Thomas Kuhn y el Status de las Ciencias Sociales Edison Otero

Thomas Kuhn y el Status de las Ciencias Sociales Edison Otero Existe una relación problemática entre las ideas aportadas por Thomas S. Kuhn (1922-199

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Thomas Kuhn y el Status de las Ciencias Sociales Edison Otero

Existe una relación problemática entre las ideas aportadas por Thomas S. Kuhn (1922-1996) al debate epistemológico y el status de las ciencias sociales implicado en esas ideas. Las consideraciones siguientes intentar perfilar los detalles de esa condición problemática. Como se sabe, Kuhn elabora sus tesis desde la perspectiva de la historia de la ciencia. En no pocas ocasiones, caracteriza sus planteamientos como proposiciones sociológicas o de psicología social. Incluso más, llegó a decir que de reescribir La Estructura de las Revoluciones Científicas centraría sus análisis no en el concepto de paradigma sino en el concepto de comunidad científica, o sea giraría desde un énfasis claramente lógico o cognitivo hacia un énfasis explícitamente sociológico. En una palabra, la ciencia es susceptible de un abordaje en términos de ciencias sociales. Replicando a Lakatos, Kuhn dice que recurre a la psicología social -aunque afirma que prefiere decir sociología- y no a la psicología individual, la psicopatología, la mentalidad colectiva o algo por el estilo. Por otra parte, un examen de sus libros y artículos principales revela que prácticamente toma todos sus ejemplos especificatorios y demostrativos de las ciencias físicas y de las ciencias biológicas. De hecho, ningún ejemplo de ideas o disciplinas de las ciencias sociales es utilizado por Kuhn para argumentar algún caso significativo de episodio científico, normal o revolucionario. Esto permitiría concluir que si bien cree en la posibilidad de un enfoque sociológico para comprender diversas dimensiones del fenómeno científico, no parece creer que la sociología misma sea un ejemplo de su teoría del ciclo ciencia normal-anomalíarevolución científica-ciencia normal. De hecho, hay una consideración kuhniana que refuerza esta conclusión. Kuhn distingue un período preparadigmático en el desarrollo de una discplina científica, etapa que se cacracteriza por la existencia de escuelas rivales que enfocan de modo diversos los mismos asuntos. Este período preparadigmático, suponemos, no sería estrictamente aquel ubicado en la frontera terminal de un período de ciencia normal sino, incluso, una fase previa a la estructuración de una etapa de ciencia normal. Las ciencias sociales caerían bajo esa figura. La pregunta obvia es ésta: ¿cuál de esas escuelas rivales proporcionaría el fundamento teórico para un enfoque socológico de la ciencia?. Busquemos otro camino, preguntándonos qué ha ocurrido con la sociología de la ciencia después de Kuhn. En lo sustantivo, hay una polémica ardua que divide a los contendores en dos grupos; de una parte, quienes suscriben la idea de un ethos peculiar de la actividad científica, formulada por Robert Merton, aunque con diversos grados de aceptación o crítica; de la otra, el denominado programa fuerte de la Escuela de Edimburgo. Autores como Barry Barnes, Bloor, Woolgar o Karen Knorr-Cetina, con distintos énfasis, han propuesto a partir de los años 70 una visión de la actividad científica en términos de intereses cognitivos y sociales, cuestionando a las concepciones que la explican en función de razones. En las concepciones del programa fuerte son sustantivas categorías como orden científico, poder y autoridad en el sentido weberiano de la expresión, control y dependencia, junto con una crítica del concepto de comunidad científica y, en suma, la puesta en relación de determinadas estructuras cognitivas con series de redes específicas de poder y autoridad. Epistemología – Prof. José María Ramón – U.N.P.S.J.B.

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Aunque se los identifica como postkuhnianos o, incluso, como desarrollos en la dirección indicada por Kuhn, el propio Kuhn no se sintió próximo a los autores del programa fuerte. En el prefacio de La Tensión Esencial, en 1977, Kuhn afirma: "En la literatura de la sociología de la ciencia, quienes han estudiado especialmente el sistema de valores de la ciencia han sido Robert K. Merton y sus seguidores. Hace poco, a este grupo lo han criticado repetidamente y a veces en desagradable tono algunos sociólogos que, basándose en mi trabajo y a veces describiéndose de manera informal como ‘kuhnianos’, recalcan que los valores varían de una comunidad a otra, así como de época en época. Además, señalan estos crítcos que cualesquiera que sean los valores de una comunidad dada, uno y otro de sus miembros los violan repetidamente. En esas circunstancias, piensan que es absurdo creer que en el análisis de los valores se tiene un medio eficaz para esclarecer la conducta científica. Los comentarios precedentes, así comos los artículos a los que sirven de introducción indican, sin embargo, lo desencaminada que yo pienso que es esa clase de crítica". En un artículo de 1968, titulado La historia de la ciencia, Kuhn sostiene: Otro cambio de la historia que probablemente ejercerá cada vez más efectos es la sociología de la ciencia. En última instancia, ni los intereses ni las técnicas de ese campo tienen que ser históricos. Pero en el actual estado de subdesarrollo de su especialidad, los sociólogos bien pueden aprender de la historia algo sobre la forma de la empresa que investigan". Hasta ahí Kuhn. La expresión subdesarrollo habla por sí misma y esclarece otro poco su postura en relación a las ciencias sociales. A propósito de razones (valores) e intereses, Kuhn no estuvo interesado en tomar partido en la querella de internalistas y externalistas; más bien, estuvo convencido de integrar ambas orientaciones, en la convicción de que cada uno de ellos, por separado y aisladamente, se convertían en posturas excluyentes y reduccionistas. Argumentó contra los externalistas que aunque sus trabajos no redundaban precisamente en la consideración de los factores externos intervinientes en la empresa científica, ello no debía interpretarse como una negación de su existencia. Simplemente, eso no era su propósito principal. En el mismo artículo sobre historia de la ciencia al que hemos hecho referencia, Kuhn teje otras tantas consideraciones de sus ideas sobre ciencia. Por de pronto, distingue entre momentos anteriores y posteriores en la evolución de una ciencia; más específicamente, diferencia entre ciencias maduras y otras que no lo son. En los primeros momentos del desarrollo de una disciplina, las necesidades y valores sociales resultan ser las determinantes principales de los problemas en los que se concentran sus practicantes, y los conceptos manejados son tomados del sentido común de su tiempo, de las tradiciones filosóficas prevalecientes, o de las ciencias con mayor prestigio. Este estado de suma permeabilidad con el contexto social general va a experimentar un cierre ostensible en la fase posterior, madura. Ahora se produce una subcultura especial, altamente compleja y autoreferida, con propósitos característicamente intelectuales consistentes en aumentar el acuerdo entre teoría y objeto. Todo apunta a indicar que Kuhn veía a las ciencias sociales en esta fase no madura de una disciplina científica. En un trabajo de 1959, anterior a la publicación de La Estructura de las Revoluciones Científicas, Kuhn ya manejaba esta distinción de ciencias maduras y no maduras, asimilable perfectamente a las etapas preparadigmática y paradigmática. En este artículo, titulado La Tensión Esencial: Tradición e Innovación en la Investigación Científica, Kuhn utiliza las expresiones preconsenso y consenso. Resulta claro que asimila el consenso a la madurez; de Epistemología – Prof. José María Ramón – U.N.P.S.J.B.

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algún modo, pues, el preconsenso, o sea la presencia simultánea de teorías rivales, imposibilita la madurez de una disciplina. Esto puede leerse como algo tremendamente chocante en la medida en que colisiona con nuestras convicciones de que el pluralismo y la diversidad de ideas constituyen bienes intelectuales irrenunciables. Comenta Kuhn, explícitamente: "Los hechos históricos sugieren fuertemente que, aunque se practique la ciencia (como en la filosofía o en las ciencias del arte y la política) sin un consenso firme, esta práctica más flexible no producirá la pauta de avances científicos rápidos y consecuentes a que nos han acotumbrado los siglos recientes". Sus ejemplos históricos de ciencias en fase de consenso incluyen una diversidad de disciplinas, todas las cuales pertenecen a las reconocidas ciencias físicas y biológicas. Una frase lacónica y de media tinta cierra el párrafo pertinente, en forma textual: "Este siglo parece caracterizarse por el surgimiento del primer consenso en partes de unas cuantas de las ciencias sociales". No hay especificación ninguna de cuáles serían estas pocas ciencias sociales y de qué partes de ellas se habla. En 1965, en el Coloquio de Bedford, en Londres, Karl Popper planteó a Kuhn sus dudas sobre un enfoque sociológico de la ciencia; explícitamente le preguntó cómo podía fundar sus razonamientos sobre la base de disciplinas tan espurias como la sicología, la sociología o la historia misma. Kuhn responde que si lo que quiere decir es que las generalizaciones en sociología y sicología son fuentes demasiado débiles para construir a partir de ellas una filosofía de la ciencia, él no podría estar más de acuerdo. En consecuencia, no llega más allá de considerarlas una referencia. Por lo demás, afirma Kuhn, los propios textos de Popper están llenos de observaciones de índole histórica y sociológica. En la respuesta a quienes le criticn por no abundar en consideraciones del tipo externalista, Kuhn desarrolla otra disquisición sobre fases o etapas de una disciplina científica. Dice Kuhn: Tanto los historiadores en general como los historiadores de la ciencia se quejan repetidas veces de que mi relación del desarrollo científico se basa exclusivamente en factores internos de las propias ciencias; que no logro inscribir las comunidades científicas en la sociedad en que se sustentan y de la cual son extraídos sus miembros; y que, por consiguiente, doy la impresión de creer que el desarrollo científico es inmune a las influencias de los medios social, eonómico, religioso y filosófico en que se desarrolla. Claro está que mi libro tiene poco que decir sobre tales influencias externas, pero ello no se debe interpretar como negación de que éstas existen. Por el contrario, debe entenderse como un intento de explicar por qué la evolución de las ciencias más desarrolladas ha ocurrido con relativa independencia del medio social, en grado mayor que la evolución de disciplinas como la ingeniería, la medicina, las leyes y las artes". Se implica aquí, otra vez, que Kuhn no cinluye a las ciencias sociales entre las ciencias maduras. En un texto de 1971, llamado La historia y la historia de la ciencia, Kuhn reitera esta idea: "No voy a discutir que ese clima externo no tenga importancia alguna para el desarrollo científico. Pero, excepto en las etapas rudimentarias del desarrollo de un campo, el medio en que se da la actividad intelectual reacciona sobre la estructura teórica de una ciencia únicamente en la medida en que lo ameritan los problemas técnicos concretos a los que se enfrentan los profesionales de ese campo". Una conclusión relevante a extraer de los antecedentes que hemos considerado aquí es que el ya archi conocido esquema de ciencia normal y revoluciones científicas es un modelo funcional para la comprensión de la dinámica de las ciencias maduras. En consecuencia, su aplicación a las ciencias sociales es, a lo menos, problemática. No estará extraviado el decir Epistemología – Prof. José María Ramón – U.N.P.S.J.B.

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que Kuhn, al igual que Popper, era sensible a la observación de la vulnerabilidad de las disciplinas sociales a los factores externos. Si se tiene en cuenta la expedición pública de los estudiosos sociales en los años 60’ y 70’, generosa en intoxicación ideológica, es posible entender las aprensiones de Kuhn hacia desarrollos como el del program fuerte en sociología de la ciencia. Los hechos parecen darle la razón. Muchos de los productos de esa tendencia de investigación no se diferencian mucho de esa literatura reduccionista, simplista y trivial que pretendía establecer una relación mecánica y monocausal entre contextos sociales y productos intelectuales. No es aventurado afirmar, en consecuencia, que Thomas Kuhn mantuvo una relación intelectual ambivalente frente a las ciencias sociales, lo cual no quiere decir ambigua. Caracterizando su enfoque como intrínsecamente sociológico, no tuvo dudas en cuestionar muchas de las afirmaciones de contenido de los cientistas sociales, admitiendo al mismo tiempo que contienen una potencialidad intelectual fructífera para la comprensión del fenómeno científico. Aquí viene a rematar una cuestión sustantiva. En apariencia, pues, habría diferencias entre las ciencias físicas y biológicas y las ciencias sociales. Pero, según hemos visto, no es una diferencia en las definiciones sino una diferencia en la situación. En la perspectiva de Kuhn, una disciplina científica pasa por etapas que la llevan hasta su edad madura, desarrollada, consensual, paradigmática. Tenemos, entonces, una idea única de ciencia, no obstante que los orígenes históricos y la situación actual de cada una pueden ser muy particulares, como lo reitera Kuhn una y otra vez. De modo que, en rigor, no es que el esquema ciencia normal-revolución científica no le venga a las ciencias sociales por razones esenciales sino que no les viene por ahora, en tanto se mantiene todavía en sus períodos preparadigmáticos. Cerrando el círculo, esto es lo que explicaría que Kuhn no recurra a ninguna ciencia social para ejemplificar la tesis de las revoluciones científicas. En coherencia con lo anterior, y haciendo teoría-ficción, si Kuhn no hubiese ahora sino en el futuro, habría podido especificar sus ideas generales con casos concretos ejemplares tomados de las ciencias sociales. Todo esto, claro está, bajo el gran supuesto de que Thomas Samuel Kuhn esté en lo cierto. Bibliografía Imre Lakatos & Alan Musgrave, eds. Criticism and the Growth of Knowledge. Cambridge University Press 1970. Proceedings of the International Colloquium in the Philosophy of Science, London 1965, Volume 4. Philosophy of the Social Sciences, Volume 11, Number 2. The Toronto Conference on the Philosophy of the Social Sciences, June 1981. Thomas S. Kuhn. La Tensión Esencial (1977). Fondo de Cultura Económica, México, 1982. Paul Feyerabend. Against Method. Third Edition, Verso, London. Carlos Solís. Razones e Intereses. La Historia de la Ciencia después de Kuhn. Ediciones Paidós, Barcelona 1994.

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Cristóbal Torres Albero. Sociología Política de la Ciencia. Siglo Veintiuno de España Editores S.A., Madrid 1994. Antonio Beltrán. Revolución Científica, Renacimiento e Historia de la Ciencia. Siglo Veintiuno de España Editores S.A., Madrid 1995.

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