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Diego Batista Urbaneja (1972) “Introducción histórica al sistema político venezolano” en Politeia, nº 7. Caracas: IEP/UCV, pp. 11-59 (Fragmento) Intro

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Revista de la Academia/ISSN 0719-6318 Volumen 22/Primavera 2016/pp. 100-150 __________________________________________________________________________

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Diego Batista Urbaneja (1972) “Introducción histórica al sistema político venezolano” en Politeia, nº 7. Caracas: IEP/UCV, pp. 11-59 (Fragmento) Introducción (...) La expresión "Introducción a..." normalmente supone la idea de facilitar comprensión de aquello a lo que uno está siendo introducido. En el caso de una "Introducción histórica a..." se trataría de facilitar la comprensión histórica del actual sistema político venezolano, de poner al lector en condiciones de entender la génesis de ese sistema político. Quiero tomar mis distancias con relación a esa pretensión. Sin querer resolver ni abordar ahora la cuestión, quizás no sea muy alto el grado en que el pasado anterior a 1920 pervive en el presente. En Venezuela se produjo, hace pocas décadas, un dislocamiento de algunos de los factores que venían encauzando nuestra historia, la desaparición de algunos otros, y el desarrollo de otros anteriormente débiles o ausentes, Se produjo una brusca aceleración de los ritmos de la vida nacional, que quizás haga que el valor explicativo del análisis histórico sobre el siglo pasado sea para Venezuela menor que para otros países. Me refiero al menos al valor explicativo directo: el sistema político del pasado explicaría poco por qué el actual es como es. Lo que sí logra el conocimiento histórico, y es desde luego tarea suya en este caso, es explicar por qué el sistema político actual encuentra en el del pasado pre-petrolero pocos elementos explicativos. Otra cosa es el valor que la reflexión histórica tenga para un país que, como tanto se dice, carece de conciencia histórica. Quizás la reflexión histórica sea, paradójicamente, más urgente en países cuyo desarrollo histórico ha sufrido no hace mucho una fractura más o menos acentuada, y cuyo sentido de la identidad puede haber quedado seriamente afectado. La reflexión histórica tiene en estos casos la tarea y la importancia de ayudar a subsanar ese debilitamiento, redescubriendo lo que una vez fuimos y posibilitando establecer así aquello que nos define como venezolanos.

I. ELEMENTOS DE ANÁLISIS La primera parte de este trabajo está destinada a estudiar algunos elementos que permanecen como constantes durante el período en estudio, y que además tienen, a juicio del que esto escribe, un importante poder explicativo de los acontecimientos de esos años. Es pues, por ser permanentes e indispensables para la comprensión, que han sido destacados como pilares del análisis histórico. Esos elementos son: la escasez de excedente económico, la ausencia de grupos sociales homogéneos y con alta capacidad de gestión social, el caudillismo y la ideología liberal. Si bien son elementos constantes y siempre decisivos para la explicación de la historia del siglo pasado, el peso relativo de cada uno de ellos varía un poco en los distintos momentos del período en estudio. A veces la ideología liberal, por ejemplo, tiene una gran importancia, mientras que en otros momentos esa importancia es algo menor (aunque alta en todo caso). Correlativamente a esas variaciones en la importancia relativa de los elementos de análisis seleccionados, varía también la forma en que se articulan entre sí, el lugar que ocupan en el todo, la función que cumplen. Son, por cierto, esas variaciones que sufren los elementos de análisis en su peso relativo y en las formas de vincularse entre sí, las que dan lugar al movimiento histórico. Por ello, la segunda parte de esta introducción histórica al sistema político venezolano está dedicada a la descripción de aquellas

variaciones y del movimiento que producen. La homogeneidad del período en estudio plantea un problema que conviene exponer desde ahora mismo. Puesto que el período va a ser definido como tal por los cuatro elementos de análisis que se van a explicar más adelante, la homogeneidad del período depende de la homogeneidad de los elementos que lo definen. Ahora bien, aunque no es fácil determinar el momento en que el cambio en la cantidad produce un cambio en la cualidad, en los años castro-gomecistas, hay por lo menos dos elementos que sufren modificaciones importantes en cuanto a su carácter: el caudillismo y la ideología liberal. Podría argüirse entonces que los elementos de análisis funcionan con plenitud de eficacia solamente hasta fines del siglo XIX. Pienso, sin embargo, que las modificaciones mencionadas son la resultante de la precedente y casi secular interacción de los elementos de análisis. Podrían ser vistas como la culminación y perfeccionamiento del sistema político al que debían dar lugar aquellos cuatro elementos básicos, culminación y perfeccionamiento que tardó setenta años en empezar a cuajar y que, además, no tardó en ser removida por la a parición del petróleo y sus efectos dislocadores sobre los elementos constantes que delimitaron el transcurso histórico pre-petrolero1. Los elementos analíticos que van a utilizarse pueden dividirse entre aquel que constituye el proyecto político del período en estudio, y aquellos que constituyen apoyos o frenos de tal proyecto. Pero esto ya nos introduce en la definición de esos elementos analíticos.

1.- Elemento o constante intencional Aquí se trata de definir el ideal político cuya realización es la meta declarada del proceso histórico que vamos a estudiar. Ese elemento intencional es fácil de determinar. Se quiere constituir en el país un Estado nacional liberal. Desde este punto de vista la historia de nuestro siglo XIX es historia de los esfuerzos por organizar la sociedad venezolana bajo la forma de un Estado nacional liberal. El liberalismo venezolano, como elemento analítico, cumple dos papeles. Aquí mismo, cumple el de constante intencional, en tanto el proyecto político básico es un proyecto liberal. Más adelante cumplirá el papel de apoyo a la aspiración de constituir un Estado nacional liberal. En efecto, por una parte, y en un primer nivel más genérico, define el objetivo político que da o pretende dar sentido al proceso histórico. Por otra parte, y en un segundo nivel más específico, es uno de los elementos que juegan en forma concreta en ese proceso, ganando o perdiendo importancia, cambiando de carácter y de función a medida que el proceso transcurre. 1

Quisiera mencionar los trabajos sobre la historia nacional que me han sido de mayor utilidad para la elaboración de esta Introducción y de sus ideas fundamentales. Son estos: Pérez Vila y otros. Política y Economía en Venezuela, 1810-1976. Caracas, Fundación J. Boulton, 1976. Carrera Damas, Germán. Historia Contemporánea de Venezuela. Bases Metodológicas, Caracas EBUC, 1977. Lombardi, John. "The Patterns Venezuela's past", en Martz y Myers, eds. Venezuela. The Democratic Experience, New York, Praeger, 1977, pp. 3-27. Pérez Perdomo, Rogelio. El formalismo jurídico y sus funciones sociales en el siglo XIX venezolano, Caracas, Monteavila, 1978. CENDES. Prediagnóstico sociohistórico de Venezuela. Fase II. El proceso de conformación, fraguado y crisis de la formación social venezolana. Redactado por Josefina Ríos de Hernández. Caracas, CENDES, 1976. Mimeografiado. Carrera Damas, Germán, "El nivel teórico ideológico en las sociedades implantadas latinoamericanas". Tres conferencias mecanografiadas, cortesía de Carrera Damas al autor de esta Introducción.

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Como ideal, se puede decir que no varía: la construcción del Estado nacional liberal es siempre la meta. En este sentido, se trata de un proyecto simple. Se quiere un Estado moderno con todos los requisitos sociales, económicos, infraestructurales, culturales, políticos. Vale decir, con una economía dinámica que genere una clase dominante sólida y burguesa; con partidos que expresen intereses organizados y en conflicto relativo; con un conjunto de valores nacionales integradores, transmitidos a través de un sistema educativo ordenado; con una infraestructura vial que conecte todo lo necesario para que lo que se acaba de decir tenga lugar. Se quiere, en cuanto al Estado mismo, que sea un Estado de derecho que cuente con todo lo necesario para que funcione como tal: su pirámide jurídica; su catálogo de derechos fundamentales; sus tres poderes; y dentro del Ejecutivo, su ejército, su hacienda, su diplomacia. Pero como elemento del proceso histórico que apunta hacia esa meta del Estado nacional liberal, la ideología liberal varía junto con todos los demás elementos actuantes, dando origen a las varias versiones que hay del liberalismo venezolano. Esta complicación, esta doble cara, deberá aclararse más, cuando definamos los demás factores constantes y, sobre todo, cuando intentemos reconstruir los modos sucesivos en que se vincularon.

2.- Factores o constantes de realización Se llaman aquí "de realización " a los factores que condicionan, posibilitan o impiden la realización del ideal político definido como factor intencional}

a.- Bajo nivel de excedente económico El primero de estos factores es el de un bajo nivel de excedente económico, tanto del que iba a manos del Estado como del que estaba en manos privadas. Esta constante puede ser tenida como principal y decisiva, incidiendo en forma muy importante en la eficacia de las otras.2 bis Se traduce en una situación de estancamiento económico que dura todo el siglo XIX. La explicación de este factor nos lleva necesariamente a hacer unas consideraciones sobre la articulación de Venezuela al sistema económico mundial. Venezuela es en el siglo XIX un país relativamente poco interesante para el sistema capitalista internacional. No produce ningún producto clave, ni para los procesos industriales ni para la dieta de la población de los centros más desarrollados. Es decir, que el país no es, ni puede pretender ser, objeto de grandes inversiones destinadas a grandes producciones para vastos mercados. Ello significa que Venezuela queda al margen de las expansiones de los centros capitalistas y en particular de la expansión del capitalismo posterior a 1870. Esto tiene una enorme importancia y constituye uno de los núcleos de validez de la tesis dependentista. La articulación de la dependencia tiene para los países de América Latina un valor condicionante decisivo. Una articulación que pudiéramos llamar secundaria3 al sistema capitalista mundial 2

Como se ha visto ya, el nivel más genérico de uno de los factores de realización es el que constituye el ideal político de nuestro siglo XIX. A tal título este ideal forma parte —una parte invariable y por lo tanto poco interesante— de uno de los factores que hemos dado en llamar "de realización", concretamente, la ideología liberal. bis 2 No se atribuye un rango causal preciso a las palabras "principal", "decisivo", "incidir". Es preferible dejar que el curso de la exposición aclare por sí mismo el sentido que tienen aquí esas palabras. 3. Articulación secundaria: la que corresponde a países de poco interés relativo para el sistema económico internacional. En general, sería posible establecer algo así como una escala de puntuación de la dependencia, usando criterios como vulnerabilidad del país al deterioro del vínculo con el centro; tipo de importancia que tiene para el centro el producto del que se depende; indispensabilidad del país

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determina un bajo nivel de inversiones extranjeras4, y por lo tanto un bajo nivel de dinamismo en la economía. 5En efecto, la economía de los países latinoamericanos del siglo XIX, y en particular la de Venezuela, está caracterizada por lo que Germán Carrera Damas ha llamado "ausencia de factores dinámicos internos". Los factores dinamizadores tenían que venir pues de fuera, y en concreto en la forma de inversiones por parte del capitalismo mundial. De manera que la relación de dependencia tiene para Venezuela un valor determinante o constitutivo, y sus características delimitan el marco de posibilidades, la potencialidad que tiene el país en un momento dado para realizar sus metas declaradas, en nuestro caso, la instauración de un Estado nacional liberal. Carrera Damas ha expresado esta idea en relación al período petrolero, en el cual tal relación de dependencia significaba una multiplicación de las posibilidades para la acción del Estado y el desarrollo de la sociedad.6 Al contrario, la poca importancia que Venezuela tuvo durante el siglo XIX determinó una relación de dependencia que, si bien colocaba al país en una extrema situación de dependencia, no le allegaba recursos suficientes para producir un dinamismo económico acumulativo y tendencialmente autosostenido. No solamente eran escasos los ingresos del Estado, por ser limitado el movimiento de exportación e importación del que dependía el ingreso aduanero, que era la renta estatal básica. También la importancia de las casas comerciales extranjeras determinaba que buena parte del excedente que la economía nacional generaba lo acumulaba el sector comercial, con la consiguiente parsimonia en el proceso de reinversión y la consiguiente sangría para el exterior de los recursos generados por la economía privada.7 El estancamiento económico que resulta de lo anterior y la escasez de excedentes correspondiente, es un factor decisivo en los sentidos. En primer lugar, los intentos fallidos de salir de esa situación llenan la historia del siglo XIX, que puede ser vista como una sucesión de ellos. Esto tendrá muy clara expresión en las ideologías políticas del siglo, en las cuales la cuestión de cómo realizar ese intento ocupaba un lugar destacado. Pero en segundo lugar, esa escasez de excedentes dificulta la realización exitosa de aquellos mismos intentos y de los proyectos que apuntaban a realizar un orden social liberal, al impedir la formación de varios de los supuestos básicos de tales proyectos: grupos sociales homogéneos, con alta capacidad de acumulación y con alta capacidad de gestión social; una adecuada infraestructura vial; un aparato administrativo y judicial eficaz y de cobertura nacional; un cuerpo de normas jurídicas coherentes con un orden social liberal de la índole del que se pensaba instaurar en

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dependiente para el centro, etc. De acuerdo a las varias modalidades que ha adoptado la inversión de los centros desarrollados en los países de menor desarrollo, a lo largo de las distintas etapas de evolución del sistema capitalista mundial. Esto no quiere decir que un alto nivel de inversiones produzca necesariamente un alto dinamismo económico en la sociedad dependiente. "...cabría preguntarse si Venezuela no ingresa a la 'historia universal' por la vía de la dependencia...". Carrera Damas, op. cit, p. 118. "...aunque poco plazca al orgullo nacional probablemente será necesario admitir que más que una contribución a la 'historia universal', la existencia histórica de Venezuela expresaría trabajosa incorporación a la misma, reduciendo un desfasamiento {decalage) constantemente arrastrado, el cual ha disminuido en las últimas décadas, aunque parezca paradójico, por efectos de la acentuación de la relación de la dependencia", Ibid., p. 153. Subrayado nuestro. "...El hecho es fundamental y merece ser subrayado: terminaba así (entre 1928 y 1936, y por la inversión directa de la empresa extranjera) el período durante el cual la escasa población, el escuálido consumo y la precaria producción de unos pocos renglones agrícolas, hacían de Venezuela un mercado de escasa significación y la desaconsejaba como plaza de inversión...", Ibid., p. 162. Puede verse una descripción del funcionamiento de la economía de la "Venezuela agraria" en Rangel, Domingo Alberto. Capital y Desarrollo. La Venezuela Agraria, Caracas, UCV, 1969, passim.

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Venezuela y a ser aplicado por aquel aparato ausente.8

b.- Inexistencia de grupos sociales homogéneos y con alta capacidad de gestión social La segunda constante del período en estudio es la de la inexistencia de grupos sociales homogéneos con capacidad de darle a la vida política y económica una dirección clara y coherente. No existió a todo lo largo del período una burguesía industrial, agrícola o comercial, capaz de imprimir a la acción del Estado una orientación que respondiera a sus intereses. Desde el punto de vista de la composición de los grupos dirigentes, la vida republicana se abrió en 1830 con el siguiente abanico: un conjunto de hombres privilegiados constituido por los jefes militares de la guerra de independencia; un grupo de propietarios agrícolas con graves dificultades financieras, en especial debidas a la escasez de circulante; un grupo de comerciantes y prestamistas que dirigían el comercio de importación y exportación y que controlaban buena parte del escaso circulante del que se disponía; un grupo de intelectuales y políticos liberales, muchos de los cuales —aunque no todos— estaban incluidos en los dos grupos anteriores. Esa composición de los grupos dirigentes nacionales encerraba el germen de contradicciones sociales potencialmente muy importantes, que se actualizarían poco después de iniciada la vida independiente de Venezuela, cuando los intereses de los sectores básicos de la economía del país entraran en colisión. Esta colisión o contraposición de intereses económicos es la base más importante del surgimiento de los dos principales partidos políticos venezolanos del siglo XIX, sobre cuya naturaleza se hablará más adelante. Más profundamente, esa contraposición de intereses sirve de base a la división de las magras élites del país, división que durará inequívocamente hasta 1864. Pero ni unido ni dividido hubo un grupo dirigente que pudiera plantearse ante los demás como grupo hegemónico. Si bien hubo intentos explícitos en tal sentido, y en concreto el de Tomás Lander respecto a los agricultores, 9ningún grupo social logró imponerse ni en los hechos ni en las ideas como un grupo hegemónico, es decir, como un grupo de cuyo desarrollo dependiese el desarrollo de la sociedad toda. Más bien puede tenerse a este respecto como tesis dominante la que expuso en 1854 Santos Michelena, de la siguiente forma: "La agricultura, el comercio, las artes, todo anda mal, esto es cierto; pero no busquemos el remedio en la distribución del dinero (en favor de los agricultores). Trabajo y economía por parte de los ciudadanos; caminos, inmigración y policía por parte del gobierno. Obre cada uno en su respectivo ...".10 De manera que no había los presupuestos sociales para el funcionamiento de una sociedad liberal, en lo que se refiere a la existencia de un grupo social homogéneo, cuyo desarrollo necesitase de un orden liberal, y ya lo suficientemente poderoso en lo económico, lo ideológico y lo político, como para 8

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El bajo nivel de excedentes de este período puede comprobarse en estas dos obras fundamentales: Polanco Martínez, Tomás: Esbozo sobre Historia Económica Venezolana. Madrid, Guadarrama, 1960, passim, y Veloz, Ramón: Economía y Finanzas de Venezuela desde 1830 hasta 1844. Caracas, Impresores Unidos, 1945, passim. Para dar una idea del estancamiento económico, basta decir que los ingresos derivados del café, nuestro principal producto de exportación era en 1840 de 200 mil pesos, y en 1855 de 270 mil, habiendo sido de 299 mil en 1815: Cf: Polanco, op. cit., pp. 146 y 221. Véase Lander, Tomás. La Doctrina Liberal. Tomás Lander. Pensamiento Político Venezolano del siglo XIX. Textos para su estudio. Caracas, Presidencia de la República, 1961, Vol. 4, pp. 592-594 y p. 600. Michelena, Santos. "Movilización del Crédito Territorial", en Conservadores y Liberales. Pensamiento Político Venezolano. Textos para su estudio. Caracas, Presidencia de la República, 1961. vol. 12, p. 444. Añade significación al texto citado el hecho de que él constituye una respuesta a un proyecto de crear un Instituto de Crédito barato para los agricultores, lo que podía significar una expresión institucional de la hegemonía de los grupos agricultores. El proyecto fue derrotado por poco margen.

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arrastrar tras de sí y someter en caso necesario, a los demás grupos sociales que pretendan razonablemente11 ser también hegemónicos. A este respecto la conducta del Estado, que es la que revela la forma en que finalmente se dirime la cuestión de la hegemonía, parece ser la de crear los presupuestos materiales —especialmente a través de los caminos y la inmigración— y morales —a través de la educación y la inculcación del espíritu de trabajo—, para que se generara una dinámica económica espontánea que terminara convirtiendo en hegemónico a aquel de los grupos sociales que se hiciera merecedor de ello. Es necesario hacer ahora la siguiente precisión. El que no hubiera grupo hegemónico o "suficientemente poderoso para ... tras de sí... a los demás grupos sociales", no quiere decir que la política económica de los distintos gobiernos que se sucedieron en los años que van de 1830 a 1935 no respondiera a los intereses de nadie. Durante esos gobiernos hubo grupos que se fortalecieron y se enriquecieron, e intereses que se beneficiaron. Constituyeron la base social de esos gobiernos y es en este sentido que se afirma convencionalmente que la oligarquía conservadora se apoyaba en la burguesía comercial, o que el gomecismo se apoyaba en los terratenientes. Pero esto no significa —y es lo que nos interesaba destacar— que esos grupos manejaron el Estado y que éste no pudiera sino responder a sus intereses. Justamente, lo que afirmamos es que la vida política de la sociedad respondía en primer lugar a la dinámica caudillista 12 y no —o sólo en menor medida— al conflicto de unos intereses sociales que pugnaran por imponerse a otros intereses sociales e imponer una determinada dirección a la vida pública.

Pero tampoco existía el presupuesto de una sociedad liberal en lo que se refiere a las clases y grupos dominados. En efecto, no existía un mercado libre de trabajo como forma generalizada de satisfacer la demanda de mano de obra. Los grupos dominados estaban en condición de esclavitud, o de peonaje o de asalariado, según el sector productivo, la región y la época. 13 Esto apunta a una de las contradicciones básicas del siglo XIX venezolano. En efecto: ¿cómo adquirir la dinámica y el sentido de una sociedad liberal, sin la existencia de un mercado de trabajo que amplíe el ámbito de la economía monetaria y garantice así la realización del beneficio y la acumulación?, pero ¿cómo pedir que se estableciera este mercado de trabajo con un excedente económico tan bajo como el que caracteriza la economía venezolana, y que además era recibido por sectores comerciales y extranjeros?

c- El caudillismo Estos rasgos sociales de la Venezuela del siglo XIX nos conducen a la tercera de las constantes que

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El empleo de la palabra "razonablemente" remite al concepto de "razonabilidad social" y de "grupos sociales significativos" expuestos en mi trabajo. "Consideraciones sobre metodología en Historia de las Ideas Políticas", en Politeia, N° 5, Caracas, IEP, 1971, pp. 189191. "La razonabilidad social" de un proyecto político consiste en la "...congruencia de [ese] conjunto de ideas políticas... con los intereses de los sectores sociales significativos de cada sociedad en el sentido de que sea una forma adecuada de realización de esos intereses. Entendemos por sectores sociales significativos no aquellos que [sólo] son objetivamente importantes para la reproducción social... sino aquellos que, además, son capaces de organizarse y actuar políticamente para la realización de un proyecto relativamente complejo. El proyecto de ser complejo relativa mente al grado de complejidad de la sociedad a la cual se refiere...". En el texto, la palabra "razonablemente" que ha dado origen a esta nota, se refiere a la cualidad de grupos sociales significativos: sólo los que lo fueran podían pretender "razonablemente la hegemonía. Véase infra, pp. 21-25. Para la composición de los grupos sociales dominados en los diversos momentos del siglo XIX puede verse: Brito Figueroa, Federico. Historia Económica y Social de Venezuela. Primera edición, Caracas UCV, 1966. Tomo I, pp. 244-257; pp. 272-283, pp. 301-309, pp. 317-333. También es útil, Rangel, Domingo A., ob. cit. passim.

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enmarcan y producen su historia: el caudillismo.14 Para muchos historiadores, el caudillismo es la forma política natural de un país como era Venezuela en el siglo XIX.15 En un país poco integrado desde el punto de vista socioeconómico y jurídico-político, es decir, en un país sin un grupo social dirigente de alcance nacional, y cuyo centro de poder formal contaba con muy precarios medios de acción, la violencia tenía que adoptar una forma y un sentido muy especiales. No podía estar al servicio de un inexistente grupo social que guiara el desarrollo del país, ni podía proceder de las órdenes de un Estado tan rudimentario. Esto en lo que se refiere a la procedencia de las órdenes y al carácter de los comandantes últimos. En lo que se refiere a la tropa, el predominio de una población empeonada, que carecía de algo que pudiera llamarse conciencia de clase; y la inexistencia de un cuerpo de ejército numeroso y organizado, lo que era de esperarse en un Estado de tan pocos recursos, creaban condiciones adicionales para una modalidad especial de violencia política. Así, la violencia que respalda todo orden social —o que lo amenaza— estaba en buena parte en manos, no del Estado y sus órganos, que son los formalmente encargados de la salvaguarda del orden social, sino en manos de los caudillos. Estos controlan la violencia porque tienen tierras y peones, y cuentan por ello con una base de recursos materiales y humanos a sus órdenes; y porque gozan con frecuencia de gran prestigio regional —o, pocas veces, — por pasadas hazañas militares.16 Esto último hace que a su paso recluten con facilidad nuevos hombres que aumentan sus contingentes iniciales. Es decir que la violencia está fuera del control del Estado y de algún grupo social hegemónico. En este sentido podría ser llamada una variable errática, en tanto sus oscilaciones y movimientos están sujetas a una dialéctica complicada y aparentemente casual de rivalidades intercaudillistas, de ambiciones personales, de situaciones inmediatas y concretas. La violencia caudillista sólo puede ser controlada por otro caudillo, y el país está en paz cuando un caudillo logra imponerse sobre los demás como caudillo mayor, tenga o no además la investidura formal desde el punto de vista jurídico-estatal.17 Varían los motivos que tenga el caudillo mayor de turno para favorecer a determinados grupos sociales. En algunos casos la cuestión puede resolverla él, por motivos políticos. En otros casos puede que de antemano haya contado, en su esfuerzo por imponerse, con el apoyo de algunos intereses sociales que vieran en él una solución a sus problemas, pero sin que el caudillo forme parte de esos grupos sociales que lo apoyan. El caudillo como tal se mueve en la dimensión política y bélica, no en la socioeconómica. Esta idea de que la violencia está fuera de control coincide con la situación de Samuel Huntington ha llamado "de pretorianismo". El "pretorianismo" se da cuando los actores políticos acuden 14 15

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Digo que los rasgos sociales nos conducen al caudillismo porque el caudillismo sólo puede existir en una nación carente de grupos sociales poderosos. El pensamiento positivista lo considera así. Su reproche al siglo XIX es haber creído que era posible un régimen político "a la europea". Véase por todos: Vallenilla Laureano. Cesarismo Democrático. Caracas, Ed. Garrido, 1954. passim, Augusto Mijares considera al caudillismo un subproducto de la guerra de independencia, obtenido en buena parte gracias a la destrucción que esa guerra causó en la oligarquía criolla. Independientemente de los juicios de valor que hace Mijares sobre el caudillismo y del carácter pasajero que quiere darle, lo importante es que es un hecho clave, apoyado en otros hechos aún más importantes, como la mencionada destrucción. De ahí su gran eficacia concreta en la vida venezolana. Véase: Mijares Augusto. La Interpretación Pesimista de la Sociología Hispanoamericana. Madrid, Afrodicio, Aguado, 1952, pp. 15-71 y 717-137. Carrera Damas afirma: "...hay un modo concreto de ejercicio del poder que no está determinado por el patrón (liberal) sino por la estructura real de la sociedad... y ese es el caudillismo". Carrera Damas, Germán. "El nivel teórico ideológico...", segunda conferencia, p. 14. Las hazañas militares están, en general, en el origen del prestigio y la riqueza del caudillo. La ocasión de esas hazañas da lugar a una distinción de tipos de caudillos que puede ser de interés. Por un lado, están los caudillos que son producto de la Guerra de Independencia. Por otro lado, están los caudillos que son producto de las guerras civiles de la Venezuela republicana. Los primeros predominan hasta 1858 y muchas veces son los protagonistas de las guerras civiles de las que sale la primera hornada de caudillos del segundo tipo. Este segundo tipo predomina de 1858 en adelante. El primer tipo de caudillos daría lugar a lo que se podría llamar caudillismo de próceres. El segundo tipo, al caudillismo de las guerras civiles. Agradezco estos matices a José Brito González. Para la relación entre caudillismo y paz, puede verse mi trabajo "Caudillismo y Pluralismo en el siglo XIX venezolano", en Politeia, N° 4, Caracas; IEP, 1975, pp. 133-151.

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habitualmente a la escena política sin hacer uso de los canales institucionales y se enfrentan en ella sin tener reglas de juego que normen ese enfrentamiento. Un caudillo podía resolver alzarse por cualquier "disgusto" y su victoria o su derrota las decidían, a veces la fuerza militar, a veces la astucia en el trato interpersonal con los caudillos que se le enfrentaran a nombre del poder formal, a veces la negociación. En todo caso, estaríamos ante un pretorianismo oligárquico y caudillista, dado el poco número de los actores políticos que estaban en condiciones de acceder violentamente y cuando quisieran a la escena política, y dado el carácter de caudillos que identificaba átales actores.18 En relación a las aspiraciones liberales genéricas que guían la historia del siglo XIX, la violencia caudillista tiene consecuencias negativas muy importantes en el caso de los países con las características que hemos visto que tenía el nuestro, en especial la de la escasez de recursos económicos y la de la debilidad de grupos sociales. En efecto, en tales condiciones, la libertad con la que se mueve la variable bélica es un freno potencial constante a los esfuerzos para la instauración del Estado nacional liberal, porque las "revoluciones" que una y otra vez estallan en nuestro siglo pasado, aun el caso de que sean dominadas con relativa facilidad, significan una sangría permanente de recursos económicos, sociales y humanos muy escasos, tanto públicos como privados. La tendencia es entonces a que se establezca un círculo vicioso entre escasez y desorden, círculo que sólo puede ser roto, o por una larga paz de muy baja probabilidad, o por una inyección poderosa de recursos que sólo puede venir por el cordón de la dependencia.19 Además de la violencia que obedece a la dinámica caudillista y que es la que se encarna en nuestras numerosas "revoluciones", hay otro tipo de violencia que tiene el mismo efecto obstaculizador del proyecto liberal. El caudillo forma parte de la élite política, y dispone de recursos materiales y humanos para emprender una acción bélica destinada a satisfacer sus intereses y los de "su gente", sus amigos y colaboradores. Pero hay además la violencia de los grupos bajos, que es una violencia permanente y endémica, calificada por los grupos dirigentes de bandolera, y que es el resultado aluvional de la pobreza constante de peones, artesanos, pequeños propietarios; de la falta de aparatos eficaces de control sobre el peón y el esclavo; y en general, de la falta de dinamismo progresista en el terreno económico y social. Tiene esta violencia de los de abajo sus propias causas y su propia dinámica, y se integra a la violencia caudillista o deja de hacerlo, de acuerdo a razones circunstanciales.20 En el último subperíodo de nuestro trabajo ocurre una modificación importante en relación al elemento caudillista. En efecto, Castro podría ser considerado todavía un caudillo, pero Gómez no. Gómez sería el resultado del proceso de instauración del Estado liberal en condiciones de caudillismo, de escasez de excedentes y de ausencia de poderosos y homogéneos grupos sociales. En un momento dado, con Castro, ese proceso trae la eliminación del caudillismo, cuando ese dictador moderniza un 18

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Para la idea de pretorianismo, puede verse a Huntington; Samuel. El orden político en las sociedades en cambio. Buenos Aires, Paidós, 19 2, .pp. 81-181. Interesa destacar el significado de este pequeño párrafo. El implica que las cosas pudieron transcurrir favorablemente, pero que era poco probable. No construyo en esta Introducción un paradigma férreo que condenara a nuestro país a ser lo que fue. Intento solamente aportar algunas ideas y parámetros que ayuden a comprender por qué, de hecho, fue lo que fue. De resto, tiendo a pensar que el mejor análisis posible de nuestra historia estará "en una detallada narración", como dice John Wromack Sobre esto puede verse: Hirschman, Albert. "The Search for Paradigms as a Hindrance for Understanding", en World Polines, abril, 1970, N° 3, pp. 329-344. Así era posible reunir un buen surtido de focos y fuentes de violencia. Veamos este párrafo, en el que aparece además una fuente doctrinaria de la violencia: "...las facciones de Carabobo, Valencia y Maracay, estaban dirigidas por civiles liberales y disidentes sin partido. Los grupos que se formaron en los llanos centro-occidentales y orientales solían proclamar el regreso de Páez, mientras que en Cumaná los rebeldes abogaban por el federalismo. Las facciones de los llanos centro-occidentales se componían principalmente de peones ganaderos y agrícolas, en tanto que en Cumaná las fuerzas rebeldes estaban constituidas casi totalmente por el ejército regular y la milicia...". Matthews, Robert. "La turbulenta época de los Monagas" en Pérez Vila y otros, ob cit., pp. 101 y 102

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poco el ejército y derrota a varios caudillos importantes en la batalla de La Victoria. Eso elimina al caudillismo como base de poder, pero no elimina la necesidad de establecer el poder sobre una red de lealtades personales, porque en razón de los tres factores antes mencionados, el Estado no existía más que rudimentariamente. Ahora bien, eliminada la red caudillista como base del poder, la red de lealtades tiene que engastarse en el aparato del Estado, rudimentario y todo como era, porque es el único aparato que queda para ejercer el poder. El mexicano Molina Henríquez ha designado un fenómeno similar con la palabra "amificación", que Abelardo Villegas explica como sigue: "Las relaciones del dictador (Porfirio Díaz), con sus gobernantes no estaban propiamente regidas por leyes, sino que se trataba más bien de relaciones personales, de compromisos individuales. Molina Enríquez describe un procedimiento que llama de amificación, por medio del cual Díaz hacía sentir a sus subordinados que estaban ligados a él por lazos de amistad; ... Díaz era amigo de los gobernadores, los diputados y senadores eran amigos de los gobernadores, las presidentes municipales eran amigos de diputados, gobernadores y senadores, los vecinos principales eran amigos de presidentes municipales, etcétera".21 Más adelante volveremos sobre este tema de la relación de Gómez con el proceso histórico que estamos estudiando en esta "Introducción".

d.- La ideología liberal Una cuarta constante o elemento analítico lo constituye la ideología que da cuerpo al proyecto político de instaurar un Estado nacional liberal. La ideología vigente en el siglo XIX es genéricamente liberal. Hay un conjunto de supuestos comunes en el modo de plantear y resolver los problemas básicos de la teoría política. Las cuestiones del origen, la finalidad y el modo de ejercicio del poder político tienen respuestas básicas comunes: pacto social como origen, garantía de los derechos naturales como finalidad; estado de derecho republicano como modo de ejercicio. Hay otros puntos comunes más específicos a todo el pensamiento político venezolano en el siglo XIX, y que se construyen sobre la base común más general. En primer lugar, y desde luego, las derivaciones naturales de los puntos anteriores: perfeccionamiento del Estado de derecho en sus aspectos administrativo, judicial y legislativo; especificación de los derechos naturales más importantes: de propiedad y de expresión. También en ciertas políticas muy concretas hay un acuerdo general, como es el caso de la política vial y el de una política de inmigración como dos necesidades básicas de la Venezuela de entonces. Las diferencias doctrinarias se producen dentro de ese amplio marco de acuerdo, y como resultado de la propia dinámica ideológica, en conjunción con las variaciones que sufren los elementos analíticos que han sido señalados en este trabajo. Las diferencias doctrinarias son sobre la importancia relativa de los derechos naturales; la implementación de la política caminera o poblacional; sobre políticas económicas concretas, en favor o en detrimento de los agricultores, o de los comerciantes o de los artesanos. Por cierto que son esas diferencias doctrinarias las que, en cuanto a lo ideológico concierne, dan origen y vida a nuestros dos principales partidos decimonónicos: el liberal y el conservador, que doctrinariamente son, como puede derivarse de lo dicho, las dos modalidades del liberalismo en Venezuela. Se ha hablado al comienzo de este trabajo22 de que el liberalismo venezolano juega dos papeles en cuanto elemento de análisis histórico. Se dijo que, por una parte, define el ideal político que da o 21

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Villegas Abelardo. Reformismo y Revolución en el pensamiento latinoamericano. México, Siglo XXI, 1972, p. 35. Véase supra, pp, 15 y 16.

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pretende dar sentido al proceso histórico. Por otra parte, se añadió que es uno de los elementos que juega en ese proceso. A estas alturas del trabajo estamos en condiciones de reformular esos papeles del liberalismo. En efecto, la idea general del pensamiento político venezolano que da sentido a su liberalismo genérico es la siguiente: Se trata de ir subsanando las condiciones de debilidad social a través de un Estado cuya misión fundamental es crear los presupuestos materiales (caminos e inmigración), psicológicos o morales (espíritu de trabajo y de ahorro), e institucionales (estado de derecho, con todos sus soportes administrativos y jurisdiccionales), necesarios para que por medio de ellos se vayan consolidando a su vez los presupuestos sociales (existencia de clases y en particular de algo así como una burguesía hegemónica) de la sociedad liberal y del Estado nacional liberal. Los resultados de todo esto serían: el fortalecimiento de la "sociedad civil"; el paso progresivo de los procesos fundamentales del país a esa sociedad civil; la correspondiente disminución de la importancia de la acción estatal destinada a construir los presupuestos mencionados y la reducción de las tareas del Estado a las propias de un Estado liberal; y, sobre todo, el progresivo control por parte de esa sociedad civil y por parte de un sólido Estado nacional a su servicio, del aspecto bélico o caudillesco de la vida del país. Todo lo dicho de los presupuestos y de sus resultados es una reformulación de lo que antes se llamó "factor intencional". Por su parte, la discusión ideológica sobre cómo obtener esas metas, sobre la significación precisa de cada una de ellas, sobre su importancia relativa, es lo que da contenido y movimiento a nuestras ideas políticas y constituye el objeto de una eventual historia de ellas. Es esto lo que, como se ha dicho antes, varía junto con los otros elementos analíticos. La ideología liberal sufrió en la última etapa del período una modificación de importancia. La influencia que el positivismo venía ejerciendo desde las últimas décadas del siglo XIX había penetrado en el pensamiento político. Partiendo del principio comteano de que el orden político debe ser la expresión del orden civil y de que éste a su vez debe ser la expresión del estado de la civilización, se concluyó que la forma política caudillista debía ser nuestra forma de ejercer el poder político, puesto que los datos observables sobre el orden civil y el estado de la civilización en nuestro país conducían a tal modo de ejercicio del poder. Sólo así sería posible que el poder político cumpliera la misión que la ideología liberal del siglo XIX le había asignado, al tiempo que lo obstaculizaba rodeándolo de formas y procedimientos propios de un estado de civilización más avanzado, y que en un principio parecerían consustanciales con todo orden liberal (partidos, libertad de imprenta, etc.). Pero como ese orden no existía, porque no existían sus presupuestos, había que posponerlo, mientras una forma política no liberal, pero eficaz por corresponder a los hechos sociales, permitiera ir creando esos presupuestos. Volveremos sobre esto. Los últimos tres factores de realización —la debilidad de los grupos sociales, el caudillismo y la ideología liberal— actúan además como los factores que controlan el acceso al poder y la influencia, definen la modalidad de ese acceso, y determinan en fin, con sus cambios coordinados, las sucesivas formas de los canales que conducen al poder y la influencia. Así aparecerán con frecuencia en la exposición que sigue. En efecto, el pertenecer en forma destacada, fuera a alguno de los débiles grupos sociales que pugnaban por fortalecerse, fuera a la red de caudillos, fuera a los formuladores de la ideología y los proyectos políticos, era condición necesaria para acceder al poder o a sus alrededores. Condición necesaria, pero no suficiente, ya que la articulación concreta de esos tres canales y las formas cambiantes y sucesivas en que confluían, determinaban la importancia de cada uno de ellos en cada momento, y alguno podía incluso quedar temporalmente bloqueado.

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Quizás sea conveniente ir desde ya simplificando esto de los tres canales de acceso, e ir adelantando algo de lo que se dirá posteriormente. En realidad, los tres canales pueden reducirse a dos. En efecto, la ideología es siempre adaptada y propugnada por alguno de los grupos sociales en formación, o por alguien que los represente en el terreno ideológico. De forma que el profesar la ideología liberal o el pertenecer a alguno de los partidos que la profesa es el canal que subsume y da relevancia política al de la pertenencia a los ya tan nombrados débiles grupos sociales. Con la expresión élites liberales resumiremos en adelante esta fusión de pertenecer a grupos económicos importantes y pertenecer a grupos que propugnan la ideología liberal y pugnan por realizarla en cualquiera de sus versiones. Por su parte, el caudillo sí que es un único y sólido canal de acceso al poder. Lo que marca el cariz de la vida política venezolana del siglo pasado en cada una de sus etapas es la forma en que se van relacionando, de modo cambiante, el liberalismo y el caudillismo. Con el añadido esencial de que en esa relación el caudillo tiene el papel más activo, es decir, que de él es de quien más depende el que esa relación se establezca y cuál sea su forma concreta, aunque esa decisión está con frecuencia sumamente condicionada por lo importante que de todos modos eran las élites liberales. La relación caudillo-élites liberales es fundamental para la determinación de la naturaleza de los partidos políticos venezolanos del siglo XIX. Es cierto que el primero de ellos, el partido liberal, surge sin un caudillo en el sentido que le damos aquí a esta palabra; y es cierto también que es con la aparición del partido liberal que aparece el partido conservador, el cual sí estaba agrupado alrededor del caudillo José Antonio Páez. Pero en todo caso, para que el partido liberal pudiera acceder al poder, era necesario que contara con el respaldo de un caudillo, en este caso José Tadeo Monagas, y es éste el que lleva al partido liberal al poder. Entonces: si bien era posible que se formaran partidos sin caudillo, no era posible que accedieran al poder sin el amparo de un caudillo. La relación de los partidos políticos con el poder depende de la relación que tengan con los caudillos, y es la modalidad de relación que haya entre las élites liberales que constituyen los partidos y el caudillo alrededor del cual se agrupa ese partido, la que determina la modalidad relación del partido con el poder. Por ejemplo, la relación del partido conservador bajo Páez con el poder es diferente de la relación del partido liberal con el poder cuando los Monagas, porque para el partido conservador Páez era el eje y jefe, mientras que para el partido liberal Monagas era un aliado. Más aún, los partidos que dieron lugar a sistemas de poder estable, el conservador y el liberal amarillo, son expresión de las relaciones entre los caudillos con diversas modalidades del liberalismo, y constituyen una institucionalización de esas relaciones. (…)

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