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El Renacimiento, movimiento cultural del “renacer” o “resurgir” como el nombre lo indica, significó un renacer de aquellos principios clásicos de la modernidad y encontró sus raíces en Flandes e Italia en un momento de especial avance y desarrollo. Este movimiento surge durante el siglo XIV en un intento por escapar del Oscurantismo de la Edad Media buscando la recuperación de la grandeza romana (Gombrich, 1992). En este renacer los artistas representaban de forma bella y naturalista las cosas, lo cual brindaba una salida de aquella época oscura y tenebrosa, la Gótica. Renacimiento como un renacer no solo del arte, también de los artistas y de la sociedad (Hauser, 2002). Para Hauser (2002), el Renacimiento debe ser entendido como una continuación de las concepciones que venían siendo desarrolladas en la Edad Media: “Nuestra concepción del mundo, naturalista y científica, es, en lo esencial, una creación del Renacimiento; pero el impulso hacia la nueva orientación en la que tiene su origen la concepción que ahora surge lo dio el nominalismo de la Edad Media” (p. 334). El naturalismo como tal ya era entonces parte de la Edad Media, la búsqueda de la fidelidad hacia lo natural no es algo nuevo, se lo comprende en el Renacimiento como una continuación del mismo en el gótico. Ya aflora en el gótico la concepción individual de las cosas individuales, y son los rasgos científicos, metódicos e integrales novedosos en el Renacimiento. Surgía en ésta época una conciencia y una coherencia con las que los datos empíricos eran registrados y analizados, la obra de arte se transformaba entonces en un “estudio de la naturaleza” (Hauser, 2002). Otra característica importante del Renacimiento en relación a la Edad Media fue el intento por volver a la grandeza de la Edad Antigua, incluso cuando un artista era elogiado se decía de su obra que era tan buena como la de los antiguos. La recuperación de la “grandeza de Roma” significaba dejar atrás esa época del arte que los italianos denominaron gótico, lo que quiere decir bárbaro. Consideraban que en un pasado, Italia, con Roma su capital, habían sido el centro del mundo civilizado. Su poder y gloria decayeron cuando las tribus germánicas de godos y
vándalos invadieron su territorio, quedando entonces el Imperio Romano abatido (Gombrich, 2002). Florencia, una importante ciudad mercantil fue un centro de innovación de ideas, es allí donde en las primeras décadas del siglo XV un grupo de artistas se inició creando el nuevo arte en un intento de diferenciación del gótico. Filippo Brunelleschi (1377-1446) un joven arquitecto florentino fue el pionero de un nuevo método sobre cómo abordar la construcción en la época. Estuvo encargado de terminar la catedral de Florencia (ver imagen 1) de estilo gótico y para poder cubrir los pilares de la futura cúpula ideo entonces un nuevo método. Luego, cuando fue requerido para realizar otras construcciones y en función de dejar de lado el estilo tradicional, se trasladó a Roma y observó los antiguos edificios que allí descansan. En consecuencia y en la añoranza de un Renacimiento de la grandiosa Roma, se propuso conseguir un nuevo modelo de construcción, un modelo en el cual las formas de la arquitectura clásica sean empleadas libremente con el objeto de crear nuevas modalidades de belleza y armonía (Gombrich, 1992). Este modelo es de tal importancia porque finalmente logró imponerse y durante siglos los arquitectos siguieron sus pasos en América y Europa. Se le atribuye a Brunelleschi otro importante descubrimiento del arte de la época Renacentista, al que llamamos la Perspectiva. Nadie llegó a conocer anteriormente las leyes matemáticas por las cuales los objetos disminuyen a medida que se alejan. “Fue Brunelleschi quien proporcionó a los artistas los medios matemáticos de resolver éste problema (…)” (Gombrich, 1992). La perspectiva matemática o lineal de Brunelleschi se encuentra en íntima relación con la característica anteriormente mencionada del Renacimiento y es la importancia de la realidad empírica y la fidelidad a la naturaleza. En la “Basílica de San Lorenzo” (ver imagen 2) y la “Capilla de Pazzi” se puede observar la técnica de representación tridimensional llevada a cabo por Brunelleschi. El arte del Quattrocento, conocido como el Renacimiento temprano y de alguna manera iniciado por los aportes importantes realizados por Brunelleschi, posee características de libertad y ligereza de la técnica expresiva. En este momento se deja de lado la rigidez del arte medieval dando paso a un lenguaje formal, alegre y
bien articulado (Hauser, 1969). El Quattrocento funcionaria entonces como un anticipador de los principios estilísticos del Renacimiento pleno. Artistas como Masaccio y Donatello, Andrea del Castagno y Piero de la Francesca no pudieron escapar del influjo del Renacimiento temprano. Lo esencial de esta concepción artística es el principio de la unidad y la fuerza del efecto total, o, al menos, la tendencia a la unidad y la aspiración a despertar una impresión unitaria. Una obra de arte del Renacimiento da siempre la impresión de enteriza; en ella existe un rasgo de continuidad en todo el conjunto, y la representación, por rico que sea su contenido, parece fundamentalmente simple y homogénea (Hauser, 2002). Es esa unitariedad de la representación que deja una impresión de totalidad en el arte del Renacimiento aquella búsqueda que se lleva adelante en la época. Por lo tanto se puede definir a esa búsqueda como un intento de alcanzar un nueva estética, diferenciada de la época anterior, ahora una unidad indivisible. Es de gran importancia realizar una contextualización del surgimiento del Quattrocento, del Renacimiento que encuentra su origen en Italia específicamente. Hauser (2002) expone que el Renacimiento temprano es un movimiento esencialmente italiano, mientras que el Renacimiento pleno y el Manierismo son comunes a toda Europa. En aquel momento histórico, Italia era un país que llevaba ventaja en el aspecto económico y social al Occidente, en él surge el renacimiento económico, en él se comienza a desarrollar la libre competencia frente al ideal corporativo de la Edad Media y además la primera organización bancaria de Europa. La emancipación de la burguesía había triunfado antes que en el resto de Europa y por último pero de mayor importancia era el país donde la tradición clásica no se había perdido enteramente. Fue de mayor facilidad por ejemplo para Brunelleschi el apreciar los monumentos clásicos conservados y recurrir a su estilismo como modelo para generar un nuevo modelo de la arquitectura clásica, utilizando libremente las formas originales y creando así nuevas modalidades. Según Hauser (2002) “Sabida es la significación que se le ha atribuido a este último factor en las teorías sobre la génesis del Renacimiento”.
Bibliografía - Gombrich, Ernst. (1992). Historia del Arte. Alianza. Madrid. - Hauser, Arnold. (2002). Historia social de la literatura y el arte. Debate. Buenos Aires.
Imagen 1:
Brunelleschi – Catedral de Florencia Imagen 2:
Brunellesqui - Basílica de San Lorenzo
Imagen 3:
Brunellesqui -‐ Capilla Pazzi