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■ ARTÍCULOS ORIGINALES
Umbral auditivo en buzos profesionales no expuestos a ruido Jesús Herranz González-Botasa, Salvador Fojón Polancob, María Soledad López Facalc, Carmen Fernández Casabellad y Mónica García Casásb Servicio de Otorrinolaringología. Complejo Hospitalario Juan Canalejo. A Coruña. España. Servicio de Medicina Intensiva. Complejo Hospitalario Juan Canalejo. A Coruña. España. Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario Juan Canalejo. A Coruña. España. d Servicio de Radiología. Complejo Hospitalario Juan Canalejo. A Coruña. España. a
b c
Auditory Threshold in Professional Divers Not Exposed to Noise
Objetivos: Hemos realizado una revisión otoscópica y audiométrica de buceadores profesionales no expuestos a ruido, para evaluar la repercusión que esta actividad laboral tiene en la audición. Material y método: Se analizó a 233 buceadores profesionales, con una experiencia promedio de 9,6 años y 2.074 inmersiones, que trabajan a profundidades de entre 10 y 27 m y una media diaria de 4,6 h de fondo. Se trata de una población atípica que bucea de forma intuitiva y empírica sin realizar paradas de descompresión regladas. Resultados: El 89,2 % presentó síntomas de enfermedad por descompresión. Sólo el 19,7 % presentaba un umbral medio de audición por debajo de los 20 dB y el 73,5 % presentaba una hipoacusia leve. Se encontró un significativo incremento del umbral auditivo en 3, 4 y 6 kHz al agrupar por años de experiencia y edad (p < 0,0001). No se observó este incremento al agrupar la muestra según tuvieran foramen oval permeable (FOP), síntomas de enfermedad por descompresión ni clínica vestibular o número de inmersiones. Conclusiones: La hipoacusia neurosensorial en frecuencias agudas en buceadores profesionales está relacionada con la edad y los años de profesión, incluso en ausencia de un medio laboral ruidoso.
Objectives: Otologic and audiometric evaluation of professional divers without noise exposure has been carried out to analyze the repercussions of this activity on their hearing. Material and method: A total of 233 professional divers, working in a no noise environment, with an average experience of 9.6 years and 2074 lifetime dives, in a working depth between 10 m and 27 m, average 4.6 hours underwater time were evaluated. This atypical population of divers did not follow any decompression schedule and engaged in diving in a purely empirical and intuitive fashion. Results: Eigthy-nine point two per cent presented symptoms of decompression sickness (DCS). Only 19.7 % presented a mean hearing threshold below 20 dB while 73.5 % had a mild hearing loss. Significant differences (P < .0001) were found in hearing thresholds at 3, 4, and 6 kHz when hearing thresholds were grouped by years of experience and diver’s age. No such increase was found when the sample was grouped by DCS symptoms, vestibular symptoms, number of dives, or patent foramen ovale. Conclusions: The presence of high-frequency sensorineural hearing loss in professional divers is related to their age and experience, even without a noisy working environment.
Palabras clave: Buceo. Efectos adversos. Hipoacusia. Alta frecuencia. Enfermedades profesionales.
Key words: Diving. Adverse effects. Hearing loss. High frequency. Occupational illnesses.
INTRODUCCIÓN
El proyecto ha sido parcialmente financiado por la Universidad de A Coruña mediante los “Fondos de ayudas a proyectos de investigación en cooperación al desarrollo: Fondo 0,7 % UDC”. Correspondencia: Dr. J. Herranz González-Botas. Urbanización Lamastelle. Rua Courel, 6. 15179 Oleiros. A Coruña. España. Correo electrónico:
[email protected] Recibido el 17-10-2007. Aceptado para su publicación el 14-11-2007. 70
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Las afecciones del oído son las que con mayor frecuencia afectan al buceador y entre sus diversas manifestaciones destaca la hipoacusia. Se ha asociado la pérdida de audición tanto con el buceo profesional como con el deportivo, sin que exista consenso sobre la causa que lo produce; exposición a ruido, barotrauma o enfermedad por descompresión (ED) del oído interno1-3. La mayoría de los estudios existentes se han realizado en poblaciones de buceadores, profesionales (civiles o militares) o deportivos, que realizan su actividad dentro de las normas básicas de seguridad y
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Herranz González-Botas J et al. Umbral auditivo en buzos profesionales no expuestos a ruido
previo examen médico4. Estas normas se imparten en los cursos de formación necesarios para obtener la titulación que acredita y autoriza para la práctica del buceo. El propósito de este estudio es evaluar la situación auditiva que presenta una peculiar población de buceadores profesionales, que no siguen las normas básicas de seguridad, no han sido sometidos a una evaluación médica previa, tienen en su haber un número de inmersiones muy superior al habitual, y presentan una alta incidencia de síntomas por ED y otros accidentes no disbáricos. Es por ello una población excepcional, quizá única en el mundo, que permite evaluar los efectos nocivos del buceo practicado al margen de los límites de seguridad universalmente aceptados. Analizamos sus umbrales de audición según múltiples criterios (años de experiencia, edad, presencia de foramen oval permeable, número de inmersiones, síntomas de ED, síntomas vestibulares). Comparamos su audición con un grupo control de buceadores que sí siguen las normas de seguridad. El estudio de esta población se encuadra dentro de un programa de ayuda humanitaria desarrollado por la ONG Solidariedade Galega y destinado a mejorar la formación técnica (cursos de prevención de accidentes de buceo) y sanitaria (instalación de una cámara de descompresión y formación del personal responsable) de los buzos de la Bahía de Sechura, en la provincia de Piura (Perú), con el objetivo de reducir la alta morbimortalidad laboral que presentan. La importancia del programa radica en que la cría y recolección de la concha de abanico (Argopecten purpuratus), así como otras actividades de marisqueo en inmersión, son las actividades económicas principales de la Bahía de Sechura y soportan unos 3.000 puestos de trabajo directos. La población de buceadores se estima en torno a los 1.000 e indirectamente da soporte a una población de unas 60.000 personas distribuidas en varias poblaciones cuyo centro administrativo es Sechura.
MÉTODO Grupo de estudio Hemos analizado un total de 244 buzos profesionales, que acudieron de forma voluntaria y gratuita, sin que se realizase ningún procedimiento de selección previa. La mayoría eran asistentes a los cursos de prevención de accidentes de buceo impartidos por dos de los autores del trabajo, ambos buceadores titulados con formación en medicina subacuática (SFP y JHG). Esta actividad se llevó a cabo, entre el 2 y el 19 de septiembre de 2007, en colaboración con el Centro de Salud (CLAS) de Sechura (Piura, Perú), en cuyas instalaciones se realizaron todas las exploraciones médicas y radiológicas. La técnica utilizada por los buzos de la Bahía de Sechura es un sucedáneo del buceo umbilical o “narguille”. Se respira aire comprimido inyectado desde una embarcación mediante compresores artesanales a través de una manguera. No emplean regulador, sino que introducen la manguera directamente en la boca, controlando el caudal de aire mediante el colapso de la manguera ejercido por la presión de
la mordida. No utilizan profundímetro ni reloj para controlar la profundidad, los tiempos de fondo y las paradas de descompresión. No se sirven de tablas de descompresión ni de ningún tipo de dispositivo para el control del ascenso. Las profundidades de trabajo oscilan entre 6 y 40 m y los tiempos de fondo entre 2 y 6 h. El trabajo que realizan es la recolección manual de las distintas especies comerciales por lo que no supone exposición a ruido u otra potencial causa de traumatismo sónico. Descartamos a 11 sujetos por llevar buceando menos de 1 año, 4 por tener menos de 100 inmersiones en total, 5 por emplear técnica de buceo en apnea y uno por presentar una cofosis izquierda previa al inicio de la actividad de buceo. La muestra quedó finalmente compuesta por 223 individuos, con un número total de inmersiones de aproximadamente 460.000. A todos ellos se les practicó un protocolo de evaluación que incluyó: a) anamnesis y exploración física general; b) encuesta de experiencia y técnica de buceo; c) antecedentes compatibles con ED; d) accidentes no disbáricos; e) evaluación otorrinolaringológica (historia de síntomas otológicos y rinosinusales, exposición previa a ototóxicos o traumatismo sónico, microotoscopia, test de Toynbee, impedanciometría y audiometría tonal liminar); f) evaluación neurológica; g) evaluación radiológica (radiología simple de pelvis sistemática y otras articulaciones según sintomatología, y h) cribado de foramen oval permeable mediante Doppler vascular con contraste salino. Esta última exploración se realizó sólo en 219 buzos, ya que 4 buzos denegaron su consentimiento. Las audiometrías e impedanciometrías fueron realizadas todas por el mismo examinador, mediante un audiómetro Siemens SD 25 y un impedanciómetro Handtymp de Siemens. Se analizaron las frecuencias de 0,25, 0,5, 1, 2, 3, 4 y 6 kHz, siguiendo la técnica de Carhart-Jerger5. Se consideró como umbral auditivo para una frecuencia determinada la media de ambos oídos. Se considera hipoacusia leve un umbral medio (0,5 + 1 + 2 + 3 kHz/4) entre 20 y 40 dB, moderada entre 40 y 60 dB, severa entre 60 y 80 dB y profunda cuando el umbral es superior a 80 dB. Se calculó el impedimento auditivo monoaural y binaural siguiendo las normas de la American Academy of Otorhinolaryngology6.
Grupo control El grupo control está formado por 19 buceadores deportivos (17 varones y 2 mujeres), sin exposición previa a ototóxicos ni traumatismos sónicos. La media de edad era 41 (rango, 17-61) años. La experiencia media de buceo es 4,5 años, y disponen de la formación específica y autorización para la práctica del buceo deportivo. Todos ellos fueron sometidos al mismo cuestionario y exámenes médicos que el grupo de estudio, y el grupo médico fue el mismo en ambos casos. Acudieron de forma voluntaria, y sin selección previa, procedentes de un club de buceo recreativo de A Coruña.
Estadística Se empleó el programa SPSS 14.0 para Windows. Utilizamos el test de la t de Student para la comparación de medias con una sola variable y el test de Kruskal-Wallis para la comparación de medias con variables múltiples. Acta Otorrinolaringol Esp. 2008;59(2):70-5
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Tabla I. Incidencia de síntomas de enfermedad por descompresión (ED) (n = 223)
Eventos por ED
n (%)
Ninguno
24 (10,8)
Aislados
98 (43,9)
Repetidos
37 (16,1)
Múltiples
64 (28,7)
Enfermedad por descompresión Como consecuencia de la irregularidad de la pauta de descompresión descrita, el 89,2 % (199/223) refiere haber padecido síntomas de ED de diferente intensidad y frecuencia (tablas I y II).
Evaluación otorrinolaringológica
Aislados, 1-2 eventos; repetidos, 3-4 eventos; múltiples, más de 4 eventos.
La incidencia de problemas sobre oídos y senos durante la inmersión, así como los problemas posteriores (otalgia, hipoacusia, otorragia, supuración auditiva, rinorragia), se muestra en la tabla III.
Tabla II. Incidencia de síntomas relacionados con enfermedad por descompresión
Otoscopia
Signos/síntomas
n (%)
Dolores articulares
183 (82)
Cutáneos
132 (59,1)
Vestibulares
51 (23,3)
Disnea
44 (19,7)
Medulares
35 (15,6)
Cerebrales
30 (13,4)
Tabla III. Incidencia de problemas relacionados con compensación de presiones de oído medio o senos paranasales y secuelas óticas de la inmersión
Variable
Nunca, n (%)
Ocasional, n (%)
Constantes, n (%)
Dificultad para compensar oído
70 (31)
110 (50)
43 (19)
Dificultad para compensar senos
55 (25)
140 (63)
28 (12)
139 (62)
67 (30)
17 (8)
Secuelas óticas de la inmersión
RESULTADOS Todos los buzos eran varones, con una media de edad de 32,7 (rango, 17-59) años. La media de años de buceo fue 9,6 (rango, 1-32) años, 2.074 inmersiones totales de media (rango, 100-7.200), con un promedio de 216 inmersiones/año por buceador. La profundidad máxima media fue 25,2 m, la habitual media de 13,5 m, y el tiempo de fondo medio de 4,6 h. Eran fumadores habituales el 3,5 % (7/223). Sólo uno de los buzos (0,4 %) refiere seguir las tablas de descompresión de forma habitual. En todos los demás casos la descompresión es irregular e intuitiva, basada, cuando se estima oportuno, en el siguiente esquema: ascenso lento hasta la mitad de la profundidad de trabajo, primera parada de 10-15 min, nuevo ascenso hasta la mitad de la profundidad restante, segunda parada de 20-30 min y eventualmente una última parada a la mitad de la profundidad restante (en el entorno de los 3 m) de alrededor de 45-60 min. 72
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La exploración microotoscópica mostró tímpanos íntegros de color y aspecto normal en el 96,5 % de los oídos derechos y el 97,4 % de los oídos izquierdos. Se encontró 4 (1,8 %) barotraumatismos derechos y 5 (2,2 %) izquierdos, todos ellos grado II; 2 (0,5 %) perforaciones derechas y 3 (1,3 %) izquierdas. Un paciente presentaba una otitis media crónica izquierda.
Timpanometría El 91 % de los pacientes presentaron una timpanometría normal en el oído derecho y el 86 %, en el oído izquierdo. Presentaron curvas tipo B el 4,4 % de los oídos derechos y el 9,7 % de los izquierdos. El test de Toynbee fue positivo en el 77,1 % de los oídos derechos y el 70,9 % de los izquierdos.
Evaluación audiométrica El 60 % (135/223) refiere presentar una audición peor que antes de comenzar a bucear. No se encontró hipoacusias de transmisión. En la evaluación audiométrica presentaba una audición normal el 19,7 % (44/223), hipoacusia leve el 73,5 % (164/223), hipoacusia moderada el 6,7 % (15/223). El umbral auditivo medio fue de 33, 36, 24, 22, 28, 31 y 33 dB para 0,25, 0,5, 1, 2, 3 y 4 kHz, respectivamente. El porcentaje de buzos con un impedimento auditivo binaural superior al 10 % fue del 10,7 % (24/223). No se encontró diferencias significativas al relacionar el umbral de audición media con el del grupo control (fig. 1), ni cuando se los comparó agrupándolos en función del número de inmersiones (fig. 2), haber padecido síntomas vestibulares, haber presentado síntomas de ED o presentar un foramen oval permeable. Sí se encontró diferencias muy significativas (p < 0,0001) entre los umbrales a frecuencias de 3, 4 y 6 kHz en función de la edad y el número de años trabajados (figs. 3 y 4).
DISCUSIÓN La práctica del buceo, tanto profesional como deportivo, se ha asociado con una mayor prevalencia de pérdida auditiva1-3,7. Que esta pérdida esté asociada a accidentes disbáricos que afecten el oído interno (ED, barotraumatismos), sea consecuencia de exposición a ruido o sea un factor de riesgo a pesar de realizar un buceo sin incidencias, es un tema que no está claro1-3. Es prácticamente im-
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Herranz González-Botas J et al. Umbral auditivo en buzos profesionales no expuestos a ruido
0-20 (n = 13) 21-30 (n = 87) 31-30 (n = 83) 41-50 (n = 32) > 50-53 (n = 8)
Buzos (n = 223) Controles (n = 19)
20
Intensidad (dB)
Intensidad (dB)
15 25
30 35 40 0,25
0,50
1 2 Frecuencia (kHz)
3
4
6
25
35
45 0,25
0,50
1
2
3
4
6
Frecuencia (kHz)
Figura 1. Comparación de umbrales medios entre buzos y controles.
Figura 3. Umbrales de audición según los grupos de edad. Para 3, 4 y 6 kHz, p < 0,0001.
0-500 (n = 36) 501-1.000 (n = 47) 1.001-2.000 (n = 47) 2.001-4.000 (n = 67) Más de 4.000 (n = 26)
15
1-20 años (n = 69) 3-10 años (n = 77) 10-15 años (n = 42) > 15 años (n = 8)
15
Intensidad (dB)
Intensidad (dB)
20 25 30 35
25
35
40 45
45 0,25
0,50 1 2 Frecuencia (kHz)
3
4
6
0,25
0,50
1 2 Frecuencia (kHz)
3
4
6
Figura 2. Comparación de umbrales según el número de inmersiones.
Figura 4. Umbral de audición según los años de buceo. Para 3, 4 y 6 kHz, p < 0,0001.
posible, y sería éticamente reprobable, diseñar un estudio prospectivo para analizar la repercusión que tiene la práctica de buceo no sujeto a parámetros de seguridad en la audición. La población analizada en este estudio realiza su trabajo en condiciones totalmente intuitivas, ajenas a las normas de seguridad recomendadas por los organismos internacionales y sin formación previa reglada. Como consecuencia de ello los tiempos de fondo, profundidad de trabajo y tiempos de ascenso son la causa de una elevada morbimortalidad. En el año 2006 hubo no menos de 20 fallecimientos, lo que correspondería a un índice de 2.000 muertes por cada 100.000 buzos/año. Esta cifra puede ser aún mayor si se considera que no existe ningún tipo de registro de siniestralidad laboral u obituario y que las circunstancias sociolaborales que rodean la actividad dificultan el acceso transparente a los datos8,9. Como referencia, el índice de mortalidad referido por la administración
para la seguridad e higiene del trabajo de Estados Unidos (OSHA), para buzos profesionales en Alaska, entre 1990 y 1997, fue de 180 muertes por cada 100.000 buzos/año, buzos con un mayor riesgo laboral al desarrollar su actividad en la construcción y el mantenimiento de oleoductos10. La comparación entre los índices, 2.000 frente a 180, da idea de la magnitud del problema presente en Sechura. Un 89 % de los buzos refieren síntomas de ED, lo que supone una incidencia aproximada de 181 eventos de ED por cada 10.000 inmersiones. El tratamiento de los síntomas de ED también es empírico y lo realizan con leche, dextropropoxifeno y, en los casos que consideran más graves, mediante recompresión en el agua. Este último procedimiento es habitual en colectivos con similar técnica de buceo e idénticas carencias11. El hallazgo más significativo del estudio audiométrico ha sido la hipoacusia neurosensorial en frecuencias agudas. Acta Otorrinolaringol Esp. 2008;59(2):70-5
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Este deterioro, descrito en otras series, se asoció con la edad, los años de trabajo, la exposición a ruidos y el consumo de tabaco3,12,13; sólo se encontró diferencias significativas en la asociación del buceo con el consumo de tabaco13. La contribución de nuestro estudio es el hallazgo de un deterioro significativo del umbral en las frecuencias agudas (3, 4 y 6 kHz) en función de los años de trabajo y la edad del paciente en una muestra importante de buzos no expuestos a ruidos durante su trabajo y no fumadores en el 96,5 %, lo que pone de manifiesto que el buceo profesional, por sí sólo, puede incrementar el umbral auditivo en frecuencias agudas independientemente del ruido. El traumatismo sónico ha sido el elemento más frecuentemente esgrimido para justificar la hipoacusia en frecuencias agudas de los buzos, y esto es debido a que la mayor parte de los buzos profesionales trabajan en ambientes con ruido intenso. Así se justifica la hipoacusia neurosensorial en frecuencias agudas en una serie que compara 26 buzos con 26 trabajadores de talleres, de similares hábitos tabáquicos y exposición a nivel de ruido, en la que no encontraron diferencias14. Un estudio realizado en Gran Bretaña con una amplia muestra, 285 buzos profesionales con un mínimo de 5 años de experiencia, no encontró diferencias en el umbral auditivo respecto al de los controles no buceadores; los autores postulan que el buceador profesional no pierde más audición que la población normal15. Nuestros resultados aportan datos que indican claramente una pérdida de audición en frecuencias agudas, y que esta pérdida se relaciona significativamente con los años de trabajo y la edad del paciente. Constituye una referencia interesante el trabajo de Edmonds16 que evalúa la audición en una población de recolectores del molusco Haliotis roei, en la costa oeste de Australia. A diferencia de nuestra población, los buzos estudiados por este autor bucean siguiendo las normas de seguridad establecidas y también presentan hipoacusia neurosensorial en frecuencias agudas, con umbrales de audición que son superiores a los de la población normal y a los de una muestra control de edades similares. Siendo los barotraumatismos la causa más frecuente de las afecciones del buceo, sólo un 4 % presentaba signos evidentes de barotraumatismo, todos tipo II. Ser buceadores experimentados hace que los problemas habituales de compensación de oído medio sean menos frecuentes, y sólo problemáticos en el curso de infecciones de la vía aérea superior. Es en estos casos cuando refieren la aparición de dolor en la región frontal al iniciar la inmersión, o rinorragia en las horas posteriores. Los buzos con perforación timpánica continuaban buceando, sin experimentar cuadros de vértigo alternobárico ni por diferencia de temperatura. La razón puede ser el tipo de trajes que emplean, popularmente conocidos como de “cuero de chancho”. Están compuestos de un neopreno esponjoso de hasta 22 mm de grosor, que mantiene casi estanco el conducto autiditivo externo, sin producir el molesto efecto de sujeción de neoprenos más comprimidos. Pudimos comprobar, tras realizar una inmersión con sus equipos, de 40 min a 8 m de fondo, que el buceador está prácticamente seco cuando se despoja del traje de neopreno. 74
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A pesar de la alta incidencia de síntomas de enfermedad por descompresión (tabla I) y su severidad (tabla II), los pacientes afectados no presentan una especial repercusión en la audición. Los síntomas vestibulares, como vértigo, acufenos o hipoacusia, tampoco se han relacionado con una mayor incidencia de hipoacusia neurosensorial en frecuencias agudas. Otras series han descrito hasta un 75 % de secuelas cocleovestibulares en buzos afectados de enfermedad por descompresión o barotraumatismo de oído interno17,18. La recompresión en el agua forma parte del pasado, aunque aún se realiza en otros medios con análogas carencias, en los que no se dispone de una cámara hiperbárica a distancia prudencial11. En todo caso se reserva para la situación de descompresión omitida o la sintomatología menor, con el buzo vigilado constantemente y acogiéndose a las tablas terapéuticas regladas4. Llama la atención la ausencia total de exostosis. Se ha relacionado esta lesión hiperostótica con la irritación producida por el contacto con el agua fría, que es más frecuente cuanto más prolongada haya sido la exposición19,20, y hay evidencia antropológica de hasta un 30 % de exostosis del conducto auditivo externo en esta región del Pacífico21. El foramen oval permeable, presente en un 10 % de la muestra, que se ha asociado a un riesgo aumentado de ED en buceadores22, en nuestra serie no se observa que se relacione con un incremento significativo del número de eventos de ED ni de secuelas cocleares. El umbral auditivo en frecuencias agudas (3, 4 y 6 kHz) está significativamente incrementado en buceadores profesionales a medida que aumenta el número de inmersiones y los años de trabajo, y este deterioro del umbral se produce a pesar de no estar expuesto a ruidos causantes de traumatismo sónico. Los síntomas de enfermedad por descompresión, número de inmersiones, edad del paciente, foramen oval permeable o clínica vestibular no varían de forma significativa el umbral en las mismas frecuencias. A pesar de las mínimas condiciones de seguridad que sigue la población de buzos de la Bahía de Sechura, la repercusión en la audición es mínima comparada con la alta morbilidad ósea y neurológica causada por la ED. La morbimortalidad relacionada con esta actividad laboral está incrementada por un factor de orden 100 respecto a cualquier referencia disponible y sólo puede reducirse mediante la formación y dotación técnica de la población de buzos, incorporando los elementos básicos para desarrollar una actividad que, siguiendo las normas básicas de seguridad, no debe dar lugar a accidentes laborales de la magnitud y la frecuencia de los que se presentan en la Bahía de Sechura.
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