TRABAJO Y DERECHO EN EL PROCESO, DE FRANZ KAFKA

TRABAJO Y DERECHO EN “EL PROCESO”, DE FRANZ KAFKA. FRANCISCO ALEMÁN PÁEZ1. “La justicia no olvida nunca/… debe estar inmóvil pues de lo contrario la b

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TRABAJO Y DERECHO EN “EL PROCESO”, DE FRANZ KAFKA. FRANCISCO ALEMÁN PÁEZ1. “La justicia no olvida nunca/… debe estar inmóvil pues de lo contrario la balanza oscila y no puede pesar con exactitud”/ “Frente a un tribunal ninguna prueba es válida; pero otra cosa son las pruebas que se encuentran en forma no oficial, sino oficiosa, en los pasillos, en las salas de deliberaciones”/ “La sentencia no se dicta de repente: el proceso se convierte poco a poco en sentencia/ “Sufrir un proceso es casi haberlo perdido” (“El proceso”2)

SUMARIO: 1.- Introducción; 2. Franz Kafka. Unas aproximaciones iniciales de su singularidad literaria, contextual y biográfica. //3. Trabajo y derecho en “El Proceso” de Kafka. 3.1. Resumen y eje argumental; 3.2. Recursos literarios y aspectos generales; 3.3. Categorías iuslaborales plasmadas en la novela; 4. Unas consideraciones críticas y conclusivas sobre la actualidad del mensaje literario de Kafka. 1. INTRODUCCIÓN. 1. Una de las claves didácticas que debe resolver el profesor universitario estriba en la elección de las herramientas de cada proyecto pedagógico. Como sabemos el EEES abrió una senda de renovación docente universitaria suscitando, con ello mismo, un proceso reflexivo del papel de cada recurso para mejorar la calidad de la formación superior y la excelencia de la misma. Las conexiones entre los métodos de aprendizaje (“training”) y el conocimiento de las materias jurídicas (“learning”) seguirá acrecentando el debate profesoral e institucional, entre otras cosas, por los defectos de implementación “cuantitofrénica” del proceso Bolonia, la reducción de los Grados a tres años y el mercantilismo devaluador de la Universidad Pública a corto y medio plazo. Sin embargo, no se trata de diversificar “in extenso” una panoplia de herramientas operacionalizadas matemáticamente en las Guías de curso, máxime cuando éstas se confeccionan mediante inercias emuladoras o de mera cumplimentación formal. Se trata, más bien, de seleccionar los recursos más adecuados y con mayores potencialidades formativas y motivacionales. De descuidarse ello, transformamos la formación en instrucción diluyendo aún más la universidad en el océano de “ritos de paso” que hace gala la “sociedad informacional del conocimiento credencializado”. Las obras literarias de contenido social participan precisamente de la doble vertiente pro-activa y formativa que propende el EEES. La lectura de dichos materiales conforme a unas instrucciones metodológicas, el acierto en la elección de los títulos y la correcta inserción didáctica de los mismos reverdece el eslogan de “aprender a aprender” tan auspiciado por el proceso Bolonia. Pero más allá del cacareado eslogan, interesa enhebrarlo con este otro: “enseñar deleitando y deleitar enseñando”. Trabar, en                                                                                                                         1

Catedrático de Derecho del Trabajo ([email protected]). El presente artículo es una versión más extensa de un estudio análogo contenido en una obra doctrinal colectiva sobre el “Derecho del Trabajo en la Literatura”, coordinada por los profesores Luján Alcaraz y Baviera Puig (en prensa). 2 Ed. Planeta, Colección Clásicos Universales, Barcelona, 1991, pp. 159-146, 151, y 97, respectivamente. Las sucesivas citas, cuando tengan lugar en el texto comentado, irán referidas a dicha edición.

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fin, la dialéctica formación/ educación, y alejar el papel meramente instructivo de la docencia jurídica. Un papel, esto es, que gana terreno cuando los enfoques didácticos circunvalan acríticamente la exposición de un abigarrado puzle de piezas normativas que, además, se hipertrofian mediante incesantes pulsiones reformistas. Como sabemos, el trabajo es una constante histórica del género humano y un gozne vertebrador de la vida en sociedad, por tanto las valoraciones de dicho anclaje es una consecuencia concomitante de dicha dialéctica, cuya lógica da lugar a multiformes maneras de evaluación, expresión y exteriorización. En efecto, la vida se desenvuelve en derredor de los escenarios sociales y ocupacionales, y el trabajo constituye un pilar seminal para la existencia de cada sujeto y la subsistencia material del mismo; por consiguiente la significación y problematización de tales elementos terminan exteriorizándose, de uno u otro modo, en toda la gama de medios de expresión artística existentes en cada contexto y cada época. La creatividad, la imaginación y la abstracción simbólica son potentes lenguajes de comunicación individual y colectiva, y todos los sujetos, independientemente de sus respectivas capacidades y posibilidades creativas, están en disposición de exteriorizar sus visiones particulares y sensitivas de la existencia a través del arte. Los canales de expresión y comunicación resultan ser, también, apoyaturas canalizadoras de los compromisos políticos, sociales y éticos. La poesía, bien lo aseveraba Celaya, es un “arma cargada de futuro”, por ello mismo el arte y sus creadores han sido, y seguirán siéndolo, actores incómodos y, por ende, objetos de crítica o de persecución política inclusive. Obviamente manejamos aspectos henchidos de potencialidades proyectivas pues, más allá de representar cauces vitales de expresión y comunicación, son terrenos que dejan constancia del posicionamiento de cada sujeto, tengan un sentido ora ideográfico, “ideario” o ideológico. Eso sí, son disposiciones de índole personal y naturaleza contingente pues al final el nivel de concreción de dichas variables enhebra un acto de voluntad (intencionalidad y compromiso decidido) y de representación (medio artístico e impacto real del mensaje) trenzado entre el objeto sensitivo y el sujeto creador pensante3. 2. Como decíamos, los códigos laborales han tenido, y seguirán teniendo, fértiles focos de exteriorización artística, no en vano las expresiones “cine social”, “poesía o literatura social” son claros exponentes de dicho maridaje. Cosa distinta es que hayamos explotado las oportunidades analíticas que brindan tales cauces, sea ello como atalayas completivas de reflexión teórica o como apoyaturas didácticas para la docencia de                                                                                                                         3

Vid. Schopenhauer A. “El mundo como voluntad y como representación”, Ed. Akal, Madrid, 2005, p. 31. A fin de cuentas, la creación artística viene a ser un estado del alma que suspende todos los movimientos en pro de lo sublime. En efecto, y como aseverara Burke, es el poder de la sublimación lo que anticipa a ésta del razonamiento, apresándonos (“Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y lo bello”, trad. de Juan de la Dehesa, Colegio de Aparejadores y Arquitectos de Murcia, 1985). La creación artística, sea pictórica, estética o literaria, ejerce una pulsión primero inconsciente y de seguido atrayente, “con-turbable”, incluso irresistible, llegado el caso. Por tanto la estupefacción o conturbación son una consecuencia sublimada cuyos signos se exteriorizan en significaciones de respeto, admiración o reverencia. Para profundizar en el significado ontológico de las manifestaciones artísticas, vid Von Shelling “Filosofía del arte”, Tecnos, Madrid, 2012.

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nuestra disciplina. No es baladí que la doctrina más autorizada avanzase las conexiones de la fenomenología iuslaboral con la creatividad artística. Los Maestros de la Villa Gil y Montoya Melgar, por ejemplo, han dado buenos testimonios de las vinculaciones de nuestra materia, y del Derecho mismo, con el arte y la creación poiética4. Incluso disponemos de ejemplos que han recabado los resortes iuslaborales como vías de reflexión y recreación literaria5. El lenguaje, a fin de cuentas, no es materia inerte sino creación humana y de-construcción hermenéutica, y en ambos sentidos los estudios literarios y jurídicos comparten un terreno común de “afinalidades Kantianas”, visto además el concepto “littera” como: cultivar colectivamente el arte de leer y escribir. Entre las manifestaciones de expresión artística aplicadas a la docencia de la rama social del derecho, el cine parece haber encontrado un fértil terreno de experimentación didáctica. En efecto, disponemos de publicaciones y estudios doctrinales que integran la filmografía de contenido social a los programas docentes de nuestra asignatura6, sin embargo los avances en dicho ámbito contrastan con la “literaturización” del trabajo. Pues bien, este artículo propende contribuir modestamente a la línea de explotación didáctico-reflexiva antedicha. La literatura está llena de títulos y escenarios laborales, por ello mismo las imbricaciones del Derecho del trabajo en la literatura también encierra un interesante poso reflexivo y de posibilidades didácticas. Visto además desde el prisma del EEES, la explotación de tales recursos demuestra, entre otros aspectos, que el placer y la utilidad no son términos antitéticos en la docencia de nivel terciario superior; al revés, forman un nexo fértil y abierto de experimentación didáctica. Nuestras reflexiones y apuestas metodológicas la realizaremos a través de un singular autor y una no menos singular obra: “El Proceso”, de Franz Kafka. Sería osado propender novedades respecto de dicha novela, dadas las abultadísimas publicaciones existentes7, muchas de ellas además en el ámbito jurídico merced a las                                                                                                                         4

Así, y respectivamente: “Discurso Académico de Investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca”, Universidad de Salamanca, 2009, en espec. pp. 28 a 62; “El Derecho del Trabajo en la literatura y el arte”, Ed. Cívitas, Madrid, 1995. Del primer autor, también contamos con una singularísima exposición reflexiva de la literatura y muy sentidos homenajes poiéticos a discípulos suyos y profesores del iuslaboralismo Español, en LEV “Hojas de Hiedra”, Eds. Primor, Madrid, 2010. 5   P.ej. “El Derecho del trabajo según Sancho Panza”, de Gianni Loy, Eds. Cinca y Fundación Largo Caballero, Madrid, 2009; o nuestra obra “Sistema de contingencias I”, Ed. Reus, Colección Prosas y Versos para Juristas, Madrid, 2011. 6 Particularmente avanzamos tal pauta de acción en: “El cine como recurso didáctico en la enseñanza de la rama social del derecho. Un estudio de caso y propuestas metodológicas”, RDS nº 63, 2013, y en el manual “Materiales prácticos y recursos didácticos para la enseñanza del Derecho del trabajo las políticas sociolaborales”, Dir. Alemán Páez, Ed. Tecnos, 2013, en espec. Cap. I y VI; ambas publicaciones recogen un apéndice bibliográfico del cine como recurso pedagógico. Véase también la obra colectiva “El Derecho del Trabajo en el Cine”, Coords. Luján Alcaraz J. y Arias Domínguez A. Ed. Laborum, Murcia, 2015, con una treintena de comentarios de películas realizados por profesores y especialistas del iuslaboralismo. 7   Para G. Steiner, por ejemplo, no es plausible decir nada nuevo sobre esta novela, en “Notas sobre El Proceso de Kafka”, en “Pasión intacta” (ensayos 1978-1995), trad de Gutiérrez M y Castejón E., Ed. Siruela, 1997. Empero, y entre la amplísima literatura existente, vid por todos, tres importantes trabajos: el de Lorenzo Silva “El derecho en la obra de Kafka”, Ed. Rey Lear, 2008; el ensayo de W. Benjamín: “Dos iluminaciones sobre Kafka”, en “Imaginación y sociedad (Iluminaciones I)”, Trad. de Jesús Aguirre,

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instituciones rituarias plasmadas en tal obra, sin embargo han sido muchas las razones que nos han movido a escogerla. Más adelante desglosaremos tales motivos pero adelantaré en este momento la gran implicación de Kafka con los derechos de los trabajadores. Según veremos, nuestro escritor estudió la licenciatura de derecho y se doctoró en leyes, luego trabajó en los tribunales del orden civil y penal, y de seguido laboró en entidades que gestionaban las prestaciones por accidentes y enfermedades profesionales, justo además en una época de intensas tensiones históricas (primera guerra mundial) y abruptas transformaciones socio-industriales. Muchos hemos leído a tan conocido (y poco entendido) escritor, sin embargo las re-lecturas siempre coligen aspectos nuevos o no deparados con anterioridad. También las interpretaciones de madurez ofrecen ideas y reflexiones novedosas y enriquecedoras; hallazgos todos que, en nuestro caso, hemos podido vislumbrar, y propendido verter, modestamente, a lo largo de estas páginas. 2. FRANZ KAFKA. UNAS APROXIMACIONES INICIALES SINGULARIDAD LITERARIA, CONTEXTUAL Y BIOGRÁFICA.

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1. El autor y la obra escogida para este trabajo son sobradamente conocidos en la historia de la literatura e incluso filosóficamente. Según veremos, el Proceso fue escrito en los años 1914-1915, y debemos su legado a Max Brod, otro escritor y buen amigo de facultad que, por suerte para la historiografía literaria, incumplió el deseo testamentario de Kafka de que quemara la mayor parte de sus obras8. Todos somos conscientes de la grandiosidad de dicho autor, de su simbolismo literario y de las grandísimas particularidades de su escritura. Tan es así que se recaba su nombre cuando rubricamos en mayestático los vericuetos de “lo absurdo”. Cabría extender dicho adjetivo al hecho que no viese el éxito en vida, y que su obra, en puridad novelas cortas llenas de parábolas reflexivas, no tuviere el éxito de ventas ni el reconocimiento que hoy tiene9. Como adelantamos antes, fueron muchos los motivos que nos llevaron a esta elección. El primero ya ha sido expuesto y estriba en el deseo de utilizar estas reflexiones como un recurso didáctico más de la docencia de nuestra asignatura. El cine y la literatura                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             Ed, Taurus, Madrid, 1991; y el libro “Kafka. Por una literatura menor”, de Deleuze G y Gualtiari I., Eds. Era S.A, México, 1978, cuya obra puede accederse a través de internet en: http://es.scribd.com/doc/22574172/Deleuze-Guattari-Kafka-Por-Una-Literatura-Menor#scrib   8

En efecto, Kafka dejó escrito a Mad Brox lo siguiente: “Aquí está, querido Max, el último favor que te pido: todo lo que pueda encontrarse en lo que dejo tras de mí (en mi biblioteca, en mi armario, en la mesa del despacho, en la oficina o en cualquier otro sitio), me refiero a cuadernos, manuscritos, cartas personales o no, etc., debe ser quemado sin excepción ninguna y sin leerlo. También todo lo que tú tengas mío: notas, escritos. Lo que tengan otros se los pedirás. Si no te lo quieren devolver, por lo menos trata que lo quemen. Tuyo de corazón”. Los Kafkólogos suelen colacionar el espíritu perfeccionista de Kafka para dar sentido a aquel deseo póstumo, que, por suerte para la historiografía literaria, fue incumplido por su amigo. En vida, Kafka ya le participó tal deseo, al que Max Brod espetó: “Si piensas seriamente que seré capaz de hacerlo, te digo desde ahora que no lo haré”. En el prólogo a la primera edición del Proceso manifestaría dicho extremo para justificar fraternalmente el incumplimiento de tales deseos. 9 Según sentenciara Rudolf Thomas en un artículo publicado por dicho crítico en el “Pragertagblatt” (periódico local) cuando se editó “Un médico rural” en 1920, Kafka “sólo era conocido por un pequeño grupo de fieles lectores”.

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están llenos de ideografías iuslaborales y dicho libro retrata el “lado oscuro”10 que frecuentemente late en las relaciones profesionales. Preferimos, pues, una gran obra, o más bien una “obra de arte”, considerando, esto es, su capacidad de conturbación, sus resistencias al tiempo y a la crítica y la extraordinaria lucidez imaginativa de nuestro autor cuando metaforiza lo oscuro, las bajezas de la condición humana; el infierno contenido. Las segundas razones se enhebran con la vertiente didáctica de este ensayo. El quehacer literario, y la semiología literaria misma, son un reflejo del contexto social, cultural e histórico que envuelven a cada autor y su obra, y en ese sentido el Proceso abre grandes vertientes didácticas para la docencia iuslaboralista. Franz Kafka estudió leyes, se doctoró en Derecho, fue pasante en los tribunales civiles y penales de Praga, y ocupó un puesto de alto funcionario en un instituto de seguros sociales, donde gestionaba las contingencias de los trabajadores y los partes de enfermedad y defunción por incumplimiento de las medidas de seguridad e higiene. Estas circunstancias se literaturizan en toda la obra de Kafka, y muy particularmente en El Proceso, lo que, como digo, transfiere al alumno fértiles inferencias apreciativas desde su plasmación en los códigos lingüísticos, descriptivos e incluso jurídicos del libro11. Cuando fue escrito, la ciudad de Praga ya era uno de los principales focos culturales, intelectuales y espirituales de la historia Europea, y ese flujo de tendencias influyeron decisivamente en los escritores congregados en el distrito de Hradschin, Kafka inclusive. Interesa pues rescatar los elementos que propiciaron la aparición de las leyes laborales a raíz de las dimensiones espacio/tiempo de dicha literaturización. A mediados del siglo XIX la contraposición estructural capital/trabajo ya era una realidad ascendente en la Alemania Bohemia. Tras la liberación del campesinado Praga fue un epicentro de oleadas migratorias sin precedentes que, unido al florecimiento de numerosas empresas, pequeñas y medianas, fábricas y grandes industrias, catapultaron una intensa proletarización, fenomenología elevada a premisa para la generalización del trabajo por cuenta ajena. La clase social alta Alemana, orgullosa y consciente de su valía, vivirá en los mejores barrios residenciales de Praga dominando sus centros neurálgicos de poder socioeconómico (propietarios de minas, directores de bancos, inspectores, rectores de universidades, procuradores de la cámara real e imperial, etc). De otra parte, el proletariado checo se ubicará en los suburbios, observando con inquietud su paulatina conversión en clase obrera desplazada de los centros de poder gremial y político. Así pues, los efectos de la industrialización y del progreso técnico, combinados con la segregación por barrios y la opulencia de las clases acomodadas, antagonismo nacionalista checo-alemán inclusive (con paradoja servida: el pueblo                                                                                                                         10

Montoya Melgar A. Prólogo a la obra col. “El derecho del Trabajo en el cine”, cit, p. 12.

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 El Proceso puede además complementarse didácticamente con dos filmes: uno de Orson Welles (1963; https://www.youtube.com/watch?v=gQafXHKPWu0 ) pero sobre todo la película de David Jones (1993; https://www.youtube.com/watch?v=1FrYGaRT4Dc). Este último film (“The Trial”, con diálogos en inglés) lleva al cine una excelente adaptación del libro de Kafka.    

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checo amante del progreso frente a la oligarquía alemana reaccionaria del mismo), catapultaron una dinámica conflictual que prontamente fue regulada por los códigos iuslaborales de la época. Las incipientes consignas del movimiento obrero, con huelgas y manifestaciones a gran escala en pro de la universalización del voto o la reducción de la jornada de trabajo, eclosionaron en Praga normalizando la dialéctica estructural capital/trabajo. Pues bien, todas estas circunstancias fueron vividas intensamente por Kafka y se reflejaron en su legado literario. La tercera causa motivadora de la elección estriba, paradójicamente, en la rabiosa actualidad del discurso Kafkiano, dada, por ejemplo, la normalización de lo absurdo, lo abstruso y lo abyecto en la sociedad Española y los sentimientos de indecencia, impotencia e indignación que desde hace años hegemonizan su discurso político. El Proceso participa de la literatura experimental del período de entreguerras y suele encuadrársele teóricamente en el movimiento existencialista. Al igual que la angustia Kierkegaardiana o la agonía Unamuniana, nuestro autor añade aquí el recurso de la “reductio ad absurdum” para subrayar la alienación resultante de los procesos de masificación y degradación de la personalidad. El escenario tensional, bélico y conflictivo de su época propiciaba la cosificación de “lo humano”, factor trabajo inclusive; del mismo modo, la impotencia y la desesperación servil transmutan las conductas en actitudes falsas, diletantes y acomodaticias. Por tanto la obra de Kafka es un testamento ológrafo de la autoconciencia de lo absurdo, destino que por cierto absorbe al protagonista del Proceso en alienación y soledad. El pasado resulta inamovible y, desde lo pretérito, futuriza una condena sentenciada en presente. Visto lo anterior, la actitud ética debería abrirse paso salvíficamente en pro del (auto)respeto debido, sin embargo cuando la mediocridad, la indignidad y la anomia campean hegemónicamente, y en transmutación sistémico-avalorativa, la estética termina fagocitando a la ética en un jaez de teatralidades y venales pactos sinalagmáticos. Según veremos, la biografía de Kafka colige un espíritu inquieto, pasional, vital, preocupado por la injusticia y deseoso de salud moral, ahora bien, la impotencia alienadora de entreguerras le lleva a significar su existencia (“dasein”) exprimiendo primero el presente y su instante, y, cómo no, haciendo de la literatura su asidero vital. Pues bien, el momento actual no dista mucho, existencial y estructuralmente hablando, del vivido por nuestro escritor. Corrupción, ruindad, clientelismo, servilismo, sultanismo, indignidad, venalidad, arbitrariedad, indignación, vileza, impunidad, ineficacia institucional, degradación, humillaciones, acoso pluriofensivo, miedo, mensajes negativos y chivos expiatorios variopintos (Derecho del trabajo entre ellos) componen una batería apocalíptica de gran poder heurístico y peor poder aniquilador de lo vital en invisible cansancio12. Y todo ello con el abstruso                                                                                                                         12

Como apuntara Gabriel Marcel: “Quien no vive como piensa, acaba pensando como vive”. Conviene asimismo leer sendas obras de Byung-Chul Han: “La sociedad del cansancio” y “La sociedad de la transparencia”, Ed. Herder, Barcelona, 2012 y 2013, respectivamente; en el primer libro aborda, entre otros asuntos, la violencia neuronal, la sociedad disciplinaria en encubierto, las formas de auto-esclavitud, o la pedagogía del mirar.

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contrasentido de estar en nuestras manos las llaves -democráticas/mediocráticas- de las soluciones. Absurdez, pues, de lo absurdo a rango de retruécano y de esperpento Valleinclanesco. 2. Franz Kafka nace en Praga el 3 de julio de 188313. Sus padres, Hermann Kafka y Julie, se conocieron gracias a la mediación de un “satgen”, un casamentero judío que escogió a Hermann entre varios candidatos. Fue el primogénito de dicho matrimonio, del cual nacen otros dos hijos varones, que mueren siendo muy pequeños, y tres hijas (Gabrielle, Valeria y Ottilie) que morirían, todas, en campos de concentración. El matrimonio trabaja codo con codo en un comercio familiar, y se muda repetidas veces por diferentes distritos de Praga. Los biógrafos subrayan el influjo de estos primeros datos biográficos en la trayectoria vital y literaria de Kafka: desde su debilidad física y los problemas psicológicos, sus malas relaciones con el padre14, o los matrimonios que nunca consolidó15. Ciertamente, la escritura de Kafka es una mezcla sugestiva de elementos praguenses y austriacos con magistrales toques nihilistas e intensas reflexiones aforísticas. Del mismo modo, el tratamiento literaturizado de “lo absurdo” proyecta una personalidad perfeccionista, atormentada y negativa que vuelca en la escritura su universo íntimo16.                                                                                                                         13

 Obviamente hay una vasta literatura de nuestro autor, de su obra y de su trayectoria biográfica. Gran parte de ella deviene de los diarios de Kafka y del denso epistolario mantenido con su pequeño círculo de amigos, familiares y relaciones íntimas. Entre estas, puede cotejarse: “Franz Kafka. Cartas a Milena”, trad. de C. Cauger, Ed. Alianza, Madrid, 2015. Para un análisis en profundidad de la biografía de Kafka, vid. “Kafka”, trad. C.F. Grieben, Alianza, Madrid, 1974. Debe asimismo consultarse la obra de Reiner Stach: “Kafka. Los años de las decisiones”, Ed. Siglo XXI, 2003 (trad. Carlos Fortea) ya que apunta un perfil muy distinto del nihilismo existencial atribuido a nuestro autor; desde ese orden de ideas, vid también el ensayo de Bermejo Rubio F. “Franz Kafka. Una biografía decisiva”, Revista de Libros, marzoabril del 2016. Por lo demás, Kafka y la ciudad de Praga formaron un maridaje ineluctable, y desde este binomio podemos colacionar una deliciosa guía de Harald Salfellner: “Franz Kafka y Praga”, trad. de P. Grosschmid, Ed. Vitalis, 2007. 14 En efecto, los biógrafos resaltan las tormentosas relaciones de Kafka con un padre autoritario que menosprecia a su hijo, y en especial su vocación literaria, tiranizándolo emocionalmente hasta los cuarenta años. Prueba de ello es la célebre “Carta al Padre (“Brief an den Vater”), un manuscrito de 103 páginas de 1919 donde manifestaba su malestar con él reprochándole sus abusos y chantajes emocionales. Las cartas se publicaron tras la muerte de nuestro autor (1952) y plasmaron confesiones del siguiente tenor: “Querido padre: Hace poco tiempo me preguntaste por qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no supe qué contestar, en parte por ese miedo que me provocas, y en parte porque son demasiados los detalles que lo fundamentan, muchos más de los que podría expresar cuando hablo. Sé que este intento de contestarte por escrito resultará muy incompleto” (para un examen relacional de las tensiones Edípicas de Kafka y su reflejo literario, vid por todos “Kafka. Por una literatura menor”, Deleuze/ Gualtiari, op, cit, en espec. el Capítulo 2º, pp. 19 y ss).   15 Dentro de las relaciones sentimentales de Kafka, destacan, empero, cuatro nombres. Primero Felice Bauer (años 1913-1917), relación casi epistolar y que se rompe pese a existir un compromiso matrimonial expreso. En la misma línea vino a ser la relación con Milena Jesenska (años 1919-1923), una periodista casada con quien volvió a mantener una relación epistolar y de sesgo platónico. Una tercera relación sentimental fue mantenida con Julie Wohryzek (verano del 1918 hasta noviembre de 1919); también se promete con ella en matrimonio pero vuelve a quebrarse la relación debido a su condición no burguesa. La última relación sentimental de Kafka fue con Dora Diamant. Era una joven periodista de veinticinco años y de religión ortodoxa, y la conoció durante las vacaciones veraniegas de 1923 en una colonia judía; con ella se traslada a Berlín y se aleja definitivamente de su familia para impulsar su carrera; y fue quien acompañó a nuestro escritor hasta la muerte del mismo en el verano de 1924   16 En el prólogo a la primera edición de El Proceso, realizado por el amigo y editor de Kafka, Max Brod, comentaba lo siguiente respecto de su personalidad: “Sus dos testamentos (en relación a otros escritos

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En 1893 asiste al “Staatsgymnasium” (colegio Estatal de enseñanza secundaria) y, una vez superados los exámenes de bachillerato (verano de 1901), empieza en octubre sus estudios superiores en la Deutsche Karl-Ferdinand-Universität zu Prag (Universidad Real e Imperial Alemana Carlos Fernando, de Praga). En esos años ingresa en la “Lese und Redehalle der Deutschen Studenten in Prag” (sala de lectura y debate de los estudiantes alemanes en Praga) donde ya deja constancia de su vocación de escritor. En la Universidad conocerá a Max Brod, con quien mantendría una intensa amistad personal, familiar, intelectual y literaria durante toda su vida. Kafka se matricula primero en químicas pero termina inscribiéndose en la Facultad de Derecho. Los biógrafos destacan su falta de vocación jurídica y la elección del derecho por motivos prácticos. También influyó en ello las presiones del padre, sin embargo escogió dicha carrera por las mayores oportunidades laborales de la formación jurídica pues facilitaba el acceso a un puesto burocrático o funcionarial (“brotberuf”) desde donde desarrollaría su vocación literaria. Como hemos dicho, Kafka es un asceta que huye de la realidad escribiéndose a sí mismo para construir un mundo fantasioso alternativo. Visto el relieve de estas dimensiones biográficas, me detendré en algunos aspectos de su formación jurídica pues, amén de las interesantes comparaciones con la institución académica de aquella época, comprobaremos la plasmación de las experiencias profesionales del mundo jurídico en nuestra novela y la contextualización iuslaboral del escritor. La Universidad Carlos-Fernando se regía por un plan de estudios verdaderamente integral y formativo (no empero “instructivo”, en la línea crítica con la que principiamos este ensayo). Los alumnos de Derecho debían asistir a un seminario de ciencias jurídicas del Estado, donde cursaban estudios de jurisprudencia (ocho semestres) y asignaturas troncales relacionadas con el derecho romano, la historia del derecho alemán o el derecho canónico. El plan académico también integraba estudios de filosofía, y Kafka tuvo un alto plantel de profesores que le brindaron un importante poso formativo17. El grado de Doctor requería la superación de una dura prueba Estatal donde los alumnos debían superar tres exámenes consecutivos que evaluaban los niveles de formación y sus conocimientos jurídicos18. Kafka fue aprobando las tres pruebas entre                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             suyos legados al referido Max) provienen de más atrás, de un período en que sus tendencias autocríticas eran mayores. En el último año que vivió, toda su existencia dio un giro imprevisto, feliz y positivo, que superaba u antiguo nihilismo y su también viejo odio a sí mismo”. 17   Así, por ejemplo, asistió al curso de filosofía práctica del filósofo Praguense Crhristian von Ehrenfels, en el segundo semestre estudió las bases de psicología descriptiva de Antonio Martin, discípulo de Brentano. En derecho civil tuvo como profesor a Bruno Kafka, primo de nuestro autor y discípulo directo de Horaz Krasnopolsky, cuya obra (5 voluminosos tomos) constituía todo un tratado de derecho privado austríaco. Del mismo modo, en derecho penal, procesal y filosofía del derecho tuvo como profesor a Hans Gross, juez de instrucción y a la postre padre de la criminalística científica moderna, por ejemplo, merced a su “Manual de jueces instructores, agentes de policía y gendarmes”, cuya obra tuvo una extraordinaria difusión científica y mundial. Alfred Weber, hermano de Max Weber, fue director de tesis de Kafka.   18

 Las preguntas del “Rigurosum II” versaban sobre derecho civil, comercial y cambiario; el “Rigurosum III” abarcaba el derecho Estatal general y austríaco; y el “Rigurosum I” las materias de derecho romano, canónico y derecho alemán.  

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marzo del 1905 y junio de 1906, hasta que el 18 de junio de 1906 fue finalmente investido Doctor. Tras ello trabajará un año en los Tribunales realizando funciones administrativas no remuneradas. Primero lo hace en el Tribunal Civil territorial del “Obstmarket” (mercado de fruta) y luego en el Tribunal Penal de la Karlsplatz (plaza de Carlos). Indudablemente las prácticas realizadas en sendos órganos judiciales ejercerán una gran influencia en nuestro escritor. El positivismo jurídico germánico se entreveraba con una maquinaria judicial excesivamente burocratizada y personalista, y tales engranajes van a ser magistralmente extrapolados al Proceso. Según veremos, Kafka utilizará la anomia alienadora del sistema jurisdiccional para denunciar, por vía negativa y mediante una irónica utilización de la “reductio ad absurdum”, los vericuetos insondables de la justicia y las enormes paradojas trenzadas alrededor suyo. El 1 de octubre de 1907 ingresa como auxiliar en una importante compañía aseguradora privada: Assicurazioni Generali. Según vimos, su ingreso en la Casa Italiana de Seguros y Accidentes Laborales obedeció a motivos en puridad instrumentales pues aquel puesto le permitiría desarrollar su auténtica vocación de escritor. En 1908 asiste a un curso para graduados de la aseguradora de trabajadores en la academia del comercio alemana, y en marzo de ese año publica sus primeros ocho textos en prosa en la revista Hyperion. El 30 de julio Kafka ingresa como funcionario asistente en la sociedad estatal “Arbeiter-Unfall-Versicherungsanstalt fúr das Königreich Bóhmen in Prag” (Aseguradora de Accidentes de Trabajadores del Reino de Bohemia, en Praga) y en dicho organismo elaborará informes técnicos y jurídicos de las prestaciones ofrecidas a los trabajadores y demás empresas tuteladas por dichas entidades. Los estudios biográficos perfilan una persona eficaz, preparada y colaborativa, con capacidad de liderazgo (asciende pronto a secretario de primera clase) y celosa de sus obligaciones, amén de respetada en el plano personal, profesional y literario19. Puede asimismo sostenerse la implicación de Kafka con los derechos de los trabajadores. En aquella época, de incipiente formación de los seguros sociales y de leyes sociales protectoras, los empresarios veían la seguridad e higiene como un obstáculo para mantener la producción, lo que, unido a las condiciones de explotación industrial reinantes, facilitaban los accidentes y enfermedades entre la población laboral. Pues bien, Kafka será un testigo directo de dichas repercusiones negativas en la salud de los trabajadores sensibilizándose por el cuadro de muertes, invalideces y accidentes frecuentados en aquel contexto. Además, las empresas propendían evitar su inclusión en las categorías de mayor riesgo (un primigenio sistema “bonus/ malus”) e incoaban numerosos recursos que, justamente, eran tramitados y resueltos por nuestro escritor20.                                                                                                                         19

  En efecto, Kafka recibió el aprecio y reconocimiento de sus jefes superiores, tanto por los alemanes Robert Marschner y Eugen Pfohl como por el checo Bedrich Odstreil, los cuales le facilitaban cuanto podían su dedicación a la literatura. El propio Marschner, director y jefe de Kafka, recibió premios por escritos e investigaciones literarias de su autoría, incluso recitó con nuestro autor. Evidentemente, el respeto por la cultura y el humanismo siempre han sido rasgos muy arraigados en la cultura germánica, rasgos que, paradójicamente, contrastan de plano con la vanidad y el cainismo caracterizadores de “lo ibérico” (academicismo inclusive). 20   En verdad, nuestro autor mostró una especial sensibilidad por la injusticia y por los trabajadores accidentados por los incumplimientos de las medidas de seguridad. En una conversación con Max Brod

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La delicada salud de Kafka le llevó a realizar varias estancias en sanatorios de reposo sobre todo por la tuberculosis que padecía. No viendo esperanzas de una curación rápida, consigue jubilarse con apenas 39 años en julio de 1922. En el verano de 1923 viaja al balneario de Müritz (mar Báltico) donde conoce a Dora Diamant, con la que inicia una relación amorosa. El 24 de septiembre de 1923 ambos abandonan Praga y se trasladan a Berlín con la ilusión añadida de redimensionar la carrera literaria de nuestro escritor, sin embargo la falta de ingresos y la difícil situación económica reinante les hará depender de la ayuda familiar de Kafka. En marzo de 1924 se produce un rápido empeoramiento de su salud y regresan al domicilio paterno. En abril la tuberculosis afecta gravemente a la laringe y Kafka, con apenas 49 kilos, ingresa el 19 de ese mes en el “Sanatorium Dr. Hofmann” de Kierling (cerca de Klosterneuburg, Viena). El 3 de junio fallece, atendido por su compañera Dora Diamant y su amigo Robert Klopstock; y recibe sepultura el 11 de junio en el nuevo cementerio judío de Praga21. ------------------------------------------------------------------------------------------------------3. TRABAJO Y DERECHO EN “EL PROCESO” DE KAFKA. 3.1. RESUMEN Y EJE ARGUMENTAL. El Proceso Kafkiano resume simbólicamente la historia trenzada alrededor de dicha obra. Narra “a limine” el plantel de vicisitudes sufridas por el protagonista desde que se le notifica su condición de “procesado” (capítulo I) hasta que se ejecuta finalmente la sentencia (capítulo X último). La acusación es ignominiosa y nula “ab origine” porque sólo recibe una notificación verbal en su cuarto sin ningún tipo de                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             aseveraba lo siguiente: “Qué modestos son estos hombres. Vienen a nosotros pidiendo. En vez de asaltar el instituto y hacerlo todo trizas, vienen pidiendo”. Kafka escribió un singular texto: “Zur Frage der Getetze” (“Sobre las leyes”) con lúcidas reflexiones de los mecanismos de dominación nomotética (p.ej. “Nuestras leyes lamentablemente no conocidas, son el secreto de pequeño grupo de noble, que nos domina”). Ciertamente, Kafka supo combinar su condición de mago de la palabra con la precisión caracterizadora de la ciencia jurídica, lo que, a mi modo de ver, perfila su decantación literaria por la simplicidad estilística y las trabazones dialógicas de sus escritos. Epígono de ello viene a ser la parábola del Guardián, llevada al libro de relatos “Un médico rural” y al capítulo 9º de El Proceso. En ella (p. 213) dibuja la escena de un centinela/vigilante vestido con un largo abrigo de pieles, nariz puntiaguda y barbacana “haciendo guardia ante la ley”. Este ve llegar a un hombre/campesino, quien le pide permiso para entrar, negándoselo “de momento”. Espeta sin embargo que la puerta de la ley siempre está abierta; puede entrar, pese a la prohibición dada, pero una vez dentro tropezará con sucesivos centinelas “que van teniendo más poder”; advierte incluso que “a partir de la tercera (puerta) ni yo mismo puedo resistir la mirada”. El guardián ofrece una silla al campesino y éste se sienta al lado, donde aguardará durante años, hasta que finalmente muere en la propia entrada. De este modo se metaforizan varios paradigmas: el de la culpa, la redención, el cuestionamiento del orden existente, la súplica del acceso, pero sobre todo la gran metáfora de los guardianes que filtran las vías de acceso durante las trayectorias vitales, haciéndolo, esto es, con mayor o menor rigidez y arbitrariedad oportunista.   21

  Los restos de Kafka comparten sepultura con los de sus padres, y sobre su tumba, grabado en un pequeño obelisco, reza el siguiente epitafio: “Que su alma esté integrada con la alianza de la vida”.

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explicación ni fundamentación. “Joseph K” resulta “detenido” o “arrestado”22 empero es libre para seguir realizando su vida normal y sus obligaciones profesionales23. Con dichas premisas, la novela hilvana las peripecias del protagonista y su angustia por desvelar su situación procesal e incriminatoria. El eje conductor de los capítulos desvela los vericuetos personales, éticos y materiales de una maquinaria judicial disfuncional en la entera concepción sistémica de la misma. Paralelamente, y emulando “Crimen y castigo” de Dostoievski (obra y autor influyentes en Kafka), la novela dibuja el proceso paralelo de degradación que sufre el protagonista (Raskólnikof/ “K”, respectivamente) y de pérdida de humanidad del mismo en un escenario anómico, teatral, vacuo y desesperanzado. La dialéctica estructural anomia/ degradación se contextualiza, además en nuestro caso, en un macro-engranaje de corruptelas y de irracionalidad nomotética pues, como veremos, el escenario situacional tiene totalmente invertidos los principios básicos del derecho y de la ciencia jurídica. “Joseph K” osa, no obstante, enfrentarse al gran Leviatán de la burocracia moderna pero, más allá de su valentía dignitativa, el esfuerzo resulta estéril pues la inversión de los cánones normativos obsta la aplicación de los criterios lógicos del derecho. La transmutación de la racionalidad altera por completo la cadena de cánones y axiomas valorativos que le sirven de soporte fundamentador, ya tengan tales reglas una recepción formal en los textos positivos o desplieguen sus radios de acción en el terreno ético, actitudinal y comportamental. Ahora bien, si no cabe la racionalidad normativa huelga la trabazón de la razón y el razonamiento, y tampoco hay bases donde asir la idea de justicia, ni si quiera el sentido común mismo. Puesto que la ética viene a ser una estética del comportamiento, al final fluye un círculo de corrupción cortoplacista y a-valorativa cuyas sinergias revierten de nuevo, abyectas, en los códigos jurídicos y en las actitudes societales. En el Proceso las reglas formales se relegan –devaluadas- al estricto ámbito del derecho positivizado. Lo absoluto y lo único importante es la aplicación de “la ley”, o sea, los órganos y agentes aplicadores de la misma en abyecta indefensión e inicua arbitrariedad.   Kafka anticipa el nudo gordiano del libro en las dos frases iniciales del mismo: “Posiblemente, algún desconocido había calumniado a Joseph K, pues sin que éste hubiere hecho nada punible fue detenido una mañana”. Mediante una síntesis preliminar, nuestro autor retuerce lo absurdo para trastocarlo estructuralmente a escala                                                                                                                         22

  El diálogo que principia la obra no puede hacer mejor honor al adjetivo “Kafkiano”, cuyo tenor extrapolamos: -“El procedimiento ya está iniciado, de manera que se le informará de todo a su debido tiempo. Debe saber que me excedo en mis funciones al darle tantas explicaciones”/ - “¿pero puedo estar yo detenido, y para colmo de esta forma?...aquí tengo mis documentos de identidad, enséñeme ustedes los suyos, sobre todo la orden de detención”/ - “Es usted difícil de hacer entrar en razón. Se diría que se empeña en irritarnos inútilmente”/ “-Exijo ser llevado ante su superior jerárquico – Así lo haremos pero cuando él lo pida”/ - “Sólo cumplimos un papel muy limitado en esta cuestión pues ignoramos casi todo (…) aunque estuviésemos debidamente informados su situación sería idéntica (…) El hecho es que usted está detenido y eso es solo lo que sé”/ (pp. 7 a 18) 23 - “¿Es que puedo ir al banco estando arrestado? -“¡Veo que no me ha entendido! Es verdad que se encuentra detenido pero eso no implica que no pueda atender sus obligaciones. No debe usted perturbar su vida normal”. En esos términos, la conclusión existencialista y la absurdez nodal de la obra no tardan en rubricarse en el primer capítulo: “Todo esto carece de sentido” (p. 18).

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hiperbólica. Pero al mismo tiempo es un extracto construido desde la propia “subjetividad perspectivista” del escritor; no en vano colige el bisturí preciso del jurista que circunvala el hecho literario a través de la ironía y de una i-lógica laberíntica. Tampoco es baladí el adverbio escogido como término iniciador del relato (“posiblemente”) pues así se impregna la novela anticipadamente de un hilo común de improbabilidad, angustia e indefinición. El sujeto activador del Proceso resulta ser “algún desconocido”, mientras que el sujeto pasivo se des-personifica, fijémonos bien, mediante un hombre/nombre: “Joseph”, alienado, esto es, en anomia estructural e identificativa: la letra “K”. El gran recurso literario consistirá en la quiebra “ab initio” de la presunción de inocencia pues, según rubrican las dos líneas iniciales antedichas, estas rubrican una “presunción de culpabilidad iuris et de iure” cuyos efectos se irán desgranando hasta la ejecución del capítulo final. Así pues, Kafka se “presentiza” inmisericorde en su propia obra, vista la “casual” coincidencia del protagonista con la primera letra de ambos apellidos (K). A la luz de estas dimensiones autobiográficas y la familiaridad de nuestro escritor con la materia social, colacionaré algunas imbricaciones de la vida y obra del mismo. 3.2. RECURSOS LITERARIOS Y ASPECTOS GENERALES DE LA OBRA. 1. El Proceso refiere una gran metáfora ficcional y narrativa de la detención de un inocente y la incoación de un procedimiento nulo, absurdo y carente de sentido. En puridad, la obra teatraliza la negación de la ley y la afirmación del engranaje judicial y de sus nódulos aplicativos. Los órganos y personajes ejecutores operan con patente de corso y con licencia para realizar actos “contra legem”, y se mueven impunemente al margen de ella con códigos de conducta amorales pragmáticos y faltos de ética. Sin embargo son esquemas compartidos entre los participantes del “engranaje matérico” (no ya “sistémico”). Por ello, la complicidad con el poder, o sea, un poder nebuloso, abstracto y mayestático, es la llave que ampara los actos y exime de responsabilidades. La excusa se erige en auto-excusa y las multiformes maneras de empoderamiento terminan justificando la ineficacia de la maquinaria burocrática gracias al efecto circular y expansivo de lo absurdo. “Joseph K” emprende una batalla perdida “ab radice”. Entabla un duelo con una “justicia nebulosa” para clarificar las acusaciones, y ese desafío se batalla durante toda la novela. El Proceso pudo formularse en plural pues son muchos los procedimientos trenzados sobre un mismo núcleo acusativo, convergiendo en él mediante un efecto bucle. El hombre/nombre (“K”) resulta deshonrado por un dedo acusador ignoto, y la tortura consiste en seguir sedicentemente una panoplia de procesos paralelos hasta la ejecución final del fallo, cuyo pronunciamiento condenatorio está además dictado de antemano24. Es así como el protagonista incoa una subespecie de ordalía medieval. “Joseph K” apela al “juicio de Dios” para desbrozar la verdad viéndose inocente, pero la razón le será siempre esquiva pues ninguna “prueba de fuego” tiene encaje en el universo de irracionalidades trabadas en la obra (i-lógica jurídica inclusive).                                                                                                                         24

 “Una vez que la justicia ha dado forma a la acusación, está firmemente persuadida de la culpabilidad del acusado”, se le espeta a Kafka (p. 149).

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2. Para construir el efecto bucle de la abyección y lo absurdo, Kafka combina varios recursos estilísticos y estructurales que dan al Proceso un doble hilo de surrealismo irreal y realismo cruel. La matriz de la obra es una “aberratio criminis”: condenar a un inocente, sin embargo el libro retuerce dicho eje argumental, y se hace mediante una transmutación de los principios básicos del derecho y la justicia. Es aquí donde emerge el Kafka jurista y Doctor en leyes, buen sabedor de tales baluartes, para alterarlos mediante un perverso silogismo condenatorio, y así: (A) El canon “nullum crimen sine culpa”, deviene en “hay delito sin culpabilidad”/ (B) El canon “nullum crimen nulla poena sine lege” colegirá la existencia de delitos y penas sin necesidad de amparo legal. /Ergo (C): el axioma “absolvere nocentem satius est quam condemnare innocentem” inferirá, como irracional conclusión silogística, la condena del inocente y la absolución culpable de la inmoralidad, la indignidad degradante y la corrupción sistémica25. Como decíamos, el segundo tipo de recursos estilísticos devienen de una sutil utilización literaria del aforismo, el proverbio y la parábola. Como sabemos, estas fórmulas sintetizan crípticamente un amplio caudal de experiencias vitales y verdades obvias, que nuestro escritor eleva a una singular condición paremiológica. Ciertamente, Franz Kafka, deseoso de verdad y salud moral, e influido quizá por sus preocupaciones filosófico-religiosas, explota magistralmente tales recursos estilísticos. Los introduce en momentos clave del relato narrativo para, de ese modo, obligar al lector a realizar una parada introspectiva reflexionando sobre tales máximas26. Ahora bien, para retorcer el absurdo Kafka trastoca los principios y sentencias que rigen la aplicación del derecho y la dogmática jurídica misma. Las citas que, por ejemplo, encabezan este ensayo ilustran una depurada técnica de estenografía merced al uso metafórico y metonímico de tales brocardos; cánones todos que, como digo, se elevan a la condición Kafkiana de recurso literario para conturbar intencionalmente con la ironía más provocadora27. La magia del absurdo vuelve a refrendarse a través de los escenarios y personajes retratados en el libro. El Proceso es además una radiografía gris-continua de escenarios oscuros, sucios y polvorientos. Retrata una sociedad secreta y opaca, a fuer                                                                                                                         25

  V.gr. “Nadie ha leído en ninguna ley, aunque naturalmente debe estar establecido en ella, que el inocente deba ser absuelto; y claro está que no se dice que puede influir sobre los jueces por medio de amistad y recomendaciones. Pero no obstante ha podido comprobar que sucede todo lo contrario” (p. 154); “La defensa no era reconocida por la ley de forma palmaria” (p. 115); “La justicia perseguía suprimir la defensa para que así el inculpado tuviera que afrontarla solo”/“El acusado carecía completamente de derecho para ver su expediente/ La mayoría de las veces los abogados no estaban presentes en las entrevistas del juez de instrucción” (p. 116); “La forma de aplicar la justicia que se aplica aquí obliga a condenar al inocente, aunque éste no conozca la ley” (p. 53) 26 (Sic.) “Le recuerdo el viejo proverbio: Es mejor para un hombre sospechoso agitarse que permanecer en reposo pues el que permanece en reposo corre siempre el riesgo de encontrarse sin darse cuenta en uno de los platillos de la balanza y ser pesado en ella con el peso de sus pecados” (p. 192); “Hay quien cree que por el rostro, y sobre todo por la línea de los labios, se puede predecir el resultado de un proceso” (p. 175). 27  “Todos los jueces desean ser retratados como los grandes jueces del pasado, sin cambiar nada” (p. 152). Sirvan también estas otras máximas del libro: “Estaban (respecto de los agentes judiciales) practicando el arte de poner trampas a un inocente” (p. 51); “Además, su causa está al principio, y todavía no se ha estropeado” (p. 182).

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de “quedirante”, donde prima el enchufismo, las relaciones de empoderamiento, el “do ut facias” y la compra continua -tanto más alta- de favores, sobornos y venalidades. Nada mejor que escenificar tales mensajes en una gran corrala tras cuyas paredes se instruyen los juicios. Las casas de vecinos aparecen en varios pasajes de la novela. En el estrado del juez de instrucción se agolpan los niños jugando, lavanderas y mujeres licenciosas con un público-masa en condición de jurado. Los personajes comparten un mismo halo de ruindad, venalidad, bajeza y falta de respeto para consigo, lo cual hace obviamente inviable el respeto ajeno; de ahí la reconducción de los vínculos sociales a puras relaciones de intercambio personal sinalagmático. En esa construcción macro-simbólica de lo absurdo, los consejos y las mejores explicaciones de la situación procesal no se llevan a cabo por los representantes de la justicia sino por personajes de calle y alejados de ella, como por ejemplo: un pintor que hace retratos a los miembros de la judicatura (“Tintorelli”, Capítulo VI), un comerciante (“Block”, Capítulo VIII) o un capellán en la catedral (Capítulo IX). Kafka rotula muy despectivamente a los abogados. Los concibe como “picapleitos” y “torpes”, y son los primeros interesados por el seguimiento de las rutinas-rituarias y el mantenimiento del “estatus quo”. La preparación jurídica resulta inoperante, tanto como la fundamentación de las demandas, que solo tienen un valor formal e insustancial28. Lo importante son las relaciones personales de los abogados, su amoralidad y sus contactos dentro y fuera del sistema29. Con todo, los letrados son piezas imprescindibles de los procedimientos debido a la “burocratización maquinante” de la justicia; es más, los procesados pueden contratar a varios abogados para defender un mismo litigio. Por último, colacionaríamos un cuarto elemento de transmutación de lo absurdo que, además, pudo no ser previsto por el propio Kafka, y estriba en la ordenación general de la obra y los capítulos. Como vimos, el Proceso no fue ideado inicialmente como novela y en realidad fue un proyecto inconcluso que vio la luz gracias a su publicación póstuma por Max Brod. Según refiere en el prólogo de la tercera, recibió un manuscrito con títulos sin enumerar y fue él quien ideó intuitivamente la estructura y el orden final de los capítulos. Unas veces coligió dicho orden desde la duplicación de la palabra final de un capítulo en la página que iniciase un relato nuevo, pero, según reconoce el propio Max Brod, la novela pudo tener otra estructura literaria (caso por                                                                                                                         28

  P.ej.:“En lo que respecta a las mías (refiriéndose a las demandas judiciales) no tienen valor. Logré leer una de ellas gracias al favor de un funcionario. Estaba redactada con mucha erudición pero no tenía contenido alguno. Primeramente abusaba de las frases en latín, que no entiendo; luego había folios y folios con apelaciones a la justicia, lisonjas a determinados funcionarios a los cuales –por supuesto- no se nombran expresamente pero que un principiante deducía a quiénes iban dirigidas. Seguía un autoelogio para el abogado, donde éste se humillaba ante la justicia como un perro, y al final comparaciones con antiguos casos que debían tener similitud con el mío” (p. 178).   29   Lo verdaderamente importante radicada, pese a todo, en las relaciones personales del abogado con el aparato de la justicia. En ello estribaba todo el valor de la defensa” (p. 117); “Es muy frecuente que los cargos oficiosos otorguen una mayor influencia que los mismos cargos oficiales” (p. 148); “Sepa usted que como abogado estoy en contacto con la gente de la justicia, que suelen comentar los procesos pendientes. Este tipo de vinculaciones implica una gran ventaja para mis clientes” (p. 103); “Según transcurre el tiempo, uno se va convirtiendo en esclavo de su abogado” (p. 182).  

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ejemplo del Capítulo V: “El Verdugo”, un título-gozne que podría ubicarse en cualquier pasaje). La paradoja es que el diseño definitivo del libro, incluso los capítulos que quedaron fuera de la novela, propician inferencias de lo absurdo gracias al orden dado por el legatario de Kafka. 3.3.- CATEGORÍAS IUSLABORALES PLASMADAS EN LA NOVELA. 1. Según se adelantó, la novela objeto de comentario enhebra un macroprocedimiento psico-social y angustiante hilvanado sobre un segundo proceso incriminatorio. Ahora bien, dentro de dichos esquemas rituarios, uno de carácter general-societal y otro de naturaleza penal-ejecutivo, el libro colaciona y escenifica un amplio mapa de categorías conectadas con la rama social del derecho. Según vimos, Franz Kafka ejerció de pasante en los tribunales de Praga y conoció bien las singularidades del mundo laboral de la época emitiendo informes técnicos en instituciones públicas y privadas aseguradoras de los accidentes y enfermedades profesionales. Precisamente, ese conocimiento de la burocracia y la propia experiencia iuslaboral del autor van a extrapolarse en la novela, esto es, a modo de auto-retrato crítico con increíble veracidad narrativa. A fin de cuentas el Proceso es una tozuda y esperpéntica “Rueda de Ixión” de una infamia irredenta, y para construirla el escritor teje y desteje una cadena tan engrasada como chirriante de piezas alrededor de la injusticia. Si analizamos dicha circularidad desde un prisma iuslaboralista, la novela escenifica un aberrante y extenuante supuesto de acoso institucional. Particularmente, hemos teorizado el perfil material y jurídico de dicha figura30. En efecto, frente a las visiones tradicionales del acosamiento, que llevan a conceptuarlo desde una vertiente pulsional exterior y consecutiva en períodos acotados de tiempo, hay empero conductas mucho más perversas y dañinas, si cabe, que instilan dosificadamente una cadena premeditada y alevosa de agresiones, y cuyos rastros hostigadores se ocultan a través de intersticios de la burocracia y del medio ambiente de trabajo. Pues bien, el Proceso representa un Gran Leviatán que mueve a su antojo las piezas del tablero, muchas veces con la apoyatura de un poder “Supremantista”, otras con la irrogación de pseudoapoyaturas normantes que tienen patente aplicativa antes que juridificada; y siempre bajo el velo multi-ubicuo de la anomia y los hechos consumados. La novela literaturiza toda una sociología de la dominación y la anomia. El “Supremantismo” puede estar representado por el engranaje judicial pero en realidad es un triste espejo, cóncavo y convexo a la vez, de una sociedad desestructuradora, degradante y degradada. Todas las piezas encajan con-causalmente en dicha cadena, y toda la maquinaria, el sistema en fin, opera en abyección y de-construcción. El propio Kafka describe esta cruda fenomenología: “la enorme organización podía, sujetándose a                                                                                                                         30

  Alemán Páez F. “El acoso institucional”, en el tratado “Tratamiento integral del acoso”, dir. Rivas Vallejo P y García Valverde MD. Ed. Aranzadi, 2015, pp. 1259 a 1308; desde una vertiente cualitativa de dicha categoría, vid asimismo el subcapítulo de Alemán Páez F y Echeverry Ramírez E. “Un estudio de caso: acoso institucional e instilación triangular del hostigamiento”, ibídem, pp. 1453 a 1468  

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su método, encontrar una pieza de recambio y equilibrarse como antes, a menos que –y era lo más seguro- se robusteciera y resultase más vigilante, más enérgica, más perjudicial”31. Leviatán es “supremantistamente” impasible, imposible e implacable32. Mueve las piezas en jaque permanente, y cada partida se computeriza en aras de ulteriores movimientos, que, de llevarse a cabo, se antojarán más perversos y eficaces merced a la ineficacia sistémica otrora apre(he)ndida. 2. Para ilustrar el funcionamiento de dicha maquinaria, Kafka colaciona dos sistemas profesionales bien conocidos: el funcionarial del aparato judicial y el escalafonal del organigrama bancario. Nuestro escritor nombra y describe las categorías típicas de sendos modelos de encuadramiento y recalca sus relaciones jerárquicofuncionales para reforzar el juego de dependencias y la degradación del trabajo resultante33. Análogas relaciones venales y subalternas acontecen con el sistema clasificatorio del banco donde trabaja “Joseph K”. La narración describe el carácter subalterno de las categorías medias e inferiores, el tipo de tareas, los ritmos y tiempos regulares de trabajo, frente a la mayor autonomía de las categorías superiores y ejecutivas. Tampoco faltan alusiones a la toxicidad ambiental, las pésimas condiciones materiales y profesionales y los perjuicios del medio ecológico de trabajo, medio ambiente que sin embargo se socializa por los propios trabajadores mediante dispositivos de normalización conductual34. Por tanto, el contrapunto de ambos sistemas en varios pasajes del libro trenza dos filosofías organizativas: una de tipo “hierocrática” (supremantismo sagrado) y otra “hierrocrática” (mecanicismo funcionalizante), cuyas conexiones bidireccionales retroalimentan la hegemonía dominadora de la organización como un todo maquinal. Es entonces cuando “lo absurdo” se eleva a “deidad reificadora”. Ejerce un “culto oculto” a través de una hierocracia burocratizante para proyectar un dominio hiperbólico, absoluto y totalitario; ahora bien, los efectos revierten en el sistema, cual “plenitudo potestatis”, gracias a los flujos venales de la sumisión, la corrupción y el empoderamiento. Pues bien, Kafka trastoca el mensaje superponiendo un modelo jurídico inconsistente e incoherente. Como sabemos, la consistencia de un modelo jurídico dado requiere que sus reglas no sean contradictorias, y la coherencia del mismo viene a ser una propiedad sistémica, de manera que el conjunto de proposiciones tenga                                                                                                                         31

 “El proceso”, p. 121. En un pasaje el protagonista desvela su situación a la secretaria y ama de llaves del abogado (Leni), y ella declama incluso expresamente: -“¡Están hostigándote!” 32   “La justicia no quiere nada de ti. Te toma cuando llegas y te deja cuando te marchas” (p. 221) “La justicia jamás renuncia a su concepción” (p. 150); “Contra la justicia nada se puede lograr mancomunadamente. Los casos son examinados uno a uno. No hay justicia más meticulosa. Así que ni aun estando de acuerdo se puede hacer algo contra ella. De vez en cuando alguien por sí solo y muy secretamente consigue lograr algo, pero sólo cuando consigue el éxito se enteran los demás; más nadie sabe cómo ha sucedido” (p. 176).   33 P.ej. la venalidad funcionarial del sistema judicial se describe del siguiente modo: “cuenta con una organización con agentes, jueces de instrucción y de categoría más elevada y se acompañan de lacayos, funcionarios, policías y otras funciones auxiliares (…) Nunca omitió decir que eran todos funcionarios subalternos, marcadamente dependientes, cuyos progresos profesionales podían ser acrecentados a veces por el curso del proceso” (p. 125) 34 P.ej.“Ellos, acostumbrados a la atmósfera viciada de las oficinas, no soportaban el aire fresco que se colaba por la puerta” (p. 75).

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sentido en su globalidad35. Un sistema jurídico debe resultar coherente, además de tales presupuestos técnicos, porque sin unos anclajes claros y seguros se cercena la compartición de unos valores axiológicos comunes y aceptables, y sin ambas cosas resulta imposible desarrollar una vida mínimamente satisfactoria. Las formas -jurídicas o no- hacen orgánicas las ideas, y nuestro libro transmuta una dialéctica que, más allá de su lógica filosófica o jurídica, encierra las bases fundamentadoras de cualquier modelo de convivencia; un modelo que en el Proceso resulta vacuo, licuo, inane, y por ende movedizo por inexistente. Las estructuras de dominación antedichas y el solipsismo monopolizador de las redes de empoderamiento sirven de contrapunto escénico de las instituciones laborales reflejadas en la obra. Efectivamente, el Proceso integra un amplio abanico de categorías de tamiz iuslaboral: “despido”, “disminución del rendimiento”, trabajo “normal” o “regular”, “diligencia”, posición “subalterna”, “dependencia”, “trabajo nocturno”, “días festivos”, forman una batería de conceptos y expresiones diseminadas en los capítulos del libro. Según vimos, Kafka tensa “lo absurdo” para crear antítesis dialógicas, y dicho recurso produce un refuerzo dialéctico/metonímico-metafórico de “lo abstruso” gracias, precisamente, a la sinrazón e irracionalidad de dichos constructos estilísticos. No es baladí que, entre las categorías antedichas, la subordinación y la dependencia se colacionen enfáticamente en la novela. En un contexto de comportamientos anómicos y de alegalidad abstrusa, y donde además se ejecutan a los procesados “como perros”36 sin juicios ni instrucción penal, la palabra “despido” es poco menos que un balón de oxígeno. Es más, la sanción suprema no es la pena capital sino la ignominia y la reputación dañada. El dedo acusador rotula a los procesados opresivamente durante toda la vida, y lo hace a modo de estigma imborrable, dado el esperpento aleatorio que circunvala las sentencias judiciales37. Por ello “K” introyecta un complejo de culpa (transida desde la autobiografía del propio Kafka) que irá agrandándose de forma autopunitiva, hasta que el protagonista asimila finalmente su ejecución como vía salvífica. 4. UNAS CONSIDERACIONES CRÍTICAS Y CONCLUSIVAS SOBRE LA ACTUALIDAD DEL MENSAJE LITERARIO DE KAFKA. 1. Para terminar, cabría plantearse el dilema de la actualidad del mensaje literario de Kafka. Indudablemente la sociedad democrática y del conocimiento y el peso de la racionalidad jurídica aparcan las comparaciones pero, como bien dijera Josep Plá, las cosas que existen porque no existen siempre son numerosas, incluso superan a

                                                                                                                        35

Sobre la diferenciación de sendos constructos teóricos, vid Alonso García Figueroa (coord.) “Racionalidad y derecho”, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2006, p. 45. 36  Es la frase que pronuncia el verdugo cuando al final acuchilla a Joseph K: -“¡Como un perro -se dijocual si la vergüenza debiera sobrevivirle” (p. 227). 37  Así se colige, ciertamente, de las posibilidades que el pintor (Tintorelli) explica a nuestro protagonista en el capítulo VI: desde la “absolución aparente” a la “prórroga indefinida”, dado que la “absolución real” “es imposible (pues) nadie está en condiciones de hacer valer la menor influencia para llegar a una absolución así, y que la propia absolución “vuelve a empezar otra vez el proceso (ya que cuando se produce aquella) los jueces ya tienen previsto el segundo arresto” (pp. 153 y 158).

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las primeras debido a la capacidad de abstracción del ser humano38. Como hemos visto, nuestro escritor recaba una neutralización activa del significado de las palabras39; las desviste de su “sentido común” para atribuirles otros, cuyos significados se trastocan, a su vez, semánticamente gracias a las transmutaciones operadas en las estructuras léxicas. Pero aparte de este empleo instrumental del uso literario, el desencanto postmoderno, la impotencia auto-justificativa y el diletantismo pragmático refuerzan en su conjunto la vigencia de la absurdez Kafkiana. Como aseverara Nietzsche, las verdades individuales también pueden enhebrarse bajo el tamiz de una gran mentira colectiva, y el relativismo descrito constituye hoy una abstrusa realidad avalada con evidencia persuasiva. En efecto, la “corrupción gris”, según tildara Javier Pradera la situación actual, lleva tiempo produciendo una grave simbiosis del poder político y la gestión pública (Universidad inclusive) cuando debieran ser ámbitos con dinteles distintivos. El “Estado Liberista” se abstiene empero interviene metamórficamente, y se resguarda tras una densa red orgánica y de dispositivos jurídicos, unos normativos y otros areglamentarios. Ahora bien, la muti-regulación también produce efectos contractivos de inseguridad jurídica y de favorecimiento indirecto de las posiciones de privilegio. La sociedad hiper-regulada no es patente de perfección ni de bienestar benefactor, al revés, confirma que sus miembros no son capaces de relacionarse constructivamente y en convivencia cívica. Nadie escapa a las redes del silencio administrativo y, pese a la bonhomía de la Transparencia, siempre habrá interpretaciones forzadas del concepto de “interesado” en sus relaciones con Leviatán. Además, el clientelismo amputa el talento para favorecer la mediocridad, y privilegia zafiamente a quienes saben aproximarse a los centros de decisión y de poder40. En suma, la máquina burocrática puede actuar en pura abyección administrativa o tancredísticamente sin decidir en silencio; y además, en símil “deidad hierocrática y hierrocrática”. La gran esterilidad Kafkiana es que Leviatán es el primer evasor de sus propias normas (harto elocuente, sin ir más lejos, en la vasta litigiosidad de sus contrataciones laborales), empero, con el gran problema ético-material de repercutir luego los referidos incumplimientos al “Joseph K societal”. Desde la hipercrisis del 2008 ese caudal de externalidades se atajan Austeritariamente, eso sí, a costa de damnificaciones mayestáticas: unas a corto y medio plazo en forma de paro, subempleo, precariado y exclusión, y otras, peores aún, de mayor recorrido en forma de descrédito, desafectación, a-culturación y amoralidad. El gran problema es que estos efectos del “Austericidio ejecutor” se antojan más graves y nocivos que los estrictamente económicos pues, una vez irradiados, se socializan culturalmente y se petrifican renuentes a remover-se. Los “ejecutores maquinales”, muchos de estirpe política sin “ethos de servicio público” y otros cuantos más contratados con procesos                                                                                                                         38

Vid. Josep Pla, “Notas del crepúsculo”, en la compilación “Notas y dietarios”, Ed. Planeta, Barcelona, 2008, p. 1006. 39  Vid Deleuze G y Guattiari I. “Kafka. Por una literatura menor”, op, cit, p. 35. 40 Un lúcido ensayo de dichas prácticas en términos de política económica y respecto del escenario Español, en Sebastián C. “España estancada. Por qué somos poco eficientes”, Galaxia Gutenberg, 2016.

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“dedocráticos”, construyen sus propias redes clientelares y se revisten de impunidad “do ut das”. Lo grave es que poco más tarde, o de seguido inclusive, transfieren a asesorías y empresas privadas los entresijos del funcionamiento administrativo y los puntos más débiles de las estructuras jurídicas y orgánicas Estatales. Leviatán se torna entonces transparente en exceso. Ve las entrañas desnudar/se desde dentro; en anorexia abyecta. Jívaro de sí. 2. Las consideraciones descritas sobre la abyección Kafkiana varían poco, inclusive, desde una óptica iuslaboralista. Según vimos, los personajes de Kafka se desenvuelven en escenarios subterráneos cuyo funcionamiento interno, por absurdo y volátil, escapa a la lógica racionalista. No comprenden las situaciones materiales que les circundan y tampoco pueden proyectar una ideografía solvente de las mismas y de sus posibilidades de desenvolvimiento, lo cual les sume en inercias circulares, puntos de no retorno e i-lógicas laberínticas de i-referencialidad. La realidad viene a ser sustituida por papeles, instancias y formularios abstractos, y los sujetos se despersonalizan a través de un número, un código de barras o una clave de ordenador. Kafka se anticipó pues a su tiempo y tuvo la enorme capacidad de adelantar las claves de la sociedad que estaba gestándose en aquella época. El gran Leviatán resulta ser hoy de doble faz: informático y burocrático. Empresas, trabajadores y demás entes gestores e institucionales confluyen en un “Gran Hermano informacionalizador” que todo lo ve tras una gigantomaquia de difícil acceso. La realidad, incluso el derecho mismo, puede licuarse o desaparecer en los entresijos de la inexistencia burocrática: “no (nos) consta”, sentencian implacablemente los guardianes de ventanilla, revertiendo incluso un haz de culpas súbditas en el administrado cuando las terminales de ordenador señalan la falta de un requisito formal o material. Paralelamente, la contracción del Estado social viene a ser una realidad incontestable, y como sabemos la norma laboral persiste en su problematización autodefinitoria41. La Ley 3/2012, por ejemplo, propulsó un trueque estratégico de empleo estable por empleo menos ventajoso y desde entonces las empresas no han cejado –ni cejarán- de impulsar un macro-saneamiento de sus estructuras productivas vía costos/factor trabajo. Abstruso es el abultado número de EREs nulos por incumplimiento del canon de buena fe contractual, y en símil esperpento se habla ya incluso de “EREs preventivos” en aras de “reformas Podemistas” venideras. Por otro lado, las condiciones de trabajo dependen cada vez más de las condiciones dominantes en los marcos sectoriales y, sobre todo, empresariales relegando a ulteriores niveles las condiciones generales del trabajo por cuenta ajena42. La rama social del Derecho, bien lo sabemos, ostenta un rol ontogenético: atemperar el conflicto capital/ trabajo, sin embargo esta “economización empresarializante” de los códigos iuslaborales se erige en                                                                                                                         41

Tuve ocasión de abordar dicho asunto en “Cambios en la legislación y efectos en la relación laboral. Hacia una pérdida de la intensidad o del carácter protector del Derecho del trabajo”, RDS nº 17, 2002; vid asimismo Baylos Grau A. “La contracción del Estado social”, RDS nº 63, 2013. 42   Para ilustrar esta tendencia vid, por todos y recientemente, la monografía de Esteve Segarra A. “Externalización laboral en empresas multiservicios y redes de empresa de servicios auxiliares”, Tirant lo Blanch, Valencia, 2016, p. 9.

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“contraditio in terminis”, máxime cuando el capitalismo nunca ha sido más capitalista ni abyecto que ahora. Por lo demás, la pérdida de la intensidad protectora de la ley laboral no sólo deviene del desmantelamiento de la plataforma de derechos sociales, también lo refrendan las altas instancias judiciales con pronunciamientos sobremanera protectores de los intereses económicos y de organización empresarial43. El escenario socioeconómico dibuja una conflictividad “de facto” e “in fieri” que, de seguro, ascenderá al arbitraje o a los tribunales de justicia. Ahora bien, la hipertrofia de asuntos acumulados y por acumular, unida a la disparidad de medios y fines con que cuentan los jueces, propician que la dilucidación formal del derecho se afronte de una manera superficial y mecánica. Ya tuvimos oportunidad de hipostasiar la gestación de una “justicia defensiva”44. Y es que, en efecto, los factores descritos pueden convertir la labor judicial en un “quid mecanicista” donde los litigios se resuelven de forma partitiva descartando de antemano mayores esfuerzos indagadores de la verdad objetiva. En vez de una justicia distributiva y de índole comunicacional prevalecería, de contrario, una cosmovisión de justicia defensiva cuya esencia es meramente correctora, y cuyo alcance deviene partitivo mediante métodos y pautas de trabajo proclives al sesgo y al pragmatismo operativo. Como vengo diciendo, es amplia la distancia entre el Proceso y el escenario maquinal en ciernes pero las contradicciones sistémicas se antojan exponenciales, lo que, correlativamente a ello, dilata el horizonte de la disfunción, la sinrazón, la absurdez y la iniquidad. La justicia y la lógica jurídica, no lo olvidemos, naufragan en la desmesura normativista; y el razonamiento abstracto puede incluso no ser razonable si los anclajes nomotéticos adolecen de una coherencia estructural elemental. En la novela “Joseph K” apela al “Derecho natural de los héroes”45 para defenderse de una acusación absurda y abstracta, pero el recurso queda desactivado por el “aislamiento Supremantista”. La culpa que luego se introyecta es un efecto clínico típico de un hostigamiento sostenido en escenarios anómicos, tóxicos y degradados. En el Proceso, el acoso se instila pluriofensivo y en silencio abyecto, y se erige institucional/izado mediante acción por omisión. Por ello, “K” asume su ejecución como vía salvífica que le redime de una tortura colectiva consentida y perversamente instilada. La sociedad digital, por e/vidente, no deja de ser otra gran metáfora abstracta con sutilísimas formas de empoderamiento oculto; y la transparencia tampoco es garantía “per se” de claridad. Nadie evita el reclutamiento inicuo de peones para un ejército anómico de hombres/nombres. Tod@s pueden ser “Joseph K”. Consiguientemente, son muchos los caminos que llevan a Kafka. De hecho, cada vez son más.                                                                                                                         43

V.gr. caso Barbulescu vs. Rumanía, o últimas líneas jurisdiccionales del TCO en materia de videovigilancia y digitalización del trabajo; sobre tales extremos, vid Alemán Páez F. “Recensión y consideraciones sobre la obra “Poder de Dirección Empresarial, sistemas tecnológicos y derechos fundamentales de los trabajadores”, de Susana Rodríguez Escanciano”, revista DRL (en prensa). 44 Teoricé dicha hipótesis en: “La ley 36/2011, reguladora de la Jurisdicción Social: desde la centralidad procesal absorbente a los riesgos de una “justicia defensiva”, RL.nº 11, 2013. 45  Para profundizar en este asunto desde la filosofía jurídica, vid. Fernández Escalante M. “Del derecho natural de los héroes al de los hombres. La épica castellana y la Blutrache Germánica. La saga de los Infantes de Lara y el mito de un viejo mito indoeuropeo”, Univ. De Granada, 1981.

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