05. Conclusiones y propuestas

A partir del análisis efectuado hasta aquí, es posible establecer un conjunto de propuestas dirigidas a la consolidación de la industria audiovisual, que por sus características pertenece al grupo de las industrias del entretenimiento. Estas propuestas se fundamentan en un conjunto de conclusiones que se desprenden del análisis:

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1ª conclusión: El sector audiovisual catalán registra un nivel en producción y consumo nunca antes alcanzado Como ha quedado claro a lo largo de este informe, el sector audiovisual catalán ha experimentado en los últimos años un vigoroso desarrollo, de manera que puede afirmarse sin ninguna duda que, desde el punto de vista cuantitativo, se encuentra en el mejor momento de su historia, así como en una posición que permite abordar las oportunidades que están brindando la digitalización y el crecimiento de la demanda. Cabe insistir que Cataluña acoge a las empresas más importantes del Estado en productos de flujo para televisión y en animación, la más avanzada en servicios de posproducción y, también, a algunas de las más importantes por lo que respecta a la distribución y a la exhibición de películas. Por su parte, la producción ha aumentado de modo muy significativo en productos para televisión. Y a la vez, el canal TV3 de la televisión pública TVC es líder en audiencia y ha generado un star system que se está proyectando en el teatro y en el cine. Pese a que no hay en absoluto motivos para una autosatisfacción que lleve al inmovilismo, está todavía menos justificada una actitud nostálgica por el recuerdo de un pasado del sector audiovisual catalán pretendidamente mejor que el presente. El sector audiovisual registra un nivel en producción y consumo nunca antes alcanzado. Una cuestión completamente diferente es la de considerar como punto de referencia no el pasado, sino la potencialidad de la demanda existente —especialmente insatisfecha por lo que respecta a la producción catalana en cine— o, simplemente, la evolución del sector en otros lugares, y concretamente en Madrid, donde está experimentando un desarrollo más vigoroso.

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2ª conclusión: El sector audiovisual no es tan sólo el cine A pesar de que el largometraje es, por tradición y capacidad de generar impacto sobre el resto de subsectores, el gran producto audiovisual, la exhibición de largometrajes en sala constituye sólo un 6,3% del negocio audiovisual. Por otra parte, es casi imposible amortizar una película exclusivamente a través de su exhibición en salas, de forma que su comercialización en circuitos complementarios como el vídeo y en particular la televisión ha pasado a ser imprescindible. Por lo tanto, y a pesar del impacto mediático de las noticias referidas a unas películas en concreto y al subsector en general, sería erróneo diseñar una política de soporte al audiovisual centrada en el cine, o, alternativamente, diseñar una política de soporte al cine que ignorase la imbricación de éste en el resto del audiovisual. De hecho, y como se ha señalado a lo largo de este informe, el sector audiovisual está formado por un conjunto de segmentos que tienen características en ocasiones muy diferentes, tanto desde el punto de vista del soporte técnico y del proceso de producción (el cine, la televisión, etc.) como desde el punto de vista de la demanda. Desde este último, hay que considerar al sector integrado por cuatro segmentos: el continuo masivo, el continuo nicho, el discontinuo masivo y el discontinuo nicho. Esta clasificación es la que ha de fundamentar, a nuestro juicio, la comprensión y, por tanto, el diseño de una política de soporte al audiovisual.

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3ª conclusión: La política de promoción del sector audiovisual tiene tres vertientes: la industrial, la artística y la lingüística Cabe distinguir muy claramente lo que constituyen medidas para consolidar el sector audiovisual de lo que constituyen medidas para obtener de él productos artísticos o en lengua catalana. El sector audiovisual está formado por empresas, y es la potencia de organización financiera y comercial de éstas lo que da estabilidad y continuidad al sector. La subvención, por ejemplo, puede ayudar a la realización de un producto determinado, pero nunca consolida una estructura empresarial; y por tanto puede ser el eje vertebrador de una política industrial del audiovisual. Esta política, contrariamente, ha de centrarse en la creación de centros de demanda estables —canales de televisión principalmente—, infraestructuras de producción, enseñanza y canales de financiación empresariales y de soporte comercial. En cambio, la política artística tiene que concentrarse en el impulso a la realización de proyectos concretos que, por su específico contenido, tengan un atractivo comercial limitado. La subvención es en este caso el instrumento idóneo para compensar la falta de rentabilidad comercial esperada de un proyecto concreto. Un aspecto particular de la política cultural lo configura el tema de la lengua. Es evidente la importancia cultural de la lengua con que un producto llega al público; en consecuencia, es legítima la existencia de medidas para reforzar la posición de una lengua minoritaria, a través del soporte al doblaje de películas al catalán, para que películas de origen no catalán sean exhibidas en esta lengua, o desde el catalán para favorecer la producción local en versión original catalana de productos destinados a mercados más amplios. Asimismo, estas medidas no tienen ni pueden tener como objectivo la producción sino la exhibición, y por tanto no han de ser consideradas como integrantes de la política de apoyo al audiovisual desde el punto de vista empresarial o industrial.

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4ª conclusión: La producción artística exige previamente un sector industrial consolidado En general, todo el mundo acepta la idea de que la producción editorial en lengua catalana ha estado históricamente favorecida por el hecho de que Barcelona representa un importante centro de producción editorial en lengua castellana. De la misma manera, puede generalizarse que, con el fin de que Cataluña sea capaz de producir productos audiovisuales en lengua catalana o con un carácter cultural relevante, es necesario que exista previamente un sector empresarial consolidado capaz de proporcionar la infraestructura productiva y el know-how necesarios para hacer viable un producto de un mínimo nivel. De este modo, sería ingenuo esperar que la industria audiovisual catalana pudiera basarse exclusivamente en productos de un nivel artístico notable, o simplemente que utilizase unos referentes culturales sólo atractivos para la población catalana. La mayor parte de los productos audiovisuales está constituida por productos televisivos o cinematográficos en los cuales no prima el valor artístico, sino que sólo están destinados al gran público y a mercados masivos. Por ello, el audiovisual forma parte de la llamada industria del entretenimiento, calificación que no impide que sus empresas puedan producir productos culturales o de valor artístico. Por tanto, y paradógicamente, desarrollar productos culturales exige la consolidación previa de un sector industrial productor de contenidos destinados al gran público y en consecuencia a la exportación. Ahora bien, hay que tener claro que la existencia de un sector empresarial potente es una condición necesaria para la aparición de productos con un contenido artístico relevante, pero no es de ninguna manera una condición suficiente. Es necesario también que se dé la conjunción del talento creativo y el soporte económico adecuado. Por último, cabe decir que la demanda de productos audiovisuales está en rápida expansión y que, por lo tanto, la intervención pública sólo es necesaria o bien para prestar apoyo a la producción de carácter artístico minoritario, o bien para crear las condiciones de entorno adecuadas para el desarrollo de la oferta.

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5ª conclusión: El sector audiovisual necesita, sobre todo, el motor de la demanda A pesar de la larga trayectoria de una política de subvenciones dirigida a la oferta, tanto a nivel estatal como catalán, la consolidación de la producción audiovisual a que se ha hecho referencia en el apartado primero es poco deudora de la misma. En cambio, ha sido decisiva la creación de TVC, como lo ha sido, a nivel estatal, la desaparición del monopolio televisivo y, muy particularmente por lo que respecta al cine, la aparición de la televisión de pago. Las televisiones constituyen los grandes motores del sector audiovisual en todas partes. En el caso de TVC, su demanda de productos de flujo ha generado dentro de la propia empresa y a su alrededor un conjunto de activos —empresas, actores, guionistas y especialistas de todo tipo— capaces de generar productos más allá de las propias demandas de TVC. Además, TVC ha exigido a sus productos un nivel de calidad y modernidad que ha sido enormemente positivo para el refuerzo del sector en Cataluña. Las televisiones estatales, sin embargo, están representando un papel motor de mayor potencia que TVC sobre la industria radicada en Madrid. En particular, y en relación al cine, a causa de la limitación de su audiencia potencial, TVC no ha podido representar el mismo papel de motor, ya que el coste de un largometraje exige un mercado masivo, superior al potencial consumo de Cataluña. Este papel, en cambio, sí que lo han podido jugar los operadores de ámbito territorial estatal, especialmente las televisiones de pago. Este papel de las televisiones se verá sin duda reforzado por la aplicación de la adaptación de la directiva de la «Televisión sin fronteras». Ahora bien, aunque es cierto que TVC ha sido un factor decisivo en la consolidación de parte del sector, también lo es que todavía una buena parte de la producción de TVC se realiza con medios propios y que esta producción se orienta al público de TVC, lo que, si bien tiene un impacto positivo sobre su propia audiencia, implica una posterior comercialización que es insuficiente. La progresiva externalización de la producción permitiría el fortalecimiento de las empresas del sector y una mayor potenciación de su proyección comercial fuera del país. Se ha de garantizar que, respetada su autonomía de gestión, las decisiones de TVC tiendan al refuerzo del tejido industrial. En este sentido, la implicación de TVC en plataformas de televisión de pago ha de ser capaz de hacer coherente lo que constituye su interés financiero con la política de consolidación del sector audiovisual catalán. Cabe observar, con todo, que los estatutos de la CCRTV no imponen esta obligación.

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Los operadores de televisión no constituyen, sin embargo, el único motor del audiovisual. Otros agentes susceptibles de dinamizar la producción son todos aquellos que tienen una cierta capacidad de demanda fruto de una posición de fuerza en la exhibición. Concretamente, las empresas empaquetadoras de productos para la televisión digital y las empresas distribuidoras y exhibidoras de cine son capaces de generar una demanda en su entorno que se traduzca en la creación de las condiciones para una producción estable.

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6ª conclusión: El cine catalán tiene oportunidades Es evidente que la situación del cine catalán está muy lejos de aquella a que hemos de aspirar y que mejorarla es importante, no sólo teniendo en cuenta las potencialidades de este segmento, sino sobre todo la capacidad de arrastre que el cine tiene sobre el resto de segmentos. Pero sería un error concluir que esta situación es consecuencia de la ausencia de apoyo al cine. De hecho, a esta situación se ha llegado pese a la existencia de una política explícitamente destinada a potenciar el cine tanto desde el gobierno español como desde el catalán, al cual se han podido acoger todas las productoras catalanas. La divergente evolución de la producción realizada en Madrid de la catalana, aparece como suficiente evidencia de su independencia respecto a una política que ha sido común. A nuestro juicio, esta diferencia es consecuencia de dos hechos. El primer factor decisivo en la evolución del cine hecho desde Madrid ha sido la aparición de la televisión privada y, particularmente, la de pago, la cual ha considerado necesario, para generar un atractivo comercial a un coste razonable, producir películas y promocionarlas comercialmente a través de una primera exhibición en salas seguida de la exhibición en televisión. TVC ha sido decisiva en la consolidación del segmento audiovisual de flujo pero no ha podido jugar el mismo papel en el cine a causa de su reducido alcance territorial. Este hecho ha comportado que Cataluña esté exportando talento cinematográfico, lo que tiene una doble lectura: significa que Cataluña está generando este talento, en gran parte a partir de la televisión, pero significa también que no está extrayendo de él todo el fruto posible. El cine catalán, no obstante, ha podido continuar y mantener su presencia en festivales internacionales gracias a la existencia de una política de apoyo artístico. Sin embargo, ésta no ha sido capaz de generar estructuras empresariales estables dirigidas no a una producción específica, sino a una producción sistemática, atractiva al mercado y justificada financieramente por este mercado.

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El segundo factor al que hemos aludido antes ha sido precisamente el de la falta en el cine catalán de un enfoque empresarial más industrial, que, en cambio, se ha dado en otros segmentos. Si bien la producción «de autor», realizada al margen de una empresa productora estable, tiene a menudo un contenido artístico digno de mención, son las empresas estables, que producen a partir de una combinación del guión, el casting y el director pensada para el mercado, las que dan continuidad al sector. En este sentido, la debilidad del cine europeo frente al americano está vinculada al predominio de un modo de producción eminentemente artesanal. En el caso catalán, este predominio ha sido casi absoluto. Resulta evidente, entonces, que las enseñanzas cinematográficas en Cataluña descuidan excesivamente, en general, la gestión empresarial de la producción. Si en el apartado anterior nos referíamos a la necesidad de motores que desarrollasen el sector audiovisual en general, en el caso del cine nuestras oportunidades radican en tres puntos. En primer lugar, en la implantación de la Televisión Digital Terrenal (TDT), ya que muy probablemente supondrá un importante demandante de contenidos, particularmente cine de nueva creación. En segundo lugar, la consolidación de las empresas actualmente existentes en Cataluña en torno al cine, valorando el papel dinamizador de las estructuras verticales producción-distribución-exhibición. Y en tercer lugar, la consolidación de una industria empaquetadora de productos audiovisuales y la aparición de productores de canales temáticos, en especial en el área de la animación.

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De las observaciones anteriores se desprende un conjunto de propuestas, que pasamos a enumerar seguidamente. Estas propuestas se refieren a la consolidación de la industria audiovisual en Cataluña, y no cuestionan el mantenimiento de medidas de carácter artístico o lingüístico.

Propuestas para el sector audiovisual

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1.- Crear y consolidar centros de demanda audiovisual radicados en Cataluña La implantación de la TDT, la consolidación de la televisión por cable, una política de externalización más profunda por parte de TVC, la incorporación como obligación estatutaria de TVC de la potenciación de la industria audiovisual y la consolidación de las empresas catalanas en el ámbito de la distribución, la exhibición y el empaquetado son algunas de las acciones que irían en esta línea.

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2.- Potenciar o crear líneas de financiación específicas para la producción de audiovisuales Aunque el sector audiovisual es un sector rentable y con una demanda creciente, los canales de financiación convencionales no están todavía habituados a financiar su producción y la expansión de sus empresas, situación que exige una más adecuada aportación de datos específicos por parte del sector industrial. En este sentido, se tendrían que realizar acciones dirigidas a sensibilizar a las entidades financieras en la adaptación de sus fórmulas al ciclo productivo del negocio audiovisual y, en especial, en el valor patrimonial de que disfrutan los poseedores de derechos sobre la producción propia tanto actual como de archivo. Esta sensibilización ha de ir acompañada de una mayor actividad de TVC en la precompra de derechos de emisión, aunque sea de forma indirecta. Se hace necesaria la creación de líneas de financiación específicas por parte de las entidades financieras privadas, como la iniciada por el Instituto Catalán de Finanzas en marzo de 1999. Estas medidas de soporte público han de ir directamente dirigidas a reforzar la empresa audiovisual como tal, y no a posibilitar la realización de un producto específico sin continuidad.

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3.- Facilitar la comercialización de los productos audiovisuales El apoyo a la presencia de las productoras catalanas en ferias internacionales y el estímulo a la formación de «librerías» con los productos realizados en los últimos años, de tal manera que se pueda organizar un catálogo susceptible de ser ofrecido a las televisiones digitales y a otros operadores internacionales, serían algunas de las acciones posibles destinadas a facilitar la comercialización de los productos audiovisuales. Ta m b i é n s e r e q u e r i r í a u n m a y o r e s f u e r z o p o r p a r t e d e T V C e n l a comercialización exterior de la producción propia, favoreciendo la formación de las citadas «librerías».

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4.- Potenciar la formación de capital humano en los segmentos críticos Como ha quedado dicho, el talento es cada vez más importante en el sector audiovisual. Formar talento es, por tanto, tan importante como generar demanda. Cataluña no está escasa de talento, pero todas las medidas que ayuden a reforzarlo han de ser bienvenidas, incluso aquellas que permitan contrastar las técnicas propias con las que han permitido consolidar diversas líneas de productos en otros países con una industria audiovisual consolidada. En este sentido, es preciso poner el énfasis en incluir de manera más amplia la gestión empresarial en las escuelas de audiovisuales, así como en potenciar la enseñanza y la investigación en técnicas de animación y de posproducción.

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