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TIEMPOS DE AVIVAMIENTO “Orden de bendecir” Deuteronomio 23: 3 “No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre, 4por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte. 5Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba” Introducción. El pueblo de Dios había sido sacado de la esclavitud que habían soportado en Egipto con mano fuerte y grandes prodigios de parte de Dios, para dirigirles a la tierra que cinco siglos atrás le había prometido a Abraham que daría a su descendencia. Dios nunca se olvida de una promesa, Dios es fiel y cumplirá lo que ha dicho siempre. Para lograrlo, abrió Dios el mar Rojo para que Su pueblo pasase en seco, y dejando a los egipcios que los perseguían sepultados en el fondo del agua. Les hizo caminar por el desierto mostrando cada día Su grandeza para con ellos. Les dio a comer pan del cielo y agua de la roca les hizo beber. Asombrosos milagros fueron vistos durante todo ese tiempo, la mano poderosa de Dios estaba con ellos todos los días. Ellos eran los descendientes de Su amigo Abraham con quien había hecho pacto varios siglos atrás, eran los herederos de la promesa de vivir en una tierra magnífica y ser bendición de toda la tierra. Y caminaron por el desierto por cuarenta años, pero su peregrinar había llegado a su fin. Llegaron a los campos de Moab, junto al río Jordán, frente a Jericó y allí acamparon, esperaban las instrucciones de Dios para entrar finalmente a conquistar la tierra que le había prometido a Abraham su patriarca. Que formidable es saber que las escrituras al narrar toda aquella historia, aunque perfectamente verdadera, en realidad está hablando de nosotros. Dicen las escrituras que todo lo que vivió su pueblo y que está relatado en el Antiguo Testamento, es figura y sombra de las cosas espirituales que Dios haría con nosotros. Sí, nosotros somos el pueblo de Dios que hemos salido de la esclavitud del pecado y del mundo, con mano poderosa de Dios y grandes milagros. Somos nosotros con quien Dios va todos los días en tanto que caminamos por este desierto terrenal hacia la gran promesa de salvación y vida eterna. Dios está con nosotros todos los días y nos ha provisto: El pan del cielo que es Jesús y el agua de la roca, Su Espíritu Santo. Y claro está, somos herederos de un mejor pacto que los judíos. Aquel pueblo era heredero de un pacto que Dios había hecho con Abraham Su amigo, pero nosotros somos herederos de un mejor pacto hecho mediante nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Y si Dios fue fiel con los judíos debido al pacto que había hecho con Abraham, su amigo; mucho más será fiel con nosotros por medio del pacto hecho por medio de Su hijo Jesucristo.

Por Rubén Álvarez- Alcance Izcalli

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Si Dios iba con ellos todos los días mostrándoles Su favor para con ellos con grandes milagros y provisión sobrenatural, mucho más lo hará hoy día con nosotros, Su pueblo. Si, en efecto, la Iglesia desde que el Espíritu Santo fue derramado aquel glorioso día de Pentecostés, empezó a vivir una vida sobrenatural en esta tierra. La Iglesia no es un grupo de personas que siguen una serie de mandamientos y reglas; de ninguna manera el cristianismo es un estilo superior de vida, mucho menos una serie de buenos hábitos y sabios consejos psicológicos para tener una buena vida. La vida de un hijo de Dios que ha sido lleno del Espíritu Santo es una vida sobrenatural, llena de milagros y prodigios. Es el pan de los hijos, dijo Jesús. Es nuestro pan diario los milagros, las sanidades, vivir sobrenaturalmente. Pues bien, la biblia nos informa de un rey, rey de los moabitas, que se preocupó muchísimo al ver el numerosísimo pueblo que acampaba cerca de sus ciudades. Además conocía todos los hechos asombrosos por los cuales Israel había vencido a sus enemigos, entre ellos a la gran nación de Egipto. Balac sabía que la bendición de Dios reposaba sobre aquel pueblo, por lo cual eran invencibles. Entonces decidió contratar a un poderoso profeta que habitaba en Mesopotamia, en la región donde originalmente vivía Abram con su padre, para que viniera a maldecir a ese gran pueblo que acampaba cerca de sus ciudades y entonces poder enfrentarles y vencerles. El rey Balac reconocía en el profeta Balaam un poder sobrenatural: “Yo sé que a quien tú bendigas será bendito, y a quien tú maldigas será maldito”, le dijo.

Números 22: 6 “Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo,

porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito” Por tanto envió mensajeros para hacerle saber lo que

quería, así como que sería altamente recompensado. Balam pidió dirección de Dios aquella noche y Dios le dijo: Números 22: 12 “Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es”. Muchos enemigos hay a nuestro alrededor que quieren maldecirte a fin de quitarte la victoria que te ha sido dada, pero Dios sigue diciendo hoy mismo: “¡No maldigan a mi pueblo, porque bendito es!” Aleluya. Pero el rey Balac insistió y aún incrementó la recompensa a cambio de que Balaam fuera a Moab a maldecir a Israel. El profeta contestó: “Aunque me dieras tu palacio lleno de oro y plata, no puedo traspasar la Palabra de Jehová”, sin embargo volveré a consultarlo. El profeta Balam ya había sido enganchado con aquella oferta extraordinaria. Finalmente el profeta Balaam fue hacia Moab, donde el rey lo esperaba con ansias. Le llevó a lo alto de un monte desde donde podría verse parte del campamento de Israel, y desde allí le dijo que lo maldijera, pero cuando Balaam estaba listo para soltar alguna maldición, Dios vino a Su boca y pronunció solo palabras de bendición para ellos. El rey Balac, enojado, lo llevó a un segundo monte, desde donde también podría verse otra parte del campamento, y nuevamente el profeta Balaam no pudo maldecir porque Dios cambiaba toda la maldición por bendición. Lo llevó a un tercer monte, pero otra vez la bendición de Dios se impuso ante el deseo de maldecir. Dios cambió una y otra vez la maldición de sus enemigos por bendición. Aleluya.

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DESARROLLO 1. Benditos de Dios. ¡Qué maravilloso es escuchar la voz de Dios diciendo: Mi pueblo es bendito! Ahora bien, quisiera que imaginaran por un momento aquella escena: Un número grande personas; hombres, mujeres, niños; acampando confiados y tranquilos en aquel valle esperando recibir instrucciones de Dios, mientras que en los montes, un grupo de personas, entre ellas un poderoso profeta, secretamente se disponían a maldecirles. Ellos no estaban enterados de lo que sucedía, no sabían que estaban en peligro; pero Dios peleaba a favor de ellos, por razones del pacto que tenía establecido con Su amigo Abraham. Ahora bien, quisiera que comprendiéramos que todo lo que la Palabra de Dios nos dice en el antiguo testamento, toda la historia del pueblo de Dios, Israel, perfectamente verdadera, es figura y sombra de las cosas espirituales que ocurren en realidad pero que no se ven. Creo que a nuestro alrededor siempre hay enemigos, algunos en la carne y otros espíritus de demonios que nos odian y quieren nuestro mal. Somos causa de envidia delante de muchas personas. Ven tu familia unida, prosperando, gozosa, expectante de todavía un mejor futuro. Entonces arden de envidia, no lo soportan, eres un pedante para ellos, creído, presumido, etc. Entonces quieren que te vaya mal, te lanzan maldiciones secretamente y otras abiertamente, buscan hacerte brujería, contratan a algún brujo que les haga un trabajito en tu contra. Lo más seguro es que tú ni siquiera estés enterado de lo que sucede y de que tanto te odian, tu por tu parte estás confiando esperando nuevas instrucciones de Dios para conquistar nuevos horizontes y expandir el Reino de Dios en todas tus fronteras. Pero debes saber que Dios está al tanto de todo, sabe muy bien todas las artimañas con las cuales quieren descarrilarte del bien y la misericordia de Suya. Entonces Dios pelea por ti, tu ni lo sabes, pero Él despliega Su brazo, alza Su voz y cambia toda maldición de tus enemigos por bendición. Dios dice: “No maldigas a mi hijo porque es bendito”. Aquellos hombres, mujeres y niños que acampaban tranquilos junto a los campos de Moab esperando instrucciones de Dios, no era gente que hubiera sido de un gran comportamiento o que hubieran llamado la atención de Dios por sus hechos valerosos; sino que eran benditos de Dios solo por ser descendientes de Abraham con quien Dios había hecho pacto de bendición y llevaban en sus cuerpos la señal del pacto con Dios en la circuncisión. Y tú y yo, no somos benditos de Dios por nuestro excelente comportamiento o por nuestro enorme valor sino por la fe en Jesús, en Su sacrificio y en Su salvación. Es porque llevamos en nuestro corazón la señal del nuevo pacto, al Espíritu de Dios viviendo en nosotros. Es por la fe en Jesús, dicen las escrituras, que somos hechos Hijos de Dios y herederos de la bendición en Cristo Jesús. Aquel pueblo gozaba de la bendición por la herencia de Abraham, pero nosotros por la herencia en Cristo Jesús. Así que puedes decir con plena confianza: ¡Yo soy un bendito de Dios! ¿Y hasta dónde alcanza la bendición?

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Salmos 121 “Alzaré mis ojos a los montes;

¿De dónde vendrá mi socorro? 2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. 3

No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. 5

Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. 7

Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. 8 Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre” Salmos 37: 22 “Porque los benditos de él heredarán la tierra;

Y los malditos de él serán destruido”

Salmos 115:9 “Oh Israel, confía en Jehová;

El es tu ayuda y tu escudo. 10 Casa de Aarón, confiad en Jehová; El es vuestra ayuda y vuestro escudo. 11 Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová; El es vuestra ayuda y vuestro escudo. 12

Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá; Bendecirá a la casa de Israel; Bendecirá a la casa de Aarón. 13 Bendecirá a los que temen a Jehová, A pequeños y a grandes. 14

Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; Sobre vosotros y sobre vuestros hijos. 15 Benditos vosotros de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra”

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Isaías 65: 23 “No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. 24Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído” Proverbios 10: 22 “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella” Éxodo 23: 25 “Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. 26No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días. 27Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos” ¡Aleluya!, esto es bendición. Salud, riquezas, no trabajar en vano, protección diaria de Dios, tierras por heredad, libertad, gozo, familias unidas. La bendición de Dios no se queda solo en nosotros sino que traspasa hasta nuestras generaciones. Hijos, nietos, bisnietos serán de bendición. 2. Orden de bendición. El gran profeta Balaam, atraído por el dinero prometido por el rey Balac, acudió con él con la intensión de maldecir al pueblo, pero siendo profeta, no podía hablar por su cuenta sino que la Palabra de Dios es la que pronunciaría. Así que dijo:

Números 23: 19 “Dios no es hombre, para que mienta,

Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? 20 He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla” El rey Balac sabía que lo que Balaam maldijera sería maldito y lo que bendijera sería bendito porque era profeta de Dios. Pues llegó el momento y Balaam dijo: “He recibido orden de bendecir y no podré revolcarla” Y quiero que sepas que yo he recibido orden de bendecirte este día. Dios quiere aumentar Su bendición sobre tu vida, desea que vivas muchos días en Su bendición. No te alejes de Dios para que esta bendición siga permaneciendo en ti. El pueblo de Dios después de esto, se unió con los moabitas en actos sexuales y hasta adoraron a sus dioses por lo cual, la maldición que Dios había evitado para ellos, les

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llegó. ¿Por qué habrías de vivir en maldición si Dios hasta está dispuesto a pelear por ti? Deja la insensatez y obedece a Dios. Yo no he recibido orden de maldecir a nadie, ni de juzgar a nadie; sino de reconciliarles con Dios mediante el sacrificio de Jesús y entonces bendecirles. Tú eres también un hijo de bendición que ha recibido orden de bendecir, no de juzgar, ni de maldecir a nadie. Así que usa la unción del Espíritu para bendecir.

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