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UNIVERSITÀ DEGLI STUDI DI SALERNO - ITALIA - UNIVERSIDAD CATÓLICA DE COLOMBIA
“Israel y Palestina: Entre la existencia y la resistencia”
TESIS DE MAESTRÍA Presentada por: Juan Carlos Caita Moreno
Dirigida por: Dra. Carmen Scocozza
Bogotá, D.C., 23 de Junio de 2016
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Dedicatoria * En justa retribución, agradecimiento y obediencia, dedico la presente Tesis de Maestría a mi pequeño hijo Yohanán Itzyak, pues Hashem me bendijo aquél 11 de mayo de 2015. Gracias porque trajiste todo el amor y la felicidad a mi hogar, mi más preciado tesoro. * A mi amada esposa Ruth (Mahanaim), mujer virtuosa, por su incansable amor, esmero y dedicación. “Un hombre puede ser pobre en términos de posesiones materiales, pero si Hashem lo ha bendecido con una buena mujer, no se sentirá carente de nada” (Menorat HaMeor). * A mi querida madre Susana, por haberme dado la vida, por su amor, comprensión y paciencia.
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Agradecimientos Mis más sinceros agradecimientos a: El Eterno de Israel: Hashem Avinu Melejam lagim. * Mi Directora de tesis: Dra. Carmen Scocozza, gracias por su valiosa orientación y amistad, sus indicaciones y consejos supieron darle a nuestra tesis no solo la rigurosidad científica del caso, sino también, la mayor imparcialidad y objetividad posible. Los docentes que dejaron huella en mí: * Dr. Antonio Scocozza, orgullo del pueblo napolitano, la ringrazio molto per i suoi insegnamenti, gracias por comprender y defender a ultranza el verdadero significado de la Shoah. Jamás había escuchado hablar a alguien no judío con tal respeto, reverencia y pasión frente a la mayor atrocidad de la humanidad cometida en contra del Pueblo Judío. * Dra. Lucia Picarella, siempre dispuesta a ayudar, siempre elegante y alegre, gracias porque el esfuerzo académico fue grande y exigente. * Dr. Víctor Rafael Martín Fiorino, el filósofo de la negociación, gracias por permitirme concebir de manera distinta el concepto de conflicto, a su lado aprendí la práctica noción aristotélica de “frónesis”.
…la pace sia con tutti in nome di Hashem….
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“El antisemitismo es un espejo donde se reflejan los defectos de los individuos, de las estructuras sociales y de los sistemas estatales. Dime de qué acusas a un judío y te diré de qué eres culpable”. (Vasili Grossman: Periodista, escritor y corresponsal de guerra ruso).
“La paz llegará, cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”. "Nosotros los judíos tenemos un arma secreta en nuestra lucha contra los árabes; no tenemos otro lugar a donde ir.” (Golda Meir: Política, diplomática y estadista israelí).
“Israel no fue creado con el fin de desaparecer -Israel perdurará y florecerá. Es el hijo de la esperanza y el hogar de los valientes. No puede ser roto por la adversidad, ni desmoralizado por el éxito. Lleva el escudo de la democracia y la honra de la espada de la libertad”. (John Fitzgerald Kennedy: Trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos).
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Tabla de contenido
Portada Dedicatoria Agradecimientos Frases alusivas Introducción
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Capítulo I
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1. Diseño metodológico
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1.1. Tipo de investigación
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1.2. Contexto de investigación
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1.3. Instrumentos de investigación
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1.4. Proceso de análisis de la información
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1.5. Variables de análisis
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1.6. Fases de investigación
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Capítulo II
18
2. Orígenes, causas y efectos del conflicto entre Israel y Palestina
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2.1. Orígenes del conflicto
19
2.2. Sionismo judío
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2.3. Nacionalismo árabe
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2.4. Efectos y consecuencias
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2.5. El terrorismo como efecto central del conflicto
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2.6. Cinco Aspectos que condicionan los efectos del conflicto
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Capítulo III
47
3. La narrativa israelí versus la narrativa palestina
47
3.1 El nacionalismo dentro del conflicto
47
3.2. La izquierda y la derecha en Palestina
47
3.3. La intervención internacional en el desarrollo del conflicto
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3.4. Fraccionamiento y medios de ataque entre los bandos
55
3.5. Posibles salidas al conflicto
55
Capítulo IV
58
4. Sionismo y Estado judío
58
4.1. Orígenes del sionismo
58
4.2. Generalidades del sionismo judío
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4.3. Objetivos del sionismo
67
4.4. Concepción actual del sionismo en el mundo
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Capítulo V
79
5. Geopolítica y geoestrategia de Israel y participación de Estados Unidos
79
5.1. Las fronteras del Estado de Israel
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5.2. Los recursos naturales
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5.3. La Franja de Gaza
86
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5.4. El terrorismo como medio para mantener la hegemonía en la región
88
5.5. El papel de Israel en el contexto actual de inseguridad en la región
89
5.6. Relación entre Estados Unidos e Israel
90
Capítulo VI
99
6. Resurgimiento y auge del antisemitismo mundial
99
6.1. Tipología e historia del antisemitismo
100
6.2. El antiisraelismo: la nueva cara del antisemitismo
103
6.3. Posibles soluciones al conflicto
116
Conclusiones
125
Bibliografía
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Índice de tablas Tabla 1. Variables de investigación .................................................................................... 15 Tabla 2. Fases y descripción ............................................................................................... 17 Tabla 3. Percepciones en torno a las fronteras de Israel ..................................................... 87
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Introducción El conflicto entre Israel y Palestina se caracteriza por sus múltiples dimensiones, sus justificaciones morales y éticas y sus componentes de tipo religioso, social, económico y geopolítico, que en conjunto han establecido las bases de una larga guerra en la que se utilizan sistemáticamente diferentes formas para hacer daño y debilitar al enemigo. En este conflicto, existen dos movimientos nacionales que han construido su historia a partir de sus propias vivencias, de su lógica interna y de sus valoraciones sociales y religiosas sobre la vida y el territorio. Estas historias se encuentran entrelazadas en el conflicto, hasta el punto en que hoy en día son inseparables y definen la trama de una guerra que pareciera no tener final. La guerra entre Israel y Palestina se considera como uno de los conflictos más complejos, largos y devastadores que han existido a escala mundial. Desde sus comienzos, hace más de seis décadas, se ha convertido en la disputa más emblemática de Oriente Medio y ha generado frecuentes episodios de violencia en la región. Las dinámicas de la disputa por un territorio se han caracterizado por una enorme complejidad, en la que frecuentemente cambian y se modifican las fronteras y se establecen zonas de autonomía ilimitada. En los ámbitos político e internacional se han hecho intentos que en vano han tratado de alcanzar la paz entre ambos pueblos y se han promovido conferencias y fechas para establecer nuevos acuerdos que nunca se concretan ante las emergencias de la guerra y del terror. Sin duda alguna, las dificultades para terminar el conflicto se derivan de la multiplicidad de factores que lo caracterizan y de la variedad de componentes etnológicos y etiológicos que han suscitado diferencias irreconciliables entre los pueblos, ante las cuales ha resultado muy difícil encontrar soluciones. Particularmente, uno de los fenómenos que ha caracterizado el origen y el desarrollo del conflicto entre Israel y Palestina es la fuerte defensa del sionismo, por parte del Estado de Israel, como un movimiento político que propugna por fundar y establecer un Estado propio,
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legítimo y soberano para los judíos, en contra de un creciente desarrollo del antisionismo del pueblo palestino. En el antisionismo se recogen los principios de antiguos modelos históricos antisemitas, basados en la segregación y en la discriminación, que se incluyen en las dinámicas propias de la guerra y forjan un rechazo mundial hacia los objetivos políticos e ideológicos de Israel, marcado por un fuerte sentimiento racista. Por tanto, el fenómeno del antisemitismo, justificado en contra del desarrollo de los principios sionistas en Israel, es clave en el análisis de las causas, la etnología y la etiología del conflicto entre Israel y Palestina. Es importante examinar las fuentes que han dado origen a los sentimientos antisemitas en contra de la ideología israelí y que se han extendido y popularizado internacionalmente, propagando la idea de que el origen del conflicto es el pueblo Israel, debido a sus pretensiones imperialistas y dominantes que deslegitiman, en suma, la intención primordial de formar un Estado judío libre, autónomo y soberano. De acuerdo con la problemática planteada, el objetivo central de la investigación es analizar el contenido etnológico y etiológico del conflicto entre Palestina e Israel y determinar las causas y las razones de una disputa que sigue teniendo grandes repercusiones internacionales, mediante una perspectiva en la que se incluyan los aspectos relacionados con la raza, la tradición, la religión y la historia. Para ello, es preciso analizar si las acciones de defensa desplegadas por Israel en contra de Palestina son desproporcionadas y examinar las razones y argumentos internacionales, que han desencadenado y creado un rechazo general a la causa de Israel, sentimientos que han rebasado el límite de la incompatibilidad ideológica y política y que se han convertido en una nueva expresión histórica del racismo y del antisemitismo. Igualmente, se tendrá en cuenta la noción según la cual el sionismo no es una ideología que responda de manera adecuada a las pretensiones ideológicas y religiosas del judaísmo, para determinar de esta manera las diferencias entre el antisionismo y el antisemitismo, cuyo
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análisis permitirá comprender de una manera más adecuada los fundamentos y el desarrollo del conflicto, así como las razones que tiene Palestina para atacar al pueblo israelí. Para cumplir con el objetivo de la investigación, se debe caracterizar la historia del conflicto entre Israel y Palestina, precisar sus orígenes, principios, etnología y etiología. También es relevante analizar los esfuerzos, políticas e ideologías que Israel ha promovido en cada una de las guerras libradas contra Palestina y determinar si existe algún escenario político y social en el que ambas naciones tengan la posibilidad de coexistir pacíficamente. Por medio de este análisis, finalmente, es posible examinar la ponderación entre el derecho legítimo de Israel a defenderse y una eventual desproporción en las acciones de defensa desarrolladas contra Palestina. El estudio se divide en seis capítulos. En el primero se presenta la metodología y el proceso que se utiliza para obtener y analizar la información, a partir de una detallada y cuidadosa revisión de literatura. En el segundo se analizan las causas, orígenes y efectos del conflicto árabe-israelí, para ofrecer un panorama completo que permita contextualizar las problemáticas en torno a la guerra. Posteriormente, en el tercer capítulo se examinan las motivaciones de las causas israelí y palestina, teniendo en cuenta la percepción de la comunidad internacional. Adicionalmente, se examina el sionismo judío como elemento fundamental del conflicto, teniendo en cuenta sus orígenes, preceptos y las críticas que ha recibido a lo largo de los años. En el cuarto capítulo se realiza el mismo análisis con el nacionalismo árabe, que ha entrado en pugna con el sionismo judío, en medio de una lucha impregnada de elementos religiosos, políticos y culturales que en gran medida sirven para explicar las dimensiones y dinámicas del conflicto. En el quinto capítulo se hace un análisis sobre la geopolítica de la guerra, teniendo en cuenta que, en última instancia, los actores disputan un territorio en concreto, que ambos se atribuyen como propio. En relación con la geopolítica, también se examina la relación de Estados Unidos con Israel, que también ha sido determinante para el desarrollo de los eventos más recientes en este sentido. Finalmente, en el sexto capítulo se elabora y se argumenta la hipótesis central del estudio, según la cual el antisemitismo es un componente clave que
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impide llegar a una salida negociada para la paz, en la medida en que es un sentimiento lleno de prejuicios, rencores y odios hacia el pueblo judío y la causa israelí, que trata de impedirle a toda costa la conformación de un Estado libre y soberano en Israel.
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Capítulo I 1. Diseño metodológico
1.1. Tipo de investigación La investigación se define como un estudio documental, de tipo cualitativo, con enfoque descriptivo, involucrando métodos de recolección de datos. El objetivo principal, desde el punto de vista metodológico, es desarrollar un análisis, a partir de unos instrumentos concretos y de una investigación teórica previa, en torno al conflicto entre Israel y Palestina, establecer sus orígenes, causas, etnología, etiología y analizar los esfuerzos, políticas e ideologías que Israel ha promovido en cada una de las guerras libradas contra Palestina. 1.2. Contexto de investigación El estudio documental se enfoca en analizar el contenido etnológico y etiológico del conflicto entre Palestina e Israel, determinando las causas y las razones de un conflicto que sigue teniendo grandes repercusiones internacionales, mediante una perspectiva que incluya los aspectos relacionados con la raza, la tradición, la religión y la historia. El largo conflicto entre las dos naciones se ha caracterizado por una enorme complejidad, en la que frecuentemente cambian y se modifican las fronteras, se establecen zonas de autonomía ilimitada, se hacen intentos políticos e internacionales que en vano tratan de alcanzar la paz y se definen conferencias y fechas para establecer nuevos acuerdos que nunca se concretan ante las emergencias de la guerra y del terror. 1.3. Instrumentos de investigación Un estudio documental debe realizarse de manera sistemática, por medio del registro de la información y de las fuentes consultadas. En este sentido, las fuentes primarias para obtener la información son estudios teóricos en los que se analizan las casusas y el desarrollo del conflicto entre Palestina e Israel, con el fin de examinar la ponderación entre el derecho
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legítimo de Israel a defenderse y una eventual desproporción en las acciones de defensa desarrolladas contra Palestina. 1.4. Proceso de análisis de la información Para cumplir con los objetivos de la investigación, se siguen algunos puntos que facilitan la organización del estudio. Se realiza un seguimiento teórico que orienta los intereses y permite la adquisición de conocimientos básicos y facilita la construcción de objetivos y categorías que enfocarán el desarrollo del estudio. Luego se consultan estructuras, contenidos y tendencias de referencias existentes que aportan y mejoran el contenido de la investigación, con el fin de analizar las causas y las razones del conflicto entre Palestina e Israel, en los campos histórico y conceptual. Posteriormente, se define el instrumento que se va a utilizar, que consiste en una ficha de recolección de datos, en la que se registra la información bibliográfica de cada referencia consultada. Una vez se cuente con el registro sistematizado de las fuentes de información, se procede a realizar el análisis del contenido y a presentar los resultados del estudio documental, de acuerdo con los objetivos y con las variables de análisis que se definen a continuación. 1.5. Variables de análisis A continuación, en la tabla No. 1 se muestran las variables de análisis de la investigación, con su respectiva descripción y definición. Tabla 1. Variables de análisis
Variable
Descripción
Función
Antecedentes y causas del Analizar la posición que Por medio de esta categoría conflicto árabe-israelí.
sostenían los actores antes es posible analizar, de una
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de iniciar el conflicto, es manera
objetiva,
las
vital para establecer las distintas motivaciones que causas y los antecedentes han tenido cada uno de los que abrieron el camino para actores para participar en el la primera confrontación conflicto, directa.
lo
cual
es
fundamental para analizar su desarrollo y las distintas razones que se involucran en él y que responden a los planos político, económico, social, cultural y religioso.
Componentes religioso y Una de las principales bases Permite cultural del conflicto.
del
desarrollo
de
confrontaciones
reconocer
que,
las aunque el pueblo de Israel entre ha
utilizado
medios
Palestina e Israel es una violentos y terroristas que no incompatibilidad religiosa, son compatibles con sus cargada de un excesivo pretensiones y principios fundamentalismo, en medio religiosos
es
importante
de la cual se han producido entender la legitimidad de su diferentes
confrontaciones cultura y de su religión.
de tipo armado en las últimas décadas.
Política y gobierno de los Explicar la manera como Esta Estados en conflicto.
operan políticas
las
variable
instituciones función
en Palestina
de
tiene
la
explorar
el
e desarrollo institucional y el
Israel, mediante el análisis comportamiento de
la
ideología,
16
de
las
la políticas sociales, religiosas,
constitución, el Gobierno económicas y culturales de parlamentar,
la
división ambos Estados a lo largo del
política, los intereses y la conflicto. maquinaria gubernamental.
1.6. Fases de investigación La investigación se desarrollará a partir de cuatro fases, como se muestra en la tabla No. 2. Tabla 2. Fases y descripción Fases
Descripción
Recopilación y análisis de
Esta fase inicial parte de una investigación
documentación teórica.
teórica sobre el conflicto entre Israel y Palestina,
que
busca
determinar
sus
orígenes, causas, etnología y etiología.
Aplicación de instrumentos.
En la segunda fase, se aplican los instrumentos
útiles para recolectar
y
registrar la información. Análisis de resultados.
En esta fase se analizará la información a la luz
de
las
variables
previamente
desarrolladas y se presentarán los resultados que se obtuvieron a partir del análisis documental.
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Capítulo II 2. Orígenes, causas y efectos del conflicto entre Israel y Palestina Israel y Palestina han sufrido por más de cincuenta años los efectos de un conflicto armado, manifestado en un tipo de violencia de intensidad variable, caracterizado principalmente por sus diversas modalidades, dimensiones, rostros, formas de infundir el terror, maneras de expresar los ideales, de presionar al Estado y de imponer la autoridad en las respectivas regiones de cada país.1 Las transformaciones ideológicas y políticas de los bandos, la diversidad de los actores y sectores políticos, religiosos y sociales que hacen parte del conflicto, además de las estrategias y formas de conducir la guerra, han contribuido al desarrollo de las diferentes facetas de la violencia, representadas por innumerables perpetraciones que han generado graves consecuencias para la estabilidad y seguridad en la región. Por otro lado, las distintas manifestaciones del conflicto, implican ante todo un desafío para las organizaciones de derechos humanos y para la comunidad internacional, que deben entender su complejidad y su carácter multidimensional, rastrear sus orígenes y analizar su desarrollo, con el fin de diseñar acciones y políticas efectivas que ayuden principalmente a reducir los efectos de la violencia sobre la población civil. En cada una de las fases del conflicto en Medio Oriente, se han producido reacciones en los países árabes e islámicos que han conducido a actos violentos en contra de los judíos o a intensas manifestaciones de violencia verbal que deslegitiman al judaísmo, de tal manera que se ha establecido una conjugación entre los argumentos que existen en contra del judaísmo, del sionismo y del Estado de Israel.2 Según lo anterior, el fenómeno del antisemitismo, generado en contra del desarrollo de los principios sionistas en Israel, es clave en el análisis de las causas, la etnología y la etiología del conflicto entre Israel y Palestina.
Véase K. Christison, “Perceptions of Palestine: Their Influence on U.S. Middle East Policy”, en University of California Press, 2, 2011, pp. 56-67. 2 M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, en Arab and Islamic studies, 4, 1994, p. 19. 1
18
Para Weinstock3 a lo largo de diferentes lugares y en diversos momentos históricos se han planteado soluciones para finalizar el conflicto, acudiendo a simples llamados para que los palestinos detengan las acciones de terror, para que los israelíes finalicen con la creación y expansión de sus colonias en territorio palestino y para reiniciar la cooperación en seguridad o establecer un periodo de enfriamiento y de cese al fuego. Sin embargo, dichas peticiones no son soluciones efectivas y lo único que han conseguido es alargar y recrudecer el problema. La solución, por tanto, no debe partir de analizar qué Estado tiene la culpa, cuál tiene más derechos y cuál debe ceder, sino que debe generarse a partir de un análisis que permita tocar los grandes problemas de fondo y los orígenes y consecuencias del conflicto, partiendo de los siguientes escenarios: la creación del Estado palestino, el estatus de Jerusalén y el tema de los refugiados y de las colonias judías. De esta forma, es importante examinar las causas de los sentimientos antisemitas en contra de la ideología israelí, que se han extendido y popularizado en el contexto internacional y que propagan la idea según la cual el problema del conflicto es el pueblo de Israel, debido a sus pretensiones imperialistas y dominantes que deslegitiman, en suma, la intención primordial de formar un Estado judío libre, autónomo y soberano. Teniendo en cuenta lo anterior, a continuación se analizan los orígenes, causas y efectos del conflicto, con lo cual se podrá generar un conocimiento apropiado en torno a las razones de tipo social, político, cultural y religioso que han motivado el largo desarrollo de las confrontaciones y que permitirán concretar los objetivos de la investigación. 2.1. Orígenes del conflicto Existen diferentes interpretaciones en torno al origen específico del conflicto entre Palestina e Israel, que lo sitúan en diferentes momentos históricos. Algunas interpretaciones aluden a la expulsión de población judía del territorio de Palestina a manos del Imperio romano en los 3
N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Editorial Fontanella, Barcelona, 1970.
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comienzos de la Era cristiana.4 Otras hacen referencia al fenómeno de la inmigración judía a Palestina, a finales del siglo XIX, cuando el control del Imperio otomano comienza a incrementarse en la zona. Finalmente, existen otros análisis que ubican el origen del conflicto a principios del siglo XX, tras el establecimiento del mandato británico en Palestina después de la Primera Guerra Mundial y como consecuencia de un esquema colonial. Sin embargo, a pesar de las diversas interpretaciones que existen al respecto, el inicio del conflicto suele situarse en 1947, cuando la Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas recomendó la división del mandato británico en dos Estados: uno el Estado de Israel, que se estableció dos meses después y otro el Estado de Palestina, que hasta el momento no se ha podido hacer realidad.5 Desde entonces, se han sucedido continuamente episodios de lucha armada en la zona, incrementados durante décadas por las dinámicas particulares de la Guerra Fría. La principal motivación de Israel es, precisamente, fundar un Estado judío en el territorio, lo cual no solo es esencial para cumplir con los principios sionistas, que propugnan por fundar y establecer un Estado propio, legítimo y soberano para el pueblo judío y también para terminar con la persecución que han sufrido a lo largo de la historia.6 Desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, muchos judíos comenzaron a llegar a Palestina con la intención de fundar su propio Estado, en una tierra que, según ellos, les pertenecía por un derecho divino. A pesar de los intentos de los pueblos árabes por resistir la llegada de nuevos judíos al territorio que habitaban, en 1948 nació el Estado de Israel, que les otorgó una nueva identidad ciudadana, luego de lo cual pasaron a ser conocidos como judíos israelíes.
Véase L. Bosemberg, “Estados Unidos y el medio oriente: moderación, rivalidad y hegemonía”, en Universidad de los Andes, 3, 2012, pp. 56-89. 5 H. Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic Crises. SUNY series in Global Politics, Washington, 2002. 6 R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Lexington Books, Estados Unidos, 2004. 4
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Para empezar el proyecto de infiltración en el territorio palestino, los judíos fundaron el banco judío, con la finalidad de financiar y comprar las tierras a terratenientes árabes, con lo cual fueron conformando los primeros kibutz, definidos como asentamientos judíos en Palestina.7 Petakh-Tikva, la primera colonia sionista, es el ejemplo más claro del proceso de cómo fue copado el campesinado en Palestina. Los terrenos originales de esta colonia cercana a la ciudad de Jaffa, pertenecían a campesinos de los pueblos de Yahudiya y Um Labes. Cuando el Imperio otomano aumentó los impuestos, la población no pudo pagar y las tierras acabaron en manos de las autoridades otomanas, las cuales las vendieron a efendis de Jaffa, quienes a su vez las revendieron a colonos sionistas de Jerusalén en 1878. Durante todo este proceso los campesinos continuaron cultivando las tierras, incluso cuando se estableció la primera colonia, que fracasó debido a la resistencia del pueblo colonizado. Sin embargo, en 1882 llegaron nuevos colonos con la primera gran oleada inmigratoria desde Europa del Este y cuatro años más tarde expulsaron a los campesinos que cultivaban sus tierras, en virtud de una incipiente política de trabajo judío, que provocó las primeras tensiones entre la población palestina y los colonos sionistas.8 Un aspecto notable que se estableció a lo largo de este proceso de colonización, fue poner las tierras compradas a nombre del Fondo Nacional Judío, que tenía la doble intención de protegerlas de cualquier intento que hicieran los árabes por recuperarlas y mantenerlas como propiedad inalienable del pueblo judío.9 El Fondo Nacional Judío fue creado en 1901 por decisión del quinto Congreso Sionista con el objetivo de comprar tierra en Palestina para su colonización. Su actividad fue limitada mientras las organizaciones sionistas tuvieron poca capacidad de conseguir capital. En 1920, en la Conferencia Sionista celebrada en Londres, se creó el Keren Hayesod, un fondo para la inmigración y la colonización en Palestina, que debía ser la institución central de recaudación para el movimiento sionista. La intención de este fondo era establecer una tasa anual para la
7
J. Bollo-Muro, El sionismo, una forma del imperialismo, Akal, Madrid, 1982. M. Benny, Righteous Victims. A History of the Zionist-Arab Conflict, 1881-2001, Vintage Books, Nueva York, 2001. 9 M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, Op. cit., p. 35. 8
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población judía, aunque no fuera sionista. De esta forma, los dirigentes que controlaban la Organización Sionista Mundial adquirían un nuevo instrumento de acumulación de capital, que tendría una enorme importancia en el futuro.10 La instauración del Keren Hayesod le dio un gran impulso al Fondo Nacional Judío, pues el 20 % del capital recaudado se destinaba a la compra de tierras. No obstante, todavía más importante fue el cambio de la administración militar británica en Palestina a la administración civil. Su primer jefe fue Sir Herbert Samuel, un judío y sionista que hizo todo lo posible por facilitar la adquisición de suelo para el Fondo, declarándolo de utilidad pública. Así, las propiedades del Fondo pasaron de 22.363 dunams en 1920, a 278.627 en 1930, 515.950 en 1940 y 936.000 en mayo de 1948. En la fecha de la creación del Estado, el Fondo poseía el 54 % del suelo de propiedad judía y en sus tierras se asentaba el 85 % de las colonias.11 La función básica del Fondo Nacional Judío no era solo la compra de tierra, sino asegurar que la población árabe no la pudiera trabajar. Para ello, se estableció la etnización de los recursos adquiridos y la obligatoriedad del trabajo judío en las explotaciones. El proceso de adquisición de las tierras acostumbraba a ser largo, con sobornos y cooperación de las autoridades y, para evitar problemas con los campesinos, los sionistas acostumbraban a exigir que la tierra se les entregara vacía de habitantes. Al principio se pagaba a notables, intermediarios, autoridades y a todos aquellos que pudieran facilitar la venta. Los pagos al propietario se hacían en distintos plazos, que se procuraba que fueran largos, para asegurar que los fellahin (trabajadores agrícolas) desocuparan la tierra. Así, los latifundistas y notables palestinos se responsabilizaban de expulsar a los campesinos y de evitar su regreso. Los británicos establecieron dos órdenes para limitar la expulsión de los
10
Véase J. Tortosa, Palestina: tiempo de justicia, tiempo de paz, Cáritas Española Editores, Madrid, 2012, pp. 13-99. 11 M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, Op. cit., p. 202.
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campesinos, pero estas se mostraron inefectivas debido a la facilidad con que se podían sortear y a la poca voluntad para aplicarlas. Un aspecto interesante es que las instituciones sionistas procuraban simplificar las compras abarcando el máximo territorio posible. Las adquisiciones tenían repercusiones en un gran número de familias y eran muy visibles, lo que aumentaba el malestar palestino. De todo el proceso explicado nace lo que se conoció como el plan de partición que buscaba una solución biestatal para Palestina, que consistía en: 1. La partición de la zona en dos Estados soberanos, uno judío y el otro árabe; junto con el área del Gran Jerusalén, Belén incluida, que debía quedar bajo la administración de Naciones Unidas. Las fronteras de estos Estados se definieron según criterios de concentración de población árabe y judía, aunque el entrevero de las dos comunidades hacía imposible la creación de Estados homogéneos.
2. Tanto árabes como judíos se convertían en ciudadanos del Estado en el que residían, con libertad para elegir la ciudadanía fuera del Estado de residencia y para disfrutar de plenos derechos civiles y políticos; además, se prohibía la expropiación del suelo excepto por necesidades públicas y con total compensación. Tampoco estaba permitida la emigración árabe al Estado judío ni la judía al Estado árabe durante el periodo de transición.12 En síntesis, desde los orígenes del conflicto, las estrategias utilizadas por el pueblo judío para apropiarse del territorio palestino han sido las siguientes: 1. Compra de tierras: el Fondo Nacional Judío, creado en 1901, tenía un Departamento de Tierras que se encargaba precisamente de la adquisición y distribución de territorios entre los habitantes judíos en Palestina. Muchas de estas tierras fueron entregadas bajo la modalidad de kibutzim, en la cual se producía también trabajo para los inmigrantes, que sembraban y cosechaban las tierras obtenidas.
12
R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Op. cit., p. 42.
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2. Ocupaciones militares: principalmente, entre 1948 y 1967, se produjeron asentamientos por la fuerza y confiscaciones de las tierras. También se desarrollaron organizaciones militares semiclandestinas cuyo fin era expropiar a los árabes de sus tierras, utilizando las amenazas y la violencia. 3. Acciones económicas: por medio de este tipo de acciones se bloqueó el retorno de los habitantes árabes a las tierras confiscadas y se implementaron estrategias de apoyo a la inmigración judía sobre la base de que cualquier hijo de madre judía, sin importar su procedencia, tenía derecho a la ciudadanía en Israel. Por otro lado, se establecieron acciones para bombardear y destruir las industrias y centros de servicios públicos de los palestinos para apropiarse de los recursos e imponer un bloqueo comercial a los árabes.13 Estas estrategias dieron origen a enfrentamientos violentos por medio de los cuales los judíos se anexaban una mayor cantidad de tierras. Citando a Durán:
Todos los judíos israelíes saben (aunque la mayoría prefieren ignorarlo y sobre todo que se ignore) que su «Estado judío» se construyó sobre las ruinas de una Palestina mayoritariamente no judía, que las ciudades, pueblos y kibutzim se establecieron sobre ciudades y aldeas palestinas destruidas, cuyos habitantes fueron expulsados o huyeron aterrorizados en una limpieza étnica llevada a cabo en 1948.14
Además de la creación del banco judío y del desarrollo de las estrategias mencionadas para apropiarse de la tierra, el pueblo de Israel también buscó apoyo político por medio de organizaciones internacionales que apoyaran su causa y que consideraran relevantes los principios promovidos por el sionismo. Principalmente, encontraron el apoyo en potencias mundiales como Estados Unidos y Gran Bretaña, con lo cual el movimiento y la causa judía en Palestina adquirieron mayores
Véase G. Mahler, “The Rise of Israel: A History of a Revolutionary State”, Cass series-Israeli history, politics, and society, 5, 2008, pp. 56-90. 14 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Pról. de A. Arce. Bósforo Libros, Madrid, 2009, p. 138. 13
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dimensiones, que iban más allá de la simple compra y adquisición de tierras en el territorio árabe, contando con una representación y maquinara política más fuerte. Sin duda alguna, el desarrollo de la migración judía hacia el territorio de Palestina fue posibilitado en gran medida por la ayuda internacional, que como se ha visto, buscaba promover los ideales sionistas. De hecho, en cambio de ofrecer un apoyo desinteresado para que los judíos pudieran establecer su Estado soberano, pretendían, ante todo, controlar el territorio palestino, lograr aliados estratégicos en las guerras y apropiarse de los recursos de los árabes. El apoyo internacional a la causa sionista, motivado por la ambición de homogeneizar el territorio, agravó considerablemente el desarrollo del conflicto entre árabes e israelíes y es causante, en gran parte, de que todavía hoy, no se hayan alcanzado soluciones para finalizarlo.15 Por esta razón, entender los orígenes del conflicto árabe-israelí, solo es posible si se comprenden con profundidad los ideales que se oponen y que producen las confrontaciones. Entre estos: el sionismo judío, en sus pretensiones de fundamentar un Estado soberano y legítimo para el pueblo judío. El nacionalismo árabe se ha visto impregnado, con el tiempo, de un fuerte antisionismo, en el que se recogen los principios de antiguos modelos históricos antisemitas basados en la segregación y en la discriminación, incluidos en las dinámicas propias de la guerra. A continuación, se explican ambos ideales o movimientos, en la medida en que permiten develar las causas y orígenes de la confrontación entre árabes y judíos.
2.2. Sionismo judío
El sionismo judío es una ideología de carácter nacionalista, desarrollada a partir de los planteamientos de Herzl,16 quien comprendió que la esencia del problema judío no era de 15
D. Neff, Fallen pillars: U. S. policy towards Palestine and Israel since 1945, Institute for Palestine Studies, Estados Unidos, 1995. 16 Véase T. Herzl, El Estado judío, Riopiedras, México, 2007, en part. pp. 13-69.
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tipo individual sino nacional y que, en su opinión, los judíos solo podían mejorar su situación si su condición era transformada positivamente por medio del establecimiento de un Estado judío legítimo y soberano, que gozara de la aceptación y del respeto de toda la comunidad internacional. Aunque desde un comienzo la idea de la colonización judía en Palestina era la más atractiva, se plantearon otras posibilidades y territorios en donde se podía fundar el Estado judío, como en las proximidades de Palestina, en Uganda y hasta en América. Sin embargo, la mayoría de los dirigentes sionistas rechazó estas posibilidades, pues consideraba que el territorio de Palestina les correspondía por derecho divino. La principal tragedia del sionismo fue el hecho de haber surgido cuando ya no existían territorios disponibles en el mundo. Sin embargo, esta apreciación no es del todo correcta, pues, aunque sí existían territorios disponibles, lo que ya no existía era la posibilidad de crear tales espacios, en la medida en que el exterminio había dejado de ser una posibilidad de conquista.17 En todo caso, a mediados del siglo XIX, el sionismo entró en contacto con las grandes corrientes del pensamiento en Europa, como el liberalismo, el socialismo y el nacionalismo. Por tanto, la idea de Herzl18 partía de una consideración histórica, según la cual el antisemitismo era un factor estable e inmutable en la sociedad humana y que la única manera de sobrepasarlo era mediante la creación de un Estado judío. En otras palabras: Lo original del sionismo es la pretensión de crear un Estado judío en un país mayoritariamente no judío, haciendo llegar a los judíos de todo el mundo para desplazar a la población no judía del país, todo ello en nombre de una presencia judía hace dos mil años o en virtud de un supuesto derecho divino.19
En general, se puede afirmar que el sionismo surgió en un momento clave para la historia judía, como un intento de integrar las condiciones tradicionales de los judíos europeos que se encontraban en rápida desintegración. En este sentido, el sionismo vinculaba los intereses
17
Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Vallejo, California, 1988, en part. pp. 24-65. Véase T. Herzl, El Estado judío, Op. cit., en part. pp. 13-69. 19 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 295. 18
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y la voluntad de todos los judíos, que sentían la necesidad de unirse y de luchar por un mismo fin, condición necesaria para fundar un Estado soberano en Palestina.20 En particular, el movimiento sionista posee los siguientes elementos constitutivos: 1. Una visión según la cual el pueblo judío es diferente y posee unas condiciones y creencias totalmente opuestas a las europeas, por lo que debía abandonar tal territorio. 2. Una reacción al creciente antisemitismo que se desarrollaba en Europa, por medio de la unión de las diferentes etnias judías con el fin de fundar un Estado soberano. 3. El desarrollo de sentimientos nacionalistas que los llevó a buscar, a toda costa, la implementación y la creación de su propio Estado. 4. La expansión colonial, que podía además servir de base operativa para la hegemonía de las potencias mundiales que los apoyaran. De ahí el prosionismo de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. 5. El apoyo de la burguesía judía europea, que no respaldaba el sionismo como una manera de reivindicar los derechos judíos, mediante la creación de un Estado justo y soberano para todos, sino como un proyecto nacionalista en un territorio con un gran valor económico y estratégico. Otro aspecto clave que se debe mencionar en torno a la consolidación y a los orígenes del sionismo, es que con este movimiento los judíos buscaban acabar con la imagen del judío tradicional, imitando las características y maneras de proceder de los europeos, con movimientos como el militarismo, la colonización y el nacionalismo. Como ejemplo de ello están las conquistas y la limpieza étnica de 1947 y 1948, que dieron mayor oportunidad para la expulsión de la población palestina y para la apropiación de sus bienes. Otras acciones derivadas de esto tienen que ver con que la tierra quedó en manos de una Development Authority (autoridad de desarrollo) que podía venderla, pero solo al Estado, al Fondo Nacional Judío, a los municipios o a una “institución para el asentamiento de los árabes sin tierra”, que nunca llegó a crearse.
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I. Deutscher, El judío no sionista y otros ensayos, Editorial Ayuso, Madrid, 1971.
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Por otro lado, cabe aclarar que dentro del pueblo judío hubo una notable resistencia al sionismo, pues muchos (especialmente los judíos tradicionales) lo consideraban como un movimiento impío, ya que en que los sentimientos nacionalistas exacerbados podían llevar al hombre al uso de la violencia y al desarrollo de la guerra.21 Otros preferían optar por el asimilacionismo, movimiento que propugna porque los judíos gocen de los mismos beneficios de todas las personas que componen una sociedad determinada, tengan la posibilidad de integrarse sin ningún tipo de resistencia y mantengan el judaísmo como religión, pero practicando las mismas costumbres que sus compatriotas. Ahora bien, el movimiento nacional judío era liderado por una idea socialista, o sea, un socialsionismo que se caracterizaba por su pragmatismo y, al mismo tiempo, por su búsqueda de la máxima ventaja territorial; a diferencia del revisionismo sionista que, mucho más ideologizado, continuaría reclamando la totalidad del territorio palestino. En esta corriente del socialsionismo coexistían diversos estilos en cuanto a los árabes y a la política que se debía seguir en las relaciones con ellos. La principal y mayoritaria, era el bengurionismo, que defendía la normalización de relaciones desde una posición de fuerza israelí y sin concesiones importantes. La segunda, el weizmannismo, liderada por Moshe Sharett, quien fue ministro de Asuntos Exteriores con Ben Gurión y posteriormente primer ministro, impulsaba la búsqueda de soluciones ligeramente más moderadas, haciendo algunas concesiones para negociar con los árabes, sobre todo por las repercusiones que podía tener la intransigencia ante Estados Unidos y la comunidad internacional. La tercera, el buberismo, claramente minoritaria, aislada en el ala izquierda del socialsionismo y apartada de las responsabilidades de gobierno, daba un mayor peso a la paz, aunque hubiera que ceder más.
Véase R. Téllez, “Conflicto árabe-israelí y terrorismo: el islam en la política internacional”, Op. cit., en part. pp. 165-186. 21
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En realidad, el movimiento sionista no tuvo una gran mayoría de adeptos hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, luego del holocausto nazi, que fortaleció los sentimientos nacionalistas del pueblo judío sobreviviente, que debía reaccionar de una manera distinta, más fuerte y estratégica, para evitar las persecuciones que venía sufriendo. De esta manera, la primera opción era precisamente fundar un Estado propio, en el que pudieran gozar de los principios absolutos de legitimidad y soberanía.22 Además, tras el Holocausto nazi, la mayoría de los judíos del este de Europa fueron exterminados, desaparecieron la mayoría de los judíos ortodoxos. Los que sobrevivieron eran en su mayoría refugiados que emigraron a Israel o a países occidentales y que apoyaron fervientemente el movimiento sionista.23 Por otro lado, Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos principales potencias mundiales luego de la Segunda Guerra Mundial, decidieron apoyar el movimiento sionista, en la medida en que sus gobiernos pensaban que con ellos podrían frenar los ideales imperialistas de los pueblos árabes. En efecto, la victoria de los judíos en la primera guerra árabe-israelí de 1948 no habría sido posible sin el armamento facilitado por el Gobierno soviético y sin el dinero aportado por los judíos prosionistas de Estados Unidos.24 Por otro lado, y a diferencia de los otros nacionalismos, el sionismo no tuvo que enfrentarse a los enemigos liberales y marxistas en su propia casa, ya que los emigrantes judíos a Palestina y los ciudadanos del futuro Israel creían en esta ideología de forma abrumadoramente mayoritaria. Si emigraban a Palestina era precisamente por su sionismo militante, y los que nacían en la tierra conquistada eran socializados desde la infancia en esta ideología nacionalista. Es más, el sionismo triunfó allí donde los otros nacionalismos étnicos habían fracasado: la creación del nuevo hombre en el marco colectivo de la nación. Sternhell25 sostiene que el individuo sionista sufrió una completa transformación porque emigró a una tierra lejana, adoptó una nueva lengua, en muchas ocasiones cambió de oficio,
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Véase D. Jacobs, Israel y Palestina. Ediciones B, Barcelona, 1999. Véase M. Tessler, “A History of the Israeli-Palestinian Conflict”, Op. cit. 24 Véase R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Op. cit. 25 Z. Sternhell, Los orígenes del Israel, entre el nacionalismo y el socialismo, Fayard, París, 1996. 23
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incluso de nombre y siempre transformó su modo de vida, todo por el bien del proyecto nacional. En síntesis, el sionismo judío vincula elementos que corresponden a la etnia, la religión y a la reivindicación nacional. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el pueblo judío se convirtió al nacionalismo y se unió, principalmente, por la religión, pero también por la necesidad de legitimar su soberanía ante los ataques y persecuciones sufridas. “El sionismo, de facto, lo que hacía era «nacionalizar» una judaidad cuyo fundamento durante más de dos mil años había sido la religión judía, el judaísmo”.26 Sin embargo, desde el mismo momento en que se intentó poner en práctica los principios culturales y políticos del sionismo, se inició una campaña de deslegitimación, aludiendo a dimensiones y mecanismos ideológicos que señalaba que los objetivos del sionismo eran incompatibles con el sistema de creencias y valores de la comunidad internacional. En esta medida, el Estado de Israel ha sido fuertemente cuestionado y se le ha tratado de negar a toda costa la posibilidad de convertirse en una entidad política con derecho a la existencia. Principalmente, el sionismo ha encontrado su máximo opositor en el nacionalismo árabe, generando así un conflicto de intereses, al que también se vinculan elementos religiosos, ideológicos y políticos, que se han mantenido hasta la actualidad. 2.3. Nacionalismo árabe Al igual que el sionismo judío, el nacionalismo árabe aboga por conseguir la unión política y el desarrollo de un Estado unitario. Sin embargo, las condiciones históricas de este tipo de nacionalismo son distintas a las que posibilitaron el desarrollo del sionismo. Para empezar, los nacionalistas árabes, si bien aspiran a la unidad de la nación, no pretenden la creación de «la nación árabe», pues la existencia se da por descontada. En cambio, el sionismo sí promueve la idea de la creación de un Estado judío. Oriente Medio ha estado habitado por personas que profesan múltiples religiones y sectas, pero gracias a la llegada de las primeras oleadas de inmigrantes judíos, que comenzaron a
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J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 132.
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amenazar su existencia y a agotar los recursos de los árabes, se necesitaba de una unidad ideológica que permitiera establecer organizaciones antisionistas, para frenar la llegada de nuevos inmigrantes y eliminar a aquellos que ya se habían asentado en el territorio palestino.27 De hecho, esta unidad se promovió gracias al nacionalismo árabe, a partir del cual se planteó la cuestión básica sobre qué tipo de Estado nacional debía surgir y con base en qué criterios. El principal fundamento del nacionalismo árabe es de tipo religioso, por medio del islam y de su libro sagrado, El Corán. En este contexto, se desarrollan dos ideas políticas: 1. Panislamismo: entendido como una idea política que aboga por la unidad de todos los musulmanes en un Estado islámico. 2. Panarabismo: propone que, sin exclusión, todos los pueblos árabes , tanto de Asia como de África, conformen una única nación y una misma unidad política. Sin embargo, con esto no se quiere decir que todas las sectas y etnias que hacen parte del territorio árabe deban unirse en un solo nacionalismo a partir del islam. Más allá de ello, Borelli y Saborido28 explican que se gestaron tres enfoques fundamentales en torno a la relación entre el nacionalismo árabe y el islam. Ellos son: 1. Un nacionalismo árabe secularista, que propone la generación de una nación árabe completamente laica. Es de los panarabistas pertenecientes a las minorías no musulmanas sunníes o a sectores minoritarios abiertamente secularizados de origen musulmán sunní. 2. Un nacionalismo árabe que parte del islam y del Corán como su principal componente. Es el de la mayoría de los árabes sunníes y de una gran parte de los nacionalistas no sunníes. 3. Un nacionalismo árabe extremo, que solo concibe el panarabismo como una etapa hacia el panislamismo.
27 28
M. Borrelli & M. Saborido, El fundamentalismo islámico, Dastini Editores, Madrid, 2006. Ivi, pp. 25-29.
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Desde la perspectiva ideológica, a lo anterior se le debe sumar la fragmentación del pueblo palestino que, como fruto de la guerra de 1948, quedó disgregado y sus habitantes se convirtieron en refugiados, unos dentro del Estado de Israel, Cisjordania y Gaza, otros fuera de Palestina, en Transjordania, Siria y Líbano. Como consecuencia de esa disgregación palestina y como respuesta organizada al avance sionista, en 1964 se forma la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que captó la mayoría de los refugiados, no solo por su objetivo político de devolverles su patria, sino porque les proporcionó un mejor sistema asistencial, sanitario y educativo hasta el punto de que el nivel educativo de los palestinos llegó a ser uno de los más altos del mundo árabe. La OLP dotó a los palestinos de una organización que representaba su causa ante el mundo y defendía sus intereses. De este modo, la OLP también supuso un giro de la causa palestina, que pasó del nacionalismo árabe a un nacionalismo más específicamente palestino. Esto se debió a varias razones: el interés de los dirigentes de la facción dominante en la OLP, el Fatah, por dotarse de un estado palestino bajo su dominio, más que en integrar la Palestina liberada en una entidad árabe mayor en la que esos dirigentes no serían los gobernantes, el declive en picada del panarabismo a partir de la derrota de 1967 y la muerte de Nasser en 1970. El panarabismo ya no podía proporcionar a los palestinos un horizonte de liberación de Palestina por medio de una acción mancomunada panárabe.29 En medio de este contexto, el sionismo, despojado de sus elementos culturales, históricos y nacionalistas, ha sido contemplado por los países árabes e islámicos como un movimiento político de tipo expansionista y colonialista, como una doctrina desarrollada en medio de motivos étnicos, en la que se conjuga un fanatismo religioso con un nacionalismo excluyente y racista.30 Dentro del conflicto entre Palestina e Israel se pasado del antisionismo al antisemitismo, en el que se descalifica al pueblo judío porque carece de una identidad propia y se deslegitima la ideología política de los israelíes y sus acciones en contra de los palestinos.
29
J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. J. Bokser, “El antisemitismo: recurrencias y cambios históricos”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 44, 2001, pp. 101-132. 30
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En todo caso, el nacionalismo árabe se opone drásticamente al sionismo judío, que continuamente se ha catalogado como un movimiento opresor, soberbio y pretencioso, calificativos con los que en gran medida se ha querido dar un carácter ilegal a las presunciones políticas del pueblo judío, justificando en cambio las del nacionalismo árabe, que se consideraban justas.31 Esta lucha, que proviene de ideologías incompatibles, como el sionismo judío y el nacionalismo árabe, y de la guerra interminable por la apropiación del territorio de Palestina, se ha intensificado de diversos modos y manifestado de forma violenta, puesto que los israelíes no quieren personas que no sean judías en el territorio y porque, a su vez, los árabes que permanecen en Palestina desean expulsar a los judíos del territorio. En este sentido, el conflicto persiste hasta la actualidad porque no se han podido establecer acuerdos por la vía política que permitan definir qué parte del territorio le corresponde a cada pueblo y porque no existe disposición al diálogo, debido principalmente al fuerte extremismo y al fundamentalismo, para acabar de una vez con los actos violentos que sacuden cotidianamente a las poblaciones árabe y judía. 2.4. Efectos y consecuencias Es difícil determinar de manera exacta las consecuencias de un conflicto en el que ambos bandos se concentran más en desprestigiar al rival, con el fin de hacerlo ver en la comunidad internacional como violento, arbitrario y beligerante, que en establecer una posición política e ideológica clara y abierta al diálogo. Israel, por ejemplo, ha tratado de ocultar las actividades que han propagado el terror en contra de los palestinos y se ha mostrado como la víctima de un conflicto originado por el antisionismo y por el rechazo a sus creencias.32
31 32
Véase E. Said, Palestina: paz sin territorios, Txalaparta, Tafalla, 2002, en part. pp. 13-16. J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 28.
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La historia, efectos y consecuencias de esta reyerta, presentan una elasticidad conveniente, pues estos factores cambian dramáticamente dependiendo de quién cuente la historia y desde qué punto empiece a contarla.33 Por tanto, se advierte una enorme contrariedad que dificulta el análisis y el estudio del conflicto: por un lado, se encuentra la concepción según la cual Israel, en su formulación actual, no tiene derecho a existir, pues es una entidad colonial y beligerante, que mantiene un régimen de segregación y discriminación que la asimilaría con un Estado de tipo fascista; y, por otro lado, la concepción que ubica al pueblo de Israel como la víctima de una serie de prejuicios de sesgo cultural y religioso, promovidos por unos sentimientos antisemitas utilizados para deslegitimar la ideología y legitimidad política de los israelíes.34 El nacionalismo árabe, por medio del cual se ha abierto paso un fuerte antisemitismo que condena y rechaza las pretensiones del pueblo judío por fundamentar su Estado soberano en el territorio de Palestina, ha hecho que se enturbie aún más la visión del sionismo. En medio de esta situación, en los escenarios internacionales se confunde la lucha antisionista con una judeofobia, porque se integra el rechazo a cualquier desarrollo de un Estado judío, con un fanatismo religioso que ha dejado una serie de consecuencias negativas para el mundo árabe. Dentro de ellas se destacan: 1. Pérdida progresiva de las comunidades judías-árabes que habitan el territorio árabe, lo cual implica el empobrecimiento del mundo árabe, que pierde una parte valiosa y significativa de sus miembros. 2. Con el desarrollo de un antisemitismo exacerbado se ha facilitado el hecho de que los judíos presenten a los árabes como fanáticos violentos que son capaces de llegar hasta las últimas consecuencias con el objetivo de desterrar a los sionistas de Palestina.
Véase K. Christison, “Perceptions of Palestine: Their Influence on U.S. Middle East Policy”, Op. cit., en part. pp. 56-67. 34 Véase E. Said, Palestina: paz sin territorios, en part. pp. 13-16. 33
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3. Distorsión de los objetivos y de la dinámica del conflicto, al convertir una lucha de tipo anticolonialista en una guerra fanática en contra de los judíos, en los ámbitos religioso, étnico e ideológico. 4. Degeneración del nacionalismo árabe a partir del desarrollo de un pensamiento considerablemente antisemita, que ha debilitado los principios ideológicos que orientaban las consignas nacionalistas de los árabes. 5. A raíz de las pretensiones sionistas sobre Palestina, el mundo árabe e islámico se han convertido en un campo fértil para la difusión de la propaganda antisemita, por lo que se ha enfocado más en desprestigiar por todos los medios al enemigo, que en fortalecer sus políticas y sus orientaciones ideológicas. El desarrollo continuo de los ataques terroristas en contra de Palestina, las crueldades que han llegado a cometer en contra de los árabes que mantienen en cautiverio, especialmente en la Franja de Gaza y la perpetración atroz de la violencia en el Líbano, les ha hecho perder a los judíos, la simpatía mundial que habían ganado después del Holocausto.35 2.5. El terrorismo como efecto central del conflicto Una de las principales consecuencias del conflicto árabe-israelí es el desarrollo y la perpetración continua de actos terroristas.36 En efecto, el uso sistemático del terrorismo y de las acciones bélicas dentro del conflicto se ha establecido conforme a una serie de necesidades sociales, políticas y económicas, en lugar de responder a una lucha ideológica que se base en un conjunto de principios y creencias religiosas. En palabras de Weinstock,37 las razones por las que ambos Estados utilizan el terror se relacionan con cuestiones geopolíticas, pues los dos buscan alcanzar la hegemonía y ejercer el liderazgo en la región. Gracias al largo y continuo desarrollo de la dinámica de la guerra, los grupos armados se han fortalecido en los campos técnico y tecnológico, para contar con
35
Véase R. Schoenman, Op. cit. en part. pp. 24-65. Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic Crises, Op. cit. 37 N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Op. cit. 36
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una mayor capacidad destructiva, con armas cada vez más letales y con sofisticadas maniobras militares. Por esta razón, las consecuencias de los ataques bélicos son cada vez más perjudiciales para la población civil. A medida que los efectos de las armas de destrucción se incrementan, los daños colaterales del conflicto crecen de manera sostenida durante los últimos años y aumentan la exposición de la población civil. En general, este enfrentamiento es un claro ejemplo de cómo los líderes de Estado se ven impulsados a soportar y a financiar agrupaciones terroristas que trabajen en contra de sus enemigos. Además de la seguridad nacional, en virtud de la compatibilidad ideológica y de la religión, a este conflicto se han sumado el patrocinio estatal de los crímenes terroristas. Por tanto, el caso de Israel y Palestina demuestran que, más allá de la ideología, de los principios sociales y de la religión, el apoyo a organizaciones terroristas se asocia más con el desarrollo de estrategias geopolíticas que pretenden consolidar mayor poder y hegemonía mundial, mediante la perpetración continua y sistemática de la violencia y del terror. El conflicto ha generado una nueva manera de sembrar el terror entre la población, derivado de un fuerte fanatismo y extremismo religioso que no contempla límites. El terrorismo generado por los árabes parte de considerar a sus enemigos como infieles, por esta razón cometen continuamente actos de suma violencia, especialmente cuando conforman comandos suicidas, a quienes no les importa perder la vida con tal de infligir daño a su enemigo. Un terrorismo xenofóbico, que no mide consecuencias, que se logra con la preparación minuciosa y sistemática en adiestramiento, sabotaje, activación de explosivos y elaboración de bombas. Un factor añadido del conflicto es la desproporción con la que uno y otro bando se atacan mutuamente. A medida que Israel ha ido desarrollando una capacidad militar más amplia y los países musulmanes han reconocido su imposibilidad de llegar a buen puerto, por medio de la lucha armada, las acciones de Israel, llamadas “represalias”, contra los palestinos han ido tomando una envergadura desmesurada.38
S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Instituto General Gutiérrez Mellado, Madrid, 2011, p. 11, en http://iugm.es/publicaciones/. Consultado el 11 de Febrero de 2016. 38
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Este tipo de terrorismo xenófobo, auspiciado por los Estados, ha demostrado la evolución de una estructura organizada, con un importante aleccionamiento militar y mayor poder destructivo para generar daños en la seguridad y en la estabilidad del enemigo. Los Estados de Israel y Palestina no apoyan los crímenes terroristas en aras de un horizonte ulterior de armonía y paz, luego de haber derrotado al enemigo, sino que lo implementan con el fin de mejorar la efectividad y el poder de las organizaciones financiadas y el Estado que apoya el terror.39 En este contexto, el terrorismo y las modalidades de violencia particulares son las principales consecuencias del conflicto, pues han producido resultados adversos para la seguridad y la estabilidad mundial. Esto se debe no solo al hecho de que las organizaciones terroristas tienen cada vez una mayor efectividad y poder destructivo, que se evidencia en las miles de muertes causadas a civiles por medio de atentados de distintos tipos, sino porque también representa la imagen de un mundo en el que el fin justifica los medios y en donde los Estados han utilizado el crimen, la violencia y el terror para disminuir a sus enemigos, proteger a toda costa la seguridad nacional y alcanzar un mayor poder y hegemonía en la región. Para poner un ejemplo de cómo las organizaciones terroristas han asumido el control y el destino del conflicto, vale la pena mencionar las características de la agrupación de resistencia islámica Harakat al-Muqawama al-Islamiyya, conocida popularmente como Hamás, que tuvo su origen en Palestina durante la década de 1980. Dicha organización se concentra en atacar mediante el uso continuo y sistemático de la violencia a Israel, con el fin de establecer un Estado palestino-islámico. Desde 1993, esta agrupación ha tenido como blanco principal de sus ataques a la población civil judía, utilizando especialmente bombas suicidas, con lo que ha cobrado la vida de miles de personas. Además, desde el 2002 ha comenzado a arrojar cohetes a territorio israelí, logrando sembrar el pánico entre la población. Estados Unidos y la Unión Europea califican a Hamás como una agrupación terrorista, que se ha convertido en el grupo con mayor influencia en Israel Véase L. Bosemberg, “Estados Unidos y el Medio Oriente: moderación, rivalidad y hegemonía”, en part. pp. 56-89. 39
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debido a su gran tamaño y a su soporte popular. Irán apoya y financia a esta agrupación, para derrotar a Israel e instaurar el Estado palestino-islámico. Aunque en realidad no se sabe cuál es el monto total de dinero que ha sido entregado por el Gobierno de Irán a Hamás, se estima que, de su presupuesto de 50 millones de dólares, ese país ofrece el 6 %, a esta causa. Gracias a su financiación, Hamás ha brindado al Estado iraní una poderosa protección, lo cual le ha permitido atacar frecuentemente al territorio de Pakistán, influenciar el desarrollo de la guerra mucho más allá de sus fronteras e incluso atacar a sus enemigos en Europa y en el Oriente Medio, tarea casi imposible para su ejército.40 Teniendo en cuenta el análisis que se ha planteado, es posible afirmar que las graves consecuencias y efectos acumulados a lo largo de la evolución de esta contienda, impiden que hoy se pueda solucionar una serie de incompatibilidades y desacuerdos para poner fin a la guerra. Particularmente, lo concerniente al sostenimiento de la violencia, la perpetración sistemática del terrorismo y la falta de escenarios de diálogo efectivos apoyados por las comisiones internacionales, ha traído las siguientes consecuencias: 1. La imposibilidad de solucionar diferencias irreconciliables en torno a la capitalidad de Jerusalén, ciudad que alberga sitios emblemáticos y religiosos tanto para los judíos como para los musulmanes. 2. El desarrollo de diferencias en relación con la posibilidad de retorno de los refugiados. Mientras los palestinos consideran el regreso como un derecho que se encuentra respaldado por la ONU, el pueblo de Israel ve en ello una amenaza potencial que podría recrudecer aún más el conflicto. 3. La delimitación de fronteras en el territorio que Israel ha tratado de consolidar en los últimos años, por medio de la construcción de un muro de separación. 4. La ocupación de Israel en territorios palestinos, pues aunque el fin de dicha toma se ha establecido como una condición indispensable para avanzar en el proceso de paz, el gobierno israelí mantiene inalterable su posición de conservar estos territorios.
Véase A. Mafinezam & A. Mehrabi, “Iran and Its Place among Nations”, en Praeger Publishers, 2, 2008, pp. 79-98. 40
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Por otro lado, a pesar del reciente crecimiento de la violencia y de los atentados terroristas, el enfrentamiento ha cambiado considerablemente desde la década de los setenta y se ha configurado como un conflicto organizado de regímenes que intentan establecer su hegemonía en la región.41 La principal solución, para frenar las terribles consecuencias que ha dejado la guerra a su paso, debe estar encaminada a resolver las profundas discrepancias ideológicas y étnicas existentes entre ambos bandos, buscando la manera de que las dos culturas y maneras de representar al mundo subsistan de manera legítima en la misma región. En este sentido, se deben proponer cursos de acción alternativos que tiendan a acabar con el conflicto, basándose en el hecho de que se ha mantenido una transformación constante y que se debe encaminar de forma adecuada, para terminar con el fundamentalismo y con las discrepancias étnicas y religiosas. En conclusión, la consecuencia central del conflicto es que los judíos, efectivamente, han ganado el territorio en disputa, se han apropiado de él por medio de una guerra y una batalla de conquista. Sin embargo, lo que no han logrado ganar es la seguridad del territorio, pues aún existe mucha resistencia en la zona, debido a la tenacidad del pueblo palestino, que ha sido calificado en más de un escenario internacional como terrorista. Si bien los judíos han conquistado el territorio, no han podido imponer sus condiciones, construyendo finalmente el Estado soberano y legítimo promovido por un sionismo que se ha contaminado durante las últimas décadas con la sangre, el terror y la violencia.42 2.6. Cinco aspectos que condicionan los efectos del conflicto Considerar los efectos intrínsecos de este conflicto implica reconocer los aspectos y motivaciones ideológicas particulares. De ellos se destacan: 1. Terrorismo de Estado: la presencia de amenazas inminentes a la seguridad nacional hace que los líderes de Estado se vean obligados a soportar y a financiar agrupaciones terroristas que trabajen en contra de sus enemigos. Además de este fenómeno, 41
H. Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic Crises. SUNY series in Global Politics, Washington, 2002. 42 Véase G. Chaliand, La resistencia palestina, Ediciones Acervo, Barcelona, 1971.
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factores relacionados con la compatibilidad ideológica y con la religión se vinculan comúnmente al patrocinio estatal de los crímenes terroristas. Por otro lado, casos como el de Israel y Palestina demuestran que más allá de la ideología, de los principios sociales y de la religión, el apoyo a organizaciones terroristas se asocia más con el desarrollo de estrategias geopolíticas que persiguen un mayor poder y hegemonía mundiales, mediante la perpetración continua y sistemática de la violencia y del terror. 2. Extremismo: básicamente, implica ir en contra de la postura filosófica según la cual, la virtud, la justicia y el bien siempre se encuentran en la mitad de los dos extremos. Por tanto, el que practica una posición extremista se aleja del justo medio. En el conflicto entre Israel y Palestina, el extremismo se ha desarrollado como una postura radical, autoritaria, maximalista y dogmática, que utiliza métodos igualmente extremos y arbitrarios para atentar de manera violenta contra quienes no compartan el mismo nivel de extremismo o que tengan otro tipo de ideologías. 3. Integrismo: se ha desarrollado como una forma de oponerse al progreso, de mantener la exclusividad del poder y de los dogmas que lo sostienen. En el caso particular de Israel y Palestina, parte de rechazar cualquier tipo de adaptación religiosa, que trasciende las esferas políticas e ideológicas. 4. Fundamentalismo: es importante tener en cuenta que el término se acuñó en los Estados Unidos para denominar a grupos con ciertas características, especialmente a los movimientos islámicos. Etimológicamente la palabra proviene del latín fundamentum, que significa principio sobre el que se funda una cosa, razón con la que se requiere afianzar y asegurar algo. A lo largo del conflicto, el fundamentalismo se ha desarrollado como una actitud contraria al cambio, como la imposibilidad de aceptar ideas o pensamientos distintos a los propios y como la práctica de dogmas y principios inalterables. En gran medida el fuerte fundamentalismo que se ha desarrollado a lo largo del conflicto impide que existan escenarios de diálogo para llegar a un acuerdo y para acabar con la violencia.
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5. La guerra como industria: Estados Unidos e Israel no solo comparten ideales de tipo geopolítico, para garantizar la hegemonía en la región, apropiarse de los recursos y disfrutar de la guerra, sino que además ambos son productores de armas. Durante el conflicto ha creado una burocracia militar y política que promueve el mercado de la guerra. De esta forma, se han gestado relaciones entre los productores de armamentos y los dirigentes políticos, que han ayudado a incrementar los ataques bélicos y a mantener la violencia en la región. En síntesis, en el presente capítulo se han analizado los orígenes del conflicto entre Israel y Palestina, revisando cómo la creación del Estado de Israel en 1948 afectó considerablemente al pueblo árabe y generó un conflicto que se evidencia en diferentes modalidades, dinámicas, y maneras de perpetrar el terror, en medio de enfrentamientos armados continuos que limitan cada vez más las posibilidades de una salida dialogada del conflicto. El conflicto se ha polarizado con el paso de los años, ha dado origen al radicalismo en ambos bandos y ha servido para incrementar la violencia y el terror entre la población civil palestina y judía. Aunque la solución del conflicto solo depende de los involucrados y solo ellos pueden generar las decisiones que permitan ponerle fin, es tarea de los demás países hacer lo mejor que se pueda para ayudar a aliviar esta compleja situación. El enfrentamiento ha dejado ya víctimas incontables y ha causado un considerable daño a los principios humanos y religiosos que guían la conducta y la ética de los judíos y de los musulmanes. El principio olvidado en medio de las urgencias de la guerra, según el cual nadie debe hacerles a los otros lo que no quiere que le hagan, y que hace parte del credo de ambas religiones, ha sido cambiado por un principio de acción violenta y sin límites que no mide las consecuencias. El amor de dios, que ambos pueblos proclaman, ha sido reemplazado por una cruda indiferencia hacia el dolor y el sufrimiento humano, en medio de una contienda sangrienta en donde se vulneran repetidamente los derechos básicos de la población civil. Aunque han existido voces pacifistas de ambos bandos, que tratan de recordar los principios humanitarios
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que orientan sus creencias, estas cada vez se escuchan menos, porque las silencian los sonidos de las bombas que día a día acaban con más vidas en el territorio. Teniendo en cuenta lo anterior, vale la pena plantear el siguiente análisis: las principales consecuencias y efectos del enfrentamiento árabe-israelí los ha sufrido la población civil durante más de medio siglo, a través de un conflicto armado prolongado, manifestado en un tipo de violencia de variable intensidad, caracterizado principalmente por sus diversas modalidades, dimensiones, rostros, formas de infundir el terror, maneras de expresar los ideales, de presionar a los Estados y de imponer la autoridad en las regiones que componen el territorio. Las transformaciones ideológicas y políticas de las agrupaciones, la diversidad de los actores y sectores políticos, económicos y sociales que hacen parte del conflicto, además de las estrategias y formas de conducir la guerra, han contribuido al desarrollo de las diferentes facetas de la violencia, representadas en innumerables perpetraciones que han dejado graves consecuencias para la estabilidad y seguridad de la población.
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Capítulo III 3. La narrativa israelí versus la narrativa palestina Luego de revisar los orígenes, causas y efectos del conflicto entre Israel y Palestina es necesario exponer las razones particulares que han tenido estos dos pueblos para sostener un enfrentamiento que ajusta ya 95 años. Para ello, se describen los arquetipos que sustentan estas lógicas y que giran en torno a un fuerte nacionalismo, que se desenvuelve en una serie de círculos, cuyo quehacer político se acomoda a la conveniencia de sectores religiosos que no permiten separar el Estado de la religión. En principio, los dos comparten un origen histórico común alrededor de las tierras en disputa, que para unos (judíos) fue una designación divina y para los otros (árabes) algo ganado debido a su permanencia en este territorio. Alrededor de la disputa territorial, y con el desarrollo de eventos históricos de ambos pueblos, surge la constitución de proyectos nacionales que apuntan a una consolidación territorial con las respectivas características que conllevan. En este capítulo se analizan las diferencias entre las narrativas israelí y palestina. Para el efecto, es importante centrarse en aspectos como el nacionalismo que ha tomado fuerza en cada uno de los bandos y la propagación de movimientos palestinos de izquierda y de derecha, que fragmentan y dividen los objetivos e ideales que persiguen. También se debe estudiar la intervención extranjera, como un componente fundamental de su desarrollo, además de los medios y formas de ataque de cada bando, que buscan debilitar al enemigo. 3.1 El nacionalismo dentro del conflicto El nacionalismo es uno de los pilares que fundamenta las causas de ambos pueblos. Tiene unas características propias y únicas, pues no solo gira en torno al espacio físico en disputa sino que cuenta con elementos religiosos que, además de afianzar las posturas más radicales, las justifica y alienta, sin que pareciera haber una posibilidad de detenerlas.
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Para comprender el desarrollo particular del nacionalismo, es importante detenerse a examinar los componentes históricos relevantes para la formación de los pueblos: los israelitas marcharon de Egipto a Canaán y Palestina no existía. Israel tuvo reyes que unificaron tribus que habitaban entre los ríos Jordán y Mediterráneo; el rey David fundó Jerusalén y su hijo Salomón construyó el templo y amplió las murallas. La ciudad se dividió en el Reino de Israel, al norte y el Reino de Judá, al sur; los asirios acabaron con el reino del norte; pasaron por los Macabeo y conquistaron los romanos. En medio de todo este proceso, Palestina aún no existía.43 En este breve compendio histórico, que excluye a Palestina de la historia territorial en esta región, se funda una de las razones que sostiene el sionismo en su causa y se muestra uno de los principales puntos de la táctica judía: desconocer históricamente a los palestinos. Ahora bien, por otro lado, está la diáspora judía, como otro de los argumentos históricos para fundamentar la causa sionista y la constitución del Estado judío, que permitió la unificación de aquellos que se encontraban dispersos por el mundo al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Adicionalmente, aparece la historia del pueblo árabe y su relación con el territorio, que al igual que sucede con los judíos, aporta herramientas nacionalistas para el sostenimiento de su causa. No obstante, se debe reconocer que la denominación palestino no aparece o se reconoce hasta entrado el segundo siglo después de Cristo.44 Los árabes sí han ocupado esta región al sur de Asia, a pesar de que su constitución histórica no ha sido homogénea desde la perspectiva étnica.45 Esto determina el carácter de los pueblos que son considerados árabes, que son la reunión de una serie de grupos étnicos y que, según la tradición religiosa, también hacen parte de la tribu
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Véase M. Aguinis, Breve historia de Israel y Palestina, Madrid, El Medio ediciones, 2013. Véase M. Rodinson, Los árabes, Madrid, Siglo XXI, 1991. 45 En el territorio considerado palestino se han instalado una multitud de reinos e imperios: los asirios en el año 720 A. de C; dominación persa en el año 537 A. de C.; conquista de Alejandro en el año 333, seguida de la dominación romana y bizantina, después de un periodo cristiano, durante el cual la región se convirtió al cristianismo; periodo Islámico desde 638 D. de C; comienzo de las cruzadas hacia el año 1100 D. de C; en 1260 la región es desbastada por los mongoles; en 1517, dominación del Imperio otomano sobre gran parte del Medio Oriente. 44
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de Abraham. Tanto árabes-musulmanes, como los judíos religiosos se consideran hijos de Abraham, unos por parte de Isaac (judíos) y otros por parte de Ismael (beduinos). La resistencia palestina surgió cuando los palestinos se percataron de cuáles eran las pretensiones de los sionistas. Toda la historia del mandato británico en Palestina está cargada de luchas en contra de los ideales propuestos por el sionismo, que fracasaron debido en gran parte a que el movimiento nacional palestino estuvo dirigido principalmente por familias de la oligarquía palestina, enfrentadas entre sí.46 A partir de entonces, se generan dos acciones en la evolución de la tensión previa al conflicto: los judíos sionistas empiezan a comprar terrenos en Palestina a los árabes y se establece oficialmente el apoyo británico en 1992. Durante el siglo XX, las tres ideologías fundamentales del mundo árabe fueron el nacionalismo, el socialismo y el confesionalismo. Sin embargo, muy pocas veces, estas se plasmaban en algún movimiento de manera pura, pues normalmente se combinaban de una manera más o menos expresa con una de las otras o con las dos.47 Del lado judío, el movimiento nacionalista, es decir, el sionismo, tenía la pretensión inmediata de fundamentar un Estado legítimo para el pueblo judío, en donde los árabes no podían tener ningún tipo de participación. Para la mayoría de sionistas, la judaidad representaba algo más nacionalista que religioso, lo cual se oponía al pensamiento de la mayoría de los judíos «orientales», para quienes su identidad judía era fundamentalmente una identidad religiosa.48 En la práctica, los nacionalismos árabes constituyeron populismos en contra de la oligarquía tradicional de terratenientes y burgueses compradores, aliados del colonialismo y del neocolonialismo. Como respuesta a la negación judía de la existencia del pueblo palestino, en la línea de los nacionalismos extremos, nace en 1983 la agrupación de resistencia islámica Harakat al-Muqawama al-Islamiyya (Hamás). Con la aparición de este tipo de grupos se le 46
J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica. Op. cit. Ivi, p. 134. 48 Ivi, p. 135. 47
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da fuerza a una visión desde la cual se contempla al enemigo nacional como piedra fundamental y fundacional para el Estado: El sionismo, por su proceder, es alentador del nacional-islamismo árabe y de los enfrentamientos internos árabes. Además, resulta impulsor de prácticas que, aunque perjudiquen a su propia población civil, logran incrementar su capacidad de expansión y sostenimiento durante un par de décadas.49
En este sentido, la política sionista trata de impedir que las minorías confesionales del mundo árabe sean un factor de secularización, ya que están interesadas en la separación de la religión y la política. Además, busca que el Estado no sea confesional y propende por la igualdad entre ciudadanos, a partir de la eliminación de la reducción ideológica del confesionalismo, indispensable para el progreso del mundo árabe. Para evitarlo, el sionismo se ha enfocado en convertir a las minorías en instrumentos de división social, alentando a las tendencias secesionistas en un intento de taifización colonialista. Al mismo tiempo, estas tendencias nacional-confesionalistas de las minorías potencian el nacional-confesionalismo de la mayoría musulmana sunní. Todo ello, en conjunto, contribuye al atraso, al oscurantismo y a las divisiones sectarias del mundo árabe, que agravan más los problemas que han mantenido vivo el conflicto.50 En síntesis, el nacionalismo árabe o panarabismo, con sus dos tendencias (secularista y nacional-islamista), tiene como rivales a los nacionalismos locales, que niegan la arabidad como fundamento de la nacionalidad. En general, los nacionalistas árabes aspiran a la unidad de la nación, pero no a la creación de la nación árabe, pues su existencia se da como un hecho, independientemente de que haya o no un solo estado árabe, varios o ninguno.51 Por otro lado, la esencia del nacionalismo judío, plasmado en el sionismo, era completamente incompatible con los derechos políticos de la población palestina; por tanto, el choque fue inevitable. La victoria de 1948 asentó la idea en los sectores mayoritarios de la política israelí
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Ivi, p. 232. Ivi, p. 215. 51 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 224. 50
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de que era posible conseguir los objetivos del sionismo, sobre todo el espacio palestino, generando la base de las futuras guerras y obstaculizando hasta la actualidad los intentos de llegar a una paz negociada. Sin duda alguna, el nacionalismo que defienden los bandos ha sido un factor fundamental del desarrollo del conflicto, que hace cada vez más difícil encontrar una salida concertada. En el nacionalismo de ambos pueblos se mezclan sus tradiciones históricas, sus ideales políticos y sociales, sus costumbres y sus objetivos territoriales. En suma, ambos ideales y maneras de comprender la realidad, resultan totalmente excluyentes e incompatibles. 3.2. La izquierda y la derecha en Palestina Es importante tener en cuenta que una de las principales características de la lucha palestina es la combinación de formas de lucha o de ideales. Se puede observar, por ejemplo, que, en los intentos para conformar una base sólida ideológica, la izquierda de la resistencia palestina tomó como modelos las experiencias maoísta, castrista-guevarista y sobre todo vietnamita. En el caso del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) estos modelos eran ante todo de liberación nacional; y en el caso del Frente Democrático por la Liberación de Palestina (FDLP) había también un interés de emancipación social. En general, la izquierda palestina era laica. Hasta el estallido de la Intifada, la resistencia palestina no tenía ninguna tendencia islamista y, en líneas generales, había sido hostil a los islamistas, en quienes había visto colaboracionistas conscientes o inconscientes del enemigo.52 En Jordania, la izquierda palestina jugó un papel importante en 1970 y si hubiera conseguido derrocar al rey Husayn, quizás podría haber dado una orientación mucho más radical, socialista incluso, a la resistencia palestina. Sin embargo, la derrota de Septiembre Negro impidió una evolución en esa dirección. Desde entonces, la izquierda palestina fue una corriente secundaria dentro de la OLP, sin grandes posibilidades de alterar esta situación.
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Ivi, p. 155.
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Del otro lado, desde la facción de derecha, cabe anotar que esta es otra de las causas de la mayor división del proyecto de la nación palestina; de hecho, sin tener aún un establecimiento institucional fuerte, se debate sobre las corrientes que deberían ser asumidas desde lo ideológico para enfrentar una lucha armada atravesada por el componente religioso. La derecha palestina, mayoritaria representada por Al Fatah, tenía como modelo al FLN argelino, puramente nacionalista, sin contenido revolucionario. Al Fatah también era mucho más nacionalista palestino que nacionalista árabe. Su objetivo era crear un Estado palestino, en principio en todo lo que había sido la Palestina del mandato británico y donde convivirían en igualdad los musulmanes, cristianos y judíos, incluyendo a los judíos israelíes que abandonaran el sionismo. Sin embargo, la Intifada dio un vuelco a la cuestión palestina y permitió a la dirección de la OLP intentar relanzar, ahora abiertamente, su proyecto del mini-Estado palestino. La Intifada jugó un papel decisivo para que Estados Unidos reconociera de facto a la OLP en 1988, lo mismo que haría Israel en 1993.53 Ante este panorama, la pugna entre las facciones de izquierda, en caso reciente, Hamás, y las de derecha, Al Fatah, impide una representación unánime de Palestina. Además, el apoyo que Israel recibe de Estados Unidos, la instrumentalización de Palestina de otras facciones árabes como el caso de Irán, que mantiene una política antisemita hacen parte de los elementos que impiden la consolidación de estrategias para acabar con los enfrentamientos. 3.3. La intervención internacional en el desarrollo del conflicto Es importante tener en cuenta que, cada una de las causas, ideologías, políticas y valoraciones religiosas de los bandos en disputa han estado atravesadas por la intervención internacional, que al mismo tiempo ha usado el conflicto para obtener beneficios. En un inicio, el imperio británico sacó provecho de la ocupación y de la expansión del Estado de Israel, así como recientemente lo ha hecho Estados Unidos. La región, además de contar
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Ivi, p. 156.
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con recursos inexplorados y un alto potencial de hidrocarburos, resulta ser un eje estratégico para el manejo de la península arábiga. Por tanto, hablar tan solo de la causa judía o palestina sería limitar o reducir el problema, teniendo en cuenta que cada facción ha estado influenciada por diferentes tipos de intereses económicos y sociales a escala mundial. Este tipo de influencias, que fortalecen y fomentan el nacionalismo de los bandos, promueve circunstancias en las que los dictadores consideran a las riquezas naturales e industriales de cada país como una fuente de explotación y como un medio para alcanzar una definitiva expansión agresiva.54 En consecuencia, en el análisis sobre el conflicto entre árabes y palestinos es importante tener en cuenta la participación e intervención de agentes extranjeros que, debido a intereses ajenos al mismo conflicto, apoyan la consolidación y el alcance de los objetivos de un bando en particular. Por un lado, Israel se encuentra cada vez más firme en su posición de quedarse con todo el territorio, para lo cual cuenta con el apoyo de los Estados Unidos. Por otro lado, el mundo árabe mantiene su característica de desintegración ante las intenciones sionistas y es apoyado por países que ven en la causa judía un intento de colonizar y asegurar un poder hegemónico en Medio Oriente. Particularmente, el apoyo internacional que recibieron los judíos y la causa sionista en sus orígenes, se derivó de los siguientes hechos históricos: 1. 1917: en la Primera Guerra Mundial, con la “Declaración Balfour”, el banquero judío Lord Balfour, Ministro de Exteriores del Gobierno británico, creó un “Hogar Nacional Judío” en Palestina. La principal intención de los ingleses era contar con un aliado en la región que le permitiera controlar y aprovechar la extracción de sus recursos, principalmente el petróleo.
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H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Editor: Harcourt Brace Jovanovich, Nueva York, Versión española de Guillermo Solana, 1998.
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2. 1920: con la “Declaración Balfour”, Gran Bretaña dirigió el desarrollo de una política en el territorio de Palestina por medio de la cual se permitió la entrada de inmigrantes judíos. Cabe aclarar que en un comienzo no hubo mayor oposición de los árabes, pues sin conocer sus ideales sionistas de fundar un Estado propio y legítimo en Palestina, acogían a los judíos pues pensaban que solo estaban huyendo de las persecuciones que sufrían en Europa. 3. 1930: cuando los árabes se dieron cuenta de que los judíos inmigrantes amenazaban su existencia, agotaban sus recursos y sus medios, se iniciaron las llamadas protestas y revueltas árabes, ante las que los británicos reaccionaron con la creación de campos de detección y la deportación de los líderes de las revueltas, con la intención de disolver a las organizaciones árabes que se comenzaban a formar para sacar a los judíos de su territorio. 4. 1939: en medio de las segundas revueltas árabes, entre 1936 y 1939, los dirigentes sionistas lograron que Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, y el gobierno británico, apoyaran la conformación de un Estado legítimo para los judíos en Palestina. Con base en ello, y reconociendo las incompatibilidades ideológicas y políticas que existían entre ambos pueblos, los británicos propusieron la creación del primer Plan de Partición de Palestina: un Estado judío sin población árabe y un Estado árabe que se fusionaría con Jordania. 5. 1942: en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno soviético, liderado por Stalin, apoyó fervientemente al movimiento sionista y le facilitó armas y recursos para luchar contra los árabes, como parte de una estrategia para frenar el ataque imperialista que gestaba el pueblo árabe. 6. 1942: el 11 de mayo de 1942 la Organización Sionista Norteamericana publicó el texto conocido como el “Programa de Baltimore”, que reconoce a Palestina como Estado soberano judío, admite la creación de un ejército y la formación de un gobierno judíos. Con este hecho histórico, el eje de la política del sionismo se desplazó de Inglaterra hacia los nuevos acuerdos con Estados Unidos.
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7. 1967: la identificación de Estados Unidos con el Estado de Israel es total desde este año. El gobierno estadounidense vio en el movimiento sionista un instrumento ideal para garantizar su hegemonía en Medio Oriente. 8. La situación resultante de la primera guerra árabe-israelí tampoco respetó el plan de partición en cuanto a la creación de una zona bajo la administración de las Naciones Unidas y a la instauración de un Estado árabe palestino. Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza las zonas que quedaron en manos de los árabes después de la guerra pasaron a ser administradas directamente por Transjordania y Egipto, sin que las débiles voces palestinas que defendían la fundación de un Estado propio fueran escuchadas.55 3.4. Fraccionamiento y medios de ataque entre los bandos A continuación se presenta un recuento de las agrupaciones creadas para combatir al Estado de Israel desde su establecimiento, con la intención de revelar que la refriega resulta desigual. En efecto, el apoyo extranjero a los judíos ha permitido la consolidación de una nación que vive con temor, alrededor de instituciones que con el paso del tiempo se consolidan, mientras que los palestinos no logran establecer una unidad y replican las mismas prácticas sectarias de la Antigüedad. 1. El Fatah: liderado por Yâsir ´Arafât, que se convirtió de la OLP. Contaba con una amplia mayoría dentro de la OLP y se encontraba a la derecha de los regímenes nacionalistas de «socialismo árabe» (ba´tista o naserista) derrotados en 1967. 2. As-Sâ´iqa: era la facción ba´tista pro-Siria de la resistencia palestina, creada en el IX congreso del Ba´t en 1966, aunque empezó a actuar tras la derrota de 1967. Era mucho más panarabista e izquierdista que el Fatah. 3. El Frente de Liberación Árabe: se constituyó en 1969 como el equivalente ba´tista proiraquí de la as-Sâ´iqa pro-Siria.
Véase R. Téllez, “Conflicto árabe-israelí y terrorismo: el islam en la política internacional”, en Espacios Públicos, 13, 2010, pp. 165-186. 55
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4. El Frente Popular para la Liberación de Palestina. El FPLP, liderado por George Habash, surgió de una radicalización desesperada del MNA a raíz de la derrota de 1967. 5. El Frente Popular para la Liberación de Palestina. Comando General. Dirigido por Ahmad Ÿibrîl, que se había formado en el ejército sirio y había sido dirigente del grupo guerrillero Abtâl al-´Awda, una de las organizaciones que se unieron en 1967. 6. El Frente de Liberación de Palestina. Fue una escisión del FPLP-CG que se produjo en 1976. 7. El Frente de Lucha Popular Palestina. Fue una escisión proFatah del FPLP en 1967. De 1971 a 1973 el FLPP se unió al Fatah. 8. El Frente Democrático para la Liberación de Palestina. Se constituyó en 1969 como el ala izquierda escindida del FPLP.56 Como se puede ver, el fraccionamiento es una de las principales características del pueblo árabe. Por el contrario, el pueblo judío, a pesar de presentar ciertas divisiones en cuanto al quehacer político y al establecimiento y sostenimiento del Estado de Israel, se ha mantenido más sólido. También se puede apreciar que la resistencia del pueblo palestino contra el colonialismo sionista ha abrazado diversas ideologías, confesionales y laicas, nacionalistas y supranacionalistas. Los palestinos, confesionalmente, eran en su gran mayoría musulmanes sunníes, con una minoría mayor de cristianos y minorías menores de drusos, judíos y samaritanos. Por su parte, el sionismo se presentó como nacionalismo/colonialismo judío, lo que no dejó de tener repercusiones, pues los musulmanes y los cristianos se oponían radicalmente al sionismo, mientras que los sionistas consiguieron ganarse una pequeña minoría de adeptos. Debe resaltarse que la OLP fue un movimiento de carácter nacionalista sin mucha relevancia en el plano religioso, que logró ubicar a Yasser Arafat como titular de un gobierno autónomo
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G. Chaliand, La resistencia palestina, Ediciones Acervo, Barcelona, 1971.
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(la Autoridad Nacional Palestina), que inicialmente solo tenía poder sobre Gaza y Jericó (aunque después se iría extendiendo al resto de Cisjordania), revelando una mayor capacidad de maniobra política. Sin embargo, con la aparición del Hamás se han perdido las posibilidades para la resolución del conflicto.57 A partir de la consolidación del Hamás, que ha logrado captar el sentimiento de fieles musulmanes que pretenden “depurar” las prácticas del islam, aplicando de forma estricta la ley islámica, han ido apareciendo otros movimientos que, si bien no están en Palestina, se han alineado con la causa; entre estos, Hermanos Musulmanes, que lucha por la necesidad de tomar el poder en los países islámicos “contaminados por culpa de sus políticos, del individualismo y del materialismo occidental”.58 El 30 de agosto de 1965, Gamal Abdel Nasser acusó oficialmente a los Hermanos Musulmanes de conspirar para dar un golpe de Estado, que terminó con la captura de su líder Sayyib Qutb, quien posteriormente fue ejecutado, en 1966, por traición. Lo anterior permite ver que, al igual que Israel, en Palestina se han ido consolidando una serie de alianzas violentas para detener lo que ellos llaman el avance colonialista de los judíos. Todo con el respaldo de facciones que creen que la única forma de terminar con el conflicto es por medio del exterminio judío, pues desde su cosmovisión el pueblo israelí es un problema. Debe recordarse que, desde su creación, Hamás ha perpetrado miles de ataques con la intención de matar, herir y aterrorizar a la población israelí, destruir propiedades e impedir cualquier intento de alcanzar un acuerdo negociado entre Israel y los palestinos. Los ciudadanos israelíes han sufrido numerosos ataques suicidas de Hamás, fuego de misiles y morteros e incursiones en territorio israelí, mediante túneles subterráneos transfronterizos. Los ataques terroristas de Hamás y de otras organizaciones desde el 2000 han dejado, por lo menos, 1.265 israelíes muertos, herido a muchos más y aterrorizado a toda la población por medio de perpetraciones sistemáticas del terror. En años recientes, Hamás ha expandido su
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S. García, “El conflicto palestino israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. Ivi, p. 15.
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arsenal terrorista con armas cada vez más letales y con una amplia red de túneles de asalto transfronterizo con salidas camufladas en territorio israelí, como lo muestra el informe del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, del 7 de julio del 2014. Ante estos ataques, la respuesta del Estado judío ha sido el fortalecimiento de su capacidad militar y las llamadas “represalias” de su ejército que, en la mayoría de los casos, han sido desproporcionadas. En efecto, la comunidad internacional declara actualmente que el actuar del ejército de Israel es desaforado y considera que, aunque no se equipara a los ataques terroristas de las facciones extremistas palestinas, de todas formas, tienen un alto potencial desestabilizador. Desde otra perspectiva, luego de tantos años de conflicto, otra de las formas de lucha que con el paso de los años ha ido dando fruto, es el fortalecimiento del antisemitismo por medio de las acciones de las fuerzas israelíes, junto con una fuerte campaña política internacional que se respalda en la victimización del pueblo palestino.59 En este contexto, el Estado de Israel ha sido cuestionado como entidad política con derecho a la existencia. Este proceso, a su vez, se ha proyectado de un modo complejo sobre la vida de las comunidades judías de la diáspora. Los dirigentes palestinos han enviado mensajes ambiguos con el fin de desarmar, desmoralizar y engañar a sus enemigos, al tiempo que logran el apoyo de terceros.60 En su radicalización, el antisionismo creó nuevos enunciados, estableció una compleja dialéctica de recuperación de viejos referentes antisemitas, lo que derivó en prejuicios en contra del pueblo judío. Las relaciones entre antisionismo y antisemitismo son multifacéticas y refuerzan la tesis de los modelos cambiantes de este último concepto. Las nuevas formas de construir la violencia simbólica, la discriminación y el odio contra los judíos, se vincula con la tradición histórica de los pueblos y con las perspectivas internacionales sobre el conflicto.61
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J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. M. Widlanski, Battle for our Minds: Western Elites and the Terror Threat, Threshold Editions, Nueva York, 2014. 61 Véase J. Bokser, “El antisemitismo: recurrencias y cambios históricos”, Op. cit., en part. 101-132. 60
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Por otro lado, el antisemitismo no es solo parte de la historia sino también un ingrediente relevante de la cultura europea. La historia antisemita es larga en Europa y está llena de difamación, discriminación, expulsiones y otras persecuciones que hoy en día, debido a las recientes campañas de desprestigio, ha tomado una nueva fuerza. El Estado de Israel es el único de tipo racista que queda en el mundo, tras la desaparición del apartheid en Suráfrica. Se justifica, paradójicamente, por el racismo que sufrió el pueblo judío a manos de los nazis y que ha propagado distintas manifestaciones violentas en la región, amparado en la potestad que le asiste de reivindicar sus propios derechos.62 El sionismo y la colonización de Palestina solo eran posibles si utilizaban las mismas políticas discriminatorias que los nacionalistas étnicos europeos habían usado contra los judíos en Europa central y oriental. A pesar de ello, el sionismo siempre ha utilizado el argumento del antisemitismo y de las persecuciones históricas, de las que ha sido víctima, para justificar sus acciones.63 3.5. Posibles salidas al conflicto Muchas voces internacionales apoyan una resolución del conflicto árabe-israelí basada en la creación de dos Estados viables, a partir de las fronteras de 1967, con pequeños cambios acordados por ambas partes y con Jerusalén como capital compartida. Desde el ámbito internacional todavía no se ha encontrado un sistema con la suficiente legitimidad y representatividad que pueda velar por la aplicación de la justicia en el campo interestatal. Principalmente, este ha de ser un foco de atención para aquellos comprometidos con los procesos que conduzcan a un orden internacional justo y armonioso. Las Naciones Unidas son la semilla que debe nutrirse para que adquiera la envergadura necesaria para poder liderar y regular las acciones internacionales.64
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J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. P. Johnson, La historia de los judíos, Ediciones B, Madrid, 2010. 64 Véase S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. 63
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Para encontrar soluciones a las diferencias entre ambos bandos es importante también analizar la magnitud del factor económico, que constituye uno de los fundamentos centrales del conflicto y se relaciona con las posturas sociopolíticas que cada bando ha decidido adoptar para su sostenimiento. Uno de los motivos centrales por los que la balanza del conflicto se inclina a favor de Israel es el desequilibrio social y económico entre ambas partes. Por un lado, el ejército de Israel es considerado uno de los mejores dotados del mundo: su servicio de inteligencia está entre los primeros en la escala mundial y sus mecanismos de control ponen en total desventaja al pueblo palestino, que usa equipos arcaicos, de fabricación casera en muchas ocasiones y que no cuenta con recursos suficientes para asegurar el funcionamiento adecuado de sus instituciones.65 Debe anotarse que parte del actuar del pueblo judío está fundamentado en la persecución histórica que ha sufrido. Este hecho lo mantiene a la defensiva y su actitud se refleja en la perpetración de actos violentos, es decir, que si se siente amenazado, siempre tendrá la tendencia a responder en los mismos términos. Por tanto, las posibilidades que hay para cada uno de los bandos en disputa, están atravesadas por la capacidad que tengan de hacer a un lado sus ambiciones nacionalistas extremas, lograr posibilidades de gobierno laicos y comprender que tendrán que compartir el territorio, sea bajo las condiciones de alguno de los dos o por la intervención de un tercero que pueda regular la convivencia. Por un lado, Palestina debe aceptar que su proyecto nacionalista es imposible. La idea de destruir el Estado de Israel con las solas fuerzas guerrilleras era y es ilusoria. El margen de maniobra de los dirigentes nacionalistas palestinos, incluyendo el de la burguesía nacionalista palestina, más proclive a un mini-Estado palestino, más que mínimo es nulo. Israel les ofrece a los dirigentes palestinos la posibilidad de convertirse en alcaldes de un campo de
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concentración y los dirigentes palestinos saben que si aceptan, su futuro será que los reclusos terminen linchándolos.66 Y del otro lado está la imposibilidad de los judíos de construir un Estado nacionalista que contemple la viabilidad de un proyecto sionista. Esto se debe, principalmente, a la concepción bajo la que se ha generado el ideal de este tipo de Estado, que no concibe la convivencia binacional igualitaria entre los judíos inmigrantes y la población autóctona palestina no judía. En todo caso, para analizar lo que sucede a la luz de los hechos, se debe primero tomar en cuenta las necesidades de cada pueblo, sus sentimientos, su historia y sus tradiciones, a partir de un estudio detallado sobre las motivaciones y objetivos de cada una de las ideologías que determinan su devenir: el sionismo judío y el nacionalismo árabe.
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Véase J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit.
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Capítulo IV 4. Sionismo y Estado judío Para el desarrollo de este capítulo, en primer lugar se analizan los orígenes del sionismo y el contexto en el que vivía Europa a finales del siglo XIX, cuando se definieron los ideales del proyecto sionista, a cargo de su fundador ideológico Theodor Herzl. En segundo lugar se describen las características generales del sionismo, enfatizando en el hecho de que más allá de ser un movimiento que pretende garantizar la seguridad y la libertad para el pueblo judío, sus verdaderas intenciones son convertir a Israel en una potencia hegemónica en la región del Medio Oriente y a escala mundial. Posteriormente, se analizan los verdaderos objetivos del sionismo, considerando el desarrollo del proceso de colonización sobre los árabes y su marcada aversión a otro tipo de comunidades judías que desde un comienzo han rechazado las prácticas bélicas y violentas del sionismo. Finalmente, se examina la situación actual del sionismo y las percepciones generales de la comunidad internacional a propósito de este movimiento en particular. 4.1. Orígenes del sionismo Antes de iniciar el análisis sobre los orígenes del sionismo, se debe especificar la diferencia entre el judaísmo y el sionismo, con el fin de no caer en errores que impidan comprender de manera acertada este movimiento. Básicamente, los judíos son un pueblo que posee un conjunto de tradiciones y de hábitos culturales, en el que la religión es un componente relevante, pero no indispensable. Por otro lado, el sionismo se entiende como un movimiento político, cuya principal finalidad ha sido conformar una nación que integre al pueblo judío, disperso desde hace mucho tiempo en diferentes lugares del mundo, fundando un Estado legítimo y soberano desde el cual puedan disfrutar de la libertad y de la plena realización de sus derechos.
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El sionismo judío se estableció como movimiento político en Europa a finales del siglo XIX, y tomó su nombre de la colina ubicada en Jerusalén llamada Sion, donde se edificó el templo de Salomón. Principalmente, se le ha catalogado como un nacionalismo étnico, porque la religión cumple un papel fundamental, pues es aquello que unifica e integra a toda la población judía. En efecto, a diferencia de los otros pueblos de la región, los judíos no compartían una lengua específica ni un territorio particular. Incluso, su cultura, sus costumbres y maneras de expresar creencias cambiaban significativamente entre las distintas sectas y comunidades.67 Por tanto, la característica principal que unificó desde un principio a los judíos fue su religión, asociada a la referencia de una patria sagrada, a un Estado legítimo y soberano en el que no solo podrían garantizarse a sí mismos la seguridad necesaria para evitar la discriminación y la opresión que habían sufrido en Europa, sino en el que también podrían expresar con toda libertad sus creencias, prácticas e ideología y convertirse progresivamente en una potencia mundial digna de ser respetada.68 De esta manera, el objetivo sionista de fundar un Estado legítimo y propio, lo cual no solo era necesario en virtud de la difícil situación política y social que enfrentaban, sino también representaba el fin de un designio divino que los llamaba a unirse, permitió movilizar a los distintos colectivos judíos e integrarlos en una misma causa, sin importar las diferencias de idioma, de territorio o de costumbres. Sin embargo, no se debe ver en el sionismo un movimiento con una sola cara o un solo matiz, ya que posee diferentes corrientes. De ellas, se destaca el sionismo político, debido a sus enormes pretensiones y a los métodos que ha utilizado para cumplir con sus objetivos, que han sido llevados hasta el extremo de la violencia, la colonización y la represión, a partir de
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J. Bollo-Muro, El sionismo, una forma del imperialismo, Op. cit. Desde el comienzo, este Estado tenía que encontrar una localización concreta: Palestina.
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la idea de reunificación del pueblo judío en un territorio, para crear allí un Estado que sea fundamentalmente judío. En este sentido, los precedentes del sionismo son mesiánicos y místicos, en la medida en que la fundación de un Estado propio implicaría la salvación definitiva de los judíos, la seguridad e independencia que buscaban y la culminación de los tiempos, la llegada del mesías y su reinado definitivo sobre la humanidad. Además de la unión de todas las comunidades y colectivos judíos, el sionismo judío pasó de la teoría a la práctica con suma rapidez gracias a los siguientes fenómenos: 1. Dentro de la elite judía occidental existían poderosos financistas que tenían acceso a los Gobiernos centrales, integrados a la causa sionista. 2. El proyecto sionista se fusionó de manera acelerada con los intereses de las potencias imperialistas, especialmente Gran Bretaña.69 De esta manera, en el origen del sionismo se involucran razones y motivaciones de tipo religioso, cultural, político y económico, en un proceso en el que las potencias mundiales entraron a jugar un papel fundamental y en el que aspectos como el nacionalismo y el imperialismo se convirtieron en elementos fundamentales desde los cuales se fortalece el ideal de fundar un Estado propio y legítimo de los judíos. Esto se verá con más detalle a continuación, cuando se hable del enfoque ideológico del sionismo judío.
4.2. Generalidades del sionismo judío El sionismo judío es una ideología de carácter nacionalista, desarrollada a partir de los planteamientos de Herzl,70 quien rescata la importancia del asimilacionismo, es decir, la posibilidad de que los judíos gozaran de los mismos beneficios de todas las personas y que 69 70
Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., en part. 24-65. Véase T. Herzl, El Estado judío, Op. cit. en part. 13-69.
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tuvieran la posibilidad de integrarse sin ningún tipo de resistencia, manteniendo al judaísmo como religión, conservando las mismas costumbres que sus compatriotas, pero que había fracasado debido a la enorme discriminación a la que fueron sometidos. Para Herzl, la esencia del problema judío no era de tipo individual sino nacional y por tanto los judíos solo podían mejorar su situación si su condición era transformada positivamente por medio del establecimiento de un Estado legítimo y soberano, que gozara de la aceptación y del respeto de toda la comunidad internacional. A mediados del siglo XIX, el sionismo entró en contacto con las grandes corrientes del pensamiento en Europa, como el liberalismo, el socialismo y el nacionalismo. Por tanto, la idea de Herzl71 partió de una consideración histórica según la cual el antisemitismo es un factor estable e inmutable en la sociedad humana y que la única manera de sobrepasarlo es mediante la creación de un Estado judío. El sionismo se entiende, ante todo, como un intento de integrar las condiciones tradicionales de los judíos europeos que se encontraban en rápida desintegración. En este sentido, el sionismo vinculó los intereses y la voluntad de todos los judíos, que sentían la necesidad de unirse y de luchar por un mismo fin. En particular, la lucha se estableció como una condición necesaria para cumplir con el objetivo de fundar un Estado soberano en Palestina.72 La visión del sionismo se centra en su creencia de que el pueblo judío es diferente a todos los demás, en la medida en que posee unas condiciones y creencias totalmente opuestas a las europeas. Sus diferencias culturales y religiosas, los obligaban a abandonar Europa, territorio con el que no eran compatibles ideológicamente y a buscar un Estado legítimo y soberano en el que pudieran practicar sus creencias, ritos y costumbres únicas, sin temor a ser juzgados, rechazados o vulnerados. En este sentido, el sionismo representa una reacción al creciente antisemitismo europeo, por medio de la unión de las diferentes etnias judías con el fin de fundar un Estado soberano.
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Ibídem. I. Deutscher, El judío no sionista y otros ensayos, Op. cit., p. 34.
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Otro rasgo general del sionismo judío es el desarrollo continuo de sentimientos nacionalistas que los ha llevado a buscar, más allá de reivindicar el sufrimiento y el dolor de aquellos que murieron por el atropello y la discriminación en el pasado, la posibilidad de convertirse en una potencia mundial con la implementación y el desarrollo de su propio Estado.73 En relación con la política internacional, Izquierdo74 manifiesta que con el desarrollo del sionismo se ha establecido un proceso continuo de expansión colonial, que ha dado origen al prosionismo de potencias mundiales como Francia y Estados Unidos, porque los territorios conquistados por Israel se podían establecer al tiempo como centros estratégicos para servir de base operativa y mantener la hegemonía de esas potencias. Un aspecto interesante es que a pesar de que los judíos buscaban un nuevo territorio, no se sentían identificados con la ideología ni con las costumbres europeas. En el proceso que los ha llevado a alcanzar su Estado legítimo e independiente, han utilizado el mismo proceder y las mismas estrategias de los europeos cuando, históricamente, han querido apropiarse de nuevos territorios utilizando estrategias como el militarismo, la colonización, el nacionalismo y el destierro de las poblaciones. El sionismo hacía hincapié en aspectos no religiosos de la judaidad y concebía a los judíos como nación, a la que aspiraba a dotar de su propio Estado-nación judaico, idea ajena tanto al judaísmo ortodoxo como al judaísmo reformado. La resurrección política de Israel y de la lengua hebrea como lengua de uso no religiosa era, para la mayoría de los judíos ortodoxos una herejía y una blasfemia y para los judíos reformistas un disparate.75
Generalmente, los sionistas presentan su ideología como la gran salvación para el pueblo judío, pues la fundación de un Estado legítimo y soberano es el único camino posible que tienen para evitar el antisemitismo, la discriminación y el racismo. Sin embargo, en realidad 73
Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., en part. pp. 24-65. F. Izquierdo Brichs, “El movimiento sionista ante la partición de Palestina”, Scripta Nova en Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2003, vol. VII, núm. 144. 75 R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., p. 130. 74
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el sionismo judío no trata tanto de liberar a los judíos de la opresión, de las amenazas y del miedo, sino más bien de utilizar ese miedo y esas amenazas para desterrar a los árabes y rechazar sus creencias y para que de esta manera puedan emigrar hacia al destino deseado, donde se ha ensañado un conflicto que genera aún más discriminación.76 En síntesis, el sionismo judío vincula elementos que corresponden a la etnia, a la religión y a la reivindicación nacional. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el pueblo judío se convirtió al nacionalismo y su población se unió principalmente por su religión, pero también por la necesidad de legitimar su soberanía ante los ataques y persecuciones sufridas. “El sionismo, de facto, lo que hacía era nacionalizar una judaidad cuyo fundamento durante más de dos mil años había sido la religión judía, el judaísmo”.77 Por otro lado, desde sus mismos orígenes, la formulación y desarrollo del sionismo ha tenido tres componentes fundamentales, formulados por el propio Herzl en los albores del movimiento: 1. Componente nacionalista: dadas las circunstancias que atravesaba Europa a finales del siglo XIX, en donde se manifestaba un creciente antisemitismo por gran parte de los sectores de la sociedad, el principal ideal del sionismo fue reclamar un territorio y constituir un Estado. Esto no significaba otra cosa que, ante la situación de discriminación vivida por los judíos, debían fundar un Estado propio, pero no con el objetivo de ser diferentes a los demás pueblos y de vivir completamente aislados del resto del mundo sino como un medio necesario para garantizar su desarrollo en medio de un entorno seguro, sin discriminación, opresión ni desprecio.
2. Componente imperialista: cabe tener en cuenta que a finales del siglo XIX el imperialismo era un tema bastante popular entre las potencias europeas, que les había permitido obtener enormes riquezas y ventajas territoriales amén de posicionarse cada 76 77
N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Op. cit. J. Durán, El conflicto árabe-israelí, Op. cit., p. 132.
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vez más, a escala económica, en el mundo. El desarrollo del colonialismo en África provocaba entusiasmo en Occidente y se entendía que el imperialismo era un camino efectivo para alcanzar los objetivos relacionados con el crecimiento y la consolidación financiera. Precisamente en medio de este contexto social nace el sionismo, que entiende que el imperialismo es el medio perfecto para desarrollar el nacionalismo y para materializar la idea de fundar un Estado soberano para los judíos.
3. Principalmente, la colonización de Palestina seguiría el modelo colonial británico, para lo que fue necesario constituir una sociedad judía, establecer organismos de planificación política y promover instituciones que financiaran las campañas imperialistas. Desde un comienzo, explica Turrent,78 Gran Bretaña jugó un papel preponderante en el proyecto sionista, no solo como un modelo para imitar, sino como una carta de colaboración, una potencia que apoyaba estratégica y financieramente los ideales judíos.
4. Articulación: se refiere a la unión e integración de las diferentes comunidades judías en un mismo ideal y objetivo: la fundación de un Estado legítimo y soberano. Con el tiempo, las propuestas de Herzl fueron respaldadas por los judíos que habitaban Europa central y oriental, con lo cual se fortaleció la articulación entre las distintas fuerzas que se encontraban disgregadas, estableciendo así las bases de un movimiento de alcance mundial.79 Lo original del sionismo es la pretensión de crear un Estado judío en un país mayoritariamente no judío, haciendo llegar a los judíos de todo el mundo para desplazar a la población no judía del país, todo ello en nombre de una presencia judía hace dos mil años o en virtud de un supuesto derecho divino.80
Véase I. Turrent, “Entre Israel y Palestina”, en Revista Letras Libres, año 8, núm. 86, México, 2006, p. 132. Véase O. Seliktar, Nuevo sionismo y sistema de políticas exteriores de Israel, New York: Southern Illinois University Press, 1987, en part. pp. 2-25. 80 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 295. 78 79
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Por tanto, la articulación fue vital en el proyecto sionista, ya que congregaba a las distintas comunidades judías, que de otra manera habrían permanecido dispersas y no hubieran tenido la oportunidad de luchar por una idea que desde un comienzo se convirtió en el principio central que les permitiría garantizar su salvación, su seguridad y su libre desarrollo. Sin embargo, cabe aclarar que el pueblo judío se resistió al sionismo porque, en sus comienzos, este distaba de ser un movimiento que congregara a las masas y, al contrario, se evidenciaban distintas posturas contrarias. Dentro de ellas se destacan: 1. Aquellos que pensaban que el sionismo era un movimiento impío, en la medida en que los sentimientos nacionalistas exacerbados podían llevar al hombre al uso de la violencia y al desarrollo de la guerra. 2. Los que consideraban que los judíos debían integrarse a las naciones a las que pertenecían. 3. Los que a pesar de que estaban a favor del nacionalismo, pensaban que los judíos podían continuar como una nacionalidad dispersa, que sería identificable por su religión y sus creencias, pero no por poseer un mismo territorio. 4. Finalmente, los ortodoxos religiosos, que opinaban que el regreso de los judíos a Israel solo podría efectuarse por medio de una orientación divina y que en tal medida iniciar este proyecto representaba una herejía que sería fuertemente castigada. En general, las principales razones expuestas de manera inicial por los judíos que no querían adherirse a la causa sionista eran, para empezar, que el concepto mismo del sionismo representaba una refutación de la creencia tradicional de la Torah en el exilio como castigo y redención.81 Además de ello, el sionismo parecía un movimiento totalmente indiferente a
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D. Jacobs, Israel y Palestina, Op. cit., p. 22.
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las necesidades y derechos de los no judíos, en la medida en que se desconocían las libertades del pueblo palestino que habitaba el territorio desde hacía una gran cantidad de años. Otro de los argumentos en contra del sionismo era que aplicaba una política opresiva que solamente causaría más dolor, más víctimas, sufrimiento, sangre y discriminación y que provocaría conflictos innecesarios de carácter mundial: situación que, en efecto, ha ocurrido. Finalmente, se pensaba que el sionismo llevaría a los judíos a ser desleales con los gobiernos bajo cuya protección vivían en el exilio y esto generaría mayores conflictos que debían evitarse. En sus inicios, por tanto, los sionistas eran una minoría. Incluso aquellos judíos no ortodoxos veían en el sionismo un camino más que seguro para el desastre. No obstante, a pesar de las marcadas diferencias que tuvo el sionismo en sus comienzos, de las críticas y del rechazo de gran parte de las comunidades judías, la situación dio un giro considerable después de la Segunda Guerra Mundial. Particularmente, la articulación solo pudo generarse luego del Holocausto nazi, que fortaleció los sentimientos nacionalistas del pueblo judío sobreviviente, que debía reaccionar de una manera distinta, más fuerte y estratégica, para evitar las persecuciones que venía sufriendo.82 En general, el movimiento sionista no solo construyó una verdad, no solo trazó un objetivo y una meta particular que congregó, después de no poca resistencia, a la comunidad judía, sino que a la vez tuvo la posibilidad de desarrollar las estrategias que le permitieron consolidar un discurso político y social, desde el cual fue posible legitimar los hechos violentos y colonialistas que caracterizaron al movimiento. A partir de este discurso, los palestinos se convirtieron en seres inexistentes, en los enemigos a los que no se les podía conceder ningún derecho.
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Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., en part. pp. 24-65.
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Para Herzl, Palestina representaba la patria histórica del pueblo judío, la tierra prometida ante la cual debían reclamar sus derechos ancestrales, sin importar los medios que tuvieron que emplear para ello. Siguiendo las palabras de De Los Ríos: Lo que el sionismo recupera del judaísmo es la idea del “retorno a Sion”. Para asentar una nación era necesario un territorio y en Palestina podían, valiéndose de la Biblia, reclamar los derechos sobre esa tierra. El problema es que Palestina no era una “tierra sin pueblo”. Cualquier conocedor, por mediocre que sea, sabe que los pueblos árabes la habitaron desde siempre. Por lo que la solución que optaron los sionistas fue expulsarlos, expropiarlos de su tierra, negarles su existencia.83
En síntesis, el sionismo judío vincula elementos que corresponden a la etnia, a la religión y a la reivindicación nacional. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el nacionalismo de una población unida principalmente por su religión, pero también por la necesidad de legitimar su soberanía ante los ataques y persecuciones sufridas. “El sionismo, de facto, lo que hacía era «nacionalizar» una judaidad cuyo fundamento durante más de dos mil años había sido la religión judía, el judaísmo”.84 Para entender mejor el proceso colonialista que emprendió el sionismo, a continuación se analizan los objetivos que han guiado y orientado su proceder a lo largo de los años. 4.3. Objetivos del sionismo El principal objetivo del sionismo no ha sido simplemente colonizar Palestina y fundar allí un estado legítimo y soberano. Aunque la colonización ha sido un aspecto clave que no solo define la intención del pueblo judío, sino que resume en gran medida el conflicto generado con los árabes, más interesante que la colonización por sí misma son las características específicas del proceso colonizador, que determina una relación particular entre los colonos y el pueblo por conquistar.85
E. De Los Ríos, “El Movimiento sionista y sus repercusiones en Palestina”, Observatorio de conflictos, Buenos Aires, 2008, p. 8. 84 J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 132. 85 R. Margolies, The Path to Mass Rebellion: An Analysis of Two Intifadas, Op. cit., p. 93. 83
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El movimiento sionista busca explotar al pueblo palestino, sacarlo de sus tierras, dispersarlo y desposeerlo, a partir de una sustitución no solo de la población, sino de las actividades productivas, de la fuerza de trabajo, de las costumbres y expresiones culturales y de todos aquellos elementos que hacen parte integral de la sociedad.86 Esta misión fue delegada al Fondo Nacional Judío, cuya función: … era recuperar la tierra de Palestina como la posesión inalienable del pueblo judío. ... Ya en 1891, el dirigente sionista Ahad Ha'am escribió que los árabes comprendían muy bien lo que estábamos haciendo y cuál era nuestro objetivo. ... Theodore Herzl, el fundador del sionismo, declaró: trataremos de hacer desaparecer a la población [árabe] pobre a través de la frontera, obteniéndole trabajo en países de tránsito, mientras le negamos trabajo en nuestro propio país. ... Tanto el proceso de expropiación y el traslado de los pobres deben ser realizados con discreción y circunspección.87
Mediante el proceso de colonización, los agricultores árabes se negaban a abandonar la tierra que el Fondo judío había adquirido pagando a los terratenientes absentistas, por lo cual fueron expulsados gracias a la mediación de las autoridades turcas. Ante esta situación, la comunidad árabe trataba de oponerse al aumento de la inmigración y de las compras de tierra judías, en la medida en que representaban un peligro real para la existencia misma de la sociedad árabe en Palestina. Debido a la fuerza y a la violencia que encontraron los judíos en esta oposición, el proyecto sionista jamás se hubiera podido realizar sin el respaldo militar de los británicos. En todo caso, un aspecto relevante que se debe señalar es que el sionismo judío no encontró resistencia en el pueblo árabe debido al antisemitismo, sino porque representaba una visión colonialista e imperialista que amenazaba con acabar los cimientos de la misma sociedad árabe. En todo caso, la campaña de colonización hizo que gran parte del mundo y de la comunidad internacional consideraran al sionismo como un programa, porque negaba los derechos 86 87
D. Neff, Fallen pillars: U. S. policy towards Palestine and Israel since 1945, Op. cit. J. Quigley, Palestina e Israel: un desafío a la justicia, Routerland, Nueva York, 2010, p. 15.
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políticos de la mayoría y porque no aceptaba la posibilidad de que los indígenas nativos ejercieran sus derechos políticos. Particularmente, la colonización emprendida por el sionismo tenía fines diversos, como lograr que la mayoría de árabes se transformara en una minoría controlable y manipulable; que la población judía se hiciera al control de las mejores tierras y que se trajeran capitales para invertir en industrias que hicieran a los judíos poderosos y a los árabes dependientes.88 Todos los judíos israelíes saben (aunque la mayoría prefieren ignorarlo y sobre todo que se ignore) que su «Estado judío» se construyó sobre las ruinas de una Palestina mayoritariamente no judía, que las ciudades, pueblos y kibutzim se establecieron sobre ciudades y aldeas palestinas destruidas, cuyos habitantes fueron expulsados o huyeron aterrorizados en una limpieza étnica llevada a cabo en 1948.89
Se puede decir que el colonialismo que ha sido gestado por el sionismo en Palestina ha pretendido eliminar a los árabes de palestina y erradicarlos de la historia, a partir de un proceso invasivo sistemático por medio del cual se niegan y se rechazan sus creencias e ideologías. Para cumplir con este propósito, como se ha visto, los judíos han utilizado diversas estrategias, dentro de las que se incluyen la compra de tierras, por medio del Fondo Nacional Judío, creado en el año 1901, cuya función es adquirir y distribuir territorios entre los habitantes judíos en Palestina. Las palabras de Buber expresan con detalle los atropellos de los que ha sido víctima la población árabe a raíz de la causa sionista: Solo una revolución interna puede tener el poder necesario para curar a nuestro pueblo de la enfermedad asesina del odio sin causa. ... Nos va a traer la ruina total. Solo entonces comprenderán los viejos y los jóvenes de nuestro país cuán grande fue nuestra responsabilidad en el devenir de esos desgraciados refugiados árabes en cuyas poblaciones hemos asentado judíos traídos desde bien lejos, hemos heredado sus
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Véase E. De Los Ríos, El Movimiento sionista y sus repercusiones en Palestina, Op. cit., en part. pp. 7-78. J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit., p. 138.
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hogares, ahora sembramos y cosechamos sus campos; recogemos los frutos de sus jardines, huertos y viñedos; y en las ciudades, que les hemos robado, instalamos casas de educación, caridad y culto, mientras parloteamos y deliramos diciendo que somos el Pueblo de la Biblia y la “ luz de las naciones”.90
Por otro lado, una de las mayores estrategias para lograr su cometido, han sido las ocupaciones militares, mediante asentamientos por la fuerza, confiscación de las tierras y creación de organizaciones militares semiclandestinas, cuya finalidad es expropiar a los árabes, con amenazas y violencia. Finalmente, se encuentran las acciones de tipo económico, que pretenden bloquear el retorno de los habitantes árabes a las tierras confiscadas y apoyar la inmigración sobre la base de que cualquier hijo de madre judía, sin importar su procedencia, tiene derecho a la ciudadanía en Israel. Por otro lado, se bombardean y destruyen las industrias y centros de servicios públicos de los palestinos, se apropian de los recursos y se impone un bloqueo comercial a los árabes.91 El sionismo judío siempre ha estado en una posición media entre excluir a los indígenas no judíos o dejarlos permanecer para explotarlos. Pero más allá de sus objetivos colonizadores e imperialistas en Palestina, el sentido y la ideología del sionismo se entiende a la luz de su relación con otro tipo de comunidades judías. El sionismo se ha establecido a partir de un odio y una aversión hacia otro tipo de judíos, como se explica a continuación: 1. Existe un desprecio hacia los judíos asimilados de Europa, que emigraron al Estado de Israel a raíz del Holocausto, en contra de su voluntad, solo porque las
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Orígenes del Conflicto Palestino-Israelí. Disponible en < https://issuu.com/guillermoenriquevidalonsirlupu/docs/el_conflicto_palestino-israel__> “Consultado el 11 de Febrero de 2016”. 91 F. Izquierdo Brichs, “El movimiento sionista ante la partición de Palestina”, Scripta Nova en Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2003, vol. VII, núm. 144.
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circunstancias lo exigían así, y de no haber ocurrido lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial, hubieran permanecido cómodamente en Europa. 2. Aversión hacia los judíos ortodoxos, que trataban de evitar a toda costa enfrentamientos bélicos en razón a sus creencias y a la idea de que solo la orientación divina los podría hacer regresar a Israel. 3. Odio a los judíos orientales, es decir, aquellos que no procedían de Europa y que en su mayoría llegaban de los países árabes.92 Por otro lado, además de sus orígenes y creencias, los sionistas también han juzgado y utilizado a las demás comunidades dependiendo de sus riquezas y posesiones: en primer lugar, se encuentran los judíos con fortuna y poder, que sin importar si fueran ortodoxos o si no provenían de Europa, les interesaban para que participaran en el proyecto y necesitaban su patrocinio económico de cara a la colonización. En cambio, los judíos de condición social humilde, le servían al sionismo solo como colonos y como medio para masificar al movimiento.93 Por último, se encuentran los judíos que poseían riquezas en sus países de origen y que por tanto no se traducían en poder y fortuna para el sionismo. A este tipo de comunidades solo las usaban como emigrantes a Israel, incluso si eso suponía su empobrecimiento al dejar abandonadas sus posesiones en Europa. Como se puede apreciar en este análisis, el desarrollo de los objetivos del sionismo ha cambiado considerablemente al judaísmo, en el sentido en que se ha tratado de abolir y rechazar la ortodoxia religiosa y establecer además una especie de la clasificación entre los mismos judíos para determinar quién es útil y quién no, en el proceso de colonización. Por tanto, el sionismo ha transformado considerablemente las bases y el desarrollo del judaísmo,
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N. Weinstock, El sionismo contra Israel. Una historia crítica del sionismo, Op. cit., p. 46. J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit.
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que más allá de una religión y una forma de expresar una fe particular, se ha convertido en un movimiento político e instigador, cuyos principales medios para alcanzar sus objetivos son la violencia y la perpetración sistemática de los territorios por colonizar. En este punto resulta relevante realizar una síntesis de los orígenes, objetivos y desarrollo del sionismo, partiendo de la argumentación de Barnavi,94 quien plantea que, a nivel general, se pueden establecer cinco proposiciones en torno al sionismo, que explican sus fundamentos. Ellas son: 1. El sionismo fue una necesidad histórica Esta idea hace referencia al hecho de que el sionismo surgió en un momento histórico determinado, cuando Europa se organizaba en Estados-naciones y resultaba inevitable que ciertas personas concibieran la necesidad de fundar un Estado judío, que representaba la única solución a la eterna cuestión judía. De esta manera, en el sionismo se concretaron las posibilidades de reivindicar los derechos y la legitimidad del pueblo judío y alcanzar las pretensiones antiguas y religiosas de Sion. 2. El sionismo es un nombre de familia A pesar de la resistencia que tuvo el sionismo en sus comienzos a manos del pueblo judío y de que hubo muchas interpretaciones distintas en torno a sus verdaderos objetivos, el sionismo, en particular, congregó a todos los judíos en el complimiento de una única meta: la fundación de un Estado soberano y legítimo en el que pudieran reivindicarse de los atropellos padecidos y en el que pudieran gozar de la libertad que les había sido negada a lo largo de la historia.
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Véase E. Barnavi, Cinco proposiciones sobre la historia del sionismo político, Monográfico, Israel a los 60 años de su fundación, Madrid, 2008, en part. pp. 20-52.
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Precisamente fue gracias a la diversidad de opiniones en torno al sionismo, que este pudo capturar toda la historia judía y las diferentes interpretaciones y costumbres que la integran. En virtud de ello, el sionismo se convirtió, con el tiempo, y no sin superar una fuerte resistencia dogmática, política, social y económica, en el baluarte principal de toda la familia judía. 3. El sionismo es un logro histórico objetivo El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión proclamaba el nacimiento de Israel, y a pesar de que muchos pensaban que estaba condenado a desaparecer rápidamente, Israel ha resistido los embates y los ataques de sus contendores, ya sea por la vía diplomática o bélica, durante todos estos años. Incluso, con el tiempo, Israel no solo ha resistido victoriosamente los ataques, sino que se ha consolidado como una nación firme y poderosa, en la que crece un pueblo antes disperso y disgregado y una nación moderna. Además de ello, con la fundación del Israel, el sionismo ha logrado:
Unir en un solo objetivo a una cultura dinámica, fundada en una lengua resucitada.
Acoger los restos de las comunidades diezmadas en Europa.
Alcanzar sus objetivos en medio de un ambiente dramático, sobrepasando la resistencia de sus enemigos.
4. El sionismo es un logro objetivamente incompleto Jamás se desarrolló por completo una ideología, pues las circunstancias históricas del origen y la evolución del sionismo impidieron que el Estado judío cumpliera con el proyecto de normalizar la existencia judía entre las naciones. En parte por la presión de los enemigos, el sionismo ha abandonado poco a poco su ideología nacionalista y religiosa, para convertirse en un poder político que utiliza la guerra y el terror para defenderse y para cumplir con el
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objetivo final. Así, el sionismo ha perdido sus cimientos y las bases ideológicas que lo sustentaron en sus comienzos. 5. El sionismo ha agotado ampliamente su tarea histórica En parte también por las circunstancias históricas, el sionismo judío ha perdido su horizonte, y con la excusa de fundar un Estado legítimo, en el que se alcance la anhelada libertad para el pueblo judío, han surgido nuevos objetivos que tienen que ver con detentar mayor poder en la zona y convertirse en una potencia mundial. Por tanto: Sea lo que fuere, el sionismo político ha agotado su tarea histórica originaria. Si es cierto que las ideologías no mueren jamás, sino que cambian simplemente de contenido en función de las circunstancias históricas y de las pasiones de los hombres, entonces el sionismo no es ya hoy más que la expresión de los vínculos entre el centro nacional israelí y la periferia de la diáspora. Con otras palabras: la expresión ideológica moderna de una realidad tan antigua como el pueblo judío.95
La lección más importante que se deriva de la génesis y del desarrollo del sionismo, es que los nacionalismos pueden convertirse muy fácilmente en imperialismos y que a partir de un discurso político pueden emplear métodos de violencia y represión para alcanzar sus objetivos. El sionismo se ha establecido históricamente como ruta de tránsito entre las persecuciones sufridas por los judíos a las agresiones en contra del Estado de Israel, pasando de ser perseguidos a ser perseguidores. Por otro lado, el proyecto sionista demuestra también que la opresión sufrida por un pueblo es inseparable de su lucha contra la explotación de la clase trabajadora. En tal medida, los judíos han tenido que transformarse poco a poco como cultura, como pueblo y como sociedad, porque hoy no son los que sufren las consecuencias de la represión sino los que la ejercen en contra de un pueblo distinto.
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Ivi, p. 98.
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Una vez analizados los orígenes, características y objetivos centrales del sionismo judío es importante finalizar este capítulo con el estudio sobre la situación actual de este movimiento y la percepción de la comunidad internacional, en el marco del conflicto entre Israel y Palestina. 4.4. Concepción actual del sionismo en el mundo En el mundo ha surgido una animosidad y una concepción errada en torno a los sionistas, debido principalmente al hecho de la enorme diferencia que existe entre el sionismo oficial, y la práctica bélica, represiva y colonial de las últimas décadas, en medio del conflicto contra los árabes.96 En este contexto, el sionismo ha sido observado por los países árabes e islámicos y, en general, por la comunidad internacional, como un movimiento político expansionista y colonialista, como una doctrina enmarcada en motivos étnicos, que conjuga un fanatismo religioso con un nacionalismo excluyente y racista. En esta medida, el Estado de Israel ha sido fuertemente cuestionado y se le ha tratado de negar a toda costa la posibilidad de convertirse en una entidad política con derecho a la existencia. Sin embargo, más allá de proponer un proceso de deslegitimación en las dimensiones ideológicas y simbólicas de la causa israelí, el antisionismo ha rebasado los límites de cada una de ellas y se ha radicalizado, a tal extremo, que ha logado recuperar progresivamente los viejos referentes racistas y antisemitas, fortalecidos por la discriminación y los prejuicios. El sionismo en Palestina ha sido catalogado como un movimiento opresor, soberbio y pretencioso. Con estos calificativos se han querido tachar de ilegales las pretensiones políticas del Estado de Israel. Para el efecto, la influencia de Estados Unidos en la región ha
96
Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit.
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jugado un papel determinante, que ha derivado en una creciente descalificación de Israel como punto neurálgico del imperialismo.97 El antisemitismo, entendido generalmente como una forma de discriminación en contra del pueblo judío, caracterizado por unos mecanismos de estigmatización, exclusión y persecución, posee una singularidad particular, que deviene de su permanencia histórica mediante modelos y dinámicas cambiantes.98 Por otro lado, explica Schoenman,99 hoy existen cuatro mitos desde los cuales el mundo explica el sionismo y que, en su conjunto tergiversan sus verdaderos sentidos, objetivos e ideales políticos y sociales: 1. Una tierra sin pueblo para un pueblo sin nadie: en el imaginario colectivo se ha creído que Palestina era un lugar remoto, solitario y despoblado, que esperaba ser ocupado. Este pensamiento ha sido reforzado por los mismos judíos, que han tratado de negar el hecho de que en Palestina existe ya una identidad, una nacionalidad y unos títulos legítimos de los árabes. 2. Democracia israelí: existe el pensamiento general, especialmente entre las grandes potencias de Occidente, de que la única democracia que existe en Oriente Medio es la de Israel. Sin embargo, aceptar esto sería olvidar el hecho de que en ese país, a aquellos que no comparten las mismas creencias religiosas ni las mismas prácticas culturales, se les niegan las libertades cívicas y se irrespetan sus derechos. 3. La seguridad es el principal objetivo del pueblo judío: el tercer mito hace referencia al hecho de que, al contar con un Estado propio, los judíos buscan ante todo contar con la seguridad que les permita evitar los abusos y atropellos que han
Véase K. Christison, “Perceptions of Palestine: Their Influence on U. S. Middle East Policy”, Op. cit., en part. pp. 56-67. 98 Véase J. Bokser, “El antisemitismo: recurrencias y cambios históricos”, en part. pp. 101-132. 99 Véase R. Schoenman, La historia oculta del sionismo, Op. cit., p. 972. 97
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sufrido históricamente. Sin embargo, más allá de la seguridad, la verdadera intención de la creación del Estado único y soberano es establecerse como una potencia mundial, líder en la región y con la capacidad de controlar política, social y económicamente el desarrollo en Medio Oriente. 4. El sionismo es el heredero moral de las víctimas del Holocausto: este es el mito más difundido entre la sociedad actual, por el cual se ve con buenos ojos el hecho de que los sionistas luchen por sus ideales y objetivos políticos, en la medida en que tratan de reivindicar todo el dolor padecido por los judíos en el Holocausto. Sin embargo, esto es un mito porque incluso desde sus comienzos el sionismo mantuvo una activa colusión con el nazismo. Dado que el Estado sionista es al mismo tiempo una especie de dominio de clase capitalista y una extensión del poder imperialista de Estados Unidos en la región, la lucha contra el sionismo se convierte, programáticamente, en una disputa por una Palestina socialista, y así como la aurora aparece después de la larga noche, una lucha por un Oriente Árabe-Socialista, desde el Mediterráneo hasta el Golfo.100 Podría decirse que en la actualidad hay opiniones contrarias en torno al sionismo judío. Por un lado, están aquellos que lo consideran como la manera de sintetizar y materializar en la práctica los objetivos centrales del nacionalismo, que son la liberación y la unidad y que en conjunto aspiran a defender a los judíos del dominio extraño, hostil y opresor y a restablecer la unidad judía; este es un derecho legítimo. Por otro lado, están aquellos que juzgan los medios optados por el sionismo, como la perpetración del terror, la violencia, el destierro, la discriminación y el racismo. Parece que aplicaran contra el pueblo árabe los mismos medios de represión de los cuales se han declarado víctimas en episodios pasados de la historia.
100
Ibídem.
77
En todo caso, a lo largo de los siglos, sea cual sea el contexto, el deseo de restaurar el pueblo judío en la Tierra de Israel se ha establecido como un lazo que mantiene unido al pueblo judío. Hoy, debido a las enormes dimensiones que ha adquirido el conflicto, a la cantidad de personas que han muerto y sufrido por una misma causa, la gran mayoría de judíos en todo el mundo acepta el sionismo como un principio fundamental del judaísmo y apoya la fundación libre y soberana del Estado de Israel como la realización básica del movimiento.
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Capítulo V 5. Geopolítica y geoestrategia de Israel y participación de Estados Unidos Todos los conflictos requieren de un análisis geopolítico para su correcta comprensión, más aún en el árabe-israelí, que ha ocasionado una guerra de dimensiones transnacionales que convoca la atención del mundo entero y que ha dado origen a diferentes bandos que se unen en torno a una serie de ideales políticos, sociales o económicos. Por otro lado, es importante considerar que, en un espacio geopolítico, entendido como el área geográfica en donde interactúan diversos factores geográficos y políticos, los conflictos se producen de manera inevitable y se registran unos acontecimientos que delimitan y orientan su desarrollo.101 Particularmente, toda contienda presenta unos antecedentes históricos que definen las relaciones entre los combatientes, además de los métodos utilizados para ganar la guerra y derrotar al enemigo. En ellos se encuentran las claves que facilitan su comprensión y camino para la solución.102 Como se ha visto en capítulos anteriores, el conflicto entre Israel y Palestina responde al desarrollo de un conjunto de acontecimientos históricos particulares, a la oposición radical entre una serie de creencias y de ideologías y a una lucha por un territorio que ambos se atribuyen como propio. Los territorios se forman en el espacio geográfico a partir de diferentes relaciones sociales, que establecen los sistemas de acciones y de objetos. De esta forma se producen espacios fragmentados, divididos, únicos y singulares. Así, el territorio posee como rasgo esencial las relaciones sociales que lo transforman y lo definen y que generan procesos geográficos mediante su materialización y reproducción.
101
P. Taylor & C. Flint, Geografía política. Economía-mundo, Estado-nación y localidad, Trama, Madrid, 2002. 102 M. Warschawski, En la frontera. Israel-Palestina: testimonio de una lucha por la paz, Gedisa Editorial, Barcelona, 2004.
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Las relaciones sociales que se construyen determinan la identidad territorial, pues ante todo en un conflicto, explica Cohen,103 el poder ejercido por el Estado se basa en el control y la regulación de un espacio determinado. Pero cuando se habla de territorio, no solo se hace referencia a su parte física y a sus fronteras, sino a sus accidentes, recursos, individuos, relaciones sociales, particularidades y problemas. En esta medida, es importante tener en cuenta las distintas variables relacionadas con el concepto de territorio para establecer un análisis geopolítico en torno al desarrollo de un conflicto particular. Por tanto, en este capítulo se tendrán en cuentan temas como el control de las fronteras, los recursos naturales, las estrategias utilizadas para debilitar al enemigo a partir de la dominación del territorio y la participación de la comunidad internacional. El espacio se transforma en territorio únicamente gracias a la mediación del hombre, que altera el medio físico que lo rodea, con la intención de satisfacer sus necesidades vitales, sociales, culturales y productivas. El proceso de adaptación genera una serie de configuraciones que definen el desarrollo del territorio, que no se puede entender como un espacio vacío, pues es el resultado de un largo proceso de adaptación y transformación en el que la comunidad juega un papel protagónico.104 En este sentido, en el conflicto entre Israel y Palestina, se han registrado una serie de apropiaciones territoriales, en razón a un conjunto de estrategias geopolíticas, que se analizan en el presente capítulo. 5.1. Las fronteras del Estado de Israel Según las palabras de Puerto,105 las relaciones entre Israel y sus Estados vecinos responden al concepto de horizontalidad, en la medida en que comparten una misma escala geográfica, se encuentran en la misma región del planeta y en la misma región geopolítica. La principal conclusión a la que llega este autor, luego de una disertación que lo lleva a analizar las
Véase S. Cohen, “Geopolitical realities and United States foreign policy”, en Political Geography, 22, 2003, pp. 33-87. 104 O. Fals Borda, Acción y espacio: autonomías en la nueva república, Tercer Mundo Editores, Barcelona, 2000. 105 Véase J. Puerto, “El papel de las fronteras en la geopolítica: el caso de Israel y Palestina en un análisis multiescalar”, en Revista de la Universidad de Barcelona, Op. cit., pp. 15-67. 103
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relaciones entre el Estado de Israel con sus vecinos, sus enemigos y sus aliados, es que sus fronteras tienen una función geopolítica característica que las hace diferir del resto de fronteras del mundo. Las razones que lo llevan a realizar esta afirmación son las siguientes: 1. Las fronteras del Estado de Israel se dividen claramente en tres tipos: aquellas que hacen parte del propio Estado, las de los territorios ocupados y controlados militarmente y las de los Estados árabes vecinos con los que Israel ha estado en guerra. Esta división particular le da un carácter de unicidad a sus fronteras. 2. En el terreno geopolítico, los límites de las fronteras estudiadas suponen un conflicto entre israelíes y palestinos, que ha dejado miles de muertos en el territorio. 3. El control de las fronteras ha dado origen a relaciones hostiles con los Estados árabes vecinos de Israel. 4. Las fronteras pertenecen a un Estado judío, situado en una región predominantemente árabe y musulmana, origen de gran parte de los conflictos y razón del mantenimiento de la guerra. 5. También se destaca la acción de la comunidad internacional en las fronteras, que las han convertido en un foco central de atención mundial. Particularmente, existen tres percepciones o escalas distintas desde las que se analiza y se observa el papel que cumplen las fronteras en el territorio de Israel: 1. La escala interna: hace referencia a la visión del Estado de Israel y de sus territorios ocupados. Básicamente, desde esta escala las fronteras se perciben como líneas divisorias, que tienen la función de separar mundos totalmente diferentes y que tienen un papel completamente opuesto en el conflicto: el territorio ocupado del territorio del ocupante. Por otro lado, para este Estado las fronteras tienen la función de proteger al pueblo judío de ataques e invasiones y de garantizar la posibilidad de mantener un Estado soberano.
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2. La escala regional: es la visión de los países vecinos del Estado de Israel, que comparten la misma región, pero no los mismos ideales ni la misma política. En este caso, la frontera es una línea hermética, que impide el paso y cierra toda posibilidad de contacto con Israel. Las fronteras, por tanto, presentan un carácter negativo, pues no solo están cercadas en su totalidad, sino que además existen muy pocos pasos divisorios. 3. La escala internacional: tiene que ver con las percepciones de los Estados internacionales que han representado un parte activa en el conflicto o que han intervenido de alguna manera. Desde esta posición, la frontera tiene una percepción de línea divisoria entre el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina. Sin embargo, al contrario de las percepciones interna y regional, para la comunidad internacional la frontera no tiene mayor relevancia, ya que su enfoque para resolver el conflicto es administrativo y no territorial y, en consecuencia, no afecta ni condiciona las negociaciones hechas para alcanzar la paz. Para complementar este análisis, en la tabla No. 3 se muestra una clasificación de las percepciones internas, regionales e internacionales en torno a las fronteras del Estado de Israel. Tabla 3. Percepciones en torno a las fronteras de Israel
Paradigma
Percepción
de Percepción
Israel
¿Cómo fronteras?
son
las Son
Percepción
regional
una
línea Son
divisoria,
una
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82
evita
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a demarcación
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de
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fronteras, que se entre encuentran cercadas
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su internacionales.
totalidad.
¿Cuál es el papel de Muy las fronteras?
importantes, Importantes, ya que No son importantes
como barrera ante tienen una función para amenazas, defensa defensiva
las
como negociaciones
de la soberanía y barrera entre Israel internacionales.
¿Cuáles
son
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función
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desintegradora.
vecinos.
sus Sirven
sus
para Son
Estados
útiles
construir un muro ejercer de
para Debido a la escala, control las fronteras no son
separación, sobre las fronteras relevantes en cuanto
asentamientos judíos, militar
mediante
barreras a las negociaciones
control físicas y escasos internacionales para sobre
los pasos
fronterizos, lograr la paz en la
territorios ocupados que pueden abrirse región. y control de sus o recursos.
cerrarse
a
voluntad.
Fuente: J. Puerto. “El papel de las fronteras en la geopolítica: el caso de Israel y Palestina en un análisis multiescalar”, en Revista de la Universidad de Barcelona, 12, 2013, pp. 15-67. Este análisis demuestra que existen diferentes visiones en torno a las fronteras de Israel, lo cual también les da un carácter de unicidad. Las fronteras se interpretan y se perciben de una manera distinta según desde donde se les mire y los objetivos que se persiguen. Por ejemplo, internamente son vitales para garantizar la hegemonía de Israel y la protección del pueblo 83
judío, pero son irrelevantes para la comunidad internacional, en la medida en que no representan una herramienta valiosa para darle fin al conflicto. Sin lugar a dudas, el tema de las fronteras es trascendental para encontrar soluciones que permitan darle fin a la guerra contra Palestina, pues de su control se derivan las tensiones que se han presentado de manera continua entre los países de la región. Como se verá a continuación, el control de los recursos naturales también tiene que ver con la dominación del territorio en un contexto geopolítico y ha sido determinante para el desarrollo del conflicto. 5.2. Los recursos naturales Un tema relevante en torno a la geopolítica de un conflicto es el control que ejerce el Estado dominante y ocupante sobre los recursos naturales del territorio.106 Especialmente, el agua merece atención, en la medida en que no solo es fundamental para mantener la vida humana, sino que es clave para asegurar el desarrollo de la agricultura, de la productividad y del desarrollo social. Según las palabras de Puerto: Israel y sus territorios ocupados tienen importantes acuíferos, situados en el litoral (que incluye la Franja de Gaza) y en Cisjordania. De hecho, Israel gestiona toda el agua de la región, la del Estado de Israel y la de sus territorios ocupados. La mayor parte del agua que consume Israel proviene del acuífero de Cisjordania y aunque esa agua provenga de fuera del Estado es gestionada por la compañía de aguas estatal de Israel llamada Mekorot.107
106
G. Rosales, Geopolítica y geoestrategia, liderazgo y poder, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá D.C, 2005, pp. 13-150. 107 J. Puerto, “El papel de las fronteras en la geopolítica: el caso de Israel y Palestina en un análisis multiescalar”, en Revista de la Universidad de Barcelona, Op. cit., p. 48.
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El control de los recursos naturales le ha permitido a Israel asegurar su poder hegemónico en la región. En un análisis geopolítico es preciso considerar otros factores relacionados con el control de los recursos naturales: 1. El Estado de Israel tiene hoy en día la posibilidad de bombear agua del subsuelo en Cisjordania. 2. El pueblo de Palestina no tiene derecho a bombear agua en ningún territorio. 3. Los israelíes pagan el agua a un precio mucho menor que los palestinos, gracias al control territorial que han ejercido en la zona y a que son dueños de los pocos pasos fronterizos que existen. 4. Los israelíes controlan la ribera del Jordán, que se restringe para el uso del pueblo judío. 5. Desde 1967, el Estado de Israel se adueñó, gracias a una invasión, de los Altos del Golán, una región rica en agua y en todo tipo de recursos naturales. Hoy, los habitantes de Cisjordania y de la Franja de Gaza atraviesan una grave problemática de inseguridad alimentaria. Un elemento clave para entender el proceder de Israel en la región y sus estrategias para debilitar al enemigo, es que a pesar de que hay una buena disponibilidad de alimentos, el pueblo árabe no tiene acceso físico ni económico a ellos, debido al control territorial de Israel en la zona.108 En palabras de Cadena: Se pueden señalar como factores definitivos en el origen de la inseguridad alimentaria, la falta de fuentes de trabajo, el agotamiento de los recursos naturales, la inexistencia de estrategias de adaptación y la falta de planes de desarrollo sustentable.109
La preocupante situación que vive el pueblo árabe en relación con la seguridad alimentaria y la escasez de recursos naturales, en una región en donde hay disponibilidad de alimentos y S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. J. Cadena, “Cultura, nacionalismo y geopolítica: elementos para entender el conflicto de Oriente Medio”, en Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, 2, 2007, p. 168. 108 109
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que además es rica en recursos, ha hecho que hoy se diga que la estrategia empleada por Israel para acabar con su enemigo sea el exterminio por hambre. Este es un nuevo tipo de terrorismo, que no utiliza las armas, el fuego y los ataques homicidas directos, sino que limita y controla el acceso físico a los alimentos y a los recursos, para mantener debilitado al enemigo.110 El terror ha representado la destrucción de un sistema y del medio ambiente, para evitar que el pueblo árabe se fortalezca y resista de manera efectiva el ataque y la invasión israelíes. Para finalizar, enseguida se mencionan algunos de los hechos relacionados con el control de los recursos naturales que Israel ha utilizado para doblegar a su enemigo: 1. El Estado de Israel ha incendiado zonas agrícolas, arrancado plantaciones, destruido invernaderos y deteriorado considerablemente la calidad del suelo. 2. El Ejército israelí ha demolido más de 3.800 viviendas palestinas, talleres, fábricas familiares y edificios. 3. Se ha restringido notablemente la libertad de circulación de los palestinos en la zona, lo cual limita su acceso a los alimentos y a los recursos naturales. Una estrategia basada en limitar el acceso físico a los recursos y en generar un exterminio por hambre, se puede ejemplificar mediante el análisis de lo que ha sucedido en la Franja de Gaza, que se ha convertido en un territorio estratégico para los dos bandos. 5.3. La Franja de Gaza En la Franja de Gaza se encuentran resguardados, en su mayoría, ciudadanos palestinos en calidad de refugiados. En este lugar, el control se ha ejercido mediante métodos militares que han producido un rechazo continuo de los palestinos. Más de dos tercios de la población que
110
D. Jacobs, Israel y Palestina, Ediciones B, Barcelona, 1999.
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habita en la Franja de Gaza vive por debajo del nivel de pobreza, con menos de dos dólares diarios y depende en gran medida de la ayuda internacional y humanitaria. Esta zona es motivo de atención mundial día tras día, debido a la gran cantidad de atentados y confrontaciones bélicas que se registran. Específicamente, Israel ha insistido por todos los medios en consolidar su poder y hegemonía en esta región, pero se ha encontrado con la fuerte resistencia del pueblo palestino que acude a los ataques terroristas para evitar el control israelí.111 En esta región Israel ha tratado de consolidar su hegemonía. Según Cadena: Desde 1970 se han patrocinado asentamientos y ocupaciones por parte de colonos de Israel en la Franja de Gaza que han generado un clima de zozobra y tensión. En este conflictivo territorio, dos tercios de la población palestina ha vivido durante muchos años en condiciones de miseria, como vecinos de 9.000 israelíes que residieron en colonias de cómodas casas y lujosos autos.112
A pesar de que la Franja de Gaza no posee una importante extensión territorial, ni cuenta con gran calidad de recursos naturales para ser explotados, se ha convertido en un eje fundamental del conflicto entre Israel y Palestina, lo que ha causado un enorme problema para la comunidad internacional que busca salidas y estrategias que permitan ponerle fin al conflicto. Esto se debe a las siguientes razones: 1. La zona tiene 11 km de frontera con Egipto, 51 con Israel y 40 de costa sobre el mar Mediterráneo, lo cual la convierte en una región estratégica fundamental. 2. Es el lugar estratégico para el asentamiento de diferentes tipos de colonos judíos. 3. Es una salida privilegiada al mar Mediterráneo. En el contexto actual, la retirada de Israel de la Franja de Gaza es vital para terminar con el conflicto. Sin embargo, todo parece indicar que ninguno de los dos Estados cederá en sus
111 112
M. Warschawski, En la frontera. Israel-Palestina: testimonio de una lucha por la paz, Op. cit. J. Cadena, “Cultura, nacionalismo y geopolítica. Elementos para entender el conflicto”, Op. cit., p. 166.
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pretensiones de conquistar este territorio, por lo cual el enfrentamiento seguirá vigente por mucho tiempo más.113 Según Rosales,114 la Franja de Gaza es hoy un laboratorio de la geopolítica moderna, puesto que allí confluyen casi todas las variables del conflicto, como la perpetración del terror, los ataques homicidas, la resistencia, el control de los recursos, la pobreza, la inseguridad, el miedo y la acción extranjera. En otras palabras, en un pequeño territorio como este, se reflejan las dinámicas de las dimensiones históricas, sociales religiosas y económicas del conflicto, de una manera cruda e intensa. 5.4. El terrorismo como medio para mantener la hegemonía en la región De acuerdo con Ben-Yehuda y Sandler,115 el uso sistemático del terrorismo y de las acciones bélicas surge en razón a una serie de necesidades sociales, políticas y económicas y no responde a una lucha ideológica que se base en un conjunto de principios y creencias religiosas. En este contexto, las razones del terror se relacionan con cuestiones geopolíticas, pues los dos actores persiguen la hegemonía y el liderazgo en la región. Aunque el Derecho Internacional Humanitario prohíbe estas acciones en conflictos armados nacionales, los atentados terroristas producidos en el caso específico de la guerra entre Palestina e Israel son una estrategia para generar mayor visibilidad pública en torno al accionar militar de cada bando y para propagar entre la ciudadanía una alarmante percepción de inseguridad e inestabilidad. Las dinámicas particulares de este enfrentamiento han demostrado que el terrorismo no es únicamente una herramienta utilizada por agrupaciones no estatales, como medio para hacerse notar y generar presiones al Estado. Esta concepción absuelve a las organizaciones
113
Ibídem. G. Rosales, Geopolítica y geoestrategia, liderazgo y poder, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá D. C., 2005, pp. 13-150. 115 H. Ben-Yehuda & S. Sandler, The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic Crises, Op. cit. 114
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estatales que participan activamente en la financiación y en el soporte militar, financiero, estructural y económico de dichas agrupaciones. El conflicto entre Palestina e Israel es un claro ejemplo de cómo los líderes de Estado se ven impulsados a soportar y a financiar agrupaciones terroristas que trabajen en contra de sus enemigos. Además de la seguridad nacional, motivos relacionados con la compatibilidad ideológica y con la religión se han vinculado al patrocinio estatal de los crímenes terroristas.116 En este sentido, el análisis convencional del terrorismo como un tipo de violencia asociada a la participación de organizaciones no estatales, no solo impide comprender el rol y el verdadero poder de los grupos terroristas alrededor del mundo, sino que además dificulta reconocer las estrategias políticas y sociales que se deben aplicar para llegar a acuerdos de paz que ayuden a generar la paz entre Israel y Palestina, las cuales deben partir por analizar exhaustivamente el papel del Estado en el creciente desarrollo económico, en la efectividad y en el inmenso poder destructivo de las agrupaciones terroristas. 5.5. El papel de Israel en el contexto actual de inseguridad en la región Israel es una nación que aboga por una democracia occidental en una región inestable, caracterizada por las guerras y por el establecimiento de Estados autoritarios y dictatoriales. En medio de este contexto difícil, Israel ha tenido la necesidad de emplear los mismos métodos violentos y terroristas propios de la región, con el fin de conseguir sus objetivos políticos, sociales y económicos. En este caso, por tanto, los ataques terroristas de Israel a sus enemigos provienen de unos ideales políticos y sociales que se oponen a los rasgos característicos de la región, a una lucha por el territorio y a las adversidades que ha tenido que enfrentar para fundamentar un Estado legítimo y soberano que garantice la libertad y autonomía del pueblo judío.
116
Véase E. Said, Palestina: paz sin territorios, Op. cit., p. 33.
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A pesar de que el pueblo de Israel ha tenido que sufrir de manera continua y sistemática los ataques bélicos de Palestina, sus reacciones han causado enormes problemas de inseguridad en la región. Según las apreciaciones de Téllez,117 el terrorismo de Israel, apoyado en gran medida por la política de Occidente, es mucho más lesivo en la medida en que atiende a intereses geocéntricos, que han dificultado la posibilidad real encontrar soluciones al conflicto. El aporte de Israel a la inseguridad de la región depende de su particularidad, en una zona con unas características muy distintas a sus ideales políticos y sociales. Según las palabras de Amado: Israel es un país marcado por la excepcionalidad. Con esto quiero referirme a que su forma de nacer, el contexto regional donde está ubicado y su propio desarrollo, han hecho de este país un verdadero laboratorio social. El Estado hebreo se ha constituido desde el concepto de judeidad y mediante la inmigración judía masiva, lo que ha hecho que en su seno se den numerosas opciones identitarias. Todo ello casi en constantes guerras con sus vecinos árabes y sufriendo el zarpazo del terrorismo. Esto ha hecho que en Israel aspectos como la seguridad, el ejército y los derechos humanos hayan sido variables que este país ha tenido y tiene que gestionar.118
En este sentido, la lucha de Israel es la lucha de un país atípico en un contexto hostil. Si bien el concepto de seguridad en esta nación deviene de amenazas estratégicas clásicas, la llegada del terrorismo al conflicto hizo que cambiaran las cuestiones cotidianas, las ideologías y las formas de participar en la refriega. Hoy, gran parte de los israelíes entienden que, tras un atentado terrorista, ha de haber una respuesta similar. En los ideales democráticos, la seguridad y la protección de Israel resultan ser aspectos clave de los cuales depende la posibilidad de conformar un Estado soberano. La seguridad se asocia con la misma supervivencia del Estado y del pueblo judío y se percibe como un valor
Véase R. Téllez, “Conflicto árabe-israelí y terrorismo: el islam en la política internacional”, Op. cit., en part. pp. 165-186. 118 V. Amado, “Israel: una sociedad en tensión constante”, en Norba Revista de Historia, 21, 2008, p. 152. 117
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democrático que debe ser protegido, utilizando los mismos medios de terror y violencia usados por sus enemigos. 5.6. Relación entre Estados Unidos e Israel Para finalizar el análisis de la geopolítica de Israel en el contexto del conflicto que sostiene con Palestina, es importante examinar la relación y la alianza que ha mantenido con la principal potencia mundial. Particularmente, los Estados Unidos entraron a jugar un papel activo en el conflicto debido a la presión ejercida por la comunidad judía ante el Gobierno estadounidense, pues creían que era urgente la intervención de un agente mediador que ayudara a resolver el conflicto y a garantizar la protección de los derechos del pueblo judío. En Estados Unidos, explica Stetter,119 la comunidad judía es muy numerosa y ejerce una gran influencia, por lo que el Gobierno no podía hacer oídos sordos a sus peticiones. Por otro lado, la política estadounidense hacia el conflicto en Palestina se acercó a las posiciones sionistas, sobre todo como consecuencia del Holocausto y de un sentimiento de solidaridad hacia los sentimientos nacionalistas de un pueblo judío que buscaba reivindicar el maltrato sufrido. De esta manera, los Estados Unidos ha mediado en las negociaciones Israel-Palestina. Sin embargo, con el tiempo ha forjado una relación de amistad con Israel, basado en una compatibilidad ideológica que ha comprometido enormemente su papel en la confrontación.120 Por otro lado, existen tres fases históricas relevantes o temporalidades, desde las cuales se han promovido las relaciones entre Israel y Estados Unidos. 1. La primera, de tímida presencia, desde el siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX.
Véase S. Stetter, “Israeli-Palestinian relations and the prospects for conflict or peace”, en Soler Lecha, Eduard y Hilali, Fadela, VII Seminario Internacional sobre Seguridad y Defensa en el Mediterráneo, Conflictos regionales y estrategias de seguridad, Barcelona, 2008, pp. 117-121. 120 Véase R. González, “Turbulencias en la relación Israel-EEUU”, en Seguridad y Política Mundial, 63, 2010, pp. 53-89. 119
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2. La segunda, que va de la década de 1940 hasta finales de los ochenta, cuando se definió una política cuyo fin contraponerse a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). 3. La tercera, que va de la caída de la Unión Soviética a la segunda guerra del Golfo, que dio origen a un control militar directo y a una política ofensiva. En todo caso, el papel de Estados Unidos en Oriente Medio ha sido fuente de diversas interpretaciones que le otorgan un papel distinto. Las más recurrentes de ellas son las siguientes: 1. Israel es el mejor aliado de Estados Unidos en Medio Oriente, si se pretende alcanzar la paz en la región. 2. Estados Unidos se ha aliado con Israel debido a que comparten valores democráticos similares en la lucha contra el terrorismo. 3. Israel es tan solo una herramienta que le sirve a los Estados Unidos para terminar definitivamente con el nacionalismo árabe. 4. Más allá de cualquier pretensión de tipo político, Israel es clave para los Estados Unidos en la medida en que le facilitaría el acceso a una región rica para explotar.121 Un aspecto interesante que se puede analizar a partir de estas interpretaciones, es que siempre se considera la influencia que ejerce Estados Unidos sobre Israel, pero pocas veces se habla de la manera como se ha transformado la política internacional del país del norte gracias a la influencia del gobierno israelí. Igualmente, hay un elemento notable en las relaciones entre estos dos países y es que la ayuda ofrecida por los Estados Unidos a Israel proviene de diversas fuentes, como transferencias de recursos financieros, de tecnología y armamentos modernos. Incluso, gracias a la alianza,
121
Véase J. Petras, Israel y Estados Unidos: una relación única, Laberinto, Madrid, 2013, en part. pp. 15-98.
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Israel tiene un acceso privilegiado al mercado estadounidense, libre acceso de inmigrantes, y compromiso total de Estados Unidos para apoyarlo en su lucha contra Palestina.122 Las relaciones entre Estados Unidos e Israel juegan un papel muy importante en la política exterior del imperialismo estadounidense en Medio Oriente. Así, Estados Unidos proporciona apoyo económico y garantías militares a Israel y alrededor de 3 mil millones de dólares anualmente. Por tanto, el objetivo estadounidense es tener un aliado o, mejor dicho, un satélite poderoso que puede asegurar los intereses vitales de Estados Unidos en esta región y al mismo tiempo, mantener la presencia estadounidense en Medio Oriente.123
En el ámbito geopolítico, esta relación es un caso único y singular en el mundo actual, pues la potencia menor o regional (Israel), obtiene todos los privilegios de una mayor o mundial (Estados Unidos). Esta situación se explica así: en primer lugar, por medio de su apoyo y sus concesiones Estados Unidos persigue objetivos ocultos o disfrazados que le dejarían un beneficio mayor; y en segundo lugar, que en ese país existe una gran influencia de la comunidad judía en sectores estratégicos. Ellos apoyan de manera incondicional la causa israelí.124 Los colonos judíos que viven en los Estados Unidos y que tienen un poder estratégico preponderante, han sabido encontrar la manera de subordinar la política exterior estadounidense a las necesidades de Israel. Sin importar los métodos utilizados por los judíos para erradicar a los árabes, los Estados Unidos se han mantenido firmes y comprometidos en el apoyo y han bloqueado cualquier iniciativa de la comunidad internacional respecto a una mediación internacional. Cabe recordar que durante mucho tiempo el Gobierno de los Estados Unidos trató de solucionar el conflicto manteniendo alianzas con los dos Estados en disputa, actuando como un mediador entre ambos y apoyando relaciones basadas en el diálogo y en un posible
122
Véase D. Hassan, Estados Unidos e Israel: Las violaciones de derechos humanos fundamentales del pueblo palestino, Universidad de la Habana, Cuba, 2010. 123 Ivi, p. 3. 124 Véase J. Petras, Israel y Estados Unidos: una relación única, Op. cit.
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entendimiento para encontrar soluciones compartidas para la paz. Sin embargo, poco a poco, y por motivos que no estaban relacionados con el conflicto, sino por sus particulares intereses, que se acentuaron luego de lo sucedido en el atentado del 11 de septiembre, la alianza con Israel se fue solidificando hasta el punto de asistirlo económica, financiera, militar y estratégicamente.125 En la actualidad, a pesar de las críticas que ha hecho Estados Unidos a los medios fundados en el terror y en la violencia usados por Israel, la potencia del norte no solo se ha convertido en un aliado estratégico que apoya su causa, sino que incluso ha hecho lo mismo en un contexto de sangrienta y terrible represión, es decir, en un cómplice que en algún momento dado deberá responder ante la comunidad internacional por sus actuaciones.126 Los Estados Unidos apoyan y protegen la seguridad política israelí, pero olvidan (o pretenden olvidar), el fracaso de esa política, si se tiene en cuenta que todos los lugares que hacen parte de la cotidianidad, como estaciones de buses, restaurantes, hoteles y demás espacios públicos, han sido atacados y que diariamente mueren cantidades de judíos, mientras que muchos otros prefieren huir ante las condiciones de inseguridad. La cooperación militar y financiera de Estados Unidos a Israel ha jugado un papel determinante en relación con la dominación del pueblo palestino. Incluso desde su creación, Israel se ha visto enormemente favorecido por la intervención del país del norte, que los ha asimilado como un aliado clave y estratégico para garantizar su hegemonía en la región y para disfrutar de los beneficios de una zona que posee una enorme riqueza energética. Finalmente, el apoyo a Israel también le ha permitido a los Estados Unidos impulsar notablemente su economía en materia militar. Uno de los aspectos más llamativos de esta colaboración, es que las agrupaciones militares no solo han recibido apoyo y financiamiento, sino que hoy pueden contar con una mejor estructura, aleccionamiento militar y, en tal medida, mayor poder destructivo para causar
125 126
Véase S. Stetter, “Israeli-Palestinian relations and the prospects for conflict or peace”, Op. cit. Véase S. Cohen, “Geopolitical realities and United States foreign policy”, Op. cit., pp. 33-87.
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daño, inseguridad e inestabilidad al pueblo árabe. Hoy, por tanto, Israel tiene una mayor efectividad y poder destructivo, evidente en las miles de muertes causadas a civiles por medio de atentados. Esto hubiera sido muy difícil de alcanzar sin la colaboración efectiva de los Estados Unidos.127 Un factor considerable del conflicto y de la participación activa de Estados Unidos es la desproporción con la que Israel y Palestina se atacan mutuamente. Con el tiempo, y gracias al apoyo de la principal potencia mundial y al control territorial que ejerce en la zona, Israel ha tenido la posibilidad de evolucionar y de desarrollar una capacidad militar más amplia.128 Por el contrario, el pueblo árabe sometido, que no cuenta con el control territorial ni con el apoyo militar y económico de una potencia mundial, ha tenido que sufrir bastante para resistir los ataques de su enemigo y ha debido pagar con la vida de sus habitantes, con la pobreza y el destierro, la falta de recursos militares y de una potencia militar consolidada. Adicionalmente, con el tiempo se fortalece la delimitación de fronteras en el territorio, por medio de la edificación de muros de separación que acaban de manera irremediable con la libertad del pueblo árabe para transitar y acceder a los recursos. Sin embargo, es importante reconocer que Israel también ha vivido momentos de tensión con los Estados Unidos, específicamente cuando anunció la construcción de nuevos asentamientos en Jerusalén Este, en el 2010. Con esto se violaba lo que se había acordado en la Hoja de Ruta, en la medida en que en esa región no había un acuerdo de paz. Estas tensiones entre los dos Estados no eran imaginables, pero, según las consideraciones de González,129 en un conflicto tan largo y agitado como el que existe entre Israel y Palestina, no es de extrañar que incluso entre los mismos Estados aliados se produzcan tensiones que alteran el desarrollo y el curso de las relaciones.
Véase R. González, “Turbulencias en la relación Israel-EEUU”, Op. cit., pp. 53-89. Véase S. García, “El conflicto palestino-israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. 129 R. González, “Turbulencias en la relación Israel-EEUU”, Op. cit. 127 128
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Los análisis para entender la relación que existe entre Estados Unidos e Israel, en un contexto geopolítico, han sido erróneos porque no consideran los antecedentes históricos. Según sus planteamientos, no se puede observar a los Estados Unidos desde la óptica de la inocencia, como si hubieran sido obligados a apoyar la causa israelí debido a la naturaleza particular de la contienda. Sin embargo, tampoco se puede acusar a Estados Unidos de maldad y asumir que con el apoyo solo buscan beneficios económicos a partir de la explotación de la región. Por otro lado, la enorme complejidad de las relaciones internacionales y del enfrentamiento tampoco permite aceptar la idea de que Israel es una simple marioneta en la política imperialista de los Estados Unidos. Así mismo, no hay argumentos suficientes para probar que el gobierno estadounidense solo busca con su intervención el bien de la región y el fin del conflicto y ni siquiera se puede afirmar que lo sucedido en Medio Oriente se deriva de las acciones emprendidas por Washington. En suma, lo que se sabe hasta el momento de la alianza entre Estados Unidos e Israel permite inferir, de acuerdo con las afirmaciones de Bosemberg, lo siguiente: “la política exterior ha estado enfocada en una serie de procesos tan diversos que por consiguiente sus resultados han sido muy dispares. Se han cosechado triunfos, ha habido fracasos, se han cometido errores”.130 Esto quiere decir que la alianza entre estos dos Estados ha estado determinada por múltiples dimensiones, intenciones y objetivos que la han modificado con los años, los acontecimientos y las necesidades particulares de cada nación. Entender algo tan relevante en este contexto, como la relación entre Estados Unidos e Israel, depende de un análisis de las dinámicas del conflicto, de los ideales que se oponen y que han suscitado las confrontaciones; el sionismo en sus pretensiones de fundamentar un Estado soberano y legítimo para el pueblo judío y el nacionalismo árabe que, a medida que avanza el tiempo, gira en torno al antisemitismo. En todo caso, el panorama actual demuestra que ambos Estados, por medio de su apoyo, han conseguido objetivos fundamentales que en parte podrían explicar la naturaleza de su alianza:
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L. Bosemberg, “Estados Unidos y el medio oriente: moderación, rivalidad y hegemonía”, Op. cit., p. 13.
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la URSS desapareció completamente, Israel no solo ha sobrevivido a los ataques y a la resistencia sino que además se ha erigido como la principal potencia regional; el nacionalismo árabe fue derrotado y, finalmente, buena parte del petróleo se halla en manos de sus países y en algunos casos es controlado directamente por los Estados Unidos. El balance de los hechos permite comprobar la posición hegemónica de ambas potencias, y en esta medida cabría plantearse la pregunta sobre si la participación de Estados Unidos ayudará realmente a acabar con el conflicto o a mantener vivas las fuerzas opuestas que han promovido la lucha, la guerra y la violencia durante todas estas décadas. Lo cierto es que las tensiones entre ambos actores siguen aumentando constantemente y cada vez es más difícil pensar en una solución dialogada al conflicto. Según Cadena: Las tensiones aumentan en la región y los países vecinos se preparan para enfrentar posibles ataques desde Israel. La geopolítica está en pleno apogeo y por ahora es difícil creer que la paz llegará al Medio Oriente con la participación de la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y otros interesados.131
Incluso la Hoja de Ruta, es decir, la estrategia diseñada por la comunidad internacional para darle solución a la refriega árabe-israelí, pareciera ser una nueva imposición que los árabes estarían forzados a aceptar de manera obligada: “como es fácil comprobar, afirma Cadena, esta Hoja de Ruta, en buena parte de su contenido y sobre todo en el programa de aplicación, responde a las propuestas de la derecha sionista tanto de Israel como de Estados Unidos”.132 A pesar de la dificultad que existe para interpretar el verdadero papel de los Estados Unidos en la región, se debe aceptar que los grandes conflictos del Medio Oriente tan solo se pueden solucionar, para bien o para mal, por medio de la acción de la potencia del norte. De todas maneras, la solución va más allá de las pretensiones, participación y apoyo del país del norte en la región.
J. Cadena, “Cultura, nacionalismo y geopolítica. Elementos para entender el conflicto de Oriente Medio”, Op. cit., p. 84. 132 Ivi, p. 91. 131
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Aunque, en estas circunstancias los Estados Unidos desempeñan un papel preponderante, es importante analizar el tema desde la óptica de las dinámicas propias de esta confrontación, no solo de cara a los intereses nacionalistas de cada país, sino también a partir de la pluralidad, las tradiciones, esperanzas e ideales de sociedades que han tenido que transformarse con el tiempo, independientemente de la política internacional de ese país.
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Capítulo VI 6. Resurgimiento y auge del antisemitismo mundial
En Oriente Medio, el antisemitismo ha sido vital en el afán de deslegitimar a toda costa las pretensiones políticas e ideológicas del Estado de Israel y de sancionar fuertemente las acciones que emprende para defender su territorio y asegurar su autonomía. En medio del desarrollo de estas dinámicas, la narrativa dominante en los medios de comunicación y entre los políticos es que Palestina es un pueblo que resiste, en medio de una actitud de diálogo, los injustos ataques del pueblo israelí, que ha sido señalado de opresor, que tiene un claro y evidente objetivo de colonizar, desplazar y encarcelar a los palestinos, en virtud de una ideología dominante e imperialista que no mide las consecuencias de sus actos. Los prejuicios antijudíos se han convertido en el eje que articula un nuevo modelo de antisemitismo, en el que los viejos estereotipos se renuevan a su propio y particular ritmo, con el fin de sancionar de ilegal, pretenciosa y abusiva cualquier intención del pueblo de Israel por reafirmar el derecho político que tiene el Estado judío de existir, de defenderse, de proteger su autonomía y de repeler la agresión terrorista exterior. Por ello, una de las concepciones internacionales más aceptadas es que Israel, en su formulación actual, no tiene derecho de existir, pues es una entidad colonial y beligerante, que mantiene un régimen de segregación y discriminación que la asimila con un Estado fascista en su máxima expresión. Sin embargo, como se ha dicho, esta es tan solo la versión popularizada del conflicto, la que ha gozado de mayor difusión político y social, pero que olvida el componente étnico y etiológico del conflicto: el análisis en torno al desarrollo del antisemitismo, como componente clave de la guerra, que en gran medida puede explicar las causas y el desarrollo del conflicto actual. En cada una de las fases de la refriega en Medio Oriente, se han producido reacciones en los países árabes e islámicos que han conducido a actos violentos en contra de los judíos o a intensas manifestaciones de intimidación verbal que deslegitiman al judaísmo y que se
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conjugan con los argumentos que existen en contra del judaísmo, del sionismo y del Estado de Israel. En los capítulos anteriores se han analizado las causas de la confrontación entre Palestina e Israel, se han definido los antecedentes históricos y las razones de cada uno de los bandos en disputa para formar parte de una lucha larga y con varias modalidades de violencia, ante la cual han sido vanos los intentos de la comunidad internacional para acabarla. También se han analizado los factores culturales, religiosos y étnicos relacionados con el conflicto, así como las causas, ideales y políticas del movimiento sionista, en medio de sus pretensiones por fundamentar un Estado propio, libre y soberano para el pueblo judío. Igualmente, este enfrentamiento ha dado origen a una serie de sentimientos antisemitas, en medio de los cuales se descalifica al pueblo judío porque carece de una identidad propia y este hecho se utiliza política y culturalmente para deslegitimar la ideología política de los israelíes y sus acciones en contra de los palestinos. De esta manera, en el presente capítulo se pretende responder al problema de investigación planteado, desarrollar el objetivo central, determinar las causas y las razones de una pugna que sigue teniendo grandes repercusiones internacionales, mediante una perspectiva que incluya aspectos relacionados con la raza, la tradición, la religión y la historia. Un elemento fundamental para cumplir con este objetivo es analizar el actual antisemitismo en sus esfuerzos por desprestigiar y deslegitimar el movimiento sionista amén de rechazar la idea de que el pueblo judío pueda tener el derecho a fundamentar su propio Estado. La idea que orienta la argumentación del presente capítulo es que en el antisionismo se recogen los principios de antiguos modelos históricos antisemitas, basados en la segregación y en la discriminación y que se incluyen en las dinámicas propias de la guerra, cuyo resultado es el rechazo mundial a los objetivos políticos e ideológicos de Israel, en el marco de un fuerte sentimiento racista contra la causa judía. Por tanto, las pretensiones del pueblo de Israel por fundamentar un Estado judío autónomo, libre y soberano, son un aspecto clave y fundamental en el marco del conflicto, que se
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contraponen al desarrollo de fuertes sentimientos antisionistas en Palestina. A continuación se presentan una serie de argumentos que permiten justificar esta idea, brindando una nueva perspectiva que puede servir para diseñar estrategias de tipo político que permitan darle fin a la guerra. 6.1. Tipología e historia del antisemitismo Pretender igualar el antisemitismo con el antisionismo es, de hecho, un error, si se tiene en cuenta que del mismo Estado de Israel han surgido movimientos e ideologías antisionistas.133 Bokser134 analiza la genealogía y el desarrollo de los sentimientos antisemitas de los palestinos, que han servido para deslegitimar y sancionar cualquier tipo de pretensión política de los israelíes. Plantea un cotejo histórico sobre la permanencia del antisemitismo como un fenómeno al que se vinculan diversas formas de discriminación y exclusión, producto de la Modernidad. El estudio parte de analizar los orígenes del antisemitismo desde la época clásica hasta los tiempos actuales, empleando un método que permite caracterizar el fenómeno, establecer su desarrollo histórico y determinar sus consecuencias, tomando para ello el ejemplo concreto del conflicto entre Israel y Palestina. Básicamente, los movimientos que rechazan el sionismo tanto en Israel como en Palestina, sustentan sus ideas en el hecho de que las pretensiones políticas del Estado israelí por convertirse en una nación libre y soberana para el pueblo judío, no se corresponden con las aspiraciones espirituales y religiosas de la religión judía. De esta manera, el antisionismo de Israel sanciona los medios violentos empleados para tratar de alcanzar la soberanía y rechaza el hecho de que el Estado se atreva a apelar a la conciencia del pueblo sin importar las pérdidas ocasionadas. Aunque el término antisemitismo fue acuñado hacia finales de la década de 1870, como un vocablo que hace referencia a todos los tipos de odio antijudío, es un fenómeno que viene de tiempos remotos, pues está basado en la discriminación religiosa a manos de los cristianos,
133 134
Véase J. Bokser, Op. cit., en part. pp. 101-132. Ibídem.
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que sostienen que el pueblo judío es responsable de la crucifixión de Jesús y merece ser castigado. Como resultado de este tipo de discriminaciones y de odios motivados por la religión, a lo largo de la historia los judíos fueron encasillados en diversos estereotipos, en virtud de los cuales recibieron apelativos como sectarios, diabólicos, avaros y promiscuos.135 En la edad moderna, cuando en Europa se fomentaban movimientos ideológicos, artísticos y culturales como el humanismo y la Ilustración, que veían en el hombre y en sus conocimientos la clave para el progreso social y económico, la discriminación contra el pueblo judío no terminó sino que cambió de forma. Aunque si bien se les alcanzó a otorgar una importante igualdad de derechos, en muchos países europeos se seguía cuestionando su lealtad con los países que los acogían y siguieron siendo objeto de burlas y de una injustificada aversión de los ciudadanos. Posteriormente, en el siglo XIX, se incorporó el antisemitismo racial, basado en las nuevas teorías de la evolución, que sirvieron para tildar a los judíos como una raza inferior, que de manera natural se encontraba en un nivel más bajo de la escala evolutiva. La consecuencia más grande de este tipo de antisemitismo, es que se creía que la inferioridad de los judíos respondía a su genética particular y que por tanto poseían un problema que nunca podría ser solucionado. De esta manera, el máximo logro que podría alcanzar un judío sería asimilar su entorno social y adaptarse a las costumbres y tradiciones de los demás pueblos. No puede haber una peor forma de discriminación que la que establece que la misma genética de un pueblo es la causa de su supuesta inferioridad, para la cual no hay cura y que, por tanto, su única misión en la tierra es asimilar y adaptarse, olvidando sus tradiciones y su historia. Por otro lado, para el antisemitismo racial los grandes problemas mundiales se debían a los judíos, debido a la inferioridad de su raza, lo cual llevó, en casos extremos, a la idea de que era preciso erradicarlos, para que hubiera un mundo mejor para todos.136
135
Véase T. Tzvetan, Los abusos de la memoria, Paidós, Barcelona, 1995. Véase A. Finkielkraut, En el nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene, Seix Barral, Barcelona, 2003. 136
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Ejemplo de ello es el movimiento nacionalista alemán, que se oponía particularmente a la industrialización y al secularismo que acompañaban el proceso de modernización y opinaba que incluir al pueblo judío en los asuntos económicos y políticos sería la causa de la destrucción de la cultura tradicional alemana. Capítulo aparte merecen los atentados y la persecución del Partido nazi contra el pueblo judío en la Segunda Guerra Mundial, que instituían una legislación antijudía que los separaba del resto de la sociedad y pretendía exterminarlos con métodos crueles por el hecho de considerar que eran miembros de una raza inferior.137 Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con la caída del nazismo, el antisemitismo perdió mucha fuerza. Los judíos sobrevivientes al Holocausto fueron ayudados y se les dio asilo en diferentes países. Incluso, muchas instituciones cristianas reconocieron su error al haber incentivado el antisemitismo cristiano y muchos gobiernos rechazaron y castigaron la implementación de políticas antisemitas. Sin embargo, esta paz aparente de la cual disfrutaron los judíos, no duró mucho, pues el antisemitismo se revitalizó una vez más en la guerra fría, por ejemplo, cuando en la Unión Stalin inició una persecución sistemática en contra del pueblo judío. A este nuevo tipo de antisemitismo, como se ha visto en capítulos anteriores, se le ha dado el nombre del antisionismo y ha sido un eje fundamental del conflicto árabe-israelí, que en gran medida ha servido para mantener viva la guerra y para evitar buscar una salida concertada que permita alcanzar la paz. El antisemitismo en las últimas tres décadas se ha venido acrecentando y renovando de manera constante por medio del desarrollo de nuevos hechos puntuales, dentro de los cuales se destacan:
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Son numerosos los estudios e investigaciones que existen sobre el Holocausto sufrido por los judíos a manos del partido nazi en la Segunda Guerra Mundial. No es el objetivo de este trabajo detallar los métodos de tortura desarrollados para acabar con la raza judía en esta época, pues solo se quiere hacer un recuento histórico de cómo el antisemitismo ha venido evolucionado y adquiriendo diferentes dimensiones. En el Holocausto, mujeres, hombres y niños perdieron sus vidas solo por ser judíos. Fueron perseguidos, deportados, abusados, torturados y despojados por completo de su dignidad humana.
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1. El atentado de 1986 contra la sinagoga de Estambul. 2. El atentado de 1992 contra la embajada israelí en Buenos Aires. 3. El atentado de 1994, también en Buenos Aires, contra la sede central de la Comunidad Judía, con cerca de cien víctimas y de autoría iraní. 4. En el año 2000, en el curso de los primeros enfrentamientos con los árabes, se filmó la muerte de un niño palestino que había recibido un disparo. 5. En el 2001, las manifestaciones musulmanas en las ciudades europeas, en donde se coreaba una y otra vez cosas como “¡Hitler tenía razón!”, o “Muerte a los judíos”. 6. En Francia se incrementó la violencia verbal y física contra los judíos: se incendiaron sinagogas y colegios. 7. Gestos de violencia callejera en donde nuevamente se había vuelto peligroso ser o parecer judío, a causa de jóvenes de origen árabe-musulmán.138 En general, estos hechos tuvieron lugar en razón a un nuevo tipo de antisemitismo, que se inscribe dentro de la dinámica particular del conflicto contra los musulmanes y que será analizado con detalle más adelante. Por ahora, basta decir que a lo largo de la historia el pueblo judío ha sido víctima de una enorme discriminación, que se ha materializado hasta el mismo punto de buscar su exterminio total de la tierra. El antisemitismo ha tenido diferentes matices, pasando por lo religioso, lo racial y lo político, aunque en cada una de las manifestaciones antisemitas se pueden encontrar variaciones de cada uno de estos factores. Enseguida se plantea un análisis específico en torno a la nueva cara del antisemitismo: el antiisraelismo, que se ha propagado gracias a los acontecimientos derivados de la conflagración entre árabes y palestinos, y que es bastante útil para entender las actuales dimensiones de la guerra. 6.2. El antiisraelismo: la nueva cara del antisemitismo El conflicto ha dado origen a un nuevo matiz del antisemitismo, de características más políticas y que combina principios de antiguos modelos antisemitas con el rechazo a los objetivos particulares del sionismo, específicamente el establecimiento de un Estado legítimo 138
Véase S. Wahnon, “El nuevo antisemitismo”, Cuadernos de pensamiento político, Granada, 2005, pp. 1-78.
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y soberano para el pueblo judío. De hecho, en el núcleo antiisraelí se encuentran los mismos motivos de odio como en el antisemitismo religioso o nacionalista, que se fortalecen gracias a las consecuencias y prácticas del conflicto actual.139 Según una investigación de la Liga Contra la Difamación, por cada persona de origen judío hay 700 antisemitas en el mundo. Estos resultados evidencian que existe un enorme y creciente antisemitismo en la opinión general, motivado sin duda alguna por las manifestaciones de violencia del pueblo judío contra los árabes. Una prueba más de que el antisemitismo se acrecienta de manera continua en el mundo, es el fenómeno de la inmigración masiva y nada selectiva de los musulmanes hacia la Unión Europea. Según las palabras de Gerstenfeld,140 este es el hecho más negativo que ha tenido lugar después de la Segunda Guerra Mundial para la comunidad judía de Europa, pues al introducir en algunos países europeos, de forma consciente y sin selectividad alguna, una inmensa cantidad de personas que crecieron en países musulmanes racistas y antisemitas, se ha desarrollado lo que el autor denomina antisemitismo estatal, auspiciado y propagado por los mismos gobiernos nacionales. Este tipo de antisemitismo estatal representa un atentado político y social en contra del pueblo judío y evita la posibilidad de llegar a soluciones de paz, basadas en el diálogo. En esta refriega se combinan tres tipos de antisemitismo, que rechazan las creencias, ideologías y costumbres del pueblo judío. Ellos son: 1. Religioso: discrimina a los judíos por su fe y sus tradiciones. 2. Político: se niega a reconocer a los judíos la igualdad de derechos civiles; promueve la asimilación social y cultural de los judíos y su desaparición como grupo diferenciado.
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Véase P. Taguieff, La nueva judeofobia, Gedisa, Barcelona, 2002. M. Gerstenfekd, Behind the Humanitarian Mask: The Nordic Countries, Israel and the Jews, Jerusalem Center for Public Affairs, Nueva York, 2008. 140
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3. Racista: basa su odio en la existencia misma del judío; promueve su separación física de la sociedad.141 A pesar de la atención de la comunidad internacional, de la colaboración y el apoyo extranjero y del hecho de que los mismos dirigentes de los Estados en disputa saben que no es viable continuar con el conflicto, cualquier pretexto en la región sigue siendo un motivo para generar violencia. Esto puede deberse a que en el mundo continúan desarrollándose y fortaleciéndose movimientos antisemitas que en muchas ocasiones tergiversan las causas del conflicto y las verdaderas razones de lucha de los pueblos. Según las palabras de Wahnon: En los últimos años el antisemitismo ha dejado de caracterizar solo al neonazismo europeo, para convertirse en un fenómeno muy extendido en el mundo arabomusulmán, donde el rechazo a Israel va casi siempre acompañado del viejo tópico de la conspiración judía, cuando no incluso de argumentos negacionistas. Ya en el mundo occidental, un antisionismo de izquierdas muy radicalizado se ha extendido también de forma espectacular, sobre todo entre la ciudadanía europea. Algo se mueve, pues, en relación con Israel y los judíos y todo parece apuntar a que se trata de un nuevo antisemitismo o, si se prefiere, de una nueva judeofobia.142
Los hechos que han sacudido al mundo en las tres últimas décadas, que evidencian una creciente renovación de fuerzas del antisemitismo, como la quema de sinagogas y colegios judíos, la discriminación en las calles a cargo de jóvenes musulmanes y las manifestaciones en las que se tacha a los judíos de ser una raza maldita, son un elemento más de este conflicto. Estos se pueden justificar con tres razones fundamentales: 1. Aquellos que son acusados de racistas, imperialistas y colonialistas ya no son los sionistas, sino en general la comunidad judía, pues en el plano internacional
141
A. Finkielkraut, En el nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene. Seix Barral, Barcelona, 2003. 142 S. Wahnon, “El judío no sionista y otros ensayos”, Op. cit., p. 77.
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prácticamente se ha borrado la línea divisoria entre la ideología y el pensamiento judío con el sionista. 2. En el marco de este renovado antisionismo, se hacen continuas referencias al poder judío, con el fin de deslegitimar sus pretensiones de fundar un Estado soberano. 3. El hecho de que el antisionismo sea un elemento fundamental del conflicto explica que se invoque constantemente a Hitler y a la necesidad de terminar la obra que el nazismo dejó incompleta. De esta manera, en los escenarios internacionales hace presencia una nueva cara del antisemitismo: un matiz inédito que va de la mano del antisionismo y que califica de absurdas, ilegítimas y abusivas las pretensiones del pueblo judío por fundamentar un Estado La nueva judeofobia se entiende como una variante de la hostilidad contra los judíos, elaborada con posterioridad a la creación del Estado de Israel y ya no se presenta con el acompañante racial que la había caracterizado, especialmente durante la época de Hitler. “Sin embargo, al mismo tiempo que se rechaza de plano el antisemitismo neonazi, se toleran, y a veces hasta se alientan, otra clase de prejuicios que, aun siendo de otra naturaleza y procediendo de otra parte, serían igualmente antijudíos”.143 En conjunto, los prejuicios contra el pueblo judío se han acrecentado después de la fundación del Estado del Israel. Las nuevas formas de antisemitismo, fortalecidas y fundamentadas, como se ha visto, por el antisionismo, han sido alentadas por el fundamentalismo islámico, que ha elaborado un complejo sistema de pensamiento antijudío, motivado principalmente por la existencia de Israel. Israel no solo es un problema en la medida en que acaba con los sueños de unidad nacional de los árabes, sino que además se relaciona con una cuestión de tipo religioso que no tiene solución alguna. Desde las bases del pensamiento religioso y político árabe, los judíos tienen
143
S. Wahnon, El nuevo antisemitismo, Op. cit., p. 82.
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que ser combatidos eternamente, debido a profundas e incuestionables razones, directamente vinculadas con la identidad del islam.144 Para gran parte del pueblo árabe los judíos representan lo mismo que representaba para el movimiento nazi décadas atrás: una amenaza que atenta contra la identidad y la supervivencia del mundo musulmán. Al pueblo judío lo identifican con un conjunto de características negativas recogidas de la tradición y de los antiguos modelos antisemitas, como el materialismo, la avaricia, el ateísmo y el capitalismo. Por otro lado, los árabes sancionan a los judíos por sus costumbres sociales o formas de vida occidentales. En general, en el odio y aversión del pueblo árabe al pueblo judío se mezclan y se integran las razones y prejuicios tradicionales que sustentan al antisemitismo, con las consecuencias propias de las dinámicas de la guerra tras la fundación del Estado de Israel. En este nuevo tipo de antijudaismo, mucho más fuerte y exacerbado en la medida en que es auspiciado por el fuerte fundamentalismo musulmán, los judíos son aquellos que atentan contra la pureza del mundo islámico, y que por tanto, una vez más, como en la Segunda Guerra Mundial, es preciso exterminar. De esta forma, el odio a los judíos, en el marco del conflicto, se ha convertido en algo cotidiano, usual y habitual. Por ello, en los últimos años, se ha comenzado a evidenciar un fenómeno en el que es cada vez más normal ofender o maltratar a un judío y en el que incluso es cada vez más fácil esgrimir razones para justificar tales actos.145 Los insultos en contra de los judíos se reproducen en el mundo moderno de forma frecuente en mezquitas y en diversos lugares de reunión de los musulmanes, gracias a la revolución cultural del islam, que implica el retorno de los musulmanes a las fuentes primarias de su cultura y su religión. Todos estos fenómenos se relacionan directamente con la violencia perpetrada en el conflicto, con su larga duración y con el horizonte nublado que presenta.
144
M. Gerstenfeld, The abuse of holocaust memory distortions and responses, Jerusalem, Center for Public Affairs, ADL, 2009. 145 A. Finkielkraut, En el nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene. Seix Barral, Barcelona, 2003.
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Actualmente, en los discursos religiosos, en los artículos publicados por la prensa árabe y en los debates políticos, el odio hacia el pueblo judío, las manifestaciones del antisemitismo tradicional se mezclan de manera evidente con el antisionismo y el antiisraelismo, pues en cada referencia a los judíos se alude a las confrontaciones y a los métodos de guerra utilizados. Un aspecto interesante sobre estas nuevas manifestaciones de odio hacia los judíos, es que las formas tradicionales de antisemitismo se van agitando y lo único que motiva el odio y el rencor hacia los judíos es precisamente su participación en el conflicto con los musulmanes, y sus pretensiones de fundamentar un Estado legítimo y soberano en Israel. Sin embargo, es evidente la presencia de un sincretismo que combina distintas formas de rechazo al pueblo judío, agudiza la guerra y aleja la posibilidad de terminarla por medio del diálogo o de la conformación de un pacto conjunto. Todo lo anterior habría desembocado en la configuración de una nueva ideología mixta: la del nacional-islamismo, que hoy emplean de forma violenta y sistemática agrupaciones terroristas como Hamás o Hezbollah. En medio de esta situación, cuando se difunde cada vez más esta ideología alrededor del mundo, se fortalece un totalitarismo islámico que no contempla, bajo ningún motivo, un compromiso o un pacto con el enemigo judío al que, simplemente, hay que destruir.146 Así, el sionismo ha sido despojado de sus elementos culturales, históricos y nacionalistas y es contemplado por los países árabes e islámicos como un movimiento político de tipo expansionista y colonialista, como una doctrina desarrollada en medio de motivos étnicos, en donde se conjuga un fanatismo religioso con un nacionalismo excluyente y racista. En esta profunda contrariedad, la solución más sencilla sería preguntarse cuál de los bandos tiene la razón, quién es la víctima y qué Estado ha promovido, en mayor medida, el uso del terror para conseguir sus fines políticos.147 El panorama es cada vez más oscuro, si se advierte, además, la enorme propagación entre el fundamentalismo islámico de escuelas de adoctrinamiento antijudío, donde los niños 146 147
Ibídem. Véase G. Mahler, “The Rise of Israel: A History of a Revolutionary State, Op. cit., pp. 56-90.
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entienden que lo más natural, debido a profundas razones que acaso ni son explicadas, es odiar con todo el rencor y la vehemencia posibles a los judíos. En conjunto, la forma como se difunde, o mejor, transforma el antisemitismo, impide encontrar salidas concertadas al conflicto. Sin embargo, explica Taguieff,148 lo más grave de este nuevo antisemitismo no es precisamente el hecho de las expresiones de odio de la comunidad árabe que en todo caso se manifestarían debido a que hay un territorio en disputa, lo cual va más allá de las diferencias ideológicas, políticas y religiosas de ambos bandos, sino que el nuevo antisemitismo no concierne únicamente a los árabes o a los musulmanes, sino a la versión occidental del antisionismo, de tal manera que los nuevos modelos de aversión hacia el pueblo judío se han extendido también hacia otros lugares del mundo. Siguiendo las palabras de Wahnon: Este tipo de antisionismo sería cada vez más pasional y menos intelectual. O, si se prefiere, cada vez más poético y menos teórico. Cuando se trata de Israel y Palestina, lo habitual es renunciar por completo a los cauces de la argumentación racional para seguir las sendas, mucho más cómodas, de la retórica.149
El hecho de que el antisionismo sea cada vez menos intelectual y más pasional es un hecho muy preocupante, pues importan menos las razones para sancionar, juzgar, reprochar e incluso atacar a los judíos. El pensamiento antisemita, que al menos buscaba razones de tipo histórico y cultural para manifestar una aversión que, como se ha visto, era igualmente injustificada, se ha convertido en un sentimiento antisionista, en una pasión que ya no escucha argumentos contrarios y que ha aprendido a ver con malos ojos cualquier intención, idea o manifestación de los judíos. Lo anterior demuestra que el antisemitismo es un componente fundamental del conflicto árabe-israelí, que ha trascendido las fronteras y que ha convocado a Occidente a convertirse
148 149
Véase P. Taguieff, La nueva judeofobia, Op. cit. S. Wahnon, “El nuevo antisemitismo”, Op. cit., p. 68.
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en una parte importante de la guerra. Por otro lado, teniendo en cuenta que los sentimientos no entienden ni escuchan razones, el antisionismo se ha transformado en un tipo de condena a priori sobre cualquier tipo de decisión tomada por Israel. Sin duda alguna, las estrategias violentas utilizadas por Israel para proteger su seguridad y debilitar al enemigo también han generado críticas justificadas en la comunidad internacional. Los dirigentes políticos y militares de Israel deben explicar su conducta y asumir responsabilidades, en lugar de decir que todo es producto de la difamación palestina. Si bien es cierto que el odio a los ideales sionistas se fundamenta en el antisemitismo promovido en gran medida por el fundamentalismo árabe, Israel también tiene que responder por las acciones desmedidas que ha promovido en contra de Palestina. En particular, los obstáculos que encontraron los sionistas en el camino para fundar un Estado soberano han sido tantos, que tuvieron que emprender una acción rápida y absorbente, denominada terror. Desde Israel, el terrorismo ha sido considerado como un elemento inevitable de la guerra, mientras que los árabes continúen oponiéndose a la fundación de un Estado judío en Palestina. Incluso, desde los mismos comienzos de la colonización en Palestina, el terrorismo fue aplicado y utilizado sistemáticamente, con dos objetivos particulares: 1. Reducir la mayoría árabe en Palestina, sobre todo en áreas proyectadas para la fundación del Estado judío. 2. Deshacerse de tantos árabes como fuera posible, para iniciar el proceso de colonización. Es claro, por tanto, que Israel debe su existencia al terror. Los sionistas han explotado el tema del sufrimiento judío al máximo, para ser vistos como víctimas que padecen los ataques y atropellos de Palestina. Sin embargo, en esta contienda se advierte la actuación de dos naciones que desean desprestigiarse mutuamente, que buscan ganar la simpatía de la comunidad internacional por medio de la insidia pero, en el fondo, utilizan los mismos métodos violentos y terroristas para ganar la batalla.
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El antisionismo es como un velo en los ojos de los enemigos del pueblo de Israel y de gran parte de la comunidad internacional, que les impide por lo menos tratar de entender las razones del pueblo judío para fundar un Estado legítimo, en el que puedan disfrutar de la protección que necesitan tras tantos años de abusos. Este sentimiento ha enseñado a los enemigos del pueblo judío a desconfiar instintivamente de todos sus actos. Cualquiera sea la decisión que se tome en Israel, siempre se verán segundas intenciones encubiertas y se verá también una amenaza latente para la estabilidad y seguridad del pueblo musulmán. Es debido a este sentimiento y a estos prejuicios que muchos países en el mundo ven en la idea sionista de fundar un Estado legítimo, soberano y libre para el pueblo judío, el intento de asegurar la hegemonía en la región, de someter a otros pueblos, ocupar sus territorios y exterminar su cultura y tradiciones.150 Según Durán,151 uno de los principales discursos a partir de los cuales se analiza este conflicto, le otorga a Palestina un carácter pacifista, de diálogo y convivencia. Por otro lado, el Estado de Israel es visto como una nación que a costa de lograr su soberanía y hegemonía en la región ha emprendido un plan de colonización y desplazamiento del pueblo palestino, con el uso sistemático del terror que poco a poco termina con su existencia. Aunque esta sea una de las visiones más comunes y popularizadas de la conflagración, la opinión del autor es que el supuesto carácter pacifista de Palestina esconde un lento y progresivo proceso de limpieza étnica. Schoenman152 complementa esta visión al plantear que los prejuicios antijudíos se han convertido en el eje que articula un nuevo modelo de antisemitismo, en el que los viejos estereotipos se renuevan mediante una dinámica propia y particular, que busca calificar de ilegal, pretenciosa y abusiva cualquier intención del pueblo de Israel por reafirmar el derecho político que tiene el Estado judío de existir, de defenderse, de proteger su autonomía y de repeler la agresión terrorista que proviene del exterior.
Véase S. García, “El conflicto palestino israelí a la luz del sistema de seguridad colectiva”, Op. cit. J. Durán, El conflicto árabe-israelí: una visión no estatolátrica, Op. cit. 152 Véase R. Schoenman, “La historia oculta del sionismo”, Op. cit., pp. 24-65. 150 151
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Si en esencia y a priori el sionismo es condenado como un movimiento imperialista, colonialista y racista, se entiende que nada positivo puede salir de él y, por tanto, es preciso atacarlo por todos los medios para impedir su subsistencia. Lo que se tiene aquí es una fuerte criminalización del sionismo, que lo condena y lo rechaza sin importar lo que haya detrás de las decisiones y lo que realmente puede llegar a motivar sus necesidades particulares. El velo que se ha puesto en los ojos de los enemigos del pueblo judío limita el reconocimiento de las diferencias entre judíos, sionistas e israelíes; y sin importar las doctrinas e ideologías particulares, todos son declarados enemigos, a raíz de la fuerza de un sentimiento y una pasión que no conoce y no comprende razones. Por ello, el antisionismo occidental se recrudece cada vez más y gran parte de la comunidad europea ve en los judíos a los representantes de una entidad negativa, contradictoria, que amenaza la seguridad mundial y que guarda segundas y malignas intenciones detrás de sus pretensiones legítimas de fundar un Estado propio.153 Este recrudecimiento del odio hacia los judíos se puede explicar por tres razones: 1. La izquierda ha encontrado un enemigo ideal en el sionismo, en la medida en que un Israel convertido, apoyado por los Estados Unidos, resulta perfecto para encauzar y movilizar a rebeldes que luchan contra el poder que podría llegar a tener el país del Norte en la región, gracias a su relación con Israel. Particularmente, gracias a la nueva versión del antisemitismo, la izquierda ha cogido fuerza de nuevo y ha encontrado en Israel la excusa perfecta para movilizarse y armarse, luego de la derrota sufrida con la caída de la Unión Soviética.
2. El antisemitismo se ha recrudecido en razón a la islamización del antisionismo. Con mucho ingenio, el pueblo musulmán ha sabido interpretar y difundir una versión particular del antisionismo, mezclado con la judeofobia, que se ha extendido a Occidente. En esta versión islámica, los judíos son criminalizados, satanizados y 153
M. Gerstenfekd, Behind the Humanitarian Mask: The Nordic Countries, Israel and the Jews, Op. cit.
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declarados como enemigos de la paz, que quieren imponer a toda costa su visión del mundo, conquistando territorios y colonizando a los países que se opongan.
3. En oposición a lo anterior, la causa no sería tanto la islamización del antisionismo sino las recientes conductas europeas que tienen que ver con el antirracismo y la antixenofobia. Estas dos categorías hacen parte de la convivencia y de la cotidianidad europeas actuales y favorecen la idea de que los judíos deben ser recibidos en el territorio europeo, pues debido a la coyuntura mundial, es mejor darles asilo que permitirles fundar su propio Estado.154 Lo más curioso de todo es que dentro del conflicto árabe-israelí y de las nuevas formas y matices adoptadas por el antisemitismo, surge una paradoja histórica, que se resume así: A partir de estos nuevos patrones culturales, lo que habría ocurrido sería lo siguiente: tanto Israel, con su obstinación en seguir existiendo como Estado mayoritariamente judío, como los judíos en general, con su empecinamiento en seguir siendo tales y, además, en defender a Israel, se habrían situado a contracorriente de la nueva forma judeo-europea de pensar, dando lugar así a una paradoja histórica: si en la Europa anterior a Auschwitz se estigmatizó al judío por errante, apátrida, cosmopolita, plurilingüe y pluricultural, ahora, en la Europa posterior a Auschwitz y projudía, se le estigmatiza por todo lo contrario, es decir, por apegado a la tierra y a la sangre, por nacionalista, por demasiado vinculado a una identidad nacional.155
Esto hace pensar que sin importar qué ideales, metas y objetivos tengan los judíos, cuáles sean sus intenciones y movimientos políticos, siempre serán juzgados y atacados, por temor o por prejuicios injustificados que crean el pensamiento común de que, a toda costa, es preciso detener sus pretensiones de organizarse, de fundar un Estado propio y de evitar que tengan la seguridad y libertad que por tantos años les ha sido negada. Sin duda alguna, la paradoja que se ha presentado es una prueba contundente de que independientemente de cuáles sean las pretensiones del pueblo judío, el antisemitismo 154 155
Véase S. Wahnon, “El nuevo antisemitismo”, Op. cit., en part. pp. 24-65. Ivi, p. 89.
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siempre ha estado presente, adquiriendo nuevos matices, razones y justificaciones que se adaptan al contexto particular de cada época.156 Si bien antes los judíos fueron atacados porque no se quería que permanecieran en suelo europeo, hoy se les ataca porque tampoco pueden conformar su propio Estado, fuera de Europa, en un territorio que les pertenece por tradición religiosa. En todo caso, todas las formas históricas de odio y aversión en contra de los judíos se han venido a encontrar en el conflicto árabe-israelí, lo cual, vale la pena insistir una vez más, es un componente fundamental que hace demasiado difícil por no decir imposible encontrar una salida dialogada y concertada a la guerra. En síntesis, no se puede hablar en realidad de la nueva cara del antisemitismo, pues su característica principal es precisamente carecer de un solo rostro, de un solo matiz, de una unidad que le brinde sentido. En lugar de ello, el antisemitismo se caracteriza por su falta de unidad, por un híbrido de ideas, aversiones, tradiciones históricas, pensamientos revolucionarios, racismos, xenofobias e islamismo, que no solo impide comprender la faceta actual del odio a los judíos, sino que los deja en una posición bastante difícil, de la que parecieran no tener salida. Se tiene entonces un antisemitismo incoherente, lleno de múltiples razones y justificaciones que se contradicen entre sí, que generan paradojas y que, por tanto, lo convierten en un antisemitismo inválido, motivado más por pasiones y prejuicios que por un análisis real del contexto y de la situación actual. La nueva judeofobia se construye a partir de una amalgama de sentidos e interpretaciones que no guardan relación entre sí, en un proceso que no es para nada estructurado, pero que sin duda alguna ha sido servido y ha cumplido su propósito de arrojar sobre Israel y los judíos todas las culpas y los problemas de la humanidad.
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P. Taguieff, La nueva judeofobia, Op. cit.
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6.3. Posibles soluciones al conflicto Solucionar el conflicto depende, en primer lugar, de no tergiversar sus verdaderas causas ni el desarrollo de sus acontecimientos y de presentar ante el mundo las verdaderas razones que motivan a cada uno de los bandos a luchar. El principal problema por el cual esta contienda se ha extendido de manera irremediable, es precisamente el hecho de que todos creen saber qué es, cuáles son sus razones y sus antecedentes, pero en realidad nadie tiene claridad sobre lo que verdaderamente está pasando en Medio Oriente.157 Por tanto, la primera solución es analizar detenidamente la confrontación, sin dejarse llevar por pasiones, sentimientos o prejuicios que en realidad lo único que hacen es nublar y oscurecer el panorama. Especialmente los palestinos se han encargado de difundir falsas nociones en torno a la cusa judía, que han servido para distorsionar las verdaderas dimensiones de la guerra. En gran medida, Israel ha perdido una batalla propagandística contra los árabes. Es claro que los árabes han tenido más habilidades para difundir su punto de vista en los medios internacionales. Hoy en día, más del 40 % de los europeos cree que, con su idea de fundar un Estado propio en Israel, lo que se busca en realidad es exterminar a los palestinos. Sin embargo, lo que no sabe la gente, es que la población palestina ha aumentado enormemente desde el inicio del conflicto. Otro razonamiento que Gerstenfeld158 considera absurdo es que algunas teorías sugieren que el conflicto palestino-israelí es la mayor amenaza a la paz mundial, pues los fundamentalistas musulmanes han sabido difundir la idea de que una vez que Israel acabe con Palestina, seguirá atentando contra la seguridad mundial y expandiendo sus ataques a Europa. En este contexto, la criminalidad palestina y los métodos terroristas que utilizan, son ignorados, disminuidos o disimulados por muchos medios y corrientes políticas en el mundo.
Véase M. Gerstenfeld, “Cómo combatir de manera eficiente la propaganda antiisraelí”, en El medio, Nueva York, 2015, en part. pp. 1-3. 158 Ivi, p. 1. 157
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En algunos casos, la propaganda árabe puede representar una provocación para el pueblo judío. Por ejemplo, hoy el mundo sanciona el simple hecho de que Israel construya viviendas fuera de la Línea Verde, como si en realidad eso implicara una amenaza para la seguridad mundial, pero en cambio olvida, o pretende olvidar y pasar por alto, las miles de masacres que ocurren a manos de los musulmanes, muchas de ellas auspiciadas, patrocinadas y ejercidas directamente por el mismo Gobierno.
Sin embargo, lo que se trata de desconocer es que Israel es un Estado pequeño, que tiene muchos enemigos y que por tanto lo único que puede hacer para sobrevivir y no dejarse abatir es ser más inteligente que ellos. Para Gerstenfeld159 Israel está muy preparado para la guerra, en razón a la presencia de tres dimensiones:
1. Militar: posee amplia tecnología y un muy buen armamento para enfrentar los ataques de los musulmanes. Cuenta con las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que controlan todo el campo de batalla y que han sabido, con el tiempo, generar nuevos métodos de ataque para garantizar la seguridad de la población y para debilitar al enemigo. 2. Inteligencia: tiene tres agencias de inteligencia: la internacional (el Mosad), el servicio de seguridad doméstico (Shabak) y la inteligencia militar (Aman). La acción conjunta y eficaz de estas agencias le ha permitido mantener una buena estrategia, conocer con anterioridad los ataques del enemigo y responder de manera efectiva a las manifestaciones de violencia. 3. La guerra cibernética: se ha convertido en un nuevo campo de batalla, para el cual Israel cuenta con una buena inversión para controlarla.
A pesar de que Israel tiene buenos elementos en cada una de estas dimensiones, la propaganda, una cuarta y novedosa faceta de la guerra, le ha causado muchos problemas. De
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Ivi, pp. 1-3.
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hecho, este país no posee un instrumento eficaz para ello y no tiene ninguna organización que supervise este campo, especialmente el hecho de ver su imagen y reputación dañadas ante el mundo, debido a las versiones que los musulmanes divulgan continuamente sobre la guerra.
No obstante, combatir en la guerra de la propaganda es una cuestión muy distinta: ahí no se trata de los desinformados, sino que se lucha contra los enemigos. Las hostilidades contra Israel proceden tanto de gobiernos como de otras fuentes en países musulmanes, de los musulmanes de países occidentales, políticos de diversas nacionalidades, ONG, académicos, sindicatos, líderes religiosos (sobre todo de denominaciones progresistas), diversos partidos socialistas occidentales, extrema izquierda, extrema derecha, etc. Las redes sociales son un nivel más de propaganda difusora del odio.160
En este sentido, un elemento fundamental para terminar el conflicto depende de la capacidad que tenga Israel para contrarrestar la propaganda negativa y, en algunos casos, de difamación que ha tenido a lo largo de los años, con el fin de que los musulmanes no sigan divulgando mundialmente prejuicios y falsos conceptos. No obstante, la razón del fracaso de las comunicaciones y de la estrategia propagandística de Israel radica en que no hay un punto de vista israelí común, porque allí se presentan también las diferencias entre sionistas y antisionistas y porque, a nivel general, en la comunidad judía no hay un consenso sobre los objetivos e ideales que deben guiar la causa israelí. Por tanto, para terminar con la guerra, los israelíes deben aprender a unificar sus ideales y a identificar las verdaderas metas y técnicas de Palestina. Para ello, es preciso que Israel diseñe y aplique mecanismos y estrategias que le permitan poner al descubierto las mentiras y explorar con precisión el sistema utilizado para difamar al pueblo judío.
160
Ivi, p. 1.
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Se debe considerar que además de las calumnias, existen críticas legítimas sobre el accionar militar de Israel. Por ello es importante replantear muchos aspectos relacionados con su práctica militar y con sus ataques desmedidos a Palestina, para dar fin a las condenas sobre su proceder. Esto ayudaría considerablemente a encontrar soluciones al conflicto. En Israel debe existir, por tanto, un organismo de control y análisis de la información que permita detectar a tiempo las calumnias del enemigo y presentar ante la comunidad internacional los argumentos necesarios para que no se afecte su reputación mundial, a causa de prejuicios injustificados. La difamación y la tergiversación han engendrado odios, resentimientos y juicios de valor que no tienen lugar. Por ejemplo, organizaciones mundiales como la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS) critican constantemente a Israel por atacar a la población civil y la culpan además de dejar víctimas civiles en Gaza. Sin duda alguna, esta es una versión de los árabes y las organizaciones internacionales parecen no tomar en debida consideración la grave realidad sufrida por Israel.161 En este punto es importante citar las palabras de Gerstenfeld:
Los dirigentes palestinos han desarrollado mensajes ambiguos como armas estratégicas para desarmar, desmoralizar y engañar a sus enemigos, al tiempo que logran el apoyo de terceros. Realizan declaraciones con duplicidades, destinadas a diferentes audiencias, en la tradición de la taqiyya (el arte del disimulo). Se trata de una estrategia aprobada por el islam: el empleo de la mentira para derrotar a los enemigos.162
La guerra demuestra que una parte de los árabes no tiene ningún límite a la hora de difamar a Israel, y aunque existen críticas legítimas, se ha tratado de hacerlos ver como los malos en el combate. Este fenómeno consiste en exponer a la propia población palestina, usando en
161
Por ejemplo, de una serie de palestinos muertos, muchos son alcanzados por cohetes y proyectiles disparados por Hamás, la organización terrorista auspiciada y patrocinada por el gobierno árabe. 162 M. Gerstenfeld, “Los consejeros voluntarios de Hamás”, en El medio, 2015, p. 1.
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algunos casos a los civiles como escudos humanos y disparando desde zonas residenciales, con el fin de disminuir el número de habitantes en su propio territorio. Esto hace pensar que están siendo masacrados por Israel.
Es una estrategia de guerra bastante fuerte, pero que prueba que un aspecto clave para acabar con ella es terminar contra ese tipo de propaganda difamatoria que quiere demostrar a todo el mundo, sin importar las consecuencias, que Israel es el que usa la violencia, el que asesina, el que no guarda el más mínimo respeto por los derechos humanos y el único que es capaz de recurrir al terror como arma para dominar al enemigo. Conectado con lo anterior, terminar con la guerra entre árabes e israelíes implica, entre otras cosas, acabar con la fatídica relación que existe entre Gobierno y grupos terroristas. Como se ha visto en capítulos anteriores, ha surgido una nueva modalidad de terrorismo: el patrocinado por el Estado, en el que los gobiernos centrales no solo apoyan tecnológica y económicamente este tipo de grupos sino que además les brindan entrenamiento militar para que puedan atacar de manera constante y sistemática al enemigo. Por tanto, hay que tomar en consideración el caso de Palestina, que tiene una especial relevancia debido a la controversia en la comunidad política y académica mundial sobre los motivos que impulsan a un sector específico del Gobierno árabe a apoyar y a financiar la agrupación terrorista Hamás. Las causas centrales del apoyo a esta organización son la compatibilidad ideológica, el fundamentalismo religioso y la protección de la seguridad nacional. Sin embargo, más allá de ello, el apoyo de una parte de Palestina a los crímenes terroristas de Hamás en el territorio de Israel, responden a una estrategia geopolítica en la que los árabes buscan ganar la hegemonía y el liderazgo en Medio Oriente. Israel, por su parte, también presta apoyo a organizaciones terroristas. Es conocido que este régimen brinda apoyo militar a grupos takfiríes como el EIIL, que operan contra el Gobierno sirio. Además, Israel brinda apoyo financiero a Arabia Saudí y Qatar y suministra armas y
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equipamiento bélico a los grupos extremistas del EIIL y al Frente Al-Nusra, rama de AlQaeda en Siria. La solución del conflicto exige finalizar lo más pronto posible el terrorismo soportado por el Estado, que ha dejado graves consecuencias para la seguridad y la estabilidad mundial, porque representa la imagen de una confrontación en la que el fin justifica los medios y en la que se validan el crimen, la violencia y el terror para atacar a los enemigos. Aunque la relación entre el Estado y los grupos terroristas puede traer ciertos beneficios para ambos, pues mientras que las agrupaciones se fortalecen militar, estructural y estratégicamente, los gobiernos tienen la posibilidad de enfrentar y debilitar a sus enemigos de manera indirecta, este tipo de relaciones normalmente se desarrolla en un ambiente complejo e inarmónico.163 Por ejemplo, la información compartida entre ambos agentes es asimétrica, pues comúnmente las organizaciones terroristas tienen objetivos, principios y formas de proceder ocultas, desconocidas por el Estado. Básicamente, explican los autores, al patrocinar y soportar el terrorismo, el Estado nunca puede saber en quién está confiando y qué ideales son los que verdaderamente está financiando. Por otro lado, los ataques terroristas fracasan en muchas ocasiones, de tal forma que el Estado debe decidir si fue mala suerte o si la falla estuvo relacionada con falta de compromiso o incompetencia de la agrupación criminal. Por último, el mayor problema de este tipo de relación es que las agrupaciones terroristas operan de manera encubierta, para no tener que sufrir las posibles retaliaciones de sus actos. Esta manera de actuar velada y totalmente oculta, le impide al Estado monitorear la planeación, el desarrollo y la ejecución de los ataques que está financiando. La falta de armonía y confiabilidad entre el Estado y las agrupaciones terroristas se intensifica enormemente cuando ambos bandos no comparten una ideología ni una serie de principios que motiven la unión, pues puede suceder que las organizaciones utilicen el dinero brindado 163
Ivi, pp. 33.
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por el Estado para otro tipo de causas, ajenas a aquellas que inicialmente fueron promovidas de acuerdo con los intereses estatales. Debido a las dificultades que presentan las relaciones entre Estado y terrorismo, que solo causan más muerte, más violencia y, por tanto, una guerra más cruel y más larga, una solución fundamental es ponerles fin a dichas relaciones, lo cual solo es posible por medio de un compromiso conjunto de ambos Estados y de una vigilancia internacional estricta que sancione cualquier tipo de apoyo, económico, militar o tecnológico, a las agrupaciones terroristas. Ben-Yehuda y Sandler164 afirman que a pesar del reciente crecimiento de la violencia y de los atentados terroristas, el enfrentamiento ha cambiado considerablemente desde la década de los setenta y se ha configurado como un organizado conflicto de regímenes que intentan establecer su hegemonía en la región, mediante el terror. En consecuencia, la principal solución debe estar encaminada a resolver las profundas discrepancias ideológicas y étnicas que existen entre ambos bandos, buscando la manera de que las dos culturas y sus maneras de representar al mundo subsistan de manera legítima en la misma región. Con todo, más allá de acabar con la tergiversación de las dinámicas del conflicto y de darle fin a la relación entre Estado y terrorismo, acabar con la conflagración árabe-israelí implicaría solucionar las diferencias en torno al territorio, atravesadas por principios religiosos, étnicos y dogmáticos, difíciles de dirimir. Los intentos realizados para terminar con esta larga contienda han fracasado porque no se han presentado medidas que ayuden a dirimir los profundos desacuerdos y contradicciones entre las partes. Siguiendo las palabras de Urrutia: El examen de las distintas iniciativas que se han planteado en las últimas dos décadas para enfrentar el conflicto palestino-israelí confirman que el proceso de paz no ha sido exitoso, en la medida en que no ha conseguido reducir los niveles de violencia ni
H. Ben-Yehuda & S. Sandler, “The Arab-Israeli Conflict Transformed: Fifty Years of Interstate and Ethnic Crises”, Op. cit. 164
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incrementar la justicia social ni restaurar las relaciones entre las partes, en el marco de una larga y desgastante disputa.165
Las soluciones propuestas deben ayudar a transformar las relaciones de poder, encontrar maneras que permitan evitar el crecimiento de la asimetría entre los actores y generar políticas que contribuyan a garantizar la protección de los derechos humanos en el territorio en cuestión. Los hechos recientes que dan cuenta del aumento en el número de atentados contra la población demuestran que los caminos de diálogo están bloqueados, que pareciera que para ambos actores la única respuesta es la violencia y que cada vez es más difícil una salida concertada basada en el diálogo. Sin duda alguna, existe una difícil confluencia de factores y dinámicas locales, regionales e internacionales, en donde se develan y se mezclan de una manera no estructurada las creencias religiosas, los ideales políticos, los elementos relativos a las etnias, las costumbres y las tradiciones, que hacen difícil avizorar un futuro positivo, en donde se pueden terminar de una vez por todas las profundas diferencias que han motivado la guerra. El contexto actual demuestra que aún se está muy lejos de encontrar una solución viable que satisfaga a aquellos que se encuentran en guerra, pues los Estados no están en capacidad de cumplir un conjunto de exigencias muy difíciles y existen también obstáculos que limitan los logros de la comunidad internacional. Además, para finalizar este capítulo, se afirma que la evolución de las relaciones entre Estados Unidos e Israel y el desarrollo continuo de intereses opuestos a la paz en los grupos de presión estadounidenses, dificultan el camino hacia la paz. Como se ha visto a lo largo del presente estudio, el largo y violento desarrollo del conflicto entre palestinos e israelíes invita al pesimismo, a pensar que la única manera en que se podría acabar con él es que uno de los bandos gane e imponga sus condiciones al enemigo derrotado. Pero, sin duda alguna, el hecho de que haya un vencedor implica que debe haber muchas más muertes y más violencia y que uno de los dos pueblos tendrá que abandonar el territorio o
P. Urrutia, “Conflicto palestino-israelí: ¿más proceso que paz? Veinte años de propuestas frustradas y claves de la nueva encrucijada”, en Cuadernos de construcción de paz, 3, 2011, p. 46. 165
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someterse a las condiciones del ganador, que sin dudarlo implicaría el fin de sus costumbres y de la posibilidad de manifestar libremente sus creencias. En todo caso, como afirma Urrutia: Los acontecimientos futuros revelarán de qué manera encajan los elementos de esta nueva encrucijada, si conducen a más violencia o si hay alguna posibilidad de que abran el camino hacia una paz, hasta ahora tan esquiva, entre palestinos e israelíes.166
Por último, acabar con la disputa dependerá de una actitud de diálogo y concertación y de hechos puntuales. La paz solo será posible en la medida en que se solucionen los conflictos de tipo geopolítico originados en las fronteras y en los territorios estratégicos, especialmente la Franja de Gaza. La paz será posible cuando retornen millones de refugiados palestinos a sus casas y a sus tierras. En esta medida, la Hoja de Ruta, la colaboración de las Naciones Unidas, de la Unión Europea y de los Estados Unidos será efectiva si se persiguen estos objetivos y si no hay ningún interés de por medio que siga avivando ininterrumpidamente el conflicto.
166
Ivi, p. 46.
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Conclusiones Una de las principales conclusiones del presente estudio es la suma importancia del contenido etnológico y etiológico del conflicto entre Palestina e Israel, pues las diferencias, aunque se centran en una disputa por el territorio, se relacionan con el desarrollo progresivo y sistemático de prejuicios racistas que le impiden a cada uno de los actores tener la disposición para el acuerdo y el diálogo. En todo caso, las distintas manifestaciones de la guerra entre árabes e israelíes, dentro de las que se incluyen el secuestro, el desplazamiento de la población, los ataques terroristas, las confrontaciones directas y las amenazas constantes a la seguridad, representan un desafío para la acción sostenida de las organizaciones internacionales, que deben entender la complejidad y el carácter multidimensional de la conflagración entre estos países. Lo anterior con el fin de rastrear sus orígenes y analizar su desarrollo progresivo y diseñar acciones y estrategias efectivas que reparen de manera integral sus causas y que ayuden a reducir los efectos de la violencia sobre la población. Con la discusión y el análisis planteados queda, sin duda alguna, una sensación pesimista en relación con una salida concertada hacia la paz, que le dé fin al largo conflicto armado entre Israel y Palestina. Como se ha visto, existen profundas y marcadas diferencias e incompatibilidades ideológicas, religiosas, culturales y políticas que hacen impensable la posibilidad de que un proceso de diálogo pueda llegar a resultados positivos, que beneficien a ambos actores y que les permitan tolerar y respetar las creencias, valores y pensamientos del enemigo. Si bien esta confrontación representa la lucha por un territorio en disputa, que ambos actores se acreditan como propio, la situación es mucho más compleja, pues con la lucha estratégica, política y militar, se mezclan todo tipo de elementos, desacuerdos ancestrales y prejuicios que conforman un híbrido, en el que intervienen factores como la etnia, la raza, la tradición y la cultura, que sirven para aumentar las tensiones y agrandar las diferencias. Esta mezcla hace difícil entender los orígenes, causas y consecuencias del conflicto y, además, complica
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demasiado el desarrollo de estrategias que permitan dar una solución integral a los problemas entre ambos bandos. Aunque, en efecto, existen varios elementos y desacuerdos que fomentan el terror y la violencia en la región, el presente estudio ha hecho un énfasis especial en el antisemitismo, que dejó de ser un pensamiento e ideología soportada en odios y prejuicios históricos, para convertirse en un sentimiento, en una pasión que no escucha razones y que ha llegado al límite de justificar el holocausto nazi sufrido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. En el estudio se ha explicado cómo el antisemitismo, en medio de la larga lista de acontecimientos propios del conflicto, ha integrado elementos del antisionismo y del antiisraelismo, sin atender a una estructura o a un orden particular y ha combinado elementos que fomentan cada vez más el odio hacia los judíos, ya sea por su religión, por sus costumbres, sus metas e ideales. En particular, la nueva identidad del antisiosinimo aunque se podría decir que su característica central es precisamente la de carecer de una identidad, en la medida en que se compone de distintos elementos no relacionados entre ellos, ha servido para prejuzgar cualquier aspiración o decisión que sea tomada y para ver intenciones encubiertas en las que solo existe un anhelo justificado de soberanía y libertad. En este nuevo antisemitismo, los prejuicios y la judeofobia se han convertido en la base de un modelo en el que se renuevan los estereotipos históricos que califican a los judíos de avaros, satánicos y promiscuos. Esto ha servido para sancionar como peligrosas las intenciones del pueblo de Israel por existir y por proteger su autonomía de la agresión externa. El antisemitismo de hoy no escucha razones, criminaliza a los judíos y no les da la posibilidad de explicarse. Este fuerte sentimiento racista impide llegar a una salida concertada al conflicto, en la medida en que los enemigos del pueblo judío están cegados por los prejuicios, y porque han extendido y difundido la versión sin fundamentos según la cual la existencia
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libre y soberana de Israel representa una peligrosa amenaza para la estabilidad y la seguridad mundiales. El hecho principal que ha derivado en la difamación mundial de los objetivos de Israel, ha sido la propagación de los prejuicios que hoy son pilares fundamentales del antisemitismo. Esto se ha logrado en virtud de un proceso estratégico de algunos musulmanes, que utilizan la propaganda para difundir su propia versión de la guerra. Efectivamente, si en algo han superado los palestinos a los israelíes, es en la capacidad que tienen para hacerle creer al mundo que el verdadero y único terrorista es Israel y que no detenerlo ahora implicaría consecuencias bastante graves para todo el mundo. Sin embargo, este estudio también ha demostrado que el surgimiento y desarrollo de Israel ha sido posible gracias a la violencia y al terrorismo. A pesar de que la difamación ha sido importante para deslegitimar al pueblo judío, los líderes políticos y militares de Israel también deben responder por una serie de críticas justificadas, debido a los ataques desmedidos que usan en contra de sus enemigos, agravando cada vez más la guerra. Las versiones particulares del conflicto hacen que, por un lado, gran parte de la comunidad internacional sancione cualquier acto o decisión de Israel, disimulando los graves atentados terroristas de los palestinos, en los que incluso diariamente ponen a riesgo la vida de sus propios ciudadanos. Pero, por otro lado, Israel ha tratado de justificar sus acciones violentas con el sufrimiento judío y con la protección de su seguridad, cuando en realidad el terrorismo perpetrado contra Palestina no siempre responde a una reacción necesaria sino al deseo de exterminar al enemigo. Por tanto, este análisis ha develado que una de las condiciones fundamentales para solucionar el conflicto es terminar con las difamaciones y métodos propagandísticos utilizados por ambos bandos en la guerra, con los que se manipula la verdad sobre los acontecimientos, se tergiversa la información y se presenta al mundo una versión errónea de las dimensiones reales de la confrontación.
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A pesar de la atención de la comunidad internacional, de la colaboración y del apoyo extranjero y del hecho de que los mismos dirigentes de los Estados en disputa reconocen que no es viable para ninguno continuar con la contienda, cualquier pretexto en la región sigue siendo un motivo para fomentar la violencia y cada día se agrava más la rivalidad, sin importar los esfuerzos que se hagan, pues pareciera que por cada paso que se avanza en la consecución de la paz, se retroceden dos más que llevan al dolor y al terror. Finalmente, los objetivos planteados en el estudio han sido relevantes para ofrecer una mirada alternativa en torno al tema, pues el discurso común muestra a Palestina como una nación que resiste los injustos ataques de Israel: un pueblo dominado por la necesidad de oprimir y de atacar, que desarrolla estrategias geopolíticas cuyo fin es brindarle un mayor poder y hegemonía en la región, mediante la perpetración continua y sistemática de la violencia y del pánico. Sin embargo, al tener en cuenta un análisis detallado en torno a las causas y a los componentes históricos que definen la etiología y la etnología del conflicto incluyendo la manera como las negativas ideológicas y políticas a la causa israelí se han convertido progresivamente en un antisemitismo que conjuga viejos principios de discriminación y segregación con las nuevas dinámicas presentes en la disputa es preciso concluir que, en algunos casos, las pretensiones de Israel por fundar un Estado judío han sido contaminadas por sus enemigos, debido a la influencia de valoraciones negativas que provienen de sentimientos racistas y antisemitas. El largo desarrollo del conflicto ha evidenciado la incapacidad de la comunidad internacional, especialmente de una potencia como Estados Unidos, para establecer procesos, negociaciones y estrategias eficaces que ayuden a remediar o a reducir la crueldad en el territorio. Los efectos de la guerra van más allá de las fronteras de Palestina, lo que hace más urgente buscar una ayuda óptima para frenar las prácticas agresivas de ambos bandos.
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Direcciones Web consultadas.
Orígenes
del
Conflicto
Palestino-Israelí.
Disponible
https://issuu.com/guillermoenriquevidalonsirlupu/docs/el_conflicto_palestino-israel__. Consultado el 11 de Febrero de 2016.
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en