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Fabián Sanabria

El tramoyero

Taller de Edición • Rocca® n o v e l a

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© Fabián Sanabria ©

Taller de Edición • Rocca® S. A. Bogotá, D. C., Colombia Primera edición, marzo de 2012 ISBN: 978-958- xxxxxxxxxxxxxx

Cubierta: Mazzocchio Storto, Edgar Guzmanruiz. Escultura en madera, vinilo acrílico, Ø 99 x 16 cm, Bogotá, 2003. Fotografía de Santiago Mateus y concepto de Fabián Sanabria Edición y producción editorial: Taller de Edición • Rocca® S. A. Carrera 4aA No. 26A-91, oficina 203 Teléfonos/Fax.: 243 2862 - 243 8591 [email protected] www.tallerdeedicion.com Impresión y acabados:

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida en su todo o en sus partes, ni registrada o transmitida por un sistema de recuperación, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico o fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito del autor y del editor, Taller de Edición. Impreso y hecho en Colombia • Printed and Made in Colombia

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PREFACIO

¿Qué es precisamente El Tramoyero? Es la ópera prima de una saga compuesta por cuatro novelas, por medio de las cuales un autor busca ingresar al “campo literario”. Si se quiere es el relato de las dificultades de apostar por un tipo de relación que rápidamente la sociedad proscribe. En seguida el autor subrayará las implicaciones de dedicarse a un oficio convertido en impostura (¿Profesor? —Ejercicio de etnoficción presentado como trabajo de promoción a titular de la Universidad Nacional de Colombia—), luego señalará la inaplazable adquisición de una morada para “estar a la altura de lo cotidiano” (El retozadero), y, finalmente bordeará el desafío que significa “consagrar ciertos objetos” a pesar de un escenario apocalíptico (Muñecos de palo) —todas ellas obras que verán la luz en los próximos años—. El Tramoyero es una ficción que como “preámbulo” de una serie, se presenta para enunciar un tono y un estilo: contar dos historias que párrafo tras párrafo se entrecruzan —una en pasado y otra en presente— omitiendo como trazo narrativo el uso de las comas. 7

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Básicamente aborda cuatro ámbitos: el universo de los vínculos virtuales contemporáneos, las dificultades de sostener cierto homoerotismo, los imperativos del “ascenso” en nuestra sociedad de consumo, y la necesidad de “permanecer fiel” ante algunos recuerdos. Con Internet no sólo el mundo se transformó: los intercambios humanos ingresaron precipitadamente a un “laberinto de ventanas”, donde las conexiones que se presentan pueden suspenderse oprimiendo una tecla ante el menor desacuerdo. En ese sentido, el protagonista de la novela (H) es un hombre que huye: de sí, de las relaciones que lo enredan, y de la otredad que lo envuelve. Pero hay algo que intercepta su huida: la posibilidad de establecer una cierta “amistad” —fraternidad indudablemente homoerótica— con alguien de su género (F). Esa situación “prohibida” lo interpela a través de la voz de un alter ego. En buena medida se trata de un “reclamo”: —¿Por qué huir de quien nos hace posibles, de aquel que nos inventa? No obstante la obligación de “ser alguien”, conjugada a la necesidad de conquistar un nombre y un lugar en el mundo, pesan más que las pulsiones de cualquier aventurero. Es así como la sombra del protagonista divagará a lo largo de numerosas páginas, buscando con quién, cómo y dónde acomodarse. De esa forma la negación de sus orígenes, así como la no aceptación de sus deseos, implican una vergüenza y un impulso constantes. De algún modo, la historia de 8

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H se mezclará con la noticia que durante varios meses en la prensa colombiana produjera un escándalo: las letras iniciales —esta vez alteradas— del fundador de una “pirámide” que, por medio de “créditos ilegales”, convenció a miles de ahorradores de invertir desproporcionadamente en una quimera. Aproximarse al Tramoyero es embarcarse en una aventura: la tozudez de mantener una expectativa. En ese sentido se le pide al lector tratar de pronunciar el texto en voz alta. De algún modo seguir al protagonista implica volverse su cómplice, representar un rol, asumir algunas posturas que posibilitan esa farsa. Por ello la narración contiene una crítica ante la propensión cultural que —sin mayor precaución— obliga al hombre a estar afuera, a preferir lo duro frente a lo blando, lo seco en vez de lo húmedo, lo recto en lugar de lo curvo, la claridad despreciando las sombras, la virilidad inamovible a pesar de una ferviente ternura… Esta ópera prima es la “actualización” de un recuerdo. El narrador busca a través de la historia que inventa encontrarse con un otro para posicionarse ante el mundo. Su ficción quiere poner a circular una palabra. Tramoyero es todo hombre que por aparentar niega sus flaquezas, aquel que por dominar la verticalidad de un alfabeto desprecia sus más profundos anhelos. En modo alguno la novela contiene propósitos “militantes” en materia de género. Sólo trata de un impostor que a falta de asumir su ternura juega a “ser adulto”, se representa serio. Sugiere una 9

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“liberación masculina”, con la cual los hombres serían menos cobardes al ocuparse un poco más de las cosas domésticas. Tal vez recreando ese ordo amoris la sociedad reduciría su peso, nuestros vínculos se volverían más llevaderos y, el cuerpo viril fluiría menos rígido. Fabián Sanabria París, 21 de marzo de 2012.

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À un autre de cet autre Ou de lui Ou d’un autre encore1 Samuel Beckett

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A otro de ese otro O de él O de otro aún.

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Nuevamente su imagen en la ventana. Retrato de

perfil a blanco y negro Costado derecho hasta el límite de la nariz Sólo el costado derecho. Cabeza suficiente y buen cuello Lo demás en penumbra. Mira fijamente intentando sonreír No puede. Si alguien quiere una ampliación su rostro se quiebra. Es así. Toca dejarlo de ese tamaño. Indudablemente un recorte. ¿Cuántos intentos? Cientos Aunque pocos. ¿Él mismo tomó esa fotografía? Ante el espejo de C-J-M-N-T u otra. ¿Qué importa?

Al amanecer Mitzuko llega acezando porque quiere meterse en las cobijas. Acaricio su cuello y orejas muy despacio. Empieza a ronronear y sigo consintiéndolo. Aún durmiendo tengo que quedarme quieto. Todo movimiento debe ser pausado a menos que quiera ahuyentarlo. Resisto como media hora hasta que no aguanto más Doy media vuelta Apago el despertador y digo: ¡Qué diablos! 13

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No se le debe molestar. Su nombre figura en rojo de Ocupado. Debajo se lee una consigna: Sólo la mano que borra puede escribir. La mitad de su rostro proyecta una sombra. Mejor dejarlo. Ellas creyeron atraerlo y lo asediaron. Un no sé qué las hechizaba. Quisieron encerrarlo y él huía. Terminó odiándolas. Ahora él las ve y ellas no pueden. Al amanecer suele estar conectado.

¡Quisiera que mi gato no se espantara cuando me muevo! En medio del sueño trato de atraparlo para explicarle lo que ocurre Él escucha atento Se enrosca y cubre sus ojos con las patas delanteras.

¿Cuántas letras? ¿Qué les dijo? ¿Qué les hizo? Al principio las ignoraba. Creía que ellas querían lo que él más temía ¡Qué desgracia! Ellas deseaban lo contrario. Él las miraba perdidamente y de repente sus ojos se apartaban… Ellas irremediablemente se acercaban Sonreían Él se detenía. Le aterraba que esculcaran sus secretos Se dedicó a timarlas. Empezó a ilusionarlas y ellas a ponerlo en un pedestal que lo endiosaba. Allí arrancaron los malentendidos: presencia y ausencia y esto y aquello y ni lo uno ni lo otro. Sí y no al mismo tiempo o tal vez un poco de sí y no susurrado Paulatinamente ronco. 14

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En pleno amanecer —junto a la Torre del Reloj— secretamente la cita. ¡No puedo perder el vuelo! Mi felino primogénito profundo… Al otro lado se está llenando la bañera. Caliento agua para el té y preparo cuatro tajadas de pan integral con mermelada. Sirvo el cuido de Mitzuko y sus hermanos (Igorino y Ambrosio). Con un palustre retiro plastas de arena. El abandono huele a caca de gato con moho. Hay que depositar esa mierda como si llevara miles de euros al banco. Todo listo. Enciendo la radio: Un buen comienzo… ¡Qué baño! Si fuera el fin del mundo… Lo sagrado existe gracias a la basura.

¿Estará preparado para el reencuentro? Mañana proclamará vita nuova Su mayor anhelo. Todas las letras acudirán. Lo tiene fríamente calculado: ha logrado que cada una conozca la noticia. Deberían medir sus lapsus en un reloj de arena: allí encontrarían indicios. ¿Se hará esperar? ¿Andará entretenido? Demasiados movimientos al unísono.

¿Me afeito o dejo que crezca la barbilla? Opto por lo segundo. Suelo cepillarme los dientes antes de desayunar para llevar la contraria. ¿Qué me pongo? Calzoncillos blancos de algodón y medias negras delgadas Pantalón azul de pana con camisa a cuadros 15

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Chaqueta café desteñida y boticas felpudas de sociólogo. Apago el sonido.

H tomará su tiempo. ¿Vacilará? ¿Se arrepentirá? Nunca se sabe. Quizá cumpla otra promesa. ¿Cuál de tantas? La de F.

La historia de mi gato primogénito es bastante curiosa. Cuando cumplí veintiocho años lo trajo una amiga a casa Me lo regaló con una cinta roja enrollada al cuello. Era una criatura salvaje de manchas blanco-negruzcas. Me angustiaba no saber qué hacer con él porque a cada rato gruñía. Lo primero que hice fue darle Proleche derretida en agua tibia Luego fui al supermercado a buscarle alimento: el mejor cuido que encontré para felinos. Más tarde la arena En fin Debía jugar con él impidiendo que se metiera detrás de la nevera: ese condenado sitio les encanta. Lo sobreprotegí. Eso ocurrió al principio por falta de costumbre. Después ¡Qué maravilla! Me apegué tanto a Mitzú que me carcomió el miedo de perderlo. Lo encerré en mis cuatro paredes. ¿Por qué ese nombre? Porque así se llamaba el gato del pequeño Balthus. Lo malcrié hasta convertirlo en todo un principito.

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¡Las muy abnegadas debieron atosigarlo! Era inevitable ¡No podía dar abasto! ¿Qué deseaban? Su presencia. ¿Sólo eso? Bueno Eso les regalaba H.

El mejor pan integral de Bogotá lo venden en la pastelería San Isidro. Agrego pedazos de brie a las tajadas listas Me deleito probándolas con pausados sorbos de té. Igorino y Ambrosio piden su parte. Mitzuko exige un trozo de queso. Los tres hermanos se saborean. ¿Cómo se llevan? Sinteticémoslo: Ambrosio juega y duerme con Igorino Casi todas las noches lo asea y cuando ya no lo soporta más Se evade. Mitzuko quiere jugar con Igorino A veces se corretean Empresa difícil: Igorino se trepa a las tapias camuflándose en los tejados. Y ¿Mitzuko y Ambrosio? Digamos que se evitan y así trascienden.

Desde pequeño se sintió apartado Retraído. Sin darse cuenta se perdía. Los demás no entendían Salvo Doña C. Ella era la única que comprendía. Bien sabía que su hijo se la pasaba soñando. No obstante debía exigirle pues el mundo es demasiado cruel con los indecisos. Por eso tendrá que cumplir lo pactado a menos que quiera perder su última apuesta Así es el juego. Aunque nadie garantiza que pueda apartarse de los recuerdos y en la noche no se extravíe contemplando la luna. 17

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El principito se convirtió en tirano por mi culpa. Si no hago su voluntad me muerde o rasguña. A veces se esconde hasta que le pido perdón. ¿De qué? De nada De mis torpezas. Generalmente se engarza a mi pecho y no lo suelta. Toca sacudirlo y luego acariciarlo como quien no quiere la cosa hasta que vuelve a ronronear… Es un felino viajero que ha perdido la cuenta de sus paseos en avión. En la aerolínea Satena todavía lo recuerdan: —¿Cómo va su gato? ¿Lo sigue transportando en el mismo guacal? —Está igual de consentido. El seis de enero cumple diez años.

Era de prever. El retraimiento lo volvió omnipotente. Eso de esconderse detrás de las cortinas De acostarse en los jardines y abrir huecos en la tierra para sus amigos imaginarios De encarretar a medio mundo desbaratando y recomponiendo máquinas… Por eso lo apodaron Tramoyero: subastador de sueños. Los adultos quisieron domesticarlo: lo enviaban a hacer los mandados Lo dejaban quedarse con toda confianza en sus cuartos viendo televisión Hasta muy tarde Convencidos de su inocencia. Obviamente descubrió demasiados secretos. Aprendió a llorar y a reír impostando. Se convirtió en perfecto jesuita: excelente seductor con su mirada. 18

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¡Dios mío: las desapariciones de Mitzuko me aterra recordarlas! Hace un par de años se perdió el animalito como una semana entre escombros Diluviaba y seguramente se borraron sus huellas: ¡Chico Michico Michico! En vano lo llamaba. Tuve que acudir a una indiecita del Putumayo para que con pases mágicos lo reorientara. Al fin recuperó el rastro… No puedo seguir divagando Tengo que hacer la maleta. ¿Qué llevo?

¡Hola! He ahí su saludo. Después pondrá carita feliz picando el ojo. ¿Y luego? Nada. F será quien articule. ¿Entonces? Seguramente callará y de pronto señalará algo. ¡Siempre tan extraño! ¿Qué? Su mirada. Perdida y más o menos hurgando. Ni qué decir de su indumentaria: suéteres deshilachados con capucha Camisas sueltas combinadas con pantalones raídos de pana Zapatillas rojas imitación tenis de marca Medias impecablemente blancas Generalmente desabrochado —aun en ocasiones de chaqueta y corbata… Pero esta vez irá vestido de lino.

En la mesa cayó polvo y quedaron marcados los rodetes de tres vasos. Las hojas descuadernadas hay que alinearlas. Las imágenes que requiero están listas. ¿Qué más necesito? Sobres de manila Otra 19

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resma de papel Los diarios de campo. Se acabó la tinta negra y debo imprimir la correspondencia electrónica. Cuando regrese tendré que recargar los cartuchos. ¡Que se calme el ventilador de este aparato! Vibra como las latas de una avioneta destartalada aterrizando en la selva. ¡Paciencia!

La conversación con H jamás podrá ser directa. Le fascinan los rodeos Inadecuado hablar de sentimientos Toca usar proposiciones lógicas Describirle objetos Pintarle esquemas Trazarle figuras. Le encantan rompecabezas y mapas Que haya juego. Los cuadernos ferrocarril de bolsillo eran sus preferidos. ¡Lástima que en Colombia estén descontinuados! F le mandaba de París varios. ¿Y de lápices y estilógrafos? Los Mirado de buen borrador y la gama Microliner pasaban la prueba. Diez años atrás usaba overol rojo y botas de obrerito ¡Tan picado con esa pinta! Todo un galán en la Escuela de Bellas Artes: seducía a las más obstinadas. Culminaba su carrera asistiendo a un taller de teatro los fines de semana. Allí encontraría un aliado. En línea diagonal pura complicidad de miradas: The past and the present in the present. Desde la primera clase H y F se amistaron.

A Mitzuko le da por hacer show cada vez que vuelo. Cual felino peripatético va de esquina a esquina 20

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y maúlla cual bebé degollado Se revuelca y pelea con sus hermanos Detesta que haga el equipaje. Tengo que disimular mi partida Imposible no consentirlo Quiere que le abra la llave del lavamanos… Debo esperar a que beba la última gota: —De acuerdo Kororos Ahora guardadito hasta que llegue Rita y lo suelte. ¿Qué echo? Un par de pantalones Cuatro camisas claras Calzoncillos ligeros Dos pañuelos El foulard de verano Desodorante y dentífrico Cepillo de dientes Jabón de verbena Cuchilla de afeitar Menticol Bálsamo para rizos Una toalla y la pantaloneta de Majagua. 3-11-11-11 Ya viene el taxi: —Ahí les queda suficiente comida. ¡Pórtense bien enanos!

Necesitaba un cómplice Alguien que lo encubriera Un par para enrostrarle sus conquistas El fratello que nunca tuvo pues los instantes jubilosos se esfumaron junto a las caminatas taciturnas del brazo de Doña C atravesando media ciudad de Sur a Norte temblando de frío. Entonces no más trastornos ni esperas temiendo a cada minuto otro abandono. Tampoco las humillaciones de aguardar a que la distinguida clientela almorzara o se tomara las onces. Adiós a las sobras del lujoso salón de té así extrañara para siempre las canciones de pianola que tarareaban en Yanuba las amigas de su madre luciendo largas faldas coqueteándole: —Tan lindo su niño ¿Nos lo presta? Por culpa de ese maldito sitio se convirtió en perrito 21

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faldero que jamás abandonará su regazo. Los recuerdos deben aún confundirlo… En la época del teatro ya era un varoncito consciente de sus atributos que no tenía por qué amilanarse sino someter a los demás a cuantas proezas se le antojara A ver si eran dignos de su amistad empezando por F: —Esta noche se presentan unos amigos que tocan chucu-chucu-ligth a dos cuadras de las Torres de Fenicia. ¿Vienes?

Directo por la tercera salimos al Eje ambiental Avanzamos un poco más y ya está: nuestra vía hacia los Campos Elíseos. ¡Qué barbaridad! Si alguien cree eso debe largarse. Las avenidas que giran en torno a la tumba del Soldado Desconocido sí son avenidas y el fuego que alumbra al Niño de la promesa nunca se apaga. Aquí el tráfico se paraliza por culpa de las marchas. ¿Contra qué protestan?

Rondando las nueve F buscaba agotado el condenado sitio. Tras varias vueltas inútiles al fin llegó por la Tercera. Encontró una especie de bodega con tarima repleta de artistas. Muy pronto allí habría concierto. La gente parecía animada a pesar de los bostezos. No quedaban tamales sino buñuelos y cerveza. F ordenó eso retrocediendo. Como todo el mundo aguardaba… Aún faltaba el sonido ¡Qué aburrimiento! Quiso salir a fumar un rato 22

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Rastrilló el encendedor varias veces hasta que prendió sin proponérselo: le faltaba combustible. Aspiró el tabaco lanzando varias bocanadas… Hacía frío. Se acuclilló en el andén observando. Los minutos pasaban cuando ¡Oh sorpresa! Le tocó esconderse porque su amigo venía acompañado. Mientras apagaban las luces saltó al interior Subió a la tarima y en medio de siluetas logró camuflarse. H ingresó con otra letra. Transcurrieron más minutos Aparecieron los cantantes No había palabras para describir la música: era una mezcla de sonidos que la gente apodaba Pelanga ligera. Simplemente gustaba. Desde su rincón F espiaba a los intrusos. H vestía pantalón azul de pana con suéter del mismo color deshilachado en la capucha Calzaba las zapatillas rojas de siempre. Su compañera iba forrada en tejanos con camiseta y medias que brillaban reluciendo un par de botas. Él cruzaba todo el tiempo los brazos y ella le coqueteaba H apenas se inmutaba. Caminito serrano retumbaba Ellos lo bailaron a ritmo electrónico. Tararearon algunas canciones mientras el público se desbordaba. Para conservar el anonimato había que danzar entre sombras. El repertorio se agotaba y los músicos hicieron una pausa. H arrastrando su letra buscó ansiosamente la salida. Él abrió la puerta y ella lo retenía. H intentaba retroceder Ella lo tomaba del brazo y él avanzaba dando largos pasos con las manos en los bolsillos… Dos calles adelante se alejaron. 23

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No me queda claro. Gritan: —¡JPM es inocente! ¿Qué bicho los habrá picado? Son como del mismo rebaño Aunque marchan distinto… —¿A qué se debe el alboroto?

Atrás Detrás Al fondo Siempre al margen mirando de reojo. ¿Para qué preocuparse por el centro? Desde la ventana varias letras danzando a su gusto. Espontáneamente conformarían la mitad de su círculo: C-J-M-P junto a L y T en primer plano Aunque C y otro par deben ir en negrilla. Después las derivaciones de aquellas marcarían los siguientes compases: en los brazos de C’ se sentiría atraído por J’ Después saltaría sobre M’ y luego se evadiría con P’. Allí recordaría a L para errar despreocupado con T repitiendo la misma pieza de teatro. Al fin de cuentas su naturaleza. Todo por culpa de Doña C: ella consciente de que no comprometiéndose su Niño A pesar de tantas fugas En casa. Hasta ese punto las agujas girando. El horror surgiría cuando cada letra pidiera exclusividad y alguna grafía no soportara tanto tilín-tilín y nada de paletas. Entonces el machito a desaparecer y las letras a humillarse. Intentarían de todo: lo llamarían Lo Buscarían Se harían las indiferentes Le provocarían celos Lo asediarían Acudirían donde algún brujo Le Suplicarían… Un buen día se presentarían ante sus 24

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ojos muy maquilladas con calzones y medias de puta Y él sin mirarlas repudiándolas ipso facto. ¡Qué telenovela! Una de aquellas pretendiendo ser Betty Blue para reconquistarlo ¡Pero qué va! El tramoyero era un seductor que sólo podía dejar a su público plantado. Tal vez por la manía de desbaratar máquinas H empleaba la palabra conexión para referirse a sus vínculos que siempre andaban enrollándolo. Ser su amigo implicaba ocultarlo Negarlo Desarrollar un sentimiento perverso: Hace rato pasó por aquí Pero… Doña C celebrándolo. Indudablemente el machito se sentía venerado: —Ma Esta noche F de pronto se queda. ¿Nos calientas la comida Porfa?

Es por lo de las pirámides. Aunque JPM no era propiamente una. Lo que hacía Don Juan-Pablo era captar recursos para darle electrodomésticos a la gente. Además pagaba tremendos intereses: 150200-300% si se le llevaban nuevos clientes. Eso sí era cooperativismo. Mi hija cuando lo conoció quedó hipnotizada Me dijo que todos conformaban una gran familia. ¡Pero eso qué le iba a convenir a los cacaos! —Ya veo: ¿podemos tomar la séptima?

No había que precipitarse. La letra de la última noche tenía pinta de delirio Otra vez el eterno retorno. Cuando se alejaron H la besó apasionado. 25

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Ella se sintió perdida. ¿Arrancaba el episodio de una nueva aventura? Esta vez sí Seguro. ¿Para qué invitaba a F? Ya lo dije: para enrostrarle su conquista. ¡Qué piedra por supuesto no haberlo pillado! ¿Sería digno de semejante privilegio? Mejor una actitud parca. Al siguiente fin de semana como si nada: los ejercicios perfectos Ningún reclamo La complicidad en diagonal mantenida Salvo por un detalle: pedirle a su compañera que lo buscara minutos antes del intermedio.

Toca girar a la izquierda y bajar por la Treinta y cuatro. Regresemos dándole la vuelta al Concejo. Estas marchas me recuerdan a los machitos que protestan contra las corridas: se hacen llamar ecologistas resultando demasiado tiernos. ¿Qué pasará con los seguidores de JPM? La gente no podía ignorar que lavaba millones porque de algo tan bueno no dan tanto. ¿No le parece?

En el entreacto ¡Oh sorpresa! —Mucho gusto. Y la nueva letra a sus anchas: —Lo mismo. Por fin el amor soñado: a entregarse a los placeres mundanos y a gozar de la incertidumbre. Pese a la efusiva exclamación de F: —¡Felicitaciones! ¿Almorzamos? Había que celebrar Regocijarse Pedir el menú fingiendo que se trataba de platos a la carta. ¿Y el final del taller? Olvidado. ¿Saborear manjares? La consigna. —Uf: Ya 26

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era hora de comer ¡Qué hambre! ¿Pedimos? El mayor lujo de los estudiantes suele ser ordenar pasta ¡Suerte no tener que prepararla! —¿Y de acompañamiento? —Un jarrón de vino de la casa. A enrollarla entonces primero en el tenedor y luego con la cuchara. ¡Qué delicia de salsa! Se suponía que H sabía prepararla (Doña C le había enseñado a picar bien la albahaca). —¿Qué hay de postre? —Tiramizú para los tres con café negro. ¿De acuerdo?

No doctor ¡Eso fue pura persecución! Los bancos nunca piensan en los ahorradores mientras los pobres pagan intereses que los dejan empeñados ¿Y al pueblo quién lo defiende? Don Juan-Pablo se preocupaba por los más necesitados A todos los llamaba a invertir sin distingos Lo único era conseguirle nuevos socios porque si se quiere se puede… ¿Ese no es pues el sueño americano? Además los cacaos se pusieron de acuerdo: le dijeron al Presidente que declarara la Conmoción interior porque los estaban quebrando… —Este taco se complica Mejor devolvámonos.

Al final del postre en los labios de H un diminuto rastro de crema. La neófita ¡Quién lo creyera! Sintiéndose llamada y con servilleta en mano haciendo gestos de cariño ¡La atrevida! Cual abeja sedienta sacando su aguijón para clavarlo en el lirio 27

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del campo Cuando: Noli me tangere. En seguida él esbozaba una sonrisa y quitándole el papel apretando su índice con ese dedo se limpiaba. Entonces ella a chupárselo y el aire aplacado. ¿Conque esas tenemos? La novicia convencida de que el tramoyero le pertenecía y por eso pretendía cantar victoria… F entonces pidiendo la cuenta y H tratando de impedírselo. Demasiado tarde porque ya se llevaban los billetes… Además para qué efectivo: los gastos de representación se pagan a crédito.

¡No puedo perder el vuelo! A los ahorradores el gobierno tendrá que protegerlos De lo contrario la economía se cae. Tratemos de tomar la Treinta hacia el Norte y giremos en el puente de la Cincuenta y tres para darle la vuelta a la Nacional y después vemos. Pero dígame: ¿Usted también invirtió en JPM?

Desde el primer contacto Sobredosis de virilidad: caricias suaves y muy lentas Besos largos e intensos Gestos firmes y certeros Alguna que otra muestra de ternura líquida. Pocas promesas y muchos silencios. Registro minucioso de los límites para fijar metas suscitando humildades secretas. Posturas estáticas que ante la menor seña doblegarían Obligarían a bajar la mirada. Todo listo para vivir de flores Un mundo repleto de misterios. Aquel que pretenda oír la voz del 28

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nada El sonido insonoro y comprenderlo Debe entregarse a la naturaleza del Dharana…

La hija mayor me convenció y un amigo me prestó una platica que Dios quiera algún día me devuelvan… Al principio nos fue tan bien que quién iba a dudarlo. La culpa la tuvo el Presidente que se puso a perseguirnos ¡Una falla haberlo retado así en JPM hubieran invertido los políticos! Por eso toca amarrar la lengua aunque si esto le cuesta la reelección a Uribe ¡Bendito sea Don Juan-Pablo! —Veo Veo. ¿Doblamos?

Cada nuevo ciclo forzosamente atravesado por las secuelas de L y T: grafías suspendidas de adolescencia que volvían en algún momento. Esas dos letras evocando el tiempo de los gitanos: olores rancios y sabores podridos que graciosamente lo avergonzaban Cierta ingenuidad que ganando confianza sigilosamente confesaba: noches lluviosas armando rompecabezas o tardes embarradas degustando sabores de conos pasados de la heladería Venecia. C’-J’-M’-P’ o los trazos que vinieran tendrían que acostumbrarse a semejante retrato de familia. Tocaba congeniar con los fantasmas aunque H se esforzara para que sus consonantes apenas se distinguieran… Empresa difícil porque entre su cuerpo se deslizaban como manchas amenazantes frente a cualquier vocal que apareciera 29

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y ¡Cosa terrible! Todas se unirían contra la intrusa. Entre tanto la última postulante (llamémosla simplemente N) tenía el privilegio de postrarse ante su ídolo.

El conductor que me lleva al aeropuerto me deja aterrado Sospecho que el embeleco de JPM será mi pasatiempo durante este trayecto: —Por favor giremos. Estas marchas me recuerdan a las asambleas universitarias donde nunca hay suficiente ilustración… Tomemos un atajo hasta el Simón Bolívar a ver si recuperamos la Veintiséis que después de El Tiempo la llaman Avenida El Dorado.

Por supuesto que H sabía seducir. El primer movimiento hacia N consistió en pedirle permiso para besarla. Ese amanecer de domingo Al fondo del callejón Se detuvo. Hizo que ella lo mirara y en seguida le mostró la luna: estaba llena y radiante. Luego se acercó muy lentamente para que su nueva letra temblara. Le dijo: ¿Puedo? Y ella sin más sintió que se arrodillaba… Él la sostuvo en sus brazos Descubrió su rostro y agregó: ¿Darte un beso?

Tras aclararle al taxista en medio de la marcha que no voy al Puente Aéreo sino al Dorado Me deja donde debe Le cancelo casi el doble de lo que pide 30

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para que no se robe las vueltas Tomo mi maleta Cierro la puerta deseándole mucha suerte con su pirámide y me precipito hacia el counter de Satena: —Sí señorita ¡El vuelo de Cartagena! ¿Está retrasado? ¡Aleluya! Esas son las ventajas del subdesarrollo. Algo así como la mayor nostalgia de un amigo que vive en Ginebra: llega a Bogotá Toma una flota rumbo a Cajicá Se baja en la plaza principal Pide una mazorca medio asada La devora como puede y luego se permite el único placer que jamás podrá obtener en Suiza: encontrar un potrero para poder tirar (lo más lejos posible) la tuza.

Ante una autorización para dejarse besar ¿Qué letra no se siente princesa? Los siguientes movimientos de H fueron de pura caballerosidad Cortesía para que las cosas parecieran imposibles. He ahí la desgracia: que N apenas intuyera rozando Sin palpar ni tocar y mucho menos saborear Hasta cierto punto… Que en la palabra im-posible cabía el término posible.

¡El Dorado repleto y absurdo! Todo confuso desde la entrada: sus precarias instalaciones con policías que no permiten acompañantes y a los que toca engañar diciéndoles que mi tiquete es electrónico. Hay un montón de usureros que forran maletas para que los viajeros internacionales se convenzan de que en las aerolíneas no les van a camuflar coca… Cada 31

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recoveco proyecta la Pasión de ser colombiano. Con su remodelación de medio pelo se parece al Terminal de buses: gente quebrada en medio del tumulto pidiendo rebajas Aunque hay personas distinguidas entre comillas que no uso: machitos bien que parten de vacaciones para celebrar esta noche la fiesta de las velitas El Alumbrado como suelen llamarlo. ¿De qué? Los católicos se inventaron el Misterio de la Inmaculada y ahora ¿Quién recuerda el mito de un rayo de luz atravesando un cristal sin mancharlo ni partirlo? Si en este país de silicona ya nadie cree en la virginidad de niñas ni en la virilidad de pelaos Mucho menos en los infiernos de mentes incapaces de exorcizar sus demonios.

Ligarse con H ¡Todo un reto! N como las demás consonantes medio intuyéndolo. Al principio idílico. Cada nuevo encuentro una promesa: un viaje color sepia hacia algún refugio entre acantilados. Tonalidades verdosas que junto al terracota marcaban su ritmo. ¡El paraíso! A pesar del páramo y más allá de los pantanos Ganas de limpiar con la lengua sus botas embarradas. Todas las letras mordiendo ese anzuelo: creerse las únicas estrellas iluminadas por un sol resplandeciente en medio del universo. Pero el camino demasiado largo y teniendo que superar numerosas pruebas. Sobre todo errar y aceptar el juego de su huida… Y lo más duro: esperar aunque todo pareciera 32

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un abandono. Esperar Sí ¡Qué karma! Esperar sin esperanza. Aguardar a que él volviera y mantuviera su presencia. Porque cuando todo marchaba perfecto Cuando tras tantas idas y venidas sólo bastaba una entrega para arrojarse al abismo… Él desaparecía. Simplemente no daba señas. ¿Y los besos? ¿Y las caricias? ¿Y su sexo? Toda esa lentitud de gestos se transformaba en infierno. La voz de H se perdía con un eco que patentizaba lo efímero…

Con el pasabordo a mano me deslizo entre la multitud buscando sitio Subo por la escalera eléctrica rumbo a la crepería Por fin en el segundo piso la pusieron: durante años hubo sólo comederos. Afortunadamente no se encuentra atiborrada. Busco una silla de cuero Ojeo el menú y ordeno. Con toda diligencia las Madres Cabeza de Familia que allí sirven me atienden. Pido una Pita Siciliana Mi preferida. También una copa de vino blanco. Y ¿qué veo? Colombianos desesperados. Los malparidos alegan tan fuerte que toca escucharlos: se declaran quebrados. Un machito desenrolla un periódico: ¡A JPM lo juzgan mañana! Días antes en Panamá lo capturaron… Pasan más de quince minutos No alcanzo a probar bocado Siento que debo buscar la Sala de abordaje. De nuevo digo: ¡No puedo perder el vuelo! Bebo entonces mi sauvignon y Andiamo. Antes paso a la librería: —Señorita ¡Véndame los dos diarios y el Especial de Semana! 33

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No es que H se fuera. Tan sólo se alejaba Se esfumaba así anduviera por ahí… fingiendo su papel en el teatro. Lo que pasaba era… ¿Cómo decirlo? De repente su mirada se perdía. ¿En qué pensaba? Simplemente divagaba tratando de cumplir con sus deberes: iba y venía a los ensayos Parecía supremamente meticuloso en los montajes Cordial con quienes lo abordaban Se esforzaba por ser buen amigo Pero… Sabía que huía y No podía. N no entendía Desesperaba. Quería pedir ayuda Contárselo a alguien Gritar ¡Basta! En realidad deseaba tenerlo de nuevo Que la mirara Que la besara Que la acariciara De ser necesario que la golpeara Mas… torpemente sentía que le tocaba sonreír cuando volviera. Así Tras todo un día de espera en una maldita ocasión H le dijo: ¡Hola! Levantó su mano derecha y dándole dos golpecitos en la espalda siguió de largo acompañado de varias compinches: otras consonantes con las que también surfeaba. ¿No lo había escrito? Al tramoyero le fascinaba este idilio: quería vivir retirado en una casa rodeada de humedales Con un ventanal inmenso desde donde pudiera contemplar al fondo una pareja de niños jugando… Eso sí: conectado.

La primera a la derecha se llama Sala regional: allí aguardan los viajeros de Satena. Me encantan 34

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los avioncitos de esa compañía porque cuando vivía en Medellín y llegaba al Olaya-Herrera todo el personal consentía a Mitzuko El principito debe extrañar sus paseos en avión… Parece que el juicio a JPM comienza mañana y esta noche lo entrevistan desde La Picota. Hace diez días por órdenes del Presidente lo capturaron declarándolo Peligro internacional. ¿Y eso? Tal vez por lo que dijo el taxista: podía andar quebrando a los cacaos.

Pese a N El esquema de H intacto. Cuando la nueva grafía pretendía exclusividad Nuestra Señora de la Comunicación se distorsionaba. Reaparecían turbulencias que cortaban sonido e imágenes: el Chat no funcionaba. Los mensajes del arcángel no llegaban. Y no se le podía interrumpir escribiéndole ¡Aquí estoy! ¿Acaso no me ves? Tampoco buscarlo: ¡sería un atrevimiento! Tocaba aguardar Desvelar Padecer si se quiere. Preciso disimular Hacerse el de la vista gorda. De lo contrario el castigo se prolongaba. Y él ¿Dónde andaba? Esbocémoslo: divagaba sereno e inquieto apagando viejos incendios. ¿Qué clase de fuego? El de otras letras que también volvían… Igual de rayadas. Digamos que H era incapaz de decir ¡Basta! De ponerle punto final a sus asuntos. El tramoyero era puro suspenso… Allí radicaba su seducción ¿Quién lo dudaba? En su fuero interno se creía apostador Discípulo y maestro. ¿Alguien capaz 35

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de aceptarlo? Solamente Doña C. Y ¿además de su madre? Tal vez quienes usurparan su lugar ateniéndose a las consecuencias: acabar sin sexo y repudiadas sin saberlo.

¡Qué desgracia haber olvidado mi iPhone! Tocará relegar la música y ojear periódicos mitigando la espera. Los titulares resaltan una noticia: El perfil de JPM. Pros y contras de un joven apuesto y con barba de chivo Proveniente del estrato bajo que se atrevió a desafiar al Presidente de la República. La misma foto de primera plana es portada en el semanario. Viste camiseta zanahoria Jeans y zapatillas de marca. Tuvo que dejar sus automóviles lujosos al otro lado del canal cuando lo apresaron. En la carátula figura esposado. Nació en la Isla del sol (Cundinamarca) y apenas bachiller se radicó en Puerto Nariño. Uno de los diarios se refiere a su familia. Parece que de adolescente estafó a un tío que lo obligó a huir pese a las súplicas de su progenitora y para eliminar sospechas subrayan su estado civil actual: casado. En seguida señalan que después de Pablo Escobar es el mayor ejemplo de ascenso social jamás visto en Colombia. Pasajeros con destino a Cartagena ¡Favor pasar a bordo!

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N contaba las horas que pasaban sin H. Imaginaba lo peor: ¿Qué tal que jamás vuelva? ¿Andará metido en algún lío? ¿Le habrá ocurrido algo? ¿Pertenecerá a esos grupos clandestinos? ¿Será un drogadicto? ¿Y si es esquizofrénico? Nada. Ninguna presunción satisfecha. Iba y venía recordando los momentos más intensos Sus expresiones de cariño La última cena Sus silencios… Decidió indagar Rastrear sus coordenadas Averiguar al menos dónde vivía o con quién se juntaba. ¡Se sentía tan estúpida! Ni siquiera tenía un número dónde ubicarlo. Tan sólo el maldito correo: [email protected] ¿Cómo llegó a confiar en un espectro? ¡Pero si era de carne y hueso y sus manos sudaban cuando acariciaba Y esos labios secos calmaban la sed cuando besaba! Además quería morir por…

En estricto anonimato bajo una escalera y tomo el bus que conduce al sitio de parqueo Sigo la procesión para abordar el avioncito S-33 que me llevará hacia la Heroica Alcanzo el asiento 8B asignado en el pasillo Me abrocho el cinturón y tras breves instantes oigo el zumbido de los motores hasta que la torre de control nos permite despegar sobrevolando Fontibón Damos una vuelta de montaña rusa y entonces ¡Autopista segura rumbo a la Costa!

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Te amo y tengo y como te tengo y amo No quiero volver a verte. ¿Para qué buscar lo hallado? El mayor error de N consistió en entregárselo todo. Muy pronto llorando la pérdida de su amor sólo le quedaba una orilla.

Abrocharse espontáneamente el cinturón identifica a un viajero frecuente. ¡Cuántos errores Cuántos disimulos! Aprender a ensartar la correa para no golpearse con la chapa. Cosa grata no tener que compartir silla. Levanto el brazo que separa los asientos para estirar las piernas Me quito las botas felpudas echando de menos el rubor de algún vecino El sol golpea inclemente mi cara ¡Bendita ceguera!

N divagaba… Buscaba a H en vano. Sabía que no podría encontrarlo Eso la aterraba. Se sentía húmeda. Despejaba algunas sospechas: ni drogadicto Ni esquizofrénico Ni perteneciente a grupos clandestinos. Sólo un malparidito infiel Pero ¿Para qué fidelidad? Para atar Para amarrar Para adueñar ¿Para poseer? Indudablemente tenía que haber otras… letras que también temblaran. ¿Quién podía orillarlas? Efectivamente la más vieja de todas era T. La hija de un politólogo Conquistador de cierta vendedora ambulante ¿Ambulante? Sí: liberalidades del comunismo. T: antigua consonante de la heladería de conos pasados del 38

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barrio Venecia. Medio prima ¿Entonces incesto? T de tormento tras dar lo que no tenía al que no la quería. ¿Eterna repetición? Digamos mejor Retorno pleno.

Hace meses tomé un vuelo París-Lisboa ¡Genial! A medio camino sirvieron comida exquisita: suerte de moros y cristianos picantes Cualquier bebida bastaba. ¡Qué rabia cuando tacañean en las aerolíneas! Apenas café aguado o jugo artificial pues licor ni se te ocurra. Cuando Avianca compró a Aces Se perdió el Ron Viejo de Caldas. ¿Despliego la mesita? Espero a que una voz diga: A continuación nuestro servicio a bordo… Entonces giraré la cabeza como los parisinos en plena línea sexta pasando junto a la Torre. Al fin llega. Señor: ¿Qué desea tomar? —Café con doble crema y azúcar. La leche en polvo me disgusta. Mientras sirven repaso los periódicos…

A la salida siempre una espera. Rito iniciado varias horas antes Desde que N repetía en su delirio: Hoy veré a mi H… Cálculo inadecuado para cada encuentro Canción conocida Cortesía sin propósito Pequeña dosis de ternura líquida: dos golpecitos en el hombro. Mejor despotismo que indiferencia (¡máximo castigo!) Pero había otra letra —ignorada. T con minifalda que parecía bufanda y un par de botas lustrosas (bastante vulgares por cierto) viendo pasar 39

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al tramoyero… ¿Con quién unirse A quién ligarse? Poco coraje al identificar los mismos signos Salvo los de un nuevo contagio. T aproximándose a N sin saludarla Sólo un comentario: —Así es el hombre.

Lentamente enderezo la silla Descuelgo la mesita y hago equilibrio para que el polvo no se esparza más allá del receptáculo. Revuelvo todo y saboreo: café con leche sin lactosa. De milagro me dan un poco de parva (porque viajo en Satena). A mojar el pande-bono no me atrevo. Ganas no me faltan ¿Alguien mira? Me arriesgo con los últimos sorbos. Sin querer salpico el periódico. Descifro un titular empañado: ¡Vea esta noche a JPM!

Desde niños T y H medio incestuosos. Ambos correteando en el barrio: árboles rodeados de humedales Un río desbordándose Inundaciones. Pobreza atenuada con instantes gratificantes Salvo afuera Donde los otros. Errar Divagar: saltos entre costales de asfalto para esquivar el barro. Aguaceros que arreciaban. Castos primos: hijos de padre ausente (apestoso hedor a caca de gato con moho). ¿Cómo divertirse A qué jugar? Vagas rondas infantiles ¿Qué desear? El puente estaba quebrado ¿Con qué lo curarían?

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Quisiera repetir tinto Café mejor dicho. Pero temo que me quemen. Me producen pesadillas las azafatas sirviendo bebidas calientes. Prefiero mirar hacia la ventana porque si las observo sus manos pueden tambalear y ¡Paila! De niño Andrés-Aladino Gaspar derramó chocolate hirviendo en mis orejas. Es un miedo infundido por mamá que aquí catapulto. Basta con recordar omitiendo gestos para producir pánico: perversiones que se transmiten. No así la desnudez: un cuerpo desvestido tan sólo es moralismo.

Par de destinos cruzados Luego dispersos y de nuevo juntos. ¿A quién pertenecerle A quién pertenezco? Tras numerosas vueltas H siempre regresando. T restablecida. La hija de la ambulante viviendo al Norte con su padre. Obsesionada por comprar reemplazando carencias por objetos. Mucha ropa de marca que los demás pronunciaban y ella llevaba. H en cambio consiguiendo su indumentaria en Plaza de España. Por cuatro mil pesos un pantalón deshilachado con buzo de capucha raída Suficientemente zombi para estar al día. ¿Y las zapatillas imitación tenis de marca? Por todas partes en Ciudad Bolívar. Un par en particular: rojas-delgadas que calcaban un puma para combinar con medias impecablemente blancas. T queriendo enamorarse de H Mantenerlo Regalarle distintos atuendos. H rechazando cuanto obsequio porque bien sabía y no quería saber que tú sabías y 41

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no querías saber que algún día te devolveré lo que me das… T entonces pidiéndole que la acompañara y él gustoso recorriendo centros comerciales Repasando catálogos Modas informales estrictamente pautadas: pantalones sin correa para exhibir calzoncillos ligeros con camisetas al revés resaltando maniáticos rostros estampados Placidez de arrastrar las botas hasta desgastarlas a ritmo electrónico.

Retomo la historia de JPM. Millones de dólares embolsillados. Sus empresas cual templos pentecostales Obsesión de presentarse como el Hermano Mayor de una gran familia. Acumular Aumentar Multiplicar adeptos. Nuevos clientes de trasnochado sueño americano. Estar siempre en la jugada Impregnarse de la Ley y sus figuras Encontrar grietas Lanzarse y convencer a todos de tomar el tobogán festejando a chapuzones. Suerte de espiral porque ya no hay revoluciones Solamente carcajadas. ¿Cómo electrocutar el sistema financiero? Demasiado tarde para ser hacker. Entonces a diversificar cuanto se tiene. Algunos computadores y muchos electrodomésticos: mega-televisores Neveras gigantes Cocinas integrales Cientos de bafles Una tarjeta con acumulados increíbles.

Uno-2-3-5-8-13… Como en fuga de Fibonacci H huyendo igual que de costumbre. N no comprendía 42

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Se lo confesaba a T que reprimía las ganas de cachetearla y gritarle ¡Estúpida! Siempre es así A todas nos deja plantadas. Por madres ilusas gozando con su nene. Porque el Niño se mamaba repitiendo No me toquen que odio los manoseos Métanse sus consentimientos. ¡En la cara jamás a un hombre! T se preguntaba: ¿N? ¡Qué extraño! ¿Por qué se llamará así la neófita?

Al fondo de la autopista aérea un blanco raro que no es de nubes Pequeñas montañas de hielo. Lugares de exploración para retozar tomando vino en pocillos de peltre. Acampar bien abrigados Eso sí descalzos para calentarnos los pies entre vecinos. Chaquetas de invierno y buzos impermeables Aventuras que no son en pañales Guías nativos que se pierden. Ensayando un libreto cierta vez por ahí anduve ¡Quién lo viera! Todo un video.

Un simple acto de descuido puede llevar a la pérdida de la belleza O a reafirmarla. El segundo caso es sadomasoquismo puro. Pasaba una Dos Tres Cuatro y seguía repitiéndose. No importaban los descuidos: Tan lindo pero ¿Quién se creía? T y todas las demás jugando a las abnegadas: ¡Tan gonito Poecito Singüegüenza! Oportunidad tras otra dibujando un ocho acostado de infinito. Tiempo atrás T y H caminando 43

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cual parceros… Recorrían callejuelas abandonadas Acurrucados en los andenes como si retozaran. Sin rozarse ni besarse Ni nada. ¿Tan sólo amigos? H jamás presentaba en sociedad a sus letras. Apenas con sus iniciales las identificaba: C-J-M-T u otra. ¿Y N? Ella no contaba. En derecho civil significaba Nadie. ¿Qué hacer para convertirse en alguien? Nada.

¿Y si se cayera? ¿Quién no imagina eso volando? En ese caso ya no hay quince minutos de fama sino pocos instantes de supervivencia. Así debería ser el reconocimiento: como el último trago. Qué resultaría mejor: ¿al fondo del mar o contra una montaña? Prefiero ser pasaboca de tiburones a meteorito extraviado Luego este aparato no puede caerse. País de montañas: he ahí nuestro idealismo vencido. Inutilidad de toda esperanza Latinoamérica pura. Al son de bolero: bamboleo.

Contrario al reloj —hacia la izquierda— giraba la torre. En un extremo cargando cuatro bloques de concreto y al otro lado el balde célebre que subía y bajaba hasta el embudo donde se producía la mezcla que daba miedo ¡Peligro! Si algún costado se desparramaba: ¡Guápete! Toneladas las aplastaban. T acercándose a N porque estaba curtida. Nada de condescendencias ni solidaridades de género. Todo 44

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lo contrario: quería cachetearla. A mí me pasaba lo mismo… Años ha la primita y el tramoyero. Desandábamos. Llovía Relampagueaba Granizaba: ¡Qué mierda de barro! Y luego ese temblor frío. Ni un puto abrazo. ¿Entonces qué carajo? Nada. Seguir con el delirio hasta que de pronto sus manos en mi cuello temblando. Calor no necesitaba porque me mojaba. Era más bien él: ¡Pobre entumido! ¿Quién piensa en eso? Si el otro hace gesto de No te acerques y por supuesto él Ni de vainas… Significa que lo tiene arrugado Pobre chito que no tiene reparo. Esperar a que se le calentaran las manos y si eso no se podía disimular Sus pies estaban helados. T compadeciendo a N con rabia. La ilusa ni lo sospechaba. Tendría que dibujar su propio escarnio. Entretanto la T huérfana se la pasaba cargando bolsas inútiles Extenuada de hacer compras Queriendo lanzar todas sus prendas al viento Caminar con él sabiendo que aún desnudo H seguiría vestido. ¿De qué tiempo hablo? ¿Qué momentos evoco? ¿Antes Ahora Luego? Historias que se entrecruzan Estribillos creo.

Esperanza inútil (Flor del desconsuelo) Por qué me persigues en mi soledad / Por qué no me dejas ahogar mis anhelos En la amarga copa de la realidad / Por qué no me matas con un desengaño / Por qué no me hieres con un desamor / Esperanza inútil (Si ves que me engaño) Por qué no te mueres en mi corazón… 45

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Cosa enredada crear lazos. Toca mimar las señas solicitando autorizaciones Hay que tener un terreno ganado Que al menos no nos rechacen de plano. Soy colega de T que en una fiesta se escondió de H tras verlo llegar con N… Pero sería trágico: la amistad no es simétrica ni transitiva. Más o menos como el deseo: si H le faltaba a N No necesariamente H quería del mismo modo a N y a la inversa. El deseo es un bostezo ante el que toca taparnos la boca. De lo contrario el otro se evade… Hay que disimularlo. El deseado casi siempre tiene la última palabra Salvo si no lo tomamos en serio. Por eso H era un tramoyero. En cada caso tenía dos alternativas: bloquear a N que buscaba ante sus ojos reconocimiento Es decir podía borrarla o hacer como si no la viera… La segunda opción resultaba más drástica: ocultarse Auto-eliminarse. Sin embargo era una salida extrema y como tal improbable. Entonces la primera. Si H bloqueaba a N se rompían los lazos que tenían H y N (conexiones de amistad De fervor De ardor De miedo). Del mismo modo si H clasificaba como intensa a N Ella no podía encontrarlo porque perdía su perfil. Le quedaba muy difícil relacionarse con él a través de los canales habituales. Además toda conexión que tuvieran por medio de otras letras automáticamente se interrumpía. No obstante si H impedía el acceso a N… No siempre se cortaba la interacción en aplicaciones de terceros para otros sitios del 46

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ciberespacio. Con el tiempo H podía quitar a N de su lista de bloqueados… En tal caso H debía volver a buscarla y solicitarle de nuevo su amistad para rehacer vínculos con ella. ¿Se atrevería a tanto? Había otras formas de controlar el alfabeto: perderse de vez en cuando restringiendo el acceso de algún modo. Negarle a los demás su rostro. ¿A todos? Camuflarse de a poco. Eso era lo que comentaban: Alguna vez que estuvimos… Y reaparecer de pronto o que se supiera algo de él Así fuera una simple anécdota: Que se dejó crecer la barba o se hizo una cresta de machito y acababa de tatuarse el pecho porque se rumbeó a… Que era posible que asistiera a la exposición de… y ahora se había vuelto fan de… Que hacía cuarenta y cinco minutos publicó una nota en… y le habían etiquetado su fotografía pues cuando consultó el horóscopo del amor le dijeron que… En fin Que comentó el estado de… Pero de ninguna manera lo verían publicando oficialmente una relación con… Él juraba que andaba solo y punto. Se creía exclusivo: Él y sólo él. ¿No lo había anotado? 

Un bolero. La vida es una melodía balconuda que llevamos dentro. Letras generosas y mezquinas. Todo o nada Saltar al abismo Vengarse pero… ¿Por qué  me castigas? Redenciones Sacrificios Trascendencias que sólo esconden un roce. Más culpas que vergüenzas. Don Juanes que huyen excluidos. Canciones que derivan en patetismos. ¿Y asociados? Mucho 47

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trago y bamboleos Coqueteos tipo cha-cha-chá. Como Songo a Borondongo en Bernabé y luego a Muchilanga en Burundanga y todo Abambelé… ¿Nos pica el amor? Algo serio Muy serio Tan serio que no podemos tomar en serio. 

Cuando T y H por segunda vez —porque la primera iba y volvía y seguía rebotando— H ya tenía una colección de letras que giraba ante sus ojos (esa serie también regresaba)… T —como dije antes— acababa de ser rehabilitada. Era una niña rica que compraba y tiraba pese a seguir usando similares botas. H gozaba con ella vitrineando en centros comerciales Comparando modas. Y le gustaba quedarse donde T al Nororiente En la casa del politólogo. ¡Qué espacioso! ¿Un apartamento? Ni me acuerdo. En todo caso inmenso y con grifos que a cualquier novato le parecían rompecabezas. ¡Qué trabajo esas llaves tan sofisticadas! Por supuesto no abrían dándoles vueltas ¿Entonces tocaba hacerles push-push? Lo más jodido era cortar el agua de la tina para que subiera a la ducha. Y H disimulándolo la primera noche ¿Cuál noche? Durante su primera quedada. El tramoyero con todo el pudor de Apolo en bola acurrucado Lavándose en el chorro de la bañera. ¡Quién lo viera! Luego saliendo impávido. ¿Acaso T se lo imaginaba? Ella acabando de pasar por las mismas hasta que sin contárselo a nadie con un plomero pese al oso en la portería Muy alterada: ¡Se 48

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fue el agua! Consiguió que se lo explicaran… Y ¿qué probaba eso? Demasiado altruismo equivale a ceguera que nos impide vislumbrar al prójimo. H se secó y con su calzón puesto ¿Quién se atrevía a contemplarlo nudo? T dando vueltas esperando a que emergiera Obviamente vestido ¿Al comedor? Mejor en la mesita de la cocina —Papá ya se fue en el Mégane de los académicos… —Jugo de naranja y cereal ¡Qué delicia! Como en casa… Porque así Doña C estuviera llevada Si el niño pernoctaba en su hogar tenía las hojuelas de maíz que más le gustaban Aunque sin leche porque de bebé se la negaron. Sólo kumis que actualizaba su infancia: lactosa cortada.

Señores pasajeros: Vuelvan a su asiento y por favor recojan la mesita y abróchense el cinturón de seguridad que estamos atravesando una zona de turbulencia… ¿Qué pasa? ¡Chico Michico Michico! ¿Te has ido? Han surgido nubes que para nada afectan nuestro vuelo. 

¿Cómo se encendía? No tan rápido Menos fuerte Suave. Requería de mucha paciencia. Al principio acercarse lentamente cual felino. Con H el placer generalmente pospuesto. A mayor deseo Mayor quietud Indiferencias. No se podía tocar de entrada Simplemente rozar Luego palpar. Era lo que T había 49

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aprendido desde niña. ¿Y luego? Volviendo a andar juntos Lo mismo: Mirar al horizonte lejano cual par de párvulos hipnotizados ante una película porno hablando de putas sin mirarnos ni rozarnos pero al cabo desnudos Frotándonos.

En zona de turbulencias ¿El bamboleo se siente más adentro o afuera? Lo uno y lo otro. La gravedad tan ilusa como la vista: se camina creyendo ir en línea recta cuando en realidad se va en suspenso… Con azafatas expertas pese a sus tacones ¿Cómo no se les tuercen? De ahí el pánico que me generan repartiendo bebidas calientes. A veces imagino a algunos pasajeros desquiciados… La seguridad aérea es paradójica: depende de los amarres. ¿Y si las sillas se arrancan y el avión se parte? El tamaño del tubo entre menos abultado más confortable.

T era poco agraciada y se veía lamentable arreglándose. Si fuera nostálgico de lo absoluto diría que tenía vocación de Madre Cabeza de Familia. ¿Y las demás letras? Igualmente. Puros hogares de hecho: partidas y contrapartidas. Con todo y que al procurador se le hiciera agua la boca hablando de San José La Virgen y el Divino Niño. ¡La Sagrada Familia produce terror! Y no sólo la de Gaudí… Mejor sigo. A la madre de T su marido la golpeaba y como en 50

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tiempos del tramoyero el goce se había vuelto líquido H le ofrecía castigos sutiles a su pequeña. ¿Y a las demás letras? Idéntico. Él nunca respondía mensajes ni devolvía llamadas Fingía estar desconectado. Ya lo dijimos: en rojo de Ocupado. Después de prometer cine Compras Rumbear Una exposición Un concierto Hacer mojito Parcharse por ahí y mejor dicho hasta casarse… ¿Casarse? ¡Ecco!

Sobrevolando evoco mi descubrimiento del Atlántico Lo siento tan cerca: No puedo ir desnudo pero debo entrar en él desvestido… ¡Estar en bola! ¿De noche o de día? Ya veremos. ¡Hace tanto que los recuerdos me marean! ¡Qué distinto llegando por tierra! Ayer de noche y hoy mediodía. Aquí lo anuncian: Estamos próximos a aterrizar. Por la ventana veo al azuloso bordeándonos La ciudad vieja en muñequero. El resto oculto ¿Lo escondemos? ¡Cuántas idas y venidas! Prender y apagar mil veces los motores. Estos instantes se alargan ¡Qué demora! Falta que recojan el servicio de a bordo. La más alta de las azafatas pasa con una bolsa de basura Luego más minutos Después a vigilarnos: mesita recogida y cinturón abrochado Las persianas levantadas. Toca estar rectos: ridícula distancia entre atrás y adelante que un botón determina. Finalmente ¡Tripulación a sus puestos! Los auxiliares de vuelo se amarran No habrá muñecos volando Nuestro tubo contrarresta al Paráclito. 51

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Como un ascensor descendiendo ahí va otro espasmo Tal vez caigamos al vacío. ¿Llegamos? Aún no chirrean las ruedas. ¿Ya salieron? ¿Y si el tren no funciona? Entonces no iríamos tan bajo. ¿Rayamos? Me pudren los aterrizajes bruscos. ¿Un pinchazo? Eso podría matarnos. Pero no: duro o suave A mil frenamos. Cuando se llega al extranjero los colombianos aplauden ¡Provincianos! Los mismos que al partir se persignan. ¡Quién putas va a protegernos en estos vuelos mecánicos! El avioncito de Satena ahora carreteando… Al fin detenido. ¡Cómo se parecen Don Rafael Núñez y el Olaya-Herrera!

H y T de nuevo rutinando… Hasta darlo por descontado. Otra noche alojado. Primero en el cuarto de huéspedes y luego —por culpa de la luna— Ambos en la misma alcoba. Como si fuesen hermanos. Él en el sofá y ella en la cama. ¿Quién al campo vecino? Cuestión de tiempo. H jamás tomaba la iniciativa Salvo la primera vez La única. Cuando pedía permiso para besar y abrazar o tal vez para más cosas. Las siguientes veces Ni modo. Seguro veremos cómo C-J-N-M-P-T u otra —porque L-S y F son de su género y él hasta hoy niega ser maricón— eran las incitadoras. Ellas las que lo buscaban y con el tiempo Claro Queriendo encarcelarlo Manteniéndolo muy cómodo. Pero después resultaba molesto. Él a no dejarse y ellas a obligarlo. Obviamente con 52

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cariño y ternura: Amorcito Tesorito Te adoro. Los diminutivos multiplicados. H los aborrecía. Apodos de animalitos propios de novios: conejito Liebrecilla Leoncito. Sobresaliendo los felinos. Entre tantos El mancito prefiriendo uno: cangrejito. Cangrejo soldado por su signo en el zodiaco. Nacido un veintitrés de junio a las ocho de la mañana. El hemisferio es deductivo. Con ese dato sus letras estableciendo cartas astrales Pistas y trampas para intuir aproximadamente cómo iba y saber más o menos en qué se enredaba. Tras Doña C T fue su primera astróloga. La hora del nacimiento muy importante porque marcaba el ascendente Cáncer-Leo. En el horóscopo chino era un dragón juguetón con numerosas arandelas. Para T saber su hora: una auténtica conquista. Secretamente consultaba sus ánimos Eso la tranquilizaba. Sobretodo cuando vagaba huraño. ¿Y la trampa? Culpar de nuestros rayones al destino. Ejemplo claro: Cáncer y Acuario definitivamente incompatibles. Cientos de horóscopos para libre consulta en el ciberespacio. Algunos bastante aproximados Podemos comprobarlos. Otros tenazmente contradictorios. Antes de llegar a la carta de H T sufriendo un ataque de nervios. Recurso desesperado. Pero ante el sin-saber la astrología consolándola. Finalmente H y T durmiendo juntos. ¿Quién tocaba a quién? Vida paradójica: Don Juan casi siempre inofensivo. Por el falocentrismo eran ellas las que le caían encima. Al machito le gustaba sentirse idolatrado Que besaran 53

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sus pies y cuello y algo extraordinario Prohibido: que le lamieran el culo. También que golpearan sus nalgas con una correa o vara de guadua Spanking invertido. ¡Qué barbaridad! Las consonantes deseando más bien ser ellas las azotadas. H callado. He aquí dos movimientos imprescindibles: acariciarle y besarle el estomago y por ningún motivo palpar su sexo El cetro siempre imbuido. ¿Cetro o centro? Digámoslo de una: su puñal torcido. Y de paso incitemos: a decir verdad… Mejor sigo. En noche de luna llena y de un sólo golpe T y las venideras abonando ese terreno sin colonizarlo Tenían que procesar sus arrebatos. Reconstruir el guión paso a paso Especialmente ad portas del clímax: T junto a H desnuda y ambos sudando cuando de repente él: —Tengo que irme. —¿A estas horas? ¿Adónde? Silencio. Atroz vacío. — Me voy. Pausadamente el tramoyero vistiéndose y ella nuda sollozando… Esa escena una y mil veces repetida Sin poder gozar hasta nuevas reconciliaciones. Nada más fuerte en ataduras.

¡Qué alegría bajar la escalerilla! Con chaqueta en mano desabrochando la camisa. Felizmente sólo llevo un morralito. Tras la visita de Clinton remodelaron el de la Heroica. Ahora es tan internacional como El Dorado. Su pasadizo en madera tiene pinta de maloca. Otra vez cambio de temperatura y me agobia el calor que hace sudar a borbotones. Más adelante la 54

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gente aglomerada y yo atravieso el salón de los equipajes Voy como hipnotizado Paso una puerta Dos Apertura inmediata Cuento cuarenta pasos… Señor: Al San Felipe. Subo a un taxi que parece nevera con vidrios oscuros y empañados Recorremos las tiendas de Crespo divisando al fondo la ciudad amurallada… Démosle la vuelta así me cobre el doble… Tomamos la Avenida Pedro de Heredia Luego alcanzamos el Parque de la Constitución ¿Qué digo? Es tan parecido Ahí vamos hasta que sudando frío No aguanto: —¿Me deja abrir la ventana? —¿Ya había venido a Cartagena? —Me encanta este viento.

Nada más. Al final dejaba un enorme vacío. Está No está Aparece Desaparece Reaparece… T conocía esos altibajos Se había acostumbrado. Completaba siete noches en su apartamento al Nororiente que parecían un sólo sueño. El papá politólogo apenas se asomaba: llegaba muy tarde y se iba tan temprano… Nadie lo percibía en semejante espacio. H adueñado del cuarto de T Repintándolo. Acababa de cambiar la posición de los muebles Mejor dicho lo había vaciado dejando sólo un colchón doble y varios cojines Amarillo y rojo (sus predilectos) Creyéndose protagonista de otra Naranja mecánica. Aunque no era tan claro Él siempre impecable Al menos con sus pies descalzos. Allí fumaba marihuana ¿Marihuana? Mezclas de pimienta y cominos. Descomponía antigripales y 55

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diseccionaba cápsulas para sacar anfetaminas Muy ecológico el Niño. Más bien flaco y ella gordita. Eso la avergonzaba Él fingiendo ignorarlo Lo horrorizaba. Palpándola Agradándole la besaba como ninguno. La enamoraba. Esos días Aquellas noches. ¿Ya no vivía en casa? ¿En cuál de tantas? Donde su madre. ¿Acaso la llamaba o al menos se reportaba? Quedaba tan lejos… De momento T era la única que conocía el sitio exacto donde el Tunjuelito se desbordaba… ¡Quién lo creyera! El tramoyero sabía comer langosta: masticaba despacio y en orden escrupuloso Muy lento. Bebía agua natural cual monje en el desierto Bastante frugal Casi vegetariano Aunque le fascinaba la carne cruda ¡Lo siento!

Antiguo colegio masculino transformado en hotel Monasterio de clarisas de cabellera enredada en mil vueltas También convertido en hospedaje lujoso. En medio La Calle del Curato Muy estrecha. En seguida ladrillos terracota ahuecados en serie conformando un laberinto para el gran escritor que en diciembre descansa Más pasos y después otro colegio ahora dividido en apartamentos Otras casas y entre ellas la azul clara estilo Atenas que ya no tiene letrero de Se vende —Diez años atrás valía quinientos millones frente al mar… Mi taxi borrando esos conjuntos Aquellas cosas persiguiéndome. Entramos cual ratones a las murallas que hace rato dimos la vuelta: 56

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cancha de fútbol descompuesta y al fondo una torre torcida Según cuentan los cartageneros por culpa de Mefistófeles. Después más cúpulas restauradas y luego otras: Santa Catalina y San Pedro Al final otra avenida El muelle y aquellas vueltas El mercado de los dulces Un parque repleto de iguanas Aquí y allá barrios corroídos como en La Habana: Getsemaní restaurado. ¡Qué tráfico! Cierro la ventana: —Señor Tocó el aire. —¿Para qué? Si ya llegamos.

¿Qué eran? ¿Amigos Amantes Novios? ¿Y si se casaban? Mucha gente lo hacía por papeles Para conseguir carta de residencia Doble nacionalidad Exoneración de impuestos… O en blanco. Compartir gastos podía resultar cómodo. —¿Por qué no? No lo había pensado.

Diez años atrás —pasada la medianoche y también en vísperas de sábado— Extinguidas las fogatas con sus restos de pólvora… Pantaloneta azul clara y blanca Muy pronto manchada… No había posada. ¿Dónde quedarnos? Un hotelito en el centro para nuestro casto sueño. Piso en madera corroído por el ayer Hoy reemplazado por baldosas conservando el mismo ascensor Una joya. En el comedor lámparas amarillas Hoy neones que enceguecen y distorsionan. Sillas y mesas de plástico Televisor a todo taco. La 57

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misma dueña antes católica Hoy evangélica Negra y gorda. El único cuarto libre: el de su hijo. En el último piso junto a la alberca. Al machito lo habían apuñaleado. Allí normalmente nadie iba Sólo ella y entonces nosotros. Sigan Suban Pasen. Por las escaleras sin hacer ruido… Saludo a la dueña Me reconoce —¿Y su amigo? —Por ahí anda… Hoy es más de mediodía y la luz es de otro tono Aquella fachada reluce un terracota descarchado. Al frente el mar espléndido Ruidos distintos ¡Qué poco cambia el mundo en diez años! —Por ser usted Quédese donde mi hijo. —Un millón de gracias. Se abre una puerta clausurada y la madre-viuda dos veces corre las cortinas y en seguida enciende un abanico. ¡Increíble! Aquel balcón y los mismos muebles ¡La misma cama!

Había que llamar a los amigos. ¿A todos? A muchos. Si eran ciertos los anuncios Al menos publicitarlos. Entonces de una. ¿Los tomaron en serio? Porque somos tú y yo y estamos hechos el uno para el otro… H dejaba que T se hiciera cargo. ¿Y las otras letras? Pues a enterarse y que vinieran a bostezar de envidia. Tarde soleada de mucha sed y pereza. ¿Era? T ofreció limonada y acariciando las manos de H se dispuso a preparar mojitos. De chévere Por pura recocha Como si nada. Y las horas pasaban Iba haciéndose noche cuando… —No Pues nada… H y T muy junticos: ¡Vamos a casarnos! 58

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Al lado dos cómodas caoba. A cada paso la madera crujiendo ¡Hay que vestir la cama! Extiendo pues un par de sábanas. Da miedo el ventilador ¡Qué tal que se desprenda! ¿Por qué estoy aquí? ¿A qué he venido si ni siquiera me han invitado? Vine a cumplir una promesa Me descalzo. Adoro el contacto de mis pies con el piso Todo hierve y sudo. Voy hacia el balcón Siento el bullicio Recuerdo un viejo dilema: ¿Dormimos en la misma cama? Pregunta jamás formulada. ¡Quisiera ser ese niño elevando una cometa!

Los asistentes perplejos H apenas inmutado Sonriendo según los compases protocolarios. T abrazándolo Él correspondiéndole. ¿Quién el hombre y quién la mujer? Lo contrario hasta que… ¡Beso! T en el cuello de H y en un abrir y cerrar de ojos El libreto volteado. Aplausos al unísono. ¿De todos? De C-J y L e incluso de D colado. Esa clase de amor sólo es aceptable en pareja ¡Bravo! N aún ni predestinada. Con ese acto un pacto sellado. —¿Dónde la ceremonia? —En una notaría. —¿Cuándo? —Toca prepararlo.

Diez años y en este cuarto Lo mismo. ¿Algún cambio? Ordenes idénticos que dan miedo. Presiento 59

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una ruina El paso del tiempo Extraña familiaridad Toca sacudir el polvo Ventilar la estancia hasta que se vaya la humedad Acabar de vestir la cama Estornudar Toser Cagar Desahogarse. Como si estuviera con él aunque me encuentro solo. ¿Qué fue primero? Andábamos descalzos Nuestros pies sudados. Espontáneamente tendidos en el piso Uno junto al otro sin mirarnos Temblábamos. Demasiado fervor ¿Cómo disimularlo? Desvistiéndonos de a poco… ¿Las teníamos paradas? Sigilosamente él de salida dándole una vuelta a la terraza y sin camisa Me invitaba a seguirlo. ¡Pantalones abajo! Yo idéntico. En silencio hacia la alberca Mucho calor con agua fría Parecía repleta Chapuceábamos. Él extendiendo su mano y yo la mía. Estábamos sumergidos Luego mirándonos Imposible ocultarlo: ¿Alguien nos espía? Nuestros pies entrelazados… Las estrellas nos iluminaban.

Toca prepararlo. Forma clásica de escabullirse. Cuando en un relato tras un antes se pospone el después Está próxima a naufragar la historia. El tramoyero era un aventurero que detestaba el temor y la esperanza Adoraba los fragmentos episódicos cual compactas escenas de teatro Como si las hubiera vivido otro yo de los suyos. Con el entusiasmo apostando al todo por el todo Seguridad sonámbula y conquista sin colonia Gracia que se escapaba sin tregua Erotismo puro Peligro latiendo fuerte Momento efímero transformado en 60

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instante eterno. Para él decir ¡Vamos a casarnos! Tan sólo era una promesa desplomándose abrupta.

Tras salpicarnos un rato Siguiente paso: acercarnos… Sin desespero para cazar la presa y luego a la yugular rasgando nuestros calzoncillos. Ganas de ahogarnos. Impedir que el otro respirara Abofetearlo Acariciarlo Besarlo. Esta vez muy lento. La mejor ternura —aunque acuática— jamás líquida. Virilidad virgen. Apretar sus nalgas Contemplarlas Lamerlas Golpearlas duro Muy duro Que le ardieran Que quedaran marcadas. Tú a mí y yo a ti Una y otra vez Ardiendo. De nuevo zambulléndonos Enredándonos Entrecruzándonos. ¿Demasiado grandes para poseernos? Tocaba romper Taladrar Violar. ¿Quién a quién primero? Lo enloquecía que le lamieran el culo. Empezaba a gemir A delirar: Ah Ah Ah… ¿Habrá olvidado sus gemidos? Las onomatopeyas no mienten. Luego él a mí correspondiéndome: idéntico. ¡Maricones! Pese al calor el agua helaba. Abrazados cargándonos hacia el cuarto. ¿A la cama? No Al piso. Golpeándonos Escupiéndonos Besándonos Rompiéndonos… Quiero pero no vas a poder… Interrupción diabólica Golpe mortal Ataque de epilepsia Trallazos entrecortados y enfermos… Después tendidos Uno junto al otro sedientos.

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No podía ser historia Sólo simple episodio Fragmento. Había mucho voltaje. Prometer casarse no era poca monta. Para que fuese acontecimiento requería de vitalidad en exceso ¡Irresponsable adolescencia! ¿Qué importaban los demás? H dejó decir Hacer Pasar… Asintió de algún modo. Fue pedagógico su silencio. ¿Estaba allí? Tal vez divagaba viendo lo que vendría o ¿simplemente consentía? Los asistentes convencidos T regocijada Sin duda. En adelante a transhumanar y organizar A programar minuciosamente cada detalle. Era un juego serio Secreto de ambos. ¿Cómo no divulgarlo? Así fuese contrato notarial Tocaba al menos celebrarlo. Pero algo pasaba: tras el anuncio H súbitamente muy extraño…

¿Episodio Aventura o historia? Experiencia inédita Gratísima fogosidad impensada. Nunca antes algo similar ¿Quién sospecharía tanta pasión Semejante violencia? Al amanecer bostezábamos de virilidad —esa otra ternura. Más besos ensopados de sangre y mierda Almizcle pegachento. A palparnos y frotarnos nuevamente ¿Pajazos alternos? Esta vez entre las sábanas. La mía recta y la de él una espléndida daga torcida… ¡Cuánto la adoraba! Escupíamos mosto. Imposibilidad retada Dulces lágrimas. ¿Por qué llorábamos?

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Desaparecido. Pasaron par de meses y Ni rastro. T se preocupó Desesperó Casi enloquece. Se cortó el pelo Engordó Vomitó Adelgazó Siguió en dieta Volvió a engordar Y nada. Aquí y allá buscándolo. H perdido y T no haciendo otra cosa que recordar… Horror de no poder saber Angustia Maldición Vacío. Ella aún idolatrándolo hasta que de golpe topándose con L (amigo de su mismo género) Él acabando de verlo… ¿Y? Ni siquiera un comentario. ¡Cuál rito Cuál pacto! Ignorancia crasa: su promesa simple coqueteo. Llovía esa noche. T muy pálida No hablaba… ¡Malditas vacaciones! Había que interrumpirlas. Con todo el coraje del mundo Directo hacia el teatro. Él nunca fue buen actor Solamente tramoyero. Decidió parquearse en la esquina cuando… ¡Oh sorpresa! H saliendo con varias Y no sólo eso: de reojo otra ingenua también aguardándolo… Era N. Fue allí cuando la abordó conteniendo las ganas de cachetearla y gritarle ¡Estúpida!

Como en un carrusel dando vueltas In girum imus nocte et consumimur igni Marcados Sin futuro. Donde fue antes ¿Habrá después? Enferma capacidad de abnegación Nuevos ímpetus Aún ebrios… El calor aumentando mientras afuera soplaba el viento… Trasnochados Llenos de ojeras y mal aliento: —¿Fumas? Sobraba el humo. ¿Un buen comienzo? Imposible sueño Amanecía… —¡Vamos al mar! Medio vestidos 63

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Tropezando con las escaleras y atravesando el mostrador Dejando atrás a la patrona gorda y dormida Un guardián que nos miraba empujándonos Camino borroso rumbo al parque repleto de iguanas y al fondo las murallas deteniendo nuestros pasos Luego la Torre del Reloj marcando la alborada… Sonrisas y pocas palabras: —¿Qué tal aquí otro ocho de diciembre Justo al amanecer En diez años? Tocaba cortarnos Hallar un pedazo de vidrio Una piedra Un alfiler Una navaja… Objetos demasiado sucios. Mejor pincharnos con una pluma Inyectarnos hasta manar sangre a borbotones Estrecharnos. Fuerte Duro Violento Frotándonos. —Prometido Jurado Pactado Aquí nosotros En la próxima década. De testigo la estatua de un conquistador y su espada. Tú y yo atreviéndonos Ahora sí a la playa. Más camino difuso Al fin tendidos. Todavía nadie asomado. A él no pudiendo entrar desnudos Entonces desvistiéndonos. Adentro en bola juntándonos Después bronceados Otra vez tendidos Enredados… Y yo aquí y ahora desde este balcón en medio del bochorno Conjurando el tiempo Recreándolo.

Dos consonantes sueltas muy distintas: T y N ¿asociándose? T con su vulgar minifalda y botas. N con falda larga Mochila guajira y un par de sandalias. Muy blanca y mona en contraste con T y su piel tiznada. De voz suave frente a la alevosía de la otra. 64

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—¿Cómo lo conoció? (T jamás tuteaba) —Lo descubrí instalando luces Me invitó al ático para enseñarme sus maquetas: ¡Geniales! Tan seguro de sí La sobriedad del desierto. Muy sencillo Duramente tierno Ni siquiera me atrevía a mirarlo… T complementando su pensamiento: las letras de H somos unas ilusas Su abandono merecemos. Agregaba esta vez en voz alta: —Un impostor. Seguro usted delira por sus besos ¡Qué canalla! Si supiera a cuántas… Inaudito Inédito. Tanta mierda recitada y si vuelve lo perdonamos.

Calor y viento me acobardan para tomar una ducha helada. Aun en clima cálido detesto el agua fría: sólo sirve para regar las matas. Prefiero el Menticol Mi piel arde Me visto Observo siluetas desde el balcón ¡Qué locura! Salgo a caminar. Permanecer aquí me asfixia. Quisiera extinguir los recuerdos pero el pasado ni siquiera ha pasado Va apenas brotando Toca reinventarlo.

Dos consonantes abandonadas divagando… La soledad familiarizándolas Se hicieron señas porque carecían de comunidad ¿Se volvieron amigas? Una solución hipotética: ya adultas En otro alfabeto y ante el maltrato de algún verbo Viviendo juntas. ¿Convertidas en amantes? El albinismo —como decía una amiga uruguaya— en similares casos Reivindicado. 65

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¡Allá va un par de albinas! Gritaba la Mouret con acento porteño… —¿Dónde que no las veo? Problema lingüístico: Alma confundía albinismo con lesbianismo. T y N pues caminando sin rumbo Desconsoladas. ¿Será cierto el fantasma donjuanesco? Si el tramoyero las viera juntas: ¿lo enardecerían?

Cambio de rumbo. En vez de atravesar las cuadras del centro eludiendo el bullicio Doy media vuelta y giro Paso al otro lado. Recorro Getsemaní manchado Las tiendas húmedas Los hostales de paso Estos y aquellos graneros Las farmacias de antaño. Compro en la única tienda donde lo venden una barra de Reuter Sigo en círculos. La indumentaria no me camufla Tampoco mi acento. Tendré que abandonar esta travesía pues me resisto a llevar manga corta. Hago un nuevo equilibrio desviándome de Manga y ahora bordeo el castillo rodeado de tugurios. Alucinando veo más ruinas ¿Las pirámides de Egipto? Encuentro una avenida ¡Con tanto calor hay que hacer otra pausa! Quisiera un jugo de tamarindo ¿Dónde beberlo?

Tropezando T tenía un pensamiento fijo: regalar Botar Quemar Deshacerse cuanto antes del cubrelecho y juego de sábanas que hacía tiempos había comprado para su cama La de H. Justo el día en que él la 66

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abandonó Se detuvo frente a una vitrina Ingresó al quinto piso del Only y se puso a comparar vestidos de alcoba. Quería algo oscuro No tan cálido. Reconocía la precariedad de los rosados y azulitos pálidos La indignaban. Una hora después Aún sin decidirse vio un cobertor azul verdoso rayado Juvenil Alegre. Lo miró una y otra vez. Con todo y sábanas lo llevó entusiasmada. Al cuarto llegó agitada y con mucha ternura vistió al colchón e hizo la cama. Parecía bastante incitador Muy agradable. Se recostó triunfante Dio varias vueltas delirando. Se vio desnuda acariciando el cuerpo del tramoyero. Pasó un par de meses tendiendo y destendiendo el lecho Lo sacudía y volteaba Lo cambiaba: era de doble faz su apariencia. Con todo su aliento quería contárselo a la neófita ¿Se atrevería? ¿La entendería? Al fin soltó la lengua. A N se le aguaron los ojos… Las consonantes de H solían enredarse en las sábanas…

Sabía agridulce. En el paradero de buses lo probamos. Me encantó Calmó la sed de mis labios. Tamarindo ¡Qué nombre! Decían que era afrodisíaco. ¡Qué pavada! En todo caso sabroso. Diez años después ¿Dónde tomarlo? Tendré que atravesar la manzana colonial de nuevo Devolverme hacia el Palacio de la Inquisición Encontrar la sombra del Gran árbol.

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Con los años todas queriendo cubrirlo Arroparlo Vestirlo Enrollarse desnudas en su cuerpo… H prefiriendo reposar solo. No podía compartir lecho. De ahí su odio hacia Doña C: hasta los doce años lo obligó a dormir en su regazo Casi incesto. Podríamos decir Complejo de Fedra. Gozar con su bebé como si fuera un bate de escape Gran juguete. A falta de marido la cornuda arrullándolo…

Nunca pensé que los baobab existieran. Pues sí En Cartagena hay uno. En el café del Inquisidor — cambiémosle el nombre porque el tiempo corre y los objetos rotan de sitio Si no los queman. Ya no hay café en esa esquina y al palacio lo han restaurado ¿Dónde voy a tomar mi jugo de tamarindo? Sigamos. Hacia la torre. ¿Cuál? La torcida nunca Su plaza es demasiado turística. Además deberían declararla Zona de tolerancia los fines de semana. No por moralidad sino por razones obvias: si en cada mesa que rodea a Doña Gertrudis Con la carta del menú le pasan a los turistas la foto del puto más apetecible… Hablemos claro: si fuera alcalde de Cartagena A partir de este momento declararía ese espacio Campo de enfervoramiento Aunque sea podrido comercio. En vez de cafés y restaurantes debería haber más prostíbulos para putas y puticos. Además la piel canela es esplendida y quisiera dorarme contigo Muchachito pedigüeño ¡Ven! 68

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Vamos a frotarnos juntos… En vez de tamarindo ¡Báñame con tu guanábana!

El Niño dándose cuenta y el consentimiento cada vez más interesado: Conque gozas con mis caricias… Ningún amor es gratuito En adelante mis dones te costarán caro. Tendrás que pagarlos Sufrirlos. T lo sabía y contándoselo a N no podía olvidarlo. Los desplantes de H eran saldos debitados. Prestándole cariño quebraba a las letras que siempre le quedaban debiendo. Contarse tristezas mutuas de algún modo las consolaba. ¿Continuamos? Había que mandarlo a la mierda Destetarlo. Aun jurándolo resultaba improbable. Olvidar no se decide La muerte simplemente llega. T y N repitiendo los mismos estribillos: querer odiarlo Desterrarlo Aborrecerlo Matarlo Quemarlo. Y nada. Sintiendo sus vientres vacíos. Y ¿haciendo lo mismo? Se sentirían cochinas. Aun intentándolo fracasarían. En los brazos de otro recordarían su cuerpo Sus manos Su cuello El ardor de sus nalgas Su picha torcida. Ese olor inconfundible: sus pies descalzos evocando jardines de hierba mojada Su voz y gestos Su sonrisa de Niño. No quedaba otro remedio que armarse de argumentos De más recuerdos. Explorar sus canalladas. T conocía demasiadas Tendría que recordarlas. En compañía de N recrearlas…

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Ni tamarindo ni guanábana En Cartagena ya no exprimen jugos. Peor: los venden empacados. Borraron las ventas ambulantes y clausuraron las licuadoras cargadas de leche y fruta fresca junto al muelle. En el centro ya no hay negras voluptuosas cargando en sus cabezas platones repletos de cocadas Cierto Aún se escuchan gritos Ambientes que se van corroyendo: a Magaly la compró el Éxito. ¡Malditos centros comerciales! Abundan cafés de paracos ¡Malhaya sea! Tendré que hacer fila para pedir un tinto cardamomo o una botella de agua Mejor dicho un granizado. Escrito y hecho. Salgo con mi vasito de plástico y pitillo helado buscando una banca donde tomármelo. ¡Condenada multitud! La odio. Imposible tomar mi refresco Demasiado escándalo. Corro hacia las murallas a ver si encuentro sosiego. Con tanto calor se me derriten las manos Me quedan pegachentas ¡Qué asco! Otra vez reniego. Tras cuatro sorbos en el último andén dejo mi gelato. Continúo el recorrido: restauraron al Heredia ¡Siquiera! Una cuadra más Otra manzana y sigo… Me topo nuevamente con la Calle del Curato El sol no me deja Entro a la antigua capilla convertida en bar ¡Qué pena! Sin vacilar levanto la mano y pido Una caipirinha.

La primera novia de H (además de Doña C) fue C Subrayaba T en su relato. Ella de estética almodovarezca Él tarkovskyano. Ella usando chicles y él 70

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pantalones anchos Sin correa. Ella prefiriendo colores rimbombantes Vistosos. Él más bien discreto Medio neutro Casi de luto. Ella exótica obligándolo a probar pitas y sushis Con eso seduciéndolo. Ella puro voltaje Demasiado intensa Propositiva Histérica. Él maniacodepresivo Supuestamente sereno. Ella arrebatada y él calmándola. Una excelente pareja: neurótica y paranoico. Una tarde lluviosa se cuadraron. Ella lo acompañó a la carrera treinta porque no pasaba el colectivo: —¿Tomamos algo? —Vale. Se propusieron encontrar un nicho Mejor dicho un café–bar–tienda que jamás hallaron. Del pretexto para beber pasaron a un refugio. Vayamos lento ¡Sigámoslos!

¡Desgracia que a Colombia tan cerca del Brasil no le llegue la cachaça! Rarísimo el sitio donde preparan una buena caipirinha. Toca buscar un bar estrato diez Un hotel internacional o un restaurante intelectualoide como La Hamburguesería. Los demás menjurjes ni de riesgos. Les echan vodka Ron o aguardiente antioqueño. ¿Exagero? La capilla de las clarisas ahora es atea Se bebe bien aunque caro: ¡Qué rico! Hay bellas lámparas Elegantes mesas Confortables sillas Luces bajas que evocan otro tiempo. Junto a la barra de los tragos quedaba el refectorio. Un poco más alto estaba la rejilla de cedro con su torno central —hoy depósito de vinos— donde en rigurosa fila las monjas estiraban la lengua para recibir al Santísimo. Cual legión iban 71

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doblando la clausura entre sus mantos caoba que con tanto calor se royeron. Hoy faltan cuerdas con nudos franciscanos Gruesas Pesadas Duras como lazos de campana. Aquí nadie usa sandalias sino zapatos ligeros que se calzan sin medias. No sé si los demás pies sudan como los míos Ellos exultan. Bendito adorado y alabado ¡Qué delicia! Bebo lentamente el primer sorbo Me deleito. El hielo quebrado me fascina Sabor magnífico ¿Cómo describirlo? Pon tu boca junto a la mía Niño Acerca tus labios Bésame y prueba. En otro tiempo por beber tantas caipirinhas que con dulzura pasaron bocados deliciosamente burdos de bacalao con papas al murro Casi me muero. Comí Bebí y seguí embriagado Pagué el precio entregando todos los reales que tenía Estaba en otra ciudad de Dios Partí sonámbulo rumbo al mar Fui atravesando la playa de Ipanema… De pronto el agua salada me llegaba al cuello… Del misterio me despertó un cuadernito ferrocarril que siempre llevo (por eso odio las camisas manga corta que nunca tienen bolsillos). Lo contemplé flotando Desperté del estado hipnótico. Salvé mis notas poniéndolas a secar en la arena donde más tarde escribí La gracia se escapa sin remedio… Con otro sorbo vuelvo a Colombia y de nuevo estoy en el Santa Clara De reojo veo letras que salen y entran No puedo dejarme pillar ¡Qué tal que mi señor aparezca! Además nadie me ha invitado Sólo vine a cumplir una promesa. 72

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En busca del refugio cambiaron de rumbo Fantasearon. Quisieron escalar una montaña Atravesar un páramo Acampar junto a alguna laguna. Ninguna de las anteriores. Decidieron buscar un hotelito Hallar su soplo de vida. Entonces hacia el centro por la Séptima Un viejo hostal llamado Posada de España No les gustó Siguieron… Al sur por la misma vía Esta vez en la Plazoleta de las Nieves —junto a la estatua del Gran Caldas— contemplaron la iglesia mal calcada de Nuestra Señora de las Flores Luego giraron y para más piedra otra pensión reformada: repleta de mármol barato Convertida en residencia. ¿En residencia digo? En pichadero. Ni modos Así no podían. Deseaban un cuarto amplio donde pudieran pedir comida de caja para devorar arroz con frijoles en su salsa y en vez de carne huevo Querían beber gaseosa de vasito. Siguieron rumbo a la Candelaria a ver si hallaban algo parecido. En la Doce con Cuarta se toparon con un hostal de paso Santa Fe su nombre borroso figuraba. Entraron Les dejaron ver uno y otro cuarto… Nada Salieron. Reemprendieron la marcha  y a dos cuadras de la Gran Biblioteca otra casa colonial abandonada: Se arriendan piezas amobladas —indicaba un letrero Timbraron. Los atendió una señora desdentada Subieron por una escalinata Corrieron un cerrojo y ante sus ojos entreabierto un balcón que el ruido callejero ocultaba: ¡Este es! (exclamó C lanzándose al cuello del tramoyero). —Perfecto señora. ¿Cuánto cuesta? 73

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—Cien mil pesos la semana… —¿La semana? ¡Fantástico! A retiro corporal ingresaban. Jubilosa C canceló todo. La casera les mostró el baño contiguo con una alberca enorme donde podían lavar sus atuendos y desde la ventana les señaló un comedero Allí ordenarían sus meriendas. El cuarto no tenía televisor Tan sólo una radiola. Las luces eran tenues y el piso crujiente de madera. Entre las tablas rayos de luz se filtraban Helaba Sintieron miedo. ¿Estaban encerrados? Todo era voluntario. Apiñadas ante el balcón un par de mecedoras Una mesa chueca y en el centro de la estancia una gigantesca cama Allí no querían Deseaban tumbarse en el piso. H se descalzó y sin desabotonarla arrancó su camisa Se tendió en cruz bocabajo. C cayó a su lado rozándolo Parecían fulminados El tiempo palpitaba Oscurecía. Semejante silencio aterraba. —¿Y qué pasó en seguida? (preguntó N a T a propósito de aquel día).

Si aparece el amor ¿Tendré que ocultarme o huir? Errar es otra forma de esconderse. Recordando mis propósitos Cual jugo de tamarindo bogo la caipirinha. Sin pedir la cuenta dejo cincuenta mil pesos Demasiado para un trago tan corto. Abandono la estancia. Una vez en la calle troto como si me persiguieran Alcanzo la Plaza Fernández de Madrid Cruzo la calle del Santísimo y después me topo con lo que queda del centro cartagenero. En los andenes todavía 74

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venden queso de capa con bocadillo Pido uno. Por todas partes ofrecen gafas solares Tiendas populares promocionan vestidos de baño ¡Son tan coloridos! Recorro montones de casetas donde venden bermudas y camisetas Mágicamente giro y ¡Oh sorpresa! La Torre del Reloj donde al alba cumpliré mi cometido… Se humedecen mis ojos ¿Por qué lloro? No puedo procesar los recuerdos. Acelero mis pasos Otra vez el parque de las iguanas Siento hambre y sed desaforadas No quiero regresar al San Felipe Lo tengo al frente Entro.

Por más que quisieran H y C no podían quedarse quietos. ¿Quién se movía primero? Ella suplicándole que marcara su ritmo Él fingiendo acomodarse parecía petrificado. C buscaba su calor y H discretamente apartándola. Estaban agotados Lo sabían. Pero ella deseaba besos y caricias Hambreaba. Esas ansias empañaban su aliento Resultaban bostezos mal educados. H la rechazaba y aunque mentalmente lo negaba Conocía al pie de la letra esa partitura. Entonces quiso vestirse Ella empezaba a retorcerse. Afuera avanzaba la noche.

Levanto mi mano derecha Saludo y corro al ascensor Aprieto el botón La puerta metálica se abre. Al interior no hay aire Sudo a borbotones varios 75

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segundos infernales. Llego al último piso Tomo la escalinata hacia la azotea Empapo mi pañuelo secándome la frente Atravieso una portezuela La terraza con toda su amplitud me sorprende. Hay numerosas sábanas extendidas Contemplo la alberca repleta Quiero sumergirme. Sin ingresar al cuarto me descalzo y desnudo Cruzo los dedos para que sólo tú me veas Doy tres pasos chapuceando ¡Ven a ahogarme! 

Lo inevitable: H anunciando sus insensatas ganas de calle. ¿Y adónde? Por ahí Para comprar cigarrillos… —¡Pero si tú no fumas! —No importa Quiero que me enseñes.

No tanto como en Ipanema. Más bien recreo los movimientos que suelo hacer casi todas las mañanas en mi bañera: cuento varios segundos bajo el agua haciendo burbujas. Un Dos Tres Cuatro Cinco Seis Vamos… Un Dos Tres Cuatro Cinco Seis Una y otra vez Varias veces ¡Eso es De nuevo! Me seco los ojos y con las manos aliso lentamente mis rizos. Muy pronto el sol va a ponerse Lo percibo sediento El mar será su estanque ¡Pobrecito! Desea refrescarse.

Como no soy omnisciente y tampoco sé  qué putas hizo H en la calle y además era T quien recreaba 76

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ese relato para N… Puras ficciones orales… Recompongo en presente otras memorias. Con la versión de T imagino a C igual que N: desolada. ¿Desea masturbarse? Tiene ira. Rasca su sexo y no lo logra Se siente húmeda. Quiere que H se la coma. Completamente inútil Está sola. Aprieta sus puños Da golpes Se retuerce. Cada minuto un día No soporta el abandono Parece ultrajada. Teme que H no vuelva Esa idea la enloquece. Chupa sus dedos Los muerde Arranca el cuero de las uñas y entre sus dientes lo pulveriza en boronas Escupe. Necesita castigarse Resiente su conducta inadecuada Su macho la ha abandonado. Se dirige hacia el balcón Desea que el frío la atormente Busca olores en vano ¿Algún olvido? Ni siquiera un rastro. Nada de él Se ha ido. Completamente se descubre Se agacha Cae al piso como una endemoniada. Necesita un trozo de madera Una cuerda Un cable Arde por estar amordazada. ¿Había sentido eso antes? Nunca. Bajo una enorme cama la veo revolcarse…

Adoro las tonalidades terracota con destellos de sombras. Salvo la de hace una década y no sé si la de mañana Odio las alboradas. ¿Qué tal nuestro pacto al poniente? 

Agotada C desvaneciéndose. Continúa tendida horizontalmente bajo esa enorme cama. A la mona 77

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le causaban pánico los terremotos: a cualquier temblor los equiparaba. Un par de horas transcurridas… ¿Qué  había sido de H? ¿Olvidó los cigarrillos? No regresaba Huía… Ella debía seguir allí fingiendo que dormía: demasiado breve para perder la esperanza. Deseaba que cuando él ingresara Inmediatamente no la hallara ¡Que desesperara! Saboreaba un secreto placer probando su paciencia. Pensando en eso se excitaba Temblaba.

Nada que anochece. Quisiera entregarme a las tinieblas Contemplar la luna. Esta noche estará plena Habrá muchas luces en la fiesta de las candelas. Siento una mano que toma la mía Soy un niño malcriado y es mamá asegurando entre mis dedos una varita mágica… Me obliga a girarla en círculos concéntricos Chispitas de allí surgen… Ese gesto las madres cada año lo reiteran.

¡Maldita sea! No va a venir No llega. ¡Tan ilusa! El mismo sacrificio pertenece a todas. Aunque quisieran salir de su escondite No lo hacen. Algo las petrifica. ¿Orgullo o soberbia? Con sus cuerpos helados quieren censurar al Niño Hacerlo sentir culpable. Ignoran que Doña C cientos de veces lo hizo Que él conoce de memoria el libreto: desde adolescente un machito cruel. ¡Si supieran cuánto las ata! Allí seguía 78

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pues la obstinada Extenuada Flagelándose sin ramas. Contaba T que C abría los ojos sintiéndose bajo una montaña Deseaba que H la castigara Que la humillara Que sin piedad la aplastara…

Salgo del estanque Me sacudo el agua. Junto ropa y calzado armando un amasijo rumbo al cuarto. Hago equilibrio para que nada se caiga Busco la llave entre los bolsillos No la encuentro. ¿La he perdido? ¿Dónde la habré olvidado? 

Para C casi amaneciendo. ¿Había ocurrido algo? ¿Si dejara la estupidez subiendo a la cama y se metiera por fin en las cobijas? Podría saltar cuando sintiera sus pasos… No valdría. Él vería el lecho destendido Se daría cuenta de la impostura Enfurecería. 

Cual último emperador doy vueltas jugando a ciegas con una sábana extendida. Me seco a punta de cosquillas A toda velocidad me visto Hago como si nada… Regreso por la portezuela Tomo la escalinata Hundo el timbre de llamada El ascensor se abre Sudo a borbotones Desciendo. Un muchacho está en el lugar de la patrona ¿Qué voy a preguntarle? Le sonrío y ruborizado prosigo. Dejo el hotel sin haber visitado mi cuarto ¿Qué he de hacer para recuperar la llave? 79

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Camino algunos pasos e ingreso por una entrada lateral al parque de las iguanas Hay varios negros formando corrillos Ni siquiera me atrevo a mirarlos Acelero. Ahora estoy del otro lado. Salgo a la vía peatonal que recientemente han ampliado Contemplo la estatua de una matrona erguida en honor a La Heroica cuya leyenda traduce No me toques al lado de dos fuentes italianas mal copiadas. ¿Hacia dónde? ¿Izquierda o derecha? Nada que anochece. De nuevo hambre y sed Humedezco con la lengua mis labios partidos Necesito los tubos esos que venden en las droguerías No quiero ingresar a la Boca del Puente Voy pues por las casetas del mercado A lo lejos diviso unas luces de farmacia… Amarrando mi hambre hacia ese punto me dirijo. 

Entre las tablas del piso un haz de luz haciendo sentir a C ridícula. Alguien ha llegado. No es él Lo sabe. ¿Qué  tal descubriéndola así  con más veras la repudie? Inmediatamente C da un salto y sin destender la cama cual tarjeta postal ingresa a su sobre. Minutos después la temperatura de su cuerpo aumenta. Mejor que él lo ignore Que la encuentre dormida Indiferente Desnuda. Por fuera de las cobijas demasiado frío. Recuerda la ventana entreabierta Da otro salto alcanzando el balcón para cerrarlo Vuelve a la cama. No puede dormir Tiembla. ¡Está tan mojada! Seguramente contrajo algún virus Se va a enfermar La fiebre 80

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pronto irá a atormentarla. Definitivamente mejor la cama. Tal vez gracias al contraste: dolor del placer augurando mejores sufrimientos. Si al menos ese canalla la golpeara… ¡Qué vacío Qué silencio! Otra vez más tinieblas. ¿Acaso H intuye sus pesadillas? El corazón de C acelerado Palpita angustiado. Ahora siente que llega. La avergüenzan sus lagañas Teme su mal aliento pero sabe que es demasiado tarde porque alguien se acerca… Una cerradura da vueltas Cruje la puerta Las tablas del piso se hunden Él de nuevo. 

Chapstick. Pedir eso en la Costa —en vez de manteca de cacao a un farmaceuta de barrio— equivale a desnudar la ternura. ¡Qué debilidad Pobre cachaco! Aquí no vendemos de eso Si le sirve esto… Pago una cifra irrisoria Me dan una pastilla cuadrada La desempaco de su cajita resultándome dura y seca Trato de probarla La siento bastante tosca hasta que decido untarla en mis labios y va derritiéndose: ¡Funciona! ¿Y ahora qué hago? ¡A comer y a beber algo! No estoy vestido para presentarme ante el Santísimo Tampoco he reservado y además voy solo ¡Qué desgracia! Detesto los comederos de la Plaza Santo Domingo Para solitarios no hay lugar en Cartagena Tal vez encuentre una tienda de barrio adonde van los negros. No todo está perdido: una crepería puede salvarme Tendré que hacerme el gringo. Han puesto otra como en El Dorado ¡Maldición! Allí tampoco 81

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puedo pues los clientes están emparejados Además es re-turístico. Ya sé Hay una frente al Parque Bolívar. Alargo mis zancadas Llego. Veo algunas mesas y sillas afuera Cae brisa marina Me apropio del lugar Saco mi pipa La cargo Enciendo y lanzo una Dos Tres bocanadas… Un muchacho amarrándose el delantal me saluda. —Por favor una cerveza con tortilla española.

C fingiendo estar dormida Concentrándose para reducir sus pálpitos ¡Dios mío: Que no note que tiemblo! Él al borde descalzándose. No sabe si acostarse Duda. Ella se siente ofendida. Él consciente de que está desnuda Se quita el pantalón lentamente y desliza su suéter con todo y camisa. Ingresa a la cama guardando distancia. Nada dice Respira. Sus manos quedan afuera. Ella imperceptiblemente gime Quiere abrazarlo A él le aterra. Ella no aguanta más Da media vuelta Él trata de calmarla diciéndole ¡Duerme! Ella de nuevo reprimida lo odia y añora. Sus cuerpos luchan y él la detiene hasta que con tono severo le ordena: ¡Quieta!

¡Bendita cerveza! En este sitio van a tardarse una hora… No importa. Desde aquí veo a la gente que pasa: turistas Niños Cartageneros. El parque se va atiborrando: cuando anochezca presentarán un espectáculo. Tradicionalmente los sietes de diciembre bien 82

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entrada la noche sacan un muñeco: desde el Palacio de la Inquisición algunos jóvenes disfrazados de verdugos lo arrastran para quemarlo al pie de las murallas. Más tarde sonarán tambores y tumbadoras Cuerpos medio empelotos pasarán en procesión mezclándose a la turba Cámaras de todo tipo registrarán el número. ¡Qué sorpresa! El mesero alcanza mi plato y lo devoro. En la boca me quedan rastros de huevo mezclado con pan y queso. —Por favor otra cerveza y ¿Tiene algún postre? —Le ofrezco brevas con arequipe. —Tráigame mejor un café negro.

No hagas eso Déjame dormir Si no voy a tener que amarrarte. (—¡Dios: Si supiera cuánto lo deseo!) C haciéndose la ingenua: —A que no eres capaz… —No me provoques. —¡Atrévete! Él abandona el lecho y con total parsimonia busca entre los guardaescobas… Descubre un cable Lo saca y va enrollándolo Encuentra más Tira al frente Arranca y une. De adolescente aprendió a hacer muy buenos empalmes Ahora los afina. Con su amarre regresa a la cama: —¿Estás segura? —¡Atrévase si es tan macho! Esa voz sin tuteo resulta demasiado Le da un par de bofetadas. Ella lo mira con odio y él la besa apasionado Ambos bastante excitados. Ella queriendo gritarle ¡Hágame lo que quiera! Calla. Él lo lee. Tanto placer no lo merece: hay que dosificarlo. —A ver Sch Sch Veamos… Tienes que aprender… Ella extendiendo 83

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sus manos Él amarrándolas lento pero firme. Ella mirándolo para que se vuelva brusco Él entiende. Como una fiera C gimiendo Él otra vez la abofetea Ella llora gritándole ¡Cobarde! Él la escupe y golpea de nuevo C sangra y H en seguida trata de curar sus heridas… —¡Así no! Tiene que retorcerle los brazos y pasar por encima las piernas amarrando sus pies mientras ella le grita ¡Maricón! Él entonces con su calzoncillo la amordaza y cual momia la voltea: —Así dormirás hasta que aprendas… Ella muy empapada y él empalmado queriendo violarla ¡No! Para humillarla se pajea.

En este sitio no puedo hacer más tiempo Pido la cuenta y pago. Me levanto Nuevamente devaneo.

Al borde del éxtasis H supo dominarla Debió demostrarle que podía. Ella había pataleado y sus ojos gritaron que lo odiaban En realidad lo adoraban. Él acababa de inundarla Se sentía pleno. C ya estaba calmada cuando H acariciándola: —¿Quieres dormir amordazada? Ella asintiendo verticalmente con la cabeza Deseando seguir así: castigada. Él no lo admitía Desató su rostro besándola apasionado. Ella sintió que Dios la arrullaba Suspiraba Babeaba Gemía Tambaleaba. Él la alivió agregando: ¡Te ves tan bella! Y ella confesando su falta: ¡Te amo!  84

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Muy temprano para volver al hotel. ¿Entonces más vueltas? ¡Hacia el mar! A ver si no me atracan en las murallas…

Si no me pega no me ama Dicen en Turquía. ¡Escalofrío al identificarlas! ¿Ellas buscaban eso? Aunque patalearan y lo negaran Un secreto resorte les saltaba. T recreando ese episodio de C lograba electrizar a N. Curioso: al comienzo N sentía celos Ahora estaba mojada. ¡Naturalización de la dominación Horror del machismo! (gritarían las feministas). Aquí no cuenta el sexo pues sencillamente hablamos de letras. Vale para cualquiera: para ti y para mí y para ambos. Por supuesto tanto placer enloquece. Antes de que C despertara H la había liberado. Sigilosamente la cubría. Como si hubiese tenido pesadillas deseaba no tener que repetirlo Aunque imaginarlo lo excitaba. La próxima vez sería más fuerte Muy duro domesticando a la esclava. ¿Eso quería? Todavía no lo aceptaba. En su pecho quedaban dejos de culpa. De a poco se irían liquidando Alivianando. Entre más rígida la disciplina Más seguros sus métodos. Con los años alcanzaría un éxito rotundo. Los actores comentarían en el teatro: ¡Qué carajo le ven a ese tipo! ¿Acaso les enseña tantrismo?

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Los cimarrones son muy astutos: abriendo huecos en las murallas camuflan cuchillos. Viendo pasar a ingenuos turistas —despistados fotógrafos— De a dos en dos atalayan. El primero de frente pidiendo una moneda… El segundo por detrás ataca. Desentierra el arma y en un abrir y cerrar de ojos: ¡La billetera La cámara! Al fin anochece. Como no traigo el iPhone ¿Qué objeto de valor pueden robarme? Mi mayor infortunio: toparme con un machito que me cobre.

Despertando a mediodía H y C sedientos Abrazados. ¿Tomaron un baño? ¿Quién primero? —Voy yo (decretó el tramoyero). H detestaba que lo pillaran: si compartió lecho no iba a hacer lo mismo con su aseo. Él se duchaba rápido Se secaba y vestía poniendo a llenar la alberca. Una vez lista llamaba a C diciéndole ¡Te toca! Ella se limpiaba despacio… Él la aguardaba sereno. Prestos a abandonar la hospedería Se dieron cuenta de que en ninguna parte encontrarían desayuno. H jamás podía almorzar sin beber antes un jugo Tocaba buscarlo adonde fuera. Emprendieron pues la huida… Él sonreía y Ella lo abrazaba: ambos disfrutando ese feliz coqueteo. Se acercaron a la Avenida Jiménez Atravesaron el Parque de los Periodistas Encontraron una caseta donde les prepararon dos refrescos. Siguieron sin rumbo definido. El sol los quemaba y H celebrando gustoso los 86

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cambios de temperatura. Se quitaba el suéter Lucía una camiseta naranja. C le propuso comprar comida empacada. Volvieron a la Jiménez buscando un restaurante árabe. Ordenaron cuatro kibbes Seis falafels Arroz con almendras Dos porciones de cordero Tajine más tabule y dos jugos de piña con yerbabuena. Todo herméticamente cerrado. C cargaba el mercado y H lo celebraba Parecían un par de novios. Caminaron hacia el Parque Nacional en pos de alguna manga despoblada Al fin la hallaron. Se tendieron bocabajo Desempacaron los platos que en seguida devoraron Saborearon las bebidas Se besaron. Hicieron la siesta abrazados. ¡Cuánta felicidad! C no se cambiaba por ninguna. —Habrá que ir algún día de paseo (dijo H entusiasmado). —Claro ¿Cuándo? —Mañana.

Cansado de andar por las murallas atravieso la carretera y voy por la orilla del mar bordeando la costa. En la vía al aeropuerto cruzo varios pescadores Gamines desnudos que se bañan. Hay veinte bahías prohibidas Si alguien se ahoga nadie responde. Las olas de este lado son bastante toscas Recuerdo una ensenada: antes de morir mis padres quisieron que sus restos los quemara. Hace no sé cuántos años por aquí esparcí las cenizas Sus despojos calcinados. Algún amanecer inventé una ceremonia. Tan temprano un muchachito pasaba… Iba en bicicleta y súbitamente se detuvo. Acercándose curioso le dije que se descalzara Así lo 87

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hizo. Junto a un tronco dejó sus tenis y par de medias blancas. Le expliqué mi propósito preguntándole si quería Se sumergió conmigo en el agua. Tras una roca que nos cubría —la marea estaba baja— me ayudó a cargar los poporos con sus añicos procesados. Yo llevaba un candelabro y él la partitura. Nos detuvimos. El sol casi se levantaba Prendí la mecha y le pedí que repitiera conmigo: Aún Di aún Sea dicho aún De algún modo aún Hasta en modo alguno aún Dicho en modo alguno aún… Destapamos los cofrecillos de cesto Agitamos su contenido y los lanzamos al agua Amanecía. Cambiamos sol por fuego y en plena liturgia lo idolatraba Quería enardecer a mi acólito y él lo sabía Tuve que apretar entre castidades mis ansias. Entonces salimos del agua Se calzó Me calcé Le regalé el candelabro Se despidió con los ojos aguados Lo besé en el cuello Tomó su bicicleta y se perdió con la mañana. Yo proseguí como ahora al compás de más oleadas Lamento no haberlo adorado. Nunca supe de dónde salió ni adónde iba Me acompañó sin pedir nada a cambio. ¡Si lo mismo ocurriera con los machitos que me topo! Casi siempre resultan tan putos que toca acordar con ellos cuánto y cómo. El dónde por ahí se halla: Cartagena está repleta de prostíbulos. Como si fueran paisas te dicen: Aquí no dejamos entrar hombres Sólo parejas. ¡Tan idiotas! Como si tú y yo no formáramos magnífico dúo. Además con un billete de cincuenta mil todo se arregla ¡Lástima la intensidad si la verga tuya se apaga! Si todo pasa mecánico y no te dejas 88

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saborear ni oler angelito Si te limpias de una y nos despedimos fingiendo… —Obviamente no me junto con menores pues contrario a los curas cacorros cada vez que picho con algún pelao le exijo cédula… Pero basta de cavileos porque huyo de los atracos y aquí el viento sopla como le da la gana.

¡Qué alegría Qué esperanza Partir de exploradores! Transcurrieron algunos minutos Varias horas. Los relatos no son lineales: por eso toca alternarlos. Lo cierto es que C se fue perdiendo con H y decidieron acampar junto a alguna laguna. Supuestamente solos. Ficción poco probable: cuando los jóvenes se vuelven ecológicos Mínimo parten en trío. Además hay que jactarse ante los demás para que digan: ¡Qué chimba de letra! Luego debieron irse en compañía. ¿Pero de quién más sino de T para que lo perdonara? La invitaron. T de testiga y congratulemos a las feministas con ese acuerdo A ver si se ponen arrechas. Visualicemos a los tres en una carpa. Una escena mediopornográfica: dos letras a cada lado peleándose por servirle Por besarlo Por comérselo. ¿Por comérselo? ¡Qué va! Si el tramoyero ni acariciarlo dejaba. ¿Tampoco jugando al machito cabrío? No. El episodio del hotel en modo alguno puede repetirse. Consagrada la primavera tenemos a dos consonantes postradas en pleno verano ante el cosmos rodeadas de verdes y sepias declarando Nada de sexo Somos digitales. Ni la 89

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una ni la otra y la una y la otra Si no el relato aborta. Marta y María junto a Jesús de sirvientas. ¿Sublimando las ganas? Seamos claros: reprimiéndolas. Y él disfrutándolo. Ahora bien Si la situación se torna tensa H se larga. Hasta que se calmen y callen aprendiendo a respiran en silencio. ¿Están húmedas? No menos que él medio orinado. Toca recurrir a la música. ¿Cuál música? La de las ranas. Aunque tiempo después H se vuelva fan de emisoras electrónicas abriendo su página en Supersónico Tratemos de controlar la respiración con sayales franciscanos: Omnia habentes Nihil possidentes. Mejor dicho Francisco y Clara bajo el lente de la Cavanni: Hermano sol y hermana luna registrando un fraternal incesto ante las primas estrellas.

En medio del malecón un monumento repleto de lanzas y escudos pretéritos. Si no estoy mal evocan otra resistencia: la del Sitio de Cartagena. No puedo borrar el nombre de don Pablo Morillo (Por eso vade retro per secula seculorum a los pacificadores). Desde la Colonia la Heroica ha estado infestada de ratas. Hago un alto en el camino para contemplar el anochecer de mi terrible mar que ruge. ¿Qué papel cumplo en este mundo de corsarios? Esclavo no quiero ser Tampoco conquistador ni clérigo Me gusta el delirio de recrear historias. Al azul verdoso entonces le pido: ¡Déjame anonadar en ti sin tragarme todavía! 90

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¿Trataría de escabullirse? El tramoyero vivía de un solo deseo… Un afán claro Unánime: afán de amor y olvido. ¿Y entonces? Al sentir a T celosa H la echó de la carpa envuelta en una manta de lana. De repente le dio por turnarlas. Ordenó que al amanecer C le hiciera compañía. Y él bien adentro porque si protestaban se iba.

¡La cita que vine a cumplir es tan absurda! Desde las cenizas de mis padres la había olvidado. La ventana de mis sueños acabó con el letargo. Retozando me atrapó el alumbrado: un ciclo ha de diez años.

Insisto. Estos episodios son meros fragmentos. Por eso van entrecortados. ¿Alcanzan a ser testimonios? Todo testimonio levanta sospechas Salvo si es un niño su protagonista. Desafortunadamente no tengo la voz del tramoyero: él sí que era un Niño… Por eso cabe el invento. T y C afuera tiritando y H a sus anchas dentro de la carpa. Esta escena volverá de nuevo. Él al interior y sus letras afuera. En otro momento contaré algo que se me cruza: H repudiando a J diciéndole: Lárguese ya No quiero volver a verla… y J llorando en los brazos de C u otra. Pero esperemos a que acontezca. Entretanto amanece. H levantado besando en la frente a T y a C las obligaba 91

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a bañarse Les ordenaba desnudarse a medias. Recordemos que acamparon junto a una laguna. El agua estaba helada Cierto El sol la tibiaba. Ellas desperezándose se le ofrecían y el muy sádico las observaba. Haciéndose el indiferente De reojo las vigilaba: No Todavía no Más tiempo en el agua (agregaba). Ellas ni se atrevían a pedirle compañía. Su cuerpo inmune en secreto refrescaba. Las dejó tal cual Exigiéndoles que aguardaran. Buscó un rincón dónde sumergirse Lo atrapó la laguna. Plenamente sabía que T y C le temían. Tomó su tiempo Chapuceó Nadó Flotó… Salió purificado y en seguida se habilitó y regresó donde ellas cumplían la penitencia: las redimió en el desayuno.

¡Quién lo creyera! Le hice caso al ciberespacio. Parezco un adolescente: se casa No se casa Se casa No se casa… Siempre renegó del matrimonio. Si afirma su negación: otra novia plantada. En esta ocasión Más difícil porque ella es de buena familia. Salvo las compinches —incluida su madre— el novio no tiene invitados. Los otros van con nombre propio y apellido. Todos vestidos de lino Incluida la Doña y sus gorditos. Definitivamente una buena matrona Así la apoden Madame Orangután pues la temen y respetan. Sin su presencia jamás habría boda. La prometida lo sabe y por eso la busca y consiente Le hace creer que la adopta. ¿Será tan fácil el traspaso? En 92

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los matrimonios ejemplares papá entrega a la novia y mamá al novio. El señor tendrá que caminar con su hija hasta la mitad de la basílica Allí estará la madre con el futuro esposo dispuesta a intercambiar un par de gestos… Aunque él es bastardo lograron que fuera en Santo Domingo Claro está sin carroza. Atravesarán algunas calles de flores rumbo al Heredia formando una L oblicua que hasta el más troilo percibe torcida.

Con dos letras muy difícil convivir aunque pudiera. Más allá de juntarlas: ramplonería. H comprendiendo que T nuevamente atrapada. ¿Y C? Más difícil. Esa presa se escapaba. Además muy rebelde y tocaba corregirla Lograr que temblara Que delirara. Porque sabía fingir no había que mentirle. Fundamental su completa entrega. Sería un adiestramiento largo y prolongado Duro y tierno. Ella lo deseaba Necesitaba disciplina y H la domaría a gusto. T podía desesperar si se le daba la gana. C debía entonces ser recluida De acuerdo: ella pagaría el precio. A elegir una morada y ciertas costumbres hasta el cansancio. Cuando eso ocurriera H se evadiría Le provocaría ataques de celos… De momento una habitación Un receptáculo. Que C lo eligiera firmando contrato indefinido.

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Los hombres son más románticos que ellas. Los dañan inculcándoles que coronan trayendo hijos al mundo Regresando puntuales a casa. Adiós a la expansión aventurera Contar con un nicho los instala. Tras seducir quieren reposar No tener que mostrarse tanto. Salvo extrema vanidad engordan Se despreocupan de su apariencia. No así el señor al que persigo pues sólo tiene eso. Aunque se sueña sedentario el placer lo alcanza errando Es un niño distraído cuya mirada se aleja. Podría miniaturizarse Camuflarse en el pasto Jugar con insectos. Mar insatisfecho —su atractivo. Azul inmenso para semejante piel pálida. Teme broncearse: que su blancura torne rosada. El pellejo le produce nauseas Demasiado pudor lo embarga ¡Le aterran sus humores! Esconde las manos porque le tiemblan Tímido y frágil entristecido divaga Si no controla sus movimientos se hunde en la tierra parca. Que nadie sepa su soledad Él prefiere contemplar de lejos los aplausos: reacciones cómicas de otros ¿Soberbia disimulada? Ya ni sé de quién hablo.

En el centro de Bogotá —justo antes de Catastro y no muy lejos del Tequendama— una torre enladrillada de puros apartaestudios claroscuros con amplios ventanales y confortables clósets de antiguos enchapados Lamentablemente alfombrados… Allí arrendaban varios y a muy buen precio. Siempre había cupo: bastaba un codeudor que tuviera finca raíz y listo. Dicho 94

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y hecho: C consiguió quien la fiara. ¿Cómo amoblaron el sitio? Una colchoneta doble de dura espuma comprada en San Victorino Dos juegos de sábanas y un par de almohadas más su cubrelecho. Un cajón tiznado como mesa de noche y varias lámparas artesanales. Olvidaba decir que ese apartaestudio tenía una separación tipo cortina de madera —como las que usan para ampliar y reducir sus aulas los Santos de los Últimos Días. Podemos hablar de un salón-comedor donde había una cocineta aislada o integrada al cuarto Como quieras. El baño era independiente y cómodo Sigamos. Un domingo de mañana C y H fueron al Pasaje Rivas. Compraron cuatro sillas de director de cine y tres burritos para una tabla extendida junto a la cocina A manera de bar en el comedorcito. De mesa central para las visitas otro cajón tiznado No estaba mal el minimalismo. También llevaron tazas Platos Pocillos Vasos Cubiertos Dos ollas Una sartén de teflón prometedor y otros tantos utensilios. Olvidaba un jarrón de cesto que a H le encantó para depositar en él flores secas. De seguro se me escapan más objetos pero ya no veo el sitio y trato de recrearlo a partir de otro idilio… Mejor continuemos. En ese espacio no había cuadros y a H le dio por cambiar los colores de las paredes pintándolos de rojo y amarillo. Les faltaba música y entonces con unos parlantes conectados a una grabadora se ingeniaron el sonido: un buen equipo estereofónico. En esa época no pululaban los discos compactos sino los casetes Aclaro. ¿Qué otra cosa? Basta. Subrayo algo: recordar 95

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la palabra cubrelecho a T le produjo ira. Tras su entrecomillada reconciliación con H nunca más pudo abrigarlo hasta deshacerse de él y sus recuerdos. Volvamos a H y C quienes antes de amoblar el sitio lo estrenaron desnudos. Varias veces mancharon el piso hasta que los muebles gastados marcaron con el paso del tiempo otra inevitable rutina.

¿Probar nuevos sabores? Muy atractivo. ¿Soñar mundos posibles? Ni decirlo. ¿Él en una iglesia colonial rumbo al altar de blanco? Ninguna de las anteriores lo hubiera logrado. Por eso estarán allí envidiándolo Sonriéndole igual que su madre… Una suerte de venganza. ¿Y a él quién lo entrega? Ahora recuerdo otro de sus deseos: sellando nuestro pacto me dijo que si algún día se casaba debía ser su padrino. Más o menos racionalizado. Hace diez años también recorrimos iglesias… Ayunando ingresamos en Santo Domingo La misma donde se casa. Fuimos directo al confesionario y allí jugamos al sacerdote y al peregrino. Lateralmente quería mi absolución pero yo cerré la ventanilla y le ordené postrarse de frente arrodillado. Cuando lo hizo estrujé su rostro en mi vientre para que palpara mi estaca. Él no se contentó con eso: desabotonó mi bragueta frotando el mástil recién izado. Transcurrieron instantes eternos Me incorporé Lo aparté temblando Él abrió sus labios y entonces deposité en ellos la santa comunión que con locura había buscado. 96

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Perecear Quedarse Pasar el tiempo Pedir pizzas a domicilio… Preparar pastas hasta aborrecer pestos. Luego otros ensayos y más repeticiones El montaje de una obra con sus voces y silencios. H siempre tras el telón al fondo. C frente al público Excelente actriz Conmoviendo cuando lloraba. H dichoso C bastante envidiable. Por más disimulo todos sabían que compartían apartaestudio.

Un ocho de diciembre al caer la tarde: la boda. El verdadero rito no será la ceremonia Los invitados aguardan la recepción en el Heredia. Quitarán las sillas de platea Acomodarán mesas tipo banquete gringo Una orquesta sanandresana animará la fiesta. En los últimos meses él se dedicó a los niños Consagró su tiempo a causas perdidas: se volvió ecologista y defensor de afrodescendientes Protector de animales con sistema nervioso complejo. Así conquistó a su prometida. Desde el otro lado del mar yo seguía sus pasos: coordinador de manifestaciones Redactor de panfletos Animador de proyectos solidarios. Expió sus remordimientos cayendo en la tentación caritativa. Ahora voy a echar un vistazo a la iglesia de los jesuitas. Hace una década la tumba de San Pedro era un jugoso negocio: billetes de todos los países desbordaban la cripta —los huesos del santo también 97

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generaban plusvalía. Salgo a la plaza y atravieso en diagonal la estatua de Gertrudis Tomo el Callejón del Gato Giro a la derecha Deshecho la diagonal picándole el ojo a Santa Catalina de Alejandría Paso por el ayuntamiento y ¿Qué veo? La estatua de un enano gordo protegiendo con su capa a unos negritos. ¿Es el santo de los esclavos u otra réplica de Bartolomé de las Casas Defensor de los indios? ¡Ojalá se lo hubieran comido! La condenada iglesia está cerrada ¡Qué extraño! Si es la Virgen de las candelas… Por lo visto los curas se pusieron de acuerdo: Ya sé Todos se fueron al Cerro de la Popa y desde allí arrastrarán al muñeco como en tiempos de la Colonia Harán un alto en el Palacio de la Inquisición y lo llevarán con tambores hacia las murallas… ¿Qué hago? En el San Pedro ponen mesas que obstaculizan el paso ¡Maldito sitio farandulero! Prefiero mil veces los pargos de Juan sin Miedo.

H para nada monogámico ni abiertamente infiel. Periódicamente llevaba otras letras a casa. C lo toleraba siempre y cuando se las presentara También compartía con ellas —como aquel amanecer helado junto a T tiritando en la laguna. Había una compañerita de C en el teatro: se llamaba J. Fue ella quien la vio primero. H la saludaba indiferente Vale decir despreciándola. En realidad le encantaba. Ambos se atraían y lo disimulaban hasta que los tres se dieron cita en 98

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el apartaestudio. Tiraron cartas Gozaron. H descalzo y ellas observándolo. Pasado un rato H le pidió a C irse de compras Que trajera algo. C medio ofendida lo aceptaba Además pagaría el recado. Obedeció en el acto y tomando el ascensor casi sufre un ataque de nervios Ni siquiera recordaba la comanda. Ron ¡Eso es! Con coca. ¿Qué más? Una bolsa de hielo. ¿Algún otro mecato? Papitas Chicharrones Plátanos. Volando regresó con el corazón en la mano… Tras golpear J abrió la puerta. H estaba al otro lado semidesnudo: —¡Qué calor! (exclamaba). —Yo estoy helada (subrayaba J haciéndose la inocente) —¡Vaya! Aquí tienen — Bebamos. —Prepáralos (ordenó H). C sacó unos vasos Rompió el hielo Sirvió gaseosa Vertió el ron revolviéndolo todo Les alcanzó las bebidas. —¿Y tú no tomas? (¿quién dijo eso?) —La verdad no tengo ganas.

Toca volver al hotel sin saber dónde boté la llave Este ruido me espanta. Desando pasos sin preguntar nada a nadie y tras tomar el ascensor saltando escalones al último piso llego. Ante mi sofoco un milagro: el llavero lo hallo justo al pie de la puerta Doy media vuelta a la cerradura: ¡Agua Necesito agua! Una cantimplora helada para cada cuarto es lo único que regalan. Desempaco un vaso luego de lavarlo Lo dejo escurriendo Sirvo y bebo y varias veces bogo. Cierro el balcón. Con todo no puedo apagar el ruido. Este centro hierve a pueblo Nada que hacer Sucumbo. Me 99

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empino junto a la cómoda Giro un botón Emerge lluvia en la pantalla Tengo que cuadrar la antena para mejorar la señal porque no entra… Como a los radios viejos le doy tres golpecitos varias veces en la parte trasera. Acaba de terminar el noticiero Anuncian el siguiente programa: ¡A continuación nuestra entrevista exclusiva con JPM desde La Picota!

—Aguafiestas. ¡Salud! —¿Está rico? —¡Pruébalo!

¡A ver! Veamos. Se han acabado las noticias. Pasan el comercial de no sé qué agua tónica Otros anuncios sellados con el logo Comisión de la Televisora. Los niños deben acostarse Una media luna en la pantalla La presentadora rigurosamente maquillada Muy condescendiente dice: —Bienvenidos a “La Noche”. Hoy no estamos en estudio Hemos atravesado cientos de barrotes ¡Vamos a dialogar con JPM desde el lugar donde se encuentra recluido!

Era un caer de tarde cuando C quiso desinhibirse. Sabía atraer a H que se había puesto la camisa a modo de túnica Fue hacia la ventana. Ambos (C y H) se desplazaron junto a J Ya entrada la noche aunque se apagaba un arco-iris. Cuestión de grabarlo De retratarlo. En la avenida demasiados carros parecían de juguete 100

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Los transeúntes hormigas. ¿Y luego? H extendió sus brazos para brindar mirando a su contraria. C tomó un vaso lleno y sin querer iba cediendo. A sus espaldas H hizo un gesto para que J se aproximara y los tres levantaron esa suerte de copas: H fijamente en C y C en H acariciando la cadera de J. Entrelazados y trinitarios Frente a ambas infiel el tramoyero. Con un pie tendido y el otro levantado Cualquiera diría: un trío de otra época envuelto en el telón de algún jardín lejano. ¡Quién lo creyera! Ni siquiera estaban en un balcón Solamente asomados ante una ventana.

Condescendencia atroz Moralizante y regañona: —Usted no es tan pobrecito porque sabía lo que hacía No puede negar que estafó a miles de personas ¿Acaso no lavaba dinero? JPM con la mirada baja acariciando sus barbas de chivo y melena desgarbada Calmado y enérgico: —No soy de los ricos de este país Mis logros han sido a punta de trabajo. Lo que inventé fue magnífico ¿Por qué no lo reconocen? Como yo debe haber millones viendo su entrevista Absolviéndolo o condenándolo. Se defiende bien Para nada es tonto. Describe su fraternidad Sus empresas Sus tramoyerismos… El éxito con tan poco. Asegura combatir la injusticia Generar ganancias para sus nuevos socios. Conjuga mal el verbo haber. Dice habían muchos pobres en Leticia… Pero sale del apuro porque la gente lo entiende. Los cacaos jamás 101

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Mucho menos los políticos. ¡Van a acabarlo! Sigue utilizando frases conmovedoras Asegura que ayudaba a los gamines de Colombia Que sostuvo como nadie al Presidente en la gran recolección de firmas. Pero claro No era de su clase (concluye). Primer corte a comerciales. Su discurso atrapa Fascina Seducen sus sofismas… Entonces voy hacia el balcón que desparramo El ruido aumenta Carritos de balineras por todas partes suenan ¡Qué estridencia! ¿Si yo fuera vendedor y manejara uno? No ofrecería dulces ni cigarrillos Tampoco lotería. ¿Qué vendería entonces? Únicamente pornografía. Regreso a la cama que traquea cuando miro hacia la cómoda e inmediatamente prosigue “La Noche”.

Una pausa Una promesa Si los tres brindaron ¿Cómo no vivir juntos? En aquel tiempo J también buscaba apartamento. Aunque el de C era estrecho su cuerpo lo agrandaría. Curioso: ella aceptó de buena gana. ¿Pulsiones albinas? Digamos más bien lesbianas. Pero había un problema práctico: la división del trabajo. Bastante erótico: H no sería el tercio excluido. La noche caía y J estaba perdida: —¿Me puedo quedar? Si gustan duermo en la alfombra que con un ropón me basta… —¿Por qué no los tres juntos? Allí arrancó su desventura Se encendió la nueva música. Sin ron con coca y pese al fervor reapareció el frío. A calentarse los tres vecinos. H fue el primero en 102

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cubrirse C y J lo siguieron. La primera vez siempre había que demostrarlo todo. ¿Quién estaba a su derecha? J. C era una hechicera. Si él comenzaba tocando a J… Pésimo signo. ¿Y a C? J podía sentirse excluida. Entonces quieto Que ellas empezaran. ¿Quién primero? ¿Cuál de las dos se atrevía? C era muy intuitiva. Acarició su pecho dando media vuelta y se quitó la blusa alcanzando con su brazo el de J que extendió junto al tronco de H provocándolo ¡Gran misterio y fin de la encrucijada! H empezaba a enardecerse con esa su respiración fingida Aparentemente sereno. J descubrió lentamente al Santísimo que sin vacilar ya estaba expuesto Tomó el pan solemnemente y se lo entregó a C para que lo consagrara redoblándolo horrorizada. Los atributos de H aquella niña los desconocía y desde entonces jamás dejaría de anhelarlos pues forzosamente los constataba. El tramoyero se incorporó para poseerlas y las trató sin piedad obligándolas a atragantarse con su sacramento: primero a C para que J viera y se muriera de envidia Luego a la otra letra que se mordía el labio inferior suplicando clemencia hasta que recibió su ración doblegada. Cerrando los ojos quiso comulgar pero cuando él se dio cuenta la obligó a abrirlos y empezó a azotarla. H como todo un varón las entrecruzó e hizo que se arrodillaran Escupió y destrozó cruelmente a J Les dio de beber a ambas. Inmediatamente retomó sus vaivenes con C Esta vez más lentos Menos bruscos. Fue cuando J quiso repetir pócima y él decidió 103

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delante de su compañera abofetearla. La mano y la verga de H estallaban mientras aquella consonante llorando de felicidad se sintió plena. Él las puso de rodillas para rociarlas de nuevo: —Hora de dormir Fin de partida.

¡Que no se metan con mi familia! —repite tres veces JPM con un nudo en la garganta La voz entrecortada y los ojos aguados. Esa imagen enternece a Colombia. Al menos le baja tres puntos al Presidente de la República. ¡La sagrada familia! En otra ocasión tuve que compartir silla de avión con un político… El maldito me reconoció en el acto y dijo: —¿Cómo le va profesor? —Ahí voy Relajado. No tuve más remedio y conversamos. Le pregunté cuál era su mayor orgullo. Me respondió que su familia. Aseguró que haría cualquier cosa por sus hijos desanudándose la corbata… Yo le dije que si todos hacíamos lo mismo terminaríamos en el desbarrancadero. Le dio un ataque de risa. La malparida familia: eso es lo que nos tiene jodidos. Pero compra consciencias y voluntades… Como dicen los gamonales: Pa’ las que sea. Frase tan inmunda: Que no se metan con mi familia… En nuestra patria boba resulta conmovedora. De esta noche es el aullido que de JPM me queda.

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La luna emergiendo con su conejito cuyas orejas apuntaban al sur Hoy la recuerdo de día porque en el delirio de otra consonante avanzaba la noche. Este es el relato de otra narración: habladurías. Mirando los demás edificios cada apartamento resultaba una cajita. Aquella vez numerosas ventanas encendidas. ¿Alguien tendría un telescopio para espiarlos? ¿Para meterse donde no cabía? Espiar a un trío en una torre no deja de ser espléndido. Gracias al rumor renuncio al panóptico. H no quiso que C y J se limpiaran Quería que durmieran con sus rostros perfumados Embadurnados de mosto. Agradecidas lo aceptaron Se tendieron Se arroparon Abrazadas a su cuerpo en bola soñaron… No voy a entrar en más detalles que ni veo Me alejo de ese espacio dando tumbos. Mi retirada es lenta y borrosa como los chismes recién contados Reinventados. Seguramente siguió un amanecer El desayuno Un nuevo baño. Otros días y varias noches que pasaron Una vez más la atroz rutina. Adiós al compartir en triángulo escaleno: un lado mayor y los dos restantes ajenos Sin justo medio ni similar geometría. H tan equilibrado oscilaba entre los dos extremos. ¿Escucharon más música? Imaginémosla de fondo. ¿Cuál de tantas? ¿Alguna letra en especial? Que sea un ritmo latino Oigamos a la Piaf y que sea Vals en la calle. Presentó su novio a la mejor amiga Se sedujeron Formaron pareja perfecta y a ella la nombraron apenas testigo: se esfumó su anhelo

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Tuvo que asistir al matrimonio vecino. Esa historia cuenta la balada herida.

Detengo el ventilador. Desde que llegué lo había encendido. De noche toca dejarlo pese al ruido. A veces siento que se desprende y me arranca el cuello. Debe ser horrible: demasiada sangre. Pensar que la carne muerta repugna y fresquita la adobamos. Los conocedores dicen que es mejor prepararla con pimienta y cominos. Soy carnívoro aunque no del todo: no podría comerme a mis gatos aunque a veces les digo Si se portan mal los despescuezo y hago un estofado. Estofado de gato debe ser sabroso… Prefiero no intentarlo. ¿Entenderán mis amenazas? Cuando los sentencio quedan tan impávidos Mis regaños no producen efectos Los he malcriado. ¿Qué hago? ¿Me voy? ¿Salgo? ¡Qué pereza! Veré si resisto cinco minutos sin ventilación hasta que este cuarto se convierta en sauna destemplado… Imposible estar vestido ¡Mejor en bola ante el imponente bramido! Se cuela por entre las rendijas Ya no oigo las balineras Curioso: el oleaje del mar lo imitan bien las avenidas.

Conforme C Muy serena Dejaba y pasaba. J estaba subyugada. Entregarse: no le quedaba de otra. Pero no daba más El voltaje demasiado. Si te dejas enamorar te sobas Pierdes el año. Aun fingiendo sus 106

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ojos le brillaban Él lo sabía y aprovechaba. J se ponía intensa: lo llamaba Lo buscaba Le escribía versos Lo jodía. A cada rato queriendo besitos Caricias Emoticones Detalles azucarados. Su miel atosigaba. En cambio C muy arisca Mil veces más segura. Entre enamorados el que insiste queda rezagado. Querer tantos signos es un torpe indicador de celos. Eso fastidia. Quien ama no se fatiga ni fatiga a los demás (por ahí escribió Santa Teresa). Adueñarse del otro es egoísmo obsceno. J Esa niña blanca creyéndose de mejor familia Siempre pidiendo más… Quería ahogarse Atorarse Atragantarse la histérica. C todavía no estaba tan enferma. Sabía que H le pertenecía. Aun con J en la colchoneta le gustaba leer en la sala. De noche se apartaba de ellos Los deja en el cuarto escuchando música Así la perturbaran. ¿Viendo televisión? No estoy seguro si compraron ese aparato Aceptémoslo. Con un betamax para ver películas clásicas. ¿Qué clase de cine? Cintas de Tarkovsky el ruso. Solaris Stalker La infancia de Iván El sacrificio… (¡Qué malas copias!) Nostalgia. La pobre tonta no entendía ni pío Sólo la conmovió la escena frente a la Madonna del Parto —cuando salen del vientre de la Virgen cientos de pajaritos. H la instruía esotérico. Se refería a algunos pasajes mientras ella bajaba la mirada Contemplaba sus pies puros. Quería adorarlos Él ni lo notaba. Hasta que… volviendo a Nostalgia: —¡Qué cine tan denso! Error fatal Por la borda se había lanzado Suerte de click en suspenso… J quiso recostársele en el pecho H la dejó unos segundos y de 107

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pronto la apartó: Sch. Ella insistía. Él la retiró brusco. —No más Quieta. No me toque No quiero que me toque. J no comprendía persistiendo en sus caricias. H implacable como todo buen tirano sentenciaba: Lárguese ya Desaparezca… No quiero volver a verla.

Estoy bañado en sudor Me seco. Empapo mi cuello de Menticol que arde. Me visto. De nuevo hacia la calle. La oscuridad da miedo y comprendo a Jean Delumeau. Entiendo por qué existe el alumbrado público. Hay tanto ñero vagando… ¡Pobres gamines! Cuando alguien importante llega los esconden. Esta brisa mitiga el bochorno. Debo otra vez pasar por la Boca del Puente Atravesar la Torre del Reloj ¡Maldita multitud que viene! La huelo. Voy a la Plaza de la Aduana Donde Fidel… Allí beberé un par de cervezas así se derritan las etiquetas que arrancaré y pegaré encima de las mesas. Desde este sitio contemplaré la procesión Me inundarán No me levantaré para verlos. Bien sé lo que llevan: arrastran al muñeco.

Ante el desprecio de H J en los brazos de C llorando. Él en su cuarto semidesnudo Repasando la película. C consolándola. ¿En su fuero interno disfrutándolo? Acariciando sus cabellos le secaba las lágrimas. H tras la cortina… Esa imagen lo excitaba. Ver llorar a quien deseaba le resultaba muy gratificante Un 108

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gesto sádico. Quiero que llores por mí… ¿Pensaba eso? Si se atrevía ganaba la partida La habría domesticado. Su amor implicaba poder Sometimiento. ¿Quién no lo quería? Ganas nunca faltaban. H era un animal que jugaba como los gatos que marcan Sellaba a sus amantes. Les exigía que hicieran cosas por él Lo calculaba. Al cabo de algunas horas de pie increpaba: ¿Todavía llorando? Váyanse afuera y si siguen así Déjenme solo. ¡Divina crueldad Cuánto dominas! Las letras no se calmaban No podían. J cometiendo el error de su vida: —Entonces me voy. —Pues váyase.

Mucha salsa y bolero a todo taco. Si andas deprimido en Cartagena… Ve Donde Fidel que allí se te acaba la nostalgia. Es un bar de pueblo para turistas despistados. En los andenes quedan algunos puestos del mercado De los que relucen frascos de vidrio para conservar dulces y frutas. ¡Cuánto hipnotizan! Hermosas naturalezas muertas. De noche abundan hormigas Seguramente merodean ratas. La Plaza de la Aduana está cargada de historia Ruinas que por orden de la alcaldesa repintaron sus fachadas. Tambores y adolescentes disfrazados ¡Ya llegan! Todos danzan. Aun los pasantes que marcan otro compás con las manos. Cuerpos sensuales dibujando círculos Pequeños saltimbanquis. Varias veces he visto a un viejo flaco y muy austero en ese espacio… Se presenta con pantalón ceñido y camisa manga larga reluciendo el 109

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último botón abrochado. A sus años sigue haciendo malabarismos. Juega con un sombrero raído Hace piruetas Traga alcohol y se convierte en dragón que arroja fuego. Se va a quemar ¡Cuidado! Todavía no ha fallado. Casi siempre instala un par de parlantes que rechinan Hoy no lo veo. La multitud lo ha devorado. Siguen falsos frailes encapuchados. ¡Con tanto calor deberían ir empelotos esos pelaos! El sudor juvenil me enfervora. Al fin veo al muñeco vestido con sayal de reo. Recrean otra época. Lo amarran más allá de la Torre del Reloj Al otro lado de la Boca. No me explico por qué cambiaron de sitio. Ya mismo lo cubren de paja que prende hasta que se chamusca. En la fiesta de La Candelaria el pueblo cartagenero recuerda a sus herejes El rito se ha vuelto folclórico. No hay más inquisición sino divertimentos. Diez años atrás cuando llegamos la plazoleta estaba cubierta de cenizas La fiesta había pasado Nuestro pacto con tizne lo sellamos.

Bien pensado el amor resulta mal negocio. Desde joven H lo tuvo claro Sus ambiciones crecieron. Debía con más fuerza que nunca compensar sus carencias: vestir ropa de marca Viajar al otro extremo del globo Cenar en lujosos restaurantes Hospedarse en hoteles cinco estrellas. ¿Cómo lograrlo? He ahí el dilema. Nada que hacer Su carrera de impostor tocaba retrasarla. En adelante dejaría en bancarrota a sus 110

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letras. Si no eran capaces de mantenerlo: Addio. Necesitaba un amigo para mayores fechorías. F pudiendo funcionar pero era de su género. ¿Si encontrara una cómplice? De pronto C serviría aunque se había ido con J… Ya regresaría a sus pies arrepentida. Habría que castigarla y líquidamente hacer que implorara. El trajín de vida que H bostezaba… Si falsificaba marcas indudablemente las deseaba. Lucir cosas lujosas compensaría tanta orfandad Su anonimato Un cierto exhibicionismo a falta de legado paterno. Tal vez algún día saludaría a su padre sin desprecio Le demostraría que no estaba condenado a ser un pobre diablo Le comprobaría que la gente lo reconocía más allá de su apellido. Todo con una sonrisa Una extraña timidez para no hablar de soberbia.

En todos los rincones de Colombia la gente celebra carnavales ¡De ahí semejante mundo de reinados! Del de La Heroica mejor me callo. Los otros son fantásticos: reinas del joropo Del sanjuanero De la cumbia Del bambuco De la papaya De la guanábana De la piña perolera… Reinas y más reinas. ¿Y jamás un reinado de pelaos? Que de por Dios no sean vigoréxicos. Ante tanta tramoya nuestra verdadera pasión consiste en apodarnos los más felices del Planeta. Porque ¡ay del que hable mal de su patria! Le gritan traidor y lo destierran Claro está si antes no lo quiebran. Y ríete de que carecemos de humor en nuestro 111

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país tragicómico ¡Que vivan entonces las rumbas y festejos! A punta de telenovelas nos dopamos ¡Benditos los tramoyerismos! Ni chuzadas Ni falsos positivos Ni cultivos ilícitos Ni formalidades ilegales Ni pirámides ilusas Ni permisos concedidos a los gringos para espiarnos desde nuestras propias bases anularán lo dichosos que somos. Tan olímpicos como en la aduana condenarán a JPM y la CPI jamás pondrá tras las rejas al topogigio que nos alienaba.

Jugando con una cuerda observo un movimiento pendular Esa campana… ¿Qué hacer con tantos deseos? Ganas de usar objetos finos revelaba falencias. Lo más grave de H consistía en no aceptar sus fisuras En creer que con prótesis compensaría su hambruna. Anhelaba ser un triunfador ¿Y si el éxito no lo alcanzaba? A buscarlo donde fuera. ¿Cómo serían las lujosas suites de aquellos hoteles? ¿Qué se sentiría viajar en primera clase con prendas que saltaban a la vista? ¡En vez de resentido se imaginaba despertando mucha envidia! ¿Qué implicaría tener un auto deportivo y un yate o ser dueño de alguna ínsula? Sólo así la modestia La frugalidad La sencillez autorizadas. De ningún modo en la estrechez de la pobreza. Una vez al poverello se le apareció disfrazado de cardenal el diablo… Cuenta la leyenda que Lucifer se burló de San Francisco llamándolo soberbio: Dejarlo todo es muy fácil cuando te llaman Señor de la tierra. Por 112

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eso sus primeros frailes se apodaron deudores Decían deberlo todo para poseer nada. Llegue usted a tener algo y suéltelo si puede El tramoyero lo sabía: teniéndolo todo una bella impostura renunciar al mundo. Pasando penas sólo ganas de ascender De acceder De montar a cualquier modo. Una pulsión pornográfica: colarse en las habitaciones de los ricos En los baños de los poderosos En los camerinos de los famosos. Pero con N T C y J muy poco probable: mejor tramar a otras.

Escabulléndome de la multitud hacia la Bahía de las ánimas huyo. Ya no se llama así porque ahora está muy cambiada. En lugar del mercado antiguo hay un centro de convenciones que recuerda a otro demagogo. Alguna vez despotriqué frente a María-Mercedes Araújo de los presidentes de Colombia Le dije que todos eran unos corruptos. Ella me corrigió con una buena lección de historia. Me dijo que no siempre el poder se supeditó al dinero Que hacía tiempos los primeros mandatarios vivían de su sueldo Que estaban por encima de los intereses mafiosos Que la racha ilícita empezó con el turco del menudeo — bajo cuyas cenizas medio país todavía cuenta chistes burdos. ¡Maldito incestuoso que con complicidad del Vaticano contrajo matrimonio con su prima! Claro está después se divorció porque tenía otra. La aborrecida se lucró de la Solidaridad por Colombia mientras 113

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el muy degenerado volvió a conyugarse todo cándido el hideputa. ¡Una vergüenza que al mercado de Cartagena le cambiaran su nombre por el de semejante sarnoso!

N T C y J apenas un rectángulo. Demasiado poco. Había que multiplicarlas Desagregarse para no perder el juego. Conservar más fichas sobre la mesa de modo que si una se resbalaba otras quedaran. H debía ser más fugaz sin pasar por coleccionista. Mejor lanzarse en cacofonía de formas combinando anaranjados entre verdes oscuros de discordancias eclécticas. Abrir muchas más ventanas y las que pretendieran ser puertas clausurarlas. Así parecieran las siguientes retahílas episódicas de interacciones minúsculas. Dormir de día y vigilar de noche Trastocar la rutina hurgando en lo inhabitual para poseer espléndidas grafías. Lentamente había que estafarlas Ser cruel y dosificadamente sádico. Y nada de compromisos. H fijándose pues esa meta. Entonces que C y J se largaran Ninguna era necesaria Ya aparecerían otras. Sólo contaba el Señor de los celos Lo demás pudiendo hundirse porque a cada rato las casas se remodelan. ¿Alguien quiere ensayar? Actores y actrices nunca faltan. Primero se esfuman estudiantes Luego academias y liceos El teatro siempre queda. Aun como escenario virtual En la pantalla En el ciberespacio Allí donde vale la pena recrear nuevas tramoyas. 114

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Como ya no hay mercado ni Bahía de ánimas miro hacia el Centenario. Triste que en las calles no haya gatos. Si fuera alcalde de La Heroica la infestaría de felinos. Muy grato verlos tomando el sol en los tejados Deambulando por las murallas asustando a los turistas. Como en cada rincón de Roma: en las ruinas cercanas al Coliseo En los atrios de las iglesias En las plazas merodeando junto a las fuentes… ¡Qué mejor labor si no mantener gatos! Caprichosamente extraño a los míos. ¿Qué será de ellos? ¿Qué harán cuando no los veo? La gente torpe dice que se la pasan durmiendo. En realidad sueñan nuestros deseos Fantasean. Además son los primeros en captar movimientos telúricos. Si alguna vez Bogotá se derrumba hay que estar atento a ellos Son el mejor simulacro. Varias horas antes los captan Se inquietan Revolotean Entran en delirio. He ahí la mejor alarma. Torpe que los gobiernos inviertan en prevenciones Deberían promover incubadoras de felinos Ellos sí son antiquísimos Más astutos que los perros… Faraones y emperadores los obedecían Por algo los protegieron.

Las siguientes letras forzosamente dietéticas Preocupadas de su apariencia. Pocas grasas y harinas y muchas hierbas con agua sin gas bien embotellada. Miedo a engordar y ansias de estirarse Naturalezas 115

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ecológicas. Al tramoyero no le gustaban chuzadas. Se creía cósmico aunque tomaba complementos vitamínicos Le bastaba con dos comidas. El gimnasio no le interesaba Caminar sí y nadar por supuesto. Solía colarse en un club acuático Allí comparaba su cuerpo. Veía en otros lo que no poseía No tanto músculos sino maneras de moverse. En la ligereza estaba el secreto. Nunca apresurarse así ocurriera una tragedia. Todo con calma y muy lento Atravesando el agua… Jamás chapucear a los demás Nadar imperceptiblemente excepto para alguien atractivo. Seguramente lo captaría Se fijaría Lo atraería Intercambiarían gestos Tal vez compartirían un rato de esparcimiento. Allí H conocería a S. De su especie De su género. Parecieron amistarse. El otro mil veces más seductor componiendo música. Viajaba continuamente a Nueva York y le encantaba tocar saxo. Él sería su tercer amigo idéntico. Recapitulemos: L F y S del mismo género. Todas las demás grafías contrarias. S tenía un cuerpo espléndido Practicaba yoga e iba al gimnasio: todo un mamífero. Jamás tuteaba porque guardaba muy bien las apariencias. Le enseñaría a H a ser explorador Viajero. También errante y huidizo Si se quiere cómplice. Era un niño rico. Con H compartió bastantes prendas: zapatillas Medias blancas y hasta calzoncillos. Algunas veces su espacio. Fue entre episódico y aventurero. Juntos contemplaron incontables veces la luna Le facilitó un excelente anzuelo para conquistar mejores letras Poco a poco se las dejaba. Mejor dicho gracias a 116

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S se fijaban en H. Las llevaba al teatro Les enseñaba a ser actrices sin artificios. ¿Contradicción en los términos? Digamos que experimentó con ellas provocándoles celos Mejores desafíos. Con el tiempo apenas se acordaban de S. Se iban entregando al tramoyero… S viajaba demasiado y entre tanto confiaba a H sus secretos Su hábitat: un tremendo apartamento. Desde ese espacio H desarrolló un cúmulo de imposturas Envidiables Intensas Muy discretas. Una suerte de doble vida: entre el apartaestudio céntrico mantenido por C y el gran hangar de último piso al Norte de S Contaba pues con tres pares de llaves: la de su casa vergonzante donde Doña C La del cuarto alargado por una cortina que cada vez pagaba puntualmente la amiga de T Y el nuevo lugar idílico: donde sentía que estaba su sitio. Allí M entraría en escena. Más tarde la mamá de M que siguiendo la convención original debe ir en negrilla: M. Con una de sus amigas igualmente marcada: P. Pero no hay que correr tanto. Regresemos al centro. C y J se fueron mientras él queriendo huir y aletear para atrapar nuevos vientos. En medio de la calma no soportaba quedarse quieto Mucho menos la soledad Le podría eso. Quería ser un magnate Mejor dicho un actor de cine ¡Basta de elucubrar Qué desespero! ¿Si comprara la lotería o se ganara el Baloto? Tocaba buscar un terreno menos azaroso. Andaba tan excitado que se golpeaba contra las paredes y frotándose rompía su calzoncillo No podía llegar porque le faltaban imágenes. Tenía que abrir nuevas ventanas 117

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que aún desconocía. Entonces a nadar disimulándolo todo A colarse en el club donde lucía espléndida la gran piscina.

Si encontrara un gato callejero me haría su amigo. Lentamente me acercaría y lo llamaría: ¡Chico Michico Michico! Hasta que al fin: con el corazón latiendo a mil percibiría sus ronroneos Lo acariciaría… Pero no. De este lado y más allá tan sólo hay cantinas. En una ciudad extraña y con tanto calor no tengo confianza para quedarme quieto. Siempre hay que moverse Girar en círculos. Tampoco se puede pasar varías veces por el mismo sitio. Al cabo te reconocen: Un cachaco por aquí… ¿Qué querrá? ¿Se le habrá perdido algo? Y no quiero hablar con nadie pues hace años perdí la espontaneidad y de ella reniego. Me cuestan las frases iniciales Las venias Los saludos. No puedo dirigirme a alguien sin mirarlo. Eso compromete. ¡Fatídico! Hasta comprando agua veo escenas: Este tipo detesta a su mujer Aquella vieja ni los años se la comen A esos turistas habría que violarlos… De pronto se larga a llover y ¡Qué aguacero! Toca correr sin saber adónde. Siempre se paga la novatada volviendo al mismo sitio. Sin calcularlo atravieso el ayuntamiento y para escampar alcanzo los pasadizos de la Gobernación de Bolívar. Me detengo y todo el mundo observa. Sacudo empapado la indumentaria que sin escrúpulos me delata. No soy de 118

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aquí Lo asumo. Saco la pipa y el tabaco que siempre llevo La enciendo y lanzo algunas bocanadas… Peor que lo anterior: muchos ojos sobre mí están puestos. Imposible disimularlo Me torno peripatético: de un extremo a otro contemplo a Santa Catalina de Alejandría ¿Qué le vamos a hacer? Acepto mi condición de forastero.

Como no tengo ojo biónico para ver a kilómetros Sin ruborizarme sus intimidades invento. H tiene que ingeniárselas para conseguir un casillero. ¿Cómo lo logra? Calmando su respiración observa a los socios más jóvenes Atento. Hay que buscar un candidato débil Ojalá tímido. Una suerte de niño enfermo Tiene que haberlo. De similar edad y contextura. Debe tomar su lugar Suplantarlo momentáneamente. Ingresa pues donde todos se cambian cual empleado A vuelo de pájaro lo capta. Ya está En un rincón: aquel jovencito abandona su pantaloneta Él la toma Se encierra en un baño Rigurosamente pliega sus hábitos y los camufla Sale de allí buscando ayuda: —Perdí la llave de mi casillero pero no quisiera molestar… ¿Será posible una copia? Mejor no Lo siento. —No se preocupe señor Tome el del otro lado que está vacío. Aquí tiene la llave. —Qué pena. —Tranquilo. Puro suspenso y temor bien disimulado (causándole molestias al personal de servicio) Más o menos de ese modo. Magníficas potencialidades las del tramoyero. Todo un experto en colarse: en 119

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los grandes conciertos En estadios En la ópera. Aun en la salas vip a las que no tenía derecho. Era un mago que observando a los demás calculaba muy bien sus movimientos. Como si fuera un cliente preferencial y toda la vida de la Casa. Tranquilamente podían pasar semanas e incluso meses sin levantar la menor sospecha… Esa habilidad la intensificaría aprendiendo mejores protocolos Ingresaría a las vidas ajenas como instructor Consultor de negocios Director espiritual si se quiere. Sabía acertar cuando una letra necesitaba ayuda Sin cálculo previo lo tenía incorporado Surgía con tanta facilidad Saltaba de inmediato Se desenvolvía con especial diligencia.

Mañana compraré un sombrero aguadeño No de los que hacen en Panamá o en Ecuador sino de los de Caldas que venden en Cartagena. Tal vez no tan blancos sino café con leche Mi color preferido. Porque me gustan y así me corono de turista ¡Qué diablos! Aunque viviera en la costa jamás usaría manga corta. Estoy marcado de por vida. Me encantan las camisas sueltas que cuelgan y por eso casi nunca uso camisetas. Esas son para lo jóvenes que deseo No para mí que voy bordeando los cuarenta Aunque una vez un niño me botó una y qué dolor ¡Qué rabia! Después me la reemplazó por otro juego. El asfalto húmedo en breves instantes se seca El calor se evapora y esta ciudad de bucaneros sigue su ritmo. En el centro 120

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histórico por todas partes hay vigilancia: a los putos del Parque Bolívar quién sabe adónde los metieron ¡Una lástima que escondan la prostitución callejera! Hay algo bello en la falsa espontaneidad En los simulacros de cada encuentro. También maravilloso preguntarle a un pelao qué le gusta y cuánto cobra… Pero no sigo para que no me pase lo que a Fréderic Miterrand: si fuera ministro de Cultura en esta patria boba de inmediato me excomulgan.

Acuclillado en posición fetal H divagaba… Horas decidiéndose en ir a la piscina. Caminar hasta allí no era el problema Enfrentar a los otros Sin duda. Sería fácil Funcionaría Lo sabía Pero… Para que fluyera necesitaba estar tranquilo Saber deslizarse. Más tarde que temprano. Al fin lo haría. Se levantaba pues Vestía e iba. Al llegar Lo anteriormente descrito (No en la historia paralela sino en el párrafo pretérito). Contaba ya con su propia llave La del casillero treinta y seis Allí guardaba su ropa Se cambiaba y disponía a… Salir a escena. Muy seguro de sí se lanzaba al agua y deslizándose cual delfín seducía. Una noche conoció a S. Pura complicidad de miradas. Se amistaron y como con F: The past and the present in the present… S en su apartamento del Norte tenía un gran sofá de cuero que extendía para transformarlo en cama. Desde el primer amanecer H allí reposó su desespero. Envuelto en una sábana lo arropaba una cobija de 121

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lana. Se deshizo de la primera porque le encantaba que su cuerpo sudara pegándose a superficies ásperas. Excitado se quitó el calzoncillo Quiso frotarse y embadurnarse no pudo. Se dio por vencido. S descansaba en su cuarto H alcanzó a despertarlo. El saxofonista apenas dormía. Conversaron y bebieron varias cervezas. Sostuvieron una charla ecológica. De verdes y azules hablaron El gris también los desvelaba. Irse de exploradores Errar su cometido. En medio de divagaciones construyeron un cadáver exquisito. Amanecía. Desvelarse en lugar ajeno fue magnífico signo. Desde ese espacio una aventura ¿Quizás una historia? El uno músico y el otro teatrero. Ambos compartirían sus métodos. H invitó gentilmente a S a los ensayos. Éste creía que H actuaba hasta que en la tarde lo descubrió tramoyero Pendiente del telón Ajustando luces Preparando decorados También eligiendo a las actrices aunque de sobra conocía varios parlamentos. Ensayaron uno. ¿De qué pieza? De Los días bellos… Mas ¿Cómo hallar su protagonista? He ahí el dilema. Aquella pieza constaba de dos actos: en el primero una mujer debía estar enterrada hasta la cintura En el segundo hasta el cuello. C era muy joven para eso. T podía funcionar pero H jamás la propondría. J ni de riesgos. ¿Entonces quién Señor mío? Cansado de acompañar el proceso S propuso a M. ¡Una actriz naturalmente perfecta! Había que probarla. A la mañana siguiente una letra alta y entaconada generaría un feroz eco en las tablas: —¡Contratada! 122

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Mi vida privada se queda en casa No la comento. Tampoco la desapruebo. ¿De qué me arrepiento? De nada. Toda confesión es siempre culposa Desde que deba contarse. Sólo los inventos son puros. Lo ocurrido si no se deja recrear hay que borrarlo. A esta altura del partido la prostitución me aburre. Mis amigos tendrían que engañarme cual novato igual que con las putas de puerto disfrazadas de colegialas para el viejo guanábano. Los lupanares me deprimen tanto como los bares alternativos. Detesto los sitios de rumba ¿Está claro? ¿Hacia dónde divago? Atravesando Getsemaní veo a otro barrio que ya no es Manga. Está rodeado de casas sencillas y huele a festivo. Tiene una plaza que bordea una iglesia clausurada. Allí exhiben todo tipo de comestibles. Fritos y cervezas abundan Todo recién preparado. Me atrevo a comprar una arepa de huevo Es exquisita: sabe a areparina. Ahora siento sed ¿Qué bebo? Una cerveza costeña. Felizmente cansado me acuclillo en el atrio rodeado de pueblo. Hay un conjunto vallenato: dos muchachitos acordeoneros y otros dos con caja y guacharaca. Sobresale un cantante blanco y de ojos claros con acento sabroso. Canta Mi hermano y yo de los Zuleta: Aunque me corten los brazos y me arranquen la lengua… Me queda grabado ese estribillo. Me levanto y en contravía contemplo el movimiento ¡Qué extraño! ¿Soy en verdad anónimo o lo creo? Como en 123

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un carrusel el mundo gira. Camino contra él y voy galopando un caballito de madera. Grato recuerdo: girar y girar montando un potrillo imaginario ¡Dulce compañía!

M tenía un porte distinto al de las anteriores grafías. Exhibía sensualidad y muy elegantemente se distinguía. No era estudiante universitaria Tampoco una ejecutiva porque se dedicaba igual que S a la música. Le encantaba recomponer sonidos produciendo ecos. Quería consagrarse a eso. H quedó tan seducido que se atrevió a invitarla. Ella le respondió coqueteándole con un Tal vez… Le prometió buscar espacio en su agenda. Él la miraba y se sonrojaba Le temblaban las manos Transpiraba. Algo en ella lo intimidaba. Seguramente su desenvoltura Su autonomía. Una letra tan joven que no estaba dispuesta a dejarse dominar porque tenía estilo. Tarea difícil conquistarla Pero retador al tiempo. Entre el público estaba C contemplando a la intrusa Sintió terribles celos. Si H se cuadraba con M corría el riesgo de perderlo. Jamás pasaría lo mismo que con J Ella sí era de mejor familia: se le notaba a leguas. Impulsiva se levantó Salió de la sala dándole un par de vueltas a la manzana Regresó extasiada la ilusa. Empezó a fabricar un plan para sobornar al tramoyero. Entretanto H y M felices. S los acompañaba Luego se retiraría. Los dejó solos en su apartamento Partía rumbo a Nueva York 124

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a otro concierto. Quince días de disfrute para H en evasión con M abandonando a C y a J ¡Que sufrieran Que deliraran! Bastaba enterarse de que H andaba con otra para que ellas regresaran compungidas a asediarlo. Completamente inútil porque él se había comprometido a entrenar a la nueva actriz para la pieza. Una sonora letra en la arena. En el apartamento de S ensayarían y como tocaba hacerlo con todas las de la ley H diseñó en la sala un espacio que cubrió de plástico e hizo subir hasta el último piso varias carretillas de arena. Cuando M contempló el escenario no podía creerlo. Se sintió tan excitada que quiso rechazarlo Sus gestos coquetos aumentaron el deseo. Una nueva partida comenzaba.

¿Qué he dicho? Me falseo. Dando vueltas en círculos siempre cabe un hálito de nostalgia. Me faltas amigo de juventud Compañero de juegos. Ese tú para sentir que avanzo estando quieto. Afuera el mundo estático Adentro todo gira. Mismísimo contraste de la tierra que da vueltas sin saberlo. ¿Por qué saltando tras dos segundos en el aire si el globo se mueve caigo en el mismo punto? Pregunta para un físico. De momento en la memoria juego golosa contigo: pego cierta cascarita a mi brazo y voy saltando de cuadro en cuadro. Descanso en los dos primeros Luego doy media vuelta y sigo haciendo equilibrio Ahora de regreso. El cielo está coronado. Más que 125

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saltar lazo prefiero el trazado de las calles de barrio. ¿Quién practica esos juegos al aire libre cuando entre muros nos encerramos? Apenas en los suburbios cansados jóvenes pelotas patean Hace falta saltar porque aquí no hay sino abismos. Algunos niños al fondo me transportan a otro tiempo: jugando a las escondidas proyectan un eco que grita: El que sale come papas Uno Dos y tres por Juan-Pablo. Acaban de descubrirlo. Sucesivamente van apareciendo y luego recomienzan. El vapor nocturno todo lo mitiga y en este rincón de la ciudad parece que no ha llovido. Las calles están secas Los andenes poblados Todo el mundo afuera. ¡Casas gozosas de puertas abiertas! Contrario a los sectores donde encapuchados miran a cada transeúnte con sospecha ¡Cuán grato resulta caminar! Divagar con tu recuerdo por aquí así los demás nos crean fugitivos.

Ensayo perfecto. M en la arena representando Los bellos días debía estar desnuda. ¿Cómo decírselo? ¿Cómo lograrlo? H demasiado confianzudo pudiendo echar todo a perder pero… Hay cosas que deben decirse de una: Quítate la ropa. Lo demás puras arandelas. Con calma y sin dudarlo Y no teniendo tiempo para estupefacciones. M contemplando la arena en la sala de aquel apartamento Sin remedio obedeciendo. Lentamente la blusa El sostén La falda y lo demás ante la mano extendida del tramoyero que le indicaba sepultarse hasta la cintura en el montículo de 126

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arena. ¿También sin calzones? Claro que sí —pese a la piquiña que naturalmente produce el sable en contacto con la carne fresca (imponiéndose la excitación de exhibirse y luego cubrirse ante un desconocido). ¿Las tetas descubiertas? Por supuesto. Todo sostén participa de alguna moral victoriana. Nada más maravilloso que las partes que cuelgan. Por eso han vuelto a usarse los calzoncillos ligeros: para que cuanto ha de caer caiga y si la verga se levanta que se alce cual poste de tu circo. A ensayar pues con M metida en la arena y sus tetas colgantes repitiendo los balbuceos rigurosamente prescritos por Samuel Beckett hace medio siglo ¡Ah! Los días bellos…

¡Qué asco andar protegido por un esquema de guardianes y escoltas! Que te digan: doctor No puede salir a caminar sin previo aviso. Que te muevan y te corran Que te prescriban Póngase de pie y te pongas Quítese y te quites U oír la expresión tediosa: Es por su seguridad Compréndalo. Si al menos el gorila que te impide pasar fuera hermoso y su belleza subyugara… Pero sólo son camajanes vigoréxicos Manes hormonizados que para parecer machos andan chuzados. Nada como hacer lo que te venga en gana. Qué depresión tener jefe y deber pelarle el diente Ser localizable. Maravillosa en cambio la indeterminación y que nadie te joda la vida: Allá va el poeta con su boina de pana sacándose bizcochos de los bolsillos… Que ningún 127

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malparido se atreva a interpelarte con estupideces. Somos tan comunes Tan evidentes Hablamos y pensamos obviedades Redundamos. Carecemos de futuro y reconfirmamos a toda hora nuestras citas Incapaces de valorar la palabra Verborreamos.

Mantener la entonación de cada párrafo según el tacto del director y sin la más mínima desviación de la actriz Exactamente como sonaba en la cabeza de El tramoyero. Lento Pausado Sin tanto color Sacando los nudos de garganta que se llevaban dentro. Una y otra vez hasta el cansancio Hasta que quedara Hasta que sonara. M debía aprender a mover las manos ¿Qué poner en ellas? ¿Un periódico? ¿Una revista? ¿Un bolso de playa para sacar muchas cosas? Primero lo último. Su cartera roja servía. A abrirla pues y a expandir en círculo montón de objetos: un espejo Su teléfono móvil Un lápiz labial Un cepillo Una libreta de direcciones Unas gafas de sol Pastillas antidepresivas y qué curioso: un par de condones. M ruborizada y H sonriente logrando que ella sacara todo sin comentarios. Estaba sepultada y él desde las alturas mirándola. Ella postrada en la arena muy excitada y con ganas de que la dominara ¡Silencio! La cartera y esas cosas no funcionaban Tocaba guardarlas. Una y otra hasta que el bolso estuviera herméticamente cerrado. ¿Entonces qué? El periódico. A pasar páginas sin mucha concentración Titulares azarosos. H le pidió leerlos: 128

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Mil quinientos falsos positivos Rector secuestrado en campus universitario Ola verde eclipsa a viejos políticos Orden de extradición contra el Comandante de las Fuerzas Armadas. Ninguna de esas noticias ayudaba. ¿Cómo romper la ilusión creada? M no era tan carnosa Mucho menos cincuentona. Necesario darle un toque de intimidad Inminente lograr un aire de calor canicular Imitar la luz brillante de un sol inclemente a medio día Urgencia de un parasol No tanto de una sombrilla. Tocaba volver a sacar los objetos de la cartera dejándolos esparcidos y que se pusiera las gafas medio torcidas y aparentara somnolencia Que un cimbronazo fuerte la despertara una y otra vez obligándola a recomenzar el día Había que recrear un ambiente de pareja: ella tendida y él oculto espiándola celosamente cual marido. ¿Qué inyectarle para alcanzar un completo patetismo? Sus tetas definitivamente un impedimento. ¿Dar un paso más para martirizarla? ¿Con qué golpearla? Jamás usar látigo Menos violencia física. Tan sólo gestos Ni siquiera palabras. Ella imaginando múltiples sonidos Voces a diferentes frecuencias. Él cronometrándola hasta encontrar una ventaja que ayudara: el viejo estilo de Los días bellos atormentando con su ruido. Todo en la cabeza de ella Proyectado hacia el público. Tocaba buscar que el auditorio perdiera la razón Aburrirlo con semejante intensidad Calmarse Manchar el silencio. H merodeando alrededor mientras M empapada sin poder decírselo y él queriendo azotarla con todas sus ansias 129

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Haciéndose el indiferente. Monstruosa situación de pareja: rutina implacable de no desearse falseándolo todo en un simulacro así los dos enloquecidamente se anhelaran —como si los objetos esparcidos se movieran cobrando vida. Par de niños dramatizando con juguetes imaginarios Sólo los pasos de él estridentes y lentos. Atrocidades de lo cómico. Queriendo destrozarse de amor los muy contenidos fingiendo asco para lograr la performancia. Repulsividad de imaginar aquello como una historia del pasado Muchos años después… Inocultable horror frente a las demás letras: deseo de borrarlas y por este montículo de arena Jurar no volver a nombrarlas.

Pronto buscaré un orinal que necesito De los que parecen vaginas gigantescas de porcelana. Me alegran por Duchamp pues gracias a él los amo. No así los cuadritos de baldosín en el piso. Sólo los colgados oliendo a amoniaco. Muchos se escandalizan del aroma ¿Dónde hallaré uno en medio de tanto borracho? ¡Lástima tan feos! ¡Maldita civilización que en la calle nos impide sacudir la verga! Al hotel no quiero ir y por eso me aguanto. Hace rato dejé el carrusel continuando sin saber mi vuelta inconclusa. Una cuadra y otra Una especie de avenida Otra. También por estos lugares el alcantarillado apesta Cuando llueve las casas se inundan multiplicando los arroyos. Mientras la gente socializa yo huyo de los lazos. Hacia mi derecha 130

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se llega al laguito que francamente detesto Mejor retrocedo. Contorneo otra manzana. Si doy la vuelta otra vez me topo con el castillo ¡Cuánta miseria lo rodea! Igual que a las pirámides de Egipto ¡Pobre San Felipe así resulte espléndido! De noche varios reflectores lo iluminan: ellos mitigan el atracadero. Ya no hay buses de turistas y los estafadores se han ido Un pasadizo abandonado salta a mis ojos Tengo miedo: si por aquí te atracan entrégalo todo. Celadores acuartelados jamás te ayudarían Ellos saben de sobra que no hay que meterse en asunto ajeno… Mejor dejar así y si acaso se presenta un muerto Jurar que andaba mirando para el otro lado.

Pensando en C-J y T H lo iba logrando. Voces repetitivas corroborando la insolución hasta que M pronunciara acertadamente el monólogo: La razón todavía Algo quedando del todo pero no del todo Pequeñas rupturas y caídas Más sonidos raros. En fe de la verdad Sin salida. H presionando a M para extirpar sus resistencias Obligándola a respetar el tempo de cada frase Midiendo la musicalidad hasta hallar la cuadratura. Él no la maltrataría Tampoco la golpearía ¡Silencio! Sólo pasos trastocados rozando la extenuación —¿Hacemos una pausa? —Mejor de largo. Demos por terminado el primero y pasemos al segundo acto. Avancemos: ¡Ahora hasta el cuello! 131

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A la topa tolondra a La Pedro de Heredia la reconstruyeron. Estoy a punto de atravesarla. ¿Vuelvo al centro? Los vendedores ambulantes han desaparecido. ¿Las baratijas dónde están que no las veo? Por aquí no va ni un alma aunque más adelante las plazas estén repletas de turistas. Prosigo. Algunas tiendas y cantinas todavía abiertas ¿Qué horas serán? Dentro de poco me alcanzará la alborada. Hace diez años por aquí íbamos ¡Qué recuerdos tan efímeros!

M transformada en Winnie y H cual Willie humillándola. Aplaudía y continuaba diciéndole: Así no Volvamos al comienzo Primera escena. Yo te sacudo hasta la cintura Mejor en tus manos una revista de vanidades. Ella perdida y obnubilada ¡Vamos! Él tratándola como a un maniquí y cual alfarero esparciéndole arena Moldeándola. Una vez más dando vueltas a su alrededor el eco de sus pasos… Sonidos en la cabeza de M hasta casi perder la sensatez del todo. Puras páginas sociales ¡Eso: más patetismo! Viendo a H vestido ¡Qué desperdicio! Así Muy bien Magnífico. M mirando aturdida los objetos kitsch de su cartera Los preservativos empacados… H pichando jamás los utilizaba pues era puro bareback (¿Lo había dicho?) Aunque él sí exigía pruebas incondicionales de amor pues a los arcángeles jamás les da sida. Del mismo modo se trababa con hierbas medicinales (Eso sí lo 132

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dije): —¿Cómo te sientes? ¿Tienes valor para proseguir? Intentémoslo. Actuar es difícil. ¿Te das cuenta? Ella en silencio oyendo sus voces y él dándole dos ligeras palmadas (en la cara) y en seguida tocando sus tetas heladas: Qué fría estás ¡Pobrecita! M rendida y completamente mojada mientras Él de pie aplaudiendo: ¡Sigamos!

Ya veo: íbamos buscando posada. Más vueltas sigues dando en mi cabeza… Cargábamos dos enormes morrales Éramos dos cuerpos encarcelados en un alma y aquí no siento la mía.

Con esas poses los espectadores debían moverse incómodos en sus sillas. Tocaba que algunos se salieran a mitad de la pieza y se quejaran de Los días felices juzgándolos inaceptables. ¿Qué he dicho? Cuestión de traducción: Los días bellos. Con ese título la gente perseguía un optimismo que no se le debía dar y a cambio había que negárselo. El tramoyero era un buen lector de Beckett ¡Maldita sea! Con M en esa situación y a todo vapor ¡Viento en popa! Nuevamente sepultada hasta el cuello. Él palpaba a su Winnie varias veces quitándole y poniéndole las gafas: —Ya está Sigamos (Que esa imagen fuera inolvidable sin necesidad de pasar más páginas)… Los reflectores te dorarán Será un tormentoso día ¿Tienes calor? ¿Qué tal un baldado 133

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de agua fría? Ella un mero parpadeo entre sus lentes oscuros asintiendo Y él sin vacilar rumbo a la cocina decidido a llenar un balde ahora desbordado arrastrándolo… Sin duda alguna lo vaciaría. Arena entonces transformada en barro rozando el límite de los plásticos Pequeños caudales como afluentes chorreando el tablado y al final todo secándose y el apartamento de S nuevamente impecable. Entretanto H a M: ¿Te gusta el barro? mientras ella enmudecida parpadeando… Ni siquiera amordazada. Él rápidamente desnudándose y por fin erizado lanzándose sobre el montículo de arena hasta sepultarse con ella embadurnándose de lodo (¡Luchar en el barro es tan erótico!): humedad junto a fervor estallando.

Recuerdo sus tenis: redondos Trompones Feos. Hace diez años los odiaba. Haciendo un alto en el camino en dos bancas opuestas Descansamos. Espontáneamente levanté el pie derecho y rocé con mi siniestra la diestra suela de su zapato Lentamente traté de acariciarlo. Con el contrario hice lo mismo Lo fui levantando… Él irguió sus piernas al compás de las mías tensando un arco para que jamás se rompiera. Entusiasmado mentí diciéndole que sus pisos me parecían bellos Nunca supe si me perdonó aquella impostura Tan sólo quería volver a seducirlo.

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Con los días H pasándole revista al apartaestudio del centro con la ilusión de encontrar a C que no estaba. La esperó toda la tarde hasta que cayó la noche y allí durmió y nada. A la mañana siguiente una llamada lo despertó sobresaltado. Era T que parecía desquiciada… C había cometido una locura. En el entreacto del primer ensayo de M interpretando el papel de Winnie —cuando H y S la contrataron— C se sintió desplazada. En algún momento H y C se encontraron y para deshacerse de ella H le dijo: —Ese pelo tan largo ni te sienta… En vez de celarme deberías cortártelo. Ella regañada lo miró a los ojos buscando un gesto de cariño pero él prosiguió con desprecio: ¡Dizque me quieres y nada haces para demostrármelo! Ella emprendió la huida y él a su trabajo. Hasta ese punto quince días antes. Ahora T contaba otra tragedia: C completamente rapada acababa de tomarse un frasco de somníferos. Minutos antes la reanimaban.

Él dudaba Lo veo. Sigilosamente miraba sus zapatos recién acariciados Trataba de disimularlo. Lo avergonzaban igual que su caminado. Se sonrojaba si lo pillaban solitario. Distinto a los demás hombres jamás ladeaba en diagonal sus pies avanzando. Como buen impostor parecía una geisha: adelante recto y en seguida con el otro pie en paralelo. 135

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H llegando a esa clínica alta Fría Medio abandonada y podrida… Pasadizos y más Pisos ¿Dónde era? Los datos concretos olvidados Perdidos. El lugar incierto. Hasta que al fin: gracias a una coincidencia. En el cuarto piso al fondo y frente a la última habitación ¡Detestables horarios de visita! La espontaneidad conquistó todo. Excepcionalmente la puerta abierta gracias a un permiso. Allí estaba Estaban: los familiares de C y ella reposando. La habían salvado Dormía. Ante la presencia de H despertaba… Aun moribundos el ser que amamos nos resucita. Qué grata voluntad la del deseo: H la reanimaba… ¡Qué alivio! Ella fijando sus ojos en él. Labios secos por falta de saliva: —Lo hice por ti… —Sch Sch Tranquila. Un no sé qué muy extraño. ¿Culpabilidad? En modo alguno. Pesadez de seguirla queriendo. —Me dijiste que hiciera algo para demostrarte mi cariño… C completamente ida Enferma de amor mostrando que sin H no concebía la vida. ¿Y él? Muy sereno Jactancioso Alegre. Orgulloso de sentirse su dueño. Supremo egoísmo: C sin H moriría. ¿Sería un lastre? Sobraba decírselo. ¿Y M? Imposible compartirla. Inevitable torturar a C y a J al tiempo Aun sin proponérselo.

Trazos obreros profundamente negados Desplazados del campo a la ciudad inevitablemente invadida. Del verde empapado al gris lluvioso y del barro 136

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al asfalto casi siempre prohibido: árboles desordenados en un parque imaginario: ¿Por qué te sonrojas? Basta de coqueteos No sigas. Ambiciones nunca satisfechas Imposibilidad de hogar Mal de familia. Aventura extremadamente liberal Desaforada. ¿Qué opción te quedaba? La más aburrida ¿Si te expusieras con alguien de tu género? Contundente reprobación obtenida Salvo con algún famoso. Demasiado típico. Mejor lo normal pues semejante atrevimiento ni pensarlo. Rechazado de plano. Palpando suela con suela aunque nuestras piernas siguieran tensadas Pese a excitarnos de nuevo cada pie a su sitio Como si nunca hubiese ocurrido. Todo borrado. ¿Nuevas astucias? En cascada el manantial retenido.

Patético chantaje. Lo peor ante quien se quiere: mostrarle cuánto sufrimos A menos que él nos lo exija. De lo contrario aborrecimiento. Aunque el otro lo comprenda se dará cuenta de la manipulación Del engaño. Antiestético hacerse daño para culparlo. El amor ya no es eterno y nadie responde por el abandono. H viendo que C se recuperaba Cerrando sus ojos la besó con desgano. Cayó en cuenta del simulacro y repitiendo Qué bueno que estés bien… Se fue alejando. En el pasillo halló a J sollozando. Quería azotarla por cómplice. Su indiferencia fue un par de latigazos. Ella se quedó destrozada Dejó que se marchara. Quería correr tras él y atraparlo Postrarse a sus 137

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pies pero no tenía aliento. ¿Cualquier gesto resultaría vano? En el fondo H deseaba que J lo alcanzara Que le reclamara. No podía regresar para decirle ¡Detenme! Entonces siguió rumbo al teatro. Aquella noche estrenaban Los días felices (como título en español más adecuado). Entre los actores halló a T y acercándose le dijo que invitara a J pues al anochecer las quería ver juntas.

¿Oficial o extraoficial? Mejor lo segundo. Lo primero mera fachada con prestigio. Exhibicionismo. Lo otro en secreto. ¿Secreto? Que nadie sepa lo nuestro. ¡Demasiado irónico escribiendo eso! Se goza mejor en privado: así lo aseguran quienes deliran con Dios encerrados. ¿Alguien escucha del otro lado? El eco repite absurdas súplicas. A falta de testigos no hay pruebas.

La noche del estreno lluviosa: calles en colapso y tráfico revuelto Actividades nocturnas previstas con retraso Gente empapada y sin tiempo Automóviles embotellados Taxis en pleno aguacero igual que siempre: negándose a recoger pasajeros. Nunca lo he entendido: choferes obsesionados con la cojinería. Normal que cuando llueva los transeúntes dejen sus huellas. Con todo Los días felices en punto. H era muy estricto con el tiempo. Si estaba anunciado a las ocho había que respetarlo Convenció a todos de eso. Media 138

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hora antes la taquilla colmada Una fila extendiéndose. Desde alguna torre numerosas sombrillas dibujadas. Poco a poco el público ingresando… T y J cuando todos sentados buscando su sitio. H tras el escenario suspiró aliviado. Una mezcla de cólera y serenidad ante el retraso. El director había sido él aunque jamás figurara La pieza empezó tranquila Bastante aburrida. Una tontería tanto ensayo. Los gestos de M con sentimentalismos. Contrario a lo planeado. H deseaba ser el marido oculto martillando pasos como en el apartamento de S. Los estrenos rara vez son la mejor muestra de la temporada. De todos modos la gente no entendía Se impacientaba. No hubo química y H no lo soportaba. Los asistentes bostezaban. En el intermedio hubo muy pocos comentarios. La gente hablaba de otra cosa De nada. Volvió a llover Estaba claro que aburría. Mientras el público conversaba H bajó de su escondite Quería largarse. Ni M ni T ni J le importaban Estaba indignado. Se excusó pidiendo que en la tramoya algún asistente lo reemplazara Volvió al anonimato. A la entrada se topó con F compartiéndole brevemente su desasosiego. Tenían tal sed que les faltaron cervezas para poder pasar aquella página.

No dormir en clima bochornoso aplaza la conciencia Cada cuadro relegado a una invención ajena. Lo pasado ni se menciona. Ningún compositor se atreve a interpretar sus partituras. Tras los desafueros 139

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resultaba aconsejable regresar hablando de otra cosa. Así estaba destinado pero me resistí a aceptarlo. De vuelta nunca descansaríamos Obvio. Una línea y mil curvas para atravesar otra vez las cordilleras. Hubo paradas para almorzar Estirarse o beber algo. Colombia es un país de tierra cálida Pura modorra. Los buses de la Costa arrancaban con el aire a mil como si fueran neveras La circulación se agotaba cuando los pasajeros iban acostumbrados. Calvario recorrer esas distancias por carretera Hoy no me explico cómo lo hicimos: por dárnoslas de aventureros. ¡Qué paisaje ni qué gente! Sólo ganas de regresar De abandonar el infierno. Además sentíamos miedo cuando el bus se detenía Despertábamos: ¿Retenes de la guerrilla? No nos tocaron. Parecíamos un par de enamorados. Con una sábana enrollada pretendí secar nuestro sudor frío. Aproveché para rozarle las piernas pues él se dejaba fingiendo somnolencia. De pronto quise ir más lejos… Temiendo no volver a probar su pan consagrado le desabotoné la bragueta. Tenía el tronco hirviendo Lo liberé y aferrado a él comencé a frotarlo con desespero. Al cabo de algunos segundos lanzó varios trallazos de mosto: En la interior bodega de mi amado bebí del vino que nos embriagó desde la creación de la viña.

El como si nada de algunas cervezas cobrando sentido. F imaginando pormenores: H con tantas 140

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letras a su alrededor ¡Qué mujeriego! Huyendo de M T y J Dejando a C en la clínica abatida. H por un no sé qué divagaba con F… Demasiada confianza más allá de las repeticiones. F muy buen actor H lo envidiaba. Quería dominarlo sin pronunciar palabra. Luego todo anodino. Nuevamente en compañía del fratello contemplando la luna. ¿A dónde ir cuando no se tiene cuarto propio? A la casona del otro Tocaba. Al amanecer calentaron arroz y fritaron huevos. Continuaron bebiendo hasta quedar profundos sin rozar siquiera sus pies para no alterar la melodía.

Los adioses Las despedidas… Decir Adiós llegando a la capital implicaba diez años de huida… En aquel momento no lo admití porque seguía anonadado del mar y embebido de Cartagena.

Varios días Incontables noches de juego. Todo muy bien con escasos acercamientos. Diálogos ecológicos Cósmicos Pavadas de esto y aquello Cantares repetitivos. Gustos similares Pasajes perfectos. Completa naturalidad de dos amigos. Divagaciones sin más comentarios. Momentos ajenos Salvo algunos intentos. De ambos lados muchos disimulos. Inocencias Niñerías Vueltas y retrocesos. Cual hermanitos intercambiando prendas. Esta camiseta Aquella chaqueta y por qué no tus calzoncillos. Las mamás esas cosas las 141

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toleran Ni siquiera lo sospechan: sus hijos aseguran estar comprometidos.

Momentáneamente abandono la Heroica. Soñando me hallo en otra ciudad pero hablaré de distintos encuentros. Con el mismo amigo tiempo después más efímero. Tú fijarás el contexto. Las vacaciones no pueden ser tan largas porque agobian. Toca volver a la rutina. Cuando te ligas a alguien (especialmente en el lenguaje) todas las letras concursan.

Muchas bebidas y pocas comidas Par de amigos despidiéndose aburridos. Cuando H se perdía solía estar agobiado: detestaba jugar a ser padre de familia Recreaba otras comedias domésticas. También contrariedades viviendo en secreto alguna pelea: pequeños impases Naderías que lamentar Enormes minucias. El tramoyero había regresado a la clínica. C ya no estaba. Perdiéndose con F sintió que la traicionaba… Si tu par súbitamente se muestra muy cariñoso… Él necesita alguna clase de perdón Camuflado coqueteo. Decidió volver al apartaestudio del centro donde C y J compartían sus vidas. ¿Él introduciendo la discordia? No quería eso. Sólo un poco de sosiego Cosa imposible. H sintiéndose solo en la intimidad Lo atormentaba la nostalgia de saberlo y no poder ignorarlo: 142

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la amistad con las mujeres le quedaba prohibida Sus humores lo agobiaban de algún modo.

¿A dónde voy? Me pierdo. Necesito descansar Vuelvo al hotel porque no queda más remedio. La entrada está cerrada Golpeo Me abren. Torpemente digo Buenas… El portero apenas gime Tomo el ascensor Llego al último piso y doy tumbos por la escalerilla. No sé cómo alcanzo el cuarto que milagrosamente abro Parezco ebrio de amor ¿Había dejado el balcón abierto? Extraño el ruido. Me desnudo Tomo una sábana Supongo que duermo.

Ni J ni C ni T ni M ¡Lo sabía! Ellas nunca lo dejarían tranquilo. ¿Invadir el espacio de L o S o más bien la casona de F? Ni modo. ¿Buscar a T su amiga de adolescencia? No rotundo. Súbitamente recordando a Doña C ¡Tiempos sin verla! Sonriéndole a J y mirando con compasión a C calva: —Sólo pasaba a verlas… —Qué bien ¿Te quedas? —No Tengo que irme a casa. Salió de allí con dolor de cabeza Medio aceptando su condición en busca de un colectivo que empleó varias horas transportándolo. Sus piernas apenas cabían en el asiento trasero La cabeza le daba vueltas El tiempo volaba hasta que el humo de una fábrica lo despertaba… H atravesaría un callejón embarrado y luego un puente vacío rumbo a la 143

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penumbra hasta encontrar una puerta. ¿Las llaves? Las había perdido. A esas horas golpeando… Doña C levantada —con su rostro transfigurado de alegría— sin ningún reproche susurraba: —¿Ya comió Mijo?

El sueño se duerme y ya. No voy a entrar en él. Recuerdo que antes de padecer insomnios pensaba en mis gatos. ¡Chico Michico Michico! los llamaba… Mitzuko Igorino y Ambrosio a mis pies ronroneaban…

Doña C ¡Máxima cómplice del tramoyero creando una fuerte dependencia! De niño lo dejó hacer cuanto quiso Jamás le pidió cuentas. De a poco él se las iba dando Cumplía. Como el padre ausente la madre se dedicó a gozar con el muchachito También dicho. Nadie como ella ni como él finalmente. H pasando largas temporadas con su mamá Apartado del mundo. Veía televisión todo el día. Ella le llevaba los alimentos a la cama Le daba las hojuelas que le apetecían con tal de que estuviera contento. Ni se aseaba Ni se vestía y aunque ese olor rancio lo avergonzaba… Aquel era el humor que más quería. Todo un Niño el señor Marido sublimado Único hijo aunque tuviera hermanos. Los demás no contaban por ser el más consentido. Doña C prefería a los pares de su género. Sin más reproches detestaba las otras letras tan pronto eran mencionadas. Nunca se las 144

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presentó Salvo a N y a la última vocal de su alfabeto. No así con sus amigos: L S y F. A T ni la nombro porque era del barrio. De lejos se hacían señas. Como buena matrona le bastaba un indicio para acertar en todo Sacaba comentarios que paralizaban al tramoyero: Cuidado con esa niña que tiene vocación suicida Esa otra lo único que quiere es mangonearlo Ni se le ocurra seguir con la nueva porque lo agota La vecina jamás tendrá futuro así el papá la reconozca Si le hacen la venezolana toca desembarazarse de la criatura… Frases de ida y vuelta completamente lúcidas Certeras. Con sólo una indicación A partir de un comentario anodino: —¿Cuándo me trae a su amigo que quiero conocerlo?

En la cama doy vueltas y siento miedo por Mitzuko. Creo ver a Ambrosio en la esquina aseando a Igorino. El pequeñín quiere jugar con el viejo hasta que éste se hastía Aguanta un rato y después gruñe y escupe Con un asalto me despierto. No están en mi cuarto los felinos ¡Cuánto los echo de menos! Debería ser millonario para que viajaran conmigo. Al último rincón del mundo los llevaría. Los traería a esta habitación camuflados —escondiéndoles su cuido. Deseo que me acompañen al baño mientras me aseo Que beban agua del grifo cuando me afeite Que se queden cual tigrillos como guardianes de los sellos Que se escapen por los balcones y salten entre los tejados En 145

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primavera soplando dientes de león y estornudando En verano tomando el sol con los viajeros En otoño o invierno cubriéndose del viento frío. Algunos dicen que los perros son más fieles que ellos Se equivocan. La fidelidad tiene que ver con los celos. Los gatos sí que nos poseen. Cada vez que transgredo la justa distancia empiezan a morderme Detestan ciertos amaneceres. Toca echarlos del cuarto porque infunden miedo Pánico de que aruñen. Faltan algunas horas para que amanezca y debo encender la luz lo más puntual que pueda. Creo sentir a mis amigos aunque bien lo sé andan lejos Siento que maúllan cual bebés degollados. Me aterra imaginarlos tristes ¡Dios! Tiene que haber telepatía para consolarlos. Cuando vivía al otro lado del mar teniendo que dejar a Mitzuko largas temporadas con los abuelos Papá decía que sus bigotes le fascinaban: siendo terriblemente arisco se volvía la criatura más tierna Como si mi viejo fuera yo ¡Genial transferencia! Doy media vuelta para acomodarme a ver si el diablo me regala un poco de sueño Muy pronto el azul despertará de su letargo Ahora mismo lo intuyo. En breve su virilidad me atrapará doblegado.

El tiempo recobrado. H se atrevió a llevar a F a casa. ¿Ya había pasado las pruebas iniciáticas? En todo caso olvidada su ausencia en el concierto de Pelanga. A Doña C le cayó muy bien ese compañerito de 146

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juegos Bastante avispado (dijo). ¿Sospechaba acaso? Prefería que H anduviera con F en vez de arrastrar ese sartaral de letras… ¿Y si pasaba algo? Las mamás no piensan en eso. Del mismo modo que los hijos casi nunca se las figuran frotando. El tabú del incesto es ante todo imaginario: al Santísimo Sacramento lo protege una cremallera. ¿Ellas conocen las pichas de sus hijos? De adolescentes apenas. En no ver radica el link de la brujería Por eso las madres todo lo intuyen y rozan. Pero nunca más a jugar con sus bebés en bola. ¿A qué edad ocurre eso?

Quiero dormir Morir Soñar nuevos recuerdos Que nadie me joda. En la Costa me encanta levantarme rayando el mediodía. Desayunar a las once y media cuando en los restaurantes humea el almuerzo. Felizmente el San Felipe no incluye desayuno. Tendría que volar a tomarlo como en el hotel inglés de La Habana. Despertaba con otro niño empapado de pereza Retozábamos… No teníamos tiempo para ducharnos Nos vestíamos como podíamos y bajábamos. Justo el buffet ya lo iban juntando… Cuando despierte en un par de horas alcanzaré a tomar un baño Me vestiré y caminaré tranquilo rumbo a la Boca del Puente Mi corazón irá agitado. Tal vez encuentre a mi señor cruzando la Torre del Reloj O a los pies del conquistador junto a la estatua. 147

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Las primeras perversiones nos las transmiten las madres al igual que los miedos. Doña C jugando con H a hacerle cosquillas a sus pies divinos: él reía y con semejante complicidad gozaba Ella haciendo que se los oliera le decía Pequeca. El nené se soltaba a carcajadas. Secreto de ambos. Pudor y vergüenza transmitidos. De igual modo ¡Cuánta excitación! cuando H se descalzaba… Le encantaba que le olieran los pies y se los besaran. Si alguna letra lo descubría Momentáneamente usurpaba el puesto de la Doña. ¿Y de dónde el gusto por las palmadas? También de sus primeros juegos. Fingiendo su madre que estaba a punto de castigarlo con alguna correa… Si de pronto lo golpeó fue muy suave que se sepa. La fantasía quedó registrada: ser niño malo para que lo corrigieran a la dura. Doña C tuvo que negarle la leche materna por tener que trabajar en Yanuba H conoció pues el biberón de una. Por eso chupaba estilógrafos hasta carcomer sus tapas. Lucía tan machito cuando su madre quiso conocer a F… Ella al tanto de sus alcances: de algún modo los alcahueteaba.

Tengo que reposar No puedo. El sueño me falta y no lo consigo. Me desvelo. Mentalmente repaso las últimas noticias. ¡Colombianos conmovidos con las declaraciones de JPM! Familias enteras consideran su arresto una injusticia… Presidente seguirá persiguiendo a los corruptos Acciones de ecopetrol en 148

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picada Primera dama de Francia vuelve a cantar en Sudáfrica. Recuerdo numerosas fotos Voy y vuelvo entre páginas sociales… Veo un artículo que titula: ¡Matrimonio del año en Cartagena! Al interior la historia de un par de enamorados: se conocieron defendiendo pequeñas causas ecológicas. Ella de familia aristocrática Él de padre desconocido. Muy sensuales ambos ¡La pareja del año! En breve solemne misa en Santo Domingo y suntuosa recepción en el Heredia. Invitados de todos los rincones del mundo Demasiados rostros de farándula. Ellos bastante sobrios Sus padres ante el altar luciendo atuendos de lino. ¿Qué carajos aquí hago? Tengo que dormir como sea La vida social exige sacrificios.

Nuestro protagonista había crecido. Los tiempos de los libros cesaron. Doña C conservaba los primeros cuadernos de su hijo Sus más antiguos dibujos. A H le gustaba pintar con acuarelas Tenía una clara vocación artística. De adolescente le interesó la arquitectura y soñaba vivir entre rascacielos. Por culpa de S Nueva York fue su ciudad emblema Cada diálogo con el saxofonista hacia ese puerto lo transportaba: el metro y sus peligros Las grandes avenidas Las calles atiborradas Los tremendos rascacielos Las salidas de emergencia para escapar de los incendios Las flores recién cortadas Las frutas exóticas frescas El Parque Central pulmón del mundo Las residencias de los 149

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famosos Las tiendas exclusivas… Todo tan plural y diverso. Juntándose con F sus deseos cambiaron. De la ciudad mitad negocios y bohemia comenzó a soñar con París y su Sena. Dispuestos a conocer el mar F le confesaría una apuesta: continuaría sus estudios en la Ciudad Luz pues acababa de obtener una beca. Era el final de otro tiempo y los cursos de la universidad habían concluido. Regresando de la excursión se graduarían H mentía: jamás presentó exámenes finales porque sólo le interesaba el teatro. De momento F conocería por primera vez su casa. Quedaba en un barrio cercano al Tunjuelito Conforme a lo imaginado. Desde que lo vio con N en el concierto de Pelanga: intuido. H era un magnífico impostor No cabía duda. Se avergonzaba igualmente de su casa y cuerpo De ahí tanta falsedad en el tuteo Sus zapatillas casi siempre con un dejo de barro. Semanas atrás cuando F le preguntó dónde vivía respondió titubeando que en Castilla. Falso. Era de la Isla del Sol (el mismo nicho de otro tramoyero) La puerta hacia Ciudad Bolívar. Habitaba en una tienda de dos pisos donde su mamá despachaba cervezas. Numerosos borrachos jugaban rana en el patio El hogar típico de un obrero. En la segunda planta quedaba un hangar medio techado que a su vez servía de sala Por un pasillo se llegaba al cuarto de Doña C y al santuario del tramoyero. Todo un privilegio ingresar a ese espacio: la puerta era de cartón recortado imitando una nave espacial de fantasía Alguna vez juró que vivía en una estación 150

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galáctica La película Solaris se la había inspirado. Una gran mesa de dibujo iluminaba el recinto Y un sofá raído componían la primera estancia. Pequeñas rendijas colaban haces de luz en la penumbra Aquel era su despacho. Al fondo había una cama empotrada vestida con un cubrelecho de lana Al lado una inmensa cómoda donde descansaba la caperuza de otra lámpara. El piso parecía de tierra con techos de zinc y las paredes burdas resaltaban cierta majestad del ladrillo. Un verdadero minimalismo para observar el universo. Estaba prohibido fumar Salvo la pipa de F que acababa de ser autorizada. Su familia materna era de origen noble y el padre ni se mencionaba Obviamente él lo despreciaba. Excepcionalmente Doña C pudo aspirar tabaco durante la visita. Fue una tarde de domingo soleada Su amigo permaneció hasta media noche. En compañía de H recorrieron el barrio y cual par de gamines se escondieron entre humedales Se sintieron tentados. Ganas de enfervorarse les sobraban El viento soplaba calmado. Desde aquella tarde adoptaron la costumbre de descalzarse recostando F su rostro en los pies de H y tras un compás de espera el tramoyero lo mismo. ¡Par de amigos tan sensuales! Faltaba que caminaran de la mano. Cualquier que los viera juraría que estaban enamorados. Nada aterrador Magnífica compañía. Almorzaron tarde y Doña C se lució preparando un puchero. Tomaron la siesta juntos ¡Cuánta permisividad! Ninguna censura Todo verdaderamente a gusto. Luego un café 151

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con bizcochuelo y más tarde varias cervezas Televisión en familia y F hipnotizado La noche transcurría serena… Ante tanta dicha el invitado se contuvo de formular la pregunta ¿Me quedo? Pidió a cambio que H lo acompañara al paradero. Doña C no hizo gestos de reparo Había preparado una colchoneta en el cuarto de su hijo… F se fue vacilando… Ardía de ganas por volver a acostarse con el tramoyero.

Prendo y apago la luz Doy demasiadas vueltas. Estas sábanas parecen un trapo viejo Me pongo del otro lado. Jamás uso pepas para dormir Tengo sed Debo serenarme. Me levanto hacia la cómoda para escurrir el último sorbo de la cantimplora. Si este no es un sueño que sea entonces otro desvelo: un viaje iniciático Delirio esquizofrénico. A batirme con el arcángel estoy presto.

F debió  haberse quedado. A veces se puede ofender a un amigo sin proponérselo. Doña  C y H lo habían planeado: que F pernoctara. ¡Qué fácil ser torpe sin saberlo! En aquellos días reapareció N. De algún modo recuperó a su caballero. Había encontrado un excelente pretexto: un felinillo abandonado al que bautizaría Rho: pecoso y medio tiznado que además ronroneaba y gruñía. Todo un regalo para H pese a nueve meses perdidos. ¿Qué había sido de ella? 152

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N recordaba al tramoyero pasando en procesión de largo. Todos creímos cuando lo vimos con ella que sería una relación duradera: tan sólo era repetición del mismo estribillo. Pero hay cosas que se descubren luego Como que H pidió consejo a un amigo para desencartarse de N —a quien repudiaba por torpe y tonta: por haber quedado embarazada. Ella corrió a decirle la verdad esperando un rostro de alegría Mas él le dijo que lo disculpara Que tenía otro ensayo Y ella cual perrito faldero. La tarde en que conoció a T lo esperaba para contarle otra noticia: había cumplido sus designios: el problemita estaba arreglado Pero él sólo le dio dos palmaditas en el hombro. N se sentía exhausta Ahogada. Tras encontrarse con T tuvo que escuchar otros relatos y el suyo posponerlo… Hasta que al fin le tocó el turno cuando su versión parecía desdibujada. El consejo para desembarazarse de una mujer lo había enunciado impecablemente S: Si la perra quedó preñada Toca hacerle creer que sin ella no eres nada Que tu amor es tan fuerte que jamás podrás dejarla Que tu mayor temor es esa criatura que los separa. Mejor decidir a tiempo en vez de lamentarlo. Había que ensayar Repetirlo hasta lograr el tono. Lágrimas goteando en los ojos de N aprobación significaron. Además indicarle con toda exactitud un sitio seguro. Así fue y ella lo hizo. La novedad no pudo contársela. Con la misma torpeza de su entrega lo vio desandar sus pasos Pura melancolía Secreta venganza. Encontrar ese cachorro 153

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fue todo un don grato. El hijo de la imposibilidad La mascota que jamás tuvo. H lo acogió y conmovido lo llevó a casa. Todo un enredo cuidarlo. ¿Presentaría a N acaso? En modo alguno. Ella tendría que confiar como de costumbre pues todavía no era digna de conocer a su familia. Espontáneamente Doña C se transformó en abuela ¡Quién lo creyera! El bebé prometido: un divino gato.

No voy a combatir No quiero. Tan sólo con esta penumbra ensayar deseo. Hace tanto que no practico… Debo aislarme del mundo en este cuarto sin voz con las voces encerradas conmigo. Tal vez él me pegó su delirio Los virus se van incubando. ¿Me quedo acostado Tomo asiento o empiezo a dar vueltas ansiosas generando ruido? Que el balcón siga abierto para que tú me veas. Estoy en otro lugar En otro país Lejos… En vez de mar hay mucho ruido Es el centro de la Ciudad Luz Creo. No puedo moverme Mejor tomo una silla y permanezco quieto. ¿Si en vez de tanto calor hiciera frío? Temperaturas extremas que dan miedo. Afuera cae nieve y a cambio de estar semidesnudo voy bastante cubierto: abrigo Bufanda Guantes de cuero Botas de arqueólogo y un sombrero. ¿Voy he dicho? Por supuesto que sí Aunque no me mueva. Pensándolo bien una pelea no caería mal contigo. Entonces regreso a la ropa ligera con todo y nada Salvo tu pantaloneta. Habrá que mover las cómodas Correr la cama 154

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Dejar un amplio espacio descubierto. ¿Y nosotros? Pues no sé… Digamos que listos a patalear y a golpear fingiendo. Alguna vez así actuamos ¿Lo recuerdas?

Más historias de felinos y F también con el suyo. Como el pequeño Rho inocente y sin culpa. F incondicional yendo y viniendo de la Isla del Sol donde Doña C cada semana. Un paseo simpático Novedosa rutina: tomar un bus hasta el Ricaurte y de allí otro hasta la Magdalena. Descender frente a una fábrica desconocida y seguir por un callejón esquivando los charcos —saltando entre costales de asfalto. Al fondo un puente y muchachos jugando balón en las esquinas. Un barrio maravilloso (podría asegurárselo a cualquiera). Luego varias manzanas Negocios y graneros Otro par de vueltas y La posada del tramoyero.

Lucha libre: dos palabras conformando una sin necesidad de anularse. De hecho lo hacen. Antes de comenzar los combatientes se ponen de acuerdo: ¿Qué me vas a hacer para que ante semejante fierro no me defienda? Tienes que parecer cruel De sobra lo sabes. Yo voy a seguir siendo provocador sin falsearlo tanto Eso es imperdonable. Primero al suelo asustando a todos Irrumpiendo. ¿Hay público? Actores y espectadores los dos somos. Luego iré hacia ti como queriendo más y tú soltándome Yo insistiendo. 155

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Entonces tú implacable alzándome Lanzándome contra el piso. He ahí nuestro debut de juego.

Rho muy adaptado saltando y revoloteando cual gauchito. De un lado para otro El más consentido entre los vecinos. Dormía plácidamente echado sobre un saco de harina. Se despertaba y desperezaba Luego saltaba batiendo la cola. Jugaba con un montón de pelotas de caucho Correteaba… Mil veces más grato este felino que un hijo Momentos efímeros Instantes eternos. Semanas de paseos Caminatas y más merodeos Todo muy bien porque C y J desaparecidas… Él se les estaba escondiendo.

Proseguimos. Intercambiamos roles dándome tú la oportunidad de atacar sin defenderte: ¿Cómo lo hago? Jamás por la espalda pues sólo de frente voy a abrazarte aferrándome a tu cuello. Tú bastante incrédulo. Sorpresivo Inadmisible. ¿Acaso me doy cuenta de que no quieres? Tratas de soltarte Te dejas negándote a golpearme Tus voces estallan Te obligan Rechiflan Nada qué hacer Tienes que dar ejemplo.

Si la felicidad existió  nunca nos dimos cuenta Por eso las novelas se escriben en imperfecto. T-C y J sin saber qué hacer Ni siquiera lo veían en los ensayos 156

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¡Por todos los rincones del teatro buscándolo! ¿Abordarían a su amigo? ¡Qué atrevimiento! ¿Cuál de las tres primero? Ni T ni J: ambas lo odiaban. Entonces C: una excelente colega. Y ¡qué entrevista! C frente a F hablando de lo que fuera De su mutuo amado.

Si supiéramos que el verdadero sexo débil se llama Hombre. ¡Casi siempre de pie y abriendo las piernas Teniendo que huir sin otra ternura que la fuerza captada en la foto tomada junto a un amigo abrazándolo y debiendo tratarlo al mismo tiempo con toda rudeza!

Las verdades deben contarse a medias: cuando dos letras conjugan un mismo verbo suelen entrar en competencia. ¿Quién suena mejor? ¿Cuál es más significativa? Las dos consonantes temiendo su poca sonoridad Algunos dejos de ansiedad Sin duda. C cortante y agitada F demasiado formal para mi gusto de ahora. Describiendo lo cotidiano Algo casual Coincidencial Afectivo. Negación de ambos: del otro. ¿Cómo lo conocían Cuánto lo auscultaban? De momento mil veces más C que F Por supuesto. Mejores pistas para él Otra clase de agudeza. Veían a H distraído Pensativo Ido. Sus hábitos siempre en un rincón plegados. Bastante juicioso con sus cosas Muy atento a los objetos. Aquél morral ¿por qué está volteado? ¿Quién 157

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movió ese cuadro? ¡Así no estaban ayer los párrafos! Excelente observador Calculador Detallista. Cambiar alguna forma: pelea segura. ¿Y de lo íntimo algo? ¿Cuál de los dos se atrevía? Primer espacio para ella: —Es un niño que sólo quiere consentimientos. —Culpa nuestra porque obedeciendo su voluntad lo malcriamos.

Perfumadas flores de macho las anteriores líneas: sembradas de mentiras para no fallar con imprecisiones. ¿Vale acaso la verdad cuando erramos? Tiernos y viriles seguimos tú y yo flechados.

Habiendo roto el hielo: compuertas abiertas Posibilidades de seguir hilando. Tácita complicidad hasta cierto punto. El límite: no parecer competidor y para F… Jamás confesar fascinación por la torcedura del tramoyero. Presentarse simplemente como un amigo.

En lugar de escribir lo que supuestamente quiero (lo cual no voy a decir y te diré tal vez si puedo) ¿No sería mejor contar otra cosa aquí Aun si no es la que debo?

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El deseo no se puede traducir Toca intuirlo. Calcular los pensamientos ajenos. Suponer Establecer a prioris menos caritativos. C y F con ganas de controlar a H ocultándolo Cada quien a su modo. Fingiendo ayudarlo para obtener información del otro. ¿Tan claro eso? Disimulado. Coordenadas difusas Espacios abiertos para nuevos encuentros. Mientras llovía y después escampaba Inviernos falsos e impostados veranos. Recorridos inconscientes Difusos Vagos. Rutinas plácidas Divertimentos. H encarretado con Rho jugando solo. Frecuentado por F y alternando con N En una mochila lo transportaba. Visitaban un parque Tal vez otros humedales. Hasta allí con N: a su casa por ningún motivo. Excepto con su mejor amigo. Ella más incauta Fácil de domesticar pese a sus caprichos Convenciones de muñequero. Entretanto otras repeticiones y nuevos repartos Más párrafos Distintas piezas. En el mismo escenario T-C-J y N. F reemplazando al director y H reorientándolo. Entre esos ensayos M visitando a H en compañía de una letra mayor Forzosamente en negrilla. Toda una ejecutiva: M. ¡Qué casualidad! Otra dama interesada por las artes escénicas.

Vuelvo al invierno Eso sí al pie de la ventana. Hiela La cierro Se calma el ruido. Afuera los inmigrantes juegan en medio de la nieve: ingenuos adolescentes se divierten: uno lanza sobre otro un copo 159

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gigantesco Se lo unta en el cuello. Pese a provenir del Este son blancos de acento No temen al frío. Me contento con mirarlos Te veo.

Recapitulemos: en este momento girando en el círculo de H: N-T-C-J-M y M. Con la última desprevenidamente otro comienzo. Feliz de ver a su hija en el teatro Que H la corrigiera Que la ordenara Que la disciplinara. Y poco a poco él y ella frecuentándose: —Esta es su casa Cuando quiera venga Si mi hija no está Aquí hay cuartos de sobra. ¡Qué arranque! Madre de familia sin padre. H amante de la niña y mandadero de la señora. De repente vueltas y trámites Diligencias y más compañía. Lujos con la mayor Jamás con la hija. Todo posible: caprichos y hasta viajes. Después en el círculo de sus amigas destacándose P. Una viuda financista y esotérica Desesperada por guía espiritual para sus meditaciones. Otra letra muy dispuesta a pasar al tablero.

Vuelve el calor No tengo tiempo. Hace poco conté cincuenta párrafos que debo. Tengo que encender al menos una lámpara si no estas líneas se borran. Voy pues a hacerlo Excepcionalmente lo repito Sólo por esta frase que no llega. De seguro tú eliges quedarte tranquilo Que no te toque ni mire. ¡De acuerdo! 160

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Andante ma non troppo. Hay que ensoñar distintas moradas Algunos celos Arriesgadas competencias. Entre madre e hija todo tranquilo y muy lento. Si al novio de la niña le cae tan bien la señora ¡Alerta! La suegrita lo desea. Al principio gran disimulo Rutina normal Extraña cercanía. Ninguna observación Tampoco reclamos Situación espléndida. Luego en legión los convendría… Minucias de nada: una película Otra canción Más bien aquellas copas Cubiertos de plata y en vez de críticas elogios. H notando el parecido: mil veces la original que la copia. Deseo acrecentado por cascada tropezando con la vecina: M inalcanzable Mejor que la hija.

Al cielo una mirada (buscando un poco de mi vida) / Mis estrellas no responden (para alumbrarme hacia tu risa) / Olas se esfuman de mis ojos (A una legión de tus recuerdos) / Me roban formas de tu rostro (dejando arena en el silencio)… Te busco volando en el cielo (El viento te ha llevado como un pañuelo viejo) / Y no hago más que rebuscar (paisajes conocidos) / En lugares tan extraños (que no puedo dar Contigo)…

No más idilios Basta de boleros. Dos letras altas y robustas interesadas por las artes escénicas. Que fueran sus alumnas Que le obedecieran. Necesario domarlas y someterlas duramente a disciplina. Falsos 161

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elogios para romper el hielo. Ni el teatro Ni el saber (tal vez un poco el poder) las conmovía. En todo caso la pulsión La falta: Querer Creer Vislumbrar… Provocar envidias y celos He ahí sus conquistas. Con mayor razón la madre que la hija. Pero el juego no se detenía Lentamente seguía su ritmo. Congratulaciones aparentes Falsas modestias Orgullos filiales. Ante escenas repetitivas las letras adultas bostezan.

¿Dónde estoy? ¿Para qué todo esto? ¡Si deliro un verano en La Heroica Presiento que es invierno entre los Recoletos! Dos precisiones sobre mi cuarto: cuando dejo el último piso del San Felipe pernocto en la Ciudad Luz de Soledades. Atravieso el Atlántico. Me encuentro a pocos pasos de la Estación del Este: hay que cruzar la calle del suburbio y listo ¿Estamos? Desde la ventana veo El Gran Canal en este preciso instante congelado Los árboles desnudos. En la Estrasburguesa venden una excelente choucroute que recomiendo. Hay vecinos bellos como en el hotel de viajeros Trato de no hacer ruido.

Antes del siguiente compás dejando intacta la rutina H contento con Rho (metáfora paterna) Lo veía tomar leche que salpicaba relamiendo el piso. El gato manchaba sus bigotes saboreándose Emitiendo sonidos exquisitos. Santa simplicidad: un 162

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felino aseándose. Cagando siempre tan pudoroso… Le daba pena el olor de su mierda Quería cubrirla de inmediato Necesitaba más arena. Verlo raspar como cavando una tumba ¡Tan ágil Casi biónico! Increíblemente veloz. Rho tierno criaturo incapaz de hacer daños Tan modesto y casi de porcelana Si una hoja se movía Una lana Una cabuya El aleteo de algún pájaro… Bastante atravesado: con toda su fiereza despedazaba al vecino. En par de minutos con la jeta ensangrentada mostraba su trofeo. Doña C festejando y H ruborizado por sus ecologismos. Así era su naturaleza: inofensiva y aterradora.

Abandonamos la lucha Descansamos. No hay prisa entre nosotros Tal vez para ellas… Todo el bendito día van a desperdiciarlo maquillándose ¡Qué asco! No sé cuántas horas antes comienzan. Tú no lo requieres pues aún sudado estás listo. ¿Intentamos caminar? Buena idea.

H feliz cargando esa criatura. F también con su gato emperador al que sin duda obedecía. Eran ellos quienes daban las órdenes Los humanos apenas unos sirvientes. Había que correr a hacerles caso Merecer sus ronroneos. N dichosa de ver a H contento. Sabía que con Rho lo reconquistaría. A falta de hijo un gato (una vez más repetido). ¿Si J y C hubieran hecho lo 163

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mismo? C detestaba la proposición: únicamente las mujeres se realizan siendo madres. No así la mojigata. Antes de profundizar en otro aborto detectemos un nuevo embarazo. Cuando J dijo Entonces me voy y H le respondió Pues váyase… En el útero llevaba su germen Ella lo ignoraba. Tras el brindis de tres J quedaría preñada. Luego ocurrió el drama de C ¿El frasco de los somníferos? Algo así en compañía de la antropófaga. Los días iban y las semanas pasaban… H entrenando a la actriz naturalmente prometedora. J diagnosticada y repentinamente C a la clínica con su amiga de faldas largas y sandalias Muy pálida. Tras la momentánea culpa C recuperándose y H nuevamente dejándola. J en el pasillo sin fuerzas queriendo atraparlo No estaba segura Necesitaba corroborarlo. H llevaba esa tarde gafas oscuras reluciendo una barba alineada: correcciones elementales Signos de que andaba con otra.

No más eso Solamente eso Aunque no lo sea Hablemos de ello. ¿Y los frotamientos? Por ahora los dejo Prometido. Deambular Vagabundear por ahí como en otro tiempo… Te invito a recorrer las calles de París sin sentir frío Especialmente la de las putas. ¿Lo ves? Una puta aunque abandone el andén no deja de ser puta ¿Te dice algo eso? En la calle más larga se acabó la pornografía Oh sí Quedan unas cuantas tiendas… Pero los géneros escasean. Tampoco hay 164

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cabinas Algunas Aceptémoslo. De todos modos los confesonarios se perdieron. Apenas pobres negros trapean trallazos ajenos. ¿Y los cuadernitos ferrocarril que espero recibías? Siguen haciéndolos. Enorme trabajo conseguirlos Empacarlos Enviártelos. Lo lograba claro está tras putear a los del correo. Las librerías siguen abiertas En plena producción pese a las publicaciones electrónicas. ¿Y los sitios habituales Aquellos dónde también te sueño? Por ahí siguen Desandan contigo.

¿Quería ver juntas a T y a J después de Los días felices? Ellas estaban allí Muy inquietas tratando de comprender De percibir lo que fuera. Profundamente aburridas mientras H huía con F en el intermedio. Ellas resolviendo quedarse para no perder el hilo. Rotundo fracaso aunque la actriz se esforzaba por dar sentido a sus balbuceos ¡Error que hubiera merecido látigos! Días después: sin comentarios. ¿Qué decir de una mujer enterrada en la arena que extiende objetos a su alrededor y en seguida los guarda en su cartera? Naturaleza muerta Imposibilidad de atrapar vientos. ¿Cómo intuirlo?

¿Para qué lo nuestro? ¡Cómo! Pues para pasar el tiempo. Ir y venir de aquí para allá y de allá para acá ¿Te parece poco? Un amigo es para eso. Para 165

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encontrarse con el ánimo o las ganas de salir o estar por ahí y punto. También para escapar de ellas. Ahora me acuerdo ¿Quieres saberlo? Te veo grandote y viejo Completamente rapado y efectivamente para nada gordo ¡Felicitaciones! Vives con una de esas… Pese a tu omnipotencia la esclava te ordena. ¡Quién lo creyera! Bueno Te atrapa con sus mimos. Pero tú sabes fugártele Huyes de su prisión lujosa Continuemos. ¿En qué andas? En un mercado de pulgas contemplando baratijas. Éstos y aquellos objetos La mayoría antiguos y a decir verdad bastante bellos. Uno en particular: un globo terráqueo. Pareces astrónomo Seguro. Con toda parsimonia lo observas transportándote a otro tiempo. Naturalezas muertas que los dos compartimos. ¿Lo compras? No tienes dinero. Estás no obstante tan dichoso que tus ojos brillan… —¿Qué haces por aquí? (te digo en mi sueño). — Nada Huyo de mi mujer (respondes sonriendo).

En la pieza de teatro con el corazón agitado J temiendo… ¿Faltaba otro diagnóstico? Prudente hacérselo. Entonces de una. Si resultaba positivo Listo: igual procedimiento que sacarse una muela. Viendo huir a H Sin remedio… Aquella noche a cántaros por todos los dioses se retrasaba un destino.

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Antes de conocer el mar nos encantaban las películas románticas Llevábamos a nuestras novias. Tú en cada salida con una distinta Yo con la misma gorda. Pero genial porque ellas iban a los costados y nosotros rozándonos las piernas…

A la clínica de abortos ¿Quién las acompaña? Primero —por culpa de la ley colombiana— un sitio clandestino. Segundo —como futura venganza y en el acto negligencia— ellas íngrimas sin atreverse a contar con él A lo sumo acompañadas de otra colega. Esperar ¡Qué desespero! Temblor Sudor frío Avances lentos Doparse y desvestirse Seguir el protocolo: A la camilla… Ensoñar una pesadilla. Dificultad de dormir cuando se mata. De otro modo leve sueño pese a los somníferos. Operación sangrienta cortándose los dedos Arrancándose un brazo: masacrándolo. Sangre corriendo entre plasmas y otros líquidos. Sustancias espesas y gelatinosas Repugnantes Pegachentas. Jamás he logrado entender por qué la gente dice que los recién nacidos son lindos ¡Si tienen cara de feto! ¿Qué decir cuando los deforman? Al principio somos protoplasmas Masas amorfas. Nuestros miembros poco a poco irrumpen transgrediendo. Nos estiramos salpicando Bien podríamos no hacerlo. Que nos lo impidan no es crimen así se catalogue de delito ¡Criminal que nos traigan a este rincón de la nada sin consultárnoslo! Ellas allí postradas Tan débiles y pálidas 167

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poniendo cara de vómito. Acabando de arrancarles algo ¿A quién contárselo? A nadie y sí que menos al tramoyero. Seguro él sufre a su modo. Pan pa’ la leche a fin de cobrársela. Mejor la historia de Rho: un felino veloz cuyo nombre comienza con R de regalo.

¿Sabías que mi gato pronto va a cumplir diez años? Amaneciendo lo dibujas porque estás melancólico. El principito cual canino bate la cola… Ojalá concluyas ese retrato: disimulando sus celos te ronronea.

La felicidad dura muy poco. Un buen día Rho en la calle correteando a un pajarillo Cuando de pronto un carro ¡Saz! aplastaba al animalito. F recostó a H en su pecho y por primera vez en este trayecto El tramoyero llorando… Inconsolable juntando el cuerpo de su felino. Lo envolvió en una sábana Lo empacó en una caja que marcó con el nombre Rho y dejó lista para el cementerio. F le hacía visita. Tuvo el privilegio de consolarlo mas no de participar en las exequias. Tenía que llamar a la dueña ¿A N o a J? A alguna de las dos porque reviviendo el duelo me olvido de la madre putativa. Seamos condescendientes con N. Pese al anonimato tuvo el privilegio de conocer su morada. Muy cerca a los humedales vio a H sudar abriendo un hueco con pica y pala al lado de Doña C Concelebrando el rito. 168

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Ni romanticismos Ni delirios ¡Pongámonos serios! De mi padre heredé un conejo al que se lo iban comiendo los gusanos. Se llamaba Mufasa y era ya abuelo. No sé cuántos polvos tiró en su vida de roedor pero batió record. En casa contamos Ciento cincuenta orejones distintos: blancos Negros Pintosos. Todos descendientes del mismo macho. La mañana antes de partir rumbo a Francia tuve que torcerle el pescuezo. Por puro amor Por desgracia. No llamé al veterinario porque era clarísimo: se estaba pudriendo. El condenado chillaba y se resistía… Debí completar el procedimiento ahogándolo en la fuente del patio. ¿Qué piensas de eso? Si te viera así sufriendo te ahorcaría.

El declive comenzó con la muerte de Rho. H se volvió más radical que nunca Cambió con todos. Desde C hasta S (incluida su madre) Salvo con N y J. Sigo cometiendo el mismo lapsus sin saber a cuál de las dos reemplazo. Digamos J para variar la narración en este párrafo. De todos modos ambas letras abortaron. Odiar al mundo Querer vomitarlo… Marchito egoísmo de encerrarse con un sólo idilio para compensar vergüenzas Creyéndose exclusivas Únicas… De resto H se perdió sin importancia Excepto en momentos álgidos: la madre de M viajando al otro lado del océano. Más pormenores y parsimonias. 169

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Una semana antes de abordar el vuelo El muy sereno acompañándola.

Si te estuvieras pudriendo te ahorcaría Pero antes te daría el sagrado viático La santa comunión de mi pan recién horneado… Mejor dicho te empaparía con mis santos óleos. En tu lugar ¿Harías lo mismo?

Cambiar euros por pesos Comprar regalos (café con arequipe y más mecato) Imaginar las prendas de estación pensando en el invierno (aunque fuera otoño). Después abrigos largos y bufandas más que en pura lana de cachemira. Guantes de cuero y botas. Dejar para el otro lado el corte de pelo. ¿Cómo mostrar a quién no conoce lo que tanto le falta? Seducirlo pintándole mundos posibles Más castillos y palacios Grandes bulevares Puentes artísticos. H recordando las ensoñaciones de F… ¿Con quién a gusto? En vez de madre caritativa con su ferviente fratello. De momento imposible Paciencias amables. Aquello no podía compararse Digámoslo sin vacilar: preferible el verde mientras allá sólo gris y vastedad de monumentos. Aquí colorido Allá de luto. ¿Quién tiene con qué? Pregunta insulsa. Sedas Paños Linos y brocados Telas demasiado finas. En nuestro medio puro contrabando. 170

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¿Y si viajáramos? A París no te traería Dejaría que tú me lleves más bien donde ellas te encierran. En sus apartamentos En sus aposentos y baños de tina. Me encantaría esconderme bajo tu cama Constatar lo que creo: que ellas te dominan.

Aviatur: máxima empresa de turismo. A Bogotá ya casi no vienen Lufthansa ni British Airways Solamente Iberia y los franceses. Nuestro pobre aeropuerto ni siquiera rima. Pronto habrá que tumbarlo Entretanto a reservar fila. Colas no tan largas alrededor del bunker galo para obtener la visa. En la calle Noventa y tres con Once: mármol repleto de granito en plena decadencia. Importado de África. Hace una década ¡Qué escándalo! Hoy un edificio banal Apenas justo para otro país de la Comunidad Europea. Allí aguardando y M angustiada: —¿Ya pasó mi turno? —Te están llamando.

A pesar de tus ímpetus Pese a tus pavoneos Ellas te controlan. Les encanta saltarte encima. Tú sólo quieres estar tranquilo Que te dejen jugar todavía. Y algo aterrador: que te cojan el cuchillo. ¿Acaso no se dan cuenta? A las muy malparidas les fascina mostrarte las tetas. ¿Cómo hacerles entender que así no vale el juego? Ellas siguen haciendo trampa ¡Dios mío! Todo lo contrario a las apariencias: por ti ni que 171

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se acerquen Ni que te acaricien Ni que te besen Ni que se te entreguen Más aún: ni que existan. Por eso solemnemente prometo que no voy a actuar como ellas ¡Lo juro!

Formulario sencillo: ¿Viaje de placer o de negocios? M muy discreta disimulando su círculo. Madre protectora ¡Cómo dudarlo! Pretexto trasatlántico para buscarle hogar a su pequeña. No tanto. Toda bondad produce dividendos. Ahora con H mientras la hija estaba en trabajo de campo: ¿Por qué no te quedas? ¿Quieres un whisky Otro vino Te caliento un poco de lasaña o prefieres una cerveza? Sonrisas y acercamientos. Pretextos burocráticos Diálogos de teatro Rostros próximos Otro beso. Labios carnosos más saliva y lengua golosa Manos que rozan Brazos que aprietan. Nuevamente deschavetándolo.

Las condenadas tienen la culpa de tus huidas De tus derivas. No puedes contradecirlas. ¿Te imaginas casado con alguna? Cada cinco minutos sin exagerar dándote órdenes e impartiendo reglas: que si ya encendiste el horno y acabaste de cortar la leña Que ya es tiempo de preparar la masa Que no olvides enfundar la levadura Que más bien otro ratico Que no Que tal vez mejor sacarlo y luego meterlo de una. Todo sin contar los mangoneos de la familia. 172

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Sentados ambos ¡Qué paradójico! Ella alcanzándole algo. Arrodillada junto a él recibiéndolo. Luego H de pie majestuoso y M postrada. Similar gesto que en el confesionario (lamento que otros pecados resurjan): Tramoyero enrostrando a una viuda su bragueta. Calor y más dureza Movimientos ágiles e improvisados En este caso no hay comunión ¡A la mesa!

Yo nada Sólo recreando tu vida y mi vida en un tiempo sin más Instantes eternos de luz tras momentos oscuros de nuestras huidas allá ¡Bendito azul del azar!

¿Otra suerte de incesto con carne adulta? No tan mal gracias a los condimentos. Con viejos más sofisticado. Entre jóvenes demasiado plano. H y M: trasgresión sublimada. ¿Hijo o amante? Nada de paridad Sexo comprado. Que los demás apuesten de aquellos dos quién somete a quién y cuál es el mantenido ¿Exterior o interiormente? Cálculo aburrido. Imaginarlo deprime El tramoyero lo sabía insostenible ¡Huyamos! La madre de M por supuesto. Entonces nuevos gustos y sabores Selectos ámbitos Más ambiciones. H preguntando: —¿Un tiquete a Europa por qué tan caro? —Por viajar en clase de negocios. Vale cuatro veces el económico Lo que cuesta un twingo. 173

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Alguna vez iremos juntos Tienes que sacar la visa… Él mudo.

Entre el helado continente y el ardiente trópico toca dejar el romanticismo. Divagar en el ciberespacio recordando lo de antes cuya sentencia reza Jamás. Ya casi amanece Veremos.

M viajando a Francia para elegirle un lugar a su hija. ¿De veras le interesaba? No la juzguemos Sigamos. Como buena madre preocupada por instalar a su pequeña. Aunque detestara su atractivo Especialmente que se levantara esa clase de novios (entre Fedras: semejantes Hipólitos).

Y ¿entonces? ¿Seguirás en silencio y yo empleando palabras cada vez más confusas tratando de darte abrigo bajo algún alero en medio de un aguacero haciendo cálculos infinitesimales para no protestar ante lo indecible tras cometer el colmo de los atrevimientos?

Así fuera mentalmente M estaba presente para H y su madre. Iba y venía entre los brazos de él cuando se arrunchaban. ¿Qué hacían juntos? ¿Cómo 174

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iniciaban sus faenas? ¿Quién primero? M ardiendo de celos. Sospechando que con su hija H tomaba la delantera. A ella desde el comienzo tocándole todo. Acercársele Insistir Humillarse Rogar para enfervorarlo. Si supiera que así actuaba con cada una… Que H nunca se abalanzaba excepto en los estrenos. Esa piedra la arrastraban todas: creerlo distinto con las otras. Más que deseo el hambre encegueciéndolas. Poca lucidez para medir las consecuencias.

¿Amigos? Algo así como si te retara a estrechar mi mano a sabiendas de que por ningún motivo voy a actuar como ellas. Lo he jurado y lo reitero. Entonces no temas pues estoy dispuesto a sublimar los frotamientos aunque me pudra el ardor de volver a encender tu fuego.

¿En qué piensas? Frase fatalmente celosa Sospechosa de ausencias. Recriminación Señalamiento. Queriendo controlar al niño que juega Adueñarse de sus sueños. Exploración de temores para domesticarlo Falsa caridad: ensimismamiento. Poco a poco sensualidad contabilizando costos Excepto en los grandes temas. Sin conversación cualquier teatro clausurado. ¿Hablar de qué? De esto y aquello De algo. Buscar pretextos. Las letras adultas con mayor experiencia sacándolo a pasear por ahí Presentándolo en 175

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otros círculos. En su breve lapso con M acompañándola a varias vueltas. ¡Cuánto despliegue Cuánto voltaje! Excelente dosis de intensidad para el tramoyero. Seducir letras jóvenes trivial apuesta. Entre adultos los afectos más certeros cristalizados en esculturas Consumidos en objetos. ¡Tan fácil descubrirlos Acceder a ellos! Toma y deja para otra clase de metas. Entre las amistades de M H conocería finalmente a P: la viuda de un magnate. Cautelosa Demasiado sensual Atrevida. Muy astuta invirtiendo Sabía jugar en los centros de negocios Combinaba datos que hipnotizaban. Un gran espacio Otra ventana. Si se quiere una gigantesca pantalla. Allí viendo depositar acciones y consignas Claves secretas. A gran velocidad estirándose Comprimiéndose Acrecentándose el universo. Parecían manchas de luz que conformaban rascacielos Pistas aéreas Vías ferroviarias. A punta de compulsión se desdoblaban dibujando cuadros estadísticos Planos cartesianos y puntos de corte Extrañas coordenadas Mapas. Por conducto de P H visitaba la Bolsa de valores ¡Cuánta prisa Cuánto vértigo! ¿Cómo sería una de verdad? ¡La de Bogotá tan diminuta! Multinacionales de datos Cibercómputos. A H lo descrestaban semejantes máquinas. Una extraña música procedía de sus teclas. Conciertos telemáticos ilustrados en blanco y negro Delirios contemporáneos. H no quería tener iPad ni iPhone Tampoco memoria electrónica… Deseaba que sus datos fluyeran en la red cual acciones del mercado Que él los atrapara de vez en cuando 176

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dirigiéndolos con sólo pulsar signos matemáticos. Ruidos de autopistas Sonidos del océano Viajes intergalácticos. Grandes hangares para despegar desde un sitio minúsculo. ¡Extraordinario delirio visitando apenas un recodo!

Editando fotografías recreo desde el congelador esos hoyitos que aún me desvelan… Hay que ponerles más color a las instantáneas y experimentar con ellas Cambiarles el tono para transformarlas en dibujos animados. ¿Apagado el alumbrado será que sonríes?

Era sábado. El vuelo rumbo a París partía a las dieciocho y treinta Bastaba llegar con una hora de anticipación para clase ejecutiva. Pese a sus hábitos M viajaba ligera. Quería sorprender al tramoyero. Él cargaría su equipaje hasta el terminal aéreo. Ella había alquilado un auto. Atrás iban cual par de tórtolos abejorreándose Descendieron. Llegó el momento de cruzar los controles de seguridad: la última instancia antes de decirle Hasta luego. Él le entregó temblando su maletín de mano Ella sacó una enorme bufanda con el ánimo de cubrir a su amado. Parecía una estola. Tras abrazarse con un inolvidable beso se despidieron. 177

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Te he perdido Por eso vuelvo a Cartagena. Milagrosamente la calle anda tranquila. Al otro lado había cerrado la ventana Aquí sigue abierta: pantalla encendida con un golpecito sobre alguna tecla. Me encanta pulsar el cursor para introducir un espacio: ¡Listo!

Las hijas conocen de sobra los alcances de sus madres. En su lugar harían lo mismo Por eso las detestan. M permaneció escondida mientras H acompañaba a la señora. Luego volvería con él Lo sabía. Cada vez que sus letras viajaban El tramoyero juntaba un manojo de llaves. Se las dejaban para controlarlo al igual que sus propiedades. Él lo intuía y olvidaba. Imaginando una pequeña venganza se conformaba. Aceptaba su destino. En el fondo lo trataban cual criado y en algún rincón le gustaba: una suerte de castigo. Aprovechaba la ausencia de los otros para perderse en ellos. Con mapa en mano levantaba las coordenadas de cada objeto Identificaba lo más anodino. En algún juguete o libro dejaba señas… Años después sus antiguas letras encontrarían eso Lo echarían de menos. Le gustaba marcar sus huellas Jugar a las escondidas. Excesivamente meticuloso Paranoico. En papeles rayados y bien envueltos dibujaba ecuaciones matemáticas. Pistas de niños con gnomos bajo la mesa atrapando salamandras y demás seres microscópicos. Gulliver en el país de los enanos La isla de 178

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sus fantasías. Él era así Tales sus pasos. Consignemos otros datos: cuando sus letras se iban (grafías que con el tiempo él detestaba) H jugaba a ser ellas. Se ponía sus ropas Meticulosamente las imitaba. Así recreaba sus idilios. Conocía perfectamente a sus esclavas. Las quería Las aborrecía Las enjuiciaba y con sus hábitos desdoblando voces las condenaba. Severamente las castigaba. Las obligaba a expiar sus culpas para poder perdonarlas. ¿Deliraba? Simplemente escenificaba. Tales sus ámbitos de soledad Los más sagrados Los únicos. Luego volvía tras el telón Continuaba su errancia de tramoyero.

No tan sencillas las líneas Menos aún los párrafos. Es necesario ensoñarlos Saborearlos Degustarlos. En una palabra: prepararlos. Para ello generalmente comienzo dibujando un esquema horizontal en mis cuadernos ferrocarril de bolsillo Luego pulo cortando inutilidades Después relleno y tan pronto suenan las frases: están listos. Es el momento de pasar a la vertical. Allí el trabajo es más arduo porque toca pintar y repintar una y mil veces hasta que no haya de dónde agregar ni quitar una grafía tras haber compuesto y recompuesto los cuadros de tus escenas.

Cual indigente y sin domicilio fijo vagaba el machito soñado. Probándose las ropas de ellas 179

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Reconociendo fetiches y aprehendiendo sus miedos. Pero también reflejado. Algo impuro vistiéndose y desvistiéndose Quizás un poco sucio a pesar de su blancura. Le aterraba el olor de sus pies y su pecho No era como los demás Debía ocultarlo. Cada gesto escondiendo pequeñas dosis de envidia. Deslizaba sus temores en los otros. Culpaba a todos y proseguía su juego.

Aquí exclusivamente trabajo en mis cuadernos usando estilógrafos de punta seca Los de siempre Los imborrables. Jamás una grabadora ni otro aparato por tecnológico que parezca. Tampoco consulto libros ni enciclopedias Sólo el recuerdo es decir tu invento. Te observo de pie en la penumbra y yo desde aquí con una mínima luz recomponiendo tu figura. Sé que me ves y escuchas porque tu sombra ha ingresado por el balcón que diez años atrás dejamos abierto.

Fórmulas bien y mal formadas en la mente de H. Combinaciones posibles Admisibles. ¿Cómo soportaba a C con esos pantalones chicle? ¿No lo sonrojaba T con su minifalda y botas? L (su otro amigo del que nada he dicho) desde pequeño se había hinchado… ¿Llamarlo gordito no equivalía a despreciarlo? ¿Y J? Esa niña moralista De blancura manchada ¿No era una puta pretendiendo ser casta? M y su música 180

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contemporánea Tan resentida con su autora… S soberbio con cada palabra y gesto que pronunciaba Demasiado pedante guardando las distancias… F creyéndose siempre el mejor aplastando a casi todos. Sus negrillas eran unas bárbaras ¡Malditas matronas! incluida la ansiosa ejecutiva que acababa de despedir: otra ilusa. El tramoyero detestaba su alfabeto. Podía servir para crucigramas y numerosos trabalenguas. ¿Y él era útil acaso? Excluido y marginado Generalmente disimulándolo ¿Aceptaría su sino?

Te veo y desdibujo. Presiento que estás asustado por el rollo en que andas metido: parece que esta vez sí te agarraron y no sé si tengas el suficiente coraje para en el último momento hacerles conejo. Sería una bendición para todos Especialmente para tus manías de aventurero. Por supuesto no voy a darte consejos y menos intervenir en un acto que no es de mi incumbencia Bueno Exagero Allá tú. De momento el viento sopla tranquilo Las aves empiezan a revolotear y los cachorros buscan alimento.

Su isla-barrio La ciudad Su país y el mundo: diminutos. A continuación más minimalismos. De ahí su gusto por las maquetas. Le atraían insectos y gusanos. Pudo ser arquitecto o biólogo Sentía compasión por las criaturas. Gigante él prefiriendo ser topo. 181

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¿Y de espejos? Jamás en público. Sólo para enfrentar sus penas. Frente a las cosas de los demás mil ganas de falsificarlas. Buen diseñador Digamos especialista en calcados. Solitario se refugiaba en otros ámbitos Particularmente en el ciberespacio. Allí pasaba largas horas errando y abriendo cientos de ventanas. Completaba decenas de páginas Las visitaba Expandía y abandonaba. Surfeaba en otras. Nuevos blogs exóticos Buscadores más rigurosos Descriptores foráneos. Virtualmente comparaba modas Viajaba y deambulaba. Alcanzó a ser fanático del Google geográfico Espiaba a sus amigos localizándolos en sus castillos. Deliraba creyéndose panóptico. Captaba fácilmente las mentiras Sabía reconstruirlas y cuando los demás lo engañaban Callaba. Discretamente planeaba revanchas Dramatizaba sus vergüenzas. Más que avaro ser coleccionista de letras allanaba sus impurezas. Sus grafías estaban consumidas ¿Eran suyas? Lo contrario también podían argumentar ellas. Siendo así mejor dejarlas.

Renunciar. Alguna vez en la vida hay que atreverse a dejarlo todo. Jamás con benevolencia cristiana. Simplemente porque sí y punto: entregarse a la tentación del vacío.

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Inquietante melancolía querer volar sin alas Sentirse cautivo. Sus letras cada vez que viajaban le remitían postales. Él casi nunca les respondía. Jamás tomaba la iniciativa. Algunas veces muy culpable se sentía. ¡Qué debilidad Cuánta torpeza! No alcanzaba a confesar de qué modo lo afligían.

El infierno son los demás No cabe duda. Es preciso establecer límites entre calderas: que las grafías estúpidas no crucen la frontera y las palabras insulsas pronto prescriban.

Viscosidades del tramoyero volviéndolo escurridizo Seductor blando. Experto en publicidades Reciclador de marcas. Modos Tiempos Lugares y maneras. A corroborar hipótesis por medio de estadísticas. Más allá de sus letras inmerso en mundos posibles. El de P subrayado como el de los arribismos. Desechando lo doméstico Aprehendiendo lo superfluo. En vez de cortar naranjas un exprimidor automático. Muchas gamas de detergentes y quitamanchas Mil y un utensilios de cocina: casi todos inútiles. Desesperado por aumentar clasificaciones diversificando las fuentes. Resolviendo ecuaciones en suma.

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Una cierta sobriedad ¿Por qué no? Sin necesidad de ser estoicos Digámoslo brevemente: de vez en cuando hacer arqueo de caja. Mejor dicho efectuar inventarios. Esto sí y aquello no. ¿Cuatro especies de lo mismo? Más vale cambiar de género. Está bien Si se quiere de objeto. Y así sucesivamente con todo: personas Animales y cosas. Reduciéndolos a esto: quizá es tiempo de que se vayan… Lo definitivo ocurrirá mañana.

Éxito destinado a consumidores pues de resto sólo ostracismos y antropofagias. Que lo vomitaran H lo aceptaba para no propagar más contagios. ¿Cómo cortar definitivamente con M Su madre y sus amigas? Todas conduciéndolo a P. P de posibilidades: la última consonante complicándolo todo. En ella estaban los apóstrofes del comienzo: C’-J’-M’-P’ y las sucesivas…

Tengo que reacomodar mi posición para continuar. Izquierda Derecha Izquierda Derecha Adelante Detrás Un Dos Tres Un Dos tres… Simples estiramientos cuando las frases no riman. ¿Para qué rimas?

Al cruzar M el Atlántico la pequeña volvió con H. ¿Macho y hembra dirían los adictos al Génesis? 184

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Sin comentarios. Para no perderlo en elucubraciones la musicóloga aterrizándolo. Precisemos: pintándole conquistas alcanzables. Pequeño error para el geniecillo deseoso del todo o nada en este mundo de corsarios. Sin diferencias entre probables o factibles A mayor lejanía mejor aún las metas. En las primeras páginas subrayábamos una ambición desaforada. Difícil entenderlo salvo leyendo la tragedia de Ricardo III: ¿Acaso no puedo ser rey Señores? Desde luego.

Íbamos dizque a batirnos y la cosa no ha funcionado. A lo largo de este trayecto te he llamado arcángel y no eres más que un hombrecito. Igual que yo y contrario a ellas: tus letras. ¿Cómo pasar de la vanidad de vanidades a la simple naturaleza muerta? Déjame fumar un poco de tabaco y meditarlo. Entre tanto aquí Desde este cuarto parisino o cartagenero vuelvo a cargar mi pipa La que tú bien conoces La de siempre: Est-ce que tu veux une pipe? ¿Deseas una bocanada? No sé si sabes lo que en francés significa…

País de oportunidades: paraíso de tramoyeros. Lo que quieras lo logras. Voluntarismo temerario autorizado por el mercado. Comprar a ultranza acumulando sin parar ni conceder tregua. Quien no se atreva jamás triunfa y por consiguiente no lo merece Sólo las especies mejor adaptadas sobreviven. Mientras M 185

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regresaba H hizo que su hija gastara. Simplemente bostezando Vitrineando objetos momentáneos De plástico Bellos: zapatillas y chaquetas de marca Más otras gafas italianas de moda. Mostrables Envidiables Deseables. Necesitaba ganar aprobación como fuera. A la época con compras superiores a cinco millones de pesos. ¿Cuánto en dólares? ¿Cuánto en euros? Para qué hacer cuentas. La tasa de cambio poco importaba Así arrancaba la época. Y en los años sucesivos ¿Cómo dejar lo prohibido si los lujos también nos desgastan?

Hay que hacer pausas como en el amor pues de seguido Imposible. Prometí dejar los frotamientos y créeme No lo he olvidado. Entonces borra mis insinuaciones y sigamos. En la cabeza de mi pipa sólo quedan cenizas Voy a dejarlas un rato porque me da pereza botarlas. Además la transformación del marrón en gris es adorable. Un nuevo color Otra textura. Con un polvo similar al inicio de cada cuaresma los católicos se untan. ¡Al diablo con ellos! Te decía que nuestro combate resultó inútil Una suerte de fracaso. Cabe solamente esperar Aguardar un rato. Me largo para el café Beaubourg a ver si hallo comida. Acabas de bostezar ¿Qué hacemos?

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¿Si pasáramos un fin de semana en Cartagena? Entre tímido y atrevido preguntaba el tramoyero… Aún no conocía el mar y tenía ganas de descubrirlo. Quería un viaje de lujo Montar por primera vez en avión Salir de su barrio de mierda Sentirse hombre de negocios. Ella se quedó pensándolo… Sabía que le costaría caro. Él no podía con las evasivas. Sí o no y punto. Quedarse meditando equivalía a reprobarlo. M dudó y entonces H dijo: —Mentiras… Pura carreta Era charlando.

¡Qué contradicción! La única cita de esta noche la tengo al frente y ya no la deseo. Felizmente mis alumnos y colegas están lejos Por fin me han dejado tranquilo. Aquí no tengo ganas de escuchar a nadie Pasemos. ¿A dónde íbamos? Ya veo Al Café que queda en diagonal al Pompidou donde también escribo. ¡Qué imbécil! A estas horas debe estar cerrado… No ¡Espera! Si allá va a amanecer aquí tiene que rayar el mediodía. Entonces a almorzar No cabe retroceso.

M ¡Qué desperdicio! Desaprovechando una oportunidad exclusiva: viaje romántico que pudo ser luna de miel o mutuo descubrimiento. H cambiando de tema y aparentando indiferencia. Jamás confesaría su ignorancia del mar La voraz hambre de abrazarlo. Señaló que estaría unos días afuera Que se iba de 187

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excursión con un amigo… A M le dolió esa bofetada. Las propuestas del tramoyero siempre fueron escasas.

Un filete de pescado con espinacas o un buen trozo de carne casi cruda y bien jugoso Mis preferidos. El pan con mantequilla que te alcanzan es delicioso. Untarlo da gran gusto pasando cada bocado con un sorbo de vino: una copa de Chablis o un vaso de rojo dependiendo… Pero antes de ordenar De la commande como dicen los parisinos Una caipirihna. En el Beaubourg saben prepararla así te cueste veinte euros. ¿Y de postre? La crema acaramelada que alguna de tus letras seguramente te ha preparado. Esa es una opción confiando en que mi puesto para observar a los pasantes no esté reservado. La otra alternativa es seguir aquí calentando un plato congelado en el horno o dejar que se descueza al baño de María. ¿Qué tenemos? Me queda una sopa de camarones y un filete al tamarindo ¿Cuál de los dos eliges? Una pena que se acabara el pan de poilâne y las tostadas. Toca el queso más duro: Chaussée aux moines. ¿Sabes a qué huele? A tus pies divinos.

H huyendo pues con F dejando a las demás letras desparramadas. Pronto se acabaría el año. Era época de graduaciones y aguinaldos. Su primer viaje al mar ¿Para qué retratarlo? Simplemente paréntesis de una semana. Cambiemos de escenario. Contrario a los lenguajes 188

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académicos todo es posible narrando. Digamos pues como en Hollywood: días después… y que aparezca bronceado el tramoyero. Esta vez definitivamente más extraño.

Decisión por el filete y una botella de Borgoña Más el queso mencionado. ¡Delicioso! Platos y vasos se van acumulando Tengo que lavarlos. ¿Más tabaco? No sé qué ha pasado con la cuenta regresiva ¡Que el tiempo fluya! Los primeros amores definitivamente quedan grabados. Lo demás se fuga y difumina ¿Qué hacer cuando el introito fervor se enfría? Nada: recrearlo sabiendo que así como los jarrones se quiebran todo acaba.

¿Con quién se vio primero? Preguntándoselo a C ella juraba no recordarlo. Otra conversación impertinente de género. Si sus letras supieran que F conocía a fondo su torcedura… Como hablando de algo ajeno Duro golpe Cruel estocada. Corrientazo atroz para ellas: Su apuesto novio también es un maricón ¿Lo sabían? ¿Valía la pena mencionarlo? ¡Silencio! Que cayera el telón y concluyera la escena. F despidiéndose de C porque H por aquellos días… Desaparecido. ¿Adónde escondiendo su cuerpo salado? Por puro pudor donde Doña C Consolándolo. ¿Tras la muerte de Rho? Coincide con aquellos días trasnochados. Todo un berenjenal de entrecruzamientos. 189

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Excelente símil Otro amasijo de cables. Desordenados y enmarañados aunque H supiera hacer muy buenos empalmes. Dibujemos varias cuerdas anudadas. Imposibilidad de contar con quién andaba: ¿Decirle a las M que con F y a F asimismo que con C-J-T-L y S? Mutuamente apenas se cruzaban. Ignorémoslo. Aun ocupando la misma fila y en cierto sentido frente al escenario éstos y aquellas en las tablas practicando… Sin olvidar a P cada vez más esotérica compensando el vientre que le traqueaba con salidas furtivas en su compañía Escapismos que el otro aprovechaba. Acumulando dividendos. P estrenando un gigantesco auto temerario. H a veces conduciéndolo. Ella soltándoselo y apareciendo súbitamente con un magnífico regalo: un computador portátil de última generación Iluminado. Cabía en un sobre de manila: minimalismo puro Conexión garantizada. Magia y envidia para cada actor dependiendo de su puesto en el teatro.

¡Ah Los encuentros y las despedidas! No sé si a Mitzuko alcancé a darle un beso en la jeta No lo creo Lo lamento. Extraño sus bigotes al igual que sus mordiscos. ¿Si estuviera él aquí conmigo?

Rho por pura inconsciencia es inmortal: las pequeñas especies dan ejemplo a los humanos. ¿Y la eternidad? ¡Las letras de H reclamando semejante 190

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sacrificio! Él en su máquina deshaciéndose de eso Virtualizando ficciones pasajeras. Los bichos telemáticos emparentándolo: haciéndole borrar lo que era y estirándole brazos y piernas junto a caninos y felinos. En similar ignorancia abarcándolo. Ni amor ni muerte sus hermanos. ¿Esperaba algo?

A la mierda la nostalgia. ¿Me vuelvo soberbio aun con mi gato? Con él no puedo. Cuando regrese se hará el indiferente y tendré que acostumbrarme a sus desplantes hasta que nuevamente vuelva a enroscarse en las cobijas y bata la cola… Más tarde jugaremos y yo sin saber qué decirle de esta aventura. ¿Comprenderá mi duelo?

Los animales practican mejor espiritualidad Sin duda. Dios para ellos es cualquier cosa: el amo La leche o el cuido. De pronto el agua La luna o las estrellas. Tal vez el sol si sale y los calienta. La inmensidad cósmica también la cubren muñecos de palo. Ellos nada definen porque pensando perderían Se las arreglan como pueden. Lo macabro ni los mira: ¡Bienaventurados porque carecen de mañana! Tal su significativa ganancia: dormir Comer Beber Ladrar Maullar Ronronear Disgustarse cazando una mosca y atrapándola ¡Qué felicidad! Todo pudiendo ser juguete desde un nylon hasta una cabuya… La del tramoyero: ¡Difícil libertad! en cambio. 191

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Tengo ganas de quemar el collar que hace diez años me dejaron de recuerdo ¡Lo había olvidado! Usaré en su lugar una cadena de plata similar a las de los inmigrantes de acento blanqueado Y también una esclava. Quiero tener algo de ellos hasta que en otra ocasión los vea.

Ambición y desapego: dos pulsiones revolviéndose en el estómago. Temer y poseer lo hacían reo de sus juegos. Para H dejarlo todo un poco iluso Congelado. Que las letras se encargaran. Él queriendo ser príncipe y mendigo: teniéndolo todo a crédito. Sólo presencia y figura. Como al cantante famoso a quien se le fía y punto.

Me falta un anillo de bodas y tú ya tienes el tuyo. Al interior deberán ir grabadas dos iniciales en mayúsculas No sé si separadas o unidas por algún guión ¿Qué opinas? En Colombia la platería y el oro resultan buen negocio También el de las esmeraldas aunque nos maten por eso.

Volándose de una y alejándose de otra Dejándolas plantadas a todas Tocaba imaginarlo reconstruyendo sueños. H no era tan absurdo. Tampoco caía en 192

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la trampa de los ilusos. Sus conquistas eran desapegadas. Fantaseaba con castillos y palacios Cierto Pero lleno de sirvientes que gratuitamente lo llamaran Amo.

¿Dar la vida por algo o alguien? Más vale por un objeto. No necesariamente precioso Mejor insignificante. Para abreviar puede ser un regalo casero Una cuerda o un viejo retrato. Igualmente un fetiche como por ejemplo esta pantaloneta que llevo. ¿Cómo la adquiriste? Lo he olvidado. Tiene marcada una etiqueta curiosa… Con los años la he usado y todavía funciona. Ojalá en breve sirva para atraer tu compañía.

En el escondite de Doña C con semejante dolor de perder a Rho El tramoyero desesperado. Los recuerdos del mar atormentándolo. H sentía retorcijones Punzadas en el estómago Contracción de riñones. Creía despertar en la arena sobreviviendo a otra tempestad Deliraba. En aquellos días de fiebre F tuvo la osadía de buscarlo Él sistemáticamente se negaba. A nadie quería ver Los otros que se murieran. Era época de navidad El tiempo que más odiaba. Se lo dedicó a su madre: sus últimas vacaciones con ella. Por supuesto ni se asomó a la ceremonia de grados Tampoco montó la última pieza de teatro. Prometió volver a comienzos del siguiente año Cosa que furtivamente hizo. Se sentía perdedor y en retirada. Durante aquel mes ausente del 193

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mundo retrasó su destino. Debía volverse más radical Tenía que cortar con todos. Sufría por hacer daño aunque sus letras no lo notaran. Más que a los demás sus contradicciones lo agobiaban. ¡Y ahora F ilusionándose igual que N y J Lo mismo que M y P similares a las otras! Había que impedir que se volviera otra C o T buscando que fuera más o menos como S. A propósito: el saxofonista partió sin novedades. Le dejó dos morrales repletos de recuerdos mientras él conocía el mar Tocaba recogerlos. ¡Quién lo viera! Sus dos amigos de luna llena Viajeros: el uno en Nueva York y el otro muy pronto más allá del Atlántico Así la vida. ¿Y él adónde Señor mío? Detestaba hacer planes Naufragaba.

¿Qué otras banalidades digo? Antes de regresar buscaré una lata suculenta para mi gato. Está bien: para todos. Entonces tres latas para que no se agarren Para que se saboreen y produzcan sonidos guturales tipo Glaf Glaf sin tener que levantar el cuello —cosa que no comprenden los crédulos: juran que las cochinas palomas cuando hacen eso le dan gracias al cielo.

Fatiga de conquistar De aparecer De probarse De seguir De continuar. Mejor lo incierto con otra clase de estímulos. Para disimular la ansiedad: indisciplina. ¿Nuevos juegos? Si cualquiera puede ser alguien ¿Para qué libertad? Compulsión Inhibición Desapego. Sin 194

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piedad estaba decidido: H soltaría una tras otra sus letras. La falta de Rho así lo obligaba. Dos verbos en infinitivo dejando el tercio excluido: temer y partir sin amar.

¿Te das cuenta de lo fácil que te pierdo? Hacer coincidir espacios es excesivo Cualquiera creería elemental reemplazar una ficha por otra. No señor La forma es esencial para sentirse a gusto. ¿Acaso dibujas un caballito saltando sin patas ni cola? Si quieres puedes ponerle alas pero jamás dejarlo sin herradura.

Desde el cuarto de su madre Decidido. La noche anterior viendo televisión juntos Pura programación de mierda: una telenovela Otra El noticiero Un reality para humillar a los participantes La última película de cartelera. Fritando palomitas de maíz cual par de novios y ella Sorprendida (¿Por qué tanto cariño? Porque se iba)…

Necesito que si me extravío me llames cual asistente enardecido por dictados que genuinamente me transmitan nuevos mensajes de texto recordándome ¡Los párrafos!

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La mañana siguiente Una vez desaparecidos los reyes magos y el pesebre a punto de desbaratarse Ni rastro. Su cuarto abandonado y a excepción de algunas prendas Todo en su sitio. Una nota en la sala de recibo: Tengo que hacer este viaje y lamento no poder explicártelo. Por favor no me esperes en los próximos meses ni le hagas preguntas a nadie Ya comprenderás Bien conoces a tu Hijo. El machito huía de nuevo. ¿Esta vez con quién Adónde? Por favor no preguntes. ¿Rumbo a peor sin botas y con sus pies helados? Algo así como hacia un retiro sin monasterio. Pero antes teniendo que pasar por dos morrales de recuerdos Al taller sigiloso tratando de no ser visto. Mala suerte de entrada. Justo en el andén Al pie de la salida F su amigo: Hola efusivo mientras H sin musitar palabra con brazo levantado esbozando un saludo Ambos de largo. F recapacitando a pocos pasos ¿Cómo? ¿Acaso no descubrimos el mar juntos? De vuelta entonces al recinto atravesando balcones para alcanzar la platea Luego el escenario y en seguida subiendo escalones de a tres rumbo al ático. H conversaba con alguien F aguardándolo… —¿Qué haces? —Nada Parto. —Y ¿Adónde? —Por ahí Ya sabes… Te escribí esto… Cierto: para cada una de sus letras un sobre de manila acompañado de un regalo a fin de no tener que encontrárselas en el ciberespacio.

Justicia es dar a cada cual lo que le corresponde según su naturaleza y forma. Por eso las cosas no son 196

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buenas ni malas y todo depende. ¿Qué tal decir que el agua es maravillosa? Para un sediento Seguro Pero ¿Para un ahogado? Aquí no voy a hablar del sistema de calificaciones que me inventé tan pronto abandoné el teatro porque odiaba la moral cristiana de la pedagogía Será cuestión de mi Alter Ego. Sólo enfatizo que sin contexto no te hallo. De ahí tanto liqui-liqui con este viaje a Cartagena: a encontrarse con el amado no se puede ir de cualquier modo.

Gentil de todos modos aunque no lo valoraran. A cada una y uno (excepto con N que de nuevo no contaba) sus mejores deseos. A C una cuerda con ocho nudos suplicándole que por lo más sagrado no lo buscara. A J un collar de plástico tipo alambre de púas tejido con sus propias manos más el retrato de Rho retozando. A P un libro esotérico (si no estoy mal El Alquimista) falsificando una dedicatoria de Coelho. A M una flauta gruesa de madera con rastros del Yuruparí para que algún día se perdiera en el Amazonas Más una bufanda de seda para su madre con una frase del Dalai Lama. A L una máquina de retratar que adoraba a fin de que nunca se le agotaran los motivos. A S le enviaría sus discos de música electrónica y un dibujo de su rostro pintado en carboncillo (no olvides nuestro tecno En minúsculas y subrayado). Y a T su preciado cubrelecho de lana. ¿Qué? Eso mismo. El tramoyero se las sabía todas. Y 197

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no de cualquier modo: a cada quien con un ritual planificado. Fabricado según las circunstancias.

¿Con el amado? ¿No te has dado cuenta de que eres el protagonista de esta saga? No para transferir el infierno del matrimonio ni a fin de militar en círculos bohemios. Solamente para contextualizar como dicen los historiadores.

Cada liturgia perfecta como si a todas les quedara claro (aquí ganan ellas por mayoría de género). Él se iba. ¿Qué le regaló a su venerable matrona y al fratello? A Doña C un gorro de lana que solía usar en los inviernos y a F bueno… Le dio varios regalos: de su encendedor sacó una suerte de mini-escultura alada que al empacarla bautizaría arcangelus novus.

¿Entonces qué? Ponqué. Dime si vas a aparecer porque tendría que tomar ya mismo un baño para no presentarme tan trasnochado ya que el agua caliente lo disimula todo. Cierto: en el maldito San Felipe sólo hay líquido para regar las matas Está bien Haría el último sacrificio por ti si me lo pides.

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¡Que va Puro cuento! Tan pronto se dieron cuenta enloquecieron. C se le apareció cuando tomaba su última cerveza en un bar alejado vestida de puta y muy maquillada Mientras él sin siquiera mirarla seguía danzando y ella queriendo cortarse las venas para que la viera desangrada ¡Qué patética! Después se le ocurrió lanzarse a sus pies en plena pista de baile hecha un mar de lágrimas y entonces H la pisoteaba ¡Qué espectáculo! La gente aglomerándose y él zafándose de la endemoniada huyendo del puto sitio aborreciendo para siempre a la posesa. P vendiendo sus acciones de la bolsa para irse a la India en busca de un verdadero Maestro. Las M reencontrándose se pelearon cual par de perras celosas en el aeropuerto ¡Qué vergüenza! La una llegando y la otra recriminando a su madre por pretender adueñarse de su macho. La pobre N no tuvo otro remedio tras la muerte de Rho que perderse en su infinita nada. L y S como auténticos varones cada cual embriagándose en su sitio… Y T armada de piedras golpeando donde su madre: —Si te vas ahora mismo que se te pudran las entrañas.

Señor Tú eres mi Dios Por ti madrugo Así cantan en laudes los benedictinos. Yo a ti simplemente te digo: Niño Tú eres mi arcángel Por ti me ducho con agua helada… ¡Dime si no es un hijueputa sacrificio!

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Y ¿a F? No he dicho qué más le regalaron (se dice en plural ¿No cierto?)… Un collar de coral amarrando una pantaloneta adquirida en Majagua. Todo envuelto en un texto que rezaba: Los personajes no somos hombres sino simples coincidencias Nos deformamos. En este punto nuestros caminos se bifurcan y aunque vayamos lejos poco importa. Tal vez nos pillemos en la soledad o durante algún amanecer nos hagamos señas ¡Quién sabe! Tú y yo sólo sueños Mantengamos vivo el recuerdo :).

Ya veo: empiezan los emoticones. Tus respuestas son así de sencillas: sonreír Picar el ojo Sacar la lengua Mostrarte furioso Escupir Gritar sin palabras que estás mamado de que te persiga: D…0==3

Con dos puntos más paréntesis que se cierra y punto El tramoyero indicaba que se sentía a gusto enviando un beso :). También usaba otros signos como el punto y coma para picar el ojo ;) O subrayaba que estaba bravo o cansado ya no cerrando sino abriendo el otro paréntesis antecedido de los dos mismos puntos que representaban su mirada más un slash de No te atrevas a cruzar esta barrera :(/. Hasta ese recodo despidiendo a sus letras cuando F lo localizó para pedirle explicaciones por su partida. Convinieron encontrarse en un bar llamado Luna lela para 200

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tomarse el trago que a ambos enardecía: un martini. En una mesa aislada se sentaron. F filosofándole y él argumentando sus decisiones tomadas a punto de perder la paciencia subrayando Te digo que aquí acaba todo… Pero F diciéndole que recapacitara trayéndole a cuento la muerte de Rho por culpa de sus grafías y H Con lo más sagrado no te metas ¡Maricón! (Primer insulto: cariñoso). De nuevo otras insistencias de F insinuándole que aceptara lo cobarde que era con sus letras y él ¡Pide que por favor vengan a buscarte porque te estás pasando Malparido! (Segundo insulto: serio). Mas F rompiendo sin darse cuenta el tabú de la intimidad señalándole sus miedos puesto que con cada consonante que se juntaba sentía una nostalgia femenina que lo volvía incapaz de involucrarse con letra alguna… ¡Ya Basta! Salieron. Afuera el asfalto empapado porque acababa de llover y F súbitamente tratando de abrazarlo y él a no dejarse apartándolo: ¡No te acerques más hijueputa! (Tercer insulto: temerario)… Y F redundando hasta que H previniéndolo: ¿Quiere que le pegue? Par de segundos indefinidos mientras su amigo replicaba: —Si es tan varón ¡Atrévase! Entonces el tramoyero perdiendo toda compostura y delante del que fuera despedazándolo.

Te suelto y abandono Me doy por vencido. Está decidido: no voy a cumplir una cita ilusa Goodbye my brother C’est fini Ciao l’amico. 201

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No paraba… Nada ni nadie contenía su ira. Semejante macho destrozando a su amigo hasta que alguien: ¡Deténganlo! Porque del rostro de F manaba mucha sangre. El tramoyero petrificado y luego acercándose para tratar de curar al herido mientras éste le gritaba: ¡Te gustan los hombres porque eres un maricón Acéptalo! Entonces H muy temeroso abandonando la escena a toda máquina. Al día siguiente F lo denunció a la policía pero poco después retiraría sin explicación alguna los cargos (H era su Hermano mayor: F lo amaba).

Hay un aria de Haendel que me chifla y en este preciso instante escucho: Lascia ch’io pianga mia cruda sorte Et che sospiri la libertà. La única versión posible para delirar cual anticristo es la de Cecilia Bartoli Las demás no cuentan. Al próximo gato que tenga lo bautizaré así para recordar mi duelo: ¡Rinaldo!

Desenlace normal. H retomando su destino: huyendo. ¿Esta vez definitivo? Nuevamente rumbo al mar en busca de cura. Tras varios meses de retiro convertido en ecologista y militante de causas perdidas que no voy a describir sino a subrayar (como en algún momento dije) Siempre conectado. Primero a cargo de un grupo de discusión Más tarde creando 202

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una red de chamanes y luego dirigiendo una especie de ong porque tocaba recaudar fondos de la Cooperación Internacional para los hermanitos menos favorecidos. Él con atuendos de mamo riguroso Austero y muy duro. También bastante sereno educando con pequeñas trampas de guardabosque a turistas despistados. Misión imposible y arrolladora Gracia difusa y muy seductora: los niños La humanidad Los negros y las pequeñas especies. Mejor dicho numerosos motivos de expiación: reivindicaciones Solidaridades Compromisos.

Escuchando no sé cuántas veces el aria de Rinaldo en boca de la Bartoli Me baño con agua que hiela el alma repitiéndole al vacío No te cases si amas… ¿De qué hablo? El matrimonio es un contrato para que la maldita sociedad se reproduzca Exclusivamente eso. Mis padres se casaron porque no se amaban y conmigo les cayó el amor del cielo: por eso nunca se separaron. Hoy quieren unirte a lo imposible que para ti sólo existe en la ausencia de objeto y de relación… Está bien No voy a seguir echándote jabón en los ojos… Lentamente me seco y perfumo No sé cuánto tiempo ha durado esta ducha Debo lavar una montaña de loza Secar cantidad de trastos dejando las cosas en su sitio ¡Demasiado tarde porque el sol alumbra!

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En una palabra Cual guardabosque de barba larga y mechera cuasi-rasta Al tramoyero podríamos apodarlo “Stalkeriano”. Prometiendo a incautos una Zona o Ciudad perdida de los deseos con su respectivo cuarto de miedos Puro lodazal Vale decir barrialero. Frío penetrante en el pecho y para mayor escepticismo de físicos enfrentando peligros entre más aterradores menos vivos. Malas copias de Zafiro y Acero con los tiempos trastocados en este trayecto. Cosas de antes después y acontecimientos de ahora revueltos. En una palabra: relatos. Verdes azulosos y grises sepias arrastrados sin hallar por ningún lado un solferino. Apenas colores de tierra. Teléfonos imaginarios que sin ninguna señal sonaban Voces que de repente hablaban: ¿Acaso soy guarda de mi hermano?

¿Cómo dejas la ropa? Tan ordenada que parece el monumento de un Amo de casa (para que se den cuenta las feministas). En una silla simétricamente colgada está la chaqueta y encima el pantalón Luego la camisa para que sobre las piernas caiga el calzoncillo y debajo las botas (¿Qué digo? Tus zapatillas) descansando encima las medias. De allí vas tomando cada cosa prestando especial cuidado a la ligereza — Yo hago exactamente lo mismo. Te secas minuciosamente los pies y aunque debes usar desodorante jamás te pones talcos para que por amor a Dios no se esfume el queso. 204

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En caravanas caribeñas pues su Ciudad perdida quedaba en la Sierra Nevada de Santa Marta y la selva costera era bastante húmeda H permanecía en retiro espiritual consumiendo toda clase de hierbas Eso sí jamás vegetariano. Hasta que con el paso de los días una vocal y su hermano Ella espléndida y él sencillamente bello… Ambos de piel canela y acento italiano. ¿Colombianos? De los que nacen pero nunca se crían. Él E y ella O y para que no desprecies este relato de maricas dejemos a E en el inconsciente de H (¿Será que lo tiene?) Y concentrémonos en la penúltima vocal del alfabeto: O italianizada ¡Ecco! ¿Cómo hacer para que se sedujeran? ¡Pregunta estúpida! A estas alturas el tramoyero vestido de arhuaco Cuando una situación extrema: el hermanito de O (lamento volver por E al inconsciente de H) ahogándose: Queriendo precipitar su cuerpo adónico al fondo del mar para jugar con su calzoncillo amarillo a Niño de la Atlántida Hasta que de repente ¡Plas! A punto de ser pasaboca de tiburones… Entonces O gritando desde los acantilados ¡Auxilio! Mal salvaje su voz H lo presentía pues a todo señor del océano le toca alguna vez ser guardián de la bahía Ni modos. A quitarse pues el sayal de playa y a saltar para salvar al heredero que una vez alcanzado había que arrancar cual presa de tu boca Mi lobo y en este preciso instante darle respiración artificial porque los labios también sirven 205

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para eso ¡Qué pena! Si quieres lo suprimo de modo que el machito resucitado pueda sonreírle a la hermana: —¡Milagro! Cuando todo estaba perdido usted lo salvó Dígame señor ¿Cuánto le debo?

¿Qué me pasa? Ya lo dije: es tiempo de que te vayas. No voy a seguir hablando con alguien que se queda callado mirando al horizonte lejano como si nada. Además esto es tan absurdo que no tiene remedio. Excelente estrategia la tuya: no balbucear palabra para que los demás te vean fascinante Mejor dicho casi genio y a todas éstas Hermoso…

¡Qué! ¿Ponerle precio a los castísimos gestos del tramoyero? Casi como envenenar palomas que aunque cagan y se tiran las cúpulas de las basílicas representan no sé por qué putas al Espíritu Santo. Pecado mayor e imperdonable Silencio sacro Nada. A ver si la señorita que todo lo compra al menos se daba cuenta de eso… H se levantó del lugar No hablaba Sin más se iba hasta que ella recapacitando: Perdone Señor No quise decir… Y él de largo. Ella tomando conciencia de su estupidez gracias a un gesto que su hermanito esbozó al besarlo: —Nuevamente perdóneme Se lo ruego Es que… —Es que nada. Imagino que así como quería pagarme del mismo modo hasta el amor usted lo subasta. 206

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Acabo de vestirme y punto. El cuarto queda hecho un tierrero Lo cierro Bajo la escalerilla Tomo el ascensor Abre dos veces la puerta Salgo Saludo a la patrona Atrás dejo al San Felipe No voy a ir a la Boca del Puente ¿Está claro? ¿Entonces adónde? Remonto la Pedro de Heredia para darle la vuelta a las murallas Hago tiempo aquí y allá Que sean las seis ¡Me importa un bledo! El mar está tranquilo y hoy será un día extremadamente caluroso Entre los fuertes juego a hacer equilibrio Que pase el tiempo errando ¡Eso!

Frase fulminante y categórica. Como he renunciado al panóptico debo aclarar que sólo recreo impertinencias. ¿Cómo me enteré desde el otro lado del mar de todo esto? A O la conocí donde Valerio Adami en Roma: —Piccolina Piccolina te vas a casar Si supieras… le decía el abuelo acariciando las orejas de su perro salchicha Ego. Recuerdo que hablábamos de Colombia De Cartagena Del exótico parque Tayrona. Bebíamos un Chablini en Piaza Navona y yo haciéndome el gringo siguiéndole la pista al tramoyero. Una experiencia infusa Existencial Así la calificaba la bella: —¡No sólo salvó a mi hermano sino que me convirtió a la naturaleza! H es como un chamán (agregaba O irradiando fuego). Tuve que someterme claro está a numerosas pruebas iniciáticas Hasta que las aprobé 207

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cada una dejando mi fiereza y aquí estoy y tal vez algún día se las describa. ¿Qué diablos le hizo H a O que la amansó hasta la humildad extrema? ¿Mediante qué métodos domó su soberbia? Ojalá estuviera aquí para decírnoslo.

Faltan cinco párrafos para que acabe esto. Diez si tienes en cuenta los paralelos…

Si Oriana Fallaci se entregó a mediados de su vida a los brazos de un terrorista… Nuestra vocal híbrida se sometió a los más extremos rigores de H en medio de la selva. Devolvió a su hermanito para Cartagena quedándose la muy loca en una cabaña con un desconocido asumiendo las consecuencias. Una especie de rapto voluntario (en plena Ciudad perdida) Completamente distinto a los falsos positivos que geométricamente se multiplican en Colombia. Si resulta curioso para economizar papel y tinta invito a visitar una página de excelentes narraciones que condensan versiones similares a los SMS que normalmente se envían con cierto tipo de culpabilidad a la Juan-Salvador Gaviota Hasta que nos pongamos de acuerdo con buena parte de los trazos iniciáticos que H implacablemente aplicó a O para doblegarla durante seis meses de cautiverio. Toca ingresar a www.entregas-sm.com y recorrer esa maravilla de relatos constatando que los ejercicios de Sade 208

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y Loyola resultan unos peleles al lado de tamaña disciplina. Lo cierto es que un semestre después el padre de O en persona tuvo que venir a buscarla encontrando en su lugar a una aldeana capaz de decirle sin pelos en la lengua: ¿Quién es mi padre o mi hermano? En ese momento ella sólo tenía un único señor y dueño: el tramoyero. ¿Qué hacer entonces? Cuanto estuviera al alcance para sacarla de semejante barrialero.

¿Qué hice? Al otro lado del mar abandoné el Monasterio de los Recoletos Tomé un tren en la Estación del Este Atravesé el Castillo de agua Estrasburgo y Sebastopol Los Santos Esteban y Eustaquio Después Castillejo y entonces la Fuente de San Miguel y El Odeón Tres santos más y el Monte Parnaso ¡Bienvenido! Tras varias cuadras llegué al cementerio idílico e ingresé por no sé qué pabellón a medio día. Estaba vacío cuando ¡Oh sorpresa! Hallé al arcángel en el centro. Me escondí tras un monumento para contemplarlo en secreto. Tenía las alas extendidas Su mano derecha apretaba un manojo de ramas y el pie izquierdo iba más recogido No se movía Aguardaba sin tiempo… De pronto me fijé en su pedestal que llevaba grabada una palabra: Recuerdo.

Las militancias de H fueron su lado flaco. Los familiares de O rescatarían a la princesita de semejante pantano. Sin vacilar pagaron el precio de liberar

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indios y negros de plantaciones algodoneras De proteger pequeñas especies antes de que las extinguieran De entregar cultivos de camarón a cuanto aborigen los reclamara. Lo que hubiese que hacer Lo que fuera. Entonces cual corderitos H y O dejaron su resguardo Volvieron a la civilización una vez firmadas las actas de compromiso ante los funcionarios del inderena y los gobernadores de Magdalena y Bolívar. Desde ese mismo instante una especie de sociedad Un consorcio o si se quiere Dos moléculas (de Hidrógeno y Oxígeno) quedaron absolutamente listas para contraer matrimonio. Pero antes ella debía reclamar su diploma de doctora en letras de la Universidad Gregoriana y él convencer a su madre de que lo entregara.

Lo que ha de ser será. Dando vueltas cual sonámbulo alcanzo la Plaza de la Aduana ¡Lo sabía! Allí estás Has venido a cumplir tu promesa. Con eso me basta. Siento mil anhelos pero no voy contigo Me detengo. De sobra sé que no debo. Suficiente con que estés justo ahí Así te quiero.

Abreviemos. O celebrando su grado el primero de diciembre con don Valerio en Roma H divagando por última vez con su madre y demás letras del ciberespacio… F concluyendo con una invitación de Adami su 210

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estadía al otro lado del Atlántico… Y todas las demás grafías preparándose para la boda del año.

¿Qué hacer con el ojo sometido a este régimen? Agoniza la esperanza de vislumbrar y en ese preciso instante reapareces… ¡Purrumplumplum! ¿Otro anzuelo? ¿Nueva trampa? Esta vez no voy a caer en ella. Eres un espejismo Se acabó tu misterio: Alazongalazonga ¡Vade retro!

Ante la mirada del arcángel sus grafías despidiéndolo. ¿Dónde andaba H y qué lugar ocupa el narrador de este trayecto? Deslumbrado por el amanecer tiemblo Un sudor frío invade mi cuerpo. No sé si estoy aquí o allá Refugiado o en plena tormenta. Las alboradas que evoco van precedidas de viento…

De acuerdo. Aún no sé si nuestros recuerdos coinciden. Sólo queda este lugar para ti y para mí en este momento Pero ¿Podemos seguir aquí sin suprimirnos?

Al mar no puedo ir desnudo pero debo entrar en él desvestido Decía hace una década el tramoyero. Divisando 211

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el sol que encandelilla siento que muero. No voy a apagar Sólo deseo quedarme quieto Dejar. Debo soltar sin dolor ni prisa al personaje que más quiero. Que la alborada suspire por dos amantes sin brillo Que dos letras se unan sin mayor sacrificio Que H rompa por fin el espejo. Poco importa que huya: desde aquí lo estoy viendo.

Es el alba. Inmóvil miro al horizonte… Mitzuko duerme. Oigo voces de marineros a lo lejos… Recordar es conjurar el olvido en tres tiempos: en futuro de comienzo En el instante de ahora y En pasado de retorno. En los tres casos reafirmando la consigna de No repetir. Hay que olvidar para estar presente También para no morir y Especialmente para permanecer fiel.

[Cartagena y París: 7 de diciembre de 2006 – 8 de diciembre de 2010]

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