Story Transcript
UNA CASA DIFERENTE
Marco llegaba por primera vez a aquel pueblo, su padre había cambiado de trabajo y se habían tenido que mudar.
En aquel lugar todo era muy extraño, todas las casas eran iguales, no había ninguna más alta o más grande, tampoco había ninguna con más o menos jardín y en ellos sólo florecían unos rosales de rosas rojas y un gran manzano en el medio. Las paredes eran blancas y los tejados color rojo. Lo que más le extrañó era que todas las puertas estaban cerradas. - ¡Qué rara!- pensó Marco.- Normalmente cuando vamos a algún pueblo, cada persona tiene su casa decorada a su gusto por dentro y por fuera, las paredes son de distintos colores, hay flores diferentes y de los árboles, si viven niños en ellas, hay colgado un columpio, pero aquí todo es igual y aburrido…
Cuando llegaron a la que sería su casa, no les extrañó que fuera igual a las demás; el mismo jardín, con las mismas flores, el mismo árbol en el medio y la puerta cerrada. Junto a la puerta encontraron al dueño de la casa, un hombre de edad avanzada, con cara seria, que les esperaba con las llaves en la mano. - Estas son las llaves de vuestra nueva casa, sólo hay una norma que tenéis que seguir en este pueblo. - ¡No me lo diga!- interrumpió Marco.- Todas las casas y lo que hay a su alrededor tienen que ser iguales. - Sí, y además la puerta tiene que permanecer cerrada, de este modo dará al pueblo un aspecto de pueblo serio e importante…- dijo el dueño de la casa. - Y, ¿Por qué?- preguntó Marco que no se podía estar callado. - Así lo mandó el alcalde, y desde entonces así lo hacemos.
- Y, a este pueblo, ¿viene mucha gente de visita?- preguntó Marco. - La verdad que antes sí, pero desde hace unos años las únicas visitas que tenemos son los familiares de los habitantes del pueblo.
Marco, que era un niño muy inquieto, decidió ir a dar un paseo para ver que veía en aquel pueblo. Apenas veía gente, pero poco a poco y con el paso de los días fue sabiendo a que hora salía cada persona de su casa.
Don Ramón era panadero y trabajaba en un pueblo vecino, se levantaba muy temprano todas las mañanas para ir a trabajar y cogía la bicicleta, Marco se había dado cuenta de que era un hombre al que le gustaba el deporte, pero si te acercabas a su casa no te dabas cuenta de las aficiones de Don Ramón, ya que su casa era igual a las demás.
Doña Asunción, era una señora mayor, a ella le gustaban mucho los animales, al atardecer, sacaba unos platos llenos de comida y todos los gatos de los alrededores se acercaban a comer, la señora Asunción los acariciaba con cariño, también Marco se había dado cuenta de que guardaba las migas de pan y cuando nadie la veía silbaba, al poco aparecían pájaros que picoteaban el pan que ella les echaba. Pero si no te parabas a observar, su casa no parecía para nada diferente a las demás.
Marco fue observando uno a uno a todos los vecinos, y vio que cada uno de ellos tenía una cualidad diferente, pero que no mostraban ya que su pueblo tenía que ser todo igual por orden del alcalde. Al único que no pudo encontrar algo diferente fue al mismo alcalde, que siempre permanecía encerrado en su casa.
A Marco se le ocurrió una idea, decidió que las cosas en ese pueblo iban a cambiar, así que esperó a que se hiciera de noche, en cuanto sus padres se acostaron, cogió unos botes de pintura y unos pinceles y salió de casa…
A la mañana siguiente, a Marco le despertó el ruido de diferentes voces, venían de la calle, y cuál fue su sorpresa al asomarse a la ventana que vio a todos los vecinos del pueblo alrededor de su casa. Su esfuerzo había valido y mucho, Marco había pintado su casa con los colores del Arco iris y había también escrito en las paredes frases alegres, así era Marco un niño muy alegre, a quien le gustaba hacer feliz a los demás.
Poco a poco Marco fue pintando por la noche cada una de las casas del pueblo.
A Don Ramón, el panadero, le dibujó escenas de deporte y frases relacionadas con el trabajo en equipo, el juego limpio, el saber perder, etc.
A Doña Asunción, le pintó la casa con dibujos de animales y plantas, y le escribió frases relacionadas con el respeto a la naturaleza, cuidado de los animales, etc. Y así cada una de las casas de los habitantes del pueblo. Pero, ¡cuando llegó el turno de la casa del alcalde!, no se le ocurrió nada que pintar. - ¿Cómo es posible?, no puede ser que el alcalde del pueblo no tenga ninguna cualidad a destacar.- Pensó Marco.
Pero Marco era un niño que no se daba por vencido y decidió observar más de cerca al alcalde del pueblo, y cuál fue su sorpresa que un día cuando se disponía ya a regresar a casa, vio al señor alcalde salir de su casa y dirigirse a casa de una familia que apenas tenía dinero para comprar alimentos para comer, el alcalde les dejó en la puerta una caja y timbró, se fue antes de
que nadie abriera, Marco esperó para ver lo que había en la caja, allí había leche, galletas, pasta, y otros alimentos que ayudarían a la familia a vivir unos días mejor.
Marco vio que el alcalde ayudaba a mucha gente, pero nadie sabía quién era aquella persona que les prestaba ayuda sin pedir nada a cambio. Pero de lo que también se dio cuenta es que el alcalde siempre estaba solo, nadie lo visitaba, la gente del pueblo tenía miedo de hablar con él, ¿qué dibujaría Marco en su casa?
Marco no dibujó nada, únicamente escribió una frase:
ENTRA SIN LLAMAR LA PUERTA SIEMPRE ESTÁ ABIERTA
Así, poco a poco todos los habitantes del pueblo fueron a hablar con el alcalde, y ese pueblo, con sus casas decoradas y la puerta siempre abierta del alcalde se convirtió, gracias a Marco, en el pueblo más visitado del mundo. Si vivieras en ese pueblo,
¿CÓMO SERÍA TU CASA?