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MADHAVA Inauguración de la escuela de Yoga de Bilbao
Vamos a hablar un poco sobre Yoga. Yoga significa “unión con la verdad o la esencia de nosotros mismos”. Generalmente, no se da mayor importancia al Yoga; para muchos sólo es una actividad más. Pero el Yoga no es una actividad más, el Yoga es la vida misma. Todos, absolutamente todos los seres humanos estamos en el camino del Yoga, y es que hay dos Yoga: el Yoga inconsciente y el Yoga consciente. El Yoga no es otra cosa que la evolución humana. Desde que aparecemos aquí en la Tierra, no hacemos otra cosa que evolucionar, aunque no sepamos qué está ocurriendo con nosotros, ya que existe mucho tiempo en el que evolucionamos de forma inconsciente, dirigidos por las fuerzas y leyes de la naturaleza. La primera de las leyes del Universo es la Ley de Evolución. Todos los que estamos aquí: los minerales, los vegetales, los animales, los seres humanos y los dioses (aquellos que ya han pasado la etapa humana y siguen su evolución más allá del reino humano), todos estamos evolucionando. Venimos aquí a evolucionar. Evolucionamos aprendiendo y, para aprender, tenemos que vivir experiencias en la vida. ¿Qué es lo que nos hace vivir experiencias? La misma naturaleza de la materia de la que están formados nuestros cuerpos. Nuestros cuerpos está constituidos de materia, y la materia tiene tres aspectos que son los que se llaman las GUNAS: La inercia, el movimiento y el equilibrio.
Constantemente estamos pasando del movimiento al equilibrio y del equilibrio a la inercia, esto es lo que hace que la materia se mueva. Los cuerpos, por lo tanto se mueven. No podemos estar quietos. Si has intentado estar quieto un largo rato ya habrás visto que no te es posible; enseguida te pica algo, te duele algo... y tienes que moverte. La vida es así, nunca te deja estar quieto. ¿Por qué? Porque con el movimiento tenemos experiencias, con las experiencias aprendemos y con eso que aprendemos vamos creciendo y evolucionando. La segunda ley del Universo es la Ley de Karma, la ley de acción y reacción, es decir: toda acción produce una reacción que es igual y de sentido contrario. Esto es una ley de la Física. La ley de Karma es la que nos hace vivir las experiencias en un sentido y en el contrario.
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Mientras funcionamos de forma egoísta, es decir, buscando el fruto de la acción, todas nuestras acciones, todas nuestras intenciones y todos nuestros pensamientos producen karma ¿Qué quiere decir que producen karma? Que tenemos que vivir las experiencias en una dirección y en la contraria. ¿Por qué? Porque de esa manera aprendemos, pues no somos conscientes ni de quiénes somos, ni de dónde estamos, ni de si venimos de algún sitio o si tenemos que ir a otro. (Aquí uno viene, le ponen aquí en la Tierra y ¡hala!, ¡búscate la vida!) Como hemos dicho, durante mucho tiempo en la vida evolucionamos de forma inconsciente, no sabemos para qué estamos en la vida. Venimos para evolucionar. Aquí no hemos venido para ser felices, para pasarlo bien, para sufrir, no hemos venido para hacernos ricos, ni para tener hijos, no hemos venido para nada de eso. Venimos para aprender y, si aprendemos, crecemos.
Pero ¿cómo aprendemos? Moviéndonos en el mundo de esa manera: formando una familia, teniendo hijos, trabajando, buscando el dinero... Todo ello nos hace movernos, tener experiencias y crecer. Esa etapa inconsciente es la mayor parte de nuestra evolución humana, pero llega un momento en que, a través de ese aprendizaje que hemos tenido, un aspecto, dentro de nosotros, va aprendiendo. Una parte de nosotros (un cuerpo de los que nos conforman) va acumulando conocimiento. Vamos adquiriendo ese conocimiento como consecuencia de las experiencias de la vida. Y ese conocimiento, después de muchas, muchas experiencias, llega a una conclusión, aquella a la que llegamos todos. Todos los seres humanos tendrán que llegar a esta conclusión en algún momento: es lo que llamamos el YAMA, (los cinco puntos del primer escalón del Yoga de Patánjali).
El Yama es la moral natural. Digo natural porque no está escrita por ningún ser humano ni ha sido revelada por ningún Dios. Es la conclusión lógica a la que llegamos todos después de vivir una infinidad de experiencias en un sentido y en el contrario; esa moral natural se graba en el alma. El alma es el cuerpo causal, uno de los vehículos de que disponemos. (Hoy no vamos a entrar ahí, porque sería demasiado largo)
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El conocimiento de estos cinco puntos es la conclusión a la que ha llegado cada uno, (no porque nadie le haya enseñado o le haya obligado) y es lo que marca una inflexión, un cambio en la trayectoria de la evolución.
Hasta ese momento la evolución ha sido inconsciente, pero a partir de ese momento la evolución se hace consciente. De ese modo entramos en una nueva etapa que se llama la etapa del discipulado o Sendero inferior del Yoga, donde al discípulo se le da el conocimiento: o de la meta a alcanzar o del camino que hay que seguir para alcanzar esta meta y o de los medios que tenemos que utilizar para caminar por el sendero y llegar a la meta. Los cinco puntos del YAMA son: 1º No dañar ¿Cómo hemos llegado a la conclusión de no dañar? Pues dañando y siendo dañados una y otra vez, una y otra vez. Siendo crueles y siendo víctimas de la crueldad, una y otra vez, una y otra vez. Cuando esto se repite infinidad de veces, algo en nosotros llega a la conclusión que eso de dañar no es bueno. Ya hemos alcanzado el primer punto. 2º Veracidad La veracidad no significa no decir mentiras, la veracidad quiere decir no engañarse; y es que los seres humanos tenemos, hasta que le damos la vuelta, una tendencia total a engañarnos a nosotros mismos. La razón es que nos vemos imperfectos y llenos de limitaciones que tenemos que superar. ¿Qué es lo que hacemos? Pues nos inventamos un personaje sin esas carencias y Mayo 2011
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sin esas limitaciones; nos lo creemos, y vamos por la vida interpretándolo. Siempre nos construimos el personaje contrario a lo que somos, (si tienes miedo, por ejemplo, pues vas de valiente), y así vivimos engañados, engañándonos a nosotros mismos. (De ahí viene el dicho popular “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”). ¿Cómo vamos a crecer y desarrollarnos basándonos en una mentira? Sólo podemos crecer trabajando con lo que somos y no con lo que no somos; y es que cuando nos engañamos a nosotros mismos, pretendemos trabajar con lo que no somos, es decir, con la mentira que hemos inventado sobre nosotros mismos. Así es imposible crecer y desarrollarse, porque la mentira no da frutos por mucho que uno se la crea. Una mentira aunque la crean millones y millones de personas sigue siendo mentira; no es verdad porque la crea más gente; la mentira sigue siendo mentira. Entonces ¿cómo superamos nuestras carencias? Ignorándolas e inventándonos un personaje sin esas carencias, sino con las cualidades contrarias. Claro, con eso, ¿adónde vamos? Así no podemos crecer. Por lo tanto, si queremos hacer un trabajo serio, tenemos que, a partir de ese momento, ser sinceros con nosotros mismos, nos guste o no nos guste lo que vemos. No se trata de que nos guste, se trata de ver lo que hay. Tenemos que trabajar a partir de lo que somos y no con lo que inventamos; por eso la veracidad es importante. Ya veis que no se trata de decir mentiras o verdades. (Por otra parte, cuando alguien dice: ”Es que yo sólo digo la verdad”, mejor es que se calle y no diga nada, porque cuando uno empieza así es que está preparando el terreno para soltar cualquier barbaridad; a saber qué verdad es esa, la que él ha inventado... La verdad es otra cosa) ¿Cómo llegamos aquí? Después de engañarnos muchas veces. Cuando uno va con la mentira puesta, la vida no le da fruto, no le funciona. ¿Qué ocurre? Que mientras vamos con nuestra mentira no hacemos más que fracasar. Y, fracaso tras fracaso, uno se cansa; hasta que, en algún momento de la larga trayectoria de la evolución, tendremos que decir ¡ya vale! Tendremos que empezar a trabajar con lo que somos, porque hasta ahora no nos ha funcionado nada. Estos dos principios son importantes.
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3º No robar: ¿Cuántas veces hemos robado y nos han robado para que lleguemos a la conclusión de que tenemos que aprender a vivir con lo que podamos ganar por nosotros mismos? Pues muchas veces. 4º No codiciar: ¿Por qué? Porque la codicia es la madre de todos los crímenes. Detrás de cualquier crimen, está la codicia, querer poseer algo, querer alcanzar algo; pero no por una forma ordenada, sino de cualquier manera. Si no lo podemos conseguir por las buenas, pues por las malas. 5º Continencia: Es buscar el punto de equilibrio en todas las cosas: en el dormir, en el comer, en el trabajar... en todo en la vida. El camino de la perfección es el camino del medio, es el camino del equilibrio, escapándonos de los extremos. Esto de la continencia se entiende muy bien ahora que llega el verano y la gente tiene que ponerse el bañador e ir a la playa. Uno empieza a contenerse de comer pan, de comer pasteles, chocolate... La continencia ¿qué es? Pues ponerse límites. No es decir no voy a comer nunca chocolate, sino decir: no voy a comer chocolate después de la comida o a media tarde, porque luego se me pega aquí y no me entra el bañador. Así se aprenden las cosas. Con la comida pasa lo mismo, cuando uno come, la comida produce placer, pero llega un momento en que el cuerpo se sacia; entonces eso que te producía placer te produce asco, te empachas, tienes ganas de devolver, o incluso hasta lo haces, te pones enfermo. ¿Qué ha pasado? Que te has excedido. Es decir, hasta un cierto punto, comer era bueno, pero a partir de ahí, como te has pasado, se ha convertido en malo y se ha vuelto contra ti. Aprender a contenerse es aprender a ver qué es justo y necesario en cada aspecto de nuestra vida. Esto es muy importante en todo, en todo lo que haces. Estos cinco puntos son el YAMA o moral natural a la que todos, absolutamente todos, tenemos que llegar en algún momento de la evolución: No dañar, ser veraces, no robar, no codiciar y tener continencia. Cuando el alma, ese almacén de conocimiento que vamos acumulando en nuestra evolución, llega a esa conclusión, hemos pasado a otra etapa. Ahora estamos preparados para adquirir el conocimiento de cuál es la meta que tenemos que alcanzar, que es el conocimiento de la verdad de nosotros mismos, el camino que nos lleva a esa verdad y los métodos o medios que tenemos que utilizar para recorrer ese sendero y alcanzar la meta. Mayo 2011
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Mientras no se haya producido el Yama en alguien, por mucho que intentemos transmitirle este conocimiento, es imposible. Es como si hablásemos a la pared o peor incluso, porque puede revolverse contra nosotros y destruirnos. Este conocimiento ¿para quién es? Para el que ha llegado a este punto de madurez en la evolución. (Si estáis aquí aguantando esto, igual es que habéis llegado a este punto). En ese momento en grupos pequeños (pequeños quiere decir: no en cientos o miles de personas) los seres humanos se ponen bajo la dirección de un Maestro, que es quien les transmite el conocimiento. El hombre necesita referencias para hacer algo; si no ve, si no tiene referencias, no se le ocurre a él mismo hacer ninguna cosa. El Maestro nos da su testimonio de la Verdad. ¿Qué es la Verdad? La Verdad de nosotros mismos es aquello que en nosotros no cambia, que está siempre. Todo lo demás, lo que está cambiando es lo que llamamos la no-verdad. La no-verdad es, por lo tanto, todo lo que cambia. Entonces, si te miras a ti mismo dices: Mi cuerpo físico ¿cambia? Sí. Las emociones ¿cambian? Sí. ¿Cambian los pensamientos? Sí. Todo eso es no-verdad porque cambia. ¿Hay algo en nosotros que no cambie? Esta es la pregunta del millón porque si hay algo que no cambia, podemos seguir hablando, pero como no exista eso, pues nos vamos y ya está. ¿Hay algo que no cambia en nosotros, que está en medio de todo lo que cambia y sigue siendo lo mismo? Pues sí. Cada uno de nosotros siempre es él mismo, nunca ha sido otro. Yo por lo menos nunca he sido otro, siempre he sido yo, el mismo. Igual os pasa a vosotros también ¿Vosotros alguna vez habéis sido otros? ¿A qué no? Tú coges el álbum de fotos y dices: soy yo cuando tenía 3 años, yo cuando tenía 14, yo cuando tenía 25, yo cuando tenía 33. Te dicen: “Pues no te pareces en nada”; pero tú sabes que eres TÚ el que está en todas las fotos.
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Entonces ¿quién es ese YO, que es el mismo siempre cuando el cuerpo es diferente? (Si hubiésemos sacado la foto de las emociones o de los pensamientos, serían todavía más diferentes que el cuerpo). ¿Qué reconoces ahí que te deja decir: soy yo, yo, yo… siendo ese yo siempre el mismo? ¿Quién es ése que no cambia en todas esas fotos, aunque el cuerpo, las emociones y los pensamientos de cada momento fueran diferentes? ¿Qué es eso que tú reconoces ahí sin darte cuenta de lo que estás diciendo y que es el mismo siempre? Pues esa es la meta, descubrir qué es eso. Y es que nos identificamos con lo que cambia; toda nuestra vida estamos identificados con los cuerpos, con las envolturas de eso que está ahí dentro y que siempre es lo mismo; eso que, sin darnos cuenta, reconocemos pero no sabemos qué es. Esa es la meta, descubrir quiénes somos en realidad, quienes somos de verdad, qué es la Verdad de nosotros mismos. Y para eso, ¿qué necesitamos? ¿Cómo podemos llegar a descubrir, a percibir, a sentir y a ver lo que somos en realidad? Ahí es donde empieza el Yoga consciente. Hasta este momento hemos evolucionado haciendo un Yoga inconsciente, movidos por las leyes y por las fuerzas de la naturaleza. Ellas nos han obligado a vivir experiencias y a tener todo tipo de situaciones en nuestra vida con las que, a trancas y a barrancas, hemos ido aprendiendo algo. A partir de ahora, sin embargo, tenemos una meta: la Verdad de nosotros mismos, que siempre ha sido la misma, pero que ahora conocemos. Tenemos un camino que nos lleva hasta ahí y un Maestro que nos dice: “Éstas son las herramientas que tienes que utilizar para llegar a esa meta”. ¿Cómo llegamos a percibir la verdad de nosotros mismos sin quedarnos en el camino, identificándonos con el cuerpo físico, con las emociones y con los pensamientos? ¿Cómo llegamos ahí? Pues ahora es cuando empieza la práctica consciente. Para llegar ahí hacen falta dos requisitos: ☼ El primero es construir la paz en nosotros. ☼ El segundo es construir el silencio; porque en nosotros hay un “lorito” que está constantemente hablándonos y contándonos todo.
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Por ejemplo, yo ahora os estoy hablando y vosotros estáis escuchándome ¿verdad? Pues no, no me escucháis; estáis escuchando lo que vuestra mente os está contando que yo estoy diciendo. (A saber lo que será) Además añade notas: “No estoy de acuerdo, ¿de dónde se ha sacado éste todo esto?... La mente es así: bla, bla, bla, bla… Constantemente te cuenta todo. O sea yo estoy hablándote y, en vez de escucharme a mí, estás escuchando a tu mente. Pues bien, tenemos que callar eso que está ahí hablando y hablando, pero sólo podremos hacerlo cuando hayamos construido la paz en nosotros. La paz es la ausencia de conflicto, por tanto, la paz se construye eliminando el conflicto que hay en nosotros. Y el conflicto surge del juego de las emociones. Existe un vehículo en nosotros que es el cuerpo emocional, que funciona con las emociones. Las tres emociones básicas son: el miedo, la ambición y la sexualidad. Las emociones crean deseos. Si tú tienes miedo, por ejemplo, eso genera el deseo de protegerte, de escaparte de lo que te asusta o de eliminarlo. La violencia es hija del miedo; donde hay violencia hay miedo. ¿Por qué nace la violencia? Porque algo te asusta, te hace sentir acorralado y quieres eliminarlo. La primera reacción es escapar, pero si no puedes escapar, tienes que eliminar aquello que tú consideras que es un peligro para ti. Donde existe violencia, hay miedo; el miedo es el padre de la violencia. ¿Qué es lo que te asusta? Pues eso es lo que genera violencia en ti, en mí y en cualquiera. Tengo miedo a perderte. Y puedo decir: “Prefiero matarte que perderte” El miedo es siempre lo que genera la violencia. La ambición genera el deseo de conseguir el objeto que queremos, lo mismo que la sexualidad, ya sabemos. Los deseos pueden ser satisfechos, satisfacerse a medias o no satisfacerse, lo cual genera frustración. De ahí surge la envidia. La envidia es lo que sientes cuando otro hace o tiene lo que a ti te gustaría. La ira, los celos, la tristeza, el cariño, el afecto… ésas son las emociones que
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tenemos. Esto está constantemente funcionando en nosotros y está generando un conflicto permanente. ¿Cómo hacemos, entonces, para construir la paz? Pues para eso tienes una caja llena de herramientas que puedes usar en este trabajo. Y ¿Cuáles son esas herramientas que nos proporciona el Maestro? Son las técnicas del Yoga. Las técnicas no son el Yoga; las técnicas son las herramientas del yogui, (igual que cualquier otro oficio, el Yoga tiene sus herramientas). Tú vas llevas el coche al mecánico y ¿qué hace? Abre el motor y busca la avería. ¿Y después? Pues va al panel donde tiene todas las herramientas, coge las que necesita, y empieza a utilizarlas para arreglar el problema. Vas a una clínica donde van a operarte. ¿Qué hace el cirujano? ¿Te opera con las manos, como los filipinos? Pues no: Tiene una bandeja llena de instrumentos: el bisturí, el aspirador, el separador… Tiene herramientas y las usa. Cada oficio tiene las suyas. Para hacer un trabajo son necesarias unas herramientas. Esto del Yoga ¿cómo se hace? Con herramientas también. Vienes a la Escuela de Yoga y te enseñan a respirar (la forma correcta de respirar es una herramienta), aprendes asanas (las posturas de Yoga son también herramientas que utilizamos) ¿Para qué usamos las asanas? ¿Para estar elásticos y flexibles? ¿Para curar el estreñimiento? ¿Para dormir bien por la noche? Se producen todos estos efectos, pero no es eso lo que convierte las asanas en una técnica de Yoga. Lo que las convierte en una técnica de Yoga es que deshacen los bloqueos de energía para que ésta fluya correctamente. Y cuando la energía fluye correctamente experimentamos bienestar, nos relajamos. Eso sí que es una técnica de Yoga. (No lo es porque te quiten el estreñimiento, porque eso sería una técnica terapéutica o higiénica). Hacemos que la energía se desbloquee y fluya correctamente, y eso comienza ya a ser una técnica de Yoga. ¿Qué hacemos con todo esto? Estamos trabajando en nuestro cuerpo físico, y a través del cuerpo físico, en el aspecto emocional. Uno aprende a respirar, a hacer asanas, a relajarse de una forma profunda y ¿qué es lo que ocurre? Que mediante todo ese trabajo estamos pasando la energía al Sistema Mayo 2011
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Neurovegetativo. Nosotros tenemos dos sistemas nerviosos: el Sistema Central y el Sistema Neurovegetativo. El Sistema Central canaliza la energía motora y sensitiva. (Cuando sale la energía hacia afuera es motora y cuando llega de la periferia a las neuronas es sensitiva). Pero existe, además, otro Sistema, que es el Sistema Nervioso Neurovegetativo. Éste es el Sistema de la vida, el que dirige todo el funcionamiento del cuerpo, de los órganos, la digestión, el metabolismo, la secreción de hormonas (cuándo -a qué hora, en qué minuto-, de qué manera, en cuánta cantidad…) Nosotros no nos ocupamos de la digestión, pero no se hace sola; existe algo en nosotros, una inteligencia innata, (no nacida, que estaba ahí antes de nacer y seguirá estando) que es la que dirige los procesos de la vida del cuerpo. Pues bien, esto se hace a través del Sistema Nervioso Neurovegetativo, que es el Sistema que mantiene el cuerpo vivo y en equilibrio. La inteligencia innata es la inteligencia del Universo, es la inteligencia de la Madre Naturaleza, es la inteligencia de la Madre Divina, de la Shakti. ¿Quiere una madre que su hijo esté enfermo? Pues no. Entonces, ¿Por qué nos ponemos enfermos? Porque alteramos y bloqueamos el trabajo del Neurovegetativo, el trabajo de la energía, de la Shakti, de la inteligencia creadora, de la inteligencia innata. ¿Cómo? Con nuestras malas costumbres y sobre todo con los pensamientos torcidos que tenemos. La energía del Neurovegetativo se canaliza por dos canales que son antagónicos: El Simpático y el Parasimpático. Uno contrae y el otro relaja, uno nos prepara para la lucha y el trabajo y el otro posibilita el descanso. El que contrae, es el que despierta en nosotros los procesos catabólicos o destructivos y el otro, el que relaja, es el que activa los procesos anabólicos, de regeneración o curación. Por eso cuando vamos a dormir nos relajamos, nos curamos, funcionamos en el Parasimpático y los procesos anabólicos y de regeneración se ponen en marcha. La tensión, y el stress matan porque activan los procesos de destrucción del cuerpo. Y ¿qué aprendemos en el Yoga? A relajarnos, a ponernos en el Parasimpático. Cuando profundizamos y nos vamos al extremo de la relajación, se segregan en Mayo 2011
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nosotros -en la hipófisis y en los tálamos (dentro del encéfalo)- unas sustancias naturales, llamadas endorfinas y encefalinas, (que en realidad es la misma sustancia con distinto nombre según la zona en que se segrega). El efecto de las endorfinas y encefalinas es la inhibición del dolor y las emociones. El cuerpo físico experimenta placer y dolor. Si observas el cuerpo físico, verás que siempre notas alguna sensación. Esas sensaciones son placenteras o dolorosas. Pero si se inhibe la sensación dejas de sentir tu cuerpo físico; parece que no estuviese, porque se ha “desconectado”. ¿Qué pasa si se inhiben las emociones? Si desaparecen las emociones, desaparece el conflicto, entonces lo que queda es paz, y en la paz hay felicidad. La felicidad es lo contrario del sufrimiento. El sufrimiento es una emoción, surge del juego de las emociones y todas las emociones, absolutamente todas, nos ponen en tensión, en el Simpático, en lo contrario de la relajación: Si tú tienes miedo, ¿cómo estás, tenso o relajado? Si ambicionas alguna cosa, estás con ansiedad Si estás bajo los efectos de la sexualidad, estás “como una moto”. Si tienes envidia, ira, rabia... estás tenso. Si estás triste, estás tirado, pero no estás relajado. Todas las emociones nos ponen en tensión, es decir, en el Simpático. Pero si te relajas ¿Qué ocurre? Si cuando siento miedo, soy capaz de relajarme mediante las herramientas del Yoga (por ejemplo mediante la respiración), eso hace que me ponga en el Parasimpático ¿Qué pasa entonces? Es incompatible tener miedo y estar relajado. O sigo teniendo miedo y no me relajo o si me relajo, el miedo o cualquier otra emoción desaparecen. Y ¿es posible hacer esto? Sí. Para eso son las técnicas del Yoga, para conseguir ese estado. ¿Qué es lo que aprendemos cuando venimos a una Escuela de Yoga? Aprendemos a relajarnos y, aunque parece que todo termina ahí, en realidad es donde empieza. Mayo 2011
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Cuando profundizamos en la relajación, empieza a construirse la paz; en la paz hay felicidad, porque desaparece el sufrimiento que es una emoción. Y si estamos en paz somos felices. La consecuencia de sentirnos felices es que podemos ser buenos. A ver cómo vas a matar una mosca estando relajado, cómo vas a echar la bronca al chiquillo que acaba de cargarse el jarrón que nos regaló la tía Enriqueta. Te dice la mujer: “Pero échale la bronca al niño” y tú le respondes: “Da igual, ya compraremos otro”. Insiste, gritando: “¡Que le eches la bronca al niño!” y al final tienes que enfadarte para reñirle, es decir, tienes que salir del estado de relajación ¿No os ha pasado esto nunca? Lo mismo pasa con la mosca, viene una mosca y te la quitas. Yo no he visto nunca un animal más cariñoso que la mosca, está todo el día dándote besitos, además es fiel, cuanto más la espantas, más viene. Al final coges el periódico y la sigues por todas partes, porque te ha sacado del estado de relajación. Pero cuando estás relajado no quieres matarla, tienes que enfadarte primero. (Después, si no consigues cazar la mosca, descargas todo tu mal genio con el que está al lado). ¿Qué pasa? Que te has cambiado del estado de relajación al estado de tensión. Si ya has conseguido estar tranquilo y profundizas en el estado de relajación, llegas a ese punto en que las sensaciones y las emociones, han desaparecido. Ya no sientes el cuerpo físico y no tienes emociones: ESTÁS EN PAZ. Alguno pensará: pero sin emociones no se puede vivir. Pues no, pero para hacer el Yoga, para ese momento en que tienes que trabajar con el Yoga, las emociones nos estorban. Para vivir y convivir tendrán que estar porque todo lo que existe, existe porque es necesario. Pero en ese momento que estás ahí contigo mismo, ahí no son necesarias. Si construimos así ese momento de paz todos los días ¿qué está ocurriendo? Que estás creando un hábito, el hábito de estar en paz. Ya sabéis que nosotros somos animales de costumbres, es decir, de hábitos. Siempre repetimos los hábitos que hemos grabado. Pero ¿cómo se construye un hábito? Es sencillo, hay una ley que dice:”Siembra una acción y cosecharás un hábito, siembra un hábito y cosecharás un carácter, siembra un carácter y cosecharás una vida”. (Eso es lo que le pasaba a aquel que entró en la librería de la esquina y le dijo al dependiente: ¡Oye, tonto del haba! ¿Me das un libro para hacer amigos? Con ese carácter ¿cómo vas a tener amigos?) ¿Cómo es tu vida? Como es tu carácter y ¿Cómo es tu carácter? Como son tus hábitos Mayo 2011
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y ¿Cómo son tus hábitos? Como son tus acciones ¿Cómo podemos cambiar nuestra vida? Cambiando el carácter, ¿Cómo cambiamos el carácter? Cambiando los hábitos y ¿Cómo cambiamos los hábitos? Realizando acciones diferentes de las que estamos haciendo hasta ahora. Si todos los días de mi vida cojo las herramientas del Yoga y me pongo a practicarlas, estoy construyendo un estado, un estado de paz. Un día, otro día, el día siguiente, así un mes, dos meses, tres meses, tres años, cuatro años, diez años, veinte años. Al final el hábito de estar en paz es tan fuerte que no necesitamos mucho trabajo para ponernos en paz, porque el hábito ya está establecido. Si, hipotéticamente, de 100 momentos que tiene el día, construimos un momento de paz, ya tenemos 99 de conflicto y uno de paz. Ya no son 100 de conflicto. Si vamos construyendo y fortaleciendo el hábito, tendremos 2 momentos de paz y 98 de conflicto. Si vamos creciendo en el hábito de estar en paz, llegará un momento en que estaremos 50 momentos del día de conflicto y 50 de paz. ¡Fijaos cómo ha cambiado el cuento! Siguiendo así, ¿quién sabe? Quizá podamos llegar a 100 momentos de paz. La paz en sánscrito se llama Shanti y el que tiene paz o está en paz tiene Shanti o es un Santo. Un Santo no es más que un hombre o una mujer de paz; no es mucho más que estar en paz, porque ¿qué es lo que irradiamos a nuestro alrededor? ¿Qué es lo que transmitimos a los demás? Lo que tenemos, lo que hay en nosotros. Si en nosotros hay conflicto pues irradiamos conflicto.
La gente no es mala; existen muy pocas personas malas; (alguno habrá...). Lo que pasa es que la gente tiene conflictos y cuando ese conflicto sale, hace daño a uno mismo y a los demás. Pero no porque uno sea malo, sino porque le dominan la envidia, o los celos o el miedo. Es decir, el conflicto es lo que nos hace dañar, no el ser malos. Es que si el conflicto está en nosotros, ¿qué podemos expresar? ¿Qué podemos sacar ahí afuera? ¿Lo que no tenemos? Sacaremos lo que tenemos.
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Pero si, poco a poco, durante la práctica de Yoga vamos construyendo ese ratito de paz, que va creciendo en nosotros, poco a poco habrá paz además de conflicto. Y si esa paz se va fortaleciendo, podremos empezar también a irradiarla, porque eso está ahí en nosotros, porque lo hemos construido y estamos fortaleciéndolo todos los días al usar las técnicas de Yoga. Esto es lo importante: El primer paso en el camino del Yoga es construir la paz y mantenerla. Ahora que estoy en paz, que ya no siento el cuerpo físico ni siento el cuerpo de emociones, ¿qué es lo que queda? “El lorito”: bla, bla. Al ir tranquilizando las emociones también la mente está más tranquila, porque las emociones estimulan los pensamientos. A partir de ese estado puedo empezar a trabajar con mi mente. Nuestra mente es dispersa, es decir, comienza con un pensamiento y de ése salta a otro, de aquel a otro, de aquel a otro... sin parar nunca. Siendo así, lo que tenemos que hacer ahora es recoger la mente y enfocarla. ¿Cómo podemos lograrlo? La técnica del Yoga, la herramienta del Yoga que tenemos que usar aquí se llama Abhyasa Yoga. Y consiste en lo siguiente: yo elijo un objeto para pensar en él y empiezo a pensar; por ejemplo en el vaso de agua. “El vaso de agua, el vaso de agua…” y, cuando me descuido, la mente piensa: “la botella es azul… pero también hay botellas blancas…” Entonces me doy cuenta de que estoy pensando en la botella: ¡al vaso!, “vaso de agua, vaso de agua…” y voy recogiendo; dice la mente: “¿Quién ha puesto el teléfono éste aquí?” Y yo, de nuevo “al vaso, al vaso”, voy recogiendo… ¿Por qué tienes que ir recogiendo la mente? Porque cuando la mente está dispersa no tiene fuerza; su fuerza también se dispersa. Hay una ley que dice que la energía sigue al pensamiento. Si el pensamiento está disperso la energía también lo está ¿Cuándo la energía se concentra y tiene todo su poder? Cuando la mente está concentrada. Por eso, después de construir la paz, el trabajo es concentrar la mente y para conseguirlo tenemos la técnica de Abhyasa ¿Cuándo tengo que hacer Abhyasa Yoga? Cada vez que la mente piensa. Y ¿a qué hora piensa la mente? Todo el día y a todas las horas, a cada instante. Por lo tanto, cada instante tengo que hacer Abhyasa Yoga. Poco a poco tengo que conseguir
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que mi mente deje de pensar en lo que le da la gana, de forma automática, y que piense en lo que yo quiero que piense. Éste es el trabajo: observar la mente, (darte cuenta qué está pensando, porque si no te das cuenta de en qué está pensando, difícilmente puedes modificar el pensamiento) y recogerla. Primero tienes que observar la mente, qué piensa. Si quieres pensar en esto otro, entonces cada vez que veas que tu mente está pensando en algo diferente a lo que has elegido para pensar, tienes que recogerla. Y así, poco a poco llegará un momento en que la mente se concentre ¿Qué ocurre si la mente se mantiene concentrada? Magia: la mente “desaparece”, parece que no está. Es éste el quinto estado de la mente, el estado de Niruddha, y se llega ahí a través de la concentración. Cuando concentramos la mente y la mantenemos concentrada, ¡desaparece! La mente desaparece como antes han “desaparecido” el cuerpo físico y las emociones. Y ahí hay silencio. Se da el silencio y, ahí, en el Silencio, percibimos la Verdad de nosotros mismos. En el silencio es donde se da la meditación, (eso que llamamos meditación) y en la meditación percibimos lo que hay más allá de la mente, que es la Verdad de nosotros mismos, es decir, lo que nosotros somos realmente: ahí está el Yoga. ¿Qué he hecho para llegar hasta ahí? Hacerme dueño de mi cuerpo físico, de mis emociones, de mis pensamientos, hacerme dueño de mí mismo para poder construir la paz, para poder construir el silencio, y en el silencio ver, percibir lo que soy realmente. Ahí empieza el Yoga, hasta ese momento somos aspirantes. Cuando percibimos la verdad nos convertimos en yoguis y ahí empieza el Yoga, porque a partir de ahora tenemos que realizar ESO que vemos. Empieza ahí la segunda parte del camino, de la que hablaremos otro día. Es el Sendero Superior del Yoga o Sendero Iniciático, que comienza, como hemos dicho, con la primera percepción del Ser, de la Verdad de nosotros mismos y culmina con la realización de esa Verdad. Siempre somos ESO, pero tenemos que darnos cuenta. Mayo 2011
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¿Veis qué fácil es esto del Yoga? Tienes una caja de herramientas, tienes una meta y un camino. ¿Qué tienes que hacer? Usar las herramientas para avanzar por el camino. ¿Cómo caminas por ese sendero? En paz y en silencio y en el silencio la Verdad, el Yoga. Hemos llegado al final de la evolución humana. Así de fácil. Y por el camino nos hemos hecho dueños de nuestro cuerpo físico, de nuestras emociones y deseos, de nuestros pensamientos y de nuestras obras. ¿Os ha gustado? ¿A qué es bonito? Pero es que además de ser bonito es Verdad. No es ninguna fantasía ni ninguna ilusión, es lo que es, desde que aparecemos sobre la Tierra, es decir, desde Adán y Eva. Gracias Om Shanti
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