(urtarrila 2016 enero) I N D I C E IGLESIA. BIZKAIA. ELEIZEA. Documentos

ALDIZKARI NAGUSIA / BOLETÍN OFICIAL (n. 668 zk.) / (urtarrila  2016  enero) INDICE IGLESIA. BIZKAIA. ELEIZEA Documentos. Agiriak  Carta mensual d

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ORDINARIO I N D I C E
ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXVIII Saltillo, Coahuila, vier

ORDINARIO I N D I C E
ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXX Saltillo, Coahuila, martes

ORDINARIO I N D I C E
ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXVI } Saltillo, Coahuila, mar

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ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXXI Saltillo, Coahuila, martes

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ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXXII Saltillo, Coahuila, viern

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ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXXII Saltillo, Coahuila, viern

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ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXXII Saltillo, Coahuila, marte

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ORDINARIO ORGANO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO INDEPENDIENTE, LIBRE Y SOBERANO DE COAHUILA DE ZARAGOZA TOMO CXIV Saltillo, Coahuila, martes

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ALDIZKARI NAGUSIA / BOLETÍN OFICIAL (n. 668 zk.) / (urtarrila  2016  enero)

INDICE IGLESIA. BIZKAIA. ELEIZEA Documentos. Agiriak 

Carta mensual del Obispo de Bilbao: “Año nuevo de gracia y misericordia” (Enero 2016)



Carta del Obispo de Bilbao con motivo del inicio del periodo de matriculaciones en Enseñanza Infantil, Primaria y Secundaria Obligatoria (20 de enero de 2016)

Información. Albisteak SECRETARÍA GENERAL 

Fallecimiento



Sacerdotes de la Diócesis de Bilbao fallecidos en el año 2015

CRÓNICA DIOCESANA 

Felicitación de Mons. Iceta al nuevo Obispo de Vitoria y agradecimiento a Mons. Asurmendi



Ejercicios Espirituales



Sobre las inmatriculaciones de la Iglesia de Bizkaia



Otros temas

ELEIZBARRUTIKO BARRIAK 

On Mario Izeta Gotzainaren zorion-agurra Gasteizko Gotzain barriari eta esker ona on Migel Asurmendi Gotzainari



Gogo-jardunak

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Bizkaiko Eleizaren inmatrikulazinoen inguruan



Beste jarduera batzuk

IGLESIA. EUSKALERIA. ELEIZEA Información. Albisteak 

Sacerdotes de la Diócesis de Vitoria fallecidos en el año 2015



Sacerdotes de la Diócesis de San Sebastián fallecidos en el año 2015

IGLESIA. ESPAÑA. ELEIZEA Documentos. Agiriak 

Carta de los Obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones para la Jornada de las Migraciones (17 de enero de 2016)

IGLESIA. ROMA. ELEIZEA Documentos. Agiriak 

Homilía del Papa Francisco en la fiesta de la Epifanía (Ciudad del Vaticano, 6 de enero de 2016)



Discurso del Santo Padre Francisco al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede (Ciudad del Vaticano, 11 de enero de 2016)



Mensaje del Papa para la 50ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: “Comunicación y Misericordia: Un encuentro fecundo” (Ciudad del Vaticano, 24 de enero de 2016, San Francisco de Sales)

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IGLESIA. BIZKAIA. ELEIZEA Documentos. Agiriak Carta mensual del Obispo (Enero 2016) “AÑO NUEVO DE GRACIA Y MISERICORDIA” Queridos hermanos y hermanas: Comenzamos un nuevo año, marcado por la convocatoria que el Papa Francisco ha dirigido a toda la Iglesia para la celebración de un año santo de la misericordia. Como él mismo afirma, la misericordia no es una palabra abstracta, sino un rostro para reconocer, contemplar y servir. San Juan ponía como expresión máxima del misterio de Dios el amor: Dios es amor, porque es comunión infinita de verdad, bien, bondad y belleza de las Personas divinas. Y ese amor se ha desbordado en Cristo. En su encarnación hemos contemplado de modo humano la misericordia infinita del Padre. Como nos dice san Juan en el Prólogo a su evangelio: “Y el Verbo se hizo carne y hemos contemplado su gloria; gloria propia del Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14). Es precisamente el misterio lleno de júbilo y esperanza que hemos contemplado y celebrado durante la Navidad. La Iglesia es, asimismo, un misterio que hace presente a Dios en medio del mundo. Como afirmaba el Vaticano II, “la Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (Lumen Gentium, 1). Este misterio, siguiendo esta misma afirmación conciliar, posee una doble sacramentalidad: nos une íntimamente a Dios y también realiza la unidad entre todos. Es, por tanto, una acción que tiene una doble dirección intrínsecamente unida: la unión con Dios, el reconocimiento de un mismo Padre común, la acción de Cristo en quien adquirimos la filiación divina, y la acción del Espíritu Santo, que es la Persona amor que nos capacita para amar de un modo nuevo, genera entre nosotros una nueva relación: nos hace hermanos, nos poseemos los unos a los otros, estamos llamados a cuidarnos mutuamente, debemos dar la vida los unos por los otros. Desde esta dimensión netamente conciliar podemos comprender en su profundidad la dimensión eclesial de la misericordia tal y como la expresa el Papa Francisco: “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia” (n. 10). Si la Iglesia es sacramento de la presencia y de la unión con Dios, la Iglesia debe reflejar y obrar en su vida la misericordia del Padre manifestada en Cristo y obrada por el Espíritu Santo. El pasado 13 de diciembre abríamos en la catedral y en la basílica la Puerta de la misericordia. Es un gesto que quiere significar que el corazón de Dios, el costado abierto de Cristo y la fuente viva del Espíritu Santo se nos ofrecen para que penetremos con el fin de alcanzar la profunda misericordia que necesitan nuestras vidas, nuestra Iglesia, nuestra sociedad y el mundo entero. En su bula de convocatoria, el

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Papa nos explica el sentido de la peregrinación y sobre todo la necesidad del perdón. Son aspectos que también los obispos del País Vasco y Navarra quisimos resaltar en nuestra última carta pastoral titulada “Misericordia entrañable”: la necesidad de la conversión personal como respuesta profunda a la misericordia de Dios, el sacramento de la Reconciliación como ofrecimiento de la misericordia del Padre que no se cansa de esperar el retorno del hijo pródigo y la necesaria conversión comunitaria. Asimismo, hacíamos referencia a ámbitos que en nuestro entorno están especialmente necesitados de la misericordia. Cada uno debe discernir, a nivel personal, familiar y comunitario, en qué ámbito se siente especialmente llamado a entregarse, siendo cauce de la misericordia de Dios y obrando conforme a un corazón transformado por su amor. En último término, el Papa nos invita a dejar la oscuridad, la mentira, el odio, la desesperanza, para vivir en la luz, la verdad, el amor, el perdón y la esperanza. Es decir, se nos invita a entrar en un tiempo nuevo, en un año nuevo. Como hermosamente afirma en su carta de convocatoria jubilar, “la Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tenga necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin” (MV, 25) Quisiera humildemente compartir estas palabras, para que se transformen en realidad en nuestra vida. María, Madre de misericordia nos acompaña durante este año que acabamos de comenzar. Quiera Dios que, cuando clausuremos este año, podamos exclamar llenos de alegría que hemos experimentado que “es eterna su misericordia”. Con afecto. + Mario Iceta Gabicagogeascoa Obispo de Bilbao

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Carta del Obispo de Bilbao con motivo del inicio del periodo de matriculaciones en Enseñanza Infantil, Primaria y Secundaria Obligatoria Queridas familias. Con motivo del período de prematriculación, que abarca del 25 de enero al 5 de febrero, quisiera un año más poner de relieve la opción por la enseñanza de la religión a la hora de inscribir a vuestros hijos e hijas en los centros educativos. Se trata en definitiva de ofrecerles la posibilidad de que la religión acompañe desde el contexto educativo su crecimiento y desarrollo de una forma integrada y armoniosa. En estos momentos en que en la escuela se favorece el desarrollo de lo que se ha dado en llamar las distintas inteligencias de la persona y sus diversas potencialidades, entendiendo que todas aportan y todas han de ser desarrolladas en atención a la singularidad de cada persona, la contribución de la dimensión religiosa cobra aún más relevancia, con todo su potencial para formar desde la raíz de cada uno, conjugando la dimensión trascendente con la apertura al mundo y al encuentro con los demás en clave de respeto, comunión, solidaridad, servicio, justicia, perdón, misericordia, colaboración, cercanía a los más pobres y necesitados. Todos percibimos en estos tiempos la necesidad de subrayar que la religión es genuinamente un factor de enorme importancia en la construcción de una sociedad justa y fraterna: fomenta el respeto a toda persona, su crecimiento y maduración, la apertura y el respeto a la diferencia, es acogedora por naturaleza y promueve el diálogo, la contribución al bien común, la ayuda y entrega en la dificultad. En nuestro mundo plural más que nunca se necesitan personas con una formación que combine la comprensión y valoración de la propia tradición cultural y religiosa con las competencias necesarias para entender la presencia del hecho religioso en nuestra sociedad y su aportación al bien personal y social. Es una apuesta que tiene pleno sentido en el currículo escolar. En clase de religión vuestros hijos se abren, según las condiciones propias de cada edad, a los grandes interrogantes que cada ser humano se plantea sobre el sentido de la vida, de la amistad, del trabajo, de la fiesta, del sufrimiento…; en clase de religión adquieren claves culturales que no se pueden dejar a un lado a la hora de entendernos y entender nuestro contexto social; en el aula de religión, con sus compañeros, no solo tratarán elementos fundamentales sino que se encontrarán con posibilidades de experimentarlos en la acción. Os invito a que valoréis la importancia de esta dimensión religiosa en la enseñanza escolar y a que actuéis con libertad, ya que estáis en vuestro derecho. Conforme a nuestro ordenamiento jurídico, se trata de una realidad que las administraciones deben garantizar para que los centros educativos la ofrezcan en las condiciones debidas, respetando siempre la libertad de las familias para su libre elección.

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Aprovecho la ocasión para transmitir mi agradecimiento y aliento al profesorado de religión que ofrece este servicio con excelente competencia académica, profesional y personal. Y a todas las familias, alumnos y comunidad educativa expresaros mi afecto y cercanía. Bilbao, a 20 de enero de 2016 + Mario Iceta Gabicagogeascoa Obispo de Bilbao

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Información. Albisteak SECRETARÍA GENERAL

Fallecimiento 

Rvdo. D. Laurentino MARTÍN GONZÁLEZ, jubilado. Falleció en Burgos el 23 de enero de 2016, a los 83 años de edad.

*** Sacerdotes diocesanos fallecidos en 2015 NOMBRE

CARGO

LUGAR

FECHA

BLANCO DE LA LAMA, Ángel María

Jubilado

Bilbao

15.02

MENCHACA ARANA, Rafael

Jubilado

Bilbao

19.02

ESCOBAR HERRERO, Prudencio

Jubilado

Bilbao

03.03

SAN CLEMENTE IDIAZABAL, Pedro Jesús

Jubilado

Las Arenas

04.03

ETXEBERRIA AREJOLA, Luis

Jubilado

Bilbao

14.04

ARACO NÚÑEZ, Ernesto

Jubilado

Bilbao

18.06

ORTIZ PEÑA, Carmelo

Jubilado

Bilbao

18.06

PEDROSA ARES, Vicente Mª

Jubilado

Barakaldo

20.09

RICO GARCÍA, Jesús Esteban

Jubilado

Bilbao

27.10

BRIONES HERNÁNDEZ, Fernando

Jubilado

Bilbao

31.10

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Crónica Diocesana Felicitación de Mons. Iceta al nuevo Obispo de Vitoria y agradecimiento a Mons. Asurmendi Ante el nombramiento de D. Juan Carlos Elizalde como obispo de Vitoria, el viernes 8 de enero, el obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta felicitó tanto al nuevo pastor como a la Diócesis de la “Iglesia hermana” de Vitoria. Al mismo tiempo expresó su “más cordial reconocimiento y agradecimiento” a D. Miguel Asurmendi, por los 20 años de “entrega y servicio” como “pastor solícito” de la diócesis alavesa. También por su participación “intensa” en los proyectos interdiocesanos en los que “hemos colaborado estrechamente”. A continuación, reproducimos la nota completa: “Ante el nombramiento de D. Juan Carlos Elizalde como obispo de Vitoria, quisiera manifestar mi felicitación por la confianza que el Papa Francisco ha depositado en él para presidir la Iglesia hermana de Vitoria. Mi felicitación también a la Diócesis por el nuevo pastor que viene a servir en este Año Santo de la Misericordia. Quisiera expresar, asimismo, mi más cordial reconocimiento y agradecimiento a D. Miguel Asurmendi por los veinte años de entrega y servicio como pastor solícito de la diócesis alavesa y su participación intensa en los proyectos interdiocesanos en que hemos colaborado estrechamente. Además de la felicitación, al obispo electo de Vitoria expreso la disposición a colaborar fraternalmente en aquellas tareas en que pudiéramos ser de utilidad. La llegada de un nuevo pastor constituye también un momento providencial para dar un nuevo impulso que intensifique la colaboración interdiocesana en las tareas que coordinadamente llevamos a cabo y poner en marcha otras nuevas que nos ayuden a impulsar la tarea evangelizadora que se nos encomienda, siguiendo con energías renovadas, esperanza y confianza las indicaciones que el Papa Francisco está ofreciendo a toda la Iglesia. Con gran afecto”. Bilbao, 8 de enero de 2016 + Mario Iceta Gabicagogeascoa Obispo de Bilbao

***



La información de esta Crónica Diocesana está elaborada por el Departamento Diocesano de Comunicación.

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Ejercicios Espirituales A lo largo de la segunda semana del mes de enero tuvieron lugar las tradicionales tandas de ejercicios espirituales para presbíteros que, desde hace más de 20 años, se desarrollan en el primer mes del año en nuestra Diócesis. En esta ocasión tomaron parte cerca de 50 curas diocesanos en las dos tandas —euskera y castellano—, en Bilbao y Berriz, organizadas por el Secretariado para el Ministerio Ordenado. Los jesuitas Manu Arrue y Juan José Iragorri fueron los encargados de impartirlos. Además, el Obispo diocesano, Mons. Mario Iceta participó en esas mismas fechas, junto a otros 50 obispos aproximadamente, en los Ejercicios Espirituales que, como cada año, organiza la Conferencia Episcopal en Pozuelo de Alarcón (Madrid). En esta ocasión estuvieron dirigidos por el jesuita P. Antonio Guillén Paredes. Los diáconos de nuestra Diócesis participaron, a su vez, en una tanda de ejercicios espirituales dirigidos por el P. carmelita Marcelino Iragui Redín de la Diócesis de Calahorra, consagrado director espiritual y autor de numerosos libros de espiritualidad.

*** Sobre las inmatriculaciones de la Iglesia de Bizkaia Algunos medios de comunicación difundían en el mes de enero una información referida a la inmatriculación de bienes de la Iglesia a raíz de una petición realizada en el Parlamento Vasco. La Diócesis de Bilbao elaboró una Nota en la que aclara algunos de los datos que pueden dar lugar a interpretaciones erróneas. Reproducimos a continuación el texto íntegro de la Nota difundida: SOBRE LAS INMATRICULACIONES DE LA IGLESIA DE BIZKAIA Hoy en algunos medios se ha difundido una información referida a la inmatriculación de bienes de la Iglesia a raíz de una petición realizada en el Parlamento Vasco. En algunos casos, los titulares generados sobre los datos ofrecidos pueden dar lugar a una interpretación errónea que la Diócesis de Bilbao quiere aclarar. 1. La propiedad de los bienes Al igual que el resto de personas físicas y jurídicas, la Iglesia tiene derecho a registrar los bienes de los que es propietaria. La inscripción en el registro tiene carácter voluntario y no convierte en propietario al titular del bien registrado. “Inscribo porque soy propietario, no me convierto en propietario porque inscriba”. 2. La inmatriculación La inmatriculación es la primera inscripción de un bien en el Registro de la Propiedad.

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Hay varios cauces para inmatricular los bienes. Por una parte, los procedimientos ordinarios accesibles para cualquier persona. Por otra, el procedimiento extraordinario, que puede usar la Administración y hasta junio de 2015, también podía usar la Iglesia. Pero incluso inscribiendo el bien por este procedimiento extraordinario (certificación del art. 206), se exige una certificación catastral descriptiva y gráfica y que el bien figure en el catastro a nombre de quien lo quiere inmatricular. Quien controla que toda esta documentación sea correcta es el Registro de la Propiedad. “Nadie puede inmatricular un bien que no sea de su propiedad y para garantizarlo está el Registro de la Propiedad”. 3. Después de la reforma de la Ley Hipotecaria de 2015 ¿Ahora y en el futuro la Iglesia puede seguir inmatriculando sus bienes en el Registro? Sí, usando el mismo cauce que el resto de particulares. La Iglesia se limita a inmatricular los bienes de su propiedad y cualquier persona que crea tener mejor derecho sobre esos bienes, tiene a su disposición los cauces legales para impugnar dichas inscripciones. “La Iglesia no se está apropiando de nada que no sea de su propiedad”. Bilbao, 22 de enero de 2016

*** Otros temas Cada 1 de enero, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz. En esta ocasión, el Papa Francisco se centró, para su mensaje, en el lema “Vence la indiferencia y conquista la paz”. El Obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, presidió ese día, la primera misa del año en la Basílica de Begoña. El 5 de enero, Mons. Iceta participó en el acto del “Roscón Solidario” cuya recaudación fue destinada a los más de 20 proyectos de Apoyo Socio-Educativo distribuidos por Bizkaia y que forman parte del programa de Infancia. En estos proyectos se potencian y se refuerzan las capacidades de los menores que tienen entre 5 y 16 años y que pertenecen a familias en situación de riesgo o desventaja social. El día 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, el Obispo, Mons. Mario Iceta, presidió la Misa en la catedral de Santiago y el domingo, día 10, celebró el sacramento del Bautismo también en la Catedral de Santiago. Tras participar en los ejercicios espirituales para Obispos, que tuvieron lugar en Pozuelo de Alarcón (Madrid), Mons. Mario Iceta se trasladó a Badajoz para tomar parte en las Jornadas de Formación para Agentes de Pastoral “El Sínodo de la Familia: El mensaje a la parroquia, la familia y la escuela”.

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El viernes, 22 de enero, Mons. Iceta presidió, en Barakaldo, la eucaristía de celebración del día de San Vicente Mártir, en la parroquia que lleva su nombre. El 24 de enero, el Obispo presidió, junto a pastores de diversas confesiones la Oración ecuménica que cada año, en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, tiene lugar en la Catedral de Santiago. La Diócesis de Bilbao comenzó a celebrar una oración ecuménica interconfesional hace casi dos décadas. Participaron en la oración pastores de las Iglesias Anglicana, Bautista (Comunidad Evangélica Santutxu), Católica, Greco Católica de rito Bizantino (Comunidad de Ucranianos de Bizkaia), la Iglesia Evangélica Luterana Alemana, la Evangélica Española (Comunión Luterano-Reformada), la Comunidad Evangélica de Sion y la Iglesia Ortodoxa Rumana.

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Eleizbarrutiko Barriak On Mario Izeta Gotzainaren zorion-agurra Gasteizko Gotzain barriari eta esker ona on Migel Asurmendi Gotzainari On Juan Carlos Elizalde Gasteizko gotzain izendatu ebela-eta, Bilboko gotzainak artzain barria eta Gasteizko Eleizbarrutiko “Eleiza ahizta” zoriondu ebazan. Era berean, “autortza eta eskerrona” adierazo eutsazan On Miguel Asurmendi gotzainari, “hogei urtez, arabar eleizbarrutiko artzain arduratsu lez jardun izan daualako zerbitzuan eta eleizbarruti arteko egitasmoetan parte hartu izan daualako gainerako gotzainokazko lotura estuan”. Hona hemen aitatutako ohar hori: “On Juan Carlos Elizalde Gasteizko gotzain izendatu dabela-eta, zorionik beroena adierazo gura deutsat Frantzisko Aita Santuak Gasteizko Eleiza ahiztaren buru izateko beragan jarri dauan konfiantzagaitik. Zorionak baita be eleizbarrutiari Errukiaren urte santu honetan artzain barria jatorkolako bere zerbitzua eskaintzera. Aldi berean, nire autorpena eta eskerrona adierazo gurako neuskioz on Miguel Asurmendiri hogei urtez, arabar eleizbarrutiko artzain arduratsu lez jardun izan daualako zerbitzuan eta eleizbarruti arteko egitasmoetan parte hartu izan daualako gainerako gotzainokazko lotura estuan. Aukeratu barri daben Gasteizko gotzaina zoriontzeaz batera, neure prestasuna erakutsi gura deutsat danon onerako diran egitekoetan alkarlanean jarduteko. Artzain barriaren etorrera zorioneko unea da koordinatuz garatzen doguzan egitekoetan eleizbarruti arteko lankidetzari bultzada barria emoteko eta agindu izan jakun jarduera ebanjelizatzailea bultzatzeko lagungarri izan daitekezan egiteko barriak martxan jarteko, Frantzisko Aita Santuak Eleiza osoari emoten diharduan argibideak indar barriakaz, itxaropenez eta konfiantzaz jarraituz. Bihotzez”. Bilbao, 2016.eko urtarrilaren 8a + Mario Izeta Gabikagoxeaskoa Bilboko Gotzaina

***



Eleizbarrutiko Barriak egitea Komunikazinorako Eleizbarrutiko Saila ardurea da.

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Gogo-jardunak Urtarrileko bigarren astean, azken urteetako ohiturari jarraituz, abadeek gogojardunak ospatu ebezan. Hogei urtetik gora daroez eleizbarrutiko abadeen urtarrilean gogo-jardunak egiten. Oraingoan, Eleizbarrutiko 50 abade inguruk parte hartuko eben Bilbon eta Berrizen ospatu ziran gogo-jardunen txanda bietan —euskeraz eta gaztelaniaz—, Ministerio Ordenaturako Idazkaritzak antolatuta. Manu Arrue eta Juan Jose Iragorri jesuitek zuzendu ebezan gogo-jardunok. Gainera, on Mario Izeta eleizbarrutiko Gotzainak, egun beretan, Gotzainen Batzarrak urtero Pozuelo de Alarconen (Madril) antolatzen dituan gogo-jardunetan parte hartu eban beste 50 gotzain ingurugaz. A. Antonio Guillen Paredes jesuita izan zan hemengo zuzendaria. Eleizbarrutiko diakonoek, euren aldetik, Marcelino Iragui Redin Kalagurriko Eleizbarrutiko aita karmeldar, zuzendari espiritual ospetsu eta espiritualtasunari buruzko hainbat libururen egileak zuzendutako gogo-jardunak ospatu ebezan.

*** Bizkaiko Eleizaren inmatrikulazinoen inguruan Komunikabide batzuetan informazinoa argitaratu eben urtarrilean Eleizaren inmatrikulazinoen inguruan, Eusko Lege Biltzarrean egindako eskabide baten haritik. Bilboko Elizbarrutiak oharra egin eban argibide batzuk emonaz azaldutako datuen aurrean. Hona hemen, gaiaren inguruan kaleratutako oharra osorik: BIZKAIKO ELEIZAREN INMATRIKULAZINOEN INGURUAN Gaur komunikabide batzuetan Eusko Lege Biltzarrean egindako eskabide baten inguruan inmatrikulazinoei buruzko informazinoa azaldu da. Kasu batzuetan, eskaini diran titularrak ez dira zuzenak izan eta beraz, Bilboko Elizbarrutiak argitu egin gurako leukez. 1. Ondasunen jabetza Gainontzeko persona fisiko eta juridikoen modura, Eleizeak bere jabegokoak diran ondasunak erregistratu leikez. Erregistroan inskripzinoa egitea bakotxaren borondatearen araberakoa da. “Jabeduna nazalako erregistratzen dot ondasuna, ez da ondasuna nirea inskribatzen dodalako” 2.

Inmatrikulazinoa Inmatrikulazinoa da Ondasunen Erregistroan egiten dan lehenengo izen emotea.

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Bide bat baino gehiago dagoz ondasunak inmatrikulatzeko. Alde batetik, ohiko prozedurak, hau da; edozein personak erabili leikezanak. Bestetik, ez ohiko prozedurea, Administrazinoak eta Eleizeak be, 2015eko ekainera arte, erabili eikeana. Baina ez ohiko prozedura hau erabilz (206. Artikuluaren egiaztagiria), katastroaren egiaztagiri deskriptiboa eta grafikoa behar da eta inmatrikulazinoa egin gura dauanaren izenean agertu behar da ondasun hori katastroan. Agiri guzti honeek zuzen dagozala egiaztatzen dauana Erregistroa da. “Inork ezin dau bere izenean ez dagoan ondasunik inmatrikulau eta hori segurtatzeko Ondasunaren Erregistroa dago”. 3.

2015eko Hipoteka Legearen Erreformearen ondokoak

Orain eta etorkizunean be Eleizeak jarraitu leike bere ondasunak Erregistroan Inmatrikulatzen? Bai, gainontzeko personek erabilten dabezan bideak erabiliz. Eleizeak bere jabetzakoak diran ondasunak baino ez dauz inmatrikulatzen eta ondasun horreen ganean eskubide hobeak daukazala uste badau norbaitek, inskripzino horreek atzera bota leikez bide legal guztiak erabiliz. “Eleizeak ez dau berea ez dan ezer inmatrikulau”. Bilbao, 2016.eko urtarrilaren 22a

*** Beste jarduera batzuk Urtarrilaren 1ean, Eleizak Bakearen Munduko Jardunaldia ospatzen dau. Aurton, “gainditu ardurabakotasuna eta lortu bakea” goiburua aukeratu eban Frantzisko Aita Santuak bere mezurako. On Mario Izeta Bilboko Gotzaina buru izan zan egun horretan urteko lehenengo Eukaristian, Begoñako Basilikan. Urtarrilaren 5ean, on Mario Izetak “errege-opil” solidarioa jardueran parte hartu eban. Han batu zan dirua Eskola eta Gizarte Mailan Haurtzaro Programaren barruan dagozan 20 proiektutik gora laguntzeko erabiliko da. Proiektu honeei esker adin txikikoen gaitasunak sustatu eta indartzen dira. Parte hartzen dabenak 5 eta 16 urte bitartekoak dira eta euren familiak arrisku edo gizartean desabantaila egoeran dagozanak dira. Urtarrilaren 6an, Jaunaren Agerkundearen egunean, on Mario Izeta Bilboko Gotzaina buru izan zan Santiago katedraleko Meza Nagusian eta domekaz, urtarrilak 10, Bateoaren sakramentua ospatu eban Santiago Katedralean bertan. Pozuelo de Alarcónen (Madril) ospatu ziran gotzainentzako gogo-jardunetan parte hartu ondoren, on Mario Izeta gotzaina Badajozera joan zan pastoral eragileei zuzendutako heziketa jardunaldietan parte hartzeko eta “Familiaren Sinodoa: mezua parrokiari, familiari eta eskolari” berbaldia eskaini eban.

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Urtarrilaren 22an, barikuz, on Mario Izeta gotzaina buru izan zan San Bizente Martiriaren eguneko Eukaristian, santuaren izena daroan parrokian. Urtarrilaren 24an, Gotzaina eta hainbat erlijinotako artzainak izan ziran buru urtero, Kristinauen Batasunaren aldeko Otoitz Astean, Santiago Katedralean ospatzen dan otoitz ekumenikoan. Bilboko Eleizbarrutiak hamarkada bi inguru daroaz otoitz ekumeniko hau ospatzen. Ondorengo Eleizetako artzainek parte hartu eben otoitzaldian: Anglikanoa, Bautista (Komunidade Ebanjelikoa Santutxu), Katolikua, Errito Bizantziarreko Greko-katolika (Ukrainarren Bizkaiko Komunidadea), Eleiza Ebanjeliko Luterano Alemana, Ebanjeliko Espainiarra (Batasun Luterano-erreformatua), Sioneko Komunidade Ebanjelikoa eta Eleiza Ortodoxo Errumaniarra.

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IGLESIA. EUSKALERRIA. ELEIZEA Información. Albisteak Sacerdotes de la Diócesis de Vitoria fallecidos en el año 2015 NOMBRE

CARGO

LUGAR

FECHA

GARMENDIA EGUÍLAZ, José

Coadjutor

Vitoria-Gasteiz

20-01

FERNÁNDEZ DE BARRENA PÉREZ DE ONRAITA, Enrique

Jubilado

Vitoria-Gasteiz

28-09

SÁEZ DE CÁMARA ORTIZ DE ZÁRATE, Crispín Ángel

Jubilado

Vitoria-Gasteiz

31-12

*** Sacerdotes de la Diócesis de San Sebastián fallecidos en el año 2015 NOMBRE

CARGO

LUGAR

FECHA

ZALDUA SARASOLA, Manuel

Extradiocesano

Zumarraga

08-01

LECUONA LABANDIBAR, Juan

Jubilado

Lazkao

23-01

IRADI ERAUSQUIN, José Antonio

Jubilado

Donostia

23-01

EIZMENDI UZCUDUN, Eustaquio

Jubilado

Donostia

17-04

DORRONSORO ALLO, Juan José

Canónigo Sta. María la Mayor Roma

09-08

SALSAMENDI MENDIZABAL, Juan

Jubilado

Donostia

11-08

ARANZADI TELLERIA, Ignacio María

Jubilado

Urnieta

11-09

OLAIZOLA AZPEITIA, Ramón Mª

Jubilado

Zumaia

15-09

ARTOLA SAGARZAZU, Rafael

Jubilado

Donostia

26-10

ASTIGARRAGA LOYOLA, José María

Jubilado

Donostia

14-11

ITURBE BALDA, Martín

Jubilado

Hondarribia

25-11

EIZAGUIRRE EGUREN, Javier

Jubilado

Donostia

28-11

ESNAOLA OLLAQUINDIA, Leonardo

Jubilado

Donostia

09-12

ALDIZKARI NAGUSIA / BOLETÍN OFICIAL (n. 668 zk.) / (urtarrila  2016  enero)

IGLESIA. ESPAÑA. ELEIZEA Documentos. Agiriak Carta de los Obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones para la Jornada de las Migraciones Queridos hermanos: Vaya nuestro saludo afectuoso y fraterno para los inmigrantes y refugiados que estáis en España, así como para cuantos trabajáis con alma y vida en estos campos, tan arduos como gratificantes, de la acción pastoral de la Iglesia: Delegaciones o secretariados diocesanos de migraciones, Caritas, instituciones de la vida consagrada, parroquias, asociaciones de carácter social. A todos os expresamos nuestra admiración y gratitud porque sois la mano larga con que nuestra Iglesia toca cada día la carne llagada de Cristo en los pobres, como le gusta decir a nuestro Papa Francisco. El trabajo, la reflexión y la toma de posturas en común, que venís realizando entre las diversas organizaciones eclesiales que trabajáis con especial preferencia en el campo socio-caritativo, ha sido un signo elocuente de fraternidad y de comunión eclesial. Mantener un discurso común contribuirá más eficazmente a haceros oír, a sensibilizar a nuestras comunidades en la defensa de los derechos de refugiados e inmigrantes y a avanzar en el cultivo de la cultura de la acogida e integración de estos hermanos. Otros años, los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones os hemos dirigido un mensaje con motivo de la Jornada de las Migraciones. En esta ocasión, hemos preferido que nos pongamos todos, pastores y fieles, a la escucha del Santo Padre. Os invitamos, pues, a leer atentamente el Mensaje del Papa, que, este año, tiene como música de fondo la misericordia: “Acoger el abrazo del Padre para que, a su vez, nuestros brazos se abran para estrechar a todos, para que todos se sientan ‘en casa’ en la única familia humana”. Cuando se celebre la Jornada de Migraciones, tendréis todavía vivo en el alma el misterio de Navidad en que hemos podido ver la misericordia divina hecha cercanía, ternura y debilidad en el Niño de Belén. Seguro que la escena de Jesús, huyendo durante la noche, en brazos de sus padres, ha revivido con dolorosa actualidad al contemplar el drama ingente de los emigrantes y refugiados, de padres y madres de familia con niños en brazos, obligados a escapar para salvar la vida, asumiendo el riego de la inseguridad, de escapar a un país cuya lengua se ignora, de ser vistos como extraños o de quedar a meced de la generosidad o de la desconfianza de los otros. Que nuestra acogida no quede dominada por la desconfianza ni por miedos o estereotipos, a veces interesados, que nos hacen recelar del que huye o sufre ¿No hemos visto cómo la escena de los Inocentes, arrancados de los brazos de sus madres, rotas de dolor, volvía a

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tomar cuerpo en la imagen del pequeño Aylan, al que las olas compasivas dejaron en la playa, o en la de los numerosos niños o adultos víctimas de los bombardeos, del fanatismo pseudo-religioso o de los ahogados en el mar? Detrás de estos flujos, en continuo aumento, está siempre la inhumanidad de un sistema económico injusto en que prevalece el lucro sobre la dignidad de la persona y el bien común; o la violencia y la ruina que genera la guerra, la persecución o el hambre. “Todos los días, dice el Papa, las historias dramáticas de millones de hombres y mujeres interpelan a la Comunidad Internacional, ante la aparición de crisis humanitarias en muchas zonas del mundo”. Ha sido admirable la generosidad con que las organizaciones de nuestras Iglesias han respondido a la llamada del Papa para la acogida de refugiados. También ha sido muy generosa la respuesta por parte de la sociedad civil. ¿Estamos dispuestos a ir haciendo efectiva y cercana esta generosidad tanto para los inmigrantes que ya están entre nosotros como para quienes puedan venir especialmente cuando terminen los tiempos de la primera acogida? Debemos facilitar entonces la integración y la cohesión social. El Santo Padre recuerda el derecho de toda persona a vivir con dignidad, y proclama, en consecuencia, tanto el derecho a no tener que emigrar como el de emigrar, así como la obligación de solidaridad entre las personas y las naciones. También habla de la hospitalidad que posibilita un enriquecimiento compartido. Como dice el Santo Padre “la hospitalidad de hecho, vive del dar y del recibir”. Estas dos palabras “Hospitalidad y Dignidad”, las queremos subrayar también desde la Iglesia que peregrina en España. Y que ambas sean el marco adecuado para reconocer, proteger y defender todos los derechos de los emigrantes y refugiados. Queremos estar ahí, cuando se requiera nuestra ayuda a los refugiados, pero queremos estar ahí ya, como muchos venís haciendo, junto a otros solicitantes de asilo o migrantes que, a veces, vagan sin rumbo por nuestras calles y plazas. Los flujos migratorios, como nos recuerda el Papa, son una realidad estructural. Por eso, nos invita, tras superar la fase de emergencia, a una profundización para entender las causas que desencadenan las migraciones, así como las consecuencias que de ellas se derivan. La interdependencia internacional y la ecua distribución de los bienes son dimensiones fundamentales a tener en cuenta para afrontar la realidad de las migraciones. Somos invitados, asimismo, a estar atentos a los procesos de adaptación al nuevo contexto social y cultural, a fomentar la cultura del encuentro y a lograr el respeto mutuo entre las diversas identidades culturales. Una cultura de solidaridad e inclusión con las personas migrantes y refugiadas que enriquezca a nuestras comunidades. Cuidando la hospitalidad como algo intrínseco de las comunidades cristianas, desde la cercanía vital a los más pobres, incluso cuando se vea “amenazada la tranquilidad tradicional de las mismas”, como señala el Papa. “Algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles (Hb 13,2)”. Os invitamos a celebrar el Jubileo de emigrantes y refugiados. El Papa quiere que se celebre en las Iglesia locales: “Es allí donde nos encontramos con ellos (emigrantes y refugiados) cara a cara y donde nuestros encuentros pueden asumir una dimensión concreta”.

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“En la raíz del Evangelio de la misericordia, el encuentro y la acogida se entrecruzan con el encuentro y la acogida de Dios: Acoger al otro es acoger a Dios”. Así termina el Mensaje del Papa. Que la lectura atenta del mismo nos dé luz y empuje para hacerlo realidad en cada una de nuestras Iglesias. Os deseamos una fructuosa Jornada de Migraciones. Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones 17 de enero de 2016

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IGLESIA. ROMA. ELEIZEA Documentos. Agiriak Homilía del Papa Francisco en la fiesta de la Epifanía Las palabras que el profeta Isaías dirige a la ciudad santa de Jerusalén nos invitan a salir; a salir de nuestras clausuras, a salir de nosotros mismos, y a reconocer el esplendor de la luz que ilumina nuestras vidas: “¡Levántate y resplandece, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!” (60,1). “Tu luz” es la gloria del Señor. La Iglesia no puede pretender brillar con luz propia. No puede. San Ambrosio nos lo recuerda con una hermosa expresión, aplicando a la Iglesia la imagen de la luna, y dice así: «La Iglesia es verdaderamente como la luna: […] no brilla con luz propia, sino con la luz de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí”» (Hexameron, IV, 8,32). Cristo es la luz verdadera que brilla; y, en la medida en que la Iglesia está unida a él, en la medida en que se deja iluminar por él, ilumina también la vida de las personas y de los pueblos. Por eso, los santos Padres veían a la Iglesia como el “mysterium lunae”. Necesitamos de esta luz que viene de lo alto para responder con coherencia a la vocación que hemos recibido. Anunciar el Evangelio de Cristo no es una opción más entre otras posibles, ni tampoco una profesión. Para la Iglesia, ser misionera no significa hacer proselitismo; para la Iglesia, ser misionera equivale a manifestar su propia naturaleza, es decir: dejarse iluminar por Dios y reflejar su luz. Este es su servicio. No hay otro camino. La misión es su vocación. Que resplandezca la luz de Cristo es su servicio. Muchas personas esperan de nosotros este compromiso misionero —en este sentido—, porque necesitan a Cristo, necesitan conocer el rostro del Padre. Los Magos, que aparecen en el Evangelio de Mateo, son una prueba viva de que las semillas de verdad están presentes en todas partes, porque son un don del Creador que llama a todos para que lo reconozcan como Padre bueno y fiel. Los Magos representan a los hombres de cualquier parte del mundo que son acogidos en la casa de Dios. Delante de Jesús ya no hay distinción de raza, lengua y cultura: en ese Niño, toda la humanidad encuentra su unidad. Y la Iglesia tiene la tarea de que se reconozca y venga a la luz con más claridad el deseo de Dios que anida en cada uno. Este es el servicio de la Iglesia con la luz que refleja: poner de manifiesto el deseo de Dios que anida en cada uno. Como los Magos, también hoy muchas personas viven con el “corazón inquieto”, haciéndose preguntas que no encuentran respuestas seguras. Es la inquietud del Espíritu Santo que se mueve en los corazones. También ellos están en busca de la estrella que muestre el camino hacia Belén. ¡Cuántas estrellas hay en el cielo! Y, sin embargo, los Magos han seguido una distinta, nueva, mucho más brillante para ellos. Durante mucho tiempo, habían escrutado el gran libro del cielo buscando una respuesta a sus preguntas —tenían el corazón

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inquieto— y al final la luz apareció. Aquella estrella los cambió. Les hizo olvidar los intereses cotidianos, y se pusieron de prisa en camino. Prestaron atención a la voz que dentro de ellos los empujaba a seguir aquella luz —es la voz del Espíritu Santo que trabaja en todas las personas—; y ella los guio hasta que en una pobre casa de Belén encontraron al Rey de los Judíos. Todo esto encierra una enseñanza para nosotros. Hoy será bueno que nos repitamos la pregunta de los Magos: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2,2). Nos sentimos urgidos, sobre todo en un momento como el actual, a escrutar los signos que Dios nos ofrece, sabiendo que debemos esforzarnos para descifrarlos y comprender así su voluntad. Estamos llamados a ir a Belén para encontrar al Niño y a su Madre. Sigamos la luz que Dios nos da. Pequeñita. El himno del breviario nos dice poéticamente que los Magos “lumen requirunt lumine”, aquella pequeña luz. La luz que proviene del rostro de Cristo, lleno de misericordia y fidelidad. Y, una vez que estemos ante él, adorémoslo con todo el corazón, y ofrezcámosle nuestros dones: nuestra libertad, nuestra inteligencia, nuestro amor. Reconozcamos que la verdadera sabiduría se esconde en el rostro de este Niño. Y es aquí, en la sencillez de Belén, donde encuentra su síntesis la vida de la Iglesia. Aquí está la fuente de esa luz que atrae a sí a todas las personas y guía a los pueblos por el camino de la paz. Ciudad del Vaticano, 6 de enero de 2016

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Discurso del Santo Padre Francisco al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede Excelencias, Señoras y Señores: Les doy la cordial bienvenida a esta cita anual, que me da la oportunidad de presentarles mis mejores deseos para el nuevo año, y de reflexionar con ustedes sobre la situación de nuestro mundo, bendecido y amado por Dios, y, sin embargo, cansado y afligido por tantos males. Doy las gracias al nuevo Decano del Cuerpo Diplomático, Su Excelencia el Sr. Armindo Fernandes do Espírito Santo Vieira, Embajador de Angola, por las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todo el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Al mismo tiempo quiero recordar de manera especial a los difuntos Embajadores de Cuba, Rodney Alejandro López Clemente, y de Liberia, Rudolf P. von Ballmoos, cuando se cumple casi un mes de su muerte. Aprovecho la ocasión también para saludar de modo particular a los que participan por primera vez en este encuentro, reconociendo con agrado que, en el último año, se ha incrementado el número de embajadores residentes en Roma. Es un signo importante del interés con que la comunidad internacional sigue la actividad diplomática de la Santa Sede. Prueba de ello son también los acuerdos internacionales firmados o ratificados durante el año que acaba de terminar. En particular, quisiera mencionar los acuerdos en materia fiscal firmados con Italia y con los Estados Unidos de América, que demuestran el creciente compromiso de la Santa Sede en favor de una mayor transparencia en materia económica. Igualmente importantes son los acuerdos de carácter general, orientados a regular los aspectos esenciales de la vida y de la actividad de la Iglesia en varios países, como el acuerdo firmado en Dili con la República Democrática de Timor Oriental. Del mismo modo, deseo mencionar el intercambio de los instrumentos de ratificación del Acuerdo con Chad sobre el estatuto jurídico de la Iglesia católica en ese País, así como el Acuerdo firmado y ratificado con Palestina. Se trata de dos acuerdos que, junto con el Memorándum de Entendimiento entre la Secretaría de Estado y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Kuwait, demuestran, entre otras cosas, que la convivencia pacífica entre los creyentes de distintas religiones es posible, allí donde la libertad religiosa se reconoce, y se garantiza la posibilidad efectiva de colaborar en la edificación del bien común, en el respeto mutuo de la identidad cultural de cada uno. Por otro lado, toda experiencia religiosa auténticamente vivida promueve la paz. Nos lo recuerda la Navidad que acabamos de celebrar y en la que hemos contemplado el nacimiento de un niño indefenso, “llamado: Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre de eternidad, Príncipe de la paz” (Is 9,5). El misterio de la Encarnación nos muestra el verdadero rostro de Dios, para quien el poder no significa fuerza y destrucción, sino amor; la justicia no significa venganza, sino misericordia. He querido que se situara en esta perspectiva el Jubileo extraordinario de la Misericordia, que inauguré excepcionalmente en Bangui durante mi viaje apostólico a Kenia, Uganda y República Centroafricana.

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En un país tan golpeado por el hambre, la pobreza y los conflictos, en el que la violencia fratricida de los últimos años ha dejado profundas heridas en las almas, desgarrando la comunidad nacional y generando pobreza material y moral, la apertura de la Puerta Santa de la Catedral de Bangui pretendía ser un signo de aliento para alzar la mirada, para retomar el camino y para volver a encontrar las razones para el diálogo. Allí donde se ha abusado del nombre de Dios para cometer injusticias, he querido reafirmar, junto con la comunidad musulmana de la República Centroafricana, que “quien dice que cree en Dios ha de ser también un hombre o una mujer de paz”1, y, por lo tanto, de misericordia, porque nunca se puede matar en nombre de Dios. Solo una forma ideológica y desviada de religión puede pensar que se hace justicia en nombre del Omnipotente masacrando deliberadamente a personas indefensas, como ocurrió en los sanguinarios atentados terroristas de los últimos meses en África, Europa y Oriente Medio. La Misericordia ha sido el “hilo conductor” que ha guiado mis viajes apostólicos durante el año pasado. Me refiero en primer lugar a la visita a Sarajevo, ciudad profundamente golpeada por la guerra en los Balcanes y capital de un País, Bosnia y Herzegovina, que tiene un significado especial para Europa y para el mundo entero. Como encrucijada de culturas, naciones y religiones se está esforzando, con resultados positivos, en construir puentes nuevos, valorar lo que une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos. Esto es posible a través del diálogo paciente y confiado, que sabe respetar los valores de la cultura de cada uno y acoger lo que hay de bueno en las experiencias de los demás2. Pienso también en el viaje a Bolivia, Ecuador y Paraguay, donde encontré pueblos que no se rinden ante las dificultades, y se enfrentan con valentía, determinación y espíritu de fraternidad a los muchos retos que los afligen, empezando por la pobreza generalizada y las desigualdades sociales. En el viaje a Cuba y a los Estados Unidos de América pude abrazar a dos países que durante mucho tiempo han estado divididos, y que han decidido escribir una nueva página de la historia, emprendiendo un camino de acercamiento y reconciliación. En Filadelfia, con ocasión del Encuentro Mundial de las Familias, así como durante el viaje a Sri Lanka y Filipinas, y con el reciente Sínodo de los Obispos, he recordado la importancia de la familia, que es la primera y más importante escuela de la misericordia, en la que se aprende a descubrir el rostro amoroso de Dios y en la que nuestra humanidad crece y se desarrolla. Por desgracia, sabemos cuántos desafíos tiene que afrontar la familia en este tiempo en el que está “amenazada por el creciente intento, por parte de algunos, de redefinir la institución misma del matrimonio, guiados por el relativismo, la cultura de lo efímero, la falta de apertura a la vida”3. Hoy existe un miedo generalizado a la estabilidad que la familia reclama y quienes pagan las consecuencias son sobre todo los más jóvenes, a menudo frágiles y desorientados, y los ancianos que terminan siendo olvidados y abandonados. Por el contrario, “de la 1

Encuentro con la Comunidad Musulmana, Bangui, 30 noviembre 2015.

2

Cf. Encuentro con las Autoridades, Sarajevo, 6 junio 2015.

3

Encuentro con las Familias, Manila, 16 enero 2015.

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fraternidad vivida en la familia, nace (...) la solidaridad en la sociedad”4 que nos lleva a ser unos responsables de los otros. Esto solo es posible si en nuestras casas, así como en nuestra sociedad, no permitimos que se sedimenten el cansancio y los resentimientos, sino que damos paso al diálogo, que es el mejor antídoto contra el individualismo, tan extendido en la cultura de nuestro tiempo. Estimados Embajadores: Un espíritu individualista es terreno fértil para que madure el sentido de indiferencia hacia el prójimo, que lleva a tratarlo como puro objeto de compraventa, que induce a desinteresarse de la humanidad de los demás y termina por hacer que las personas sean pusilánimes y cínicas. ¿Acaso no son estas las actitudes que frecuentemente asumimos frente a los pobres, los marginados o los últimos de la sociedad? ¡Y cuántos últimos hay en nuestras sociedades! Entre estos, pienso sobre todo en los emigrantes, con la carga de dificultades y sufrimientos que deben soportar cada día en la búsqueda, a veces desesperada, de un lugar donde poder vivir en paz y con dignidad. Quisiera, por tanto, detenerme a reflexionar con ustedes sobre la grave emergencia migratoria que estamos afrontando, para discernir sus causas, plantear soluciones, y vencer el miedo inevitable que acompaña un fenómeno tan consistente e imponente, que a lo largo del año 2015 ha afectado principalmente a Europa, pero también a diversas regiones de Asia, así como del norte y el centro de América. “No tengas miedo ni te acobardes, que contigo está el Señor, tu Dios, en cualquier cosa que emprendas” (Jos 1,9). Es la promesa que Dios hizo a Josué y que pone de manifiesto cómo el Señor acompaña a cada persona, sobre todo a quien se encuentra en una situación de fragilidad, como la que tiene quien busca refugio en un país extranjero. En efecto, toda la Biblia nos narra la historia de una humanidad en camino, porque el estar en camino es connatural al hombre. Su historia está hecha de tantas migraciones, a veces como fruto de su conciencia del derecho a una libre elección; otras, impuestas a menudo por las circunstancias externas. Desde el exilio del paraíso terrenal hasta Abrahán, en camino hacia la tierra prometida, desde la narración del Éxodo hasta la deportación en Babilonia, la Sagrada Escritura narra fatigas y sufrimientos, aspiraciones y esperanzas, que son comunes a los de cientos de miles de personas que, también en nuestros días, con la misma determinación de Moisés, se ponen en marcha para llegar a una tierra en la cual que destile “leche y miel” (cf. Ex 3,17), donde poder vivir en libertad y en paz. Y así, también hoy como entonces, oímos el grito de Raquel que llora por sus hijos porque ya no están (cf. Jr 31,15; Mt 2,18). Es la voz de los miles de personas que lloran huyendo de guerras espantosas, de persecuciones y de violaciones de los derechos humanos, o de la inestabilidad política o social, que hace imposible la vida en la propia patria. Es el grito de cuantos se ven obligados a huir para evitar las indescriptibles barbaries cometidas contra personas indefensas, como los niños y los discapacitados, o el martirio por el simple hecho de su fe religiosa.

4

Encuentro con la Sociedad Civil, Quito, 7 julio 2015.

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También hoy como entonces, escuchamos la voz de Jacob que dice a sus hijos: “Bajad y comprad allí [el grano] para nosotros, a fin de que sobrevivamos y no muramos” (Gn 42,2). Es la voz de los que escapan de la miseria extrema, al no poder alimentar a sus familias ni tener acceso a la atención médica y a la educación, de la degradación, porque no tienen ninguna perspectiva de progreso, o de los cambios climáticos y las condiciones climáticas extremas. Todos saben que el hambre sigue siendo, desgraciadamente, una de las plagas más graves de nuestro mundo, con millones de niños que mueren cada año por su causa. Duele constatar, sin embargo, que a menudo estos emigrantes no entran en los sistemas internacionales de protección en virtud de los acuerdos internacionales. ¿Cómo no ver en todo esto el fruto de una “cultura del descarte” que pone en peligro a la persona humana, sacrificando a hombres y mujeres a los ídolos del beneficio y del consumismo? Es grave acostumbrarse a estas situaciones de pobreza y necesidad, al drama de tantas personas, y considerarlas como “normales”. No se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” —como los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—. Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos, pues son muchas las personas y las familias que sufren hambre y desnutrición5. La Santa Sede espera que el Primer Vértice Humanitario Mundial, convocado por las Naciones Unidas para el próximo mes de mayo, pueda, en medio del actual y triste cuadro de conflictos y desastres, tener éxito en su intento de colocar a la persona humana y su dignidad en el centro de cualquier respuesta humanitaria. Se hace necesario un compromiso común que acabe decididamente con la cultura del descarte y de la ofensa a la vida humana, de modo que nadie se sienta descuidado u olvidado, y que no se sacrifiquen más vidas por falta de recursos y, sobre todo, de voluntad política. Tristemente, seguimos escuchando también hoy la voz de Judas que sugiere vender a su propio hermano (cf. Gn 37,26-27). Es la arrogancia de los poderosos que, con fines egoístas o cálculos estratégicos y políticos, instrumentalizan a los débiles y los reducen a objetos. Allí donde una migración regular es imposible, los emigrantes se ven obligados a dirigirse, ordinariamente, a quienes practican la trata [trafficking] o el contrabando [smuggling] de seres humanos, a pesar de que son, en gran parte, conscientes del peligro que corren de perder durante la travesía sus bienes, su dignidad e, incluso, la propia vida. En este sentido, renuevo una vez más el llamado a detener el tráfico de personas, que convierte a los seres humanos en mercancía, especialmente a los más débiles e indefensos. Permanecerán siempre indelebles en nuestra mente y en nuestro corazón las imágenes de los niños ahogados en el mar, víctimas de la falta de escrúpulos de los hombres y de la inclemencia de la naturaleza. Quien logra sobrevivir y llegar a un país que lo acoge, lleva permanentemente las profundas cicatrices provocadas por esas experiencias, además de las producidas por los horrores que acompañan siempre a las guerras y a las violencias.

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Audiencia General, 5 junio 2013.

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Igual que en aquel tiempo, también hoy se oye repetir al Ángel: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise” (Mt 2,13). Es la voz que escuchan muchos de los emigrantes que jamás habrían dejado su propia patria si no se hubieran visto obligados a ello. Se cuentan entre ellos la multitud de cristianos que, cada vez más en masa, han tenido que abandonar durante los últimos años su propia tierra, en la que han vivido incluso desde los orígenes del cristianismo. Por último, también hoy escuchamos la voz del salmista que dice: “Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sion” (Sal 136 [137],1). Es el llanto de quienes regresarían de buena gana a sus propios países si encontraran adecuadas condiciones de seguridad y de subsistencia. También en este caso, pienso en los cristianos del Medio Oriente, deseosos de contribuir, como ciudadanos a pleno título, al bienestar espiritual y material de sus respectivas naciones. Gran parte de las causas que provocan la emigración se podían haber ya afrontado desde hace tiempo. Así, se podría haber evitado o, al menos, mitigado sus consecuencias más crueles. Todavía ahora, y antes de que sea demasiado tarde, se puede hacer mucho para detener las tragedias y construir la paz. Para ello, habría que poner en discusión costumbres y prácticas consolidadas, empezando por los problemas relacionados con el comercio de armas, el abastecimiento de materias primas y de energía, la inversión, la política financiera y de ayuda al desarrollo, hasta la grave plaga de la corrupción. Somos conscientes de que, con relación al tema de la emigración, se necesitan establecer planes a medio y largo plazo que no se queden en la simple respuesta a una emergencia. Deben servir, por una parte, para ayudar realmente a la integración de los emigrantes en los países de acogida y, al mismo tiempo, favorecer el desarrollo de los países de proveniencia, con políticas solidarias, que no sometan las ayudas a estrategias y prácticas ideológicas ajenas o contrarias a las culturas de los pueblos a las que van dirigidas. Sin olvidar otras situaciones dramáticas, y pienso particularmente en la frontera entre México y los Estados Unidos de América, a la que me acercaré el próximo mes cuando visite Ciudad Juárez, quisiera dedicar una especial reflexión a Europa. En efecto, durante el último año se ha visto afectada por un flujo masivo de prófugos —muchos de los cuales han encontrado la muerte en el tentativo de alcanzarla—, que no tiene precedentes en la historia reciente, ni siquiera al final de la Segunda Guerra Mundial. Muchos emigrantes procedentes de Asía y África, ven a Europa como un referente por sus principios, como la igualdad ante la ley, y por los valores inscritos en la naturaleza misma de todo hombre, como la inviolabilidad de la dignidad y la igualdad de toda persona, el amor al prójimo sin distinción de origen y pertenencia, la libertad de conciencia y la solidaridad con sus semejantes. Sin embargo, los desembarcos masivos en las costas del Viejo Continente parece que ponen en dificultad al sistema de acogida construido laboriosamente sobre las cenizas del segundo conflicto mundial, que sigue siendo un faro de humanidad al cual referirse. Ante la magnitud de los flujos y sus inevitables problemas asociados han surgido muchos interrogantes acerca de las posibilidades reales de acogida y adaptación de las personas, sobre el cambio en la estructura cultural y social de los países de acogida, así como sobre un nuevo diseño de algunos equilibrios geopolíticos regiona-

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les. Son igualmente relevantes los temores sobre la seguridad, exasperados sobremanera por la amenaza desbordante del terrorismo internacional. La actual ola migratoria parece minar la base del “espíritu humanista” que desde siempre Europa ha amado y defendido6. Sin embargo, no podemos consentir que pierdan los valores y los principios de humanidad, de respeto por la dignidad de toda persona, de subsidiariedad y solidaridad recíproca, a pesar de que puedan ser, en ciertos momentos de la historia, una carga difícil de soportar. Deseo, por tanto, reiterar mi convicción de que Europa, inspirándose en su gran patrimonio cultural y religioso, tiene los instrumentos necesarios para defender la centralidad de la persona humana y encontrar un justo equilibrio entre el deber moral de tutelar los derechos de sus ciudadanos, por una parte, y, por otra, el de garantizar la asistencia y la acogida de los emigrantes7. Al mismo tiempo, siento la necesidad de expresar mi gratitud por todas las iniciativas que se han adoptado para facilitar una acogida digna de las personas, como son, entre otras, las realizadas por el Fondo Migrantes y Refugiados del Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, así como por el compromiso de aquellos países que han mostrado una generosa disponibilidad a la ayuda. Me refiero sobre todo a las Naciones vecinas a Siria, que han respondido inmediatamente con la asistencia y la acogida, especialmente el Líbano, donde los refugiados constituyen una cuarta parte de la población total, y Jordania, que no ha cerrado sus fronteras a pesar de que alberga a cientos de miles de refugiados. Del mismo modo, no hay que olvidar los esfuerzos de otros países que se encuentran en la primera línea, especialmente Turquía y Grecia. Deseo expresar un agradecimiento especial a Italia, cuyo firme compromiso ha salvado muchas vidas en el Mediterráneo y que, incluso en su territorio, se ocupa de un ingente número de refugiados. Espero que el tradicional sentido de hospitalidad y solidaridad que caracteriza al pueblo italiano no se debilite ante las inevitables dificultades del momento, sino que, a la luz de su tradición milenaria, sea capaz de acoger e integrar la aportación social, económica y cultural que los emigrantes pueden ofrecer. Es importante que no se deje solas a las naciones que se encuentran en primera línea haciendo frente a la emergencia actual, y es igualmente indispensable que se inicie un diálogo franco y respetuoso entre todos los países implicados en el problema —de origen, tránsito o recepción— para que, con mayor audacia creativa, se busquen soluciones nuevas y sostenibles. En la coyuntura actual, en efecto, los Estados no pueden pretender buscar por su cuenta dichas soluciones, ya que las consecuencias de las opciones de cada uno repercuten inevitablemente sobre toda la Comunidad internacional. Se sabe que las migraciones constituirán un elemento determinante del futuro del mundo, mucho más de lo que ha sido hasta ahora, y de que las respuestas solo vendrán como fruto de un trabajo común, que respete la dignidad humana y los derechos de las personas. La Agenda para el Desarrollo, que las Naciones Unidas ha adoptado en septiembre pasado para los próximos 15 años, aborda muchos de los problemas que llevan a la emigración, al igual que otros documentos de la Comunidad internacional sobre la gestión de la problemática migratoria, sólo responderán a las expectativas si saben colocar a la persona en el centro de las decisiones políticas, a todos los

6

Cf. Discurso al Parlamento Europeo, Estrasburgo, 25 noviembre 2014.

7

Ibíd.

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niveles, y ven a la humanidad como una sola familia y a los hombres como hermanos, respetando las reciprocas diferencias y las convicciones de conciencia. Para afrontar el tema de la emigración es importante, de hecho, que se preste atención a sus implicaciones culturales, empezando por las que están relacionadas con la propia confesión religiosa. El extremismo y el fundamentalismo se ven favorecidos, no solo por una instrumentalización de la religión en función del poder, sino también por la falta de ideales y la pérdida de la identidad, incluso religiosa, que caracteriza dramáticamente al así llamado Occidente. De este vacío nace el miedo que empuja a ver al otro como un peligro y un enemigo, a encerrarse en sí mismo, enrocándose en sus planteamientos preconcebidos. El fenómeno migratorio, por tanto, plantea un importante desafío cultural, que no se puede dejar sin responder. La acogida puede ser una ocasión propicia para una nueva comprensión y apertura de mente, tanto para el que es acogido, y tiene el deber de respetar los valores, las tradiciones y las leyes de la comunidad que lo acoge, como para esta última, que está llamada a apreciar lo que cada emigrante puede aportar en beneficio de toda la comunidad. En este contexto, la Santa Sede renueva su compromiso en el campo ecuménico e interreligioso para establecer un diálogo sincero y leal que, valorando las peculiaridades y la identidad de cada uno, favorezca una convivencia armónica de todos los miembros de la sociedad. Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático: En el año 2015 se han concluido importantes acuerdos internacionales, que son un buen augurio para el futuro. Me refiero, en primer lugar, al llamado Acuerdo sobre el programa nuclear iraní, que espero contribuirá a fomentar un clima de distensión en la Región, así como a la consecución del tan esperado acuerdo sobre el clima en la Conferencia de París. Se trata de un importante acuerdo, que representa un logro significativo para toda la Comunidad internacional y que pone de manifiesto una fuerte conciencia colectiva acerca de la grave responsabilidad que todos, individuos y naciones, tenemos en la protección de la creación, y en la promoción de una “cultura del cuidado que impregne toda la sociedad”8. Ahora es vital que los compromisos asumidos no solo representen un buen propósito, sino que todos los Estados sientan la obligación real de poner en marcha las acciones necesarias para salvaguardar nuestra amada Tierra, para bien de toda la humanidad, especialmente de las generaciones futuras. Por su parte, el año que acaba de comenzar se presenta lleno de desafíos y ya han aparecido en el horizonte muchas tensiones. Me refiero sobre todo a los graves contrastes que han surgido en la región del Golfo Pérsico, así como al preocupante ensayo militar realizado en la península coreana. Espero que los antagonismos abran paso a la voz de la paz y de la buena voluntad en la búsqueda de acuerdos. En esa perspectiva, veo con agrado que no faltan gestos significativos y especialmente ilusionantes. Me refiero en particular al clima pacífico de convivencia en el que se han realizado las recientes elecciones en la República Centroafricana y que representa un signo positivo de la voluntad de proseguir el camino emprendido hacia una plena reconciliación nacional. Pienso, además, en las nuevas iniciativas que se han puesto en marcha en Chipre, para resolver una división que dura ya mucho tiempo, y a los es8

Laudato si’, n. 231.

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fuerzos del pueblo colombiano para superar los conflictos del pasado y lograr la tan ansiada paz. Todos miramos con esperanza los pasos importantes que la Comunidad internacional ha emprendido para encontrar una solución política y diplomática a la crisis en Siria, que ponga fin a un sufrimiento de la población que dura ya demasiado tiempo. Del mismo modo, llegan señales positivas de Libia, que permiten confiar en un renovado compromiso para erradicar la violencia y restaurar la unidad del país. Por otro lado, cada vez es más claro que solo la acción política conjunta y acordada ayudará a contener la propagación del extremismo y del fundamentalismo, con sus implicaciones de carácter terrorista, que producen tantas víctimas en Siria y Libia, así como en otros países, como Irak y Yemen. Espero que este Año Santo de la Misericordia sea también una ocasión para el diálogo y la reconciliación que ayude a la construcción del bien común en Burundi, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Que sea, sobre todo, un momento propicio para poner definitivamente fin al conflicto en las regiones orientales de Ucrania. Es fundamental el apoyo que, desde muchos puntos de vista, la comunidad internacional, los estados y las organizaciones humanitarias pueden ofrecer al país para que supere la crisis actual. El reto principal que nos espera es, sin embargo, el de vencer la indiferencia para construir juntos la paz9, que es un bien que hay perseguir siempre. Por desgracia, entre las muchas partes de nuestro querido mundo que la anhelan ardientemente está la Tierra que Dios ha preferido y elegido para mostrar a todos el rostro de su misericordia. Mi esperanza es que en este nuevo año se cierren las profundas heridas que dividen a israelíes y palestinos y se consiga la convivencia pacífica de dos pueblos que, en lo profundo de sus corazones —estoy seguro—, no desean otra cosa que la paz. Excelencias, Señoras y Señores: En el plano diplomático, la Santa Sede no dejará nunca de trabajar para que la voz de la paz llegue hasta los extremos de la tierra. Renuevo, por tanto, la plena disponibilidad de la Secretaría de Estado para colaborar con ustedes en el fomento de un diálogo constante entre la Sede Apostólica y los países que ustedes representan, para el bien de toda la Comunidad internacional, con la certeza interior de que este año jubilar será una buena oportunidad para vencer, con el calor de la misericordia, don precioso de Dios que transforma el miedo en amor y nos hace artífices de paz, la fría indiferencia de tantos corazones. Con estos sentimientos, renuevo a cada uno de ustedes, a sus familias, a sus países, mis más fervientes deseos de un año lleno de bendiciones. Gracias. Ciudad del Vaticano, 11 de enero de 2016

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Cf. Vence la indiferencia y conquista la paz, Mensaje para la XLIX Jornada Mundial de la Paz, 8 diciembre 2015.

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Mensaje del Papa para la 50ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales “COMUNICACIÓN Y MISERICORDIA: UN ENCUENTRO FECUNDO” Queridos hermanos y hermanas: El Año Santo de la Misericordia nos invita a reflexionar sobre la relación entre la comunicación y la misericordia. En efecto, la Iglesia, unida a Cristo, encarnación viva de Dios Misericordioso, está llamada a vivir la misericordia como rasgo distintivo de todo su ser y actuar. Lo que decimos y cómo lo decimos, cada palabra y cada gesto debería expresar la compasión, la ternura y el perdón de Dios para con todos. El amor, por su naturaleza, es comunicación, lleva a la apertura, no al aislamiento. Y si nuestro corazón y nuestros gestos están animados por la caridad, por el amor divino, nuestra comunicación será portadora de la fuerza de Dios. Como hijos de Dios estamos llamados a comunicar con todos, sin exclusión. En particular, es característico del lenguaje y de las acciones de la Iglesia transmitir misericordia, para tocar el corazón de las personas y sostenerlas en el camino hacia la plenitud de la vida, que Jesucristo, enviado por el Padre, ha venido a traer a todos. Se trata de acoger en nosotros y de difundir a nuestro alrededor el calor de la Iglesia Madre, de modo que Jesús sea conocido y amado, ese calor que da contenido a las palabras de la fe y que enciende, en la predicación y en el testimonio, la “chispa” que los hace vivos. La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad. Es hermoso ver personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía. Las palabras pueden construir puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos. Y esto es posible tanto en el mundo físico como en el digital. Por tanto, que las palabras y las acciones sean apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio. La palabra del cristiano, sin embargo, se propone hacer crecer la comunión e, incluso cuando debe condenar con firmeza el mal, trata de no romper nunca la relación y la comunicación. Quisiera, por tanto, invitar a las personas de buena voluntad a descubrir el poder de la misericordia de sanar las relaciones dañadas y de volver a llevar paz y armonía a las familias y a las comunidades. Todos sabemos en qué modo las viejas heridas y los resentimientos que arrastramos pueden atrapar a las personas e impedirles comunicarse y reconciliarse. Esto vale también para las relaciones entre los pueblos. En todos estos casos la misericordia es capaz de activar un nuevo modo de hablar y dialogar, como tan elocuentemente expresó Shakespeare: “La misericordia no es obligatoria, cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición: bendice al que la concede y al que la recibe” (El mercader de Venecia, Acto IV, Escena I).

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Es deseable que también el lenguaje de la política y de la diplomacia se deje inspirar por la misericordia, que nunca da nada por perdido. Hago un llamamiento sobre todo a cuantos tienen responsabilidades institucionales, políticas y de formar la opinión pública, a que estén siempre atentos al modo de expresase cuando se refieren a quien piensa o actúa de forma distinta, o a quienes han cometido errores. Es fácil ceder a la tentación de aprovechar estas situaciones y alimentar de ese modo las llamas de la desconfianza, del miedo, del odio. Se necesita, sin embargo, valentía para orientar a las personas hacia procesos de reconciliación. Y es precisamente esa audacia positiva y creativa la que ofrece verdaderas soluciones a antiguos conflictos, así como la oportunidad de realizar una paz duradera. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. […] Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,7.9). Cómo desearía que nuestro modo de comunicar, y también nuestro servicio de pastores de la Iglesia, nunca expresara el orgullo soberbio del triunfo sobre el enemigo, ni humillara a quienes la mentalidad del mundo considera perdedores y material de desecho. La misericordia puede ayudar a mitigar las adversidades de la vida y a ofrecer calor a quienes han conocido solo la frialdad del juicio. Que el estilo de nuestra comunicación sea tal, que supere la lógica que separa netamente los pecadores de los justos. Nosotros podemos y debemos juzgar situaciones de pecado —violencia, corrupción, explotación, etc.—, pero no podemos juzgar a las personas, porque solo Dios puede leer en profundidad sus corazones. Nuestra tarea es amonestar a quien se equivoca, denunciando la maldad y la injusticia de ciertos comportamientos, con el fin de liberar a las víctimas y de levantar al caído. El evangelio de Juan nos recuerda que “la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Esta verdad es, en definitiva, Cristo mismo, cuya dulce misericordia es el modelo para nuestro modo de anunciar la verdad y condenar la injusticia. Nuestra primordial tarea es afirmar la verdad con amor (cf. Ef 4,15). Solo palabras pronunciadas con amor y acompañadas de mansedumbre y misericordia tocan los corazones de quienes somos pecadores. Palabras y gestos duros y moralistas corren el riesgo hundir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad, reforzando su sentido de negación y de defensa. Algunos piensan que una visión de la sociedad enraizada en la misericordia es injustificadamente idealista o excesivamente indulgente. Pero probemos a reflexionar sobre nuestras primeras experiencias de relación en el seno de la familia. Los padres nos han amado y apreciado más por lo que somos que por nuestras capacidades y nuestros éxitos. Los padres quieren naturalmente lo mejor para sus propios hijos, pero su amor nunca está condicionado por el alcance de los objetivos. La casa paterna es el lugar donde siempre eres acogido (cf. Lc 15,11-32). Quisiera alentar a todos a pensar en la sociedad humana, no como un espacio en el que los extraños compiten y buscan prevalecer, sino más bien como una casa o una familia, donde la puerta está siempre abierta y en la que sus miembros se acogen mutuamente. Para esto es fundamental escuchar. Comunicar significa compartir, y para compartir se necesita escuchar, acoger. Escuchar es mucho más que oír. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y necesita cercanía. La escucha nos permite asumir la actitud justa, dejando atrás la tranquila condición de espectadores, usuarios, consumidores. Escuchar significa también

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ser capaces de compartir preguntas y dudas, de recorrer un camino al lado del otro, de liberarse de cualquier presunción de omnipotencia y de poner humildemente las propias capacidades y los propios dones al servicio del bien común. Escuchar nunca es fácil. A veces es más cómodo fingir ser sordos. Escuchar significa prestar atención, tener deseo de comprender, de valorar, respetar, custodiar la palabra del otro. En la escucha se origina una especie de martirio, un sacrificio de sí mismo en el que se renueva el gesto realizado por Moisés ante la zarza ardiente: quitarse las sandalias en el “terreno sagrado” del encuentro con el otro que me habla (cf. Ex 3,5). Saber escuchar es una gracia inmensa, es un don que se ha de pedir para poder después ejercitarse practicándolo. También los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros pueden ser formas de comunicación plenamente humanas. No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición. Las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos. El entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral. Pido que el Año Jubilar vivido en la misericordia “nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación” (Misericordiae vultus, 23). También en red se construye una verdadera ciudadanía. El acceso a las redes digitales lleva consigo una responsabilidad por el otro, que no vemos pero que es real, tiene una dignidad que debe ser respetada. La red puede ser bien utilizada para hacer crecer una sociedad sana y abierta a la puesta en común. La comunicación, sus lugares y sus instrumentos han traído consigo un alargamiento de los horizontes para muchas personas. Esto es un don de Dios, y es también una gran responsabilidad. Me gusta definir este poder de la comunicación como “proximidad”. El encuentro entre la comunicación y la misericordia es fecundo en la medida en que genera una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra. En un mundo dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con misericordia significa contribuir a la buena, libre y solidaria cercanía entre los hijos de Dios y los hermanos en humanidad. Ciudad del Vaticano, 24 de enero de 2016 San Francisco de Sales

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