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¡Ya eres lo que buscas! Conversaciones con Gangaji Gangaji Capítulo 1: El único deseo verdadero El verdadero deseo es el deseo de reunión con Dios,

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¡Ya eres lo que buscas! Conversaciones con Gangaji

Gangaji

Capítulo 1: El único deseo verdadero El verdadero deseo es el deseo de reunión con Dios, el deseo de la verdad, el deseo de poner fin al sufrimiento. Este deseo verdadero es el núcleo de todos los otros deseos distorsionados y extraviados. Si la pasión por la verdad no es reconocida, entonces todas las imitaciones distorsionadas de la verdadera pasión — todas las otras pasiones tan habituales, como la codicia, el odio, la lujuria o la envidia — surgen y conducen al sufrimiento. Sé honesto contigo mismo. Despiadadamente honesto. Pregúntate: “¿Qué es lo que quiero?” ¿Quieres ser libre? ¿Realmente quieres darte cuenta de la verdad? Si sólo quieres un estado espiritual agradable y ocasional, eres bienvenido, por supuesto. Eso es como poner la punta del pie dentro del océano. Es una sensación muy placentera y al océano no le importa si tan sólo sumerges en él la punta de tu pie. Sin embargo, existe la posibilidad de sumergirte totalmente dentro del océano de la verdad, sin ninguna esperanza de emerger. Sumérgete y ve.



La he escuchado decir “Pongan todos sus deseos en el único deseo de libertad”. Correcto. La libertad es el verdadero deseo. Bueno, ¿pero qué hago con eso? ¿Qué es lo que “haces” con eso? ¿Lo pongo en práctica o qué? Si pones todos tus deseos en este único deseo, éste te traga totalmente. La libertad es vasta. Es imposible hacer algo con ella. La imagen que tienes de quien tú eres es aniquilada por la revelación de libertad. Tu ser, como le has imaginado, es revelado como no-existente. Entonces sólo queda Eso. No creas que tú vas a hacer algo con la libertad. Esa idea es la arrogancia de la mente egocéntrica. Serás envuelto por un abrazo tal, que no quedará ningún pensamiento sobre ti. La libertad no es algo con lo que se pueda “hacer” algo. La idea de “hacer algo con” tiene que ver con todo lo demás. El poder de la mente puede parecer hacer algo con determinada cosa. Sin embargo, en la verdadera realización, todo el poder de la mente es consumido por la fuente de donde ella misma proviene. La consumación divina es el banquete del Divino en su propia alma. ¡Entrégate! Permítete ser comido por Dios de la manera que a Dios le plazca.



A veces siento que ese deseo quema dentro de mí y quiero traerlo a la realidad de todos los días.

Renuncia a la idea de que tu sed insaciable y la búsqueda de la verdad están separadas de la realidad de todos los días. La realidad relativa aparece en la realidad absoluta. La realidad de todos los días no puede estar separada de la realidad absoluta. No existe una vida diaria sin verdad. Los fenómenos no aparecen sin verdad. Todo pertenece a la verdad. Si deseas descubrir la llama de la verdad, pero imaginas que puedes ponerla de lado hasta que sea conveniente en tu vida, te estás haciendo trampa. Estás posponiendo, te estás haciendo trampa al mantener activa la ilusión de separación.

Voy de un lado al otro, oscilo entre buscar en el exterior y volverme hacia adentro. Siento que necesito algo fuera de mí.

Cierto. Está bien. Yo también dije: “Necesito algo externo a mí. No soy capaz de hacerlo por mi cuenta. Sé intelectualmente que todo está adentro, pero no lo estoy vivenciando.” Entonces conocí a mi gurú. Él apareció como algo externo a mí, mientras me decía: “¡Estoy dentro de ti!” Esta aparición ocurrió en mi vida cotidiana. ¿Te das cuenta de lo que significa esto? Si tienes una sed insaciable de la verdad, finalmente descubrirás que las distinciones entre fuera y dentro no son correctas. No hay fuera separado del dentro. Estos límites son límites mentales. Límites que parecen reales y piensas que son reales pero, en verdad, no son reales. Yo estoy en ese “fuera” aparente, señalándote eso que está aquí en mí y también aquí en ti. Eso que está en todo momento de tu vida. No encontrarás la verdad en otro lugar para después traerla a tu vida. Ya está presente.

Si realmente tienes sed de verdad, la verás en todos lados, porque sólo estarás buscando la verdad.

Quiero ser matado por tu poder. Por favor, mátame.

Tus conceptos están siendo matados. Muere a todo lo que siempre supiste sobre ti mismo. Muere al hábito de seguir cualquier pensamiento que defina quien eres. Si no sigues el pensamiento, éste no puede quedarse en ninguna parte, no puede continuar. Date cuenta de qué es lo que queda cuando no hay pensamiento. Esto que queda no tiene necesidad de ningún pensamiento para ser. Esto que es, antes y después de todo pensamiento, no necesita los términos “dentro” o “fuera.” Aquí no estoy usando ninguna magia especial. Si así fuera, entonces satsang sería simplemente un intercambio de trances. Tú te sentirías bien y posiblemente habría un movimiento de kundalini*, pero la identificación personal permanecería intacta. La realidad es mucho más simple. No hay necesidad de una magia especial si lo que buscas es la verdad permanente y eterna, que está en todos los lugares y todas las cosas, sin ninguna posibilidad de ser excluida de la vida cotidiana. La verdad es que nadie puede matarte. Puedes ser invitado a la aniquilación, al océano o a satsang. Al aceptar esta invitación, descubres que estás más allá de la aniquilación — sólo las ideas sobre quien eres pueden ser aniquiladas. Al aceptar esta invitación, descubres que ella surge de ti mismo. ¿Es el momento de aceptar a ti mismo? Tienes libertad de elección.

Tú eres libre para continuar en tu trance personal. Eres libre para sufrir y también eres libre para dejar atrás el sufrimiento. Este es un momento de ajuste de cuentas. No lo tomes a la ligera, no lo tornes trivial. Reconoce que, por alguna razón, estás consciente de la posibilidad de darte cuenta de la verdad de tu ser como conciencia ilimitada. De alguna manera, esta posibilidad ha penetrado tu existencia personal condicionada. ¡Qué buena suerte!



El hábito de pensar es muy fuerte. El dolor y el sufrimiento son tan fuertes que nada parece poder penetrarlos.

Pregúntate a ti mismo: “¿Qué es lo que quiero?¿Qué es lo que realmente quiero?”

Todavía hay una cantidad de cosas que quiero que salgan bien.

Cuando dices “Quiero terminar con el sufrimiento y sé como el sufrimiento debería ser terminado. . . Él terminará cuando ciertas cosas me salgan de una cierta manera”, estás alimentando el hábito de la mente. Esta afirmación asegura la costumbre de pensar y discutir. Cuando digo “pensar”, no me refiero a los momentos de una percepción intuitiva refrescante. Estoy hablando de los viejos pensamientos de siempre, los pensamientos que son pensados una y otra vez, generando una agitación mental innecesaria.

Quien eres es sabiduría en sí misma, y la sabiduría no se encuentra en el pensamiento obsesivo. Tú eres la inteligencia en sí misma. Tú eres la claridad en sí misma. Relájate y permite que eso se revele a sí mismo. Deja que la claridad se revele a sí misma de forma sorprendente, y suelta todo pensamiento sobre cómo debería revelarse la verdad o que será la revelación cuando ella aparezca.

Obviamente, eres libre para continuar con el hábito de los comentarios. También para discutir eternamente. El poder de la mente es un juguete y eres libre para seguir con él o hacerlo a un lado. Poniendo el hábito de lado, observa qué es eso con lo que nunca jugaste, lo que jamás tocaste; qué es lo que nunca se movió. Siempre eres libre de tomar la mente y empezar el juego de nuevo. Si por un momento dejas de pasar por alto eso que permanece antes, durante y después de la actividad mental, el sufrimiento innecesario se termina.



Puede haber un dolor enorme en la vida de cualquier ser humano. El dolor es parte de la textura de la vida. Son los hábitos de la mente los que sostienen el sufrimiento innecesario. Cuando el dolor es contactado como lo que es — simplemente dolor — puede ser inclusive vivenciado como bello. No necesita ser diferente. Cuando es rechazado y se busca algo “no doloroso”, el dolor se vivencia como sufrimiento. La verdadera búsqueda espiritual no es necesariamente cómoda. Mucha gente comienza la búsqueda espiritual queriendo encontrar confort. Como quiera que

empieces, lo que se revela al final es la profundidad del ser, que deja atrás todas las nociones de cómodo e incómodo. La verdadera alegría incluye tanto a la felicidad como a la desdicha. Reconoce esto y dejarás de estar limitado por la búsqueda del placer y el rechazo del dolor. La verdadera alegría abraza todas las polaridades, toda acción e inacción. Llega un momento en el que podemos examinar nuestra vida con despiadada honestidad. ¿El deseo verdadero y profundo fue alcanzado a través de la acumulación de objetos — físicos, mentales o emocionales? Hablar la verdad es la apertura al reconocimiento de que la satisfacción verdadera no tiene nada que ver con las circunstancias. En la disposición de que las circunstancias sean lo que son, en ese momento de quietud, hay un gran reconocimiento de eso que no es tocado por ninguna circunstancia. En ese momento de humildad, la arrogancia de “yo sé lo que necesito para ser feliz” es desenmascarada. La arrogancia desenmascarada no tiene poder. Reconoce qué es lo que estuvo siempre presente, esperando ser visto. Lo que estoy diciendo es muy simple. Estoy diciendo que ya eres libre. Eso que tú eres ha estado siempre despierto. Tan sólo estuviste jugando un juego contigo mismo, y como eres quien eres, ese juego es bastante intenso. Por un momento, deja de lado el juego. No estoy pidiéndote que recuerdes quien eres. Te estoy pidiendo que dejes todo de lado y descubras lo que nunca fue realmente olvidado. Ve lo que siempre estuvo presente. Entonces esta relación amorosa, este amor verdadero, puede revelarse a sí mismo.

Amarse a uno mismo no tiene que ver con que te guste tu cuerpo o tu personalidad. No estoy hablando del cuerpo o de la personalidad. El cuerpo puede ser bello o feo. No tiene importancia. En el amor a uno mismo, lo que se ama es eso que no es afectado por evaluaciones de belleza, fealdad o personalidad. Estoy hablando de descubrir quien eres realmente y, cuando finalmente lo descubres, percibes que estás enamorado de eso.



¿Deseas cosas para el futuro o tratase simplemente de dejarse llevar por el momento?

Lo que deseo en este momento y en el futuro es tu despertar. Por favor, satisface este deseo. (risas) Entonces te dejaré en paz. Deseo esto en pasado, presente y futuro. Sí, es este deseo que me hace reencarnar una y otra vez. Elegí reencarnar en este momento sólo para realizar este deseo. Ahora, ¿qué es lo que tú deseas?

Yo deseo expresarme.

No puedes expresarte verdaderamente hasta que descubras quien eres. Antes de realizar ese descubrimiento, sólo estás expresando alguna idea de ti mismo. Por lo general, en nuestra cultura, expresarse significa decir lo que piensas y sientes. Esto es expresar pensamientos y sentimientos. Descubre quien eres. Eso es expresión.



¿Es ganancia o sabiduría querer estar en tu presencia?

Puede que sea ganancia de sabiduría. No hay nada malo en querer estar en mi presencia. A través de este deseo puedes descubrir quien soy. Si descubres quien soy, entonces debes en ese mismo instante descubrir quien eres. Eso es el objeto de tu voracidad, es eso que añoras. En la existencia condicionada, el hambre divina es canalizada en pasiones distorsionadas. Entonces la palabra “ganancia” tiene una connotación desagradable, porque las pasiones distorsionadas siempre te llevan al sufrimiento. En el hambre de descubrirte a ti mismo se encuentra la sabiduría en sí misma. Entonces las pasiones no son una tentación. Ellas son apagadas por comparación. Cuando alimentas el deseo por la verdad, la plenitud es revelada. Las pasiones menores nunca quedan satisfechas. Doy la bienvenida a tu hambre por descubrirte a ti mismo. Es el deseo por el verdadero abrazo. La verdad está siendo evocada en ti. Esa evocación parece venir de mí hacia ti. En realidad, lo que está llamando por sí mismo se evoca a sí mismo. Sigue tu anhelo hasta llegar a su fuente. No quiero disipar tu hambre. Quiero alimentarla. Haz de tu hambre un deseo total de conocer tu verdadera identidad, de vivirla, de hablarla, de dejar ir cualquier opción o posibilidad de negarla. Átate a eso.

Te doy la bienvenida en mi presencia. Te reconozco. Sé que lo tú eres es lo mismo que yo soy. Veo eso. Lo confirmo y señalo su revelación sin fin, en la enfermedad y en la salud, en el dolor y en el placer. Es a través de la Gracia Divina que el satsang apareció en tu conciencia. Y la invitación es la de no dejar nunca el satsang. Abandona toda negación de satsang. Toda negación de la verdad de la cual tienes hambre.



¿Tienes alguna sugerencia de cómo cultivar más el deseo de liberación?

Hónralo. Respétalo. No lo trivialices. No lo conviertas simplemente en un tópico más de conversación. Reconocer la verdad de quien eres es el regalo más sagrado, preciado e inimaginable.

!Qué maravilloso regalo es en esta vida, en estos tiempos, que el verdadero deseo se revele! Esta es una oportunidad para fomentar el deseo, el verdadero deseo, para permitirle que viva tu vida, que revele su realización. !Qué nacimiento con suerte! No desperdicies el tesoro de tu nacimiento.



Siento reconocimiento por la afirmación que te he escuchado hacer — “No necesites nada y entonces mira qué sucede.” Pude sentir las partes de mí que se resistían a la sola idea de no necesitar nada. Entonces sentí otra cosa viniendo del corazón. Tú no dijiste “no tengas nada”. Dijiste “No NECESITES nada”.

Entonces te lo digo ahora. No tengas nada, no necesites nada, no seas nada. Lo que más temiste — ser nada, ser nadie, no tener absolutamente nada — sé eso y mira si lo que más temiste no contiene la gema mayor.



¿Puedes hablar de la contradicción de no tener deseo por la descubierta de uno mismo y la sensación de que hay un “yo” aquí, especialmente con respecto al trabajo y las relaciones?

Tú eres uno mismo. Todo es eso. Si no hay deseo de auto-reconocimiento, hay preocupación con “yo” y “mi” trabajo, “mis” relaciones, “mi” comer, “mi” dormir, “mi” adquirir, “mi” perder, “mis” victorias y “mis” fracasos. Todo eso es “yo” y “mi historia”. El sufrimiento es la condición general en “mi historia”. En una vida poco común surge el deseo por el reconocimiento del verdadero uno mismo. Cuando surge este deseo divino, el satsang aparece. El satsang revela que nunca, ni siquiera por un momento, dejaste de ser ese verdadero uno mismo.

Satsang no es una invitación para obtener más para “mí”. Hay muchas oportunidades en el mundo para eso. Satsang trata del final de la preocupación con “mídad”. Misteriosamente, cuando la historia personal termina, se vivencia cumplimiento y realización. Si no hay un deseo por el verdadero uno mismo, entonces no es el momento de reconocer quien realmente eres. El deseo por el verdadero uno mismo surge de una manera misteriosa, espontánea. ¿Quién puede decir el porqué? No tiene nada que ver con el origen, la familia, la cultura, la raza o los conocimientos previos. Surge por sí solo.



Todos conocemos el infierno de ser atormentados por deseos personales. Quizás ahora reconozcas el exquisito tormento del verdadero deseo que te llama hacia adentro, te llama al silencio, te llama a entregar todos los deseos distorsionados y falsos. Tú conoces el deseo de más cosas; más riqueza, más comida, más abrigo, más experiencia. Sabes que nunca se llega a una satisfacción final al seguir estos objetos de deseo. Puedes obtener una satisfacción momentánea, y por ese instante, sentir una ausencia de deseo. ¡Qué paz! ¡Qué gloria! Por una identificación equivocada, esta paz es generalmente atribuida a la adquisición de algo. Pero al final hay un reconocimiento de que el deseo nunca es satisfecho a través de la adquisición o acumulación de objetos. Entonces puedes

preguntarte con madurez: “¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué es lo que quiero verdaderamente?” Creíste querer más cosas y las obtuviste. Entonces hay un rayo de entendimiento de que esas cosas no te dan aquello que añoras. No importa si tienes más y mejores cosas o si no tienes nada. Las cosas son secundarias. Creíste querer más poder personal. Después quisiste más pruebas del poder personal. Las lograste, pero finalmente el poder personal tampoco te satisfizo. Ninguna acumulación de objetos te ha liberado del sufrimiento del deseo. ¿Qué es lo que de verdad quieres, de manera que con tu último aliento de vida puedas decir honestamente: “Recibí lo que pedí”? Te ruego que consideres quien eres realmente. Yo prometo que si lo consideras con profundidad tu vida no será una vida perdida. Tu vida no será una cacería inútil de deseos falsos y mal direccionados. Será vivida como una celebración y una invitación. No será una vida de arrepentimiento. Será una vida de inspiración. Tu vida será un faro. Al reconocer la profundidad de la respuesta a la pregunta “¿Quién soy yo?”, el fuego de la verdadera identidad se propagará. Él se propagó hacia ti. Permite que sea revelado en ti. Que se disemine a través de ti.

Esta traducción en español será publicada en 2005, como libro tradicional y como libro electrónico. Si quieres saber cuando el libro esté en venta, por favor envíanos un e-mail con tu dirección de e-mail y tu nombre a [email protected]

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