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TEXTO LÍRICO Nº 1 Andrés Fernández de Andrada Epístola moral a Fabio Fabio, las esperanzas cortesanas
que si acortas y ciñes tu deseo,
prisiones son do el ambicioso muere
dirás: “Lo que desprecio he conseguido,
y donde al más activo nacen canas.
que la opinión vulgar es devaneo”.
El que no las limare o las rompiere,
Más quiere el ruiseñor su pobre nido
ni el nombre de varón ha merecido
de pluma y leves pajas, más sus quejas
ni subir al honor que pretendiere.
en el bosque repuesto y escondido,
El ánimo plebeyo y abatido
que agradar lisonjero las orejas
elija, en sus intentos temeroso,
de algún príncipe insigne, aprisionado
primero estar suspenso que caído;
en el metal de las doradas rejas.
que el corazón entero y generoso
Triste de aquel que vive destinado
al caso adverso inclinará la frente
a esa antigua colonia de los vicios,
antes que la rodilla al poderoso.
augur de los semblantes del privado.
Más triunfos, más coronas dio al prudente
Cese el ansia y la sed de los oficios,
que supo retirarse, la fortuna,
que acepta el don, y burla del intento,
que al que esperó obstinada y locamente.
el ídolo a quien haces sacrificios.
Esta invasión terrible e importuna
Iguala con la vida el pensamiento,
de contrarios sucesos nos espera
y no le pasarás de hoy a mañana,
desde el primer sollozo de la cuna.
ni quizá de un momento a otro momento.
Dejémosla pasar como a la fiera
Casi no tienes ni una sombra vana
corriente del gran Betis, cuando airado
de nuestra grande Itálica, ¿y esperas?
dilata hasta los montes su ribera.
¡Oh error perpetuo de la suerte humana!
Aquel entre los héroes es contado
Las enseñas grecianas, las banderas
que el premio mereció, no quien le alcanza
del senado y romana monarquía,
por vanas consecuencias del estado.
murieron, y pasaron sus carreras. ¿Qué es nuestra vida más que un breve día,
[…] Busca, pues, el sosiego dulce y caro,
do apenas sale el sol, cuando se pierde
como en la oscura noche del Egeo
en las tinieblas de la noche fría?
busca el piloto el eminente faro;
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¿Qué más que el heno, a la mañana verde,
De la pasada edad ¿qué me ha quedado?
seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío!
O ¿qué tengo yo, a dicha, en la que espero,
¿Será que de este sueño se recuerde?
sin alguna noticia de mi hado?
¿Será que pueda ver que me desvío
¡Oh si acabase, viendo cómo muero,
de la vida, viviendo, y que está unida
de aprender a morir antes que llegue
la cauta muerte al simple vivir mío?
aquel forzoso término postrero:
Como los ríos, que en veloz corrida
antes que esta mies inútil siegue
se llevan a la mar, tal soy llevado
de la severa muerte dura mano,
del último suspiro de mi vida.
y a la común materia se la entregue! […]
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TEXTO LÍRICO Nº 2 Baltasar de Alcázar Cena jocosa
En Jaén, donde resido,
Por Nuestro Señor, que es mina
vive don Lope de Sosa,
la taberna de Alcocer:
y direte, Inés, la cosa
grande consuelo es tener
más brava de él que has oído.
la taberna por vecina.
Tenía este caballero
Si es o no invención moderna,
un criado portugués...
vive Dios, que no lo sé;
Pero cenemos, Inés,
pero delicada fue
si te parece, primero.
la invención de la taberna.
La mesa tenemos puesta;
Porque allí llego sediento,
lo que se ha de cenar, junto;
pido vino de lo nuevo,
las tazas y el vino, a punto;
mídenlo, dánmelo, bebo,
falta comenzar la fiesta.
págolo y voyme contento.
Rebana pan. Bueno está.
Esto, Inés, ello se alaba;
La ensaladilla es del cielo;
no es menester alaballo;
y el salpicón, con su ajuelo,
sola una falta le hallo:
¿no miras qué tufo da?
que con la priesa se acaba. […]
Comienza el vinillo nuevo y échale la bendición:
Alegre estoy, vive Dios.
yo tengo por devoción
Mas oye un punto sutil:
de santiguar lo que bebo.
¿No pusiste allí un candil?
Franco fue, Inés, ese toque;
¿Cómo remanecen dos?
pero arrójame la bota;
Pero son preguntas viles;
vale un florín cada gota
ya sé lo que puede ser:
de este vinillo aloque.
con este negro beber
¿De qué taberna se trajo?
se acrecientan los candiles.
Mas ya: de la del cantillo;
Probemos lo del pichel.
diez y seis vale el cuartillo,
¡Alto licor celestial!
no tiene vino más bajo.
No es el aloquillo tal,
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ni tiene que ver con él.
Pues haz, Inés, lo que sueles:
¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
daca de la bota llena
¡Qué rancio gusto y olor!
seis tragos. Hecha es la cena;
¡Qué paladar! ¡Qué color,
levántense los manteles.
todo con tanta fineza!
Ya que, Inés, hemos cenado
Mas el queso sale a plaza,
tan bien y con tanto gusto,
la moradilla va entrando,
parece que será justo
y ambos vienen preguntando
volver al cuento pasado.
por el pichel y la taza.
Pues sabrás, Inés hermana,
Prueba el queso, que es extremo:
que el portugués cayó enfermo…
el de Pinto no le iguala;
Las once dan; yo me duermo;
pues la aceituna no es mala;
quédese para mañana.
bien puede bogar su remo.
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TEXTO LÍRICO Nº 3 Fernando de Herrera
“¿Dó vas? ¿Dó vas, crüel? ¿Dó vas? Refrena, refrena el pressuroso passo, en tanto que de mi dolor grave el largo llanto a abrir comiença esta honda vena. Oye la boz de mil suspiros llena, i de mi mal sufrido el triste canto, que no podrás ser fiera i dura tanto que no te mueva esta mi acerba pena. Buelve tu luz a mí, buelve tus ojos, antes que quede oscuro en ciega niebla”, dezía, en sueño o en ilusión perdido. Bolví; halléme solo i entre abrojos, i, en vez de luz, cercado de tiniebla, i en lágrimas ardientes convertido.
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TEXTO LÍRICO Nº 4 Francisco de Rioja A la rosa Pura, encendida rosa
Bañote en su color sangre divina
émula de la llama
de la deidad que dieron las espumas;
que sale con el día,
y esto, purpúrea flor, esto ¿no pudo
¿cómo naces tan llena de alegría
hacer menos violento el rayo agudo?
si sabes que la edad que te da el cielo
Róbate en una hora,
es apenas un breve y veloz vuelo,
róbate licencioso su ardimiento
y ni valdrán las puntas de tu rama,
el color y el aliento.
ni púrpura hermosa
Tiendes aún no las alas abrasadas
a detener un punto
y ya vuelan al suelo desmayadas.
la ejecución del hado presurosa?
Tan cerca, tan unida
El mismo cerco alado
está al morir tu vida,
que estoy viendo rïente,
que dudo si en sus lágrimas la Aurora
ya temo amortiguado,
mustia, tu nacimiento o muerte llora.
presto despojo de la llama ardiente. Para las hojas de tu crespo seno te dio Amor de sus alas blandas plumas, y oros de su cabello dio a tu frente. ¡Oh fiel imagen suya peregrina!
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TEXTO LÍRICO Nº 5 Fray Luis de León Vida retirada ¡Qué descansada vida
¡Oh monte, oh fuente, oh río!
la del que huye el mundanal ruïdo,
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
y sigue la escondida
Roto casi el navío,
senda, por donde han ido
a vuestro almo reposo
los pocos sabios que en el mundo han sido;
huyo de aqueste mar tempestuoso.
que no le enturbia el pecho
Un no rompido sueño,
de los soberbios grandes el estado,
un día puro, alegre, libre quiero;
ni del dorado techo
no quiero ver el ceño
se admira, fabricado
vanamente severo
del sabio moro, en jaspe sustentado!
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
No cura si la fama
Despiértenme las aves
canta con voz su nombre pregonera,
con su cantar sabroso no aprendido;
ni cura si encarama
no los cuidados graves
la lengua lisonjera
de que es siempre seguido
lo que condena la verdad sincera.
el que al ajeno arbitrio está atenido.
¿Qué presta a mi contento
Vivir quiero conmigo;
si soy del vano dedo señalado;
gozar quiero del bien que debo al cielo,
si, en busca deste viento,
a solas, sin testigo,
ando desalentado
libre de amor, de celo,
con ansias vivas, con mortal cuidado?
de odio, de esperanzas, de recelo. […]
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TEXTO LÍRICO Nº 6 Fray Luis de León A Francisco de Salinas El aire se serena
Y como está compuesta
y viste de hermosura y luz no usada,
de números concordes, luego envía
Salinas, cuando suena
consonante respuesta;
la música estremada,
y entrambas a porfía
por vuestra sabia mano gobernada.
se mezcla una dulcísima armonía.
A cuyo son divino
Aquí la alma navega
el alma, que en olvido está sumida,
por un mar de dulzura, y finalmente
torna a cobrar el tino
en él ansí se anega
y memoria perdida
que ningún accidente
de su origen primera esclarecida.
estraño y peregrino oye o siente.
Y como se conoce,
¡Oh, desmayo dichoso!
en suerte y pensamientos se mejora;
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
el oro desconoce,
¡Durase en tu reposo,
que el vulgo vil adora,
sin ser restituido
la belleza caduca, engañadora.
jamás aqueste bajo y vil sentido!
Traspasa el aire todo
A este bien os llamo,
hasta llegar a la más alta esfera,
gloria del apolíneo sacro coro,
y oye allí otro modo
amigos a quien amo
de no perecedera
sobre todo tesoro;
música, que es la fuente y la primera.
que todo lo visible es triste lloro.
Ve cómo el gran Maestro,
¡Oh, suene de contino,
aquesta inmensa cítara aplicado,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
con movimiento diestro
por quien al bien divino
produce el son sagrado,
despiertan los sentidos
con que este eterno templo es sustentado.
quedando a lo demás amortecidos!
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TEXTO LÍRICO Nº 7 Fray Luis de León Profecía del Tajo
Folgaba el Rey Rodrigo
en quien para tu daño no hay tardanza.
con la hermosa Cava en la ribera
Oye que al cielo toca
del Tajo, sin testigo;
con temeroso son la trompa fiera,
el pecho sacó fuera
que en África convoca
el río, y le habló desta manera:
el moro a la bandera
“En mal punto te goces,
que, al aire desplegada, va ligera.
injusto forzador; que ya el sonido
La lanza ya blandea
y las amargas voces,
el árabe crüel, y hiere el viento,
y ya siento el bramido
llamando a la pelea;
de Marte, de furor y ardor ceñido.
innumerable cuento
Aquesta tu alegría
de escuadras juntas veo en un momento.
¡qué llantos acarrea! Aquesa hermosa,
Cubre la gente el suelo;
que vio el sol en mal día,
debajo de las velas desparece
al Godo, ¡ay!, cuán llorosa,
la mar; la voz al cielo
al soberano cetro, ¡ay! cuán costosa.
confusa, incierta, crece;
Llamas, dolores, guerras,
el polvo roba el día y le escurece.
muertes, asolamientos, fieros males
¡Ay!, que ya presurosos
entre tus brazos cierras,
suben las largas naves. ¡Ay!, que tienden
trabajos inmortales
los brazos vigorosos
a ti y a tus vasallos naturales;
a los remos, y encienden
a los que en Constantina
las mares espumosas por do hienden.
rompen el fértil suelo, a los que baña
El Eolo derecho
el Ebro, a la vecina
hinche la vela en popa, y larga entrada
Sansueña, a Lusitaña:
por el hercúleo Estrecho,
a toda la espaciosa y triste España.
con la punta acerada,
Ya dende Cádiz llama
el gran padre Neptuno da a la armada.
el injuriado Conde, a la venganza
¡Ay, triste! ¿y aun te tiene
atento y no a la fama,
el mal dulce regazo? ¿Ni llamado
la bárbara pujanza,
al mal que sobreviene,
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no acorres? ¿Abrazado
a hombres y a caballos juntamente!
con tu calamidad no ves tu hado?
¡Y tú, Betis divino,
Acude, acorre, vuela,
de sangre ajena y tuya amancillado,
traspasa la alta sierra, ocupa el llano;
darás al mar vecino
no perdones la espuela,
cuánto yelmo quebrado,
no des paz a la mano,
cuánto cuerpo de nobles destrozado!
menea fulminando el hierro insano.
El furibundo Marte
¡Ay!, ¡cuánto de fatiga!
cinco luces las haces desordena,
¡Ay!, cuánto de sudor está presente
igual a cada parte;
al que viste loriga,
la sexta, ¡ay!, te condena,
al infante valiente,
¡oh, cara patria! a bárbara cadena.”
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TEXTO LÍRICO Nº 8 Francisco de la Torre
Bella es mi ninfa si los lazos de oro al apacible viento desordena; bella, si de sus ojos enajena el altivo desdén, que siempre lloro; bella, si con la luz que sola adoro la tempestad del viento y mar serena; bella, si a la dureza de mi pena vuelve las gracias del celeste coro. Bella si mansa, bella si terrible, bella si cruda, bella esquiva, y bella si vuelve grave aquella luz del cielo, cuya beldad humana y apacible ni se puede saber lo que es sin vella, ni vista entenderá lo que es el suelo.
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TEXTO LÍRICO Nº 9 Garcilaso de la Vega Égloga I Salicio “¡Oh más dura que mármol a mis quejas
¡Ay, cuán diferente era
y al encendido fuego en que me quemo
y cuán de otra manera
más helada que nieve, Galatea!
lo que en tu falso pecho se escondía!
Estoy muriendo, y aun la vida temo;
Bien claro con su voz me lo decía
témola con razón, pues tú me dejas,
la siniestra corneja, repitiendo
que no hay sin ti el vivir para qué sea.
la desventura mía.
Vergüenza he que me vea
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. […]
ninguno en tal estado, de ti desamparado,
Tu dulce habla, ¿en cúya oreja suena?
y de mí mismo yo me corro agora.
Tus claros ojos, ¿a quién los volviste?
¿De un alma te desdeñas ser señora
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
donde siempre moraste, no pudiendo
Tu quebrantada fe, ¿dó la pusiste?
della salir un hora?
¿Cuál es el cuello que como en cadena
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
de tus hermosos brazos añudaste? No hay corazón que baste,
[…]
aunque fuese de piedra, Por ti el silencio de la selva umbrosa,
viendo mi amada hiedra
por ti la esquividad y apartamiento
de mí arrancada, en otro muro asida,
del solitario monte me agradaba;
y mi parra en otro olmo entretejida,
por ti la verde hierba, el fresco viento,
que no se esté con llanto deshaciendo
el blanco lirio y colorada rosa
hasta acabar la vida.
y dulce primavera deseaba.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
¡Ay, cuánto me engañaba!
[…]
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TEXTO LÍRICO Nº 10 Garcilaso de la Vega Égloga I Nemoroso “Corrientes aguas puras, cristalinas,
antes de tiempo dada
árboles que os estáis mirando en ellas,
a los agudos filos de la muerte!
verde prado de fresca sombra lleno,
Más convenible fuera aquesta suerte
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
a los cansados años de mi vida,
hiedra que por lo árboles caminas,
que es más que el hierro fuerte,
torciendo el paso por su verde seno:
pues no la ha quebrantado tu partida.
yo me vi tan ajeno
¿Dó están agora aquellos claros ojos
del grave mal que siento,
que llevaban tras sí, como colgada,
que de puro contento
mi alma, doquier que ellos se volvían?
con vuestra soledad me recreaba,
¿Dó está la blanca mano delicada,
donde con dulce sueño reposaba,
llena de vencimientos y despojos,
o con el pensamiento discurría
que de mí mis sentidos le ofrecían?
por donde no hallaba
Los cabellos que vían
sino memorias llenas de alegría.
con gran desprecio al oro
Y en este mismo valle, donde agora
como a menor tesoro
me entristezco y me canso en el reposo,
¿adónde están, adónde el blanco pecho?
estuve ya contento y descansado,
¿Dó la columna que el dorado techo
¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
con proporción graciosa sostenía?
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora,
Aquesto todo agora ya se encierra,
que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
por desventura mía,
¡Oh miserable hado!
en la escura, desierta y dura tierra. […]
¡Oh tela delicada,
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TEXTO LÍRICO Nº 11 Garcilaso de la Vega Oda ad florem Gnidi Si de mi baja lira
de quien tener se debe más cuidado,
tanto pudiese el son que en un momento
que ’stá muriendo vivo,
aplacase la ira
al remo condenado,
del animoso viento
en la concha de Venus amarrado.
y la furia del mar y el movimiento,
Por ti, como solía,
y en ásperas montañas
del áspero caballo no corrige
con el süave canto enterneciese
la furia y gallardía,
las fieras alimañas,
ni con freno la rige,
los árboles moviese
ni con vivas espuelas ya l’aflige;
y al son confusamente los trujiese:
por ti con diestra mano
no pienses que cantado
no revuelve la espada presurosa,
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
y en el dudoso llano
el fiero Marte airado,
huye la polvorosa
a muerte convertido,
palestra como sierpe ponzoñosa;
de polvo y sangre y de sudor teñido,
por ti su blanda musa,
ni aquellos capitanes
en lugar de la cítera sonante,
en las sublimes ruedas colocados,
tristes querellas usa
por quien los alemanes,
que con llanto abundante
el fiero cuello atados,
hacen bañar el rostro del amante;
y los franceses van domesticados;
por ti el mayor amigo
mas solamente aquella
l’es importuno, grave y enojoso:
fuerza de tu beldad sería cantada,
yo puedo ser testigo,
y alguna vez con ella
que ya del peligroso
también sería notada
naufragio fui su puerto y su reposo,
el aspereza de que estás armada,
y agora en tal manera
y cómo por ti sola
vence el dolor a la razón perdida
y por tu gran valor y hermosura,
que ponzoñosa fiera
convertido en vïola,
nunca fue aborrecida
llora su desventura
tanto como yo dél, ni tan temida. […]
el miserable amante en tu figura. Hablo d’aquel cativo
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TEXTO LÍRICO Nº 12 Garcilaso de la Vega A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que el oro escurecían; de áspera corteza se cubrían los tiernos miembros que aún bullendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol, que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño, que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba!
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TEXTO LÍRICO Nº 13 Luis de Góngora Letrilla La más bella niña
No me pongáis freno
de nuestro lugar,
ni queráis culpar;
hoy viuda y sola,
que lo uno es justo,
ayer por casar,
lo otro por demás.
viendo que sus ojos
Si me queréis bien
a la guerra van,
no me hagáis mal;
a su madre dice,
harto peor fuera
que escucha su mal:
morir y callar:
dejadme llorar
dejadme llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
Pues me distes, madre,
Dulce madre mía,
en tan tierna edad
¿quién no llorará,
tan corto el placer,
aunque tenga el pecho
tan largo el pesar,
como un pedernal,
y me cautivastes
y no dará voces
de quien hoy se va
viendo marchitar
y lleva las llaves
los más verdes años
de mi libertad:
de mi mocedad?
dejadme llorar
Dejadme llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
En llorar conviertan
Váyanse las noches,
mis ojos, de hoy más,
pues ido se han
el sabroso oficio
los ojos que hacían
del dulce mirar,
los míos velar;
pues que no se pueden
váyanse y no vean
mejor ocupar,
tanta soledad,
yéndose a la guerra
después que en mi lecho
quien era mi paz:
sobra la mitad:
dejadme llorar
dejadme llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
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TEXTO LÍRICO Nº 14 Luis de Góngora Fábula de Polifemo y Galatea […] Donde espumoso el mar sicilïano el pie argenta de plata al Lilibeo, bóveda o de las fraguas de Vulcano o tumba de los huesos de Tifeo, pálidas señas cenizoso un llano, cuando no del sacrílego deseo, del duro oficio da. Allí una alta roca mordaza es a una gruta de su boca. Guarnición tosca de este escollo duro troncos robustos son, a cuya greña menos luz debe, menos aire puro la caverna profunda, que a la peña; caliginoso lecho, el seno obscuro ser de la negra noche nos lo enseña infame turba de nocturnas aves, gimiendo tristes y volando graves. De este, pues, formidable de la tierra bostezo, el melancólico vacío a Polifemo, horror de aquella sierra,
y redil espacioso donde encierra cuanto las cumbres ásperas cabrío de los montes esconde: copia bella que un silbo junta y un peñasco sella. Un monte era de miembros eminente este —que, de Neptuno hijo fiero, de un ojo ilustra el orbe de su frente, émulo casi del mayor lucero— cíclope, a quien el pino más valiente, bastón, le obedecía, tan ligero, y al grave peso junco tan delgado, que un día era bastón y otro cayado. Negro el cabello, imitador undoso de las oscuras aguas del Leteo, al viento que lo peina proceloso vuela sin orden, pende sin aseo; un torrente es su barba, impetüoso que, adusto hijo de este Pirineo, su pecho inunda, o tarde, o mal, o en vano surcada aun de los dedos de su mano.
bárbara choza es, albergue umbrío
[…]
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TEXTO LÍRICO Nº 15 Luis de Góngora De la brevedad engañosa de la vida Menos solicitó veloz saeta destinada señal, que mordió aguda; agonal carro por la arena muda no coronó con más silencio meta, que presurosa corre, que secreta, a su fin nuestra edad. A quien lo duda, fiera que sea de razón desnuda, cada Sol repetido es un cometa. ¿Confiésalo Cartago, y tú lo ignoras? Peligro corres, Licio, si porfías en seguir sombras y abrazar engaños. Mal te perdonarán a ti las horas: las horas que limando están los días, los días que royendo están los años.
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TEXTO LÍRICO Nº 16 Gutierre de Cetina
Horas alegres que pasáis volando porque a vueltas del bien mayor mal sienta; sabrosa noche que en tan dulce afrenta el triste despedir me vas mostrando; importuno reloj, que apresurando tu curso, mi dolor me representa; estrellas con quien nunca tuve cuenta, que mi partida vais acelerando; gallo que mi pesar has denunciado; lucero que mi luz va obscureciendo; y tú, mal sosegada y moza aurora; si en vos cabe dolor de mi cuidado, id poco a poco el paso deteniendo, si no puede ser más, siquiera un hora.
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TEXTO LÍRICO Nº 17 Gutierre de Cetina Madrigal Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira por que no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.
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TEXTO LÍRICO Nº 18
Lope de Vega Ir y quedarse, y con quedar partirse, partir sin alma, y ir con alma ajena; oír la dulce voz de una sirena y no poder del árbol desasirse; arder como la vela y consumirse haciendo torres sobre tierna arena; caer de un cielo, y ser demonio en pena, y de serlo jamás arrepentirse; hablar entre las mudas soledades, pedir prestada, sobre fe, paciencia, y lo que es temporal llamar eterno; creer sospechas y negar verdades, es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma, y en la vida infierno.
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TEXTO LÍRICO Nº 19 Lope de Vega Rimas sacras ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno escuras? ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío si de mi ingratitud el yelo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el ángel me decía: Alma, asómate agora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía! ¡Y cuántas, hermosura soberana: Mañana le abriremos –respondía-, para lo mismo responder mañana!
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TEXTO LÍRICO Nº 20 Lope de Vega La Dorotea A mis soledades voy,
mi humildad en mi desprecio.
de mis soledades vengo,
O sabe naturaleza
porque para andar conmigo
más que supo en este tiempo,
me bastan mis pensamientos.
o tantos que nacen sabios
¡No sé qué tiene el aldea
es porque lo dicen ellos.
donde vivo y donde muero,
”Sólo sé que no sé nada”
que con venir de mí mismo
dijo un filósofo, haciendo
no puedo venir más lejos.
la cuenta con su humildad
Ni estoy bien ni mal conmigo,
adonde lo más es menos.
mas dice mi entendimiento
No me precio de entendido,
que un hombre que todo es alma
de desdichado me precio,
está cautivo en su cuerpo.
que los que no son dichosos
Entiendo lo que me basta
¿cómo pueden ser discretos?
y solamente no entiendo
No puede durar el mundo
cómo se sufre a sí mismo
porque dicen, y lo creo,
un ignorante soberbio.
que suena a vidrio quebrado
De cuantas cosas me cansan
y que ha de romperse presto.
fácilmente me defiendo,
Señales son del juïcio
pero no puedo guardarme
ver que todos le perdemos,
de los peligros de un necio.
unos por carta de más,
Él dirá que yo lo soy,
otros por carta de menos.
pero con falso argumento,
Dijeron que antiguamente
que humildad y necedad
se fue la verdad al cielo;
no caben en un sujeto.
tal la pusieron los hombres
La diferencia conozco
que desde entonces no ha vuelto.
porque en él y en mí contemplo
[…]
su locura en su arrogancia,
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TEXTO LÍRICO Nº 21 Lope de Vega Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño: esto es amor: quien lo probó lo sabe.
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TEXTO LÍRICO Nº 22 Francisco de Quevedo Pinta el aquí fue Troya de la hermosura Rostro de blanca nieve, fondo en grajo, la tizne presumida de ser ceja, la piel que está en un tris de ser pelleja, la plata que se trueca en cascajo; habla casi fregona, de estropajo, el aliño imitado a la corneja, tez que, con pringue y arrebol, semeja clavel almidonado de gargajo. En las guedejas vuelto el oro orujo y ya merecedor de cola el ojo, sin esperar más beso que el del brujo. Dos colmillos comidos de gorgojo, una boca con cámaras y pujo, a la que rosa fue vuelven abrojo.
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TEXTO LÍRICO Nº 23 Francisco de Quevedo Conoce las fuerzas del tiempo y el ser ejecutivo cobrador de la muerte ¡Cómo de entre mis manos te resbalas! ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía! ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría, pues con callado pie todo lo igualas! Feroz, de tierra el débil muro escalas en quien lozana juventud se fía; mas ya mi corazón del postrer día atiende el vuelo sin mirar las alas. ¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte! ¡Que no puedo querer vivir mañana sin la pensión de procurar mi muerte! Cualquier instante de la vida humana es nueva ejecución con que me advierte cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.
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TEXTO LÍRICO Nº 24 Francisco de Quevedo Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño Ay Floralba! Soñé que te... ¿Dirélo? Sí, pues que sueño fue: que te gozaba. ¿Y quién, sino un amante que soñaba, juntara tanto infierno a tanto cielo? Mis llamas con tu nieve y con tu yelo, cual suele opuestas flechas de su aljaba, mezclaba Amor, y honesto las mezclaba, como mi adoración en su desvelo. Y dije: «Quiera Amor, quiera mi suerte, que nunca duerma yo, si estoy despierto, y que si duermo, que jamás despierte.» Mas desperté del dulce desconcierto; y vi que estuve vivo con la muerte, y vi que con la vida estaba muerto.
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TEXTO LÍRICO Nº 25 Francisco de Quevedo Amante desesperado del premio y obstinado en amar
¡Qué perezosos pies, qué entretenidos pasos lleva la muerte por mis daños! El camino me alargan los engaños, y en mí se escandalizan los perdidos. Mis ojos no se dan por entendidos; y, por descaminar mis desengaños, me disimulan la verdad los años y les guardan el sueño a los sentidos. Del vientre a la prisión vine en naciendo; de la prisión iré al sepulcro amando, y siempre en el sepulcro estaré ardiendo. Cuantos plazos la muerte me va dando, prolijidades son que va creciendo porque no acabe de morir penando.
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TEXTO LÍRICO Nº 26 Francisco de Quevedo Refiere su nacimiento y las propiedades que le comunicó
“ Pariome adrede mi madre,
que puede servir de tinta,
¡ojalá no me pariera!,
según ha sido de negra.
aunque estaba cuando me hizo,
Porque es tan feliz mi suerte,
de gorja Naturaleza.
que no hay cosa mala o buena
Dos maravedís de luna
que, aunque la piense de tajo,
alumbraban a la tierra;
al revés no me suceda.
que, por ser yo el que nacía,
De estériles soy remedio,
no quiso que un cuarto fuera.
pues, con mandarme su hacienda,
Nací tarde, porque el sol
les dará el cielo mil hijos,
tuvo de verme vergüenza,
por quitarme las herencias.
en una noche templada,
Y para que vean los ciegos,
entre clara y entre yema.
pónganme a mí a la vergüenza;
Un miércoles con un martes
y para que cieguen todos,
tuvieron grande revuelta,
llévenme en coche o litera.
sobre que ninguno quiso
Como a imagen de milagros
que en sus términos naciera.
me sacan por las aldeas:
Nací debajo de Libra,
si quieren sol, abrigado,
tan inclinado a las pesas,
y desnudo, por que llueva.
que todo mi amor le fundo
Cuando alguno me convida,
en las madres vendederas.
no es a banquetes ni a fiestas,
Diome el León su cuartana,
sino a los misacantanos,
diome el Escorpión su lengua,
para que yo les ofrezca.
Virgo, el deseo de hallarle,
De noche soy parecido
y el Carnero su paciencia.
a todos cuantos esperan
Murieron luego mis padres;
para molerlos a palos,
Dios en el cielo los tenga,
y así, inocente, me pegan.
porque no vuelvan acá,
Aguarda hasta que yo pase,
y a engendrar más hijos vuelvan.
si ha de caerse, una teja;
Tal ventura desde entonces
aciértanme las pedradas,
me dejaron los planetas,
las curas solo me yerran. - 29 -
Si a alguno pido prestado,
ni rico que no me ofenda.
me responde tan a secas,
No hay camino que no yerre,
que, en vez de prestarme a mí,
ni juego donde no pierda,
me hace prestar paciencia.
ni amigo que no me engañe,
No hay necio que no me hable,
ni enemigo que no tenga. […]
ni vieja que no me quiera, ni pobre que no me pida,
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TEXTO LÍRICO Nº 27 Rodrigo Caro Canción a las ruinas de Itálica
Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
¿Dónde, pues fieras hay, está el desnudo
campos de soledad, mustio collado,
luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
fueron un tiempo Itálica famosa.
Todo desapareció, cambió la suerte
Aquí de Cipïón la vencedora
voces alegres en silencio mudo;
colonia fue. Por tierra derribado
mas aun el tiempo da en estos despojos
yace el temido honor de la espantosa
espectáculos fieros a los ojos,
muralla, y lastimosa
y miran tan confusos lo presente,
reliquia es solamente
que voces de dolor el alma siente.
de su invencible gente.
Aquí nació aquel rayo de la guerra,
Sólo quedan memorias funerales
gran padre de la patria, honor de España,
donde erraron ya sombras de alto ejemplo.
pío, felice, triunfador Trajano,
Este llano fue plaza, allí fue templo;
ante quien muda se postró la tierra
de todo apenas quedan las señales.
que ve del sol la cuna y la que baña
Del gimnasio y las termas regaladas
el mar, también vencido, gaditano.
leves vuelan cenizas desdichadas;
Aquí de Elio Adrïano,
las torres que desprecio al aire fueron
de Teodosio divino,
a su gran pesadumbre se rindieron.
de Silo peregrino,
Este despedazado anfiteatro,
rodaron de marfil y oro las cunas;
impío honor de los dioses, cuya afrenta
aquí, ya de laurel, ya de jazmines,
publica el amarillo jaramago,
coronados los vieron los jardines,
ya reducido a trágico teatro,
que ahora son zarzales y lagunas.
¡oh fábula del tiempo!, representa
La casa para el César fabricada
cuánta fue su grandeza y es su estrago.
¡ay!, yace de lagartos vil morada;
¿Cómo en el cerco vago
casas, jardines, césares murieron,
de su desierta arena
y aun las piedras que de ellos se escribieron.
el gran pueblo no suena?
[…]
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TEXTO LÍRICO Nº 28 San Juan de la Cruz [Glosa de Tras de un amoroso lance] Tras de un amoroso lance,
y fui tan alto, tan alto,
y no de esperanza falto
que le di a la caza alcance.
volé tan alto, tan alto
Cuanto más alto llegaba
que le di a la caza alcance.
de este lance tan subido,
Para que yo alcance diese
tanto más bajo y rendido
a aqueste lance divino,
y abatido me hallaba;
tanto volar me convino
dije: no habrá quien alcance;
que de vista me perdiese;
y abatíme tanto, tanto,
y, con todo, en este trance
que fui tan alto, tan alto,
en el vuelo quedé falto,
que le di a la caza alcance.
mas el amor fue tan alto
Por una extraña manera
que le di a la caza alcance.
mil vuelos pasé de un vuelo,
Cuanto más alto subía
porque esperanza de cielo
deslumbróseme la vista
tanto alcanza cuanto espera,
y la más fuerte conquista
esperé sólo este lance;
en escuro se hacía,
y en esperar no fui falto,
mas, por ser de amor el lance
pues fui tan alto, tan alto,
di un ciego y oscuro salto,
que le di a la caza alcance.
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TEXTO LÍRICO Nº 29 San Juan de la Cruz Cántico espiritual (Canciones entre el alma y el esposo) ESPOSA.
¿Adónde te escondiste,
ESPOSA.
Amado, y me dejaste con gemido?
¡Ay! ¿Quién podrá sanarme?
Como el ciervo huiste,
Acaba de entregarte ya de vero.
habiéndome herido;
No quieras enviarme
salí tras ti clamando, y eras ido.
de hoy más ya mensajero;
Pastores, los que fuerdes
que no saben decirme lo que quiero.
allá por las majadas al otero,
Y todos cuantos vagan
si por ventura vierdes
de ti me van mil gracias refiriendo,
aquel que yo más quiero,
y todos más me llagan,
decidle que adolezco, peno y muero.
y déjame muriendo
Buscando mis amores,
un no sé qué que quedan balbuciendo.
iré por esos montes y riberas;
Mas ¿cómo perseveras,
ni cogeré las flores,
¡oh vida!, no viviendo donde vives,
ni temeré las fieras,
y haciendo por que mueras
y pasaré los fuertes y fronteras.
las flechas que recibes
(Pregunta a las criaturas.)
de lo que del Amado en ti concibes?
¡Oh bosques y espesuras
¿Por qué, pues has llagado
plantadas por la mano del Amado!
aqueste corazón, no le sanaste?
¡Oh prado de verduras,
Y, pues me le has robado,
de flores esmaltado!
¿por qué así le dejaste,
¡Decid si por vosotros ha pasado!
y no tomas el robo que robaste?
(Respuesta de las criaturas.)
Apaga mis enojos,
Mil gracias derramando
pues que ninguno basta a deshacellos,
pasó por estos sotos con presura,
y véante mis ojos,
e, yéndolos mirando,
pues eres lumbre de ellos
con sola su figura
y solo para ti quiero tenellos.
vestidos los dejó de hermosura.
¡Oh cristalina fuente,
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si en esos tus semblantes plateados
¡Apártalos, Amado,
formases de repente
que voy de vuelo!
los ojos deseados
[…]
que tengo en mis entrañas dibujados!
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TEXTO LÍRICO Nº 30 Sor Juana Inés de la Cruz Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios, y justifica su divertimiento a las Musas. En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas? Yo no estimo tesoros ni riquezas; y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi pensamiento que no mi pensamiento en las riquezas. Y no estimo hermosura que, vencida, es despojo civil de las edades, ni riqueza me agrada fementida, teniendo por mejor, en mis verdades, consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades.
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