Tiempo de reunir piedras

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1° de enero Piedras del recuerdo Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán. Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cua

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Primera edición: 1984 (Portada Original remasterizada)

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Álef Guímel 2012 Publicado por: Escritores Teocráticos Ediciones www.alefguimel.net Primera edición: 1984 Clasificación: Cuentos, Prosas, Relatos, Poesías Contenido: 27 obras.

“Algunos padres me pidieron un libro para sus hijos, algo que les diera base para conversaciones edificantes con ellos. Así llegó a existir “Tiempo de reunir piedras” en 1984..

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________

ÍNDICE 1. Tiempo de reunir piedras 2. Hablemos como amigos 3. Los últimos días en el Arca de Noé 4. La visita de Jonás a Nínive 5. Tarde Lluviosa 6. Nuestros mal remunerados subalternos 7. Una fiesta en el bosque 8. Perejil entre las rosas 9. Un niño que se encaró con la tragedia 10. Canción para Dionisio 11. El abogado del Tiempo 12. Una abeja llamada Pertinacia 13. Un entierro diferente 14. El entierro de la Muerte 15. La oposición 16. Una mosca en el ungüento 17. Esa breve y chispeante juventud 18. Juventud Teocrática 19. No desdeñes el Maná 20. El pan asignado 21. Las andanzas de tres tornillos inoxidables 22. Epitafio 23. Todo y Nada 24. Fotosíntesis 25. Otro enfermo en cuarentena 26. Prisioneros de la esperanza 27. ¡Hasta más ver!

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TIEMPO DE REUNIR PIEDRAS Cuando eras una semillita que crecía a oscuras y tu madre era la tierra que amorosamente la guardaba; cuando eras un pájaro que aún no había aprendido a piar y tu madre era el nido que lo cobijaba; cuando eras un fruto que aún no había adquirido el tamaño y la apariencia que debía tener y tu madre era la rama que cargaba con su peso; entonces ya había Alguien interesado en tu formación. El Supremo Arquitecto, Jehová, escudriñó con profundo interés todos los bienes que estaban disponibles como material de construcción para saber cuánto podía esperar de ti. Algunos de tus mas remotos bisabuelos había puesto a tu nombre un bloque de honestidad. Una abuelita desconocida te había dejado una bolsita de paciencia que debía ser añadida a la mezcla que uniría los bosques. Un antepasado de cuya existencia no tenías noticias, desde una lejana rama del árbol genealógico te legó un paquete de escamas explosivas que se esparcen en tu sangre y te hacen reaccionar agresivamente cuando los mayores te corrigen, para luego disolverse y quedar en nada. Tal vez otro de tus antecesores donó una cajita de música que hace sonar melodías inéditas en tu mente cuando el paisaje que te rodea, o los simples hechos de la vida te emocionan. Quizá heredaste una escuadra que te dicta las proporciones del dibujo; un inmaterial diccionario de rimas que hace surgir automáticamente las palabras que te hacen falta para un poema; una paleta de pintor que capta la belleza fugaz de una escena: un exquisito sentido de la humanidad que te inclina al estudio del cuerpo humano para buscar alivio a sus dolencias, o una pujante iniciativa para la ingeniería que te capacitará para construir un puente o diseñar un edificio. Desde que eras un puntito, la unión casi imperceptible de dos células, Dios ya estaba interesado en determinar el lugar que podía concederte en su arreglo. ¿Serías manso como Moisés, dedicado como Samuel, decidido como Jeremías?, o en caso de ser una niña, ¿serías respetuosa como Sara, prudente como Abigail, dispuesta al sacrificio para abrazar un gran privilegio como la madre terrenal de Jesús?. Tus padres también se hacían preguntas parecidas, pero sólo podían poner algunas suposiciones dentro de esos signos de interrogación. Aunque el Diseñador Celestial, simplemente observando el punto pequeñísimo que dio origen a tu vida, sabía mucho acerca de ti al leer el legado que estabas recibiendo de tus antepasados, sin embargo había algo que no se podía decir con tanta anticipación. Faltaba ver de que manera usarías tú el libre albedrío que se te concedía; qué decidirías guardar en tu corazón como bienes primordiales; que alimento le darías a tu mente para que te impulsara a ser en la edad madura, un hombre o una mujer con un sólido capital de valores morales y espirituales. El Gran Arquitecto dispuso el milagro de la vida que se repite en cada niño que se forma y nace. Nuestros padres, maestros, y todos los que nos rodean, colaboran acercándonos las piedras que necesitamos para completar la estructura de la persona que llegaremos a ser. Nosotros mismos decidimos si usamos o rechazamos esas piedras: si añadimos otras o las sustituimos por bloques débiles que no nos garantizan la seguridad de lo que estamos edificando. Ahora es tiempo de reunir piedras en tu vida. El material que emplees en la construcción será puesto a prueba todos los días de aquí en adelante. Con este libro a veces vamos a reír juntos, a veces nos pondremos muy serios, pero las dos cosas hacen

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ falta. No vas a hallar nada en él que la religión verdadera no te haya dado. Es solamente un cariñoso recordatorio, una voz de estímulo que te dice: ¡No te rindas! ¡Dios ya señaló tu lugar en el cuadro brillante del futuro!

HABLEMOS COMO AMIGOS Cuando uno siente gran cariño por una persona procura expresarlo en una forma distinta de los demás, tal vez buscándole un sobrenombre que a otros no se les haya ocurrido; un apelativo que al oírlo le haga pensar en ese lazo exclusivo de amistad. Hay palabras de las cuales nos apropiamos y se convierten en una señal, en una prenda personal. He buscado una palabra diferente con que nombrarte y se me ocurrió llamarte Tornillito. ¿Observaste que los tornillos son un poquito tercos? Les cuesta entrar en las cosas, como les pasa a los niños. No se ubican a fuerza de golpes, como los clavos, sino sistemáticamente, cuando se les ayuda a girar la cabeza en la dirección que debe ir. Después que uno logra ponerlos en su lugar, ¡qué firmes están, y con qué fidelidad guardan lo que se les ha encomendado! Hay tornillos que sostienen celosamente las cerraduras de cofres repletos de tesoros, de cajas llenas de documentos importantes, de casas donde duermen niños sin temor. Jugando con la imaginación, ese juego del que nunca nos cansamos ni los grandes ni los chicos, me he complacido representando a la historia como un gran taller donde se fabrican máquinas y objetos de valor. Dios está allí forjando cosas nuevas y dirigiendo la fundición de otras que ya no tienen razón de ser. El selecciona con sabiduría lo que debe permanecer, y sabe darle el uso apropiado a los tornillos grandes y a los pequeños. El tiempo pasado con todas sus eras es un gran muro, y los hechos perdurables son placas bruñidas colocadas en él, documentando afirmaciones que no deben caer en el olvido. La historia tiene períodos de luz y sombra, como los tiene la Tierra cada día. Hay lecciones muy significativas que pasan inadvertidas por un tiempo, pero luego, en un momento señalado, el foco de la reflexión se vuelva a ellas y las exalta, justamente cuando necesitamos tenerlas presentes. Entonces, determinados mensajes del pasado resplandecen. Vamos a dirigir ese poderoso reflector hacia los niños de la historia bíblica. Algunos de ellos recibieron el honor de ser nombrados en el libro sagrado. Cuando alguien es mencionado con aprobación en la Biblia esto es evidencia de un privilegio mayor todavía: el de estar en la memoria de Dios. La memoria de Dios es un recinto inmedible para el hombre, inmaculadamente limpio, lleno de claridad, arreglado como una enorme biblioteca, donde todo registro está archivado por tema y por época. Allí están los nombres de los muertos a quienes Dios quiere darles una mejor oportunidad de vivir en el Nuevo Orden pacífico y justo. Allí están los nombres de muchos que fueron excelentes niños y murieron como meritorios ancianos. ¿Pensaste alguna vez en esto? El que no empieza por ser un buen hijo, difícilmente llegará a ser un buen padre, ni un buen ciudadano, ni un buen siervo de Dios. De todas las épocas pasadas se puede rescatar el recuerdo de algún niño ejemplar. En los primeros capítulos del Éxodo, el segundo libro de la Biblia, se menciona a una niña realizando una asombrosa misión diplomática ante una de las más altas autoridades de un gobierno extranjero. Miriam, la hermana de Moisés, montó una guardia

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ a orillas del Nilo, cerca del lugar donde su hermanito de tres meses estaba escondido en una cesta, condenado a muerte por un decreto real de Egipto contra el pueblo que habitaba su tierra en esclavitud. Todo hijo varón debía morir al nacer en manos de los soldados egipcios que registraban continuamente los hogares hebreos. Esto resultaría con el tiempo, en un pueblo de ancianos y mujeres, las cuales darían a luz hijos de padres egipcios, para aumentar la población del reino que los oprimía. Así Israel iría desapareciendo, tragado por esa serpiente gigantesca que engrosaba diezmando al pueblo de Dios. La vida del futuro libertador de Israel, dependía en ese momento de la sagacidad de Miriam, y de lo bien que cumpliera las instrucciones de su madre. La niña esperó pacientemente. Sabía que a esa hora la hija del Faraón bajaba con sus doncellas a bañarse en el río. Cuando se acercaban a la cesta, allí estaba Miriam, sugiriendo como por casualidad, que ella podría conseguir una nodriza que criara al niño. La idea fue aceptada y Moisés volvió a manos de su propia madre, contratada por la princesa. Ya no estaba en peligro de muerte; tenía un salvoconducto emitido por la misma hija del Faraón que había dado la orden de criarlo. ¡Qué eficaz tornillito resultó ser Miriam, cuando debía sostener y defender algo tan importante! Dios la fortaleció para que hiciera su parte en asegurarle a Israel un comandante señalado desde la cuna. Varios siglos después nació un niño excelente, en respuesta a la oración de una mujer afligida. Ana se sentía pobre y desdichada porque no tenía un hijo para dedicárselo a Dios, Samuel, el hijo tan deseado, vivió en un tiempo en que la adoración verdadera estaba en manos de malos representantes. El tuvo el raro privilegio de oír una revelación de Jehová por palabra directa. Se le dijo que Elí, el sumo sacerdote y sus hijos, perderían el sacerdocio porque no lo llevaban con honor. Después de haber oído el mensaje de Dios, Samuel, a pesar de su corta edad, se hizo más firme que nunca en su lugar. El hecho de ser en ese momento el único que tomaba en serio sus deberes, no le sirvió de excusa para aflojar la mano y retraerse, sólo porque los otros lo hacían. ¡Qué tornillito confiable y bien probado, manteniendo la adoración verdadera en su lugar y sosteniendo las cosas que pendían de él! Era pequeño y sin embargo estaba soportando un peso muy grande sobre sus hombros, porque Jehová lo sostenía. Envejeció y murió en el camino recto como siervo intachable de Dios. Siglos más tarde, Jehová volvió a demostrar cuánta confianza puede depositar en un niño. Después del excelente rey Exequias, Israel tuvo dos reyes inicuos, Manasés y su hijo Amón. Amón fue muerto por sus servidores en su propia casa, Su hijito Josías tenía solamente ocho años cuando fue instalado en el trono de Israel para gobernar con la ayuda de consejeros maduros. Dios le había prometido a David que no faltaría un varón descendiente suyo en el trono hasta que viniera el heredero permanente, Jesús. Esta promesa tan importante se llama “el pacto del Reino”. Josías, con sus pocos años, estaba sosteniendo el derecho de la descendencia de David al trono. Con el pasar del tiempo se demostró que ese tornillito había sido muy bien elegido y ubicado, porque mantuvo el pacto del Reino en su lugar, A los quince años emprendió una campaña enérgica contra la idolatría. En sus días fueron hallados los libros de Moisés que habían estado perdidos por mucho tiempo, y él tuvo el privilegio de hacer consciente a la nación entera de volver a la ley de Jehová. No se apartó nunca del camino que emprendió en su niñez. La Biblia dice de Josías que nunca hubo rey como él en devoción completa ni antes ni después.-2 Reyes 23:25

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ El Dios Todopoderoso siguió haciendo buen uso de los niños. Cuando la ciudad de Jerusalén se acercaba a su destrucción en manos de los babilonios, el profeta Isaías fue comisionado por Jehová para anunciar su fin. El debía decirles que, a causa de sus infidelidades, la población de la provincia de Judá, donde estaba ubicada la capital de la nación, iría en cautiverio casi en pleno, y solamente un resto volvería al cabo de los años para reconstruirla. Isaías tenía entonces dos hijos. Al mayor le había puesto por nombre SearJasub, que significa “un resto volverá”. Este niño fue usado como una señal para los judíos. Tan ciertamente como que el niño había nacido, los pobladores de Judá irían en cautiverio a Babilonia, y solamente un resto volvería a la Jerusalén desolada. Dios le mandó a Isaías que se presentara ante el desorientado rey Acaz llevando a su hijo, y le declarara este mensaje serio. ¡Qué gozo habrá sentido Sear-Jasub al comprender, tal vez años más tarde, que había sido un tornillito muy valioso para fijar una placa recordatoria en los muros del tiempo! —Isaías 7:3, 8:18. Alrededor de 100 años después, Jehová dirigió su atención a un niño que aún no había nacido. Era hijo de un sacerdote. Dios conoce todas las combinaciones que la ley de herencia puede producir para darle a la personalidad humana sus mejores o sus peores rasgos. Es habría de antemano que este niño en formación tendría una voluntad de acero, y un corazón vibrante de fe y amor por la causa de Dios, que la persecución más dura no podría torcer. Jehová no esperó a que Jeremías fuera un hombre maduro para declararle su comisión. De su humilde respuesta de deducimos que era un adolescente cuando fue llamado: " Ay, oh Señor Jehová! Mira que realmente no sé hablar, pues sólo soy un muchacho! ". Jehová le aseguró que lo estaba haciendo tan resistente como una ciudad fortificada, como columna de hierro y muros de cobre, a fin de que llevará una dura advertencia a los reyes de Judá, a los príncipes y los sacerdotes. Así resultó ser Jeremías. ¡Nadie pudo sacar aquel tornillito humano de su lugar!. Tuvieron que verlo y oírlo durante cuarenta años, pues no hallaron trampa ni castigo capaz de hacerlo renunciar a su comisión. Su mensaje ha subsistido y tiene hoy más significado que nunca. —Jeremías 1:4-19. Podríamos hablar largamente Daniel y sus tres amigos que fueron llevados cautivos a Babilonia en su adolescencia. Envejecieron en la tierra de sus enemigos, sin dejarse quitar su mejor tesoro: la adoración del Dios verdadero. Pasaron las más duras pruebas y no renunciaron a su fe. Estuvieron una situación similar al ante tantos niños testigos de Jehová que fueron arrebatados de sus hogares bajo el régimen nazi y de los países comunistas, durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos no volvieron a ver a sus padres hasta que la guerra terminó. ¡Cuántos de ellos se aferraron heroicamente a todo lo que habían aprendido, y salieron de la prueba acrisolados, para ser colocados como columnas en la congregación del pueblo de Dios! Durante el próximo milenio, millones de ojos apreciativos leerán las inscripciones ellos fijaron sobre las murallas del tiempo. Hoy hemos traslado mucho, querido Tornillito. Vamos a seguir cultivando nuestra amistad a través de las páginas de este libro. Dedicaré tiempo para volcar en ellas lo que he estado acumulando para ti, y tú también dedicarás tiempo para leerlas. Cuando dos personas se regalan tiempo una a la otra, se están dando un prueba de cariño, porque cualquier cosa que gastemos en favor de los demás, se puede reponer, pero el tiempo no lo recuperamos nunca. El tiempo es uno de los fundamentos insustituibles de la amistad.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Habrás notado que no me dirijo a ti en el lenguaje infantil, simplificado. El idioma español es un gigante bueno del cual vale la pena hacerse amigo. Si nos interesamos en él y le hacemos justicia, nos da muchas satisfacciones. te aconsejo que tengas a mano un cuaderno para apuntar todas las palabras de este libro que no te sean familiares, y junto a ellas, la definición del diccionario. Esto te ayudará a pesarte con mayor exactitud y colorido. Nosotros, los de la generación que declina, estamos mirando con mucho amor a la generación que surge en los umbrales de la nueva era del Reino. ¡Cómo nos gustaría que hiciera suyas aquellas palabras que estuvieron en boca de Jesús, el niño más admirable que anduvo por la tierra, cuando tuvo que justificar una larga demora escuchando a los ancianos del templo: “… conviene que me ocupe en las cosas de mi Padre”. —Lucas 2:49, Nácar-Colunga.

LOS ULTIMOS DIAS EN EL ARCA DE NOÉ Hoy vamos a escarbar en el lejano pasado, Tornillito. Has oído mucho acerca del arca de Noé, pero enfocaremos un aspecto distinto del relato; la reacción de los animales cuando llegó la hora de abandonarla. Es cierto, la Biblia no dice nada de eso; se lo tenemos que confiar a la imaginación. Es un pequeño atrevimiento que no perjudica nuestro respeto por el texto sagrado; es un esparcimiento que no mengua nuestra estimación por lo que está escrito, ¿verdad? Hacía un año que ya el arca de Noé flotaba sobre un océano total, después de aquellos cuarenta días y cuarenta noches de lluvia que habían hecho desaparecer el mundo inicuo y lleno de violencia. Hacía un año que se habían apagado los gritos de los gigantes, los rebeldes hijos de Dios materializados, y de los Nefilim, prole gigantesca nacida del matrimonio de éstos con las hijas de los hombres. Ellos habían sido los últimos en morir, ya que sus fuerzas superhumanas les habían permitido alcanzar la cumbre de las montañas más altas de aquel tiempo. Habían llegado a ellas cargando en sus brazos a sus esposas desfallecientes. El intento de salvarse así, burlando la sentencia de Dios, sólo les había servido para prolongar la agonía. Desde sus posiciones elevadas, que ellos creían que los favorecían, vieron hundirse aquel mundo. El arca de Noé flotaba, cerrada, inalcanzable para ellos. El hambre y el cansancio se apoderó del extraño paisaje, cuando el agua cubrió las últimas cimas. Los hijos de Noé llevaban cuidadosa cuenta de cada día que pasaba y hacían anotaciones de cada período de treinta días que redondeaba un mes. Anotaban en su diario de viaje cualquier novedad que se registrara en aquel océano absoluto. Sem estaba tomando nota sobre varios acontecimientos importantes de los últimos días. El cuervo había sido enviado desde la ventana del arca y había estado yendo y volviendo sin encontrar donde posarse. Después de esperar siete días la paloma había sido enviada, y volvió por la misma razón. Noé había esperado otros siete días y la había enviado de nuevo. Mientras Sem registraba estas cosas, Noé se acercó a la mesa. Tenía entre sus manos a la paloma que había vuelto al arca con una ramita de olivo en el pico. -¡Esto es muy significativo, hijo! Jehová la envía con una señal, para que sepamos que las copas de los árboles ya están al descubierto. ¡Pronto la tierra estará seca y podremos andar sobre ella! -Padre, es maravilloso que en una manera tan suave, sin percances para nosotros, hayamos sido trasladados a una nueva manera de vivir. Será emocionante ver la tierra

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ libre de crimen y violencia. Sin embargo, me da pena pensar que los animales se dispersarán y se alejarán de nosotros. ¡Me he acostumbrado tanto a estar entre ellos que los voy a extrañar! -Yo también voy a sentir la separación, Sem. Estaba pensando en tener una asamblea con ellos antes que llegue el momento de dejar el arca. ¿Qué te parece si los reunimos para notificarles sobre la vuelta de la paloma y lo que esto significa? La entera familia aprobó la idea y aquella tarde, bastante antes de la hora de encender las antorchas, los animales empezaron a subir al piso intermedio y se colocaron ordenadamente en un espacio que servía de sala, frente a la mesa que reunía a la única familia humana que había sobrevivido a la catástrofe global. Noé había preparado un pequeño discurso de apertura para la original asamblea: -Queridos amigos, les he pedido que se reunieran con nosotros esta tarde porque tengo que comunicarles algo de gran importancia. Hace un año que estamos conviviendo en esta arca que fue edificada por mandato del Dios Todopoderoso que es mi Creador y el de ustedes. Ciertamente, esta ha sido una experiencia muy particular. Nunca antes sucedió algo así, y tal vez nunca vuelva a suceder. Todos hemos tenido que sacrificarnos un poco al estar aquí encerrados. Esto no ha sido vida normal ni para nosotros ni para ustedes. A pesar de las incomodidades, y aunque cada uno de ustedes ha tenido que pasarlo sin muchas de las cosas a las cuales estaban acostumbrados, sin embargo se han comportado muy bien y no han estado quejándose ni causando problemas. Ustedes saben que mis hijos han estado tomando nota en tablas de arcilla de todas las cosas significativas que han sucedido desde que Jehová hizo que la puerta del arca se cerrara con un golpe de viento, lo cual fue la señal de que quedábamos definitivamente separados del mundo. Huno momentos muy emocionantes en esta experiencia. Vamos a recordar siempre aquel día, en el mes séptimo, cuando un gran sacudón nos advirtió que el arca había chocado contra algo sólido. ¡Habíamos encallado en el Monte Ararat! Desde ese no hemos flotado a la deriva, hace dos meses, en el primer día del mes décimo, aparecieron las cumbres de las montañas, lo cual nos indicó que las aguas estaban bajando mucho. Después de esto esperé cuarenta días y envía al cuervo. Sería interesante que él mismo nos contara lo que hizo. El cuervo, con un aire solemne se compuso la garganta y dijo: Me sentí muy feliz al poder volar al aire libre otra vez. No me cansaba de ir u volver informándoles como andaban las cosas fuera. Después de esto Noé le dio la palabra a la paloma. Con voz encantadora y tono amable, ella contó sus impresiones: -La primera vez que salí me dio mucho miedo al ver que las aguas cubrían totalmente la Tierra. Menos mal que Noé estaba tan atento a mis movimientos que no se separó de la ventana, y al verme volar tan asustada sacó la mano y me ayudó a entrar. Después de una semana me envió de nuevo; eso fue anteayer, y hace algunas horas volví con una ramita de olivo en el pico y Noé se regocijó muchísimo. ¡Eso quiere decir que la tierra pronto estará seca y podremos salir!. Festejando la noticia, los animales empezar a brincar y a gritar. Noé tuvo que dar tres golpes sobre la mesa para restaurar el orden y recordarles que debían permanecer en calma, porque el objeto de la asamblea era hablar de cosas importantes y preparar la mente para la nueva vida que cada uno iba a emprender fuera del arca. Cuando se hubo restaurado el silencio, Noé le pidió a la paloma que continuara con su disertación. -Cuando salí por segunda vez y ví las copas de los árboles al descubierto mi corazón latió fuertemente. No pude menos que recordar mi niñez, cuando volaba de árbol

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ en árbol bajo la vigilancia de mi madre; y más tarde en mi juventud, la emoción del primer nido propio, donde incubé pichones y les enseñé a volar. Se me hizo un nudo en la garganta al pensar que todo eso volvería a suceder. Cuando oscureció tuve otra preciosa sorpresa. Ustedes recuerdan que últimamente, mirando desee la ventana, veíamos unas lucecitas muy altas, que parecían ojitos que guiñaban, y una lámpara grande que iba tomando diferente forma y tamaño a medida que pasaban los días. ¡No pueden imaginar lo que siente al volar bajo el cielo descubierto y contemplar esas pequeñas luces titilantes y la claridad plateada de la lámpara grande! El oso hormiguero, siempre inquisitivo, preguntó: -¿Cómo es que el cuervo no nos contó nada de eso? -Yo soy práctico y realista - dijo el cuervo - Y les confieso que ni se me ocurrió mirar hacia arriba, como hizo esta romántica. Miré hacia la tierra, por si aparecía algo que se pudiera comer. El pavo real, que había subido a la asamblea con la cola desplegada, considerando que era una ocasión para vestir de gala, preguntó: -¿Qué nombre le darán a esas luces que no se conocían antes? He pensado, -respondió Noé- que a las luces pequeñas podríamos llamarlas estrellas, a la lumbrera mayor que le da al día esa luz dorada le llamaremos Sol y a la lumbrera menor que va cambiando de forma en la noche la llamaremos Luna. Es evidente que esas maravillosas creaciones estaban allí antes de existir nuestro planeta. Toda el agua que cayó durante cuarenta días era un plafón que las cubría, y recién ahora vemos el cielo tal como es. No sé cuánto tiempo vamos a estar aquí todos juntos. Puede ser que Jehová nos dé la orden de salir y volver a la vida normal. ¿No tendrás inconvenientes en que te vuelva a enviar, Paloma, para que sepamos si la tierra está ya seca? -¡Al contrario! Iré encantada; y les advierto que si las condiciones me permiten permanecer, no volveré al arca. Esa será la señal que deben tener en cuenta. -¿No volverás siquiera a despedirte de nosotros?-preguntó la esposa de Noé -Soy muy sentimental, señora, y no me gustan las despedidas. Además siempre voy a estar revoloteando alrededor de ustedes para ver como les va; de modo que no tenemos necesidad de despedirnos. Noé prosiguió con su amoroso discurso lleno de sabiduría y ternura: -Quiero que miren el futuro con confianza, porque les esperan privilegios y gozos. Cuando Dios los creó, les dio el mandato de multiplicarse. Podrán hacerlo sin estorbos desde ahora en adelante. Mientras yo viva y tenga autoridad sobre mi famita, nadie los va a maltratar. Ahora me gustaría oír los comentarios de ustedes. Tú, León, rey de los animales, sería muy oportuno que dirigieras la palabra a la asamblea. Sin duda vas a sentirte muy feliz al emprender de nuevo tu vida en el ambiente que te atrae. Vamos a extrañar mucho a ese hijito uno tan simpático que todos lo consideramos un poco nuestro por haber nacido dentro del arca. -Gracias, Noé. Mi esposa y yo siempre recordaremos el trato bondadoso de ustedes. Nunca olvidaron nuestra diaria ración de paja. Estoy ansioso por volver a la montaña llena de árboles donde me crié. Quiero que nuestro leoncito también la conozca, ya que él nunca ha visto una montaña. -Puede ser que no la encuentres, León;-Comentó Sem. Pienso que el aspecto de la tierra debe haber cambiado radicalmente con el diluvio. Habrá montañas donde antes no las había y ríos que antes no conocíamos. El recuerdo del viejo sistema debe estar borrado en todo rasgo.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Jafet miró en la mirada pensativa del elefante y le preguntó: -¿Qué estás hurgando en tu poderosa memoria? El elefante describió un círculo en el aire con la trompa, como tratando de resumir sus pensamientos: -Estaba recordando los días amargos que se vivieron en la tierra desde que aparecieron aquellos gigantes, hace ahora exactamente ciento veinte años. Tanto ellos como sus hijos, los Nefilim, fueron muy atrevidos y muy violentos. Entraban en las casas a disputarles a los hombres sus esposas y sus hijas, y si ellas no querían seguirlos de buena gana; se las llevaban a viva fuerza. -No te preocupes, Elefante. De esos malvados ya no veremos ni los huesos, porque el agua los arrastró al fondo de los mares. El caballo movía las patas como quien está refrenando las ganas de salir al trote, y aprovechando la ventaja de su altura lanzaba miradas llenas de anhelo a través de la ventaba del arca. Cuando Noé le pidió que hiciera uso de la palabra, dijo con tono sentimental.-Debo admitir que estoy un poco triste. Mi amo no era un mal hombre, y sin embargo se ahogó como los gigantes, y no lo volveré a ver. El nunca mató a nadie; ni siquiera me pegaba a mí cuando no mostraba ganas de apurarme. ¿Por qué tuvo que morir Noé? -Eres un animal fiel y manso y te cuesta entender lo sucedido. Los que murieron en el diluvio no eran todos malos como aquellos gigantes. Murió gente de buena reputación porque no creyó en el mensaje de Dios. Le prediqué muchas veces a tu amo, y le advertí lo que vendría. El solía detenerse junto al arca en construcción y hacer preguntas tanto a mis hijos como a mí sobre el proyecto. Le explicamos nuestra esperanza repetidas veces, y lo invitamos a refugiarse con nosotros, pero no creyó que había llegado el juicio de Dios. El mono siempre travieso, había hecho un signo de interrogación con la cola, enroscándola en una de las vigas del techo, y se balanceaba de un lado a otro, distrayendo la atención de los asambleístas. Noé le preguntó si quería decir algo, a fin de hacerlo consciente de ponerse en una pose mas de acuerdo con la ocasión. -Me he sentido muy feliz de estar entre ustedes, y lo he pasado muy bien. Todos demostraron ser muy buenos amigos. El caballo y el elefante me dejaron montar sobre ellos, y el león nunca se enojó cuando le tiré del pelo. Hay una cosa que me gustaría saber acerca del futuro. ¿Habrá bananas otra vez? ¡Las extraño mucho!. -Sin duda, todos los árboles que Dios creó volverán a brotar, pues todos son útiles y necesarios. El toro, callado y pensativo, observaba la escena. Cam trató de indagar sus pensamientos. Estoy cavilando sobre la necesidad de tomarme la vida en serio nuevamente. Me va a parecer un poco duro volver a empezar después de un año de vacaciones sin estar bajo yugo; pero cada uno debe cumplir con su destino. El perro, que había estado dando vueltas alrededor de los concurrentes, ahora fue a echarse a los pies de Noé lamiendo sus sandalias. El anciano intuyó que quería que lo escucharan y lo invitó a expresarse. -Quisiera pedirte, Noé, si no es molestia, que me dejes quedarme a vivir con ustedes. Les he tomado cariño. Tú sabes que soy un animal casero y no gusta ser un perro sin dueño.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ -Hemos hablado de eso con mi esposa. Puedes quedarte con tu compañera, por lo menos mientras no tengan una familia numerosa. Espero que no haya peleas con el gato, que también estará rondándonos por un tiempo. -Miau…¡gracias Noé! Me gusta la idea de vivir en familia. Siempre me tocó vagabundear y buscarme la comida. Por eso, antes de entrar al arca repetía cada mañana una oración al lavarme la cara: “Ayúdame Dios a encontrar puertas abiertas y algún plato lleno dejado al descuido”. Se levantó un murmullo entre los asambleístas y hubo algunos comentarios graciosos sobre la oración del gato. Después habló la oveja: -Yo no tengo mucho que decir, Noé. Prefiero escuchar y aprender. Mi única ambición es seguir siendo útil a la humanidad. Espero que tus nueras usen mi lana cuando preparen el ajuar de tus primeros nietos. -Lo tendremos en cuenta amiguita: que Dios te conserve mansa y humilde como eres, para que los pastores puedan dar un buen informe de tu comportamiento, y otros animales difíciles de gobernar se detengan a reflexionar sobre tu ejemplo. -Tengo la impresión de que esa era una indirecta para mí;-dijo la cabra pateando el piso con impaciencia.-Me molesta que siempre me estén comparando con la oveja. Además, tengo la suerte de recibir consejos aunque no los pida. Esa es una de las cosas que me hacen desear salir de aquí y echarme a correr por los bosques un año de encierro ha sido más que suficiente. Sabemos que no te fue fácil adaptarte con tu espíritu de independencia, pero nos alegra, pero nos alegramos porque no nos has causado demasiados problemas; respondió Noé-. No estoy en todo de acuerdo, papá:-dijo Jafet. A mí si me causó un problema cuando se comió la punta de mi cinturón de cuero, y ya no me da la vuelta, pero mostró pesar cuando se lo hice notar, y la perdoné con gusto,-dijo Jafet. El loro saltaba desde los cuernos de la vaca al lomo del elefante, y desde allí hasta las vigas del techo, repitiendo algunas de las palabras que otros decían, como si fuese un eco de todas las expresiones. Varias veces le habían chistado para que se callara. Por fin Noé lo llamó y lo hizo pararse delante de él, sobre la mesa, para aconsejarlo:-Lamento tener que censurarte delante de todos, pero tus faltas no son un secreto. La indiscreción es tu punto débil. Tienes que aprender a cultivar el don de la oportunidad; y en el futuro, cuando tengas el privilegio de vivir entre los humanos, pon especial cuidado en discernir si lo que dicen puede ser repetido ante extraños. Noé reparó en el conejo que se había acurrucado al lado de la leona, y le preguntó acerca de sus planes para el futuro. -Para mí la felicidad consiste en tener una cuevita y criar una familia grande. No ambiciono nada más, por eso me habrán visto de tanto en tanto rascando el piso. Era la expresión de mis sueños reprimidos. La tortuga se movió un par de centímetros hacia la mesa. Noé lo tomó como una indicación de que quería intervenir y le dio la palabra. Con su habitual parsimonia dijo: -Les ruego que me permitan ser la última en salir del arca. No me gusta cambiar mi ritmo y no intento competir con los que quieren apresurarse. El asna estaba escuchando con sus grandes orejas bien paradas. Algunos la miraban con curiosidad, como si esperaran una de sus peculiares reacciones. El día anterior se había parado delante de la puerta cuando Sem intentaba entrar con una brazada de pasto para darles de comer a los que estaban en ese compartimiento, y había costado mucho trabajo hacerla mover para darle paso.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ El gallo, que por educación se había retenido de cacarear durante la asamblea, dejó escapar un gritito mientras cambiaba de posición. Noé le preguntó:-¿Quieres decir algo? Hace horas que no te escucho amigo. -gracias por llamarme amigo. Me hace sentir muy bien. Aprovecho esta oportunidad para pedirles disculpas a todos si los he molestado despertándolos más temprano. Es algo más fuerte que yo. No puedo dejar de anunciar el comienzo de un nuevo día. -No hay necesidad de pedir disculpas por eso. Nos inculcaste la buena costumbre de madrugar y empezar temprano nuestras tareas. Pero, nos gustaría escuchar también a tu esposa. La gallina se sintió muy halagada porque se le daba importancia a su opinión, y alisándose las plumas alrededor del cuello dijo: -estoy muy contenta de haber pasado esta temporada con ustedes. Fue un privilegio poner huevos para que tu esposa y tus nueras los usaran en la cocina. En cambio, me daba disgusto antes del diluvio, cuando los Nefilim me los robaban a mí y a mis compañeras y los comían por docenas. ¡Esos gigantes nunca estaban hartos! Varios animales más hablaron después de la gallina y otros se limitaron a apoyar lo que se decía. Noé le encomendó a la vaca que siguiera brindando generosamente su leche y no la escondiera cuando no simpatizaba con el ordeñador. Le dijo al zorro que en el futuro se portara como un caballero con las gallinas, como lo había hecho dentro del arca. La jirafa, cuya cabeza sobresalía por encima de todas, asentía con aprobación. Se le advirtió al avestruz que tuviera cuidado con lo que tragara porque se lo iban a conocer en el buche, y se le aseguró al hipopótamo que iban a poner tablones reforzados cuando tuviera que descender del arca. La cigüeña recibió expresiones de encomio y se le animó a seguir teniendo sumo cuidado con sus pichones, ya que su amor de madre había sido siempre un ejemplo en el reino animal. La garza, que se paseaba con su exquisita elegancia luciendo su plumaje rosado, recibió muchos cumplidos por su distinción. El armiño, que exhibía su blanca piel inmaculada, fue felicitado por su pulcritud. -¡Lo que se perdieron los animales del mar al no estar con nosotros!-comentó el ciervo. Cam le explicó que, aunque no habían tenido el beneficio de convivir con los animales de la tierra, habían disfrutado de la ventaja de no tener que hacer cambios drásticos en su vida, ya que habían sobrevivido en su ambiente. Para dar por terminada la asamblea. Noé tomo una vez mas la palabra:-Sin duda ha sido una linda experiencia pasar este año juntos, lo cual nos ha ayudado a conocernos mejor. Veo algunas lagrimitas en los ojos de ustedes. Pero esta no es la despedida todavía. El alimento que Jehová nos mandó almacenar alcanzó y sobró todo este tiempo. Por eso he pensado que, cuando se nos de la orden de salir del arca, dentro de algunos días, podremos hacer una fiestita con todas las cosas que quedan. Vamos a organizarla bien y les pediremos a los pájaros que intervengan cantando cada uno una canción. Luego saldremos del arca con el corazón regocijado, a empezar una nueva vida en la tierra liberada de toda violencia. Aquella reunión social de despedida fue un éxito, un verdadero despliegue de camaradería. Cada uno se esforzó al máximo por compartir expresiones de cortesía. El ruiseñor les regaló los oídos con una sonatina que fue un final brillante.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Un año y diez días de vida en común entre humanos y animales fueron prueba irrefutable de que los integrantes del reino animal podrán despojarse siempre de cualidades indeseables y ser compañeros inofensivos del hombre en el nuevo paraíso.

LA VISITA DE JONÁS A NÍNIVE Hoy me propongo repasar contigo, con más detalle y en mayor profundidad, la historia que con tanta frecuencia solicitaba oír cuando eras pequeño. Sé que te da va a gustar tenerla por escrito. La mayoría de nosotros miramos la historia como un plato suculento, difícil de digerir. Hay que añadirle algunos ingredientes atractivos para paladearla mejor. Por lo tanto, no la tomaremos completamente en serio. Un buen sentido humor ayuda sobrellevar las cosas cuando la solemnidad es prescindible. En este caso, pondremos el relato en boca de uno de sus posibles personajes, y atrasaremos el reloj en casi 3000 años para actualizar el pasado. Presta atención a esta mujer joven, vestida de campesina, quien se acerca sonriente a saludarlo. Queridos amigos: ustedes no me conocen, vengo desde el lejano pasado a narrarles una hermosa historia. Nací en Nínive, la capital de Asiria, y ahí transcurrió mi existencia. Nosotros, los ninivitas amamos nuestra ciudad, edificará junto al río Tigris, y estamos convencidos de que es una de las más hermosas del mundo. El palacio real es el edificio que más se destaca. Yo lo conozco bien por dentro, pues de jovencita trabajé en él ayudando en la limpieza y la cocina. Sus amplias salas y pasillos están adornados con cuadros representando las victorias de Asiria en las guerras. Son láminas de cobre grabadas en relieve, y los principales personajes se destacan en colores. Los asirios se enorgullecen de sus hazañas bélicas, y las conmemoran con mucha pompa, pero nunca hablan de sus fracasos. Han llegado a ser famosos por su dureza para tratar a los prisioneros de guerra y a los vencidos. No sabíamos que esto era una ofensa al más alto Dios del universo, hasta que recibimos la visita de un profeta llamado Jonás, el cual llegó a Nínive de la manera más inesperada. Tuve el privilegio de ser una de las primeras ninivitas que conocieron los detalles de su llegada. Mi esposo trabajaba con una caravana que lleva productos de nuestro país hasta el Mar Grande, donde son embarcados con rumbo a otras tierras. En uno de esos viajes, cuando ellos y sus camellos descansaban en la playa, vieron un gran pez que estaba en la orilla y arrojaba de su boca a un hombre. Este, tambaleante y asustado, empezó a caminar y ellos lo rodearon y le hicieron algunas preguntas tratando de entender mejor este extraño acontecimiento. Así los caravaneros se enteraron de que él era un profeta hebreo que se dirigía a Nínive con un mensaje de Dios. Como nuestra ciudad está bastante lejos del Mar Grande, la caravana se ofreció atraerlo y él aceptó. Jonás demostró ser humilde y honestamente les contó la razón por la cual había sido tragado por un pez gigantesco. Cuando estaba en Israel, su Dios le había revelado que iba a ejecutar juicio sobre Nínive, destruyéndola por sus muchos pecados. De acuerdo a la regla de acción de Jehová, la gente no sería tomada de sorpresa por la destrucción, sino que sería advertida de antemano. Jonás había sido asignado a cumplir una misión como profeta y debía tomar un barco que lo acercara a nuestra tierra. Él sabía de antemano que Nínive es una hermosa ciudad y sus habitantes le tenemos cariño. El

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ profeta pensó que anunciarnos la destrucción de nuestra capital era una misión amarga de cumplir, y que no iba producir ningún resultado positivo. Por eso decidió tomar un barco que iba hacia Tarsis, en dirección opuesta a Nínive. Como si el desobedecer a Jehová no fuera nada, Jonás se acostó tranquilamente a dormir en la cubierta del barco y se olvidó de todo lo que había a su alrededor. Aunque el tiempo estaba bueno cuando partieron, sorpresivamente se levantó una gran tormenta, algo que no tenía explicación. Los marineros entendieron que el fenómeno obedecía a causas sobrenaturales y era una expresión de la ira de Dios. Echaron suertes para determinar quién la había provocado. Lo hacían poniendo piedrecitas o pedacitos de madera en un jarrón y revolviéndolos para luego extraer uno. La suerte señaló a Jonás como causante de la desgracia del barco. Cuando interrogaron al profeta, él fue lo suficientemente honrado como para confesarse culpable. Admitió que había provocado la situación al haberse negado a cumplir una misión sagrada, y les aconsejó que lo arrojaran al mar para que la tormenta se calmara y del barco y su tripulación salieran de la emergencia. Así lo hicieron y el mar se aquietó. Pero Dios no deseaba la muerte de Jonás. Él Siempre prefiere siervos vivos antes que mártires muertos. Por eso, un gran pez que andaba por allí, antes de darse cuenta de lo que estaba sucediendo, se tragó a Jonás enterito, vestido y calzado como estaba. Sería difícil decir cuál de los dos era el más sorprendido. Jonás empezó mirar para todos lados a fin de familiarizarse con el extraño vehículo. El costillar del pez parecía un techo con vigas blancas. El piso no le brindaba ninguna seguridad; era blando y resbaladizo. El extraño barco se movía mucho y Jonás perdía el equilibrio. Vio algo de color oscuro que parecía un almohadón y se sentó sobre él, agarrándose de los bordes para no caerse. ¡Era el hígado del pez! Este era un monstruo de muy buena disposición. Se sintiera bien o se sintiera mal, le gustaba es pensarlo cantando, y lo hizo de esta manera:

Tengo algo duro en el hígado que me hace transpirar; un bulto grande pesado que no me deja virar. Por más que pensaba no podía explicarse la causa de su malestar y se dijo para sí:

Yo soy un pez muy despierto, me tengo por entendido; si me tragué algo indigesto quizás estaba extraído. Buscando alivio, el pez se colocaba en diferentes posiciones, y el pobre Jonás no sabía qué hacer. Se prendía de una y otra costilla tratando de hamacarse con los movimientos. Las sandalias de Jonás rozaban los costados del pez que aguantaba la situación con admirable buen humor. Pero al fin tomó una determinación:

Ya no aguanto las cosquillas, tengo ganas de arrojar. Voy a acercarme a la playa

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ para no ensuciar el mar. Inmediatamente se sintió mejor, pero no podía creer lo que veían sus ojos. En su idioma lo expresó así:

Me siento muy complacido porque estoy adelgazando. ¡Qué sorpresa me dio el bulto cuando salió caminando! Ahora Jonás tenía que emprender la gran tarea de predicar a los ciento veinte mil habitantes de Nínive que la destrucción de la ciudad estaba próxima y atenerse a las consecuencias. Ni bien llegó la caravana que lo transportaba, las noticias se difundieron. Todo el mundo comentaba que un hombre salido del estómago de un pez traía un mensaje de Dios. Este era un suceso extraordinario; jamás se había oído nada igual. Mi esposo sugirió: — “Ya que todos te conocen en el palacio real, ¿por qué no vas allá y divulgas lo sucedido? El rey debe saber que el Dios de los hebreos se propone destruir a Nínive. ¿Quién sabe si él no tomará alguna medida que nos favorezca? A veces el rey está tan ocupado con los asuntos del gobierno que ni se entera de lo que pasa en la ciudad. Y te aseguro que esto es algo que hay que tomarlo en serio, porque cada vez que los hebreos anuncian un decreto de su Dios, la palabra se realiza, como pasó en Sodoma y Gomorra, y en Egipto”. No fue necesario que me lo dijera dos veces. Caminé desde las afueras de donde vivimos, hasta el centro. Al llegar al palacio hablé con los guardias de la puerta contándoles cuánto sabía de Jonás. Después les hice el mismo relato a algunos del personal de limpieza y cocina. Al retirarme me encontré con uno de los jefes del ejército que me conocía. A todos les rogué que vieran si había alguna manera de hacer llegar la información a oídos del rey. Al día siguiente tuvimos una gran sorpresa. Voceros del palacio real fueron enviados a las calles a leer un decreto que decía: “Ningún hombre y ningún animal doméstico, y ninguna vacada y ningún rebaño, deben comer cosa alguna en absoluto. Ninguno debe tomar alimento. Hasta agua no deben beber. Y que se cubran de saco, hombre y animal doméstico, y que clamen a Dios con fuerza se vuelvan, cada uno de su mal camino y de la violencia que había en sus manos. ¿Quién hay que sepa si el Dios verdadero se vuelva y realmente sienta pesar y se vuelva de su cólera ardiente, de modo que no perezcamos?” — Jonás 3:7-9 El pueblo de Nínive tomó muy a pecho las palabras del rey. El duelo nacional fue completo. La ciudad no parecía la misma de siempre. No se oían instrumentos musicales. La gente caminaba en la calle silenciosamente, con la cabeza baja, vestida en ropas rústicas que son un símbolo de aflicción. Los mercaderes no exhibían sus productos en las plazas. Nadie compraba ni vendía nada. Las caravanas que venían de lejos respetuosamente se unieron al duelo, y los caravaneros comentaban que nunca habían visto nada igual. Al fin, un día, Jonás empezó a recorrer la ciudad anunciando que Jehová había anulado el decreto de destrucción a la causa de nuestro arrepentimiento. Entonces sucedieron las escenas más conmovedoras. Nínive se enloqueció de alegría; la gente lloraba y reía al mismo tiempo. Las madres estrechaban a los hijos pequeños entre los

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ brazos; todo el mundo se felicitaba. Hasta los animales nos miraban de una forma que parecía que entendían lo que sucedía. Mi esposo y yo echamos de menos a Jonás durante los festejos. Considerándolo nuestro amigo, temimos que hubiera emprendido el regreso a su tierra sin haberse despedido. Algunos comentaron que lo habían visto dirigirse hacia el este después de anunciar la revocación de juicio contra Nínive. ¡Qué extraño! ¿Se habría internado en el desierto? Empezamos a preocuparnos por él, y mi esposo dijo: – “Preparemos nuestros asnos y salgamos a buscarlo. Tal vez necesite ayuda”. Llevamos algunas tortas de higos y pasas, queso, leche y agua potable y emprendimos la búsqueda. Poco después lo hayamos sentado al sol, junto a una enredadera seca, cabizbajo y deprimido. -“¿Cómo puedes estar triste cuando toda la población de Nínive está celebrando la misericordia recibida?”. -“Estoy avergonzado, soy un mal representante de Dios; no merezco ser un profeta. Primero, no podía comprender por qué Jehová se había dejado ablandar y había cambiado su sentencia. Tenía la impresión de que todo mi trabajo en Nínive había sido inútil. Pero Dios me hizo ver mi error. ¿Ves esta planta seca? La había plantado con el propósito de tener un poco de sombra para mi cabeza. Es una calabaza vinatera, y cuando más contento estaba con ella, se secó rápidamente dejándome al descubierto en este lugar desolado. Jehová me hizo recapacitar. Si yo siento tanta lástima por una planta, ¿cómo no iba a sentir lástima él por los ciento veinte mil habitantes de Nínive?” ¡El pobre Jonás parecía tan desvalido al lado de su planta marchita! ¡Cuántos altibajos de ánimo! Era capaz de enojarse mucho cuando algo no salía como él esperaba, pero después se avergonzaba y se quedaba manso y mustio. En esos momentos su nombre, que en hebreo significa “paloma”, le quedaba muy bien. A propósito, la calabaza vinatera es una enredadera de muy rápido crecimiento, y con la misma rapidez se seca por cualquier eventualidad. Nos dio pena despedirnos de Jonás, tan humilde para reconocer sus errores. Quizá nunca más lo veamos, ya que la tierra de Israel está tan lejos y nosotros somos demasiado pobres para tomar uno de esos veleros grandes que van para allá. Pero nuestro amigo nos aseguró que algún día Dios resucitará a los muertos, como enseñaron los profetas antes de él, y nos encontraremos en un mundo mejor. Sus palabras nos infundieron confianza; fueron un rayito de sol en la despedida. ¿Pero… qué fue de aquél pez del Mar Grande? Su experiencia con Jonás lo hizo mucho más precavido. Ahora trata de mantener la boca bien cerrada cuando pasa algún barco. Pero, como no puede con su genio, de vez en cuando mira a su alrededor, y si no hay naves a la vista, abre la boca bien grande y canta:

Quiero vivir la gran vida libre de preocupación. ¡No me hablen más de profetas que causan indigestión!

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TARDE LLUVIOSA La tarde es gris y llueve, regaña sin cesar la voz del viento No podrás ir al patio con tus chiches. ¿Verdad que sería lindo oír un cuento? Pero mejor aún si es una historia repasando las cosas que por ciertas tienen vida y fulgor en la memoria Jesús amó a los niños; en su ocupada vida de profeta hubo lugar para ellos. A gente que de él los apartaba pensando que le hacían perder tiempo, Jesús amablemente le decía: “Dejen venir a mi a los pequeñuelos, e imítenlos también si ustedes quieren pertenecer al Reino de los cielos. Hubo niños, testigos oculares, en las horas dramáticas, brillantes, de todo su glorioso ministerio. Se sintieron rodeados por sus brazos, se apoyaron confiados en su pecho; callaron para oír sus oraciones y con sus padres el amén dijeron. Hubo niños atentos escuchando aquél Sermón del Monte que aún perdura sentados frente a él en la ladera. Su voz se amplificó en la hondura entre una muchedumbre estremecida que oyó un mensaje antes no igualado conmoviendo la tierra adormecida. Hubo niños de ojos deslumbrados contemplando sus obras milagrosas y comiendo del pan multiplicado. Lo vieron devolver vista a los ciegos, curar a los enfermos y aún más, restaurar al inválido a quien dijo: “Levanta la camilla en que te traen, emprende tu camino y vete en paz”. Entre la multitud emocionada que vio abrirse una tumba allá en Betania y a Lázaro saliendo entre sudarios sin explicarse aquella escena extraña; había niños también que atesoraron ese raro recuerdo hasta la muerte,

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ y en sus años maduros lo narraron vez tras vez con su deleite. Lo vieron cabalgar sobre el pollino, como rey fidedigno lo loaron; creyeron que Jehová lo había enviado y con ramas de palma lo alabaron. Entendían tan bien sus enseñanzas que Jesús lo admitió públicamente dando gracias al Padre por los niños que eran sabios, aún más que los sabios, y excedían a muchos por prudentes. Fue a la casa de Jairo sin tardanza cuando su hijita enfermó de muerte. Doce años tenía la pequeña. El Cristo la encontró fría e inerte. La multitud llorosa quedó afuera levantando plañidos lastimeros. Jesús tomó la mano de la niña diciéndole a le vez: “Talita cumi”; “¡Arriba muchachita!” en arameo. Suponte que hoy mismo tú estuvieras en un trance mortal, y una mano muy firme te levanta y una voz amorosa de despierta, liberando tu cuerpo de ese mal; ¿podrías olvidar ese momento, o rehusar tu alabanza y tu obediencia a un Dios de amor que no olvidó tu nombre ni despreció el valor de tu existencia? Sin duda, fueron muchos de esos niños más tarde, los valiente misioneros que persistieron en el curso bueno, sin apartar sus pasos del camino que marcara el preciado Nazareno. ¡Mira! No llueve más. El sol entre las nubes se ha asomado. Puedes salir al patio y mientras juegas, piensa en aquellos niños del pasado. Jesús reina en los cielos y su trono se encuentra más allá de las estrellas. Desde allí él ve lo grande y lo pequeño. Él te conoce a ti, conoce a todos los que hoy persisten en seguir sus huellas.

Mateo 19:13,14; Mateo 11:25; Mateo 14:21; Marcos 5:41

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NUESTROS MAL REMUNERADOS SUBALTERNOS Hoy te hice madrugar, Tornillito, pero es hermoso ver el amanecer en el campo. Hemos hecho el viaje sin inconvenientes y ahora ya llevamos casi una hora caminando desde que dejamos el auto estacionado junto a la ruta. Estamos entrando en la espesura del bosque y pronto llegaremos al lugar del cual te hablé. Es una cabaña que queda sin llave para refugio del caminante. Fue construida por exploradores que vienen de vez en cuando a estudiar la vida agreste y a buscar plantas medicinales. Tiene un mirador alto desde donde se divisa el río y algunos de sus frondosos islotes. Hay un cuadro decorativo adentro con una inscripción que da la bienvenida a los que acierten a pasar por allí, y les informa que pueden usar los alimentos envasados que están en la despensa y los medicamentos del botiquín si los necesitan, y se les insta a dejar cosas similares que puedan auxiliar al próximo caminante. Nosotros llevamos nuestros propios víveres, de modo que no tendremos que consumir los que están allí. ¿Estás disfrutando de la fascinación del bosque, sus perfumes, sus murmullos? Algo dormido en nuestro interior responde a las sugerencias de la naturaleza, y una parte de nuestro yo, que la civilización moderna no pudo anular, retorna inconscientemente al lejano principio del hombre, cuando aún no se había rodeado de ciudades mecanizadas y llenas de amenazas; cuando se sentía parte del paisaje y se identificaba con todas las manifestaciones de vida que lo rodeaban. Bien, aquí está la cabaña, y aquella es la hondonada donde se celebrará una fiesta fuera de lo común. El motivo es una boda entre monos cultos y distinguidos. Los organizadores ni pensaron en invitarnos, porque no nos miran romo parte del reino animal; o tal vez porque están asustados de la reputación que tiene el hombre de ser “el animal más inteligente”. Esa es una designación a la que no le hemos bocho el debido honor, ya que los animales menos inteligentes nunca se empeñaron en inventar aparatos y fórmulas explosivas para destruirle a sí mismos y para arruinar su ambiente natural. Un anciano me comentó acercado esto: “El hombre es el único pájaro que ensucia su nido”. Este acontecimiento social nos va a permitir comprobar una vez más que en la creación no existe monotonía. Entre los organismo» vivientes, desde los más grandes hasta los más pequeño», aun los que son imperceptibles a los ojos humanos, tienen sus rasgos distintivos y sus personales formas de comportamiento. Por ejemplo, el camello es conocido por su obstinación, el elefante por su memoria, el león por su majestuosidad, el mono por su capacidad mímica. Estas cualidades se ven mis claramente cuando los animales están en su ambiente. Es lamentable que a muchos de ellos tengamos que conocerlos como esclavos frustrados, disminuidos en su dignidad, en las jaulas del zoológico. ¡Cuánto los ha humillado el hombre! Esto trae a la mente las palabras del apóstol Pablo en su carta a los Romanos 8: 21,22: “... la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora”. ¿Te das cuenta de todo el sufrimiento que el reino animal soporta injustamente, sólo por estar sometido a nosotros y haber sido creado para servirnos? No tiene condenación propia, y jamás se puso abiertamente contra Dios, como los humanos. Es el mismo drama de un esclavo que, por estar sujeto a un amo violento que vive al margen de la ley, tiene que verse él mismo en peligro y sobresalto continuamente, sin haber tenido parte en las transgresiones.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ ¿Has reparado en esto? Si el hombre nunca se hubiera apartado de Dios, actuando sin sabiduría sobre la Tierra, el humo de las fábricas no mataría a los pájaros, los desperdicios químicos arrojados al mar y a los ríos no estarían envenenando a los peces, y las balas de los cazadores no harían estragos en los bosques. Ningún animal moriría de hambre porque el alimento no sería escaso para nosotros ni para ellos; tampoco perecerían de sed, porque a causa de la enemistad entre el hombre y Dios, creada y agravada continuamente por el pecado, Él ha dejado de controlar los fenómenos naturales. La lluvia temprana y la tardía ya no vienen a su tiempo, como se le había prometido a Israel en recompensa por su fidelidad. – Deuteronomio 11:13, 14 ¡Mira! Ya empiezan a llegar los invitados a la fiesta. No hay que perder detalle. Tomaremos nota sobre el acontecimiento para compartirlas con los que no tuvieron el privilegio de verlo de cerca.

UNA FIESTA EN EL BOSQUE Ayer surcaron el bosque los rumores de una fiesta que se celebró con pompa y se animó con orquesta. Se casaba el mono Brígido con la monita Clemencia. Un león muy respetable les daba la conferencia. Hubo entre los invitados distinguidos animales que se lucieron usando muy elegantes modales. Fue un elefante erudito que debido a su memoria está muy bien conceptuado como profesor de historia. Un camello veterano su mal genio puso a un lado y relató largos viajes por desiertos calcinados. Acudió también el búho, mensajero entre las aves, que entre palos de telégrafo aprendió a descifrar claves. Una urraca azul, hermosa, con aire muy presumido, buscaba cosas brillantes para llevarse a su nido. El chajá con tu pareja en sus zancos se elevaban. Se habló de sus aptitudes, pues vuelan, corren y nadan. Había chimangos, peludos, carpinchos agazapados,

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ cautas liebres, y flamencos con su plumaje rosado. Rodrigo, un chimpancé sabio, tío abuelo de Clemencia, les daba la bienvenida y acomodaba a la audiencia. El zorro gris, tan astuto que pasa el día dormido, hizo notar su presencia con apagado ladrido. Vino una cabra montesa que aunque va poco a reuniones, por curiosidad se acerca en las grandes ocasiones. Sobre la rama de un árbol se balanceaba un jaguar, mirando atento el suceso sin decidirse a bajar. Se retiraron los novios, quedaban los invitados, cuando llegó una noticia que los dejó acongojados. Desiderio el papagallo no pudo arribar con vida, pues se encontró en el camino con una bala perdida. Su plumaje de colores y su cuerpecito frío quedaron entre las cañas, junto a la orilla del río. Las luciérnagas vinieron para silenciar la fiesta. Los pájaros enfundaron los violines de la orquesta. Se entristeció todo el bosque por aquella vida trunca. A las fiestas de este mundo las penas no faltan nunca. Pasan y se identifican aunque no estén invitadas. Nadie encontró la manera de interceptarles la entrada. La mano de un cazador, al apretar el gatillo, ensombreció el regocijo y opacó su primer brillo. El hombre ante lo creado

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ razona: “Todo esto es mío”; pero el autor de la vida responderá el desafío. Vendrán los siglos felices en que nadie ha de llorar, cuando las penas intrusas no tengan por donde entrar.

PEREJIL ENTRE LAS ROSAS Ayer, cuando te invité a trabajar en el jardín, nos hizo gracia una matita de perejil verde y airosa, reclamando su lugar entre los elegantes rosales que siempre reciben tantas palabras de admiración. Después hablamos de uno de tus problemas predominantes: la timidez que te turba en clase y te hace torpe para expresar cosas bien sabidas, te priva de buenas notas en tiempo de exámenes, y te arrincona en el patio de la escuela a la hora del recreo, mientras el grupo agresivo de los más inteligentes comenta sus logros. Otras veces, se te ve callado y apocado cuando los chicos se jactan del número de vueltas que dieron en los juegos mecánicos del parque el domingo, y de los caros regalos que han recibido, mientras tú sólo podrías hablar de diversiones gratuitas y regalos baratos. Los niños tímidos por lo general cargan con sus complejos muchos años y cuando recuerdan sus días escolares se ven a sí mismos como perejil entre las rosas. Me gustaría ayudarte a entender que el mundo sería insoportable si todos tuviéramos una personalidad descollante. Los que pasan casi inadvertidos, cumpliendo con su deber calladamente, denunciando su presencia con un arrullo como la paloma y no con una estridente clarinada como el gallo, son una pausa necesaria y refrescante; son los pianísimos en la sinfonía diaria de la vida. El domingo pasado escuchamos juntos un concierto en el auditorio de la universidad. Una orquesta enseña mucho en cuanto al éxito de obrar en armonía, de saber cuándo intervenir y cuándo retraerse. Las variantes de la música nos muestran que toda la gama del sonido es necesaria. No podríamos disfrutar de un bombardeo de notas altisonantes que quieren hacerse oír todas a un tiempo. Las partes suaves, apenas audibles, no solamente son un descanso para el oído, sino una oportunidad para grabar en la mente el tema que se expuso en los momentos más sonoros. Así es en la vida, Tornillito; el quo habla bajo y el que reconoce el tiempo de callar pueden ser muy útiles entre los que están siempre ansiosos por hacerse oír. Quiero contarte una historia simple acerca de un niño que llegó a pensar que estaba demás en el mundo. Javier tenía apenas ocho años cuando escuchó una conversación que ensombreció su mente y le dejó una impresión dolorosa. Era el décimo aniversario de bodas de sus padres y habían decidido festejarlo con una cena familiar. Estaban presentes los abuelos paternos y maternos, los tíos y tías, y cuatro de sus pequeños primos. Cuando terminó la cena, los niños se sentaron sobre la alfombra y empezaron a jugar con algunos autitos mecánicos mientras los mayores se envolvían en una conversación muy animada acerca de aciertos y fracasos. Javier, aunque

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ aparentemente jugaba con los niños, prestó la máxima atención cuando uno de los tíos le dijo a su padre: —Si no te hubieras casado tan joven, Héctor, ahora serías médico, —El casamiento en sí no fue el obstáculo, Juan. Yo seguí estudiando después de

casado. Lidia trabajaba y nos arreglábamos bien. Si Javier no se hubiera apurado tanto en venir habría terminado mi carrera, ya que solo me faltaban dos años. Pero cuando Lidia dejó su empleo para poder cuidar del bebé, me desanimé del todo. Eran tiempos malos para subsistir con un trabajo de cuatro horas a fin de poder continuar estudiando. Pensé que iba a perder apenas un par de años y luego volvería a la facultad, pero las cosas se dieron en tal manera que la meta fue quedando cada vez más lejos y al fin renuncié. Javier repasó mentalmente aquella conversación muchas veces. Indudablemente, su llegada al mundo había sido muy inoportuna. Se sintió culpable de haber frustrado la carrera de su padre y por consiguiente, de las dificultades económicas en que la familia había estado después de su nacimiento. Una vez su madre comentó que le gustaría tanto vivir en un barrio residencial cerca del centro, pero, al no haber cambiado su casa diez años atrás, ahora tenía que despedirse de ese sueño porque se había convertido en algo privativo. Javier no pudo menos que decirse para sí, que si él no hubiera aparecido en escena en tan mal momento, su madre tendría la ansiada casa en un barrio elegante. Llegó a considerarse un obstáculo y no una bendición para su familia. Los más allegados notaron que algo impactante lo había convertido en un niño pensativo, a veces hosco. Preguntas hechas a quemarropa para descubrir la razón del cambio no pudieron traer a la superficie el conflicto sumergido en su corazón. El niño era muy amigo de su abuelo materno, Luis, y empleaba muchas horas libres en su taller de cerámicas aprendiendo artes plásticas con él. Un día, cuando Javier tenía doce años, tuvieron una conversación muy constructiva. —Abuelo, tú no eres como tantos viejitos que se sientan en las plazas toda la tarde

a tomar sol y a cuidar a los nietos mientras juegan. Se ve que no te gusta estar sin hacer nada. —Es verdad, Javier. Las cerámicas fueron siempre mi entretenimiento predilecto. Cuando dejé mi empleo ferroviario para jubilarme, algunos pensaron que iba a dejar el taller también, y tal vez lo hubiera hecho si no hubiera tenido perspectivas de un sucesor. Eso es algo que tengo que agradecerte, Javier. El tener un nieto que se haya interesado tanto en aprender artes plásticas conmigo me ha infundido nueva vida, me ha hecho sentir joven y útil; verdaderamente me ha dado un motivo más para no dejarme vencer por ese sentimiento de anulación que tiene tanta gente al envejecer. Javier abrió unos ojos grandes, llenos de ansiedad. —Entonces, abuelo, ¿para tino hice mal en nacer? —¡Qué ocurrencia! El nacimiento de un niño siempre es una ganancia para la familia. —En mi caso no. Si yo no hubiera nacido papá ahora seria módico y habría comprado una casa linda cerca del centro, como mamá quería.

—Si tú no hubieras nacido Javier, es muy posible que tu padre y tu madre andarían cada cual por su lado. Ya tienes edad para comprender lo que voy a contarte. Tú evitaste que ellos cometieran el peor error de sus vidas. Cuando tenías cuatro años, una crisis de incomprensión se desató entre ellos y estuvieron tres meses separados. Frecuentemente preguntabas por qué tu padre venía sólo los domingos y te llevaba a pasear toda la tarde, mientras tu madre salía con alguna amiga o se quedaba con nosotros; te decíamos que él no tenía más remedio que hacerlo por razonen de trabajo, pero todo se arreglaría pronto.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ El problema había llegado a tal grado que pensaban en divorciarse y emprender caminos opuestos. Tú fuiste quién lo evitó, inconscientemente. El cariño con que recibías a tu padre cada domingo, la tristeza que había en tu rostro y en tu voz al preguntar cada día cuántos faltaban para que él viniera de nuevo, los convencieron a los dos del error que iban a cometer. Fuiste una herramienta de gran valor que Dios usó para evitar que tres vidas fueran a la deriva. (A veces, un instrumento pequeñito se convierte en algo muy importante porque puede realizar trabajos para los cuales las herramientas grandes no sirven. Mira tus manos. Ese dedo pequeño que se llama pulgar nunca podrá ponerse a la altura de los otros ni competir con ellos en elegancia. Nadie piensa en ponerle un anillo para adornarlo. Sin embargo es tan importante que ninguno de los otros dedos puede trabajar sin él. Los antiguos habitantes de Atenas le amputaban los pulgares a sus prisioneros de guerra para que nunca más pudieran empuñar la espada. Hubo un rey cananeo, antes que los judíos llegaran a tomar posesión de la tierra prometida, que se llamó Adoni-bezec. Se habla de él en los primeros versículos del Libro de los Jueces en la Biblia. Este rey cruel y presuntuoso, cuando tomaba prisioneros a reyes enemigos les hacía cortar los pulgares de las manos y los pies, y los sometía a la humillación de hacerlos comer en el suelo, debajo de su mesa, como perritos, sufriendo las dificultades de apoderarse del alimento con los otros cuatro dedos que torpemente luchaban sin el auxilio del pulgar. Llegó a tener setenta reyes sometidos a ese trato denigrante. Cuando él mismo cayó prisionero de los judíos, que sin duda conocían estos hechos, fue sometido a idéntica condona. Adoni-bezec reconoció que era una retribución de Dios bien merecida. Ya ves, Javier, aun lo que parece más insignificante tiene razón de ser si está en el lugar que Dios le asignó. —¿Te das cuenta, Tornillito? El niño del relato fue un instrumento de precisión que ayudó a evitar el naufragio de un hogar. Nunca debemos menospreciarnos a nosotros mismos ni pensar que estamos demás en el mundo. Al contrario, debemos esforzarnos por no defraudar a nuestro Creador que nos señaló un lugar y espera que hagamos algo de valor con nuestra vida. Aunque el perejil parezca fuera de lugar en el jardín, recuerda que tiene una función que cumplir y las rosas no pueden sustituirlo. Cuando la timidez no te deje elevar tu opinión ante los que pueden expresarse con más facilidad, piensa en el valor de los pianísimos en la sinfonía. Cuando algún hecho cotidiano te haga sentir insignificante, mira tus pulgares que nunca lucen piedras preciosas ni tratan de elevarse a la altura de los otros dedos, pero son lo que acuden sin demora para ayudar a los demás a trabajar.

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UN NIÑO QUE SE ENCARÓ CON LA TRAGEDIA Algunas personas le restan importancia a lo que puede lograr un niño, peor aún, a sus sentimientos y reacciones. Sé que tú notaste esa subestimación, Tornillito, y a veces te hizo sufrir. Sin embargo, si pudiéramos hurgar en la historia que nunca se escribió, encontraríamos muchos casos de niños que asombraron a los mayores con hazañas que revolaban una conciencia sensible, una capacidad para poner los intereses ajenos antes que los propios, y una conmovedora evaluación de la vida. Esos pequeños héroes realizaron cosas que nadie les enseñó a hacer, y en el momento señalado encontraron en sí reservas y recursos que ellos mismos no sabían que poseían, corroborando la antigua declaración sagrada: “El hombre fue hecho a la imagen y semejanza de Dios”. Nuestro Creador puso en los humanos cualidades y capacidades que yacen dormidas e ignoradas hasta el momento de necesitarlas. Ni las descubrimos ni las cultivamos, pero en momentos decisivos comprobamos que existen. Hasta desconfiamos de nuestra aptitud para enfrentar ciertos hechos, y cuando llegan, nos sorprendemos de nuestras reacciones, porque en algún recodo de la mente encontramos la investidura moral que nos hace falta, limpia y lista para usar, como si siempre nos hubiera pertenecido. Ya sea frente a la tragedia, a la persecución o al peligro, algún día puede ser que te maravilles de las fuerzas que te brindará tu flaqueza, con la ayuda del Hacedor que nos creó a su semejanza. Quiero narrarte un hecho verídico que ilustra esto. El relato está vivo en la mente de muchos porque sucedió bastante cerca en cuanto a distancia, y no está tan lejos en el tiempo. Conmovió a multitudes cuando fue publicado y vale la pena recordarlo. Algunos de los que presenciaron el desenlace viven todavía para afirmar su veracidad. En el interior del Uruguay, en el departamento de Treinta y Tres, se atesora el recuerdo de un niño excepcional. Su nombre era Dionisio Díaz y vivía en una zona rural llamada Arroyo del Oro, con su abuelo, Juan Díaz, dueño de una porción de campo, algún ganado, y un conjunto de ranchos y galpones. La familia se componía del abuelo, sus hijos Eduardo y María, y los hijos de María, Dionisio de nueve años y Marina de quince meses. Una fría noche de otoño, el 9 de Mayo de 1929, Juan Díaz, víctima de un ataque de locura, apuñaleó a sus hijos, suicidándose más tarde. Dionisio se interpuso para defender a su madre y recibió una profunda herida en el vientre y un corte en un brazo. Viendo que nada podía hacer por su madre que agonizaba. Dionisio huyó con su pequeña hermana encerrándose en su dormitorio para ponerla a salvo. Allí la acostó y la arropó, cuidándola toda la noche para que no llorara ni atrajera la atención del abuelo que daba vueltas y vociferaba en el patio. Fajó su vientre ensangrentado con una sábana y estuvo en vela junto a la niña hasta que amaneció. Entonces, hizo un atadito con las ropas de Marina que pudo encontrar, y se dispuso a salir. Los pájaros le dieron la señal de partida con sus cantos. Como un buen niño de campo, sabía que los pájaros no cantan cuando la gente anda cerca. Evidentemente, nadie lo acechaba. Recién despuntaba el día. Tomó el sendero que llevaba a la costa del Arroyo del Oro y corrió cuanto pudo con la niña en brazos sin mirar hacia atrás ni detenerse. Vestía una camisa de algodón y un pantalón corto; ni siquiera había pensado en defenderse del frío de la madrugada. Caminó siete kilómetros hasta el Oro, el pueblo más cercano, donde entregó su hermanita a la esposa del alcalde, amiga de la que había sido su familia, y se dirigió a la comisaría a relatar el caso. Un médico local hizo esfuerzos por salvarle la vida, pero al día siguiente murió. Era un niño campesino que probablemente jamás había visto una ciudad importante, ni el mar, ni los barcos. Quizás nunca había entrado a un cine. ¡Qué poco

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ sabría de historias heroicas y hechos asombrosos! ¿Quién le habla inculcado ese sentido de responsabilidad, esa entereza ante lo irremediable, y esa lógica conclusión: “que por lo menos viva uno entre todos”. Nada menguó su tenacidad y determinación: ni los siete kilómetros que debía recorrer, ni el miedo de no llegar, ni el duelo que llevaba en su corazón por la madre a quién no había podido defender, ni el desamparo que inspira un hogar deshecho y una familia arruinada. Una niña de quince meses que aún no caminaba, era un peso demasiado grande para que un niño herido la cargara durante más de tres horas a través de los campos. A las diez de la mañana llegó a Vergara y completó su misión. Esa lección abnegada se hizo carne en Marina, que trabaja en un centro médico de Treinta y Tres y es muy apreciada por la gente a quien presta servicios. Hay una promesa de Jehová, inalterable como el oro: Todos los que han pasado por la Tierra, con la excepción de los que murieron como enemigos irreconciliables de Dios, recibirán una nueva oportunidad de aferrarse a la vida mediante el milagro de la resurrección. Del oro de esa promesa nos tocará una monedita a cada uno. Su valor podrá multiplicarse hasta la eternidad si la recibimos con aprecio y la usamos bien. Cuando Dionisio despierte para aceptar la suya, sabrá que su altruismo es un depósito que nuestro Creador no echó al olvido, y se maravillará cuando sepa a cuánto ascienden los intereses. Aunque lo contaron entre las víctimas, él le ganó esa partida a la muerte de dos maneras; primero, porque no pudo interponerse hasta que su misión estuvo cumplida; segundo, porque no podrá retenerlo cuando llegue la hora de las recompensas. Siéntate a mi lado, Tornillito. Vamos a componer juntos una canción para Dionisio, un romance muy simple. ¿Te fijaste que hasta las cosas más significativas pueden decirse de la manera más sencilla? Él no lo necesita como homenaje, porque entrar en la memoria de Dios con una imagen honrosa ya es. Una de las distinciones más altas que alguien pueda alcanzar en este mundo. Lo haremos a manera de recordatorio, por el bien que nos hace a nosotros mismos.

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CANCION PARA DIONISIO Junto al Arroyo del Oro la aurora se echó a llorar; han profanado su calma, encontró sangre en su umbral. A Vergara va Dionisio, hacia el pueblo va ¡cómo le duele la vida que silenciosa se escapa por los bordes de una herida! Las piedras sueltas se esconden, de su camino se apartan. —Que no tropiece este niño que lleva una tibia carga. Pájaros madrugadores victorean con sus trinos. —¡No te detengas niñito, sigue basta el fin tu camino! El faro de su conciencia vivos mensajes irradia. —Si no piensas en ti mismo se acortará la distancia. Cuando entrega a su hermanita siente un alivio en el pecho. Ya sólo le quedan fuerzas para relatar los hechos. Una vida simple y breve y una hazaña electrizante. No le pidan más historia, con eso tiene bastante. Pequeño Dionisio Díaz, nos dejaste en qué pensar, aunque no hay puntos oscuros, ni misterios que aclarar. Nos queda una lección grande que sacude el corazón: El que dice “yo primero”, ya cobró su galardón.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Nos hace bien recordarte, entender lo que sentiste, y andar de nuevo contigo las leguas que recorriste. Nos hacen bien tus motivos y tu incursión en la historia, sin aplausos calculados, sin ningún afán de gloria. Es constructiva la urgencia que dio firmeza a tus pies. ¿Acaso no la sintieron los campos de Treinta y Tres? Nos hace bien el amor conjugado a tu manera, con tal desprecio del miedo que aullaba puertas afuera. Y esa actitud resoluta para enfrentar la premura de aquella noche opresiva cargada de conjeturas. El tiempo pasó de largo y lo dejó siempre niño; por eso ha sido tan fácil guardarlo en nuestro cariño. ¿Cómo no ha de estar presente cuando baya resurrección, para continuar creciendo y aceptar su bendición? Su credencial de inocencia selló con sangre y ternura. No puede ser olvidado por el Juez de las alturas. Dios le ofrecerá a Dionisio una monedita de oro, que él no va a querer cambiar por títulos ni tesoros. Pues con esa monedita tanto se puede comprar, que aun si vive miles de años nunca la podrá gastar.

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EL ABOGADO DEL TIEMPO Puedes considerarte afortunado, Tornillito, por cuanto ninguna de las más de trescientas guerras y revoluciones que estallaron en nuestra generación ha dejado una huella dolorosa en tu vida. Quiero contarte una historia, parecida a tantas historias verdaderas, acerca de un niño que no tuvo una niñez plácida y bella y vio transcurrir su adolescencia aguijoneado por una indoblegable obsesión. Su padre, Ladislao Yuranevich, era un joven médico yugoslavo que ejercía su profesión exitosamente en la ciudad de Split, a orillas del mar Adriático. Su madre, Olga, era enfermera. Después de casarse con Ladislao decidió seguir la carrera de él y graduarse como doctora en medicina para trabajar junto a su esposo. Cuando Christian, el único hijo de ambos tenía siete años, estalló la segunda guerra mundial, en la cual Yugoeslavia se vio comprometida a intervenir. Un día, Ladislao fue llamado junto con otros médicos para prestar servicio en el frente de batalla. Olga, desorientada y afligida, permaneció en su hogar con el niño. Amigos bien intencionados le advirtieron que ella sería eventualmente citada para emplear sus conocimientos de enfermería en el frente, ya que sólo le faltaba un año para recibirse. En tal caso, Christian quedaría al cuidado de los vecinos, pues no tenían familiares en ninguna ciudad cercana. Olga tuvo que tomar una decisión valerosa. Sin comentar sus planes con nadie se aprontó para salir de Split con rumbo desconocido. Llevó consigo alguna ropa, todo el dinero que poseía que no era mucho, y algunas joyas que podía vender en caso de necesidad. Dejó su casita llena de todas las cosas útiles con que la habían alhajado nueve años antes, cuando celebraron su boda, y adornada con los hermosos cuadros que Ladislao pintaba en sus horas libres. Atravesó varios países de Europa buscando un lugar seguro para residir, y al fin, con el último dinero que le quedaba después de vender sus joyas, llegó al puerto de Buenos Aires en un barco de carga, tras un viaje agotador, pidiendo refugio, como tantos que escapaban de la guerra. Christian preguntaba siempre por su padre. Olga le decía que, en cuanto la guerra terminara le harían saber donde estaban y volverían a reunirse. Entre todas las vicisitudes sufridas durante ocho meses antes de llegar a la Argentina sin dinero ni cosas de valor para vender, también se habían perdido los documentos de Christian. El funcionario que los había retenido cuando embarcaron, los había extraviado dentro del barco y fue imposible hallarlos. Olga tenía su libreta de casamiento donde constaba que tenía un hijo, pero Christian no tenía nada que lo identificara como el hijo de Ladislao y Olga Yuranevich. Al fin se abrió una oficina para registrar a los inmigrantes europeos que no tuvieran identificación. Olga reunió todos los papeles legales que poseía y llevó a Christian para registrarlo. Hubo interrogatorios y declaraciones juradas, y al fin concedieron otorgarle al niño una cédula de identidad en que constara su ciudadanía yugoeslava y el permiso legal de residencia en el país. Cuando volvían a su casa, felices con la posesión del ansiado documento, al mirarlo detenidamente, Christian se dio cuenta de que lo habían inscrito como Yuranovich, en vez de Yuranevich. Perdieron mucho tiempo reclamando atención para el problema, pero les dijeron que volvieran dentro de algunos meses, cuando no estuvieran tan ocupados registrando gente que pedía asilo. Cuando volvieron, tras una prudente espera, el empleado que los había atendido ya no estaba en esa sección. Algunos le reprocharon no haber concurrido inmediatamente. Ahora el asunto debía pasar a las manos de un juez que justificara la razón para el cambio. Además sería un trámite

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ que costaría bastante dinero. Lo mejor sería dejarlo así, les aconsejaron, ya que con ese registro podría vivir, estudiar y trabajar en la Argentina, y de todos modos, una letra de diferencia podría perjudicarlo solamente en caso de haber una herencia para cobrar, lo cual era muy improbable. Olga y Christian intentaron varias veces saber algo de Ladislao, pero era imposible entonces conseguir información de países mutilados por la guerra y completamente desorganizados. Además, Yugoslavia había sufrido cambios internos. Ahora era una república comunista independiente. Sus instituciones anteriores no funcionaban y ni siquiera tenía un consulado en la Argentina. El llamado angustiado de los que habían huido de la guerra y querían localizar a las persona amadas, caía en el vacío. Christian buscó la oportunidad de relacionarse con los pocos yugoeslavos que pudo localizar con la esperanza de encontrar entre ellos algún recién emigrado que le trajera noticias de su padre, o alguien que se repatriara pronto y pudiera servir de puente para conectarlo con él. El y su madre escribían muchas cartas a amigos y familiares dentro de Yugoslavia, pero nunca recibían respuestas. Algunos quizá habían muerto; otros ya no vivirían en las mismas ciudades, dispersados por los bombardeos y acosados por las secuelas de la guerra. Tal vez algunos habían escrito y sus cartas no llegaron a destino. Los primeros años fueron duros. Olga trabajaba como mucama en un hotel modesto. La dueña, compadecida de su situación, le había cedido un altillo donde se guardaban algunos muebles en desuso para que lo transformara en un dormitorio. Christian iba a la escuela. A medida que los años transcurrían veía cada vez más lejos la meta de su niñez: ser un médico destacado como su padre y ayudar a sus semejantes. Las horas felices pasadas cerca de las costas del mar Adriático, mientras los cuadros de Ladislao iban tomando forma ante sus ojos atentos, eran para él recuerdos imborrables. A los catorce años su madre lo empleó en un taller de tapicería para que aprendiera el oficio ganando un modesto salario. Ahora que tenía su propio dinero, se inscribió para recibir clases de pintura. Algún día se encontraría de nuevo con su padre y le demostraría que, en esto por lo menos, había seguido en sus pisadas. Cuando terminó la guerra, Ladislao volvió a su hogar desolado y laqueado. Nadie pudo darle noticias de Olga y Christian. La gente de los alrededores, al no ver a nadie en la casa por tanto tiempo, había forzado las puertas y se había apoderado del botín. No quedaba nada de lo que había sido su hogar, excepto las paredes, y puertas y ventanas rotas. No encontró ninguno de sus cuadros, ni cartas, ni fotos de los felices días del pasado. Olga y Christian eran dos imágenes estampadas en su corazón; sólo lo que él sentía y recordaba probaba que en realidad habían existido; aparte de eso no había huellas ni señales. Parientes y amigos, los que pudo encontrar, no sabían qué rumbo habían tomado al salir de Split. Publicó avisos en los diarios; se dirigió a la Cruz Roja para localizarlos en países vecinos, pero todo fue inútil. Al cabo de varios años obtuvo un documento que lo declaraba legalmente viudo, se mudó a Zadar y contrajo matrimonio nuevamente. Fue padre de una niña que alegró su hogar y mitigó en parte el dolor de haber perdido a Christian. En Buenos Aires en tanto, la situación de los Yuranevich mejoró con el aporte de Christian y se animaron a alquilar dos piezas en el hotel. Fue entonces que el joven decidió reasumir su perseverante búsqueda y se dirigió a la Cruz Roja. Allí redactaron un aviso que fue enviado a Yugoslavia: “Christian Yuranovich, según consta en su documento de identidad argentino, radicado en Buenos Aires, Argentina, desde 1942, quien dice llamarse realmente Christian Yuranevich, nacido en Yugoeslavia, busca a su padre, Ladislao Yuranevich, médico, residente en la ciudad de Split hasta el año 1940”.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ No hubo respuesta después de varios meses de espera. La dueña del hotel, el dueño de la tapicería, compañeros de estudio y de trabajo, todos coincidían en lo mismo: —“Si tu pudro vive, algún día lo hallarás. El tiempo te va a ayudar. Hay cosas que solo el tiempo las resuelve. Cuando seas mayor de edad, reúne tus ahorros y ve tu mismo a buscarlo”. ¿Recuerdas Tornillito que en un libro anterior te hablé acerca del Tiempo? Es un anciano patriarca de ojos profundos, oscuros, que vive en una mansión grande con sus doce hijos, los meses del año, y de vez en cuando fija un día de audiencia para los que tienen problemas que sólo él puede resolver. Hay un mayordomo en su casa. Se llama Leal y parece no envejecer nunca. El maneja la nave de vidrio que está fondeada a orillas del mar que se ve detrás de la casa. Alguien de quien no te hablé todavía es un abogado que vive cerca. Su hogar está atravesando el bosquecillo de pinos, más allá de la pradera verde a la izquierda, donde pasan los que recién empiezan a vivir su vida. A este hábil jurisconsulto, el Tiempo le encomienda los juicios diferidos y los casos intrincados; todo lo que es difícil de solucionar y necesita paciente espera. Christian se dirigió una tarde a la casa del Tiempo sin haber solicitado audiencia. Leal escuchó con simpatía sus preocupaciones y le señaló la casa del abogado, del otro lado del bosque. Christian atravesó la pradera y se acercó a la pulcra vivienda que constaba de una sala de recibo y un escritorio donde la nutrida biblioteca lucía sus títulos dorados en estanterías que llenaban tres paredes. Detrás de estas habitaciones se veían otras dependencias privadas. El jovencito se detuvo y antes de llamar leyó la atractiva placa de tronco: EQUIS CAUTELA ABOGADO. Era la primera vez que se encontraba con una persona cuyo nombre era el nombre de una letra. ¡Y justamente la equis! Recordaba claramente una clase de idioma español en que el profesor se había puesto a divagar sobre la letra equis y la había llamado “una letra con una personalidad especial”. Además de ser el signo de la incógnita en los cálculos matemáticos, es también un símbolo de equilibrio. —Es la única letra del alfabeto — dijo el profesor—, que puede colocarse en cualquier posición y no deja de ser lo que es. No pierde su identidad aunque la cabeza sea forzada a ocupar el lugar de los pies. Analizaron en clase varias palabras muy significativas que tienen como raíz el nombre equis. Equilibrio, que es el estado de reposo que puede hallar un cuerpo solicitado por dos fuerzas contrarias. Equidad, que es la justicia natural que cuestiona a la justicia legal reclamando un mejor fallo. Equinoccio, que es el punto del año en que los días son iguales a las noches. Equis Cautela lo recibió con cortesía y escuchó su relato con profunda atención. Igual que Leal, el mayordomo que lo había recibido en la mansión del Tiempo, tenía un rostro atractivo, una expresión paternal, cabello entrecano y edad indefinida. Era un personaje que podía haber sido muy actual en cualquier momento de la historia humana. Sentado frente a él, con el gran escritorio de roble entre los dos, paseando sus ojos sobre las nutridas hileras de volúmenes impresos, atractivamente encuadernados, Christian respetó el silencio del doctor Cautela esperando sus palabras. El abogado había tomado nota sobre el error del nombre en los documentos, le había preguntado su edad, detalles acerca de su madre y todo lo que sabía sobre su padre. —Si dejas el caso en mis manos te ayudaré en lo que pueda con mucho gusto,

Christian. —Eso es lo que ansío, señor, ya que nadie ha podido hacer nada por mí hasta ahora.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ — Vas a tener que probar tu paciencia. Te espero aquí dentro de siete años. —¿No puede ser antes, doctor? —Es un proceso que no puede apurarse ni abreviarse, Christian. Tendrás que esperar hasta la mayoría de edad. —Siete años... ¡cuánto tiempo! —suspiró el muchachito. Equis Cautela sacó la Biblia de uno de los estantes de la biblioteca y empezó a buscar algunos pasajes. Le comentó sobre la paciente espera de Jacob a quien el padre de Raquel, su amada, le obligó a trabajar siete años en su finca antes de dársela por esposa. Luego se detuvo en el capítulo once del libro de los Jueces y le habló sobre Jefté, el valiente luchador que libró a su pueblo del yugo opresivo de sus vecinos, los amonitas, y a partir de esa victoria fue juez de Israel hasta su muerte. —Cuando Jefté era muy joven, a pesar de sus excelentes cualidades tuvo que

enfrentarse al odio de sus medios hermanos que no le perdonaban el ser hijo ilegitimo, fruto de las relaciones de su padre con una mujer inmoral. Este odio causó que lo obligaran a abandonar el hogar paterno, pues no querían que él tuviera parte en la herencia. Jefté se alejó hondamente herido. Los años pasaron y el pueblo de Israel se halló en grave aprieto a causa de la opresión de los amonitas que invadían su territorio y perpetraban atentados terroristas. Entonces, los ancianos de la tribu de Galaad, algunos de los cuales eran los propios hermanos de Jefté que lo habían arrojado de su hogar, recordaron a aquel joven valiente y decidido que tiempo atrás había obligado a los amonitas a mantenerse en su lugar. Fueron a buscarlo, prometiéndole hacerlo juez de todo Israel si tomaba la conducción de la guerra. Jehová demostró que él era su instrumento escogido, dándole una resonante victoria. La reivindicación de Jefté llevó tiempo, pero al fin Dios cerró la boca de los que lo trataron con profundo desprecio por un hecho que él no podía cambiar: su nacimiento oscuro en una cuna desprovista de los adornos del linaje honroso. Pero, sin ir tan atrás en la historia, te comentaré un caso que tengo entre manos ahora mismo. En los días de Jefté uno debía mostrar su apego a la causa de Dios tomando la espada cuando era necesario. Hoy en cambio, debe demostrar su devoción rehusando empuñarla, porque desde hace dos mil años hay un único ejecutor autorizado, Jesucristo. Por lo tanto, el hombre ya no puede representar a Dios en el campo de batalla, ni tampoco las guerras de hoy defienden las elevadas causas y derechos que defendían los israelitas como pueblo de Dios, ocupando una tierra cuyos límites fueron demarcados por decreto divino. Este es el caso de un joven militar, Eugenio Márquez, que se retiró del ejército cuando una enfermedad pulmonar casi puso fin a su vida. Mantenía su hogar y tres hijos pequeños manejando un tallercito en que arreglaba aparatos eléctricos, radios y televisores. Un día, a causa de un problema que amenazaba la paz de su país, fue convocado de nuevo para servir en las fuerzas armadas. Pero durante aquellos cinco años en que había dejado el ejército, un cambio fundamental había acontecido en su vida. Un vecino que muchas veces se detenía a conversar con él, le había mostrado en la Biblia el mandato de Isaías 2: 4, en que Dios insta a las naciones a fundir sus armas y convertirlas en herramientas do trabajo. Al principio Eugenio presentó algunas objeciones firmes a su vecino. —Si Dios es Dios, si no cambia como los humanos ni se desmiente a sí mismo, ¿por

qué autorizó al hombre a usar la espada en el pasado y lo condena por usarla hoy?

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Antonio entró en detalladas consideraciones que ayudaron a Eugenio a dilucidar el punto. Una ilustración simple le fue muy útil: —Un hombre conduce un ómnibus grande que transporta obreros a una ciudad vecina para su trabajo diario. Van y vuelven por un camino recto y despejado entre las montañas cada día, disfrutando del paisaje. Un lunes de invierno, después de un lluvioso fin de semana, encuentran el camino habitual cubierto de nieve y rocas en un tramo. Un alud lo ha dejado intransitable. El conductor vuelve atrás, toma un camino secundario con varios rodeos y lleva a los obreros a la fábrica como es su deber. Fíjate, Eugenio, hubo un cambio en el viaje, pero no en el destino. La humanidad tuvo una experiencia parecida. En el camino que tomó al comienzo cayó un alud de obstáculos: rebelión, odios, divisiones, límites, nacionalismo; cosas que Dios no se había propuesto que existieran. Eso lo obligó a hacer virajes al conducir a la humanidad hacia sus elevadas metas finales. Como en el caso del conductor del ómnibus, cambió de ruta sin sacrificar el destino. Dios usó al hombre como verdugo por un tiempo, para frenar el mal. Luego envió a su hijo a pagar el precio de la redención y lo asignó como único ejecutor autorizado. De allí en adelante, el fundir un arma y convertirla en una herramienta de trabajo equivale a reconocer a Cristo como vengador nombrado por el cielo. El empuñar una espada equivale a quitarle a Cristo esa autoridad y tomarla en nuestras manos. Por eso, cuando el apóstol Pedro quiso defenderlo de los soldados romanos a mano armada, Jesús le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada”. Mateo 26:52. Eugenio había abandonado la espada por necesidad, a causa de su salud, pero ahora conocía una razón mucho más imperativa para no dejar las herramientas y volver a las armas. Sus motivos de conciencia no fueron aceptados por el tribunal militar que lo juzgó y fue condenado a seis años de encarcelamiento por rehusar sus servicios en lo que llamaron “un caso de emergencia nacional”. Sólo una vez al mes puede ver a su familia durante una hora a la tarde, el primer domingo del mes. Sus hijos están entrando en la adolescencia sin poder recurrir a él cuando tanto necesitan su consejo y ayuda. Un río de horas, días y meses corre entre ellos. Se ven y se saludan desde opuestas orillas sin poder salvar la distancia. Esos hijos deben pagar un precio por tener un padre que no quiere sangre en sus manos, luchando y subsistiendo sin su ayuda. A su vez, ese padre está pagando el precio de tener una conciencia irreprensible. Cada tanto, Christian repasaba mentalmente aquellas historias que le había narrado el doctor Cautela. Durante algunos años la vida continuó su curso sin mayores altibajos. Olga seguía trabajando mucho y a menudo daba señales de gran fatiga. Aunque estaba recién acercándose a los cincuenta, envejecía rápidamente y aparentaba unos cuantos años más. En su rostro se veían las huellas de las horas difíciles arrastradas con esfuerzo en el pasado. Su hijo era una genuina recompensa; un muchachito bueno, cariñoso, del cual podía sentirse orgullosa. Pero en su corazón había un sedimento de tristeza, la frustración que produce una felicidad bruscamente cortada, una separación forzosa que había convertido el calor de un hogar bien fundado en un montón de ceniza fría. Al fin, un invierno largo y duro y una recaída de gripe que se convirtió en pulmonía, terminaron con su vida. Cuando Christian se repuso de la dolorosa sorpresa y empezó a acostumbrarse a la idea de la ausencia definitiva de su madre, súbitamente cayó en la cuenta de que se acababan de cumplir siete años desde su visita al escritorio de Equis Cautela. Era tiempo do volver. El abogado lo saludó con su característica amabilidad y luego le dijo: -Has llegado a la mayoría de edad, Christian. Las circunstancias se ponen a tu favor para realizar lo que

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ te propones. No será del todo fácil. El error en tus documentos te causará problemas. Te advierto: en Yugoslavia tendrás que ser tu propio abogado defensor. No olvides incluir en tu equipaje una Biblia, fotos de tu madre, tu paleta de pintor y algunos pomos de tonos suaves. Tú mismo descubrirás la mejor manera de usarlos. Después de vender el sencillo mobiliario que poseía, Christian reunió sus ahorros y finalmente partió en un jet a Roma, donde pasó tres días, y de allí a Split, que está frente a Pescara, en la otra margen del mar Adriático. Sus conocimientos del idioma servio, que solía hablar con su madre, le fueron muy útiles en su peregrinación por las instituciones médicas y organismos del estado que tuvieran que ver con la salud, a fin de encontrar alguna pista del doctor Yuranevich. Finalmente, en su hospital encontró un médico que había sido compañero de estudios de su padre. Él le aseguró que Ladislao había vuelto sano y salvo del frente de batalla, que se había casado nuevamente y vivía en Zadar donde seguía ejerciendo su profesión. De allí en adelante todo fue fácil. Para que su padre se familiarizara con la idea, le escribió una carta llena de aprecio y sentimiento y la dejó en el buzón de su casa. Dos días después lo llamó por teléfono y le anunció una visita personal. La respuesta de Ladislao no fue la que él esperaba. Lo trató cortésmente, pero era indudable que tenía muchas reservas mentales. Le dijo que deseaba ardientemente saber algo de su hijo y había hecho esfuerzos por hallarlo, pero no iba a abrirle su corazón a un extraño, a menos que le presentara pruebas irrefutables de ser el verdadero Christian Yuranevich. Se estaban produciendo casos en que impostores bien informados lograban entrar en el seno de las familias que buscaban hijos extraviados en la infancia a causa de la guerra, y obtenían beneficios materiales hasta que algo imprevisto los ponía al descubierto. El no quería ser víctima de un engaño parecido. Ladislao no pudo dejar de notar la emoción del muchacho y su descorazonamiento. Pero . . . esto también podía ser algo cuidadosamente estudiado; algo que un buen actor podía exitosamente reproducir. Este fue un momento difícil para el doctor Yuranevich. No tenía una base sólida para creer en este muchacho que no se parecía a Olga ni a él, y apenas tenía una mezcla de rasgos de lejanos abuelos. Al volver de la guerra, en su casa saqueada no había hallado ni siquiera una foto de él. La borrosa imagen mental que guardaba era de muy poca ayuda. No servía como prueba positiva ni como prueba negativa. Si aquel joven era Christian, no quería perderlo; si no lo era, no quería ser víctima de una farsa. —Bien, te ayudaré a permanecer en Yugoeslavia y trataremos de ser buenos

amigos. Con el paso del tiempo veremos . . . Me llama mucho la atención que tu apellido tenga una letra de diferencia con el mío. La explicación que me das me suena ambigua . . . ¿Pueden ser tan negligentes en Sud América, para causarles esos inconvenientes a los inmigrantes? Y esas fotos que me has mostrado. . . Indudablemente el muchacho eres tú; pero, ¿cómo puedo probar que esa mujer ajada, envejecida, era realmente mi primera esposa? Son instantáneas tomadas en picnics y paseos; si fueran fotos del rostro, como se toman para un pasaporte, quizá podría reconocerla. En fin, muchacho, no te desanimes del todo. Lo que necesitas urgentemente es un empleo, y yo te lo puedo conseguir. También te hace falta un lugar donde vivir. Puedo prestarte la pieza de huéspedes que tenemos en casa, mi esposa no tendrá inconvenientes. Más tarde decidiremos si te quedas con nosotros o te vas por tu camino. Christian se instaló en la pieza de huéspedes de los Yuranevich y empezó a trabajar en una fábrica de automóviles. Todos eran amables con él en la casa, pero no abiertamente cordiales; se sentía observado todo el tiempo. Su media hermana, Militza, de

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ catorce años, era mucho más demostrativa y familiar con él cuando su madre no estaba presente. Evidentemente deseaba que él fuera el hermano que no tenía; deseaba que toda aquella conmovedora historia resultara verdadera. En los fines de semana el muchacho hacía pequeñas excursiones por la costa dálmata, tan pintoresca y variada en sus paisajes. Islas alargadas, causadas por el hundimiento de cadenas montañosas a lo largo de la costa, penínsulas, costas altas, puertos naturales, cadenas calcáreas y mesetas. Grutas maravillosas con caprichosas formaciones de estalagmitas y estalactitas en fascinantes colores y formas, aguas subterráneas formando lagos de ensueño dentro de las cavernas. Todo esto alimentaba su fantasía de pintor y logró expresarlo en algunos bocetos que quizá algún día se convirtieran en cuadros. Conoció la capital, Belgrado, en que la construcción antigua contrastaba tanto con la moderna. La mitad de la ciudad era nueva a causa de la gran destrucción sufrida en la segunda guerra mundial. Admiró los grandes rebaños de ovejas disfrutando de los pastizales en las laderas de las montañas, los abundantes viñedos, los olivares y los productivos plantíos de trigo y maíz. Conoció las costas del Danubio surcado por tantos barcos, vía tradicional de comunicación entre los países europeos que lo ven pasar. Se encariñó con Yugoeslavia; era su tierra de nacimiento, el escenario de sus imprecisos recuerdos infantiles. Pero faltaba lo principal: convencer a su padre de que él era aquel niño que se sentaba a su lado, mirándolo pintar sus cuadros. Faltaba ganar su corazón, hoy esquivo y reservado. Hacía ya dos meses que Christian había llegado a Zadar. Ladislao se disponía a asistir a un congreso médico en Austria que lo obligaría a estar algo más de un mes ausente de su hogar. No le gustaba mucho la idea de dejar a Luisa, su esposa, y a Militza solas con este muchacho cuya aparente bondad podía ser parte de un plan preconcebido. Pero todo se resolvió cuando el tío Constantino y la tía Sofía aceptaron pasar ese tiempo en su casa hasta que él volviera. El anciano tío; al tanto de la desconfianza de su sobrino, vigilaba sigilosamente a Christian, pero no veía motivo de alarma. El joven volvía siempre a tiempo del trabajo y pasaba sus horas libres en su pieza, pintando. Desde que Ladislao había partido, ni siquiera salía los fines de semana. Los días grises del invierno lo invitaban a permanecer en casa y adelantar su minucioso trabajo. Preparaba nuevas credenciales, un documento de identidad que pudiera cerrar la brecha que lo separaba de aquel padre enigmático y retraído que le hablaba como si hubiera un muro infranqueable entre los dos. Ladislao regresó un domingo por la tarde sin previo aviso, cuando concluyó el congreso médico en Viena. Luisa, Militza y los tíos estaban en el comedor mirando televisión. Christian estaba en su habitación. El tío Constantino sacó el tema: —He estado observando a este muchacho y no veo nada en él que sea

condenable. Es un joven fuera de lo común, muy hogareño y sosegado. Últimamente pasa todo el tiempo libre en casa. Le he preguntado en qué se entretiene y la respuesta es siempre la misma: que le gusta pintar y tiene varios trabajos entre manos. —Sí, parece que hasta en eso quiere parecerse a mí. No sé si verdaderamente es su vocación o es otro recurso para lograr acercamiento. He pensado mucho en toda esta historia mientras estaba ausente. Antes de venir a casa pasé a ver al gerente de la fábrica de automóviles a quien le pedí trabajo para él y su impresión del muchacho es excelente. Les aseguro que todo esto está trabajando intensamente en mis nervios. Me gustaría definirlo pronto. Voy a subir a su pieza a conversar con él.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Cuando Christian respondió al toque en la puerta, se sorprendió de que el doctor ya estuviera de vuelta. —Buenas tardes, señor. Hemos extrañado no verlo por un mes entero, pero ha

sido muy grato tener a los tíos en casa. —¿Cómo estás, muchacho? (Evitaba nombrarlo porque ese nombre amado le producía dolor y temía estar dándolo a un impostor). —Me han dicho que pasas muchas horas aquí pintando. ¿Puedo ver tus trabajos? —Si señor. He estado pintando un cuadro para regalárselo. Espero que le hable más claro que yo. (La voz de Christian temblaba y también sus manos al descubrir ante su padre el retrato de Olga). Cuando Ladislao vio la expresión serena del rostro, los ojos que recordaba tan bien, y aquella inclinación de cabeza tan personal en ella, comprendió que solamente alguien que hubiera convivido con Olga y hubiera guardado su imagen celosamente en sus recuerdos, podía pintarla así. Su sangre y su corazón gritaron a un tiempo dos palabras que eran todo suficientes: ¡Hijo mío! Lejos de allí, Equis Cautela, sentado ante su escritorio de roble, repasaba los pleitos aplazados. Tomando una carpeta marcada con el nombre de Christian Yuranevich, la colocó en el archivo de los casos resueltos. Era la hora indescriptible del ocaso. En el bosquecillo de pinos muchos pájaros se recogían para dormir piando suavemente. El murmullo sonaba como una oración de gracias. Más allá de la pradera verde, la casa del Tiempo atraía los últimos rayos del sol.

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UNA ABEJA LLAMADA PERTINACIA La semana pasada, mientras te acompañaba hasta la puerta de la escuela, me comentabas que el profesor de historia le hizo notar a la clase que los pueblos desarrollan ciertas características que se heredan y se conservan de generación en generación; por eso difieren unos de otros a causa de tales rasgos adquiridos y celosamente guardados. Lo mismo sucede en el reino animal. Tenemos mucho que aprender acerca de las comunidades que lo componen. Como ejemplo, el profesor se refirió brevemente a las abejas, un pueblo noble y trabajador que con pertinaz desvelo se empeña por lograr sus nietas, no permitiendo que ninguna ventaja lo distraiga y ningún infortunio lo desanime. El tema te impactó, por eso he dedicado tiempo a buscar más información sobre esta asombrosa historia verdadera, más fascinante que cualquier relato de ficción, para que sepas muchas de las cosas que no podrían mencionarse en breves referencias como las que oíste en clase. Ahora supongamos que una representante de la especie se presta a ser interrogada en una serie do entrevistas. Hubo tres sucesos en los últimos meses que resultaron ser experiencias de valor, esas pequeñas cosas que pasan inadvertidas a los demás y sin embargo se convierten en rieles para transportar vivencias imborrables. Primero, nuestros vecinos los Aguirre, vendieron su hermosa propiedad a don Gerónimo, quien se estableció allí con su colmenar; segundo, nuestros naranjos y limoneros se cubrieron de azahares como nunca esta primavera; y tercero, pinté de azul claro las cuatro ventanas que dan al huerto, esas ventanas que me brindan cada día el primer contacto con el exterior traduciendo el mensaje de alegría con que la vida me invita a una nueva jornada. Cuando empezaron los días cálidos noté la presencia de abejas revoloteando en las ventanas, especialmente en la del comedor que tiene macetas con geranios. No sabía mucho acerca de ellas, simplemente las relacionaba con la miel, pero estas frecuentes apariciones aguzaron mi curiosidad y me dirigí, a la casa de Don Gerónimo para observar sus colmenas y aprender algo más acerca de esos simpáticos insectos que parecen granos de café con alas. Su amable rostro surcado de arrugas y orlado de cabello blanco se ilumina con una sonrisa cuando alguien le pregunta por las abejas. Hablar de ellas lo conmueve y lo emociona.

—Sin duda las abejas que te han visitado son algunas de las mías. Se habrán sentido atraídas por el color de las ventanas. Algunos apídologos afirman que el azul suave es el color predilecto de las abejas. Probablemente son las mismas que vuelven de continuo, porque las abejas no olvidan el lugar donde encuentran alimento. Puedes hacer una prueba. Deja caer unes gotas de miel en el marco de la ventana. Verás con qué deleite llenan el papo, que es un primer estómago usado para almacenar, no para digerir. Si una abeja encuentra miel, fijará el lugar en memoria para continuar volviendo, igual que cuando encuentra néctar y polen. —¿Por qué le atrae tanto la miel teniéndola en abundancia en la colmena? — Tal vez sea el deleite de hallar en un lugar extraño algo relacionado tan estrechamente con su vida. La miel, además de ser el elemento en que se formó, es la obra terminada, el súmmum de sus afanes; por eso es el mayor estímulo que una abeja obrera podría recibir. ¿Sabías que para producir solamente medio litro de miel tiene que volar tanto como si diera dos veces la vuelta al globo terráqueo? ¡Cómo justifican su razón de ser esas dos leves alas!

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ —¿Dijo usted que ella pueden fijar el lugar en su memoria? —Sí. Obsérvalas después que hayan absorbido la miel. Te darán la impresión de ser torpes, de no saber qué dirección tomar. Las verás volver la cabeza de un lado al otro, retroceder, dar pasos que parecen indecisos, y al fin partir resueltamente. No están vacilando, están grabando en su mente el paisaje y los puntos de referencia que les permitirán volver a ubicar el lugar. Cuando se detienen en tales titubeos están recogiendo impresiones y trazando mentalmente un mapa, auxiliadas por e1 ojo triple que hay en medio de su frente y las miles de facetas de sus ojos laterales. —¿Miles de facetas, don Gerónimo? —Exactamente. Los ojos de la abeja obrera tienen seis o siete mil facetas, se calcula, mientras que los de la reina tienen posiblemente nueve mil. —¿Cómo se distingue a la reina? — Se diferencia de las obreras como si perteneciera a otra clase de insectos, aunque el comienzo de ambas es idéntico. Los rasgos distintivos empiezan a insinuarse cuando las otras abejas cuidan meticulosamente el huevo que la reina, única abeja fecundada de la colmena, pone en una de las celdillas reservadas a las princesas. Las obreras son alimentadas con jalea real tres días, la que es criada para ser reina tendrá este alimento especial siempre. La jalea real que las abejas secretan de sus glándulas salivares hace que el cuerpo de la futura reina se desarrolle en otra forma. Su cerebro será más estrecho, pero sus ovarios serán enormes pues su función es poner huevos para salvar la raza. Es la unida abeja madre, por eso las abejas comunas la veneran, la defienden, la guardan a costo de sus vidas si es necesario; ven en ella el porvenir de la especie. Vive cuatro o cinco años, en contraste con la abeja obrera, que sólo vive seis o siete semanas, gastándose prematuramente en su arduo trabajo. La reina es de color más claro, de vientre abultado, no tiene bolsillos para la cera ni recipientes en sus muslos para transportar el polen. Nunca barrerá la colmena ni lamerá las celdas para dejarlas inmaculadamente limpias, como hacen las obreras, fanáticas por la limpieza. Solamente una vez en su vida verá el sol y el cielo: el día que ella misma elige para su boda. Será un día brillante, diáfano y cálido, sin viento ni amenaza de lluvia. Ella se elevará a la expansión azul, a gran altura, seguida por los zánganos hasta que los torpes y achacosos abandonen la persecución y uno de los más vigorosos, un galán atlético, se una con ella en el espacio pagando con su vida el privilegio de ser el consorte de la reina, ya que en esa única unión cae fulminado al perder sus órganos reproductivos. La soberana, fecundada por el resto de su vida, vuelve a la ciudad de cera de donde no saldrá jamás a menos que por decisión del pueblo acompañe a un enjambre para fundar otra colmena. Nunca visitará las flores ni trabajará para aumentar las provisiones. Su única función es la maternidad. Pondrá más de dos mil huevos por día desde la primavera hasta el otoño, cuando la colmena entera se aquieta en el receso invernal. — ¡Qué novelesco suena todo eso! Ahora siento un deseo agudo de conocer mejor a las abejas. Pondré miel en la ventana. Pero, ¿cómo puedo saber si son las mismas abejas que vuelven? No hay forma de distinguir una de otra. — Puedes intentar una treta usada por los aficionados que las estudian. Mientras están absortas bebiendo la miel, márcalas con una gotita de pintura en el cuerpo. Al día siguiente me preparé para la gran experiencia y me senté a leer junto a la ventana, vigilando. Una sola abeja vino a absorber la miel y la marqué con esmalte de uñas rojo vivo sin que hiciera resistencia. Esa misma abeja hizo varios viajes llevando su carga hasta que toda la miel había desaparecido Al día siguiente, allí estaba de nuevo con su capita esmaltada. Sabía cuál era su ventana con geranios florecidos; no se había

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ confundido aunque las otras ventanas también estaban pintadas de azul. Se llevó su porción de miel en tres viajes y al no encontrarla en el cuarto vuelo, se dirigió a los naranjos en flor. Su trabajo pertinaz, incansable, se estaba convirtiendo en un símbolo. Además tenía individualidad; su capita roja y su predilección por esa determinada ventana la distinguían de todas las demás. Como nos pasa con las personas, cuando las vemos en la multitud no pensamos en el nombre que puedan tener, pero en cuánto empezamos a distinguirlas del montón, lo primero que queremos saber es cómo se llaman. ¿Tendría identidad mi abejita entre su pueblo, en esa ciudad pequeña, llena de leyes y ordenanzas que es una colmena? Aún si la tuviera yo no acertaría a reproducir los sonidos con que las abejas se comunican en su idioma. Todo lo que tiene personalidad necesita un nombre, de modo que empecé a buscarle uno en el lenguaje humano representando alguna de sus sobresalientes cualidades, y decidí llamarla Pertinacia, sinónimo de tenacidad y perseverancia. Le hablé dulcemente, encomiando sus labores, para familiarizarla con el sonido de mi voz. Pertinacia siguió concurriendo a la cita cada día alrededor de las tres de la tarde. Sus alitas doradas añadían encanto y significado a esa hora radiante del día. Don Gerónimo me había enseñado lo suficiente acerca de las abejas como para que pudiera entablar un diálogo con ella sin mostrar demasiada ignorancia. Mi imaginación había penetrado en los panales hábilmente guiada por los relatos minuciosos del buen anciano. Él me describió las colmenas de observación, establecidas dentro de una campana de vidrio, protegidas por cortinas negras o moradas, ya que las abejas prefieren trabajar en la oscuridad. Así los ojos humanos pueden develar el misterio de esas ciudades de cera, estudiar sus movimientos y costumbres y entender su dramática vida con enredos políticos, golpes de estado, éxodos, aristocracia y proletariado. Visualicé sus magníficos edificios de apartamentos hexagonales de muchos pisos, situados alrededor de una pinza donde el pueblo se reúne en momentos climáticos. Aprendí que el trabajo se reparte con admirable sabiduría. Me maravillé de las productoras de cera que convierten la miel que han ingerido en una transpiración que aparece en forma de escamas blancas a sus costados. Aglomerándose como un plafón cónico invertido que concentra el calor, producen en el término de veinticuatro horas suficiente cera para iniciar la edificación de una nueva colmena. Cuando ya han producido el material, una se separa del cono, trepa hasta la cúspide para alcanzar la bóveda, saca las placas de cera de su vientre, las rasca, las cepilla, las amasa con saliva para formar una chapa plana, lisa y fácil de manejar, y la fija al techo como piedra fundamental del edificio que progresará de arriba hacia abajo. Luego las otras arquitectas continúan, cada una en su turno haciendo lo mismo. Cuando la piedra fundamental tiene el tamaño satisfactorio aparece otra abeja que no se desprende del grupo de las cereras, sino esperaba en alguna parte de la colmena el momento preciso para intervenir. Es una especie de ingeniera entendida que marca en el vacío el lugar que debe ocupar la primera habitación de seis lados, de la cual depende matemáticamente la ubicación de todas las demás. El panal iniciado tendrá cuatro clases de moradas: las de la reina y las princesas, redondeadas como bellotas, que ocupan cada una el espacio de tres o cuatro celdas de obreras; las que están reservadas a los zánganos, también grandes, algunas de las cuales servirán para el almacenaje de miel en el tiempo en que las flores están en su apogeo, cuando se producirá con mayor abundancia; y las pequeñas habitaciones de las obreras, que también serán usadas como depósitos ordinarios de miel. En toda esta complicada construcción no faltan las anchas calles, callejones y pasajes sabiamente trazados para

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ transitar cómodamente a fin de alcanzar las moradas sin muchos rodeos, para evitar la aglomeración de tráfico y para permitir una saludable circulación de aire. El pueblo obrero se divide en recolectoras de néctar y polen; exploradoras que localizan campos y jardines y traen información fidedigna a la ciudad; ventiladoras que evaporan el agua contenida en la miel por un constante movimiento de sus alas y le aseguran aire limpio y temperatura agradable a la colmena; barrenderas celosas de la limpieza que sacan afuera cualquier suciedad; porteras jóvenes que guardan la entrada defendiéndola de insectos intrusos ladrones de miel; nodrizas que crían larva; y princesas; y las serias y responsables guardianas de la reina que la alimentan y la escoltan de celda en celda cuando cumple su insustituible misión de poner huevos. Por incómoda que sea la posición de las guardianas aglomeradas en la calle mientras la esperan, acompañándola de morada en morada, retroceden, reculan, se topan, se empujan, pero es muy raro que cometan la irreverencia de darle la espalda a Su Majestad. ¿Acaso no son precisamente sus guardaespaldas? Si la ven amenazada se arrojan sobre ella para cubrirla ante cualquier peligro, dispuestas a recibir daño personal para ahorrárselo a su soberana. ¡Ella es la raza en ciernes; en ella la colmena se proyecta hacia el futuro! Tratarla con descuido o dejar de protegerla es un agravio al provenir. Teniendo una idea general sobre la colmena me animé a iniciar una conversación con Pertinacia.

—¿Te hubiera gustado más nacer para ser reina que para ser obrera? —Amo el sol y las flores y estoy contenta con la misión que me ha dado mí Creador. Pero te aclararé que las reinas nacen de la misma manera que las obreras. La comunidad decide cuántas larvas serán criadas para ser reinas. Si a mí me hubieran alimentado con jalea real siempre, hoy tendría una vida larga y fructífera, o sería una princesa confrontada con una muerte violenta. —¿Quién te amenazaría de muerte? —Alguna nueva soberana instalada después que mi madre partiera al frente de un enjambre. —¡Qué tragedia! De vez en cuando se han producido situaciones así en la historia humana; hermanos contra hermanos luchando por el poder, y aún hijos que han causado la muerte de sus padres para sustituirlos en el trono. —Eso jamás sucedería entre las abejas. Mientras la reina madre existe no toleramos que otra reina la suplante. Si el pueblo tiene decidida una partida en masa que casi despoblara la colmena para formar otra en algún lugar desconocido, el éxodo parte con la vieja reina y casi siempre a pesar de su desaprobación. Ese es uno de los casos en que la voluntad del pueblo prevalece. Entonces las abejas que quedan cuidando la colmena original libertan de su celda a una princesa lista para iniciar la vida pública como reina. Lo primero que la nueva soberna quiere hacer es matar en sus cunas a las otras larvas que han recibido cuidado real, ya que son posibles rivales en el poder. Si el pueblo no planea otro enjambre se lo permite; de otro modo las defiende de los celos de la nueva soberana porque las necesitará en cuanto nazcan. El canto de guerra con que la reina recién instalada anuncia su decisión de matar a las princesas dormidas es algo estremecedor. —Esa es una verdadera revelación. Sabía que ustedes cantan mientras trabajan, pero no sabia que tienen música militar e himnos de guerra. ¿Es verdad que bailan también?

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ — ¡Sí! El baile es uno de nuestros placeres, pero no simplemente para llenar momentos de ocio. Es un medio de comunicación que tiene mucho que ver con nuestra supervivencia. — ¡Qué interesante! Aguardo tu explicación. —Cuando algunas de nosotras hacemos un vuelo de exploración buscando nuevas fuentes de alimento, al volver a asa convidamos a nuestras compañeras con muestras del alimento que traemos en el papo para que vean que vale la pena ir a buscarlo. El pueblo se empieza a aglomerar en la plaza hacia donde se abren las moradas y entonces se realiza el baile de las exploradoras. La posición de las bailarinas puede indicar el lado en que se levanta el sol, el lado contrario, o una posición intermedia para que nuestras compañeras ubiquen el néctar que acaban de saborear. Usamos los soni1os cortos y largos de nuestro idioma para darles una idea aproximada de la distancia. —He oído hablar de la constancia de ustedes. Sé que se dedican a la misma clase de flores, llevándoles polen en sus cuerpos vellosos, ayudando así a fecundarlas. Es una hermosa manera de devolverles a las flores el bien que de ellas reciben. Los días iban pasando y aquellos iluminadores diálogos se hicieron parte indispensable de la diaria rutina. Una tarde le dije, después de los saludos habituales:

—Cuéntame algo de los zánganos, Pertinacia. Cuando la reina pone un huevo, ¿puede determinar el sexo de antemano? —¡Ciertamente! Ella se dirige a las celdas grandes para ténganos y allí deposita el huevo que corresponde. Cuando la reina es virgen todavía sólo puede producir zánganos. Después del vuelo nupcial, puede producir a voluntad hijos e hijas. —¿Qué piensan ustedes, las obreras, de sus hermanos? Tengo entendido que los zánganos no gozan de muy buena reputación. —Nacen con un propósito y uno de ellos será el consorte de la reina; por eso los toleramos hasta que esto se lleva a cabo. Pero esa tolerancia tiene un límite, y un día la masa obrera los trae a cuentas por sus impertinencias y falta de cortesía. Parece qua se sienten indispensables; cada uno actúa como si estuviera seguro de ser un elegido del destino para salvar la especie. Insolentemente se alimentan sin moderación de la mejor miel; andan por los pasajes de la colmena llevándose por delante a las obreras que traen el producto de los campos; apartan a empujones a las centinelas de la puerta cuando quieren entrar o salir; interrumpen los bailes de las exploradoras y el esfuerzo combinado de las que ventilan la colmena. No respetan el trabajo de las limpiadoras y van dejando los desperdicios de sus opíparas digestiones por donde pasan, obligando a las encargadas de la limpieza a perder tiempo repasando lo que ya estaba limpio. Ponen a prueba nuestra paciencia sin consideración hasta el día en que el torbellino que desatan cambia de dirección y se vuelve contra ellos. —¿Qué sucede entonces? —Esto no lo he visto aún, porque sólo puede suceder una vez durante la vida de una obrera, pero sé que debe tener lugar al fin del verano, y si todavía estoy con vida participaré en la ejecución que les espera. Cuando llegue el día decretado entre mi pueblo, formaremos un escuadrón y los sorprenderemos en medio de una de sus largas siestas, cuando se aglomeran en racimos después de haber comido mucho. Todas a un tiempo usaremos nuestras armas contra ellos. Como son más grandes que nosotras, nos reuniremos dos o tres, para atacarlos, aunque no les tememos. Son gigantes perezosos que ni siquiera tienen aguijón. En su día de juicio deben pagar por la vida regalada y ociosa que se han dado. Mueren envenenados por nuestros aguijones, con las alas deshechas y las antenas quebradas. Algunos conseguirán escapar saliendo de la colmena,

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ sólo para perecer por hambre y frío afuera, ya que no les gusta trabajar ni saben bastarse a sí mismos. Cuando se dan cuenta de lo desvalidos que están, se amontonan cerca de la puerta pidiendo misericordia, pero la guardia reforzada no los dejará entrar. Después de esto viene un intenso trabajo de limpieza sacando los cuerpos Inmóviles del interior de la ciudad y de las cercanías de la entrada. Esta dramática narración de Pertinacia me dejó una moraleja: “El ocio tiene una función que cumplir, pero también un límite que respetar”. Los vientos de la primavera se aquietaron, los días eran cálidos y calmos preludiando el sopor del verano. Mis diálogos con Pertinacia se iban haciendo más íntimos y cada vez más deleitables, como sucede cuando la amistad se hace sólida. En uno de estos hermosos días, las gotitas de miel quedaron en la ventana; ella no vino a la cita. Al día siguiente la esperé con cierta inquietud, y me alegré al verla aparecer.

—Buenas tardes, pequeña. Te extrañé mucho ayer. Pensé que con seguridad vendrías con un tiempo tan hermoso. ¿Te tomaste el día franco? —Nadie salió de la ciudad ayer; todo estaba paralizado de horror y de tristeza porque la reina, nuestra madre, había sido raptada. —¿Raptada? ¡No pensé que algo así pasaría entre las abejas! ¿Quién se atrevió a tanto con una personalidad tan importante? —No sé quién ni por qué. Fue una mano parecida a la tuya; parecida a la mano lenta que nos quita la miel. No entendimos qué se proponía hacer y nos quedamos quietas, como lo hacemos siempre que nos despojan. A esa mano le llamamos Adversidad. Es algo que nos desarma y nos enajena; algo contra lo cual no sabemos ni podemos luchar. Lo aceptamos porque tiene que ser así; porque hemos nacido para rendirnos a sus exigencias. Ante esa mano, nuestra única reacción es tomar toda la miel que podemos tener para reservas y producir cera en caso que se nos obligue a partir y fundar una nueva colmena. —Comprendo, porque con esa misma resignación aceptamos los humanos al yugo que nos pone la vida y al final, los garfios con que nos arrastra la muerte. Cuéntame, ¿cómo terminó ese drama? ¿Vive la reina? —¡Sí! Por eso estoy aquí hoy; si ella no hubiera vuelto no me habrías visto más. Cuando el sol estaba retirándose para dormir y la noche venía de lejos apagando el color de las flores y el canto de los pájaros, de pronto la reina apareció en la entrada de la ciudad. La noticia se propagó inmediatamente y el pueblo se puso en movimiento para manifestar su alegría con una calurosa bienvenida. Las guardianes de la puerta, las ventiladoras, las cereras, las que transportan alimento, todas nos apiñamos a su paso. Le brindamos miel, la acariciamos con nuestras antenas, nos agrupamos unas sobre las otras, formando una escolta vibrante de entusiasmo para acompañarla a las cámaras reales. ¡Qué manifestación de amor, de lealtad, de apego a Su Majestad! Nadie se privó de expresarlo excepto los zánganos. Para ellos era un día como cualquier otro, ya que no les faltaba su comida y sus largas siestas. Parecía que no entendiesen lo que sucedía. No se alarmaron por la pérdida ni se conmovieron, por el regreso. — ¿Qué hubiese sucedido si ella no hubiera vuelto? — La terrible depresión del primer día se habría extendido hasta que la colmena estuviera desintegrada. Ninguna colmena puede vivir y trabajar sin una reina. Si una de las princesas estuviese ya físicamente madura para dejar su celda, la instalaríamos como reina y la colmena se reorganizaría en torno de ella. Pero el puesto de la reina sigue vacante, la colmena no puede sobreponerse a la desmoralización y el saqueo. Los insectos ladrones de miel aprovechan nuestra desgracia para robarnos el tesoro trabajosamente

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ forjado. Parece que adivinaran que ese día no hallarán a las centinelas atrincheradas en la puerta. —¿Por qué abandonan ellas la guardia? —Nadie está en su puesto cuando falta la reina. El espíritu de la colmena decae totalmente. A nadie le importa vivir o morir, comer o no comer, defenderse o entregarse. El dolor nos embota y nos degrada, la inteligencia se nubla ante lo irremediable. —Supongamos que una princesa sea hecha reina como mencionaste, y entonces la reina raptada vuelve ilesa. ¿Qué sucede? —Habrá un combate a muerte entre ellas porque si dos reinas se encuentran en la misma colmena ninguna tolera la presencia de la otra, y guerrean hasta que una de ellas muere. —¿Qué parte toma el pueblo en esa batalla? —Somos sólo exportadoras, porque ninguna abeja usa su aguijón contra una reina, sea la propia o una extraña. —¿Reconocerían ustedes a una reina extraña, si esa mano llamada Adversidad la sustituyera? —¡Inmediatamente! Si una extraña aparece en la puerta reclamando el dominio de la colmena, las guardianes le bloquearán la entrada. Si fuera una mano como la tuya que la introduce en la colmena, la lucha se desatará en el interior. —Hay algo que no veo claro, Pertinencia. Ustedes son tan valientes y decididas para combatir cuando es necesario; ¿por qué no sacan sus aguijones contra esa mano? —La Adversidad sabe abrirse paso lentamente y desarmarnos. La mano viene siempre precedida por el humo. El humo nos atonta, nos quita la capacidad de reaccionar; es el arma invencible de la Adversidad. El diálogo de esa tarde me dejó un poco confusa. La mano llamada Adversidad… El rapto de la reina… ¿Habría sido un hecho o una interpretación errónea de Pertinacia? Tal vez nuestro vecino pudiera aclarármelo.

— Esto es solamente una suposición mía, Don Gerónimo. ¿Sería posible que alguien tuviera interés en raptar a la reina de una colmena, y con qué propósito? —Es posible y a veces se hace para estudiar las reacciones de las abejas. Ayer tuve la visita de un profesor de historia natural y varios alumnos que me pidieron permiso para quitar la reina de una de mis colmenas por unas horas con fines de estudio. Les permití que lo hicieran y aproveché la depresión moral que eso produce entre las abejas para extraer algo de miel. Hicimos una fogata cerca de la colmena y las abejas, atontadas por el humo, nos dejaron obrar sin resistencia. Naturalmente, todo esto debe ser hecho con movimientos muy lentos, de otro modo uno se expone a la furia de las abejas si las asusta con movimientos bruscos. —¿Cómo localizan a la reina si está fuera de sus habitaciones reservadas? —Es muy fácil, porque nunca anda sola. Su escolta de guardaespaldas la sigue a cualquier parte. Donde está ese grupo de abejas en espera, como una guardia en formación, allí está la reina. — ¡Qué fidelidad en el cumplimiento del deber! — ¡Cierto! Es algo que ha llegado a ser proverbial. Hubo ocasiones en que una reina con un grupo de obreras fueron enviadas en una caja a otra localidad y por trastornos inesperados el viaje se demoró más de lo previsto. En tales casos, las abejas llegan muertas, pero la reina llega bien porque le han dado hasta la última gota de miel que llevaban en el papo, sucumbiendo al hambre por no dejar de prodigarle a su soberana el cuidado que le debían. Los estudiantes disfrutaron mucho de la experiencia de ayer. A

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ media tarde pusimos a la reina en la puerta de su colmena y observamos la explosión de alegría con que reaccionó su pueblo, y la delirante bienvenida que le brindaron. Algunos días agobiantes y húmedos culminaron en una tormenta eléctrica y un brusco descenso de temperatura. Me preocupé muchísimo por Pertinacia y todo su pueblo, consciente de lo vulnerables que son los insectos alados a los cambios de tiempo. Tuve miedo de no volver a verla; pero un libro sobre apicultura me tranquilizó. Un párrafo decía: “Las abejas han solucionado el problema de la calefacción y el aire acondicionado dentro de sus colmenas. Es vital para sus bebés que la temperatura no tenga mucha variación entre los 32 y 36 grados centígrados. Si la temperatura sube mucho en verano, las mayores salen en busca de agua y la colocan en lugares estratégicos. Otras acuden y abanican vigorosamente con sus alas para evaporarla, lo cual refresca el ambiente de inmediato. Si el termómetro desciende bruscamente las abejas cargan su cuerpo de miel, la cual se convierte en combustible que produce calor. Se aglomeran formando un racimo y las que están en el centro giran para producir calefacción. Cuando la temperatura sube demasiado el movimiento se hace más lento, Las que están afuera van cambiando su lugar con las de adentro de modo que todas tengan parte en producir calor y tomen turnos para refrescarse”. Cuando pasó el mal tiempo y volvieron los días brillantes tuve la prueba de que Pertinacia no había echado al olvido nuestra amistad. La primera conversación que tuvimos después de esta breve ausencia fue muy iluminadora. — ¡Hola, golosinera golosa! ¿Estás lista para otra dulce libación? ¿Qué vas a

contarme de nuevo hoy? —Estoy un poco triste. Hay una nueva reina en la ciudad. Mi madre y un gran número de mis hermanas se han ido; la población ha disminuido mucho. — ¡Ah!... Eso es lo que nosotros llamamos una enjambrazón. ¡Cuánto me alegra que hayas decidido quedarte! —No fue precisamente mi decisión. Me hicieron sentir que era mí deber. Algunas obreras mayores de edad permanecemos en la colmena para continuar produciendo y para alimentar y cuidar a las larvas a quienes hay que darles de continuo sus raciones medidas durante algunos días antes de sellar la celda y dejarlas que se desarrollen hasta llegar a estar en condiciones de comenzar su vida como miembros de la comunidad. —Eso me hace recordar algo que deseaba preguntar, amiguita. ¿Cómo fue el principio de tu vida? ¿Te iniciaste inmediatamente en tus actividades exploradoras? —¡No! Ninguna abeja sale de la colmena en cuento nace. La sombra y la luz deben ir y venir siete veces antes de la primera salida. —A ver... Déjame expresarlo en los términos de nuestro idioma para entenderlo bien. La sombra y la luz van y vienen siete veces... ¡Ah, sí...! Eso es lo que nosotros llamamos una semana. Bien, ¿cuál fue tu impresión? ¿Embriaguez, deleite, temor? ¿Qué sentiste al ver el cielo infinito, el sol, las flores? —Sentí miedo, desconcierto; no sabía sí quería irme o volver a la colmena; su penumbra me llamaba. Anduve algún tiempo cerca de la entrada antes de decidirme a seguir a mis hermanas. Grabé en mi mente los árboles, el camino, los muros cercanos; temí no reconocerlos y extraviarme al volver. Por fin cobré ánimo y usé resueltamente mis alas. Entonces descubrí que volar era hermoso. Conocí las floras que nos dan alimento. El calor del sol sobre mí era uní invitación a la vida. Pero aún tuve que esperar que la luz y la sombra se sucedieran otras siete veces antes de salir a trabajar de firme en la recolección. —¿Qué hiciste en el transcurso de esa segunda semana?

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ —Aprendí los trabajos de adentro. Limpié celdas, estuve apostada en la entrada como centinela; participé en la ventilación y aún me mezclé entre las guardianes de la reina. — ¡Es un verdadero programa de entrenamiento el que ustedes cumplen antes de salir a trabajar a los campos! Volviendo a enjambrazón, Pertinacia, cuéntame por qué una cantidad tan grande abandonó la colmena. ¿Buscan mayor prosperidad? ¿Se disgustan porque la producción fue escasa? — ¡Nada de eso! La colmena se abandona en la plenitud, cuando está repleta de miel. Las que se van sienten una alegría irreprimible que se reconoce de lejos por los coros que entonan. Es la satisfacción del deber cumplido; ese día ofrendamos nuestros logros al porvenir. Es la única fiesta verdadera que conocemos. Nadie usa su aguijón en tal momento. No reaccionamos en contra de cualquiera que venga a aprovecharse de nuestros depósitos de miel aunque sean insectos que comúnmente rechazamos. Todo está a la disposición de nuestros casuales huéspedes en ese banquete de despedida para los que quieran disfrutarlo con las que se aprestan a partir. —¿Entonces, las obreras también comen hasta saciarse en esa ocasión? —Así es, no sólo por el espíritu de fiesta que nos invade, sino porque las fundadoras de la futura colmena necesitan llevarse una buena provisión de miel para convertirla en cera, a fin de tener material para edificar. —Nosotros hacemos lo contrario de ustedes. Solamente abandonamos una ciudad si está arruinada por la guerra o por un desastre natural; si está condenada al hambre y no nos ofrece seguridad. He oído decir que las abejas suelen ir muy lejos en busca de un nuevo alojamiento. El que las cuida muchas veces se interpone proveyéndoles un lugar adecuado en las cercanías, cortando ese loco afán de aventuras. En ese caso, la mano que ustedes llaman Adversidad debería llamarse Providencia. Pero, ¿qué pasa si ustedes se lanzan a la deriva y les va mal? Podrían encontrarse con una tormenta que las diezma, o después de viajar una larga distancia no hallar un lugar apropiado para radicarse ¿Vuelven a la colmena próspera que abandonaron? —¡Nunca! Eso sería como quitarle al provenir el regalo que le hemos hecho. Aún ante la peor perspectiva la satisfacción de la obra cumplida es un consuelo, una compensación por todos los sinsabores que se presenten después fíe la partida. Es un buen recuerdo que no queremos profanar, —Te comprendo Pertinacia. Los humanos tenemos Sentimientos muy parecidos. Deploramos volver fracasados a un lugar de donde salimos triunfantes. Nos resulta doloroso volver empobrecidos, pidiendo misericordia, después de haber enriquecido a otros con nuestras dádivas. Cuando nos agobia el infortunio nos refugiamos en las memorias enternecedoras de los logros pasados y no quisiéramos cambiar el oro de nuestros recuerdos por ninguna ventaja que el presente nos ofrezca. Muchas veces vuelve a mi mente la conversación de la última tarde en que nos vimos. No imaginaba entonces que ese sería el diálogo final con mi pequeña regalona. Después de algunas divagaciones, recuerdo que le dije:

—¿Sabes, Pertinacia? Todo lo que me has contado podría servir para ilustrar el ir y venir de nuestras horas. Una vida útil es una colmena organizada y productiva; las horas laboriosas son abejas obreras que convierten el tiempo que pasa en valores duraderos, como ustedes lo convierten en miel. La miel es inalterable; conserva su valor y calidad gracias a esa gotita de ácido fórmico que le inyectan con el aguijón. Las ventiladoras también hacen su parte evaporando de ella la humedad. Todo lo que ustedes hacen tiene

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ un fin, una razón lógica, un propósito diseñado por la Mente Suprema del Universo, aquel a quien los humanos aprendimos a llamar Jehová. La miel da energía y tiene propiedades curativas, mejora y suaviza cualquier herida. Para nosotros también, la miel de nuestros buenos recuerdos, forjados con esfuerzo y sacrificio, es el mejor remedio para las frustraciones y magulladuras que recibimos con el pasar del tiempo. Es una fuente de energía que nos sostiene cuando las fuerzas empiezan a menguar. En la colmena de la vida, las horas perdidas son tánganos que consumen el producto de las horas buenas. Ustedes, con sabiduría mantienen el ocio en un nivel razonable, no dejan que los zánganos se multipliquen desproporcionadamente, y cuando ya han cumplido su propósito, los obliga a volver a la nada. Para nosotros también, un número razonable de horas ociosas son un beneficio que se disfruta, pero nunca deben tomar posesión de la colmena. Guardaré esta enseñanza, la fijaré en mi mente como un saldo positivo de tu amistad. Hacía tres días que ella no aparecía en la ventana. Don Gerónimo sugirió algo en lo cual no había pensado cuando le comenté:

—Me preocupa esa abeja que marqué con esmalte de uñas. Hace tres días que no la veo. La última vez noté que tenía una de sus alitas rasgadas. Temo que no tenga fuerzas para volar. —Si ese es el caso, mis temores son otros. Cuando una abeja se agota y se deteriora acarreando néctar y polen, las otras la echan de la colmena y muere a la intemperie. —¡Eso es una injusticia! Es como si a uno lo arrojaran fuera de la civilización porque ya no puede rendir en el trabajo como en sus mejores años... Ella se gastó por el bien de la comunidad; cooperó con los arreglos; obedeció las leyes; nunca se puso contra la reina; me consta que no hizo nada que perjudicara la clase obrera. Vivió en completa castidad, sin conocer más placeres y halagos que los del trabajo. —No lo dudo, pero las abejas no son sentimentales. Además, no han perfeccionado su programa social hasta el punto de proveer asilos para ancianos y jubilaciones para lisiados La colmena es una ciudad sin hospitales ni tumbas. Tiene que entender el punto de vista de ellas. No se consideran a sí mismas como individuos, sino como parte del conjunto. Cuando una abeja no pueda cumplir sus funciones, es una parte del cuerpo que tiene que ser amputada, como hacemos nosotros si un miembro nuestro empieza a morir cuando al cuerpo le quedan las mejores posibilidades de seguir viviendo. No pienses que la aguijonean como a los zánganos; simplemente la echan fuera. Tal vez se figuran que se la devuelven al sol y las flores porque ya no pertenece a la colmena. La abeja maltrecha no hace resistencia ni lucha por cambiar su destino. Parece tener el mismo criterio que tenían los ancianos entre los antiguos esquimales. Cuando presentían que su fin estaba cerca, se sentaban sobre el hielo en ropas menores, lejos de su iglú, esperando la muerte, despojados de su valiosa ropa de cuero, que dejaban como legado a la generación siguiente. —De todos modos, eso no quería decir que Pertinacia tenía que morir. Estamos a principios del verano; habrá flores por mucho tiempo todavía. — La abeja es un insecto gregario: fuera de la colmena no puede sobrevivir ni tiene razón para intentarlo, porque jamás realiza algo por sí sola. No parece tener instinto de preservación individual, a pesar de todo lo que hace por la preservación de la especie. Aunque el tiempo sea cálido, aunque haya mucho alimento afuera, si su comunidad la rechaza muere de soledad, desorientada por falta de motivo para seguir viviendo. —Yo hubiera puesto miel en mi ventana todos los días para alargarle la vida.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ —La llamada imperativa de la muerte no puede amortiguarse con ninguna clase de miel. Ella sabía que su propósito estaba cumplido. Ya no podía ser una obrera que transportara néctar y polen; no servía como barrendera, ni como ventiladora ni como guardiana. Para las abejas, a menos que se trate de una reina, no hay más alternativa: la vida plena de productividad y sacrificio, o la renunciación total, dejándole a la nueva generación el valioso capital de miel acumulada en el ir y venir de cada día. La miel que le diste fue un estimulo bien merecido, pero, como en el caso de los humanos, la abeja no vive de pan solamente. Necesita el espíritu de la colmena; necesita su congregación. Cualquiera puede alimentarla, pero nadie puede proveerle la sensación de miles de alas agitándose alrededor y las canciones de paz y de trabajo entonadas a coro, que constituyen el folklore apícola. La satisfacción del paladar y del estómago no le habría hecho olvidar nunca su ciudad de cera, su pueblo y su trabajo organizado. Comprendí que todo eso era cierto, lamentablemente. Ya no volvería a mi ventana la gentil embajadora de Apilandia, la eficaz corresponsal extranjera que había desplegado ante mi imaginación el misterio de su pintoresco mundo. Al volver a casa, sentí la necesidad de resumir mis impresiones, no en un himno fúnebre sino en un canto constructivo y motivante, en memoria de aquella criaturita sabia que me había enseñado tantas cosas acerca de su tesonera vida dentro de una comunidad populosa, infatigable, llena de leyes, dramas, proyectos y renunciamientos, todos pendientes de un solo anhelo: salvar el porvenir. Si alguna vez siento que mi mano quiere aflojar y no estoy reteniendo tan firmemente como debiera los privilegios y deberes que justifican mis pasos sobre la tierra, entonces vuelve a mi memoria aquella canción que me inspiró Pertinacia, y mi corazón la absorbe como un vaso de agua en el momento oportuno. PERTINACIA

Pinta de azul sereno tu puerta y tu ventana y asómate a la vida en paz cada mañana. Deja que tu existencia sea una activa colmena, tus horas laboriosas, insectos en tropel, trayendo el más selecto néctar de las praderas. Abejas pertinaces que con trabajo fiel trasieguen la escondida esencia de los días, pagando cuando parten un tributo de miel. Permite que se esmeren defendiendo la entrada, barriendo cosas muertas que no debes guardar, nutriendo lo que nace, cuidando lo logrado, elaborando siempre por el gozo de dar. Si alguna mano extraña diezmara tus tesoros, si en medio de tu pueblo se amortiguara el coro, y entre los que trabajan decreciera el tesón, que el deber te estimule y el porvenir te inspire, para que no abandones tu obra y tu canción. Nota: Basado en el libro de Mauricio Maeterlinck “La vida de las abejas” y en “Despertad” del 8 de Enero de 1965.

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UN ENTIERRO DIFERENTE Jugar con la imaginación es lo más divertido que existe, Tornillito. Es un juego de armar que te da todas las posibilidades y variaciones. Tiene un infinito número de piezas, combinaciones y matices. Te brinda el uso de todos los colores, formas y dimensiones. Vamos a emplear sus recursos para componer un cuadro que jamás se ha visto en ningún lugar del universo. El privilegio de la primicia le está reservado a nuestro pequeño planeta. Imaginemos ese día, brillante y único en la historia de los siglos. El sol exaltará los colores que resplandecerán llenos de vida en el follaje, en las flores, en el plumaje de los pájaros, en la piel de los animales, en nuestros ojos deslumbrados, desbordantes de asombro. Es un día histórico sin parangón, uno de esos indescriptibles acontecimientos que sólo pueden producirse una vez, y tendrá lugar al final del primer milenio del reinado de Cristo. Me refiero al entierro de la muerte. Si quisiéramos captarlo en un lienzo, pintaríamos una enorme multitud de todas las razas caminando detrás de un gran ataúd llevado por dos ángeles. Vistiendo las mejores galas, con flores en el pelo, entonando cánticos triunfales, los seguimos hasta el borde de un gran abismo donde se detienen. Naturalmente, no es necesario que nosotros ayudemos, pero por el gozo que nos produce, nos permiten poner nuestras manos sobre el ataúd y empujar con toda nuestra fuerza. Por un momento el coro hace silencio y escucha... Se oye un golpe seco, lejano, desde el fondo del abismo. Los ecos lo reproducen todo alrededor. ¡Ya estamos libres de ella para siempre! La muchedumbre que llena las montañas y los valles eleva nuevamente sus cantos de entusiasmo y empieza a regresar dando la espalda al abismo donde yace un pasado que jamás volverá. Entre los celebrantes no podían faltar los liberados a quienes la Muerte una vez arrancó de sus hogares encerrándolos en una isla fría de donde no podían escapar por sus propios medios. ¡Qué felicidad saber que se había ido despojada de sus cautivos, llevándose como botín únicamente a aquellos que a sabiendas despreciaron el don invalorable de la vida y el pago de redención que Jesús entregó a favor de todos! Vamos a repasar el cuadro, Tornillito, para añadirle algunos detalles.

EL ENTIERRO DE LA MUERTE Ya han pasado mil años de días gratos. El Adversario está vencido, inerte. Lustraremos brillantes los zapatos para ir al entierro de la Muerte. ¡Nunca resurgirá! Ni lamentos ni endechas alzaremos a su lívido rostro entumecido; con un canto de triunfo empujaremos su ataúd oí abismo del olvido. ¡De allí no volverá!

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Perdiste tu aguijón, avispa ciega, jamás has de volver a envenenarnos. Nuestro Dios te ha vencido con la entrega de un rescate muy caro por librarnos. ¿Y quién lo anulará? Ningún viajero morirá en la nieve ni abrasado de fiebre en el desierto. La ausencia y la distancia serán leves, y cada barco volverá a su puerto. ¡Nada lo impedirá! Nadie abrirá una senda de regreso, nadie echará de menos tu exterminio, tus siembras de tenor, tus escalados. La Vida ya ha invadido tus dominios, ¡Y allí se quedará!

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LA OPOSICIÓN Hay una cosa para la cual debes prepararte con anticipación, Tornillito, a fin de aminorar el impacto, como hace la gente cuando oye la advertencia de un huracán. Cualquier empresa, cualquier logro, tiene que llevar la marca distintiva que deja el sacabocados de la oposición ¿En este mundo, todo lo que valga la pena hacer se enfrentará a la crítica mordaz que a veces viene de los más allegados. Aun las cosas limpias y nobles como el esforzarse por hacer la voluntad de Dios, despertará resentimiento en algunas personas. Desde Jehová hacia abajo, todos tenemos que enfrentar los instrumentos demoledores de la censura y el ridículo. ¿Acaso no estamos siempre defendiendo a Dios de los argumentos de aquellos que nos aseguran que si estuvieran en el lugar de Él harían tal o cual cosa, y que si Él fuera Todopoderoso ya tendría que haberlo demostrado de tal o cual manera? La obra y las palabras de Jesús están el tela de juicio todavía, casi dos mil años después. La historia de la humanidad es un largo drama en que multitudes han participado elevando burlas y protestas para desanimar a los que se esforzaban por alcanzar metas que no eran comunes. El colonizador de tierras vírgenes; el investigador de hechos científicos; el que descubrió cómo vencer enfermedades; el que diseñó nuevos estilos de edificios; el que compuso música que sobrevivió al tiempo; casi en su totalidad sufrieron oposición y muchos cerraron los ojos en la muerte sin verse vindicados. Podrás sobreponerte a la adversidad si miras las cosas con los ojos con que Dios las mira y dejas en sus manos el resultado final, aunque tú no lo disfrutes. No sueñes con realizar grandes hazañas ni te sientas defraudado si no estás dotado de cualidades superiores para lograrlas. La mayor hazaña es la vida misma. El más eminente equilibrista es el que no cae en el lodazal de la inmoralidad mientras mide sus pasos sobre los cables tensos del diario vivir. El más hábil nadador es el que cruza el océano de la humanidad manteniendo en alto la cabeza para no sucumbir a la depresión. El jinete invicto es el que no se detiene ante la primera meta. El corredor laureado es el que no se distrae mirando a cada lado del camino. El más hábil de los arqueros es el que apunta a los blancos espirituales, que son remunerados con los tesoros invisibles del cielo. El rey Salomón escribió algo que la gente sigue repitiendo todavía en forma de refrán. Al principio del capítulo diez de Eclesiastés, leemos según la Versión Moderna de la Biblia: “Las moscas muertas hacen que hieda y se corrompa el ungüento del perfumista; así también una pequeña insensatez al que es estimado como sabio y honorable”. Cuando la gente hoy dice: “Cayó una mosca en el ungüento” no se refiere solamente a los pequeños deslices señalados por Salomón, que arruinan la reputación de un hombre respetable, sino a todo lo que echa a perder la perfección final de algo bueno y deseable. No nos vamos a ver libres de esas moscas muertas hasta que cambie el sistema. Quizá estos versos te ayuden a retener esa advertencia.

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LA MOSCA EN EL UNGÜENTO Querías ser aviador desde muy niño. Todo iba bien hasta que se interpuso esa miopía tenaz que va en aumento. Debes cambiar la meta de tus sueños mientras la mosca se hunde en el ungüento. Resígnate a la idea, en esta era nada se ha de gozar íntegramente; ningún bienes un don al cien por ciento. Los que mejor te quieren no podrían librarte de la mosca en el ungüento. Luisa tenía una beca concedida; cursos, viajes, conciertos y contratos; ¡su violín se elevaba al firmamento! Pero ese año estalló la guerra que empujó tantas moscas al ungüento. La negligencia cruel que hay en el mundo priva a José de una vejez tranquila. Se perdió un importante documento; ¡ahora quién sabe cuándo se jubila! ¿Por qué cayó esa mosca en el ungüento? Pedro tenia el ascenso bien ganado sin sobornos, regalos ni padrinos. Sus ilusiones vagan en el viento, porque el yerno del jefe aspira al puesto. ¿Y quién saca esa mosca del ungüento? Andrés tenía espléndidos negocios, una mansión, un barco, cuatro autos. Hoy vive en un modesto apartamento. La inflación lo redujo a la carencia; le quedaron las moscas, no el ungüento. Este viejo sistema prepotente sigue estorbando en todo a los virtuosos y dándoles la palma a los violentos. No se puede esperar ningún milagro que guarde la pureza del ungüento. Se acerca el Paraíso incorruptible donde no habrá este suspirar sin cuento. Pues entonces, ¡qué alivio imponderable! las moscas estarán siempre en su sitio, no caerán nunca más en el ungüento.

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ESA BREVE Y CHISPEANTE JUVENTUD ¡Cómo vuela el tiempo, Tornillito, y cómo estás creciendo! Centímetro a centímetro te estás escapando del reino de los niños. Ayer, cuando pasé por tu casa, tu madre estaba alargando tus pantalones y soltando el dobladillo de las mangas de tus sacos porque ya no te cubren las muñecas. Tus padres, que te conocen mejor que nadie, consideran que llegó el momento oportuno para que simbolices tu dedicación con el bautismo; es un caro anhelo que expresaste muchas veces. Cuando se realice, cruzarás tus manos sobre el pecho y las dejarás inactivas como en la muerte. El bautizante colocará una de sus manos sobre las tuyas y rodeará tu espalda con su brazo para hundirte en el agua. Esa será una muerte simbólica en lo que toca al curso de vida que te ofrece el viejo sistema de cosas. No tratarás de independizarte del que te sumerge, porque si él te soltara podrías morir literalmente. No importa a quien pertenezca ese brazo, quizá sea de alguien que un día te defraude o se olvide de Dios; pero en ese momento representará el brazo fuerte de la organización terrenal de Jehová que nos sostiene para que alcancemos la verdadera vida, y no para hundirnos en la muerte. Con la misma confianza con que te entregarás al brazo carnal del bautizador, continúa apoyándote en la organización teocrática. Cuando te levantes del agua, estarás de cara al cielo, y lo reflejarás en tus ojos. De allí en adelante, sigue dirigiendo hacia arriba tu mirada y nunca te faltarán las fuerzas y la guía necesaria para vivir de acuerdo a tu dedicación. ¡Guarda la fecha entre los apuntes que no quieres perder, o en una de las páginas en blanco de tu Biblia! Es el día de tu nacimiento como súbdito del Reino de Dios; es el día en que estarás entregando tu voto por la soberanía universal de Jehová, y jamás podrás anular la responsabilidad asumida en ese momento. De allí en adelante, Él no te fallará a menos que tú lo abandones; El no te olvidará jamás, a menos que tú conscientemente lo arrojes de tu corazón. Casi sin darte cuenta, estás cruzando el puente que une la niñez con la edad adulta, ese hermoso puente que se llama Juventud. Feliz de ti si puedes atravesarlo con un corazón calmado y seguro de sus objetivos, sin prisa, como cuando uno pasa ante un paisaje deslumbrante sospechando que puede ser la única vez que lo contemple. No resuelvas precipitadamente ninguna cosa que gravite en tu futuro. Cuando algo que te importe mucho requiera paciencia y aguante, deja tu expediente sobre el escritorio de Equis Cautela, como hizo Christian, y resuélvete a esperar. No trates de madrugar más que el tiempo, porque para todo hay un punto de madurez. Un día no lejano estarás entrando en la segunda década de tu vida. Algunos te dirán: “Ven, diviértete con nosotros; prueba todo lo que el mundo te ofrece, porque no volverás a tener veinte años”. Es cierto, nunca volverás a sentir la vida de la misma manera. Sin embargo, si pasas ese tiempo lleno de intensos y contradictorios anhelos con una conciencia sin mancha, enfrentarás la edad adulta con un canto de triunfo en el corazón. Cuando recién empezaste a ayudar a tu tío en el laboratorio fotográfico, un día volviste a casa abochornado porque habías arruinado una fotografía importante. No recuerdo si el problema fue que el líquido revelador no estaba a la temperatura que debe estar, o si calculaste mal el tiempo de exposición. Tu tío te consoló diciendo que cuando uno está aprendiendo a hacer cosa; siempre arruina algo para pagar el derecho de piso. Hay Jóvenes que hacen algo mucho peor; arruinan su propia imagen cuando están aprendiendo a vivir, y tarde o nunca comprenden que así pagaron un derecho de piso en la casa de remates de Satanás, donde le fijan un precio miserable a la dignidad y a la vida. Me refiero a los que acceden a embarcarse en lo que llaman “un viaje”, con la ayuda de

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ una inyección, un polvo, o un cigarro especialmente preparado. Muchos están dispuestos a probarlo una sola vez, simplemente para saber qué sienten los otros. Demasiado tarde descubran que el “viaje” puede terminar en la tumba, porque se está realizando en un tren sin frenos, y el pasajero rara vez puede elegir la estación del descenso. Cada niño es una esperanza nueva que ilumina su lugar; es una promesa de logros y satisfacciones para sus padres. ¡Cuántos sueños forja la madre junto a la cuna, y cuánto se pierde si ese hijo la defrauda! El joven que recurre al uso de drogas alucinógenas que arruinan su salud y su capacidad mental, está convirtiéndose en una pobre muestra de lo que podría haber sido; es una imagen borrosa que no se reveló como debía, igual que tu fotografía mal manipulada. Resuélvete a no ser para los tuyos una esperanza frustrada ni una promesa incumplida. Algunos se mofarán de tu conducta pura y te compadecerán como si estuvieras desperdiciando tu vida. Pero... ¿qué significa la burla de los necios para los que esperan cosechar el aplauso de los ángeles? La burla ha sido un instrumento sutil usado desde el principio de la historia humana por los que creen que es más efectivo socavar la moral del adversario con golpes bajos, que atacar de frente. Ismael mostró oposición a su medie hermano Isaac, heredero legitimo de Abraham, con burla y desprecio, como hacen muchos cuando les decimos que el pueblo de Jehová será nombrado heredero legítimo de la tierra. —Génesis 21:9. ¿Te duele que hagan escarnio de tu manera de adorar a Dios y que tu gozo sea definido como ingenuidad? El rey David tuvo la misma experiencia. Cuando el arca sagrada fue traída de vuelta a Jerusalén, después de haber sido capturada y más tarde devuelta por los filisteos, David sintió una alegría avasallante, porque el arca representaba la presencia de Dios, y era por medio de ella que Jehová emitía mensajes a su pueblo, cuando se encendía entre las alas de los querubines que adornaban la tapa, aquella luz milagrosa que llamaban Shekinah. Pensando en todas estas cosas significativas, David dio rienda suelta al impulso de expresar su felicidad bailando delante del arca. Mical, su esposa, lo despreció y se burló de él por esa ingenua manifestación de alegría. Pero el ataque verbal de esa persona íntimamente ligada a él, no lo desmoralizó. —1 Crónicas 15: 29; 2 Samuel 6: 20-23. Algunos se burlarán de tu empeño por cultivar los frutos del espíritu. Recuerda que cuando los discípulos de Jesús recibieron el espíritu santo y el don de hablar en lenguas que no habían aprendido, también fueron afrentados por un coro de risas burlonas, y la gente les gritaba: “Están llenos de vino dulce”. Hechos 2: 1—13. Los necios también se burlaron del nombramiento de Rey que Jesús recibió de su Padre, y lo coronaron de espinas. Compadécelos por todo lo que les falta, y por el triste lote que van a recibir, ya que el libro de los Proverbios dice que Dios mismo les devolverá el escarnio: “Si se trata de burladores, él mismo escarnecerá; pero a los mansos les mostrará favor”. —Proverbios 3: 34. Quiero que te detengas a meditar sobre el versículo de apertura del libro de los Salmos: “Feliz es el hombre que no ha andado en e1 consejo de los inicuos, y en el camino de los pecadores no se ha parado, y en el asiento de los burladores no se ha sentado”. Si esas burlas te detuvieran en tu propósito de hacer la voluntad de Dios, entonces el triunfo es de ellos. ¡Te habrán sentado en su silla para que no sigas caminando hacia la meta!. No les concedas la victoria. Jehová la tiene reservada para ti si no abandonas el camino. Hazte disponible al Soberano Universal con todos tus valores. Cada congregación funciona como un cuerpo en que hasta el más pequeño miembro tiene su razón de ser,

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pero es Dios quien le ha señalado su lugar. En nuestra presunción, los humanos a veces porfiamos con el Creador asignándonos un lugar que no es el que nos corresponde. Algunos prefieren andar por las orillas y hacer siempre lo menos posible. No quieren ser órganos vitales, que trabajan constantemente. Encuentran más cómodo ser la piel de la congregación y no las vísceras. Es muy grato oírte hablar últimamente acerca de tus planes de dedicar la mitad de tu tiempo a la predicación cuando termines tus estudios, y combinar el servicio al Reino con el trabajo seglar. Será un ejemplo estimulante verte mes a mes haciendo tu entrega de tiempo dedicado con el fin de adquirir un amplio espacio habitacional en el mundo del futuro. Esa es una forma de pago adelantado altamente cotizada por Dios y libre de las oscilaciones del mercado de cambios. A su debido tiempo comprobarás que fue la mejor inversión de tu vida. Mi experiencia personal lo certifica. Sin duda ya lo habrás advertido; me estoy desdoblando y prolongando en tu persona para vivir de nuevo mi juventud y mis metas. Alguien a quien le hemos llevado la verdad es un hijo espiritual amado, objeto de desvelos y ansiedades. Esa paternidad será un privilegio tuyo también en los años venideros. Recuerda la ilustración del Salmo 110:3 —“En los esplendores de la santidad, desde la matriz del alba, tienes tu compañía de hombres jóvenes justamente como gotas de rocío”. La juventud dedicada a Dios es un adorno en medio de su pueblo, refrescante como el rocío que hace brillar las cosas cuando amanece. En este momento estamos en la matriz del alba largamente esperada, como lo expresa el salmista. Dios nos promete sostenernos en ella. Como pueblo suyo, no seremos nunca un sueño abortado, sino una realidad dada a luz en el momento preciso. Jehová cuenta con el vigor de su valiente juventud para embellecer el amanecer del Reino y poner en marcha los grandes proyectos del futuro.

JUVENTUD TEOCRÁTICA Dios te llamó a su pueblo voluntario. El te sostiene en la matriz del alba y ve en ti la belleza del rocío. No des al mundo tu impelente brío; quédate aquí, donde su diestra salva. Ofrécele al Supremo tu tesoro y une tu canto de alabanza al coro de los que siegan la postrera mies. Tu final recompensa está segura, pero cierra tu oído al que murmura: “Nunca más serás joven otra vez” No sacrifiques la nobleza humana a la inconsciencia de la marihuana, ni busques las falaces alegrías envueltas en el vino y el alcohol. Haz de la noche una nodriza buena que restaura tu fuerza y te serena para volver vibrante a la vida y al sol.

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NO DESDEÑES EL MANÁ Me gusta mucho tu sentido del humor, Tornillito, y esa actitud resuelta para remediar inconvenientes. No tomaste a mal mis bromas cuando te encontré frunciendo un agujero en el bolsillo de tu pantalón con la aguja que usa tu mamá para coser matambres, enhebrada con cuatro vueltas de hilo. Tu explicación fue muy ingeniosa: -"No quiero que se me caigan las monedas que llevo a la escuela para la merienda, porque si alguno las levantara, sería una vergüenza que viera lo poco que tengo para perder". Si puedes seguir mirando a la pobreza en los ojos con dignidad y alegría, estarás en condición de vencer a uno de los más sutiles enemigos de la humanidad, el materialismo. Hay hijos que han sido ejemplares en cuanto a honrar a sus padres, pero cuando ellos han muerto, se distancian definitivamente de sus hermanos porque no están de acuerdo con la división de los bienes que han quedado. El materialismo es un adversario muy astuto. Es difícil discernir dónde termina su papel de benefactor y dónde empieza su acción corrosiva. Es cierto que los bienes materiales solucionan muchos problemas. Lo mismo se puede decir de algunas drogas medicinales. Pero... ¿qué sucede si tomas más de lo que necesitas? Después de curar la parte afectada empiezan a hacerle daño a lo que está sano. Te aclaro que materialismo significa el amor desmedido a las posesiones materiales, y el concederles el primer lugar en la vida. No se refiere al uso equilibrado de ellas. Agur, un poeta de la antigüedad, describió ese equilibrio necesario con palabras muy acertadas que se conservan en el capítulo 30 del libro de los Proverbios, en los versículos 8 y 9, que dicen según la Versión Moderna de la Biblia: "... no me des ni pobreza ni riqueza; aliméntame del pan señalado para mí: no sea que me sacie del bien y reniegue de tí, y diga: ¿Quién es Jehová o no sea que empobrezca y hurte, y use profanamente del nombre de mis Dios". Si aprendemos a coser los agujeros de nuestros bolsillos; si no nos perturba el hecho de tener muy poco para perder, mientras alzamos los ojos límpidos y alegres al Dios que vela por nuestra diaria ración de pan, no somos tan pobres como los que pierden hermanos y amigos luchando por una tajada más ancha de las cosas que se desprenden de nosotros en la puerta del cementerio. El antiguo pueblo de Israel vivió durante cuarenta años en el desierto, acampado en diferentes lugares, según la dirección de Dios, antes de entrar en la Tierra Prometida. Entonces no podían detenerse para plantar, cosechar, o criar aves y ganado para comer. Pero Jehová los alimentó con un producto celestial. La primera vez que lo vieron les causó asombro y se preguntaban unos a otros en hebreo: "¿Manhu?", que significa: "¿Qué es esto?" En siríaco esa expresión se traduce "¿Maná? Esa es la voz que prevaleció para nombrar el pan del cielo, como se relata en el capítulo 16 del libro del Éxodo. El maná se posaba en forma de copitos sobre el campo y debía ser recogido antes que el sol naciente lo derritiera. Era un privilegio exclusivo; algo que ninguna otra nación tenía ni había probado jamás. Era por lo tanto un documento de garantía de parte de Dios, certificando su capacidad como Proveedor milagroso, que podría hacerse cargo de cualquier emergencia en cualquier tiempo.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ El maná tenía entonces el mismo valor que las promesas de Dios que sostienen nuestra vida espiritual ahora, mientras vagamos por el desierto del mundo. Para recibir el cabal beneficio del maná era necesario comerlo con los ojos puestos en el porvenir, nunca en el pasado. Pero muchos de ellos hicieron lo contrario. Mientras comían las tortas hechas con maná machacado, su paladar añoraba el gusto de la carne y los pepinos, los puerros, los ajos y las cebollas de Egipto. Llegaron al punto de llorar por no tenerlos, irritando a Dios al reclamar con lágrimas esos insignificantes goces pasajeros. Familias enteras celebraban duelo por los ajos y las cebollas que habían dejado atrás cuando llegó la liberación. Leélo tú mismo en el libro bíblico de Números, capítulo 11, versículos 5 al 10. ¡Cuánto daño nos haríamos si nos volviéramos indiferentes a las promesas de Dios porque seguimos eructando el gusto fuerte de lo que el viejo sistema nos hizo probar! Es insensatez dejar perder lo bueno que nos trae el presente porque sólo tenemos ojos para el pasado. El famoso poeta hindú, Rabindranath Tagore, lo expresó de esta manera: "Si de noche lloras por el sol, no verás las estrellas". Quiero compartir contigo un pequeño relato. Se trata de un niño que levantaba casas y palacios con sus juegos de armar. Disfrutaba construyendo ciudades que para él eran reales; trazaba avenidas y adornaba sus veredas con arbolitos plásticos. Colocaba en las calles sus pequeños vehículos de transporte, señalaba plazas, estadios deportivos, edificios de gobierno y embajadas con sus correspondientes banderas. En los días lluviosos él era un poderoso rey, dueño y señor de alguna ciudad erguida sobre la alfombra de la sala, después de un minucioso trabajo de tres o cuatro horas. Una tarde de invierno, estaba completamente absorto en un gran proyecto. Su padre pasó por la sala y le dijo que no valía la pena esmerarse tanto en lo que estaba construyendo porque muy pronto lo tendría que derrumbar. El respondió enojado porque querían estorbarle sus juegos. El padre añadió unas palabras, pero como él seguía refunfuñando no escuchó, y continuó edificando. Sus hermanos mayores se acercaron para advertirle que estaba haciendo un trabajo inútil. El se tapó los oídos cuando intentaron decirle algo más. La ciudad estaba completa. El niño empezó a colocar los árboles y se proponía iniciar el tráfico en la avenida principal, cuando dos hombres llamaron a la puerta. ¡Venían a retirar la alfombra vieja y manchada y a colocar una nueva! Eso es lo que todos habían tratado de decirle y él no había querido escuchar. La mayoría de la gente en el mundo se está comportando como este niño. No aceptan el mensaje del Padre ni las advertencias bien intencionadas de los que les dicen que pronto Dios va a tapizar de nuevo la tierra y todo lo material que hayamos edificado sobre ella será sacudido y desorganizado. La corteza del planeta está sucia. Ha caído mucha sangre sobre ella. Tiene manchas químicas y quemaduras difíciles de borrar; debe ser renovada. Todo lo que se apoya en ella está sujeto a cambios repentinos. Si tienes esto en cuenta, Tornillito, tus castillos no quedarán sin piso cuando Dios envíe a sus ángeles a retirar esta alfombra contaminad, ni llorarás por los ajos y las cebollas de Egipto, porque habrá muchas cosas mejores en tu ración señalada. Te dejo estos pensamientos resumidos en un breve recordatorio

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EL PAN ASIGNADO No me des ni pobreza ni riqueza, dame el pan señalado para mí. No quisiera ser pobre y deshonrarte hurtando, ni holgarme en la abundancia y olvidarme de tí. Que en mi porción selecta no entre sólo el sustento que reanima la carne fatigada en su andar, sino el pan de la mente que nutre lo escondido, en los anchos torrentes del corazón sumido; lo que el causal amigo no logra vislumbrar. Dame como alimento paisajes deslumbrantes, bajo un sol generoso, bajo noches brillantes. ¡Qué lecciones de vida encierra tu creación! Señor de las alturas, no dejes que ignoremos tu obra inimitable que apela a la razón Aun la pobreza austera se lleva dignamente sin apartar los ojos del galardón final, y la riqueza injusta se rehuye y se olvida para llegar sin tacha a la meta triunfal. Jehová, tú siempre sabes lo que más nos conviene. Los gemidos secretos que emite el corazón, aunque nuestra impotencia no lograra expresarlos, ¡cómo tú los percibes y sabes descifrarlos, encontrando en la esencia de las cosas no dichas, el mensaje más hondo que alienta la oración!

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LAS ANDANZAS DE TRES TORNILLOS INOXIDABLES Hace un cuarto de siglo que Sandalio Caminos vive en la Avenida de la Fe número 777, frente a la Plaza de la Perseverancia. Desde que está en esa dirección, se ha hecho conocer de todo el mundo como predicador ambulante de buenas nuevas. Cultivó el hábito de estar satisfecho y feliz con el pan de cada día, y se hizo carne en él la seguridad de que Dios está cuidando del día de mañana cuando nos ocupamos diligentemente de los deberes de hoy. Es un artífice de la economía. Jamás desperdicia nada, ni tiempo, ni energía, ni salud, ni bienes materiales. Por eso siempre tiene de todo para dar y siembra a manos llenas. Le encantan los relojes y dialoga amigablemente con ellos. Su melodía preferida es “La Danza de las Horas”. Sus pies lo llevan prácticamente a todas partes. El único auto que tiene disponible es su auto determinación. Si alguna vez se presentan problemas con el arranque, basta un empujón espiritual para ponerlo en marcha. Sandalio condujo un estudio bíblico en la zona rural con el matrimonio Gramos y su hijo adolescente, hasta que los tres llegaron a la dedicación. Los padres del jovencito lo animaron a hacer del precursorado la carrera de su vida, y lo enviaron a vivir y trabajar con el hermano Caminos para que se beneficiara de su madurez. A pesar de la marcada diferencia de edades, Sandalio Caminos y Lolo Gramos llegaron a ser compañeros ideales. Todas las mañanas van juntos de casa en casa; a veces para variar van de puerta en puerta. Por la tarde vuelven para comprobar el crecimiento de las semillas espirituales que han esparcido. Jamás permiten que el herrumbre de la inactividad se asiente sobre ellos, ni la pereza los ponga fuera de combate. Se mantienen ágiles y saludables trabajando una extensa zona, y son prueba viviente de la veracidad del dicho: ”Una manzana por día aleja al médico”. Los jóvenes encuentran estímulo y ejemplo constructivo en Lolo, y le brindan su amistad. A veces le dicen bromeando: -¿Por qué está en plural tu nombre?¿Es una

indicación de que vales por muchos?. Y el responde: -En la obra de Dios los logros no son nunca de una sola persona; todo lo hacemos entre todos. No me gustaría llamarme Lolo Gré. Al cabo de algunos años de estar juntos le añadieron una pieza a la casita, porque Lolo Gramos había decidido casarse con Linda Eficacia. Lolo y Linda han seguido siendo excelentes precursores después de la boda. Sandalio ya no tiene la fuerza de sus mejores años, y ellos se ocupan de predicar en los lugares más alejados para que él no tenga que caminar tanto. Los tres siguen trabajando incansablemente como representantes de único gremio que jamás hace huelgas ni recomienda jubilaciones. Los valores espirituales que han fijado en su lugar nunca fueron devaluados. Las cosas dignas y nobles que han atornillado a la altura en que debían estar, jamás las han dejado caer por negligencia ni por conducta impropia. Cuando el Río de las Preocupaciones se desbordó inundando el Valle de las Finanzas, la gente no pudo dejar de notar que los que viven en la Avenida de la Fe son los que más rápidamente se reponen de las pérdidas. El hogar de los precursores está sobre una loma que resulta una altura protectora. Cuando el huracán Ansiedad desató un aluvión de tensiones en las regiones pobladas, muchas casas perdieron el techo, otras se desplomaron del todo. Pero la pequeña casita número 777 ha resistido todas las amenazas y sigue en pie.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Una tarde del invierno pasado, llovía torrencialmente y el firmamento surcado de relámpagos dejaba oír los dramáticos tambores de los truenos. Era uno de esos días en que los corazones buenos abren las puertas que conducen a los aposentos interiores y empiezan a hurgar sus cofres de tesoros inmateriales para rescatar los recuerdos más valiosos. Linda estaba horneando una de sus deliciosas tortas. Sandalio y Lolo estaban repasando viejas experiencias que eran en realidad, credenciales de su ministerio cristiano. Sandalio hizo un comentario que merecía haber trascendido mucho más allá de las paredes de la vivienda: -Aún si no hubiera otro salario para mí, ya estoy bien pagado. La satisfacción de

servir a Dios es una recompensa en sí misma. Sé que lo mejor está por venir, pero Jehová no me debe nada. Aunque es razonable esperar que nunca muera, por las dudas, Sandalio Caminos compuso una posible leyenda para su presunta tumba, en caso de un supuesto deceso, a fin de seguir dando testimonio desde la tierra del silencio: Epitafio “Hoy llego a tus umbrales, y haz de albergarme, Muerte. A mi pesar me entrego desarmado e inerte. Me recibes dormido, pero no vencido. Un Redentor que nunca a los suyos olvida, desgarrará tus sombras, reclamando mi vida. Entro en tu reino mudo, pero dejo en mil surcos la palabra de vida que es la sagrada mies. Pues tu puerta es la única, en mi andar denodado, a la que habré llamado solamente una vez”. Lolo recordó a sus amigos de la adolescencia y a sus compañeros de clase, los que lo miraban de un modo tan extraño cuando se enteraron de sus planes de dedicarse a la predicación. Todos se habían esforzado por metas muy distintas y habían realizado muchas aspiraciones. Lolo parecía no haber obtenido nada de la vida en comparación con ellos. Hasta hoy, a los ojos de sus amigos de otros tiempos él es un forjador de ilusiones sentado en el escalón más alto de una escalera hipotética, masticando caramelos imaginarios, mientras se ajusta los cordones de unos zapatos que jamás llegarán a estar en sus pies. Lo acusan de no vivir de acuerdo con la realidad. Pero la realidad presente, que es la única que ellos visualizan, se hará humo en el futuro cercano. La realidad que Lolo espera, se divisa como humo ahora, pero está compuesta de todos los hechos que fundamentan el porvenir. En aquella tarde de invierno, llena de miradas retrospectivas y de conclusiones introspectivas, mientras la lluvia seguía golpeteando rítmicamente los cristales de la ventana, Lolo Gramos, impulsado por su irrenunciable convencimiento, resumió en verso sus evocaciones.

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TODO Y NADA Llegué a la cabecera del puente entre dos mundos y el agua del bautismo me saturó de paz. En el camino viejo quedaban mis amigos, se abrió una brecha grande, no me llamaron más. Los saludé de lejos y los dejé en su esfera persiguiendo sus metas con porfía y tesón. Yo llevaba la Biblia como brújula cierta y un himno de esperanza dentro del corazón. Marujita Lozada, siempre graciosa y fina, dejó la joyería de la calle Amengual. Vive en un chalet amplio y tiene cuatro hijos; puso un negocio propio con un gran capital. Alicia, que soñaba con triunfar en la ópera, va recogiendo aplausos, tiene un gran porvenir. Sofía es periodista; Reinaldo es abogado; yo anuncio un paraíso que pronto ha de venir. Otros que se empeñaron en distintas carreras lograron su objetivo, como Luis Tejedor, cirujano famoso, y Paquito Silvera que ganó seis medallas por ser un buen nadador. Aquel Pichuco Antúnez, que atribulaba el barrio apedreando los vidrios de cualquier ventanal, ahora es un teniente que luce sus galones; tal vez nada le impida llegar a general. Fueron buenos amigos, yo también los quería. la vida con sus muchas sendas nos separó. Eligieron las metas tangibles y cercanas; les parecía utópico lo que ofrecía Dios. Me miraban con lástima, ¡qué vocación tan simple! ni títulos, ni aplausos, ni ambición terrenal. Discutí con el oro; lo traté de usurero. No competí por lauros, porque me daba igual. Quizá no crucen nunca a esta orilla del río, porque ellos ven las cosas de tan distinto modo. Van a seguir gozando del todo de su nada, ¡ Yo en cambio amo esta nada que me lo ha dado todo!

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FOTOSÍNTESIS ¿Ya son las seis? Me entusiasmé tanto oyendo tu explicación de la fotosíntesis que perdí la noción del tiempo. Debemos salir inmediatamente si queremos llegar en hora a la reunión. Mientras caminamos repasaremos la lección que me comentaste. Me gusta tu manera de tomar notas en clase. Son breves y concisas, pero permiten reconstruir el tema. Veamos... aquí dice:"Humanos y animales: toman oxígeno y liberan anhídrido carbónico. Plantas: toman anhídrido carbónico y lo convierten en oxígeno. Vida vegetal, imprescindible fundamento a toda vida. Plantas, a diferencia de humanos y animales, elaboran propio alimento por medio de luz solar. Gran cambio químico: luz solar y clorofila convierten anhídrido carbónico inhalado por planta y agua almacenada en ella en azúcar sencillo, base del alimento que plantas producen. Animal que come hierba come luz manufacturada. Ejemplo: vaca come luz del Sol convertida en hierba; convierte hierba en leche y carne. Comiendo hierba, leche o carne, comemos luz". Está bien entendido. Nosotros consumimos oxígeno y viciamos el aire, lo mismo hacen las fábricas y los medios de transporte. Las plantas absorben las sustancias impuras y vuelven a convertir el aire irrespirable en oxígeno. La clorofila, ese pigmento que da a las plantas su color verde, junto con la energía del Sol, producen azúcar y aceite que son la base del alimento que elaboran. Por medio de los productos vegetales, recibimos energía solar que hace funcionar nuestro cuerpo y lo nutre. Déjame ver bien este punto: "Plantas salvavidas. Vida en la Tierra en peligro a causa de revolución industrial. Multiplicación de fábricas, ferrocarriles, aviones, automóviles. Exceso de combustible quema-do; exceso de anhídrido carbónico en la atmósfera. Sorpresa: hoy no se halla cantidad prevista. Plantas la han absorbido restableciendo equilibrio en atmósfera a buen grado. Árboles ayudan a evitar que planeta sea inhabitable". ¡Qué idea impactante, Tornillito! Me hace pensar en la ilustración que usa la Biblia, comparando a los seguidores ungidos de Jesús con árboles. En el capítulo 22 del libro de Revelación se habla de ellos como árboles de vida, plantados junto al río que fluye desde el trono de Dios, cuyas hojas son para la curación de las naciones. En el capítulo 61 de Isaías, versículo 3, se les llama "árboles grandes de justicia, el plantío de Jehová". ¿Y acaso no se realiza en ellos también el milagro de la fotosíntesis? Toman el veneno que el mundo suelta en la atmósfera y lo convierten en azúcar para alimentarnos. Nos ayudan a ver que las guerras, el crimen, la inmoralidad, el derrumbe económico, y todo lo que envenena el aire del mundo, son señales del fin del sistema, confirmación del cumplimiento de las profecías bíblicas .Esos árboles de Dios combinan el veneno de afuera con el agua de la verdad que está en la Biblia y lo convierten en un fruto dulce y nutritivo: la certidumbre de la cercanía del Reino de Dios como único gobierno del futuro. Más de una vez comentamos que, no importa cuán cargado de tensiones esté el aire afuera, o cuan colmados de problemas estemos nosotros mismos, al entrar al Salón del Reino respiramos con libertad; descansamos de ese estado de vigilancia que hay que mantener en todas partes. ¡Estamos en la embajada del gobierno celestial, pisando ya la tierra del futuro! Allí nadie cuestiona nuestro derecho de amparo; nadie pone en duda la

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ autenticidad de la carta de ciudadanía que adquirimos como súbditos del Reino, el día en que sellamos nuestro pacto personal con Dios mediante el agua del bautismo. Voy a leer detenidamente esa cita del físico alemán Roberto Von Mayer, que el profesor les recomendó que conservaran textualmente: "La naturaleza se impuso la tarea de capturar la luz que brilla abundantemente hacia la Tierra y de almacenar esta, la fuerza más evasiva de todas las fuerzas, convirtiéndola en una fuerza inmóvil. Para lograrlo, ella ha cubierto la superficie de la Tierra con organismos que mientras viven recogen la luz del sol y usan su fuerza para añadir continuamente a una suma de diferencia química. Estos organismos son las plantas. El mundo de las plantas constituye un depósito en el cual los rayos solares son inmovilizados e ingeniosamente almacenados para uso posterior, una medida económica providencial, a la cual la mismísima existencia de la raza humana está sujeta ineludiblemente". Es verdad, la luz es una fuerza huidiza; sólo Dios podía encontrar la manera de atraparla, fijarla, fraccionarla y almacenarla en el alimento. Considerando el milagro de la fotosíntesis, luz es un sinónimo de vida. El tercer versículo del Génesis, primer libro de la Biblia, la señala como el punto de partida de todas las obras terrestres de Dios, porque sin ella nada podría existir en nuestro planeta. Por eso, ¡qué infinita riqueza de significado hay en esas palabras del apóstol: “Dios es luz” (1 Juan 1:5). Mañana al iniciar el día no dejes de dar gracias por la luz capturada y sintetizada que te está dando fuerzas para enfrentar tus tareas. Esa luz retenida por la hierba y convertida en la leche espumosa que llega a tu taza después de ser elaborada por el laboratorio viviente que se llama vaca. Esa luz, se encontró con el agua absorbida por las hojas del cafeto y produjo los granos morenos que deleitan tu paladar. Estarás saboreando rayos de sol apresados por los trigales y transfigurados en espigas doradas que a su vez te brindan el pan. Cuando pongas tus ojos sobre la Biblia para tener también un desayuno espiritual, estarás recibiendo un reflejo de la claridad que viaja desde las más altas regiones del Cielo para alimentar nuestra visión y nuestra fe. Luz transmutada en papel y vertida en palabras. Comemos luz y nos vestimos de luz, que es algodón en la planta y vellón en la oveja. Hay luz materializada en la caja de tu guitarra y en las ruedas de los vehículos que te transportan. Pensamos luz y con ella formamos nuestros mejores sueños. El pasado, el presente y el futuro son productos da la luz multiforme, envasada y conservada para asegurar la continuidad de la vida. Sería una necedad de nuestra parte, abandonar la gran asociación de hermanos a la cual pertenecemos, donde la verdad de Jehová fulgura a manera de lámpara inextinguible. Nuestras reuniones semanales y nuestras asambleas son tratamientos curativos y dietas renovadoras que mantendrán sana y viva nuestra fe. No debemos alejarnos de los árboles simbólicos que limpian el aire que respiramos en medio de su pueblo, ni convertirnos en plantas inútiles, que se acurrucan en la sombra con el veneno ingerido, y rehúsan convertirlo en alimento para los demás.

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OTRO ENFERMO EN CUARENTENA Ha llegado para ti uno de los momentos duros que vas a recordar a lo largo de tu vida: tu primera gran decepción. Sentirse defraudado por una persona muy querida es una de las experiencias más tristes. Da pena tener que tratar con tanta franqueza este tema con un adolescente de catorce años. Pero a los jovencitos de hoy no podemos ahorrarles los golpes de la realidad. El mal nos rodea, nos acosa, sale al frente sin ningún disfraz. Pedro ha sido tu gran amigo, el compañero predilecto con quien compartir los mejores momentos. A pesar de tener cinco años menos que él, tu disposición sería, tu actitud responsable hacia el estudio y el trabajo, hacían que esa diferencia casi no se notara. Ahora se ha abierto una brecha espiritual entre los dos y ya no compartirás con él actividades, planes y confidencias, porque dejó de ser un ejemplo edificante. Ese vacío te va a doler. Es lamentable que Pedro no haya recurrido a personas maduras de la congregación pidiendo consejo y ayuda cuando empezó a luchar con la tentación; que no haya hecho algo por detenerse a tiempo y cortar los hilos de la red que se estaba tejiendo a su alrededor. Es muy peligroso para una persona joven dedicar tanto tiempo a escuchar las confidencias de alguien del sexo opuesto que es infeliz en el matrimonio, y pensar que uno puede compensar tanta infelicidad poniendo el hombro para recoger sus lágrimas. Uno puede envolverse tanto en el papel de consolador, y sentirse tan halagado por los resultados, que pierda de vista el límite que no debe tras poner. Ya era suficiente el tiempo que él dedicaba a esa muchacha durante la hora de descanso del mediodía en la oficina. Cuando ella estuvo de acuerdo en comenzar un estudio bíblico, Pedro debió haber hecho arreglos para que una hermana mayor de la congregación, capaz de aconsejarla, fuera a su casa regularmente en vez de hacerlo él mismo. Ese era el momento de darse por satisfecho con los resultados y dejar que alguien más indicado que él terminara el trabajo. Pero, a veces sucede, cuando sabemos que nos estamos internando en terreno prohibido, que nuestros sentimientos empiezan a fabricar excusas y argumentos para seguir avanzando en la misma dirección. Entonces, ese corazón disciplinado y tranquilo que fue nuestro amigo, se puede convertir en un sutil enemigo. Por eso Jeremías dijo que el corazón es traicionero y desesperado. (Jer. 17:9). ¡Cuán solapadamente obró su corazón al permitirle negar una y otra vez su culpabilidad, y al rechazar el consejo de los que querían ayudarlo! Hay momentos de turbación en la vida, en que podemos perder de vista el itinerario que nos habíamos trazado, y desviarnos para caer en los fangales que abundan fuera del camino seguro que Dios nos ha marcado. Va a ser provechoso para ti meditar sobre todo esto que ha venido a sacudirte, ya que estás entrando en la edad en que se presentan muchas tentaciones, mientras el mundo trata de aturdirnos con sus seductoras canciones de sirenas. En un caso así, aparte de defraudar a Dios y herir profundamente el corazón de los que nos aman, queda algo muy difícil de enfrentar, una tacha prácticamente imborrable: el agravio hecho a la propia estimación; las marcas dejadas en la imagen que tenemos de nosotros mismos. La autocensura, que a veces llega tarde, aunque es una buena señal de que no estamos espiritualmente muertos, y de un arrepentimiento saludable, es también la triste evidencia de un cambio en nuestro interior. En lo que fue un huerto tranquilo

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ donde la conciencia descansaba cómodamente, ahora se necesita vigilancia armada; cercos altos que detengan a los lobos del pecado, porque ya entraron una vez y conocen el camino. Ahora es imprescindible un estado de alerta continuo contra cualquier avance de la contaminación, porque hemos dado pruebas de no tener las defensas necesarias. ¿Comprendes la amarga diferencia entre el antes y el después? Alguien comparó al pecado con la lepra, la enfermedad más antigua que se conoce, y es una ilustración muy adecuada...Su solo nombre hace estremecer. Si no se controla, o si es de tipo fatal, con el tiempo ataca los ojos, los oídos y los órganos del habla. Va deformando y consumiendo el cuerpo de la víctima hasta dejarlo irreconocible. Ha sido uno de los peores flagelos de la humanidad. Las únicas curaciones que se conocieron en los tiempos bíblicos se efectuaban milagrosamente y por intervención de algún representante de Dios. En los anales de la medicina no existía ninguna fórmula para curarla, en ningún país del mundo. En ciertas comunidades antiguas los leprosos usaban tarjetas de identificación; en otros se requería que gritaran "¡Inmundo!", al acercarse a la gente, con el fin de prevenirla. En las más grandes ciudades de Europa había lugares señalados como colonias de leprosos. Nadie debía siquiera acercarse al límite para entrevistarse con un internado, bajo peligro de incurrir en la pena de muerte, o ser arrojado dentro del campamento para compartir la suerte de ellos de por vida. La comida era provista por las autoridades y colocadas en cierto lugar durante el día para que ellos la retiraran por la noche. Entre los límites señalados, los enfermos podían vagar por los bosques y lugares desiertos. Se les ordenaba envolverse en una sábana dejando solamente los ojos al descubierto, y llevar consigo una campana que hacían sonar para anunciar su presencia. No importa cuál hubiera sido su oficio o posición en el mundo, el que contraía el mal debía resignarse a tal ostracismo. La ley lo trataba igual a los muertos. Su propiedad pasaba a manos de sus herederos. Su esposa era declarada viuda y libre para casarse de nuevo. Al marcharse para el leprosario, se recitaban oraciones, se esparcía polvo sobre su cabeza, y se tiraba una palada de tierra detrás de él, como si se le dejara en el cementerio. En las últimas décadas se han descubierto drogas que han curado a muchos de ellos, pero desde el punto de vista del mundo antiguo era una forma de morir en pie y sin esperanza. Uno de los milagros de Jesucristo era curar la lepra, lo cual en esos días equivalía a una resurrección. Por eso era incalificable la ingratitud de los nueve leprosos curados por Jesús, que ni siquiera volvieron a expresar aprecio por el milagro. (Lucas 17:12-19). Hoy como ayer, la lepra del pecado es incurable para el mundo. Fuera del pueblo de Dios se agrava y nos consume hasta acabar con la vida. Dentro del pueblo de Dios, se desvanece mientras vamos caminando hacia la vida. Ahora tu amigo es otro enfermo en cuarentena y debes aceptar su aislación como una medida necesaria. Su recobro dependerá de lo que el haga para recuperar el favor de Dios y el lugar que le corresponde entre las filas de su pueblo. Ha llegado a ser un prisionero de guerra de Satanás, porque temerariamente se internó en la tierra del enemigo. Piensa en todo esto, Tornillito. Ningún disfrute pasajero vale la pena si nos contamina con la lepra del pecado y nos arrastra fuera de las fronteras del pueblo de Dios, como cautivos de un amo inicuo. Todo lo ilícito es inestable, y sus goces de corta duración pueden dejar una sombra prolongada que nos persiga por un largo tiempo. Los que guardamos sincero cariño no queremos que eso te suceda a ti también.

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PRISIONEROS DE LA ESPERANZA Me gustó mucho la seriedad y el recogimiento con que escuchaste la conferencia sobre neutralidad cristiana en la última reunión. Te vi tomando nota de los textos bíblicos Tal vez estabas pensando que dentro de un corto tiempo podrías necesitarlos para explicar ante las autoridades mundanas tu evaluación de la vida propia y ajena. Es importante no esperar hasta el momento de la prueba para definir la postura que debemos adoptar, porque la presión emocional del momento podría nublar nuestra visión y conducirnos a traicionar nuestro propósito. Mientras exista este sistema, Tornillito debemos esperar cambios bruscos. Quizá las exigencias que los gobernantes imponen a sus gobernados te obliguen a cambiar el ambiente cálido y lleno de amor de tu hogar por las paredes severas y frías de un establecimiento militar. Hay lugares donde el sol no podrá entrar a reconfortarte; donde la presencia y la voz de tus padres llegarán sólo de vez en cuando; pero nada le impedirá al espíritu de Dios traspasar esos muros para inundar de luz tu mente y de paz tu corazón. Como hombre libre con todos los privilegios de la libertad relativa en que vivimos, o como prisionero, con todas las desventajas de esa condición en el futuro, resuélvete a hacer de tu vida un canto de alabanza a tu Creador, y un testimonio irrefutable de integridad. No voy a señalarte un lugar en el mapa; sólo te diré que la historia que quiero contarte es real y está aconteciendo en varios lugares al mismo tiempo. Posiblemente, un día no lejano te identifiques con algunos de sus personajes. Hay un campo militar que se llama “Los Aguiluchos”. Su ubicación geográfica es imprecisa. Podría estar junto a la cordillera de la Presunción o a orillas del mar de la Adversidad. Podría estar en la llanura del Materialismo o a la entrada del desierto de la Incertidumbre. Allí algunos objetores de conciencia purgan la culpa de amar al prójimo con hechos, no solo con palabras. Caín, confundido mentalmente después de seis mil años de fracasos, pero aún convencido de que la palabra hermano se puede escribir con sangre, insiste en imprimir su imagen sobre cualquiera que se parezca a Abel. Caín se siente envalentonado porque le sacaron de la mano el palo con que mató a su hermano y le dieron un arma automática. Está muy engreído porque lo han condecorado en vez de marcarlo como ofensor. Se muestra ufano porque ahora es Abel quien anda por el mundo como peregrino y extranjero mientras él disfruta de una posición estable. Aún así, Abel se complace en demostrarle que no lo odia. En el campo “Los Aguiluchos” setenta y dos miembros de cierto ejército se esfuerzan por doblegar la determinación de diecisiete prisioneros que desde su bautismo integran las filas de Cristo y resisten cualquier intento de enrolamiento, puesto que no pueden ser soldados de dos ejércitos contrarios a la vez. Daniel Albano llegó a “Los Aguiluchos” con la expectativa que despierta lo desconocido. En su reducido equipaje llevaba una radio a transistores, algunos libros para el estudio del idioma inglés, y la Biblia. Sus pensamientos estaban lejos, rondando aquella distante provincia donde había dejado su hogar y los rostros más queridos, incluso el de Mariela. Sabía que las cartas de ella lo ayudarían mucho a sobrellevar los años de internación, Mariela le había prometido esperarlo, no importaba si la condena fuera de tres, cuatro o cinco años. El sueño de formar su hogar con ella lo alentaba. El tiempo se había echado a dormir entre los dos como un monstruo al que no se podía desafiar ni

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ sacar del camino. Pero el amor con su persistencia edificaría un puente para atravesarlo pasito a paso. Era la primera vez que Daniel se separaba por un tiempo largo de sus padres, de su hogar unido y feliz. Sabía que iba a sentir en carne viva el contraste entre la atmósfera llena de calor humano de su casa y la rigidez del cuartel. El padre de Mariela, un rico industrial que tenía negocios en los países limítrofes, le había ofrecido establecerlo corno representante suyo en el extranjero. Podrían casarse enseguida y empezar una vida nueva, Daniel y su familia consideraron con oración esta posibilidad. Las ventajas y las desventajas se hacían sentir en la balanza. Estarían largas temporadas sin verse y Daniel no volvería a su tierra a menos que hubiera una amnistía. Finalmente decidió enfrentar la responsabilidad y aceptar las consecuencias. Cuando Daniel se instaló en ‘Los Aguiluchos” el otoño estaba llegando a su fin y las noches eran frías. El primer momento difícil llegó cuando le trajeron el uniforme y rehusó ponérselo. Lo arrojaron al calabozo sin cama, colchón ni mantas, y le quitaron su ropa. Debía acostarse en el suelo sin más abrigo que su ropa interior. El resultado fue un gran resfrío. Cuando pidió por favor algo con qué abrigarse, echaron dentro de su celda el uniforme como única respuesta. Los días pasaban y el uniforme permanecía en un rincón sin ser usado. El resfrío se fue convirtiendo en bronquitis y necesitó la atención de la enfermería. Allí lo abrigaron con mantas, le administraron tratamiento y le devolvieron su ropa. Cuando hubo mejorado, el capitán Laureiro lo citó para interrogarlo.

— Sabemos que por la fe de ustedes no quieren tomar armas. Pero, ¿por qué ese empecinamiento en no ponerse el uniforme? El uniforme no es un arma. (Preguntaba las cosas con una extrañeza, como si no hubiera escuchado antes las respuestas de cada uno de los objetores de conciencia que habían estado detenidos en el establecimiento.) — El uniforme es tan importante en la guerra como las mismas armas, capitán. Es una carta de identificación. Si los ejércitos fueran a la guerra sin uniforme nadie sabría quién es el enemigo. Si un espía logra apoderarse de un uniforme ha conseguido un arma muy eficaz. ¿Verdad? A medida que pasaban los días cada uno de sus compañeros iba ganando terreno en su corazón. Procedían de distintas provincias y eran desconocidos hasta su arribo. Era edificante escuchar las experiencias de uno y otro en los momentos en que sus tareas les permitían estar cerca o durante las noches. Algunos no tenían a nadie de sus familias en la verdad. Cuando recibían una carta estaba llena de expresiones desalentadoras. En ese ambiente extraño, alejados por cientos de kilómetros de la congregación madre en que habían visto la luz de la verdad y de las personas amorosas que les habían tendido la mano para ayudarlos a entrar al pueblo de Dios, sin alguien que los visitara para brindarles un momento amable de compañerismo, el bienestar espiritual de muchos dependía solamente de su relación con Dios, la lectura de la Biblia y el contacto con los que estaban pasando la misma prueba. Había momentos de debilidad en que no hallaban un brazo carnal en que sostenerse y el corazón desfalleciente tenía que volcarse en la oración. Entonces, les sobrevenía esa maravillosa sensación de estar apoyados sobre un pecho invencible, de estar rodeados por los brazos de un Padre que jamás los negaría y que apreciaba hasta la sal de sus lágrimas. ¡Qué reales y vívidas se hacían las palabras de bendición que Pablo les escribió a los Filipenses: “Y la paz de Dios que supera todo pensamiento guardará sus corazones...” (capítulo 4:7) Era verdaderamente así, aún cuando tambores, maniobras y prácticas de tiro eran la música de fondo de sus oraciones.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ Hugo Martínez parecía ser el más deprimido del grupo, aunque tenía menos razones para estarlo que los demás. Su familia vivía a pocos kilómetros y venía regularmente a verlo. Su novia, además de visitarlo le escribía cada pocos días. Había interrumpido su carrera al ser convocado y eso significaba que se recibiría varios años más tarde. Pensaba demasiado en el lado negativo de las cosas. Su padre había muerto y su hermano mayor administraba descuidadamente los bienes que habían quedado. Posiblemente, al volver a su casa hallaría a su madre en la pobreza, esperando por él para resolver todos los problemas. Además, ¡quién sabe si su novia no se cansaría de esperarlo tantos años! En resumidas cuentas, no dejaba las cosas en manos de Jehová. Sus cavilaciones habían abierto una brecha por donde se escapaba el gozo, gota a gota. Martínez era uno de los encargados de preparar el desayuno. Se levantaba como todos a las seis y media, cuando sonaba el tambor en el patio dando el toque de diana, y se dirigía inmediatamente a la cocina. Albano integraba el grupo de limpieza, que también empezaba su trabajo a esa hora. Frecuentemente conversaban en la cocina mientras cada cual hacía lo suyo. -Pienso que tu principal problema, Hugo, es que estás suspirando por lo que dejaste, como la esposa de Lot. Jesús dijo que nadie debe arar mirando para atrás, Si uno lo hiciera, podría cortar los pies de los bueyes con la cuchilla del arado y nunca terminaría su trabajo. - En tu caso es más mirar solamente hacia adelante. Todo marcha bien en tu familia y no te necesitan. Un día se extrañaron de que no fuera Hugo Martínez sino uno de los soldados quien preparó el desayuno. Cuando salieron a las ocho para la ceremonia diaria de izar la bandera y recibir los buenos días en el patio, al formarse en un grupo aparte como era la costumbre, notaron que Martínez no estaba entre los objetores. Lo divisaron junto a los soldados, uniformado. Evidentemente había hecho una decisión que lo separaba de sus compañeros. Después del izamiento y la canción patriótica, durante la cual los objetores permanecieron en respetuoso silencio, el coronel Saldaña ordenó que Martínez se colocara junto al mástil de la bandera. En tono solemne y serio dijo: -Alabo la decisión de un nuevo soldado de la patria que ha permitido que la cordura hablara más alto que el fanatismo religioso, y se ha puesto a disposición de su tierra y de su pueblo para defenderlos y servirlos en expresión de gratitud, ya que de ellos lo ha recibido todo. Espero que ustedes, los que se adhieren ciega e irrazonablemente a una utopía, sigan su ejemplo. Ese mismo día, Martínez fue trasladado a otro establecimiento militar para recibir instrucción, Dentro de un año estaría libre y luchando por sus metas. ¿Las disfrutaría después de pagar tan alto precio? El militarismo no confía en los desertores aunque aborrezca la causa que acaban de abandonar. Inconfesadamente, muchos estaban sintiendo respeto hacia esos jóvenes que no estaban dispuestos a cambiar su fe por ninguna ventaja mundana. Uno de los soldados que conversaba frecuentemente con ellos sobre la Biblia porque su madre solía leérsela cuando niño, comentó:

— Es mejor para ustedes que él se haya ido. Los traidores no sirven como amigos ni como enemigos. El domingo era el día más lindo de la semana: a la tarde estaban permitidas las visitas. Grupos de las congregaciones cercanas concurrían a verlos y a compartir estímulo. Entonces, los que nunca tenían el gozo de ver llegar a los familiares y a los amigos muy queridos que estaban tan lejos, no se sentían tan solos porque las expresiones de cariño

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ cristiano, las golosinas y las experiencias relatadas eran para todos. Pero un día, el coronel Saldaña se hizo eco del malestar que algunos sentían:

— Capitán González, redacte una orden prohibiendo las visitas a los internos a menos que sean padres, hermanos y abuelos; novia, y padre y madre de la novia. Los de la religión de ellos están viniendo en bandadas a verlos y gozan de la ocasión como si fuera una fiesta. Es una ridiculez, pero todo lo que se hace para castigarlos les resulta un premio; lo que debiera desanimarlos los estimula, y los adictos a ellos los están glorificando como mártires en vez de mirarlos como gente al margen de la ley. Uno no sabe qué hacer para cortarles las alas. De allí en adelante los domingos eran días como los otros, en que había que luchar contra la soledad. El mayor Mendieta sentía una simpatía especial por Daniel Albano y buscaba oportunidades para conversar con él. Un domingo de tarde lo vio leyendo la Biblia a la sombra de un árbol y se acercó. -Hace años que observo a los muchachos de tu religión que pasan por aquí y me

maravillo de esa determinación que tienen, esa seguridad de que nada podrá apartarlos de su camino. ¿Cómo se explica eso? —Es que estamos vigilados desde la plaza fuerte, mayor. -¿A qué llaman ustedes “la plaza fuerte?’ — Al Reino de Dios en el cielo. Fíjese en estas palabras en el libro del profeta Zacarías. (Le señaló el versículo 12 del capítulo 9): “Vuélvanse a la plaza fuerte, prisioneros de la esperanza ‘ —¿Porqué dice: “prisioneros de la esperanza’? — Nuestra esperanza es tan firme, tan viva, que se sobrepone a todo. Podríamos decir que se apoderó de nosotros y nos hizo prisioneros. Mendieta se había quedado con la Biblia y la hojeaba. Era un ejemplar nuevo, encuadernado en cuero. Se detuvo en la primera página y leyó la dedicatoria: “Cuando te sientas solo como en un desierto, recuerda que Jehová está en las alturas igual que el águila, cuidando sus polluelos. Deuteronomio 32: 9 — 12. Con amor, Mamá”. —¿Qué dice ese capítulo que te indica? Albano volvió a tomar la Biblia y leyó en voz alta: “Porque la parte que le

corresponde a Jehová es su pueblo; Jacob es el lote asignado que él hereda. Vino a hallarlo en una tierra de desierto, y en un desierto árido, vacío y aullador. Se puso a rodearlo, a cuidarlo, a salvaguardarlo como a la niña de su ojo. Tal como el águila revuelve su nido, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas remeras, solo Jehová siguió guiándolo y junto con él no había ningún dios extranjero ‘ —No sabía que la Biblia comparara a Dios con un águila. Es un ave muy especial. La cara me ha impresionado cuando las he visto de cerca en el zoológico, porque tiene rasgos casi humanos. Además, su manera de educar la cría llama la atención. Cuando llega el momento en que los pichones deben aprender a volar, los padres hacen una demostración aleteando y revoloteando delante de ellos para darles la idea de como se usan las alas, y luego los empujan fuera del nido para forzarlos a practicar. En el entrenamiento, también suelen volar con el pichón entre las garras y dejarlo caer desde una altura. Luego descienden, y extendiendo las alas debajo de él lo cargan sobre ellas y lo llevan. Esto me hace pensar que aquí los verdaderos aguiluchos son ustedes. Espero

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ que tu águila celestial con su vista aguda te vigile la semana próxima, cuando estés ante el consejo de guerra para recibir tu condena.

Habían pasado once meses ya desde que Daniel había llegado al penal. Repasándolos mentalmente sólo podía señalar unos pocos días distintos, que se destacaban en su memoria como cuadros brillantemente iluminados, en medio de la masa uniforme de días monótonos en que lo único que quebraba la dura rutina era alguna broma de los muchachos, escondiendo cosas, poniéndose uno a otro sobrenombres chistosos, o dibujando caricaturas con leyendas ingeniosas que iban de mano en mano provocando risas y comentarios. Esos días especiales, tan breves y escasos, habían sido verdaderos regalos de Dios por los cuales se sentía endeudado. Tres veces habían viajado sus padres para visitarlo; dos veces había venido Mariela con su madre y lo había inundado de luz y paz con sus inolvidables ojos azules; una vez había venido su hermana Alicia con la única abuela que le quedaba; y luego aquél día emocionante, inolvidable, en que habían celebrado el Memorial de la muerte de Cristo. Se habían preocupado desde bastante tiempo antes sobre la fecha que no podía pasarse por alto. A pesar de la estricta prohibición de reunirse para estudiar, siempre se presentaba la oportunidad de intercambiar alimento espiritual y fortalecerse unos a los otros. Pero el Memorial era una ocasión en que debían estar todos juntos. Redactaron una petición señalando que la celebración de la muerte del Señor no es algo optativo sino un mandamiento obligatorio para todos los creyentes y que, tratándose de una única fecha que se debía reconocer en el curso del año, solicitaban permiso para reunirse solamente por una hora en la venidera semana santa. La respuesta fue una rotunda negativa. Ese año el Memorial era un martes. Inesperadamente, los mandaron a todos a limpiar los garages esa tarde y el trabajo se extendió hasta la caída del sol. En un rincón apropiado, recordaron brevemente el día señalado. Al terminar, casi en un murmullo y con lágrimas de gratitud, entonaron un cántico. Alrededor del globo, en todos los climas y latitudes, el pueblo que obedece al Dios Supremo estaba realizando la conmemoración. Estos reconfortantes recuerdos llenaban su mente mientras aguardaba junto a otros dos internos que el consejo de guerra cumpliera su cometido. El coronel Saldaña presidía, el capitán Laureiro actuaba como secretario. Además, integraban el grupo un mayor que no conocían, el cual era el fiscal, los tenientes coroneles Flores y Rossi que de vez en cuando se veían en el campo y los bien conocidos mayores Calvo y Mendieta. Los seis estaban sentados junto a un escritorio grande. Sobre una de las paredes se veía un crucifijo. El mayor Calvo, señalando al crucifijo le preguntó a Fernández si creía en Cristo. — Creo en un Cristo vivo y activo que está en su trono celestial como Rey, no creo

en un Cristo clavado que no puede hacer nada por nosotros. -Esas son ideas subversivas. Ustedes quieren cambiar el concepto tradicional que tenemos de Cristo. El capitán Laureiro pidió la palabra y dirigiéndose a Albano introdujo una observación capciosa: — Hay una cosa en que estamos de acuerdo con ustedes; no es necesario

preguntar sobre eso. La bandera en sí no tiene valor, es sólo un paño que ondula en el viento.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ — Disculpe, capitán; nunca hemos dicho eso. La bandera tiene un valor innegable como símbolo. Un paño común colocado en un mástil no informaría a nadie sobre la nacionalidad de un barco ni le conferiría a un edificio la dignidad de embajada. -Menos mal para usted que respondió así Suchini, el otro objetante juzgado preguntó: —¿Es por nuestra fe que nos condenan? El teniente coronel Flores tomó la palabra: — Nadie es condenado por tener una

fe. Es la rebeldía de ustedes lo que los condena; su negativa a hacerse disponibles a la patria. Son autores del delito militar de INSUBORDINACION. (Subrayó oralmente la palabra.) El Coronel Saldaña intervino: —Ustedes invocan a Dios al rehusar tomar armas, pero nosotros nos sentimos llamados por Dios para usarlas en defensa de nuestro suelo. Conteste usted, Fernández, ¿Quién está en lo cierto? — Sólo Dios puede juzgar la autenticidad de la vocación que cada uno profesamos, coronel, porque El conoce el corazón. Yo no tengo derecho a negar la suya, pero sí puedo dar fe de la mía pues la siento tan profundamente como usted puede sentir su vocación militar. Sé que Dios me ha llamado para predicar un Reino que borrará las fronteras. Por eso no quiero aprender a matar a otros cuya salvación Cristo compró con su propia sangre, igual que la mía. —¿Qué va a hacer usted si un agresor armado intenta matarlo? —Le rogaré a mí Dios que me defienda. —¿Y si no lo hace? -Prefiero morir como Abel y dejar que el otro viva como Caín. —¿Qué ganó Abel con eso? -El honor de tener un buen nombre en la Biblia y la seguridad de la resurrección. —¿ Y usted que piensa ganar? — El honor de tener un buen nombre en los registros de Dios y la vida sin fin en la tierra del futuro que será un paraíso. —Cristo puso la otra mejilla cuando lo golpearon. ¿Le sirvió de algo? —Le sirvió para no envolverse en luchas estériles en aquel momento y para ganar la posición reinante que tiene ahora. -Eran otras épocas. Hoy no le podemos decir a la Patria que espere y arrodillamos a orar cuando se requiere acción. El teniente coronel Rossi pidió la palabra cortando aquel diálogo agudo. —Ustedes tienen siempre las mismas respuestas a esta clase de preguntas.

Dejando de lado lo que la Biblia pueda decir, ¿cuál es su razón personal, Carlos Suchini, para no tomar armas? —Soy neutral, teniente coronel. —Hay momentos decisivos en la vida de una nación. Entonces la neutralidad es un crimen a la vez que una posición cómoda. —La neutralidad cristiana es un derecho. Cuando Dios no justifica el derramamiento de sangre, no estamos obligados a encontrarle razón a los humanos que lo justifican. Existe también el derecho a disentir. Para matar hay que odiar y el odio, al revés del amor, no puede imponerse como una obligación moral hacia nuestros semejantes. Mendieta intervino con una observación: —El problema radica en que ellos no tienen el mismo concepto de patria que nosotros. Albano, explique qué valor le dan ustedes a la palabra patria.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ — Con mucho gusto, mayor. Nosotros amamos la tierra en que hemos nacido, el lugar donde está establecido nuestro hogar. Es natural que uno sienta que pertenece a esa comunidad porque se identifica con sus costumbres y es el lugar donde le corresponde estar sin sentirse extranjero. Si nuestra tierra no tuviera arraigo en nuestros afectos sería fácil huir. Sin embargo nos hemos quedado a enfrentar nuestra responsabilidad para tener el derecho de seguir viviendo en ella. El coronel Saldaña acotó: — Entonces, aman la tierra, pero le dejan a otros el trabajo de defenderla. ¡Buenos y valerosos hijos tiene la patria en ustedes! Si todos fueran así ¿quién se levantaría para la acción en casos de emergencia? — La defendemos de otra manera, coronel, rehusando crearle problemas o acarrearle vergüenza. Si todos procedieran como nosotros, ustedes no tendrían el desagradable trabajo de usar sus armas, porque no existirían agresores. —¿Quiere decir que el nacionalismo no tendrá razón de ser cuando suceda todo eso que ustedes sueñan o se imaginan? —Coronel, cuando mis hermanos y yo éramos chicos peleábamos frecuentemente, como es común entre los niños. Cuando crecimos no sucedió más. Llegará el tiempo en que la humanidad madurará espiritualmente durante el Reino de Dios y las fronteras ya no existirán. Por eso Alberto Einstein acertadamente le llamó al nacionalismo “una enfermedad infantil, el sarampión de la raza humana’ . Los miembros del consejo despidieron a los objetores y siguieron deliberando sobre las sentencias que iban a aplicar. Los procesados se dirigieron a los dormitorios. Se sentían tensos después del interrogatorio, pero felices de haberlo cumplido. Era un paso positivo que los acercaba al ansiado día de la liberación. Además, una vez juzgados, se les permitiría volver de vez en cuando a sus hogares para pasar unos días con sus familias, especialmente en aniversarios y ocasiones especiales. El registro de honestidad e integridad que habían dejado año tras año los que habían estado en igual situación, hacía posibles tales concesiones. Las autoridades militares sabían con certeza que no mancharían ese registro colectivo huyendo. Ya eran cerca de las diez de la noche cuando los integrantes del consejo se despidieron y partieron. El coronel Saldaña se detuvo a conversar con el mayor Mendieta. Evitaba cuidadosamente entrar o salir del cuartel en horarios fijos y su chofer tenía planeadas diferentes rutas para ir y volver cada día. —La semana que viene quiero pintar mi casa, Mendieta. Mi esposa me lo reclama

de continuo. —Excelente, mi coronel. ¿Quiere que piense qué soldados podríamos usar? — ¿No sería mejor seleccionar tres o cuatro de esos soñadores bíblicos? Ellos tienen un lenguaje que está más de acuerdo con la manera de hablar de mi esposa y de mis hijas. Saldaña era miembro de una distinguida familia; hombre de estricta moral, defensor de las buenas costumbres. Después de un breve silencio agregó:

—¿Qué le parecieron las sentencias que les dictamos a éstos tres? Noté que usted no dijo nada cuando estábamos considerando eso. — Francamente, me parecieron largas. Me apena que jóvenes como ellos, entre esperar el juicio y cumplir la condena, pierdan más de cinco años que podrían estar bien empleados en actividades constructivas. Porque éstos nunca van a ser terroristas ni elementos agitadores.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ —Lo sé Mendieta. De buenos que son por momentos parecen tontos. Lo irritante es verlos tan embaucados por su religión; y no se puede hacer nada para desanimarlos. — ¿Sabe que pasa, mi coronel? No son prisioneros nuestros. Ya estaban presos antes de entrar aquí. Son prisioneros de una esperanza. Nosotros tendríamos que liberarlos de sus creencias para someterlos. ¡ Y quién puede desatar lo que Dios ató! De esa clase de prisión sólo se libran los que la abandonan voluntariamente, y ellos no desean dejar la jaula dorada en que la esperanza los ha encerrado porque no sabrían vivir fuera de ella. -¿Qué le pasó a Martínez, entonces? — Debe haber dejado morir la esperanza y ya no tenía sentido quedarse dentro de la jaula con el pájaro muerto. —Por lo menos él encontró lógica nuestra posición. ¿Por qué los otros no pueden? —Parece que aquí hay una lucha de prioridades, mi coronel. Estamos mirando el problema desde ángulos opuestos. Jesús le dijo a Dios: “Hágase tu voluntad y no la mía.” Nosotros le decimos: “Déjanos tranquilos para que hagamos nuestra voluntad y no la tuya”‘. -¡Oh, Mendieta! Es un tema demasiado profundo para tratarlo a esta hora de la noche, después de un día largo de trabajo. Mí chofer ya está listo y veo junto al coche a los dos soldados armados que me acompañarán. — Hace muy bien en prevenirse mi coronel. ¡Hay tanto terrorismo en estos días! La gente que está afuera no tiene escrúpulos en cuanto a usar armas como nuestros internos ¡Y si diera la casualidad de que los hubiéramos entrenado nosotros, podrían tener muy buena puntería! -¡Cuidado Mendieta! ¡Estos ilusos van a terminar convenciéndolo a usted también!. Hasta mañana. El mayor Mendieta había decidido quedarse en el cuarto esa noche, pero estaba desvelado. Sentado en uno de los bancos de madera en el corredor abierto al costado del edificio, miraba el campo de maniobras. Los altos árboles que lo rodeaban parecían guardianes gigantes en perfecta formación. Adentro, dieciséis aguiluchos dormían. Arriba, en su encumbrado nido, la gran Águila madre, la organización celestial, los miraba con ternura, señalándolos como ejemplos a los polluelos recién emplumados. El eminente Águila Padre, el que nunca cierra los ojos para, dormir ni parpadea ante ningún resplandor, habiendo permitido por buenas razones las circunstancias adversas que los empujaron fuera del nido paterno, se complacía midiendo la envergadura de las alas que los aguiluchos estaban aprendiendo a usar.

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________

¡HASTA MÁS VER! En el mundo actual nada es completamente estable, Tornillito, ni lo bueno ni lo malo. A veces uno tiene la impresión de estar actuando en el escenario de un teatro, donde los telones bajan y suben y el decorado cambia rápidamente. La decisión de tu padre de mudarse a España en busca de nuevos campos de trabajo, ha introducido una variante inesperada. Ese es otro de los distintivos de nuestra época, familias enteras moviéndose de un país a otro procurando un paliativo a la crisis económica mundial. Ustedes también se unirán al éxodo que va de todas partes hacia todas partes. Previendo que algún día podríamos estar apartados por una distancia difícil de salvar, guardé apuntes de nuestras más substanciosas conversaciones, de todo aquello que revelaba el desarrollo de tu mente y la definición de tu personalidad. Seguir esos procesos paso a paso ha sido tan deleitable como desentrañar un milagro. Esas cosas, que tienen valor sentimental para todos los que te conocemos, han servido de fundamento a este libro. Todo libro necesita una tapa. La tapa es un silencio que cae para cerrar el diálogo entre el que escribe y el que lee. La tapa tiene la misión de decir basta. En nuestro caso, me consuela saber que esta genuina amistad no puede estar limitada por las tapas de un libro. Recibirás muchas cartas mías en el futuro y yo atesoraré las tuyas. Han pasado diez años desde que empecé a conducir un estudio bíblico en tu casa. ¡Con qué entusiasmo me mostrabas tus primeras letras cuando aprendiste a escribir! ¿Recuerdas cómo nos entreteníamos con la historia de Jonás, y con los supuestos comentarios de los animales antes de abandonar el arca de Noé? Cierro los ojos y aún veo nítidamente aquel día de invierno en que me ofrecí para cuidarte mientras tu madre iba al médico, y escribí para ti “Tarde lluviosa”. El tiempo no es un lago, es un río que jamás se detiene, y va dejando atrás, en el pasado, muchas horas hermosas que no tienen retroceso. Pero, todavía tengo que contarte un cuento antes que la tapa nos imponga sus restricciones, y te ruego que lo guardes bien atornillado en tu mente, al amparo de las piedras que has reunido en estos años, sobre las cuales estás edificando la sólida estructura del hombre que has de ser. Una vez, hace sesenta siglos, el mundo también fue niño. Sí, seis mil largos años pasaron desde que Adán, feliz y despreocupado asistió corno invitado especial y futuro guardián terrenal de todas las otras formas de vida, a la fiesta de inauguración del mundo, empezó a familiarizarse con la otras criaturas vivientes y tuvo el privilegio de inventarle un nombre a cada una. ¡Qué gusto le habrá dado llamarle a este “león”, a aquel “caballo”, y a esa criaturita delicada y ágil, “paloma”. Buscó nombres que sonaran apropiados y que a él mismo le deleitara usarlos, como me sucede mí cuando te llamo Tornillito. El mundo que nos rodea no usó bien la niñez. Dios vigiló su formación y su nacimiento; le enseñó a alimentarse, a hacer casas con el barro, la madera, la piedra y el mármol. Jehová tenía todo preparado para solucionar los primeros problemas del hombre y proporcionarle una vida agradable. Más tarde, le permitió descubrir las propiedades medicinales de las plantas y aprender a hacer ropa con el algodón, la lana y la seda que los gusanos industriosamente producen. Además le dio elementos indispensables para llegar a la madurez, en forma de mandamientos y doctrinas. Pero el mundo presuntuosamente ignoró el valor de ese material de construcción; sustituyó las leyes sabias de Dios con leyes injustas y dividió la tierra con fronteras. Edificó su fortaleza con bloques huecos. Cambió la religión verdadera, que era una torre de

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ refugio, por un triste tinglado de religión falsa que está por caer. Por todas esas razones, Jehová va a esparcir sus piedras. Te decía que una vez, hace seis mil años, el mundo también fue niño. Con la cabeza reclinada sobre las rodillas de Dios escuchaba sus palabras, llenas de amor y sabiduría y se embelesaba mirando los pájaros que surcaban el espacio azul. El viento jugaba con sus cabellos. Sus sueños y sus ideas estaban llenos de luz y paz. La muerte no era una amenaza, ni una realidad diaria como hoy. Su Padre apenas la había mencionado como posible consecuencia de actos que no tenían por qué llevarse a cabo. El mar era espejo de un cielo protector, apacible, y no un monstruo que tragaba vidas. Las bestias salvajes y los animales domésticos miraban al mundo infante con ojos llenos de complacencia, con una ternura casi humana. La casa del Padre estaba sobre una colina alta; un paraíso naciente la rodeaba. El mundo niño tendría que ir extendiendo ese paraíso a medida que se hiciera hombre. Pero entonces algo muy triste sucedió. El mayordomo a quien su Padre le había encomendado el cuidado del parque y las tierras adyacentes, se rebeló contra el legítimo dueño. Un día, cuando el niño despertó, se sorprendió al ver un alto muro de piedra que dividía los campos solariegos. El enemigo había fijado un límite a la tierra que pretendía dominar y se había proclamado rey de esa comarca. Cualquiera que pusiera los pies en ella tendría que ser su súbdito, o simplemente su esclavo. En la última conversación que Dios tuvo con el contrincante se estipularon ciertos términos para sobrellevar la enojosa situación hasta que llegara el momento de definirla: 1-Ninguno de los dos amos entraría en la tierra del contrario para raptar un súbdito o forzarlo a salir. Los que quisieran cambiar de condición tendrían que hacerlo por su propia iniciativa. 2-Sólo abandonando voluntariamente su lugar podría alguien entrar en la comarca del otro amo como refugiado y ser contado entre sus siervos. 3-Estos términos se respectarían durante un largo plazo a fin de que cada uno demostrara su habilidad para producir un pueblo satisfecho. El mayordomo infiel estaba en gran inferioridad de condiciones, porque no tenía la capacidad natural de la reproducción. Para tener un heredero necesitaba apoderarse de algún hijo ajeno y adoptarlo. Codiciosamente puso sus ojos en el niño que estaba creciendo en el jardín del primitivo dueño de la tierra. Empezó a acercarse al muro divisorio y a hablarle persuasivamente invitándolo a transponer el límite. Al mismo tiempo, comenzó a lanzar dardos de duda y aguijones de descontento hacia su corazón. El adversario nunca le había dado al niño ni siquiera una fruta, y jamás había tenido un gesto de bondad para con él; pero a pesar de eso logró inspirarle una falsa confianza. Posando de buen informante le advirtió que, permaneciendo en la casa de su Padre estaría privado de conocer la verdadera vida, llena de placeres y atractivos, que podía encontrar afuera. El mundo niño, confiando en su propio entendimiento, sin requerir el consejo de su progenitor, saltó el muro de piedra y temerariamente lo siguió. El astuto contrincante lo llevó de la mano zigzagueando, a fin de que no recordara cuán simple era el camino de vuelta. Luego lo introdujo en una casa grande, oscura y fría donde le hizo conocer los severos dolores del hambre y el tormento de la sed. Recibió golpes, y creció en condiciones adversas que enfermaron sus nervios y deformaron su punto de vista acerca de la vida y de las cosas. El hogar paterno estaba a tal altura que desde allí se podía abarcar el valle con la mirada. Dios no perdía de vista la casa del adversario donde su hijo estaba prisionero. Con pena, lo veía crecer y lo veía sufrir, rondando los alrededores, haciendo los trabajos más

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ duros de sol a sol, Entraba y salía de la tétrica casona con enormes pesos que encorvaban su espalda. Rara vez levantaba los ojos al cielo o se detenía a mirar a la distancia el hogar que había abandonado. De acuerdo a las estipulaciones, el Padre no debía entrar a la tierra usurpada por el mayordomo rebelde para apoderarse de su hijo y traerlo de vuelta a casa. Sólo le cabía esperar que algún día su corazón lo impulsara a volver. Envió muchos mensajeros que a intervalos hablaran alto desde el muro acerca de las bendiciones que le esperaban si retornaba al hogar del Padre. Pero el joven extraviado había pasado tantos años en humillante esclavitud, que había llegado creer que esa era la manera normal de vivir. El lenguaje grosero que se hablaba en la casa de su amo se le había convertido en un hábito, y ahora las palabras hermosas y llenas de sabiduría en los mensajes de su Padre le sonaban extrañas. Ya no creía, ya no entendía, que la vida pudiera ser absolutamente pacífica y feliz en otro lugar. El tiempo siguió transcurriendo lentamente. Casi sin saber por qué, obedeciendo a una íntima atracción, el pobre esclavo empezó a trabajar cerca del muro de piedra que dividía las dos posesiones en conflicto Mientras araba o arrancaba abrojos y matas espinosas, los mensajeros de su Padre concurrían cada vez con más frecuencia a hablarle desde el lado opuesto. Esta obra de paciencia y amor llevó mucho tiempo, pero al fin, cuando ya había llegado a la edad adulta, volvió a tener conciencia de lo que había oído en su niñez, cuando apoyaba la cabeza sobre las rodillas de Dios. En actitud suplicante, extendió los brazos pidiendo que los mensajeros lo ayudaran cuando escalara el muro de piedras puntiagudas. Magullado y sangrante, dejó atrás el límite que lo liberaba de la odiosa esclavitud. Los servidores de la casa paterna lo guiaron a un lago donde lavó sus heridas. Le dieron ropa limpia y lo escoltaron hasta la presencia de su Padre que por tanto tiempo lo había esperado. Adentro, todo era música y alegría. Enormes lámparas estaban encendidas en la sala para iluminar el reencuentro. Amiguito, la humanidad ha crecido. Ya no es un niño engañado que corre tras un espejismo que terminará en graves desilusiones. Ahora está de vuelta después de muchas amargas comprobaciones; es un esclavo doliente, ensangrentado, que quiere liberarse. Lamentablemente, toda la raza humana no está lista para responder como un solo hombre y volver a la casa de Dios; pero es necesario que todos los vivientes tengan la oportunidad de decidir por sí mismos. Los que hemos escapado ya de la custodia del enemigo, hemos lavado nuestras magulladuras en el agua de la verdad, y nos hemos puesto la ropa limpia de la personalidad cristiana, debemos asomarnos continuamente sobre la muralla de piedra para continuar gritando los mensajes de Dios. Muchos seguirán respondiendo desde el otro lado. ¡Qué lección duramente aprendida nos da la trayectoria de la humanidad! ¡Cuánto dolor, violencia y sangre se podrían haber ahorrado si el mundo niño no hubiera escuchado la voz de un intruso, ese adversario que tiene el nombre más escarnecido, más despreciable en cualquier idioma que exista! Permíteme una reflexión más: Nunca escuches la voz de los extraños cuando intenten apartarte de tus padres y del hogar que te vio nacer, ni permitas jamás que alguien te aleje de la casa del Padre celestial, el Autor de la vida. En ambos casos, podrías perder el sentido de orientación en el confuso laberinto en que te llevan, y no volver nunca a encontrar el camino del regreso. Desde que naciste has visto a la gente grande demasiado seria casi todo el tiempo. Cuesta creer que un día no lejano van a sonreír casi todo el tiempo. Hablan mucho de oriente y occidente, de inflación, de escasez y carestía, de nuevas armas mortíferas, de

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Tiempo de reunir piedras ___________________________________________________________________________________________________ enfermedades raras. No es necesario que entiendas todo eso. Basta con saber que, como dijo Jesús, “toda planta que mi Padre celestial no plantó será desarraigada”. Tú no vas a envejecer en este sistema, ni vas a estar entre los que tratan de amortiguar los golpes sorpresivos de la muerte obteniendo seguros de vida, pagando su entierro por anticipado, y manteniendo en buenas condiciones el panteón de la familia. Tienes la bendición de pertenecer a la generación que está creciendo en los mismos umbrales del Nuevo Orden prometido. Hay un lugar señalado para ti en los arreglos de Dios, como lo hubo en el pasado para Samuel, Josías, Jeremías, y tantos otros tornillitos confiables. El mundo que nos rodea no tiene recuperación, es una máquina malograda que fue manejada sin sabiduría y nutrida con mal combustible. Cuando se le gastó el aceite del amor no lo repusieron, y la continua fricción hizo estragos. ¿Qué se puede hacer con una máquina deteriorada? Por lo general es desarmada y si hay algo rescatable se guarda para uso futuro. Probablemente ninguna de sus piezas pueda ser usada en otro modelo de máquina; simplemente serán fundidas. Aunque no haya razón para guardar otras cosas, con seguridad que el que la desarma guardará los tornillos, si no están demasiado torcidos ni demasiado herrumbrados. Mientras el mundo se convierte en material de fundición, sigue firme en el lugar que Dios te dio. Eso es lo que se espera de un buen tornillo dispuesto a cumplir con su propósito. No te dejes herrumbrar por el ocio ni torcer por la delincuencia. Aunque hoy, algunas circunstancias que no es posible cambiar nos alejen por un tiempo, volveremos a encontrarnos bajo un cielo sin amenazas para seguir hablando de las cosas que le hacen bien al corazón. Jamás dudes del interés personal que Jehová tiene en tu supervivencia. En el versículo 8 del primer capítulo del Libro de Malaquías en la Biblia, Dios nos hace ver que sería absurdo llevarle a un rey un regalo miserable. Tu valiosa juventud, a la que ningún tasador podría asignarle precio en las cifras relativas del dinero ni en los quilates del oro, será una ofrenda digna del Rey Supremo. Jehová quiere que estés en la fiesta de inauguración del Nuevo Orden, la cual será completamente distinta, más brillante y llena de júbilo, y con muchos más invitados que la que Adán disfrutó. Tenemos que encontrarnos allí. Es una cita de honor. ¡No lo olvides, Tornillito!

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