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Urdaibai en el arte La alquimia del paisaje

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ría de Gernika, que más la interioriza y a la vez la expresa, es José María de Ucelay. Sus cuadros cantan la luz del sur y la luz de septiembre o principios de octubre, cuando se ve matizada por el viento sur. Sus cuadros, con sus diferentes temas pero semejante luz, conforman el paisaje de Busturialdea. El monte San Miguel de Ereño, la piedra marmórea de sus canteras con la filigrana de ostras fósiles, el caserío de Gane con la chacolinera de los Allendesalazar, los caminos con columnas de piedra y parras comunales, la vega y las marismas, el caserío de Chuquenes, los aperos de labranza, etc., son una constante de su pintura. Desde la vista panorámica, abierta e imaginada del puerto de Bermeo como un relato de la vida cotidiana en 1934, se mantiene este recurso, esta memoria involuntaria de Ucelay, sobre Busturia. Otro cuadro de 1934 es una especie de escenografía con una roca en la playa de Laida, con esa gran nube rasgada y un asti99

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llero improvisado. El esqueleto de varengas del casco de un pesquero no es desconocido para los veraneantes de Mundaka. Podemos también detenemos en el cuadro de 1936 con un tiesto de begonias y al fondo el mar y un velero que recuerda también a Mundaka sublimada en la pintura metafísica, en el realismo mágico. Después de la guerra civil y el exilio en Inglaterra, Ucelay realizará continuamente transposiciones de este paisaje como fondo de la mayor parte de sus bodegones, por ejemplo, el Cesto de paja de 1958 con mazorcas de maíz. El Cactus y el Ovillo de lana, los dos de 1959, recuperan el paisaje de Altamira en la muga con Murueta pero también los tiestos y platos de barro como la combinación de hacer punto y la fruta. Como el otro cuadro también titulado Ovillo, con una porcelana Imperio en primer plano y de fondo la vista de la casa de los Urrutia, donde estaba la fábrica de cerámica de Busturia. El cuadro Patos en la ría de Guernica no sólo trae el recuerdo de la vega sino también el de la bruma baja matutina en la ría con sus misterios. La torre de Madariaga pertenece más a los cuadros de los años sesenta con narración interna, donde del caserío sale un aldeano a hablar a la chica en el primer plano sentada al borde de una carretilla. El Conversation piese, just leisure de 1951 de Hemingway con Duñabeitia, como el Conversation píese cum tiffin, retrato de los pintores Genaro Urrutia y Juan de Aranoa con el propio Ucelay pintando el cuadro, cuadro en el cuadro, está armonizado por un paisaje imposible que es el conjunto de tres paisajes diferentes de la ría, bajo el arabesco de la morera de Chirapozu. Tambien la cubierta que hace para la primera edición de la Guía del País Vasco de Pío Baroja es un paisaje real pero construido a base de fragmentos, no como collage sino como unidad, de diversas realidades del País Vasco, de la ría de Gernika a Sare o a Ondarroa. José

María de Ucelay 0903-1979). Sin título, hacia 1934. ~

Óleo sobre tela. 190,5 x 100,5 cm. Colección

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privada.

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La pintura de Ucelay otorga una información no intercambiable con la que nos deparan otras fuentes o la geografía real. Son secuencias que han sido soñadas con el agradecimiento de la fijeza y que también abren la memoria de aquello que subyace y acompaña al retrato, los objetos. En Ucelay, los objetos adquieren su propia vida, como los animales adquieren un tono aristocrático, una descorporeización como en los propios seres humanos con su ingravidez. El cuadro mural Bermeo de Ucelay es la obra que culmina todo el periodo de aprendizaje o mejor dicho de estudio de Ucelay. Lo realiza para el "batzoki" del Partido Nacionalista Vasco, edificio realizado por el arquitecto bermeano Pedro de Ispizua, uno de los más brillantes introductores del racionalismo en Vizcaya. Este edificio, que originó varias polémicas durante su construcción tanto de tipo estético como político, constituye unos de los hitos de la vanguardia arquitectónica junto con la casa Kikumbera de Fernando Arzadun. Es una de las primeras obras del "estilo moderno" que aparecen en España, antes por ejemplo que el Club Náutico -de Aizpurua y Labayen- en San Sebastián. La capacidad creadora de Ucelay y el ímpetu de sus treinta años encuentran en este mural su desahogo creador. Por estas fechas respondía el pintor Genaro Urrutia al entonces crítico de arte del diario Euskadi (2.8.1933) "se tiene que experimentar una gran sensación de libertad ante uno de esos trozos de muro que ofrecen, aun dentro del rigor del tema, un horizonte sin límites para la creación". Ucelay responde pensando en los frescos del Palazzo Communale de Siena y en el documento de 1316 de contrato de las pinturas murales para el gran salón: "la pintura ha de ser agradable a la vista, jubilosa al corazón y satisfactoria a los sentidos todos". Presenta Ucelay una obra que sintetiza a la villa marinera no desde el recuerdo, sino desde el presente de los años treinta. No es una atalaya histórica, sino la cotidianeidad representada. Fren102

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José María de Ucelay 0903-1979), Cactus, 1959. Óleo sobre madera. 67,5 x 66.5 cm. Colección privada.

te a esta magnífica obra hay que recordar los versos que Dante dirige al lector de su Commedia: Voi ch 'avete l'intelleti sani Mirate la dottrina che s'asconde Sotto il vela me de li versi strani.

Vosotros que tenéis el intelecto sano ObseIVad la doctrina que se esconde Bajo el velo de los versos extraños.

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Todo tipo de gente del pueblo tiene su lugar en el cuadro, hasta un chaval que lleva una enorme caña sobre el hombro, el hoy escultor Nestor Basterrechea. Ucelay invitó a su estudio a muchos ciudadanos de la villa para ir colocándolos dentro de su gran friso. Pero evidentemente en esta obra el retrato desaparece como tal: el acento puesto en las personas deja de ser considerado, para pasar a la representación sintética de un cuerpo social, de una villa marinera. El dinamismo del cuadro se extiende por doquier, de los chavales jugando y las mujeres cosiendo redes, a la hilera de pesqueros amarrados al muelle: verdadero "retrato" del pueblo pescador. El cuadro tiene tres centros compositivos, llenados con tres grupos de personajes. A la izquierda una zona de sombra con diversos personajes en la lonja porticada. Se pasa de este grupo central por medio de un astillero de carpinteros de madera y de un primer plano de efectos navales. El grupo central de mujeres componiendo redes con una venus arrantzale, puesta en pie. De este grupo que termina en una farola del lado derecho pasamos por medio de una especie de travelling cinematográfico que forman los pesqueros atados a sus norays con las casas del pueblo al fondo. A la derecha y tras el primer plano de una barca boca abajo, otro grupo de personas. Aquí donde más se extiende el acento es en la figura que haciendo punto baja las escaleras: el retrato de la que en noviembre de 1933 acaba de convertirse en su mujer. Delicada, reticente, reposada, intensa, servidora, firme y fiel, Inés Achirica ha sido, podemos decir que desde este cuadro yeste momento, la inmensa reserva vital que ha apoyado al artista. El filósofo y crítico de arte inglés John Ruskin decía que las civilizaciones escriben su autobiografía en el libro de los hechos, en el de sus palabras y en el de su arte. No se puede entender ninguno de estos libros sin leer los otros, pero de los tres el más fidedigno es el último. Ucelay nos ha dejado en su muralla biografía de Bermeo, bellamente expuesta. José María de Ucelay 0903-1979). "Venus arrantzale"' y "Puerto de Bermeo"'. Fragmentos del mural Bermeo. Pintura sobre tabla. 16 x 2.15 m. Batzoki del Partido Nacionalista Vasco de Bermeo.

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( José María de Ucelay (1903-1979). Cesto, 1958. 6leo sobre madera. 74 x 60 cm. ColecciÚn privada.

José María de Ucelay 0903-1979). Otoño, 1952. 61eo sobre tela y yeso. 115 x 83 cm. Colección privada.

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