XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo

XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo DISTRIBUCION, USO Y MANEJO DE LOS SUELOS DE LA REGION ANDINA José Espinosa1 RESUMEN El término suelos

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo DISTRIBUCION, USO Y MANEJO DE LOS SUELOS DE LA REGION ANDINA José Espinosa1

RESUMEN El término suelos de altura, usado para identificar aquellos suelos ubicados a cierta altitud sobre el nivel del mar en América del Sur y América Central, no describe adecuadamente las principales características que determinan su manejo. Existe la noción general que suelos de altura son solamente aquellos suelos poco productivos conocidos también como Puna. Sin embargo, la presencia de los Andes en el trópico ha permitido el desarrollo de muchos microclimas que han promovido la formación de suelos particulares, muy productivos, que satisfacen las demandas de alimentos de un gran segmento de la población. En contraste, los suelos ubicados baja altitud, en la misma zona de influencia de los Andes, comúnmente se identifican como suelos tropicales. El término suelos tropicales se usa como sinónimo de suelos rojos ácidos e infértiles. Es verdad que los suelos rojos, ácidos e infértiles están localizados en los trópicos, pero no todos los suelos de los trópicos tienen estas características, particularmente en las regiones donde coexisten con suelos denominados de altura. Las diferentes características de todos estos suelos hacen que sean necesarias formas diferentes de manejo, aun cuando los suelos se encuentren a la misma altura sobre el nivel del mar y a la misma latitud. Quizá sean más importantes para el manejo el material parental y la influencia del clima local. Este artículo discute las diferencias en distribución, uso y manejo de los suelo de la región Andina. Tipos de suelos en la zona de influencia de los andes Si se examinan los suelos en o cerca la línea Ecuatorial se encuentran ejemplos de suelos altamente meteorizados en países como Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela y los países de América Central. Sin la presencia de los Andes, los suelos de todos estos países hubiesen sido Oxisoles o Ultisoles como los prevalentes en las sabanas de Colombia, Venezuela y Panamá, los suelos de la gran llanura Amazónica de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela o las selvas de Colombia y Panamá (Figura 1). A medida que los suelos se alejan de la línea ecuatorial y se acercan a los límites entre el trópico y el subtrópico aparecen con más frecuencia suelos dominados por arcillas de tipo 2:1 (vertisoles o suelos con características vérticas). Más interesante aún es el hecho de encontrar vertisoles en Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador y Perú indicando de esta manera la gran variedad de suelos presentes en América Tropical. Estos suelos se han formado en los trópicos por la ausencia de lluvias generada por las corrientes marinas, como la de Humbolt en el Pacífico, o por los microclimas secos en el interior desarrollados por la 1

International Plant Nutrition Institute - IPNI. Northern Latin America Program. Quito-Ecuador. Correo electrónico: [email protected]

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo presencia de los Andes (Figura 1). Sin embargo, la mayoría de suelos de esta región son suelos jóvenes formados sobre los Andes y sobre las cadenas montañosas de América Central. Los suelos característicos de estas zonas son Entisoles, Inceptisoles clásicos y Andisoles formados en deposiciones recientes de ceniza volcánica. Estos suelos sostienen un alto porcentaje de la población de los diferentes países de la región. Páramos de América tropical Los páramos son ecosistemas ubicados a alturas superiores a los 3000 metros sobre el nivel del mar (msnm) y que se distribuyen en forma discontinua desde el norte del Perú hasta Costa Rica. El clima de los páramos es frío y húmedo (2 a 10 °C), con fluctuaciones súbitas de temperatura que pueden ir de < 0 a 30 °C (Hedberg, 1964). Estas fluctuaciones tienen un efecto marcado en la formación de los suelos. La formación de los páramos se inicia durante el Plioceno-Holoceno, época en la que se levantó la Cordillera de Los Andes a alturas superiores a los 2000 msnm. Durante milenios, gran cantidad de material orgánico se ha acumulado en el suelo formando una capa de una mezcla íntima de materiales alumino-silicato y compuestos de carbono (C) orgánico formando los suelos particulares de páramo, particularmente los suelos de páramo desarrollados sobre cenizas volcánicas. El perfil de estos suelos puede alcanzar profundidades apreciables. Los procesos de formación finalmente producen suelos de color negro, suave y poroso de buenas propiedades físicas, cubiertos en general por tapetes esponjosos de musgos, líquenes y otras plantas de tallos gruesos y escaso tamaño.

La condición particular de los suelos de páramo facilita la captación y retención del agua. En consecuencia, los páramos generan mucha agua para riego, agua potable y energía eléctrica de sus zonas de influencia. Por esta razón, estos ecosistemas deben ser cuidados con diligencia y se debe evitar el uso en la producción agrícola. Lamentablemente, el avance de la agricultura hacia los páramos es una amenaza real y cada vez más tierra es utilizada en agricultura por productores de tierras bajas quienes buscan nuevas áreas para producir (Foto 1).

Valles Andinos y pie de monte Bajo los páramos, a una altitud entre 1000 y 3000 msnm, se localizan una variedad de valles interandinos, tierra ondulada y pie de monte que se extiende desde Perú hasta Venezuela. Estas tierras altas del trópico mantienen una concentración poblacional alta que se ha localizado en estos sitios por el clima y por la fertilidad de los suelos. Esta condición produce una alta presión sobre la tierra que se observa claramente el los acelerados procesos de degradación, principalmente erosión. Los grandes proyectos de investigación y desarrollo en América del Sur han tendido a ignorar estos suelos debido a que representan un bajo porcentaje del área total en la región. Las grandes áreas de Ultisoles y Oxisoles y las Pampas han recibido gran atención durante mucho tiempo por ser las áreas de expansión y soporte económico de vastas áreas de esta parte de América. Sin embargo, por la concentración de población y por el uso intenso, las tierras altas debieron merecer más atención.

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo La altitud modifica el clima radicalmente y este hecho es evidente en las tierras altas de América tropical. En estos sitios es fácil encontrar una diversidad de microclimas que cambian en distancias relativamente cortas. Esta es la razón para la gran diversidad de cultivos, que son posibles en el trópico solamente gracias a la modificación del clima por la altitud (Foto 2). Además, si existe disponibilidad de agua, se puede producir todo el año ya que el efecto de las estaciones es apenas perceptible.

Las condiciones de clima por supuesto han afectado el desarrollo de los suelos de tierras altas. Las condiciones que normalmente se hubiesen promovido el desarrollo de los suelos hacia Ultisoles y Oxisoles (típicos de los trópicos) fueron modificadas por el clima, haciendo más lento el desarrollo de estos suelos y permitiendo la presencia de Entisoles, Inceptisoles y Aridisoles. Además de la modificación del clima, es importante indicar la modificación importante del aporte de ceniza volcánica a la formación del suelo en vastas áreas de América del Sur ubicadas en la zona de actividad

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo volcánica. Esto permitió el desarrollo de Andisoles en América tropical, promoviendo un gran contraste en las condiciones de suelos que se refleja en el manejo (Foto 3).

Los Andisoles cubren una apreciable área de América tropical. La fracción arcilla de estos suelos está dominada por alofana, imogolita y halloisita (minerales amorfos de rango corto) que provienen de la meteorización de los materiales piroclásticos producto de las deposiciones volcánicas. Una de las características más importantes de los Andisoles es su capacidad para inmovilizar (fijar) fósforo (P) en la superficie de los minerales amorfos. Esta es quizá la principal limitante química de los Andisoles. Sin embargo, la capacidad de fijación de P de los Andisoles varía con el tipo de arcilla presente, condición que a su vez parece está determinada por la altura a la cual se encuentran los depósitos de ceniza que formaron el suelo. Inicialmente se consideró que la fijación de P en los Andisoles ocurría solamente en las superficies activas de la alofana y la imogolita. Los mecanismos de fijación de P en la alofana e imogolita incluyen procesos como quemiadsorción, desplazamiento de silicio (Si) estructural y precipitación. Sin embargo, se ha reconocido la importancia de los complejos humus-Al en este proceso. La fracción humus en Andisoles forma fácilmente complejos con metales como el Al. El C atrapado en estos complejos es inactivo y deja de ser parte del C activo de la fracción orgánica. Por otro lado, los grupos hidroxilo combinados con el Al acomplejado entran en reacciones de intercambio de ligandos con HPO4= y H2PO4- fijando fuertemente el P aplicado al suelo. De igual manera, este fuerte acomplejamiento del Al con el humus limita la posibilidad de coprecipitación de Al con Si, liberados de la descomposición de la ceniza volcánica, lo que a su vez limita también la formación de alofana. Estos procesos se han documentado en Andisoles de Japón, Colombia y Ecuador (Wada y Kakuto, 1985; Inoue y Higashi, 1988; Benavides y Gonzáles, 1988; Zehetner et al., 2003). Estudios de evaluación de la fijación de P en Andisoles han demostrado que en efecto la fijación es más fuerte en suelos de altura que tienden a acumular complejos humus-Al. La acumulación de humus es mayor en suelos volcánicos localizados a mayor altitud (> 2000 msnm). Evidencia indirecta obtenida en Andisoles de Ecuador y Colombia permite concluir que la fijación de P está estrechamente relacionada con el contenido de C en el suelo (complejos humus-Al). Indirectamente, esto también indicaría cuales minerales arcillosos se formarían a partir de la ceniza volcánica en determinadas condiciones y la intensidad de la fijación de P. Aparentemente los suelos alofánicos tienden a fijar menos P. Datos recientes de un estudio de pedogénesis de un transecto del volcán Cotacachi en Ecuador (Tabla 1) confirmaron el hecho de que la fijación de P está asociada directamente con la presencia de C orgánico en el suelo (Zehetner et al., 2003). Se encontraron dramáticas diferencias altitudinales con

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo respecto a la formación pedogenética de los minerales del suelo. Se determinó que la fracción arcilla de las zonas situadas a elevaciones superiores a 3200 msnm (sobre el nivel del mar) estaban dominadas complejos humus-Al, las zonas entre 3200 y 2700 m snm por complejos humus-Al y alofana y que bajo 2700 msnm no existe presencia de complejos humus-Al. Diferencias en la zonificación se pueden presentar por efecto de las cambiantes condiciones de humedad y temperatura en las diferentes áreas desarrolladas sobre ceniza volcánica en América Latina. Tabla 1. Contenidos de carbono, aluminio asociado con el carbono y retención de fósforo en un transecto de suelos derivados de ceniza volcánica alrededor del volcán Cotacachi, Ecuador (Adaptado de Zehetner, 2003). Horizonte 1 Pedón 1, 4050 m snm A AB Pedón 2, 3900 m snm A1 A2 Pedón 3, 3400 m snm A AC Pedón 4, 3000 m snm A Pedón 5, 2950 m snm A1 A2 Pedón 6, 3060 m snm A Pedón 7, 2900 m snm A1 A2 Pedón 8, 2740 m snm Ap A Pedón 9, 2570 m snm Ap A1 Pedón 10, 2560 m snm A Pedón 11, 2630 m snm A Pedón 12, 2410 m snm A1 A2

Carbono2 (%)

Aluminio asociado al carbono3 (g/kg)

Fijación de Fósforo4 (%)

7.5 3.8

7.0 4.4

90 89

10.3 4.1

10.1 4.9

91 87

7.7 2.4

7.6 4.0

88 79

3.4

3.6

61

3.6 3.0

3.0 3.4

46 46

6.4

5.6

74

3.1 2.2

3.0 2.4

52 48

2.3 2.1

1.7 2.6

26 38

0.9 0.5

0.2 0.2

4 4

0.3

0.2

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0.6

0.3

6

0.4 0.6

0.1 0.1

6 6

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Horizontes de diferente profundidad. Carbono total determinado por combustión seca (Tabatabai and Bremner, 1991). 3 Aluminio asociado con la materia orgánica extraído con pirofosfato de sodio a pH 10. 4 Diferencia después de 16 h de agitación con una solución de 1000 mg/L de P. 2

Uno de los cultivos que refleja el efecto contrastante del material parental en la fijación de P es la papa (Espinosa, 2004). En la Tabla 2 se presenta una comparación de la respuesta a la aplicación de P en

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo papa en suelos volcánicos de la Sierra alta de Ecuador y Colombia (Foto 4) y en Inceptisoles de la Sierra alta de Perú. Los datos de investigación reciente sugieren que aún aplicaciones de dosis muy altas de P no satisfacen la capacidad de fijación de los Andisoles de altura cultivados con papa y que el efecto residual es bajo. Para obtener un adecuado rendimiento de tubérculos en estos Andisoles es necesaria la aplicación de P en cada ciclo. Se considera que los complejos humus-Al serían los componentes dominantes en la fracción arcilla. Es difícil distinguir entre suelos dominados por alofana, imogolita o complejos humus-Al, y hasta hace poco, los suelos conteniendo estos minerales estaban agrupados en el suborden Andept en el orden de los Inceptisoles. A partir de 1988 se creó un nuevo orden de suelos denominado Andisol para agrupar todos lo suelos derivados de materiales volcánicos. Este nuevo agrupamiento dentro de la taxonomía del suelo permite la separación de los suelos dominados por complejos humus-Al de los suelos dominados por alofana e imogolita. Este hecho podría permitir una mejor caracterización de la fijación de P en suelos derivados de ceniza volcánica. El comportamiento de P es diferente en los suelos de las tierras altas de América tropical desarrollado sobre rocas metamórficas y sedimentarias (Inceptisoles) ubicadas predominantemente en Perú y Venezuela. Las dosis de P para la producción de altos rendimientos de papa son substancialmente más bajas y el efecto residual es alto (Tabla 2). El efecto del material parental sobre el tipo de suelo desarrollado en las tierras altas de América tropical tiene otras implicaciones en el manejo de los cultivos. Los -------------- Andisoles -------------Inceptisoles Inceptisoles y otros órdenes de Sitio 1a Sitio 2b Sitio 3c suelos formados de roca P2O5 Rendim. P2O5 Rendimiento P2O5 Rendim. metamórfica y sedimentaria tienen kg/ha t/ha kg/ha t/ha kg/ha t/ha en general un alto contenido de 0 6.4 0 4. 4 0 10.2 arcillas de tipo 2:1 150 11.7 75 15.8 80 19.3 (montmorillonita, vermiculita, illita) 300 31.2 150 20.5 160 30.3 y se comportan en forma diferente a 450 33.4 300 25.8 los típicos suelos tropicales rojos a Andisol de Ecuador, b Andisol de Colombia, c Inceptisol de Perú (Ultisoles y Oxisoles) dominados por óxidos e hidróxidos de Fe y Al y caolinita y a los suelos derivados de ceniza volcánica (Andisoles) que están dominados por arcillas amorfas de rango corto (alofana, imogolita y complejos humus-Al).

Tabla 2. Comparación de la respuesta al fósforo de la .papa en Andisoles e Inceptisoles de tierras altas de América tropical (Adaptado de Villagarcía et al., 1991 y Espinosa, 2004).

En los suelos dominados por arcillas de tipo 2:1, la reducción en saturación de bases (pérdida de K, Ca y Mg) desarrolla acidez. Este incremento en acidez (reducción del pH) conduce a la ruptura de la estructura de los cristales arcillosos y a la liberación del Al estructural. Este Al ocupa los sitios de intercambio dejados por las bases desplazadas. Estos suelos, por tener arcillas de superficies de baja reactividad pueden fácilmente encalarse hasta llegar a pH 7.0, valor alrededor del cual se obtienen los

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo mejores rendimientos de los cultivos. El incremento de pH logrado con el encalado incrementa poco o nada la CIC del suelo (suelos de carga permanente). Los Andisoles tienen una alta capacidad tampón (resistencia al cambio de pH) y una moderada CIC y estos factores hacen que la determinación de los requerimientos de cal en estos suelos sea más complicada. La intensidad de la capacidad tampón varía de un sitio a otro de acuerdo a los factores que controlan la meteorización de la ceniza como la altitud, precipitación, temperatura y edad del material. Por esta razón no existe una regla simple para evaluar los requerimientos de cal en estos suelos. El uso del criterio del Al intercambiable o la saturación de bases en ciertos casos subestima la necesidad de cal. La alta capacidad tampón de los Andisoles se debe a que las arcillas resultantes de la meteorización de las cenizas volcánicas (alofana, imogolita y complejos humus-Al) tienen una superficie muy reactiva. En este caso los OH- producidos por hidrólisis del ión CO3 crean carga en la superficie de las arcillas por deprotonización (pérdida de H+) y consecuentemente no se incrementan el pH de la solución del suelo, pero se incrementa la CIC (carga variable). Esta resistencia al cambio de pH de los suelos de carga variable obligaría a utilizar cantidades muy altas de cal para llegar a pH 7.0. Obviamente esto no es necesario y solamente es conveniente el elevar el pH hasta valores un poco más arriba de lo necesario para precipitar el Al3+ (5.3-5.5). En Andisoles, la cantidad de cal necesaria para precipitar el Al o la magnitud de la capacidad tampón, varía con la edad y el estado de meteorización de la ceniza volcánica y por esta razón es necesario conducir experimentos simples que determinen exactamente los requerimientos de cal de un sitio específico (Espinosa, 1987; Espinosa y Molina, 1998). La violenta actividad volcánica ocurrida en el pasado envió cenizas a la atmósfera, las cuales se movieron largas distancias antes de depositarse en la superficie. Esta es la razón por la cual existen suelos derivados de cenizas volcánicas a considerables distancias del punto de origen. Algunos de estos suelos se han desarrollado en ambientes de alta humedad y temperatura localizados en zonas bajas. Se sospecha que en estos suelos la cantidad de alofana e imogolita es alta, pero el color del suelo continua siendo oscuro y en la clasificación taxonómica antigua estaban clasificados como Dystrandepts, exactamente igual a los Andisoles de mayor altura que supuestamente tienen mayor contenido de complejos humus-Al. En el caso de estos suelos, desarrollados en diferentes ambientes, la fijación de P es baja y el efecto residual es alto. Esto se observa en cultivos como maíz y arroz y en cultivos perennes como café, banano y palma aceitera, predominantes en las zonas bajas de América tropical. Valles profundos en medio de los Andes Durante la formación geológica de los Andes aparecieron las dos grandes cadenas de cordilleras características de Chile, Perú y Ecuador, sin que aparezcan valles profundos en el medio de las dos cadenas y más bien se formaron planicies y paisajes de tierra ondulada de altura. Sin embargo, en Colombia los Andes forman tres cordilleras y entre estas cadenas se forman los profundos valles del río Cauca y Magdalena (Figura 1). Una apreciable superficie de estos suelos son Vertisoles, o por lo menos tienen un alto contenido de arcillas tipo 2:1 que les confiere propiedades vérticas. La presencia de estos suelos en América tropical es posible por el efecto del clima en la formación del suelo. La escasa lluvia en apreciables áreas de estos valles no permitió el desarrollo pedogenético de los suelos hacia Ultisoles u Oxisoles, característicos de las sabanas ubicadas al oriente de los Andes en Colombia y Venezuela o de la selva Amazónica del resto de Sur América. Existen varios parches de este tipo de suelos en todos los países de América tropical que se caracterizan por tener alta fertilidad. Dentro de estos suelos son dignos de mencionarse aquellos ubicados en la planicie de la costa de Perú. La profunda influencia de la corriente de Humbolt que corre paralela a la costa de América del Sur, hasta voltear en dirección al este frente a Ecuador, modifica radicalmente el clima de planicie costera de Chile y Perú. La ausencia de lluvia en toda esta angosta franja limita severamente la producción agrícola que

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo solamente se puede desarrollar en los valles regados por los ríos que bajan de los Andes. Esta es la conexión de estos suelos con las zonas de altura, simplemente se benefician del agua producida en sitios lejanos. La mayoría de los suelos de estas áreas están dominados por arcillas de tipo 2:1 y son naturalmente fértiles. La restricción de agua se compensa, en cierta forma, con la excelente luminosidad y noches de bajas temperaturas que permiten acumular rendimientos muy altos en los valles donde se dispone de agua. No es raro encontrar rendimientos superiores a 12 t/ha de arroz y mayores a 200 t/ha de caña de azúcar que son difíciles de conseguir en otras tierras bajas de América tropical. Erosión de los suelos de altura Sin lugar a dudas, el principal factor de degradación de los suelos de altura en América tropical es la erosión. El proceso es muy grave y tiene profundas repercusiones en la vida de todos los habitantes de estas regiones y de las regiones ubicadas en las zonas bajas que indirectamente también sienten el impacto del problema (Foto 5).

La degradación del suelo ocurre a través del tiempo por la pérdida gradual de suelo por erosión causada por la lluvia o el riego y por agotamiento de los nutrientes del suelo debido a la producción de cultivos sin la suficiente aplicación de fertilizantes e incorporación de materia orgánica. En general la degradación gradual es reversible y se puede manejar con prácticas sencillas de conservación de suelos y manejo de cultivos. En todas las tierras altas de América tropical se ha conducido abundante investigación para desarrollar tecnología para conservar y mejorar o por lo menos mantener la productividad del suelo. La erosión se

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo puede prevenir con prácticas como cultivos en curvas de nivel, construcción de terrazas, cobertura del suelo y los nutrientes pueden ser devueltos al suelo con utilización de fertilizantes minerales y de residuos orgánicos. Esta tecnología es fácilmente accesible y en general tiene costo razonable (Foto 6). La adopción de estas prácticas de manejo del suelo y cultivos ha sido siempre baja y los programas gubernamentales y privados han tenido poco éxito y su influencia es errática. Se ha demostrado que los agricultores tienden a adoptar prácticas de conservación cuando la degradación del suelo no es todavía muy seria y la condición inicial del suelo puede recuperarse rápidamente. Sin embargo, cuando la degradación es severa, el grado de aceptación de las prácticas de conservación de suelos se reduce apreciablemente. Una vez que la parcela a llegado a cierto límite de productividad, la degradación pasa a ser económicamente irreversible, es decir para el agricultor no es rentable invertir en conservación de suelos, aun cuando técnicamente la degradación puede ser reversible (Antle et al., 2002; Antle et al., 2005). Extensas áreas de las tierras altas de América tropical han llegado a esta condición. Es imperativo que todas las instituciones envueltas en actividad agrícola y educacional desarrollen programas de conservación de suelos a largo alcance que prevengan y controlen la erosión antes que esta se haga económicamente irreversible. Esta es la única manera de mantener en su sitio el suelo que sostiene un alto porcentaje de la población de la región. BIBLIOGRAFIA Antle, J.M., J.J. Stoorvogel, and R.O. Valdivia. 2005. Multiple Equilibria, Soil Conservation Investments and the Resilience of Agricultural Systems. http://www.tradeoffs.montana.edu. Antle, J., J. Stoorvogel, W. Bowen, C. Crissman, and D. Yanggen. 2002. The Tradeoff Analysis Approach: Lessons from Ecuador and Peru. http://www.tradeoffs.montana.edu. Benavides, G. y E. Gonzales. 1988. Determinación de las propiedades Andicas y clasificación de algunos suelos de páramo. Suelos Ecuatoriales 17:58-64. Espinosa, J. 1987. Efectos del encalado en las propiedades químicas de suelos ecuatorianos. Memorias del primer congreso nacional de ciencias de la comunicación científica. Quito, Ecuador. Espinosa, J., y E. Molina. 1998. Acidez y encalado de los suelos. INPOFOS. Quito Ecuador. Espinosa, J. 2004. Suelos volcánicos, dinámica del fósforo y producción de papa. Memorias del XVI Congreso Latinoamericano de la Ciencia del Suelo. SCCS, Cartagena, Colombia. Octubre 2006. Hedberg, O. 1964. Features of Afroalpine plant ecology. Acta Phytogeogr. Suecica 49: 1-144.

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XI Congreso Ecuatoriano de la Ciencia del Suelo Inoue, K. and T. Higashi. 1988. Al and Fe-Humus complexes in Andisols. In D. Kinloch, S. Shoji, F. Beinroth and H. Eswaran (eds.), Proceedings of the Ninth International Soil Classification Workshop, Japan, 20 July to 1 August, 1987. Published, by Japanese Committee for the 9th International Soil Classification Workshop, for the Soil Management Support Services, Washington, D.C., USA. Villagarcía, S., y F. Ramírez. 1991. Fertilización y nutrición mineral de la papa. Revista ADIFAL. México D.F. México. Wada, K. 1980. Mineralogical characteristics of andisols. In G. Theng (ed.), Soils with variable charge. Palmerton North, New Zealand Society Soil Science. Wada, K., and Y. Kakuto. 1985. Embryonic halloysites in Ecuadorian soils derived from volcanic ash. Soil Sci. Soc. Am. J. 49:1309-1318. Zehetner, F., W.P. Miller, and L.T. West. 2003. Podogenesis of volcanic ash soils in Andean Ecuador. Soil Sci. Soc. Am. J. 67:1797 – 1809.

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