Trayectorias sociales en la constitución del campo intelectual de las Ciencias Sociales en Colombia 1

Trayectorias sociales en la constitución del campo intelectual de las Ciencias Sociales en Colombia1 Introducción El campo intelectual de las cienci

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Trayectorias sociales en la constitución del campo intelectual de las Ciencias Sociales en Colombia1

Introducción

El campo intelectual de las ciencias sociales en Colombia está atravesado por múltiples relaciones de fuerza entre grupos de agentes y por distintas matrices generadoras de sentido acerca de la realidad social colombiana y la función que cumplen los intelectuales dentro de esta. La configuración de este campo de producción simbólica no puede entenderse de manera aislada con respecto a los procesos históricos de la sociedad colombiana, por esta razón su autonomía relativa también es forzada dentro del campo de poder político y por las tensiones propiamente políticas presentes en distintos momentos de la historia colombiana. Las ciencias sociales en Colombia se han constituido dentro de este campo de poder y no se puede ignorar la estrecha relación histórica entre el campo intelectual y el campo político, si bien al mismo tiempo ha luchado por su autonomía con respecto a los poderes políticos y en ese proceso ha producido instituciones independientes y de pensamiento crítico. Es preciso entonces para comprender la constitución del campo como campo de sentido que media en la producción de conocimiento, detenerse en las trayectorias sociales de los actores que han jugado un papel fundamental en la formulación de las bases que configuran el pensamiento social moderno en Colombia. En esta ponencia se trabajaran las trayectorias sociales de cuatro de estos actores fundamentales: Orlando Fals Borda, Virginia Gutierrez de Pineda, Gregorio Hernandez de Alba y Luis López de Mesa. Sin pretender agotar las matrices de sentido sobre lo social que se producen en el campo intelectual, se busca comprender desde adentro, desde la trayectoria social de estos autores, las principales directrices que han orientado la construcción de sentido y de pensamiento crítico acerca de la sociedad colombiana y de la función que cumplen las ciencias sociales en ese contexto. El concepto de trayectoria social es elaborado por Bourdieu (2000, 2002) y con este hace referencia a las relaciones con los sistemas de significado que organizan la vida social, que los sujetos establecen a lo largo de su vida, participando en distintos espacios de interacción y prácticas sociales. El concepto de trayectoria social permite entender cómo en la historia de los sujetos se articulan esas multiples prácticas sociales en las que participan y cómo a traves de ellas se construyen sentidos sobre la participación propia en la sociedad. Las trayectorias sociales implican la ubicación de los sujetos dentro de espacios estructurados por 1 Cristian Palma,, psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, aspirante a Magister en la Maestría de Ciencias Sociales con Orientación en Educación, FLACSO, Argentina.. Correo electrónico: [email protected]

relaciones de poder y semióticas, y cómo a partir de esos lugares que se ocupan se producen colectivamente principios generadores de sentido y de construcción de la realidad social, los cuales son interiorizados por los sujetos. Es así como ligado al concepto de trayectoria social está el de habitus, el cual es entendido como principios de visión, división y construcción de la realidad a través del cual los sujetos incorporan la lógica de las prácticas sociales en las que participan, a partir de su posición en la sociedad (Bourdieu, 1987, 2000, 2005). Los habitus significan capital cultural incorporado en los procesos sociales e históricos, de la vida individual y la colectiva, se refiere a la incorporación de las categorías de percepción y valoración de la realidad y las relaciones que definen modos específicos de acción en el mundo social. Para seguir las trayectorias sociales de los cuatro intelectuales nombrados anteriormente, se recurre al método de estudio de las trayectorias sociales planteada por Bourdieu, el cual centra su mirada en: a) a) análisis del posicionamiento en el campo de poder político, b) análisis del posicionamiento en el campo de la cultura, c) análisis de los procesos de constitución de habitus. Como complemento de esto también es importante tener en cuenta el análisis que hace Maheim (1957) sobre la “intelligentsia”, la cual la identifica como una “capa social intersticial”, es decir, que no está fijada en una clase social específica sino que se moviliza a través de las clases sociales en trayectorias particulares. Este autor propone cuatro directrices para el estudio de la intelligentsia,que se veran desplegadas implicitamente a lo largo de la siguiente exposición: a) Transfondo social, b) Afiliaciones y asociaciones particulares, c) Movilidad de ascenso y descenso, d) Ambito social y función social,, observado en tres niveles: local, institucional e independiente. La exposición que sigue no pretende ser un intento de biografía pues esta exige un trabajo más riguroso con otros objetivos que no son los de este trabajo. Más bien se busca presentar de manera ordenada y lineal tanto los hechos más importantes de la vida de estos intelectuales, como el contexto histórico y de ideas en el que se desarrollan estos hechos, con el fin de dar contenido a las trayectorias sociales e intelectuales y analizarlas con base a los elementos conceptuales de Manheim y Bourdieu. El orden en que se intentaran presentar los hechos sigue la metodología propuesta por Bourdieu para las trayectorias sociales, presentándose con el siguiente orden no estrictamente lineal o excluyente pudiendo tambien presentarse de manera imbrincada entre dos o más : a) Características del habitus, b) Participación en el campo de la cultura, c) Participación en el campo intelectual, d) Participación en el campo político.

Orlando Fals Borda y el pensamiento social revolucionario

El pensamiento de Orlando Fals Borda se nutre originariamente de las experiencias de su niñez en la costa colombiana en su ciudad natal, Barranquilla. Proveniente de una familia de clase alta, respetada y popular en esta ciudad por su participación en la cultura regional y en el trabajo social comunitario, desde muy pequeño heredó el saber popular de su pueblo a través de los cantos y narraciones de mitos y leyendas e historias mágicas de la cotidianidad de su pueblo,que recibió por parte de sus dos abuelas, “la Micha” y “la Chacha”. Hijo de un docente y periodista y de una trabajadora comunitaria, el pequeño Fals creció en un contexto cultural e intelectual de mucha riqueza que supo aprovechar e interiorizar. A través de sus padres, quienes eran practicantes de la religión presbisteriana, pudo también profundizar en la práctica de la humildad, la disciplina, la solidaridad, y de todas estas practicas comunitarias desde las que participó en su niñez pudo construir en su vida los valores de la indulgencia, la solidaridad, el desprendimiento económico, la honradez y la disciplina, que habrían de ser las principales guías para su acción y su participación en la vida social. La segunda matriz de pensamiento que recibe proviene de su formación superior en el extranjero durante el auge del funcionalismo y el desarrollismo en el pensamiento científico de la época. Sus tesis de Maestría de Sociología Rural en la Universidad de Minessota titulada Campesinos de los Andes y su tesis de Doctorado en la Universidad de Florida, titulada El Hombre y la Tierra en Boyacá, constituyeron los trabajos pioneros en sociología rural en el país y abrieron un nuevo campo de problematización, reflexión teórica e investigación sistemática, acerca de las condiciones de vida de los campesinos colombianos. El acercamiento con el campesinado colombiano y la discusión de sus problemas cotidianos llevó a Fals Borda a realizar un primer cuestionamiento a su propia formación sociológica, basada en el estructuralismo y el funcionalismo, y propugnar por una sociología que profundizara en la realidad colombiana y adoptara la mirada de la gente común y su saber popular, una “sociología indígena”. Esta reflexión y la profundización en sus implicaciones ocuparon su vida durante toda la década del sesenta. Desde la fundación de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia en 1959, en compañía de otros intectuales muy importantes para la historia colombiana, como lo fueron Camilo Torres, Virginia Gutierrez de Pineda, Eduardo Umaña Luna, Maria Cristina Salazar, entre muchos otros, la década del sesenta marcó el comienzo de lo que podría denominarse el pensamiento revolucionario en Colombia. Este pensamiento se caracterizaba por denunciar la crisis de las ciencias sociales, criticar la vigencia del colonialismo en el campo intelectual, denunciar el imperialismo y sus relaciones con el modelo desarrollista vigente en el pensamiento de las élites, defender y promover un

pensamiento social proveniente del saber cotidiano de los pueblos que responda a sus problemas y a sus condiciones de vida y siendo coherente con este plantemiento practicaban formas de organización que ampliaran la participación cultural y política desde las bases sociales. Así, localizándose en las antípodas del pensamiento desarrollista, se posicionaban como militantes del “tercer mundo” y ponían su producción intelectual y su acción social en función de dar identidad y transformar a ese tercer mundo, el cual identificaban como el mundo de los oprimidos y marginados del sistema social. Un profundo activismo en los campos cultural y político caracterizó este momento de las ciencias sociales en Colombia, de confrontación con las clases gobernantes y organización de las bases del pueblo para la ruptura de las relaciones de dependencia a los mecanismos de explotación, así el principal objetivo del pensamiento revolucionario era la liberación. La producción intelectual de Fals Borda se desarrolla en la transición de la sociedad colombiana desde una sociedad tradicional a una sociedad moderna en proceso de industrialización y apertura económica y de creciente complejización y tensión social y política. Sus primeros trabajos divulgados internacionalmente Campesinos de los Andes y El Hombre y la Tierra en Boyacá responden de manera rigurosa metodológicamente y crítica a un sistema social cada vez más excluyente e inequitativo en la distribución de las tierras y la marginación de las clases campesinas con menor poder económico con la violencia de las clases terratenientes,señalando el conflicto en germen por la propiedad de la tierra, que sería el núcleo de la guerra durante el último medio siglo, y la necesidad de una reforma agraria. Estos trabajos junto con los de otros intelectuales dirigen toda una corriente de renovación del pensamiento social colombiano y la articulación a través de la investigación empírica de una mirada crítica hacia adentro de la sociedad colombiana, con producción de conocimiento sobre lo propio y propositivos sobre las reformas que se requieren para mejorar las condiciones de vida de todos. Con la fundación de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia se consolidó un espacio donde todas estas miradas, búsquedas y compromisos, convergieron en un compromiso institucional por impulsar el pensamiento social crítico. De allí resultó un trabajo fundamental para la historia de las ciencias sociales en Colombia, La Violencia en Colombia , investigación en la cual participaron tambien Eduardo Umaña Luna , German Guzman Campos y Camilo Torres, que si bien no aparece inicialmente como coautor por razones personales, posteriormente adhirió con un capítulo del libro. Esta investigación seguía marcando el derrotero de unas ciencias sociales en búsqueda de su autonomía y emancipación, que confrontaba abiertamente y denunciaba a las oligarquías bipartidistas de la época del Frente Nacional y los responsabilizaba del creciente conflicto entre las clases campesinas y de la campaña de violencia contrarevolucionaria que se había extendido en el país y de la cual el Estado era el principal promotor. Así, este libro marcó a la sociedad colombiana ilustrada y

generó también un ambiente de polémica, de conflicto y confrontación entre los dos partidos tradicionales, así como el comienzo de la censura y la persecución política a la academia. La Violencia en Colombia sirve como tambien como testigo de la transformación de la violencia bipartidista que se puso entre parentesis con el Frente Nacional y la propagación de la violencia propiamente clasista que encabezó la oligarquía con su aparato militar contra el campesinado por la propiedad y el monopolio de las tierras. De allí se desata la siguiente ola de violencia que comienza con la formación de las guerrillas de ideología comunista y que desencadenó en el conflicto armado de los últimos cincuenta años. La siguiente referencia fundamental de la obra de Fals Borda es La subversión en Colombia , publicado posteriormente al asesinato de Camilo Torres y reeditado despues como Subversión y Cambio Social, en la cual el autor habla directamente de esta nueva ola de violencia que radicalizó a los más diversos sectores de la sociedad colombiana, campesinos, obreros, universitarios, líderes partidistas, y de la cual culpa de nuevo directamente a las oligarquías colombianas, por su negligencia y complicidad con la guerra y el creciente deterioro social. Frente a esto, propone abiertamente la subversión como única salida posible, entendiendola como la acción directa conjunta de las clases subaltaternas y marginadas para generar sus propios movimientos sociales y organizaciones que le permitan presionar sobre la burguesía y avanzar solidariamente a las transformaciones sociales que requiere la sociedad colombiana. Este momento marca un punto de ruptura en la vida de Fals Borda quien se retira de la academia y de la vida docente en abril de 1967, dos meses despues de la muerte de Camilo Torres, y se margina de la vida pública por veinte años, hasta su regreso para fundar el IEPRI (Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales) de la Universidad Nacional en 1985. Durante este largo periodo Fals Borda se dedica a afianzar su relación con las bases sociales campesinas y trabajadoras y a promover y sostener procesos comunitarios de transformación social de anclaje territorial. Todo este momento de su vida le pemite también dirigir sus reflexiones teóricas y discusiones metodológicas en otra dirección, volviéndose directamente contra el pensamiento académico de élite y señalando la necesidad de otra participación de las ciencias sociales en la sociedad. De allí resultan dos constribuciones fundamentales a las ciencias sociales: Ciencia propia y colonialismo intelectual y la Investigación Acción Participativa (IAP). En esta obra, argumenta la necesidad de generar un pensamiento propio latinoamericano que responda a las condiciones y necesidades de la sociedad y la necesidad de romper con modelos teóricos traidos de las sociedades de primer mundo con otras condiciones de vida; señala así la necesidad de resistir el colonialismo intelectual imperante en las ciencias sociales de los setenta y afianzar la figura de un intelectual cuya acción este basada en el conocimiento de las clases oprimidas y en el

compromiso con las mismas. Un corolario de esta postura es la IAP, la cual es una propuesta metodológica , madurada a partir de sus experiencias con las organizaciones comunitarias que se plantea como la conjunción entre un conocimiento producido desde las comunidades y un proyecto de transformación social y de solución de los problemas locales que afectan a las mismas. En esta propuesta el investigador es al tiempo un estudioso de la realidad de las comunidades y un actor social que participa en su transformación. La IAP también deviene una propuesta política, resultante del trabajo con las juntas de acción comunal que fundara con Camilo Torres en los sesenta en Boyacá y de los programas sociales de postviolencia promovidos por estos dos intelectuales durante esta época.

Continuó profundizando en estas

experiencias y en sus trabajos de investigación con las poblaciones campesinas del centro del país en los sesenta y de la zona norte en los ochenta, de la cual surgió su siguiente obra principal Historia Doble de la Costa, narrativa única en su género pues reconstruye con rigurosidad los procesos históricos de la sociedad costeña, coordinando de manera magistral el punto de vista del investigador con las voces y narrativas de los actores sociales directamente implicados. El campo político interpeló directamente a Fals Borda y lo captó desde los comienzos de su carrera cuando fue Concejal del Municipio de Chocontá en 1957 y Director General del Ministerio de Agricultura y de la reforma agraria, la cual fracasó debido a la postura ambigua del gobierno con respecto a las clases terratenientes. Esta participación en la política la continuaría en un nivel micro en su participación en las juntas de acción comunal y la inserción en partidos políticos de izquierda durante de la década de los ochenta, tales como el partido Alianza Democrática M-19 uno de los promotores de la Constituyente de 1991. Su idea de la necesidad de una subversión del órden social basado en la organización de las múltiples bases sociales y la coordinación territorial de sus recursos y capacidades, así como los valores y lazos afectivos comunitarios y autoctonos de la población colombiana, se mantuvo como la utopía que lo impulsó hasta el final de sus días. Las múltiples decisiones que tomó para materializar esta propuesta de sociedad lo llevaron a reinsertarse en la política del país de muchas formas, como lo fue con la Alianza Democrática M-19 durante los noventa y con el Polo Democrátivo Alternativo durante los últimos años de su vida, del cual fue Presidente Honorario. Si bien muchas de las aspiraciones de Fals Borda se vieron frustradas por múltiples razones externas que tienen que ver con la dinámica interna de las organizaciones e instituciones, en sus múltiples búsquedas y trayectorias dejó un valioso legado para el campo de la cultura y el campo político y con estas obras ha marcado senderos para la maduración del pensamiento social y para la transformación del órden social.

Virginia Gutierrez de Pineda y las familias colombianas

Virginia Gutierrez de Pineda es una heredera y al mismo tiempo una subversiva, en el buen sentido de la palabra, de la sociedad patriarcal tradicional colombiana. Siendo la doceava hija de una familia santandereana tradicional perteneciente a una sociedad rural conservadora, Virginia se enfrentó desde muy pequeña a la dificultad de ser mujer en una sociedad donde no se les daba más lugar a ellas que como esposas y madres de familia. En su hogar recibió la disciplina al tiempo que la libertad y el respeto por sus intereses, sobre todo por parte de su padre y de su abuela quienes siempre impulsaron su educación y fomentaron su espíritu intelectual ofreciéndole un amplio capital cultural. Crecer en un espacio tan especial rodeada de afecto y apoyo pero también independencia, le permitió a ella desarrollar un espítiru explorador e indagador libre que volcó en su infancia hacia el conocimiento de la naturaleza. De sus padres recibió la seguridad y la valiosa enseñanza de que solo ella era responsable de sus acciones y la única que podía realizarlas y juzgarlas, y que solo ella podía ser juez de sí misma y de su destino. Gracias a esta seguridad y apoyo pudo tomar la dificil decisión de dejar su tierra natal desde muy pequeña y abrirse oportunidades en la capital del país. Es así como por medio de una beca ingresó al Instituto Pedagógico Nacional donde tuvo acceso a la mejor educación de la época con los mejores profesores, nacionales y extranjeros, quienes le dieron acceso a todo un mundo nuevo de conocimientos y experiencias que la enriqueciron, le dieron solidez como intelectual y la enriquecieron como ser humano. Su trayectoria en las ciencias sociales comienza con una decisión al final de su formación básica, influenciada por una profesora que veía en ella sus capacidades y su espiritu crítico Virginia decidió poner ese espíritu al servicio de la sociedad colombiana de su época. Es así como, estando las puertas de la universidad cerradas para las mujeres, ingresa a la Escuela Normal Superior donde comienza un proceso de formación en las principales escuelas de pensamiento de la época, la francesa y alemana, y participa de las experiencias educativas más innovadoras tales como la coeducación y la fundación de el Instituto Etnológico Nacional. La Escuela Normal Superior se posicionaba como la institución más avanzada en ideales educativos y prácticas pedagógicas, es el primer espacio en Colombia donde hombres y mujeres pódían estudiar juntos y formar equipos de estudio y trabajo en igualdad de condiciones, fomentaba la formación de pedagogos de alto nivel de formación, con espiritu científico y preparados para una carrera tanto en la docencia como en la investigación. Esta institución fusionó en una sola entidad las facultades de Ciencias, Matemáticas y Letras, buscando aventajar la formación humanística europea. El Instituto Etnológico Nacional tambien era una innovación y un desafío para la sociedad de la época; la misión

que se planteó esta institución desde el comienzo era formar grupos interdisiplinarios de investigación con los mejores intelectuales de la época, hombres y mujeres, que pudieran profundizar en el conocimiento de las culturas indígenas colombianas las cuales permanecían como un territorio inexplorado por las ciencias sociales. Allí participa Virginia Gutierrez junto con otros intelectuales muy destacados tales como Roberto Pineda, Milciades Chaves, Jaime Jaramillo Uribe, Blanca Ochoa, entre muchos otros, dirigidos por antropólogos tan destacados como Paul Ribet y Gregorio Hernandez de Alba . De esta experiencia que se habría de convertir en el Instituto Colombiano de Antropológía surgieron las investigaciones más importantes sobre las culturas indígenas colombianas y sobre los saberes tradicionales de estas culturas. El pensamiento que desarrolla el Instituto Etnológico Nacional es revolucionario para las ciencias sociales de mediados del siglo XX, pues se posiciona en contra de las ideas racialistas consolidadas en las ciencias sociales en las cuales los indígenas y negros solo existían como modelos de razas inferiores, influidos también estos argumentos por la medicina clásica tradicional. En contravía, los intelectuales formados en esta institución proponían poner en igualdad de relevancia los saberes académicos y los saberes indígenas, abriendo paso a toda una gama de áreas de investigación interdiscplinarias que realizaban esta articulación. Así, los primeros trabajos de Virginia Gutierrez participaban de esta contracorriente cultural atacando directamente la ideología dominante de la época sobre la superioridad de la raza blanca y de la cultura occidental. La producción intelectual de Virginia Gutierrez de Pineda abarca principalmente dos grandes núcleos: los saberes tradicionales medicos de las culturas indígenas y las transformaciones en las estructuras familiares de la sociedad colombiana. El primer núcleo deriva de su participación en el Instituto Etnológico Nacional y consiste en diversas etnográfías de las culturas indígenas realizadas a lo largo del territorio nacional, de este periodo sus obras más importantes son Organización Social de La Guajira y Etnografía de los Indios Chocó. El segundo momento de su producción intelectual tiene como contexto institucional la recien creada Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia donde participa de otro ambiente intelectual con el apoyo de otros intelectuales tan importantes como Fals Borda, Roberto Pineda y Camilo Torres y Jaime Jaramillo, entre muchos otros. Esta cultura intelectual con ideales emancipatorios le dieron el sustento para iniciar una profundización en las estructuras familiares de las distinta regiones del país y de las transformaciones sociales que las atravesaban, dejando al tiempo que un estudio etnográfico extraordinario acerca de las estructuras y sistemas de creencias que organizaban las practicas de las familias colombianas, un documento histórico sobre las condiciones sociales de la época y las necesidades de las familias campesinas, negras e indígenas. De este periodo surge su obra

fundamental Estructura, Función y Cambio de la Familia en Colombia que se constituyó en un aporte clave para las ciencias sociales y para la cultura colombiana. La trayectoria social de Virginia Gutierrez de Pineda también estuvo fuertemente concernida con el campo político. El hecho de participar de instituciones tan importantes como la Normal Superior y el Instituto Etnológico Nacional, ambos surgidos de gobiernos liberales con claros objetivos ideológicos por la lucha contra la hegemonía de las ideas conservadoras, la hicieron objeto a ella y sus compañeros y profesores de censura y persecución política por parte de los regímenes conservadores. Posteriormente con su participación en la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional tambien se hizo blanco de la persecución a los librepensadores durante el Frente Nacional. Sin embargo, sus ideas y desarrollos

sobre las familias colombianas también lograron penetrar en los organismos

gubernamentales más importantes, de lo cual resultó por ejemplo la creación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), asi como fue determinante su participación en la política de infancia de Unicef. Por todo esto, el legado que dejó Virginia Gutierrez de Pineda, reconocido a través de los más diversos homenajes y condecoraciones, constituyó un nucleo fundamental de las ciencias sociales en Colombia y la Medicina, así como un aporte fundamental para el campo de la cultura y de las políticas públicas.

Luis López de Mesa y la construcción de Nación

Luis López de Mesa es el representante por excelencia de la generación que construyó el relato de Colombia como “Nación” y construyó un proyecto para materializarla. Es heredero de las mejores tradiciones liberales de pensamiento que construyeron la modernidad y de sus valores, y en él confluye toda la herencia cultural hispana e inglesa que conformaba su árbol familiar. Como perteneciente a una familia de origen aristocrático y eclesiástico antioqueña, desde muy niño recibió un gran caudal de capital cultural y una formación rigurosa superior a la que se daba en el sistema educativo de la época, por esta razón se crió como autodidacta y dirigió su formacion hasta los diecisiete años con la ayuda de su abuelo y su tío, ambos pertenecientes al clero, para despues culminarla en el bachillerato de la Universidad e Antioquia y en el bachillerato de los Jesuitas de Medellín. En su juventud fundó con otros prestigiosos intelectuales jóvenes de la época lo que se dió a conocer como , “la generación del centenario”, una nueva élite cultural y política concentrada en la Universidad Nacional que se proponía refundar la patria sobre los valores liberales heredados de la Ilustración. La coyuntura de la época fue el derrocamiento no violento de la dictadura del general Rafael Reyes, evento que fue leido por los jóvenes de la época como el final de la barbarie y el oscurantismo y el

comienzo de una nueva era para una Colombia republicana. Así se funda el partido republicano en Colombia de la cual él fue un participante activo y destacado. Su formación de base fue la Medicina y se especializó en psicología y psiquiatría,

pero el ambiente cultural de la época y sus propias

trayectorias intelectuales le dieron acceso a un vasto campo que atravesaba e integraba las ciencias naturales y sociales en una ideología de la época construida sobre las tesis del positivismo, el evolucionismo y la filosofía política liberal. De acuerdo con Uribe (2007) el pensamiento de Luis López de Mesa es heredero de cuatro escuelas de pensamiento: a) El liberalismo político anglosajón, con sus tres puntos: individualismo burgues, división de poderes y separación Iglesia-Estado, b) El positivismo cientificista de los siglos XIX y XX, c) el evolucionismo biológico, d) el idealismo hegeliano. Estos cuatro ejes estructurarían toda su producción intelectual y sus acciones en el campo cultural y político, contextualizados todos dentro de una emergente filosofía de las juventudes ilustradas americanas: el panamericanismo. Su primer gran legado dentro del campo de la cultura fueron sus debates acerca del racialismo que se presentaron en los años veinte, una tesis que integraba la ideología de la época y que afirmaba a la pureza de la raza como criterio de evolución y de posibilidad de progreso. A contracorriente de la ideología de la élite intelectual que afirmaba la superioridad de la raza blanca sobre todas las demás, Lopez de Mesa se posicionaba desde otro lugar y defendía la importancia de la raza negra e indígena para la constitución del fenotipo mestizo como ejemplo de una raza integrada y más apta para la supervivencia y el progreso que la raza blanca española la cual señalaba como una raza debil y no apta para el trabajo. Defendía también la necesidad de abrir el país a la inmigración nórdica para que desde allí trajeran elementos de esa raza blanca, que para él era el modelo perfecto de una raza productiva, que pudiera integrarse con las razas presentes en Colombia, y así hacer a la raza colombiana mayormente productiva y disciplinada. Esta discusión reflejó la discusión mundial prevaleciente acerca de la pureza de las razas y cómo corregirlas, frente a la cual López de Mesa si bien no abrazaba completamente la ideología de las élites tampoco las cuestionaba completamente y mantenía una posición ambigua defendiendo la tesis de la impureza de la raza criolla pero haciendo uso de otro tipo de argumentos y proponiendo otras soluciones. El gran aporte que le reconoce para la cultura y para la sociedad colombiana es el “Proyecto cultura aldeana”. Este proyecto que implementó como Ministro de Educación en la administración de Alfonso López Pumarejo, consistió en llevar misiones educativas a las zonas rurales sin alfabetizar,llevando no solo la instrucción en letras y en saberes escolares sino tambien el acceso a las expresiones artísticas y culturales diversas como el teatro, la poesía y el cine. Con este proyecto logró profundizar la alfabetización y llevar la cultura a lo largo del territorio nacional y brindando una oportunidad

educativa a gente que de otro modo no tenía acceso a la educación y la cultura. La actuación política de López Mesa, quien llegó a ser también un político muy influyente de la primera mitad del siglo XX, se basó en un pensamiento político construido sobre las bases del liberalismo y el panamericanismo. El panamericanismo fue una filosofía continental que integró a los más ilustres pensadores de América Latina en la necesidad de un construcción de una matriz de pensamiento latinoamericanista de progreso y emancipación de los pueblos de América Latina y de integración y defensa de la soberanía frente a Estados Unidos. Lopez de Mesa participó en la vida política nacional e internacional de diversas formas, como Diputado de la Cámara de Representantes, Ministro de Educación, Ministro de Relaciones Exteriores y Presidente de la Conferencia Internacional Americana. Tuvo influencia sobre la política educativa y migratoria y también dejó otro aporte reconocido políticamente y es su participación en el cierre del tratado que delimitaba las fronteras entre Colombia y Venezuela, cerrando así también un periodo de tensión y conflicto entre los dos paises. Así, hablar de López de Mesa es hablar de una figura intelectual clave para la historia colombiana , con una trayectoria muy compleja que atravesó los campos académico, cultural y político y los integró en un proyecto de nación. Trayectoria reconocida en su participación en lugares principales en las más diversas instancias de la cultura nacional:Academia de la lengua, Academia nacional de Medicina, Academia de Historia, Academia de las Ciencias Exactas Físicas y Naturales,Academia de Ciencias de la Educación Su acertada lectura histórica y sociológica de la sociedad colombiana recopilada a través de múltiples obras entre las que destaca su publicación De cómo se ha formado la Nación, constituye una documentación invaluable para sentar las bases de las ciencias sociales en Colombia y marcar sus derroteros de desarrollo.

José Gregorio Hernandez de Alba y el indigenismo en Colombia

Gregorio Hernandez de Alba es una figura que aunque no se le ha dado el suficiente reconocimiento y divulgación a su obra se destacó como uno de los responsables de la institucionalización de la Antropología en Colombia y la inclusión de las políticas de protección de la diversidad cultural y étnica. El núcleo de su producción intelectual siempre fue el indigenismo como práctica de profundización y defensa de las culturas indígenas y sus saberes, y como política de inclusión de los pueblos indígenas al desarrollo de la nacion. El indigenismo hace parte del americanismo, una ideología continental que hacía énfasis en el valor de lo autóctono y de lo propio promocionado a través de las diversas prácticas culturales y científicas, y a través de esta buscar la promoción del desarrollo de nuestras naciones. Esta vision se enfrentaba y resistía a la ideología dominante racista que

sostenía la superioridad de la raza blanca y la cultura occidental sobre las culturas indígenas las cuales eran significadas como culturas atrasadas sinónimo de barbarie; en contraste, el americanismo y el indigenismo promovían el pensamiento y la cultura indígenas en los centros urbanos. El movimiento Bachue al que perteneció Hernandez de Alba en su juventud, era un movimiento cultural que reunía las más diversas expresiones artísticas como la música, la literatura, el teatro, la pintura, la escultura y artes plásticas, con el objetivo de divulgar la culturas indígenas colombianas. Su participación en este movimiento y en otros como el Centro Literario Rafael Pombo, a través de las narraciones y la poesía, que eran sus vocaciones de infancia y juventud, abrieron un rico abanico de miradas y de impresiones acerca del valor de las culturas indígenas, consideradas un objeto exótico para la época. De esta experiencia de juventud surgió Cuentos de la Conquista, una compilación de narrativas acerca de la historia de la conquista desde la mirada indígena, muy valorada en el campo cultural de la época. Su pasíon por las culturas indígenas, la cual ya era reconocida por las élites intelectuales y políticas de los años treinta, así como su compromiso con el pensamiento liberal del cual era militante y había logrado un reconocimiento entre políticos influyentes, le dieron un lugar en las políticas de educación y cultura promovidas por el gobierno liberal de Enrique Santos. Una de estas políticas consistía en la inversión en expediciones a los territorios indígenas, los cuales permanecían aislados y desconocidos para los centros urbanos, y la producción de conocimiento acerca de las condiciones de vida de los mismos. Es así como Hernandez de Alba entra a participar con la asesoría de antropólogos extranjeros de gran prestigio y por esta vía comienza su formación en la antropología como disciplina y en arqueología y etnología. La institucionalización de la antropología en Colombia se dio hasta despues de los años cincuenta, y fue Hernandez de Alba quien realizó los estudios pioneros en el campo que abrieron un espacio para la inserción de estos conocimientos en las ciencias sociales y quien habría después de ser uno de los responsables de su institucionalización como ciencia. En el gobierno de Eduardo Santos se creó el Servicio Arqueológico Nacional, la institución que coordinaría todas las investigaciones y Hernadez de Alba fue designado Jefe de esta institución. Los productos de sus expediciones constituyeron aportes invaluables a las ciencias sociales y a la cultura colombiana, destacándose publicaciones como Etnología Guajira y La Cultura Arqueológica de San Agustín, los cuales posicionaron en la opinión pública el interés sobre las culturas indígenas con una visión inclusiva y de interés para la política pública. Durante el gobierno de López Pumarejo, Hernandez de Alba consigue una beca para realizar una especialización en etnología en Paris; allí conoce a Paul Rivet, uno de los más prestigiosos intelectuales de la época quien había fundado toda una escuela de pensamiento en Antropología reconocida internacionalmente. Paul Rivet fue decisivo para la vida de Hernandez de Alba, se convirtió no solo en su profesor sino en su socio y amigo, y junto a él

emprendería algunos de los proyectos más importantes de su vida. Con el desencadenamiento de la segunda guerra mundial y la persecución fascista a los intelectuales comunistas, se genera una oleada de inmigración de estas élites intelectuales hacia América, y Paul Rivet viaja junto con Hernadez de Alba a Colombia, en donde continuaría el resto de su vida. Ambos ingresan como docentes a la Escuela Normal Superior recientemente creada por el gobierno de López Pumarejo, donde habrían de formar a generaciones de investigadores en ciencias sociales de mucha relevancia, tales como Roberto Pineda, Virginia Gutierrez, Jaime Jaramillo Uribe, Blanca Ochoa, entre otros. Allí fundan el Instituto Etnológico Nacional, una institución académica de vanguardia en formación en investigación en ciencias sociales, y la cual produciría para el pais las investigaciones más importantes sobre las culturas indígenas a lo ancho del territorio nacional y que serían el sustento de la Antropología en Colombia. Posteriormente fundan el Museo Etnológico Nacional, el cual sería el dispositivo cultural a través del cual instalarían la cuestión del indigenismo en la cultura popular, el interés y respeto por las culturas indígenas sobrevivientes y la implementación de una política de protección a las mismas. La institución culmen de esta ideología se da con la fundación del Instituto Indigenista de Colombia, frente al cual estaba tambien Hernandez de Alba y que serviría posteriormente como organismo garante de la construcción de una política de protección hacia los pueblos indígenas sobrevivientes. Sin embargo, dos cosas cambian el rumbo de la trayectoria académica y política de Hernandez de Alba. En primer lugar, la ruptura de la amistad con Paul Rivet, por un conflicto personal de ideología política, ruptura que le implicó abandonar la función que desempeñaba en las instituciones cofundadas con Rivet, además de una marginación temporal de las ciencias sociales en Colombia, en las cuales Rivet ejercía una importante hegemonía en la tradición de formación antropológica. Esta situación lo lleva a distanciarse de la escuela francesa de antropología y estrechar lazos con la escuela norteamericana donde tenia contactos que le permitieron especializarse en el Instituto Esmitsoniano de Estados Unidos, en el área de antropología aplicada. Esta formación cambia radicalmente el enfoque con el que Hernandez de Alba trabajó la antropología llevándolo a posicionarse en contra de la escuela francesa excesivamente teórica y elitista, para promover un enfoque de utilidad y compromiso social con la transformación de las condiciones de vida de los pueblos indígenas. Es así como se propone dos objetivos: la unificación de la antropología en un solo centro de docencia, investigación y trabajo social, y la participación directa en la política hacia los indígenas. En su primer objetivo se ve frustrado, pues a su propuesta de unificación se oponía Paul Rivet quien tenía una posición dominante y decisiva en el campo académico; sin embargo esta unificación habría de realizarse en los años siguientes aunque no bajo su coordinación sino de otros intelectuales liberales.

Ante esta situación Hernandez de Alba decide crear un centro periférico de antropología autónomo frente a las instituciones centrales, es así como funda el Instituto Etnológico del Cauca, institución que promovió la formación, la investigación y la participación de los antropólogos en los proyectos de desarrollo de las comunidades indígenas durante varios años. El segundo giro de la trayectoria de Hernandez de Alba se da cuando comienza la violencia bipartidista en Colombia, posterior a los sucesos del 9 de abril de 1948 cuando se asesina al dirigente liberal Jorge Eliecer Gaitan. Este suceso que partió en dos la vida nacional es reconocido históricamente como el comienzo del periodo de la violencia, con la radicalización, persecución política y violencia entre las facciones liberales y conservadoras. Los gobiernos conservadores que asumieron durante ese periodo profundizaron la persecución política a los líderes e intelectuales liberales, persecución de la cual fue víctima Hernandez de Alba. La presión y persecución en el plano personal y profesional lo llevó a renunciar al Instituto Etnológico del Cauca, el cual habría de cerrarse posteriormente, y a marginarse una vez más de la vida académica y pública durante diez años. Durante este tiempo buscó vías para continuar en el campo académico pero todas se le cerraron a nivel nacional e internacional, razón por la cual permaneció marginado de la vida pública. Sin embargo, durante este tiempo tambien fortaleció su compromiso con la protección de los pueblos indígenas, oponiéndose y criticando abiertamente las políticas de redistribución de tierras de los gobiernos conservadores, las cuales buscaban suprimir y recortar los territorios de la polación indígena con el fin de entregarlo a particulares. Hernandez de Alba desarrolla una campaña sostenida por atacar las políticas de tierras de los gobiernos conservadores que continuaron durante la dictadura militar de Rojas Pinilla, y defendió durante todo este periodo de más de diez años las luchas agrarias desarrolladas por los pueblos indígenas. Sin embargo sus debates solo tuvieron eco con la llegada del Frente Nacional, una coalición de gobierno bipartidista. Durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo es nombrado Jefe Administrativo de la Sección de Resguardos Indígenas del Departamento de Recursos Naturales del Ministerio de Agricultura. Los programas que habría de desarrollar dirigidos al desarrollo de los pueblos indígenas respetando su diversidad cultural y el mejoramiento de sus condiciones de vida, sería respetado por los gobiernos siguientes, los cuales lo apoyaron. El desarrollo de estas políticas le permite refundar el Instituto Indigenista Nacional, desde el cual implementaría toda la política de protección de las tierras de los pueblos indígenas y la promoción de su desarrollo e inclusión como ciudadanos de la nación. El legado de Hernandez de Alba es invaluable para la cultura colombiana y para las ciencias sociales. Sin embargo su nombre no figura tanto en la hostoriografía de las disciplinas por razones políticas y desaveniencias con los que sí figuran. Es el ejemplo de una trayectoria no reconocida que sin embargo

fue central para la institucionalización de las ciencias sociales y para la construcción del pensamiento pluralista que habría de verse reflejado muchos años después de su muerte en la constitución de 1991. Junto con intelectuales como López de Mesa,, su contemporáneo y aliado, Hernandez de Alba también participó en la construcción de nación que habría de ser eclipsada por la violencia del último medio siglo.

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