Theologica Xaveriana ISSN: 0120-3649 [email protected] Pontificia Universidad Javeriana Colombia

REMOLINA V., GERARDO Docencia, investigación y servicio, funciones primordiales del profesor universitario Theologica Xaveriana, núm. 142, 2002, pp. 313-319 Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia

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Docencia, investigación y servicio, funciones primordiales del profesor universitario*

GERARDO REMOLINA V., S.I. **

Cada año nos reunimos en este acto sencillo, pero cargado de significado, para exaltar la noble profesión del maestro y para reflexionar sobre el sentido profundo de nuestra vocación de educadores. Igualmente, para proclamar ante la comunidad universitaria los nombres de aquellos profesores que durante el último año han sobresalido ante los ojos de sus colegas y de sus estudiantes y, por designación suya, serán declarados profesores destacados. En este año, nuestra celebración reviste un carácter de novedad que la hace especialmente grata: contamos no sólo con la presencia de los profesores de planta, sino también con la compañía de los profesores de cátedra. A ellos, que comparten con nosotros el día a día de nuestra labor educativa, hemos querido convocarlos también en esta fecha, ya que sin importar su diferente vinculación con la Universidad ni la intensidad de su dedicación horaria, participan de la misma dignidad y vocación de maestros. Quisiera que este hecho fuera en la Universidad el inicio de un proceso de búsqueda de una mayor incorporación y participación suya a la comunidad universitaria, y de fortalecimiento del mutuo sentido de pertenencia; inicio de un proceso que con hechos concretos nos permita reconocer con justicia la

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Palabras del padre Gerardo Remolina Vargas, S.I., en la celebración del día del maestro, 15 de mayo de 2002.

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Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Licenciado en Teología, Doctor en Filosofía, Universidad Gregoriana, Roma. Oficina: Carrera 7 No. 40-62. Correo electrónico:[email protected]

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importancia que ellos tienen en la Universidad y lo específico e imprescindible de su aporte.

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La Universidad desea hacer hoy además una sincera y profunda manifestación de reconocimiento y gratitud por las funciones que todos nuestros profesores, nuestros maestros de planta y de hora-cátedra realizan en nuestro claustro universitario: la docencia, la investigación y el servicio. Permítanme, pues, compartir con ustedes algunos pensamientos y reflexiones sobre estas tres funciones esenciales de la educación superior.

LA

DOCENCIA

Ejercer la docencia es lo mismo que enseñar, es decir, comunicar a los alumnos los conocimientos que la tradición de muchos siglos ha ido acumulando lentamente, ha continuado enriqueciendo con los resultados recientes del ayer y con el saber vertiginoso de hoy. Todos esos conocimientos constituyen un acervo extraordinariamente rico, y nuestro más preciado y valioso patrimonio. Nuestro deber como educadores es el de compartirlo con las nuevas generaciones que nos han de suceder en la responsabilidad de conservarlo y aumentarlo para bien de la humanidad. Pero enseñar no es simplemente trasmitir; es comunicar, es establecer una corriente espiritual entre maestro y discípulo; es trasvasar a ellos en un acto vital las vivencias más profundas que el conocimiento ha producido en la humanidad, y la forma como ha resonado y hecho vibrar el corazón del maestro. El conocimiento, en efecto, no descansa ni se agota en sí mismo, sino que es y debe ser fuente de vida y de cultura; no sólo permite formular leyes y principios teóricos, sino que enseña a sentir y a apreciar la realidad, a descubrir valores; a conformar costumbres, modos de proceder, de acción y de expresión. El maestro, pues, es un comunicador de las verdades descubiertas y elaboradas por la humanidad, y agente de formas de vida y de comportamiento. ¡Gracias sean dadas a ustedes en el día de hoy, queridos maestros, por realizar esta función de plasmar las mentes, el corazón y la conducta de nuestros educandos! Pero, además, en el día de hoy, ejercer la docencia exige no sólo ser comunicadores de conocimientos y de auténtica vida, sino afrontar los retos de las nuevas pedagogías, para que esa comunicación sea lo más adecuada

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a la mente y al corazón de nuestros estudiantes, lo más eficiente posible en el manejo de las nuevas tecnologías de comunicación y de enseñanza. Para ser maestros, y especialmente para ser maestros universitarios, no basta hoy estar al día en los conocimientos de las diferentes disciplinas, ni vivir los valores que nos hacen más humanos, sino que es necesario poseer las destrezas pedagógicas contemporáneas y el manejo necesario de las nuevas tecnologías. Ser maestros hoy es, sin duda alguna, mucho más exigente que antaño. Por todo lo anterior, creo que esta ocasión es el mejor contexto para hacer una nueva “Convocatoria de experiencias para el mejoramiento de la docencia”. Como lo hemos venido haciendo desde el año de 1999, en este Día del Educador quiero hacer el lanzamiento de nuestra cuarta convocatoria. Con ella pretendemos estimular el desarrollo de iniciativas, tanto individuales como colectivas, que conduzcan a una docencia adecuada a las exigencias y oportunidades planteadas al quehacer educativo en la actualidad. El objetivo de este trabajo es el de poder ofrecer a los estudiantes nuevas alternativas, oportunidades y ambientes para su aprendizaje y su formación. Quiero, pues, invitar a todos los profesores, tanto de planta como de hora-cátedra, a presentar sus propuestas de mejoramiento docente. Como ha sido costumbre, la fecha de cierre para la presentación de estas propuestas será el 15 de agosto próximo. Una información detallada la encontrarán en la página web de la Universidad, en el sitio correspondiente a la Vicerrectoría Académica.

LA

INVESTIGACIÓN

La segunda función que ejercen ustedes en la Universidad es la de la investigación. Como muy bien saben ustedes, hoy se distingue entre la investigación formativa y la investigación en sentido estricto. Investigar en sentido formativo significa esforzarse por tener actualizados los conocimientos de la propia disciplina, de modo que puedan comunicar a sus estudiantes no el saber trasnochado y obsoleto de algunos años atrás, sino el conocimiento vivo y actualizado de hoy.

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Se afirma que en algunas esferas académicas la totalidad del conocimiento humano se duplica cada cinco o diez años. Por tanto, es prácticamente imposible que un docente se mantenga al corriente de un tema si no dedica parte de su tiempo a la adquisición de conocimientos y al autoaprendizaje. Cuando estos avances del saber van acompañados de cambios similares en la pedagogía, la preparación del material didáctico y la utilización de la tecnología, se requiere un perfeccionamiento mucho mayor.1

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Supuesta esta duplicación del conocimiento en el breve lapso de cinco o diez años, el ya famoso lema de “aprender a aprender” se convierte en un imperativo para maestros y estudiantes, y aquellos deben preceder con su ejemplo. Pero la investigación en sentido estricto va mucho más allá, pues ella pretende hacer avanzar el conocimiento sobre lo ya alcanzado. Nadie duda de que la investigación en sentido estricto es la fuente verdadera del progreso y del desarrollo de los pueblos. Dicho en otras palabras: “El atraso científico y tecnológico ha constituido siempre un denominador común de la marginación, de la pobreza, y de los bajos niveles de vida de los pueblos.”2 A este respecto es importante tener en cuenta los siguientes datos: “De cada 10.000 científicos que hay en el mundo, 9.400 pertenecen a los países industrializados, cien provienen de Latinoamérica, y apenas uno es colombiano”.3 Para lograr un nivel competitivo apropiado en ciencia y tecnología, y según los estándares internacionales, se requieren mil científicos e ingenieros por cada millón de habitantes. Colombia necesitaría al menos 36.000 científicos e ingenieros y sólo cuenta con alrededor de 5.000. Evidentemente preocupa que éste sea el bagaje, con sus consecuencias de atraso socioeconómico, político y cultural, con el cual el país inicia el nuevo siglo: el de la información, la ciencia y la tecnología.4

Labor de los maestros universitarios -al menos de la generalidad de ellos- ha de ser, pues, hacer ellos mismos investigación en sentido estricto,

1.

FIELDEN, JOHN, redactor del documento para el debate “La formación del personal de la educación superior: una misión permanente”, Conferencia Mundial de la UNESCO sobre la Educación Superior, Paris, 5-9 de octubre de 1998, p.3.

2.

Proyecto SIU de la Universidad de Antioquia, Justificación, p.4.

3.

Ibídem.

4.

Ibídem.

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constatar las capacidades y aptitudes explícitas o latentes de sus estudiantes y enseñar a sus discípulos a devenir investigadores. De ahí la necesidad de que los maestros estén abiertos a los programas de “Jóvenes investigadores” y propicien su participación en los proyectos de investigación en que ellos mismos se encuentran comprometidos. Éste es el espíritu y la letra de la recomendación hecha por el recientemente promulgado documento del Consejo Directivo Universitario sobre la “Participación de los estudiantes en la vida universitaria javeriana”: “Promover la participación de los estudiantes en las investigaciones llevadas a cabo por los profesores” (II - Planteamiento Práctico, 2. Aspectos formalmente pedagógicos). En el laboratorio, en el taller, en el seminario, en la dirección de los trabajos de tesis, es donde el maestro, trabajando codo a codo con sus discípulos, puede ejercer de una manera privilegiada la tarea de comunicar vitalmente el sentido y la actitud investigativa a sus estudiantes. ¡Gracias, queridos maestros, por ejercer en la Universidad Javeriana la función de investigar y de enseñar a nuestros estudiantes a ser investigadores! Pero permítanme también hacerles hoy una nueva invitación a la conformación y consolidación de Grupos y Centros de Investigación. Mientras la Universidad Nacional de Bogotá, según los datos de COLCIENCIAS, cuenta con 93 Grupos de Investigación, la de Antioquia con 83, la del Valle con 62, la de los Andes con 55, y la Industrial de Santander con 43, la Universidad Javeriana cuenta tan sólo con 24 Grupos en Bogotá y 3 en Cali. Es verdad que entre las universidades privadas ocupamos el segundo lugar, después de la Universidad de los Andes, pero de ninguna manera podemos conformarnos con esta posición.

EL

SERVICIO

La tercera función que ejerce el maestro en la universidad es la del servicio, como prolongación específica de la academia. Hoy es un axioma, al menos teóricamente, que la universidad es para servir a la sociedad. De este servicio, llámese como se quiera: “extensión”, “prácticas empresariales”, “prácticas sociales”, el maestro no puede sentirse eximido. Porque su función de maestro se completa precisamente allí. No queremos formar a nuestros estudiantes simplemente con y para el saber teórico, sino para que ese saber

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pueda ser aplicado a la realidad de la situación concreta en que se vive. Y si nuestra situación social, económica y política pide a gritos la colaboración de todos, el maestro no puede contentarse con comunicar a los estudiantes los conocimientos ya adquiridos y ampliarlos por medio de la investigación; como en las anteriores funciones, es necesario preceder con el ejemplo también en la línea del servicio y en mostrar en la práctica cómo se sirve efectivamente. Nuestro gran canciller, hablando a todas las universidades de la Compañía de Jesús en el mundo, en su ya famoso discurso pronunciado en la Universidad Santa Clara (California), el 5 de octubre del año 2000, afirmaba lo siguiente: La investigación realizada por el profesorado, que “debe ser rigurosa en su racionalidad, firmemente enraizada en la fe y abierta al diálogo con todos los hombres de buena voluntad” (Juan Pablo II, Mensaje a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, Milán, 5 de mayo de 2000, No. 9), no sólo ha de atenerse a los cánones de cada disciplina, sino adentrarse en lo más profundo de la realidad humana, para ayudar a hacer del mundo un lugar más habitable para los 6.000 millones que vivimos en él. (...) Cada disciplina, más allá de su necesaria especialización, tiene que comprometerse en forma adecuada con la sociedad, con la vida humana, con el ambiente, teniendo siempre como preocupación moral de fondo cómo deberían ser los hombres para poder vivir juntos. 5

Y concluye que cuando los profesores optan por una investigación socialmente comprometida, “están ejemplificando y modelando un tipo de conocimiento que es servicio. Y eso es lo que aprenden los estudiantes imitándolos en cuanto ‘maestros de vida y de compromiso moral’, como dijo el Santo Padre”.6 ¡Gracias, queridos maestros, por su servicio al país a través de sus investigaciones pertinentes y por abrirles a nuestros estudiantes caminos de compromiso real con nuestra sociedad colombiana!

VOCACIÓN

DEL MAESTRO

Las funciones que acabamos de reseñar se unifican todas ellas en la vocación del maestro. La vocación es algo diferente de la profesión, aunque puede llegar a confundirse en determinadas circunstancias con ella. La vo-

5.

Orientaciones Universitarias, No. 29, p. 87 y 88.

6.

Ibídem, p. 89.

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cación es un llamado que se percibe no a través del oído, sino a través de las fibras todas del propio ser. Es la disposición interior al ejercicio de un género de vida y de actividad que se experimenta como irresistible, y que se confirma con las aptitudes y capacidades concretas que se poseen. La vocación no es algo accidental, sino constitutivo de la misma persona. Es, por decirlo así, una especie de destino impreso en la estructura y el dinamismo del propio ser. Enseñar, ser profesor, puede ser una profesión; pero ser maestro no puede ser sino una vocación. Tener vocación de maestro es poseer la disposición para comunicar a los demás, de manera vital, los conocimientos y los valores de la propia experiencia; es la necesidad de conocer y hacer avanzar el conocimiento; es el imperativo de servir a la sociedad desde el saber e incitar a los otros a recorrer el mismo camino. Ser maestro es tener la vocación de hacer discípulos. Queridos y apreciados maestros: reciban en este día las más cordiales felicitaciones por la noble vocación que han recibido, y la más calurosa expresión de gratitud por el ejercicio de sus funciones de maestros en la Universidad Javeriana. Esta felicitación y reconocimiento va especialmente a aquellos que hoy son proclamados como profesores destacados. Que su ejemplo nos estimule a todos para que lo seamos también nosotros. ¡Muchas gracias!

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