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XI Foto: Tomás Castelazo, Sahuaro en flor / wikimedia.org II OASISAMÉRICA 9 10 8 4 5 Río V erde 7 1 6 2 Fuente: Elaboración de Ricardo

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XI Foto: Tomás Castelazo, Sahuaro en flor / wikimedia.org

II

OASISAMÉRICA

9

10

8

4

5

Río V erde

7

1

6

2

Fuente: Elaboración de Ricardo Mirones, con el asesoramiento de José Luis Moctezuma.

Familia YUTO-NAHUA / UTO-AZTECA 1 Cora 2 Huichol 3 Pápago 4 Pima bajo 5 Tepehuano del Norte 6 Tepehuano del Sur 7 Tarahumara 8 Guarijío 9 Yaqui 10 Mayo

Lengua Independiente SERI

Lengua Independiente KIKAPOO

Familia YUMANA Cucapá Kumiai (Diegueño) Kiliwa Pai Pai

L E Y E N DA

3

9

Río nde

Gra de S go

antia

MÉXICO

EE.UU.

OCÉANO PACÍFICO

Río Balsas

Mapa XII.1  Familias lingüísticas y lenguas indígenas en Oasisamérica

Río

lva ija Gr

GOLFO DE MÉXICO

GUATEMALA

0 500 Miles 0 500 KM

Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina

CAPÍTULO XII oasisamérica

931

José Luis Moctezuma Zamarrón

Aspectos generales Desde el punto de vista arqueológico, secundado por la antropología social y la etnología, se han definido dos áreas culturales en lo que actualmente es la república mexicana. Por un lado, Mesoamérica, el área más estudiada, y por el otro, lo que se ha llamado Oasisamérica, conocida también como Aridoamérica, la Gran Chichimeca y el Gran Noroeste, en contraposición con el Gran Suroeste (de Estados Unidos), acuñado por la antropología norteamericana. La diferencia entre estas dos áreas se ha basado en varios aspectos, de los cuales solamente mencionaremos algunos. En primer lugar, la organización social, más compleja en el área mesoamericana. El segundo elemento es el maíz, como parte del sistema económico y ritual de los grupos indígenas de lo que actualmente es el centro y sur de la república mexicana, mientras que en la otra zona este cultivo no tuvo el mismo peso en el sistema económico, aunque en algunos grupos sí ha sido un elemento ritual importante, sobre todo en los grupos serranos de la familia Yuto-nahua. En tercer término está la matriz territorial y política en ambos espacios. El pueblo en el área del centro y sur de México, y la ranchería hacia el norte de México, caracterizada por no tener un centro político ni religioso y por una dispersión sin aparente estructura entre los solares en donde se encuentran las casas-habitación, además de no poseer una compleja estructura jerárquica en su sistema político y religioso. Como región cultural, la franja norte de la república mexicana ha sido tradicionalmente considerada parte de Oasisamérica, aunque en realidad es un complejo sistema de culturas, lenguas y regiones que no presenta la homogeneidad de los principales elementos que caracteriza lo que se ha conocido como Mesoamérica. Sierras, desiertos, valles y costas forman parte de esta extensa y, muchas veces, agreste región, con sistemas lingüísticos, culturales, políticos y económicos muy diversos entre sí, al menos si nos basamos en la diversidad que significa la presencia de cuatro familias lingüísticas, sin relaciones genéticas cercanas, como sí sucede con la mayoría de las lenguas del área mesoamericana. Su complejidad y la poca investigación a la que han sido sujetas ha generado la idea de que forman parte de un mismo sistema cultural, situación que se ha venido modificando en los últimos lustros, gracias al trabajo de antropólogos, arqueólogos, lingüistas y otros estudiosos de las ciencias sociales, quienes han cuestionado las añejas afirmaciones sobre la forma en que se ha caracterizado esta heterogénea región. Por otro lado, el contacto con grupos de lo que actualmente es la Unión Americana ha permitido comparar aspectos en común, sobre todo porque algunos de los grupos son binacionales, estando en su mayor parte ubicados en lo que se ha conocido, desde la perspectiva académica norteamericana, como el Gran Suroeste. Hay que recordar que varios de los estados fronterizos formaban parte del territorio mexicano hasta mediados del siglo xix, precisamente donde se encuentran asentados grupos indígenas pertenecientes a las familias Yuto-nahua, también conocida como Yuto-azteca, y Yumana.

Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina

Demografía A lo largo de la historia de esta región, han sucedido varios acontecimientos que dieron como resultado la desaparición de varias lenguas y familias lingüísticas, de la época colonial a nuestros días. Al mismo tiempo, los aumentos y retrocesos en el número de hablantes de las lenguas habladas hasta el presente han modificado las estadísticas de cada grupo, por supuesto relacionadas con fenómenos sociolingüísticos de diverso tipo. Para el noroeste de México existen algunos datos del número de hablantes a la llegada de los españoles a esas regiones, si bien las epidemias diezmaron a los indígenas antes de los primeros contactos físicos con los europeos. Reff (1991) da algunas proyecciones sobre la cantidad de individuos de varios grupos de la región, algunos desaparecidos durante la época colonial. Los pueblos Yaqui y Mayo eran los más numerosos, con aproximadamente sesenta mil miembros antes de la llegada de las epidemias y los españoles al noroeste de México. Otras sociedades emparentadas con estos dos grupos, conocidos como el pueblo Cahita, tenía una población de cuarenta mil integrantes, pero durante el periodo colonial cedió ante la presencia española y con el tiempo en su lugar de origen terminó por autonombrarse Mayo. El pueblo Tepehuano eran menos cuantioso, con un aproximado de veintiún mil hablantes antes de la época colonial. El pueblo Pima, como otros, vio disminuida sustancialmente su población, entre la llegada de los españoles a la Sierra Madre Occidental y el presente, de aproximadamente treinta y dos mil, diseminados en una amplia región, a 738 en 2005, estando ubicado en la actualidad en ambos lados de la sierra que divide los estados de Sonora y Chihuahua. Por su parte, grupos muy grandes, como los ópatas, con unos setenta mil individuos antes del contacto, desaparecieron durante el siglo xix, a pesar de que, por un error metodológico del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (inegi), en la clasificación de las lenguas aparecieron hasta el censo de 2000 con cuatro hablantes diseminados en varias partes del territorio mexicano. En 1764 su población se estimaba en menos de 10% de los proyectados antes de la llegada de los espa-

ñoles a su provincia. Otros grupos eran menos numerosos, como el pueblo Seri, el cual se ha caracterizado a lo largo de su historia por tener pocos hablantes (inegi 2001).

Cuadro XII.1 Pueblos indígenas en Oasisamérica Pueblo

Etnónimo

Lengua

Seri

Comcáac (cmiique, singular)

cmiique iitom

Yaqui

Yoeme (yoemem, plural)

hiak nooki o yoem nooki

Mayo

Yoreme (yoremem, plural)

yorem nokki o mayo nokki

Gurijío

Guarijó, makurawe

guarijó, guarijío

Tarahumara

Rarámuri

rarómari raicha, ralámuli raicha, rarámari raicha

Pima

‘Ob

‘obnók, oob no’ok

Pápago

Tohono o’odham

tohono o’odham neo’ki

Tepehuano del norte

Odami

Tepehuano del sureste

O’dam

Tepehuano del suroeste

Au’dam rosaríitu, wachi’ hapwa, yaúhke’ena, chwisita’na, kwáaxa’ata, kwéimarusa’ana, muxata’ana y karáapa

Cora

Huichol

Wixárika

wixárika

Cucapá

Kuapac

koipai

Kiliwa

ko’lew

Paipai

Jaspuspai

jaspuspai

Ku’ahl

Ku’ahl

ku’ahl

Kumiai

Tipai

tipai

Fuente: Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (2008).

CAPÍTULO XII oasisamérica

933

Culturas y sociedades Los pueblos indígenas de la región y las lenguas que hablan han estado ligados a las conformaciones regionales, nacionales, y hasta internacionales. Las sociedades de la sierra han experimentado cambios más lentos debido a su aparente aislamiento, mientras que los otros grupos han experimentado modificaciones más significativas debido a su cercana relación con poblaciones mayores y estar integrados a los medios de comunicación modernos. Sin embargo, han mantenido sus identidades y conservado, en mayor o menor medida, sus lenguas maternas. El pueblo Seri es el único que nunca desarrolló la agricultura, debido a su ubicación en un medio geográfico por demás agreste, con una fuerte escasez de agua en su territorio, por lo que durante mucho tiempo fue pes-

cador, cazador y recolector, hasta que el gobierno mexicano lo convirtió en sedentario, hacia la tercera década del siglo xx, al ubicarlo en dos comunidades pesqueras, Punta Chueca y El Desemboque. Su cultura y su lengua son totalmente diferentes a las del resto de los grupos indígenas de México, además de que, a pesar de los esfuerzos de algunos misioneros, nunca fue evangelizado por los curas de la Compañía de Jesús, como sucedió con la mayoría de los pueblos que hablaban lenguas de la familia Yuto-nahua del noroeste de México. La integración religiosa de parte del grupo se debió, en buena medida, a la presencia, desde mediados del siglo xx, de miembros del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), lo que convirtió al protestantismo a un sector de los seris.

Foto: Luis Moctezuma Zamarrón, Un maestro yaqui dando las gracias a los padrinos de bautizo, Loma de Guamúchil, Cajeme, Sonora, 2008.

En términos lingüísticos, no hay una relación estrecha entre las características culturales y las lenguas que se hablan en el área Oasisamérica, ya que cuatro familias lingüísticas, muy diferentes entre sí, comparten ese espacio, además de las que desaparecieron sin dejar rastro. Una de ellas, la Yuto-nahua, tiene varios idiomas en la Unión Americana y uno en el área de Mesoamérica, el náhuatl, el más conocido y estudiado, y también el que tiene el mayor número de hablantes en México.

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El pueblo Kikapú proviene de la región de los Grandes Lagos, y por ello sus características culturales están más emparentadas con otros grupos algonquinos que con los grupos de origen mexicano. Dada su localización geográfica y su movilidad hacia los Estados Unidos, nunca ha interactuado con grupos nativos de México, y sí en cambio con los que están ubicados del otro lado de la frontera, con quienes comparte algunos rasgos culturales ancestrales y otros de reciente incorporación, sobre todo con los que se han conocido como los grupos de pieles ro-

Sonorense de la familia Yuto-nahua hay varios grupos de lenguas emparentadas, como el grupo lingüístico Tepimano, al que pertenecen las lenguas pápago, pima y tepehuano del norte y del sur. Al grupo lingüístico Taracahita corresponden las lenguas tarahumara y guarijío, además de yaqui y mayo. A pesar de ser dos dialectos en términos del sistema lingüístico, por sus características sociolingüísticas y desarrollos socio-históricos, las lenguas yaqui y mayo han sido consideradas dos lenguas históricas, puesto que sus hablantes así lo reconocen, en función de

En general, las relaciones entre la sociedad nacional y los grupos indígenas del norte de México no han sido tan estrechas como más al sur. Las relaciones interétnicas han sido distantes y esto ha provocado ciertas particularidades en el tipo de mestizaje de la región. Lo que más caracteriza a los grupos de esta región es su alto grado de segregación; en varios casos han intervenido factores geográficos, como la ubicación de varios de ellos en las zonas serranas, de difícil acceso, o en el áspero desierto, aunque esto no significa que ocurra de manera determinista. Más bien, se debe a cómo han interactuado los grupos interétnicos y a su conocimiento y control del medio. jas. Sus danzas y rituales tienen relación con esos grupos, pero ninguna con los mexicanos, lo mismo que su sistema religioso, establecido con antelación a la llegada de los europeos al continente americano, mientras que la mayoría de los pueblos indígenas mexicanos desarrollaron un tipo de catolicismo a partir de la fusión de creencias católicas y elementos culturales precolombinos. Los pueblos con lenguas de la familia Yumana de Baja California muestran rasgos culturales semejantes entre sí, pero muy diferentes del resto de los grupos de más al sur. A lo largo de su historia, han mostrado una densidad de población muy baja, conformando al mismo tiempo una red densa entre varios grupos. El terreno agreste en el que habitan no permite una agricultura a gran escala, y eso ha determinado formas de organización y producción propias de estas sociedades. Entre varias de las lenguas de la familia lingüística Yumana hay una relación estrecha, mientras en la rama

pequeñas diferencias dialectales, y por tener territorios propios bien delimitados y estructuras sociales y políticas distintas; no así muchos de sus rasgos culturales, a raíz de compartir la misma matriz (Moctezuma y López 1991). Por su parte, la lengua guarijío está relacionada con las lenguas tarahumara y mayo, a partir de los vínculos que han establecido los hablantes de los dos dialectos principales, llamados del Río o de Sonora y de la Sierra o de Chihuahua. En el primer caso, hay algunos rasgos lingüísticos compartidos entre guarijíos y mayos, además de varios aspectos culturales en común, mientras en el segundo sucede lo mismo entre los llamados guarijíos y los tarahumaras que habitan el espacio limítrofe entre ambos grupos étnicos. Algo similar ocurre entre los pueblos Tarahumara y Tepehuano del norte, que al interactuar en espacios comunes han intercambiado algunos rasgos culturales. En los últimos años se ha señalado la presencia de varias lenguas tarahumaras. Valiñas (2001)

CAPÍTULO XII oasisamérica

935

ha establecido al menos cinco lenguas tarahumaras. Por último, las lenguas cora y huichol pertenecen al grupo Corachol y están ubicadas físicamente en un área limítrofe entre Mesoamérica y Oasisamérica, por lo que presentan semejanzas con ambas zonas. Por su parte, el pueblo Tepehuano del sur o de Durango presenta una semejanza lingüística con sus parientes del norte o de Chihuahua; sin embargo, la separación física y las relaciones con los pueblos Cora y Huichol trajeron consigo diferencias, no sólo lingüísticas –hasta constituirse dos lenguas distintas–, sino también en el plano cultural, conformando estos tres grupos un área conocida como el Gran Nayar. Los rasgos culturales de los pueblos Tepehuano del norte y Tepehuano del sur han ido de la mano con las áreas en donde se han ubicado, sobre todo a partir de la llegada de los españoles, quienes cortaron toda posibilidad de seguir conformando un solo grupo étnico y lingüístico. Aun así, estudiosos de las lenguas de la familia Tepimana (Shaul y Hill 1998) señalan el hecho de que este grupo representa una cadena de dialectos, cuyas variedades más extremas lo forman el pima, que se habla en Arizona, y el tepehuano del sur, ubicado en el sur de Durango y noroeste de Nayarit. El pueblo Tepehuano del sur comparte con los pueblos Cora y Huichol el ritual llamado “mitote”, de pedido de lluvia, mientras el pueblo Tepehuano del norte coincide con el Tarahumara en un ritual llamado “tesgüinada”, en el cual se emplea una bebida fermentada de maíz de nombre tesgüino. Las sociedades regionales han establecido una barrera, que fluctúa entre lo socioeconómico y lo étnico, imponiendo una marcada distancia entre quienes pertenecen a un grupo étnico y los descendientes de blancos, criollos y mestizos, identificados por sus características físicas en muchas ocasiones. En la mayoría de los casos, los espacios territoriales están delimitados, no así entre el pueblo Mayo y los demás, quienes comparten las mismas localidades, lo cual constituye una de las razones de que el idioma de los autonombrados yoremem se haya ido perdiendo a pasos agigantados en las últimas décadas.

Familias lingüísticas En la actualidad sobreviven las lenguas de cuatro familias lingüísticas: dos con una sola lengua, una con cinco y la mayor con diez. El seri es una lengua independiente que anteriormente se había considerado como parte de la familia Hokana, en la que están incluidas las lenguas de la familia Yumana. También se la consideró emparentada con el tequistlateco o chontal de Oaxaca, ubicada a varios cientos de kilómetros de la región seri, pero los últimos estudios (Moser y Marlett 2005) concluyen que no tiene ninguna relación genética con alguna otra lengua conocida. Las lenguas de la familia Yumana que se hablan en México tienen sus parientes cercanos en los estados de California y Arizona, en Estados Unidos. El grupo DeltaCalifornia incluye al cucapá y al kumiai, también conocido como diegueño en ese país, al que a su vez pertenece la variante conocida como cochimí. El grupo Pai está compuesto por el paipai, también conocido como akwa’ala, con lenguas emparentadas del otro lado de la frontera. A su vez, al grupo Kiliwa le corresponde únicamente la lengua del mismo nombre (Kendall 1983). La familia Yuto-nahua, también conocida como Utoazteca, es una de las más extendidas de América, ocupando un largo territorio, que se ubica en la frontera norte, en el estado de Utah –en Estados Unidos–, denominación dada por el nombre de los hablantes de ute, y en la frontera sur, en la república de El Salvador, país en el que se encuentran los hablantes de pipil. Dentro de la subfamilia sureña de esta familia se ubica la rama Sonorense, a la que pertenecen todas las lenguas de la demarcación analizada en este trabajo. Varios grupos de estas familias son binacionales. El pueblo Cucapá habita el norte de Baja California y Sonora, además del suroeste de Arizona. El pueblo Pápago vio dividido su territorio a raíz de la conformación de la frontera entre Sonora y Arizona en el siglo xix. Los menos viven en México; la mayoría, en algunas reservas de Arizona. El pueblo Yaqui se localiza en los ocho pueblos tradicionales del sur de Sonora y en algunos barrios de Hermosillo, en donde, por cierto, pocos hablan su lengua materna, aunque se reconocen como miembros del grupo étnico;

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mientras dos comunidades en Arizona, Nuevo Pascua y Guadalupe, son producto de la diáspora de finales del siglo xix y principios del xx, cuando fueron perseguidos por el gobierno hasta casi exterminarlos, debido a su tenaz resistencia para defender con las armas su territorio ancestral y su organización política. Por último, una parte del pueblo Kikapú se ubicó, a mediados del siglo xix, en El Nacimiento, municipio de Melchor Múzquiz, en el estado

de Coahuila, a raíz de su apoyo al ejército mexicano para combatir a partidas de comanches, apaches y lipanes. Otros grupos se quedaron a radicar en Estados Unidos; su grupo mayoritario se localiza hoy día en la reserva de Shawnee, en el estado de Oklahoma, aunque a los radicados en México se les considera un grupo de Texas que ocupa por temporadas la reserva en Eagle Pass, Texas, en la frontera con Piedras Negras, Coahuila.

Foto: José Luis Moctezuma Zamarrón, Fariseo con máscara, pascolas y venado, El Júpare, Huatabampo, Sonora, 2007.

El kikapú es el único idioma no autóctono que se habla en el norte de México. Sus integrantes llegaron desde mediados del siglo xix y su variante pertenece a la subfamilia Algonquina, de la familia Algida, emparentado cercanamente al fox y al sauk, lenguas que tienen sus orígenes en la región de los Grandes Lagos que dividen a Canadá de los Estados Unidos. Su lejana ubicación geográfica con respecto al resto de las lenguas mexicanas ha impedido el contacto con éstas, y en las últimas décadas ha recibido algunos préstamos léxicos del español y del inglés, con cuyos hablantes mantienen intercambios comunicativos muy frecuentes.

CAPÍTULO XII oasisamérica

937

Gráfico XII.2  Las familias lingüísticas en Oasisamérica FAMILIA

RAMA

GRUPO

SUBGRUPO

LENGUA TOHONO O’ODHAM o PÁPAGO PIMA BAJO

TEPIMANO

TEPEHUANO del NORTE TEPEHUANO del SUR

DIALECTO Huhuwosh Varios dialectos en Arizona       del Sureste del Suroeste

TARAHUMARA del OESTE YUTO-NAHUA

TARAHUMARA del NORTE

SONORENSE TARAHUMARANO

TARAHUMARA del CUMBRE

Varios dialectos y comunidades transicionales

TARAHUMARA del CENTRO TARAHUMARA del SUR

TARACAHÍTA

GUARIJÍO YAQUI CAHITA

Del Río De la Sierra   Del Valle de Sonora

MAYO

Del Valle de Sinaloa De la Sierra

CORACHOL

CORA HUICHOL CUCAPÁ

DELTA-CALIFORNIA YUMANA

SERIANA ÁLGICA

KUMIAI (DIEGUEÑO)

KILIWA

KILIWA

PAI

PAI PAI o AKWA’ALA SERI

ALGONQUINA

Fuente: Moctezuma (2008).

KIKAPOO

Kumiai Cochimí

Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina

Lenguas Como ya se mencionó arriba, de las cuatro familias lingüísticas del área Oasisamérica, dos están representadas por una sola lengua, seri y kikapú, mientras las familias Yumana y Yuto-nahua tienen varias lenguas. El seri es una lengua independiente, cuyo número de hablantes no ha sido muy alto debido a las condiciones ecológicas de la zona en que se localiza su territorio tradicional: el desierto frente al mar, donde existe una severa escasez de agua que no permite desarrollar ningún tipo de agricultura.

aunque en realidad son muchos más de los que registran los censos oficiales, sin llegar a sumar más de mil. La mayor parte de las lenguas que se hablan en el noroeste de México pertenece a la rama sonorense de la familia Yuto-nahua (Miller 1983a). Tres de ellas –pápago, pima y mayo– han visto disminuir sus hablantes de modo extraordinario, mientras otras han continuado procesos de desplazamiento de manera regular –el guarijío, el yaqui y el tarahumara–. En el cora se aprecia un aumento gradual de hablantes, y sólo dos, el huichol y

Un estimado de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (cdi) –antes Instituto Nacional Indigenista (ini)– indica el peligro en que están varias lenguas nativas, de acuerdo con su número de hablantes. De las 26 en todo el territorio mexicano, 10 corresponden al norte. Esta situación no es del todo cierta, ya que algunas lenguas que tienen pocos hablantes presentan ciertos rasgos de vitalidad, además de corresponder a comunidades que a lo largo de su historia se han caracterizado por ser pequeñas, por lo que el tamaño no es importante para su continuidad. Este es el caso de los pueblos Seri y Kikapú. Si bien poseen pocos hablantes, éstos han crecido de manera constante en los últimos años, además de que los niños siguen utilizándolas cotidianamente en su comunicación. El resto muestra claros signos de un fuerte desplazamiento, incluyendo a la lengua mayo, que sin ser tener pocos hablantes –alrededor de treinta y dos mil según el último conteo–, pocos niños la hablan en la actualidad, por lo que está en un serio riesgo de desaparecer si no ocurre algo extraordinario en los próximos años.

El kikapú pertenece a la familia Algonquina, que tiene sus orígenes en la región de los grandes lagos que separa a Canadá de los Estados Unidos. Desde su llegada a México, a mediados del siglo xix, su población ha aumentado, aunque ello no se refleje en los datos oficiales. En éstos, su índice de crecimiento ha sido muy errático. Su gran movilidad y el hecho de ser considerados como una banda de Texas, –donde parte del grupo vive de manera permanente y otra de forma ocasional–, hacen difícil su contabilidad,

el tepehuano –reconocidos oficialmente como tepehuano de Chihuahua y de Durango hasta 2005, aunque lingüísticamente se lo ha considerado durante mucho tiempo como tepehuano del norte y del sur–, han aumentado sustancialmente sus hablantes a lo largo de los últimos lustros. El pápago o tohono o’odham se habla sobre todo en las reservas localizadas en Arizona, Estados Unidos –alrededor de 20 mil miembros–, mientras que en Sonora, México, ve disminuida su cantidad de hablantes.

CAPÍTULO XII oasisamérica

939

Mapa XII.2  Pueblos indígenas en Oasisamérica

BAJA

ESTADOS UNIDOS

CALI IA FORN AL IENT

E OR

ADR

RA M

L

NTA

CIDE

E OC

ADR

SIER

RA M

SIER

GOLFO DE MÉXICO OCÉANO PACÍFICO

YUCATÁN CIUDAD DE MÉXICO SIE

RRA

• • • • • • • • •

Cochimi Cora Cucapá Guarijío Huichol Kikapu Kiliwa Ku’ahl Kumiai

• • • • • • • • •

Mayo Pápago Pima Seri Tarahumara Tepehua Tepehuano del norte Tepehuano del sur Yaqui

Fuente: Elaboración Fredy Valdivia con base en Atlas en DVD (2009).

MA

DRE

DEL

SUR

BELICE

GUATEMALA

Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina

Cuadro XII.3   Lenguas indígenas del norte de México en los últimos censos y conteos Lenguas

1970

1990

1995

2000

2005

ópata *

12

----

4

---

cochimí

148

113

82

34

kiliwa

41

44

52

36

cucapá

136

141

178

116

128

132

141

116

223

219

201

200

172

161

264

741

738

pápago

1980

236

paipai kumiai pima

553

860

821 1.609

1.671

1.648

yaqui

guarijío 7.080

9.282

10.980

13.061

13.317

14.162

cora

6.242

12.240

11.223

14.017

16.410

17.086

tepehuano

5.617

17.802

18.469

22.651

25.544

31.681 (2.330)

tepehuano de Chihuahua tepehuano de Durango mayo huichol tarahumaras seri

(6.178)

6.802

(19.366)

22.549

27.848

56.387

37.410

39.382

31.513

32.702

6.874

51.850

19.363

28.001

30.686

35.724

25.479

62.419

54.431

62.555

75.545

75.371

486

561

482

458

595

232

339

138

157

kikapú

* La lengua ópata desapareció a más tardar en el siglo xix, pero como variante del pima, se la consideró hasta el censo de 2000. Fuente: Moctezuma (2008).

Una manera de observar los procesos de mantenimiento y desplazamiento lingüístico es por medio de los datos censales, analizados a partir de la consideración de los grupos por sexo y edad. La observación de esta dinámica nos remite a dos aspectos importantes: la variable de acuerdo con el número de mujeres y hombres que hablan la lengua indígena, así como la variable de los diferentes grupos de edad que permiten reconocer la continuidad de la transmisión de las lenguas indígenas a las generaciones más jóvenes o su gradual o abrupto desplazamiento, al comparar las cantidades entre los diferentes grupos de edad.

En cuanto a los grupos por sexo, no hay grandes diferencias entre las lenguas del norte de México. En el conteo de 2005, la mayoría presenta un porcentaje más alto de hombres, aunque la diferencia no es radical. Únicamente en algunos casos la distancia es muy marcada, como sucede entre los pápagos, con 80 hombres por sólo 36 mujeres. A su vez, el mayo muestra su debilidad en el uso de la lengua por parte de las mujeres, habiendo 18.037 hombres por 14.665 mujeres. En pocos casos las mujeres son más que los hombres, aunque la diferencia no es muy aguda, como entre los cucapás, con 51 hombres por 65 mujeres, los huicholes, con 17.702 del sexo masculino por 18.022

Foto: Alejandro Aguilar Zeleny. Niños Cucapá en la escuela de Pozas de Arvizu, Sonora, 2007.

CAPÍTULO XII oasisamérica

941

Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina

del femenino, y los seris, con 284 varones por 311 mujeres. Las dos últimas lenguas tienen la característica de gozar de una fuerte vitalidad, sin importar su número de hablantes. La variable por grupo de edad evidencia un mayor o menor desplazamiento o mantenimiento lingüístico en las lenguas de la región. En general, las lenguas con una tendencia al desplazamiento en favor del español presentan una menor cantidad de hablantes entre niños y adolescentes que en los rangos de mayor edad. Las lenguas más amenazadas muestran un descenso radical de su número de hablantes de menor edad. Una de las características más importantes del uso de las lenguas del norte de México es la situación de peligro de desaparecer que se observa en varios grupos indígenas, sobre todo los más pequeños (Moctezuma 1991 y Garza Cuarón y Lastra 2000).

Poca investigación sociolingüística se ha hecho con lenguas del norte de México, en especial estudios de etnografía del habla. Algunas aportaciones dejan entrever la problemática del conflicto lingüístico, sobre todo lo concerniente a los espacios públicos ganados por el español, como la escuela, las organizaciones agrarias, las cooperativas pesqueras y ganaderas, las dependencias gubernamentales, así como los centros de salud. Mucho menos se ha hecho en torno a la dinámica del conflicto en la esfera privada. El trabajo de Moctezuma (2001) permite observar este fenómeno, al exhibir la arena de lucha en los espacios privados, para así hacer notar que la viabilidad de mantener una lengua se encuentra en ese ámbito de comunicación, como ocurre en el conflicto entre las lenguas yaqui y mayo frente al español.

Cuadro XII.4  Población indígena por grupos decenales de edad en Oasisamérica Pueblo

5 a 14

15 a 24

25 a 34

35 a 44

45 a 54

55 a 64

65 a 74

75 y más

Cochimí

2

6

7

2

5

4

5

3

5.722

3.786

2.673

1.961

1.314

960

412

258

Cucapá

16

18

23

19

20

11

8

1

Guarijío

409

336

233

213

175

128

92

62

Huichol

12.543

8.500

5.470

3.826

2.423

1.550

761

651

Kikapú

32

34

23

26

19

12

8

3

Kiliwa

2

12

4

6

8

1

3

0

Kumiai

38

41

58

41

37

24

18

7

Paipai

12

42

36

35

30

20

14

11

Pápago

4

12

25

18

21

20

11

5

Pima

142

139

136

103

85

72

44

17

Seri

141

108

125

110

60

32

11

8

20.949

16.417

11.872

9.481

6.887

4.759

3.001

2.005

Tepehuano del norte

2.166

1.684

1.053

716

512

346

204

121

Tepehuano del sur

8.312

6.067

3.850

2.776

1.752

1.107

505

401

Yaqui

2.727

2.430

2.579

2.194

1.758

1.233

785

456

Mayo

1.039

2.331

3.784

5.404

6.375

6.203

4.554

3.012

Cora

Tarahumara

F uente: inegI (2006).

CAPÍTULO XII oasisamérica

943

En cuanto a la vitalidad de las lenguas por su transmisión intergeneracional, las dinámicas son muy dispares, en ocasiones, incluso dentro de los grupos étnicos. Mientras algunas comunidades han permitido la continuidad del uso de la lengua y su transmisión a las siguientes generaciones, como ha ocurrido en los pueblos Huichol, Cora, Tepehuano, Seri y Kikapú, además de muchas comunidades del pueblo Tarahumara, en otros, el proceso va en contra de las lenguas indígenas, como entre los pueblos con lenguas de la familia Yumana: en el pueblo Pápago; en menor medida, en el pueblo Pima y, sobre todo, en el Mayo. A su vez, algunas rancherías de guarijíos mantienen más el uso de la lengua materna, mientras otras la están perdiendo rápidamente (Miller 1984). Por su parte, la mayoría de las comunidades tradicionales del pueblo Yaqui mantienen el uso de la lengua indígena, aun entre los niños, si bien poseen un alto grado de bilingüis-

lingüístico que experimentan las lenguas indígenas –a raíz de una falta de políticas públicas en favor del uso de las lenguas en todos los ámbitos, especialmente en los públicos, aunque en los privados se hace más compleja la problemática–, hasta los de carácter pedagógico, con bajos niveles en la escolaridad de los maestros bilingües y la falta de materiales en lengua indígena –que refuercen la enseñanza de ésta y que nada tienen que hacer frente a los materiales en español y a las necesidades de aprendizaje de materias que únicamente se enseñan en esta lengua–, pasando por aspectos burocráticos, como el hecho de que maestros mayos den clases en las comunidades guarijíos, únicamente por pertenecer al sistema de educación bilingüe. Los egresados de este sistema no están capacitados para leer y escribir sus lenguas, como se supone que debería ser; tampoco para convertir su lengua nativa en el instrumento de comunicación cotidiana

Los alfabetos en lenguas indígenas tienen las mismas características que en el resto del país. A lo largo de la historia de la escritura ha habido varias propuestas en cada una de las lenguas de esta región, que por desgracia se continúan discutiendo hasta hoy día, sin lograr acuerdos que permitan la estandarización de los alfabetos, a pesar de algunos intentos para lograrlo, como la propuesta de Hagberg (2001) para la lengua mayo. Eso ha impedido pasar a niveles superiores de la escritura, como la elaboración de gramáticas didácticas, en donde sobresale únicamente la gramática didáctica del huichol (Iturrioz et al. 2001), única en su género, la cual busca llenar el vacío en tan importante actividad educativa. La escritura, por lo tanto, sigue siendo obra de unos cuantos hablantes, sobre todo los maestros bilingües y algunos escritores en lenguas indígenas.

mo (Moctezuma 2004). Otras poblaciones, como Pótam y, sobre todo, Loma de Guamúchil, han seguido un proceso de agudo desplazamiento, similar al que mantienen sus vecinos mayos. La educación bilingüe en el medio indígena no ha dado los resultados previstos, debido a varios factores, que van desde aquellos que tienen que ver con aspectos estructurales, sobre todo por los procesos de desplazamiento

en diferentes instancias de gobierno en que interactúan, y mucho menos para escribir todo tipo de textos, tanto oficiales como de carácter privado. Como ya se ha señalado, la educación bilingüe, ahora llamada intercultural bilingüe y anteriormente bilingüebicultural, no ha dado los resultados previstos, debido a varios aspectos que han jugado en contra de su desarrollo. Sin embargo, faltan estudios sociolingüísticos y pe-

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dagógicos que analicen la problemática que experimenta uno de los espacios en donde se desarrolla con mayor intensidad el conflicto lingüístico. Tener claro cómo ha funcionado y los problemas que la aquejan, sería un buen principio para tratar de reformar la escuela en las comunidades indígenas. A pesar de que algunas instituciones tienen entre sus funciones la promoción de las lenguas indígenas, como la Dirección General de Educación Indígena (dgei), la cdi, la Dirección General de Culturas Populares y, desde 2003, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), poco se ha logrado en favor de ellas. La Ley General de Derechos Lingüísticos busca dar un impulso a las lenguas indígenas, con medidas en su favor y la creación del INALI, aunque hasta la fecha, poco se ha podido hacer al respecto, puesto que es un trabajo titánico revertir la estigmatización que sufren las lenguas nativas y sus hablantes parte de la sociedad nacional y el Estado que la representa.

Entre los materiales en lenguas indígenas figuran los elaborados por la cdi (2005, 2006a y 2006b) sobre lenguas en riesgo de desaparecer, considerando la música tradicional y el método de Enrique Servín (2002) para aprender tarahumara. Para concluir, el proceso de desplazamiento lingüístico ha traído un proceso, a veces gradual y en ocasiones abrupto, de pérdida de los usos y funciones de las lenguas indígenas. El crecimiento del bilingüismo y, sobre todo, del monolingüismo en español, ha creado una franja de miembros de los grupos étnicos que se consideran parte de esos grupos pero que ya no hablan la lengua nativa. Para considerar ambos sectores se ha incorporado el concepto de grupo etnolingüístico. En algunos momentos, el número de no hablantes supera al de aquellos que hablan la lengua, como en los mayos, grupo con tan solo 34,5% de personas que saben la lengua autóctona, ya que de 91.261 individuos, sólo 31.513 hablaban mayo, de acuerdo con el censo de 2000.

Foto: José Luis Moctezuma Zamarrón, Maestro rezandero y sus cantoras yaquis, panteón de Loma de Guamúchil, Cajeme, Estado Sonora, 2007.

CAPÍTULO XII oasisamérica

945

Políticas indigenistas gubernamentales El norte de México ha sido un espacio de poco interés para desarrollar proyectos indigenistas, tal como se ha hecho en otros lugares del centro y sur del país. Sólo en algunos casos se han llevado a cabo políticas indigenistas de gran escala, principalmente en la Sierra Tarahumara, particularmente con los pueblos Rarámuri o Tarahumara (Stefani 1992), y en menor medida en el Gran Nayar, con el Tepehuano del sur y el Huichol. Otros proyectos gubernamentales han tenido presencia en esta región, pero sin tener grandes logros, como es la educación intercultural bilingüe o el apoyo a las comunidades indígenas por parte de la cdi, a través de sus centros coordinadores y de las radios indígenas. Sin embargo, en algunos casos se ha interrumpido la relación con estos organismos, como ocurrió en 1990, cuando los yaquis expulsaron de sus comunidades al INI y conformaron un programa interno para

el manejo de los apoyos gubernamentales, puesto que percibían deficiencias en el manejo de los recursos por parte de la institución. La problemática sociolingüística va de la mano con otros aspectos de índole socio-económica y política. La interrelación entre múltiples factores interactúa con las ideologías lingüísticas de los hablantes de diferentes comunidades de habla. En el norte de México, como resulta con la mayoría de los grupos étnicos del país, hay varios aspectos que han jugado un papel fundamental en el desarrollo sociocultural de los pueblos indígenas –que han interactuando cotidianamente con las instituciones del Estado mexicano y con los mestizos de las diversas regiones en donde han conformado sus comunidades–. El territorio ha sido uno de los más importantes factores de confrontación entre quienes han pretendido mantener sus

La conformación de ejidos y comunidades agrarias trajo consigo dos instituciones que rompieron con los sistemas tradicionales de uso de la tierra y organización de la producción. Por un lado, aparecieron lo comisariados ejidales y una forma de organización dominada por las autoridades agrarias. En algunos casos, como en la zona mayo, los ejidatarios mestizos dominaron los comisariados e impusieron el español como lengua de uso en las asambleas, lo cual provocó que en casi todas las comunidades indígenas predominara la utilización del español durante las asambleas, producto del monolingüismo en español de los funcionarios agrarios. Por otra parte, los créditos para la producción agrícola fueron manejados por el Banco de Crédito Ejidal y todo el proceso productivo estuvo a cargo de los llamados ingenieros de esa institución, sin que se obtuvieran resultados efectivos en el mejoramiento de los grupos indígenas que lo utilizaban, al mismo tiempo que incorporaban a los indígenas en el modelo económico promovido por el Estado mexicano e integraban el uso del español en todas las interacciones entre los funcionarios y técnicos del banco y los miembros de los grupos indígenas.

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asentamientos primigenios y aquellos que los ven como fuente de explotación económica. La defensa de sus dominios tradicionales y los levantamientos armados llevados a cabo desde la época colonial han sido una constante de la mayoría de los grupos de la región. La lucha ha continuado en la etapa moderna, aunque ahora se realice mediante movimientos políticos, confrontando a los diferentes niveles de gobierno, ya sea municipal, estatal o federal. En la mayor parte de los casos, los antiguos territorios fueron mermados en favor de haciendas; minas; campos agrícolas, ganaderos, pesqueros y de compañías forestales, además del crecimiento de ciudades y otro tipo de poblaciones, dentro o alrededor de las zonas indígenas. Los pueblos Yaqui y Mayo han perdido sus mejores terrenos agrícolas. Los productivos valles de los ríos Yaqui, Mayo y Fuerte pasaron a manos de no indígenas, y en la actualidad los espacios de cultivo, ya sean de propiedad comunal –como todo el territorio yaqui–, o ejidal –como en la mayoría de las formas de propiedad de los mayos–, están siendo rentados a propietarios particulares, en la mayoría de los casos, mestizos. Los tarahumaras, pimas y tepehuanos han padecido la sobreexplotación de sus bosques por parte de empresas que les dejan exiguas ganancias. Los yaquis y seris tienen serios problemas para pescar en sus áreas de pesca marina y, aunque los seris conservan la propiedad de la isla Tiburón, no la pueden habitar por haber sido decretada parque nacional, si bien en los últimos años parte del grupo se beneficia con los permisos de caza del borrego cimarrón. Por su parte, los pueblos Cora, Huichol y Guarijío luchan permanentemente por conservar sus antiguos territorios ante los intentos por reducir aún más sus propiedades. En cuanto a los pápagos y pueblos de lenguas de la familia Yumana, la falta de agua y la explotación de los mejores terrenos por parte de los mestizos ha puesto en serios aprietos la precaria economía de estos grupos. Las sociedades regionales han mostrado permanentemente un rechazo a los grupos indígenas de la zona y a las lenguas que hablan. Desde su perspectiva, hablar una lengua indígena ha sido sinónimo de atraso social y económico. Su política social ha sido paternalista y ha

tratado de integrar a los miembros de estos grupos a las esferas desarrolladas por los mestizos. Las escuelas han sido uno de los baluartes de las políticas públicas, empeñadas, supuestamente, en terminar con el atraso social y económico de estos grupos, al atribuir a su cultura y, sobre todo, a su lengua, su permanencia en el último nivel de la escala social. Ninguna lengua indígena tiene el mínimo prestigio, a pesar de la riqueza que representa y de los aportes a los diversos dialectos del español regional. Mucho menos consideran el valor simbólico y comunicativo que representa para los grupos indígenas. Ahora bien, la condición económica de todos los grupos, a excepción de los kikapús en los últimos lustros, ha sido crítica a lo largo de su historia. La explotación de sus recursos naturales por parte de extraños; la imposibilidad de hacer producir sus tierras, por la descapitalización del campo, entre otras cosas; la utilidad de unos cuantos al aprovecharse de su fuerza de trabajo; la falta de empleos bien remunerados; la adquisición de sus productos a precios muy por debajo de aquellos a los que los venden los intermediarios que se los compran y el paternalismo del que han sido objeto por parte del Estado mexicano han sido algunos de los factores que ponen a estas comunidades en situación precaria, en la mayoría de los casos dentro de la franja de pobreza, y aun de pobreza extrema, como ocurre con amplios sectores de guarijíos, pimas y tarahumaras. El pueblo Kikapú es el único que en los últimos años ha gozado de ciertos beneficios económicos, gracias a ser considerados sus miembros ciudadanos norteamericanos y percibir dividendos por las ganancias del casino que poseen en el estado de Texas. A su vez, algunos sectores de los seris han logrado ingresos extraordinarios debido a los permisos de caza en su territorio. Evidentemente, su situación es muy complicada, y en esa medida las ideologías lingüísticas funcionan la mayoría de las veces en contra del mantenimiento de las lenguas indígenas. Sin embargo, hay algunos casos en que la segregación étnica ha permitido el mantenimiento de los idiomas nativos, como ha ocurrido con las lenguas cora, huichol, tepehuano y seri. En esos casos, el prestigio de la lengua autóctona les ha permitido sobrellevar un conflicto lingüístico por demás desigual.

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Reivindicaciones indígenas Las luchas más intensas de los indígenas de la región han sido fundamentalmente por el derecho a mantener su territorio tradicional. Todos los grupos tienen un largo historial de violencia por defender sus tierras ancestrales. Los levantamientos armados durante la época colonial y el nacimiento de la nación mexicana, durante el siglo xix, además del cruento periodo revolucionario de principios del siglo

xx, tuvieron como trasfondo las reivindicaciones agrarias de casi todos los grupos. En menor medida, ha habido otras demandas, que incluyen el respeto a su organización política y a sus ritos tradicionales. En los últimos años, han hecho requerimientos relacionados con otros aspectos, como su derecho a una mejor educación, el manejo interno de sus recursos naturales y avances en los sistemas de salud.

Foto: Alejandro Aguilar Zeleny, Mujer seri hojeando un libro en el Desemboque, Sonora, 2008.

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