VIVIANA CORCUERA NOS ABRE LAS PUERTAS DE SU ESPECTACULAR APARTAMENTO EN BUENOS AIRES

Fue «Miss Argentina» en 1964, y poco después, por amor, se mudó a México VIVIANA CORCUERA NOS ABRE LAS PUERTAS DE SU ESPECTACULAR APARTAMENTO EN BUEN

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Fue «Miss Argentina» en 1964, y poco después, por amor, se mudó a México

VIVIANA CORCUERA NOS ABRE LAS PUERTAS DE SU ESPECTACULAR APARTAMENTO EN BUENOS AIRES

Está ubicado en uno de los monumentos históricos de la capital argentina: el edificio Kavanagh, emblema mundial del «art déco» Considerada una de las mujeres que mejor representa el «savoir vivre» a la mexicana, Viviana adquirió el inmueble en 1990 junto con su esposo, Enrique Corcuera y García Pimentel

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ENÍA veintitrés años cuando, en 1968, conoció al hombre que cambiaría su vida, Enrique Corcuera y García Pimentel, descendiente de una de las familias con más abolengo de México. Cuatro años antes había ganado el título de «Miss Argentina», que la posicionó como una de las mujeres más espléndidas de su época. El flechazo fue inmediato y la propuesta de matrimonio no tardó en llegar. Viviana dejó todo en su Argentina natal y se instaló en Ciudad de México para iniciar una vida junto a un hombre que pasaba sus veranos en el barco de los condes de Barcelona y recibía a figuras como el Sah de Persia en su residencia de Acapulco. La vida de la bella argentina cambió de un día para otro junto a Enrique Corcuera: asistencia perfecta en todos los gran(SIGUE)

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Viviana, en un rincón de su apartamento bonaerense, junto al retrato que en 1975 le pintó el artista cubano Pedro Menocal. La guapa ex «Miss Argentina» luce un «tailleur» de alta costura52de Chanel color rojo carmín, broche de espigas de plata de la misma marca y blusa en seda

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«Soy muy social y me encanta estar rodeada de gente, aunque adoro estar en familia, compartiendo los maravillosos momentos que me ha tocado vivir» des bailes de la nobleza europea, vacaciones de invierno en St.-Moritz y Gstaad, almuerzos con el príncipe Rainiero y Grace Kelly en la Marina de Montecarlo, anfitriones de Aristóteles y Jackie Onassis, huéspedes de Frank Sinatra y Henry Kissinger… Una existencia llena de privilegios, pero también de buenas obras: Viviana siempre estuvo muy activa en una infinidad de labores de beneficencia. Y desde que su marido murió, en 1999, se involucró de lleno en actividades de acción social: participó en política en México y hoy se desempeña como vicepresidenta del Museo de Arte Popular, una institución que honra a la artesanía popular y fomenta su preservación. Madre de tres hijos (Luis, Viviana y Enrique) y abuela de seis nietos, hoy Viviana es una de las mujeres que mejor representa el «savoir vivre» a la mexicana. Sin embargo, la nostalgia por sus raíces la lleva a pasar largas temporadas en su Argentina natal. En Buenos Aires tiene un espléndido departamento, decorado por Minnie Firpo, de Peralta Ramos, quien, con la colaboración de la propia Viviana, logró espacios que definen muy bien la personalidad de la argentina más famosa de México. Durante su última visita a Buenos Aires, abrió en exclusiva para ¡HOLA! las puertas de su departamento en el edificio Kavanagh. Piezas de arte francés, inglés, veneciano y chino dan la bienvenida a un hogar en el que se destacan coloridas artesanías mexicanas, fina platería criolla y piezas únicas del arte virreinal peruano. En un gran «hall», cubierto con delgadas tiras de espejo, Viviana confiesa: «Me encanta estar en Buenos Aires, admirar los jacarandas desde mi ventana y pasar unos días en la pampa húmeda». Alta, rubia y dueña de una belleza única, Viviana Dellavedova de Corcuera nació en Firmat, provincia de Santa Fe, y hasta el día de hoy mantiene el «charme» que la (SIGUE)

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Viviana posa, junto a estas líneas, con un «tailleur» y joyas de Chanel, momentos antes de recibir invitados en su departamento del Kavanagh. A la izquierda, el comedor, decorado por Minnie Firpo, de Peralta Ramos, quien, con la colaboración de la propia Viviana, logró espacios que definen muy bien la personalidad de la argentina más famosa de México. Cuenta con piezas de arte francés, inglés, veneciano y chino, así como fina platería criolla y piezas únicas del arte virreinal peruano

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Piezas de arte francés, inglés, veneciano, chino y del virreinato peruano dan la bienvenida a su hogar, en el que no faltan coloridas artesanías mexicanas Apasionada de la porcelana china, cada vez que viaja a Buenos Aires busca piezas para completar su colección turquesa de perros de Fo de la dinastía Qianlong convirtió en uno de los referentes sociales de México. Por eso, el primer número de la edición azteca de la revista «Vogue» estuvo dedicado a ella y a la actriz María Félix. —¿Qué significó para usted convertirse en «Miss Argentina»? —Significar es quizá un modo de interpretar las cosas, porque creo que con el transcurso de los años cambian las formas, pero no así el fondo. Haber sido elegida «Miss Argentina» significó una gran responsabilidad, ya que tuve que representar a mi país ante el mundo. Y desde entonces me he dado cuenta de la importancia del «deber ser». Es así que, día a día, me aferro a la voluntad, esa con la que se expresa el ánimo de vivir como se debe. —¿Dónde y cuándo conoció a su marido, Enrique Corcuera? —Lo recuerdo muy bien, con gusto y cariño: fue el veintiocho de noviembre de mil novecientos sesenta y ocho, en el Club de Golf Chapultepec de Ciudad de México. Desde que lo vi quedé encantada con su caballerosidad y simpatía. Porque, además de ser muy buen mozo, era sumamente culto y educado. —Cuéntenos un poco sobre esta casa. ¿Cuándo decidió comprarla? ¿La atrajo el hecho de que estuviera en un edificio como el Kavanagh? —Enrique y yo compramos este departamento en mil novecientos noventa. Recuerdo que desde que era chica me impresionaba mucho. Cada vez que pasaba por su puerta le decía a mi madre lo ma(SIGUE)

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Viviana, con un modelo de alta costura de Christian Dior de la colección otoño-invierno 1973, posa en el impresionante «hall» de la casa, con delgadas filas de espejos y cómodas Luis XV. Apasionada de la porcelana china, cada vez que viaja a Buenos Aires busca piezas para completar su colección turquesa de perros de Fo de 56 la dinastía Qianlong (1736-1795)

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La habitación de Viviana refleja a la perfección su personalidad. Destaca una alfombra «petit-point» que compró en uno de sus viajes a Portugal. Abajo, las sillas de la sala de estar son inglesas y fueron tapizadas en muaré de seda natural. Los grabados, también ingleses, datan del siglo XVIII. Las telas que se utilizaron para este ambiente son diseño de Alberto Carvallo. Las mesitas de luz, en estilo victoriano, decoradas con lámparas de alpaca y portarretratos familiares, las compró Corcuera en uno de sus paseos por San Telmo. Sobre estas líneas, durante su coronación como «Miss Argentina 1964». La banda le fue colocada por María Victoria Bueno, quien ocupara el mismo puesto dos años atrás. A la derecha, vestida de Emilio Pucci, junto a su marido, Enrique Corcuera

«Cuando decoro mis casas, me gusta hacerlo con piezas de finales del siglo XIX, un período en el que el romanticismo se ins14 taló de nuevo en la decoración» 58

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Durante su visita a Argentina, Corcuera no quiso dejar de pasar unos días en la pampa, por lo que se instaló en Villa María, la hacienda que perteneció a su gran amiga Eleonora Nazar Anchorena. Con «blazer» en cachemira de Giorgio Armani y un poncho celeste con grecas beige al hombro, Viviana pasea por el campo de Villa María

«La elegancia refleja la discreción y busca siempre el refinamiento. Creo que una mujer elegante es aquella cuyo conjunto contribuye a la perfecta armonía»

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ravilloso que era, veía el «lobby» y sentía una atracción muy especial. Por eso, cuando lo compramos, fui muy feliz. Siento mucho no venir tan seguido a Buenos Aires para poder disfrutarlo más, porque aquí pasé largas temporadas con mi familia y seres queridos, y gocé la historia tan romántica y triste de Corina Kavanagh, una mujer que por amor mandó construir una obra maestra que ahora es considerada monumento histórico en la ciudad de Buenos Aires. —¿Siempre se ocupa en persona de decorar sus casas? —Sí, 60 y me encanta hacerlo. Soy,

quizá, una arquitecta o decoradora frustrada. Mis hijos me dicen que tengo el «mal de la piedra», porque siempre estoy construyendo y decorando algo nuevo en mis casas. —¿Cómo definiría usted su estilo en decoración? —Soy una fanática de las piezas de finales del siglo XIX, un período en el que el romanticismo se instaló de nuevo en la decoración. Por eso, cada vez que puedo, busco piezas que pertenecieron a la España de Isabel II, a la Francia de Napoleón III o la Inglaterra de la Reina Victoria. —Se ve que lleva una gran vida so-

cial cada vez que viene a Buenos Aires. —Siempre fui igual. Y así soy yo, ¡social! Así me tocó vivir, y me encanta estar rodeada de gente. Ha sido mi mundo por muchos años, aunque debo confesar que adoro estar en familia, viviendo y compartiendo con mis hijos y mis nietos los maravillosos momentos que me tocó experimentar. —¿Qué es lo que define a una mujer elegante? —La elegancia refleja la discreción y busca siempre el refinamiento, por lo que estoy convencida de que vale mucho más la pena pagar un modelo original de Chanel que

varias copias de baja calidad de otras marcas en Galeries Lafayette. Creo que una mujer elegante no es solamente la que va bien vestida, sino aquella cuyo conjunto contribuye a la perfecta armonía. Texto y producción: RODOLFO VERA CALDERÓN Fotos: IGNACIO ARNEDO y SEBASTIÁN ARPESELLA Estilismo: VICTORIA MIRANDA Maquillaje: PATRICIA CELLI para SEBASTIÁN CORREA, con productos LANCÔME Peinado: CRISTINA CAGNINA para STAFF CERINI Agradecimientos: ESTANCIA VILLA MARÍA

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