10a Temporada. 4.- Yo, asesino. Antonio Altarriba i Keko. Gener 2017

10a Temporada 4.- Yo, asesino Antonio Altarriba i Keko Gener 2017 Índex: Club de Lectura: Yo, asesino / Antonio Altarriba i Keko Els autors: Antoni

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Juan José Escribano Santiago Yo, psicópata. Diario de un asesino Segunda edición : 2011 Esta obra está bajo una licencia Reconocimiento–No comercia

TEMPORADA DESDE SEPTIEMBRE 2016 A ABRIL 2017
G L A C I A R S A N R A FA E L Y L A G O L L A N Q U I H U E C R U C E R O Y N AT U R A L E Z A GLACIAR Y LAGOS PROGRAMA DE 8 DIAS - 7 NOCHES Glacia

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10a Temporada 4.- Yo, asesino Antonio Altarriba i Keko Gener 2017

Índex:

Club de Lectura: Yo, asesino / Antonio Altarriba i Keko Els autors: Antonio Altarriba ............................................................................................................................. 1 Els autors: Keko ...................................................................................................................................................... 2 Yo, asesino / Ressenya / Gerardo Vilches ................................................................................................................ 4 Yo, asesino / Ressenya / Jesús Játiva ..................................................................................................................... 6 “Las viñetas pueden crear, sólo con tinta y color, atmósferas inquietantes” / Entrevista......... 7 Dossier de prensa ................................................................................................................................................... 9

Altres Novetats de Novembre / Secció Còmics d’Adults / Bib. Tecla Sala ..................................................................... 10 Novetats de Desembre / Secció Còmics d’Adults / Bib. Tecla Sala ..................................................................... 11

Norma, 2014

Els autors: Antonio Altarriba Informació extreta de Tebeosfera (http://www.tebeosfera.com/autores/altarriba_ordonez_antonio.html) i wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Altarriba): Antonio Altarriba Ordóñez (Zaragoza, 1952) es un catedrático de literatura francesa de la Universidad del País Vasco, que ha actuado como guionista de historietas y también como teórico, destacando en ambos campos desde los años ochenta. Es Premio Nacional de Cómic por su obra El arte de volar. Divulgador de la historieta vinculado con la universidad y guionista de historietas, en ambos casos desde los primeros años ochenta. Se inició como guionista en fanzines y publicaciones locales como Zeta, integrado en un equipo de fanzinistas e historietistas zaragozanos de igual nombre, y Bustrofedón, de 1979. Destacado ya por entonces como buen conocedor del medio, coimpulsó las jornadas sobre cómics en la localidad maña y fue escogido como director de la colección Imágenes de la Historia, del sello vasco Ikusager. En 1987 coescribió el libro Comicsarías, fiel espejo de la percepción, a veces deformada, que sobre la historieta se tuvo en España durante los años ochenta. Otras publicaciones de historieta en las que publicó guiones o escribió textos fueron: Rambla, Rampa, El Víbora, Comix Internacional, Cómics Fanzine, Taka de Tinta, T.V.O., Medios Revueltos, Habe, Texture, Heavy Metal y otras. Entre sus libros de historieta están: Desfase (1987, colectiva), Norte-Sur (1989, colectiva), Detective (1991). Ha sido comisario de exposiciones sobre cómic, varias en Zaragoza o en Barcelona de su obra escrita para Luis Royo, la de 1989 La nueva historieta española, que se estrenó en Angulema, y otras como Nuevas viñetas (Madrid, 1991), Malos de tebeo (Vitoria, 1997), Amores locos (Vitoria, 2000), Dimensiones de nuestra historieta (Vitoria, 2006), Aragón, tierra de tebeos (Zaragoza, 2007). Participó en los documentales sobre tebeos: Cómic. Noveno Arte, de 1989, Grandes maestros del cómic, de 1991, y La historia de los tebeos, en 2011. Se lincenció en literatura francesa y obtuvo el título de doctor con la tesis doctoral La narración figurativa, en 1981. Prosiguió su labor investigadora siendo el primero que abordó de forma sistemática análisis académicos sobre los tebeos españoles y sobre la historieta en general, lo cual quedó de manifiesto en la revista teórica a modo de catálogo de Neuróptica, estudios sobre el cómic (Zaragoza, 1983-1988). Algunos de sus libros más celebrados han sido La España del tebeo, editado por Espasa Calpe en 2001, Tintín y el Loto Rosa, de 2007, y Los tebeos de la transición en 2008. En 2010-2011 coordinó el mayor esfuerzo historiográfico sobre historieta española, que se publicó en un número extraordinario de la revista del CSIC Arbor en septiembre de 2011. Continúa escribiendo artículos y reseñas sobre historieta para revistas y periódicos, entre ellas Tebeosfera. Como guionista de fotos, generalmente con Pilar Albajar, ha participado en varios libros: Sueños en el cuarto oscuro, 1993, La cámara oculta, 1997, Sexo, pecados y miedos, 2001, Manufacturas, 2004, El elefante rubio, 2007, Vida salvaje, 2008. Desde el año 1989 ha participado en decenas de exposiciones de fotografías por distintas provincias españolas, algunas itinerantes por el extranjero. Como escritor de ficción ha destacado en el género erótico. Entre sus títulos están: El filo de la luna (1993), Cuerpos entretejidos (1996, finalista al premio literario La Sonrisa Vertical), La memoria de la nieve (2002) o Maravilla en el país de las Alicias (2010). También ha participado o coordinado las antologías: La escritura y su espacio, 1992, Los que más cuentan, 1995, Contratiempos, 1996 (selección de relatos), Contra corriente, 2000 (selección de artículos de prensa), y otros. Entre sus trabajos de análisis literario se encuentran: Sobre literatura potencial, monográfico de la revista Caracola (3-4, 1989) y La paradoja del libertino, junto con Lydia Vázquez, de 2008, entre otros. Ha publicado textos en revistas como Antrophos, Texturas, Paréntesis, Correspondende, Letra Internacional o Turia. Ha sido y es colaborador en secciones de cultura y opinión de los diarios El Mundo / El País Vasco, El Correo y El País. En el nuevo siglo, y a pesar de lograr el Premio Euskadi de Literatura en 2002 con su novela La memoria de la nieve, vuelve a dedicarse con fuerza a la historieta, produciendo ensayos y guiones: Amores locos (2005), El brillo del gato negro (2008), El arte de volar, obra de 2009 galardonada con el Premio Nacional de Cómic junto con Kim, El paso del tiempo, de 2011, recuperación de su obra con Luis Royo, Yo, asesino (2014) y El ala rota (2016). Por El arte de volar (2009), una biografía de su padre, ha obtenido multitud de premios, incluyendo el Nacional de Cómic. (“El arte de volar ha sido distinguido como el mejor cómic publicado en 2009 al recibir el Premio Nacional de Cómic convocado por el Ministerio de Cultura. Un galardón que no sorprende, en tanto se suma a la larga lista de reconocimiento unánime que la obra ha obtenido (Premio del Salón del Cómic de Barcelona, Premi Nacional de Còmic de Catalunya, Premio Cálamo, Premio de la Crítica...), pero que sigue quedándose corto para evaluar la calidad e importancia que esta obra tiene (y tendrá) para el cómic español”. Álvaro Pons: http://www.elpais.com/articulo/cultura/arte/volar/obra/maestra/elpepucul/20101116elpepucul_10/Tes) 1

Bibliografía: Cómics • • • • •

De vuelta (con dibujos de Luís Royo; Miguel Marcos, 1983) Desfase (con dibujos de Luís Royo; Ikusager, 1987) Neuróptica (5 números): estudios sobre el cómic (Diputación de Zaragoza, 1988). Només a La Tecla. Detective (con dibujos de Landazábal; Ikusager, 1991). Només a La Tecla. Amores locos (con dibujos de Laura; De Ponent, 2005) • El brillo del gato negro (con dibujos de Laura; De Ponent, 2008) • El arte de volar (con dibujos de Kim; De Ponent, 2009) • Yo, asesino (con dibujos de Keko; Norma, 2014) • El ala rota (con dibujos de Kim; Norma, 2016) Ensayo • • • • • •

Comicsarías. Ensayo sobre una década de historieta española (1977-1987) (Promociones y publicaciones universitarias, 1987) Con Antoni Remesar. (Només a La Tecla). Sobre literatura potencial (Universidad del País Vasco, 1987) Contra corriente (Zaragoza, 2000) Recopilación de artículos periodísticos La España del tebeo. La historieta española de 1940 a 2000 (Espasa Calpe, 2001) Los tebeos de la transición (Fundación Antonio Pérez, 2008) La paradoja del libertino (Ediciones Liceus, 2008)

Novela • • • • •

El filo de la luna (Ikusager, 1993) Cuerpos entretejidos. Relatos eróticos (Tusquets, 1996). Finalista en el XVIII premio "Sonrisa vertical". Contratiempo. Relatos (Papeles de Zarabanda, 1996) La memoria de la nieve (Espasa y Calpe, 2002). Premio Euskadi 2003 de literatura. Maravilla en el país de las Alicias (Tusquets, 2010).

I si voleu visitar el bloc de l’autor: http://www.antonioaltarriba.com/. El propi autor us parlarà de les opcions personals de que disposa a l’hora d’enfrontar-se a la creació narrativa (“Encauzo la imaginación por canales distintos y la vierto en viñetas, fotos o palabras”) i dels primers records que té d’aquesta inclinació a narrar (“De niño leía con pasión todo tipo de narraciones pero más que leerlas, me gustaba inventarlas”). Si us plau, visiteu a l’Antonio. Els autors: Keko Informació extreta de: http://www.vinetasdesdeoatlantico.com/gl/edicion-2015/keko/. José Antonio Godoy, que firma como Keko, es un historietista e ilustrador español, nacido en Madrid en 1963, uno de los dibujantes más destacados de la revista Madriz, cantera que sirvió de preámbulo a la carrera de muchos de los grandes autores de cómic de la década de los ochenta. Inicia su carrera artística estudiando en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, publicando sus primeros trabajos de historieta en la mencionada revista Madriz y en la última etapa de la versión española de Metal Hurlant. De esa primera etapa destacan sus colaboraciones con Mique Beltrán, desarrollando sus guiones de Livingston contra Fumake y con Ramón de España en Brendan Beckett: El amor duele, además de otros trabajos que realiza como autor completo: La isla de los perros y ¡Voraz! En esa época realiza también diversas colaboraciones para publicaciones como El Europeo, La luna o Imajen de Sevilla y participa en numerosas exposiciones. Estos trabajos dentro del mundo de la historieta los compagina con otros como ilustrador en 2

prensa, en los suplementos de los diarios El País, El Mundo y ABC y también realizando trabajos publicitarios y colaborando como ilustrador en diversas publicaciones, entre ellas Rolling Stone y Revista 40. Pese a que Keko desarrolla gran parte de su carrera profesional dentro del mundo de la ilustración, las incursiones dentro del mundo de la historieta fueron una constante. Podemos citar sus colaboraciones con la mítica Nosotros Somos los Muertos, que posteriormente serían recopiladas en el álbum La casa del muerto, o su álbum 4 botas, con el que obtuvo el Premio a Mejor Obra en 2002, en el 21 Salón Internacional de Cómic de Barcelona. También publica en 2008 en la revista Exit Express una serie de humor sobre el arte moderno, con guion de Felipe Hernández Cava. En los últimos años la actividad comiquera de Keko se ha revitalizado con títulos como La protectora, Ojos que ven, o la aclamada Yo, asesino, con guión de Antonio Altarriba, una obra con la que Keko se situa en el epicentro de la actividad comiquera, ganando el Gran Premio de la Crítica ACBD 2015 en Francia o el Premio Zona Cómic 2014. Respecte de la feina que Keko va desenvolupar a Yo, asesino, parla Antonio Altarriba, el guionista del còmic (http://www.antonioaltarriba.com/keko/): Cada guión tiene su dibujante, la persona que sacará de él mayor partido escenográfico, la que se implicará más intensamente en su trama, la que participará de forma natural de su trasfondo simbólico, la que disfrutará poniéndolo en imágenes… Y, si el guión no encuentra el destinatario adecuado, la historia corre grave riesgo de naufragar en charco de tinta, al menos de perder parte de su potencial. No es tarea fácil. Apenas se habla del canal que conecta al dibujante con el guionista, de los factores que lo crean, de los que lo interfieren y de las fórmulas hacia las que puede derivar esta comunicación “intercreativa”. En ocasiones el objetivo aparece impreciso, la figura del realizador se diluye por desconocimiento del repertorio de dibujantes o por ingenierías mercantiles que sacrifican la conexión fértil a la yuxtaposición de nombres con tirón comercial. Se trata, pues, de una operación delicada en la que se juega el resultado de la obra. Y a menudo no está claro. El guionista tiene un perfil difuso, una idea general del estilo, pero ningún nombre preciso. A veces, cuando las incertidumbres se disipan, el dibujante anda metido en otros compromisos o prefiere realizar sus propias historias. Así que el trabajo de guión corre el riesgo de ser desviado, quedar desenfocado, resultar pervertido y hasta de permanecer bloqueado. Yo, asesino fue una historia de decidida y rutilante conexión. Lo supe desde el principio, desde que tuve las primeras líneas del argumento. El dibujante sólo podía ser Keko. Su maestría en la utilización del blanco y negro convenía perfectamente a una historia como esta, oscura y, de alguna manera, brillante. Pero había en él algo más que su forma de dibujar. Keko posee un imaginario, unas referencias, una iconografía y hasta unas obsesiones plásticas que encajan a la perfección con las que este relato plantea. Y resultó que estaba disponible y que le apetecía hacerlo. Fue una gran suerte y la clave de la rotunda cohesión del libro. Al hilo (o al filo) de la tarea en común fuimos descubriendo muchas más afinidades y otras se trenzaron como consecuencia de nuestros intercambios. Al final, la complicidad entre nosotros se ha hecho absoluta. Keko prefiere negarlo, por aquello de las culpabilidades o de las responsabilidades derivadas. Dice que él de asesino nada y que se lavará las manos en cualquier interrogatorio. Jurará y perjurará que la idea es mía y que no tiene nada que ver con tanto y tan sangriento asesinato. Nadie le creerá. ¡Pero si le ha dado al libro toda su deslumbrante negrura…! Basta con leerlo para comprobar su estrecha participación en cada uno de los hechos. Y, de verdad, entre nosotros, si no es con Keko, yo no mato nada. 3

Yo, asesino

Gerardo Vilches

Extret de la revista Cuadernos de comic #4, setembre de 2015 (http://cuadernosdecomic.com/docs/revista4/yo_asesino.pdf): Antonio Altarriba es uno de los pocos guionistas del boom del cómic adulto español de los ochenta que ha sobrevivido al cambio de paradigma en el mercado conservando la frescura. De hecho, ha contribuido de manera decisiva a ese cambio con El arte de volar (De Ponent, 2009), con dibujos de Kim, una obra fundamental para asentar la novela gráfica en España. Aquel cómic fue recibido casi unánimemente como la obra maestra de Altarriba. Pero si resultó difícil llegar a esa obra maestra, más aún lo es liberarse de su peso y seguir adelante con una carrera creativa. Altarriba ha tardado cinco años en producir un nuevo libro, en esta ocasión junto a Keko, un dibujante extraordinario que seguramente no ha obtenido todo el crédito que su talento habría merecido. Yo, asesino (Norma Editorial, 2014), pensado y producido originalmente para el mercado francobelga, arranca como un noir muy del gusto francés, contado en primera persona desde el punto de vista del asesino. Por supuesto, la primera consecuencia de esta decisión es que no hay un misterio que resolver desde las primeras páginas, si bien hacia su ecuador sí se introduce un whodunnit mediante Yo, asesino, 2014 un giro de guion de manual, muy clásico y casi inevitable en el negro. Hasta aquí, Yo, asesino podría Guió: Antonio Altarriba ser una buena historia de género más, contada con el oficio que se les presupone a dos Dibuix: Keko profesionales como Altarriba y Keko, pero determinados elementos dotan a la obra de nuevos niveles Editorial Norma de lectura, que a la postre son los que la Bitono Páginas: 134 rescatan de esa mera profesionalidad genérica Signatura: C Alt y la hacen memorable. Para empezar, lo más evidente es el firme anclaje con la realidad. Eso se consigue, en primer lugar, por la vía de lo gráfico: el opresivo y oscuro dibujo de Keko emplea fotografías de los escenarios que visita Enrique Rodríguez, el protagonista, que tras un tratamiento de quemado quedan integradas en el dibujo, si bien nunca dejan de ser percibidas como lo que son: Keko no intenta engañarnos. Con esta decisión dota a la obra de esa huella de verdad que solo confiere la fotografía. Puede que sea un artificio más, pero al leer Yo, asesino la sensación que se tiene es que los personajes están paseando realmente por lugares que nosotros mismos hemos transitado. Sucede algo similar cuando aparecen cuadros célebres, y la decisión de los autores de reproducirlos tal cual —en blanco y negro— contrasta de manera llamativa con el camino que tomaron Santiago García y Javier Olivares en Las meninas (Astiberri, 2014), donde optaron por representar la representación de la realidad redibujando los cuadros que aparecían. El otro recurso gráfico llamativo del libro me ha convencido menos: la utilización del color rojo para mostrar la sangre y destacarla sobre el blanco y negro me ha parecido un tanto obvia, aunque sea innegable el impacto. Más interesante resulta su utilización para otros elementos que de este modo se vinculan a la sangre y a la muerte, pero en conjunto me resulta superfluo. Pero más allá de estas cuestiones estéticas, desde luego el rasgo más llamativo, y el que cambia definitivamente nuestra recepción de la obra, es el parecido físico del asesino protagonista con Altarriba. También coinciden en su trabajo, profesor universitario, si bien difieren en su especialidad: historia del arte en el caso de Enrique, literatura francesa en el de Antonio. Esa decisión dota a la obra de una ambigüedad perturbadora, porque la sitúa, formalmente, en el terreno de la obra de tesis, aunque sea evidente que Altarriba no puede compartir todas las ideas de Rodríguez. Ese juego que podríamos llamar de tesis ficción es, junto a las propias ideas expuestas, el meollo de Yo, asesino, y en su beneficio el guion de Altarriba está dispuesto a sacrificar ciertas cuestiones menores —en esta obra en concreto—, como pueden ser la naturalidad en los diálogos —“Sólo quería encontrar una explicación a tu partida…”, le dice Enrique a su esposa (p. 50)— o la verosimilitud de ciertos personajes, excesivamente estereotipados para cumplir su función convenientemente. Altarriba emplea un recurso efectivo: la articulación de un doble discurso para contrastar los espacios de lo que puede decirse y lo que no. Es decir, por un 4

lado, los diálogos de Enrique Rodríguez, que muestran a una persona abierta, progresista e innovadora en su campo, y por otro los cartuchos de texto, donde Enrique actúa como narrador intradiegético y cuenta toda su teoría acerca del asesinato como obra de arte. Por supuesto, es una convención del lenguaje del cómic, dado que tal y como se dice explícitamente, no escribe ni deja constancia de sus actividades artísticas; simplemente, y como no podía ser de otro modo, está hablando con el lector de la obra de forma directa. Enrique no se considera un asesino en serie, sino un artista. Le parece que cada asesinato debe prepararse como una obra única con su propio discurso. No hay, en realidad, psicopatía en su comportamiento. Se habla de hecho de la distancia mínima en la relación con la persona para que sea posible matarla. Estudia la representación de la crueldad y el dolor en el arte mientras asesina para realizarse como artista: “Matar es el acto transcendente por excelencia” (p. 6). Sin embargo, es muy significativo el contraste entre esa idea casi romántica del arte y los fríos preparativos que lleva a cabo Enrique en sus performances. Tiene en cuenta a la policía y extrema precauciones para evitar ser capturado. Perturba mucho algo que se intuye real: que, si el asesino sabe lo que está haciendo, es casi imposible pillarlo. De hecho a Enrique Rodríguez la policía le seguirá la pista solo porque otro asesino lo comienza a emular con el fin de despertar sospechas hacia él. La falta de moralidad de Enrique en su vida artística, unida a su firme anclaje a la realidad y a la manera en que remite visualmente a Altarriba, componen un cuadro estremecedor, que se completa con una visión despiadada del ámbito universitario que el guionista conoce bien. Por momentos, de hecho, se convierte en lo más interesante de la narración: las puñaladas, las luchas intestinas entre las diferentes facciones, que adquieren un carácter visceral y atávico, de berrea entre machos alfa, con un componente sexual que se hace explícito en la figura de Carmencita, una mujer que se va arrimando a todos los profesores que ejercen su dominancia en el departamento. Se apunta el eterno conflicto entre ortodoxia y posmodernismo, pero también otro más concreto, propio de la Universidad del País Vasco, y que tiene que ver con el nacionalismo y ETA; sin ambages, la historia entra de lleno en un terreno espinosísimo, al mostrar cómo los profesores cercanos a la izquierda abertzale acaban controlando el departamento al que pertenece Enrique y marginan a todos los que no son de su cuerda política. Por supuesto, no debe escapársenos la ironía perversa que reside en el hecho de que el que más firmemente rechaza la violencia etarra es un asesino artístico que no ve problema moral alguno en matar en nombre del arte. “En este mundo matar por nada constituye, en el fondo, una acción pacifista… Al menos mucho más honesta que matar por la patria” (p. 36). La búsqueda de Enrique apunta un tema importante de Yo, asesino que tal vez quede oscurecido por los más evidentes: la búsqueda de la verdad. El asesino ataca, sobre todo, a artistas impostores, oportunistas que no creen en su propio discurso. Es el caso de su primera obra, un pintor realista de la vieja escuela que se sube al carro de la abstracción tarde y mal, y es también el caso de Fabrice Fugain, un fantasma insoportable. Pero también parece ser el de los dos amigos de la pareja de Enrique, jóvenes artistas modernos dados a los excesos. Frente a todo eso, Enrique persigue la verdad última: la verdad de la carne y la sangre. Más allá de las reflexiones sobre arte, política, y más allá incluso de ese fascinante —y divertido— ajuste de cuentas con la universidad, me quedo con el excelente final de Yo, asesino, donde nos niegan sus autores el remate a la historia y el castigo del culpable. No es solo que todo quede abierto, sino que además la ausencia de moralidad de ese final ataca directa y conscientemente a nuestra necesidad de final feliz, o, al menos, de un final. Enrique no se arrepiente de sus actos, ni es capturado. Seguirá matando, de un modo u otro. Ahora, de hecho, liberado sentimental y profesionalmente, será incluso más peligroso. Pero una parte de nosotros se alegra de su relativo triunfo, porque, en su honesto compromiso con el arte, este atroz asesino nos resulta simpático, y empatizamos más con él que con la mayoría de personajes, que o son hipócritas o están muertos por dentro. Ese es el mayor triunfo de una obra perversa en el sentido más estricto de la palabra.

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Yo, asesino

Jesús Játiva

Extret de la web Zona Negativa (http://www.zonanegativa.com/yo-asesino/): Leí el otro día un artículo en el que explicaban por qué Japón no había prohibido la animación de pornografía infantil. Supongo que todos estaréis más o menos familiarizados con el término lolicon, que suele referirse a manga o anime en los que una mujer con aspecto infantil practica sexo de diferentes maneras: desde un sexo convencional hasta la violación, el incesto o cualquier otro tipo de práctica considerada tabú. En el artículo, el redactor contrastaba la opinión de dos personas cuyos puntos de vista eran totalmente opuestos. Por un lado, un hombre explicaba que todo aquello que vemos en las obras de este género es puramente ficción, y que por lo tanto prohibirlo sería ir en contra de la libertad de expresión; al fin y al cabo, no se daña a ninguna niña real y nadie sufre, con lo que se puede disfrutar de este tipo de material muy sanamente y sabiendo que cualquier tipo de abuso en menores es un acto dañino. El otro punto de vista argumentaba que este tipo de obras fomentan una perspectiva humillante de la mujer, a la que tratan como objeto y que mediante tales prácticas no solo degradan al sexo femenino sino que crean cierta “educación” dañina a los ojos de aquellos que disfrutan este tipo de obras, alimentando así cierta sentimiento de sociedad patriarcal que eleva el poder del hombre por encima del de la mujer; es decir, no solo crea mala imagen sino que da una visión errónea de las relaciones de género que puede llegar a suscitar la violencia sobre menores. ¿A qué viene todo esto? Intentando buscar una solución al dilema que se planteaba en ese artículo, debatiendo conmigo mismo cuál es la postura correcta e intentando verme en una discusión en la que tuviese que posicionarme en un bando u otro, he llegado a cierta conclusión con la que por supuesto podéis estar de acuerdo o no. Ahora, si hiciésemos eso, censurar, ¿no sería lógico crear una red de censura en muchos más ámbitos? Si pensamos que alguien puede llegar a violar a una niña por el hecho de verlo en una serie de animación, ¿podríamos llegar a pensar que cualquiera es capaz de disparar o acuchillar cada vez que lo viesen en la televisión? Por eso mismo, gran parte de las grandes producciones lastran cierto tono moralizante que, o justifica el asesinato o lo culpabiliza; en cierto modo, nos están diciendo qué pensar: matar es malo, violar es malo, ponerle los cuernos a tu novia es malo. ¿Y si existiese una obra que hablase del asesinato sin juzgar al asesino, o al violador, o a cualquier tipo de villano? ¿Qué repercusión tendría eso? ¿Sería, por parte del artista, algo correcto, o es ese el verdadero espíritu del arte: escandalizar y sorprender? ¿Estaría obrando bien o en cambio le convertiría en un alentador del mal? Yo, asesino, nos habla de esto. ¿Y cuál es el punto de partida del guión con el que juegan Antonio Altarriba y Keko? Enrique Rodríguez, además de profesor de Historia del arte en la universidad del País Vasco, es asesino; no un simple matón que busca ganar algo de dinero, ni un hombre ambicioso que mata para obtener bienes materiales o poder: Enrique asesina por placer. «Matar no es un crimen. Matar es un arte». Esta primera frase con la que empieza el cómic es una declaración de intenciones de lo que viene después. El protagonista se dedica en estas páginas no solo a mostrarnos su rutina asesina y sus preparativos, sino que profundiza en todo aquello que sus actos suponen: está al tanto de que lo que hace produce dolor, pero el disfrute es mucho mayor. Enrique se considera un artista del asesinato; es un profesional que disfruta de lo que hace y que no le busca ninguna justificación. De la misma manera, el guión tampoco busca justificar con una moraleja final; los expone y nos deja a nosotros que pensemos sobre ello. (Podríamos pensar, para contrastar, en la serie de televisión Dexter, en la que el protagonista siente la necesidad de matar, pero cuya necesidad se ve justificada por el hecho de que Dexter, el personaje, es un enfermo: tiene algún tipo de problema, inexistente en el resto de personas, que le lleva a disfrutar matando; por otro lado, Dexter mata únicamente a criminales, lo que viene otra a vez a demostrar la existencia de ese lastre moral que, una vez más, nos saca las conclusiones antes de que nosotros mismo podamos pensar un minuto en ello).

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Yo, asesino no trata únicamente del asesinato. Altarriba se mete muy de lleno en el papel del protagonista y por eso mismo lo asemeja a su propia situación (recordemos que Altarriba es profesor de literatura francesa en la universidad del País Vasco): al igual que Enrique busca el arte en el asesinato, Altarriba lo busca creando un guión cruel y sincero sobre las posibilidades de matar. Además, la obra proporciona un contexto a todo lo que rodea al asesino y al asesinato: el nacionalismo vasco, las relaciones familiares y la ambiciosa carrera de ascensión y las luchas intestinas que llevan a cabo todos aquellos que buscan un puesto mayor en su carrera, en este caso la universitaria. Por su parte, los lápices de Keko casan a la perfección con la truculencia de la historia: el blanco y negro sin grises y la aparición del rojo para la sangre. Con todo sobre la mesa, ¿qué hemos de pensar? ¿Crea Yo, asesino, la necesidad de matar o esto es solo ficción? ¿Es la obra un ejemplo de libertad de expresión absoluta o hay límites en lo que concierne al peligro que tal libertad puede conllevar? Después de lo sucedido en París, es ahora más que nunca cuando debemos hacernos esta pregunta. Ahora más que nunca. “Las viñetas pueden crear, sólo con tinta y color, atmósferas inquietantes”

Rolo

Extret de LH Magazin Music: http://www.lhmagazin.com/resena-de-yo-asesinoy-entrevista-con-sus-autores-antonio-altarriba-y-keko/. Resulta inevitable empezar por el “final” después de leer una novela gráfica tan directa como la suya, donde los personajes y, ustedes a través de ellos, no tienen problema a la hora de hablar de situaciones bien reales que rodean la historia (el recuerdo a los atentados en el País Vasco, la arbitrariedad en la cesión de subvenciones o los extremismo ideológicos). Por eso y tras lo sucedido con la revista Charlie Hebdo en Francia, aunque a otro nivel ¿sienten que las viñetas sí pueden llegar a tener el impacto social e influencia por el que luchan muchos autores o piensan que quienes se pueden dar por aludidos en su caso nunca llegarán a leer esta obra? Antonio Altarriba: Los libros influyen en las personas y pueden contribuir a cambiar el mundo. Por eso el poder intenta, de una manera u otra, mantener un control sobre lo que se publica. La censura es tan antigua como la voluntad de expresarnos y dar libre testimonio de nuestras ideas. Así que espero que nuestro libro tenga efectos sobre quienes denunciamos como asesinos. En el País Vasco estamos viviendo un momento decisivo para analizar los mecanismos que han llevado a unos cuantos individuos a asesinar a sus vecinos. Y no sólo estaban los que mataban sino los que suministraban los argumentos para hacerlo. Y los que, por miedo o por complicidad tácita, callaban. Esa reflexión se encuentra en estos momentos atascada por los intereses de algunos partidos políticos. Y tengo la impresión de que aún persisten sectores de la población orgullosos, al menos comprensivos, con este pasado asesino. Keko: Si hablamos de España, y salvo algún caso concreto que ha tenido impacto en los medios más bien por su carácter gamberro o escandaloso, creo que las viñetas tienen muy pocas posibilidades de hacer llegar un mensaje o tener alguna influencia en la sociedad por el escaso alcance de una industria editorial que se mantiene bajo mínimos en un país en el que se aprecia poco la cultura. ¿Cómo surge la idea y sobre todo cuánto tiempo les llevó desarrollar un guión tan meticuloso donde no hay ni una sola pieza fuera de lugar? A. A.: La idea se venía fraguando desde hace tiempo. Quería escribir un relato policíaco y abordar la figura del asesino en serie, con todo lo que ello supone. Efectivamente, soy meticuloso en mis guiones y la redacción de este me llevó cerca de un año. 7

Keko: Una vez que Antonio se puso con el guión y yo a dibujarlo, nos llevó unos 15 meses terminar el libro. El hecho de disponer de un guión tan trabajado y tan minucioso en sus descripciones visuales facilitó enormemente mi labor y, lo más importante cuando te pones con una obra larga, un ritmo muy regular de trabajo. Su libro aterrizó en su edición española ya con un primer Premio bajo el brazo tan importante como el de la Crítica francesa y decenas de sólo buenas reseñas. Pasadas las primeras presentaciones y meses de venta del libro ¿se sienten aquí tan arropados por crítica y público como en Francia? A. A.: Pues, de momento, sí. Las opiniones que recibimos son buenas, incluso muy buenas. Evidentemente, el mercado español de cómic es menor que el francés pero, dejando aparte la cantidad, la calidad de las críticas es totalmente comparable. Incluso hay una lectura más comprensiva con lo que se cuenta. Al fin y al cabo el protagonista y la mayor parte de los escenarios son españoles. Y, por si fuera poco, parece que las ventas van bien. K.: Han pasado apenas tres meses desde la aparición del tebeo en España y, de momento, nuestro contacto con los lectores se ha limitado a las tres presentaciones que hemos hecho en Vitoria, Madrid y Barcelona; y en todas hemos obtenido muy buena respuesta de público. Las críticas, asimismo, han sido muy buenas en general también en España aunque, a diferencia de Francia, donde el libro ha tenido numerosas críticas en la prensa escrita generalista, aquí, fundamentalmente, se ha limitado a las páginas especializadas de internet. ¿Siempre tuvieron clara la inclusión del color rojo como contrapunto visual del pulcro y realista blanco y negro del dibujo? A. A.: No. La idea surgió cuando teníamos dibujadas ya unas cuantas páginas. Nos pareció que podíamos “aligerar” el peso de los negros con unos toques de rojo. Y, dándole vueltas a la idea, decidimos ir más allá de una utilización meramente plástica. El rojo cumple también funciones narrativas y el lector puede seguir esa pista para enriquecer (o matizar) su interpretación de la historia. K.: En un principio Antonio tenía la idea de hacerlo en blanco y negro puro. Pero fue nuestro editor francés, Jean-Luc Fromental, el que, no sabemos si porque vio aquellas primeras páginas demasiado duras, nos sugirió la idea de un bitono para la sangre. Dándole vueltas al asunto decidimos ampliar un poco la idea del rojo a otros elementos siempre con una finalidad narrativa y no decorativa en mente. Un relato tan redondo y con un género que ha dado y sigue dando nombres a través de la literatura, el cine, la televisión… ¿Por qué llevarlo al campo de las viñetas en lugar de sólo a las palabras de un libro, por ejemplo? A. A.: El cómic es un medio muy adecuado para contar historias policíacas. De hecho, lo viene haciendo desde clásicos como Dick Tracy o Steve Canyon hasta series más recientes como Alack Sinner. Las viñetas pueden crear, sólo con tinta y color, atmósferas inquietantes y recoger la expresividad intensa tanto de los asesinos como las víctimas. Al mismo tiempo se presta a composiciones elaboradas de cada escena, a iluminaciones tajantes, casi al borde de la oscuridad y, sobre todo, a una planificación más extrema que la cinematográfica. Y eso por no hablar de la gestión del tiempo y del suspense que se puede lograr en la secuencia de viñetas. Dándole la vuelta a la pregunta anterior, ¿se imaginan su obra adaptada a otra forma artística? En Francia la tradición del polar ha dado grandes películas. A. A.: Sí. Muchos lectores nos dicen que se trata de un relato muy cinematográfico. De hecho, ya estamos recibiendo algunas propuestas, todavía muy embrionarias como para hablar de ellas. K.: Sí, claro, cómo no. Sería muy interesante ver cómo resuelven el asunto de ese omnipresente monólogo del protagonista en el que éste se explica y desarrolla para el lector sus teorías sobre el crimen y el arte sin que quede pesado o fuera de lugar en una película, y que es fundamental para comprender el libro. 8

Vivimos un momento en que las supuestas libertades para hablar y opinar que otorgan medios como internet se ven cada día más atadas por leyes y realidades a pie de calle que recuerdan palabras como “censura”. Elegir el tema, título e incluso la portada de su obra ¿fue mera decisión artística natural o pretendían llamar verdaderamente la atención? A. A.: En este caso no tuvimos ninguna imposición ni siquiera sugerencia por la parte editorial. Hasta el título o la portada, generalmente más interferidos por las estrategias comerciales, son de nuestra cosecha. Y no están concebidos con ánimo de provocar. El argumento tiene ya la fuerza suficiente para impactar al lector. Pero no porque pretendamos escandalizar sino porque se dirige a conciencias un tanto adormiladas. La corrección política y el espíritu acomodaticio de las últimas décadas nos han hecho olvidar nuestra parte de responsabilidad en la crueldad económica, social y a menudo política que rige el mundo. K.: Va a llegar, o está ya llegando o ha llegado ya, no lo sé, un día en el que la corrección política lo impregne todo de tal manera que será muy difícil hacer algo que no ofenda a alguien o a algo. Por otro lado, y esto está muy presente actualmente tras el atentado de París, andamos hablando sobre si debe haber límites a la libertad de expresión y si la reflexión y la responsabilidad a la hora de crear son valores a la baja en comparación con el impacto inmediato obtenido por el exabrupto y la gamberrada ofensiva. El hecho de que éstos últimos, que tenían su enemigo natural y hasta cierto punto racional en las leyes sobre el honor y la difamación más o menos rigurosas en los distintos países democráticos, se hayan visto enfrentados y condenados a pena de muerte por el fanatismo islamista, creo que ha trastocado completamente este debate y que ahora no nos queda duda alguna sobre la urgencia de plantar batalla a los intolerantes y los asesinos para proteger estas formas de expresión tan incómodas y a menudo tan necesarias. Dossier de prensa Us deixem a continuació amb una petita selecció de critiques i ressenyes, però hi trobareu moltes més a la web d’Antonio Altarriba: http://www.antonioaltarriba.com/yo-asesino/lo-que-se-dice-sobre-yo-asesino/. PabloS (Freaklitex, http://freakelitex.com/resena-asesino-altarriba-keko/): “Una maravilla de obra que no podéis dejar pasar. Altarriba y Keko vuelcan en cada viñeta y cada línea todo su talento y genialidad, plagando el tebeo de momentos que harán que te quedes con la boca abierta y pensando: ¡esto es lo mejor que he leído en mucho tiempo!” Pedro Piedras (Último cero, http://anterior.ultimocero.com/articulo/yo-asesino): “La obra de Altarriba y Keko es una pieza magistral y desoladora que aborda el problema del mal desde una perspectiva sorprendente.” Sara Mesa (Estado crítico, http://www.criticoestado.es/asesinos-todos/): “Los lectores encontrarán aquí entretenimiento en estado puro sostenido en una narración bien tensada en la que la dualidad pensamiento-acción refleja la profunda hipocresía de quien supuestamente debería ostentar la educación y el saber –un profesor universitario-, pero que en realidad representa la maldad más cínica y despreciable. Al mismo tiempo, la narración tiene una voluntad especular, que provoca la identificación con el protagonista (el mismo Altarriba es profesor universitario), como para decirnos: “bueno, podría ser cualquiera”. Y eso, claro, asusta.” Juan Manuel Díaz de Guereñu (El Correo): “Yo, asesino evidencia que, cuando dos creadores colaboran con acierto, el resultado se parece, más que a una simple suma de talentos, a una multiplicación de los de cada uno.” Tonio Troaiani (Fumettologica, http://www.fumettologica.it/2015/06/io-assassinoaltarriba-e-keko/): “Un análisis complejo sobre la naturaleza del mal y un testimonio complementario que denuncia la realidad española.” Ricardo Mena (Blog de cómics, http://blogdecomics.blogspot.com.es/2014/11/resenade-yo-asesino.html): “La unión de dos grandes autores españoles como Keko y Altarriba sólo podía ofrecernos un cómic excepcional, y así ha sido.”

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Selecció de novetats a la Tecla Sala – Novembre 2016 Còmics d’Adults

C Aar. Aaron, Jason. Scalped, libro 1. ECC, 2016. C Abi. Abirached, Zeina. El piano oriental. Salamandra, 2016. C Alb. Albuquerque, Rafael. Paria. Panini, 2016. C Ber. Berthet, Philippe. Perico. Norma, 2015. C Bru. Brubaker, Ed. Fatale. Maldice al demonio. Panini, 2014. C Bun. Bunn, Cullen. Innumerables series. Norma, 2016. C Cor. Corben Richard. El dios rata. Planeta, 2016. C Fay. Fayol, Marion. La ternura de las piedras. Nórdica, 2016. C Fon. Fontdevila, Manel. ¿Estáis haciendo el amor? Debolsillo, 2016. C Fre. Fred. Philémon. Integral. ECC, 2016. C Gar. García, Jorge. Los dientes de la eternidad. Norma, 2016. C Gon. González Vázquez, Alberto. Todos los hijos de puta del mundo. ¡Caramba!, 2016. C Han. Hanazawa, Kengo. I am a hero #19. Norma, 2016. C Her. Hernández Martí, María. Que no, que no me muero. Modernito Books, 2016. C Ish. Ishida, Sui. Tokyo Ghoul #14. Norma, 2016. C Ist. Istin, Jean-Luc. El cristal de los elfos azules. Yermo, 2016. C Jon. Jongh, Aimée de. El regreso del halcón abejero. Ponent Mon, 2016. C Kat. Kato, Kazue. Blue exorcist #16. Norma, 2016.

C Koi. Koike, Kazuo. Hanzô. El camino del asesino #1, #2, #3 i #4. ECC, 2016. C Lee. Lee, Stan. La Visión. Visiones del futuro. Panini, 2016. C Mar. Martínez, Fidel. Fuga de la muerte. Edicions de Ponent, 2016. C Mas. Mashima, Hiro. Fairy Tail #49 i #50. Norma, 2016. C Mat. Matsumoto, Taiyô. Sunny #5. ECC, 2016. C Nak. Nakazawa, Keiji. Pies descalzos #3. Debolsillo, 2015. C Pee. Peeters, Frederik. El olor de los muchachos voraces. Astiberri, 2016. C Rab. Rabagliati, Michel. Paul en el norte. Astiberri, 2016. C Rev. Revel, Sandrine. Glenn Gould: una vida a contratiempo. Astiberri, 2016. C Set. Seth. Un verano en las dunas. Fulgencio Pimentel, 2016. C Sim. Simon, Eddy. Rojo karma. Norma, 2016. C Tal. Talbot, Bryan. Las aventuras de Luther Arkwright. Astiberri, 2016.

C Tan. Taniguchi, Jirô. Crónicas de la era glacial #1 i #2. Planeta, 2016.

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Teoria del Còmic C 741.5 Mac. Mccloud, Scott. Reinventar el comic. Planeta, 2016. C 9(46)”19” Jos. José Pablo. La Guerra civil española. Debate, 2016.

Selecció de novetats a la Tecla Sala – Desembre 2016

C Alc. Alcázar, Paco. La industria de los sueños 2. ¡Caramba! 2016. C Ara. Arakawa, Hiromu. Aristocracia campesina #3. Norma, 2015. C Cam. Campbell, Eddie. Baco #4. Astiberri, 2016. C Cla. Clamp. Chobits #7. Norma, 2008. C Des. Desberg, Stephen. El escorpión #11. La novena familia. Norma, 2015. C Dia. Diaz Canales, Juan. Como viaja el agua. Astiberri, 2016. C Duf. Dufaux, Jean. Barracuda #5. Caníbales. Norma, 2016. C Drn. Drnaso, Nick. Beverly. Fulgencio Pimentel, 2016. C Gal. Gallardo, Miguel. Turista accidental. Astiberri, 2016. C Han. Hanazawa Kengo. I am a hero #18. Norma, 2016. C Has. Hashiguchi, Takashi. ¡¡Amasando!! Ja-pan #18. Ivréa, 2005. C Hic. Hickman, Jonathan. Este del oeste #3. Norma, 2015. C Igo. Igort. Cuadernos japoneses. Salamandra, 2016. C Jas. Jason. La momia misteriosa. Astiberri, 2016. C Kat. Kato, Kazue. Blue exorcist #15. Norma, 2016. C Kir. Kirkman, Robert. Los muertos vivientes #22. Un nuevo comienzo. Planeta, 2015. C Lup. Lupano, Wilfried. Un océano de amor. Reservoir Books, 2015. C Mac. MacFarlane, Todd. Spawn. Edición integral #4. Planeta, 2016. C Mas. Mashima, Hiro. Fairy Tail #48. Norma, 2016. C Sch. Schwartz, Olivier. Gringos Locos. Dibbuks, 2016. C Sfa. Sfar, Joann. La mazmorra. Crepúsculo #110. Alto septentrión. Norma, 2015. C Sny. Snyder, Scott. American Vampire #5. ECC, 2013. C Ura. Urasawa, Naoki. Happy #9 i #10. Planeta, 2016. C Viv. Vivès, Bastien. La guerra. Diábolo, 2015. C Wil. Willingham, Bill. Fábulas. Edición de lujo #8. ECC, 2015.

Propera trobada del club de lectura: Dimarts, 10 de gener – 19:00 Yo, asesino, De Antonio Altarriba i Keko

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