Van Pirin contra Jason, Araceli Rodriguez

Microrelatos 2016 Había una vez una niña que se llamaba Paula. Ella vivía junto a sus padres en medio del bosque de Miedosan. Era un lugar muy aterr

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Microrelatos 2016

Había una vez una niña que se llamaba Paula. Ella vivía junto a sus padres en medio del bosque de Miedosan. Era un lugar muy aterrador donde existían millones de leyendas sobre vampiros, fantasmas, arañas y brujas. Todos años por la noche de halloween ella iba con sus amigas a un rincón del bosque y allí hacían conjuros sacados de un libro que cogía de la biblioteca. Pero una de las noches de halloween fue diferente porque cuando se dirigían a su lugar escondido se encontraron un libro que tenía una inscripción muy extraña en la portada. Ellas desconocían ese idioma pero eso no las detuvo para hacer su conjuro como todos los años, sólo que está era diferente porque iban a usar un libro desconocido. Cuando comenzaron a leer el libro comenzaron a suceder cosas extrañas, luces que volaban alrededor de ellas con forma de brujas, arañas terroríficas que rodeaban a Paula y sus amigas. Ellas gritando quisieron salir de su rincón pero se chocaban con momias, con ojos voladores y murciélagos ensangrentados que escupían sangre. En su locura por querer escapar de ese lugar consiguieron ver un hueco por el que salir. Todas se dispusieron a correr lo más rápido posible hacia ese hueco y de repente algo lo tapó, era algo oscuro y alargado. Cuando se acercaron se dieron cuenta de que era un vampiro de afilados dientes que está dispuesto a morder a todo el mundo.

Estaban cada vez más aterrada por todo lo que estaba sucediendo y su desesperación por salir de allí no se dieron cuenta y se acercaron al vampiro y el cogió a Paula e intento morderla, y Paula con agilidad le dio una patada y para sorpresa de todas, al vampiro se le quito toda la carne de la cara. A lo lejos vieron una estaca que como pudieron cogieron y con gran agilidad Paula consiguió clavarsela al vampiro. Ya habían conseguido deshacerse de uno de los peligros pero aún quedaban las brujas, momias, arañas y demás seres extraños. El miedo continuaba latiendo en los corazones de las amigas pero sabían que algo tenían que hacer para poder salir de allí, así que decidieron coger de nuevo el libro y arriesgarse a leer otro de los conjuros que había para intentar deshacer el que habían hecho. Entonces mirando como podían el libro vieron un conjuro que creían bueno y no se equivocaron, lo leyeron juntas y un gran remolino inundó el lugar de donde salió una luz muy potente que hizo que apareciera una puerta. Corrieron hacia la puerta y salieron y cuando miraron atrás ya había desaparecido todo. Aún tenían el libro en sus manos y no sabían que hacer con él. Así que decidieron enterrarlo en un lugar donde nadie lo pudiera encontrar jamás y dejaron una inscripción que ponía "no abrir jamás". Nunca más las amigas jugaron a leer conjuros, nunca se lo contaron a nadie y nunca jamás volvieron hablar de lo sucedido.

Van Pirin contra Jason, Araceli Rodriguez Oswald era un ciudadano ejemplar que trabajaba de celador en un laboratorio Weenhallo, el pueblo de Laponia en el que jamás salía el sol. Su vida era bastante normal desde que llegó a su hogar envuelto en una mantita negra. Sus padres le habían contado que no había llegado de París como todos los niños. Oswald Van Pirin nació en Transilvania. Y también le dijeron que no era como los demás. Su infancia estuvo rodeada de juegos entre niños de su edad, que miraban extrañados su gusto por colgarse boca a bajo en los juguetes del parque. Oswald vivió una adolescencia dura porque los demás se mofaban de su ortodoncia (a los 14 se le movieron los colmillos otorgándole un aspecto gatuno). Esto lo encerró en su interior y en la soledad del negro y de la música gótica. Pero su vida dio un cambio después de que faltasen sus padres. Comenzó a trabajar en el laboratorio rodeado de una de las cosas que más le fascinaban: la sangre. Oswald gustaba a todo el mundo, menos al alcalde Jason Sta-k que siempre lo miraba con recelo. Jason conocía el secreto y ahora que los señores Van Pirin ya no estaban, iba a contarlo para encerrar a Oswald en un lugar del que no podría salir. “Señores, Oswald es un chupasangre” fue su frase célebre en el discurso. Todo encajaba, desde los colmillos hasta su trabajo en el laboratorio. ¿Estarían sus vidas corriendo peligro? Todos se armaron con ristras de ajos y estacas afiladas para acabar con la vida de Oswald Van Pirin justo el día de su 18 cumpleaños. Pero él ya no estaba. Cuentan los vecinos de Weenhallo que se vio una mancha negra pasar por delante de la luna llena de ese 31 de octubre. Luna roja, que estuvo teñida con la sangre de Jason Sta-k. Desde esa noche, todos los 31 de octubre una sombra sobrevuela Weenhallo encogiendo el negro corazón de sus habitantes.

Allidasep, Carlota Moreno Era la tercera vez que cuando se despertaba encontraba una nueva herida. La primera noche estaba quemado, la segunda le habían arrancado las uñas y ahora un corte en la cara. Puso una cámara para saber lo que sucedía, pero desapareció, no notaba dolor, era una sensación extraña, como si le estuviesen mandando señales mudas. Oía gritos, nadie reaccionaba a ellos, no sabía si se los imaginaba. Decidió ir a casa de su madre. Le contó toda la historia, cuando le enseñó las heridas solo vio piel seca. ¿Cómo era posible que fuese el único en ver sus heridas? “¿Estás bebiendo otra vez?” Sergio se quedó petrificado, era alérgico al alcohol. No se acordaba de cómo había vuelto a su casa. Oyó un grito en la cocina, se encontró a su madre y a su hermana desangradas en el suelo, dejó que la oscuridad le envolviera. Se despertó en un hospital, sus heridas habían desaparecido, pero sentía dolor, ¿dónde estaba su familia?, por la puerta aparecieron un policía y un enfermero. El enfermero se acercó “Tienes una enfermedad, se llama Allidasep. Tu cerebro te manda señales para que cuando estas en una pesadilla te despiertes, pero en muchas ocasiones no las percibes, mientras las tienes hay ocasiones en las que vas sonámbulo, nunca sabes si sigues en ella o si has despertado”. La policía le entregó una cinta, pulsó play. Recogía todo lo sucedido, de su hermana procedían los bramidos más desesperados, los sollozos de su madre le suplicaban que se despertara. Sergio había asesinado a su familia… ¿o no?

La casa abandonada, Irene Cardenas Estaba yo en mi habitación, y mire por la ventana y ví que en la casa abandonada de enfrente se movían las ventanas .Decidí acercarme a ver quien o que era ,al llegar encontré la puerta abierta llame y como nadie me contestaba decidí entrar y dije: -hola, hay algien?- nadie me contesto,se escuchaban ruidos en la parte de arriba y subi temblando de miedo., Al llegar ariba me encontré con una habitación, entre y quien estuviera dentro se escondió corriewndo, yo dije: -quien se escondió?Nadie contestó una voz salió de debajo de la cxama y susurro: -quien eres?-soy la niña de la casa de enfrente, pero… quien eres?-soooooooy caaaali-no me aras daño, verdad?Sali de debajo de la cama y me moria de terror y me di cuenta de que no era un mostruo ni un vampiro ni nada mucho peor,si no que era un gracioso y simpatico muñequito rojo y con gafas disfrazado de vampiro y le dije: -que chuli tu disfraz!!!-pero no tengo amigos que vean este disfraz-dijo triste - quieres venir con migo a la fiesta de halloween de la tienda de mis padres?se llama calipage-siiii!!!-dijo entusiasmado me lo pase terrorífica mente bien con mi nuevo amigo CALI .

elEl Viejo Viejo yy lala Pipa, Pipa, Ana Ana Aguirre Aguirre La vida en el valle resultaba cada día más insostenible. Lo que quedaba de población se alzaba de la cama al notar un pequeño rayo de luz que había satisfactoriamente luchado por hacerse notar entre la densa niebla que cubría el minero valle de Samuño. Estos escasos habitantes se preparaban para el trabajo, atemorizados y curiosos a la vez por descubrir a la siguiente familia que se había decantado por dejar el pueblo. Nadie que no se hubiera ido conocía el motivo de todas estas marchas. Solo se sabía que cada mañana otra de las pequeñas pero acogedoras casitas de madera se encontraban vacías. La noche anterior una típica familia minera cenaba alegremente contando anécdotas del día de trabajo o de nuevas experiencias para los niños en la pintoresca escuela. Como si una fantasmal y vacía brisa hubiese borrado todas estas memorias y señales de vida, la casa se encontraba muerta y agonizante, decaída por su repentino abandono. La única pista que habían conseguido de estas inesperadas huidas eran rumores de un extraño ruido que se oía todas las noches a diez minutos de las doce. Era el sonido de tres golpes que rozaban agresivamente contra las vigas de las casas. Descartaron la posibilidad de que algún animal fuera el causante de estos sonidos. La puntualidad de los golpes era de una precisión demasiado humana. Las familias aguantaban unos días antes de huir despavoridos no pudiendo encontrar consuelo en ninguna explicación lógica. Transcurrieron meses y nada cambió. El mismo panorama. Familias desapareciendo sin nisiquiera despedirse. Llegó a tal extremo que el único habitante que permaneció en el pueblo fue un viejo minero, con oídos ya arrasados por el tiempo. Éste todas las noches fumaba con una vieja pipa. Siempre a la misma hora, por una manía que había creado el tiempo. Hacia aquella hora de la noche su pipa chocaba con la vieja viga, insistiendo en poder percibir algo de ese fuerte sonido. Todas las noches decepcionado encontraba consuelo en volver a intentarlo la noche siguiente, a las doce menos diez.

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