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Teoría feminista en Tú eres la paz de María Martínez Sierra Roberta Johnson UNIVERSITY OF KANSAS EN 1977 PATRICIA O'CONNOR nos reveló el sorprendente hecho que María de la O. Lejárraga, casada con Gregorio Martínez Sierra, había escrito gran parte de la obra firmada por su esposo. 1 O'Connor analizó las complejas razones psico-sociales por este extraño arreglo--extraño, especialmente al considerar las ideas feministas que expuso María en discursos, artículos y libros en la segunda década. Al principio de su matrimonio María ganaba la vida para los dos como maestra, profesión en la cual no estaba bien vista una mujer que escribía. Parece que este estorbo compaginaba con su manera de ser personal ya que se sentía más cómoda fuera del escrutinio público. También por todas las indicaciones, su autoría representaba un maternal deseo de proteger a su esposo, menor que ella y sin su talento para escribir (el esposo le pagó su abnegación con un amorío con la actriz Catalina Bárcena con quien eventualmente tuvo una hija). De una manera paradójica el feminismo de María Martínez Sierra surge en parte de su compleja situación personal y profesional. Por medio de la conciencia y sobre todo de la autoconciencia, noción que forma la base filosófica de su feminismo, pudo elevarse sobre su condición de mujer traicionada y «mujer en la sombra» (como la denomina Antonina Rodrigo). La escritura-teatro, novela, ensayo, y carta personal--eran los espejos en que podía objetivar su vida, estudiarla, y hasta rescribirla. En Tú eres la paz, obra muy probablemente escrita (como detallo abajo) cuando se inició el triángulo amoroso entre María, Gregorio, y Catalina Bárcena, María Martínez Sierra desarrolla por primera vez el esbozo de su teoría de la autoconciencia. Al refutar la crítica de que su novela era «amerengada,» la autora explica cómo funciona el acto autoconsciente para efectuar la liberación femenina. Aquí habla de la situación en que se encuentra Ana María, protagonista de Tú eres la paz:
1 Patricia W. O'Connor, Gregario and María Martínez Sierra (Boston: Twayne, 1977), 1739. Para otras discusiones del nombre y carrera de María Martínez Sierra y su colaboración con su marido, ver María Martínez Sierra, Gregario y yo. Medio siglo de colaboración (México: Biografías Gandesa, 1953); Patricia W. O'Connor, Gregario y María Martínez Sierra. Crónica de una colaboración (Madrid: La Avispa, 1987); Alda Blanco, «Introducción,» a María Martínez Sierra, Una mujer por caminos de España (Madrid: Castalia, 1989, 7-46); Antonina Rodrigo, María Lejárraga una mujer en la sombra (Madrid: Ediciones Vosa, 1994).
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En la conciencia de su propia insignificancia dentro de la inmensidad de Universo que la contiene, sostiene y mantiene, logra la facultad menos extraña de lo que parece, en mentes de mujer de contemplar su «caso» como si fuese ajeno. Se siente sufrir y se mira sufrir; y de aquel su llorar frente al espejo, saca valor para reírse melancólicamente de su propio drama. Y en novela, comedia, vida o sueño en que los héroes alcanzan el prodigio de sonreír ante sus propias lágrimas, no cabe el amerengamiento, ya que el granito de sal de la ironía disuelve y hace desaparecer hasta el último rastro del caramelo. 2 La teoría de María Martínez Sierra sobre la compleja situación existencialista de la protagonista femenina de Tú eres la paz refleja la postura feminista a que llegó la misma autora a lo largo de su vida, incluyendo un período de feminismo militante durante los años que precedían la Guerra Civil Española. Lo que pretendo en esta comunicación es explorar cómo María Martínez Sierra se sirvió de la forma narrativa en Tú eres la paz para desarrollar su teoría feminista de la autoconciencia. Contribuyen a esta visión feminista tres elementos que voy a estudiar separadamente aunque confluyen en la construcción y sentido de la novela: 1) la situación matrimonial y laboral de la escritora; 2) los intertextos de novelas escritas por hombres contemporáneos de la autora, miembros de la así-llamada Generación del '98; 3) los modos narrativos-sobre todo, lo dramático y lo epistolar-que facilitan la autoconciencia de Ana María, la protagonista y alter-ego de la autora. Al crear a Ana María estaba María Martínez Sierra muy consciente de los múltiples papeles de la mujer en la sociedad de su tiempo y de su representación literaria. Ana María es una figura compleja que invoca tanto la mujer tradicional-la mujer doméstica que sustenta la nación con su eterna labor de madre y cuidadora del hogar-y la mujer moderna-la mujer que lee, escribe, y que va independientemente por el mundo. El argumento es sumamente melodramático y de novela por entregas. La misma autora lo describe como «conflicto de amores juveniles, olvidos, infidelidades masculinas, femeninas esperas desilusionadas, un tono de sentimental intensidad que acaso de persistir hubiera podido caer en sensiblería,»3 pero al mismo tiempo es un reflejo de la situación vital de la misma autora. La trama es esencialmente (con excepción de la conclusión) la vida de María Martínez Sierra con Gregorio. Ana María, habiendo quedado huérfana a una temprana edad, se hospeda en el palacio de su abuela (probablemente el lugar sea Galicia, y, como veremos, tiene fuertes ecos valleinclanianos). Al principio de la novela, regresa al palacio su primo y novio Agustín que ha pasado cinco años en el extranjero desarrollando su carrera de escultor. Ana María le ha escrito que viniera porque la abuela se muere. Cuando llega Agustín, él y Ana María entablan toda una comedia para engañar a la abuela sobre el actual estado de su noviazgo que se ha roto porque Agustín está enamorado de una bailadora
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María Martínez Sierra, «Prólogo,» a Tú eres la paz, 3a ed. (Madrid: Espasa-Calpe, 1965),
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extranjera con quien tiene un hijo. Aunque la bailadora le ha dejado para irse con otro, parece que Agustín ha perdido interés por la provinciana Ana María. Con el paso de las semanas, Agustín empieza a ver las virtudes de la tranquila y maternal prima, mujer que sabe crear un ambiente hogareño en que puede trabajar a gusto. Agustín le declara el amor y el deseo de casarse con ella, pero antes de que se pueda llevar a cabo el matrimonio, aparece en el palacio Carmelina, la bailadora, mujer frívola pero mañosa que logra convencerle al espiritualmente débil Agustín a que vaya con ella de nuevo por las grandes ciudades del mundo. Poco después se muere la abuela y Agustín tiene que posponer su salida del palacio. En el último momento, al contemplar cómo será su vida con Carmelina-un torbellino de movimiento y falta de sosiego-en comparación con la paz que siente al lado de Ana María, escoge el segundo. Como sabemos, este fin rosa que proyecta María a su situación no resultó en la vida. Aunque María y Gregorio mantuvieron las apariencias de un matrimonio armonioso, Antonina Rodrigo indica que en 1909 María intentó suicidarse en Barcelona al darse cuenta de que Gregorio le mintió para quedarse en Madrid con su amante mientras ella se fuera a ltalia. 4 Las coincidencias entre los personajes y el argumento de esta novela y el triángulo que se desarrolló entre María, Gregario, y Catalina Bárcena son demasiadas para ser pura profecía como han sugerido Patricia O'Connor y Antonina Rodrigo. Se parecen los nombres (Catalina/Carmelina) de la «otra» mujer en la vida de María Martínez Sierra y en la novela, y coinciden la profesión (actriz/bailadora) y el carácter de las dos mujeres. Tanto Catalina como Carmelina es dramática, egoísta, y errática. (Ana María califica a Carmelina de «mala mujer.») Igualmente la naturaleza de Ana María-tranquila y abnegada-paralela la de la autora. Patricia O'Connor indica varias fechas para la iniciación de la relación entre Gregorio y Catalina. En la sección biográfica de su libro dice que Gregorio conoció a la actriz por la época en que estaba publicando su poemario La casa de la primavera (1907). Según O'Connor, Bárcena debutó en El genio alegre de los hermanos Quintero en 1906. 5 Más adelante, en su discusión de Tú eres la paz, asevera que «[i]f Gregorio was not involved with Catalina Bárcena in 1906, this novel was a coincidence and also pro ved to be uncannily prophetic.» 6 Al iniciar la frase con «if» sugiere que considera la relación una posibilidad en tal fecha. A mí me parece por toda la evidencia que Gregorio muy posiblemente conociera a la Bárcena por la época en que debutó en El genio alegre. María y Gregorio fueron a París en octubre de 1905 con una beca de un año conseguida por María para alejar a Gregorio de sus familiares tísicos (Gregorio había 4 Antonina Rodrigo, op. cit., 110-111. La versión de Patricia O'Connor de este incidente sigue lo que dice de ello la propia María Martínez Sierra en Gregario y yo y es algo diferente. Según O'Connor, la caída de María al mar en Barcelona era más bien un accidente y sólo al rescatarla un hombre que pronunció la palabra «suicidarse,» estaba María consciente de que habría podido perder la vida (María and Martínez Gregario Sierra, 28). 5 La referencia de Antonina Rodrigo sobre la cuestión es más ambigua. Dice que Catalina Bárcena debutó como actriz en Madrid en «El genio alegre (1905)» (op. cit., 108). La fecha puede indicar la fecha de publicación de la obra o la fecha del estreno. 6 Patricia W. O'Connor, op. cit., 85.
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empezado a mostrar síntomas de contagio). Después de dos meses Gregorio, mejorado de salud, regresó a España, y María pasó tres meses sola en la Bélgica. Así que Gregorio estaba solo en Madrid en el invierno de 1905-1906 mientras María estudiaba las prácticas docentes de un convento en la Bélgica. Como Gregorio estaba muy involucrado en el mundo teatral, parece razonable que conociera a Catalina Bárcena en un ensayo o en el estreno de El genio alegre. Durante este tiempo María mantuvo una correspondencia muy importante con Juan Ramón Jiménez, gran amigo de los Martínez Sierra, que pudo haberle indicado a la esposa algo de lo que hacía Gregorio en Madrid (las cartas que cita Antonina Rodrigo contienen quejas del poeta de que Gregorio le evitaba). En la carta que María le mandó a Juan Ramón Jiménez cuando recibió el Premio Nobel, le recuerda los secretos que habían compartido: «Juntos, los dos hemos callado tanto .... »7 En la primavera de l 906 María y Gregorio se reunieron en París donde ella escribió Tú eres la paz, terminando la novela a principios de mayo de este año. Es significante que María escribió esta novela inmediatamente después de estar sola por primera vez en su vida, la primera vez que se encontraba separada de Gregorio desde que le conoció en 1897. Estas circunstancias-su estado solitario en relativa independencia en el extranjero y su conocimiento o sospecha de la infidelidad de Gregorio-pueden explicar su deseo de convertir su situación en arte y así ganar una cierta objetividad sobre ella. 8 También le da la oportunidad de imaginar un fin feliz al triángulo amoroso que en este momento no estaba resuelto. El autoconocimiento en Tú eres la paz no se limita a la autobiográfica creación de una protagonista inteligente, independiente, y moralmente superior a un hombre débil que vacila entre dos mujeres de quien depende por diferentes razones. También la novela refleja la cultura masculinista de las letras españolas a principios de siglo en la cual le tocó a María Martínez Sierra vivir y escribir (quizás una de las razones por las cuales prefería firmar sus obras con nombre masculino). Tú eres la paz revela un alto grado de conciencia de la novelística «intelectual» y sumamente artística de Ramón del Valle-lnclán, Miguel de Unamuno, Pío Baroja, y Azorín, y encuentra una manera de combatir las ideologías masculinistas sobre lo que significaba ser persona y ciudadano de la nación española. María Martínez Sierra nació en 1874, por lo cual podría considerarse (como ella misma lo hace en Gregario y yo) miembro de la Generación del '98. Comparte con sus cogeneracionistas la preocupación por España como nación y por encontrar formas estéticas innovadoras, pero el tratamiento de la figura femenina en sus novelas discrepa bastante de él de ellos. Tanto María Martínez Sierra como los novelistas masculinos de la Generación del '98 son en parte formados por el nuevo discurso sobre la mujer que surge en España a partir de 1868. Aunque, como sabemos, el movimiento feminista
7 Antonina Rodrigo, op. cit., 86, cita a Ricardo Gullón, Relaciones amistosas y literarias entre Juan Ramón Jiménez y los Martínez Sierra (San Juan: Ediciones de La Torre, 1961), 108. 8 María dice que «el espejismo de nuestra primera salida al extranjero» había fomentado la visión que se proyecta en la novela (op. cit., 10).
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español no cuajó hasta después de la Primera Guerra Mundial, ya a finales del siglo XIX, gracias en parte al krausismo, había un crecido interés por la educación de la mujer española y su papel en la vida cívica de la nación. También se conocía perfectamente entre la intelectualidad española el movimiento feminista en Inglaterra y Estados Unidos. Los intelectuales masculinos de principios de siglo intentaban neutralizar o redomesticar a la mujer que había empezado a buscar un lugar para sí misma fuera del hogar. Unamuno y Azorín, por ejemplo, convirtieron lo femenino en la materia eterna de la tradición castellana o de la intrahistoria. La mujer es el símbolo de la «paz en la guerra» (Unamuno) o «el alma castellana» (Azorín). Como esencia eterna de la nación la mujer tiene menos fuerza en el momento específico del presente histórico. María Martínez Sierra hace eco del tratamiento de la mujer en la narrativa noventayochesca en su novela de 1906 (recordemos que Paz en la Guerra de Unamuno apareció 10 años antes; su En torno al casticismo en forma de libro en 1900; El alma castellano de Azorín en el mismo año; y las Sonatas entre 1902 y 1905). Las caracterizaciones de Ana María y Agustín en Tú eres la paz son muy semejantes a retratos de mujeres y hombres que hacen los escritores masculinos de la época. Ana María (como Ignacia de Paz en la guerra o Dolores de Camino de perfección) tiene una afinidad natural con su tierra (que el narrador denomina «panteísmo,» una «clara y terrena visión» ). 9 Pero en Tú eres la paz esta «visión terrena» de la protagonista contribuye a «la conciencia de su propia insignificancia dentro de la inmensidad del universo que la contiene.» A diferencia de las figuras femeninas de Unamuno, Valle-Inclán, Baroja, y Azorín, Ana maría no sólo tiene conciencia, pero se sirve de ella para controlar su propio destino, principalmente por el desdoblamiento dramático como veremos abajo. El primo Agustín, como tantos protagonistas noventayochistas, se asocia con el arte, el artificio, y el extranjero. Pero, si la conciencia del Marqués de Bradornín, de Femando Ossorio, o de Antonio Azorín domina la narración, Agustín se singulariza por una falta de autoconciencia. Pero Agustin sí comparte la falta de voluntad de personajes masculinos del '98 como Femando Ossorio y Andrés Hurtado de Baroja y Antonio Azorín de José Martínez Ruiz (Azorín). 10 Si el hombre sin voluntad se presenta en la novela masculina como un ente solitario apartado de la mujer, en Tú eres la paz la mujer le salva con su compañerismo. Veamos con más detalle la repuesta que contiene la novela de María Martínez Sierra al destino que Valle-lnclán imagina para la mujer en Sonata de otoño, el intertexto más extenso de Tú eres la paz. En primer lugar, las dos novelas se enfocan en una pareja que son primos. Los hombres son algo semejantes-donjuanescos y artísticos, pero las mujeres son radicalmente diferentes. Concha, la mujer valleinclaniana, tísica
9 Comenta María Martínez Sierra que Ana María está