repetirlos todos: tengo el sistema. Mi salud se vió amenazada. El terror llegaba. Caía dormido varios días y, una vez levantado, continuaba con los &ueños más tristes. Estaba maduro para la muerte; y por un camino lleno de 57

peligros, mi debilidad me conducía hacia los confines del mundo y de la CImeria, patria de las sombras y de los torbellinos. Tuve que viajar para distraer los encantamientos reunidos en mi cerebro. Sobre el mar, al que amaba como si me fuese a lavar una mancha, veía cómo se alzaba la cruz consoladora. Yo había sido condenado 'Por el arco-iris. La Felicidad era mi fatalidad, mi remordimiento, mi gusano: mi vida siempre será demasiado inmensa para consagrarla a la fuerza y a la belleza. ¡La Felicidad! Sus dientes, suaves a la muerte, me advertían al canlar el gallo, -ad matutinum, al Chns¿us venit,- en las ciudades más sombrías:

• 58

¡Oh estaciones, oh castillos! ¿Qué alma carece de defectos? II ice el mágico estudio De la felicidad, que nadie elude. Saludémosla cada vez Que canta el gallo galo.

i Ah, ya no tendré deseos! Ella se ha encargado de mi vida. Este encanto se ha apoderado de alma y (cuerpo y ha dispersado los esfuerzos. ¡Oh estaciones, oh castillos! La ohra de la huída, ¡ay! Será la hora de la muerte. ¡Oh estaciones, oh cq,stillos!

• Esto acabó. Ahora sé saludar a la helleza. 59

EL

IMPOSIltLE

OH! Esa vida de mi infancia, el amplio camino bajo cualquier tiempo; sobrenaturalmente sobrio, más desinteresado que el mejor de los mendigos, orgulloso de no tener patria ni amigos, ¡qué necedad! ¡Y hasta ahora lo comprendo! -Tuve razón al despreciar a esos buenos hombres que no perderían la ocasión de una caricia, parásitos de la lImpieza y de la salud de nuestras mujeres; hoy que ellas se entienden tan poco con nosotros. Tuve razón en todos mis desdenes: ¡me evado! ¿Me evado? Me explicaré. Ayer todavía suspiraba: "¡Cielos, somos muchos los condenados aquí abajo! 60

¡Hace tanto tiempo que pertenezco a su ejército! Los conozco a todos. Nos reconocemos siempre, nos asqueamos. La caridad nos es desconocida. Pero somos corteses; nuestras relaciones con el mundo son correctísimas". ¿Es asombros,): ¡El mundo! ¡Los mercaderes, los ingenuos! -No estamos deshon r a dos. --¿Pero cómo nos recibirían los elegIdos? Pues hay gentes hurañas y alegres; falsos elegidos puesto que necesitamos audacia o humildad para hablarles. Son los únicos elegidos. ¡No son bendecidores! Al recobrar dos céntimos de razón, -¡ésto acaba pronto!- veo que mis males provienen de no haber pensado a tiempo que estamos en el Occidente. ¡Los pantanos occidentales! No porque crea la luz alterada, la forma extenuada, el movimiento extraviado. .. ¡Bueno! He aquí que mi espíritu quiere ab61

~olutamente

encargarse de todos los desarrollos crueles que ha sufrido el espiritu desde la muerte del Oriente ... ¡Mi espíritu así lo quiere! ••• j Mis dos céntimos de razón han concluído! -El espíritu es autoridad; exige que yo permanezca en Occidente. Sería necesario hacerle callar para ter· minar como yo deseaba. Mandaba al diablo las palmas de 1(\s mártires, los esplendores del arte, el orgullo de los inventores, el ardor de los ladrones; regresaba al Oriente y a la sabiduría prImitiva y eterna. - j Parece que es un sueño de grosera pereza! Sin embargo, no pensaba en el placer de escapar a los sufrimientos modernos. ~o me guiaba la sabiduría bastarda del Corán. -¿Pero no es un suplicio real que después de esta declaración de la cIencia, el cristianismo, el hombre se engañe, se pruebe las evidencias, se hin62

che de placer al repetir esas pruebas y sólo viva así? Tortura sutil, necia; fuenle de mis divagaciones espirituales. ¡Tal vez la naturaleza podría aburrirse! PelO Grullo ha nacido con Cristo. ¿No será porque cultivamos la bruma? Comemos la fiebre con nuestras le .. gumbres acuosas. ¡Y la embriaguez! ¡ Y el tabaco! ¡Y la ignorancia! ¡Y los sao crificios! - ¿Todo esto está bastant~ lejos del pensamiento de la sabiduría del Oriente, la patria primitiva? ¿Para qué un mundo moderno si se lllventan semejantes venenos? Las gentes de Iglesia dirán: "Es ckrto, pero quieres hablar del Edén. Nada hay para tí en la hIstoria de los pueblos orientales". -Es cierto. ¡'Pensaba en el Edén! ¿ Qué significa para mi sueño esta pureza de las razas antIguas? Los filósofos: El mundo no tiene edad. La humanidad se desplaza sim61

• plemente. Estás en Occidente, pero erc~ lIbre de habitar en tu Oriente, por antiguo que lo desees, -y de habitarlo con gusto. No seas un vencido. Filósofos, vosotros pertenecéis a vuestro Occidente. Espíritu mío, ten cuidado. Deja los medios de salvación violentos. i Ejérce. te! - ¡Ah! La ciencia no marcha sufICientemente aprisa para nosotros. -Pero comprendo que mi espíritu duerme. Si estuviese despierto siempre, a partir de este momento, alcanzaríamos pronto la verdad que probablemente nos Todea con sus ángeles que lloran ... -Si hasta ahora hubiese estado despierto, sería porque no había cedido a los instintos deletéreos en una época inmemorial. •. ¡Si siempre hubiese estado despierto, yo vogaría en plena sa" ...• b1·durla

¡Oh, pureza! ¡Pureza! Este minuto de vigilia me ha mostrado la visión de la pureza. ¡Por el espíritu se va a Dios! ¡ Desgarrador infortunio!

EL RELAMPAGO

EL

trabajo humano! Explosión que alumbra mi abismo de vez en cuando_ " ¡Nada es vanidad; hacia la ciencIa ) adelante!", exclama el moderno Eclesiastés. Es decir: Todo el Mundo. Y sin embargo, los cadáveres de los malvados y de los holgazanes caen sobre el corazón de los otros ••• ¡Ah! Pronto, pronlo; allá lejos, más allá de la noche, estas recompensas futuras, eternas ••• ¿escaparemos a ella? -¿Qué puedo hacer? Conozco el 65

trabajo; y la ciencia es demasiado lenla. Que la oración galope y que la luz tuja. .• lo comprendo. Es demasiado sImple y hace demasiado calor; se pa&arán sin mÍ. Tengo mi deber; como muchos, me sentiría orgulloso haciéndolo a un lado. Mi "ida esta gastada. ¡Vamos t ¡FmJamos, holguemos, oh piedad! y exÍstilemos

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