Y un nuevo inicio. - Oh, claro como te até a la cama. acusó ella, ladeando el rostro con una pequeña sonrisa

Y un nuevo inicio. Marinette se estiró perezosamente y ocultó el rostro contra la suave y perfumada tela de su firme almohada. Una sonrisa se formó e

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Y un nuevo inicio.

Marinette se estiró perezosamente y ocultó el rostro contra la suave y perfumada tela de su firme almohada. Una sonrisa se formó en sus labios al saber que esa tela era parte de la playera de Adrien y ella tenía su mejilla justo sobre el apacible corazón del chico que repentinamente latió un poco más rápido, acorde él cerraba su agarre en la cintura femenina, estrechándola más contra él. - Debería volver a casa… -murmuró el chico, subiendo sus dedos por la espalda femenina, descuidadamente, como lo haría un guitarrista al arrancar notas armoniosas pero al azarNo sé cómo me convenciste para que me quedara toda la noche. La pelinegra abrió los ojos con fingida sorpresa y se sentó, para mirarlo recostado sobre las sábanas de su cama y sin sus zapatos como única prenda faltante en él. - Oh, claro… como te até a la cama. –acusó ella, ladeando el rostro con una pequeña sonrisa. - Promesas…. Simples promesas. –jugó Adrien, con esa sonrisa felina y ladeada tan típica de él. Ahora, tan típica en su rostro. Siempre, tan típica en él. - No fue muy difícil convencerte ¿Sabes? –su sonrisa se amplió- Treinta y dos: Maúllas mucho pero muerdes poco. –acusó ella, inclinándose en su dirección, apreciando como la luz de la mañana parecía atorarse entre las claras pestañas del chico, como polvo de estrella- ¿Sabías eso, chico listo? -susurró y se inclinó un poco más, hasta que su nariz toco la de él. Y el efecto fue el esperado, la prometedora sonrisa desapareció y un acalorado sonrojo tiñó las bronceadas mejillas hasta que lo escuchó respirar por la boca ¿Era malo que le gustara ponerlo nervioso? Entre el caballeroso Adrien y el hablador de Chat Noir, había un chico anhelante y expectante, en lugar de uno que hiciera muchas acciones. Oh, claro que era activo, pero parecía gustarle que lo mimaran. - Cuarenta y cinco: Tú eres muy astuta para mí bien. –susurró el rubio, logrando que ella se apartara, con una pequeña risa casi infantil y traviesa- Me vas a matar, princesa. –se sentó, observando la habitación de Marinette- Aún es temprano ¿Verdad? - En esta época del año amanece más temprano… -la chica se estiró y tomó su celular- Si, son las seis de la mañana. En cualquier momento mamá comenzará a gritar para que me despierte. - ¿No va a entrar? –preguntó, preocupado y lanzó una larga mirada a la ventana que usaba como entrada cuando era Chat Noir- No quisiera darle una terrible impresión a tu madre. –y luego la miró con cierta sorpresa- Nunca me he quedado a dormir en la casa de alguien, menos de una chica. Mucho menos sin el permiso de sus padres.

- No, no va a entrar. Cuarenta y seis: Mis padres confían en mí, me dan mucha privacidad. –se levantó, buscando sus artículos de baño- Y no soy cualquier chica, soy tu novia. –lo regresó a ver, mordiéndose el labio inferior para no sonreír tontamente. Él retomó el fuerte sonrojo y se quedó como si fuese de piedra sobre la cama, con las piernas entrecruzadas en lo más cercano a una pose de loto y con sus manos aferradas a sus tobillos. Pero su mirada brillaba de pura emoción. - ¿O debería decírtelo con el traje de Ladybug? –consultó Marinette, sentándose a su lado. - Seguirías siendo tú, seguiría impresionándome gratamente. –lo dijo con dulce voz, apoyando su cálida mano sobre la mano femenina. Oh… debería detenerse… Y aun así… - Pero debes admitir que te gusta el traje. –acusó, inclinándose hacia él con una sonrisa traviesa- Después de todo, tú dijiste que eres mi más gran admirador ¿No? Adrien se sonrojó más, sus orejas se pusieron ligeramente coloradas y se lanzó hacia atrás, cubriéndose el rostro con la almohada para ocultarse. - Tú quieres matarme, princesa. –declaró, completamente seguro, desde su totalmente masculino refugio en forma de corazón esponjoso y violeta- Me gustaría poder arrepentirte por haberte contado eso de mí. Siempre había sido fácil molestar a Chat Noir. Él le había dado el poder, como un leal compañero que la observaba como un cachorrito dispuesto a seguirla donde fuese. Aunque solía controlarse, todo el tiempo había bromeado a su costa, lo había regañado y lo había obligado a seguirla, como si no le importara nada ¡Pero es que era tan divertido escucharlo gritar su nombre mientras intentaba darle alcance! Y le encantaba la forma en que él le lanzaba miradas de infantil desconsuelo cuando lo dejaba en medio de alguna cursi pero traviesa declaración. Ahora que sabía que ese endemoniadamente enamorado gatito era Adrien y que era mucho más fácil desarmarlo cuando él no tenía la máscara para ocultarse… ¡No podía evitarlo! El rubio era tan lindo cuando se ponía nervioso y se encontraba entre los deberes de un caballeroso joven y los deseos de un enamorado adolescente… Solo había que mirarlo… - Gatito… -llamó, quitándole la almohada de la cabeza y sin poder evitarlo, besó su suave mejilla- No quiero matarte. Además, me gusta como suena. - ¿Mis lamentos debajo de la almohada…? –bromó él, acariciando su mejilla, más relajado. - No… Eso no. Sino, novia, como suena, novia, me gusta. –sonrió con orgullo- Y más porque… llevo pocas horas estrenando el título, voy a disfrutarlo. La voy a estar

repitiendo en mi cabeza constantemente: Novia. No-vi-a. –admitió, para que viera que no debía apenarse tanto. - Me alegra. –su voz fue sincera, sentándose otra vez, entrelazando sus dedos con los suyos- Porque… - ¡Marinette! ¡Levántate! –la voz fuerte y femenina sonó tan clara que costaba creer que estuviese llamándola desde el piso inferior. - Debo irme. –se lamentó el chico, poniéndose sus zapatos- ¿Plagg? –buscó por todos lados- ¿Plagg? Marinette señaló el tejado, recordándole hacia donde podría estar. Sus compañeros habían decidido pasar el tiempo solos, en el pequeño balcón superior. Tal vez como una excusa para darles espacio o simplemente porque tenían mucho que charlar. Adrien asintió y ambos chicos subieron, intentando hacer el menor ruido posible. Para sorpresa de ambos, encontraron a Tikki adormilada sobre el regazo de Plagg, quien acaricia su mejilla suavemente, sin despegar su mirada de la pequeña criatura. Adrien tosió ligeramente, para llamar la atención de su compañero. Plagg lució ligeramente avergonzado al ser atrapado en medio de un momento tan privado pero no se atrevió a moverse. - Tikki. –llamó Marinette, saliendo al rescate de ambos varones, dejando que la pequeña despertara y volara hacia sus manos- ¿Te veo más tarde? –consultó hacia Adrien. - Me gustaría venirte a recoger, pero te retrasaría. Así que mañana me gustaría hacerlo. – comentó el chico y sin esperar respuesta comenzó su transformación. Un par de segundos después, fue Chat Noir quien besó su mano en una elegante reverencia y se dejó caer por la barandilla para segundos más tardes aparecer en otro tejado y comenzar su carrera hacia casa. - ¿Marinette…? –preguntó Tikki. La chica parpadeó varias veces y negó con fuerza, completamente roja. - ¿Seré la única que encontró su transformación muy…? –suspiró- Él lucía tan… atractivo… y atrevido. - Bueno, él no ha hecho eso en frente de nadie. Así que no tienes a quien consultarle. –la pequeña criatura sonrió divertida- No creo que Plagg confesaría esas cosas. - ¿Eso quiere decir que hace todo ese show para nada? - Marinette… -Tikki soltó una pequeña risa- Tú también haces un show cada vez que te transformas. –le recordó. - ¡Pero el mío no es sexy y atrevido! –se defendió, ligeramente apenada. - Eso no lo sabemos. Tal vez debas transformarte en frente de Adrien y preguntarle. – bromeó Tikki.

- ¡Marinette! –la voz de su madre llegó claramente hasta la terraza. Para ser una mujer tan pequeña, en verdad tenía un excelente pulmón. - ¡Voy! Y de tal palo, tal astilla. Casi una hora después, Marinette se estaba preguntando si era normal sentirse más ansiosa que en su primer día de clases. Todo había sido más fácil cuando había estado tratando con Adrien, a solas, en la seguridad de su habitación. Las horas habían pasado con amabilidad mientras las conversaciones se entrecruzaban, enredaban y reencontraban, confesando momentos vergonzosos y llegando a la realización de ciertos eventos curiosos que en el pasado no habían tenido idea de que estuviesen conectados. París, la ciudad de la luz, de repente tuvo un completo y nuevo significado cuando ambos habían iluminado el pasado, entre risas, sonrojos y confesiones. La vieja amistad de Marinette hacia Chat Noir se entremezcló con la relación de tira y afloja que Ladybug tenía con su aliado. Pero ¿En qué quedaba la relación de Marinette y Adrian? Específicamente cuando debían encontrarse con sus compañeros de clase. Cuando debían tratar con el mundo exterior sin sus máscaras ¿Qué iba a ocurrir? El rubio le había dado a entender que iría a recogerla a su casa el día de mañana, parecía entusiasta con la idea de escoltarla los pocos minutos que sería en su auto el llegar a clases. Pero ¿Ese día? Oh… casi toda la noche habían intercambiado información y se habían olvidado de tratar ese tema tan importante ¿Qué le dirían a sus amigos? Oh no… - ¿Qué voy a decirle a Alya? –gimió, justo a las puertas de su destino. - ¿Decirle sobre qué? –Adrien apareció a un lado de los escalones, tan sigiloso como siempre y la observó con curiosidad- Cuarenta y siete: No sueles llegar temprano. Hay que trabajar en eso. –bromeó, extendiendo su mano para tomar la suya. Pero Marinette lo esquivó, entre la costumbre usual que tenía como Ladybug y porque estaba maquinando algo. - ¿Qué…? –el chico frunció el ceño cuando su mano se cerró en el aire pero su terquedad le hizo volverlo a intentar pero ni siquiera llegó a rozar la mano femenina- ¿Princesa…? - ¿Qué le voy a decir a Alya? –observó a todos lados, temerosa de que su amiga la encontrara- El día de ayer fue el primero en que pude hablar contigo sin atragantarme ¿Y ahora somos novios? No lo va a entender. - ¿Te comenté que siempre me pareció eso adorable? –el chico se cruzó de brazos, resignado a que no podría ganarle sobre un simple gesto como tomarla de la mano. Algo que, por cierto, llevaba años deseando hacer. - ¿Y cómo voy a explicarle que ahora somos…? –se cortó y levantó la mirada, con sorpresa¿A-adorable? –jadeó.

- ¿Ves? Aún lo eres. –sonrió suavemente, dando un paso hacia ella- Aunque estuviese lamentando que no pudiésemos charlar normalmente como lo hacías conmigo cuando era Chat Noir, siempre encontré tierno que te pusieras así de nerviosa. Solo soy un chico ¿Sabes? - Y cierto justiciero con orejas. –la chica rodó los ojos, cruzándose de brazos- Nada importante ¿Eh? Modelo de día, héroe en la noche. - La mayoría de veces es en la tarde, debes admitirlo. –Adrien dio otro paso hacia ella, aprovechando que estaba desprevenida- Y tú, diseñadora de modas… - …amateur, diseñadora de modas amateur. - Diseñadora de modas. –recalcó- He visto tu trabajo, he modelado algunos de tus trabajos ganados legalmente en concursos, te recuerdo. –le aclaró y continuó- Diseñadora de modas y heroína. –otro pequeño paso, muy sutil- Pero nunca tartamudee en tu presencia. - Oh, tienes razón… -una pequeña sonrisa se formó en los labios de la chica- Ahora recuerdo, Adrien era completamente silencioso con Ladybug. Ni una palabra. Solo grandes ojos y la boca abierta… - ¡Princesa! –murmuró el chico, observando a todos lados- Eso es tan injusto… - Tú comenzaste… - Tan astuta como debía esperar de mi lady. –halagó, tomándola de la mano y besándola justo sobre sus nudillos. Algunas costumbres no se perdían. Otras cambiaban. Ella no rompió su agarre, aunque negó con cierta resignación. Esos ojos, con o sin máscara, brillaban con travesura. Aunque sin el traje, lucía como un verdadero caballero. - Y por último. –Adrien se enderezó y la tomó del mentón- Para mí será un placer solucionar tu problema, mi lady. - ¿Problema…? - Sobre Alya. –y antes de que pudiera decirle algo, él cortó la distancia entre ambos. Marinette abrió los ojos con sorpresa cuando notó que Adrien la estaba besando lentamente ¿Cuándo se había acercado tanto? ¿Y cómo había llegado a ponerle las manos encima? ¿Y…? La chica cerró los ojos, sin poder evitarlo y antes de darse cuenta estuvo rodeando el cuello del chico, apoyándose contra él y suspirando contra sus labios. ¿Cómo podía besar tan bien…? Una suave sonrisa se formó en sus labios. Eso no importaba, era el perfecto contacto, cálido, suave, con escalofríos y la intensidad justa para que sus piernas no fallaran en ese

momento. Muy despacio Adrien se separó, sonriendo ampliamente, de esa forma inocente y grata que él mostraba a todos. - Entonces… ¿Eso es un sí? No tenía idea de qué hablaba pero lo que fuese… - Si. –susurró, mordiéndose el labio inferior ¿Sería otro beso? Porque mil veces le diría que si ¿Tal vez huir para continuar con lo que habían tenido que cortar cuando un guardia los había encontrado en el tejado? ¡Un millón de veces que si! - Me hace feliz oírte decir eso. Obviamente ella también estaba feliz. Tal vez podrían ir a otro lugar, porque de seguro el museo estaría con mucha más gente que la noche anterior. Pero Adrien se alejó y la tomó de la mano, llevándola adentro, hacia el aire acondicionado y las aulas de estudios. - ¿Qué…? –parpadeó con sorpresa, mirando a todos lados- ¿Qué…? - ¿Ocurre algo? –el chico le lanzó una rápida mirada y por un segundo brilló con travesura, antes de seguir su camino tranquilo, con su aspecto pulcro y perfecto. - ¿Qué…? –abrió los ojos y regresó a ver sobre su hombro. ¡Casi todo su curso estaba mirándolos con sorpresa, incluyendo a Alya! Aunque… su amiga lucía totalmente emocionada. - Ahí tienes tu explicación. Me he declarado a ti, te he besado y has aceptado ser mi novia. –el chico la observó, aun con esos ojos inocentes y esa afable sonrisa- Si preguntan, les diré que llevo años enamorado de ti, pero por timidez no te había dicho nada. No… eso no los convencerá del todo… -negó y se quedó pensando- Ya, les diré que no te había dicho nada ni había dado ningún acercamiento porque mi carrera como modelo había estado comenzando y la agencia me dijo que no podía tener ningún noviazgo. Pero, recientemente, habíamos estado manteniendo conversaciones por celular, tú, aceptaste la discreción que te pedí y esa fue mi señal de que eras la indicada para mí. Ya no me pude contener y me declaré a ti. –sonrió con orgullo- Perfecto ¿Verdad? Sutil, respetuoso, romántico a la medida perfecta. Eso le diremos a los medios cuando pregunten. - ¿A los medios? –Marinette aceleró el paso, saliendo de su sorpresa al ver la agilidad mental que el chico había demostrado- Oh… -por supuesto ¿Cómo había olvidado eso?Tú eres una figura pública. Alguien ya habrá tomado una foto y… En ese momento el celular de Adrien comenzó a sonar, el chico observó la seria fotografía de su padre y contestó, deteniéndose y haciéndose a un lado en el pasillo, jalando a la pelinegra con él. - …así que ya la viste. –asintió pero su mano se cerró en la cintura de Marinette, abrazándola contra él y le sonrió, para calmar a sus ojos preocupados- ¿Recuerdas que te

había mencionado que me gustaba una chica…? Sí, es la joven diseñadora que ha ganado todos los concursos que la agencia ha realizado… -abrió los ojos- ¡Papá! –regañó y se inclinó, besando la frente de Marinette, para que viera que no pasaba nada malo- …No, ella no quiere aprovecharse de mi fama para catapultar su carrera… -rodó los ojos- Porque llevo años cortejándola y por fin aceptó. Años. –le lanzó una mirada a la chica- Aunque por la cara que tiene ahora, tal vez vaya a terminar conmigo… Si, está conmigo ahora… Padre, estoy bromeando… ¿Qué? ¿Ahora?... Está bien, pero tendrás que hablarle al director… Bien… Gracias… Nos vemos… -colgó y acarició la mejilla de la chica- Ese era mi padre… - Y creía que te estoy usando para hacerme famosa. –enmarcó una ceja- ¿En serio? - Él se preocupa por mí y es algo más común de lo que piensas en el medio. Pero comprendió… creo. –se encogió de hombros- Pero… - Oh no… hay un pero… -gimió. - Ya programó una rueda de presa y es necesario que me acompañes. –su celular vibró y sonrió nervioso- La limosina está esperando. - ¿Tan pronto? –preguntó, sorprendida, mientras era arrastrada de regreso a la calle. - Nosotros debemos adelantarnos a la presa rosa y exagerada. Hay que hacerles creer que todo estaba planeado, eso dice mi padre. - ¿Planeado…? –al llegar a la calle, notó que todos los rodeaban, sorprendidos. - ¿Marinette…? –Alya intentó acercarse, con una enorme sonrisa pero un brillo curioso en sus ojos. - ¡Te explico luego! –rogó, sintiéndose terriblemente mal por no poderle decir nada a su amiga. Pero Adrien la estaba llevando lejos. - ¡Descuida! –Alya sonrió ampliamente- ¡Diviértete! Oh… tenía la mejor amiga del mundo. El rubio la hizo entrar primero y se metió en la limosina. Marinette se sorprendió cuando notó la presencia de una mujer de ojos melancólicos y serios, cabello negro y ropa elegante. - Nathalie. –saludó Adrien y miró a la chica- Ella es la asistente personal de mi padre. - Y tú debes ser Marinette. –la mujer cortó, observando su tablet- Las fotografías de ustedes dos están en todas las redes sociales. –extendió el aparato hacia los chicos, sin soltarlo. Y era verdad, fotos de diferentes ángulos saludaron a la chica, desde el sorpresivo beso hasta el segundo en que ella había correspondido el gesto con igual devoción.

- Lo siento, es mi culpa. –Adrien le observó con ojos lamentables- Solo… quería… La mujer ni siquiera parpadeó. Marinette no sabía si sorprenderse, tenerle respeto por ser inmune a ese par de esmeraldas o analizar la posibilidad de que fuese una alienígena. Esa era la única explicación para que no moviera ni un músculo ante la mirada del rubio. Pero repentinamente la limosina se detuvo y una de las puertas se abrió, dejando que dos mujeres jóvenes de piel canela, gemelas, subieran con enormes portafolios y saludaran animadamente a Nathalie aunque ella ni siquiera devolvió el saludo. Las dos mujeres sonrieron a los jóvenes y cuando repararon en Marinette soltaron un pequeño chillido. - Te lo dije. - Oh, sí, cuando tienes razón, tienes razón. - Obviamente, por eso soy la gemela alfa. - Oh, calla, ególatra. - ¿Eh…? –Marinette parpadeó, sorprendida y buscó los ojos del rubio. - Amelia y mi hermana Bianca. –presentó la que se había hecho llamar gemela alfaNosotras nos encargamos de la publicidad de Adrien. - Y sacamos una excelente idea cuando vimos las fotos. - Exacto. Simplemente perfecta: Todo fue planeado para la nueva campaña de ropa para Adrien. –Amelia sonrió- Por suerte ya habíamos estado trabajando en prototipos en un concurso privado de diseñadoras de modas. - Y cuando te vimos, -continuó Bianca- supimos cuál sería la solución. Porque, obviamente, Adrien solo modela para crear tendencias. - ¿Y qué más tendencia….? –Amelia sonrió misteriosamente. -¿…que ropa basada en Ladybug y Chat Noir? –chilló Bianca, extendiendo su portafolios a los chicos. - Marinette, eres la perfecta modelo para la ropa de Ladybug, cabello negro, ojos azules… - Y esas adorables coletas. –completó la otra diseñadora- Un sueño. - Una visión. - Una señal. –concluyeron las gemelas, orgullosas y regresaron a ver hacia Nathalie- ¿Qué opinas? La mujer observó los diseños de ropa, cosa que Marinette también hizo. Vestidos, suéteres, bufandas, zapatos, accesorios, blusas, corbatas y demás… todo con sus colores. Oh… se sentía mareada.

- ¿Estas bien? –Adrien la sostuvo suavemente- Lamento si esto no era lo que esperabas en nuestro primer día como novios… - No, no… -negó, recuperando su fuerza. Eso era lo que Adrien vivía día a día ¿Verdad? Por primera vez podía apoyarlo, estar junto a él. Marinette lo tomó de la mano y le dedicó una amplia sonrisa. Ella podía ser fuerte. Además ¿No había soñado con modelar junto a Adrien? Tal vez como una fantasía romántica y no como un verdadero sueño que quisiera que se hiciera realidad pero… Los sueños podían hacerse realidad… …de la forma más curiosa posible. - ¿Qué opinan? –preguntaron las gemelas, al mismo tiempo. - Los diseños, como siempre, son increíbles. –halagó Adrien, mirando los dibujos- ¿Ya hay prototipos? - Absolutamente. - Oh, totalmente. - Bien… ¿Tú qué opinas, Marinette? - Adrien, vas a tener que enseñarme como no quedar en ridículo. –fue su respuesta y las gemelas soltaron un vitoreo anticipado. La chica se percató que el rubio sonreía más tranquilo, sabiendo por fin que ella no encontraba incómodo el asunto. Lo cual, le hizo darse cuenta que por años había seguido los extensos horarios de actividades del chico que estaba sentado a su lado y nunca se había dado cuenta que atrás de esa perfecta actitud estaba un hijo buscando complacer a su padre. Atrás de esas perfectas facciones, estaba el Chat Noir que por muchas noches había justificado a un padre casi dictador y distante, un chico que también se sentía mal cuando se enojaba y se frustraba contra su progenitor. Marinette sintió una profunda ternura y deseó decirle algo, abrazarlo y estrecharlo con fuerza por ser tan fuerte y considerado. Adrien se había esforzado tanto por ser el hijo perfecto, que su máscara había sido su salvación. Él bien se lo había dicho… sus horas como héroe eran los momentos en que podía ser el mismo. Así que, en lugar de quejarse por lo agotadora que era su vida, se sentía afortunado. Eso era admirable. La pelinegra giró la mano de Adrien y con su dedo índice deletreó una sola palabra sobre la palma masculina. “Gatito” El rubio la regresó a ver, sorprendido pero ella mantuvo su vista hacia las gemelas, a sus sugerencias e ideas, como si nada estuviese pasando. Pero su dedo se volvió a mover.

“Bueno” Lo felicitó y el impulso de acariciar su cabello, justo atrás de las felinas orejas se instauró dentro de ella. Nunca le había hecho una caricia así pero de repente la idea de haberse contenido por tanto tiempo resultaba frustrante. Marinette se juró que lo haría cuando tuviese la oportunidad. - Llegamos. –Nathalie cerró la pequeña libreta que había estado observando y se bajó de la limosina. Las gemelas descendieron rápidamente, entusiasmadas por su nuevo trabajo. Marinette se apoyó para deslizarse hasta la puerta pero en un parpadeo se encontró entre los brazos de Adrien, quien la apretaba contra su pecho y le sonreía enternecido. - ¿Qué…? –murmuró, sintiendo sus mejillas rojas al estar tan cerca de él. El chico sonrió y bajó su mano hasta la parte descubierta de la muñeca femenina, dejando que sus dedos se movieran rápidamente. “Gracias” Y le guiñó un ojo, justo cuando la puerta junto a él era abierta por el chofer y Adrien salió. Marinette aceptó la mano del chico, aturdida ligeramente pero feliz. Por alguna razón se sentía bien tener ese pequeño secreto entre ambos. Después de todo, ambos estaban acostumbrados a eso, a estar ocultando algo del público. Así que, un pequeño lenguaje silencioso y personal parecía lo más adecuado para recordarse quienes eran, aun ante nuevos retos. - Te ves satisfecha. –apuntó Adrien, examinando el perfil de la chica. - Me alegra poder apoyarte. –contuvo un bostezo, después de todo no había dormido demasiado, aunque no se arrepentía- No solo escucharte, sino estar aquí. Y el estudio fotográfico parecía un caos total. Por todos lados corrían personas con ropa, maquillaje o cámaras. Adrien se rio sin poder evitarlo y la guio hasta el fondo, esquivando a las personas. - En realidad será muy simple, haremos un pequeño muestrario de los diseños de la ropa. No será nada excesivamente profesional y veremos cómo reaccionan los medios ante la idea. - Pero… -Marinette siguió con sus ojos un vaporoso vestido rojo con puntos negros y luego clavó su mirada en el chico- ¿Van a creer que el beso que nos dimos era parte de una campaña publicitaria, verdad? –frunció el ceño, curiosa- Entonces… ¿Dónde queda nuestra relación? ¿Va a ser un secreto? - ¿Qué? No. –la observó con sorpresa- Eso no sería correcto. Eso no sería lo que yo deseo para nosotros.

Una de las gemelas los interrumpió, Marinette no supo si era Amelia o Bianca, dado que eran extremadamente parecidas e iban vestidas casi igual, pero parecía que los había escuchado, porque respondió con naturalidad. - Obviamente ustedes ya estaban manteniendo una discreta, recatada y propia relación privada. - Fuera de la vista de los medios, aprovechando esos momentos para crear fuertes lazos de amor. –completó la otra gemela, rodeando maternalmente los hombros del chico con uno de sus brazos. - Pero, nuestro dulce Adrien quiso disfrutar de una vida romántica y joven como cualquiera, así que preferimos anunciar esta gran etapa en su vida a lo grande. –Amelia o tal vez Bianca, abrazó a Marinette- Y dado que eres tan bonita, preparamos todo esto. - Astutas. –Adrien les concedió, soltándose y tomando de la mano a la pelinegra para darle algo de espacio mientras retrocedían- Planean mantener la idea romántica del asunto. - Todo el mundo ama tu lado romántico y para que tus fans no odien a tu novia, debe notarse que ella apoya totalmente tu carrera. También lo hacemos para protegerla. - Totalmente. –concedió la otra gemela. - ¿Protegerme…? - Algunas celebridades –explicó Adrien a la chica- son demasiado importantes en las vidas de sus fanáticos, los idealizan y a veces los tratan como si fuesen… celestiales. –el rubio bajó la mirada, ligeramente apenado- La idea de que tuviese novia, podría molestarles, porque rompe un poco la idea de pureza. - Por supuesto. –apuntó Amelia o tal vez Bianca- Adrien es el ángel de Paris. - Su fama –continuó Bianca o tal vez Amelia- se apoya en sus gestos inocentes y facciones dulces. Este será un importante paso para bajarlo del nivel puro y pasarlo a algo más de carne y hueso. - Tal vez y logremos iniciar campañas más atrevidas. –bromearon las dos gemelas, antes de retirarse. - ¿Atrevidas? –preguntó Marinette y una pequeña sonrisa se formó en sus labios- ¿Ropa interior y eso? - No te burles… -rogó el chico, sintiendo escalofríos- Ni siquiera es mi carrera, esto lo hago por mi padre, es su ropa la que modelo ¿Acaso no te has dado cuenta? - ¿De qué…? El chico sonrió ligeramente culpable y avergonzado, así que miró a un lado y otro antes de llevarla un poco más lejos y confirmó que nadie los estaba escuchando.

- Cuando aparecían reporteros o querían hacernos alguna entrevista, siempre te dejaba ese trabajo a ti. No me gusta llamar la atención, prefiero un perfil más amigable, menos… angelical o llamativo de cualquier tipo. –el chico se mordió el labio inferior, buscando las palabras adecuadas- Pero esto hace feliz a mi padre, así que no me arrepiento. Marinette abrió la boca para recriminarle, decirle que tarde o temprano debía pensar en él, independizarse más y mostrarle a su padre sus verdaderos intereses. Pero no lo hizo. No por el momento. Entre ambos, tendrían que lidiar con múltiples batallas personales, fuera de las máscaras. Algunas, como la relación de Adrien y su padre, necesitaban tiempo y tacto, no un momento apurado en medio de tanta gente. Una cosa a la vez. Un par de horas más tarde, Marinette respiró agitada, bebiendo de una botella de agua. Uno pequeño muestrario tardaba demasiado. No recordaba cuantos vestidos, zapatos, shorts, blusones, pantalones, aretes, anillos y demás cosas se había probado. Ni siquiera recordaba cuantas veces le habían retocado maquillaje, apuntado con luces y regañado por no adquirir la pose necesaria. Pero si recordaba cada contacto, cada abrazo, cada aliento contenido y cada guiño secreto que Adrien le había dado. Nunca lo había visto modelar con una chica y al parecer era la primera vez que lo hacía. Todos estaban emocionados por la fluidez que él demostraba y lo bien que encajaban uno junto al otro. Ella había tenido la respiración acelerada cada vez que Adrien la tomaba por la cintura y la inclinaba hacia atrás o acariciaba su mentón, aun cuando él llevaba los dedos enguantados. Todo porque la miraba con esa travesura secreta, con esa pequeña sonrisa que la cámara no vería pero que le recordaba cada beso atrevido, cada caricia peligrosa y le hacía imaginar más. Tal vez debiese retirar ese “bueno” como adjetivo para “gatito”… - Me divierte el concepto. –comentó Adrien, retirándose los guantes negros con pequeñas garras no afiladas que solo debían dar el efecto felino necesario cuando salieran en cámara- ¿Así nos ven todos? - ¿Cómo? –susurró ella, recordándose que respirar era increíblemente importante y que debía recordar que conocía a ese chico por años ¡No podía ponerse tan nerviosa por ver la forma elegante en que se quitaba los guantes! ¡Los guantes! - ¿Chat Noir apasionado y Ladybug distante? Marinette soltó una pequeña risa. En todas las fotografías, ella debía lucir indiferente, ligeramente divertida y distante, mientras él mostraba su interés, galantería y atrevimiento

en cada movimiento. Todo eso, obviamente, enalteciendo la ropa y accesorios. Negros, felinos y verdes para Adrien. Rojos, sofisticados y negros para ella. - Ladybug no cae en cosas mundanas como la galantería y el coqueteo. A la gente le gusta eso. –bromeó Marinette, luchando por mirarlo a los ojos. Y no a la gargantilla con cascabel que adornaba su cuello. No a lo bien que le quedaba y el deseo que tenía de meter su dedo índice entre el accesorio y la delicada piel del cuello masculino… Los ojos, esmeraldas, tranquilos. Ellos eran un buen lugar que mirar. No esa tentadora gargantilla negra y ese travieso cascabel. Si… -Pero lo estás disfrutando. –acusó Marinette- No dejas de sonreír. - Lo estoy haciendo contigo y me estoy divirtiendo. –fue absolutamente sincero- Me emociona la idea de cuántas cosas más serán divertidas al hacerlas contigo. - No planeo ser modelo. –le advirtió, aunque sabía que no se refería a eso. - Ni lo deseo, ya es mucha competencia con toda la ciudad adorándote con la máscara. – bromeó él- Por lo menos así, tienes un perfil bajo. –lanzó una mirada hacia el fotógrafoAunque temo que con estas fotografías y la atención que te pondrá la prensa, comiences a recibir admiradores. –la miró con picardía- Aunque no me molestaría ser tu felino caballero y protector, cuando eso ocurra. Ella no pudo responder, porque llegó a ellos un ayudante que cargaba una pequeña caja abierta, mostrando dos idénticas máscaras de Chat Noir y Ladybug. - Para la siguiente toma. –anunció. - Oh… -Adrien le lanzó una mirada a la chica. Esa no era buena idea. Los moños de corbata negros con una huella felina color verde en el centro, los bolsos redondos y rojos con puntos negros, los abrigos largos y negros que tenían hebillas con el sello de Chat Noir y vestidos elegantes carmesí con perlas negras a la altura de la cintura. Todo eso estaba bien. Pero… ¿Las máscaras…? Marinette las tomó, pensando rápidamente, y buscó a las gemelas, que parecían ser quienes lideraban qué debía ser usado y qué no. Sin dudarlo, se acercó a ellas y les sonrió amablemente. - ¿Me permiten una sugerencia? - Nuestra pequeña diseñadora quiere participar. –comentó Amelia o tal vez Bianca.

- ¿No es una dulzura? –consultó Bianca o tal vez Amelia. ¿Quién podía distinguirlas? - Toda la idea, como un tributo a Ladybug y Chat Noir es genial. Ustedes realmente son admirables. –comentó pero levantó las máscaras- Aun así, pensé que la idea era un tributo. Estas máscaras son idénticas –ladeó el rostro, esperando que su mirada ingenua fuese completamente convencible- ¿No sería más interesante mantener la idea principal? Unas máscaras… tal vez más estilo carnaval veneciano, mucho más elegantes. Un tributo, una inspiración, pero no una simple copia ¿No… -tragó, ligeramente nerviosa- creen? Las gemelas se miraron entre si y ampliaron sus sonrisas, arrebatando las máscaras y llamando a las costureras. - Cuarenta y ocho: Muy astuta. –halagó Adrien, sonriéndole con orgullo. Y a ella le gustó que en la lista de cosas que él encontraba nuevas de ella, adjuntara eso. Toda la noche habían estado haciendo eso, como un pequeño juego, llevando la cuenta de todas las características del otro. Por supuesto, el número de descubrimientos por parte de Marinette había sido más corto porque ella conocía mucho de él dada su amistad entre Chat Noir y ella. - Aunque sabía que harías eso. –comentó el chico, con cierto orgullo. - ¿Cómo…? - No lo sé, a veces pasa ¿No crees? –y al mismo tiempo que ella dio un paso hacia su dirección, el retrocedió con elegancia- ¿Lo ves? ¿No te es familiar, mi lady? Marinette abrió los ojos con sorpresa, intrigada y deslizó su mirada entre ambos. Adrien estaba ligeramente inclinado hacia atrás, dado que ella había avanzado con su cuerpo atraído hacia él. El chico había retrocedido su pierna derecha porque ella había dado un paso con la izquierda. Sin pensarlo mucho, dio un ligero salto hacia un costado y él lo hizo al mismo tiempo. Marinette frunció el ceño a la par que él ampliaba su sonrisa traviesa. Oh… - Sincronizados, –asintió, poniéndose recta- como en las batallas. Siempre nos sincronizamos. - Y reaccionamos al otro. –le guiñó un ojo- Ahora también lo hacemos estando así. - Así que… -sonrió divertida y apoyó su peso sobre su pierna derecha, cruzándose de brazos- ¿Sabías que haría algo para que no usáramos las máscaras? - Siempre has sido astuta. Por algo tú eres la de los planes. - La líder. –se encogió de hombros, parpadeando ligeramente, con ese toque un poco mimado, pero juguetón que usaba con Chat Noir cuando era Ladybug.

- Vas a volverme loco. –el chico se inclinó y besó su mano de improviso, sin apartarse, clavó su mirada en ella- Y me gusta que seas la líder. Marinette sintió su corazón saltar, tal vez por la traviesa mirada, el caballeroso gesto y… Si… El sonar del cascabel que seguía como gargantilla en el cuello del chico. Cuando Adrien se enderezó, el sonido lo siguió, suavemente. Esa pequeña campanita osada estaba poniéndola nerviosa y al mismo tiempo con humor atrevido, deseaba presionar su dedo índice justo en la punta de la nariz de Adrien y empujarlo hasta la pared. Besarlo. Eso quería. Porque necesitaba saber si el cascabel sonaría mientras lo besaba. Pero los fotógrafos tuvieron otra idea, porque decidieron que hacía falta tomas del ángel de París. Así que ambos usaron sus nuevos antifaces, mucho más satisfactorios que los anteriores. Verdaderos tributos a los héroes de París, contrastando perfectamente entre ambos. Los atuendos mucho más elegantes y las poses más dulces, con suaves reverencias, discretas sonrisas y poses más sofisticadas. Para Marinette fue un verdadero respiro estar atrás de esa máscara, sosteniéndose del valor de Ladybug y sintiendo bien recibida la distancia entre Adrien y ella. No era agradable saber que habían algunos pares de ojos clavados en ellos, en cada momento en que sentía sus rodillas flaquear. Pero en esas últimas tomas pudo sentirse tranquila, con la distancia suficiente para que no fuese la colonia de Adrien la que llenara sus pulmones y le hiciera sentir en un pequeño desierto, con la garganta seca y los pensamientos en un oasis personal. - Te ves feliz. –comentó Adrien, cuando por fin había vuelto a su cómoda ropa y acariciaba descuidadamente la pluma negra que sobresalía de la máscara que había estado usando. - Admiro mucho tu resistencia para hacer todo esto. –comentó la chica, estirándose para relajar sus brazos- Pero me alegra que todo terminara por hoy, podríamos… - Aun no termina. –el chico la observó con sorpresa- ¿Recuerdas? Hay una rueda de prensa, nos están esperando. Por un momento estuvo a punto de preguntarle si iban a hacer eso justo ese día ¿No estaba cansado? A ella le dolían los pies por estar parada con botines de tacón alto y sandalias de plataforma. Pero al notar la preocupación naciente en los ojos esmeraldas, ella sonrió tranquila, suavemente. No, ella podía hacerlo. Si todo eso era necesario para que pudiesen tener una relación, iba a hacerlo sin pestañar. Eso era parte del mundo al que él pertenecía. - Oh, pero tendrás que hacer un pastel en forma de El Coloso de Rodas para impresionar a mi padre. –bromeó ella, aunque lo dijo con total seriedad y cierta preocupación fingida en sus ojos- Un pastel con chocolate para decorar. - ¿Qué…? Marinette sonrió de lado al verlo palidecer ligeramente.

- Oh, sí, por supuesto. Nuestra familia tiene ascendencia de pasteleros, dicen que sirvieron a la reina María Antonieta. –continuó y apoyó su mano en el brazo del chico, con compasión- Un pastel sería un buen inicio, para mi papá es importante que la gente se tome en serio su sagrado trabajo. Así que debe ser impresionante, El Coloso de Rodas es un buen inicio. - Pero yo… -el chico se aclaró la garganta y miró a todos los lados- Yo no se cocinar. – susurró, sonrojándose ligeramente- Nunca… nunca me han enseñado y en casa… bueno… Siempre estaba la comida lista cuando tenía hambre. - Espera… -Marinette cortó su broma y abrió los ojos con sorpresa- ¿No sabes cocinar? ¿Nada? - Absolutamente nada. - ¿Ni algunas papas o tal vez arroz? - Nada… -admitió el chico, abriendo más los ojos- Mucho menos cosas dulces. - ¿Y si no estuviesen los cocineros en tu casa? - ¿Voy a un restaurante? –consultó. Y Marinette notó que su pregunta era absolutamente sincera, como si fuese obvio que hiciera eso si no sabía cocinar ni un huevo. - Bien, te enseñaré a cocinar. –sentenció, no podía dejar a este chico sin habilidades para sobrevivir por su cuenta- Y luego pasaremos a algo dulce. - Pero… el Coloso…. El pastel… -el chico la tomó por los hombros, preocupado- ¿Cómo se supone que haga eso? - Gatito… -lo tomó de las mejillas y estrujó suavemente su agarre, para que los labios del chico parecieran la boca de un pez- Estaba bromeando. No tienes que hacer nada para impresionar a mis padres. –le explicó, enternecida, sin la risa que hubiese esperado tener, pero al verlo tan preocupado había podido con ella. - Oh… -se relajó y luego entrecerró los ojos- Mala. –acusó, con una voz extraña al tener los labios apretados en una pequeña O. - Solo un poco, pero porque es divertido contigo. –se explicó, soltándolo del todo- ¿Vamos a esa rueda de prensa? - Solo un momento. –prometió Adrien, tomándola de la mano y vigilando que no había nadie a su alrededor, la guio hacia la bodega que estaba en la parte de atrás. Marinette lo siguió y tuvo que callar su celular cuando un mensaje llegó. Pero, mientras se deslizaban por un largo corredor, notó que se trataba de su padre, quien al parecer ya había visto las fotografías del beso entre Adrien y ella. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios cuando leyó el mensaje y sintió que podía postergar esa información para un

mejor momento. En especial cuando Adrien la metió a un pequeño cuarto dentro de la bodega y cerró la puerta atrás de él. - ¿Qué ocurre…? - Llevo horas rogando que tengamos un tiempo a solas. –admitió, abrazándola contra él, enterrando su rostro contra el cuello femenino- Literalmente… horas… -se quejó. - Gatito… -lo abrazó, acariciando el cabello que se crispaba ligeramente en su nuca mientras lo atraía más a ella- Esta es la vida de un artista. –bromeó, para animarlo. El cascabel sonó… Y un suave suspiro escapó de sus labios cuando sintió los labios de Adrien recorrerla lentamente, desde sobre su clavícula hasta el perfil de su cuello y luego dejando escapar el aire caliente por su boca hasta la humedad de su piel para que ella se estremeciera más. Las palabras intentaron escapar de sus labios pero solo logró pararse de punta de pies, dejando que su cuerpo colisionara contra el masculino al mismo tiempo que sus ojos se cerraban. Adrien se rio suavemente y ascendió un poco más, hasta su oreja, donde la mordió lentamente, jugando con su presa. - Gatito… -rogó, con un suspiro mayor, sosteniéndose de los hombros masculinos. Oficialmente sus rodillas habían decidido dejar de funcionar. - Me gusta cuando me llamas así, princesa… -susurró contra su oído, con una voz ligeramente ronca y la apretó más contra su cuerpo, como si quisiera fundirse en ella- En especial con esa voz… -jugó, lamiendo el perfil de su oreja con la punta de su lengua- Me anima a ponerme un poco más juguetón. - ¿Un poco…? –jadeó Marinette, dejando caer su cabeza hacia atrás, porque todo su cuerpo parecía débil. Los ojos esmeraldas brillaron con algo más que travesura. - Te dejaré imaginar cómo sería si fuese completamente… -la animó y se acercó a sus labiosAun me debes un beso. - ¿Qué…? –parpadeó y ligeramente embriagada lo observó atrás de una bruma de sensaciones que se centraban, en ese momento, en las manos de Adrien sobre sus caderas y subiendo por sus costados- ¿Yo…? - Dos besos robados. Uno ya me pagaste. –la tomó del mentón, obligándola a mantener su rostro hacia atrás, él la observó desde su cómoda posición, solo bajando los ojos que brillaban con deleite- Ahora voy por el otro. Ella ni siquiera pudo protestar, porque ese era Chat Noir, descendiendo hasta apretar sus labios con curiosidad sobre los de ella, acariciándole la comisura de su boca con su lengua para animarla a dejarlo entrar y robarle el alma en un juego cálido y húmedo. La besó profundamente y repentinamente, ella sintió su cuerpo debilitarme y soltó un jadeo

cuando sus pies se resbalaron y tuvo que aferrarse con fuerza a él. Ese pequeño momento solo sirvió para que la besara con más intensidad, acariciándola con sus amplias manos que subían peligrosamente por sus costados y luego bajaban demasiado rápido hasta sus caderas para luego crear, tortuosamente, un camino serpenteante en su espalda. Marinette se encontró contra la puerta y a él apretándose directamente contra su cuerpo mientras dominaba sus labios intensamente hasta darle una pequeña mordida en su labio inferior. - Cuarenta y nueve, tienes una boca deliciosa. –le susurró tan cerca que ella sintió que su aliento era otro beso estremecedor. Marinette lo observó con sorpresa, con sus manos bien cerradas sobre los hombros masculinos, casi arrancándole la camisa y su cara aún más por debajo de la de él dado que sus rodillas se le habían doblado. Por suerte Adrien tenía sus largos dedos en sus costados, sobre su cintura, cerrados en su espalda y tan calientes que podía sentirlos aun sobre la ropa, quemándola. - ¿Qué ocurre, princesa? –besó su frente, con una sonrisa confiada- ¿El gato te mordió la lengua…? - ¿Ya no resistías las ganas de hacer una broma sobre gatos, verdad? –preguntó, recuperándose gracias al mal chiste y logrando pararse mejor, aunque aún sus rodillas no parecían del todo resistentes. - Por mucho que me guste tomarte por sorpresa, me gusta más cuando reaccionas. –le explicó, besándole la mejilla- Si siguieras luciendo como segundos antes, no hubiese podido mantenerme como un caballero. - ¿Eh…? El celular de Adrien vibró con fuerza en el bolsillo del chico y dado que él seguía pegado a ella, Marinette pudo sentirlo contra su muslo. El rubio lo revisó y suspiró pesadamente. - Ya nos están esperando. –la tomó de la mano y abrió la puerta- ¿Lista? - Siempre. –y acercándose al perfil del chico, sonrió divertida- Por cierto, mis padres quieren conocerte y les dije que eso no sería problema. - Obviamente. –el chico asintió- Yo también quiero presentarme con ellos. Siempre tan caballeroso… - Así que les dije que haríamos la cena esta noche. Tú y yo. –sonrió encantadora. - Princesa… -susurró el chico, completamente sorprendido. - Vamos gatito. –lo jaló, retomando el camino- Hay mucho que hacer hoy. Dos podían jugar ese juego. Y ella también se iba a divertir. No iba a dejar que lo que había ocurrido con ella minutos atrás fuese una victoria para él.

Oh no… ella iba a contratacar. - Vas a matarme. –susurró el chico, apresurando el paso- Vas a torturarme. –acusó. - Y te va a gustar. –prometió, dando un ligero golpecito sobre el cascabel del chico, tomándolo por sorpresa y avanzando. Oh… dos podían jugar ese juego. Fin

¡Saludos criaturas nocturnas y diurnas! No pude contenerme para hacer la continuación. Lo gracioso es que terminé de hacerla el último día de diciembre. Algo tiene esta historia que le gusta presionarse en los días festivos. Si unen este título con el anterior queda “Un solo corazón y un nuevo inicio”. Me pareció justo mostrar algo de cómo imaginé que sería el primer día de ambos como novios. Algo complicado en muchos asuntos, relajado en otros pero compenetrados. Los compañeros de combate ahora podían sacar provecho a esa sincronización natural que comparten ¿Sobre el final? Tal vez exista una tercera parte, pero también me gusta la idea de imaginar ¿Qué creen ustedes que sería la venganza de Marinette? ¿No sería divertido? ¿Sería peligroso? Y definitivamente Adrien me dejó pensando con esa gargantilla y el cascabel, se la quedó puesta ¿Se dieron cuenta? Seguramente notó el efecto que hacía en nuestra querida protagonista. El muy travieso. ¡Nos leemos! Nocturna4

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