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VENANCIO BLANCO
ESCULTURA
FUNDACIÓN
VENANCIO BLANCO
WWW.fundacionvenancioblanco.es
DISEÑO Y MAQUETACIÓN DEL CATÁLOGO: LUIS M. GARCÍA CRUZ, MARTA CAMPOS CALERO, NURIA URBANO CAMBRONERO. FOTOGRAFÍAS: ARCHIVO FUNDACIÓN VENANCIO BLANCO, AUTORES MONTAJE: DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA (FUNDACIÓN BOTI), AYTO. CÓRDOBA, FUNDACIÓN VENANCIO BLANCO TRANSPORTE: MUDANZAS LUSÁN IMPRIME: DIPUTACIÓN DE CÓRDOBA
VENANCIO BLANCO: EL LENGUAJE UNIVERSAL
La presencia en Córdoba de la obra de Venancio Blanco hay que interpretarla como algo consistente en la forma de ser de una ciudad con la que mantiene cordial relación desde hace 70 años. En todo este dilatado periodo de tiempo, los cordobeses no sólo fueron testigos en 1954 de su segunda exposición individual, sino que la producción de este salmantino universal ha sido una constante a lo largo de los años a través de infinidad de ocasiones en las que siempre se le acogió con afecto y cercanía. A este hecho hay que sumar que los grandes motivos que inspiran su obra son también buena parte de nuestras señas de identidad. Por eso se le admira tanto aquí. Hablar de Venancio Blanco es hacerlo de una forma muy personal de interpretar el arte, con un dominio pleno de todas sus técnicas, y con unos resultados que son fáciles de entender, que llegan al gran público. La personalidad que ha conseguido imprimir a sus piezas hacen que sea identificadas con rapidez y que logren transmitir el mensaje que contienen. El código que utiliza el artista a base de luces y sombras, de materia y vacío, consigue que los grandes planos ganen en expresividad y podamos ver el ellos el desgarro del flamenco o la emoción del toreo. Porque buena parte de los trabajos de Venancio Blanco se centran en la interpretación de estas dos parcelas artísticas que cuentan con tanto arraigo en Córdoba. El toro en el campo, el caballo evolucionando en libertad o el diestro sobre el albero emergen poderosamente del metal vaciado, de las texturas tan expresivas, que lo mismo evocan con fidelidad la seda y el oro del traje de luces que la austera estameña con que vestía Santa Teresa. Con este lenguaje propio, el escultor actualiza la tradición, ofrece novedosas visiones de objetos, personajes y acciones que cuentan con varios siglos de antigüedad y que en esta exposición se nos muestran con plena actualidad, porque es la forma la que actualiza el fondo y lo proyecta hacia el futuro.
Esta antológica es una gran oportunidad para el reencuentro del artista con unos ámbitos creativos que conoce desde antiguo y que ahora disfrutan de nueva vigencia. El pasado año se abría al público el Centro Flamenco Fosforito en la Posada del Potro y el Museo Taurino acaba de iniciar una andadura adaptada a los nuevos tiempos. Ambos espacios de nuestra ciudad son un marco para la universalidad de la obra de Venancio Blanco, quien hace que algo tan nuestro como el flamenco o los toros lleguen a un público internacional. La ciudad de Córdoba se encuentra de nuevo honrada con la presencia de Venancio Blanco y de su obra en esta muestra que servirá para que nos reencontremos con un artista que no necesita demostrar en Córdoba una valía que se le reconoce desde antiguo.
José Antonio Nieto Ballesteros Alcalde de Córdoba
VENANCIO EN CÓRDOBA
La exposición antológica cuya memoria guardará para el futuro este catálogo, muestra a los cordobeses y a cuantos tengan la oportunidad de visitarla, la dimensión universal e histórica de un escultor situado en la frontera del arte contemporáneo. Venancio Blanco ha sabido fundir en su obra la tradición de la Grecia clásica que representa el bronce con las características de la estética más moderna como son las formas geométricas, la representación de lo vacío y la síntesis de diversos movimientos artísticos a través de un estilo personal inconfundible. También en la temática de sus obras Venancio es síntesis de tradición y contemporaneidad: la imágenes religiosas, el flamenco y los toros son sus temas preferidos. No es por “hacer patria” pero ¿habrá temas mas españoles, más andaluces y más cordobeses que la religión, el flamenco y los toros?. Además, aunque nació en Salamanca, su vinculación con la provincia de Córdoba iniciada a través del pintor Antonio Povedano, ha sido una constante en su biografía ya que tras sus primeras exposiciones en la capital de la provincia y sus piezas vanguardistas en Pedro Abad, Venancio Blanco ha echado el ancla en Priego de Córdoba con su “Curso de Dibujo y Escultura en Bronce” hasta convertirse en “Hijo Adoptivo” de esta ciudad. Como Presidenta de la Diputación de Córdoba me siento orgullosa de esta exposición porque considero que Venancio Blanco es uno de los más grandes escultores del arte actual: su tauromaquia es comparable a la de Goya o Picasso, su escultura religiosa no tiene parangón en el arte contemporáneo. Pero también me siento orgullosa porque con ella hemos conseguido una íntima colaboración entre el
Ayuntamiento de Córdoba y nuestra Diputación Provincial que muy pocas veces se había dado en las últimas décadas. Invito a los cordobeses de la provincia a venir a Córdoba para ver esta exposición; estoy segura de que las esculturas de Venancio provocarán emociones inolvidables a quienes se acerquen sin prisas a la Sala del Palacio de Orive o al Patio Barroco del Palacio de la Merced.
María Luisa Ceballos Casas Presidenta de la Diputación de Córdoba
Mis primeras exposiciones en Córdoba coinciden con unos años inolvidables cuando Antonio Povedano, un joven ilusionado con el arte contemporáneo, finalizaba sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando becado por la Diputación de Córdoba. Allí nos conocimos y desde entonces fuimos grandes amigos. Vivió en Madrid algún tiempo después realizando retratos por encargo y también a sus amigos - muchos de ellos poetas-. Un ambiente interesante y bonito que dio sus frutos positivos con el nacimiento de El Paso, la Escuela de Vallecas y en Córdoba el Equipo 57 entre otros. A Povedano le interesaba trasladar a su ciudad el momento de ilusión y búsqueda que vivía en Madrid, sobre todo de la juventud. Consiguió exponer en Córdoba la obra de los artistas más destacados del momento. Por entonces, participé en casi todas las exposiciones que me propuso, exponiendo incluso en varias ocasiones, de manera individual. Para mi es una satisfacción y quiero manifestar mi sincero agradecimiento a la Diputación y al Ayuntamiento de Córdoba por ofrecerme dos magníficos espacios como son la Sala Orive y el Palacio de la Merced para mostrar la obra escultórica de mis últimos años.
Venancio Blanco
TEXTOS Nuria Urbano Cambronero José Antonio Aguilar Galea Manuel Concha Ruiz Miguel Forcada Serrano Luis M. García Cruz
VENANCIO BLANCO. ARTISTA UNIVERSAL
En su taller de la Ciudad Lineal todo tiene cabida, conviven en armonía Bailaoras, Maternidades, con piezas dedicadas a la música. Flores frescas recién cortadas del jardín con otras marchitas, pero no por ello menos bellas –“La belleza de la muerte es más duradera que la de la vida”, dice en ocasiones Venancio-. Sobre el caballete, siempre hay un papel en blanco dispuesto a ser ennoblecido por un trazo y junto a las planchas de cera y al hornillo de gas, miles de ideas en su mente dispuestas a cobrar forma. En su estudio todo está dispuesto, todo está a punto de ser atendido por el Maestro para inmortalizarlo, bien sea en bronce o en dibujo. En este lugar de magia, cada día es una sorpresa, no hay nada premeditado de antemano y es precisamente esto lo que lo hace tan necesario e interesante. Las mañanas suelen ser claras y luminosas, llenas de proyectos pendientes de ser realizados; pero son las tardes, sosegadas y silenciosas, en las que Venancio, sumergido en la “soledad” del taller, hace realidad los sueños convertidos ya en materia. Hay en todo este acto creativo un sentido de responsabilidad y de disciplina enorme porque no todos los días dan fruto y sin embargo, el artista debe de acudir a diario al estudio para entregarse en cuerpo y alma a la Idea, a la que Venancio califica con acierto de caprichosa; y es deber de todo artista prestarle a ésta, la atención que necesita, atendiéndola en todo momento.
La diversidad temática es consecuencia directa del profundo conocimiento que tiene Venancio del Dibujo. Es éste, el que le permite trasladar a la materia definitiva la Idea. Es además, el que le lleva a observar la Realidad de una manera profunda y analítica, a la vez que sincera, sin disfrazarla con ropajes que la confundan. De ahí, que cualquier motivo, más allá de la temática, le atrape y le interese plásticamente. Porque todos proceden de la Naturaleza que es una sola y es únicamente el espíritu intrínseco en cada una de las formas, las que las diferencia y las identifica.
Apunte, 2003 Dibujo sobre papel. Col. Fund. Venancio Blanco
Junto al tema religioso, el otro gran referente ha sido el mundo taurino. Desde el toro en el campo, con el que Venancio pasó sus primeros años en la finca que la familia Pérez Tabernero tenía en Matilla de los Caños del Río (Salamanca) hasta llegar a la Plaza, donde el animal es analizado ya, con mirada de escultor. Atrapa en éstas sus movimientos con trazos rápidos, esenciales, para llevarse consigo lo mejor de cada faena. Ha conseguido captar la bravura y la nobleza del toro como nadie, siempre bajo un análisis sincero y desde el respeto que siente hacia el animal, sin recrearse en la anécdota o en lo accesorio. Pero no sólo nos deleita con el toro, también el torero, el picador o el caballo en sus “soñadas Suertes de Varas” -digo “soñadas” porque va más allá del encuentro entre el toro y el caballo. Se permite imaginar, ya en su estudio, embestidas imposibles en las que la Suerte se ha convertido en excusa para llevar al máximo de sus posibilidades la idea de movimiento-. Convierte este “encuentro” en
un alarde plástico donde es Venancio el que “embiste”, en este caso sobre el papel o la cera, para dar forma a la esencia. Un ejemplo lo tenemos en Sevilla con el Monumento a Juan Belmonte donde concreta el retrato, acentuando los rasgos que caracterizaban al torero con unas soluciones novedosas combinadas de manera que el que lo observa, es capaz de percibir de una sola vez, lo mejor del Torero. Conjuga magistralmente el vacío con las planchas de escayola en las que fue modelada la escultura, para potenciar el juego de volúmenes. Se trata de una obra realizada en 1972 y que, a pesar de los años transcurridos, no ha perdido en absoluto el sentido de monumentalidad y de contemporaneidad. Lo mismo sucede con la mayoría de sus Toreros –Torero Nº1 (1960)- o en obras como Tauromaquia (1989) o Adorno (2002).
Tauromaquia o triunfo, 1989 Bronce. Col. Fund. Venancio Blanco
El mundo animal –más allá del caballo y del toro- ha sido también atrapado por su escultura. En 1971 participa en Budapest en una Exposición de carácter Internacional sobre La Caza y obtiene el Primer Premio. Sorprende la capacidad de análisis en esculturas como León (1966), Ciervos (relieve, 1966) o Loro (1966) y la síntesis conseguida en animales tan originales como el Avefría (1966) donde crea un interesante juego de contraste entre las formas lineales de las patas y el desarrollo geométrico con el que resuelve el volumen del cuerpo. Al deporte también le ha dedicado su espacio. Durante los años en los que se
celebraron en España las exposiciones sobre El deporte en las Bellas Artes, Venancio siempre estuvo presente. Fue galardonado con el Gran Premio de Escultura en el Concurso Internacional del Deporte en las Bellas Artes con un relieve dedicado al Ciclismo (1964) y que sirvió de boceto para otro de mayores dimensiones que hoy se encuentra en el Velódromo de Anoeta en San Sebastián. Participa en 1967 en la primera Bienal dedicada al Deporte que se celebró en Barcelona. Allí, fue premiado por un relieve fundido en bronce titulado, Baloncesto (1967). En 1977, se presenta a la VI Bienal y es galardonado de nuevo Avefría, 1966 con una de las esculturas que modela en Bronce, Col. Fund. Venancio Blanco homenaje al piloto Tom Pryce, Fórmula I (1977). En ésta, las formas del vehículo se descomponen y se organizan en el espacio. Ha desaparecido casi por completo el sentido figurativo y prima sin embargo, lo espiritual. Recuerda esta escultura a otras anteriores, como Pureza o Espíritu Santoambas de 1974- en las que se acerca a la abstracción formal, en la búsqueda de emoción plástica. Los deportes le siguen interesando y son muchos los apuntes que realiza a plein air en sus ratos de descanso en las playas de Campoamor, disfrutando de una carrera de ciclismo en la televisión o transcribiendo lo que siente ante e caballeteCiclistas (2003), Juego en el mar (1992). El flamenco, será también motivo de análisis. Desde los pequeños apuntes que realiza cuando disfruta de alguna actuación en directo- son interesantes los realizados
durante el Concurso Nacional de Arte Flamenco en Córdoba, al que asistía como invitado- a estudios ya elaborados en su taller. En su colección aparecen El Baile, el Cante, La Guitarra. Hay en todas éstas una presencia necesaria del dibujo que es el que le permite contar lo esencial de cada motivo. Los trazos en el aire se suceden cuando intenta modelar la expresión del baile, o en el Cantaor concentra toda la tensión en el gesto de las manos y de la boca -como si fuesen a desgarrarse sus cuerdas vocales- mientras vacía de forma los pulmones que se han de cargar de aire. Debo destacar una de las series más interesantes que ha modelado sobre este tema. Se trata del Apostolado Flamenco, son esculturas que a pesar del formato, -no alcanzan los treinta centímetros de altura- transmiten, sin embargo, una monumentalidad y una fuerza impresionante. Son verdaderos dibujos en el espacio, concentradas en lo esencial. Son esculturas ágiles, que nacen todas ellas en apenas una semana. Apostolado flamenco, 1990 Bronce. Col. Fund. Venancio Blanco Es de nuevo el creador, al servicio de la Idea, que fluye en su mente como un caudal de agua fresca y que ofrece sus manos maestras para definir con caricias –parafraseando el título de la serie modelada en barro en 1981, caricias romanas- lo que aquella le dicta. La naturaleza humana en general también capta la atención de Venancio. Siente enorme interés por el Desnudo, como ejercicio de análisis de las formas y máximo exponente de belleza. Realiza a lo largo de toda su vida, gran cantidad de dibujos tomados del natural en los que estudia a fondo la figura. Será, sin embargo, en la obra dedicada a la Música, donde se enfrente más directamente con la abstracción. Beethoven, Mozart, Häendel o Brahms, son algunos
de los grandes compositores a los que les ha dedicado a través de la plástica, su personal homenaje. Es una interpretación formal de lo que las distintas audiciones le han sugerido. En cada una de éstas, describe con maestra originalidad –a partir de la sucesión de elementos verticales y horizontales- cada uno de los tiempos de la Sinfonía. No hay, por tanto, en el recorrido de su obra dilema entre abstracción y figuración. Ambas cualidades van siempre unidas y son inseparables. La realidad nos presenta nos presenta formas, aparentemente “comprensibles, tangibles” pero que portan consigo un componente de abstracción que es el que las distingue y las individualiza. Por eso, cuando disfrutamos de la obra de Venancio podemos vislumbrar en ella, algo más que se esconde detrás de la superficie. Un gesto, una textura, el trazo intenso realizado con el carbón. Son los que convierten al dibujo o a la escultura en algo que trasciende la materia. Es lo que nos conmueve y nos emociona, nos transmite Verdad, Bondad y Belleza tres cualidades implícitas en cada una de sus piezas independientemente del tema que sean.
Novena Sinfonía de Beethoven, 2007 Bronce. Col. Fund. Venancio Blanco
Nuria Urbano Cambronero
Directora Fundación Venancio Blanco
CONSIDERACIONES SOBRE LA OBRA DE VENANCIO BLANCO
En una época difícil de crisis económica complicada para el arte además, porque conceptos como originalidad y autenticidad están en crisis, el nombre de Venancio Blanco suena precisamente a lo contrario, a equilibrio, solidez, a verdad. Su expresión artística es sinónimo de sinceridad en este momento actual en el que todo lo nuevo genera dudas y desconcierto. Los artistas que surgen son presas de la ocurrencia fácil y la superficialidad, amparados en demasía en los medios tecnológicos de hoy.
Venancio con los alumnos del Curso de Dibujo y Escultura en Bronce de Priego en 2013.
Por el contrario, este salmantino con casi un siglo a sus espaldas, acredita una coherencia en su trayectoria que se demuestra por el hallazgo de un lenguaje personal inequívoco, propio, reservado únicamente a los grandes artistas. Una de las cualidades más poderosas que cuenta el maestro es una evidente sensibilidad que como él mismo expresa, le permite estar atento a todo lo que le rodea, sentimiento que transmite a todos con los que comparte inquietudes y experiencias. Ésta especial forma de percibir la realidad le ha acompañado y le ha permitido “encontrarse”
cómodo sacando partido a técnicas y materiales que ya existían en la escultura, pero que no se habían interpretado como lo ha hecho él. Desde el entendimiento del DIBUJO, como el fundamento del arte, Venancio crea la escultura explotando todo el potencial material y procedimental de la cera primero y después del bronce. Sobre éste, como nos comenta el artista, con la pátina se realiza el último dibujo que experimenta la escultura. Pero la cera es la verdadera intérprete de la creación escultórica de Venancio. Si bien para otros escultores, simplemente constituye un paso intermedio obligado, previo al bronce en la fundición a la cera perdida, en cambio para él asume el papel protagonista. Con ella materializa la idea por medio de la técnica de construcción de planchas que va deformando y soldando a otros fragmentos de cera como los tubos o bebederos. Esta metodología que emplea Venancio para la creación de la escultura de pequeño y mediano formato, y que se convierte en su seña de identidad formal, es sustituida por las placas de escayola en Modelo de Juan Pablo II en el podemos apreciar el uso de la escultura de escala naturalo monumental, placas de yeso. Estudio del artísta, Madrid 2005. dado que la cera no posee la consistencia material necesaria. La placa de yeso sustituye a la de cera en estos formatos, pero el resultado es el mismo, dado que el artista en la escayola ha encontrado un soporte material con el que, como sucede con la cera, se encuentra a sí mismo.
Y es que lo religioso de la obra de Venancio no reside únicamente en lo evidente de la temática, este concepto también está implícito en piezas taurinas, en los retratos, cuando aborda el cante y el baile, la música, etc. Venancio les confiere a las esculturas una fuerza al tiempo de sentimiento, un equilibrio dentro de una dinámica y un ritmo únicos que adquieren sentido gracias a que son concebidos desde el dibujo. El dominio de la composición que demuestran sus obras no es gratuito, ha sido cultivado día a día en un ejercicio de disciplina, entendida como una forma de sentir y vivir la vida y no como una obligación.
Jose Antonio Aguilar Galea
Dpto de Escultura e Hª de las Artes Plásticas
Universidad de Sevilla
Profesor del Curso de Dibujo y Escultura en Bronce de Priego de Córdoba.
LA LITURGIA DE LA EXPRESIÓN EN LA OBRA DE VENANCIO BLANCO.
Hay tres pilares fundamentales en la obra escultórica de Venancio Blanco, a simple vista pueden parecer dispares pero sin duda están íntimamente unidos a la vida y al mundo expresivo del maestro: el arte sacro, el mundo de los toros y el flamenco. Estas tres vertientes creativas están unidas por lo que me gusta llamar “la liturgia de la expresión”, que tiene un denominador común y es que nacen desde el interior como un impulso vivido y sentido, que toma forma en la expresión plástica y nacen cuando el hombre se enfrenta a sus vivencias, a sus sentimientos, a su interior y aflora en ese ascetismo trascendente fiel a sus creencias profundamente arraigadas en su espíritu y las aflora con ese misterio expresivo desde su soledad y su destino. Esa misteriosa expresión que surge de su mundo taurino, hondamente vivido y recreado en la majestuosidad y la estética del toro en el campo o cuando se ensambla con la figura del torero durante la faena. Cuando el torero está solo ante su destino, de esa soledad nace la grandeza de su arte, donde él se entrega desde lo hondo de su sentimiento.
La muerte del toro bravo, 1988 Bronce. Col. Fund. Venancio Blanco
En el flamenco, el artista recrea y ahonda la expresión de hondura que envuelve al cantaor y lo enajena, cuando desde lo más profundo de su ser es capaz de arrancar “esos soníos negros…, que se le escapan a borbotones.. “(en el decir de Antonio Povedano). Se abre de par en par cuando surge el misterio de su desgarro y su soledad íntimamente vivida. Sus bailaoras, ancladas en la verticalidad y la elegancia de sus formas, nos hablan de la emoción que las transforma.
Bailaora, 2007 Bronce. Col. Patronato Lozano Sidro Ayto. Priego de Córdoba
Venancio Blanco es un hombre de profundas convicciones religiosas.- El mismo nos cuenta “.. de pequeño me enseñaron a rezar y rezando aprendí a dibujar: dos maneras de entender la libertad, dos maneras de hacer para ser libre y comprender el autentico sentido de la vida …”.
La obra Sacra de Venancio es prolífica; en ella se expresa su fé sincera, y él
mismo se considera un mero transmisor, que se hace preguntas y busca respuestas y ello en el lenguaje que un artista como él sabe hacerlo, con ese lenguaje que domina, sus dibujos y esculturas. Hay una obra singular y majestuosa que nos aporta la profundidad de su sentimiento y su expresividad, es su “Cristo yacente (1991), que desde la soledad de su trascendencia nos transmite esa vuelta a la vida..”. Venancio se transforma cuando nos habla de su Cristo yacente, sus gestos y sus silencios pueden más que sus palabras. En su escultura taurina las figuras de los toros de lidia, de los caballos con los garrochistas, de los toreros, aparecen muy pronto en la obra escultórica de Venancio Blanco, y no era por casualidad, Venancio había nacido en el campo salmantino (Matilla de los Caños del Río. Salamanca), donde su padre era mayoral de la ganadería de la familia Pérez Tabernero. Se crió y creció, junto a los toros en la dehesa y en su retina infantil, se marcarían para siempre las imágenes de esos toros de lidia que libremente pastaban y se criaban junto a esas majestuosas encinas del campo salmantino, donde eran conducidos por los vaqueros charros en sus caballos de anchas grupas.
Venancio trabajando en su taller
El proceso creativo es para cada artista algo personal e instranferible, ya se trate de escultores, pintores, toreros, etc..- Cada uno lo vivencia de una manera distinta y todos tienen en común esa lucha, esa zozobra por conseguir esa felicidad final y plena que todo acto creativo conlleva en su alumbramiento.- No siempre se logra, pero el verdadero artista (torero, escultor, etc), lo intenta una y otra vez como si fuera la primera y la última vez. Todos ellos conocen bien “ese toro difícil” de él nos habló recientemente Venancio Blanco, en los Encuentros en la Casa del Toreo de Córdoba. El escultor, el torero, etc. se enfrentan cada día a ese “toro difícil” del que nos hablaba Venancio, y dentro de esa autenticidad y honestidad, que caracteriza a los buenos Maestros, no van a descansar hasta conseguir la faena, la obra completa, que es lo que sin duda les llena de mayor felicidad. Todos los aficionados de los toros, sabemos que hay que rematar la faena en el momento justo, describir con palabras la emoción de la obra taurina de Venancio Blanco, nos resulta obviamente casi imposible, pero quien contempla con cierto detenimiento sus esculturas y grupos de faenas en bronce (gaoneras, molinetes, medias verónicas, trincherazos, etc.), queda profundamente convencido que para este escultor la tauromaquia no es algo circunstancial o postizo.- Para Venancio los toros y el mundo taurino es una cosa muy seria y trascendente, así cada vez que comienza una escultura sabe que está iniciando una faena singular y única que tiene que construir bien y de verdad para rematar sin duda de debida forma. Esa es la grandeza del toreo en los Maestros taurinos y la grandeza de la escultura de Venancio Blanco, enfrentarse a “ese toro difícil” y culminar la faena. El flamenco es sin duda un mundo expresivo muy profundo, nace de vivencias interiores que afloran con intensidad en momentos especiales, tanto en el canto como en el baile.
Como sentimiento, como expresión, la obra escultórica de Venancio Blanco, no podía estar ajena al mundo del flamenco, al flamenco sentido y vivido desde la autenticidad y la hondura. Ese mundo expresivo, pronto echaría raíces profundas en la obra de Venancio, ensamblándolo incluso a ese mundo tan suyo de las vivencias religiosas, cuando crea su “apostolado flamenco”, dando así trascendencia a ese sentimiento profundo del cantaor, inmerso en su soledad expresiva. Cante, s/f Dibujo sobre papel. Col. Fund. VEnancio Blanco
Decíamos al principio, que el flamenco, los toros
y el arte sacro, están unidos en la “liturgia de la expresión”, por esa exteriorización de las vivencias intimas y profundamente vividas.- En ese hermanamiento plástico, encuentra Venancio Blanco la razón de su ser creativo. Nadie como él se ha acercado a esa liturgia del misterio, a esa liturgia intimista que emana del fenómeno religioso, del flamenco y del mundo taurino como un todo expresivo.
Manuel Concha Ruiz
VENANCIO BLANCO EN CÓRDOBA
Este artículo trata de cómo el escultor Venancio Blanco, nacido en Matilla de los Caños del Río (Salamanca), se transforma poco a poco y por méritos propios en cordobés ilustre al ser proclamado “Hijo Adoptivo de Priego de Córdoba”. La conexión entre tan lejanas tierras, que hoy cristaliza en esta exposición antológica del escultor salmantino en Córdoba, se produce una mañana de los primeros días de Septiembre de 1944 cuando Antonio Povedano y Venancio Blanco (dos jóvenes procedentes del mundo rural cuyas limitaciones querían superar impulsados por la fuerza de su vocación) se encontraron en el vestíbulo de la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, entonces situada en el número 13 de la calle de Alcalá. Fueron conscientes de inmediato del paralelismo de su origen y de sus proyectos vitales: la amistad surgió sólida y profunda. Terminada la etapa de formación los caminos de ambos artistas se separaron, pero se mantuvo la amistad y por ella los contactos, el intercambio, las invitaciones mutuas. Venancio hace en Córdoba la segunda exposición individual de su carrera (Sala Municipal de Arte, 1954) y se prodiga en los años siguientes: Círculo de la Amistad, 1961 y 1964; Galería Atrium, 1974; Escuela de Artes, 1986; Museo Taurino, 1992; Plaza de Toros, 2004. En exposiciones colectivas su presencia es constante en Córdoba y provincia, destacando la serie sobre “El Flamenco en el Arte Actual”. La relación de Venancio Blanco con Priego se remonta a la década de los sesenta del siglo pasado pues su esposa, María Pilar Quintana, tenía familiares residentes en esta ciudad a los que visitaron en alguna ocasión. Pero a partir de 1990 la relación del escultor con la ciudad del barroco (en la que nació el gran escultor neoclásico
José Álvarez Cubero), va a iniciar una etapa larga y de gran intensidad, una etapa que ya dura un cuarto de siglo y que convierte a Priego en un lugar de referencia para el escultor salmantino y para los estudiosos de su obra. Invitado por Antonio Povedano, que impartía desde 1988 sus bien conocidos “Cursos de Paisaje”, Venancio pronuncia una conferencia sobre su obra “Vaquero Charro”, bronce de 3,5 metros de altura entonces recién instalada en Salamanca; y se encuentra con la sorpresa de que el Ayuntamiento de Priego acaba de poner en marcha un magnífico horno de fundición en su Escuela-Taller. Entrevistado por el periódico “Adarve”, hizo entonces un comentario enigmático para sus oyentes, pero diáfano para él: “Priego –dijo- es un pueblo inquieto y muy sensible, y estos valores van a obligar a muchas cosas; aquí se puede montar no solo un taller de fundición sino otros talleres que por desgracia se están perdiendo y hasta despreciando. Yo he querido durante muchos años montar un taller de fundición en la Escuela de Artes Aplicadas de Madrid y no lo he logrado, pero eso no es culpa del taller de fundición. Priego en cambio tiene mucho a favor: aquí hay una Escuela Taller y muchas inquietudes. Ahora bien, ¿cómo se le puede sacar rendimiento a una fundición? Yo me refiero a lo bonito que sería una fundición en Priego volcada hacia las necesidades culturales. Hay muy pocos escultores fundidores, yo no pensaría en una fundición para ganar dinero sino para preparar a gente joven en ese enriquecimiento cultural”. En los años siguientes se dan los pasos para que un “Curso de Dibujo y Escultura en Bronce” desarrolle todas sus potencialidades que se abren poco a poco en un una doble dirección: por un lado la enseñanza de las técnicas del dibujo y de la escultura en bronce; por otro la obra artística de Venancio Blanco que ha sido realizada en Priego o que ha nacido por influencia de sus vivencias en Priego. Veamos primero la labor docente realizada en Priego a lo largo de estos veinticinco años en esa especialidad tan difícil que es la escultura en bronce.
Desde las primeras décadas del siglo XX los artistas plásticos han demostrado que puede hacerse escultura con muy diversos materiales; pero si algunos artistas y algunos críticos han menospreciado el bronce ha sido por el sano deseo de apoyar la innovación, por afán de oponerse a lo de siempre o por mera claudicación ante las dificultades de la fundición, muy superiores a las que plantean los procedimientos para trabajar otras materias. El paso del tiempo y de los movimientos artísticos han demostrado sin embargo que el bronce, como el mármol, es un material artístico eterno y que las características que se combinan en el proceso de la escultura en bronce (desde la ductilidad de la arcilla hasta la dureza y durabilidad del bronce), hacen posible un resultado artístico casi indestructible. A pesar de lo cual la enseñanza de los procedimientos en estas materias casi se ha abandonado. Y de aquí proviene el valor del Curso de Dibujo y Escultura en Bronce de Priego. Venancio, que había aprendido en Roma en los años cincuenta las técnicas de la “fundición a la cera perdida” que después practicó en su propio taller, confesaba décadas después como hemos visto, que nunca le dejaron crear un taller de fundición en la Escuela de Artes en la que trabajaba. De hecho, hasta el año 1980 no consiguió impartir un curso completo de fundición en bronce; fue financiado por el Ministerio der Cultura y se celebró durante el verano en Peñaranda de Duero (Burgos); a este curso le siguieron otros cuatro con sede en Navas del Marqués (Ávila) y Salamanca, terminándose la serie en 1985. Hasta el hallazgo de la Escuela Taller de Priego en 1990, que poseía un horno de fundición de gran potencia, no se va a iniciar para Venancio una nueva etapa docente centrada en el bronce, pero esta dura ya 25 años. Resumimos a continuación su desarrollo. Los primeros tres cursos de Venancio en Priego fueron solo de dibujo y llevaban como título “El volumen en el paisaje”; ya en 1994 se introducen actividades de modelado en barro.
Colada de bronce, Priego de Córdoba 2013.
En 1995 se funden por primera vez algunas piezas y es el sexto curso (1996) el primero que se convoca ya con el título de “Curso de Dibujo y Escultura en Bronce” y con el compromiso expreso de que los alumnos podrán culminar el proceso completo de la fundición a la cera perdida. En 1998 (VIII Curso), Venancio completa el equipo que dará vida y permanencia al curso en todas las facetas de especialización: Luis M. García Cruz (Coordinador), José Antonio Aguilar Galea (Fundición) y Marta Campos Calero (Vaciado y Dibujo). A partir de este momento el curso alcanza una difusión nacional con asistencia de alumnos, casi todos universitarios o ya licenciados en Bellas Artes, procedentes de todas las regiones de España; incluso han asistido alumnos de venidos de Alemania, Italia, Francia y Marruecos. Se comprueba que el nivel del curso que Venancio y su equipo imparten en Priego, resulta cuanto menos igualable en calidad a los de las Facultades. Y en este punto, quiero destacar que junto a la enseñanza de la fundición “a la cera perdida” cuyos procedimientos se mantienen básicamente iguales desde la época dorada de la Grecia clásica, todavía tal vez no superada en escultura, el equipo
que dirige Venancio Blanco ha introducido modificaciones y nuevas técnicas que han sido investigadas y desarrolladas durante los cursos, técnicas que facilitan y mejoran los procesos de producción de esculturas en bronce y que han sido trasladadas de inmediatamente a los alumnos para su aprendizaje. Desde 2000 se convocan tres becas para jóvenes escultores que dejan a cambio una obra para el Patronato Municipal “Adolfo Lozano Sidro” que desde su creación en 1994 había asumido la organización y financiación del curso en el marco de la “Escuela Libre de Artes Plásticas de Priego de Córdoba”. Conviene reseñar que esta Escuela –“libre” por no ser “oficial”- ha organizado desde su inicio con el “Curso de Paisaje” de Antonio Povedano en 1988, otros cursos sobre Retrato, Grabado, Acuarela, Dibujo, Fotografía y Diseño, además del Curso de Escultura en Bronce que aquí analizamos, y que como profesores de estos cursos han pasado por Priego artistas que ocupan muchas páginas en las enciclopedias de arte español contemporáneo. En 2007, tras el XVII Curso, se realiza en la Fundación Gala de Córdoba, una exposición antológica de obras de los Cursos de Dibujo y Escultura en Bronce de Priego. Se demuestra en esta exposición que el Patronato “Lozano Sidro” posee obra suficiente para iniciar la creación de un Museo de Esculturas de Pequeño Formato, la mayoría procedentes de las becas otorgadas en los cursos, aunque también otras del propio Venancio Blanco, como la “Bailaora” que el escultor regaló al Patronato en 2008. En 2010 se crean y entregan por primera vez el “Premio Venancio Blanco” de Escultura y el “Premio Antonio Povedano” de Dibujo consistentes en un relieve en bronce, para los alumnos del Curso que a juicio de los profesores hayan destacado por su dedicación al trabajo y por la calidad de su obra en ambas materias. Todo está preparado para que en el verano 2014 Venancio Blanco, a sus 91 años gozosamente cumplidos, dirija en Priego su Curso de Dibujo y Escultura en Bronce
número 24. Será como cada año una fiesta del arte y una nueva demostración de que la escultura en bronce sigue siendo una técnica viva cuyos resultados son difícilmente superables por otros materiales. Son ya más de 400 alumnos los que han pasado por estos cursos y muchos de ellos siguen practicando e incluso se atreven a montar talleres privados en los que pueden fundir sus piezas. Me atrevo a decir que algún día, desde las Facultades de Bellas Artes o desde alguna alta instancia de la educación o de la cultura se tendrá que reconocer la importantísima aportación hecha por Venancio Blanco a través de estos cursos, a la enseñanza especializada de las artes plásticas en España. Pero, con ser mucho lo anterior, no es la labor docente el único enriquecimiento que para Córdoba y especialmente para Priego va a quedar del paso de Venancio Blanco por nuestra tierra a lo largo de esta larga etapa. Quisiera reseñar brevemente, como segunda parte de este trabajo cuanta ha sido la obra del este escultor que está inspirada o ha sido realizada directamente en Priego durante estos 25 años pues él mismo dice que los veinte días que pasa en esta ciudad cada verano y el contacto con los jóvenes alumnos le provocan un estado especial de creatividad. Por supuesto, no existe un registro específico para estas piezas, pero Venancio suele fechar y anotar el lugar de realización junto a la firma de sus obras. Y además, quienes le vemos trabajar cada verano y le oímos hablar, no podremos olvidar jamás el origen de algunas de sus obras tanto en el campo del dibujo como en el de la escultura. En 2001 la Diputación de Salamanca editó un volumen de 216 páginas titulado “Dibujos” y que contiene un total de 138 dibujos, todos ellos de Venancio Blanco. De los publicados en este lujoso libro, 36 dibujos han sido realizados en Priego y 25 de ellos llevan escrito el topónimo “Priego de Córdoba” junto a la fecha y la firma del maestro. Los temas de estos dibujos prieguenses de Venancio Blanco, son variados, aunque abundan las imágenes de caballos, retratos y flores.
También en 2001 la Fundación Eduardo Capa produjo una exposición antológica de Venancio Blanco en el Castillo de Santa Bárbara (Alicante), patrocinada por el Ayuntamiento de esta ciudad y por la Generalitat Valenciana; en el catálogo se dedican cuatro páginas a la labor docente del escultor en Priego y se reproducen varias obras aquí realizadas (pgs. 260, 266 y 276 a 279). En 2005 la Fundación “Nido-Mariano Rodríguez” de Salamanca editó un volumen de superlujo de 298 páginas en formato 30,5 x 30,5 cm. con láminas desplegables que llegan al tamaño de 59 x 30 cm. El título de la obra es “TAUROMAQUIA: Venancio Blanco” y presenta una amplia selección de la producción escultórica y pictórica de Venancio dedicada al mundo de los toros. En las páginas 146 y 204 aparecen trabajos sobre esta temática realizados en Priego: caballos y varios dibujos sobre la suerte de varas. También en 2005 la Fundación “Las Edades del Hombre” editó un catálogo de 304 páginas que contiene un extenso estudio de la Escultura Religiosa de Venancio Blanco y reproduce varios centenares de obras; entre ellas aparecen varias fechadas en Priego entre 1999 y 2001. A destacar que una de sus obras más complejas de los últimos años, la “Santa Cena”, de la que existen varias versiones en bronce, comenzó a crearse en Priego; los dibujos que aparecen en las páginas 246 a 249 de este catálogo dan fe de ello; incluso los primeros bocetos en pequeño formato ya en cera y alguna pieza en terracota se transportaron un verano desde Priego a Madrid al finalizar las actividades del Curso. Pero no es necesario acudir a libros y catálogos para encontrar dibujos y obras en bronce de pequeño formato en manos privadas de muchos cordobeses alumnos y amigos de Venancio ya que su generosidad le lleva a dejar recuerdos y hacer regalos con su propia obra; casi todos los alumnos que han pasado por sus cursos en Priego se han llevado un retrato hecho a lápiz por “el maestro” pues es un consumado dibujante que encuentra siempre, en la simplicidad de la línea, el parecido del modelo y la
hondura del espíritu que late tras lo puramente físico. Es bien sabido que el “Curso de Dibujo y Escultura en Bronce” comienza cada día con una sesión de dos horas de dibujo con modelo desnudo o con un grupo de músicos que tocan mientras los alumnos (y el maestro) los dibujan; y que cada año se hace una visita a la “Yeguada de Azores” donde intentan dibujar potros y caballos en plena naturaleza y con toda su movilidad, siendo difícilmente alcanzables los resultados tan estéticamente valiosos que “el maestro” consigue.
Venancio Blanco dibujando caballos. Yeguada Azores, Priego 2011.
En 2011, Venancio Blanco fue proclamado Hijo Adoptivo de Priego de Córdoba. La propuesta presentada al Ayuntamiento fundamentaba el nombramiento en los siguientes motivos: 1.- Que ejerciendo su profesión de escultor y profesor, ha prestado desinteresadamente especiales servicios a esta ciudad, que gracias a él, ha adquirido prestigio en el campo de las artes plásticas. 2.- Que a través de los veinte “Cursos de Dibujo y Escultura en Bronce”, ya impartidos en años sucesivos desde 1990 hasta 2010 bajo la organización del Patronato Adolfo Lozano Sidro, ha prestado servicios al municipio que determinan notable repercusión en beneficio de la cultura prieguense y de los muchos alumnos que han asistido a los mencionados cursos. 3.- Que en el
ejercicio de las artes y de las virtudes cívicas, se ha destacado especialmente entre sus conciudadanos. Por cierto, la exposición antológica que ahora se presenta en Córdoba también se gestó en una reunión que se mantuvo en Priego, en el verano de 2012, entre el Concejal de Cultura de Córdoba, Juan Miguel Moreno Calderón, el propio escultor y el autor de este artículo.
Miguel Forcada Serrano Concejal de Educación, Cultura y Patrimonio de Priego de Córdoba
LA IMPORTANCIA DEL DIBUJO EN PRIEGO DE CÓRDOBA.
Podríamos decir que la memoria de alguna manera posee la especial cualidad de “dibujar” aquello que fuimos, trazando y matizando ya el recuerdo propio o el imaginario colectivo de los hechos acontecidos. Sabemos también que todo hombre como tal recuerda y por tanto dibuja, es decir abstrae, sintetiza, dimensiona previamente a la acción, y cuando esta situación se produce en un plano artístico, dicha reflexión se materializa en la obra de arte. Intentaremos por tanto aquí hacer un sencillo esbozo dibujando al amparo de la memoria, para expresar lo que ha supuesto el recorrido docente de Venancio en Córdoba, y lo haremos con la seguridad de trazar nuestras líneas sobre la base sólida del largo camino andado, pero con la vocación de presente y la proyección de futuro que siempre le caracteriza. Por la vinculación profesional que algunos tenemos la fortuna de compartir con Venancio Blanco, en concreto a través de sus conocidos Cursos de Dibujo y Escultura en Bronce de Priego de Córdoba, estamos acostumbrados a dibujar con él, a establecer este peculiar tipo de relación personal mediante esta específica acción. Porque el docente en estos cursos se ejercita públicamente ante la mirada de los otros, sabiendo así que el dibujo se articula con verbo en tiempo presente, teniendo mucho más de práctica de una actitud vital, libre y personal ante todo, que de doctrina estética concreta, susceptible de transmisión verbal alguna. Tiempo presente cada verano de nuestro curso para la acción sobre Clase de dibujo con música en Priego 2013 el papel, un espacio compartido, y al decir presente
también diremos que en plural por el hecho de dibujar todos en un espacio compartido, reconociendo el enorme privilegio que supone poder tratar al escultor en su verdadero medio, entre, carbones, grafitos, alumnos, profesores, modelos, en ocasiones alguna. ocasiones caballos, músicos y amigos, muchos de los mismos como él definió gentes de Priego. Por tanto dibujaremos también hoy con él desde este texto, porque al igual que en nuestro curso dibujando para nosotros dibujamos para todos, y con todos. Dibujar siempre, dibujarlo todo que diría Ángel Ferrant, y estar atento como menciona nuestro maestro Venancio, ya que dibujar es el medio y es el único fin posible, puesto que también la escultura, como la belleza y el recuerdo, son dibujo. Nuestra acción por tanto con Venancio Blanco es algo natural, sin secretos, consustancial para él y para muchos de nosotros, fácil en tanto que se ha tornado cotidiano cuando está presente. Pero dibujar con Venancio es algo bien distinto de dibujar a Venancio, realizar algo parecido a su retrato con el trasfondo de Priego es tarea compleja, tanto por lo prolongado del vínculo entre ambos, como por el volumen y riqueza de su labor. No obstante intentaremos simplificar un pequeño bosquejo, apunte rápido diríamos, en al menos unas someras líneas, que puedan orientar a quienes no le conocen. Nuestro esbozo de retrato deberá ser preciso a la vez que abierto, igual que sus esculturas, dotado en uno de espacio y solidez, y con la única certidumbre en el comienzo de que deberá llevar la selección de aquellos colores y formas que nos permitan expresar conceptos como la claridad de la coherencia, la proporción de lo humano junto al enorme rigor técnico, la permanente innovación o la superación desde el entusiasmo. Formas o colores muy poco usuales hoy en día, carbón y creta sobre nuevo y sencillo papel gris, para trazarlo siempre rodeado por los alumnos, asistiendo a todo un discurso profesional vivo, abierto y compartido, a todo un verdadero patrimonio por aprehender.
Podríamos claro está dimensionar sencillamente haciendo recuento de lo que a buen seguro han sido ya unos cuantos miles de dibujos hechos, pero sencillamente mencionaremos que han sido ya más de 20 cursos en la llamada Escuela Libre de Priego de Córdoba, intentando que poco a poco vayan quedando los trazos sobre el papel, seguros de que la línea a utilizar por tanto no es sino claramente continua, matizada pero segura, y aunque todo dibujo tiene siempre incierto comienzo, a base de luces, sombras, manchas y nuevas líneas definitoria globalmente de una personalidad volcada en la creación y la enseñanza. Labor generosa hecha a trazo continuo que le define tanto como su propia obra artística, especialmente dentro de un cíclico lapso de tiempo en Priego, y aunque también allí se determinaran significativos hechos plásticos concretos del conjunto de su obra, suponiendo para él este curso una especie de granero de ideas con las que Venancio regresa siempre a su estudio madrileño. Nuestro dibujo por tanto aunque continuo y suelto deberá ser nutrido, denso y de limpia riqueza. Por tanto para “encajar” a nuestro escultor desde el marco de su curso de Priego, diremos que es Venancio un particularísimo hombre fundido de una sola pieza, seguramente por esto mismo resorte fundamental para comprender la ubicación de Córdoba y de Priego en el ámbito escultórico actual, y como consecuencia, uno de sus resultados inmediatos es que dentro del panorama de la docencia escultórica, el curso que dirige se constituye como el decano por su ininterrumpida trayectoria entre todo el panorama nacional. Habiendo ya concurrido alumnos de todas
Apunte de retrato, Priego 1996. Venancio Blanco
nuestras comunidades autónomas y poco a poco de dentro y fuera de la Comunidad Europea, así como profesorado invitado de Facultades de Bellas Artes procedentes de las Universidades de Tenerife, Valencia, Barcelona, Granada, y muy especialmente
Sevilla, con la que se posee un convenio. Todo un verdadero patrimonio inmaterial por analizar y como ya hemos señalado y un fresco casi imposible de resumir aquí. Acerca de toda esta andadura debemos señalar, para ir tramando desde el principio nuestro dibujo, que ya se habían tenido como predecesores otros cinco cursos que se desarrollaron en tierras castellanas hasta mediados de los ochenta, en los que también intervino su hermano Juan Blanco, cursos estos que confluyen de alguna manera con la posterior labor de difusión paisajística arrancada en 1988 por su amigo el pintor Antonio Povedano, a la que poco después se suma Venancio, quedándose ya desde entonces como un valor estable en nuestro sur cordobés, y seguramente siendo hoy posiblemente el más valioso de sus activos. Y todo esto sencillamente como complemento a la labor docente paralelamente realizada en las Escuelas de Artes y Oficios, amén de otros cursos y seminarios impartidos en diversos ámbitos como los Cursos del Escorial o la Facultad de Bellas Artes de Madrid, o su importantísima labor como Director de la Academia de España en Roma. Verdaderamente una labor docente impresionante, generosísima en su vocación, de trazos contrastados y decididos, de una rotundidad sin efectismos, y en la que es de justicia colocar la provincia de Córdoba en un lugar especialmente significativo, como él mismo hace siempre por propia decisión. La ligazón entre Priego y Venancio es absoluta, y por tanto así deberemos dibujarlos y trascenderlos. Bajo su magisterio hoy se compagina siempre el dibujo con la escultura, característica y seña de identidad especialmente diferenciadora del curso prieguense. La labor en el terreno del dibujo ha abarcado desde la sencilla naturaleza muerta o la copia de vaciados en yeso, el apunte de modelo, el dibujo en el taller, incluso también sobre la propia cera, o bien dentro del entorno natural. Los cuatro conceptos fundamentales hacia los que se ha enfocado la enseñanza en este apartado dibujístico han sido: el apunte del natural y el retrato de un lado, y de otro el tema del caballo y la música, introducidos los dos últimos como contrapunto
de los primeros. Los soportes, formatos y técnicas siempre han sido de libre elección y han abarcado desde los procedimientos más sencillos como el carbón o el grafito, hasta los actuales soportes digitales.
Sesión de dibujo en el patio de la Casa Museo de Adolfo Lozano Sidro, 2008
Pocos son los alumnos que no han sido a su vez dibujados por él, “la ficha” la suele llamar él. Hecho este definitorio de su incansable actitud y vocación comunicadora, compartiendo con todos al menos un momento personal pese a que jamás le hemos visto evitar una sola pose de modelo, realizando en no pocas ocasiones incluso apuntes durante los descansos. Y es que cuando Venancio llega a Priego lo transforma todo y se transforma él mismo, y si como Robert Walser describe no existe un verdadero aprendizaje si no se produce una transformación profunda, es en Priego donde podemos dar mejor constancia de ello. Porque es allí donde mientras dibujamos la cera se transforma en metal, el fuego se hace escultura y la vivencia se torna de imborrable trazo. Todo ello acrisolado durante veinte días tradicionalmente de agosto, en que cada año vemos en el rostro de Venancio una ilusión renovada difícil de olvidar, que sin querer contagia, porque apenas llega sabemos que entre los jóvenes le muda el semblante y juraríamos que hasta le cambia la voz. Sus alumnos y conocidos, sufrimos también junto a él un sustancial cambio de estado. Proceso que se ha descrito en otro texto por José Antonio Aguilar como una aleación, algo que lógicamente no debe extrañar en un entorno donde tanto se propicia el bronce.
Delimitando ahora el plano de la escultura, la ingente labor docente hecha ha abarcado tanto el modelado, el vaciado, y como una extensión del mismo la fundición. El primero de estos se ha abordado con arcilla y con escayola, pero especialmente con cera, campo en el que se puede decir que Venancio Blanco es el mayor referente escultórico en la actualidad. Nadie como él ha empleado tanto y con tanta destreza esta disciplina, y por tanto es lógico comprender que el simple hecho de verlo trabajar en directo con esta materia ya es toda una lección por asimilar. Venancio Blanco en el Curso de Dibujo y Escultura en Bronce, Priego 2013
La construcción por planchas de cera permite un planteamiento rápido y libre de ataduras como el peso, la estabilidad del material, la eliminación de agarres o huecos, que llevados a la fundición, resuelven la escultura con un amplísimo repertorio en cuanto a lenguaje formal a elegir, permitiendo no solamente modelar sino vaciar, soldar, pincelar, plegar, derretir, grabar o pulir, entre un sinfín de operaciones entre las que Venancio es un verdadero maestro, llegando incluso a interpretar como definitivos los elementos desechables del proceso como bebederos, respiraderos, mazarotas, etc, al asimilarlos como partes integrantes de sus obras. En el campo de la reproducción escultórica, para Venancio el vaciado clásico en escayola supuso una disciplina a conservar y difundir, consciente de su complejidad de aprendizaje y valor procedimental, cada vez menos conocido, pero sin descartar nunca los actuales moldes de silicona en sus diferentes aplicaciones. En el plano de la fundición artística, el trabajo que se viene realizando en Priego sencillamente sitúa a esta localidad a la vanguardia de tal disciplina, conjugando el saber acumulado por un hombre que comenzó su andadura en este terreno nada me-
nos que en los años cincuenta, con la innovación técnica y estética más novedosa, actualizada en el primer plano de la investigación proveniente de las Facultades de Bellas Artes, aspectos por tanto innovadores por los que Venancio siempre se ha mostrado receptivo, utilizándolos y potenciándolos personalmente. Pese a la dificultad añadida que supone una disciplina tan compleja técnicamente como la fundición, se ha venido trabajando ésta tanto a la cera perdida principalmente,
Cera en proceso. Venancio Blanco, Priego 2005
como la de modelos desgasificables en porespán. Aplicando diversidad de aleaciones de bronce y aluminio. La macro y microfusión con técnicas que van del moldeo tradicional con escayola y chamota, el moldeo con arena química, o diversas variantes de lo que hoy denominamos cáscara cerámica. Posiblemente esta confluencia de tradición y renovación técnica durante el curso es la que ha hecho que el procedimiento que más define el curso sea el molde mixto de cáscara más picadizo o chamota. Podemos decir que auspiciados por Venancio hemos utilizado el metal para construir con soldadura, patinar, fundir, o incluso empleando coladas con derrames controlados a la manera de driping, y siempre desde el asombro ante la belleza que la utilización directa de la metalurgia produce en cuantos la asisten. Un verdadero espectáculo de color donde el fuego y la materia pugnan, confluyendo en un esfuerzo recompensado con un poder transformador tal, que resulta difícil de comprender para quién no lo ha vivido y lo ha palpado al menos por una sola vez.
El rojo, el ocre, el negro, son también colores a incorporar a nuestro dibujo, porque pertenecen al momento del fuego, que es cuando se pone a prueba todo el trabajo, las expectantes caras goyescas de cuantos esperan ver su obra en bronce así lo dicen, justo unos instantes antes de la sorpresa del desenlace: la colada. Tras el calor y la ceniza el regalo de la escultura en bronce está servido, hecha realidad la verdad de la escultura es indescriptible, y quedará grabado como un aguafuerte en la retina de todos.
Descere de cáscara cerámica y colada de bronce, Priego 2012.
Con nuestro dibujo pretendemos buscar la verdad siempre dentro de las cosas, buscar a la manera de Marco Aurelio la identidad última de Venancio dentro de si mismo, captando su personalidad y psicología propias, o dentro de nuestro curso, en su raíz más profunda, y pese a que su ser y su obra son por encima de todo castellanos, y por encima de que su formación está vinculada a Roma, también se nos ocurre que el maestro paradójicamente algo pudiera tener de griego. Posiblemente como describe Indro Montanelli en ese poner el acento esencialmente en el dibujo, en la geometría de las formas con las que la razón y la vida se entienden mejor, y en la predilección constante por la belleza y la escultura.
Finalmente pienso que este dibujo imposible de Venancio, tan complejo de asir por la falta de objetividad que impone el aprecio, deberá con seguridad parecerse obligatoriamente a un árbol, uno singular en su espacio y en su forma, abierto y bien sustentado en su raigambre, quizá un roble o mejor una encina. Y tal vez esta sea la mejor imagen, la del árbol como el mejor ejemplo posible para el dibujo y para la escultura, el “árbol de fundición”.
Luis M. García Cruz.
Vicedirector
de la Escuela de Arte Dionisio Ortiz de Córdoba.
Profesor del Curso de Dibujo y Escultura en Bronce
de Priego de Córdoba.
CATÁLOGO
Sinfonía, 2002 Aluminio, 140x85x63cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Santa Teresa, 1997 Bronce, 168x86x60cm. Col. Fundación Mapfre
San Pedro de Alcántara, 1962 Bronce, 171x60x32cm. Col. Fundación Rodríguez Acosta
Sagrada Cena, 2001 Bronce, 118x350x135cm. Col. Fundación Mapfre
Sagrada Cena, 2001 (Detalle)
Cristo que vuelve a la vida Nº1,1991 (Detalle)
Cristo que vuelve a la vida Nº1,1991 Madera de pino, 70x222x91cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Bailaora romana, 1996 Bronce, 81x46x43cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Muerte del toro bravo (2ªversión), 1986 Bronce, 18x30x15cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Piano Nº2 “Concierto”, 2007 Bronce, 64x38x24cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Sinfonía, 2007 Bronce, 55x27x30cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Requiem de Mozart, 1979 Bronce, 53x28x22cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Boceto para el Monumento El Espíritu de Castilla, 2007 Acero corten, 150x50x58cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Anunciación, 1997 Bronce, 98x42x31cm. Col. Fundación Mapfre
Virgen con el Niño, 1997 Bronce, 95x38x33cm. Col. Fundación Mapfre
Cristo en la Cruz, s/f Escayola, 271x166x43cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Cristo en la Cruz, s/f (Detalle)
Manolete, 1973 Bronce, 110x60x40cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Toro, 1974 Bronce, 78x100x60cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Cisne, 2007 Bronce, 111x110x90cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Tamborilero, 1973 Bronce, 78x30x23cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Caballo brioso, 1992 Bronce, 52x51x26cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Isabel la Católica, 1969 Bronce, 74x63x35cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Pastor, 1987 Bronce, 70x24x28cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Juego en el mar, 1992 Bronce fundido a la cera perdida, 65x38x25cm Col. Fundación Venancio Blanco
Así quedaron los molinos…, 2005 Bronce, 51x26x27cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Novena sinfonía de Beethoven, 2007 Bronce, 41x65x24,5cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Mujer del espejo, 1973 Bronce, 90x50x53cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Reposo, 1975 Bronce, 94x135x77cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Torero “el Mejor”, 1974 Bronce fundido a la cera perdida, 42x25x15cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Portagallola, 2007 Bronce fundido a la cera perdida, 37x25,5x29cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Torero con capote, 1966 Bronce, 88x35x30cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Cabeza de Juan Belmonte Nº5, 1971 Bronce, 36x43x35cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Gaonera, 1970 Bronce, 28x35x37cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Tauromaquia Nº2, 1992 Bronce, 28x37x31cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Tauromaquia “Triunfo”, 1989 Bronce, 27x45x26cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Pureza, 1974 Bronce,58,5x27x20cm. Col. Fundación Venancio Blanco
Venancio Blanco Martín nace en 1923 en Matilla de los Caños del Río (Salamanca). Estudia en la Escuela Elemental de Trabajo y en la de Artes y Oficios Artísticos de Salamanca. De 1943 a 1948 cursa estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Viaja a Italia en 1959 con una beca de la Fundación March para adquirir conocimientos sobre la fundición artística en bronce. Ha sido galardonado con diversos premios nacionales e internacionales: Premio Nacional de Escultura (1959), Primera Medalla de Escultura de la Exposición Nacional de Bellas Artes (1962), Gran Premio de Escultura en la V Bienal de Arte de Alejandría (Egipto), Medalla de Oro de Escultura en la IV Bienal de Arte Sacro de Salzburgo, Medalla de Oro de la X Exposición “Las Artes en Europa” de Bruselas, Primer Premio de la Exposición Internacional “La caza” (Museo Nacional de Bellas Artes de Budapest), Premio de las Artes de Castilla y León 2001. Ingresa en 1977 como académico de Número en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1981 es nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Pertenece además a las siguientes Academias: Pontificia e Insigne Academia Artistica dei Virtuosi al Panteon de Roma, Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid. Es uno de los artistas españoles que, partiendo de las formas tradicionales, ha renovado la escultura religiosa contemporánea incorporando un nuevo lenguaje plástico a través del bronce. En el año 2002 se inauguró el Museo de Escultura Religiosa que lleva su nombre, en la Sede de la Fundación Mapfre en Madrid, que incluye una colección de piezas que el artista concibió expresamente para dicho lugar por encargo del grupo Mapfre. En 2007, realiza la escultura Formas para el espíritu de Castilla, para la nueva sede de las Cortes de Castilla y León en Valladolid. En el año 2009, recibe la Medalla de Oro de la Provincia de Salamanca. Junto a su trabajo como escultor, hay que destacar una ininterrumpida labor docente. Ha ejercido la enseñanza en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid como profesor de modelado. Años de experiencia en el campo de la fundición artística han servido para transmitir sus conocimientos en diversos cursos orientados a alumnos de Escuelas de Artes Aplicadas y Facultades de Bellas Artes. Sus obras figuran en diversos Museos y colecciones particulares de España y del extranjero. Destacando, entre otros: MNCARS, Museo Vaticano, Museo del Cairo, Museo Middelheim.