UN PASEO POR LA HISTORIA DE CHIAPA DE CORZO

UN PASEO POR LA HISTORIA DE CHIAPA DE CORZO Chiapas México 2010 ABELARDO DE LA TORRE GONZÁLEZ UN PASEO POR LA HISTORIA DE CHIAPA DE CORZO Chiapas M

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UN PASEO POR LA HISTORIA DE CHIAPA DE CORZO Chiapas México 2010

ABELARDO DE LA TORRE GONZÁLEZ

UN PASEO POR LA HISTORIA DE CHIAPA DE CORZO Chiapas México 2010

ABELARDO DE LA TORRE GONZÁLEZ

Fotografía de la portada de: MICHEL VIAL, photographe. www.PAPACHO.CH [email protected] San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

“… por un momento, el bolerito se olvida de su vida y del trabajo, y como niño que es, corre tras la paloma tratando de alcanzarla dejando todo…¿Será esto gozar de la libertad?... ¿Será la libertad hacer lo que a uno le gusta hacer?...”. Abelardo de la Torre.

Diseño de portada: Alejandra de Coss López. [email protected]

Primera impresión, 2010. 500 ejemplares. Reimpresiones, 2012. 550 ejemplares. Tercera reimpresión, febrero 2014. 250 ejemplares. Abelardo de la Torre González, [email protected] Chiapas, México.

Dedico este libro a mi madre, doña Chepita González de de la Torre y a mi padre, don Librado de la Torre Grajales, que descansen en paz.

A María Esther López Ruíz –Tey-, agradeciéndole su paciencia por escuchar mis relatos, que fueron repetidos muchas veces. A mis hijos: Yoyis, Abelardo y Miguel Angel, de quienes me siento orgulloso por el caminar que están haciendo de su vida; pero a Yoyis, además, le agradezco su entusiasmo por alentarme a la lectura, motivarme para comenzar a escribir y por impulsarme a seguir escribiendo…

Orgullosos de su origen y su pasado, con el fin de que los lectores tengan a su alcance información de la historia de Chiapa de Corzo, varios chiapanecos se reunieron para patrocinar la impresión de este libro. Enseguida los menciono en orden alfabético: Sr. Guillermo de la Torre Alfonso, Ing. Gerardo Gómez Schlie, Sr. Jorge de la Torre Alfonso, Dr. José Luis Soto de la Torre, C.P. Leopoldo Soto de la Torre, Sr. Librado de la Torre González, Sra. Marcela Bonilla Grajales, Sr. Mario Gómez Schlie, Lic. Octavio de la Torre Márquez, Lic. Angel Pola de la Torre y, Dr. René Morales Pola.

La pila de Chiapa al ser terminada en 1562, tiene unos 450 años. http://es.wikipedia.org/wiki/Chiapa_de_Corzo

El templo de Santo Domingo de Guzmán es visitado por cientos de “parachicos” en enero de cada año. Se terminó de construir en 1576 y tiene unos 435 años. http://blog.mexicodestinos.com

El traje de chiapaneca símboliza el mestizaje de dos culturas: la indígena y la española. La chiapacorceña combina su bordado indígena con el de la española. De una blusa o huipil que usaba diario, hecha de algodón blanco, escote redondo hasta debajo de los hombros y, bordado alrededor del cuello y espalda, pero suelta hasta la cadera, se transforma en el sofisticado traje bordado y típico regional de la mujer chiapaneca.

Ángel Albino Corzo Castillejos, militar y político. Nace en Chiapa el 18 de marzo de 1816 y fallece el 12 de agosto de 1897. Gobernador interino en 1855 y 1856, y constitucional de 1857 a 1861. Reelecto gobernador, pide licencia por enfermedad y no termina su período. Benemérito del estado de Chiapas.

Teniente coronel, Julián Grajales. Nace en Chiapa el 30 octubre 1807 y muere el 17 de junio de 1894. Segundo comandante de las fuerzas defensoras de la batalla del 21 de octubre de 1863. Promotor para fundar el pueblo de Catalina La Grande, hoy Villaflores.

El primer vestigio de marimba en el Nuevo Mundo la documenta el español Pedro Gentil de Bustamante, cuando en su Hacienda Santa Lucía, hoy Jiquipilas, Chiapas, el 9 de octubre de 1545 observa que sus esclavos africanos tocaban un extraño instrumento: el balanfón. Hace 465 años. http://gruposmusicalespuertovallarta.com

La laca chiapaneca se logra con mezclas de cales, aceites de insectos y pintadas a mano con colores de la naturaleza. Datan de tiempos anteriores a los españoles en 1524. Conservan la cultura original de los chiapanecas con influencia española y filipina. Tiene unos 500 años. http://pendulodechiapas.com.mx/cultura/77-cultura/9359-premiacion-del-concurso-deartesanias-edicion-2013-

Restos humanos con 2,500 años de antigüedad encontrados en Chiapa de Corzo en el año de 2010. Se piensa de indios mokayas, que pueden ser los mismos olmecas. http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2010/05/17/tumba-milenaria-chiapas

Los parachicos comienzan a bailar por 1770. Hace 240 años. http://fronterizochiapas.blogspot.mx/

Nota del autor: Al conjunto de hechos ocurridos a los seres humanos al paso de los años, se le conoce como historia de la humanidad. Para la historia de la humanidad en América, a pesar de que a partir de la llegada de los españoles algunos sucesos aparecieron escritos, su interpretación ha quedado sujeta a la información que tienen a la mano los escritores y al enfoque a sus libros, ya que algunos les dan más interés a cierto tema que otros, y por eso, a veces, hay hechos que se contradicen entre sí, cuando bien podrían complementarse. En el caso de los sucesos realizados antes de la llegada de los españoles -época prehispánica-, al no haber escritos y sólo existir vestigios arqueológicos, los antropólogos y estudiosos, al ir avanzando en sus investigaciones, van dando a conocer con cierta lógica, lo que se imaginan que pudo haber ocurrido con la humanidad. Algunas veces se discuten sus propuestas, en muchas se aceptan y al tiempo se consensa en una sola opinión; pero en otras, las suposiciones se respetan esperando que los años las consoliden. Con frecuencia y por los avances de la tecnología, las nuevas presunciones que se hacen siempre son más sólidas que las anteriores, de modo que contradicen a los supuestos que antes se habían dicho.

Contenido Página Prólogo…………………………………………..………………….

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Capítulo I. Chiapas prehispánico…………………………………..…..….

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Capítulo II. La conquista o invasión española………………………... 37 Capítulo III. La colonización española…….…………………..………….. 57 Capítulo IV. La evangelización…………………………………….………… 75 Capítulo V. La cultura y sus tradiciones fortalecen a un pueblo……….………………………..…….

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Capítulo VI. ¿Por qué Chiapa de Corzo es heroico?…..…………….. 157 Capítulo VII. La batalla del 21 de octubre de 1863, en Chiapa de Corzo……………..…………………………....... 171 Capítulo VIII. En 1864 llega a México el emperador Maximiliano y en 1867 triunfa Juárez.……………….... 177

Capítulo IX. Se rinde honor a nuestro pasado…...…………..……….. 181 Alguna bibliografía y documentos …………………..….. 193

Un paseo por la historia de Chiapa de Corzo

Prólogo. La primera publicación de “Un paseo por la historia de Chiapa de Corzo” fue presentada el 7 de enero de 2011 en su lugar de origen: Chiapa de Corzo. Un año después, en abril de 2012 se hizo una reimpresión, y en noviembre se difundió la versión detallada. Ahora, en febrero de 2014, se hace la cuarta edición ligeramente resumida, pero en el fondo es lo mismo. Con orgullo formo parte de la familia chiapacorceña: “de la Torre Grajales”. Al regresar a vivir a Chiapas en el año 2009, comencé a recordar el pasado y me di cuenta que, a pesar de que la historia de Chiapas era tema que disfrutaba, habían puntos que no tenía presente. Encontré información en bibliotecas, librerías, tianguis de libros usados y por internet. Hay bastante escrito, pero disperso en pequeños párrafos y muchos libros. Ahí decidí que sería interesante resumir en uno sólo, algunos pasajes de la vida de Chiapa de Corzo; pero también, observé que muchos escritores redactan libros especializados que, a lectores inexpertos como el autor, resulta difícil entender, y comencé a escribir tratando de narrar con alguna claridad. Ojalá lo haya logrado. Durante 3,000 años, Chiapa de Corzo fue la ciudad más importante del territorio que hoy es el estado de Chiapas. Con los zoques y mokayas se llamó Nipiniaca; luego, los indios chiapanecas le nombraron en náhuatl: Chiapan. Los españoles le denominaron Chiapa

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de los indios y enseguida, Chiapa de la Real Corona; finalmente es Chiapa de Corzo. Su fuerza cultural, su sentimiento y liderazgo ha perdurado en la provincia, aún con el paso del tiempo. En el siglo XIX, la batalla entre los indios chiapanecas y españoles es adoptada como símbolo del escudo de armas del estado de Chiapas, y en el siglo XX, los chiapacorceños crean los emblemas que identifican a la Entidad en el mundo, como es el vestido de “la chiapaneca”, la melodía de “las chiapanecas” y el “himno a Chiapas”. En esta lectura resalto dos temas. En uno, muestro cómo creo fueron apareciendo los habitantes de Chiapas. Inicio con los indios zoques, cuyos vestigios se registran por 9300-8500 antes de Cristo, en el río La Venta de la región de Ocozocoautla, Jiquipilas, Cintalapa y Tecpatán; luego sigo con los mokayas, quienes construyen un centro ceremonial en Chiapa de Corzo y aunque en el 2010 se encuentran restos humanos con 2,500 años de antigüedad, es posible que desde antes hayan vivido en ese lugar, porque al llegar los toltecas por los años 600-700 a.C. y se instalan en esa aldea, los mokayas y zoques ya lo habían habitado. Estos toltecas se mezclan con otras tribus y se convierten en indios chiapanecas, y por hablar náhuatl, llaman a la ciudad de Nipiniaca como Chiapan. Ahí, en Chiapan, que quiere decir “lugar donde crece la chía”, fue el sitio donde los chiapanecas fueron invadidos en 1524 por los españoles de Luis Marín y en 1528 por Diego de Mazariegos, llevándose a cabo en el cañon del sumidero, el combate más extraordinario de la conquista y colonización de Chiapas, y por ello, el rey Carlos I de España autoriza en 1535 el escudo de armas para la entonces villa de San Cristóbal de los Llanos que, en 1892 se convierte en el emblema del estado de Chiapas.

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Como segundo tema, hago hincapié en que después de independendizarse de España, no sólo Guatemala tenía interés en el territorio chiapaneco, sino también el gobierno mexicano, quien deseaba que fuera parte de su República, incluyendo desde luego, el Soconusco, quien durante 17 años permaneció en extraño “estado neutral” para México y Guatemala. Relato que las elecciones de 1824 que decidirían la anexión de Chiapas a México o a Guatemala, tardan nueve meses; y en ella, sólo votan los hombres adultos y que al representar la opinión de los 104 pueblos del Estado, sus resultados son el punto de vista de los 174 mil habitantes; para ello, se usan los únicos datos globales disponibles en parroquias en 1821, que incluían niños, hombres y mujeres; aunque, por las incongruencias, sugiero a los lectores alguna reflexión de la historia. Doy razones por qué el gobierno guatemalteco juzga que México le despojó de su territorio a las Chiapas y el Soconusco, motivándolo a que de 1855 a 1863, el presidente Rafael Carrera de Guatemala no sólo proteja a revolucionarios chiapanecos que huyen a esconderse a su país, sino también, en Chiapas financia con armas y dinero a centroamericanos y a políticos conservadores para luchar contra liberales, hasta que ocurre la batalla del 21 de octubre de 1863 en Chiapa de Corzo que, al triunfar el ejército formado en mayoría por chiapacorceños, diera razón para que en 2007, el H. Congreso del Estado concediera a la ciudad el honroso título de “pueblo heroico”, en reconocimiento a sus combatientes que, no sólo ganaron la batalla a favor de la República con los ideales de Benito Juárez, en contra del Imperio de Maximiliano, sino que, contuvieron en Chiapas el avance de líderes conservadores simpatizantes con Guatemala, quienes sólo les faltaba dominar a los pueblos de Chiapa de Corzo y Tuxtla de Gutiérrez; donde, por su parte, Sebastián Escobar en el Soconusco triunfa con el federalismo el 1 de abril de 1865.

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Para completar el libro, expongo pasajes de historia de la conquista, como los combates de 1524 y 1528 entre indios chiapanecas y españoles. Se menciona la evangelización religiosa y la colonización, donde los frailes dominicos liderados por fray Pedro de Barrientos fundan el pueblo de Chiapa. Traza calles, da clases en zoque a indios, enseña canto a indígenas, muestra cómo hacer fuegos artificiales y, aún cuando el caballo era arma española de uso prohibido, enseña a indios a domarlos y montarlos con tanta destreza y gallardía, como el pueblo de Jerez en España. Se cita un supuesto motivo de construcción de “la pila” como fuente colonial en 1562. Se menciona al monasterio del convento de Santo Domingo de Guzmán y su Iglesia de 1576, y se resaltan tradiciones que enorgullecen a chiapanecos, como el combate naval, María de Angulo, los parachicos, el consumo del pozol, el aje en las lacas, el traje de chiapaneca, la melodía de las chiapanecas, el himno a Chiapas y la marimba. Esta parte de la “Historia de Chiapa de Corzo” es compilación de libros que historiadores y escritores obtuvieron de documentos originales, y en 2010, fue realizado gracias al interés de Amanda Pola de la Torre, del Hotel Los Ángeles de Chiapa de Corzo.

Febrero de 2014.

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Capítulo I. Chiapas prehispánico. Los primeros humanos en el planeta. La prehistoria es la época más antigua y larga de la humanidad, y comprende desde que aparece el hombre en el planeta hasta el registro de los primeros escritos que, en el caso del Nuevo Mundo, es con la llegada de los conquistadores españoles o invasión española, como le llaman algunos autores. El origen del hombre ha motivado muchos debates. Hace 130,000 años aparecieron en África los primeros humanos a los que se conocieron como “homo sapiens”, encontrándose restos de cráneos en Sudán, Etiopía, Sudáfrica e Israel. Eran altos, de piel oscura, y casi igual al hombre actual. Fabricaron instrumentos de piedra y hueso; inventaron los collares y colgantes; y crearon los grabados y pinturas.

Homo sapiens sapiens

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Hay opiniones que el “homo sapiens” al mismo tiempo apareció en África como en Europa y Asia, pero sólo se tiene evidencia que hace 40,000 años, los primeros seres humanos salieron de África y emigraron a Francia. Ahí se encontraron con el “hombre de Neandertal”, que venía bajando del Norte de Europa al Sur, huyendo de las exageradas temperaturas frías, pero es empujado de la península Ibérica a las mesetas altas de Croacia; lugar que por estar en el centro de Europa y cercana a Asia se le conoce como Eurasia. Luego desaparece hace 28,000 años y no se sabe nada. Los esqueletos más antiguos del hombre datan de hace 130,000 años, pero basándose en que sólo a través de las mujeres la humanidad pudo ser reproducida, se ha llegado a la primera mujer, a quien se le ha llamado Eva y la antigüedad del hombre racional del “homo sapiens” oscila entre los 150,000 y 200,000 años. El hombre en América.

Estrecho de Bering.

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La llegada del hombre a América está en discusión, aunque la mayoría acepta que fue poblada por cazadores asiáticos mongoloides que ingresaron de Siberia por el estrecho de Bering, que tiene unos 80 kilómetros de longitud. En su mitad hay dos islas que, entre noviembre y junio, forman una capa de hielo que hace "puente" entre Asia y América que, aunque riesgoso, es posible atravesar a pie; pero a lo mejor en aquellos tiempos, todo estaba unido.

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Se cree que su llegada a América fue hace 20,000 años. Se establecieron en Alaska, donde cazaron mamuts y pescaron para sobrevivir. Después iniciaron su migración hacia el Sur, buscando tierras con climas templados. Poco a poco fueron bajando del Continente hasta llegar, entre los años 12000-9000 a.C., a la Patagonia argentina y chilena; aunque también hubo otras migraciones que poblaron la América del Sur. Los primeros humanos fueron nómadas que se desplazaban de un lugar a otro sin tener un sitio fijo donde vivir, pero dejaron de serlo, al momento en que sus siembras comenzaron a producir más alimentos a lo que necesitaban. A partir de ahí fue cuando se forma la primera civilización y algunas personas de la comunidad comienzan a utilizar a los alimentos para pagar el trabajo, crear alianzas o, para luchar contra otras tribus. Ahí también, en algunos individuos resalta su capacidad de organización y crean los puestos políticos, los religiosos, los militares, o se dedican a vocaciones artísticas. Así comienza a caminar la civilización. Los pueblos de mayor tamaño se convierten en centros urbanos, pero son autogobernables, y luego nacen los imperios con vastos territorios. Hace unos 7,000 años en un lugar llamado Sumeria, en donde hoy es Irak en el Sureste de Asia, en la región conocida como Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, se identifica el lugar al que se le conoce como la "cuna de la civilización" y ahí “nace la escritura”; pero también, por esos años y sin saber mucho sobre cómo sucedió, surgieron en el mundo otras civilizaciones, como las del valle del Nilo en el Noreste de África, el valle del Indo en India, en el Sur de Asia, en el valle del río Amarillo en China, en la región de los Andes en América del Sur, o como en los valles de Oaxaca y México, y los mismos zoques en el estado de

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Chiapas. Así, puede verse que el “homo sapiens sapiens” en millones de años, ya había recorrido el planeta como nómada y crecía como civilización. Tal vez los zoques fueron los primeros habitantes en Chiapas. Día a día los avances de investigaciones arqueológicas van abriendo caminos sobre nuestro pasado, pero los vestigios humanos más antiguos encontrados en Chiapas datan de los años 9300-8500 antes de Cristo, los cuales esPinturas rupestres zoques en el río La Venta. tán registrados en las pinturas rupestres y petrograbados de las cuevas de Santa Marta y Los Grifos, que están en el río La Venta de la reserva forestal El Ocote, que corresponden a la zona de Ocozocoautla, Jiquipilas, Cintalapa y Tecpatán, y como todo conduce a los indios zoques, se cree que ellos fueron los primeros humanos que habitaron a Chiapas. Los zoques eran gente tranquila y comerciante que ocuparon un territorio muy amplio, desde el Sur de Veracruz, Suroeste de Tabasco, el istmo de Tehuantepec, hasta las llanuras del centro de Chiapas de los valles de Jiquipilas, Cintalapa, Ocozocoautla, Copoya y aún Chiapa, llegando unos cuantos hasta la costa en el Soconusco; pero las invasiones de otras tribus como los mayas, olmecas, zapotecas, mexicas –aztecas- y chiapanecas, poco a poco les fueron reduciendo su territorio y los sometieron al pago de tributos. Al iniciar el siglo XVI

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que llegan los españoles, los zoques contaban con un territorio más pequeño. Por el Soconusco aparecen los mokayas que después van a Chiapan. No se conoce el origen de los chantutos y después llamados mokayas, pero sí se sabe que 3,500 años después de los zoques, allá por el año 5000 antes de Cristo, en las lagunas de Chantuto, Champotón, Teculapa, Cerritos, Manglares de Acapetahua. Conchas, Panzacola y Tlacuachero de Acapetahua, Chiapas, apareció un grupo de cazadores y recolectores que vivían explotando la producción de almejas y la pesca de la región. También se sabe que 500 años después, por el año 3000 a.C., en la zona de los manglares de Las Palmas en Acapetahua, había otro grupo nómada que ocupaba esa zona. Como la investigadora Bárbara Voorhies que descubre en 1976 los primeros restos arqueológicos no sabía cómo se llamaban, los bautiza con el nombre de las lagunas y los designa como “los chantutos”. Philip Drucker (1948), José Luis Lorenzo (1955) y Bárbara Voorhies (1976). Años después, en 1990 se encuentran vestigios de otros humanos que se habían asentado en el año 2000 a.C. en las riberas de ríos y esteros del Soconusco y que

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utilizaron la abundancia de almejas, camarones, peces, reptiles y aves. Al descifrar sus inscripciones sobre piedras, se supo que hablaban una lengua de la familia mixe-zoqueana y el arqueólogo John E. Clark les llamó “mokayas”, pero bien podrían ser los mismos chantutos o podrían ser los olmecas, tal como Clark afirma que las raíces de los olmecas podrían ser los mokayas, o gente que vino del Sur del continente americano, posiblemente Ecuador, en donde existían pueblos más evolucionados que produjeron cerámica que fue capaz de conservarse enterrada en el Soconusco durante unos 4,000 años, cuando fue descubierta.

Vestigios de los mokayas en Tonalá.

Al suponer Clark que eran los primeros que cultivaban maíz –teocintle- para usarla en bebidas religiosas, y no fue así, donde sus mazorcas eran silvestres midiendo entre 3 y 5 cms., les asignó el nombre de mokayas, que es una combinación en mixe, de mok que es “maíz” y en zoque, haya, que es “gente”, por lo que se dice: “gente de maíz”.

Los mokayas tuvieron una vida seminómada. Se movieron sobre el Soconusco, desde Mazatán, Mapastepec y Tonalá, hasta Izapa, Guatemala y El Salvador; aunque avanzaron hacia Chiapan –Chiapa de Corzo-. Fueron los primeros que hablaron el tapachulteco, una lengua mixe-zoqueana que, tal vez, fue transformada poco a poco mientras se acercaban al Soco-

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nusco los zoques, toltecas y mayas. Este lenguaje proviene del istmo de Tehuantepec, sierra de Juárez de Oaxaca y el Occidente de Chiapas, a través del idioma mixe, el zoque y el popoluca, que todavía se escucha en Oaxaca, y en cambio, el tapachulteco se extinguió. A principios de 1400 a.C., los mokayas tuvieron en el Soconusco contacto con olmecas, con quienes realizaron intercambios de bienes que dieron inicio a modificar su cultura. En Paso de la Amada, cerca de la colonia Buenos Aires en Mazatán, se construyó el primer juego de pelota de Mesoamérica, que es de 80 metros de largo parecido al maya-olmeca de Chiche Itzá. La influencia olmeca fue extensa. Alrededor de 1300 a.C., la tradición de producir cerámica cambió de color y además, las figurillas evolucionaron de estilos mokayas a olmecas. Para beneficio mutuo, llegaron otras culturas que mejoraron Nómadas buscando asentamiento. costumbres y estilos. Algunos olmecas parece que se convirtieron en jefes de los mokayas, tomando el mando de la región y reorganizando el cacicazgo bajo sus costumbres, o tal vez eran los mismos olmecas. (Clark y Pye 2000). En el caminar seminómada, alrededor del año 1500 a.C., algunos mokayas se movieron de Mazatán a Tonalá, donde vivieron en casas, produjeron alfarería, se alimentaron de pesca y, aprendieron a cultivar el maíz y la yuca; aunque consumían aguacate y frijol. Pasado el

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tiempo, los mokayas avanzaron y en la altiplanicie central de Chiapas, se ubicaron a la orilla del río Grande y fundaron la gran ciudad y centro ceremonial que los indios chiapanecas llamaron Chiapan.

Restos humanos con 2,500 años encontrados en Chiapa de Corzo, en el 2010.

Ahí, en Chiapan –atrás de la fábrica de Nestlé en el camino “a la topada de la flor”, entre el rancho Cangalú y el panteón municipal de Chiapa”- es donde en marzo del 2010, expertos del INAH, UNAM y la Universidad Brigham Young de Utah, dentro de un recinto prehispánico de 3 metros de largo por 2.5 m. y 1.5 de alto, encontraron restos humanos de jefes caciques que vivieron hace 2,500 años, donde dos estaban rodeados de jade y utensilios propios de altos de jerarcas, y tenían alrededor cerámica de los años 700-500 a.C. Entre 1900-1250 a.C., viviendo en Chiapan, es probable que los mokayas hayan caminado hacia el centro del istmo de Tehuantepec y ahí, tal vez se dispersaron: unos hacia la sierra Mixe, otros hacia la selva de las Chimalapas y otros más, hacia la sierra de Santa Marta, o bien, aunque menos probable, por lo caudaloso de las aguas en ese entonces, aprovecharon el

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río Grijalva para llegar a las llanuras del Golfo de México. Cualquiera que haya sido su camino, se dice que los mokayas llegaron a San Lorenzo, Veracruz, donde construyeron el centro ceremonial que se conoce como de “olmecas”. El trayecto de cruzar desde el Soconusco hasta el istmo de Tehuantepec y llegar al Golfo de México, pudo haber sido en unos 500 años. Luego de haber vivido los mokayas cientos de años en Chiapan, llegaron los zoques que se desplazaron del valle de Jiquipilas y Ocozocoautla, quienes alrededor de 850-450 a.C. tuvieron fuerte contacto con olmecas y a partir del año 400 a.C., ya tenían relación con los mayas. Ahí se logra una fusión maya-zoque tan estrecha, que los zoques de Chiapan adoptan la alfarería y la producen localmente. Chiapan se convierte en el paso obligado de intercambio de mercancías de los Altos de Guatemala y de Izapa en el Soconusco, y así, al contar con vías de comercio, fue posible acercar la obsidiana de Guatemala, así como el algodón del centro y Norte de México, y de Copanaguastla –Socoltenango-, dando lugar a que el intercambio repercutiera en la cultura de Chiapa. Después del auge de Chiapan por el año 900 a.C., por los cambios en las rutas del comercio o por conflictos internos en la población, dieron origen a que se abandonara la ciudad, la cual, poco después fue ocupada por zoques o una mezcla de mayas-zoques, pero no como centro ceremonial, sino como centro habitacional. Los izapas llegan a Izapa en Tuxtla Chico en el Soconusco. Por el año 1250 a.C. se funda Izapa; lugar que durante mil años fue el sitio de formación astronómica,

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matemática, científica y filosófica de la costa del Pacífico y que transmitió conocimientos a los hijos de olmecas y mayas, y más adelante, a zapotecas y mexicas, de modo que puede considerarse como “padre y madre” de las culturas mesoamericanas. Aunque su historia comprende de 2,450 años de 1250 a.C. a 1200 d.C., su florecimiento fue entre 500 a.C. y 250 d.C., donde dio entrada a la cultura maya que fue la que predominó en ellos, desconociendo hasta hoy Centro ceremonial en Izapa. quienes fueron sus Tuxtla Chico, Chiapas. primeros habitantes y por ello se les llama “izapas”, o podrían ser los mismos mokayas. De igual manera que ellos hablaban una lengua mixe-zoqueana que fue el tapachulteco, y que con el tiempo se fue extinguiendo mientras se acercaban al Soconusco los zoques, mayas y náhuatls. Los mokayas y olmecas fueron los primeros que llegaron a Izapa por el año 1400 a.C., donde los izapeños absorvieron la cultura olmeca y su influencia es tan grande que aquí se difunden conocimientos a los mayas que vivían en los Altos de Guatemala; por ejemplo, el dios olmeca de los labios gruesos fue transformado en el dios maya de la lluvia llamado “chaac”. Durante más de dos mil años que estuvo habitada Izapa vivieron unas 10 mil personas y en su momento tuvo más de 160 edificios. Se alimentaban de agricultura, frutos silvestres y cacao. Su espacio era de 127 hectáreas. Los edificios principales y lugares públi-

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cos estaban organizados con una traza exacta de diez grandes plazas, donde cada una estaba entre cuatro estructuras que sobre tres ejes alineados al volcán Tajumulco de Guatemala por el año 1500 a.C. Izapa fue un centro de observación astronómica, donde se estudiaba el Universo en sus teorías sobre su origen, su evolución, su estructura y su futuro. Se piensa que el calendario conocido como maya fue construido aquí, por lo que los “izapas” no sólo son los creadores del número “cero” que dio principio a las computadoras, sino también son de El cinturón de Orión o las Tres Marías. la “cuenta larga”, donde el calendario maya identifica el sistema continuo de los días de la humanidad y que comenzó el 13 de agosto del 3144 a.C. y que en esta cuarta etapa concluye el 21 de diciembre de 2012, después de 25,800 años. La importancia de Izapa radica en que la determinación de su sitio como centro sofisticado de astronomía no fue casual, sino que fue seleccionado por sus sacerdotes haciendo coincidir en la Tierra, al corazón de la costelación de Orión que aparecía en el Universo, como centro creador de la vida, conocido como las estrellas “tres marías” o “los tres reyes magos”. Tal vez por esa razón, el centro ceremonial de Izapa tiene alto contenido religioso y se encuentran dos estelas importantes. Una representa la figura de un ser con gran poder, posiblemente “dios” llamado “quinto elemento” y la otra es "el árbol de la vida: La creación del

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Universo", que fueron esculpidas en piedra en el año 250 a.C., y que después fueron escritas en el libro maya del “Popol Vuh”, que es una narración que explica cuando el creador y formador del Universo decide generar la vida, con la intención de que pudieran hablar y agradecer la vida misma. Aunque en Paracas, Perú, hay vestigios de otro “árbol de la vida”, el grabado de Izapa es más detallado, de modo que es la estela más controvertida del mundo mesoamericano, ya que trata de explicar cómo fue creada la vida. Muestra la relación y misterio de los cinco elementos: agua, tierra, El árbol de la vida. aire, fuego y Ser SupreIzapa, Chiapas. mo. Esta mística figura está incluida en el Libro del Mormón y venerada por la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y es tan importante, como es para los católicos la Tabla de Moisés con los Diez Mandamientos. Entre los años de 850-300 a.C., de ser Izapa un pueblo sencillo y religioso, cambió para ser un centro cívico dominante del Xoconocheo, con una clara influencia de la ciudad maya de Kaminaljuyú –capital de Guatemala-, por lo que al comenzar a declinar el poder de los olmecas en La Venta, Tabasco, en Izapa se inicia la talla de los primeros monumentos de piedra; pero además, por ser el paso natural de mercaderes y productor del demandante fruto del cacao que se conoce desde 1250 a.C., se convirtió en punto de distribución del comercio que llegaba de El Baúl en Escuintla, Guate-

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mala, y Kaminaljuyú rumbo al pueblo zoque-mokayatolteca de Chiapan, o rumbo al istmo de Tehuantepec, para ir al centro olmeca de Tres Zapotes en Veracruz o al zapoteca de Monte Albán en Oaxaca. Su auge termina por los años 200-250 d.C. en que se desintegra la cultura olmeca y tal vez se debió a que la población sufrió catástrofes naturales, como una erupción volcánica del año 50 d.C.; aunque también hay vestigios de que hubieron guerras y conflictos. Los olmecas se mueven a Izapa. Aunque el esplendor de los olmecas inicia en San Lorenzo, Veracruz, en 1150 a.C., y sigue con el centro ceremonial de Tres Zapotes, 250 años antes y desde 1400 a.C., olmecas y mokayas ya habían tenido contacto en el Soconusco, donde hubo intercambio comercial con Izapa. Algunos se quedaron a vivir en Paso de la Cabeza olmeca. La Venta, Tabasco. Amada en Mazatán, logrando un cambio en la cultura mokaya y construyendo el primer juego de pelota en Mesoamérica. De los olmecas se desconoce su origen. Su nombre fue impuesto por Valliant y Saville en 1920, por lo que podrían llamarse de otro modo. Tratando de resolver su identidad, cuando menos hay tres suposiciones:

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“…o los olmecas vienen de los zoques, o son los mismos que los mokayas, o los olmecas descienden de los chinos…”. Su cultura se difunde en la mayor parte de Mesoamérica, que es la zona del centro y Sur de México y casi toda Centroamérica, pero las evidencias más claras de su presencia están en la costa del Golfo de México, entre los ríos Papaloapan y Grijalva, en una región con selva húmeda favorable a la agricultura y caza de animales, y mar que ofrece peces y mariscos. Los olmecas formaron la primera cultura mesoamericana que alcanzó gran desarrollo. Llevaban y traían mercancías para intercambiar hule de Tabasco y Veracruz, y gracias a los ríos desplazaban sus productos con cierta facilidad. Tuvieron comercio con los zapotecas del valle de Oaxaca y facilitaron el crecimiento de Monte Albán. Caminando por el comercio, muchos de sus conocimientos se dieron a conocer por el valle de México, Guerrero, Oaxaca, el Soconusco, la Zona Maya, Guatemala y Centroamérica, por lo que mucho tiempo se le reconoció como "la cultura madre", pues varios basaron en ella parte de su desarrollo. Fue grande la influencia olmeca en el Soconusco. En 1300 a.C., la tradición de producir cerámica cambió y las figurillas evolucionaron. En tiempos del nuevo Imperio Maya y tal vez por la dura tributación que impusieron los gobernantes para el sacrificio a sus dioses, como era disponer de gran número de doncellas casaderas, cien gallinas o patos diarios, y dos infantes de cada pueblo, se provocó el éxodo de poblaciones mayas-olmecas rumbo a Guatemala, de modo que siguiendo instrucciones divinas, los pueblos, dirigidos por “ancianos” se movían de noche y ligeros de equipaje para llegar pronto, sabiendo que los ancianos morirían en el camino.

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Los mayas están en las Chiapas. Mientras los zoques habitaban el Noreste de Chiapas, los mokayas y olmecas el Soconusco, y los izapeños Izapa, alrededor del año 1000 a.C., los mayas se inician poblando la región Norte y, Altas de Chiapas y Guatemala, y después Yucatán. Podría decirse que hubieron dos épocas: una, desde su origen hasta su decadencia alrededor del año 900 d.C. y otra, a partir de ahí en adelante, y que se conoce como el nuevo Imperio Maya, donde destaca Yucatán y, su influencia tolteca y teotihuacana.

Cabezas del rey Pakal, según edades.

El Imperio Maya estaba formado por una especie de ciudades-estado, en la que los gobernantes ejercían la autoridad con clases sociales y con funciones muy claras a desempeñar para bienestar del pueblo. Algunas aldeas estaban en la selva, pero otras en zonas secas donde el agua se obtenía de pozos naturales llamados cenotes. Sus templos, observatorios, juegos de pelota y demás edificios estaban distribuidos sobre plazas y patios de piedra ornamentados en estuco. Las casas se ubicaban alrededor del centro ceremonial y la gente del pueblo vivía en chozas hechas con troncos de árbol, palma y barro. Los artesanos y agricultores pagaban tributo a sus gobernantes y desempeñaban tareas productivas. El trabajo agrícola estaba dirigido por los sacerdotes, quie-

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nes por sus conocimientos calendáricos señalaban las fechas apropiadas para cada labor. Los mayas inician su esplendor con la llegada del rey Pakal a Nan Chan-Kah –hoy Palenque-, quien gobernó desde los 12 hasta los 80 años de edad, y cuando menos por otros 100 años, a través de sus descendientes, y así, Pakal, cuyos restos humanos descansan en las ruinas de Palenque, se convierte en una de las valiosas herencias que dejan huella en la cultura maya chiapaneca. La civilización maya se desarrolla durante unos 3,000 años, que abarca del año 1000 a.C hasta su sometimiento al español y desaparición gradual, para convertirse en un mestizaje de lenguas a mediados de los años 1550 d.C. Su florecimiento en la selva Lacandona fue en los años 300-900 d.C., pero alcanzan su gran esplendor al construir Palenque, Yaxchilán y Bonampak, en Chiapas; Uaxactún, Piedras Negras, Tikal y Quiriguá, en Guatemala y; Copán, en Honduras. Su territorio incluyó desde la península de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, la mayor parte de Tabasco y los Altos de Chiapas, así como Guatemala con el Petén y la región de los altos guatemaltecos, salvo la costa del Pacífico, Belice y, la parte occidental de El Salvador y de Honduras. Sin embargo, cuando los mayas vivían un momento de esplendor cultural, a fines de los años 900 d.C. se presentó una interrupción que produjo un enorme retroceso: “…el Imperio Maya se encontró en guerra”; pero este proceso no fue en toda la región, sino que se destacó más en Chiapas y Guatemala que en Yucatán, donde empezó después.

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Como consecuencia de los fenómenos de El Niño –lluvias- y La Niña –sequías-, hubo fuerte desajuste climático en la región que provocó graves consecuencias en la agricultura, tal como ocurrió en TeotiNan Chan-Kah huacán; por ello, Palenque, Chiapas. culpando a los sacerdotes de “no ser efectivos con sus dioses” y, de no poder controlar el agua, la sequía y la escasez de alimentos, se produjeron revueltas campesinas que dieron origen a la destrucción y abandono de centros urbanos importantes. En las tierras altas de Guatemala, los quichés formaron su gobierno. En Toniná –Ocosingo- los gobernantes emprendieron una agresiva campaña militar que los llevó a ocupar ciudades como Palenque, Piedras Negras y Bonampak; por lo que no es extraño suponer que otros grupos hayan hecho lo mismo, dejando pueblos arruinados. Poco a poco se fueron retirando de las ciudades y se inició la inmigración hacia el Norte de Yucatán.

Esta decadencia y eventual desaparición paulatina de la civilización maya ha sido atribuida a varias causas, como guerras, rebelión, hambruna, sequía y talas de bosques, que terminó con las jerarquías sociales; pero la verdadera causa, es un misterio. Los mayas suelen ser retratados como un imperio que vivía en armonía con la naturaleza; pero este relato ecológico se tambalea, cuando los expertos investigan por qué una civilización tan extendida y poderosa, con

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una cultura que dominó durante 3,000 años pudo desaparecer. Con seguridad, su desaparición fue una mezcla de varias causas, pero la necesidad del material llamado “estuco” que servía para revestir templos fue, en parte, el causante de este desastre, porque produjo una deforestación masiva en una tierra montañosa que, además, poco se prestaba para sembrar alimentos y que sólo era posible hacerlo talando bosques. Para un templo de regular tamaño se cortaban 400 hectáreas de selva y se convertía la piedra caliza en “estuco o cal”, y como en las ciudades habían muchos templos: “…tenían que quemar 20 árboles para calentar piedra caliza suficiente para construir tan solo un metro cuadrado de sus gigantescos templos, embalses y monumentos”. Con la llegada de los españoles a tierras aztecas en 1519, comienza la destrucción del modelo de civilización maya de miles de años. En Guatemala, la conquista española de los mayas se logra casi 180 años después de crueles batallas, cuando en 1697 se toma Tayas, capital de los mayas Itzá y Zacpetén, capital de los mayas Ko'woj en el Petén, y en México sucede cientos de años después, cuando el último estado maya desaparece con la presencia del ejército del presidente Porfirio Díaz, al ocupar en 1901 su capital Chan Santa Cruz, dando fin a una Guerra de Castas de cincuenta y cuatro años, al iniciar en julio de 1847 como un movimiento social donde los nativos mayas del Sur y del Oriente de Yucatán, luchaban contra los criollos y mestizos establecida en el Occidente de Yucatán.

El origen de los mayas forma parte de una discutida leyenda. Aunque se desconoce el origen de los mayas, hay una versión con cierta fantasía, que algunos investiga-

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dores continúan analizando y es una leyenda que se inicia en 1773 con la idea del fraile Ramón Ordóñez de Aguilar, al comenzar las reflexiones sobre la construcción de las ruinas de Palenque. Fray Ramón Ordoñez de Aguiar –Aguilar- había nacido en Ciudad Real –San Cristóbal- donde en 1801 fue canónigo del cabildo ecleciástico de la ciudad, miembro influyente de la sociedad criolla de finales del siglo XVII y en abril de 1819, es fundador de la Sociedad Económica de los Amigos del País de Ciudad Real de Chiapas. Emparentado con algunos grupos de poder de Guadalajara y con dos hermanos curas, pero además, “persona ampliamente conocida dentro de los círculos intelectuales de Guatemala”; por lo que sus comentarios podrían aceptarse con cierta veracidad. La leyenda dice así. En 1567, el fraile dominico español Lorenzo de la Nada, en la región conocida por los choles como Otolum, cercano a los templos mayas, construye el poblado de Santo Domingo de Palenque que traduce por el nombre de "Fortificación"; sin embargo, es hasta 1773 cuando el cura de Tumbalá, Chiapas, Antonio Solís, comenta la existencia de unas ruinas al fraile Ramón Ordóñez en Ciudad Real –San Cristóbal-, quien envía a investigar a Esteban Gutiérrez de la Torre, a Nicolás de Velasco y a su hermano, José Ordóñez. No se sabe porque los hermanos Ramón y José Ordóñez dejaron pasar diez años y en 1784 presentan su informe del descubrimiento a José de Estachería, presidente de la Real Audiencia de Guatemala, y es cuando se le pide a José Calderón y al arquitecto Antonio Bernasconi que prosigan las investigaciones, entregando su informe en julio de 1785, acompañado con los primeros planos y dibujos de Palenque.

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A raíz del descubrimiento, el fraile Ordóñez y Aguiar escribe su obra “Historia de la creación del cielo y de la tierra”, la cual en 1794 le vale un pleito legal ante la Real Audiencia de Guatemala, que gana contra el italiano Pablo Félix Cabrera, por haberle plagiado ideas y escritos, pero, en particular, sobre su fantástica teoría del origen de los mayas en el Nuevo Mundo. El fraile Ordóñez y Aguilar narra en su libro que la ciudad de Palenque había sido fundada por hombres que llegaron del Atlántico liderados por Vahlum Votan –Balum Votán-, cuyo símbolo era una serpiente. Dice que su historia la había encontrado escrita en códices maya-quiché, en un calendario con los 20 personajes más célebres de la creación de la humanidad y que antes de destruirlo en 1691, el obispo de Chiapa, Francisco Núñez de la Vega, por suerte había copiado parte y ellos eran: “Ninus o Mox, Ygh, Votan, Ghanan, Abagh, Tox, Moxic, Lambat, Molo o Mulu, Elab, Batz, Evob, Been, Hix, Tziquin, Chabin, Chic, Chinax, Cahogh y Aghual”. Estos personajes vestían batas largas y usaban barbas, por lo que el fraile Ordóñez concluye que venían de Chivim, el país de los hebeos, que lo identificó como la ciudad de Trípoli, en Fenicia –actual Líbia en Áfricaa quienes la Biblia relaciona como los hijos de Canaán, primos de los egipcios. De acuerdo a la leyenda y siendo el tercer personaje de los códices maya-quiché, se dice que estando Balúm Votán en África, en uno de sus viajes visitó un lugar donde se construiría un gran templo que “llegaría hasta el cielo”, por lo que el obispo Núñez, en su libro “Constituciones Diocesanas de Chiapas”, asevera que podría ser Babilonia –en Irak- y que el edificio que llegaría “hasta el cielo”, era la Torre de Babel. Lugar

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donde el Antiguo Testamento en la Biblia, Dios, para evitar el éxito de la construcción del edificio que pretendía alcanzar al cielo, hizo que los constructores comenzaran a hablar diferentes idiomas y se dispersaran por toda la Tierra y entre ellos, estaba Balum Votán. Se dice que Votán hizo tres viajes de Babilonia a América. En el primero llega por el Atlántico a cierto lugar que podría ser la Laguna de Términos en Campeche. Habita un tiempo y avanza tierra adentro y “en el afluente de un gran río construye una ciudad que fue la cuna de esta civilización”. A esta ciudad la llamó Nan Chan-Kah, “que significa lugar de serpientes” y es Palenque. Tiempo después regresa a Babilonia y, en su segunda visita, recorre la región y conoce sus pasadizos subterráneos. En una montaña cercana a PalenLacandón. Maya. 2010. que había uno que cruzaba en línea recta y que, tal vez, podría ser el río Grijalva y después el río La Venta, y así regresa a Babilonia. Cuando vuelve por tercera vez, encuentra que en el pueblo de Campeche “había surgido la discordia y la rivalidad”, de manera que decide dividir su reino en cuatro dominios. Según el códice, funda Nan Chan-Kah como primera ciudad; la otra cerca de la costa del Pacífico, que podría ser Mam que es Huehuetán, aunque a lo mejor ya existía por Mox

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o Ninus que, al parecer, llegó antes por ser el primer personaje del códice de la humanidad; y de las otras dos ciudades no se sabe nada.

El Caminante. La Venta, Tabasco.

La leyenda sigue con el mestizaje de Balúm Votán y sus seguidores. Se mezclan con las indígenas y que podrían ser zoques, pero también dice que, el rey maya Pakal era descendiente directo de Votán. Su gente mezclada, enseña cómo construir pirámides, usar métodos de agricultura y cómo observar a las estrellas que eran las que lo habían guiado en su travesía por mar, desde Babilonia al Nuevo Mundo.

Esta versión podría ser válida, al saber que los fenicios eran expertos navegantes y astrónomos, y que para monopolizar el comercio, procuraban mantener en secreto las rutas navales que descubrían, dando lugar a que, por esa razón, nunca se haya divulgado el descubrimiento de las tierras del Nuevo Mundo. Son pocas pero controversiales las evidencias de visitas de fenicios al Nuevo Mundo, como la escultura olmeca de “El caminante” de La Venta en Tabasco, que refleja a un hombre caucásico, con barba y ligera banderita de señal; existe una estela en Campeche, donde aparece una persona con rasgos semitas y un barco egipcio en la cabeza o; la estela de “El árbol de la vida”, de Izapa en Tuxtla Chico, donde se notan dos hombres barbados con sombrero.

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La implicación de esta conjetura indicaría que los fenicios descubrieron América casi dos mil años antes que Cristóbal Colón que ocurrió en 1492 y respecto a la Torre de Babel, en 1913, el arqueólogo Robert Koldewey encontró una estructura en Babilonia que identificó como la Torre de Babel, cuya construcción se estima del año 3,000 a.C. Luego los toltecas entran a Izapa. Mientras los mayas avanzaban en su cultura y pasados unos 250 años, tal vez por la falta de alimentos originada por la poca agua para sembrar y, por el levantamiento en armas de pueblos que por siglos habían sido tributarios, por los años 650750 a.C. ocurre la caída Los atlantes en Tula, Hidalgo. de Teotihuacán en el valle de México y a partir de ese momento, se deja un mundo sin control, lleno de tinieblas y confusión; y así, por el temor de ser invadidos, las civilizaciones cambian instalando en las ciudades fortificaciones y dejando de ser gobernadas por sabios sacerdotes, dando lugar a guerreros y a religiones belicosas. El vacío de poder de los teotihuacanos es llenado por otras tribus como la tolteca, que lo formaban chichimecas que por el año 950 a.C. habían llegado al valle de México dirigidos por el rey Miscoatl y se instalan en Culhuacán y que después se trasladan a

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Tula, Hidalgo, donde construyen su capital y centro ceremonial. La cultura tolteca y su poder marca una época de militarismo. Su ejército emplea la fuerza para dominar a tribus vecinas y magnifica tanto la guerra que en uno de sus templos de Tula se construyen columnas de 4.6 metros de altura con figuras estilizadas de humanos, conocidas como “atlantes”, que quiere decir: guerreros. Este pueblo habla náhuatl y crea una refinada cultura con conocimientos en fundición del metal, trabajo de piedra, destilación y astronomía. Intercambia su comercio desde lugares lejanos, pues en Tula se encuentran vasijas de cerámica de Nicoya –Nicaragua-; fragmentos de vasos policromados mayas de Campeche; vasijas y fragmentos de vasos de loza plumbate del Soconusco, junto con cerámica de La Huasteca, el centro de Veracruz y Norte de Mesoamérica –tal vez Zacatecas y Jalisco-; partes de serpentina y jade de Guerrero o Guatemala; tecali –ónix- de Puebla; pedazos de turquesa de Nuevo México o Arizona; conchas marinas de las costas del Pacífico o del Golfo, y miles de fragmentos e instrumentos de obsidiana. Su ideología religiosa fue de tal impacto que, pasados 600 años, cuando en 1325 llegan los mexicas – aztecas- a Tenochtitlán, toman como suyo el rito a Quetzalcóatl; aquel dios blanco y barbado, de gran importancia en la conquista de México, ya que al llegar los españoles, Moctezuma II facilita la entrada a sus dominios, porque piensa que regresaba Quetzalcóatl, como la leyenda decía que llegarían: “hombres blancos y barbados” en "pequeñas nubes que flotan sobre el agua". Los toltecas destruyen ciudades mayas, pero participan en construir otras. Mayas y toltecas hacen gran parte de Chichen Itzá y utilizan su arte para repre-

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sentar en sus pirámides el sacrificio humano, creando la época del nuevo Imperio Maya. Cuando la civilización tolteca decae por 900-1150 d.C., los chichimecas, junto con otros pueblos, invaden el valle central y saquean a Tula, haciendo que los toltecas huyan al Sur y en 987 d.C. llegan a Chichén Itzá dirigidos por Quetzalcóalt y hacia el año 1100 fundan Mayapán, que es una ciudad pequeña, pero más importate que Chichén Itzá. Estando en Izapa, algunos toltecas emigran a Nicaragua y otros a Chiapan.

Ruta del segundo grupo de toltecas desde Tula, Hidalgo, hasta Nicoya – Nicaragua, hoy Costa Rica-. 900-1150 d.C.

Mientras ocurría la caída de Tula, hubo dos corrientes de emigración y expansión de toltecas a lo largo de Mesoamérica que llegan desde el valle de México hasta Nicoya, Nicaragua. Por los años 600-700 d.C., el primer grupo sale de Tula y llega a Izapa en el Soconusco, donde se divide en dos: uno se va a Chiapan y da origen a los indios chiapanecas, y el otro sigue a Nicoya y forma a los chorotegas. 500 años después, pasa por Izapa un segundo

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grupo tolteca que avanza hacia el Sur formando a los pipiles salvadoreños y a los nicaraos de Nicaragua. La historia fue así. Alrededor de 900-1150 d.C., el segundo grupo de toltecas sale del valle de Anáhuac rumbo a Cholula. Derrotan a los olmecas históricos y se apropian del lugar. Siguen a Tuxpan, pasan Veracruz, Tabasco y llegan a Izapa, donde permanecen un tiempo. Unos se quedan en el Soconusco y pocos toman rumbo a Honduras. Otros forman nuevas comunidades en el camino, como los quichés en Guatemala, donde el padre Juarros dice: “…estamos persuadidos, que qoando vinieron a esta Region los Indios Tultecas, de quienes descendían los Reyes Quichees y Cachiqueles, que dominaban estas tierras, ya estaban pobladas de diversas naciones…”. Algunos, como los pipiles siguen a El Salvador y por 1054 d.C. fundan el señorío de Cuzcatlán o se integran a otros grupos. Por disturbios dentro del territorio pipil en El Salvador, los nicaraos se separan de los pipiles para dirigirse a Nicaragua; aunque algunos dicen que no fue una división, sino que eran dos tribus toltecas diferentes: los nicaraos procedían de Ticomega y Maguateca –hoy Ticomantlán y Miahuatlán, Oaxaca- dentro del valle de Cholula y, los pipiles y demás nahuas-toltecas huían de los chichimecas del valle de Anáhuac. Los nicaraos siguen su recorrido “de nahuaspipiles-nicaraos”, quienes, según la leyenda, habían sido aconsejados por sus líderes religiosos que: ”…debían viajar hacia el sur hasta que encontraran un lago con dos volcanes que se levantaran de las aguas…”; por ello, se debían mover hasta llegar a la isla de Ometepetl en Nicaragua, donde está ”…la isla volcánica más grande del mundo en medio de un lago de agua dulce”.

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Por 1200 d.C. y después de decenas de años, los nicaraos llegan al istmo de Rivas, que es una estrecha franja de tierra entre el Océano Pacífico y el Lago de Nicaragua, y se encuentran con los indios chorotegas, contra quienes combaten hasta desplazarlos a los pueblos de Diriamba, Jinotepe, Masaya y a Nicoya. Cuando este grupo de “toltecas, quichés, pipiles y nicaraos” llegan a Nicoya como final de su camino, se encuentran que unos 700 años antes, entre 600-800 d.C., habían llegado otros toltecas que, hablando nahúatl ahora se llamaban “chorotegas” y que, en su momento, se enfrentaron a tribus locales que habitaban Nicoya, como eran los miskitos, matagalpas, sumos y ramas. Y esto se dice que ocurrió así. Entre 600-800 d.C., unos toltecas en el valle de Cholula en Puebla fueron invadidos por olmecas y otras tribus, y al ser derrotados, fueron expulsados y obligados a emigrar hacia el Sur hasta Izapa. En esos años, entre 600-700 d.C., los mames como etnia maya, habitaba el altiplano guatemalteco y parte de lo que hoy es sierra mexicana, dentro del extenso territorio de Guatemala, desde Huehuetenango, San Marcos y Quetzaltenango, hasta los municipios mexicanos de Motozintla y Mazapa de Madero, y que de alguna forma habitaron Tapachula, Mapastepec, Cacahoatán y Unión Juárez, de modo que cuando los toltecas llegan a Izapa, comandados por el rey de Tula, Nimaquiché, se unen a los tzutujiles y quichés al mando de Kikah II de Guatemala, y derrotan al cacique mam Lahuhquich del Soconusco y hacen que regrese a Utatlán en Guatemala, donde era la sede de los mames. Así, al imponerse los toltecas y dominar el territorio, se dividen en cuatro grupos. A uno de los cuatro

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hermanos de Nimaquiché le ceden el señorío del Alto Soconusco que era Huista, de donde después se fundan Cacagoatlán, Mixcum y Tolomita -“panteón de los toltecas”-. Otro emigra al altiplano central de las Chiapas, dando origen a los “indios chiapanecas”; otro se queda en Huehuetenango –Guatemala- y la sierra del Soconusco, creciendo a los indios “mames” y los demás, continúan hasta Nicoya, antes de Nicaragua y ahora de Costa Rica, y ahí se llaman “chorotegas”, cholultecas, mangue, nicoya, dirián o orotiña. El investigador Adolfo Constenla nos dice que: “… entre los años 600-700 d.C., en el Soconusco se llevó a cabo la separación de la lengua chiapaneca con la chorotega de Nicaragua…” ¿Por qué el nombre de Chiapas? La chía es la semilla que produce un arbusto originario de la parte central Oeste de México, como Jalisco y Nayarit pero que, en ese entonces, también se producía en la franja de la altiplanicie central de las Chiapas y hasta el Norte de Guatemala. Se cree que la chía existe desde hace 5,500 años, de modo que entre los años 900 y 1500 d.C., junto con el maíz y frijol, formaron parte de los alimentos básicos de los aztecas, mayas y chiapanecas, por tener alto contenido graso de omega 3, que es superior a las algas marinas y peces fríos, como el salmón; algo descubierto por los indígenas hace miles de años. Se comía mezclada con alimentos, o agregado a una bebida refrescante como el limón, molida en harina, incluida en medicinas y, muchas veces como pintura para el rostro y cuerpo de los guerreros, o su aceite en pintura de toles.

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Por 1498, para alimentarse, los aztecas recibían la semilla de chía como parte de su tributo, pero además, con los tallos y flores hacían ramos para sus dioses, lo que molestó a frailes y conquistadores españoles cuando llegaron al Nuevo Mundo, y entonces ordenaron que Planta de chía. su siembra en las comarcas fuera interrumpida, por lo que, según fray Bernardino de Sahagún: el cultivo de la chía fue perseguido casi hasta su extinción, porque era una semilla sacrílega; pero también, porque los españoles no le veían utilidad alimenticia, puesto que no la conocían. Preferían que la tierra produjera trigo, cebada, papa, caña de azúcar. Los toltecas avanzan a Chiapan. Por los años 600-700 d.C., los toltecas que avanzan de Izapa a la altiplanicie chiapaneca se establecen en el centro ceremonial y habitacional que habían ocupado los mokayas y los zoques, quienes le llamaban Nipiniaca que quiere decir “pueblo grande”. Ahí, los toltecas le dan el nombre en nahúatl de Chiapan y nace el lenguaje chiapaneco, con una combinación de lenguas mangue, tal vez una mezcla de náhuatl-mokaya-zoquemaya, y así se convierten en los “indios chiapanecas”.

Los tseltales también se referían al pueblo de Chiapan con el nombre de Zoctón, que quiere decir “piedras desordenadas”; en lengua chiapaneca le llamaron Nandalumí, cuyo significado es “arroyo negro”; pero hay quienes acostumbraron llamarle “Zoctón Nandalumí”.

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Traduciendo lo que Chiapan quiere decir en nahúatl encontramos las frases: “en el río de la chía”, o “en el agua de la chía”, o “lugar donde crece la chía”; por ello, su interpretación podría ser “lugar donde crece la chía”, porque, en ese entonces, las tierras de Chiapan eran productoras de esa semilla y los aztecas, allá por los años de 1498, al hacer referencia de esta comarca, tal vez dirían: “vayan al lugar donde crece la chía”. Hay otra versión. Se cree que la palabra Chiapan podría ser una variante de “tepetchiapan”, que es el nombre del cerro dentro del “cañón del sumidero”, donde la leyenda dice se lanzaron los chiapanecas para no ser esclavos de los españoles. Tepetchiapan significa “agua debajo del cerro” y que, con el tiempo se convirtió solo en Chiapan; sin embargo, para aceptar esta frase como buena hay que recordar que la célebre batalla entre chiapanecas y españoles fue en 1528 y, para ese entonces, los indios de origen tolteca y en lengua náhuatl al pueblo ya le llamaban Chiapan desde el año 600-700 d. C. Nacen los indios chiapanecas. La lengua chiapaneca se habló durante unos mil años en la comarca que comprendía: Chiapa, Acala, Chiapilla, San Lucas, los valles de Cutilinoco, Macatapana y Nejundilo, que es la región de La Frailesca que incluye Suchiapa, Villaflores, Villa Corzo y el extremo occidental de Venustiano Carranza; pero también formaron parte las desaparecidas: Naconhá –Ostuta- en Venustiano Carranza y Nguahanguti –Pochutla- de Chiapa de Corzo, así como Nehundila.

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Límites territoriales de los chiapanecas. Carlos Navarrete, 1966.

No se sabe si la lengua se extinguió con el tiempo o se convirtió en la de los quelenes –chamulas- y que después se conocieron como tsendales y tsotsiles, o se mezcló con el zoque. Lo que afirma el obispo de Chiapas, Francisco Orozco y Jiménez, es que para 1873 la lengua prácticamente se había exterminado; aunque perduran nombres chiapanecas como: nandalumí, cahuaré, chiniji, niurulú, Nandayapa, Nuricumbo. La tez de los chiapanecas era cobriza, cabello lacio, nariz corva, sin labios abultados. Comían en el suelo haciendo círculos y grupos de quince personas. Les gustaba el adorno y la ostentación en tonos de colores fuertes. Usaban poco metal y, con vegetales y animales hacían tintes para pintarse la piel de modo extravagante y algunos adornaban sus cabezas con penachos de plumas y otros, con mantas de colores pintadas y enrolladas.

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Por ser de origen tolteca, se les facilitaba el uso de armas y el arte de la guerra, por lo que no sólo fueron grandes cazadores, sino también buenos guerreros. Tenían destreza en lanzas largas, trampas y redes de caza para desmembrar animales. Su prestigio llegó hasta los oídos de los mexicas, y tal vez por eso, nunca pretendieron conquistarlos, aunque los chiapanecas permitieron que los zinacantecos, zoques y soconuquenses pagaran sus tributos a los mexicas. Es tal la influencia de la cultura zoque en Chiapan, que su comida es parte de la vida cotidiana de los actuales chiapanecos, como es el chilmol –ninyhiyase-, caldo de gallina –nimbuinaló-, caldo de frijoles – nimbuiñumú-, pepita con tasajo –nampoguiñajo-, memela de maíz con frijoles –naa’cauitú-, pozol con cacao –naa’nbima yasii-, tamal de chipilín –yucañumumo-.

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Capítulo II. La conquista o invasión española. La conquista del Nuevo Mundo no la hicieron ejércitos, sino unos cuantos aventureros que seguían a un líder que les inspiraba confianza, para ir en busca de fortuna. Si la expedición no resultaba: todos morían, sin que afectara que los siguientes oportunistas pudieran continuar el mismo camino; pero si la expedición era un éxito, podrían contar con la gloria y sus riquezas. La Corona nada gastaba, pero el territorio conquistado le pertenecía. Como el éxito era tan incierto y, con grandes trabajos y peligros, los conquistadores buscaron una recompensa que les diera descanso y bienestar en su futuro. El primer medio era aprovecharse de los indios vencidos, haciéndolos esclavos; pero eso era escandaloso, inmoral, inhumano, y sobre todo, tal vez insuficiente, porque terminada la conquista ya no habría indios que conseguir; así que se les ocurrió implantar la encomienda y el repartimiento. Se llamó “encomienda”, a los terrenos que se repartían entre los conquistadores o por herencia entre los hijos que llegaban al Nuevo Continente, entregándoles una parcela de tierra junto con indígenas, a los que tenían la obligación de instruir a la fe católica, permitiéndoles, a cambio, servirse de su trabajo y, se conoció como “repartimiento”, a la facultad que tenía el alcalde mayor de cierta provincia, de sacar de los pueblos a

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todos los indios que fueran indispensables utilizar, para atender el cultivo de los campos de los españoles, o para la construcción de las obras públicas. Hernán Cortés. Cuatro años antes de la conquista de Chiapan, en 1520, Hernán Cortés informa a Su Majestad el rey, la importancia que tenía el río Coatzacoalcos para ser el mejor puerto del Golfo de México destinado a las actividades comerciales y marítimas, por lo que envía al capitán Gonzalo de Sandoval a fundar una ciudad en sus riberas, y Hernán Cortés. también, solicita le auGobernador y capitán general torice que conceda ende la Nueva España. comiendas a los españoles que estaban con él, para recompensarles de sus servicios y a la vez, se consolidae el dominio español en el territorio conquistado. A cambio, el encomendero cuidaría del bienestar de los indígenas la fe católica y, aseguraría su mantenimiento y protección. Así nace el 8 de junio de 1522 la villa del Espíritu Santo y ese mismo día, el capitán Sandoval procede a repartir entre sus oficiales las provincias de Zitla, Coatzacoalcos, Guazcaltepec, Tepeaca, Chinantla, Zapotecas, Copilco, Cimatán, Quechula, Zoques, Chiapa, Zinacantán, Quelenes, Chamula, Pinola y Copanaguastla, las cuales fueron poseídas nominalmente de

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inmediato, pero no real, pues era imposible no sólo ocupar tan vasto territorio, sino mantener la paz entre indios y cobrar tributos; aunque para poder hacer efectivas las encomiendas, deberían establecer una villa española en cada zona. A la villa del Espíritu Santo -Coatzacoalcos- se le designa como centro de control del territorio que comprendía el Sureste de Veracruz, Tabasco y parte de las Chiapas, y asignan al capitán Luis Marín como encargado de la guarnición para dominar y pacificar a la región, proporcionándole 30 soldados que estaban listos para recibir el tributo que aguardaban. También se aprovecha ese momento para darle a Marín la encomienda de la comarca de Jaltepec –Oaxacajunto con sus recursos de oro y mano de obra que pudiera dar su población. Como capitán encargado de la guarnición, se le establece que como norma, sus soldados periódicamente deberían recorrer en paz el Sureste e irían de pueblo en pueblo recogiendo los tributos –impuestos- a favor de la Corona. Tan sólo habían pasado cuatro meses, cuando en Zimatán –Tabasco-, igual que en otros cacicazgos de la región, los indios disponen no cumplir con la entrega de tributos y Marín decide enviar a cuatro vecinos, para que los convencieran en paz y vinieran a platicar; pero cuando los emisarios llegan a Zimatán, se encuentran con tres escuadrones de flecheros y lanceros que los estaban esperando. Ahí mueren dos soldados, otro huye en canoa y Bernal Díaz del Castillo recibe un flechazo en la garganta y herido, regresa a la villa. Viendo Marín que no podría pacificar a los caciques, decide ir a México y pedirle a Cortés más soldados y pertrechos de guerra; pero antes, ordena a su tropa

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que, mientras regresaba, limitaran sus correrías a los pueblos cercanos solo para recoger alimentos. Marín llega a México y el 8 de diciembre de 1523, Cortés lo despacha de regreso llevando al fraile mercenario Juan Varillas junto con Alonso de Grado y 30 soldados de refuerzo, y le ordena que: “…todos los vecinos de Coatzacoalcos fueran a la provincia de Chiapa que estaba en guerra y se poblara una villa…”. A fines de 1523, Pedro de Alvarado sale al Soconusco y Guatemala, y a principios de 1524, el capitán Luis Marín a Chiapan. Casi al mismo tiempo, Cortés manda dos expediciones de conquista al Sur de México. El 6 de diciembre de 1523, Pedro de Alvarado sale de Tenochtitlán -Ciudad de México- rumbo a Guatemala, llegando a Tonalá, Chiapas, en el Soconusco, a fines de enero de 1524 y el 8 de diciembre de 1523, autoriza a Luis Marín su salida de Coatzacoalcos a Chiapan. En la cuaresma –febrero- de 1524, el capitán Marín inicia la expedición a Chiapan, abriendo caminos entre montes y ciénegas hasta llegar a un pueblo tabasqueño llamado Tepuzuntlán. Luego sigue a Quechula, que era un pueblo zoque en la sierra de la provincia de Chiapa y ahí completa su ejército con elementos que recolectaban tributos, quedando con 27 de “a caballo” que podían pelear y otros 5 que no podrían, 15 ballesteros y 8 escopeteros, un cañón, mucha pólvora y un artillero que era negro, 60 soldados de espada y escudo, 80 aztecas y el cacique de Quechula con su gente: “quienes iban temblando de miedo”, por lo que podrían decir los indios chiapanecas.

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Como grandes cazadores que eran los chiapanecas, andaban merodeando por la región buscando animales, cuando se dieron cuenta de la presencia de los españoles y de inmediato, dieron aviso a su pueblo. Como a cuatro leguas -24 kms.-, mandaron avisar a los de Estapa -Ixtapa- que llegarían los soldados, de modo que cuando éstos están en el pueblo, lo encuentran sin gente, pero comen lo que había por ahí. En ese momento, regresan los exploradores y les dicen que los llanos y caminos rumbo a Chiapan estaban llenos de guerreros chiapanecas. Al tener los chiapanecas gran habilidad en el arte de la guerra y el uso de armas, predominando piedras y hondas el combate dura hasta el anochecer. De los dos bandos hubo muertos y heridos, como el capitán Marín con dos heridas. La llegada de una sacerdotisa que pasa rezando en medio de los bandos y que termina con su muerte, dio fin a la batalla.

Soldados en combate.

El soldado Bernal Díaz del Castillo dice así: “…el camino de Estapa a Chiapan se encontraron con todo el poder de los indios, traían grandes penachos y buenas armas y grandes lanzas, pues flecha y vara con tiraderas, pues piedras y hondas, con grandes voces y grita y silbos… era cosa de espantar como se juntaron con nosotros pie con pie, y comenzaron a pelear como rabiosos leones…”.

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También dice sobre los chiapanecas: “…son los mayores guerreros que yo había visto en toda la Nueva España,…y esto digo yo porque jamás México los pudo señorear… Después del combate, los españoles se acomodan a dormir a la orilla del río Grande y a media noche les sorprende la llegada de cinco canoas con diez indios que fueron llevados ante Marín. Dijeron que eran de Xaltepeque –Jaltepec, Oaxaca- y que desde hacía 12 años los habían traído, junto con su familia, a poblar como esclavos de guerra; pero como les habían dado muy mal trato y abusaban de sus mujeres e hijas, se ofrecían ayudar a cambio de su libertad. Marín entendió el apoyo que proporcionarían y aceptó. También se enteró que entre muertos y heridos en las batallas habían más de 120 chiapanecas y que eran muchos los pueblos que los respaldaban. Convenido el trato entre Marín y oaxaqueños, cuando amaneció, los españoles tenían varias canoas a su disposición, y los jaltepeños les enseñaron donde eran los vados menos hondos del río. Sin embargo, al ir pasando por él, se presentaron muchos chiapanecas y les dieron: “una buena rociada de vara con tiraderas que hirieron a muchos españoles, mataron dos caballos y un soldado se ahogó”. El combate fue de tal magnitud que los españoles no podían avanzar y llegar al otro lado, hasta que los de Jaltepec los ayudaron; pero al ir saliendo, poco a poco, los indios comenzaron a correr. Los españoles llegaron a Chiapan y la encontraron despoblada. Dice Bernal: “…y verdaderamente se podía llamar ciudad y bien poblado… con unas cuatro mil personas…calles bien trazadas…”. El capitán Marín mandó llamar a caciques y les advirtió que fueran en paz y que si no iban, quemarían el pueblo. Al rato, los indios

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llegaron con regalos de oro y se disculparon por haber salido a la guerra. Ofrecieron obedecer a Su Majestad, pero pidieron que no quemaran alguna casa. Marín mandó llamar a los jefes de los señoríos de Zinacantán, Chamula, Huixtán, Copanaguastla, Pinola, y otros pueblos chamulas y los que hablaban zoque; pero de Chamula no llegaron y eso le preocupó. Para tener una idea de las guerras y triunfos que tenían los indios chiapanecas, el capitán Marín encontró tres cárceles de redes de madera con prisioneros atados y collares al cuello. Unos eran del Soconusco, otros de Tehuantepec y los demás, zapotecas y chamulas. Marín deja en libertad a todos. Tras la derrota de los temidos y poderosos chiapanecas, los zinacantecos apoyaron a los españoles con 200 indios como tamemes para transportar cosas y los de Chiapan con otros 200, como guerreros. Subieron a Zinacantán, donde los recibieron sin oponer resistencia, tal vez por esperar hacer buenos negocios, ya que era el centro comercial y de enlace de los mercaderes aztecas que venían de Tenochtitlán. Diferente fue con Chamula que está a tres leguas de Zinacatán -18 kms.-. Marín los manda llamar y no van, así que los españoles se acercan con su ejército. Los chamulas estaban bien protegidos para su defensa, en una fortaleza hecha en los cerros. Los conquistadores pretendieron llegar a ellos a caballo, pero los animales no pudieron subir las cuestas, así que tuvieron que hacerlo a pie; “pero iban temerosos” porque sabían que, en cualquier momento, podrían llegar los del pueblo de Huixtán para apoyar a los de Chamula.

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Al momento de acercarse a la fortaleza y al ser los chamulas muy rápidos para tirar flechas y piedras, hirieron a varios soldados. Tiraron tantas piedras, hondas, varas y flechas que el suelo estaba cubierto. Tenían lanzas de cacería de más de dos metros con cuchillas de piedra y escudos de protección para pelear que les cubrían el cuerpo; pero si no los necesitaban, los enrollaban y salían corriendo. En el cerro había como mil indígenas protegidos por muros grandes y altos que los soldados no podían subirlos. Desde arriba les echaban resina hirviendo, agua y sangre caliente, y otras veces lumbre y rescoldo. Llegó el momento en que los españoles no supieron que hacer y se retiraron por un rato. Al regresar, siguieron combatiendo, pero los indios se burlaban de los españoles demostrándoles no tenerles miedo. En medio de la pelea, se piensa que les dijeron: “…pues que quieren oro, entren, que aquí tenemos mucho…” y les echaron siete diademas de oro. Algunos combatientes lograron pasar la barricada y estando adentro se encontraron con 200 indios haciéndoles caras y sólo por la llegada de unos zinacantecos que los protegieron, no los mataron. Llegado el amanecer y aprovechando una lluvia torrencial que había detenido el combate, los chamulas salieron huyendo. Algo parecido sucedió en Huixtán –Quiahuiztlán- al otro día. La gente estaba dispuesta a pelear, pero prefirió huir. Días después se acercaron en paz. Guiados por los zinacantecos, los conquistadores entraron al valle de Jovel –Moxviquil-, que es el sitio donde cuatro años más tarde se levantaría Ciudad Real, ahora San Cristóbal de Las Casas. Ahí se asentaron y Marín puso en libertad a seis indios con sus mujeres para que fueran a llamar a los de Chamula y no tuvieran

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miedo de llegar. Asistieron al otro día y manifestaron obediencia al Rey y se llevaron a sus presos. A partir de ese momento, Bernal Díaz del Castillo gozó de 8 años de los tributos de encomienda sobre Zinacantán, hasta el cambio de encomenderos de Ciudad Real, por la salida de Diego de Mazariegos. Al ver que los indios habían presentado obediencia a Su Majestad y darían sus tributos a la Corona, los españoles decidieron regresar a Coatzacoalcos pasando por los pueblos de Zimatán y la Chontalpa en Tabasco, que seguían en desorden. Marín no pudo crear la villa en Chiapan como recomendaba Cortés, tal vez porque era difícil sujetar a una población que, en cualquier momento, podría no sólo refugiarse en sus inaccesibles bosques y montañas, sino que hasta podrían sorprenderlos para matarlos.

Capitán Luis Marín, español que conquista Chiapan. 1524.

Dice Bernal: “…del oro que hubo en Chiapa y Chamula, se pagaron los caballos que mataron en las guerras...”. Los aliados de Jaltepec que ayudaron a Marín en la batalla se fueron a vivir a Osumacinta, que está a unas leguas de Chiapan. Marín era un español como de 30 años, nacido en San-lucar y seseaba al hablar como sevillano. Barba algo rubia, rostro largo y alegre, con marca de viruelas. Buen jinete y aunque no sabía leer, era buen conversador. Tal vez no fue nombrado conquistador de Chiapa por el rey

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Carlos I, por no haber fundado la villa española y no tener su acercamiento personal. Murió en Michoacán. En 1524 Cortés autorizó a Rodrigo Rangel que fuera a Tabasco a someter a los indígenas de Zimatán y así lo hizo; pero después de su regreso a Coatzacoalcos, no contó con autorización para ir a Chiapan. El conquistador Diego de Mazariegos en 1528. Casi cuatro años después, por estar Hernán Cortés en Honduras, el gobernador provisional de la Nueva España era Alonso de Estrada, persona acaudalada y conectada con el Rey, puesto que le permitió llegar al Nuevo Mundo con séquito de doce esclavos negros para su servicio; aunque también se decía que era hijo ilegítimo del rey Fernando el Católico. Llega a Nueva España con su hermano Pedro y algunos primos de Ciudad Real, España, como los tres hermanos de la Torre –Luis, Antonio y Juan–; hijos del notario Antonio de la Torre, que había participado en la conquista de Santo Domingo en 1508. Luis de la Torre fue regidor, lugarteniente de gobernador y alcalde mayor de la Ciudad de México; Juan de la Torre, fue alcalde del cabildo de la Ciudad de México y tuvo encomienda en Ixtlahuaca, estado de México y; Antonio de la Torre acompañó a Diego de Mazariegos en la campaña a Ciudad Real -San Cristóbal de Las Casas-, donde fue alcalde mayor y factor de impuestos, quedándose a vivir en esa villa. El primo Diego de Mazariegos fue alguacil mayor de la Ciudad de México y dirigió la expedición a Chiapan quien, además, trajo a su hijo menor, Luis de Mazariegos, que también se quedó a vivir en Ciudad Real.

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Alonso de Estrada nombra a Diego de Mazariegos como capitán y teniente de gobernador de la expedición a Chiapan. Recibe la orden de provisión y el 23 de noviembre de 1527 pone en marcha un ejército de 80 españoles, yendo entre ellos el capitán Luis Marín, algunos esclavos negros y, buen número de indios aztecas y tlaxcaltecas que servirían de auxiliares. En total, eran 150 personas, más cinco cañones de artillería.

Capitán Diego de Mazariegos, primer encomendero de Chiapa. 1528

El capitán Mazariegos llega a Suchitepec –Oaxaca- y tiene un enfrentamiento donde logra una victoria contra los zapotecas, y además, recupera las piezas de artillería que le habían arrebatado en batalla al español Francisco Maldonado. Sigue rumbo al Sur y pasa tranquilo por Tecuanitepetl –Tehuantepec-, que ya había sido conquistado por Pedro de Alvarado en 1522. Al subir a la Sierra Madre, por la senda usada por los indios chiapanecas para tomar cautivos a comerciantes que venían de la costa del Pacífico al Golfo, se fueron dando algunos nombres en náhuatl, como miccatepetl –montaña de la muerte-, macuiliatlpan -cinco arroyos-, tlacuatzintepetl -montaña de los tlacuaches-.

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En febrero de 1528 llega al pueblo de Xiquipilli –Jiquipilas-, donde fue recibido en paz y con regalos por los zinacantecos. Probablemente no pasó por Jayyapajcui u Ocoçolinquauitl –Ocozocuautla-, ni por Tochtlitlantli –Tuxtla-, porque no existen referencias. Al ir Luis Marín acompañando al capitán Mazariegos y exponerle la ayuda que había recibido de los caciques zoques y sus canoas para cruzar en 1524 el río Grande de Chiapa, es aceptable suponer que Mazariegos siguió la misma ruta de Quechula. Aun cuando habían pasado cuatro años que había llegado Marín, los chiapanecas no olvidaban la derrota ante los españoles, así que algunos habían decidido alejarse un poco de Chiapan. Muchos siguieron en la ciudad, otros se fueron a fundar pueblos en los valles de Cutilinoco y Macatapana –La Frailesca-, y algunos se refugiaron en la enorme montaña partida por el río Grande, en una reducida área con construcciones de centro ceremonial, en lo que hoy se conoce como el “cañón del sumidero” y las “ruinas de Chiapa”. Cuando Mazariegos cruza el pequeño río “bobos” y llega a Chiapan, por estar casi abandonado no encuentra resistencia en los indígenas y sus pocos pobladores, lo reciben en paz. Ahí decide seguir al centro ceremonial del “cañón del sumidero”. Toma la margen derecha del río hasta llegar a su encajonamiento y encuentra el refugio de los chiapanecas, quienes, además de contar con la protección natural de los peñascos del sitio, habían levantado muros de contención para no permitir el acceso a nadie. Aunque los conquistadores llegan en canoas, no pueden entrar. Algunos se suben a la parte alta de una peña y, empleando cuerdas y artificios de pólvora,

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tratan de bajar al interior del cañón. Esto distrae a los defensores chiapanecas y descuidan el acceso principal, pudiendo los demás españoles entrar, junto con los tlaxcaltecas y aztecas que los acompañaban. La batalla dura varios días y fue un enfrentamiento cuerpo a cuerpo tan intenso que los indios no podían ni alzar los brazos del esfuerzo, pero ante la superioridad de las armas españolas, los chiapanecas fueron retrocediendo poco a poco. Al ir los guerreros para atrás, fueron empujando a las demás personas y algunos comenzaron a caer al río, sobre todo mujeres y niños, porque estaban al fondo del centro cereCañón del Sumidero antes de 1950 y, de las presas de monial, puesto que ahí Chicoasen y La Angostura. vivían. Llegó el momento en que el capitán Mazariegos ordena suspender el ataque y evitar más muertes innecesarias. Este combate es el más extraordinario de los encuentros en la conquista y colonización de Chiapas, y por ello, el rey Carlos I de España así lo reconoce y lo expresa en el escudo de armas autorizado en 1535 para la entonces villa de San Cristóbal de los Llanos. El padre Domingo Juarros en su “Compendio de la Historia de la ciudad de Guatemala de 1808”, dice así: “…hallo gran resistencia en sus habitantes, de suerte que por muchas diligencias que hizo para pacificarlos, no lo

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pudo conseguir. Hiciéronce fuertes en su Peñón, donde se defendieron algunos días, peleando con tanta pertinencia, que ya no podían alzar los brazos y viéndose perdidos, se despeñaron con sus mugeres e hijos por la parte del río, que es altísima, y perecieron tantos, que de toda aquella población, solo quedaron poco mas de dos mil. Los que quedaron, los mandó baxar el Capitán Mazariegos del cerro, e hizo que poblasen a la orilla del río, en el lugar donde permanece el pueblo, que llaman Chiapa de indios…”.

Centro ceremonial “Las ruinas de Chiapa” dentro del “cañón del sumidero”. Lugar donde en 1524 se lleva a cabo la célebre batalla entre indios chiapanecas y españoles.

Llega Mazariegos a Chiapan y Pedro de Portocarrero estaba en Comitán. Al día siguiente del combate y a una legua rumbo al Oriente sobre la margen del río Grande, Diego de Mazariegos se para en la llanería y con ayuda de unos dos mil indígenas, hacen enramadas donde se alojan y señala donde le gustaría fundar la nueva villa española, que tal vez podría ser Cahuaré; pero no pudo iniciarla, porque se entera de la presencia en los llanos de Comi-

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tlán –Comitán-, de la tropa del español Pedro de Portocarrero, que había llegado de Guatemala. No se sabe el motivo de Portocarrero. Al parecer, contaba con una provisión del gobernador Estrada de Nueva España donde le daba en encomienda los “llanos”; pero también, podría ser que, estando Chiapan cerca de Guatemala, Jorge de Alvarado, como teniente mayor y capitán general interino en Guatemala, pensó que le correspondía tranquilizar a los chiapanecas; o a lo mejor, tenía la idea de agrandar su gobierno, pero no sabía que el gobernador Alonso de Estrada, había dado a Mazariegos nuevas órdenes. Jorge de Alvarado era casado desde 1526 con Luisa Estrada, por lo que era yerno de Alonso de Estrada y tenía el encargo provisional de Guatemala, en ausencia de su hermano Pedro, por estar en España de 1526 a 1528. En 1529 es substituido por Francisco de Orduña que envía Nuño de Guzmán de México, al cambiar a Diego de Mazariegos en San Cristóbal. En el tiempo que está Portocarrero en los valles de Comitán, funda la villa de San Cristóbal de los Llanos y somete a los pueblos de Tenango y Ostuta, quedando incluidos Huixtán, Macuilocotlán -cerca de Teopiscay tal vez, Copanaguastla. La entrevista entre Mazariegos y Portocarrero fue en Huixtán en los Altos de Chiapas, y se dio en un marco de prudencia y diplomacia, que podría haber llegado a graves enfrentamientos. Mazariegos manda a Tenochtitlán –Ciudad de México- a Lope de Espinosa para consultar y Portocarrero envía a Guatemala a su amigo Gómez Ulloa, donde Jorge de Alvarado indica que se esperen las órdenes del gobernador Estrada.

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Mazariegos muestra la “provisión” que traía del gobernador Estrada “para sujetar y apaciguar la provincia de Chiapa”, convence a Portocarrero que se retire y regrese a Guatemala, despoblando la villa de San Cristóbal de los Llanos de Comitán, y ofrece aceptar algunos hombres en su tropa para darles tierras en encomienda. El historiador Remesal nos dice así: “…dio palabra a los soldados de Pedro Portocarrero que queriéndose quedar con él, repartiría la tierra con ellos y con los suyos, pues había para todos; a esta confianza se le pasaron muchos, porque le tenían como hombre de verdad en lo que prometía, aceptó que algunos de sus hombres se unieran a sus tropas...”. Con la intención que no volviera a suceder, Mazariegos envía un mensajero al gobernador Estrada para informar lo ocurrido y poco más de dos meses después, el 9 de mayo de 1528 recibe una nueva “provisión” fechada el 1 de abril de 1528, que dice así: “Por Mandato de Su Majestad, Alonso de Estrada le da facultades a Mazariegos sobre las provincias de Chiapa e los Llanos, e de otras provincias a ellas comarcanas, las cuales puedan conquistar y poblar…no tocando en lo que es de las provincias de Guatemala,…” Chiapa de los indios. Concluidas las diferencias con Portocarrero, Mazariegos regresa con los chiapanecas, llevando el propósito de fundar la villa, que sería la ciudad más importante de la provincia; pero al llegar, se da cuenta que no era el lugar adecuado, por lo que el 1 de marzo de 1528 se dirige como a una legua al Este de donde estaba y se detiene en una extensa llanura, y con la ayuda de los indígenas hace unas casas, pero hace ver:

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“…el sitio no lo daba por perpetuo, sino que había escogido aquel, mientras hallaba otro mas acomodado para fundar y hacer morada de propósito, pero se quedasen allí o se fuesen a otra parte, a la población que hacía, como capitán general de aquella provincia e teniente de gobernador de Su Majestad, le daba el nombre de Villa Real, para que tuviese alguna memoria de su patria Ciudad Real en España”. Enseguida se nombran como primeros alcaldes a Luis de Luna y Pedro de Orozco, quienes reciben con solemnidad las varas de la Justicia; después, juran los regidores: Pedro de Estrada –hermano de madre de Mazariegos-, Francisco de Chávez y Bernardino de Coria; luego Cristóbal de Morales como mayordomo mayor y Juan de Porras, como procurador. Seis días después, el 6 de marzo, los regidores y autoridades tienen su primera reunión de cabildo y nombran como alguacil mayor a Juan Home, a quien le entregan los grillos para prisioneros, le mandan poner una picota de madera en la plaza y le ordenan pregonar públicamente que las “personas que desearan ser vecinos de la villa que pasaran a registrarse en el libro del cabildo, para gozar de prerrogativas…”. Siguiendo los requisitos para poblar cualquier villa española, el 14 de marzo de 1528 se reúne el cabildo para aprobar las solicitudes de los vecinos de este naciente pueblo, quienes consideran que no era el lugar adecuado para fundar su ciudad y “levantaron reales sin quedar ninguna persona en aquel sitio”. Chiapa de los españoles. Después de caminar más de 10 días, tal vez siguiendo la recomendación de Luis Marían que iba con ellos, llegan a un hermoso valle, en donde por Mandato

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de Diego de Mazariegos, el escribano público Jerónimo de Cáceres, levanta el acta de llegada y dá las razones del por qué la elección de ese lugar. Era una llanería grande que los indios llamaron Gueyzacatlán –Gran Zacatonal-, que es donde está San Cristóbal de Las Casas y es el valle de Jovel. Era un lugar que tenía más ventajas que la anterior villa Real – Chiapan-: clima frío agradable que podría permitir menos enfermedades, buena agua de tomar en manantiales, prados, pastos y aires, tierras altas y sanas, y sobre todo, no tendrían cerca a ningún indígena que, tal vez, se quisiera desquitar de la batalla Valle de Jovel, perdida, dado que ellos hoy San Cristóbal de Las Casas. eran pocos y los indígenas miles. En cambio, en Chiapan vivirían entre indios, lo que posiblemente les daba temor, pero además, por ser tierra caliente y con algunas ciénegas, había mosquitos y murciélagos que podrían enfermar a los pobladores. Mazariegos siendo hombre tranquilo y prudente, escucha a sus vecinos; pero tal vez, por estar más cerca del territorio en disputa con Portocarrero y deseando tener mejor control de la región, se inspiró para cambiar el lugar de ubicación de la villa recién fundada al valle de Jovel; aunque tal vez pensó así, porque no sabía que, en ese momento, por instrucciones del rey Carlos I, desde España, las Chiapas y el Soconusco pertenecían a la Capitanía General de Guatemala a cargo del gobernador Pedro de Alvarado.

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Así, el 31 de marzo de 1528 se pasa el recién poblado de villa Real que estaba cercano al río Grande de Chiapa fundado el 1 de marzo de 1528, al valle de Jovel. El fraile Remesal nos dice así: “Hecha esta diligencia tan importante, que sin ella no tenía ser aquella comunidad y republica, levantaron reales, sin quedar ninguna persona en aquel sitio y a los treinta y un días del mes de Marzo de este año de mil quinientos y veinte y ocho: estando en un campo llano e grande que los indios llaman Gueizacatlan, que es dos leguas e media, poco más o menos, del pueblo de Cinacantlan hacia el oriente, cerca de un río que por ahí pasa, adonde al presente está, e tiene asentado real con la gente de su ejercito, el muy noble señor Diego de Mazariegos, Capitán general, e Teniente Gobernador de las Provincias de Chiapas e los llanos, e las otras a ellas comarcanas, e justicia e Teniente de Gobernador de la Villareal, por el magnifico señor el Tesorero Alonso de Estrada Gobernador de esta Nueva España por sus Majestades: e estando con él juntamente los señores Justicia e Regidores de la dicha Villareal: Conviene a saber, el señor Pedro de Orozco Alcalde, e Pedro de Estrada, e Francisco de Lintorne, e el Bachiller Alonso de Aguilar, …” Parecía lógico que Mazariegos hubiera seleccionado a Chiapan para asentar su villa Real a la orilla del río Grande y hacerla sede de la provincia, ya que aprovechando la experiencia de los pueblos prehispánicos que, por siglos habían habitado ese lugar, como los mokayas, zoques o chiapanecas, ahí era el lugar adecuado para promover el desarrollo regional y tener control de la comarca. Tan era así que los conquistadores seguían la práctica de elegir sus ciudades, donde estaban los centros de poder indígena. Chiapan estaba ubicado en el altiplano central con los grandes asentamientos humanos de Chiapa y Copanaguastla. Sus tierras eran fértiles a la agricultura,

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lo que permitía producir alimentos para una población numerosa y además, era la ciudad obligada en el paso comercial del camino real que movía la economía. Unía a Guatemala con Izapa, las llanuras de Comitán, Copanaguastla, San Bartolomé y Chiapa. Ahí se decidía seguir a Tabasco y Veracruz al Golfo de México rumbo a Yucatán, o ir a Tehuantepec y Cholula hacia México. En cambio, la llanería de Gueyzacatlán no se había destacado en el desarrollo regional. El valle de Jovel estaba despoblado. Tenía tan poca gente que, pasado un año, en enero de 1529, los alcaldes Pedro de Orozco y Luis de Luna, no sólo la trajeron de Tenochtitlán, Tlaxcala, Oaxaca y Guatemala, sino que llegaron a pedir al gobierno de México a unos 200 indios con sus familias, comprometiéndose a darles lugares para vivir y buen trato. Sus tierras carecían de calidad, con ausencia de productos agrícolas de gran valor como el cacao o algodón, inclusive con dificultades para que la propia región pudiera dar alimentos a sus habitantes. Su ubicación estaba dentro de grandes sierras, alejada de rutas comerciales establecidas desde siglos y además, las inundaciones eran frecuentes. Esto podría explicar el por qué durante los siguientes 200 años, Chiapa de los indios siguió siendo el principal centro económico de la alcaldía mayor de la provincia de las Chiapas y siguió siendo el camino real por donde transitaban los comerciantes españoles. Como en la villa Real del río Grande sólo se quedaron a vivir indígenas, el tiempo reconoció a este pueblo como Chiapa de los indios y en el valle de Jovel, donde se trasladaron los españoles, se le conoció como Chiapa de los españoles, y con el tiempo, estas dos denominaciones dieron origen a la provincia de las Chiapas y algo así por 1824, pasados unos 300 años, se fue reconociendo sólo como Chiapas.

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Capítulo III. La colonización española. Pedro de Alvarado es gobernador de Guatemala y sus provincias con las Chiapas y el Soconusco. Aun cuando Diego de Mazariegos es reconocido como supuesto conquistador de las Chiapas por crear la primera villa española en la provincia, apenas avanzaba rumbo a Chiapan y estaba por Oaxaca, cuando en Burgos, España, el 18 de diciembre de 1527, el rey Carlos I le daba a Pedro de Alvarado el nombramiento de “gobernador y capitán general de Guatemala y sus provincias, incluyendo Chiapa y el Soconusco”, por lo méritos de haber transitado y conquistado el Soconusco, y atravesado Marqués de Comillas en la zona Lacandona.

Mapa del territorio que gobernaba Pedro de Alvarado.

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El texto dice así: “…es nuestra merced y voluntad que agora, y de aquí adelante cuando nuestra voluntad fuere, vos el dicho Pedro de Alvarado seais nuestro Gobernador y Capitán General de la dicha tierra y provincia de Guatemala en la ciudad de Guatemala, que se dice agora Santiago, con la tierra de Chiapa, y Cinacantán, y Tequepampo, y Omatán, el de Alcalá y de todas las demás a ella anexa et perteneciente…”. La preferencia de Hernán Cortés por Alvarado sin lugar a dudas influyó en el rey Carlos I y en las decisiones del Real Consejo de Indias, puesto que logró contar con enorme poder en Guatemala y sus provincias, ya que fueron pocos los conquistadores que gozaron de favores de los reyes Carlos I o Juana I de Castilla –Juana “la loca”- como Alvarado, a quien, en ningún momento, no solamente no le coartaron poder, sino que se lo ampliaron.

Pedro de Alvarado, el 18 de diciembre de 1527, el rey Carlos I de España lo designa “adelantado y, gobernador y capitán general de Guatemala y sus provincias, incluyendo las Chiapas y el Soconusco”.

Posiblemente fue el hombre de más confianza de Cortés, quien nunca le reclamó que buscara directamente al Rey. Ambos se demostraron amistad y lealtad,

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como es el caso de que pasados dos años de la salida de Alvarado de México a Guatemala -1523-, al saber de los problemas de Cortés con los oficiales reales de la Ciudad de México y la traición de Cristóbal de Olid en la conquista de Honduras, trata de acercarse a Honduras para apoyarlo. También Cortés muestra su confianza a Alvarado, al otorgarle desde Honduras -1526-, el último poder que emite dándole facultades de teniente de gobernador provisional de Nueva España, además de continuar como teniente gobernador del reino de Guatemala; nombramiento que nunca utilizaría Alvarado por estar en España. Alvarado tenía cualidades y grandes defectos. Las crónicas lo retratan como personaje con notable magnetismo que admiran hombres y mujeres. Ellas, por su atractivo físico y ellos, por su arrojo y valentía ante el peligro; aunque algunas referencias lo mencionan de enérgico que lo elevan a cruel con los indios, además de violento y ambicioso. Pero también hay expresiones espantosas sobre él, como se ve en una de las anécdotas de fray Bartolomé de Las Casas en su libro “Brevíssima relación de la destruyción de las Indias” de 1552, que dice así: “…tenía esta costumbre que cuando iba a ser guerra a algunos pueblos o provincias, llevaba de los ya sojuzgados indios cuantos podía que hiciesen guerra a los otros; e como no les daba de comer a diez y a veinte mil hombres que llevaba, consentíales que comiesen a los indios que tomaban. Y asi había en su real solenísima carnicería humana, donde en presencia se mataban los niños y se asaban, y mataban el hombre por las manos y los pies, que tenían por los mejores bocados…” La gobernación de Pedro de Alvarado fue llena de disturbios, acusaciones, guerras internas e inconformidades de indígenas, y por ello, la Audiencia y Canci-

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llería Real de México le celebró varios juicios de residencia. Sin embargo, cuando el rey Carlos I de España conoce a Alvarado en 1537, hace esta expresión: “…no tiene este hombre talle de haber hecho lo que de él me han dicho…”. En las fechas en que Pedro de Portocarrero estaba en los llanos de Comitán y negociaba con Mazariegos su regreso a Guatemala, la gobernación de la Capitanía General estaba a cargo provisional de Jorge de Alvarado, porque un mes antes -febrero de 1527-, Pedro de Alvarado había viajado a España para deshacer comentarios y críticas de su conquista, así como de protestas enérgicas por su codicia y poca humanidad; pero en su estancia en España, Alvarado frecuenta la casa de doña María Manrique, madre de su primera esposa Francisca de la Cueva y se enamora de su cuñada Beatriz, y al ser correspondido, deciden contraer matrimonio el 17 de octubre de 1538. Tal vez por mediación y protección de Francisco de los Cobos, pariente de su primera y segunda esposa, y a la vez secretario del Rey, en Burgos, el 18 de diciembre de 1527, Carlos I le da la “Cruz de Santiago”, el título de “adelantado“ y el nombramiento de “gobernador y capitán general de Guatemala y sus provincias”. A fines de 1528, el adelantado Alvarado regresa de España, llega a Veracruz y hasta el 8 de mayo de 1529 se enteran en Guatemala de los nombramientos del Rey, porque en ese año es sometido a juicio de residencia por la recién creada Audiencia y Cancillería Real de México, donde le despojan parte de su fortuna. Concluido su juicio, la Audiencia le reconoce sus designaciones y llega a Santiago de Guatemala el 11 de abril de 1530. Eso sucede con Alvarado en Guatemala, pero en las Chiapas, después de 16 meses al frente de villa Real,

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Diego de Mazariegos es sustituido de capitán y teniente de gobernador, nombrando la primera Real Audiencia de México a principios de 1529, a Juan Enríquez de Guzmán como juez de residencia y alcalde mayor. En su inicio, el nombramiento de alcalde mayor no estaba formalizado, sino que sucedió hasta 1577, como juez de segunda instancia, pero, ante el aislamiento de los pueblos, le conceden funciones de vigilante del cobro de tributos; impulsor de la construcción y conservación de obras públicas; así como interviene en la tutela y protección de los indios. El alcalde Enríquez de Guzmán, tal vez animado por la ambición del “negocio” de las encomiendas o con el fin de desaparecer la imagen de antiguos conquistadores y el poder que implicaba en la provincia, con revueltas y pleitos consigue quitar algunas encomiendas a los primeros españoles y dárselas a sus amigos, provocando conflicto en los compromisos con los soldados de Portocarrero y con los de Mazariegos, así como con tlaxcaltecas y mexicas que acompañaron a Diego y que habían creado en la villa Real los barrios Mexicanos y Tlaxcala. A Diego de Mazariegos se le quita la encomienda de Chiapa, junto con casas y otros bienes, obligándolo a regresar a su puesto en el ayuntamiento de la Ciudad de México y seguir juicio de residencia establecido por la primera Audiencia. Pretendiendo desligarse del recuerdo de su antecesor, el 21 de julio de 1529, el alcalde Enríquez de Guzmán trata de rebautizar a villa Real con el nombre de villa Viciosa, tal como se llamaba su ciudad natal en España; pero, no logra el cambio en la documentación, pero sí queda registrado en los libros del cabildo. Todo estaba tranquilo en los pueblos de Chiapas y su vecino Tabasco. A mediados de 1530, Francisco de

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Montejo –padre-, había realizado una campaña militar por las márgenes del río Grijalva que lo llevaron a enfrentarse con mayas en Zaguatán y Astapa, derrotándolos y dejándolos en paz; de manera que el Grijalva tabasqueño estaba sometido y tributaban a los españoles. En 1530 cualquier persona podía recorrer comerciando e iban y venían de Tabasco a la villa Real. Para 1531, estando Alvarado en Guatemala y tal vez ejerciendo su poder de gobernador sobre la provincia, a villa Viciosa –San Cristóbal- le cambia de nuevo el nombre por el de villa de San Cristóbal de los Llanos, en recuerdo a la efímera villa que había fundado Portocarrero en los Llanos de Comitán y tal vez, por ser devoto de San Cristóbal Mártir como patrón de los caminantes, y así lo registran las juntas de cabildo de villa Real del 14 de agosto y 11 de septiembre de 1531. El árbol sagrado maya de la ceiba “la pochota” de Chiapa de Corzo, es testigo mudo desde hace 450 años. Diego de Mazariegos fue el primer encomendero de las tierras de Chiapan, hasta que a principios de 1529 deja el cargo de capitán general y teniente de gobernador de la provincia. Durante los 18 meses que tuvo en su poder la encomienda, de mala manera los indios chiapanecas aceptaron la imposición del tributo de maíz y mantas, y el trabajo forzado en las nuevas plantaciones cañeras cerca de Chiapa, pero su noble sometimiento sólo tardó cuatro años. No se sabe los motivos del “alzamiento en rebelión” de los años de 1532 y 1534, pero posiblemente fueron por las tributaciones, exceso de trabajo, y la falta de control por carecer la región de nombramiento de encomendero.

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La rebelión de los chiapanecas inicia en 1532 y para 1534 estaban graves los problemas, de modo que, por órdenes del gobernador Alvarado, el capitán Baltasar Guerra de la Vega, que había llegado en la conquista con Mazariegos, se junta con vecinos españoles de la villa Real y atacan por sorpresa a los sublevados de Chiapa de los indios, obligándolos a refugiarse en el sitio sagrado del “cañón del sumidero”. Al saber esta situación, los del pueblo de Chiapilla se acercan a los de Chiapa para apoyarlos, pero juntos son sitiados y ante el avance de los españoles, comienzan a amontonarse al fondo del cañón y, algunos se resbalan y caen a las profundas y caudalosas aguas del río Grande, dando por terminado el combate. Por el triunfo logrado, el capitán Guerra y sus vecinos, exigen como recompensa mayor repartimiento de indios y el gobernador Alvarado entrega al capitán Guerra la encomienda de Chiapa de indios, dejando bajo su cuidado la evangelización del pueblo. Baltasar Guerra, quien también tenía en repartimiento a más de 200 indígenas en su ingenio de azúcar La Vega, cerca de Chiapa, lleva a los culpables de la revuelta a Copanaguastla por Socoltenango, en donde los obliga a trabajos forzados cavando una mina en la que sacaron una mínima cantidad de oro. En el cacicazgo de Chiapan no hubieron "señores naturales o caciques" con derechos a gobernar por su alto linaje, por eso no se puede hablar de la existencia de una real nobleza indígena que, por herencia, demandara ser cacique. En Chiapan no se sabe de ningún líder que haya dirigido a su pueblo al ser invadido por los conquistadores, de modo que se cree que los gobiernos indígenas no estuvieron en manos de jefes supremos, sino que eran comandados por un Consejo de Ancianos, que imponían el orden en la comunidad.

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Al no tener Chiapa un señor natural como cacique, a nombre del Rey, el encomendero Guerra designa a dos indios como principales, llamándose los nuevos cristianos: Juan Sangayo y Diego Nocayola, encargando al último de la recolección de tributos. Los chiapanecas de nuevo se inconforman y unos 100 hombres capitaneados por el indígena Sanguieme, se organizan y se alzan en contra de Nocayola. Lo sitian, le queman la casa y matan a flechazos a su hermano, el principal Sangayo. Mientras llega de villa Real algún refuerzo del encomendero Guerra -que estaba fuera del pueblo-, Nocayola persigue a los sublevados obligando a que se desbarranquen en el cañón del Sumidero y se ahoguen en el río Grande; y otros fueron aprendidos. Al cacique Sanguieme, líder de la insurrección, lo queman vivo en la plaza mayor del pueblo entre dos árboles; uno de ellos es la actual “ceiba” –pochota-, en tanto que el otro era tan viejo que se secó. Los demás sublevados fueron presos y luego ahorcados en árboles del barrio de San Miguel en el mismo Chiapa. Por haber sido leal, Baltasar Guerra eleva a Diego Nocayola como único jefe del pueblo y le regala "caballos y espadas y ropas de seda y paño y camisas y jubones [...] y una yegua y puercos de cría y ovejas". Para los indios chiapanecas, el haber colgado a Sanguieme en el árbol de la ceiba, debe haber tenido gran significado, puesto que en sus tradiciones, las ceibas eran sagradas y representan a Mox, que fue el primer gobernante del Nuevo Mundo y que llegó a Chiapas después del diluvio universal y en el Arca de Noé. También se le conoce como Imos y otras veces como Ninus. En el calendario de piedra destruido en 1691 por el obispo Nuñez de la Vega en Huehuetán, Chiapas, Mox es el primer personaje de los 20 que habitaron el Nuevo

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Mundo y aseguran que al ser la ceiba el árbol más grande de la naturaleza, el linaje de los indios chiapanecas viene de sus raíces.

El árbol de ceiba “La pochota” de Chiapa de Corzo, tiene más de 450 años.

El escudo de armas en 1535 y se llama Ciudad Real en 1536. Mientras las inconformidades comienzan a resaltar en Chiapa de los indios por el abuso del encomendero Guerra, en la villa de San Cristóbal de los Llanos, el síndico procurador Juan Méndez de Sotomayor, pensando en contar con una distinción española, solicita al rey Carlos I que les autorice el “uso del escudo de armas e insignias” y así sucede. Por real cédula emitida en la villa de Madrid el 1 de marzo de 1535, el rey Carlos I de España y V de Alemania, autoriza el uso del escudo de armas e insignias a la villa de San Cristóbal de los Llanos “acatando los trabajos y peligros que pasaron sus vecinos, pobladores y conquistadores en la conquista y colonización de la mayor parte de la provincia, donde expusieron a muchos riesgos sus personas”.

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Al ver el escudo de armas del año de 1535, podemos creer que el diseñador se inspiró en la justa confrontación de dos fuerzas equivalentes de las batallas de conquista española de 1524 y 1528 que se llevaron a cabo en el cañón del sumidero, entre los indios chiapanecas y los españoles, siendo entonces, símbolo de identidad del nuevo pueblo que nació de la fusión de dos culturas: la indígena y la española. Para procurar la honra de la población de villa Real que fundó Diego de Mazariegos, su hijo Luis de Mazariegos, que se queda en San Cristóbal junto con unos 80 soldados españoles, aún siendo gobernador Pedro de Alvarado, gestiona ante la Corte de Madrid y logra que el 7 de julio de 1536 se emita la real cédula que ennoblece a la villa con el Escudo de armas en 1535. título de ciudad, para gozar de las inmunidades, preeminencias y prerrogativas que imponen las Leyes de Indias y así, se le da el nombre de “Ciudad Real”, en lugar de San Cristóbal de los Llanos. Inician conflictos los conquistadores Pedro de Alvarado y Francisco de Montejo. Alvarado era un conquistador ambicioso, con un espíritu que le arrastraba a descubrimientos y conquistas que le reportaran mayor poder y gloria, de manera que pensando en nuevas exploraciones, el 30 de noviem-

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bre de 1535, aún gobernando Guatemala, escribe al Real Consejo de Indias en España y comenta la necesidad de pacificar Honduras y al mismo tiempo, afirma estar preparando una expedición para descubrir los mares del Sur. Ante los problemas y disturbios en Honduras con el gobernador Cerezada, por invitación de él mismo, Alvarado llega a Santa María de la Buena Esperanza el 21 de mayo de 1536 con 80 españoles armados y 3 mil indios auxiliares. Concilia intereses con vecinos y Cerezeda, y asume el cargo de gobernador de Honduras, a pesar que dependía de la Audiencia de Santo Domingo y no de Nueva España. Recorre el valle y al encontrar a varios nativos, realiza el repartimiento de indios en los pueblos de la villa, fundando el 26 de junio de 1536, San Pedro de Puerto Caballos –San Pedro Sula-. Estando en Honduras y para entablarle un juicio de residencia a Alvarado y tal vez hacer una tasación nueva de los indios en repartimiento, la Real Audiencia de México envía a Guatemala al oidor Alonso Maldonado, quien, junto con el obispo Marroquín, ruegan al adelantado Alvarado que vuelva a Guatemala, pues sus méritos eran mucho mayores que sus agravios. Alvarado hace caso omiso de su juicio y el 12 de agosto de 1536 se marcha a España para resolverlo en las Cortes, dejando como teniente de gobernador en Honduras a Alonso Ortiz. Aunque Alvarado luchó por pacificar y estabilizar su gobernación, no se le puede comparar a Hernán Cortés, quien tenía ideas muy claras sobre las medidas en la implantación de un próspero y eficiente reino de la monarquía española. Los mejores tres años en que fue gobernada la Capitanía General de Guatemala fueron de 1536 a 1539,

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cuando el juez de residencia, Alonso de Maldonado, oidor de la Audiencia de México ejercía la gobernación provisional. Suavizó los tributos a los indios y puso límite al trato indiscriminado de encomenderos. En 1537, junto con fray Bartolomé de Las Casas que vivía en Guatemala, hicieron intentos de pacificar a los pueblos evitando conceder nuevos “repartimientos”. Alrededor de 1537, la relación amistosa entre los conquistadores Alvarado en Guatemala y Montejo en Tabasco, Cozumel y Yucatán, comienza a ser difícil. Estando Alvarado en España, indebidamente su capitán Francisco Gil y su ejército, sin registrar ninguna batalla contra indígenas, porque se ocultan en los bosques, entra a Tabasco. Por el río Usumacinta conquista a Tequepan y Puchulá. Tiene combates en Teutiercas y Ousumacinta, y aunque logra derrotar a los indios, no consigue que se sujeten a la Corona. Tuvo combates en Zagoatespan -Tenosique-, donde los naturales huyen y los españoles queman el pueblo. Al enterarse el hijo de Montejo, Francisco de Montejo "el mozo", de que Gil estaba en la jurisdicción de su padre, se traslada a la zona y hace le ver al capitán que abandone la región y así, sin ningún enfrentamiento, Gil regresa a Guatemala por la zona lacandona. Tal vez esto influye en Montejo para que el 10 de diciembre de 1537, continuando Alvarado en España, recurra a una vieja autorización del rey Carlos I del 8 de diciembre de 1526 y con anuencia de la reina Juana I de Castilla –Juana “la loca”-, quien gobierna al mismo tiempo con su hijo el Carlos I, y argumentando que con dos frentes: uno desde Yucatán y otro por Honduras, se podría abordar mejor la conquista de los mayas de Yucatán, Francisco de Montejo –padre- es nombrado gobernador de Honduras de la Audiencia de Santo Domingo, en sustitución de Alvarado, y al tomar posesión, desau-

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toriza todas las ordenanzas municipales y el repartimiento de indios efectuados por Pedro de Alvarado en los pueblos indígenas. Permaneciendo Alvarado en España, el 16 de abril de 1538, obtiene de Su Majestad, la reina Juana I de Castilla, le faculte para descubrir, conquistar y poblar, cualquier isla del Mar del Sur de la Nueva España y de todas las que hallare hacia el Poniente; así como descubrir cualquier tierra de Tierra Firme -Panamáhacia el Poniente, para lo cual, mostraba a la reina la relación de artillería y objetos necesarios para la conquista, así como comenta de la cantidad de gente que iría con él; sin embargo, hacía ver que no podría ir de Guatemala a la costa del Mar del Sur pasando por Nueva España –México- y pedía que se le hiciera gobernador de Honduras, para que la expedición se embarcara en Puerto Caballos en el Mar Caribe. Pedro de Alvarado canjea la alcaldía mayor de las Chiapas con Francisco de Montejo, por el gobierno de Honduras. Contando con la autorización de la reina Juana I de Castilla para realizar su expedición a los mares del Sur, en mayo de 1538, el Consejo de Indias aprueba la permuta de la provincia de Chiapa, en posesión de Pedro de Alvarado en la Capitanía General de Guatemala, por la de Honduras de la Audiencia de Santo Domingo, que pertenecía a Francisco de Montejo. Casi un año después, el 4 de abril de 1539, Alvarado llega de España a Puerto Caballos –Hondurasy antes de marchar a Santiago de los Caballeros de Guatemala, surge el inevitable conflicto entre los dos adelantados. Después de negociaciones de casi cuatro meses, el 1 de agosto, Pedro de Alvarado y Francisco de

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Montejo firman un documento por el que intercambian las provincias de Honduras y Chiapa, dándole Alvarado a Montejo, además de los derechos de la provincia de Chiapa, el pueblo de Xochimilco en México, junto con sus tierras, y dos mil castellanos. Así, el 4 de agosto de 1539, Pedro de Alvarado envía una carta a Su Majestad, que dice así: "El Adelantado Montejo y yo nos concertamos desta manera: que yo le deja la Ciudad Real de Chiapa que es en la gobernación de Guatimala, y en la de México el pueblo de Suchimilco con toda su tierra; y más, le doy dos mil castellanos, y él me deja el derecho que tiene de esta gobernación de honduras para que Vuestra Majestad me haga merced della junto con la de Guatimala". Durante los 9 años que la alcaldía mayor de Chiapa dependió del gobernador de Guatemala Pedro de Alvarado -1530 a 1539-, el conquistador nunca estuvo en Ciudad Real –San Cristóbal-, y salvo de su paso por el Soconusco en tiempos de conquista, nunca regresó a visitarlo. Alrededor de 1532 y hasta 1539, sólo para Chiapa de los indios designó como encomendero al capitán Baltasar Guerra de la Vega, quien estuvo a cargo 7 años, y aunque no se encontró certificación en documentos, tal vez lo nombró “alcalde mayor” de la provincia de Chiapa. El adelantado Alvarado conquistó y gobernó al reino de Guatemala y sus provincias durante 17 años de 1524 a 1541, pero con intervalos de salidas a conquistas para controlar sublevaciones de indígenas o viajes a España, dejando como interino a su hermano Jorge, pero en alguna ocasión, otro hermano o, Pedro Portocarrero, Agustín Francisco de Orduña o, Francisco de la Cueva, Alonso de Maldonado o su propia esposa, Beatriz de Alva de la Cueva; siendo su tiempo efectivo de gobierno de unos 6 años.

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Francisco de Montejo es alcalde mayor de las Chiapas de 1540 a 1547. El adelantado Francisco de Montejo nació en Salamanca, España, en 1479 y murió a los 74 años de edad en Sevilla. Conquistador español y hombre valiente que se distinguió por su diplomacia. “Era algo de mediana estatura y el rostro alegre y amigo de regocijos, e hombre de negocios, y buen jinete; e cuando acá pasó sería de treinta y cinco años, y era franco y gastaba más de lo que tenía de renta”.

Francisco de Montejo –padre-, alcalde mayor de las Chiapas en 1540.

Marchó al Nuevo Mundo junto a Cortés y fue encargado de regresar a España para informar al Rey el inicio de la conquista. En su segundo viaje a la Península, pide permiso para conquistar en 1527 a Cozumel y Yucatán, encontrando feroz resistencia en los mayas. Derrotado en Chichén Itzá, decide intentar desde Honduras, mientras su hijo, Francisco de Montejo “el mozo”, continuaba su avance desde Tabasco. En 1540 y 1541 gobernó Ciudad Real y Honduras al mismo tiempo, hasta que muere Pedro de Alvarado el 4 de julio de 1541, a los 56 años de edad.

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Alvarado falleció por complicaciones de un accidente en Nochistlán, cerca de Guadalajara en Jalisco, al ser atropellado por el caballo de un compañero inexperto, cuando estaba en campaña militar ordenada por el virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza, para sofocar la rebelión de los indios caxcanes y chichimecas de Nueva Galicia -estado de Jalisco-. Francisco de Montejo llega a Ciudad Real y pensando que por contar con su reciente nombramiento le podrían quitar la designación real de gobernador vitalicio de la península de Yucatán y Cozumel, cede los poderes de conquista a su hijo Francisco de Montejo y León “el mozo”, quien llega desde Champotón –Campeche- a Ciudad Real, para recibir instrucciones. Para poder realizar desde Ciudad Real “la reconquista de Yucatán”, el adelantado Montejo inicia en 1541 un plan de pacificación de la alcaldía mayor de las Chiapas que fue aplaudido por sus colonos españoles, ya sea porque algunos deseaban recuperar el control de sus encomiendas y otros, porque eran atraídos por la posibilidad de obtener repartimientos de indígenas en los nuevos pueblos conquistados. Aprovechando que Montejo había logrado la aprobación de la Corona para basarse en las leyes de Burgos de 1512, estaba en condiciones de aplicar el sistema de “requerimiento” en las regiones indígenas, de modo que si éstos se negaban a ser cristianizados se justificara que entrara en guerra; así como también, contaba con autorización para aplicar “el repartimiento”, de modo que como alcalde mayor podía sacar de los pueblos a todos los indios que fueran necesarios, para atender el cultivo de los campos de los españoles. De esta manera, a la llegada del ejército a un poblado, “el requerimiento” debía leerse tres veces en voz

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alta y en dos idiomas: castellano y lengua, pidiendo a los indios que se sometieran al rey de España y aceptaran la fe católica. Estas palabras iban acompañadas de promesas para hacer la rendición más atractiva; pero si no aceptaban, se les amenazaba con guerra y esclavitud de hombres, mujeres y niños. El capellán militar que acompañaba a la expedición era testigo y estaba obligado a cuidar el cumplimiento de ”el requerimiento”, escuchando la lectura solemne y esperando la respuesta indígena, antes de proceder con las armas. En la práctica, muchas veces esto no se cumplía, puesto que los españoles estaban decididos a tener enfrentamientos y a veces, solo se les leía el documento en castellano, para que los indios no se enteraran de que había una solución pacífica. En otras ocasiones, lo gritaban desde lejos, sin hacer ningún esfuerzo por darlo entender. Fallece Pedro de Alvarado en 1541 y se nota cierta diferencia en el trato de las Chiapas con el Soconusco. Fallecido Pedro de Alvarado en 1541, el 20 de noviembre de 1542, el rey Carlos I desaparece la Capitanía General de Guatemala y crea la Audiencia de los Confines de Guatemala y Nicaragua, aunque sus límites territoriales fueron conocidos casi un año después por real cédula del 13 de septiembre de 1543, que dice: “En la ciudad de Santiago de los Cavalleros, de la Provincia de Guatemala, resida otra nuestra Audiencia y Chancilleria Real, con vn Presidente, Governador y Capitan General; cinco Oidores, que también sean Alcaldes del Crimẽn; vn Fiscal; vn Alguazil mayor; vn Teniente de Gran Chanciller, y los demás Ministros y Oficiales necessarios, y tenga por distrito la dicha Provincia de Guatemala: y las de Nicaragua, Chiapa, Higueras, Cabo de Honduras, la VeraPaz

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y Soconusco, con las Islas de la Costa, partiendo términos por el levante...”. Aquí se autoriza la creación de siete provincias: Guatemala, Nicaragua, Higueras, Cabo de Honduras, VeraPaz, Chiapa y Soconusco; pero, la Audiencia de los Confines no respeta la Ordenanza y sólo forma cuatro: Cabo de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Soconusco, dejando a Higueras, VeraPaz y Chiapa como alcaldías mayores, dándole mayor importancia al Soconusco que a Chiapa. Además, otra observación que demuestra desorden, es que el nombre generalizado de la provincia era el de Chiapa. El nombre de Ciudad Real era exclusivo para lo que hoy es la ciudad de San Cristóbal, y solo cambia a Ciudad de Real de Chiapa cuando se forma la Intendencia en 1786. La Corona no procedía con criterio uniforme para sus posesiones en el Nuevo Continente. Sus irregularidades administrativas se mantuvieron por unos 250 años, desde la conquista hasta la entrada en vigor el 20 de septiembre de 1786, de la Real Ordenanza de Intendentes, donde la monarquía unifica las unidades territoriales y termina con la multiplicidad de regímenes y prerrogativas de reinos y provincias que formaban la Nueva España y Guatemala; momento en que se crea la Intendencia de Ciudad Real de Chiapa con las dos alcaldías mayores: la de Ciudad Real y la de Tuxtla, y la gobernación del Soconusco, dándoles a estas dos últimas las categorías de subdelegaciones.

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Capítulo IV. La evangelización. Para convertir a los indígenas a la iglesia de Cristo, en la evangelización de las Chiapas y Soconusco, la Iglesia católica aprovechó al clero regular que lo formaban los frailes de las órdenes religiosas como la de los mercenarios y dominicos, en lugar del clero secular, que era el de los curas que dependían del obispo y vivían en las parroquias. Esto tal vez sucedió porque el Papa León X y, el rey Carlos I de España y V de Alemania, juzgaron que los obispos y curas, además de no tener un número disponible, no estaban en condiciones de sacar adelante la evangelización que se deseaba para el Nuevo Mundo, porque los sacerdotes estaban poco instruidos y la jerarquía eclesiástica, al venir de las mejores familias aristocráticas europeas, llevaban un fastuoso tren de vida que no deseaban inculcar en la nueva Iglesia de América. En cambio, las órdenes religiosas como los mercedarios y dominicos, garantizaban el éxito en la evangelización, porque mostraban alta capacidad intelectual, fe profunda en la Iglesia católica, cierta cercanía y familiaridad con la aristocracia y los reyes, y en un principio, desinterés en la vida material. El clero secular de los obispos, tal vez influenciado por la selectiva Iglesia católica europea que, en

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esos momentos, había dado origen a la Reforma Protestante, tuvo graves desviaciones en su comportamiento en la colonización española. El Consejo de Indias debía proponer al Papa a los candidatos a obispos para que él seleccionara y los nombrara, pero en la práctica no era así. El Rey buscaba al candidato y el elegido partía a su plaza sin esperar el nombramiento papal, el cual le llegaba cuando estaba ejerciendo, momento en que se le consagraba. Esta cierta dependencia hacia el Rey originó que los obispos se inclinaran a favor de los intereses humanos de la realeza y encomenderos, dando pauta a que, en ocasiones, la parte espiritual y moral pasara a otro orden de importancia en las decisiones; cosa que no ocurría con el clero regular de los frailes, quienes al no tener nada que ver con el Rey y depender sólo del Papa y de los priores o abades superiores de los conventos, tenían más conciencia moral y espiritual que el propio obispo. Los frailes dominicos llegan a las Chiapas en 1545. Cuando en 1528 el capitán Mazariegos crea la villa Real –San Cristóbal- trae como capellanes del ejército a los curas Pedro González y Pedro Castellanos. Al primero lo designa primer párroco de la villa, dedicándose a la población española y no a la conversión de indios a la fe católica. Al padre Pedro Castellanos, su nombramiento le fue dado por Pedro de Alvarado cuatro años después, el 2 de julio de 1532, en Santiago de Guatemala; pero la obra de evangelización indígena se logra pasados diecisiete años, cuando en 1545 llega fray Bartolomé de las Casas y sus dominicos, como Tomás Casillas, Domingo de Ara, Tomás de San Juan, Juan Guerrero, Diego Calderón, Pedro Calvo, Alonso de Noreña y Tomás de la Torre.

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En la nueva villa Real –San Cristóbal-, los primeros trazos de construcción se dieron del 31 de marzo al 24 de abril de 1528, destinados al mercado y a la iglesia, donde esta última fue construida bajo la advocación de Nuestra Señora de La Asunción. Era un edificio humilde y sencillo de adobe y ladrillos cubiertos de paja y tejas, de modo que para terminarla, en 1533 el Ayuntamiento solicita apoyo a encomenderos. En 1536 se le cambia la advocación a San Cristóbal Mártir y por Bula Papal del 14 de abril de 1538, la iglesia de San Cristóbal fue elevada a rango de catedral. A principios del siglo XVIII, bajo el impulso del obispo Francisco de Olivera y Pardo, se reedifica el edificio. Se desconoce por qué se le cambio la advocación de la iglesia de La Asunción por el de San Cristóbal Mártir pero, tal vez, algo tuvo que ver como marino Pedro de Alvarado y su preferencia a San Cristóbal como santo patrón de los caminantes, ya que en 1531, a la hoy San Cristóbal de Las Casas le cambia de nombre de villa Viciosa por el de San Cristóbal de los Llanos, en recuerdo a la efímera villa creada en Comitán en 1528 por Jorge Portocarrero, pero además, por esos años, también se construye cerca de la Ciudad Capital de Guatemala la villa San Cristóbal Mixco, donde insiste en su preferencia por San Cristóbal Mártir. Los primeros frailes en Ciudad Real fueron los mercedarios Pedro Barrientos y Pedro Benítez de Lugo que llegaron en 1537 y construyeron una modesta iglesia y convento, pero no estuvieron mucho tiempo, pues en 1539 que llega fray Marcos Pérez Dardón, junto con cuatro nuevos frailes, porque estaba deshabitado, pidieron permiso para instalarse en el convento. La iglesia de Ciudad Real formó parte de la diocesis de Tlaxcala y después de litigio sobre el cobro de diezmos, por el 11 de diciembre de 1536 pasó a depen-

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der del obispo de Guatemala, Francisco Marroquín. Años después, gracias a los informes a Su Santidad Paulo III, se erige la diócesis de Chiapa el 19 de marzo de 1539 y la erección episcopal del primer obispo fue en Sevilla el 15 de enero de 1541, recayendo en fray Juan de Arteaga y Avendaño –Ioanne-. Sale de España y llega enfermo a Veracruz. Camina a la Ciudad de México donde se agrava de fiebre que le fatiga la sed y la calentura, por lo que a media noche se levanta a tomar agua y agarra una vasija de “agua de solimán” que contenía mercurio y fallece el 8 de septiembre de 1841, sin lograr llegar a su diócesis. El segundo obispo fue fray Bartolomé de Las Casas -Bartholomaeus de Casis- quien es elegido el 19 de diciembre de 1543. Aunque antes había renunciado a ser obispo de Cuzco en Perú, Bartolomé de Las Casas de 69 años acepta ser obispo de Chiapa, pero aprovechando que desde 1539 el Papa había autorizado la incorporación al obispado de Chiapa, al Soconusco, VeraPaz –Guatemalacon la selva lacandona, Tabasco y la no conquistada península de Yucatán, Las Casas logra en febrero de 1544, que se le ordene a la Audiencia de los Confines que sume a su diócesis a estas provincias. Fray Bartolomé fue consagrado en Sevilla, de donde partió el 10 de julio de 1544 y llegó el 12 de marzo de 1545 a Ciudad Real acompañado de 18 o 22 frailes dominicos, decididos a emprender la reevangelización de los indios. El viaje desde Salamanca, España, le llevó 424 días y así relata fray Tomás de la Torre su entrada a Ciudad Real: “Desde el río que está cabe a la ciudad entramos todos (....) callando. Nos fuimos a la iglesia y, hecha oración y dadas gracias al Señor por las mercedes que nos había hecho en traernos a tierra de cristianos y dar fin a nuestra jornada, nos fuimos a casa de un vecino que se llamaba Diego Martín, en donde nos tenían aposentados. Luego vinieron los vecinos a

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vernos y mostraron que se holgaron mucho con nuestra venida y hiciéronnos grandes ofertas que con las obras las confirmaron muchos días”.

El dominico fray Bartolomé de Las Casas, obispo de Ciudad Real de 1544 a 1547.

Su llegada no fue bien aprobada, ni por los frailes mercedarios que los recibieron con hostilidad y menos por los encomenderos, porque sabían que el cura Las Casas era el principal promotor de las nuevas Leyes de Indias, que iban en contra de las encomiendas a conquistadores y a favor de los indígenas. El anuncio de la llegada del obispo a su diócesis la relata el gobernador de Guatemala, Alonso Maldonado, en carta del 20 de julio de 1545 al Rey, que dice así: “El obispo de Chiapa, luego que llegó a la Ciudad Real, entre otras cosas que proveyó, mandó que ningún clérigo absolviese a persona que tuviere esclavos, si primero no los diese por libres. Esto ha puesto mucho desosiego en los vecinos de aquella ciudad, porque la Cuaresma pasada, ni hasta ahora se han confesado…” El mal ambiente por la recepción de los dominicos hace que muchos frailes prefieran retirarse de Ciu-

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dad Real a Chiapa, Copanaguastla, Zinacantán y el Soconusco, quedándose sólo el Superior fray Alonso de Victoria, quien se autonombra párroco. A Escuintla, en el Soconusco, fueron cuatro frailes: Luis de Cuenca, Juan Cabrera, Juan Guerrero, Francisco de Piña y el lego Juan Díaz. Desafortunadamente todos enferman y al fallecer el padre Cuenca, los restantes se mueven a Quetzaltenango. Luego llega a Escuintla fray Miguel López, quien ordena la construcción del templo en honor a Santo Domingo de Guzmán, el cual se hace de adobe y madera sobre una pequeña loma. Otros dominicos como Alonso de Portilla y Pedro de la Cruz fueron a Zinacantán. Fray Domingo de Ara, Jorge León y otros a Copanaguastla, donde el encomendero era el conquistador Andrés de la Tovilla, “quien siempre se preocupó por dejar constancia del cuidado que mostraba de que sus encomendados tuvieran iglesia y se bautizaran”. El resto de frailes quedó repartido en la provincia, entre ellos: Tomás Casillas, Tomás de la Torre, Alonso de Villalba, Vicente Núñez, Pedro Calvo. Fray Tomás de la Torre relata cómo fue la recepción en Chiapa de indios el 13 de abril de 1545. Dice que todo el pueblo salió a recibirlos, sobre todo jóvenes con sus hijos, pero le llamó la atención que varios “viejitos” venían con taparrabos, mantas de colores hechas roscas en la cabeza y, la nariz perforada atravesándoles una prenda de ámbar. También estuvieron el encomendero Baltasar Guerra y dos indígenas: Pedro Noti y Juan Martínez. El relato dice así: “… todo el Pueblo salió a recibirlos… Venían adelante infinitos muchachos todos juntos y muchos mancebos con ellos… Tras esto vino a caballo el Español, á quien sirven en este pueblo –Baltasar Guerra-, venían con él á caballo al cacique que llaman Don Pedro, indio bien grave y parecere

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honrado, hombre de cincuenta años,… y también venía a caballo otro indio llamado Don Juan, muy principal de aquel pueblo en linaje y hacienda. Tras estos salieron los “viejos del pueblo”, que hay muchos y antiquísimos; venían como sus madres los parieron, escepto aquella mantita qe llaman mantel y unas mantas pintadas como moriscas hechas unas roscas y puestas sobre la cabeza. Tienen la tela de medio de la naris Indígena de Venustiano Carranza con abierta y allí encajada una rasgos de vestimenta de indio vidriera como ámbar que chiapaneca. les hace salir la nariz como trompa grande y esto fue lo que mas holgaron ver”. Mientras en Chiapa se acomodaban a vivir los dominicos, el padre Las Casas comienza su recorrido entre indígenas llevando en la mano las “Leyes y ordenanças nuevamente hechas por su Magestad para la governación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los Indios” que, después de 25 años de lucha y fuertes discrepancias con el Dr. Ginés de Sepúlveda, jurista, teólogo y cronista del Rey, fray Bartolomé junto con el indio caxcán de Zacatecas, Francisco Tenamaztle, que estaba en España, habían logrado que se promulgaran el 20 de noviembre de 1542. Estas leyes pretendían mejorar las condiciones de vida de los naturales, en donde se abolía la esclavitud y la servidumbre de indios; así como se prohibían nuevas encomiendas y sólo se establecían derechos vitalicios a

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favor del encomendero, de modo que las encomiendas no serían hereditarias, sino que acabarían a la muerte, donde las tierras y los indígenas pasarían a depender como súbditos de la Corona. Al iniciar el fraile Las Casas su recorrido evangélico, se encuentra que el alcalde mayor de Ciudad Real, Francisco de Montejo, venía aplicando a los indígenas el sistema de “requerimiento”, el cual no sólo se basaba en leyes de Burgos de 1512, que eran injustas sino obsoletas, pero con ella podrían combatir a los indios si no aceptaban ser evangelizados en la fe católica. Esto dio origen a nuevo debate político y moral sobre los derechos de los indígenas, y su condición de hijos de Dios, de modo que mientras los españoles sometían a los indios y forzaban a convertirlos en cristianos, habían otras Músicos indígenas chamulas. 1945. personas, como el fraile Las Casas, que estaban preocupadas por el tipo y la condición de vida de los indígenas. La tarea fue enorme. Los dominicos no sólo tuvieron que hacer frente a la desconfianza de los indígenas que estaban mal cristianizados y molestos, sino también, se enfrentaron al odio de los españoles, que no perdonaban que los frailes tuvieran una lucha a favor de la liberación de los indios. El nuevo obispo Las Casas alborotó, no sólo a los colonos españoles que eran afectados, sino hasta su propio clero católico.

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En plena ebullición de la Reforma Protestante en la Europa del siglo XVI, el poder político del Papa en la Iglesia católica se había unido al poder que reunía en su persona el rey católico Carlos I de España que también gobernaba como Carlos V del Sacro Imperio de Alemania, de modo que en el Nuevo Continente, el rey de España y Alemania tenía gran influencia y poder en la administración de la Iglesia y así, los obispos mostraban subordinación al reinado; pero no así los frailes en las congregaciones, donde sólo dependían del Papa, a través de los priores del convento. Por recomendación del rey Carlos I al Papa Paulo III, en 1532 había sido nombrado como “primer obispo, pastor y cura de la provincia de Guatemala” el licenciado Francisco Marroquín, quien había tomado posesión de su Iglesia el 18 de enero de 1538, de modo que para 1545, aprovechando que realizaba una visita a Tuzulutlán – Guatemala- pasa por la ciudad de Gracias a Dios Francisco Marroquín, –Honduras- y se reúne obispo de Guatemala en 1545. con los obispos Las Casas y Antonio de Valdivieso de Nicaragua, para comentar los enfrentamientos entre frailes, indígenas y encomenderos. Sin embargo, a pesar de que los obispos Las Casas y Marroquín eran grandes amigos, porque juntos habían luchado en 1537 contra las encomiendas frente al juez de residencia de Guatemala, Alonso Maldonado,

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sostienen una reunión extremadamente tensa y tuvieron tan fuertes diferencias que Las Casas llegó a acusar al obispo Marroquín de tener indios esclavos, de solapar “el repartimiento”, así como de predicar "una doctrina dañosa”, en perjuicio de la religión católica. Al no estar reformada en esos años la Iglesia católica con los resultados del Concilio de Trento, que es cuando en la práctica el Papa se fortalece en su postura espiritual de la Igleia, en lugar de dirigirse al Papa Paulo III que estaba en turno, el 25 de Ruinas de la Iglesia de Copanaguastla. Socoltenango, Chiapas. octubre y 9 de noviembre de 1545, el fraile Las Casas, como obispo de Ciudad Real y el obispo de Nicaragua, Antonio Valdivieso, dirigen cartas al príncipe Felipe II de España, donde el tema principal no era la evangelización de los indios, sino era reclamarle la falta de principios cristianos que existía en las autoridades españolas del Nuevo Mundo. Pasados unos días y cuando el padre Las Casas regresa de su viaje de Gracias a Dios -Honduras-, encuentra en Ciudad Real a nuevos religiosos mercedarios llegados de España, teniendo al frente al fraile Hernando de Arbolancha, porque los anteriores se habían movido a su monasterio en Copanaguastla, ya que además de contar con su convento e iglesia, tenían estancias ganaderas, un trapiche azucarero y una casa, donde se distinguía el fraile Marcos Pérez Dardón como excelente administrador, y además, al tener cerca unas minas de oro, el tráfico de españoles hacía que entregaran buenas limosnas, que según la Real Hacienda de las Cajas de

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Chiapa, se hicieron dos registros de fundiciones a nombre del fraile Pérez Dardón, por donaciones recibidas. Aunque es posible que los religiosos tuvieran el mismo fin de salvaguardar y proteger a los indígenas, la diferencia era el método y el tiempo para lograr las metas. El conflicto entre los obispos Marroquín, Las Casas y Valdivieso siguió a la Ciudad de México y después a España, de modo que al paso de cuatro años, las nuevas Leyes de Indias de 1542, que favorecían la libertad de los indígenas fue letra muerta, ya que fue revocada en 1546 y diferida ochenta años, hasta 1629. El obispo Las Casas y el alcalde Francisco de Montejo, en 1547 dejan las Chiapas. Ante los conflictos de fray Bartolomé de Las Casas con españoles y el clero, prefiere renunciar a su obispado para dedicarse en España a escribir sus obras y a gestionar cédulas reales a favor de los indígenas. En 1547, a los 73 años de edad, regresa a Castilla para morir en España a los 92 años. Lo sustituye fray Tomás Casillas por cédula del 19 de abril de 1550, que confirmó Julio III el 19 de enero de 1551. La evangelización no fue sencilla, tal como relata el obispo fray Tomás de Casillas en su primera carta del 3 de septiembre de 1553 dirigida al rey Carlos I y que se desprende que, en los tiempos del obispo Las Casas sucedía lo mismo. Los indios de Pochutla en Chiapa de Corzo y en la zona lacandona hacían destrozos en los pueblos cercanos y cometían sangrientos asesinatos de mucha gente y niños, retando al Dios católico que los defendiera. Su informe dice así: “…y el año pasado destruyeron y quemaron dos; el uno quince leguas de la Ciudad Real de Chiapa, donde está

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nuestra silla episcopal, y aún me han dado por cuenta que son catorce pueblos los que han destruido. Fue cosa lastimosa de decir lo que pasó; estos infieles vinieron de noche a dar sobre este pueblo, y mataron y cautivaron mucha gente, y de los niños sacrificaron sobre los altares y sacáronles los corazones y con las sangre untaron a las imágenes que estaban en la iglesia, y al pie de la cruz sacrificaron a otros. Y dicen esto, a voz alta comienzan a decir y pregonar: cristianos, decid a vuestro dios que os defienda. Y quemaron la iglesia y las cosas del pueblo, y lleváronse mucha gente presa a su tierra”. También en 1547, Francisco de Montejo regresa a Yucatán, habiendo tenido bajo su mando y poder la alcaldía mayor de Chiapa por siete años. Gobernó Ciudad Real desde 1540, pensando siempre en las tierras mayas y, dirigiendo la conFamilia de tsotsiles en su casa. quista y colonizaChiapas. 2010. ción de la Península a través de su hijo y de su sobrino también llamados Francisco de Montejo. Estaba un tiempo en Ciudad Real y otro en Santa María de la Victoria –Tabasco-, encabezando las labores de pacificación de Tabasco y organizando las incursiones a Yucatán.

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Capítulo V. La cultura y sus tradiciones, fortalecen a un pueblo. Al hablar la lengua chiapaneca, el fraile Pedro Calvo libera a Chiapa de los encomenderos. Una de las características más importantes del ser humano es su lenguaje, porque es el medio por el cual las personas expresan sus ideas, sus emociones y sus sentimientos. Toda comunidad civilizada aspira a que sus miembros conozcan y aprendan su lengua, porque a través del habla, cada ser refleja su personalidad y la de su comunidad, y con ello, logra darse a comprender entre sus semejantes, tanto indígenas como “ladinos”, así como tambien, le permite reclamar sus derechos y aceptar sus obligaciones. A raíz de la conquista, uno de los mayores problemas de la evangelización fue la variedad de lenguas que tenían los indígenas, ya que se les dificultaba la comunicación por tener diversos vocablos o limitaciones por las clases sociales, sexos y edades; razones que obligaron a los frailes a aprender las lenguas nativas o idear métodos de enseñanza que servirían de enlace, para difundir el castellano y la religión católica.

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En los 17 años del inicio de la conquista en 1528 hasta la llegada de los dominicos en 1545, los encomenderos aprovecharon la falta de comunicación por lenguaje para explotar las encomiendas y los trabajos forzados de los indígenas, sin que nadie los protegiera, ya que, aunque había la Real Audiencia de México con alcaldes mayores y jueces en las provincias, en poco o nada servían, si no era posible comunicarse con ellos. A la llegada de los dominicos a Chiapa, el encomendero Baltazar Guerra procura engañar a los frailes, manifestándoles afecto y haciéndoles ver que no estaba de acuerdo con los encomenderos que no eran justos y mantenían a indios como esclavos. Era tal su emoción al platicar que convenció a los misioneros y escribieron a Ciudad Real hablando a su favor. En alguna ocasión, fray Bartolomé quiso conocer al pueblo de Chiapa que le daba nombre a su obispado y se hizo acompañar de varios frailes y, entre ellos, de fray Pedro Calvo. La impresión que causó Baltazar Guerra al obispo Las Casas fue grande y así como engatusó a los frailes, también lo hizo con él, de modo que lo convenció tanto de las virtudes y bondades de apoyar a los indígenas, que fray Bartolomé llegó a escribir a España, dándole un voto de confianza. El lujo del recibimiento que organizó el encomendero Guerra al obispo fue impresionante y se reproduce un fragmento del historiador y fraile Ximénez: “…salieron nueve cruces, de rosas, plumas adornadas, bien galanamente; estuvieron los indios sentados en procesión al sol des que amaneció hasta las nueve sin menearse de allí;salieron todos los hijos de los principales vestidos de librea, adornados con piezas de oro con una danza de arcos y una canción en romance que el españoles había dado; y los principales iban como ya la pascua nos habían ido a ver a la ciudad con collares de oro hechos a su modo, otros con

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culebras, otros con tortugas de oro al cuello, que era cosa de ver; don Pedro llevaba tres collares de oro muy anchos que lo tomaban casi desde la cinta hasta la garganta. Llevaban estos muy galanas mantas de algodón blancas con muchas labores y plumas y sus camisas labradas y zaragülles y el calzado que, ya arriba dije que en ellos, es este muy lindo y hermoso…” Mientras esto sucedía, entre los misioneros asignados a Chiapa estaba Pedro Calvo, quien puso tal dedicación en aprender la lengua chiapaneca que lo logró en solo un mes, tal como Ximénez dice: “…casi se olvidaba de sí, en la mesa y en el coro se estaba como pasmado; y así la supo tan en breve que parece increíble, antes de un mes, a los veinte días, predicaba ya y doctrinaba la gente y en tres meses la supo tan perfectamente que los indios estaban espantados, y así era él que trataba de la doctrina…”. Y así, este conocimiento motivo tanto a sus compañeros Domingo de Ara, Juan Núñez, Luis Barrientos y Juan de Albornoz que, no sólo aprendieron la lengua, sino que continuaron sus enseñanzas hasta convertirla en la estrategia de evangelización y penetración con más éxito de las órdenes religiosas. Desafortunadamente el padre Calvo fallece en 1550, cinco años después de su llegada, sin alcanzar a ver en 1552 el cambio que sufre la colonización y defensa de Chiapa de indios al entenderse la lengua chiapaneca en los tribunales, aunque dejó un libro que trata de “…la gramática de la lengua de Chiapa de indios…”, En 1552 se llama Chiapa de la Real Corona. En las tierras de Chiapa sólo se tuvieron tres encomenderos: Diego de Mazariegos en 1528 y principios de 1529, Baltasar Guerra durante los 13 años de

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1532 a 1545, y luego su hijo mestizo, Juan Guerra, por 7 años y hasta el 28 de agosto 1552. Gracias a las habilidades lingüísticas de fray Pedro Calvo, los engaños con que Baltasar Guerra había logrado el apoyo de los dominicos y del obispo Las Casas, fueron puestos al descubierto. El manejo de la lengua chiapaneca por parte de los frailes, permitió la comunicación directa con los indígenas que, poco a poco, fueron mostrando quién era en realidad el encomendero Guerra y la clase de abusos y excesos que cometía con sus encomendados. Aunque al principio los misioneros dudaron de los indios, lentamente fueron desenmascarando a Guerra y dio lugar a que, por un lado, los dominicos se mostraran más enérgicos con él y se inclinaran a favor de los naturales; y por otro, permitió a los chiapanecas aliarse a los frailes en contra de su encomendero y de autoridades civiles que apoyaban a Guerra. En Chiapa había un cacique llamado Pedro Noti que el encomendero Guerra decía ante las autoridades de Ciudad Real que él lo había impuesto ilegalmente; sin embargo, en algún enfrentamiento ante tribunales, los indígenas hicieron ver en el interrogatorio que no era cierto, porque don Pedro había recibido el título de cacique de las autoridades, porque el pueblo lo había elegido; por lo que aquí conviene recordar lo que fraile Ximénez asienta en una parte de su obra histórica: “…don Pedro Noti había sido designado cacique “a manera de elección canónica”, lo que significaba que el cacique había sido electo por su comunidad, después de que él había aceptado ser propuesto al cargo, y que la elección había sido confirmada por la autoridad competente”.

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Esta confirmación de cacique que las autoridades dieron a don Pedro, dio lugar a que en Ciudad Real se manifestara abiertamente a favor de los frailes e hiciera ver los temores de su pueblo, aliándose para enfrentarse a Baltasar Guerra, quien urdió en varias ocasiones la forma de quitar de en medio a don Pedro y a aquellos otros que, a partir de las enseñanzas del lenguaje, se rebelaban en contra de los encomenderos. En alguna ocasión, el encomendero Guerra recurrió al cabildo de Ciudad Real y llamaron a don Pedro para interrogarle sobre el comportamiento de los frailes; pero al defenderlos, los alcaldes le amenazaron con cárcel y la picota, y al no quebrar su voluntad, para atemorizar a la población india, no sólo apresaron a varios hijos de los principales de Chiapa, sino también, sometieron a interrogatorio a caciques y principales de Zinacantán, porque también defendían a los religiosos. Habiendo fracasado Guerra en su intento de sacar de Chiapa a los dominicos, mejor prepara su viaje de regreso a España; pero antes, trata de congraciarse con los frailes y les solicita la comunión, pero le niegan la confesión, tal como lo había ordenado el obispo Las Casas en su circular: “…por tener indios esclavos…”. Antes de salir Guerra a España, soborna a jueces y logra que se extienda el nombramiento de encomendero a su hijo mestizo Juan Guerra, pero al no ser aceptado por la Corona, le quitan la encomienda en 1552, después de pasados 7 años. Al quedar el pueblo de Chiapa sin encomendero, su administración pasó a depender de funcionarios reales, pero aún así, los conflictos no terminaron y el cacique don Pedro siguió jugando un papel importante al lado de los dominicos, en su lucha por la reducción de

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tributos y la aplicación de las nuevas Leyes de Indias que habían sido aprobadas desde 1542. Aunque estas leyes tardaron decenas de años en aplicarse en toda Nueva España y en la provincia de Chiapa, en Chiapa de los indios no sucedió así. Diez años después de aprobadas las nuevas Leyes de Indias, el 28 de agosto de 1552, la Corona exenta a los indígenas del pago de tributos, quita las encomiendas y Chiapa depende directamente de la Corona. Posiblemente por esta decisión o porque en 1551 el fraile Las Casas ya estaba en España como procurador de indígenas, es posible que por su intervención le cambiaran el nombre de Chiapa de los indios a Chiapa de la Real Corona; pero también paPerspectiva del reloj y la pila de Chiapa. ra que los rebeldes chiapanecas ofrecieran respeto y agradecimiento a la Corona, el fraile dominico Rodrigo de León traza e inicia la construcción de una magna obra en la plaza mayor que es una fuente de agua que simula a la corona de los reyes católicos. Se piensa que comenzó a construirse después de 1545, porque a la llegada de los dominicos, el encomendero Guerra sugiere su convento donde había una “fuentecilla” y se termina por un español en 1562. “La pila”, como también se le conoce, es la fuente de agua más antigua de México y es el modelo refinado

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de la obra civil colonial en territorio chiapaneco. Está construida en una sola planta concebida como una capilla con ocho lados, cubierta por enorme bóveda de ladrillos y diseños típicos de los moros del sur de España, incorporando de modo armónico varios estilos, pero destaca el mudéjar, porque es el arte que sirve de eslabón en España, entre las culturas cristianas y el islam que, en ese entonces, era de uso frecuente. La decoración es con ladrillo exterior cortado en puntas de diamante, el agua se trae de un pequeño río al oriente de la ciudad y se conduce por cañería de ladrillos.

La pila de Chiapa tiene unos 450 años.

En 1554, fray Pedro de Barrientos funda el pueblo de Chiapa. La evangelización indígena de las Chiapas la iniciaron los frailes mercedarios, cuando en 1537 y después de ser consagrado en México, el obispo Francisco Marroquín regresa a Guatemala y pasa por Ciudad Real acompañado por mercedarios, porque no había encontrado franciscanos ni dominicos, y así, por orden suya se funda en Ciudad Real el 18 de mayo de 1537 el

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convento de Nuestra Señora de la Merced, siendo su primer comendador el padre fray Pedro de Barrientos; aunque la obra de conquista espiritual indígena quedó exclusivamente encomendada a partir de 1545 a la Orden de Predicadores de Santo Domingo. En ese entonces, los indios chiapanecas habitaban Chiapan que estaba en una loma y ligeramente alejado del río Grande, de modo que el sitio seleccionado por Diego de Mazariegos para la nueva villa y actual sitio donde está construido Chiapa de Corzo, con diseño de calles rectas que era el preferido por los reyes católicos, se piensa fue fundado por el fraile dominico Pedro de Barrientos y no es el mismo fraile mercedario Barrientos que estuvo en 1537 en Ciudad Real. El dominico fraile Pedro era un portugués que se había ordenado en Francia en el convento de Nuestra Señora de la Peña que, en 1554, se une a la orden de los misioneros de Chiapa de los indios donde vive durante 34 años, para fallecer en 1588. El cura era persona inquieta. No hizo caso a muchas disposiciones que dictaban los españoles. Traza calles, edifica el convento, recauda impuestos, da clases a indios en zoque, persigue idólatras, compone y da clases de música, enseña a cantar a indígenas, muestra cómo hacer fuegos artificiales y, aun cuando el caballo era el arma principal española y estando prohibido su uso, enseña a los indios a domarlos y montarlos. El exconvento de Santo Domingo de Guzmán y su Templo, se construyen entre 1554 y 1576, hace casi 450 años. Aunque fray Tomás de la Torre menciona en sus libros que los primeros dominicos que llegan a Chiapa

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fundaron en 1545 el primer monasterio, "en un sitio en lo mejor del pueblo y encima del río, donde hay una fuentecilla"; parece ser que debe haber sido algo modesto y no en las dimensiones del exconvento de Santo Domingo que se conoce, porque tres años después de su llegada, el 17 de septiembre de 1548, el rey Carlos I emite una cédula real donde ordena su construcción, "pues en dicha provincia no hay monasterios hechos"; pero es posible que el trazo arquitectónico sea de fray Tomás Casillas en 1545. No se tiene precisión sobre cuándo se inició y terminó el convento de Santo Domingo, pero debe haber sido entre los 18 años de 1554 y 1572, aunque la Iglesia se termina de construir hasta 1576, porque su campana tiene registrada esa fecha. Se piensa que su inicio fue en 1554, porque es la fecha de llegada del fraile Barrientos y se estima que termina en 1572, porque es cuando el monasterio de Santo Domingo de Chiapa se separa del de Ciudad Real y se independiza llamándose San Vicente Ferrer, haciendo pensar que el convento estaba construido, aunque la iglesia fuera terminada cuatro años después, en 1576.

Interior del ex convento Santo Domingo, con unos 435 años.

El claustro está bien edificado, que es el patio cuadrangular del centro del edificio. Tiene preciosos arcos donde descansan las columnas del edificio y en el

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segundo piso, dando vista al río Grande, están las celdas que ocupaban los frailes. Afuera, frente a la plaza mayor de Chiapa hay un arco de ladrillo que da entrada al majestuoso atrio que forman la iglesia de Santo Domingo y su convento. Remesal la describe con mucho detalle: "…la iglesia es muy capaz y muy fuerte, de tres naves de ladrillo, y la capilla mayor proporcionada y con el aderezo de los retablos que en ella pusieron los padres Fray Melchor Gómez y Fray Juan Alonso, siendo priores; está muy vistosa. El claustro está bien edificado y las celdas son capaces y buenas; tienen las más vistas al río, por ser la tierra muy calurosa. El refectorio y hospicio y las demás oficinas están muy bien acomodados, con toda la casa, y la huerta con su estanque es de mucha recreación. La sacristía tiene muchos y muy ricos ornamentos y por la liberalidad de los priores quizá más caros que en otras partes". Ex convento de Santo Domingo. La iglesia está construida con paredes de ladrillos. Consta de tres naves con artesonado y cúpulas de molduras salientes sobre el crucero y el presbiterio, que la relacionan con el modelo de iglesias mudéjares sevillanas de España. Su interior tiene pinturas del pasado. En el campanario está una campana que da a un foso al interior de la iglesia, que sirve de caja de resonancia. Salvador Toscano dice: "…es una construcción al estilo basilical renacentista, pero de ascendencia mudéjar". La

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techumbre es un alfarje, mudéjar, de pobre factura pero de impresionante aspecto. Las alfardas son de vigas, donde descansan las tejas del techo exterior de dos aguas y una simulación de harneruelo los efectúan troncos de árboles que ligan las alfardas. Los grandes tirantes dobles reposan sobre gruesas zapatas y son éstos los únicos decorados con pintura azul y blanca. El altar mayor tiene un precioso trabajo de repujado en plata y con vistoso retablo de madera que está considerado por críticos conocedores como una joya artística, producto de artífices de la Colonia.

El templo de Santo Domingo tiene unos 435 años.

A su campana se le conoce como “la campana grande"y se llama María Teresa. Está llena de leyendas y es una de las de mejor resonancia en México. Para su diseño, tal vez se siguieron normas de otras campanas de la época, como la de Toledo en España, que tiene un peso de 18.5 toneladas y diámetro de 3 metros, o la de Pamplona, España, que fue fundida después de la de Chiapa en 1584 y pesa 12 toneladas. La “campana grande” mide 1.62 metros de alto, 4.80 de diámetro y 17 centímetros de grueso. Su pared exterior tiene la fecha de fundición de 1576, el sello de

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un escudo con cuatro estrellas y una cruz, al igual que inscripciones en latín. Por su peso de 5.5 toneladas, la fundición debe haberse realizado en Chiapa y sin duda, fue un acontecimiento donde asistieron autoridades, clero y pueblo como testigo. Aunque una campana lleva 78% de cobre y 22% de estaño, se dice que para hacerla más sonora y por exigencia de los españoles, al bronce se le agregó oro y plata. El día de su consagración fue “día de fiesta” con el obispo fray Alonso de Noreña, porque sólo las campanas y los cáliz son vasos litúrgicos católicos que se consagran; cosa que los demás vasos y actos, se bendicen. Antes de 1588, en Chiapa se sientan bases de la charrería mexicana. Los caballos fueron un buen recurso que los españoles usaron en la Conquista, primero, porque al no ser conocidos en el Nuevo Mundo, infundían temor a los indígenas; segundo, porque permitía a los españoles moverse rápido de un lado a otro y; tercero, porque era más fácil dar un golpe desde arriba del corcel, que los indígenas acercarse al español, donde las patadas del animal nervioso estaban a su alcance y podían ser tan eficaces como una espada filosa. Los españoles sabían de la importancia que tenían sus animales, que prohibieron a los indígenas que los montaran y menos, que pudieran ser dueños, y de no hacer caso, estaban amenazados de pena de muerte, de modo que durante casi 50 años de 1572 a 1611, se emitieron ordenanzas en las que se restringía a los indios el uso de caballos y mulas, dándoles tanta relevancia como si fueran armas.

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A pesar de estas disposiciones, el fraile Barrientos no hace caso y enseña a los indios la crianza y conservación de los caballos, así como el arte de dominarlos, montarlos y correrlos. Primero a pelo; después le sujetan con mecates una piel de borrego y los montan sin estribos y con piernas extendidas; enseguida, se emplea un fuste de madera y, poco a poco, se fue adaptando la silla de montar a las necesidades mexicanas.

El conquistador español.

Por estas razones, el fraile Pedro de Barrientos, junto con el beato Sebastián de Aparicio de Puebla, quien es considerado como el primer charro mexicano, son reconocidos como precursores de la charrería, que no sólo es la práctica del deporte de la equitación, sino que es un símbolo de mexicanidad y que, de alguna manera, en Chiapa de Corzo se sentaron bases, las cuales debieron ser antes de 1588, que es el año en que fallece el padre Barrientos. En la charrería, el mexicano es un mestizo que combina su herencia española con la indígena, dentro de juegos valerosos e intrépidas montas a caballo, donde la mujer hace gala de su feminidad y juntos, dan marco a una fiesta llena de colorido y música mexicana. Fray Antonio de Remesal en su “Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala”, dice que

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los caballos de Chiapa y su monta por indígenas, era con tal destreza y gallardía que se asemejaba a Jerez o como la ciudad más lúcida de España. Su relato dice: “…fue también parte del padre fray Pedro, para que los indios del lugar se diesen al ejercicio de criar caballos, y subir en ellos, correrlos, picarlos y hacerles mal, de donde ha procedido correr tan bien como en Jerez; y hacer un El charro mexicano. juego de cañas con tanta destreza y gallardía, como en la ciudad más lucida de España. Hácense también aquí muy lindos jaeces, y aderezos de caballos, que se llevan a muchas partes...” El padre Barrientos en 1588 dejó manuscrita en lengua chiapaneca, una obra dedicada a los indios sobre el trato con los animales titulada: “Instrucciones y lecciones veterinarias”. El combate naval, cuando menos, se festeja desde hace 385 años -1625-. La pólvora fue descubierta por los chinos hace miles de años y a través de los fuegos pirotécnicos, ha sido utilizada en el mundo como parte de los festejos. El primer antecedente en México sobre el uso de los fuegos artificiales es en 1539, cuando el jueves de Corpus se realiza un festejo para celebrar la “firma de

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paz” lograda un año antes, en 1538, por el fin de la guerra en Europa entre España y Francia. La Iglesia católica preparó en Nueva España a cientos de indios que participaron en dos espectáculos públicos en la Ciudad de México y Tlaxcala, con los temas de: “La conquista de Rodas” y “La conquista de Jerusalén”. Bernal Díaz del Castillo y fray Bartolomé de Las Casas fueron los narradores de la representación de México y dicen que en la plaza del zócalo se construyó un escenario con réplicas de ciudades griegas y musulmanas, y se fabricó una flota de naves con ruedas de tamaño real que navegaron al compás de la música cantada por más de mil indígenas, acompañados por el órgano. Según el fraile Las Casas sucedió así: “... grandes edificios como teatros postizos, altos como torres, en la plaza de México, con muchos apartamientos y distinciones,.. y en cada uno su acto y representación con sus cantores y ministriles altos de chirimías y sacabuches y dulzainas y otros instrumentos de música, trompetas y atabales, que creo yo que se juntaron para aquel día de toda la provincia más de mil indios tañedores y cantores de canto de órgano. Hubo castillos y una ciudad de madera que se combatió por indios por de fuera y defendió por los de dentro; hubo navíos grandes con sus velas que navegaron por la plaza como si fueran por agua, yendo por tierra…” Por estar presente el padre Las Casas, es posible que para recordar las batallas entre españoles y chiapanecas de 1524 y 1528, esto diera origen a la idea de crear el “combate naval de Chiapa”, de modo que cuando en 1545 fray Bartolomé es designado obispo en Ciudad Real, platica al fraile Barrientos su experiencia en el Zócalo y aprovechando la vocación guerrera de los chiapanecas, les enseñanza los fuegos artificiales.

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No se sabe a ciencia cierta cuando iniciaron los festejos del “combate naval”, pero pudieron haber sucedido entre 1545 que llega el fraile Las Casas a Ciudad Real y ochenta años después, en 1626, cuando el inglés y entonces fraile, Tomás Gage recorre el Nuevo Mundo, pasa por el pueblo de Chiapa y a su regreso a Inglaterra, escribe sus memorias y relata este espectáculo. Tomás Gage, junto con otros dominicos, había salido el 1 de julio de 1625 de Cádiz en España de paso a América y rumbo a Filipinas. Decide quedarse en Nueva España y visitando varios lugares llega a Guatemala y en su andar por Chiapa de los indios y siendo el gobernador indígena electo Felipe de Guzmán, nos dice así: “…a doce leguas de esa Chiapa –San Cristóbal- hay otra que merece mayor estima que ella y es más que ella digna de alabanzas. Los más de sus moradores son indios, y su población es una de las mayores que compongan los naturales en la América sujeta, pues consta por lo menos de cuatro mil familias… Los reyes de España han otorgado a esa villa muchos fueros, mas aunque en ella se gobiernan por sí los mismos indios…donde los españoles de la Chiapa Real eligen al gobernador que quieren entre los naturales…”. Sobre el “combate naval”, el fraile Gage hace ver que para 1625 ya se efectuaba el espectáculo, de modo que para el año de 2010 que se edita este libro cumpliría unos 385 años; pero su relato dice así: "La villa está situada al margen de un río caudaloso donde bogan muchas barcas y en ellas aprenden los indios a pelear a guisa de combates navales, ejercicios en que son muy duchos y experimentados… con sus barcos o canoas forman armadas y sitian y bloquean una plaza según las reglas del arte de la guerra y la estrechan hasta obligarla a entregarse, con tanto denuedo y habilidad que parece que toda su vida se hayan criado en guerra y batallas marítimas… construyen ciudades y torres de madera que cubren de lienzo pintado, a fin de dar

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más apariencia de realidad al artificio y las bloquean dividiendo sus barcas en dos flotas enemigas, las cuales arrojan una a otra cohetes, carretillas y toda especie de fuegos con tanta valentía y maña que, si el juego se volviese de veras, harto tendrían que arrepentirse los españoles y frailes por haberle dado tan buena escuela…”

El combate naval, cuando menos tiene 385 años. http://llenatedechiapas.com/

Gage también cita que los indígenas que llama naturales de Chiapa, son diestros en corridas de toros y en carreras de caballos; y menciona: "...son también muy diestros en las corridas de toros, y en el juego de cañas, y en las carreras de caballos,…en la música, en el baile y todos los ejercicios corporales, en que no se muestran inferiores a los españoles…” Por alguna razón, el “combate naval” se suspende en las últimas décadas del dominio español y permanece por decenas de años, y fue hasta 1906 cuando lo rescata de nuevo Enrique Santibáñez, al ver unas escenas del reciente cinematógrafo Pathé que se estrenaba en la Ciudad de México con una película de la guerra rusa-

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japonesa. Ahí le nace la inspiración para promover en Chiapa el famoso espectáculo, y así, con apoyo del jefe político Aristeo Toledo, el 21 de enero de 1906 inicia la nueva cuenta del “combate naval de Chiapa”, que sin interrumpirse lleva 104 años. Doña María de Angulo se festeja desde 1906 y parece ser que se llamaba María Gertrudis de Olaechea. Para la familia de María Gertrudis de Olaechea, la leyenda de doña María de Angulo se refiere a su pariente y el cambio de nombre de Olaechea por el de Angulo, tal vez lo hicieron los dominicos. María Gertrudis de Olaechea nació en San Maros Tuxtla -Tuxtla Gutiérrez- por los años de 1747, siendo hija de los españoles Sebastián de Olaechea y Micaela Gerónima de Michelena, de Navarra, España. Posiblemente era la cuarta hija de cinco hermanos: el presbítero de Chiapa de la Real Corona, Esteban Vital; el gobernador interino del Soconusco y alcalde mayor de VeraPaz en Guatemala, coronel Basilio Antonio; el fraile mercedario Manuel y; Josefa Antonia, casada con Juan Oliver, primer alcalde mayor de Tuxtla en 1769. En 1759, con sólo doce años de edad, María fue pretendida por el comerciante Pedro Martín de Estévez, dando lugar a que fuera perseguido por su padre, Sebastián, quien supuso que la pretensión de noviazgo era por interés. Se llegó a declarar loco a Estévez, quien huyó a Tabasco y se dispuso de sus bienes en Chiapas. María Gertrudis declaró que quería ser monja, lo que llamó la atención al obispo, fray José Vital de Moctezuma, quien se entrevistó con la niña y su destino no era el convento. En 1768, a los 21 años, contrajo matri-

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monio con su primo, el sargento mayor Salvador Esponda, quien había venido de Navarra, España, y con ello, su padre aseguraba que el patrimonio familiar quedara fuera de manos extrañas y no españolas. Para acumular la riqueza de don Sebastián, parece ser que fue esencial el haber tenido un buen entendimiento con las autoridades civiles y algunos cargos que ocuparon sus hijos en las alcaldías mayores. Sus actividades comerciales fueron variadas. Compró haciendas que explotó a través del trabajo indígena de los años de 1770. Incursionó en el comercio con México, vía Tabasco y Oaxaca. Gracias a sus haciendas de ganado en Cintalapa y Jiquipilas, controló el abasto de carne en Tuxtla. Por los préstamos que otorgaba, tenía cierta ventaja en sus negocios y se hacía de propiedades cuando los dueños se declaraban insolventes. Don Sebastián, su yerno Salvador Esponda y el alcalde mayor de Tuxtla, Juan de Oliver, lograron hacer una sociedad que sacaron provecho de las haciendas cacaoteras de Ixtacomitán. Fallecido don Sebastián en marzo de 1778 y su esposo Salvador Esponda, en noviembre de 1779, doña María Gertrudis quedó heredera de parte de los bienes familiares, entre los que también se encontraba una tienda de ropa en Tuxtla y una compañía comercial formada con su cuñado, Juan de Oliver. Los bienes fueron administrados por ella con ayuda de su hermano, el presbítero de Chiapa, Esteban Vital. Al fallecer Esteban Vital en agosto de 1782, nombra como albacea a su hermana María; pero casi dos años después, en enero de 1784, fallece en Guatemala su otro hermano, el coronel Basilio Antonio, quien también designa a María, como heredera.

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María Gertrudis se convierte en sucesora de la mayor parte del patrimonio familiar y dispuesta a incrementarlo. En 1784 adquiere la hacienda de San José Tamasulapa, conocida como Don Ventura, que era de AgusFinca El Carmen, Ixtacomitán. Siglo XIX. tín Ventura Aquino y Se ubica en terrenos de la familia su esposa María de Esponda-Olaechea del siglo XVIII. Salazar, ubicada donde está el poblado de San Fernando, Chiapas. En 1790 compra la hacienda de Llano Grande a los albaceas testamentarios de su sobrino, Miguel Garaycoechea. Sin embargo, en 1787, cinco años después del fallecimiento del presbítero de Chiapa, Esteban Vital, ocurrido el 24 de agosto de 1782, sostiene un proceso legal indefinido contra Marta Grajales, vecina de Tuxtla y madre del después coronel Julián Grajales, por no entregarle la donación de 15,000 pesos que su hermano deja en herencia a los cinco hijos de Marta, de quien se dice también eran hijos del presbítero Esteban Vital de Olaechea. A pesar de las sentencias recibidas de la Audiencia General de Guatemala, por ejemplo la del 15 de octubre de 1791, y del Consejo de Indias, María Gertrudis se resiste a entregar el dinero. Cuando en marzo de 1797 Julián Grajales dispuso su testamento en Tuxtla, declara que además de los tres mil pesos y otras iguales que le pertenecían a él y a sus hermanos, que tenía en su poder María Gertrudis, junto con la tutoría cuando eran menores de edad, -usura

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pupilar-, estaba la Hacienda de ganado mayor llamada San Antonio en el valle de Jiquipilas, y que deseaba que con sus bienes se fundara una capellanía, dejando como capellán a un sobrino, hijo de su cuñado Ignacio Madariaga, y dejaba a su madre Marta Grajales como única y universal heredera. Cinco meses después, en agosto, María Gertrudis escribe a Marta y tratándole de “comadre” le dice que no le podía devolver los tres mil pesos, pero que podían llegar a “una amigable transacción” con su hijo Sebastián Esponda y Olaechea, quien después fue diputado provincial y desde el 30 de julio de 1795 contaba con el poder legal para el litigio. La capellanía era una cantidad de dinero que se ponía en renta, para que con las ganancias se pagara la realización de un número determinado de misas por la salvación del alma de quien dejaba el dinero. Tres años después, el 23 de febrero de 1798, Marta Grajales se dirige al obispo José Fermín y Fuero de Ciudad Real aceptando la transacción de María Gertrudis, pero condiciona a que compartan a mitades la capellanía y demás legados. El 7 de marzo, el obispo no acepta la propuesta de Marta y resuelve a favor de María Gertrudis. Se desconoce si el abogado Esponda cumplió con la entrega de la suma, quien murió de fiebre amarilla el 15 de julio de 1811, viajando en barco y como diputado provincial rumbo a las cortes de Cádiz. Sus restos fueron arrojados al mar en el Golfo de México. Sin lugar a dudas, las circunstancias orillan a ver en doña María Gertrudis una ambición de preservar bienes materiales de familia, que contrasta con algunas acciones de carácter social. En 1791, vende su extensa hacienda El Rosario y entrega el dinero al obispo Francisco Xavier Olivares y Benito, para crear una escuela de niñas en San Cristóbal. A la iglesia de Copoya en Tuxtla, dona las imágenes de las vírgenes de La

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Candelaria, El Rosario y Teresita del Niño Jesús que, cada año, se festeja para que las cosechas de los campesinos sean mejores y la otra acción social, es la que se conoce como la leyenda de doña María de Angulo. Del matrimonio de María Gertrudis con Salvador Esponda, se sabe que nacieron cuatro hijos: Manuel, Sebastián, Salvador y María. Manuel fue capitán, mientras Sebastián era abogado; de Salvador y María no se sabe nada. Fue viuda a finales de noviembre de 1779 y se casa con su apoderado, Juan José García, quien fallece en 1798, dos años antes que ella, que muere en 1800 a los 53 años de edad. Sobre doña María Gertrudis de Olaechea, se dice que a mediados del siglo XVIII salió de Tuxtla a Chiapa, en busca de afamado indígena para ver si curaba a su pequeño hijo enfermo, que era víctima de extraña enfermedad. Al llegar, su hijo fue tratado por el curandero y sana. Doña María queda agradecida del pueblo que fue muy amable con ellos. Años más tarde, durante 1767 y 1768 llega a la región una plaga de langostas que entra por el río Grijalva y destruye las siembras, lo que provoca una hambruna tal que, en 1770, hubo una epidemia que dio muerte a cientos de personas y a otros los obligó a emigrar a lugares cercanos. Al saber esto doña María Gertrudis, regresa a Chiapa y en agradecimiento por haber sanado a su hijo, desde una carreta, sus criados reparten de casa en casa grandes despensas de maíz, frijol, verduras y dinero. Coincidencia con la leyenda de doña María de Angulo. En Chiapa de Corzo se difunden varias versiones sobre la leyenda de María de Angulo, pero todas

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conducen a resaltar su bondad en repartir alimentos cuando ocurrió la hambruna, y enseguida se menciona una de ellas que, al parecer, es cercana a la vida de María Gertrudis de Olaechea, y dada la similitud podría ser la misma persona. La leyenda dice así. Se cuenta que en la época colonial y a mediados del siglo XVIII, en la antigua ciudad de Guatemala vivía una señora española adinerada, hermosa y muy católica, que se llamaba María de Angulo. Sabiendo que en el pueblo de Chiapa había un pequeño manantial de aguas termales con propiedades para curar a su pequeño hijo de unos ocho años, que tenía parálisis con reumatismo, sale de Guatemala con sus sirvientes y por brechas y caminos, después de largo viaje llega a Chiapa a bordo de mulas; pero antes de ver al curandero, visita a la iglesia de San Sebastián y le hace promesas al santo patrón, si lo ayuda a curar la enfermedad de su hijo. Al ver el curandero al niño, manda que por nueve días lo lleven, se bañe y tome de las aguas termales del manantial que estaba en la “rivera de canguí”, cerca del río Grijalva, en un lugar llamado Cumbujuyú, que en lengua chiapaneca quiere decir “baño de jabalí”. Por la enfermedad, el niño estaba triste y desalentado, por lo que sugieren distraerlo y así, alguien tuvo la idea de disfrazarse con una máscara de madera tipo español, una montera grande de henequén, sarape oaxaqueño y una sonaja, y así, bailó y bailó, varias veces frente al niño. Al saber lo que ocurría en casa de doña María, uno a uno de los chiapacorceños se fueron sumando y la gente se disfrazaba con ropa de colorido y caminaba por las calles para ir a ver a la señora y a su hijo, y cuando les preguntaban: a dónde van?, contestaban: “pa´ ver al

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chico” y ahí nació la palabra “parachico”. Así, por las tardes, las sirvientas, criados y el pueblo, danzaban llenos de gusto. Con los días, se fueron sumando al grupo muchos más, por lo que doña María se sentía contenta y agradecida, sobre todo, porque veía que su hijo, además de que sonreía, cada día estaba mejor de su enfermedad, hasta que se alivia y regresa a Guatemala. Al pasar los años, a Chiapa llega una plaga de insectos que entra por el río Grijalva y destruye las siembras de maíz y frijol, y provoca escasez de alimentos y enfermedades, donde mueren cientos de personas, y otras se van a vivir a lugares cercanos. Al tener conocimiento doña María de Angulo de la catástrofe que ocurría en Chiapa, recordando alguna promesa a San Sebastián, y en agradecimiento a las atenciones del pueblo, del istmo de Tehuantepec regresa a Chiapa con despensas de maíz, frijol, frutas, verduras y además, dinero, que sus criados reparten de casa en casa; y así, las mulas y carretas llegan cargadas. La fiesta de enero de Chiapa se realiza desde hace 175 años y doña María de Angulo, desde hace 104 años. Dentro de un marco de religiosidad católica y pagana al tener iglesias como la de Santo Domingo, San Jacinto, El Calvario, San Gregorio y La Santa Cruz de Cunduacán, barrio de Santa Elena, barrio de San Pedro y de Corpus, Chiapa de Corzo realiza sus fiestas en enero de cada año, donde se incluyen a San Antonio Abad, el Señor de Esquipulas y San Sebastián, que es el santo más venerado del pueblo y da origen a la “fiesta de enero”.

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Se tiene constancia que esta fiesta se realiza desde hace 175 años, cuando el 10 de enero de 1835 asiste el gobernador del Estado, Joaquín Miguel Gutiérrez, con motivo de las invitaciones hechas el lunes 2 de enero de 1825 por la imprenta del supremo gobernador del Estado, dirigida por Manuel Vicente Malpica, y que dice: “El ltre. Ayuntamiento y vecindario de aquella villa han puesto sus contactos en darle vuelo a la nueva feria, proporcionando diversiones que atraigan a la concurrencia…”

Vestidos de parachicos, Librado de la Torre Grajales al centro y sus amigos. 1940

Durante la “fiesta de enero” se entrelazan tantos festejos de santos que es difícil distinguirlos porque todos forman un conjunto. El Señor de Esquipulas comienza el 15 de enero, le sigue San Antonio Abad el día 17 y culmina el 20 de enero con San Sebastián Mártir. Las festividades del pueblo comienzan el 4 y 5 de enero con los preparativos de los novenarios a los santos y el sacrificio de reses y secado de carne para hacer el

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tasajo que se utilizará en la “comida grande”, que es muy solicitada por los visitantes y forma parte de la fiesta; y para el día 6 se tienen las primeras misas al Señor de Esquipulas. El “inicio formal de fiesta y alegría” es el 8 de enero a partir de las 9 de la noche en el barrio de San Antonio –San Antón-, al momento en el que se produce una algarabía por reunirse grupos de hombres vestidos de mujeres conocidos como “las chuntá”, que en lengua chiapaneca quiere decir “verdulera”, y simbolizan de modo grotesco a las sirvientas que acompañaron a doña María de Angulo en Chiapa de Corzo. “Las chuntá” se visten con enaguas, huipil o camisa de manga corta y cesta de frutas en la cabeza sostenida con una mascada. Bailan e inician un recorrido por las iglesias, dando comienzo a las festividades de San Antonio en sus tres versiones: consagrado, antiguo y nuevo. Ellos descansan unos días y de nuevo salen a las calles hasta el día 14 a las 9 de la noche, cuando anuncian el festejo de los santos.

Las chuntá.

La fiesta católica sigue su ritmo los días 9 al 14, asistiendo a novenarios y ofreciendo los vecinos los panes y frutas de las enramadas en las entradas de las iglesias; por ejemplo, el 13 de enero se hacen los arreglos de la enramada de la iglesia del Señor Esquipulas en el

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barrio de San Jacinto, donde la entrada es adornada con frutas, ramas y flores. El día 15 de enero se celebra al Señor de Esquipulas, quien es sumamente respetado y por ello, no sólo recibe las mañanitas a las 3 de la madrugada en la iglesia de Santo Domingo, con la visita de vecinos y música, sino que a las 10 de la mañana hay una misa solemne en su honor; pero además, ese día salen a su recorrido por iglesias y calles “Los parachicos”. Sobre el grupo de “Los parachicos” no podemos decir cuántos son porque resurgen de todas las casas del pueblo entre vecinos y personas que nacieron en Chiapa que llegan para danzar con alegría ese día, pero desde luego, se podrían decir que nacen desde 500 hasta 2,000 o 3,000 parachicos que se difunden en la ciudad.

Los parachicos danzan desde el año de 1770. http://www.oem.c om.mx/laprensa/

Las primeras personas salen bailando de la casa del “patrón”, quien es una persona de edad avanzada con máscara de anciano. Carga su guitarra, lleva un fuete, toca un pito de carrizo –flauta- y se acompaña con un tamborcito; aunque también lleva a su asistente que toca la flauta de carrizo. De este lugar recorren las casas de particulares donde están en custodia cada una de las

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tres imágenes importantes de San Antonio y llegan a la iglesia de Santo Domingo. “Los parachicos” son hombres vestidos con pantalón y camisa de buena calidad –de vestir-, chamarra o sarape de lana en colores muy fuertes. La cara cubierta con máscara de madera tallada y pintada a mano, simulando una cara de español con ojos azules; una montera de ixtle de henequén, imitando el cabello rubio del español; listones de vistosos colores; banda de aparente seda amarra al cinto y en el brazo contrario toman la sonaja – chinchín-, donde su pulso procura llevar esclavas de oro o simulando oro.

En 1943, Hermelinda Coutiño Corzo, creadora del traje de la chiapaneca y Úrsulo Hernández Pola, patrón de los parachicos de 1908 a 1945.

Los danzantes recorren las calles invitando al pueblo a la fiesta y, visitan iglesia por iglesia, así como a los altares de casas particulares de las tres imágenes de San Antonio Abad que se veneran –el consagrado, el antiguo y el nuevo-. Bailan durante ocho o diez horas, y su música es típica y propia con seis o siete sones. Su danza vistosa, con pasos sencillos y pequeños saltos rítmicos, pero con gran significado, que van al compás de una música alegre, para luego continuar con un zapateado de pasos complicados. Los instrumentos musi-

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cales son dos flautillas de carrizo, acompañadas de un pequeño tambor –tambor y pito-, y desde luego, la guitarra del patrón. El 16 es día de festejos para San Antonio con baile de 9 a 12 de la noche. Salen las chuntás y el prioste, además de ofrecer tamales y café a la concurrencia, se anuncia el comienzo de las festividades de San Sebastián. El día 17 de enero se distingue porque en todo el pueblo hay venta de la “comida grande” –pepita con tasajo- que se ofrece desde la madrugada del 16 hasta las 12 de la mañana del día 17. Los parachicos por su parte circulan por las calles haciendo procesiones y caminatas en las casas donde radica San Antonio y la iglesia de Santo Domingo. Para el día 19 se celebra el anuncio de la Fiesta Grande con un desfile por la ciudad encabezado por las autoridades, presidente del patronato de festejos de la Feria y el pueblo, junto con la banda de música, la cual termina con una cena gratuita de tamales chiapanecos – pollo, plátanos, ciruela y mole envueltos con hoja de plátano-. San Sebastián Mártir.

Los días del 4 al 23 de enero son de feria popular en el Parque Central con comidas, juegos para niños y vendimias, pero el 20 de enero es el momento más importante porque se festeja a San Sebastián Mártir, que es el mismo santo de origen militar que el fraile dominico Pedro de Barrientos que

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funda Chiapa de Corzo, por los años de 1554 a 1588, se inspira para sustituir la inclinación que tenían los indios chiapanecas por su dios Matove, que era el principal con su espíritu guerrero. San Sebastián es un santo venerado por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa que nació en el año 256. Fue soldado del ejército romano, pero como cristiano, alentaba a vivir a sus compañeros encarcelados por causa de su religión. Fue descubierto y denunciado al emperador romano Maximiano, quien lo obligó a escoger entre ser soldado o seguir a Jesucristo. El santo escogió a Cristo y por órdenes del emperador los soldados lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste, y lanzaron una lluvia de flechas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo con vida, lo llevaron a casa de noble cristiana que le curó las heridas hasta restablecerse. Se presentó ante el emperador y le reprochó por perseguir a los cristianos, y ahí, Maximiano ordenó lo azotaran hasta morir y así ocurrió cuando tenía 32 años de edad. La iglesia de San Sebastián está en una de las parte más altas del cerro de San Gregorio. Majestuosa y cercana al pueblo de Chiapan donde vivían los indios chiapanecas, y fue construida por el siglo XVI con la llegada Iglesia de San Sebastián. Chiapa de Corzo. de los frailes dominicos. Al estar en ruinas y no contar con iglesia, desde decenas de años

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atrás, la fe católica se ha mantenido teniendo a la imagen de visita en algunas casas de Chiapa de Corzo. Durante un año, San Sebastián Mártir se tiene bajo custodia del prioste, quien es la persona del pueblo que obtuvo la autorización del cura de la iglesia de Santo Domingo para tenerlo, y en su casa se inician las celebraciones, donde “los parachicos” pasan por el patrón, van a la Plaza, bailan y recorren el barrio de San Jacinto. El 21 y exactamente a las 9 de la noche se tiene el festejo del combate naval en las aguas del río Grande. Cada año, de manera secreta se selecciona a una hermosa jovencita, a quien se le nombra como “doña María de Angulo” y es la reina de la fiesta. En el desfile de carros alegóricos del 22 de enero y al recorrer el pueblo, se despeja el misterio sobre quién es “doña María de Angulo”. Desde su trono arroja monedas de color dorado, dulces y confetis.

Zoila Esperanza Pola de la Torre, María de Angulo, 1952.

El 23 de enero es el cierre de la “fiesta de enero”. “Los parachicos” danzan la mañana y a las 3 de la tarde llevan la imagen de San Sebastián de la casa del prioste a la iglesia de Santo Domingo. Se tiene la misa de acción de gracias a la 5 de la tarde y la imagen de entrega para su custodia al nuevo prioste, quien lo cuidará por un nuevo año.

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Siendo el jefe político Aristeo Toledo hace 104 años, el 22 de enero de 1906, Cristina Grajales Torres representa por primera vez a “doña María de Angulo” y da inicio a la celebración de este festejo, donde el “patrón de parachicos” era Isidro González Escobar. El pozol, una bebida con más de 500 años. El maíz data de Puebla por el año 9,000 a.C., por ello, los mexicas, toltecas, mayas, mixtecas, en sus historias citan al maíz junto con la calabaza y el frijol, como los elementos fundamentales de la vida humana. Desde hace más de 500 años, en Chiapas se prepara una bebida llamada “pochotl”, tal vez porque antes contenía granos molidos del árbol sagrado de la vida conocido como ceiba o pochota, pero esta palabra fue transformada por los españoles como “pozol”. Se componía de maíz blanco cocido en agua de cal apagada, al que le quitaban la cáscara, lo molían en piedra y luego agregaban las semillas del pochotl. Se hacía una bola de maíz cocido y con la mano se disolvía con agua en un jicalpestle –recipiente- dejando una bebida. Más adelante, a la masa de maíz dejó de ponérsele la semilla de la ceiba. Años después se preparó el pozol agregándole el cacao que se producía en el Soconusco y Pichucalco, y tal vez fue una transformación de la bebida fría llamada “chocolate” que hizo gala el emperador azteca Moctezuma, al dársela a beber a Hernán Cortés a su llegada al Nuevo Mundo en 1519.

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El “chocolate” se tomaba como “cacao frío” o “espuma de cacao fría”. Su base de cacao se mezclaba con yerbas, especias, chile, miel, agua rosada, granos del pochotl, y especialmente maíz. El cacao y semillas se molían en piedra, y se hacía una pasta que se disolvía en agua, haciendo dos partes. A una se le ponía mayor cantidad de agua para batir el líquido y desde lo alto, se pasaba varias veces de un recipiente a otro para que formara espuma.

Las “vende pozol” de Chiapa. 2012.

Para los indígenas campesinos, el pozol blanco es parte o todo el alimento diario del medio día. No hay campesino que no lleve en su morral y al campo, una bola de pozol, y en las zonas urbanas, es un líquido refrescante que por tradición se toma a medio día y con frecuencia en las casas de chiapanecos, “meneándolo” para que se remueva el asiento –“el musú”-. El aje chiapaneco –laca- tiene más de 500 años. En el México prehispánico, la decoración con dibujos pintados en paredes y piezas de barro era del gusto y valor simbólico de los ritos religiosos indígenas, como lo hacían los zoques desde antes de 7,500 a.C., pero poco sucedía con los toles, jícaras y huacales que requerían de una tintura especial que no despegara. Al paso de los años, en 1565 con el fraile español Andrés de Urdaneta se inició la llegada de los barcos

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españoles conocidos como “nao de China” que manejaban el comercio con Filipinas y ahí llegaron no sólo sedas en rebozos, abanicos, biombos y porcelana, sino también algunos orientales, sobre todo filipinos que, en calidad de esclavos, trajeron costumbres y nuevas culturas. Al llegar el siglo XVIII y al ser la laca oriental muy apreciada por la nobleza europea, los españoles influyeron en las técnicas de la pintura indígena y se creó la laca mexicana de Michoacán y Guerrero, y se creía que también la de Chiapa de Corzo. Sin embargo, por los años de 1950´s, fue cuando el campesino Patricio Ángel Morales confirma que el origen de la laca chiapaneca venía desde tiempo atrás, al encontrar en la cueva de La Garrafa en Siltepec, Chiapas, en la Sierra Madre cercana a la frontera con Guatemala, la momia de una niña, su huipil, una manta, una camisa, y algunos lienzos, pero además, se hallan dos toles pintados con diseños de deidades como Xipe Totec, Citlalicue, María Martha Vargas. Tezcatlipoca y otros Chiapa de Corzo. 2012. símbolos, dando entender de que era un adoratorio dedicado a los dioses, lo que hacía ver que tenían más de 400 años, por ser de finales del siglo XV y XVI.

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Aunque las culturas antiguas de Chiapas usaron los toles, con una decoración denominada laca o maque, su proceso de transformación culmina en el siglo XIX cuando la laca chiapaneca se mezcla como una técnica mestiza: indígena, filipina y española, identificando en su pintura rasgos de la naturaleza como flores y pajaritos, y se suman a la decoración el tecomate, la jícara y los pumpos. En el proceso de la laca chiapaneca el secreto es la grasa de un insecto rojizo y suave llamado “coccus axin”, pero conocido como “axe” –aje- que, convertido en ungüento, perfecciona las piezas, le da brillo a la pintura y solidez para que no despegue. El “axe” es parecido a la cochinilla del nopal, y entre agosto y septiembre, su producción se concentra en el árbol del mimbre en Venustiano Carranza, Chiapas. Su grasa o cera se obtiene después de vaciar los animalitos vivos en un recipiente de agua hirviendo, la cual se remueve hasta tener un líquido amarillento para filtrarse y crear una cera. Todos los pigmentos de colores que se usan en la laca son naturales, mediante mezclas con tierras y plantas. El color amarillo ocre se obtiene mezclando el “caliche” – cal amarillenta- con la grasa del aje. De la hoja Museo de la Laca. de chaya se saca el color Chiapa de Corzo. 2012. verde, del platanillo el amarillo, de la flor de muerto el color dorado, y el rojo, del corazón del árbol del brasil.

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La decoración chiapacorceña se inicia limpiando el tol, la jícara o huacal, y las imperfecciones de la pieza se rellenan a mano con el ”sulaque”, que es una mezcla del “tizate” o tierra blanca de “caliche” que se extrae de cuevas. Se muele y remoja varias veces para revolver con aceite natural de chía o con grasa del “aje” . La pieza debe ser fondeada con “sulaque” en color rojo en el interior y aunque hay preferencia del negro para el exterior, se pintan de rojo o blanco. Para las figuras grandes, la pintura se aplica con el dedo meñique y para las pequeñas, se usan pinceles de pelo de gato con mango de plumas de gallinas de rancho, porque son duras, y sirven para detallar los diseños, distinguiendo las rosas y los pajaritos. Su base son los ramilletes de flores de variados colores, entre ramajes verdes de helechos, dentro de un fondo negro o rojo. Hace 100 años, en 1914, se sabe del primer vestido regional de la chiapaneca. El uso del algodón data de cientos de años atrás. Los tejidos se hacían en un telar indígena, destinados a mujeres. El lienzo se podía usar sin cortarlo, obteniendo prendas rectas que servían para envolver los cuerpos y cubrirlos; aunque cada estrato de la comunidad vestía de distinta manera, donde el número de mantas era según las reglas del pueblo. Un militar y un sacerdote utilizaban diferente número de prendas, a diferencia de las autoridades que podían usar las que desearan. También estaban restringidos algunos materiales, emblemas, adornos, colores y hasta el largo. El algodón blanco era artículo de lujo, destinado a la realeza o al sacerdocio, mientras que el pueblo podía usar las fibras duras como el ixtle, la fibra de maguey, el chichicaxtle y la palma silvestre.

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A la llegada de los frailes españoles en 1545, fray Tomás de la Torre nos dice que los indios chiapanecas no sólo se vestían con pocas prendas para cubrir su cuerpo, sino que usaban en sus cabezas mantas de algodón bordados con hilos de colores, tal vez como una herencia de los zoques que no sólo habitaron a Chiapan, sino también el istmo de Tehuantepec, y a lo mejor, ahí nace el pareMujer zoque de 1890. cido de los bordados entre los huipiles de los vestidos de la chiapaneca y el de la tehuana. El arte textil de Chiapan alcanzó cierto desarrollo. Sus técnicas y motivos de decoración dejaron una tradición que no desapareció con la llegada de los colonizadores; aunque, poco a poco se fueron absorviendo los encajes españoles que hoy las mujeres de Chiapa de Corzo portan con orgullo en sus huipiles bordadas en el cuello y a veces, falda larga de popelina en diversos colores, sin afectarles el paso de los años y la entrada de la modernidad. En cambio, los hombres, por sus labores del campo, utilizaron un calzón amplio de manta de algodón, sostenido en la cintura con cintas, así como camisa de manta, que día con día han olvidado al entrar la modernización, a excepción de aquellos ancianos que, en comunidades apartadas, usan la camisa blanca. El uso de los colores de tonos fuertes en los vestidos como el de la chiapaneca no son una sorpresa,

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sino una distinción que ha perdurado de los indios, por ello, existe una similitud con la decoración de los toles, jícaras, huacales y pumpos pintados con laca, ya que, con su toque español, los dos tienen como base un ramillete de flores de varia-dos colores, entre ramajes verdes de helechos, donde, en la laca se distingue una flor de color rosa y en el vestido una flor roja, pero ambas dentro de un fondo negro. Por 1900, en Chiapa de Corzo se tiene gran impulso en la elaboración de huipiles, al contarse con una tela de algodón en color blanco y textura suave, cuadriculada y transparente como mallita, que les sirve para tejer con menos dificultad los bordados de “punto de cruz”, por el llamado “bordado al pulso”. Este seguía la cuadrícula de la tela que aprovechaban las mujeres que sabían bordar para hacer el traje de chiapaneca que se conoce como más antiguo, ya que fue realizado en 1914 y consistía de un contado en blanco y negro, y sin petatillo de flores de colores, con una enagua liza y largo debajo de la falda. La transformación del bordado chiapaneco se hace en 1921, cuando los hermanos Lucinda, Hermelinda y Miguel Coutiño Corzo, en la calle Real No. 19 de Chiapa, en su surtida tienda, donde igual se vendía maíz y frijol, cacao y tascalete, hasta trastos de peltre y piedras de moler, morrales de cuero y monturas, incluyen la venta de huipiles, y así, para 1924, Hermelinda Coutiño comienza su taller de bordado, empleando mujeres para que hicieran blusas para uso diario y faldas largas. Al paso del tiempo, los huipiles se comienzan hacer para fiesta y al gusto del comprador, agregándoles encajes que se tenían a la vista en los mostradores de la tienda pero, para otras ocasiones, se hacían vuelos de tul con bordados a mano y seda de colores. Tiempo después, los escotes comienzan a ser de cinta bordada en

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punto de cruz, de tul y seda llamada leonesa, con un remate bordado de piquito o pasalistón. Las faldas podían ser de tela de satín, charmé, flat, o de género, pero, primero fueron lisas, largas y de poco ruedo, y después, doña Hermelinda las modifica poniéndoles en la parte Blusa de uso diario en Chiapa, 2012. de abajo, uno o dos vuelos plisados para que hicieran juego con el huipil y con el tul bordado con seda de colores. Empleadas como Margoth Vargas, Anita Reyes, Lupita Urbina, Flor Domínguez y Margarita Cancino que trabajaban en el taller, se encargaban de distribuir entre las bordadoras como Margarita Nanguyasmú, Rebeca Reyes, Donata Ovalle, Amadita Gutú y Rosa Melchor, el tul, la seda de colores, agujas y sobre todo, el diseño de la blusa y falda, junto con los dibujos de flores y ramos que iban en tiras de cartulina, para ser colocados debajo del tul y seguir el delineado. Así, aprovechando que en los años 1920´s, surge en los teatros de revista de la Ciudad de México un interés en la música regional, para 1926, la compañía de Roberto Soto –Panzón Soto- visita a la señorita Hermelinda y le pide que diseñe el traje de chiapaneca que se utilizaría en la obra de teatro “Rayando el Sol”, y así, junto con las faldas largas de dos holanes en el ruedo, se comienzan a utilizar los trajes en las caravanas artísticas que llegaban a Chiapas entre 1926 y 1937.

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Esto despierta el interés a bordadoras y por 1934, Adelfa Ruíz viuda de Aguilar inicia un taller-escuela, donde se forman María Cruz, Panchita Aguilar, Chelito Raqueline, Oralia Domínguez, Chelito Zamora, Magda Penagos y Rosalba Cameras, responsable del diseño. La inspiración de doña Adelfa fue de tal gusto que le bordó el traje de chiapaneca a la famosa actriz María Elena Marqués, esposa del actor y piloto aviador Adelfa Ruíz de Aguilar. chiapaneco Miguel ToVestido con holán. 1935-1936. rruco. Desafortunadamente al fallecer doña Adelfa el 8 de agosto de 1977, este camino tuvo que interrumpirse. La mejor difusión de los trajes de chiapaneca se logra por 1940 con la película “Al son de la marimba”, que fue actuada por Emilio Tuero, Marina Tamayo, Joaquín Pardavé, Sara García y la jovencita tapachulteca de 20 años, Amanda del Llano Serrano; pero su representación como símbolo de los chiapanecos se formaliza el 5 de febrero de 1943, cuando el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, y el gobernador Rafael Pascasio Gamboa, celebrando la federación de Chiapas a México, inauguran el monumento “A la bandera” en el parque Morelos de Tuxtla Gutiérrez, con la estatua de “una pareja de chiapaneca y mexicana”, del escultor guana-

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juatense Juan Fernando Olaguibel. Una modelo fue la chiapacorceña María Secundina Orantes Rincón que en ese entonces tenía unos 17 años y la otra fue Lucinda Ruíz de la Ciudad de México.

Consuelo Coello Hernández, portando en 1948 el nuevo y actual traje de chiapaneca, diseñado por Hermelinda Coutiño Corzo.

Cuatro años después, en 1947, para celebrar el compromiso matrimonial de su sobrino Miguel Coutiño con Consuelo Coello Hernández, que se casarían el 12 de diciembre de 1948, Hermelinda Coutiño Corzo diseña el primer traje de chiapaneca con falda larga y ruedo amplio, uniendo vuelos de tul rebordado con fina seda de vistosos colores, donde la falda hace juego con la camisa tradicional de un solo vuelo, llevando en el escote y mangas una orilla de tiras de punto contado, bordados sobre tela de cuadrillé con hilazas de colores. También por 1947, Eloína Ríos Madrigal de 29 años, nacida en Chiapa de Corzo el 25 de junio de 1918,

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se interesa por aprender el bordado de vuelos. Así, siendo experta en costura por haber estudiado desde los 14 años en San Cristóbal, en el taller de las hermanas Trujillo y, corte y confección en el colegio de las señoritas Navarro, asiste a la casa de Margarita Nanguyasmú, donde bordaban las camisas y faldas de Hermelinda Coutiño. Con la experiencia de su tía Francisca Madrigal Gómez, pero con su diseño y combinación de colores, elabora los vuelos de su vestido y con orgullo, el 1 de diciembre de 1948 asiste a la toma de posesión del gobernador Francisco J. Grajales, donde luce su traje de chiapaneca. Por su elegancia, la invitan a formar parte de un carro alegórico de la “feria de Chiapa”, junto con Esperanza Aguilar, Angelita Cuesy, Consuelo Coello, Asunción Morales y Clara Luz de la Torre Grajales. Pasados los días, Herlinda Nucamendi de Grajales, esposa del gobernador, se presenta en su casa para comprar el traje de chiapaneca que lució en Tuxtla; y de ahí en adelante, junto con sus bordadoras, inicia la elaboración de vuelos con “puntada endientada y regresada”, matizados de varios colores y de un solo color. Desde ese día, fue un caminar de éxitos que en 1990, gracias a la imaginación de Eloína Ríos Madrigal se bordan los vuelos en punto negro del traje de chiapaneca que luce la Señorita Chiapas, Liliana Cristina Serrano Nájera, que obtiene el segundo lugar en el concurso de Señorita México, dando como resultado un traje espectacular e impresionante, lleno de detalles y colorido que refleja el espíritu y el alma de los chiapanecos. Doña Eloína fallece el 3 de mayo de 2012.

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Eloína Ríos Madrigal. 2012. http://informaciondechiapas.blogspot.mx

El 14 de agosto de 1897 se estrena la melodía de “Las chiapanecas”. En Chiapas hay una hermosa composición musical alegre, de mucho ritmo y contagiosa que invita a utilizar las palmas de las manos que se le conoce como “Las chiapanecas”. Aunque el autor es el doctor Bulmaro López Fernández, que nació en Chiapa de Corzo, Chiapas, el 20 de junio de 1878, en coronel Salvador Urbina No. 2, esquina con Plaza Ángel Albino Corzo, tal vez por haberla puesto por primera vez en marimba en 1924 y fallecer en Colombia en 1926, sin regresar a México para desmentir lo que se divulgaba, indebidamente se difundió como compositor de “Las chiapanecas” a Juan Arozamena Sánchez, quien nació el 24 de junio de 1899 en la Ciudad de México. Bulmaro López Fernández era médico y músico de corazón. Sus padres fueron Pascual López Escobar y

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Nieves Fernández Ruíz. Su primaria y secundaria la hizo en el Liceo Hidalgo de Chiapa de Corzo, que era una escuela de enseñanza superior, creada por el coronel Julián Grajales en 1889 y sostenida por un Patronato Local de Educación Pública. La preparatoria la culmina en San Cristóbal de Las Casas por 1898. En lo musical, disfrutó para él mismo sus composiciones, como los pasos dobles Juanita, en honor a su segunda esposa, Juana María Vargas de la Cruz, y Bellas Chiapanecas; los valses Recuerdos Lejanos, Caricias y Tú en Mis Brazos; la canción romanza Lenta y Caprichosa; la marcha 5º Regimiento y una polka para piano. Fallece a los 82 años de edad, el 12 de enero de 1960. En 1904, Bulmaro López estudia medicina en México y se incorpora al ejército, de modo que el 3 de junio de 1910, el secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra, le otorga el título de Médico Cirujano y el 1 de julio de 1911, por instrucciones del secretario de Guerra y Marina, el subsecretario Juan M. Durán, le confiere el empleo de ayudante de la Escuela Práctica Médico Militar. Ese año contrae matrimonio con Isaura Ezquerra, quien fallece años después. Pasado un año, por acuerdo del presidente Francisco I. Madero, el 11 de septiembre de 1912, con el grado de mayor médico cirujano, es enviado a París, Francia, a estudiar una especialidad en electroradiología. Al terminar en el hospital Dieu, se traslada con el Cuerpo Médico Militar a Gante, Bélgica, y a su regreso a México el 27 de febrero de 1914, como teniente coronel, es nombrado profesor de la Escuela Médico Militar. Al triunfo de las fuerzas de Venustiano Carranza contra Victoriano Huerta, en 1915 logra su licencia del ejército y a los 37 años instala su consultorio en Zarco No. 42, en la colonia Guerrero de la Ciudad de México. Ahí hace amistad con personajes del medio artístico

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como el Dr. Alfonso Ortiz Tirado, el maestro Rosado y el músico tuxtleco Rafael de Paz, compositor de la melodía “Soy buen tuxtleco”. Aprovechando que el maestro Rosado era el director de la orquesta del Teatro Lírico, en 1922 le entrega la partitura de la melodía “La chiapaneca” y la compañía de teatro monta un bailable con las hermanas Arozamena, siendo el hermano mayor, Juan Arozamanea, de unos 23 años, el pianista de la orquesta y como tal, conocedor de la partitura. Pasan dieciocho años y en 1940 el doctor Bulmaro López contrae nuevo matrimonio con Juana María Vargas de la Cruz y en enero de 1947, después de 43 años de ausencia y a los 69 años de edad, regresa de la Ciudad de México a Chiapa de Corzo, para estar en la “feria de enero”. Al llegar, realiza un viaje a San Cristóbal acomDr. Bulmaro López Fernández. pañado de sus hermanos Otilio y Gabriel, y entre sus sobrinos, Melesio Hernández y Alberto J. Muñoa López, y se hospedan en la casa de huéspedes de las hermanas Rojas, donde había vivido de estudiante. Toma el piano del comedor y ejecuta la música de "La chiapaneca". Confiesa ser el autor y que se había inspirado en su novia, nacida el 4 de agosto de 1882 en Chiapa de Corzo, Dominga Cortés Montero, y que en el último año de preparatoria, en la calle de Cuauhtémoc del barrio de

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Santo Tomás, al cumplir ella 15 años, el 4 de agosto de 1897, junto con amigos, la estrena con una serenata; y que por respeto a Dominga y a su esposo, Florencio Montero, deja pasar años sin hacer pública su autoría. En 1974, al fallecer Dominga, se autoriza a Alberto J. Muñoa la difusión de esta anécdota; pero es en noviembre de 2001, cuando Alberto remodela su casa en coronel Urbina y Plaza Ángel Albino Corzo, cuando los trabajadores encuentran en el tapanco un tubo de cartón y hojalata que contenía planos y una hoja musical, que era la partitura original que tuvo en su poder la esposa de Bulmaro, Juana María Vargas de la Cruz. Para ese entonces, Bulmaro López tenía 41 años de fallecido. En la parte superior dice: “La chiapaneca, Bulmaro López F., VIII-4-1897”, y en la parte inferior: “Doy testimonio que es copia fiel del original. Chiapa de Corzo, Chis., 16 de diciembre de 1902. Firma Manuel María Cristiani, con su sello de notario estampado al margen“.

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Muchas personas han adjudicado la melodía de “Las chiapanecas” a Juan Arozamena Sánchez, tal vez por incorrecta difusión de Guadalupe Rivas Cacho, y algún malentendido de los hermanos Gómez de Tuxtla. Nunca se encontró motivo de inspiración que condujera a Arozamena a su composición. No era chiapaneco, ni había vivido en Chiapas, ni tenía lazos sentimentales con chiapaneca y es difícil aceptar que, con sólo escuchar una marimba en un incómodo barco a La Habana en 1924, pudiera escribir la música de la melodía “Las chiapanecas”. También, las dudas resaltan al recordar que la letra inicia con una remembranza nostálgica “muy regionalista”, que dice: “Soy de Chiapas, tierra linda, donde todas las mujeres son valientes y bonitas, y buenas pa' los quereres…” Se le concede a Juan Arozamena el mérito de iniciar la difusión de “Las chiapanecas”, gracias a los nexos en el medio artístico de Lupita Rivas Cacho y por ello, se hace referencia de su vida. Arozamena nació el 24 de junio de 1899 en Costa Rica No. 19, en el barrio de El Carmen de la Ciudad de México y falleció en Colombia, cuando en gira artística y en el teatro, recibe un balazo dirigido a Lupita Rivas. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música y se inició como músico tocando el piano en intermedios de películas de cines de la Ciudad de México. A los 18 años, en 1917, fue director de la orquesta del Teatro Lírico. Después, hace pareja con Lupita Rivas, propietaria de una compañía musical, donde Arozamena es pianista y gerente. En 1924, en un recorrido por la República Mexicana, su compañía de revistas musicales visita Tampico, Tamaulipas, donde conoce al cuarteto de marimba chiapaneca de “Los Hermanos Gómez": David

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Gómez Gutiérrez, Ar-turo Gómez, Álvaro López y Jesús Jiménez, y los contratan. El 24 de junio zarpan por barco de Tampico a Veracruz y a Mérida, donde “Los Hermanos Gómez” debutan en el Teatro Progreso. De Puerto Progreso, Yucatán, parten a La Habana y estando en altamar, se dice que, al calor de las copas, Juan Arozamena compone la letra y música de “Las chiapanecas”, pero otra versión indica que, tal vez, inspirado en que iba una marimba, recuerda que años antes, el maestro Rosado o “alguien” le había entregado la partitura de la melodía de “La chiapaTamaño del barco donde viajó la marimba neca”, por lo que se la Hermanos Gómez de Progreso a La Habana da a los marimberos, en 1920. para montar un número musical. Puesta en marimba, “Las chiapanecas” fue interpretada por primera vez en el Teatro "Variedades Payret" de La Habana, Cuba, cantada y bailada por Lupita Rivas Cacho y sus coristas, y tocada por la marimba de los Hermanos Gómez. Los hermanos Gómez regresan a Mérida y la caravana musical continúa su gira a Las Antillas y España en 1925; luego sigue a Argentina, Chile, Perú y Colombia en 1926, donde Juan Arozamena, el 23 de noviembre de 1926, recibe un balazo y fallece en Armenia, Departamento de Quindío, Colombia. Pasados cinco años, de Tampico vuelven los hermanos Gómez a Tuxtla Gutiérrez y el 2 de diciembre

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de 1930 debutan en el Teatro del Estado, donde, entre las melodías incluyen a “Las chiapanecas”. Tal vez ahí les preguntan del autor y contestan que la partitura se las había entregado Juan Arozamena. La difusión de la melodía se impulsa y en 1940 es el tema principal de la película “Al son de la marimba. En 1942, la bailarina venezolana Conchita Ramírez, después de los teatros Nat King Cole, grabando de Broadway en Nue“Las chiapanecas” con marimba. Por 1960. va York, hace gira por Alaska con música afrocubana, rumba, y “Las chiapanecas”. La melodía se va haciendo famosa y logra su gran éxito cuando en 1960, el cantante norteamericano Nat King Cole, la adapta y en su versión, le da difusión en español, se olvida del autor y se hace del dominio público. Desde 1892, el escudo de San Cristóbal es el emblema del estado de Chiapas. Un símbolo patrio debe procurar representar una serie de valores morales del ser humano, de modo que cuando se refiera a él, se resalten conceptos como el honor, el orgullo, la dignidad, la valentía, la libertad, la integridad, la fortaleza, la justicia; por esas razones, el escudo de Chiapas se inspira en la leyenda memorable de la defensa de los indios chiapanecas en el cañón del sumidero, que dice: “… la heroica batalla de los indios chiapanecas en el majestuoso cañón del sumidero que, en un acto de valentía, honor y dignidad, prefirieron arrojarse desde el cerro de

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tepetchía, a las caudalosas aguas del río Grande de Chiapa, antes que ser conquistados por los españoles…”.

Escudo de armas de San Cristóbal de los Llanos en 1535.

Emblema del estado de Chiapas a partir de 1892.

De este modo, tal vez reconociendo los actos de valentía y honor de los indios chiapanecas en las batallas del “cañón del sumidero” de 1524 y 1528 contra los invasores españoles, por cédula real emitida en Madrid el 1 de marzo de 1535, el rey Carlos I de España y Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, se inspira en estos hechos heroicos, manda diseñar y autoriza el uso del escudo de armas a la villa de San Cristóbal de los Llanos -San Cristóbal de Las Casas-, que es el símbolo de identidad del nuevo pueblo que nace de la fusión de dos culturas: la indígena y la española. Consumada la Independencia de México en 1821 y la federación de Chiapas a México en 1824, la real cédula con la que se concede el escudo de armas a San Cristóbal de los Llanos fue automáticamente abrogada por decreto presidencial del 21 de marzo de 1825 y a

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partir de 11 de agosto de 1892, al trasladarse en definitiva los poderes públicos de San Cristóbal de Las Casas a Tuxtla de Gutiérrez, se adopta el escudo de armas de San Cristóbal de los Llanos, como emblema del estado de Chiapas. Cincuenta y ocho años después, en 1950, el gobernador y general Francisco J. Grajales, en el diseño del escudo de armas, sustituye la torre del castillo medieval, por ser de gran tradición española, y ubica la figura de la fuente colonial de Chiapa de Corzo, por ser "la pila de Chiapa" un símbolo de los chiapanecos. El Himno a Chiapas se estrena el 8 de diciembre de 1913, después de dos años de conflictos por la caída del presidente Díaz. Con el inicio de la Revolución Mexicana del 20 de noviembre de 1910, que origina la renuncia el 25 de mayo de 1911 del presidente de la República, Porfirio Díaz, los políticos sancristobalenses consideraron oportuno buscar que los nuevos diputados locales que serían electos dos meses después, en julio de 1911, fueran afines a su manera de pensar y se diera la oportunidad de regresar la capital del Estado de Tuxtla de Gutiérrez a San Cristóbal de Las Casas. Esto dio origen a una rebelión que muchos reconocieron como “rebelión chamula de 1911”, donde la ingobernabilidad en el Estado siempre estuvo en la puerta, ya que tan sólo en los siete meses del 27 de mayo al 13 de diciembre de 1911 hubieron en Chiapas, siete gobernadores interinos: Manuel de Trejo, Ing. Reinaldo Gordillo León, Dr. Policarpo Rueda Fernández, Manuel Rovelo Arguello, Lic. Marco Aurelio Solís e Ing. Reinaldo Gordillo León. Para los tuxtlecos, la rebeldía de los sancristobalenses era inexplicable; pero para San Cristóbal, des-

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pués de 20 años en el poder de gente simpatizante con el derrocado presidente Porfirio Díaz, la elección de los miembros del Congreso daba la única posibilidad legal de hacer regresar a San Cristóbal la sede de los poderes públicos. El 14 de septiembre de 1911 se inicia la “rebelión chamula”. Se desconoce al gobernador Rovelo y al Congreso del Estado. El ejército del gobierno del Estado se formaba con unos mil hombres bien armados, militarizados y disciplinados, donde se incluía al batallón de los Hijos de Tuxtla y, el Cuerpo de Rurales y los de Seguridad; quienes se enfrentarían a un movimiento rebelde e indisciplinado que, se dice, era de unas 8 mil personas que, en su mayoría, eran chamulas armados con escopetas, lanzas y machetes, y algunos 800 ladinos. Los chamulas venían al mando de Jacinto Pérez “el pajarito” y su participación en la lucha no era clara, y posiblemente fueron engañados con falsas promesas de líderes políticos, porque el cambio de sede de los poderes se veía como elitista y ladino en busca de lograr nueva fuerza política al devolverle la sede a San Cristóbal, momento en que, con seguridad, obtendrían ventajas la clase alta y la Iglesia, a quienes se les había limitado su poder por los 20 años que había durado “El Porfiriato”, pero concedido a liberales y tuxtlecos. El 26 de septiembre, Chiapa de Corzo se une a San Cristóbal y desconoce los poderes de Tuxtla. Sólo 12 días los chiapacorceños fueron imparciales en el conflicto de rebeldía. Se pensaba que por la cercanía con Tuxtla, económicamente les convenía que continuara como la capital

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del Estado; además, el espíritu liberal inculcado al pueblo en los últimos 50 años por el gobernador Ángel Albino Corzo y en recuerdo a la batalla del 21 de octubre de 1863 contra algunos sancristobalenses que estuvieron a favor del Imperio de Maximiliano, se pensaba que los chiapacorceños tendrían un sentimiento contra los conservadores de San Cristóbal y a favor de Tuxtla, pero no fue así; tal vez su resentimiento a los tuxtlecos fue más grande, por la descortesía en el trato que habían recibido en varios años, y es posible que esto haya influido para que 12 días después, el 26 de septiembre de 1911, Chiapa de Corzo desconociera al gobierno de Manuel Rovelo, a favor Gobernador de las ideas de San CrisManuel Rovelo Arguello. 1911. tóbal de Las Casas. El 8 de octubre de 1911, la batalla de la rebelión chamula en Chiapa de Corzo. El general Eduardo Paz, enviado como comisionado federal por el presidente de la República Francisco León de la Barra, había acordado con el gobernador Rovelo que buscaría negociar la paz con el jefe de armas de San Cristóbal Juan Espinoza, pero, mientras se tenía la plática, y por presiones políticas de los tuxtlecos que, al parecer, deseaban un enfrentamiento que mostrara la aplicación de la ley a los rebeldes, así como por la rapidez con que ocurrían los acontecimientos, el general Paz decide con el ayuntamiento de Chiapa de Corzo

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entrar al pueblo en paz y tomar la plaza con el ejército del coronel Francisco A. Figueroa. Sin embargo, ante la falta de sensibilidad política y la tensión nerviosa que prevalecía, por error del coronel Figueroa, se da inicio a la batalla del 8 de octubre de 1911 y, aunque el sitio es tomado por los soldados federales, deja muertos y heridos. El 8 de octubre a las 9 de la mañana, en el puente colgante Porfirio Díaz estaba reunida una tropa formada con 345 hombres al mando del coronel Francisco A. Figueroa, donde 150 eran del Estado, 70 federales del 12º batallón, 100 voluntarios de infantería y 25 de artillería de los Hijos de Tuxtla. Ahí, con bandera de paz y siendo de los cabecillas de la rebelión, junto con 6 ayudantes, llega como jefe de armas de Chiapa, Mariano Grajales –hermano del coronel Victórico R. Grajalesy como representante de los sublevados conversa en el puente colgante con el coronel Figueroa, para formar parte de la entrada conciliatoria al pueblo. Sin embargo, Mariano Grajales y sus acompañantes son tomados como prisioneros y enviados a Tuxtla. Gobernador y coronel Victórico R. Grajales. 1932-1936

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Después, al mando de Teodosio Arroyo,

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el coronel Figueroa comisiona a 8 federales y 2 exploradores, entre ellos al teniente Luis Espinosa, para que investiguen la recepción que harían los chiapacorceños. Se acercan por las lomas de San Gregorio y comienza una leve balacera con gente escondida y armada con rifles, escopetas y machetes. Después de dos heridos, los militares informan de su comisión y avanzan. Al llegar a río Chiquito, un torbellino de 200 mujeres los encaminan al palacio municipal y son llevados a la cárcel. Desde ese momento y hasta la tarde, con el toque de campanas, el pueblo se enardece a la guerra. Al no tener respuesta de su gente, el coronel Figueroa envía del puente colgante a 100 hombres y desde las lomas de la iglesia de San Gregorio hasta el Parque Central, inicia el enfrentamiento contra unos 800 voluntarios chiapacorceños. La batalla fue impresionante. Como a las 4 de la tarde termina el combate y el pueblo queda desierto y con aspecto fúnebre. Ni una sola persona había en las calles y las mujeres se asomaban esperando ver llegar a sus hombres. Hubo muertos y heridos. En la noche llegan otros 200 soldados del Estado, luego 100 más del puente colgante, y como a las dos de la mañana, 100 soldados con dos ametralladoras. De este modo, los federales toman completa posesión de Chiapa. Se firma la paz. Después de conocer las opiniones de los dos bandos, el comisionado federal, general Eduardo Paz, elabora un documento que podría conducir a la paz entre los chiapanecos, pero una vez acordado entre las partes, el 13 de octubre de 1911 se firma el “acuerdo de paz” con los combatientes donde, los rebeldes reconocen

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al gobierno de Manuel Rovelo, a cambio de una amnistía general sin castigo a los sublevados; lo cual es mal visto por los tuxtlecos. Dos años después de la rebelión, se hace la convocatoria para el “Himno a Chiapas”. La insurrección de San Cristóbal y sus batallas duraron un mes, pero los odios y la división entre los chiapanecos tardó más tiempo. Con el enfrentamiento, dos años después del asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez, por el golpe de Estado del general Victoriano Huerta, el 13 de julio de 1913 designan como gobernador interino de Chiapas al general Bernardo A. Z. Palafox. A su llegada a Tuxtla Gutiérrez, es nombrado, además, presidente de la Junta Organizadora de la feria de la Virgen de Guadalupe. Cinco días después, el 18 de julio y durante la ceremonia luctuosa de Benito Juárez, el gobernador Palafox lanza una convocatoria para contar con “una semana de unión de los chiapanecos”, donde el programa incluía la realización de un concurso de "palabras y música" de un himno, que fuera un canto de paz y llamado a la concordia y unión del pueblo chiapaneco. La convocatoria estaba compuesta de dos partes. En una, se establecían las bases musicales, designando como jurado a los músicos David Gómez Solana, teniente José Santos Nava -director de la Banda de Música del Batallón de Infantería- y, la profesora y pianista, Elvira Arenas de Burguete, y por la letra, los jurados lo formaban los doctores Bernardo Martínez Baca, J. Ponciano Burguete y Miguel Pavía Espinosa. En la parte musical del “Himno a Chiapas”, el ganador resulta ser Miguel Lara Vassallo quien, sabiendo esto, decide visitar en la finca San Pedro Buenavista

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en Villaflores a su compadre, José Emilio Grajales, para comentarle su triunfo y a la vez, motivarlo para que escribiera el poema de la letra del canto. José Emilio acepta con gusto y envía su obra a Tuxtla Gutiérrez. El escrutinio de la letra se lleva entre quince poemas y el 25 de noviembre de 1913 se declaran ganadores del primer lugar al músico Miguel Lara Vassallo –Miguel L. Vassallo- y al poeta José Emilio Grajales, y para la celebración de los festejos se designa la semana del 8 al 15 de diciembre, dedicando cada día a uno o dos departamentos, encomendando a damas de sociedad en cada cabecera, que se encarguen de repartir las invitaciones del gobernador Palafox. El 8 de diciembre de 1913 se estrena el “Himno a Chiapas”. Así, con la presencia del gobernador Bernardo A. Z. Palafox, funcionarios y jefes políticos de cada departamento y conforme al programa, después de números musicales, el “Himno a Chiapas” fue ejecutado por primera vez el 8 de diciembre de 1913, en el Teatro del Estado en Tuxtla Gutiérrez, entre las 9 y 12 de la mañana. Al estar ese día dedicado a Comitán, asisten damas de ese lugar como Josefa P. de Cano, Soledad C. Vda. de Selvas y Guadalupe C. de Rojas, y por Tuxtla, Piedad A. de Orantes, Elvira A. de Burguete y Jesús P. de Cano. El Himno fue cantado por un coro de alumnas de la Escuela Normal para Señoritas, creada el 15 de septiembre de 1902, y el fondo musical fue de la Banda de Música del Estado y del 30/o. Batallón de Infantería, bajo la batuta de Miguel L. Vassallo. Por la tarde, los festejos fueron dedicados a Chiapa y se establece un servicio de coches para llevar a las familias de la Plaza de Armas al Parque Hidalgo.

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Para el 15 de diciembre de 11 a 12 a. m. el evento es para Tonalá y en la noche, es el cierre espectacular de “unidad” ejecutando el “Himno a Chiapas” la banda del 30/o. Batallón del Ejército Mexicano, el cual es cantado por personas de diferentes ciudades.

Teatro del Estado. 1913.

La letra y música fue publicada el 2 de abril de 1914, en el informe del gobernador Palafox rendido al H. Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez y aunque el sentimiento de chiapanecos hizo una práctica común el cantar el Himno en eventos oficiales, casi 85 años después es cuando el 7 de octubre de 1998, el gobernador Roberto Albores Guillén promulga un decreto donde establece que las instituciones del Sistema Educativo estatal y federal, y dependencias públicas instaladas en Chiapas, en los homenajes cívicos tienen la obligación de entonar el “Himno a Chiapas”. ¿Quién era Miguel Lara Vasallo? El musicógrafo Miguel Lara Vassallo nació el 8 de mayo de 1878 en la ciudad de Zacatecas. Sus padres fueron el español Ramón Vassallo y la mexicana Manuela Lara, pero siendo niño fallecen dejándolo huérfano. Uno de sus padrinos lo adopta junto con sus hermanos y los envía a un hospicio en Guadalupe, Zacatecas. Al inscribirlos, el cochero invierte los apellidos. Miguel traía la vocación de la música y a los 8 años dirige la banda de su escuela. Siendo jovencito,

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sale a la Ciudad de México y se enlista en el ejército del general Porfirio Díaz, pero es enviado como maestro de música al Seminario Palafoxiano de la ciudad de Puebla. En 1897 deja la milicia con el grado de capitán y se va a Puerto México –Coatzacoalcos-. En 1900, funda el primer periódico diario del istmo de Tehuantepec y luego se dirige a Juchitán, Oaxaca, donde contrae matrimonio con la juchiteca Mauricia López Castillo, y nacen sus hijos: Miguel, Daniel, Manuela y Máximo. A finales de 1903 es visitado por el patronato de la feria de Chiapa de Corzo y el 15 de enero de 1904, a los 26 años, inicia su primer concierto en Chiapa. Ante los contratos que recibe, se queda más tiempo y decide vivir en el pueblo. En 1906 se une a las filas en contra de Porfirio Díaz y regresa en 1910. Dos años después, con su familia, se va a radicar a Tuxtla Gutiérrez. En 1908, el maestro Vassallo funda la primera Dirección de Acción Cívica y Cultural de Chiapas y la primera Banda de Música del gobierno del Estado, con la cual se amenizan los festejos del Centenario de la Independencia de México del 16 de septiembre de 1910. Para 1913, con la convocatoria para la música del “Himno a Chiapas”, el maestro Vasallo participa, compite y es seleccionado por el jurado calificador.

Gobernador y general Tiburcio Fernández Ruíz. 1920.

Con los efectos políticos de la revolución “mapachista” en Chiapas, que llevó a gobernador al general Tiburcio Fernández Ruíz

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en 1920-1924 y por ser uno de los comandantes de ese ejército, en 1925 Vasallo fue encarcelado y obligado ir a vivir a Tonalá, Chiapas, donde abre la primera imprenta y la primera escuela de música. Ahí dedica 40 años a impartir clases de música y canto en escuelas primarias, siendo cofundador de la escuela secundaria Tonalá. Fallece el 23 de marzo de 1964 a los 84 años de edad. ¿Quién era el poeta José Emilio Grajales Moguel? José Emilio Grajales Moguel, nació en el entonces departamento de Chiapa, hoy municipio de Villaflores, Chiapas, el 11 de marzo de 1872. Hijo de Inocente Grajales y Guadalupe Moguel. Siendo huérfano de ambos padres, queda bajo cuidado de la familia CorzoPola, y luego lo adopta su tío, primo de su papá, el coronel Julián Grajales. Tiempo después, estudiando medicina en México, con el movimiento armado interrumpe sus estudios y regresa a Chiapas. Entre 1903 y 1908 es presidente municipal interino de Villaflores, en 1911 es jefe político del departamento de Chiapa y busca, sin lograrlo, la diputación local en agosto de 1911. Siendo autodidacta, sus primeros ensayos de poesía los hace a los 20 años de edad, creando más de 100 poemas que, al publicarlos, les dio el nombre de “Flores Silvestres” y 50 años después, en 1993 se publica una serie de poesías con el nombre de “Poesías ResuPoeta José Emilio Grajales Moguel. midas”.

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Su primera esposa fue Margarita Godoy con quien se casó en 1895 y tuvo cinco hijos. El mayor, Francisco José, nace en 1898 en la finca San Pedro Mártir –San Pedro Buenavista-, Villaflores. Su esposa fallece en 1902 y años después, sus cuatro hijos. Contrae nupcias con Constanza Moreno, quien fallece de parto con su hijo Emilio. Después se casa con Agustina Sol y procrea cuatro hijos: José Carlos, Margarita, José Emilio y Carmen, de los cuales sólo le sobrevivieron los dos últimos, quienes vivieron en su rancho La Atlántida. En alguna ocasión, viviendo José Emilio en su rancho “La Atlántida”, llegan combatientes “mapachistas” heridos y los cura. Eso molesta a los contrarios soldados carrancistas que, enfurecidos, van a la finca, detienen al poeta, y lo cuelgan el 16 de abril de 1915, a los 43 años de edad en Villaflores. Ese mismo año de 1915, su hijo mayor, Francisco José que había nacido el 2 de abril de 1898, de 17 años abandona su trabajo en Tonalá y se incorpora a las filas revolucionarias de los mapaches. Luego estudia en el H. Colegio Militar y llega a ser general e ingeniero constructor diplomado de Estado Mayor en 1924. De 1949 a 1952, a los 51 años de edad, es gobernador de Chiapas El gobernador Francisco J. Grajales y el y muere el 25 de sepDip. Librado de la Torre Grajales, presidente del H. Congreso del Estado tiembre de 1985 en en 1951. Tuxtla Gutiérrez.

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Los mapaches eran un movimiento armado afin a Pancho Villa, que se organizó como ejército por civiles con hacendados conservadores de Chiapas, para contrarrestar el avance de las fuerzas carrancistas de la Revolución Mexicana de 1914 a 1920. El 9 de octubre de 1545, en Jiquipilas, Chiapas, se sabe de la primera marimba primitiva. Según el Diccionario de la Lengua Española de 2010, marimbero está generalizado en América como el “músico que toca la marimba” y sólo en El Salvador se usa marimbista como “músico que toca la marimba”. Utilizaré marimbero y esperaré a la aprobación del nuevo uso. Los orígenes primitivos de la marimba. Los seres humanos han utilizado para comunicarse a los instrumentos de percusión como el tambor, y al darles ritmo, han creado el arte musical. Así, cada pueblo ha depositado en su música una parte de su sentimiento, de su temperamento, su poesía y sus creencias religiosas, logrando así los géneros musicales. Un ejemplo es la comparación de melodías que se escuchan con la marimba chiapaneca y la marimba guatemalteca, en donde, siendo las dos marimbas, tienen alma diferente. Antes de la conquista española del Nuevo Mundo, los indígenas ya contaban con utensilios con teclas que, al golpearlos, producían un grato sonido al oído humano, como el llamado teponaztli o tinco en México y, tun en Guatemala que, quizás, sean los instrumentos más antiguos y anteriores a la marimba. El teponaztli es un aparato musical tipo tambor usado por aztecas y mayas. Era un tronco de árbol gru-

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eso endurecido por secarse con fuego y ahuecado por abajo para formar una cámara de resonancia. Tenía tres aberturas en la parte superior con teclas de distintos tamaños y grosores, que eran golpeadas con mazos y pelotas de goma, que producían sonidos diferentes.

Teponaztli.

Pero así como el teponaztli, también en Indonesia y África habían unos aparatos que podrían estar relacionados con el origen de la marimba del Nuevo Mundo; aunque los estudiosos dejan entrever que estos instrumentos nada tienen que ver con los mayas. Si suponemos que antes de llegar los españoles al Nuevo Mundo, la cultura asiática de Indonesia ya estaba por aquí, entonces, es posible que la marimba tenga su origen en algún instrumento de aquél país, lo que daría validez a la teoría de que la marimba es una transformación del metalófono o del xilófono, que venía utilizándose como parte de la música gamelán, en las Metalófono. 800 d.C. islas de Java y Bali en Indonesia desde 800 d.C. Pero de manera más razonable, otros se inclinan a decir que el origen de la marimba viene del balafón africano, cuyo primer registro fue en 1352 d.C., cuando

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el viajero marroquí Ibn Battuta informa de su existencia a la corte de la hoy República de Mali, en África. El balafón, es un marco de resonancia parecido al xilófono de madera. Sus teclados están suspendidos en un recuadro de palos y cadenas de cuero. Los listones están unidos a la tablilla para que su vibración no se afecte por la estructura. Debajo de cada tablilla hay una calabaza a la cual se le hacen pequeños agujeros y se cubren de papel fino, para hacer un cazo resonador y lograr el tono deseado. En conjunto, el balafón da un tono cálido y vibrante, cuando las teclas se golpean Balafón africano desde el año 1352. con dos palos acolchonados. La marimba primitiva viene de África a América, por dos caminos distintos: se inicia en Chiapas en 1545 y 135 años después, llega a Guatemala. La marimba del siglo XXI no tiene que ver con los primeros instrumentos que se cree le dieron origen, pero sí es un aparato mestizo con aportes indígenas y africanos, y es la principal herencia de la cultura africana en Chiapas y Guatemala, donde mantiene sus rasgos primitivos y sonido vinculado a la naturaleza.

El primer registro de una marimba en América lo relata el español Pedro Gentil de Bustamante al decir que el 9 de octubre de 1545, al regresar de Campeche de recoger ganado que le llegaba por barco

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de España, en una fiesta en su Hacienda de Santa Lucía –hoy terrenos de Jiquipilas, Chiapas-, observa que debajo de un árbol sus esclavos negros tocaban un extraño instrumento que, según ellos, había sido inspirado muchos años atrás en la sierra mixe –Oaxacapor Balúm Votán que la leyenda dice que había venido de África –Trípoli, Libia- a la Laguna de Términos –Campeche-, y dice así: “...dicho instrumento está compuesto de ocho tablillas de madera roja, desiguales de tamaño, questán agujereadas unidas con cordón y producen eco alegre con tablas del palo de macaguil (macagüil)(... las hileras de tablas amarradas a orquestas (sic) cortas embradas y estiradas bajo dicho instrumento un hoyo en el suelo y pegados con resina en las tablas cascabeles de serpientes que hacen vibrar musicales con golpes de dos pequeños palillos con cabeza de cera negra uno para cada mano...que esta música lo acompaña un tambor del cuero de animal...” El otro registro antiguo se tiene cuando los africanos llegan por el Océano Pacífico a Jutiapa, Guatemala, junto a la frontera de El Salvador, y después, la marimba la da a conocer el cura de Jutiapa, Diego Félix de Carranza y Córdoba, en su narración de festividades de inauguración de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad de Santiago de los Caballeros, capital del Reino de Guatemala, donde el 13 de noviembre de 1680, dice: “...iba por delante una tropa de cajas, atabales, clarines, trompetas, marimbas y todos los instrumentos de que usan los indios...”. Estando Jutiapa de Jiquipilas a unos 800 kilómetros, por rumbos opuestos y sin vestigios de comunicación en el pasado, se puede decir que aún llegando de África, la marimba se diseña en Chiapas y después en Guatemala pero por dos caminos distintos e independientes uno del otro; aunque, al paso

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de los años, los dos se unen para mejorar su sonido y darle su toque musical que refleja su sentimiento. Si estos datos sirvieran para determinar la “paternidad de la marimba en el Nuevo Mundo”, podría decirse que es chiapaneca y se reafirma al tomar como referencia la llegada de los primeros africanos a Chiapas y Guatemala, dada su influencia en este utensilio. Según Bernal Díaz del Castillo, el primer africano que llegó al señorío de los indios chiapanecas fue el cañonero que acompañó al conquistador Luis Marín en 1524; luego en 1528 vinieron con Diego de Mazariegos otros esclavos negros; así como, entre las licencias a eclesiásticos, está la cédula real del 13 de febrero de 1544, concedida a fray Bartolomé de Las Casas por cuatro esclavos africanos. Después de la “marimba de hoyo” de Jiquipilas que tenía un agujero en la tierra, en 1580 surge la “marimba de tablones”, en donde las teclas se apoyan sobre dos tablones de madera. Más adelante, en 1605 vino la “marimba de fuelle o pedal”. Ahí el ejecutante presiona con el pie un pedal que da tensión al bambú, que permite que las teclas se endurezcan y se escuchen sonidos más fuertes y claros. Esta incomodidad da origen a la marimba individual que, por lo complicado de moverla, se optó por colgarla al cuello con una correa haciéndola transportable, aunque las teclas lastimaran el estómago. Esto dio paso a la “marimba de arco”, donde se le agregaba un arco de bejuco para cargarla y la persona se protegiera la espalda, al utilizar una faja como reboso. Con el siglo XVIII nace la “marimba de parihuela” con más teclas y tecomates; pero se hace pesada y debe ser cargada por dos personas. Aunque los ejecutantes podían moverse, se obligaban a permanecer sentados al tocarla. Para 1860 se adaptan las

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patas, se amplía el teclado a 21 teclas y se afina con la escala diatónica con que Juan Sebastián Bach en 1722 concibió sus 48 obras para “clave bien templado”. A mediados del siglo XIX, el maestro Manuel Bolán le alarga las patas y los marimberos quedan de pie y aumenta la tecladura para ser ejecutada por tres personas, además, es elaborada con cajonería en lugar de calabazos para mejorar la resonancia. Tiempo después, un discípulo de Bolán, Benjamín Roque, le agrega dos hileras de teclas que, por alguna razón, no gustó, pero que dio paso a la idea de la marimba de doble teclado. La marimba moderna se transforma en 1896 en San Bartolomé de los Llanos –Venustiano Carranza-, cuando Mariano Ruperto Moreno -“el chato”- compositor de la pieza regional “El alcarabán”, es inspirado en un piano y dibuja en la pared de su taller una marimba de doble tecladura. Llama la atención a su sobrino, Corazón de Jesús Borráz Moreno y por conocer música, ser ebanista, constructor de marimbas y encargado de la carpintería, la fabrica.

Corazón de Jesús Borráz Moreno, creador de la marimba de doble teclado. 1896.

El maestro Borráz incrementa de siete a doce los sonidos de cada octava, creando la marimba de doble teclado y posibilita la escala cromática que aplicó a su marimba de cinco octavas y media.

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En marzo de 1897, el maestro Borráz junto con sus hermanos Víctor, Angel y Manuel Trinidad Santiago, por primera vez tocan la marimba de doble teclado en el atrio de la iglesia del Señor del Pozo en Venustiano Carranza, quienes fueron observados con admiración por el músico tuxtleco David Gómez Solana y el guatemalteco Antonio Perea. Poco después, David Gómez fabrica en Tuxtla un instrumento de seis octavas y media, y casi 20 años después, en 1916, Ángel Francisco Santiago Borráz, sobrino de Corazón e hijo de Manuel Trinidad, nacido en San Bartolomé en 1896, construye una maVenustiano Carranza -San Bartolomé-, rimba de cuatro octacuna de la marimba moderna. vas y media, conocida como “requinta”, la cual facilita tocar los tonos agudos, para darle equivalencia orquestal. La requinta se estrena en 1916 en el cine Piconi de Comitán y pasados los años enseña el modelo a sus primos, los famosos hermanos Domínguez Borráz de la marimba “Lira de San Cristóbal” de San Cristóbal de Las Casas y al músico Librado de la Torre Borráz de Chiapa de Corzo, quienes la adoptan como propia. Aunque en 1917, el músico potosino Julián Carrillo anuncia que: "…el Sonido 13 sería el principio del fin y el punto de partida de una nueva generación de músicos que vendría a transformarlo todo...”, es hasta el 15 de febrero

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de 1925, cuando en el Teatro Principal de la Ciudad de México se presenta por primera vez una música a base de dieciséisavos de tono y sus compuestos.

Pasan los años y en 1991, Jorge Echeverría Chávez diseña una marimba en cuartos de tono, capaz de producir veinticuatro sonidos en cada octava y Andrés Altamirano Varela la construye y la dona para beneficvio de la cultura marimbística de Chiapas. Corazón de Jesús Borráz Moreno, entre 1914 y 1920, de Venustiano Carranza se va a Tapachula, para luego fallecer en Huixtla, Chiapas, el 5 de mayo de 1960.

Paso Doble Librado de la Torre Borráz compuesto el 16 de julio de 1968 al cumplir 81 años. Compositor: Miguel Lara Vassallo, autor de la partitura del “Himno a Chiapas”.

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Capítulo VI. ¿Por qué Chiapa de Corzo es un pueblo heroico? ¿Por 1863, cuál era el clima político entre liberales y conservadores de Chiapas? El fin del virreinato de Nueva España con la consumación de la Independencia y la federación de Chiapas a México, dió principio en el Estado a una nueva guerra interna, donde, por un lado, estaban los conservadores que, en su mayoría, vivían en San Cristóbal y en las regiones de Los Altos, que comprendían Pichucalco, Ocosingo y Simojovel, y por otro, estaban los liberales que habitaban Tuxtla, Chiapa y las Tierras Bajas, como Coita y Cintalapa; aparte del Soconusco, que estaba en “estado neutral” y que indistintamente fue gobernado por liberales y conservadores de 1824 a 1842. Por 300 años, San Cristóbal había sido sede de los poderes públicos, pero también, ahí estaba la diócesis del obispado de Chiapas que era el centro de la religión católica. Su reducida clase social alta estaba compuesta por burócratas y religiosos, así como de terratenientes, tal vez antes encomenderos españoles. Es decir, hombres que vivían de sus rentas y de impuestos de numerosa población indígena de los alrededores, de modo que después de la consumación de la Independencia,

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estos hombres se consideraron con el derecho de ser los herederos naturales del poder de la corona española y por tanto, deseaban para ellos y la Iglesia, que se mantuvieran los privilegios que tuvieron en la conquista y colonización; y como consecuencia, promovían la continuidad de un gobierno con un régimen centralizado que, no solamente los dejara con los beneficios que venían recibiendo desde siempre, sino que, si era posible, los hiciera eternos en el poder. De manera diferente, en las Tierras Bajas, los habitantes destacaban por su comercio y su agricultura, teniendo como líderes a los propios productores y comerciantes, que deseaban aumentar y mejorar su situación económica con el esfuerzo personal, pero necesitaban más tierras para trabajar y sobre todo, deseaban controlar a más indígenas, aunque, posiblemente, con la intención de seguir explotándolos en su trabajo; sin embargo, bajo el gobierno centralista y conservador de San Cristóbal no sería posible, por lo que optaban por un gobierno liberal. Los conservadores trataban de que la sede de los poderes públicos continuara en el lugar de su creación en 1528 y por tanto, deseaban que siguiera en San Cristóbal de Las Casas, y los liberales, bajo el argumento, tal vez válido en esos días, que para hacer posible la gobernación del Estado no era conveniente conservar en una misma ciudad a los poderes Emblema nacional mexicano. 1863. civiles, políticos y religiosos, deseaban que la capital fuera Tuxtla de Gutiérrez, ya que en San Cristóbal continuaría el Obispado.

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Ante estas posturas políticas, a partir de 1834, en Chiapas hubo una fuerte lucha militar por el poder público que duró 58 años y hasta 1892, notándose la permanencia del grupo fuerte, según el lugar donde se definía que era la sede de la capital del Estado: o San Cristóbal o Tuxtla de Gutiérrez, ya sea conservador o liberal, y ahí es cuando sucede en Chiapa de Corzo la batalla del 21 de ctubre de 1863. En ese enfrentamiento, los liberales eran simpatizantes de la República y del Federalismo con Benito Juárez y los conservadores estaban a favor del imperialismo que encabezaba el nuevo emperador que llegaría de Europa, Maximiliano de Habsburgo.

¿En 1863, quién era el presidente de Guatemala Rafael Carrera? Con apoyo de la Iglesia católica y su Partido Conservador, después de la reincorporación del Soconusco a Chiapas en 1842 y pasados 2 años, en 1844, Rafael Carrera es jefe de Estado de Guatemala que al disolverse la República Federal de Centro-América, el 21 de marzo de 1847, le nombran presidente de la República de Guatemala. Renuncia y vuelve como interino en 1851 al dimitir el presidente liberal. Pasados 3 años, en 1854 Carrera es nombrado presidente vitalicio y gobierna 10 años hasta su muerte por enfermedad el 14 de abril de 1865. Su mandato fue totalitario, que ofreció cierta estabilidad y crecimiento económico a Guatemala al fomentar el cultivo del café y su exportación, pero también, estableció una dictadura donde nadie podía oponerse a sus órdenes y en la que muchos beneficios fueron para la clase social alta guatemalteca.

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En 1853 inicia negociaciones diplomáticas sobre los límites territoriales con México que, aunque en ocasiones fueron suspendidas, se avanzaron. Se recrudecen en 1861, cuando el presidente liberal Benito Juárez expulsa del país al rico embajador de Guatemala, Felipe Neri del Barrio, por su ingerencia ante el Partido Conservador mexicano durante la Guerra de Reforma. Más adelante, el presidente Carrera deGeneral conservador signa a Neri embajador Rafael Carrera. plenipotenciario ante InPresidente de Guatemala. glaterra, Francia y España, 1844-1865. a lo mejor, para ayudar en el establecimiento de un gobierno conservador en México y a la vez, aprovecha la lucha interna entre liberales y conservadores de Chiapas, para asistir con armas, hombres y dinero, a centroamericanos y chiapanecos para que combatieran por esa ideología, posiblemente esperando que de la confusión, Guatemala pudiera lograr alguna ventaja. Viene la Intervención Francesa a México en 1862 y 1863, y para octubre de 1863, Felipe Neri es ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, de modo que con su auxilio, en los valles de Comitán, San Bartolomé y San Cristóbal se destacan como líderes el general Juan Ortega y en Tapachula, el prefecto José María Chacón. Carrera ayuda a desestabilizar tanto a los liberales chiapanecos que los simpatizantes del Imperio de Maximi-

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liano llegan a tener el control del Soconusco y de poblaciones importantes como San Cristóbal, Pichucalco y Comitán, hasta que los republicanos de Juárez detienen su avance al derrotarlos y ganar la República la batalla del 21 de octubre de 1863 en Chiapa de Corzo, y luego el 1 de abril de 1863 en Tapachula, con el general Sebastián Escobar.

¿Por qué era posible para Guatemala dar armas y dinero a revolucionarios conservadores chiapanecos? Chiapas se anexa a México en 1824 y formalmente el Soconusco a Chiapas en 1842, pero tuvieron que pasar otros 60 años para que la Ley Bancaria del 19 de junio de 1909, obligara a bancos privados mexicanos hacer circular en Chiapas solo el peso, no permitiéndoles emitir billetes ni monedas, y sólo así, Chiapas y Soconusco se integran financieramente a México. Mientras esto ocurría, en los 85 años que pasaron desde 1824 a 1909, la moneda más importante en circulación en el Estado fue la guatemalteca conocida como “el cachuco”, de modo que no sólo los de Guatemala, sino también los chiapanecos, compraron bienes y pagaron salarios con una moneda hecha de níquel y papel emitida por bancos de Guatemala que carecían de respaldo en oro y plata. De esta manera, era fácil para los gobiernos guatemaltecos pagar salarios a combatientes centroamericanos y revolucionarios chiapanecos, usando dinero con solo echar andar la máquina de billetes y monedas guatemaltecas.

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La llegada en 1855 de gobiernos liberales a Chiapas, da entrada a guerras internas frente a conservadores. Al emitirse el 1 de marzo de 1854 el Plan de Ayutla, que buscaba dar fin a la dictadura del presidente mexicano Antonio López de Santa Anna, el prefecto de Chiapa, Ángel Albino Corzo, se adhiere al Plan y presiona al gobernador Fernando Nicolás Maldonado para que hiciera lo mismo, sin embargo, prefiere renunciar. Gobernador y comandante en Al asumir la presidencia de línea del Estado, Gral. Ángel Albino Corzo. México Benito Juárez, el 20 de octubre de 1855 asume la gubernatura provisional, el liberal Ángel Albino Corzo. Con su llegada, en la zona de Los Lagos de Montebello nace la insurrección de Juan Ortega, quien originalmente no tenía ninguna ideología política clara que defender, más que estar resentido porque el 6 de noviembre de 1855, había sido removido de su cargo de administrador de la aduana de Zapaluta –La Trinitariay sustituido por Nicolás Ruíz. Así, Ortega escoge los valles de Comitán como centro de operaciones militares, porque tenía la facilidad que cuando sentía desventaja en los combates, cruzaba la frontera y era protegido por el gobierno guatemalteco, donde José María Chacón como revolucionario y expresidente de Tapachula, hacía lo mismo.

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Bajo esta situación, de 1855 en adelante se inician en el Estado una serie de combates y enfrentamientos que perduran por nueve años, hasta 1864. El mismo 6 de noviembre de 1856 que es removido Ortega, el prefecto José María Chacón pretende separar al Soconusco de Chiapas para convertirlo en estado de la República Mexicana; pero al llegar a Tapachula y combatirlo el gobierno del general Corzo, huye a Guatemala. Por ello, para el año siguiente de 1857, el gobierno mexicano de Santa Anna pide a ese país que detenga a los guatemaltecos que llegaban a Tapachula y fomentaban una supuesta rebelión civil, sin embargo, el gobierno guatemalteco de Rafael Carrera es tajante en hacer ver que no reconoce que el Soconusco sea territorio mexicano. Pasan tres años y después que desde 1855 Juan Ortega se había refugiado en Guatemala, al saber del triunfo que en México había tenido el gobierno conservador del presidente Zuluaga, regresa y el 2 de enero de 1858, en el palacio municipal de San Cristóbal desconoce a los gobiernos liberales de Benito Juárez y de Ángel Albino Corzo. Al suceder esto, Ortega nuevamente es combatido por el gobierno de Corzo y huye a Guatemala. Al mismo tiempo y como estrategia, José María Chacón trataba de entrar por Cintalapa y atacar a Tuxtla, pero el 31 de marzo de 1858 es detenido en Juchitán, Oaxaca, al pretender desembarcar armas de Guatemala. Un año después, el 20 de enero de 1859, ayudado por centroamericanos, Juan Ortega ataca Comitán y luego Venustiano Carranza; pero al ser derrotado huye a Guatemala. Lo mismo sucede con Chacón en Tapachula, cuando el 14 de abril de 1859, después de leve batalla de resistencia, pierde y se refugia en Guatemala.

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La aplicación de las leyes de Reforma y la tensa relación con los curas crea descontento en la sociedad de San Cristóbal y Comitán, que Juan Ortega aprovecha y el 22 de septiembre de 1859, acompañado de José María Chacón y algunos centroamericanos llega de nuevo a Comitán con más de 150 hombres. El general José Pantaleón Domínguez defiende la plaza y los hombres de Ortega Gobernador y general José Pantaleón Domínguez. saquean los comercios cer1864-1877 canos a las trincheras, y después de 48 horas de batalla, los liberales dejan ir a los orteguistas, y así, los insurrectos toman rumbo a Guatemala, dejando en el campo a once muertos. El gobernador Corzo sigue empeñado en aplicar las leyes de Reforma y ante la oposición del obispo de San Cristóbal, monseñor Carlos María de la Colina y Rubio, el 19 de octubre lo destierra a Guatemala. Tres meses después, para el 25 de octubre de 1859, las fuerzas de Pantaleón Domínguez e invadiendo Guatemala, alcanzan al grupo de orteguistas en terrenos entre la hacienda de Juncaná, en México, y la finca de Chaculá de Guatemala. Le hacen ocho muertos y dos prisioneros; pero Ortega escapa por tres años.

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Con la Intervención Francesa, Juan Ortega reaparece y desconoce a los gobiernos de la República. La difícil relación diplomática entre México y Guatemala, y el saber que los franceses habían intentado conquistar a México en 1862 y que en 1863 estaban iniciando su segunda intervención, Juan Ortega reaparece el 5 de abril de 1863 en las cumbres de Yalmutz, por Las Margaritas y cerca de la frontera de Guatemala. Ahí pronuncia un discurso que llama Plan de Yalmutz. En él desconoce la Constitución mexicana de 1857 y la local de 1858, rechaza toda ley que estuviese en contra de la Iglesia católica, y aprovecha para restituir al obispo de Chiapas. También publica un manifiesto y se designa como “general en jefe de las Fuerzas Salvadoras de Chiapas” y con el pretexto de evitar las leyes de Reforma, Ortega se define como antirreformista, simpatizando con el nuevo Imperio mexicano. El ahora general Ortega llega a San Cristóbal el 6 de mayo, pero en el cerro de la Almolonga se enferma y sede el mando al cura Víctor Antonio Chanona que se había acercado con sancristobalenses. El 7 de mayo avanzan a la Plaza Catedral de San Cristóbal. Central y se encuentran con guardias fortificados en la casa del Ayuntamiento. Después de cuatro horas, Chanona incendia los edificios y logra que se rindan los liberales.

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Cuando llega la noticia que al mando del general Corzo se acercaba una columna con más de 200 soldados, los orteguistas huyen a Teopisca, luego a San Bartolomé y después de un día, avanzan a Comitán. Lo toman el 14 de mayo, pero a las 10 de la noche del día 15 llega de Teopisca, Isidoro Castellanos, con un ejército de 200 hombres que el general Corzo había enviado de San Cristóbal. Después de leve enfrentamiento, Ortega huye. En Pichucalco caminan simpatizantes del Imperio de Maximiliano. Mientras esto sucedía en el centro, los imperialistas avanzan en Pichucalco con los hermanos Benigno y Francisco Pardo, y Pomposo Costa, por lo que los liberales acuerdan combatirlos por dos frentes. Unos saldrían de Villahermosa al mando de Eusebio Castillo y otros de Tuxtla con José Manuel Gamboa, pero gracias a los pichucalqueños, como Pedro José Hernández, Gregorio Contreras y Clemente Ruíz, el 27 de mayo de 1863 se logra dispersar a imperialistas, dejando protegida a las autoridades republicanas. Los imperialistas al mando del cura Víctor Antonio Chanona, toman por segunda ocasión a San Cristóbal. El 14 de agosto de 1863, Víctor Antonio Chanona con 80 hombres regresa a las 8 de la mañana al cerro de San Cristóbal y convoca a los miembros del Ayuntamiento y a simpatizantes de su movimiento, quienes protestan obediencia al gobierno imperial y reconocen como general en jefe a Juan Ortega. Ese mismo día 14 a mediodía, Chanona pide rendición de plaza al jefe político Nicolás Ruíz y al coro-

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nel Miguel Balcázar, que estaban en los techos de la catedral de San Cristóbal y de la iglesia de San Nicolás. Al no rendirse, a las cuatro de la tarde inicia el ataque y unos 125 imperialistas se acercan. Después de cinco horas y al no avanzar, como a las 9 de la noche incendian el Palacio de Gobierno donde se ubicaban los poderes del Estado. La batalla continúa hasta el otro día, donde los republicanos salen desarmados por la calle de San Nicolás. De acuerdo a las facultades de su propio Plan de Yalmutz, en San Cristóbal el general Ortega escoge a personas distinguidas y nombra una Junta de Notables que emite un decreto el 27 de agosto de 1863, donde se reestructura la admiIncendio en el Palacio de Gobierno. nistración pública y se conceden nombramientos al nuevo gobierno. Se forma un Consejo de Gobierno. Se designa al secretario general del Despacho, así como a magistrados del Tribunal Superior de Justicia y a los jefes del Cuerpo Militar, quedando pendiente el nombramiento del prefecto superior político del Departamento de Chiapas. El doctor y fraile Víctor Antonio Chanona que dirigía las tropas de Ortega, ocupa el cargo de presidente del Consejo de Gobierno y otros miembros del clero, son designados vocales y suplentes.

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El 29 de agosto de 1863, los simpatizantes del Imperio toman Tapachula. En Tapachula las fuerzas simpatizantes con el Imperio de Maximiliano al mando de José María Chacón cobran fuerza, por lo que los primeros días de agosto de 1863, el ahora goTapachula antiguo. bernador interino José Gabriel Esquinca envía al comandante Adolfo Faugier para que garantice la plaza con el sistema republicano y federal; sin embargo, a pocos días de llegar, el 29 de agosto, Faugier se pronuncia a favor de Maximiliano. Los imperialistas tienen el control de casi el Estado, menos de Chiapa y Tuxtla. Estando el Soconusco a favor de imperialistas, a partir de la rendición de San Cristóbal, otras ciudades hacen lo mismo. Durante los quince días del 15 de agosto al 3 de septiembre de 1863, ellos tienen el control de Comitán, Ocosingo, Palenque, Chilón, Simojovel, Tapachula y Pichucalco, pero faltaban Chiapa y Tuxtla de Gutiérrez, que seguían leales a La Republica. Los ayuntamientos de Tuxtla y Chiapa deciden enviar emisarios a Ortega, proponiendo como nuevo jefe militar de plaza y comandante de línea del Estado, al teniente coronel Julián Grajales, y como gobernador interino a Clemente Francisco Robles, quien era simpatizante imperialista; pero, aunque se desconocen los motivos, no se ponen de acuerdo, aunque se supone que al

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ver el general Ortega que no aparecía su nombre como gobernador, no acepta las resoluciones. Ortega envía nuevos comisionados a Chiapa y el Ayuntamiento se había reunido otra vez con el comandante en jefe Salvador Urbina, Julián Grajales, Juan Clímaco Moreno, Francisco Molina, Eustaquio Coutiño, José Antonio Urbina, Jesús Ruíz, Cenobio Aguilar y habían levantado un acta donde: “Las autoridades, vecindario y guarnición de la ciudad de Chiapa, reconocen el orden legal en toda su plenitud; en consecuencia, protestan sosTeniente coronel Julián Grajales. tenerlo con las armas en la mano y seguir haciendo la defensa de la autonomía e independencia nacional.” Los comisionados de Ortega regresan a San Cristóbal el 12 de septiembre con la disposición de “…defender el sistema constitucional…defender a la República.”

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Capítulo VII. La batalla del 21 de octubre de 1863, en Chiapa de Corzo. Para el 27 de septiembre se designa al coronel Salvador Urbina como jefe de la defensa de Chiapa. En Chiapa y Tuxtla se enteran que serían atacados por San Cristóbal, de modo que sus autoridades nombran como jefe para defensa de Chiapa al coronel coiteco Salvador Urbina. De inmediato, designa como “fuertes militares” a las iglesias de San Gregorio, El Calvario y San Sebastián, y ese mismo día 27 de septiembre, izan sus banderas. Más tarde, nombra como teCoronel Salvador Urbina. nientes coroneles a Julián Grajales, Cenobio Aguilar y Juan Yoe que no era militar, Isidoro Castellanos, José Segundo Serrano y Manuel Ruíz Corzo.

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De este modo, la tropa estaba compuesta por 60 tuxtlecos al mando de José Segúndo Serrano, 80 acaltecos dirigidos por Manuel Ruíz y 300 chiapacorceños; así como de mujeres que se distinguieron pasando agua y tiros a los soldados, Las mujeres, listas para la batalla. como Bartola, Juana y Severa Molina, y Nepomucena Velásquez. El ejército tenía entre 400 y 450 personas que, en mayoría, eran voluntarias, pero dirigidas por militares. La batalla del 21 de octubre de 1863 detiene la intervención guatemalteca y se marca en Chiapas el triunfo de la República frente al Imperio. Para el 4 de octubre de 1863, en el salón del gobierno imperial en San Cristóbal, se nombra como prefecto superior político del Departamento de Chiapas al general Juan Ortega, quedando reconocida como capital, la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Quince días después, el 17 de octubre, el ejército al mando del prefecto y general Ortega sale de San Cristóbal rumbo a Chiapa con unos 1,300 hombres, que incluyen a indígenas. Pasa por Zinacantán, El Burrero e Ixtapa para llegar a la finca La Comunidad el día 20, donde envía un ultimátum al coronel Urbina, quien lo recibe y lee, pero no ofrece respuesta.

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A las 5 de la tarde del 20 de octubre, Ortega inicia el ataque. Llegan a Chiapa y avanzan por los costados, y como a las 7 de la noche atacan a los fuertes de las iglesias de El Calvario y San Sebastián. Sin lograr ventaja, de El Calvario se retiran pronto, pero en San Sebastián la batalla dura casi toda la noche. Al amanecer del día 21, El Calvario es atacado de nuevo, luego San Gregorio y al final San Sebastián. El combate se carga sobre San Gregorio; aunque parte de los hombres del general Ortega avanzan por la playa del río Grijalva al barrio de San Miguel y otros por el camino de San Gabriel, para entrar por las sementaras que cubren una extensa área hasta el río Chiquito. El combate más reñido fue en una calle del barrio de San Miguel, donde mueren muchos imperialistas. Para huir, otro número no determinado de soldados se avientan al río y ahí se encuentran catorce cadáveres flotando. RechaEl combate fue de coraje y decisión. zada la fuerza en San Miguel, los republicanos acuden a apoyar a los soldados de San Gabriel, donde también los imperialistas son abatidos. El combate dura siete horas y a las 12 del día llega a su fin. Los orteguistas huyen por todos lados y el coronel Urbina ordena descansar a sus militares. Estos actos y otros desorientan al general Ortega, quien decide retirar su tropa, dándose por vencido y perdiendo su

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artillería, fusiles, cajas de parque y cerca de 100 bajas de soldados, entre muertos y heridos. La intranquilidad perdura y el 11 de noviembre, Acala es incendiada y saqueada por orteguistas al mando de José Vicente Chambó. Salen del pueblo y pierden una batalla frente a los acaleños en La Angostura; muchos orteguistas desean retirarse y regresar a San Cristóbal. Lo mismo desean los imperialistas de Palenque con Mariano Culebro, quienes en esos días de noviembre de 1863, el liberal tabasqueño Federico Álvarez al frente de 100 hombres los derrota y junto con el subprefecto Manuel Cano, quedan presos. El 2 de enero de 1864, las fuerzas republicanas del general Porfirio Díaz de Oaxaca llegan a Chiapas. Pasados dos meses de la batalla de Chiapa, el gobernador Esquinca no había podido derrotar al imperialismo, de modo que al mando del general Cristóbal Salinas, el general Porfirio Díaz envía de Oaxaca un batallón de 800 guardias nacionales del Ejército de Oriente, Combatientes. que salen el 12 de diciembre de 1863 y llegan el 2 de enero de 1864. Salinas acuerda con el gobernador Esquinca que al día siguiente se tendría un ataque simultáneo en Ixtapa y en Chiapilla, y así, el 3 de enero a las 6 de la tar-

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de sale el general Pantaleón Domínguez con 500 hombres a Chiapilla y el general Salinas con 600 a Ixtapa. Comienza el ataque en Ixtapa y después de una hora, los imperialistas se dan cuenta que estaban rodeados y que no podrían ir a San Cristóbal; entonces deciden abandonar las trincheras y salir rumbo a Soyaló, donde son perseguidos y derrotados. Al general Pantaleón Domínguez no le fue bien en Chiapilla. Confiado en vencer, con 50 hombres se adelanta a su tropa y es atacado por imperialistas. Lo hieren de cierta gravedad y pierden la vida dos capitanes. Esto lo hace retroceder a su batallón. Al enterarse el general Salinas regresa a Chiapa y reorganiza su tropa para ir en contra de Ortega a San Cristóbal. El 8 de enero, Cristóbal Salinas sale con sus tenientes coroneles Miguel Utrilla y Julián Grajales, y para el día 11 se posesiona del cerro de San Cristóbal, donde organiza su combate. Juan Ortega y su tropa huyen de San Cristóbal a Jonuta, Tabasco. Del 11 al 22 de enero de 1864 se sitia San Cristóbal. En esos once días hay fuertes combates en el ex convento de Santo Domingo y en la iglesia del Cerrillo que estaban en manos de imperialistas. Burlando a los republicanos, y desvandados en fuga, la noche del 22 en dos grupos abandonan y salen por el barrio Mexicanos: uno de tabasqueños al mando de Pucurull y, otro de chiapanecos y guatemaltecos con Ortega. Los tabasqueños salen a Chenalho y Simojovel, y Ortega va a Pantelhó, Chilón y Catazajá buscando a Eduardo González Arévalo de Jonuta, Tabasco.

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El 24 de enero de 1864 se termina el imperialismo en el centro de Chiapas. Al haberse terminado con el imperialismo en Chiapas, el general Salinas emite el 24 de enero un indulto a desertores y a los que se oponían al gobierno. Así también, el 1 de febrero se expide un decreto donde se traslada formalmente la capital del Estado a Tuxtla de Gutiérrez y se comienzan a designar los nombramientos, de modo que el 4º Congreso Constitucional tuvo lugar en octubre de 1864. Para el 9 de marzo de 1864, el general Salinas con sus guardias nacionales sale de Tuxtla y regresa a Oaxaca, donde llega el 12 de abril de 1864. El 14 de abril de 1864, Juan Ortega se rinde en Jonuta, Tabasco. Después de impuesto el orden en San Cristóbal, en abril de 1864, el gobernador José Gabriel Esquinca ordena a Miguel Utrilla que persiga a Ortega a Jonuta, Tabasco. Al llegar, Utrilla pide apoyo al general republicano tabasqueño Francisco Álvarez y sitian la plaza de Ortega, donde el 14 de abril lo atacan hasta su rendición, sin conseguir capturar, ni a él, ni a Chanona, ni a Vicente Chambó. De Juan Ortega se sabe que falleció de edad avanzada en Guatemala y del padre Víctor Chanona se supo que fue fusilado en Honduras por el general Longinos Sánchez, por meterse en una revuelta. Chambó se pasó al bando de los republicanos y peleó tratando de tomar la plaza de la ciudad de Campeche.

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Capítulo VIII. En 1864 llega a México el emperador Maximiliano y en 1867, triunfa Juárez. En junio de 1864 llega el emperador Maximiliano a México. Maximiliano de Austria de 32 años de edad y su esposa Carlota, llegan a la Ciudad de México el 12 de junio de 1864 e inicia el Segundo Imperio mexicano.

Maximiliano de Habsburgo era gobernador del reino Lombardo-Véneto en Italia y descansaba en su castillo en Puerto de Trieste, cuando el 3 de octubre de 1863 llega al Castillo de Miramar, la delegación mexicana encabezada por el diplomático José María Gutiérrez

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de Estrada, seguido de Juan Nepomuseno Almonte, hijo del insurgente José María Morelos, el general Miguel Miramón, el doctor José Pablo Martínez del Río, Antonio Escandón, Tomás Murphy, Adrián Woll, Ignacio Aguilar y Marocho, Joaquín Velázquez de León, Francisco Javier Miranda, José Manuel Hidalgo y Ángel Iglesias como secretario; políticos conservadores de la Junta de Notables de la Ciudad de México que le ofrecieron el gobierno mexicano. Convencido que el pueblo apoyaba la creación del Imperio, Maximiliano renuncia a la Corona de Austria y firma con Napoleón III de Francia los tratados donde mantendría seis años a las tropas francesas y que México pagaría $70 millones por gastos de guerra, y recibiría un préstamo de más de $76 millones. Con gobiernos paralelos Maximiliano y Juárez, en Chiapas se designa a José Pantaleón Domínguez como gobernador. Maximiliano comienza su Imperio sabiendo que en paralelo existía el gobierno republicano en el exilio de Benito Juárez, de modo que seis meses después de tomar posesión como emperador, el 12 de diciembre de 1864, el representante en Oaxaca del gobierno del presidente Juárez, Porfirio Díaz, como jefe del Cuartel General de la Línea de Oriente, envía a Chiapas a su amigo al coronel Francisco Loaeza, con la intención de nombrarlo gobernador interino y comandante militar del Estado, pero por recomendación del mismo Loaeza, se designa como provisional al general José Pantaléon Domínguez, quien el general Díaz había conocido en el Sitio de Puebla, en tiempos de la Intervención Francesa. Ese 12 de diciembre se destituye como gobernador interino de Chiapas al coronel e ingeniero José Gabriel Esquinca y al general Ángel Albino Corzo como gobernador constitucional con licencia.

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El 1 de abril de 1865, el republicano Sebastián Escobar triunfa en Tapachula contra el Imperio. Poco más de un año después que el centro del Estado había triunfado ante el imperialismo, en el Soconusco, el general republicano y jefe político Sebastián Escobar, teniendo el control de la plaza de Tapachula, el 3 de abril de 1865 vence al Imperio al fusilar a los militares de Tuxtla Chico, Adolfo Faugier y a Vernardino Santeliz que, después de haberse General Sebastián Escobar. retirado de Tapachula en octubre de 1863, más de un año después regresan de Comitán con 57 hombres y el 1 de abril de 1865 pretenden apoderarse de la región para establecer su cuartel general; pero son derrotados. El 19 de junio de 1867, Maximiliano es fusilado y, Juárez restaura la República y el federalismo. Dos meses después del triunfo en Tapachula, el 19 de junio de 1867, el emperador Maximiliano muere fusilado en el cerro de las Campanas en Querétaro, y Benito Juárez es reelecto presidente de la República, restaurando el federalismo y dándole vigencia a las le-

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yes de Reforma, lo que fortalece a la autoridad presidencial. En Chiapas se reestablece el orden constitucional y el general José Pantaleón Domínguez es electo gobernador en dos ocasiones y hasta 1875. Después de tres años de reelecto Juárez como presidente de la República, a los 64 años, el 17 de octubre de 1870 presenta un cuadro grave cerebral de “parálisis del gran simpático”. Ese mismo año, Porfirio Díaz inicia una rebelión por la nueva reelección de Juárez, quien, aún con intervalos e interinatos, fue presidente de la República durante unos catorce años.

Se restaura la República.

Benito Juárez fallece a los 65 años de edad, el 18 de julio de 1872 en la Ciudad de México, víctima de un infarto al miocardio y, por ser presidente de la Suprema Corte de Justicia, sube a la presidencia interina Sebastián Lerdo de Tejada y el 1 de diciembre de 1872, toma posesión como presidente constitucional.

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Capítulo IX. Se rinde honor a nuestro pasado. Se llama Chiapa de Corzo desde 1881.

Ángel Albino Corzo Castillejos. Benemérito del estado de Chiapas.

Chiapa ha tenido varias distinciones. El 1 de marzo de 1528, Chiapan es conquistada por los españoles y se convierte en la villa Real, pero se conoce como Chiapa de los indios. En 1552 se llama Chiapa de la Real Corona y en 1558 comienza su transformación con el fraile Pedro de Barrientos para ser Chiapa. El 7 de junio de 1833, el gobernador Joaquín Miguel Gutiérrez la eleva a la categoría de villa; luego el 27 de marzo de 1851, el gobernador Fernando Nicolás Maldonado le da rango de ciudad y; el 19 de diciembre de 1881, el gobernador Miguel Utrilla le agrega el apellido de Ángel

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Albino Corzo a la ciudad de Chiapa, llamándose Chiapa de Corzo. Ángel Albino Corzo Castillejos, fue en el Sureste el gobernante más convencido de aplicar las leyes de Reforma de Juárez, buscando la separación de la Iglesia y el Estado. Aplica la nacionalización de los bienes de la Iglesia y la Constitución de 1857, con las cuales se pretendía acabar con lo que a los políticos liberales les parecía el mayor obstáculo para el desarrollo económico de México, que era la concentración de la riqueza de propiedades en manos de la Iglesia. Con estas leyes, se atacaba al terrateniente más poderoso del país que era la Iglesia, y se trataba de sacar del atraso y aislamiento a indígenas, al separarlos del “cruel yugo de la comunidad”, según la ideología liberal de ese tiempo. Ilustre masón nacido en Chiapa en 1816. Hijo de personas de clase acomodada: Francisco Corzo y María del Carmen Castillejos. En 1856, defiende con armas las pretensiones de Tabasco de expandirse a Palenque, Chilón, Simojovel y Pichucalco, y el 21 de marzo de 1857, entra a Tapachula a combatir al presidente municipal José María Chacón, y no permite la separación del Soconusco de la provincia de las Chiapas. Prefecto de la villa de Chiapa en 1846; Tesorero del Estado en 1847; diputado local en 1849-1851; el 25 de septiembre de 1855 proclama el “Plan de Ayutla” contra Santa Ana; gobernador provisional del 20 de octubre de 1855 y 1856; gobernador constitucional designado por H. Congreso del Estado de 1857 al 30 de noviembre de 1861; el 15 de febrero de 1857 el H. Congreso del Estado expide la segunda Constitución Política de Chiapas y se jura el 18 de febrero; el 30 de septiembre de 1858, es jefe de la División Restauradora del Orden Constitucional de Tabasco; en 1859 promulga las leyes de Reforma y jura la Constitución de 1857; el 12 de octubre de 1861, el

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H. Congreso del Estado lo declara: “Benemérito del Estado de Chiapas”. De nuevo es designado gobernador constitucional a partir del 1 de diciembre de 1861 y comandante militar de línea del Estado, aunque por enfermedad, el 17 de junio de 1861 pide licencia indefinida y regresa al gobierno en dos ocasiones más. En tiempos del gobierno paralelo del Imperio de Maximiliano y del republicano Benito Juárez, el 12 de diciembre de 1864, el general Porfirio Díaz, como jefe del Ejército de Oriente, destituye como interino al coronel José Gabriel Esquinca y al general Ángel Albino Corzo de gobernador constitucional con licencia y comandante militar de línea. Tiene enfrentamientos personales con el gobernador José Pantaleón Domínguez, pero el 4 de septiembre de 1866 que ocurre el golpe de Estado al gobernador Domínguez aparece en público. El 12 de agosto de 1875 muere en Chiapa a los 59 años de edad y en ese entonces, sus restos son depositados en la finca de Nucatilí del municipio de Chiapa. Como muchos chiapacorceños, dos jóvenes sobresalen. En 1926 había en Chiapa de Corzo dos jóvenes hijos de Eloísa Grajales Ochoa y Librado de la Torre Borráz, quien al estar dedicado al oficio de marimbero tenía un conjunto musical que se llamaba “Hermanos de la Torre”. En él tocaban Librado y Abelardo, que habían estudiado la primaria en la escuela federal Emilio Carranza de Chiapa de Corzo y que siendo adolescentes, deciden salir del pueblo a buscar trabajo.

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El 26 de junio de 1926, la marimba de los “Hermanos de la Torre”.

Al centro, el maestro Librado de la Torre Borráz. En la batería, Librado y a la izquierda en el requinto, Abelardo.

Uno de ellos, Librado de la Torre Grajales, quien a los 15 años tocaba la batería del conjunto, ingresa al gobierno del Estado y se traslada a Venustiano Carranza a la Recaudación de Rentas. Años después, en 1935, a los 24 años, es regidor del Ayuntamiento y al desconocer el gobierno como presidente municipal a José Noriega, asume el interinato. En 1948, a los 37 años es diputado local y presidente de la H. Cámara de Diputados en el gobierno del general Francisco J. Grajales. Más adelante, en 1952, a los 41 años llega a vivir a Tapachula donde, por casi 30 años es jefe de la Oficina Federal de la Secretaría de Hacienda –SAT- con funciones de recaudar impuestos en el Soconusco, desde Mapastepec hasta Ciudad Hidalgo y Motozintla. Así también, por más de 10 años, fue el primero y único presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales de Ciudad Hidalgo, Chiapas, de la Secretaría del Patrimonio Nacional, hasta su muerte a los 66 años de edad, en Tuxtla Gutiérrez el 7 de noviembre de 1977.

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Por haber ocupado cargos públicos durante 30 años y su influencia política en la región, así como por las obras federales de rastros, agua potable o calles pavimentadas en Ciudad Hidalgo, Tapachula, Unión Juárez, Cacahoatán, aprovechando las relaciones de su hermano Abelardo como subsecretario del Patrimonio Nacional, muchos se expresan de él, como si hubiese sido “el jefe político de Tapachula”, en similitud a la autoridad que existió a fines del siglo XIX. Al fallecer, hubo misa en la catedral de San Marcos en Tuxtla y fue enterrado en su finca Santa Eloísa en Venustiano Carranza. Tal vez como reconocimiento público a sus apoyos políticos y económicos a los pueblos de Venustiano Carranza y Villa Las Rosas, al pasar la carroza por este último pueblo, los niños de las escuelas salieron e hicieron vallas portando uniformes de gala y moviendo flores con las manos, dándole la despedida. Hubo aplausos y tristeza.

El presidente Gustavo Díaz Ordaz y Librado de la Torre Grajales, inaugurando obras de calles pavimentadas en Tapachula. 1970.

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Abelardo, el más joven, en 1926 era el requinto de la marimba y tenía 13 años. A los 16, en 1929 ingresa como celador de aduanas a la Secretaría de Hacienda federal y se traslada a Tuxpan, Veracruz. Ahí se inicia Abelardo de la Torre Grajales, quien forma parte de los políticos y líderes sindicales más importantes del México del siglo XX, siendo el dirigente moral del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Secretaría de Hacienda desde 1938 hasta su muerte en 1976, después de casi 40 años. Cuando el 17 de marzo de 1938 se crea la Unión de Empleados y Obreros de la Secretaría de Hacienda federal, a los 25 años, Abelardo es líder local del nuevo sindicato; después se traslada a la Ciudad de México, donde es presidente de la Junta de Vigilancia y enseguida, líder nacional de los trabajadores del Sindicato de Hacienda. Para 1952, es diputado federal por Chiapas y miembro de la Junta Directiva de la Dirección de Pensiones Civiles que otorgaba los beneficios de seguridad social a la burocracia nacional. Ahí influye para que, por primera vez, se construyan 984 departamentos para empleados de gobierno en la Ciudad de México y así, en septiembre de 1952 se inauguran “los multifamiliares Juárez de la colonia Roma”. Su amistad con el tuxpeño Enrique Rodríguez Cano, secretario particular del presidente Ruíz Cortines lo hace llegar a él, y como líder de la burocracia nacional –FSTSE-, de 1956 a 1958 consigue que, por vez primera, se conceda en diciembre de 1958 el pago de aguinaldo a trabajadores; que se instale en la Secretaría de Salubridad, la primera farmacia de descuento para empleados y en los llanos cercanos al aeropuerto, se construya la primera colonia unifamiliar para la buro-

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cracia, conocida como “Jardín Balbuena” de la Delegación Venustiano Carranza de la Ciudad de México. Para 1958 es electo senador de la República por Chiapas, distinguiéndose como presidente de la Junta Parlamentaria México-Estados Unidos; secretario de la Gran Comisión del Senado; además de vicepresidente y presidente de la Cámara de Senadores. En 1963 ocupa la Secretaría de Organización del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y en 1964, es designado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, oficial mayor y subsecretario de la Secretaría del Patrimonio Nacional, para luego ser jefe de los Servicios Generales del Seguro Social en 1971.

En su honor y suspendiendo labores en todo México, el 4 de diciembre es “Día del Trabajador de Hacienda”, por haber nacido Abelardo de la Torre en Chiapa de Corzo el 4 de diciembre de 1913.

Abelardo de la Torre Grajales. 1913-1976

En plenitud de su edad y carrera política, en campaña política como candidato del PRI para ser de

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nuevo senador de la República, fallece a los 63 años de edad en la Ciudad de México, el 22 de abril de 1976. Se le mencionó varias veces como posible candidato del PRI al gobierno de Chiapas, pero nunca logró tal designación. Desde su construcción con el gobernador Efraín Aranda Osorio el 16 de octubre de 1956, por tener el Reloj de la Plaza Central de Chiapa una torre pequeña no funcionaba, por lo que 13 años después, en 1969, siendo subsecretario del Patrimonio Nacional, Abelardo instruye a la Junta Federal de Mejoras Materiales de Tapachula la reconstrución y remodelación del Parque Central y Los Portales de Chiapa de Corzo, unificando, por primera vez, los colores en blanco. Político y líder. Amable y servicial. Se recuerda con nostalgia como en las aduanas del país siempre habían trabajadores chiapanecos. Su liderazgo fue real y su funeral en la Ciudad de México impresionante. Se susEntre discursos y aplausos se da la pendieron labores en despedida. las oficinas de la Secretaría de Hacienda en Palacio Nacional y se concentraron los líderes sindicales de aduanas y oficinas federales –SAT- de la República. Sus restos fueron velados en el auditorio del Sindicato de Hacienda en Tlatelolco. Su carroza detuvo el tráfico de la Ciudad de México y recorrió el Paseo de la Reforma hasta el panteón Jardín en San Angel, acompañado de un escuadrón de motociclistas del cuerpo de Tránsito.

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Como reconocimiento, su estatua está en la sede del Sindicato de Hacienda en la Ciudad de México, los edificios sindicales de Aduanas como el de Monterrey, Ciudad Juárez y Tijuana llevan su nombre; así como la escuela primaria de Soyaló y la secundaria de la colonia América Libre en Chiapa de Corzo, o calles como las de Metepec, Tampico, Oaxaca, Toluca, Tijuana, Ciudad Juárez, o colonias habitacionales, como la de Matamoros en Tamaulipas y Culiacán en Sinaloa. Diez años después de su fallecimiento, en 1986, por Asamblea del Sindicato Nacional de Trabajadores de Hacienda, solicitan a la Secretaría de Hacienda en el gobierno federal, que se festeje el “Día del Trabajador de Hacienda” y así, cada año, se suspenden labores el 4 de diciembre y, muchos, tal vez, sin saber que es en honor a Abelardo de la Torre Grajales, por haber nacido en Chiapa de Corzo, Chiapas, el 4 de diciembre de 1913. Al festejar sus 100 años de nacimiento, el 4 de diciembre de 2013, en su honor, el gobierno del Estado de Chiapas y el H. Ayuntamiento de Chiapa de Corzo, develan un busto en el Parque Central de su pueblo: Chiapa de Corzo. Muchos se distinguen tocando la marimba. Muchos se han distinguido ejecutando la marimba, como Abel, Francisco y Ernesto Domínguez Borráz con “La Lira de San Cristóbal” en San Cristóbal de Las Casas; Manuel Vleeschower Borráz en Venustiano Carranza, Alberto Peña Ríos

Manuel Vleeschover Borráz. El mejor solista de marimba a sus 80 años. 1990.

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en Tonalá, Alfonso “El chato Vidal” Grajales en Tapachula, los Hermanos Aquino y Zeferino Nandayapa en Chiapa de Corzo. Sin embargo, por su preparación académica musical y la difusión cultural que le dio a la marimba en el mundo, dándole renombre a Chiapas, se distingue Zeferino Nandayapa Ralda. Aunque se le consideró nacido en Chiapa de Corzo el 26 de agosto de 1931, fue en Copainalá, y fallece en la Ciudad de México el 28 de diciembre de 2010. Compositor e intérprete de marimba. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música y tocó su instrumento en la Orquesta Sinfónica Nacional de México. Ejecutante en la Orquesta Filarmónica Real de Londres y en la Orquesta de la Comunidad de Madrid.

Maestro Zeferino Nandayapa Ralda. 2010.

En 1960 formó el Cuarteto Clásico Nandayapa y en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, interpretó una versión en marimba de la “Tocata y fuga en re menor, BWV 565” de Juan Sebastián Bach. En 1984, bajo la batura de Enrique Bátiz y la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México, estrenó la obra “Espíritu de la tierra” del compositor Federico Álvarez del Toro y en 1989 fue

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dirigido por Eduardo Mata y la Orquesta Filarmónica Real en el Royal Albert Hall en Londres. Premio Chiapas en 1990 y Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1996. A partir del año 2000, Chiapa de Corzo es reconocida como ciudad colonial. Ante el valor histórico y artístico que los inmuebles de Chiapa de Corzo le ofrecen a la humanidad, el 22 de noviembre del 2000, el gobernador Roberto Albores Guillén solicitó al presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, que emitiera un decreto donde declarara a Chiapa de Gobernador Corzo como “ciudad Roberto Albores Guillén. 1998. colonial”, de modo que ciertos inmuebles pasaran al cuidado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, porque su conservación era de especial interés para la Nación. Así, se consideran como monumentos coloniales a 278 edificios construidos entre los siglos XVI al XIX, donde se destacan las iglesias de San Sebastián, Santo Domingo de Guzmán, El Calvario, Acapetahua, Santa Cruz de Cunduacán, San Jacinto, San Gregorio y Señor de la Misericordia; pero además, El Puente Viejo, la Pila Monumental, el Reloj y la Pochota, asimismo, el Palacio Municipal y la Comandancia, y otros bienes inmuebles que,

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aunque de particulares, a la vez, son de importancia para la armonía de la ciudad. En el 2007, el H. Congreso del Estado declara como “heroica” a Chiapa de Corzo. El 20 de octubre de 2007, ante el valiente y patriótico comportamiento del pueblo de Chiapa de Corzo, para que sirva de ejemplo que, si es necesario, los chiapanecos estén dispuestos a dar su vida por sus ideales, el H. Congreso del Estado de Chiapas lo declara “pueblo heroico”, en reconocimiento a su participación en la batalla del 21 de octubre de 1863, defendiendo a la República frente al Imperio de Maximiliano, cuando en el trasfondo, había una intervención del gobierno de Guatemala en la búsqueda de sus intereses políticos.

H. Congreso del Estado en asamblea. 2007.

San Cristóbal de Las Casas y Tapachula, Chiapas, noviembre de 2010.

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ABELARDO DE LA TORRE GONZÁLEZ Es chiapaneco con inquietudes de conocer su pasado. Con orgullo forma parte de la familia chiapacorceña “de la Torre Grajales”. Actuario de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde nueve años fue catedrático en las carreras de licenciado en economía, contador público y actuario. Profesionista independiente y experto en seguridad social. Formando parte de la delegación por los seguros agrícolas de El Salvador, asistió a Colombia. Trabajó en el IMSS y visitó los centros de informática de Italia y España. Unos 10 años fue subdirector de Actuaría y Estadística del ISSSTE en la Ciudad de México y en su representación presentó ponencias en congresos de actuarios en Bolivia, República Dominicana, México, Filipinas y Panamá. Desde el 2009 se retiró de su profesión y regresó a vivir a Chiapas. Su primer libro lo publicó en noviembre de 2010 y se llama: “Un Paseo por la Historia de Chiapa de Corzo”. El 28 de agosto de 2013 presentó su segundo libro: “De los cafetales del Soconusco a la historia del mango ataulfo” y en octubre de 2013, como parte de los festejos del 150 Aniversario de la Batalla del 21 de octubre de 1863, publicó: “Guatemala en la batalla del 21 de octubre, en Chiapa de Corzo”.

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