Tuberculosis humana de origen bovino y salud pública *

Rev. sci. tech. Off. int. Epiz., 1984, 3 (1), 55-76 Tuberculosis humana de origen bovino y salud pública * H.H. KLEEBERG** Resumen : La tuberculosis

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Rev. sci. tech. Off. int. Epiz.,

1984, 3 (1), 55-76

Tuberculosis humana de origen bovino y salud pública * H.H. KLEEBERG** Resumen : La tuberculosis humana, provocada generalmente por el bacilo humano M . tuberculosis, accarea anualmente la muerte de por lo menos 3 millones de personas y, se enumeran 10 millones de casos nuevos cada año. La tuberculosis humana constituye un problema cada vez más grave en el Tercer Mundo. La enfermedad ha desaparecido prácticamente en la mayoría de los países desarrollados del hemisferio norte gracias a los métodos muy eficaces de tratamiento y prevención actualmente disponibles. En los países desarrollados, la pasterización obligatoria de la leche y las campañas de erradicación de la tuberculosis bovina han reducido considerablemente la incidencia de la tuberculosis humana provocada por el bacilo bovino M . bovis. St? poseen muy pocos datos sobre la situación en los países en desarrollo, pero la tuberculosis sólo llega a ser un problema grave con la implantación de rebaños lecheros, especialmente al introducirse las razas bovinas europeas. El ponente evoca los principales aspectos relativos a las localizaciones extrapulmonares del bacilo humano y del bacilo bovino en el hombre. Siendo la tipificación de las cepas aisladas el único medio eficiente de identificación del agente causal, los laboratorios deberían estar en condiciones de efectuar el diagnóstico diferencial entre las distintas especies de micobacterias. Desafortunadamente, estos laboratorios especializados son escasos en Africa, América Latina y Asia. El ponente describe a continuación las condiciones de aparición de la enfermedad en el hombre y los bovinos. La tuberculosis bovina puede ser transmitida al hombre por via aérea o por la ingestión de alimentos contaminados, especialmente la leche. Un balance de la situación de la tuberculosis humana debida a M. bovis en Europa denota una fuerte regresión de su incidencia. Algunos animales salvajes como el tejón en Gran Bretaña, la zarigüeya en Nueva Zelanda y el kudu en Africa del Sur pueden desempeñar la función de reservonos de M. bovis y por consiguiente contaminar los rebaños de bovinos. También los primates y los

* Ponencia presentada en la 51 Sesión General de la O.I.E., París, 23-27 de Mayo de 1983 (Tema técnico II). Traducción de la ponencia original titulada : « H u m a n tuberculosis of bovine origin in relation to public health ». ** Tuberculosis Research Institute, Institute for Pathology Building, Soutpansberg Road, Private Bag X 385, Pretoria 0001 (Africa del Sur).

— 56 — animales de los parques zoológicos pueden ser huespedes de M. bovis. En la especie porcina, la incidencia de la tuberculosis causada por M. bovis disminuye paralelamente a la de la tuberculosis bovina. Investigadores americanos desarrollaron una metodología de destrucción de M. bovis en determinados productos cárneos. Para finalizar, el control de la tuberculosis bovina por medio de la tuberculinización y el sacrificio de los animales reactores puede plantear serios problemas en los países de escasos recursos financieros que no disponen de los medios necesarios para indemnizar a los ganaderos. INTRODUCCIÓN El hombre sigue siendo el principal p o r t a d o r y excretor del bacilo tubercul o s o . La tuberculosis más frecuentemente transmitida de forma interhumana se debe al Mycobacterium tuberculosis, el bacilo tuberculoso h u m a n o . No se puede estudiar la tuberculosis h u m a n a de origen animal sin evocar la tuberculosis transmitida de h o m b r e a hombre (Kleeberg, 1975). La tuberculosis h u m a n a constituye u n problema cada vez más grave en el Tercer M u n d o . Sólo quedan algunos focos de infección en Occidente, incluyendo E u r o p a del Este. La enfermedad acarrea la muerte de por lo menos 3 millones de personas, anualmente, en el m u n d o . Habría, cada a ñ o , de 4 a 5 millones de nuevos casos de tuberculosis contagiosa y por lo menos otras tantas formas de tuberculosis. Los niños y adolescentes son los más gravemente afectados. Entre las formas extrapulmonares también son de temer la meningitis tuberculosa y la tuberculosis ósea y articular. Algunas de estas formas no son contagiosas (Bulla, 1981). En realidad, la situación es más sombría que la mera estimación de 10 millones de casos h u m a n o s de tuberculosis pulmonar por a ñ o . Cabe prever que de 40 millones a 50 millones de personas quedarán afectadas por la enfermedad durante los próximos 10 años. Los países menos avanzados tienen tendencia a subestimar la prevalencia de todas las enfermedades, incluida la tuberculosis, porque u n a pequeña fracción de la población puede acceder a los servicios sanitarios. P o r ejemplo, los países africanos registraron en 1971, 60 casos por 100.000 habitantes, estadística comparable a la de E u r o p a . De las numerosas encuestas llevadas a cabo por la U n i ó n Internacional contra la Tuberculosis y la O . M . S . resulta que el riesgo de contraer tuberculosis era de 20 veces a 50 veces más alto en Africa que en E u r o p a (Styblo y col., 1981). Mucho antes del uso de medicamentos eficientes, la tuberculosis estaba ya regresando en los países desarrollados. Se explica por el aislamiento de numerosos enfermos en los sanatorios, p o r el mejoramiento del nivel de vida y por un habitat más espacioso e higiénico. En el día de hoy, con medicamentos eficientes e inocuos, bastaría con 250 millones de dólares al a ñ o para curar a los 5 millones de casos contagiosos que aparecen anualmente en los países desfavorecidos. En muchas regiones, la infección por M. tuberculosis empieza



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durante la infancia o adolescencia, estando tan extendida que la mayor parte de las personas que se ponen en contacto con M. bovis están protegidas gracias a la inmunidad adquirida, conferida por M. tuberculosis. La tuberculosis puede afectar a cualquier parte del cuerpo h u m a n o y a casi todos los tejidos, pero la tuberculosis p u l m o n a r está presente en la mayoría de los casos, siendo sobre todo la forma clínica la más importante en el aspecto epidemiológico. Esta forma está sujeta a declinación y recidiva en cualquier fase, pero en los casos benignos, puede detenerse y curarse espontáneamente. Las lesiones pulmonares primarias, suelen atacar a los ganglios hiliares. P o r otro lado, se observa la tuberculosis miliar principalmente en los niños. Los síntomas de tuberculosis p u l m o n a r son la tos generadora de esputos, cansancio, fiebre, adelgazamiento, sudores nocturnos, dolor torácico y, en una fase más adelantada hemotisis. En las regiones en las que están debilitadas las poblaciones por otras enfermedades crónicas, los enfermos no consideran a estos síntomas como indicadores de un extraño perjuicio a su salud. El diagnóstico se confirma con facilidad mediante el examen de esputos, radiografía y examen clínico ( O . M . S . , 1974).

TRATAMIENTO El tratamiento antibiótico de todas las formas de tuberculosis ha hecho grandes progresos en los últimos cinco años. Se ha reducido a cinco el n ú m e r o de medicamentos muy eficaces. Por diversos motivos, se considera a los otros como secundarios o de menor interés. La intensa acción bactericida de la rifampicina, combinada con la de la isoniacida transformó radicalmente las perspectivas terapéuticas (Fox, 1981). Cualquier p r o g r a m a nacional de control de la enfermedad ha de asegurar el tratamiento por quimioterapia a todos los casos de tuberculosis conocidos. En cada paciente, conviene indagar la presencia de bacilos tuberculosos en esputos, practicar una radiografía torácica y poner en cultivo otros líquidos orgánicos. Se ha de proseguir el tratamiento sin interrupción durante 6 meses por lo menos. La cura mínima debe comprender la administración diaria de isoniacida (300 mg), de estreptomicina (1 g) y piracinamida (1,5 g), a los cuales se agrega, en los países más avanzados, la rifampicina (450 mg) o el ethambutol (25 m g / k g ) . Cada u n o de esos cinco medicamentos es altamente eficaz, específico, inocuo y tolerado por el paciente y apropiado para tratamientos prolongados. C o n excepción de la estreptomicina, estos medicamentos convienen todos para la automedicación. Se h a puesto de relieve que u n tratamiento discontinuo podía ser eficaz, especialmente después de dos meses de toma continua.

V A C U N A C I Ó N CON EL BCG Y QUIMIOPROFILAXIS Está confirmada la inocuidad del B C G y se ha estudiado de m o d o exhaus-

— 58 — tivo su eficiencia clínica (Rouillon y col., 1976). Un p r o g r a m a de vacunación con el BCG no es caro por ser bajo el costo de fabricación y administración de la vacuna. Es indiscutible que el BCG sólo protege a la fracción no infectada de la población. Protege a la vez contra la primoinfección y contra la reinfección. Se estima en u n 80 % el grado de protección que confiere. Algunos autores estiman que protege en un 100% contra la meningitis tuberculosa y en un 94% contra la tuberculosis genitourinaria, pero se puede poner en duda la pretendida duración de inmunidad de 15 a ñ o s . T o d o deja creer que la inmunidad sólo dura 5 años en un país donde existen enfermedades intercurrentes, así como la mala nutrición y las carencias de vitaminas y proteínas que disminuyen las defensas inmunitarias. La vacunación con el B C G es eficiente donde es alta la prevalencia, con un riesgo de infección comprendido entre el 1 y el 4 % , pero es dudoso que sea muy benéfica en las zonas de baja prevalencia, es decir con la tasa de infección entre un 0,1 y un 0,01 % . La quimioprofilaxis es u n a medida preventiva de provecho tanto para la persona infectada como para la comunidad a u n q u e no es recomendable en las zonas de elevada prevalencia o de alto riesgo. Efectivamente, la población sufre una reinfección exógena en estas zonas y la protección cesa en cuanto se interr u m p e el tratamiento.

E L H U E S P E D H U M A N O D E M.

BOVIS

Los niños y adolescentes son los más sensibles a la infección de origen animal. En otros tiempos, se solía decir « tuberculosis infantil igual a tuberculosis bovina ». Antes, en ciertos países, hasta el 4 0 % de casos de tuberculosis extrapulmonar y de meningitis tuberculosa era debido a la infección de origen bovino (Meyers y col., 1969). En los países desarrollados, es más frecuente hallar casos de tuberculosis de origen bovino en las personas de edad que contrajeron la infección 30 ó 40 años antes (Schliesser, 1976 y 1977). La tuberculosis de origen animal es muy rara en los niños o adolescentes de esos países. Las razas blancas parece que han adquirido una resistencia intrínseca o u n a especie de inmunidad colectiva antituberculosa, pudiendo explicarse ello debido a que sus antepasados sobrevivieron a la « peste blanca ». Entre 1750 y 1900, escasos eran aquellos que no contraían la tuberculosis y, en algunas regiones, una muerte de cada cuatro se debía a la tuberculosis. Otras poblaciones, como los esquimales y los negros, n o tuvieron ningún contacto con la tuberculosis h u m a n a o bovina por lo que eran m u c h o más sensibles. La forma en que algunos grupos h u m a n o s consumen la leche puede exponerles a la infección. E n algunos países, sigue persistiendo la costumbre antihigiénica de beber leche cruda, no hervida. Mientras que en otros (por ejemplo, en Africa y Asia) la tradición de sólo beber leche hervida protegió ampliamente a la población frente a la tuberculosis de origen bovino. E n Africa austral, los autóctonos conservan la leche en calabazas y el fenómeno de acidificación destruye a M. bovis. P o r ejemplo, en Turquía, la tradición de hervir

— 59 — la leche tiene un efecto preventivo con respecto a la infección por M. bovis, pero los productos lácteos, tales c o m o la nata, se los prepara a partir de leche cruda en los pueblos, pudiendo constituir fuentes de M. bovis p a r a el h o m b r e . Sin duda alguna, la tuberculosis de origen animal es un peligro profesional para los trabajadores rurales, así c o m o para los comerciantes de carnes y de productos lácteos que contraen la enfermedad con mayor frecuencia que los ciudadanos (Schliesser, 1979). El nivel socioeconómico también interviene en el riesgo de infección. En los países en que los niños guardan a las vacas y donde las poblaciones c o m p r a n la leche directamente a los ganaderos, el peligro de contaminación es mayor. La falta de educación, las supersticiones, los brujos y algunas costumbres tribales y religiosas pueden intervenir contra las medidas de control. Dos factores importantes favorecen la tuberculosis bovina : son el aumento del t a m a ñ o de los rebaños de vacunos y la intensificación de la producción lechera. Antes, la producción era baja y escasos los grandes rebaños. La infección en los vacunos alcanzó el paroxismo en las primeras décadas del siglo X X . Mientas que en el h o m b r e , se alcanzó un p o c o antes esta cúspide. E n la mayoría de los países desarrollados del hemisferio norte, la infección h u m a n a por M. bovis es virtualmente nula. En los países menos desarrollados, la introducción de modernos métodos ganaderos que n o se a c o m p a ñ a n de campañas de erradicación de la tuberculosis puede aumentar la tasa de infección bovina. La recrudescencia de la tuberculosis bovina en E u r o p a occidental en las primeras décadas del siglo X X está vinculada al desarrollo de la industria lechera. La leche de una vaca excretora de M. bovis puede contaminar grandes cantidades de leche en fábricas, siendo c o m p r a d o el restante de la leche así infectada por los ganaderos para alimentar a los terneros. Así, la industria lechera contribuyó grandemente a la diseminación de M. bovis en el ganado vacuno. Cuando se hizo obligatoria la pasterización de toda la leche en las lecherías, regresó la incidencia de la tuberculosis bovina, resultando muy eficientes las campañas de erradicación. Los países en vías de desarrollo deberían adoptar las correspondientes disposiciones contra la distribución de leche no pasterizada y para el control de la calidad de la leche (Dobbelaar). Los métodos modernos de control representan un progreso con relación a los de antes. Las primeras campañas requerían de 30 a 40 años antes de dar resultados, mientras que las más recientes dieron frutos en una sola década (Kleeberg, 1963). E n los países en los que se yuguló la enfermedad, no suele ocurrir que muchos casos tengan por origen una fuente común. Se han descrito epidemias puntuales en la literatura científica norteamericana (Johnson y col., 1975). En u n a epidemia puntual, la enfermedad procede de una sola granja, o de un solo animal, o de leche infectada comercializada. P o r consiguiente se aconseja, cuando se identifica un caso h u m a n o , que se examine toda la familia del enfermo. Existía previamente u n factor geográfico importante que influenciaba la ocurrencia de la tuberculosis h u m a n a de origen bovino, puesto que las tasas de infección eran más elevadas en los países en los que

— 60 — los bovinos permanecían en los establos durante el invierno y por ende los ganaderos tenían u n contacto más directo con los animales. E n nuestros días, la principal división geográfica es la que separa los países desarrollados de los países menos desarrollados y el grado de riesgo depende de los métodos de cría de los vacunos. No se pretende en esta ponencia dar pormenores de la epidemiología de la tuberculosis bovina o de las medidas de control contra la misma. Se poseen muy pocos datos sobre los países en desarrollo. Algunos de los mismos no ponen empeño para intentar estimar la importancia de la tuberculosis bovina y no disponen de laboratorios que permitan tipificar las cepas aisladas en el h o m b r e (Karlson y col., 1970). La mayoría de los artículos publicados al respecto proceden de los países del hemisferio norte (Blagodarny y col., 1980). Existen países en los que las regiones de cría extensiva están casi libres de tuberculosis. En cambio, en los sectores de alta densidad de vacas lecheras concentradas en torno a las poblaciones, están seriamente infectados. La tuberculosis sólo llega a ser u n problema grave en bovinos con la implantación de una industria lechera, especialmente al introducirse las razas europeas. En países en los que es frecuente la enfermedad, las autoridades responsables reconocen la gravedad de la infección h u m a n a de origen bovino. Sin embargo, en 1960, el Comité de Expertos de Tuberculosis de la O . M . S . afirmó que la tuberculosis h u m a n a de origen bovino probablemente no tenía gran importancia porque, en la mayoría de las regiones se hervía siempre la leche, y se pasterizaba en otras (Doc. F . A . O . / O . M . S . , 1967).

TUBERCULOSIS E X T R A P U L M O N A R EN EL HOMBRE La tuberculosis extrapulmonar, que se localiza t a n t o en riñones, hígado, bazo, huesos, meninges, testículos, ovarios u otros órganos como los ganglios linfáticos, intestinos y laringe resulta habitualmente de la invasión de la sangre circulante por u n a lesión exsudativa. M u y a m e n u d o M. bovis es responsable de linfoadenitis cervicales y de otras formas de tuberculosis extrapulmonar en el niño y adolescente (Gernez-Rieux y col., 1954). La frecuencia de aparición de la tuberculosis extrapulmonar se debe a la forma de transmisión por ingestión y n o a u n a afinidad especial de M. bovis p a r a algunos órganos abdominales. La transmisión por vía aérea es, sin embargo, más frecuente de lo que se había pensado previamente. Cuando la infección por M. tuberculosis disminuye donde la tuberculosis bovina está presente, la mayoría de los casos de tuberculosis pulmonar pueden deberse a M. bovis. A h o r a se admite que el h o m b r e es tan sensible al bacilo tuberculoso bovino como al bacilo h u m a n o (Sjögren y col., 1978). La duración de la infecciosidad de ambos bacilos es sumamente larga si se la c o m p a r a a la de otros gérmenes transmitidos por vía aérea y por vía oral. Incluso si los informes científicos relatan casos de transmisión interhumana de M. bovis, no parece que la enfermedad se propague del mismo modo



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que la tuberculosis inducida en el hombre p o r M. tuberculosis (Schmiedel, 1967 y 1968). La mayoría de los casos se terminan espontáneamente sin otra transmisión posterior. La profesión médica mostró un interés renovado por la tuberculosis extrapulmonar, aunque la tuberculosis abdominal merecería m a y o r atención. La forma extrapulmonar representa del 5 al 17% de los casos de tuberculosis, las formas óseas y articulares representan del 18 al 2 5 % . La forma extrapulmonar es epidemiológicamente distinta de la forma pulmonar (Farer y col., 1979). Entre los casos diagnosticados recientemente, se descubrió una proporción más elevada en los inmigrantes en Inglaterra y Alemania, así como en personas n o blancas en los Estados U n i d o s . Sin embargo la mayoría de los casos fueron causados por M. tuberculosis y no M. bovis. La tuberculosis extrapulmonar sigue siendo a menudo inaparente durante t o d a la vida. En u n pequeño número de casos, la contaminación tuvo lugar por la orina de un individuo. La enfermedad suele ser familiar y los niños son los primeros infectados. Sin embargo, en los Países Bajos, se observó que algunos bovinos fueron infectados por media de orina proveniente de personas infectadas con M. bovis (Huitema, 1969). De 50 enfermos que habían infectado rebaños de vacunos, 24 presentaban u n a tuberculosis renal. Estos enfermos infectaron en total a 259 vacunos, o sea el 4 1 % de aquellos en los rebaños afectados.

TRANSMISIÓN Es probable que la enfermedad nunca hubiese alcanzado proporciones epidémicas en el h o m b r e sin este medio ideal de transmisión que constituyen los alimentos (Francis, 1958). E n cuanto se detiene la infección de origen alimentario, la enfermedad debida a M. bovis no constituye más que u n riesgo profesional. La contaminación indirecta desempeña un papel menor en la transmisión y el contacto físico no desencadena automáticamente la infección. La inhalación de partículas muy finas resultó que era el principal m o d o de transmisión en el hombre así como en los vacunos. Con excepción de las tuberculosis cutánea y genitourinaria, la tuberculosis extrapulmonar suele evolucionar sin ser contagiosa. Cesa la contagiosidad un mes después del principio de la quimioterapia. Así, pues, es importante tratar de aislar los gérmenes responsables antes de que comience el tratamiento de sospecharse u n a infección por M. bovis. El aislamiento y hospitalización de los enfermos deja lugar a h o r a al tratamiento con control del hospital y supervisado p o r el personal médico que visita a los enfermos. No existen pruebas de diagnóstico clínico que permitan diferenciar las infecciones por M. bovis y M. tuberculosis en el hombre. Fracasaron los métodos serológicos y n o tienen ninguna utilidad las tuberculinizaciones cutáneas con distintas tuberculinas P P D . En realidad, la tipificación de las cepas aisladas en los enfermos es el único medio eficaz de identificación del agente causal.

— 62 — SERVICIOS DEL LABORATORIO La importancia de la bacteriología en la tuberculosis es vital, y los laboratorios de los países desarrollados deberían disponer de u n a serie completa de pruebas necesarias para identificar una cepa determinada. La implementación de las técnicas requiere m u c h o tiempo y recurre a reactivos que no suelen communmente utilizarse en los laboratorios de bacteriología. El Centro Americano de Lucha contra Enfermedades propuso un servicio a tres niveles : (a) para recoger las muestras y examinarlas, (b) p a r a aislar e identificar M. tuberculosis y M. bovis, y (c) p a r a diferenciar las micobacterias y estimar su sensibilidad a los medicamentos. Pocos países disponen de instalaciones y servicios necesarios p a r a tipificar todos los gérmenes responsables de las enfermedades humanas pero Australia ha p r o p o r c i o n a d o informaciones detalladas. Desde 1970, se vienen reconociendo anualmente unos diez casos h u m a n o s de infección por M. bovis, habiéndose registrado en estos mismos años 147 nuevos focos de tuberculosis bovina. El Comité de Bacteriología e Inmunología de la Unión Internacional contra la Tuberculosis publicó un m a n u a l técnico para la constitución de laboratorios especializados (Gatner y col., 1980). Pocos laboratorios de Africa, América Latina o Asia disponen de personal cualificado para diferenciar las especies de micobacterias (Runyon, 1974). Existe un riesgo de perder la cualificacíon adquirida en otros tiempos, en E u r o p a y Norteamérica, al correr de los años, p o r q u e estos países han cerrado los laboratorios dedicados a la tuberculosis, mientras que el Tercer M u n d o todavía no está listo p a r a abrir tales instalaciones. A d e m á s , la vigilancia e investigaciones de la tuberculosis h u m a n a de origen bovino no son, por otra parte, muy populares, pues la enfermedad ha desaparecido en los países desarrollados, tropezándose con la falta de especialistas en el Tercer M u n d o .

CONDICIONES DE APARICIÓN Los factores importantes que favorecen la aparición de la tuberculosis son el número de vacunos infectados y el n ú m e r o de individuos en contacto con los animales infectados. Cuando se extiende la tuberculosis dentro de una población, la infección p o r M. tuberculosis puede impedir la sobreinfección por los bacilos tuberculosos bovinos, puesto que la primera infección dará nacimiento a cierto grado de inmunidad contra la segunda. Se puede producir una inmunidad semejante mediante la vacunación con el BCG. En la mayoría de los bovinos infectados, la enfermedad es clínicamente inaparente y únicamente las tuberculinizaciones realizadas por veterinarios permitirán descubrir a los p o r t a d o res. En un rebaño, tan solo h a b r á algunos animales infectados que sean contagiosos, en un momento dado. A m b a s formas de tuberculosis pulmonar y mamitosa ocurren en los vacunos (Pallaske, 1961). Fuera de los vacunos, los monos constituyen la única especie que puede infectar al h o m b r e . C o m o el hombre,

— 63 — los vacunos desarrollan u n a inmunidad específica contra la enfermedad activa y contra las sobreinfecciones tras u n a primoinfección. La ruptura inmunitaria puede agravarse p o r factores c o m o la m a l a nutrición, enfermedades intercurrentes, alta producción lechera y gestación. Muchos animales exóticos y de los parques zoológicos, los monos en especial, tienen escasa resistencia natural o adquirida, siendo las rupturas de inmunidad precoces en estos animales. El único método reconocido p a r a diagnosticar la infección en los vacunos es la tuberculinización, a u n q u e lo más a m e n u d o , el mejor m é t o d o para descubrir la presencia de la enfermedad en un ganado consiste en sacrificar un animal sospechoso (Francis y col., 1973). Se aconseja volver a controlar los animales reactores a la tuberculina humanobovina en una prueba comparativa utilizando tuberculinas P P D (derivada proteínica purificada) preparadas a partir de M. bovis y M. avium. El a b a n d o n o de la tuberculina de tipo h u m a n o y de la tuberculinización en el pliegue caudal por la prueba cutánea en la cerviz utilizando la tuberculina P P D bovina se ha ido extendiendo en H o l a n d a en los pasados 20 años. Es más fácil la distinción entre las reacciones específicas y no específicas con dosis pequeñas de tuberculina y u s a n d o la P P D bovina. Esta ponencia no tiene por objeto entrar en el problema m u y importante e interesante de las reacciones cruzadas, y todo el problema de las micobacterias en el medio ambiente. La observación de las lesiones en la matanza o autopsia puede quedar confirmada por observaciones anatomopatológicas profundas, histología, puesta en cultivo o infección experimental de animales de laboratorio (Claxton y col., 1979). Es difícil establecer la prueba de que un animal excreta el germen causal. Investigadores argentinos aislaron M. bovis de las secreciones nasales en 9 vacas de 103 reactoras (de Kantor y col., 1978). Es fácil evidenciar la contaminación de la leche por microscopia, puesta en cultivo o inoculación en el animal.

TRANSMISIÓN AL HOMBRE La transmisión del contagio mediante pequeñas gotas en suspensión en el aire se la denomina transmisión directa. C u a n d o la leche es el principal vehículo, la transmisión se dice indirecta. La leche es el vehículo ideal. Los bacilos se c o m p o r t a n individualmente ; se ponen en emulsión en la grasa y queda facilitada su migración a través de la mucosidad y del tejido linfoide del intestino pues los alimentos son digeridos simultáneamente. Un n ú m e r o considerable de bacilos tuberculosos pueden ser excretados por una sola vaca afectada de mastitis tuberculosa. U n a sola vaca puede excretar la cantidad suficiente de bacilos viables p a r a contaminar la leche de mezcla proveniente de 100 vacas. El transporte en camión cisterna puede culminar en la contaminación de importantes cantidades de leche. El tratamiento industrial y el acondicionamiento de productos lácteos va parejo con la pasterización, lo que detuvo el contagio de M. bovis al h o m b r e y niños especialmente. Este tipo de legislación fue más eficiente que las costosas campañas de erradicación. N o obstante, en el Reino

— 64 — Unido la legislación fue menos eficaz que la c a m p a ñ a de erradicación. U n a pasterización rápida a alta temperatura puede ser ineficaz en el m o m e n t o en que la leche posee una tasa celular elevada y cuando está insuficientemente clarificada. Los productos tales como yogur y quesos cremosos, fabricados a partir de leche sin pasterizar, a veces contienen bacilos tuberculosos 14 días después de su preparación, y la mantequilla hasta 100 días después de la fabricación. Se pretendió en u n a época que la infección por vía alimenticia con M. bovis prove una protección contra la infección virulenta por M. tuberculosis, pero esto ya no está más aceptado, sobre t o d o cuando es posible la vacunación con un organismo inocuo como el B C G . Se ha desestimado un tanto la importancia de la infección por vía aérea. La transmisión de vaca a vaca se hace principalmente p o r las vías respiratorias. En un 75 a u n 90 % de los animales, se sitúa el foco primario a nivel del p u l m ó n , y el riesgo de contaminación puede ser más elevado en los establos que en los centros hospitalarios. El animal, como el h o m b r e , expulsa el bacilo en pequeñas gotas de secreción que se evaporan, formando u n núcleo de gotecita de menos de 5 µm de diámetro. Este núcleo es lo bastante pequeño para permanecer en suspensión indefinidamente en el aire, y le permite penetrar en el aparato respiratorio m u c h o más allá del epitelio ciliado (Riley y col., 1959). P o r lo general, la incidencia de la tuberculosis h u m a n a por M. bovis evoluciona paralelamente a la de la tuberculosis bovina. Dos países, Noruega y Luxemburgo, no h a n señalado ningún caso de tuberculosis h u m a n a por M. bovis desde principios de los años 1960. Magnus demostró en Dinamarca, que el poco riesgo de contraer la enfermedad en personas contaminadas por M. bovis se explica no por la inmunidad adquirida sino por la contaminación por la vía alimentaria. Otros autores estimaron que la infección por la tuberculosis bovina era un problema no específico. E n los vacunos, M. bovis es el bacilo tuberculoso específico, mientras que la infección por M. tuberculosis no es m u y peligrosa, a menudo se conduce como un sensibilizador n o específico. Son posibles otras vías de transmisión : la carne de los animales infectados ; los perros, los gatos y demás animales de compañía ; los animales infectados de los parques zoológicos ; los m o n o s y los primates de las crías de laboratorio. N o se posee ninguna prueba de que los animales salvajes y de caza sean contagiosos para el h o m b r e (Kovalev, 1980), con excepción de Nueva Zelanda, donde se han observado algunos casos de tuberculosis cutánea por M. bovis entre los cazadores de animales de pieles. Se los atribuye a la manipulación en el proceso de despellejar canales de zarigüeyas infectadas. No se ha estimado el peligro vinculado al consumo de carne de animal tuberculoso mal cocida. Se h a n registrado casos de infección consecutivos a heridas en carniceros, inspectores de carne y personal de m a t a n z a . La carne de vacunos afectados de tuberculosis generalizada contiene ciertamente bacilos tuberculosos. Los países más adelantados prohiben el consumo de carne de vacunos tuberculosos, pero la venta de canales que sólo presentan lesiones localizadas sigue estando permitida en algunos países. En las regiones no desarrolladas, el riesgo que representa la carne infectada debe ser mínima y se puede estimar

— 65 — que el bacilo tuberculoso h u m a n o está siendo excretado por un 0,5 a un 1% de la población de estos países. En cuanto a los animales de compañía, principalmente los perros y gatos son los más a m e n u d o puestos en causa, pero son muchas más veces víctimas del contagio por el h o m b r e que a la inversa. L a tasa de morbilidad, especialmente en los gatos, prácticamente debe ser m u c h o más baja que algunas cifras publicadas basadas en estadísticas clínicas, pues únicamente los animales enfermos son los que llaman la atención de los veterinarios. Los gatos y perros probablemente son muy resistentes a M. tuberculosis y a M. bovis. Sin embargo, conviene ser sumamente vigilante dado el número considerable de perros, incluidos perros vagabundos que en la actualidad viven en las ciudades. Los parques zoológicos son u n lugar de elección p a r a la tuberculosis y así lo fue siempre. En la actualidad se a d o p t a n medidas de prevención en la mayoría de estos establecimientos, pero siempre será muy difícil aportar la prueba de la transmisión al hombre. E n los laboratorios, es alta la frecuencia de la tuberculosis espontánea en m o n o s y primates n o - h u m a n o s , pero normalmente se debe a M. tuberculosis (Fourie y col., 1978).

L A I N F E C C I Ó N P O R M. BOVIS

— SITUACIÓN EN EUROPA

La incidencia de la tuberculosis bovina en el hombre disminuye anualmente y únicamente se registran casos esporádicos en la literatura científica norteamericana y europea. Los laboratorios de salud pública del Reino Unido y de Irlanda registraron una incidencia relativamente alta en 1975. Revelaron que el 75 % de las micobacterias aisladas en adultos afectados de tuberculosis ganglional era M . tuberculosis, un 8% M. bovis y un 17% el complejo M. avium. Un balance de los diagnósticos de tuberculosis realizados en el Norte de Alemania, en u n período de 20 años, presentó cambios en prevalencia en una población que cuenta miles de niños (Meissner y col., 1974). Entre 1953 y 1957, cuando aún estaba extendida la enfermedad en los vacunos y únicamente el 10% de los mismos estaba libre, el 4 5 % de las adenitis tuberculosas en los niños era debida a M. bovis. Entre 1968 y 1972, ya sólo se aislaba un 10% de micobacterias de origen bovino. La tuberculosis ósea y articular de origen bovino representaba un 1 5 % de los casos en los años 1950, no identificándose ningún caso de este tipo en 1968-1972. M. bovis, responsable del 37% de casos de tuberculosis cutánea durante el primer período ya no provocaba ninguno durante el segundo período. E n los adultos, no cambió la incidencia de la tuberculosis tan rápidamente porque en ellos, la enfermedad está caracterizada por un largo período de latencia, contrariamente a niños jóvenes, en los cuales la infección engendra rápidamente signos clínicos. En Alemania Federal, se acabó el control de la tuberculosis bovina en 1962. El h o m b r e puede ser p o r t a d o r de M. bovis durante mucho tiempo tras la erradicación del bacilo tuberculoso entre los vacunos. Pese al tratamiento de las personas infectadas, son posibles las recaídas. En u n país como H u n g r í a , la ley prohibe el empleo de personas para

— 66 — ocuparse de los bovinos después que han sido tratadas p o r una tuberculosis debida a M. bovis. En un informe de Casemore (1978) de South Cleveland, donde fueron examinadas 22.000 muestras por el laboratorio local, se da un cuadro típico de la situación en Inglaterra. Unicamente cuatro cepas de las 487 identificadas pertenecían al tipo M. bovis, a pesar a u n a incidencia más alta de la tuberculosis extrapulmonar. De 1972 a 1975, los laboratorios holandeses sólo registraron 125 casos de infección por M. bovis en el h o m b r e (Schönfeld, 1978). Collins y col. (1981) efectuaron u n estudio de « las cepas bovinas de M. tuberculosis » aisladas en pacientes del Sureste de Inglaterra. Aislaron M. bovis en 137 enfermos que representaban el 2 , 7 % de los 5.021 nuevos casos de tuberculosis registrados. A m b o s autores no están de acuerdo sobre el supuesto de que el h o m b r e sea reservorio de M. bovis. Los investigadores holandeses c o m p r o b a r o n que más del 8 0 % de sus enfermos habían nacido en una época en que era todavía posible la infección por M. bovis. La mayor parte del 2 0 % restante procedía de regiones donde estaba menos adelantada la erradicación de la tuberculosis. Los investigadores británicos estimaron que algunas cepas bovinas fueron objeto de u n a transmisión interhumana pero, en casi todos los casos, fue sumamente difícil determinar la fuente de la infección. Según estos autores, la enfermedad primaria causada por cepas h u m a n a s no puede ser diferenciada de la causada por cepas bovinas con base a criterios clínicos, radiológicos y patológicos. Según los mismos, es ilógico contemplar que existe u n a diferencia significativa en su poder infeccioso. Se c o m p r o b ó que la tuberculosis extrapulmonar tenía una incidencia más alta entre los inmigrantes asiáticos que entre los europeos de origen, aunque no se demostró esa diferencia con las cepas bovinas. E n Inglaterra, la adenitis debida a M. tuberculosis es más corriente en los asiáticos, mientras que en los enfermos europeos existe u n a asociación inexplicada con la localización renal. Es de lamentar que algunos investigadores británicos hayan vuelto a la denomicación « cepas bovinas de M. tuberculosis » p a r a M. bovis. La Comisión de Micobacterias del Comité Internacional de Bacteriología Sistemática precisó con claridad que se trataba de dos especies distintas. Todavía no se ha determinado el puesto taxonómico de una tercera especie, M. africanum. Esta especie que está emparentada a la vez con M. tuberculosis y M. bovis es'responsable de casos de tuberculosis h u m a n a en Africa Occidental.

R E S E R V O R I O S D E M.

BOVIS

En Gran Bretaña, se ha descubierto un reservorio de M . bovis desconocido hasta entonces (Gallagher y col., 1976). Se aisló la micobacteria en Gloucestershire, en 36 canales de 165 tejones, siendo positivo u n 10% de las muestras fecales. Entre los tejones aplastados en las carreteras, u n 1 5 % estaba infectado por M. bovis. Asimismo, se encontraron un 5 3 % infectados entre los muertos por otras causas y un 2 0 % entre los m a t a d o s por los cazadores (Muirhead

— 67 — y col., 1974). Sin embargo, según mi parecer, no está justificado el gaseamiento sin discernimiento de los tejones. E n Nueva Zelanda se demostró que la zarigüeya era p o r t a d o r a de M. bovis a u n q u e según parecía la tuberculosis era endémica en la población de zarigüeyas de dos condados (Cook, 1975). De 5.900 zarigüeyas matadas entre 1970 y 1974, el 5 % presentaba lesiones tuberculosas. En Nueva Zelanda ha disminuido considerablemente la importancia de la tuberculosis entre los bovinos en el período que siguió a la destrucción del 90 % de las zarigüeyas, por esparcimiento de un veneno por vía aérea. Es preciso evitar la contaminación de los rebaños de vacunos a partir de los reservonos de animales salvajes infectados, tales c o m o el tejón en Inglaterra, la zarigüeya en Nueva Zelanda y el k u d u en Africa del Sur. Según la bibliografía de los últimos 5 años, todavía no está resuelto el problema que plantea la tuberculosis en los primates no h u m a n o s , incluyendo los monos (Thoen y col., 1977). Según u n a encuesta efectuada en las casas de animales del Estado de Nueva York, los m o n o s pueden también servir de huéspedes de M. bovis. E n un período de 10 meses, se aisló M. bovis en 4 m o n o s Rhesus y 5 monos de cola corta (Renner y col., 1974). Señalemos al respecto que deberían ser obligatorios el establecimiento y continuación de programas de control que se apliquen a la vez al personal y a los animales de laboratorio. La responsabilidad de esos programas debería incubir a todas las partes involucradas, especialmente a las profesiones veterinarias, médicas y paramédicas quienes deberían contribuir en su aplicación (Kaufmann y col., 1975). P o r otro lado, veterinarios y zoólogos han de preocuparse de un ocasional aumento de incidencia de la tuberculosis en los parques zoológicos, especialmente entre los animales exóticos. E n la Escuela veterinaria de H a n o v r e , de 573 autopsias de mamíferos efectuadas de 1970 a 1974, se diagnosticaron 48 casos de tuberculosis (Von Benten y col., 1975). Entre esos animales, se sacrificó un 3 0 % por sospecha de tuberculosis. Treinta casos se refirieron a rumiantes y 10 a carnívoros, siendo casi todos debidos a M. bovis. En el p a r q u e zoológico de Calcutta, se registró la evidenciación de M. bovis en un puercoespín, y en el parque zoológico de Londres la aparición de un foco de tuberculosis en un rebaño de ciervos Axis (Jones y col., 1976).

LA TUBERCULOSIS EN EL CERDO En la última década, el censo porcino mundial a u m e n t ó de 100 millones y pasó a 750 millones de animales. Teóricamente, estos animales pueden constituir u n enorme reservorio p a r a M. bovis, pero afortunadamente se sacrifica a los cerdos antes de que alcancen la fase contagiosa. La revelante disminución de la tasa de infección por M. bovis en los bovinos se acompaña de una disminución comparable de la tasa en los cerdos (Karlson, 1970). Schliesser aisló micobacterias en 566 cerdos de Alemania Federal de 1971 a 1975 : sólo diagnosticó un 1 % de infección por M. bovis y ningún caso de infección por M. tuberculosis. De 1961 a 1970, fue muy distinta la situación, puesto que la tasa de infección por M. bovis era de un 4,3 % . En Estados Unidos, el Labora-

— 68 — torio de los Servicios Veterinarios de Ames (Iowa) publicó los resultados de análisis de muestras tisulares de cerdos tuberculosos entre 1971 y 1974. De los 1.591 aislamientos, 15 cepas, o sea el 1 % , eran M . bovis. N o se identificó ninguna cepa de M. tuberculosis. De m o d o general, está desapareciendo la tuberculosis porcina debida al bacilo de mamífero, aunque subsiste el problema de la imposibilidad de reconocer por la inspección de carnes o por histología, las lesiones producidas por otras micobacterias (Thoen y col., 1975 y 1976). Cada vez que se identifica M. bovis o M. tuberculosis, hay que intentar encontrar el origen.

MYCOBACTERIUM

BOVIS E N

PRODUCTOS CÁRNEOS Y LÁCTEOS E n el Laboratorio Nacional de Servicios Veterinarios de Ames (Iowa), Merkel y col. (1980) determinaron las combinaciones tiempo-temperatura necesarias para destruir a M. avium y M. bovis en algunos productos cárneos en los que todavía no se había estudiado bien la supervivencia de estas micobacterias. E n los Estados Unidos, la mayor parte de los casos de tuberculosis porcina se deben al grupo M. avium, a u n q u e la mayoría de los casos de tuberculosis bovina y algunos casos de tuberculosis porcina son provocados por M. bovis. Se destruye este último a unas temperaturas de 6 à 7 ° C inferiores a las necesarias para destruir al grupo M. avium. P o r encima de 60°C, no subsiste ningún germen viable c u a n d o se someten las salchichas vienesas a las temperaturas requeridas, durante menos de 10 minutos. El tratamiento con un producto desinfectante fenolado al 2 % (Amphyl) seguido de fumigación con vapor de formol resultó eficaz p a r a desinfectar el material contaminado por proyecciones de carne que contenían M. bovis. U n bueno ejemplo del efecto de u n p r o g r a m a de erradicación en las estadísticas de mataderos es referido por Schliesser (1979). En 1952, se descubrieron lesiones tuberculosas en u n 40 % de los vacunos de más de 6 semanas, en 1962 en un 0 , 4 % y en 1975, en solamente u n 0 , 0 4 % . El autor formula la hipótesis de que la infección residual p o d í a tener origen en los parques zoológicos municipales o privados, en los grupos de animales en cautividad o de compañía. Cita otras cinco publicaciones de comienzos de los años 1970 en las que se trata de la infección en los animales de los parques zoológicos, especialmente en los felinos, carnívoros y rumiantes que se encontraban en los parques zoológicos municipales de E u r o p a . También se identificó M. bovis en primates de zoos, pero la mayoría de los casos de infección en primates se debe a M. tuberculosis. U n estudio microbiologico de la leche en 4 estados del Norte de Nigeria puso de relieve que M. tuberculosis era el agente dominante infeccioso (Idrisu y col., 1977). Seis muestras de leche de 11 dieron cultivos positivos : entre las mismas, una sola reveló la presencia de M. bovis, las demás contenían M. tuberculosis. Los veterinarios creen que la leche es contaminada por los ordeñado-

— 69 —

CUADRO I

Nuevos focos de tuberculosis bovina en 12 meses (de Abril-Setiembre de 1979 a Enero-Marzo de 1980 y Octubre-Diciembre de 1980) Número de focos Africa del Sur Albania Angola Argentina Austria Brasil Corea China/Taiwan Estados Unidos de América Grecia Holanda Irán Irlanda del Norte Jamaica Japón Jordania Kuwait Marruecos Namibia Nigeria República Federal de Alemania Rumania Reino Unido Suiza Swazilandia Túnez Turquía U.R.S.S. Uruguay Yugoslavia Número total de focos

210 4* 40 99 casos 59 96* 20 7 13 404 7 14 casos* 292 4 14 5* 503 casos480 2* 3* 45 17 75* 12 casos 1* 65 8* 109* 24* 117 2 121

* Cifras incompletas (faltan los datos relativos a un trimestre). (Extracto de la Circular epizoótica trimestral de la Oficina Internacional de Epizootias.)



70



CUADRO II

Incidencia Alta incidencia Vacunos Chile Guatemala Uganda**

de la tuberculosis

bovina :

1977/1978

Asia/Península Arábica : Ninguna Oceania/Madagascar/Extremo Oriente : Ninguna U.R.S.S./Europa Oriental/Oriente Medio : Ninguna Europa Occidental : Ninguna

Porcinos Argentina* Uganda** Incidencia moderada Vacunos Afganistán** Argelia Angola Argentina Bhutan Bolivia Brasil Burundi Centroáfrica* Congo** El Salvador

India Jamaica Libia** Madagascar Malawi Malí México Marruecos* Mozambique Nepal Niger

Pakistán Paraguay Perú Portugal Rumania Túnez** Uganda Yugoslavia* Zaire Zambia

Porcinos Argentina** Guatemala** Malí** Togo * Registrada en 1977. ** Registrada en 1978. (Extracto del Anuario de Sanidad Animal F A O - O M S - O I E , 1977 y 1978.)

Checoslovaquia

Canadá

Austria Brasil

Australia

1954 1970 1902-1939 1907-1951 1925-1951 1953-1957 1954 1954 1954-1966 1954 1969 1969 1941 1941 1969 1955 1961 1965-1970 1909-1936 1960-1970 1964-1967 1965 1962

Ano o período

Pulmonar Todas formas Todas formas Pulmonar Extrapulmonar Todas formas

Extrapulmonar Pulmonar Cutánea Pulmonar Ganglios linfáticos Todas formas Pulmonar Extrapulmonar Pulmonar Extrapulmonar Pulmonar Extrapulmonar Niños Adultos Todas formas Todas formas

Forma de tuberculosis

732 89 370

180 5 000 1 409 6 614 906 4 784 6 614 4 627 10 063 482 1 027 145 435 353 1 150 2 647 664 5 000 650

Cepas identificadas

12 6 5

273 183 327 13 183 962 363 47 3 2 60 0 8 0 0 0 51

13

4,0 6,0

9,0

0,7

7,2 0,02 19,0 2,8 36,0 0,3 2,8 20,8 3,6 9,8 0,3 1,3 14,0

Aislamiento de M. bovis Número

71

Argelia

Alemania oriental

Alemania occidental

Alemania

Africa del Sur

País

CUADRO III

Tuberculosis humana producida por M. bovis

— —

Gran Bretaña Grecia

Francia

Estados Unidos

Escosia

Egipto

Chile Congo Dinamarca

País

1959 1956-1959 Antes de la campaña 1932-1944 1932-1942 1954 1955 1955 1929-1944 1929-1944 1932-1952 1911 1901-1933 1954-1968 1933-1938 Hasta 1951 1951-1965 1961-1966 1913-1950 1956

Ano o período

Pulmonar Ganglios linfáticos Extrapulmonar Pulmonar Extrapulmonar Pulmonar Extrapulmonar Meningitis Todas formas Todas formas Todas formas Pulmonar Extrapulmonar Extrapulmonar Pulmonar Ganglios linfáticos Pulmonar Extrapulmonar

Todas formas

Forma de tuberculosis

11 016 605 4 627 110 37 4 241 2 190 820 477 1 200 2 086 553 624 642 12 459 679 605

100 410 5 485

Cepas identificadas

Tuberculosis humana producida por M. bovis

CUADRO III (continuación)

4,3 17,9 0,5 53,0 1,5 12,5

9,3 41,0 20,8 3,7 40,0 5,4 31,0 9,9 7,4 11,7 0,3

1 031 247 962 14 230 681 81 35 158 6 0 27 115 63 363 11

4,0 3,0 12,0

4 11

Aislamiento de M. bovis Número

— 72 —

Nigeria Noruega

Kenia México

Japón

Italia

Iraq Irlanda

India Inglaterra

País

CUADRO III (continuación)

1950-1951 1957 1960 1961 1904-1944 1900-1950 1963-1965 1966 1955 1935-1950 1935-1950 1918-1940 Hasta 1952 1962 1939 1939 1968 1953 1959 1962 1940 Hasta 1952

Ano o período

Pulmonar Pulmonar

Pulmonar Extrapulmonar Todas formas Todas formas Todas formas Pulmonar Extrapulmonar Pulmonar Extrapulmonar Todas formas Pulmonar Extrapulmonar Todas formas Niños

Pulmonar Todas formas Niños

Forma de tuberculosis

1 226 51

725 50 523

430 16 055 5 244 4 000 911 2 500 1 381 417 1 454 199 2 607 1 315

2 296 586

Cepas identificadas

Tuberculosis humana producida por M. bovis

71

28

0 295 1 298 33 2 1 1 16

7,8

26,0 6,9

1,8 24,5 0,8 0,2 0,04 0,07 3,8 2,0 3,5 2,7 0,1 4,0

4,4 - 8,8 41,0

Aislamiento de M. bovis Número

— 73 —

1950 1966 1953-1956 1959-1960 1962-1966 1961-1963

Turquía U.R.S.S. Venezuela

0 8 14 14 4

561 2 665 8 000 16 828

39 49 34 3 0 53 11 22 262 0

7,6-ll,C 4,9 0,53 0,2 0,03

2,0

5,0 2,5 6,2 17,1

7,4 27,7 57,0 0,1

Aislamiento de M. bovis Número

890

524 177 59 4 000 693 1 530 278 354 1 529 271 65% de todos casos

Cepas identificadas

Extracto del capítulo « Tuberculosis and other mycobacterioses » de H.H. Kleeberg, en « Diseases transmitted from animals to man », 1975. Editorial Charles C. Thomas, Springfield, Illinois (Estados Unidos).

Yugoslavia

Pulmonar Contacto profesional Todas formas Todas formas Todas formas Todas formas

Meningitis Todas formas Pulmonar Todas formas Todas formas Pulmonar Extrapulmonar Niños Pulmonar

Pulmonar Extrapulmonar

Forma de tuberculosis

74

Suiza

Sudán Suecia

Polonia

1924-1939 Hasta 1952 Hasta 1952 1963 1967 1936-1939 1963 1936-1944 Hasta 1952 1957 1962

Año o período

Países Bajos

País

CUADRO III (continuación)

Tuberculosis humana producida por M. bovis

— —

— 75 — res o por los empleados que procesan y comercializan la leche en vez de provenir de vacas infectadas. Este estudio confirma el papel de la leche en la propagación de M. tuberculosis y de M. bovis. La encuesta p r u e b a también que en todos los países que intentan erradicar con seriedad la tuberculosis, se ha hecho preciso poner en cultivo más a m e n u d o muestras de leche y lesiones de índole tuberculosa. También se podrían enviar las lesiones a laboratorios especializados para aislar e identificar el bacilo. Los servicios de los laboratorios del « Medical Research Council » británico, del Instituto Pasteur de Francia y de mi instituto en Africa del Sur dieron satisfacción al respecto.

PROFILAXIS DE LA TUBERCULOSIS BOVINA En los años 1950 y 1960, se llevaron a cabo importantes esfuerzos en el m u n d o entero para luchar contra la tuberculosis bovina. En muchos países desarrollados, los casos son m u y poco frecuentes y en algunos, la situación se mejoró considerablemente al reducirse la incidencia de la enfermedad (Karlson, 1968). Algunos países pasaron de la tuberculinización voluntaria a la tuberculinización obligatoria, pero cuando esta politica va a c o m p a ñ a d a del sacrificio de los reactores positivos, el país que la aplica ha de disponer de los necesarios recursos financieros para indemnizar a los ganaderos. América del Sur, continente que cuenta con la mayor población bovina, parece que tiene la más alta incidencia de la enfermedad.

* *

*

Anexo 51a SESIÓN G E N E R A L D E LA O . I . E . R E S O L U C I Ó N N° III TUBERCULOSIS BOVINA Y S A N I D A D PÚBLICA CONSIDERANDO que sigue siendo importante la tuberculosis h u m a n a , producida por Mycobacterium bovis (M. bovis), menos frecuente que la debida a Mycobacterium tuberculosis, que la inexistencia de tuberculosis es la condición previa para el mejoramiento o la intensificación de los métodos de cría, que la inspección y el tratamiento de alimentos, tales como la inspección de carnes y la pasterización de la leche, han permitido disminuir en sumo grado la tuberculosis h u m a n a en aquellos países en los que se aplican sistemáticamente estos procedimientos,

— 76 — que la tuberculinización, única prueba que en la actualidad existe para el diagnóstico, es excelente, aunque sin embargo plantea problemas de especifi­ cidad y de plazo de interpretación de los resultados, los debates y conclusiones sobre el tema, EL COMITÉ RECOMIENDA 1. Que la erradicación de M. bovis del ganado vacuno de un país no esté motivada únicamente por consideraciones de sanidad pública, sino también por consideraciones económicas. 2. Que la decisión de uso con entera seguridad para el consumo h u m a n o de canales o partes de canales de vacunos reactores o infectados se base en la rigurosa inspección de las carnes ; que se proceda a la pasterización de la leche y, de no aplicarse este tratamiento, que se advierta a los consumidores acerca de la necesidad de hervir la leche. 3. Que se prosigan los trabajos sobre la tuberculosis bovina, investigán­ dose especialmente la posibilidad de mejorar las pruebas diagnósticas, intradérmicas y serológicas, y pudiendo ofrecer el empleo de técnicas monoclona­ les, nuevas perspectivas de estudio. (Adoptada

por el Comité

internacional

de la O.I.E. el 27 de Mayo de 1983.)

* *

*

BIBLIOGRAFÍA (véase página 30)

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