Geografía Ecónomica
1ra Edición. Abril 2014
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GEOGRAFíA ECÓNOMICA
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Introducción ¿De qué hablamos cuando decimos “geografía económica”? La mitad de los brasileños es pobre o muy pobre, pero el país de Lula es el segundo mercado mundial de las lapiceras Montblanc y el noveno comprador de autos Ferrari, y las tiendas Armani de Sao Paulo venden más que las de Nueva York. Pinochet, el verdugo de Allende, rendía homenaje a su víctima cada vez que hablaba del “milagro chileno”. El nunca lo confesó, ni tampoco lo han dicho los gobernantes democráticos que vinieron después, cuando el “milagro” se convirtió en “modelo”: ¿qué sería de Chile si no fuera chileno el cobre, la viga maestra de la economía, que Allende nacionalizó y que nunca fue privatizado? En América nacieron, no en la India, nuestros indios. También el pavo y el maíz nacieron en América, y no en Turquía, pero la lengua inglesa llama turkey al pavo y la lengua italiana llama granturco al maíz. El Banco Mundial elogia la privatización de la salud pública en Zambia: “Es un modelo para el Africa.Ya no hay colas en los hospitales”. El diario The Zambian Post completa la idea: “Ya no hay colas en los hospitales, porque la gente se muere en la casa”. Hace cuatro años, el periodista Richard Swift llegó a los campos del oeste de Ghana, donde se produce cacao barato para Suiza. En la mochila, el periodista llevaba unas barras de chocolate. Los cultivadores de cacao nunca habían probado el chocolate. Les encantó. Los países ricos, que subsidian su agricultura a un ritmo de mil millones de dólares por día, prohíben los subsidios a la agricultura en los países pobres. Cosecha récord a orillas del río Mississippi: el algodón estadunidense inunda el mercado mundial y derrumba el precio. Cosecha récord a orillas del río Níger: el algodón africano paga tan poco que ni vale la pena recogerlo. Las vacas del norte ganan el doble que los campesinos del sur. Los subsidios que recibe cada vaca en Europa y en Estados Unidos duplican la cantidad de dinero que en promedio gana, por un año entero de trabajo, cada granjero de los países pobres. Los productores del sur acuden desunidos al mercado mundial. Los compradores del norte imponen precios de monopolio. Desde que en 1989 murió la Organización Internacional del Café y se acabó el sistema de cuotas de producción, el precio del café anda por los suelos. En estos últimos tiempos, peor que nunca: en América Central, quien siembra café cosecha hambre. Pero no se ha rebajado ni un poquito, que yo sepa, lo que uno paga por beberlo. Carlomagno, creador de la primera gran biblioteca de Europa, era analfabeto. Joshua Slocum, el primer hombre que dio la vuelta al mundo navegando en solitario, no sabía nadar. Hay en el mundo tantos hambrientos como gordos. Los hambrientos comen basura en los basurales; los gordos comen basura en McDonald’s. El progreso infla. Rarotonga es la más próspera de las islas Cook, en el Pacífico sur, con asombrosos índices de crecimiento económico. Pero más asombroso es el crecimiento de la obesidad entre sus hombres jóvenes. Hace 40 años eran gordos 11 de cada 100. Ahora, son gordos todos.
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Desde que China se abrió a esta cosa que llaman “economía de mercado”, el menú tradicional de arroz con verduras ha sido velozmente desplazado por las hamburguesas. El gobierno chino no ha tenido más remedio que declarar la guerra contra la obesidad, convertida en epidemia nacional. La campaña de propaganda difunde el ejemplo del joven Liang Shun, que adelgazó 115 kilos el año pasado. La frase más famosa atribuida a Don Quijote (“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”) no aparece en la novela de Cervantes; y Humphrey Bogart no dice la frase más famosa atribuida a la película Casablanca (Play it again, Sam). Contra lo que se cree, Alí Babá no era el jefe de los 40 ladrones, sino su enemigo; y Frankenstein no era el monstruo, sino su involuntario inventor. A primera vista, parece incomprensible, y a segunda vista, también: donde más progresa el progreso, más horas trabaja la gente. La enfermedad por exceso de trabajo conduce a la muerte. En japonés se llama karoshi. Ahora los japoneses están incorporando otra palabra al diccionario de la civilización tecnológica: karojsatsu es el nombre de los suicidios por hiperactividad, cada vez más frecuentes. En mayo de 1998, Francia redujo la semana laboral de 39 a 35 horas. Esa ley no sólo resultó eficaz contra la desocupación, sino que además dio un ejemplo de rara cordura en este mundo que ha perdido un tornillo, o varios, o todos: ¿para qué sirven las máquinas, si no reducen el tiempo humano de trabajo? Pero los socialistas perdieron las elecciones y Francia retornó a la anormal normalidad de nuestro tiempo.Ya se está evaporando la ley que había sido dictada por el sentido común. La tecnología produce sandías cuadradas, pollos sin plumas y mano de obra sin carne ni hueso. En unos cuantos hospitales de Estados Unidos los robots cumplen tareas de enfermería. Según el diario The Washington Post, los robots trabajan 24 horas por día, pero no pueden tomar decisiones, porque carecen de sentido común: un involuntario retrato del obrero ejemplar en el mundo que viene. Según los evangelios, Cristo nació cuando Herodes era rey. Como Herodes murió cuatro años antes de la era cristiana, Cristo nació por lo menos cuatro años antes de Cristo. Con truenos de guerra se celebra, en muchos países, la Nochebuena. Noche de paz, noche de amor: la cohetería enloquece a los perros y deja sordos a las mujeres y los hombres de buena voluntad. La cruz esvástica, que los nazis identificaron con la guerra y la muerte, había sido un símbolo de la vida en la Mesopotamia, la India y América. Cuando George W. Bush propuso talar los bosques para acabar con los incendios forestales, no fue comprendido. El presidente parecía un poco más incoherente que de costumbre. Pero él estaba siendo consecuente con sus ideas. Son sus santos remedios: para acabar con el dolor de cabeza, hay que decapitar al sufriente; para salvar al pueblo de Irak, vamos a bombardearlo hasta hacerlo puré.
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El mundo es una gran paradoja que gira en el universo. A este paso, de aquí a poco los propietarios del planeta prohibirán el hambre y la sed, para que no falten el pan ni el agua. Por Eduardo Galeano Entonces… de qué se trata:
Geografía Económica Primeras definiciones En líneas generales, la GEOGRAFÍA es la ciencia que describe y analiza la superficie terrestre, del subsuelo y el espacio aéreo terrestre y extraterrestre; y la localización y distribución en el espacio de sus diferentes elementos, modificados o no por la acción humana. La GEOGRAFÍA ECONÓMICA, es una sub-rama de la GEOGRADFÍA HUMANA, que se encarga de estudiar los diferentes tipos de actividades económicas que emprenden los hombres y la relación que las mismas mantienen con la explotación de los recursos naturales; en tanto ANALIZA LA COMBINACIÓN DE FACTORES NATURALES Y ESPACIALES EN EL ESTUDIO DE LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS DE UNA REGIÓN O PAÍS. ¿Por qué decimos que es una CIENCIA? Porque cumple con las características adecuadas para ser considerada como tal, es decir: cumple con una disposición ordenada de los conocimientos comprobados, y tiene un método por los que se adquieren tales conocimientos y hay criterios de comprobación. Ha construido a lo largo de los años, un cuerpo, una doctrina formada metódicamente y constituye una rama importante del saber humano. Es una ciencia que abarca el estudio tanto de la rama de las ciencias naturales como sociales, pero se encarga principalmente de analizar la relación entre ambas. La geografía ha tenido una profunda influencia tanto sobre la historia de la Humanidad como sobre las sociedades en las que vivimos hoy. La concentración de la riqueza y poder en manos de la gente de Eurasia es con mucho un legado de la construcción del imperio europeo que comenzó hacia 1500 d.C. Cuando los europeos fueron en búsqueda de nuevas tierras (para ellos) hacia América, África y Australia y llevaban superioridad militar que les proporcionaban sus armas de acero, sus piezas de artillería y su caballería; nuevas enfermedades mortales frente a las cuales los nativos tenían poca resistencia; mejor comunicación a través de la escritura y organización política centralizada. Hasta el final de la última glaciación, hace unos 13.000 años, todos los habitantes del mundo eran cazadores-recolectores. Después del cambio climático, se produjo la transición a la vida sedentaria y la adopción de la agricultura en muchos lugares, permitiendo el crecimiento de las poblaciones y la formación de ciudades y estados. El avance de las herramientas de piedra y la flexibilidad social permitió que los humanos anatómicamente modernos se desarrollaran en una vasta gama de hábitats. Hace unos 100.000 años se trasladaron desde el África a Asia Suroccidental, y en algún momento entre 60.000 a 40.000 años atrás, viajaron a Australia en barco. Europa fue colonizada hace 40.000 años: hay pruebas artísticas, rituales y simbólicas. Hace ya 15.000 años los humanos llegaron a América, bien a través del puente de tierra de Bering existente durante la edad de hielo, bien por barco a través del Pacífico. Las islas remotas de Nueva Zelanda y Hawai fueron coloniza6
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das en los últimos 2000 años. La producción industrial se multiplicó por 50 en el siglo XX. La riqueza resultante, sin embargo, fue compartida por pocos y generó una brecha aún mayor entre ricos y pobres. Los recursos del 1% más rico de la población son iguales a los del 57% más pobre. Más de 1.200 millones de personas viven con menos de un dólar por día, y 2.800 millones con menos de dos. Los países en desarrollo (aún sin niveles efectivos de producción) pertenecen a Asia, África, Suramérica y el Pacífico; cuentan con el 75% de la población mundial y sólo el 2% de los recursos globales. En la década de 1990 más de 50 países en desarrollo empobrecieron y muchos se estancaron, víctimas del fallido crecimiento económico, la menor ayuda de países ricos, el aumento de la deuda externa y la caída de precios de las materias primas exportadas. La epidemia del SIDA ha resultado así mismo devastadora, sobre todo en el África subsahariana, donde se encuentra el 70% de los 42 millones de casos mundiales. En los países ricos hay también grandes diferencias, y en los países pobres la mayor penuria la sufren los más desfavorecidos. De media, los hombres tienen más recursos que las mujeres, y los habitantes de las ciudades más que los de zonas rurales: mayores ingresos, educación, agua potable y atención sanitaria. Tanto a nivel nacional como global, la estabilidad dependerá de una distribución más justa que la riqueza. La geografía económica, en tanto se ocupa de diversas problemáticas, que como dijimos, las analiza y trata de buscar soluciones. Las principales problemáticas son las siguientes: POBLACIONALES • Crecimiento desmedido de la población • Analfabetismo • Intensas corrientes migratorias • Hambre • Enfermedades globales • Inseguridad social • Discriminación • Falta de reconocimiento de las minorías, en especial de las poblaciones indígenas. • Urbanización explosiva • Desigualdades de género AMBIENTALES • Escasez de agua • Deforestación • Pérdida de la biodiversidad • Erosión de los suelos • Desertificación • Desastres naturales • Cambio climático global • Agujero de la capa de ozono • Contaminación • Residuos tóxicos y nucleares • Residuos urbanos
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ECONÓMICOS • Desempleo • Pobreza • Uso excesivo del suelo • Aprovechamiento irracional de los recursos naturales • Brechas económicas • Globalización • Deudas externas POLÍTICOS • Áreas sin soberanía • Refugiados • Conflictos bélicos • Conflictos étnicos • Bloques económicos-políticos • Movimientos nacionalistas • Violación de los derechos humanos • Separatismos y regionalismos
Los Mapas
Un MAPA es la representación convencional de la superficie terrestre, reducida, simplificada, realizada en un plano. Un mapa FÍSICO es el que representa las formas de relieve de la totalidad de la superficie que está representando, ya sea un país, una provincia, un estado, un continente, etc. Existen distintas técnicas para visualizar el relieve en un mapa, entre las más comunes se encuentran: El trazado de curvas de nivel: son las líneas que unen puntos de igual altura o profundidad con respecto al nivel del mar. Esfumado: consiste en el dibujo de sombras sobre las superficies que indican diferencias de nivel. Escala cromática: permite identificar con distintos colores las alturas y profundidades de un lugar en relación con el nivel del mar. La escala que representa las alturas de relieve emergido se denomina “hipsométrica•, y la que permite interpretar las profundidades del relieve sumergido se denomina “batimétrica”. Un mapa POLÍTICO es la expresión geográfica del sistema interestatal. Sólo ofrece una imagen instantánea de los Estados en un momento determinado porque la división política del mundo se encuentra en un cambio continuo. Las causas de las constantes modificaciones deben atribuirse al proceso histórico en desarrollo, es decir, a los cambios producidos por causas políticas, religiosas y socioeconómicas.
El eurocentrismo comienza en los mapas El cartógrafo alemán Mercator (Eduard Kremer: 1512-1594) en 1569, creó un mapamundi que llegó a ser el estándar clásico de la percepción geográfica del mundo hasta nuestros días. Mercator utilizó como criterio de construcción de su famoso mapa la fidelidad absoluta de los ángulos. Pero el precio de esta decisión fue alto: tuvo que aceptar distorsiones grandes de la forma y de las superficies de países y continentes. Su pro8
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yección, por ello, fue rechazada unánimemente. Sin embargo, treinta años después de su muerte, su mapa había conquistado el mundo. En el proceso de creación de la proyección de Mercator estaban presentes dos dilemas: uno técnico-metodológico no resuelto del todo y otro de carácter euro-centrista. Con el primero nos referimos al problema consistente en proyectar la superficie de un cuerpo redondo sobre un plano. Al tratar de realizar tal tarea, el científico ha de determinar las propiedades del cuerpo redondo que quiere privilegiar en su representación plana, es decir, ha de escoger entre una serie de criterios de proyección de los “más importantes”, debido a que es imposible conservar todas las propiedades originales del objeto. En la proyección Mercator, los ángulos se conservan, pero según nos alejamos del Ecuador las distancias se van distorsionando de manera progresiva (por la curvatura de la tierra). Sudamérica es en realidad nueve veces mayor que Groenlandia, pero en esta proyección casi aparecen iguales. La proyección de Mercator es llamada “Conforme”. Una proyección conforme es la que conserva los ángulos como son en la figura original. Por áreas menores, las figuras de los objetos no cambian. Una línea dibujada con orientación constante (por ejemplo con respecto al Norte) resultará recta en una proyección conforme. (Línea de rumbo). Los paralelos y meridianos se cruzan en ángulos rectos. (nota: no todas las proyecciones con tal apariencia son conformes). Los extremos poseen un área mayor a las áreas del centro. (p.e. Groenlandia en la proyección Mercator).
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El segundo dilema que plantea el mapa Mercator lo apreciamos en la figura anterior. Como puede apreciarse, el ecuador no aparece en el centro del mapa, que es la representación del mundo más común en nuestras escuelas. Las 2/3 partes del mapa sirven para representar la parte Norte del mundo, restando sólo 1/3 para el Sur. Mientras Mercator priorizó la forma rectangular del mapa y el criterio de la fidelidad de ángulos, probablemente por la importancia para la navegación marítima, pagando el precio de las distorsiones arriba mencionadas y cayendo en un fuerte eurocentrismo, Arno Peters logró resolver ambos problemas. En palabras de Peters: “Son los países del Tercer Mundo, los estados ex - coloniales, las naciones de los pueblos de color, los que resultan perjudicados por el mapa Mercator”. Señalemos las principales distorsiones provocadas por la proyección Mercator: Europa (9,7 millones de km2) aparece mayor que América del Sur (17,8 millones de km2). La antigua URSS (22,4 millones de km2) se ve mayor que África (30 millones de km2). El Ecuador no aparece en el centro del mapa. Dos tercios del mapa se dedican a la representación del hemisferio Norte, un tercio al hemisferio Sur. Escandinavia (1,1 millones de km2) se representa mayor que la India (3,3 millones de km2). Groenlandia (2,1 millones de km2) aparece en el mapa mayor que China (9,5 millones de km2). La distorsión eurocéntrica se mantiene si comparamos países concretos: Italia tiene igual tamaño que Somalia (ésta última es dos veces mayor); Suecia aparece dos veces mayor que Egipto, cuando lo cierto es precisamente lo contrario. Una encuesta de opinión del año 1968 mostraba que el 94% de las personas encuestadas aceptaba la representación del globo de Mercator como una imagen real, fidedigna del planeta. Un 5% sabía que era imposible representar la superficie del globo en una proyección plana sin cometer distorsiones; pero consideraba que la imagen resultante era real, exceptuando algunas distorsiones en las regiones polares. Sólo un 1% estaba correctamente informado de las distorsiones de la proyección Mercator. Un mapa puede ser más importante de lo que parece. La falta de información es la principal causa de la propagación de una visión del mundo errónea y que fomenta la insolidaridad del Norte y del Sur. ¿Hemos de seguir utilizando un mapa que refuerza la idea en que hemos sido educados, Europa como centro del pensamiento y de la acción del mundo...? ¿Es ésta la mejor manera de pasar de unas relaciones de dominio a unas relaciones de solidaridad entre los pueblos del Norte y del Sur?
El mapamundi de Peters En años de laborioso trabajo Peters generó el nuevo mapamundi que integra ocho cualidades de proyección cartográfica, hazaña científica que nunca antes se había alcanzado. En comparación: la proyección de Mercator, al igual que las proyecciones elípticas comunes, carecen de cuatro de estas cualidades. De igual importancia que el logro científico fue la superación del subjetivismo Europeo inherente al mapa de Mercator. “Siempre son los países del Tercer Mundo, como decimos hoy, los países de los anteriores pueblos colonizados, de los pueblos no-blancos, quienes son secundarios en el mapa de Mercator, juzga Arno Peters.
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“Su mapa es la expresión de la época de la europeización del mundo, de la época de la dominación mundial del hombre blanco, de la explotación colonial del planeta por parte de una minoría de pueblos blancos dominadores, bien armados, técnicamente superiores y brutales”.Y concluye el científico: “Esa época no ha de eternizarse mediante la insistencia en la imagen geográfica mundial creada por esa minoría y perteneciente a ella...” Arno Peters intentó buscar una alternativa que conservara las ventajas para el uso generalizado del mapa Mercator y que le añadiera otras cualidades, especialmente la fidelidad en la representación de áreas. El resultado se publicó en 1974 y a partir de entonces ha recibido un apoyo creciente.
Cualidades del mapa Peters: Las superficies son comparables: un centímetro cuadrado en cualquier punto del mapa representa los mismos km2. El mapa presenta todas las áreas de países, continentes y océanos en su tamaño real. Todas las regiones terrestres están representadas, también las polares. Se tiene así medida exacta de la dimensión considerable de la Antártida a menudo escondida en otros mapas. El Ecuador está en el centro del mapa: posición normal que sin embargo estaba raramente respetada. Se tiene así un corte fiel de los hemisferios Norte-Sur que permite, entre otras cosas, medir la parte de tierras emergidas y de los mares en cada uno de ellos. De hecho, Europa es reducida a su verdadera situación.
(...) Como resumen podemos indicar que la proyección Peters es catalogada como una proyección cilíndrica rectangular de áreas iguales, posiciones iguales y fidelidad de ejes y formas, basada en un Ecuador geográfico ubicado en el centro horizontal y dos paralelos estándar de + 45º y menos - 45º.
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22 Mill. KM2
30 Mill. KM2 AFRICA - ASIA ( MERCATOR)
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30 Mill. KM2 AFRICA - ASIA ( PETERS)
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1,1 Mill. KM2
3,3 Mill. KM2
INDIA - ESCANDINAVIA (MERCATOR)
1,1 Mill. KM2
3,3 Mill. KM2
INDIA - ESCANDINAVIA ( PETERS)
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2,1 Mill. KM2
3,5 Mill. KM2
GROENLANDIA - PAISES ÁRABES ( MERCATOR)
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3,5 Mill. KM2
GROENLANDIA - PAISES ÁRABES ( PETERS)
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Para analizar….
FRONTERAS Y CIFRAS (Philippe Rekacewicz) En los mapas, esos trazos gruesos que simbolizan las fronteras generan la ilusión de un mundo recortado en unidades de vida o en países… Desgraciadamente, no son más que la representación visual indigente de una realidad compleja y variada. Trazados sobre el papel, pero, en el terreno, grandes barreras, pequeños muros, mojones o… nada en absoluto. Las fronteras cambian en el tiempo y en el espacio cuando la historia se acelera y sacude la geografía del mundo. Estos trazados inscriptos tanto en el mapa como en el mármol no deben hacer olvidar el carácter subjetivo y sobre todo temporal de esas líneas de división y la diversidad de sus estatutos. Durante las grandes particiones contemporáneas, desde el Congreso de Viena de 1815 hasta la Conferencia de Yalta de 1945, generaciones de diplomáticos garabatearon a mano – a veces arrodillados en los pasillos múltiples y torpes esbozos para alcanzar los trazados fronterizos que les resultaban más favorables Pero existen muros también en las cabezas, fronteras culturales, simbólicas, generalmente ausentes en los mapas tradicionales y para las cuales también es necesario imaginar formas de representación visuales. ¿Cómo encontrar los argumentos pertinentes para representar y designar esos lugares en los que se puede encolerizar a los actores con tanta facilidad? Cartografiar el mundo suscita debates y discusiones, supone realizar elecciones éticas y políticas. Son muchos los acontecimientos y los problemas inextricables a los que hay que aportar soluciones imperfectas. El mapa nunca es una imagen objetiva de lo que ocurre sobre el terreno, sino una representación parcial, resultado de las decisiones de quienes la producen. Decisiones arduas… cuando la ONU tiene una opinión, se la puede seguir, ya que es la más legítima, y de ese modo trazar en la arena la frontera entre Marruecos y el Sahara Occidental (aún inscripto en la lista de los dieciséis territorios no autónomos, pero que Marruecos considera como una de sus provincias), o incluso la “línea verde” entre Israel y los territorios palestinos (a pesar de que esta frontera haya desaparecido de la mayoría de los mapas israelíes). Para ciertas regiones, la misma Organización de las Naciones Unidas no tiene una solución y se contenta con emitir vagas y modestas “recomendaciones” de representación, o inclusión prohíbe el mapa… Es el caso de Cachemira, reivindicada en su totalidad por India o Taiwán, considerada por China como una de sus provincias. Numerosas bases de datos – es decir, millones de series estadísticas – son actualmente de libre acceso (no obstante, en el ámbito de la energía son extremadamente caras). Ante esta abundancia, es cada vez más difícil elegir la serie más apropiada, antes incluso de cualquier mirada crítica sobre la pertinencia de dichas cifras… ¿Qué significan realmente los 3.970 dólares del PBI por habitante de Turkmenistán? El lector no debe sorprenderse de que Sudán del Sur, nacido como Estado independiente en el 2011, no figure en los mapas de los Atlas más nuevos cuando las estadísticas utilizadas son anteriores a esa fecha. Pero este nuevo país, sí aparece en los mapas geopolíticos de África y de Medio Oriente. Objeto de rivalidades políticas y de desafíos geoestratégicos, las fronteras son siempre difíciles de cartografiar, a tal punto están sólidamente ancladas en el imaginario emocional de los pueblos a los que separan… o reúnen.
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LOS FACTORES NATURALES Dado que el encuadre geográfico está íntimamente vinculado con el estudio de los factores naturales, es imprescindible hacer una clasificación y descripción de éstos. Ello nos permitirá valernos de una metodología apropiada para ir desarrollando los fundamentos naturales de la actividad económica.
DIFERENCIACIÓN ENTRE LOS FACTORES NATURALES, HUMANOS Y TÉCNOLOGICOS. El hombre, al abocarse a solucionar el problema económico con mitas a su bienestar físico y espiritual, se enfrenta a una serie de factores, favorables y desfavorables, que debe tener en cuenta para aprovecharlos en forma adecuada o para vencer los obstáculos que le presentan. Estos factores, independientes de la acción del hombre, son los FACTORES NATURALES. A diferencia de éstos, los que dependen de su misma existencia o de su actividad son los FACTORES HUMANOS. Deberíamos agregar, además, los factores tecnológicos, que permitirán mejorar el aprovechamiento que el hombre hafa de los factores naturales, u los RECURSOS FINANCIEROS necesarios para llevar adelante esa tarea. Los factores naturales se pueden clasificar en DIRECTOS e INDIRECTOS. Los primeros constituyen, por sí mismos, riquezas o fuentes de riquezas, por lo que también reciben el nombre de RECURSOS NATURALES. Los indirectos, en cambio, actúan sobre los otros factores – naturales o humanos – y los determinan o condicionan.
Factores Naturales Indirectos o condicionantes Permanentes
Relaciones Espaciales
Autorrenovables
Hidrografía
Directos
Renovables
Agua Suelo
Relieve
Clima Flora y Fauna
Fronteras Desarrollo de Costas
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Recursos del Mar y de los Ríos
No renovables
Subsuelo
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ESTOS DIVERSOS FACTORES NATURALES SERVIRÁN COMO PUNTO DE PARTIDA PARA EL CONOCIMIENTO DEL TERRITORIO NACIONAL. POR ELLO COMENZAREMOS POR EL ESTUDIO DE LOS FACTORES NATURALES INDIRECTOS PERMANENTES, QUE SON LOS QUE CONFIGURAN LA UBICACIÓN Y DELIMITACIÓN DEL TERRITORIO, A LA VES QUE SON CONDICIONANTES DE LOS DIRECTOS.
FACTORES NATURALES INDIRECTOS PERMANENTES RELACIONES ESPACIALES
Las relaciones espaciales comprenden la POSICIÓN O UBICACIÓN GEOGRÁFICA, el TAMAÑO O SUPERFICIE y la FORMA del país. La diversidad de climas y de suelos, la flora y la fauna silvestre, así como las posibilidades agropecuarias dependen de la posición geográfica absoluta, combinada con el relieve, el tamaño del país, su forma geométrica y su disposición en relación con los paralelos y meridianos. Un país de gran dimensión, de forma regular o compacta (adecuada relación de ancho a largo), con buena parte de su territorio ubicado en zona templada, tendrá por sí mayores posibilidades de desarrollo económico autónomo que otro que no reúna esas condiciones. Sin embargo, esto puede ser relativo. La realidad económica del mundo nos muestra que el gran tamaño no siempre es factor de prosperidad, ni obliga a las naciones pequeñas a la postración económica, pero sus funciones dentro de una economía internacionalizada seguramente serán distintas. Lo que es innegable es que una buena ubicación respecto de los climas (o sea la presencia de climas intermedios) tiene consecuencias favorables para la actividad física y mental de la población, así como para el carácter y el espíritu de iniciativa que ésta tenga. Por último, un país bien ubicado constituye un atractivo para corrientes inmigratorias y turísticas, y es un generador permanente de intercambio comercial, todo lo cual se traduce en desarrollo y prosperidad. Veamos las relaciones espaciales correspondientes a la Argentina: Posición Absoluta La República Argentina está ubicada en el Hemisferio Sur, Occidental y Océanico. Sus puntos extremos son: Norte: hito en la confluencia de los ríos Grande de San Juan y Mojinete (Jujuy). Latitud sur: 21º 46’ 50’’; longitud oeste: 66º13’10’’. Sur: cabo San Pío (Tierra del Fuego). Latitud sur: 55º03’00’’; longitud oeste 66º31’00’’. Oeste:punto extremo meridional de Cordón Mariano Moreno, en el Parque Nacional Los Glaciares (Santa Cruz). Latitud sur: 49º33’00’’; longitud oeste 73º35’00’’.
Este: punto al NE de Bernardo de Irigoyen (Misiones). Latitud sur: 26º15’15’’; longitud oeste: 53º38’52’’. Las consecuencias de esta ubicación en el extremo sur del hemisferio meridional son varias. En primer lugar, la diversidad climática. El territorio argentino, si bien está ubicado casi íntegramente en la zona templada del cono sudamericano, posee una gran diversidad de climas. Esto se debe a su notable dimensión latitudinal, que abarca desde las estribaciones del Trópico de Capricornio hasta el extremo más austral de la tierra habitada. Esa gran proporción de tierras templadas, húmedas y semiáridas – junto con la todavía baja 17
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densidad de población – colocan al país en una posición de privilegio en cuanto a producciones extensivas de cereales y oleaginosas típicas de estos climas. Por la misma razón, posee las mejores praderas naturales para ganado vacuno. Así, se sostienen en la Argentina importantes cultivos de tipo subtropical – como arroz, algodón, yerba mate, tabaco, té, caña de azúcar y cítricos – y una importante agricultura de tipo mediterráneo, que da al país una prominentes posición mundial como productor de uva y de olivas; además es casi el único productor de manzanas y peras en gran escala del hemisferio sur. Esto tiene gran importancia porque convierte a la Argentina en el principal exportador de esas frutas para el hemisferio norte en momentos en que allí escasean por razones estacionales.
Posición Relativa
Así como de la ubicación absoluta del país se derivan interesantes consecuencias que lo destacan en el conjunto mundial, su posición relativa y sus fronteras naturales determinan un aislamiento geográfico. Las distancias desde la costa atlántica hasta otros continentes son enormes. La más próxima es la costa de África del Sur, distante unos 7000km. de Buenos Aires; los puertos europeos o americanos del Atlántico Norte están a más de 10000km. Si bien esta condición es un estímulo para lograr la unidad a través de cierto grado de autonomía económica, es un inconveniente desde el punto de vista del comercio internacional. En efecto, esta ubicación relativa tiene ventajas e inconvenientes. Las ventajas derivan de que tiene menos competencia en los mercados del hemisferio norte, ya que con sus productos de zona templada puede abastecer a esos países en las estaciones en que allí escasean o no se producen. Pero en realidad son mayores los inconvenientes que las ventajas. Recordemos que es en el hemisferio norte en donde habita casi el 90% de la población mundial y, con excepción de Australia, Nueva Zelanda y África del Sur, se hallan allí todos los países desarrollados. De manera que, en primer lugar, esa ubicación nos mantuvo alejados inicialmente de los más importantes centros económicos de Europa, por lo menos en comparación con América del Norte. Nuestra posición relativa nos obligó, y nos obliga todavía, a buscar muy lejos los mercados significativos para nuestros productos. Esto encarece los costos de transporte y hace más difícil la competencia con los países cercanos a esos mercados. Además, las dificultades geográficas para la comunicación por tierra con la mayoría de los países vecinos obligan a la Argentina a realizar más del 90% de su comercio exterior por vía marítima. Todo ello le confiere al país una virtual insularidad. Sin embargo, en términos comparativos, los inconvenientes que acaban de señalarse son menores para la Argentina que para otros países también meridionales, pero ubicados sobre el Océano Pacífico (Chile, Ecuador, y Perú). Nuestra posición sobre el Atlántico nos da un acceso más directo a las principales rutas comerciales con América del Norte y el oeste europeo. Los límites del país son los siguientes: Norte: República de Bolivia y República del Paraguay. Sur: Océano Atlántico y las Islas adjudicadas a Chile en 1984. Este: Brasil, Uruguay y mar Argentino. Oeste: Chile.
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Tamaño
Es innegable que las posibilidades de un desarrollo razonablemente autónomo de un país son tanto mayores cuanto más favorable sea su ubicación absoluta y relativa, más elevado su tamaño o extensión y más regular o compacta su forma. Si nos ceñimos al tamaño, es fácil deducir que en una gran extensión es más probable que se encuentren mayor cantidad y variedad de recursos naturales, más posibilidades de diversificar cultivos, de criar ganado o de crear masas forestales (en función de la variedad de climas) y de albergar más población.
Forma y dimensiones
La forma de la Argentina continental se asemeja a un triángulo rectángulo, con su cateto menor en el norte y el mayor al oeste (Cordillera), mientras que la hipotenusa se encuentra sobre el Atlántico. Lo único que vale la pena destacar respecto de la forma del país es que su estrechamiento coincide con la parte más árida del territorio, lo cual es un hecho favorable. Las dimensiones longitudinales entre los puntos extremos del territorio continental americano son las siguientes: De Norte a Sur: la línea recta entre Cerro Branqui, al este de la confluencia de los ríos Mojinete y Grande de San Juan (al Norte) y Cabo San Pío, al sur, alcanza los 3.799km. De Este a Oeste: distancia entre los puntos extremos medida sobre el paralelo 27º31’ de latitud sur, o sea totalmente en territorio argentino: 1423km. Perímetro: El perímetro del país es exactamente 14.493km. Dos tercios los constituyen las fronteras terrestres con cinco países y el resto el litoral marítimo, comprendido el Río de La Plata. Naturalmente, nos estamos refiriendo al perímetro del sector continental americano. El litoral marítimo de la Antártida Argentina e islas australes, incluidos 4000km. de costas malvinenses, totaliza 11235km. o sea que, en conjunto, las fronteras terrestres y acuáticas sumas casi 26.000km.
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RELIEVE
El relieve uno de los factores naturales indirectos que en la Argentina tiene efectos favorables y desfavorables para la vida económica. Uno de los efectos favorables es que crea microclimas habitables en regiones en las que el clima dominante es poco propicio para la instalación humana. El caso más típico lo tenemos en Tucumán, parte de Salta y Jujuy, atravesados por el macizo del Aconquija. Éste detiene vientos húmedos del Este, lo que provoca lluvias y determina una cuña húmeda en medio de la región árida del país. Otros aspectos positivos del relieve son aquellas particularidades que permiten generar hidroelectricidad o la existencia de riqueza minera. Por ejemplo, los desniveles del territorio compensan la escasez de algunos caudales y permiten obtener los mismos valores de porencia que en ríos de llanura, pero con obras de embalse y encauzamiento mucho menos costosas que en éstos. Tal es el caso, entre otros, de la central hidroeléctrica de Agua de Toro, en la provincia de Mendoza, que aprovecha en caudal del río Diamante. En cuanto a los minerales, los levantamientos orogénicos ponen al alcance del hombre los minerales que se encuentran a gran profundidad. Entre los efectos desfavorables, hay que considerar que el declive del terreno facilita la erosión hídrica; las montañas entorpecen las comunicaciones terrestres y fluviales y también pueden determinar microclimas desfavorables; además es un factor negativo para el poblamiento.
Regiones topográficas dominantes
El rasgo dominante del relieve en la Argentina es la LLANURA. Sólo en algunas regiones el paisaje es modificado en forma repentina por accidentes topográficos. A lo largo del dilatado territorio nacional pueden distinguirse tres grandes tipos de llanuras que se diferencias netamente por sus climas, tipos de suelo y vegetación: la pampeana, la chaqueña y la del noroeste. De las tres, la que reúnes inconfundibles características de pradera es la PAMPEANA, razón por la cual fue el objetivo de la llamada “nueva colonización” desde la segunda mitad del siglo XIX. La LLANURA CHAQUEÑA, en cambio, si bien posee una extensión similar, tiene menos posibilidades agrícolas por la irregularidad de las lluvias, la presencia de bosques que alternan con sabanas y la propia constitución del suelo. Las mismas consideraciones pueden hacerse respecto de la llanura noroccidental, en la cual las condiciones del medio, tanto en lo referente a lluvias como al tipo de formación forestal selvática, son menos propicias para la agricultura sin riego y para la ganadería extensiva. Otro rasgo del relieve lo constituyen las COLINAS. No son abundantes en nuestro territorio y, en todos los casos, tienen un efecto más bien negativo, puesto que en algunas ocasiones favorecen la erosión hídrica y en otras la erosión eólica. La meseta misionera, los sistemas de Tandilia y Ventania y las cuchillas mesopotámicas son ejemplos de colinas que favorecen la erosión hídrica. En cambio, la angosta faja del sistema pampeano, la meseta patagónica y el altiplano puneño son ejemplos de erosión eólica. En cuanto a la Mesopotamia, se trata de un bloque levantado en cuya fisonomía típica se destacan lomadas y cuchillas, bordeadas al noroeste por los Esteros del Iberá y al sur por la zona inundable y de contornos cambiantes del delta y del pre-delta. Respecto del sistema montañoso abrupto de la pre-cordillera y la cordillera, a lo comentado acerca del aislamiento del territorio argentino corresponde agregar que, a pesar de ello, la ubicación de este sistema montañoso en el límite occidental nos favorece climáticamente. Es obvio que la llanura pampeana tendría características climáticas muy distintas si el plegamiento andino se hubiera producido en la Costa Atlántica, 21
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como también que nuestra historia económica, así como nuestra realidad y perspectivas, habrían sido diferentes. Asimismo, lo contrario hubiera ocurrido en Chile.
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FRONTERAS
Es importante resaltar la diferencia entre límite y frontera. LÍMITE, es un concepto lineal que determina, simplemente, las jurisdicciones nacionales. FRONTERA es, en cambio, una idea geoambiental. Se trata de un ambiente geocultural de magnitud variable que está en estrecha relación con la frontera vecina. Se llaman FRONTERAS las líneas divisorias, naturales o artificiales, que señalan los límites entre un país y su vecino. Hasta ellas se extiende la soberanía territorial. Las fronteras naturales son las constituidas por accidentes geográficos como los siguientes: • • • • • •
Divisoria por cadenas de montaña, que puede ser divisoria de vertientes o divisoria de aguas. Divisoria por ríos, en este caso se presentan dos variables: La línea media del cauce Sistema de vaguada Divisoria por mares interiores o lagos Divisoria por estrechos y canales marítimos. Se aplican los mismos criterios que para los ríos.
Las fronteras artificiales pueden ser convencionales (establecidas por tratados o convenciones), tradicionales (posesión histórica inmemorial) o doctrinales (por aplicación de principios) jurídicos. En general, las regiones fronterizas de nuestro país presentan características comunes, que, en forma sintética, son: desarrollo insuficiente en relación con el resto del país, carencia de infraestructura económica y social, población escasa, falta de integración con el resto del país y diversos tipos de influencias provenientes de los países limítrofes.
DESARROLLO DE COSTAS El litoral marítimo argentino El litoral marítimo argentino es una frontera neutral neta, sin vecinos y es considerada nuestra “ventana abierta al mundo”. Sus dimensiones están dadas por el desarrollo de las costas y, sobre una base jurídica, por el límite de las aguas territoriales. Es allí donde está la verdadera frontera marítima. La fijación de ese límite, medido en distancia desde la costa, es objeto de una compleja controversia internacional en torno de posiciones encontradas que, casi invariablemente, se basan en intereses económicos, como por ejemplo la pesca en el mar epicontinental y en los bancos vecinos, la explotación de los recursos mineros del subsuelo de la plataforma, etc.
Desarrollo de costas marítimas, fluviales y lacustres El litoral atlántico argentino, lo que equivale a decir el desarrollo de sus costas, tiene una amplitud de 4725 km, medida desde el cabo San Antonio (extremo del Río de La Plata) hasta la bahía de Lapataia, en el límite sudoccidental con Chile, en Tierra del Fuego. El desarrollo de las costas del Sector Antártico Argentino e islas australes asciende a 11235 km, de modo que el total de la frontera marítima del país alcanza a 15960 km. Las costas oceánicas del litoral argentino son poco articuladas (tienen pocos accidentes geográficos), lo cual determina la escasez de puertos naturales adecuados. También es la causa de que la relación entre la superficie territorial y el desarrollo de las costas (1km de costa cada 560 km2 de superficie) sea una de las 23
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más bajas del mundo. Con excepción de los países insulares, las relaciones más altas se registran en Grecia, Noruega, Italia, y los Países Bajos, entre otros. De todos modos, el desarrollo total de costas marítimas que son 4725 km, o sea excluidas las fluviales, que suman unos 3500 km, representa el 1/3 del perímetro total del país y tiene su mayor expresión en el sector patagónico. Aquí se excluyen las costas de la Antártida, las islas hasta el estrecho de Magallanes. A estos 4725 km de litoral deben agregarse 5569 km de costas fluviales en el Sistema del Plata, sólo parcialmente navegables en el sector fronterizo. Le siguen en extensión los ríos del límite con Bolivia, que tienen 340 km de costa. Por último, los lagos compartidos con Chile: Buenos Aires (Santa Cruz); San Martín (Santa Cruz); Fagnano (Tierra del Fuego) y Pueyrredón (Santa Cruz).
Los derechos sobre el mar
El 14 de Agosto de 1991 se sancionó la ley 23.968 sobre espacios marítimos, que en su artículo 1ro fija las líneas de base de la República Argentina a partir de las cuales se miden sus espacios marítimos. El contenido de los principales artículos de la ley puede resumirse de la siguiente manera. Las aguas situadas en el interior de las líneas de base forman parte de las aguas interiores de la República Argentina. El mar territorial argentino se extiende hasta 12 millas marinas a partir de las mencionadas líneas de base. La zona contigua argentina se extiende más allá del límite exterior del mar territorial, hasta una distancia de 200 millas marinas medidas a partir de la línea de base. En esta zona, Argentina ejerce derechos de soberanía para los fines de explotación y exploración, conservación y administración de los recursos naturales de las aguas suprayacentes al lecho del mar. La plataforma continental argentina comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio, hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas marinas medidas a partir de las líneas de base. En nuestro país, la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), tiene como objetivo, elaborar de conformidad con lo establecido en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) y el artículo 6º de la Ley 23.968, una propuesta definitiva para establecer el límite exterior de la plataforma continental que permita a la República Argentina ejercer plenamente derechos de soberanía sobre los recursos naturales existentes en el lecho y el subsuelo, y asegurar así su exploración y explotación adecuadas. FACTORES NATURALES
INDIRECTOS
AUTORRENOVABLES.
HIDROGRAFÍA DE LA ARGENTINA
La distribución de corrientes de agua, lagos y lagunas en el país presenta, como el relieve, aspectos favorables y desfavorables. Los efectos favorables provienen de que el agua transportada por los ríos es fuente de energía, vía de comunicación, atractivo turístico, etc. Los lagos y lagunas, por su parte, son verdaderos depósitos naturales que permiten consumir el agua allí almacenada en forma regular. Ríos, lagos y lagunas son, a la vez, fuente de riqueza ictícola. 24
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Los efectos desfavorables se producen cuando los ríos no son navegables, ya que constituyen un factor de separación y dificultan las comunicaciones. Además, si las aguas no están definidamente encauzadas, favorecen la erosión de los terrenos.
La red fluvial del país
La red fluvial argentina está integrada por varios “sistemas” de diversa importancia económica, que puede medirse tanto por el caudal de agua que se desliza por ellos, como por su grado de navegabilidad. El caudal interesa por su potencial aprovechamiento para riego y como fuente de energía. Según donde desagüen podemos clasificar los ríos en tres tipos de cuencas: • • •
Cuencas abiertas o EXORREICAS: son aquellas de desagüe exterior (en el mar). Cuencas cerradas o ENDORREICAS: son aquellas de desagüe interior. Cuencas ARREICAS: son las que carecen de desagüe.
Cuencas abiertas o exorreicas Los sistemas hidrográficos más importantes del país son los que pertenecen a la cuenca del Atlántico, ya que a la del Pacífico afluyen contados ríos de importancia más bien energética. La pendiente del Atlántico está compuesta fundamentalmente por los ríos que conforman la “Cuenca del Plata” y por los ríos del sistema patagónico.
Sistema o Cuenca del Plata Es el más importante del país. Tiene además relevancia internacional, puesto que está integrado por ríos cuya naciente está fuera de nuestro territorio y, a la vez, por constituir una vía de navegación para la Argentina, Paraguay y Brasil. Además recoge las aguas de los ríos que descienden de la Puna, del sistema subandino, de las Sierras Pampeanas y de las que recorren las llanuras pampeana y chaqueña, y toda la Mesopotamia. La “Cuenca del Plata” abarca una extensión total de 3.100.000 km2. En esta dilatada región bañada por el sistema viven alrededor de 100 millones de personas de los cinco países que la integran. Río Paraná: Nace en Brasil y su tramo argentino comienza en la desembocadura del Río Iguazú. Desde este punto hasta su desembocadura tiene una longitud de 1.710 km. Todo su recorrido, desde su naciente en Brasil, alcanza a 3.780 km. Su anchura es variable, puede llegar a los 30 km. Su menor caudal se registra entre Agosto y Septiembre. Luego comienza a crecer hasta fines del verano, cuando empieza la bajante, con un leve repunte en el Otoño. Este régimen se altera desde la desembocadura hasta Rosario por efectos de las mareas y los vientos. Río Uruguay: También nace en Brasil. Su desarrollo total (1.790 km) es mucho menos que el del Paraná. El tramo argentino alcanza 1.170 km. Este río es navegable hasta un poco más debajo de la represa de Salto Grande. Hasta el puerto de Concepción del Uruguay es apto para la navegación comercial, por lo que arriban a él buques de 22 a 23 pies de calado. Río de La Plata: se extiende desde la unión del Paraná y el Uruguay hasta la línea imaginaria que une el cabo San Antonio (Argentina) con Punta del Este (Uruguay). Cubre así una longitud de 275 km y su estuario abarca una superficie de 35.000 km2, equivalente a más que una vez y media la Provincia de Tucumán. Su 25
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anchura es de 40 km a la altura de Colonia (Uruguay) y de 200 km entre los puntos extremos de la desembocadura. Río Paraguay: el tramo argentino es breve y pantanoso. Es navegable desde la desembocadura hasta Asunción. Río Pilcomayo: tiene una extensión de 1.100 km. Su régimen es pluvial, con caudal máximo a fines del verano. Durante las crecidas puede transitarse con embarcaciones muy pequeñas en una longitud total de 70 km. (en línea recta) ya que su sinuosidad hace dificultosa la navegación. Río Bermejo: tiene una extensión de 1.100 km e igual régimen que el anterior. Es navegable nueve meses al año desde Villa Orán (Salta) y durante todo el año des dela Juan de San Francisco (Salta). Río Salado: De curso cambiante, no es navegable. Se encaran obras para regularizar su cauce. Río Carcarañá: no es navegable. Sin embargo, la importancia de las regiones que atraviesa tal vez justificaría la realización de obras para canalizarlo. Río Iguazú: su importancia es potencial desde el punto de vista hidroeléctrico. Se halla a unos 1.900 km de Buenos Aires y éste es uno de los motivos – aunque no el decisivo - de que no se haya incluido entre las primeras prioridades en los planes oficiales de aprovechamiento energético. No es navegable.
Sistema Patagónico Denominaremos así al conjunto de ríos de la pendiente el Atlántico que surcan la Patagonia, desde el río Colorado inclusive hasta el río Grande de Tierra del Fuego. No configuran sistemas entre sí, por tratarse de ríos alóctonos – es decir, sin ríos afluentes que desagüen en ellos – que nacen en la cordillera, y sus cauces corren encajonados entre terrazas. Son de régimen pluvial y nival (grandes lluvias y deshielos), por lo cual experimentan dos grandes crecientes al año. Otra de las características de estos ríos se encuentra en su desembocadura; no forman estuarios sino rías, por la acción dominante del océano con sus grandes amplitudes de mareas. Esto hace que esas entradas de mar no sólo no sean un albergue seguro para los barcos, sino que tampoco permitan las operaciones de los puertos en forma continua a lo largo de la jornada. Para evitar ese inconveniente sería necesario construir obras portuarias especiales sumamente costosas. Río Negro: es sin duda el río más importante del Sistema Patagónico. Atraviesa la meseta formando un valle encajonado cuya anchura media es de unos 15 km. En sus márgenes se escalonan tres niveles de terrazas y su cauce, en la parte más ancha, encierra las Islas de Choele – Choel. Su recorrido hasta el Atlántico es de 730 km y no recibe afluentes en toda esa extensión. El río Negro, como todos los ríos patagónicos, crece dos veces al año: una en invierno (lluvias) y la otra, más espectacular, en la Primavera (fusión de la nieve). La bajante máxima se registra en Otoño. Es navegable con chatas de calado reducido desde su desembocadura hasta la confluencia del Limay y el Neuquén, que lo originan. Las obras realizadas en estos dos ríos (Chocón – Cerros Colorados) permiten regularizar el cauce del Río Negro y, por lo tanto, hacerlo normalmente navegable. Río Chubut: nace en la Cordillera y tiene el mismo régimen que el anterior: crece en invierno, por las lluvias, y en verano por los deshielos. En su confluencia con el Río Chico se ha construido el dique Florentino Ameghino, que beneficia a las poblaciones establecidas a lo largo del río, en particular Gaiman, Trelew y Rawson. No es navegable. Río Santa Cruz: su naciente está en el Lago Argentino, que a su vez se conecta con el Lago Viedma. Tiene un importante caudal que permitiría la navegación normal; sin embargo, la velocidad de su curso y los aflo26
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ramientos rocosos de su lecho la dificultan. Los sistemas de la pendiente del Pacífico son ríos ubicados en la parte del territorio en la cual el divorcio de las aguas se encuentra hacia el este del límite con Chile, de modo que al dirigirse hacia el Pacífico corren cierto trecho por territorio argentino. Tal es el caso del río Futaleufú, en el cual se ha instalado una usina hidroeléctrica que suministra corriente a la planta de aluminio construida en Puerto Madryn.
Cuencas cerradas o endorreicas Las cuencas cerradas o endorreicas son aquellas que de ordinario no desaguan en el mar; o sea que sus aguas se pierden a lo largo de su curso en el propio territorio, dentro de otros depósitos de agua, ya sean, lagos, lagunas o mares interiores. Comprende dos importantes sistemas: Sistema del Desaguadero: (ríos Atual, Desaguadero, Jáchal, Diamante, Mendoza y Tunuyán). Suele llamársela también temporaria, ya que en épocas de grandes crecientes sus aguas pueden alcanzar el mar conectándose con el río Colorado, pero no ya con el nombre de Desaguadero sino como Río Curacó. Sistema de las Sierras Pampeanas (ríos Salí, Primero, Segundo, Quinto y otros de menor jerarquía). Ambos sistemas tienen interés como recursos hidroeléctricos y para riego. Una tercera cuenca cerrada, pero de escasa importancia, es la de los ríos de la Puna de Atacama.
Cuencas arreicas Son cuencas sin desagüe, de carácter temporario. Constituyen un elemento más bien negativo dentro del concepto hidrológico. En casos de grandes lluvias o deshielos abundantes, los ríos de estas cuencas pueden llegar a desaguar en el mar o bien formar esteros, lagunas temporarias o salares, todo lo cual implica anulación de terrenos desde el punto de vista agropecuario. Las principales cuencas de este tipo podemos encontrarlas en el centro – oeste de la llanura chaqueña, en el oeste de la región pampeana y en distintos sectores patagónicos. Cuando cesan las lluvias o los deshielos, estos ríos, debido a su caudal pequeño, se evaporan o se diluyen por filtración.
Exorreicas
Arreicas
Endorreicas 27
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Lagos y Lagunas Los lagos y las lagunas son acumulaciones permanentes de agua en depresiones de lecho impermeable. Se diferencian entre sí por su extensión y su profundidad. Tienen interés como reguladores del curso de los ríos, como fuente de energía, como atractivo turístico y por su riqueza ictícola. Todos los lagos de la Argentina se encuentran en la Patagonia, sean en los mismos Andes, sea en la región extracordillerana (de origen erosivo). Algunos de los lagos cordilleranos son compartidos por la Argentina y Chile, como vimos en el apartado sobre fronteras. Los principales lagos de los Andes patagónicos de dominio argentino exclusivo son el Argentino (1.415 km2), el Viedma (1.088 km2) y el Nahuel Huapi (550 km2). Los compartidos con Chile son el Buenos Aires, el San Martín, el Fagnano y el Pueyrredón. Los más importantes de la Patagonia extraandina son el Colhué Huapi y el Cardiel. Le siguen en importancia el Musters y el Strobel. Las lagunas se hallan mucho más esparcidas que los lagos a lo largo del territorio. Algunas son de origen marino y tienden a desaparecer, por provenir de antiguas invasiones marinas; en este caso se transforman en salinas. Otras son simples acumulaciones de agua de lluvia o de deshielo en depresiones, sea en regiones llanas o montañosas. En las llanuras se encuentran numerosas lagunas, tanto de agua salada como dulce, en particular a lo largo de la depresión chaco – pampeana, así como en la provincia de Buenos Aires y en la Mesopotamia. Entre otras podemos citar las lagunas de Chascomús, de Lobos y de San Miguel del Monte, en la provincia de Buenos Aires.
CLIMA DE LA ARGENTINA El clima puede definirse como el conjunto de características de os distintos estados atmosféricos que se suceden con más o menos regularidad en un lugar a lo largo del año; no deben confundirse con lo que llamamos “tiempo” que es el estado de la atmósfera en un momento dado. Es una consecuencia de los factores geográficos indirectos, que hemos visto antes, pero en particular de la posición geográfica. Se trata, por lo tanto, de los diferentes efectos de la energía solar recibida por la Tierra, según el lugar y de acuerdo con la acción modificadora de otros factores (relieve, masas hídricas, etc.). El estudio del clima de un país o de una región dentro de éste tiene particular importancia desde los puntos de vista humano y económico. En el capítulo correspondiente a la población se verá con cierto detalle la influencia del clima sobre la vida humana. Del mismo modo, al tratarse el tema de producción agropecuaria se examinará la relación clima-suelo-cultivo. En síntesis, toda vez que el clima tenga alguna relación directa o indirecta con alguno de los hechos socioeconómicos que se vayan analizando se lo pondrá de manifiesto, porque es un factor “intangible”, o sea inevitable e intocable. En efecto, si bien ya no caben dudas en cuanto a la capacidad del hombre de superar los límites que la naturaleza le impone, no es mucho lo que, en cambio, puede hacer para evitar pérdidas de cosechas y caídas catastróficas en los rendimientos como consecuencia de una situación climática adversa. Podrá, a lo sumo, aliviar sus efectos creando, mediante la ingeniería genética, alguna nueva variedad que se adapte mejor a ciertos límites de temperatura o de humedad. Sin embargo, a pesar de su intangibilidad, como veremos más adelante, el clima está experimentando cambios debidos a la acción del hombre, fenómeno que genera gran preocupación en el mundo entero y que se 29
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conoce como “efecto invernadero”.
Principales determinantes del clima argentino. Ya sabemos que el clima de un lugar o de una región es el resultado de un conjunto de factores geográficos, fundamentalmente derivados de la forma e intensidad en que se reciba la energía solar en función de la ubicación en la superficie terrestre, del relieve y de la humedad atmosférica.Veamos cuáles son los principales determinantes del clima de la República Argentina: El sector continental de la Argentina, como ya hemos visto, se halla ubicado en el hemisferio sur aproximadamente entre los paralelos: 22º y 55º de latitud sur y en la parte oriental del continente. Sobre los océanos Atlántico y Pacífico, frente al continente, se hallan dos poderosos centros anticiclónicos (uno a cada lado) a la latitud media de 30º sur. Ambos centros anticiclónicos se desplazan en invierno hacia el norte y tienden a unirse sobre el continente; en el verano se separan, se desplazan hacia el sur y entre ellos, sobre el territorio argentino, se forma un centro ciclónico. Gran parte del país está constituida por llanuras y planicies, sólo interrumpidas por los sistemas orográficos: pampeano y los de la provincia de Buenos Aires, que tienen escasa influencia sobre el clima general. Todos esos sistemas están orientados en el sentido de los meridianos. La enorme mole de la cordillera andina se encuentra en el extremo occidental y también orientada de norte a sur. El territorio argentino es la parte más estrecha del continente y en esas condiciones penetra en la inmensa masa acuática de ambos océanos, junto con Chile. Corriente de las Malvinas, que puede llegar en superficie hasta el paralelo 30º sur. Allí se sumerge y continúa en profundidad hasta el Brasil.
Caracteres generales de los climas argentinos. Ya sabemos que la Argentina está ubicada al sur del Trópico de Capricornio y que su territorio es dominantemente llano desde Tierra del Fuego hasta sus límites septentrionales. Como consecuencia de ello, los vientos del sur, que no encuentran obstáculos, llegan hasta el extremo norte y aún pasan a Paraguay, Bolivia y Brasil. Por ello no hay en el país zona alguna donde nunca hiele; o sea que no hay climas típicamente tropicales ni ecuatoriales que permitan cultivar plantas plurianuales no resistentes a las heladas (gomero, cacao, coco, palmera de aceite y café a escala comercial que para éste se han descubierto microclimas que permitirían su cultivo). Lo mismo ocurre con los vientos cálidos del norte, motivo por el cual los cambios de temperatura son muy bruscos. Por otra parte, la ubicación argentina en el hemisferio hídrico (hemisferio sur) determina una acción moderadora el agua que hace que en el país haya muy pocos climas continentales, o sea con grandes amplitudes anuales de temperatura.
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Otro gran elemento determinante es la gran barrera climática de la cordillera andina, que intercepta la acción suavizante de los vientos del Pacífico y los obliga a precipitar toda su humedad del lado chileno, con excepción del sector sur. Por esa razón no tenemos climas marítimos ni mediterráneos propiamente dichos, con sólo unas pequeñas excepciones. Además, al recibir lluvias sólo desde el Atlántico, éstas disminuyen en forma gradual de este a oeste, con las excepciones de la cordillera sur y de la cuña tucumano – oranense.
FACTORES NATURALES DIRECTOS O RECURSOS NATURALES Los factores naturales directos constituyen, en sí, riquezas o fuentes de riqueza. Reciben el nombre de recursos naturales o bienes geográficos, los cuales se convierten, por la acción del hombre al explotarlos, en bienes económicos. La magnitud de los recursos no es constante; puede aumentar con el progreso tecnológico (por ejemplo, el aumento de la fertilidad del suelo por el empleo de fertilizantes y manejo adecuado) o bien disminuir por el uso, cuando se trata de recursos no renovables. Se llama “reserva” a la magnitud inferida, estimada o calculada, de un recurso; por ejmplo, reservas de petróleo y de carbón, potencial hidroeléctrico, etc. Las reservas pueden “aumentar” por nuevos descubrimientos. Los recursos naturales pueden clasificarse por su naturaleza en RENOVABLES y NO RENOVABLES o agotables. Los primeros son aquellos que se reproducen en forma espontánea, siempre que el empleo que el hombre haga de ellos no supere su capacidad natural de reposición. Pueden ser autorrenovables o bien acrecentables por la acción de éste. Casi todos los recursos renovables son a la vez acrecentables por el hombre. Tal vez la única excepción sea el agua.
Recursos Naturales Renovables EL AGUA
El agua es el recurso de mayor universalidad de uso y, a la vez, condiciona la existencia o supervivencia de otros. Por esa razón, de acuerdo con la clasificación de los factores naturales que hemos adoptado, podría considerarse tanto recurso directo como indirecto.
Desde el punto de vista económico, el agua interesa fundamentalmente para la agricultura, por la magnitud de las exigencias de ésta. De todos modos, en el orden mundial la disponibilidad del agua potable para todos los usos es una preocupación internacional. Esta preocupación se basa en el creciente empleo de agua debido al aumento explosivo de la población mundial y a que de las reservas hídricas del mundo, sólo el 3% es agua potable (ríos, lagos, aguas subterráneas dulces y algunos glaciares). El resto es agua de mar, cuya desalinización es, por ahora, antieconómica.
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Es fundamental para la vida vegetal, animal y humana. Sin ella no existiría nada sobre la Tierra, fuera del mundo inanimado de los minerales. Interviene, además, prácticamente en la totalidad de los procesos industriales, sea como ingrediente que no se incorpora al producto (fabricación de celulosa y de papel, e industrias electrolíticas y químicas en general); como refrigerante de motores y máquinas, como fuente de vapor para máquinas y turbinas, como fuente de energía directa (energía hidraúlica) o indirecta (energía hidroeléctrica), y por último, cuando se incorpora al producto como materia prima. Parece innecesario señalar la importancia del agua como alimento y vehículo de alimentos, así como elemento indispensable para la higiene de la comunidad
EL SUELO El concepto general de suelo, por definición, piso o superficie de la tierra donde asienta sus pies el hombre, no es el que interesa aquí. Nos importa el “suelo agrícola”, que es el que estudia la ciencia llamada “edafología”, como soporte y alimento de las plantas. El uso del suelo que pisamos lo veremos en la unidad siguiente. Es en esa acepción que se lo considera un recurso natural autorrenovable. Junto con el agua, son los dos más importantes, al punto que se ha dicho bien que “las naciones son un pedazo de tierra más agua”; además la mayoría de los alimentos humanos y animales, así como muchas materias primas, se obtienen en forma directa o indirecta del suelo. Naturalmente, hacen excepción la flora y la fauna acuáticas.
LA FLORA Y LA FAUNA
Tanto la flora autóctona como la fauna silvestre que habita en ella constituyen en sí recursos naturales, que el hombre convierte en bienes para la satisfacción de sus necesidades, sea por simple apropiación, o indirectamente, como en el caso de las praderas naturales o el de los bosques. Entre praderas y bosques naturales cubren la mitad de la tierra emergida en el mundo. La fauna terrestre y área es imposible cuantificar y sólo podemos apreciar su ámbito de acción, que no es otro que el área cubierta por la flora autóctona.
FAUNA
Si bien la fauna autóctona por su carácter biológico tiene, innegablemente, el carácter de recurso natural renovable, el avance de la colonización, o sea la ocupación del suelo por el hombre, así como la captura indiscriminada de ejemplares para su utilización, está convirtiéndolo en un recurso incompatible con la civilización que tiende a extinguirse con el progreso. A ello se suma la ruptura del equilibrio entre las especies como consecuencia de la persecución de determinadas plagas por parte del hombre, así como la lucha biológica misma, que determinó como hecho más visible la desaparición de los grandes mamíferos.
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FLORA
Bioeconomía del Mar: Los peces proliferan en las zonas de mezcla de aguas de temperaturas diferentes y a relativamente poca profundidad. El grueso de la vida marina se concentra en los mares epicontinental, en lo que cubren las plataformas submarinas, que son algo así como la prolongación del zócalo continental por debajo del mar, hasta la profundidad a la cual lleguen los rayos solares que permiten la fotosíntesis de la microflora. Ésta y la microfauna constituyen el “plancton”, que es el alimento de los peces más pequeños en el extremo de la cadena alimentaria.
es tal vez el recurso más diferenciable, por lo menos a nivel de continente; pero muy probablemente a nivel de región. Esto se debe a su escasa autonomía de desplazamiento, que hace que la difusión de las especies autóctonas sea muy circunscripta. Son contadas las especies, entre más de 250.000 fanerógramas conocidas, que con comunes en estado natural a distintos continentes. En esos casos son una prueba de antiguas uniones entre ellos. Tanto las praderas naturales como los bosques autóctonos tienden a ser mejorados o acrecentados por el hombre, presionado por la creciente demanda. La gran extensión territorial del país y, como consecuencia, la diversidad de climas determina un paisaje fitogeográfico muy variado, en el cual están representadas casi todas las formaciones o tipos de asociación vegetal, desde la selva subtropical hasta la estepa y el desierto. Algunas de esas formaciones tienen interés económico; otras, un mero atractivo para los botánicos o como hábitat de la correspondiente fauna.
RECURSOS DEL MAR Y DE LOS RÍOS
Llamará la atención al lector que, conteniendo el mar una enorme riqueza de flora y fauna, no hayamos incluido su estado al referirnos a ambos. La razón es que el mar tiene características totalmente diferentes, muy particulares, de las que gobiernan la vida sobre la tierra emergida, tanto en lo que se refiere a los aspectos naturales, como a los económicos, técnicos y hasta jurídicos. El mar no sólo encierra una formidable reserva de proteínas animales, sino también la masa verde que configura la flora marina, que alcanzaría, por sí sola, para alimentar a un increíble múltiplo de la población actual de la Tierra.
Importancia del mar para la Argentina Se trata de un recurso típicamente autorrenovable, siempre que se lo explote en forma racional y no se extraigan peces sin discriminar su edad, sin atender al momento biológico y en una proporción mayor que el ritmo de su reproducción natural. Además puede considerarse como un recurso acrecentable – como el bosque – cuando el hombre hace piscicultura, o sea, cría peces en escala industrial en lagos y lagunas naturales y artificiales (embalses). La importancia de los peces como alimento radica en su riqueza en proteínas y sales minerales. No hay dudas de que es la fuente más barata de esos elementos nutritivos, puesto que todo su costo se reduce a la operación de extraerlo y conservarlo. Tiene, además, la ventaja de que el medio en que son capturados 34
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proporciona el sistema de transporte más barato hasta los mercados. La importancia de este recurso para la Argentina, por el momento, sólo puede medirse por la amplitud de la plataforma y, por lo tanto, del mar epicontinental, ya que la riqueza ictícola todavía no ha sido estudiada por completo. Nuestro mar epicontinental (Mar Argentino) es uno de los más extendidos del mundo. Su anchura no es uniforme y su longitud alcanza los 2.800 km. Otra de las características de la plataforma del mar Argentino es su inclinación, que es apenas del 1% (1 metro de declive por kilómetro) y alcanza como máximo el 1,4%. Ello constituye un imponderable factor favorable para la pesca, ya que presenta excelentes condiciones para el arrastre en casi toda su extensión excepto en la zona sur, donde si bien la pendiente también es reducida, presenta irregularidades.
Factores naturales No renovables EL SUBSUELO Los recursos no renovables o agotables son todos aquellos de naturaleza inorgánica, que no se renuevan en forma natural, de modo que su magnitud permanece estable mientras no son explotados. Además de los minerales – metalíferos o no – que constituyen el núcleo principal de los recursos típicamente agotables, corresponde indicar que tanto el recurso suelo como la flora y la fauna silvestres (de tierra y de agua) pueden adquirir la condición de agotables cuando se hace uso irracional de ellos, o sea cuando no se permite que puedan cumplir el ciclo normal de autorrenovación. La diferencia consiste en que en estos casos hay posibilidad de recuperación. Respecto de los combustibles minerales, corresponde poner de relieve que si bien tanto el carbón mineral como el petróleo son de origen orgánico, deben considerarse recursos no renovables, dado que el ritno al que son explotados supera al de su formación natural, que se supone puede ser constante. Los recursos del subsuelo son los llamados minerales metalíferos, los no metalíferos, las rocas de aplicación, los combustibles, el agua subterránea y el calor central de la Tierra, de aprovechamiento energético en algunos lugares. Con excepción de estos dos últimos – agua y calor – que son autorrenovables e inagotables, respectivamente, todos los demás son, como se dijo, de carácter agotable. El calor de la Tierra se puede considerar inagotable por su enorme magnitud.
Las guerras por el agua Por: NATALIA SPRINGER | Madalena se levanta muy temprano para buscar el agua para cocinar. Tiene que caminar desde su villa, entre Lobito y Benguela, un largo y difícil trayecto, luego de sufrir una amputación como víctima de una mina antipersonal. En Angola se sembraron entre 14 y 20 millones de minas, según las estimaciones, es decir, dos veces la población del país, especialmente alrededor de las fuentes de agua, un bien estratégico supremamente escaso. Si a usted le parece que esta es una realidad distante, piénselo dos veces. Las próximas guerras, que ya se expresan en conflictos de baja intensidad en algunas regiones de la Tierra, no serán por la explotación de los diamantes o por el control del negocio de los estupefacientes. Serán por el agua.Y el agua está distribuida de manera muy desigual. El 97,5 por ciento del agua de la Tierra es salada y está en los océanos. Del 2,5 por ciento de agua dulce, solo el 0,26 esta disponible para el consumo humano. Esta situación afecta de manera especial a algunas regiones, como el Sahel, en África. El 95 por ciento de los 35
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egipcios vive en el valle del río Nilo, del que dependen 10 países, pero cuyo monopolio está bajo el control de Egipto y Sudán. Para tener una perspectiva del impacto, la baja del flujo anual del río Nilo entre 1970 y 1987 coincidió con la hambruna que durante este periodo se padeció en toda la región. Las negociaciones por la distribución del agua han sido medianamente razonables a lo largo de los años, pero la pregunta es si esto cambiará ahora que los Hermanos Musulmanes han llegado al poder en Egipto y que Sudán se ha dividido en dos. Situaciones similares se desarrollan en el litigio entre Israel, Jordania, Siria y Palestina por el acceso al agua del río Jordán, con Siria en plena guerra civil; y entre India y Pakistán por el acceso al río Indo, lo que ha incrementado las tensiones en Cachemira. El calentamiento global y la explosión demográfica complican aún más el asunto: ¿cómo proveer agua y comida para el doble de la población actual de la Tierra en tan solo un par de décadas? Suramérica es la región con mayor concentración de fuentes de agua, pero, entre todos, Colombia está en una situación excepcional. El Chocó es la zona con más alta precipitación de lluvia, y el Catatumbo, que es una región-ecosistema que compartimos con Venezuela, es el principal generador de ozono del planeta. Sin embargo, y a pesar de que la economía global está rápidamente reaccionando a estas realidades y la tendencia es hacia la monetización del agua y la creación de fondos especiales para compañías que manejan el recurso y su distribución en procesos de integración vertical, en Colombia las locomotoras de la “prosperidad” parecen orientadas por modelos revisados, no tan exitosos como se creía (como el brasileño, con la expansión de los flexicultivos para la producción de combustibles, que consumen vastas cantidades de agua dulce), y la explotación minera sin controles ni proyección estratégica. Se dispararon las concesiones, incluso en territorios protegidos por su importancia ambiental, sin el debido examen ni un código que regule debidamente la actividad. Esta semana, ya la Conferencia Episcopal elevaba una inusual solicitud al Gobierno, en la que exponía las amenazas de la minería en las regiones, y sus efectos en la exacerbación del conflicto. Pero uno no ve a nadie en el Gobierno pensando en un futuro que nos tocará a nosotros, porque no estamos muy lejos de padecer la militarización de las fuentes de agua y, con ello, la proliferación de las hambrunas. ¿O no es eso lo que estamos viendo ya con el desvío del río Ranchería y la inminente expansión del desierto guajiro? Natalia Springer
Agua es igual a poder Cerca del 40% de la población mundial vive en los alrededores de los ríos, y las cuencas hidrográficas que pertenecen a dos o más países suelen ser foco de conflicto cuando hay escasez de agua. Por eso algunos críticos no descartan que quizás con la guerra de Iraq se hayan querido controlar los recursos hídricos de los ríos Éufrates y Tigris, ríos caudalosos en una de las zonas más áridas del planeta. Efectivamente, estos dos ríos son fuente constante de conflictos entre Turquía -que posee las fuentes de ambos y quien en realidad controla el caudal-, Siria e Iraq. Lo mismo sucede con el Nilo, cuyas aguas se disputan Etiopía, Sudán y Egipto. Aquí el nacimiento y el 85% de las aguas están en Etiopía, pero no ejerce su posición dominante y además hay un acuerdo bilateral entre Sudán y Egipto para el reparto del caudal. Otras fuentes de discordia son el río Jordán y el Litani, en Oriente Medio. Entre todos los países implicados aquí, cabe señalar que Israel, Jordania y los territorios ocupados han agotado casi todos sus recursos de agua; de hecho cualquier acuerdo de paz entre Israel y Palestina ha de llevar un apartado sobre aguas para ser mínimamente considerado por ambas partes. En los últimos 50 años se ha combatido por el agua en 37 ocasiones y 27 de ellas enfrentaron a Israel y Siria a propósito del Jordán y el Yarmuk. En palabras de Lester R. Brown: “Ya empiezan a estallar conflictos por el agua en numerosas sociedades, por ejemplo en Etiopía, en la Bengala india, en Egipto, Sudán, China, río abajo y río arriba en el Yang-Tsé. Las tensiones son vivas incluso en el plano 36
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internacional. La meseta del Golán, que se disputan Siria e Israel, es en primer lugar un depósito de agua en una región seca. El Éufrates es un tema de discordia entre Siria y Turquía, que está construyendo represas río arriba. Hasta los mexicanos comienzan a molestarse cuando comprueban lo que queda del Colorado cuando cruza la frontera. La disminución del caudal de los cursos de agua no va a mejorar la situación.Y sin duda aumentará la inquietud cuando se divulgue que esos tres últimos años el Indo ha tenido el nivel más bajo de su historia y que por ello se ha perdido el cuarenta por ciento de las cosechas de trigo”. El apropiamiento de este bien es tal que el río Colorado desemboca casi seco, el mar de Aral ha perdido la mitad de su extensión y el lago Chad casi el 90% de su superficie. Podríamos dividir el planeta en zonas donde el agua es escasa y donde abunda, pero incluso aquí el agua ha pasado a ser muchas veces un negocio que va desde el alcantarillado hasta el embotellamiento de agua, que supera en ganancias a la industria farmacéutica. La comercialización del agua tiene una fecha de inicio -2001, cuando la OMC pasó a considerar objeto de negociación los recursos naturales- y fecha final, ya que se prevé que en este 2005 lo que hasta ahora regulaban los estados pase al mercado de libre comercio. De hecho gobiernos de todo el mundo están dando el mercado del agua a las grandes corporaciones como Vivendi, Suez o RWE. Debido a esta privatización, en 2000 hubo una verdadera “guerra del agua” en Cochabamba (Bolivia). El Estado le había dado la concesión para manejar el sistema de agua a la trasnacional Bechtel Corporation. A las pocas semanas de llegar, la empresa norteamericana impuso el conocido “tarifazo”. Familias con sueldos míseros se encontraron con facturas de agua que se llevaban el 20% de sus ingresos. La guerra estalló en las calles y no paró hasta que la empresa abandonó Bolivia. Mientras asistimos a conflictos evidentes, hay otros que ya empiezan a gestarse. Por ejemplo el Sistema Acuífero Guaraní -que se extiende desde el norte de Brasil hasta la pampa argentina y se calcula que tiene 37 mil millones de m3-, pasó en 1997 a ser parte de un proyecto financiado por el Banco Mundial. Desde entonces muchos sospechan que se desea el control del acuífero, y la cíclica presencia del Comandante del Ejército Sur de EEUU en la zona parece confirmarlo.
ESPACIO RURAL Y URBANO Las ciudades están teniendo protagonismo creciente y por eso, en la actualidad, se califica a las sociedades como esencialmente urbanas. Cada vez es mayor la población que vive en ciudades, mientras que el espacio rural tiende a despoblarse y a ser sólo una parte del sistema de relaciones económicas, políticas y culturales organizado a partir de los centros urbanos. El primer problema que se plantea al abordar el estudio de la población urbana y rural es su definición. Esta dificultad se debe a la heterogeneidad de los fenómenos que se producen, sobre todo, en las ciudades. En general, se utilizan dos tipos de criterios para definir la ciudad: cuantitativos y cualitativos. El CRITERIO CUANTITTIVO se basa en el número de habitantes que reside en una aglomeración. El problema radica en que entre los diferentes países no existe acuerdo en la cifra utilizada como umbral para la definición de las ciudades. Las cantidades varían de 200 habitantes en los países nórdicos, a 1000 en Australia, 2500 en México y en Estados Unidos, 10000 en España o 50000 en Japón, entre otros. El monto más reconocido a nivel mundial es el de 10000 habitantes. En la ARGENTINA la cifra es de 2000 habitantes, establecida por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). En criterio numérico no basta para definir una ciudad ya que no tiene en cuenta otros factores de carácter cualitativo. Los CRITERIOS CUALITATIVOS incluyen distintos elementos y procesos que e desarrollan en las ciudades, entre los que se encuentran:
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Políticos: normas y legislación vigente
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Históricos: cambios ocurridos en la ciudad a lo largo del tiempo
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Económicos: tipo de actividad económica que se desarrolla en su interior.
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Sociológicos: estilo de vida y comportamiento de sus habitantes.
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Geográficos: elementos que conforman el paisaje urbano.
La urbanización de lo rural y la ruralización de lo urbano La urbanización de lo rural y la ruralización de lo urbano, diversidad de imaginarios en coacción bajo imperativos neo culturales.
Eres ciudadano del mundo y parte de él; no una parte secundaria sino principal. Epicteto.
A través del modelo longitudinal de la historia, las ciudades han sido percibidas como los espacios donde se centralizan los poderíos financieros, políticos, académicos, mercantiles, de información entre otros, siendo estos entendidos como arquetipos progresistas y de vanguardia en algunos casos, aunado a esto dichos espacios físicos y simbólicos en lo que respecta al comportamiento colectivo y a la concepción, manifestación y significación de lo real, han mantenido vigente las relaciones con otros espacios socio-culturales con características particulares, permeando la interacción de sistemas simbólicos en espacios socio-culturales interactivos eliminando fronteras visibles que inhiban la dinámica de intercambio de información entre los nodos. Estos vínculos que traspasan fronteras en el tiempo y el mismo espacio han insertado procesos dinámicos de modificación de los modelos dominantes del comportamiento dentro del interior de cada grupo y de forma centrípeta el exterior, desvirtuando el apego a lo tradicional y reconstruyendo el resultado de la yuxtaposición de sistemas socio-culturales, incorporando identidades y modelos culturales como empresa productiva de cultura, de ahí que la totalidad del sistema es conformada por lo multicolor de los espacios físicos, sus partes y diversidades socio-culturales (entendiendo diversidad como un conjunto de sistemas socio-culturales interactuando en un espacios, manifestando mecanismos de hibridación en lo que respecta capital cultural de cada partícula) en relación con su dependencia funcional. La ciudad se ha constituido en un modelo de desarrollo ideal. Desde la antigüedad se le ha concebido como un espacio privilegiado, para potenciar las capacidades de los individuos, mediante el intercambio y la comunicación, a través de la suma de diversas habilidades, en una unidad productiva creadora de bienes materiales y morales. Los retos de la marginación urbana, Josefina Vázquez Mota. Siendo así el espacio se convierte en la estructura que predispone el ordenamiento social e impera sobre la generación de redes y comportamientos socio-culturales, cuya articulación se manifiesta como una forma de vida tras la repetición y la aceptación colectiva, existiendo la divergencia de estos espacios de complejos simbólicos no es viable a mi parecer vincularlos o limitarlos a solo dos términos simplistas rural y urbano 38
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como espacio físico, como sugieren algunos teóricos, sin comprender la versión imaginativa, constructiva y simbólica de la concepción real del individuo sobre el espacio que cohabita. Tras la imposición de un régimen capitalista en los espacios urbanos, basado en la producción, la acumulación y el crecimiento económico la notoria y abrumadora realidad, de la disparidad entre grupos sociales se hace palpable, al tiempo que la ciudad industrializada se convierte en el edén de los que menos tienen desequilibrando compuestos socio-culturales que daban pauta a la subsistencia y formulando mecanismos adaptativos para la nueva forma de supervivencia, aunado a los que tienen, quienes desarrollan emporios industriales y mimetizan la modernidad. Siendo este fenómeno una constante en lo que respecta a los movimientos migratorios masivos del campo a la ciudad, Larissa A. de Lomnitz asegura que el rompimiento del equilibrio establecido entre los nichos ecológicos al incrementar su potencial productivo en solo un espacio, genera una desestabilización sobre los demás nichos que se vuelven incapaces de mantener vigencia a los mecanismos tradicionales de subsistencia y tienen que generar acorde con la dinámica existente neo-modalidades que permitan la continuidad como grupo ante los imperativos de la modernidad como es el caso de la transformación del campesino (a) en jornalero, albañil, malabarista, pintor, limosnero, obrero, sirvienta, y demás empleos informales o carentes de seguridad laboral. De modo que como grupos vulnerables hasta cierto punto son frecuentes los acosos de las nuevas modalidades de la marginación que ya no solo se vinculan con la pobreza si no con la nula concepción de la pluralidad (entendiéndola como un valor axiomático que da pauta a la aceptación y tolerancia de la interacción de distintos sistemas culturales) de ahí que las manifestaciones culturales en lo que respecta a lo contemporáneo también se convierten en víctimas de los modelos hegemónicos del comportamiento e interacción social. Tan es así que en México de ser un país rural hasta antes de 1930 la dinámica de estos sucesos fue incrementando el interés de los pobladores por la vida urbanícela aumentando el número de individuos que residen en la ciudad, y disminuyendo de forma cualitativa y cuantitativa la población que habitaba el campo, eventualidad que va en relación con la disminución de la inversión sobre los trabajos agrícolas substantivista y la adaptación a la dependencia del capital urbano, mediante mecanismos también sustantivitas pero que responden a otro orden y sistema económico, político, social, espacial, ideológico y simbólico. De esta forma hoy en día un porcentaje más elevado de individuos según los censos habita en las ciudades, sin desvincularse de las relaciones sociales con el campo, de esta forma dentro de la interacción descrita con anterioridad podríamos estar hablando de una urbanización de lo rural y una ruralización de lo urbano que se engrandece con la difusión de los diferentes medios de comunicación y la participación constante del Estado en la búsqueda del vinculo entre los espacios citados y la generación de un nacionalismo ideológico. Más allá de generar una tipología de los espacios se requiere de una comprensión real de lo que sucede de forma interna con los actores que engendran el espectáculo de la adaptación.
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En el marco de los procesos de globalización e industrialización, las áreas urbanas y especialmente las metropolitanas, se constituyen en centros articuladores, en donde la funcionalidad competitiva es condición para atracción de inversiones y crecimiento demográfico. El mundo global abre nuevas oportunidades en estas zonas, pero también entraña graves riesgos para los grupos vulnerables. Ciudades incluyentes y escenarios para los diversos grupos sociales, Cecilia Loria Saviñon.
Como parte de los modelos adaptativos a un nicho ecológico diferente, uno de los recursos que más pesan es el de lo social (de orden económico, político, religioso, ideológico, ficticio, psicológico), ya que a través de estos se generan relaciones de confianza, seguridad, deseo, afinidad e identidad, sirviendo como parte importante del complemento de la cotidianidad y de los mecanismos de subsistencia entre las diferencias y la incertidumbre. En cualquier forma, el espacio se convierte en un lugar de certidumbre al localizar su territorialidad y sus fronteras desde una perspectiva certera que unifica criterios de semejanza a su interior, aunque este determinante que pareciera infranqueable se resquebraja al encontrar en el interior del espacio los lugares de la incertidumbre. Antropología de la Complejidad, Construir el espacio, Rafael Pérez Taylor. La ciudad constituye un eje geopolítico donde se llevan a cabo un sin fin de actividades, de forma que no puede vislumbrarse dicho espacio en un solo término ya que la interacción de los imaginarios que lo conforman manifiesta distintas eventualidad, como también es el caso de lo “rural”, la vinculación con un sistema mundo da pauta a interpretar lo complejo de las neo características de cada espacio si es que se pretende diferenciar, al mismo tiempo el Estado como constructor de imaginarios y planificador del espacio adopta un papel de suma importancia para entender la constitución y uso del mismo, de forma que es un punto clave en el entendimiento conceptual de la percepción del sujeto/objeto. Los grandes núcleos urbanos acentúan esta separación al distribuir las actividades estructurales y superestructurales en espacios distintos: hay barrios administrativos, otros industriales, ciudad universitaria y centros comerciales cada uno de estos espacios alberga una dinámica particular y un conjunto de elementos simbólicos que los caracterizan y brindan elementos primordiales en la conformación de la identidad para los grupos que conviven y se relacionan en dichos espacios. Ruptura entre lo económico y lo simbólico, Néstor García Canclini De esta forma se evidencia que no solo hablamos de un espacio si no de un cumulo de espacios físicos con distintas connotaciones, usos y dinámicas cotidianas, que los diferencian según los sistemas simbólicos que se generan por quienes se desarrollan e interaccionan dentro y fuera de estos.
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Aunado a esta dinámica de construcción y deconstrucción de los imaginarios de la memoria colectiva y de los sistemas simbólicos que dan sentido a la experiencia de la vida en sociedad, los usos y costumbres dentro de los modelos tradicionales, como parte de los rompimiento transgeneracionales que argumenta Margaret Meat modifican el significado real de los significantes culturales, por lo que el ir y venir de lo rural y lo urbano generan en si un replanteamiento necesario a los términos para el progreso teórico en la investigación.Ya que la forma tradicional de vislumbrar dichos espacios físicos y culturales no se adapta a la complejidad e interacción de los fenómenos actuales. A la par de todo lo mencionado y en términos de Serge Grusinzki la conquista del imaginario por el constante imperativo de imágenes de la ciudad, ha aventajado este espacio sobre los demás dicho en otros términos la fiebre de la vida prodigiosa de la ciudad se sumerge en el subconsciente de los individuos, aunque siendo así la ciudad presenta fronteras para quienes no mantienen la capacidad de ingresar a todo lo que se oferta, dentro de una concepción macro es lo que impera sobre el discurso de la globalización. Bajo esta premisa los difusionistas podrían interpretar la ciudad como un foco empresarial de la cultura que en forma de energía centrípeta dispara modelos culturales a las periferias con las que mantiene contacto, sin caer en lo radical de sus postulados cabe mencionar que no se modifica la totalidad del capital cultural del individuo y del grupo ya que los símbolos dominantes que merman el comportamiento como dice Víctor Turner se albergan en el subconsciente del individuo y en la pensamiento colectivo como valores axiomáticos e ideológicos por lo que solo son los símbolos sensoriales los que reconstruyen parte de la concepción de lo real. El ejemplo que cita es el de un campesino migrante que a pesar de su transformación simbólica en la cultura urbana, alberga dentro del Imaginario de la memoria colectiva una afinidad cultural por la tierra aunque esta no se trabaje. Podemos sostener que un espacio es el resultado de la unión de diversos conjuntos que tienen algo en común, que los adhiere convirtiendo esto en un espacio de convergencia dialógicamente integradas para hacer un frente en el universo conceptual y material. Antropología de la Complejidad, Construcción del espacio, Rafael Pérez Taylor. A lo siguiente Marc Auge hace honor a la memoria y el olvido para comprender parte de la reconstrucción de la identidad tras la dinámica del ir y venir de un escenario a otro, como parte de este postulado la psique del individuo social juega un papel de suma importancia en la identificación y percepción del espacio de interacción, el constante intercambio de información entre la diversidad proclama la idea del olvido en lo que respecta a los modelos que se apegan al proceso de endoculturación dejando espacio a memorizar recuerdos e imágenes que según el autor dan orden y elaboración de un relato ficticio de la realidad social y simbólica del ethos y la cosmovisión por ende de su identidad y pertenencia a un grupo de ahí la propuesta de hacer ejercicios de etnoficción. Los migrantes se mantienen informados acerca de todos los chismes y detalles de la vida en el pueblo natal. Paulatinamente el migrante se asimila a la ciudad y forma en ella su propia comunidad de familiares, paisanos, compadres y vecinos. Como sobreviven los Marginados, Larissa. A de Lomnitz, Editorial siglo XXI 1975, México pp 138. Bajo estas premisas antes de realizar una tipología debe considerarse una perspectiva multicolor en donde el sujeto/objeto, a la par del uso teórico y la visión empírica del investigador reconstruyan desde lo sustancial del sistema simbólico la forma, estilo de vida y de pensamiento, de modo que el resultado nos vincule a algo “real” y nos permita entender de manera más concreta el fenómeno de la urbanización de lo rural y la ruralización de lo urbano sin descuidar la importancia que tiene el Estado en este proceso. Si algo nos enseña la antropología y la historia sobre la consolidación de ambos espacios es que no existen fronteras que delimiten culturalmente los escenarios ya que la formulación de los usos, costumbres y tradi41
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ciones de cada grupo han interactuado con diferentes sistemas simbólicos los cuales han generado cambios en función de las relaciones sociales a la par que mantienen una dependencia de diferentes ordenes. Abusando del texto las ciencias sociales siendo en parte de orden personal e interpretativo manifiestan que cada postulado que se origine hipotéticamente para el entendimiento del fenómeno “rural-urbano” y otros. Más que degenerar una visión científica, aporta nuevas propuestas de estudio y alimenta el contenido literario de la disciplina, por lo que todo lo que se diga al respecto tiene margen de credibilidad y aplicación como parte de un proceso cognitivo. EL PROCESO DE URBANIZACIÓN EN EL MUNDO. EL SISTEMA URBANO.TIPOS DE URBANISMO. REPERCUSIONES AMBIENTALES Y ECONÓMICAS Introducción La ciudad es el elemento articulador más importante de las sociedades humanas (espacio, relaciones e intercambios) aunque esto no ha sido siempre igual a lo largo de la historia. La urbanización ha sido progresiva desde que aparecieron las primeras ciudades en Mesopotamia. Posteriormente crecerá durante la Plena Edad Media, pero será el siglo XIX y la Revolución Industrial, los momentos que marcan el punto de inflexión hasta la verdadera explosión de los últimos cuarenta y cincuenta años. En la actualidad podemos asegurar que la ciudad es un trasunto fiel de la evolución de las sociedades, de sus preferencias estéticas y regímenes políticos. Cómo veremos a lo largo del tema, todos estos aspectos darán un resultado u otro que modelarán los paisajes urbanos de nuestro planeta. El fenómeno urbano, evolución histórica. La concepción sociológica. La industria, tráfico, las construcciones vistosas… las ciudades son vistas como algo nuevo en la historia. Sin embargo, los orígenes de las ciudades se remontan a miles de años atrás y han pasado por tres fases distintivas. La primera fase comenzó entre 5 y 6 mil años atrás con asentamientos que se convirtieron en lo que conocemos como las antiguas civilizaciones del valle de Mesopotamia (hoy Irak), Egipto, India y China. Los primeros asentamientos dependían mayormente de la agricultura y de animales domésticos, pero, conforme la civilización creció en tamaño y en rutas de comercio, estos asentamientos se convirtieron en centros para mercaderes, artesanos y oficiales del gobierno. La división entre “pueblo” y “ciudad”, “urbano” y “rural” había comenzado. Un patrón similar fue seguido por las civilizaciones Griega, Iraní, Romana y de la Gran Zimbabwe. La segunda fase en el desarrollo de las ciudades vino más adelante con la revolución industrial en Europa a mediados del siglo XVIII. Las fábricas necesitaban de un gran número de trabajadores y la actividad comercial creció, creando oportunidades nuevas en las ciudades. Buscando empleo y una vida mejor, las personas se mudaban de las zonas rurales a las ciudades en grandes cantidades, algo nunca antes visto. La tercera fase comenzó después de la Segunda Guerra Mundial. El más largo y rápido crecimiento en la población urbana del mundo se ha suscitado a partir de 1950. En tanto que la economía mundial se volvió internacional y creció en tamaño, las ciudades alrededor del mundo crecieron a pasos agigantados. Mucho de este crecimiento se ha concentrado en Asia, Latinoamérica y África, aunque algunas ciudades de Estados Unidos como Phoenix y Los Ángeles han crecido al mismo ritmo. Son estos cambios y sus ramificaciones los que llaman la atención del sociólogo al estudio de las diferencias entre los modos de vida rural y urbana. El mantenimiento de este interés es un prerrequisito indispensable 42
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para la comprensión y posible dominio de algunos de los más cruciales problemas contemporáneos de la vida social, pues promete suministrar una de las perspectivas más reveladoras para la intelección de los cambios que están ocurriendo en la naturaleza humana y en el orden social. Dado que la ciudad es producto del crecimiento antes que de una creación instantánea, puede suponerse que las influencias que ejerce sobre los modos de vida no logran extirpar por completo los modos previamente dominantes de asociación humana. Por lo tanto, y en un grado mayor o menor, nuestra vida social muestra huellas de una temprana sociedad rural, de la que son modos característicos de instalación las granjas, la hacienda y la villa. Tal influencia histórica está reforzada por la circunstancia de que la población de la ciudad misma es en gran medida reclutada en el campo, donde persiste un modo de vida que recuerda aquella forma primera. De aquí que no nos sea dado esperar el hallazgo de variaciones abruptas y discontinuas entre los tipos urbano y rural de personalidad. La ciudad y el campo deben ser vistos como dos polos y todos los establecimientos humanos tienden a acomodarse con relación a uno u otro de ellos. Tomando la sociedad urbana-industrial y la sociedad folk rural como tipos ideales de comunidades, podemos obtener una perspectiva para el análisis de los modelos básicos de asociación humana, tal como aparecen en la civilización contemporánea. La urbanización: criterios de clasificación La ciudad comenzó a ser objeto de estudio a principios del siglo XX con autores como Otto Schluter o Paul Blanchard. Posteriormente surgirán distintas corrientes: la Nueva Geografía (con Christaller a la cabeza), la Geografía Radical (Mattson), la Geografía Social, la Geografía de la Percepción. Todas ellas tuvieron que hacer frente a la dificultad de definir “qué es una ciudad”, ya que se trata de un término complejo, de naturaleza cambiante y con fenómenos muy heterogéneos. Tradicionalmente la definición ha sido negativa en contraposición a lo rural (cabe recordar, como dato curioso, que en la tradición judeocristiana se hablaba del Edén idílico y rural frente a la ciudades pecaminosas de Sodoma y Gomorra). En la actualidad “… diremos que cuando se habla de ciudad generalmente se hacer referencia a una porción concreta de espacio, más o menos claramente delimitada, con una organización y una morfología características” (VINUESA, 1991: 16). Parámetros de definición de una ciudad DEMOGRAFIA: Es un indicador fácil de obtener y gran utilidad para medir el volumen de la población urbana, aunque no es suficiente para que un núcleo sea considerado urbano, a pesar de atender a otros aspectos como el desarrollo de las actividades terciarias. Además se suma el inconveniente de los números: en Suecia se considera ciudad a poblaciones con más de 200 habitantes, en España la cifra se sitúa en 10.000 y en Japón en 30.000. DENSIDAD: Es un elemento que complementa al anterior. En este caso hablamos de ciudad cuando hay además de un número determinado de habitantes, una concentración espacial de los mismos. Es un criterio difícil de aplicar por la dificultad de cuantificarlo o por la movilidad espacial. Del mismo modo, también genera paradojas, ya que puede haber espacios rurales con altas densidades de población, como ocurre en el Sudeste asiático en zonas como Vietnam o Bangladesh. MORFOLOGÍA: Hacen referencia al uso intensivo del suelo, a los edificios colectivos, a la infraestructura de comunicaciones…, si bien, los cascos viejos responden muchas veces a tipologías rurales. FUNCIÓN: El concepto fundamental para definir función proviene de Christaller que en 1933 en su “Teoría de los lugares centrales”, definió la centralidad, que sería un núcleo urbano que genera un hexágono de influencia cuyos objetivos serían minimizar el transporte y conseguir los bienes necesarios para ese núcleo. 43
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Los núcleos rurales no tienen esa capacidad organizativa del territorio, de manera que la actividad económica, industrial y de servicios eran, para el autor, elementos definidores de las ciudades, algo que empezó a cuestionar desde Estados Unidos con procesos como la tercerización de la sociedad y la difusión de la industria en el mundo rural. En la actualidad podemos decir que la gran mayoría de las ciudades son multifuncionales. LA CULTURA URBANA: La escuela de Chicago, desde una perspectiva sociológica, diferenció ciudad y campo en función de las relaciones de sus habitantes, de manera que el tráfico, la heterogeneidad social, la movilidad, las relaciones superficiales o el consumo son los que definen las ciudades. En conclusión, para hablar de ciudad deberemos encontrarnos un núcleo con un determinado número de población, donde haya una densidad importante, que además presente una morfología determinada, albergue una diversidad social importante y con una substancial capacidad innovadora y difusora de ideas, dada la centralidad que se le presupone. Concepto de lo urbano En la actualidad se ha superado la dualidad campo-ciudad debido a: • La suburbanización, que consiste en el desarrollo de la corona exterior y degradación (en ocasio nes) del centro • La rururbanización, donde se asiste a la residencia en el mundo rural pero con habitantes y funciones urbanas. • La reurbanización, centrada en la rehabilitación de los cascos históricos.Todo esto nos ayuda a en tender la ciudad como un sistema y dentro de este sistema tendríamos: • Un área consolidada, que es el lugar central. • Un hinterland(término de origen alemán que define al área que rodea un territorio y depende de él). Dentro estaría el área periurbana, la sombra urbana y luego un área de influencia rural y una zona de ocio o de segundas residencias. Morfología del espacio urbano e interurbano. De la ciudad preindustrial a la postindustrial Morfología del espacio urbano e interurbano. El paisaje urbano es el resultado de la interacción de tres variables. E n primer lugar el plano, heredero de la historia y la geografía física. Fundamentalmente podrán ser: • Irregular: Es aquel en el que no existe una planificación previa, las casas y edificaciones se van constru yendo sin responder a un orden preestablecido. • Regular (cuadricula o damero): Un plano ortogonal es aquel en el que predominan las líneas rectas en el trazado de las calles, que se cortan perpendicularmente formando cuadrículas, con una gran sensación de orden. • Radiocéntrico: Es el plano que está organizado en torno a un punto central destacado de la ciudad, nor malmente una plaza, desde donde parten las calles principales en forma de radios. Otras calles importantes se disponen en forma de círculos en torno al espacio central, lo que 44
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facilita las comunicaciones entre todos los barrios periféricos y entre cada uno de éstos y el centro de la ciudad. Existirán otros como lo lineales, mixtos… En segundo lugar, la tipología constructiva - tipo de vivienda, manzanas. El uso del suelo -industrial, residencial, ocio. ESTRATEGIA TERRITORIAL EUROPEA: Documento elaborado por consenso entre los Estados Miembros De la UE y la Comisión Europea, Adoptado en la reunión de Ministros de Ordenación del Territorio (Potsdam, 1999). Según Harold Cárter, las tres varían con independencia entre sí, dando lugar a una variedad infinita de escenarios urbanos, es decir paisajes urbanos. Cada una de ellas (plano, edificación y uso del suelo) debe ser analizada en forma sistemática, debiendo luego establecerse la correlación existente para lograr una síntesis del paisaje urbano. Así pues el resultado de esa forma urbana nos va a permitir distinguir distintos sectores dentro de una ciudad: El casco antiguo heredero de la Edad Media, con una población envejecida y problemas de marginación. El ensanche, es lo que surgió tras el derribo de las murallas. Surgió tras la industrialización y tiene un trazado ortogonal. Actualmente está totalmente tercerizado y con notables problemas de tráfico. La periferia es heterogénea y engloba desde municipios absorbidos (caso de Gracia en Barcelona) a polígonos o urbanizaciones, presentando habitualmente necesidades de equipamiento y transporte público. Lo periurbano serían muchos centros comerciales, cinturones, mercados de abastos, depuradoras y zonas residenciales. La Escuela de Chicago, por su parte, estudió los usos del suelo con las siguientes conclusiones: La primera zona es el CBD (Central Bussines District), que estaría constituido por la sede de las grandes empresas, oficinas bancarias, administración. Es el caso de la City londinense. Al lado de ese CBD tendríamos las zonas turísticas con encanto, como el Barrio Gótico en Barcelona o el Greenwich Village en Nueva York. Posteriormente se sitúa la zona residencial, donde se encuadran desde barrios obreros a urbanizaciones. Las fronteras están muy marcadas por clases sociales y con una densidad más baja cuanto más nos alejamos del CBD. Finalmente encontramos la zona de industria y transporte (ahora llamada zona logística) y la zona de equipamientos con centros comerciales, palacios de deportes, recintos feriales, universidades. Dentro del paisaje urbano encontramos la producción del espacio urbano. Por ello se recurre al Plan General de Ordenación Urbano (PGOU) como elemento que va a permitir clasificar el suelo (urbanizable, no urbanizable, de servicios…), las infraestructuras y equipamientos, la protección del Medio Ambiente y el Patrimonio y la programación temporal de todo esto.
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El proceso de urbanización del planeta Se trata de un fenómeno que nace producto de la historia y las relaciones sociales y que no va a nacer sincrónicamente en el planeta, algo que ya habíamos apuntado. Tradicionalmente las explicaciones a las causas que motivaron la creación de los primeros asentamientos se centraban en factores ambientales. Son las llamadas “teorías hidráulicas” que basan ese surgimiento en el clima propicio y la accesibilidad al agua en la zona del Próximo Oriente. En la actualidad, como apunta Agustín Hernando, se abren otras teorías que ponen el acento en otros aspectos como los económicos (teorías centradas en la importancia del comercio y la necesidad de una buena localización para realizar intercambios), los defensivos (las ciudades surgen en zonas de fácil defensa, donde se puedan construir sin problemas murallas y otros elementos defensivos) o religiosas (donde la ubicación de la urbe responde a sentimientos religiosos). La ciudad antigua Surge después de los que Gordon Childe denominó la revolución neolítica, y lo hizo ligada a las posibilidades de generar excedentes agrarios. Las primeras ciudades nacen en valles fluviales y en climas templados y así serían Mesopotamia, el Bajo Nilo y el río Amarillo. En América el fenómeno sería muy posterior en el Yucatán de los mayas.Son ciudades que se caracterizan por poseer recintos amurallados, un caserío concentrado y donde siempre encontraremos un palacio y un templo (en la zona noble de la ciudad). La ciudad política Su principal invención fueron los espacios públicos, reflejo de una mayor igualación social. El trazado también sería distinto ya que ahora es en cuadricula o damero (aportación de Hipódamos de Mileto en el 480 a.C.) Los romanos crearon además las primeras infraestructuras públicas importantes: alcantarillados, acueductos… La ciudad comercial Debemos diferenciar tres tipos distintos: •
El urbanismo musulmán, con un tratado tortuoso y caótico, carente de toda planificación
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La ciudad medieval cristiana se organiza en torno a la catedral y sus mercados. El emplazamiento obedecía fundamentalmente a la defensa y se construyeron nuevos anillos amurallados. La ciudad gozaba de un estatuto jurídico propio, fruto de la lucha entre la monarquía y los señores feudales.
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La ciudad comercial moderna sería más grande tanto en número como en kilómetros cuadrados y es reflejo del estado absolutista. Hay una pérdida de la autonomía municipal.
La ciudad industrial Deriva de la industrialización y entre sus características principales podemos destacar: •
La alteración del paisaje urbano
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La densificación
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La multiplicación de ciudades que tejen redes y, a veces, se especializan.
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Son centros difusores de los cambios sociales. Hay una eliminación de los límites físicos y jurídicos. Las consecuencias de este proceso también son importantes: Crecimiento de la población urbana (dependiendo del mayor o menor impacto de la Revolución Industrial y el éxodo rural) El crecimiento espacial (en el modelo anglosajón fundamentalmente) La segregación social con la aparición de barrios obreros y zonas marginales.
Ante esta situación, desde finales del siglo XIX se empiezan a adoptar soluciones planificadoras como las ciudades jardín (de Ebezener Howard), las “newtowns” o el proyecto español de las ciudades lineales (impulsadas por Arturo Soria). Son soluciones encaminadas a descongestionar el centro urbano, crean zonas verdes y de servicios o favorecer las comunicaciones. La ciudad post-industrial Pretende ser una ciudad sostenible, que debe utilizar la intervención pública para los problemas de energía, transporte y residuos. Este tipo de ciudades parece no tener límites, es lo que el escritor y periodista norteamericano Joel Garreau denominó “edgecities” (GARREAU, 1992), creándose gigantescas megalópolis (fusión de varias grandes ciudades) y conurbaciones (fusión de pequeñas ciudades, como ocurre en la zona del Rhur). En este sentido la UE ha puesto en marcha un programa de investigación llamado RUF (Regiones urbanas funcionales), por el que se intenta la creación de ciudades policéntricas con límites inciertos y a la vez se pretende la renovación de los centros urbanos con nuevos equipamientos. En la ciudad post-industrial el precio del suelo ha resultado ser la imagen de la categoría social (como ocurre en algunas zonas del norte y sur de Madrid). La geografía en la era de las megaciudades Tras la Conferencia sobre ciudades celebrada en 1996 en Estambul quedo patente que la migración campo-ciudad es irreversible, ya que la urbanización contribuye al desarrollo social y ofrece menor índice absoluto de pobreza y que lo gobiernos municipales no representativos o muy centralistas dificultan el desarrollo social. Estos elementos sirvieron de reflexión para el profesor Yue-manYeung. En su artículo “La Geografía en la era de las megaciudades” publicado en la web de la UNESCO 1950 y 1990 la población creció exponencialmente, teniendo la mayor repercusión la población urbana. En la actualidad más del 50% de la población vive en ciudades, lo que ha hecho que las Naciones Unidas haya propuesto investigaciones sobre las ciudades futuras y así haya surgido el concepto de “megaciudad”, sustituyendo al concepto de megalóplis). Los primeros estudiosos de las megaciudades como Brennan o Friedmann, sólo admitían ese término para ciudades que superaran los ocho millones de habitantes. Sin embargo,Yue-manYeung distingue dos tipos de ciudades: TIPO 1: Las megaciudades propiamente dichas desde el punto de vista demográfico. TIPO 2: Las ciudades globales. Es decir, aquellas urbes que desempeñan un papel importante a nivel mundial en lo social y en lo económico. ¿Por qué hay megaciudades? El surgimiento es multicausal. Por un lado debemos atender a las causas demográficas de la dinámica demográfica, la inmigración y el éxodo rural. En segundo lugar, se dan unas causas económicas. La posibilidad de tener un mejor empleo y acceso a servicios básicos es el sueño de las grandes masas, pero el modelo de desarrollo dependiente en el Tercer Mundo ha creado modelos de desigualdad interna dentro de las ciuda47
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des. La tercera, y última, de las causas son las de tipo cultural, es decir, aquellas ligadas a una mejora social, de educación. Al no haber existido una megaciudad, no tenemos pautas ni modelos por lo que debemos recurrir a la simulación, de tal manera que el Banco Mundial, la Fundación Ford o Naciones Unidas están trabajando en ello. Las ciudades mundiales (las del tipo 2) unen a su propio valor, nuevas funciones en la economía global. Son centros de decisión, “cuarteles generales”, centros financieros, nudos de telecomunicaciones y transportes y emporios turísticos. La pregunta que se hace el autor a este respecto es por qué las ciudades globales tienen tanta importancia dentro de esa economía global. Sus conclusiones son claras, esa importancia radica en el colapso de los precios de los productos básicos, en el aumento de la concentración del capital y en los cambios tecnológicos, que permiten reducir los costes. Atendiendo a todos estos elementos Yeung cataloga como megaciudades: •
ÁFRICA: El Cairo y Lagos
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AMÉRICA LATINA: Buenos Aires, Lima, México DF, Río de Janeiro y Sao Paolo.
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ASIA: Bangkok, Beijing (Pekín), Mumbay, Calcuta, Daka, Delhi, Estambul (el autor la sitúa dentro de Asia), Karatchi, Manila, Seul, Sanghai, Teherán y Yakarta.
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PAISES DESARROLLADOS: Los Ángeles, Nueva York, Osaka, Tokio, París, Londres y Moscú.
Las ciudades en la nueva economía global. La globalización económica ha trasformado por completo la percepción de la ciudad actual. Hoy día nos encontramos ciudades que surgen de la mano de la instalación en el extranjero de muchas transnacionales, que huyen de regulaciones sindicales y nacionales en busca de mano de obra menos cara. Sólo de esta manera enteremos como a las ciudades globales por antonomasia como Nueva York, Tokio y Londres, se unen otras del Sudeste asiático (el ejemplo más fehaciente es Hong Kong), zona que se está viendo favorecida de los procesos deslocalizadores y que está adquiriendo un creciente poder. El resto de las grandes ciudades del mundo desarrollado están organizando un sistema mundial de ciudades independientes de las fronteras. Los retos de las megaciudades Cuando planteamos los retos debemos distinguir entre aquellas pertenecientes a los países desarrollados o las llamadas globales del resto. Así, en los países subdesarrollados el colapso del transporte está haciendo que la industria pierda productividad. En ellas se está viviendo un incremento del subempleo, por lo que la solución podría pasar por una estructura policéntrica y una reorientación de los ejes de crecimiento. Actualmente, solamente Seúl ha conseguido solucionar estos problemas a través de nuevas ciudades y cinturones verdes. Los barrios pobres, las ocupaciones ilegales y el problema del agua son otros grandes problemas. A ellos se une la vulnerabilidad de la vida en las ciudades, ya que el nivel de vida en estas ciudades (véase seguridad pública, coste de la comida, calidad de la vivienda, densidad del tráfico, comunicaciones o salud pública) dejan bastante que desear. De cualquier modo lo que parece claro es que los modelos tradicionales de urbanización han sido superados. La geografía ya no tienen tanto que ver con la localización, cuanto como con los recursos humanos y los flujos de información. Todas las ciudades deben redefinir su papel en un mundo cambiante. Para concluir este punto, un dato esperanzador, las megaciudades van creciendo cada vez menos, salvo algunas de África y Asia.
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Repercusiones socioeconómicas y ambientales Muchos autores hablan de un auténtico metabolismo urbano que estaría constituido por la energía, el agua y los recursos de desecho.Y es que parece claro que el abastecimiento y el tratamiento de los residuos son los principales quebraderos de cabeza para los dirigentes actuales. Las ciudades son unas grandes consumidoras de recursos: agua, energía, alimentos por lo que para conseguir este abastecimiento son necesarias inversiones muy elevadas en infraestructuras de todo tipo: instalaciones de energía y agua, mercados de abastos. Especialmente acuciante el problema del agua que dada la escasez debe captarse tanto de agua superficial como freática, con el consiguiente riesgo que eso conlleva. Otro problema grave, como hemos citado es el tratamiento de los residuos urbanos, tanto los domésticos como los procedentes de las actividades económicas. Su tratamiento es muy delicado y si no se controlan acaban afectando al suelo, al aire y a las aguas subterráneas. Para solventar estos dos problemas se está impulsando la llamada teoría de las “tres erres” (3R), es decir, reducir, reutilizar y reciclar. Desde el punto de vista ambiental debemos apuntar también la contaminación atmosférica y la acústica. Las emisiones de vehículos e industrias, las calefacciones emanan continuamente gases a la atmósfera, que unidos al efecto invernadero que se genera en las ciudades (la pavimentación que reduce la evaporación, la falta de zonas verdes) que hace que la temperatura pueda ascender entre 1 y 4ºC, llegando a hablar de “la isla de calor”. La contaminación acústica, es decir el exceso de ruido, es provocado en su mayor parte por el tráfico, pero también por aeropuertos, zonas de ocio nocturno, ferrocarriles o determinadas industrias. Como acabamos de ver el tráfico es un problema recurrente y, como tal, afecta desde el punto de vista ecológico pero también económico. Los gobiernos locales dedican gran parte de sus presupuestos al transporte, especialmente a infraestructuras (circunvalaciones por ejemplo) y transporte público (metro, autobuses, cercanías o tranvías) Siguiendo en la economía, en los últimos tiempos uno de los problemas que ha surgido es el espectacular aumento del precio de las viviendas, generando que las personas con menos recursos económicos se vean obligadas a vivir en barrios degradados o muy alejados. Este aspecto en muchas ocasiones trae consigo problemas sociales como la delincuencia y la marginación social. Todos estos problemas se han visto agravados en estos últimos años por los problemas financieros de las entidades locales. Cada vez más, estas instituciones proporcionan a los ciudadanos mayores servicios (sanitarios, deportivos, obras públicas), pero la parte que reciben de los Estados se ha visto notablemente reducida con la crisis económica actual. De cualquier manera, con o sin ayuda estatal, parece claro que los retos a los que se enfrentan las ciudades son muy importantes y no puede olvidarse de ellos. Y es que la ciudad no sólo sufre problemas medioambientales también debe hacer frente a aspectos como: la elevada densidad poblacional, el stress, los bajos niveles de educación, las bolsas de pobreza, desigualdad e insolidaridad social, la alienación y pérdida de cultura propia, la desarticulación social, el desempleo masivo, el desarrollo de economías sumergidas o una actividad económica poco diversificada.
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UNIDAD 2 POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
La población mundial se ha multiplicado por diez en los últimos 400 años, pero tal explosión demográfica es un fenómeno reciente. La población sólo aumenta si la tasa de natalidad es superior a la mortalidad y ambas habían sido siempre altas. La adopción de la actividad agropecuaria en el 8.000 a. C. condujo al primer aumento gradual ya que, desde unos 10 millones de personas, no se llegó a los 500 millones hasta el años 1.500 d.C. En las regiones desarrolladas, como Europa y el Norte de América, el índice de mortalidad empezó a bajar en el siglo XVIII, cuando las revoluciones industrial y agrícola mejoraron el nivel de vida y la atención sanitaria. En los 200 años siguientes la población se disparó, pero la natalidad descendió, frenando la explosión demográfica. Hoy, de hecho, algunas poblaciones europeas tienen crecimiento negativo, es decir, disminuyen. La calidad de vida y las actividades de todas las personas están estrechamente relacionadas con los cambios y los modelos demográficos: el crecimiento, la estructura y la distribución de la población, y las variables de desarrollo como la educación, la salud, la nutrición, los niveles de utilización de los recursos naturales, el estado del medio ambiente y el ritmo y la calidad del desarrollo económico y social. De esto podemos deducir que si el esquema ideal de democracia implica una sociedad de ciudadanos, esto es una comunidad de hombres libres considerados iguales y con los mismos derechos a participar en el ejercicio del poder, no puede por tanto contemplar en su interior las exclusiones, ya sean estas territoriales, sociales, económicas, culturales o de cualquier tipo. Mientras la inclusión hace referencia al derecho de la totalidad de los ciudadanos a participar en el sistema de decisiones, la igualdad hace alusión al grado de nivelación alcanzando entre los diferentes individuos de un Estado. En alguna medida, la igualdad presupone la inclusión, a esto hacemos referencia también cuando hablamos de calidad de vida. En la mayoría de las democracias latinoamericanas se ha convertido en prioritario el estudio de la influencia que tiene la población, su distribución y las posibilidades de desarrollo sostenible, como necesarios par lograr una buena calidad de vida de sus habitantes, es decir, la dimensión social de la inclusión. La cuestión social ha alcanzado una nueva forma en el siglo XXI: la exclusión social, económica y territorial. Hoy la figura paradigmática des excluido excede a la persona sin trabajo, para reflejarse en la imagen de una marginalidad más profunda. Los excluidos son los rechazados de los sistemas productivos y desprovistos de la seguridad colectiva, los que permanecen social, cultural y territorialmente por fuera de la polis, sumidos en la peor de las miserias hasta el punto de perder aquello que llamamos “dignidad humana”. El estudio de la población implica por lo tanto, no solamente conocer datos estadísticos, sino también otros datos, otras realidades, que nos permitan conformar un modelo de desarrollo sostenible para esa población en estudio.
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El crecimiento de la población.
Para el análisis del crecimiento de la población se distinguen dos componentes, el crecimiento natural o vegetativo, que resulta del balance entre la natalidad, es decir, TASA DE NATALIDAD: (nacimientos/población) x1000 y la mortalidad, que se calcula de la siguiente forma TASA DE MORTALIDAD: (defunciones/ población) x1000, por un lado, y por otro, se tiene en cuenta el CRECIMIENTO MIGRATORIO que está determinado por el saldo migratorio internacional, que es la diferencia entre el número de inmigrantes internacionales y la población de un país, en un período de tiempo determinado.
La estructura de la población
La estructura demográfica revela las características principales de una población en lo que se refiere a la composición por edad y sexo. En un indicador que tiene repercusiones en el plano económico y social y se utiliza para medir la oferta de mano de otra de un país e influye en las necesidades de diversos bienes y servicios. Así, por ejemplo, en un país donde predomine la población joven deberá proveerse de mayores recursos a la educación, ayuda familiar, etc. En cambio, en aquellos en donde haya mayor cantidad de población anciana se deberá destinar mayores recursos a jubilaciones y salud. Se llama “cohorte” al conjunto de personas que han vivido un mismo acontecimiento demográfico. Una generación es una cohorte cuyo acontecimiento demográfico ha sido el nacimiento. La tasas más importantes que nos indican cuál es la estructura de la población son el índice de juventud y vejez que expresa cuántos jóvenes o ancianos hay con respecto a la población total. En una población bien estructurada, el índice de juventud debe estar algo por encima del 33% y el índice de vejez algo por debajo del 33%. En nuestro caso, el índice de juventud aproximado es del 24,9%, y el de vejez del 10,7% para el año 2007. Otro dato importante en cuanto a la estructura de la población es la sex ratio, que indica la relación entre el número de hombres y el número de mujeres. Normalmente las mujeres conforman poco más del 50% de la población. Una población con más del 50% de hombres se dice que tiene un alto índice de masculinidad. Una población con más del 55% de mujeres tiene un alto índice de feminidad.
SEX RATIO: (HOMBRES/MUJERES) X100.
La Argentina es uno de los países más envejecidos de Latinoamérica, mostrando signos de su envejecimiento desde 1970. Según cifras aportadas por el INDEC (2001), el número de personas son mayores de 60 años residentes en Argentina ascendía a 4.871.957 (un 13,4% de la población total). La población que suponen las personas las mayores de 65 años sobre el conjunto de la población asciende al 9,8%, y la de los mayores de 85, el 0,8%. Las personas mayores constituyen el 11,8% de la población total rural y el 13,6% de la población total urbana del país. Las personas mayores de 75 años representan un 30% de la población mayor. Según la CEPAL, la tasa de crecimiento de la población argentina pasó del 14,1 por mil en el período 19752000, a 9,6 por mil en el 2000-2005 y se prevé que para el ciclo 2025-2050 sea del 4,4 por mil. Este descenso contrasta con el aumento que, por otro lado, se observa por parte de la población de 60 años y más. Considerando el mismo período se advierte cómo la tasa de crecimiento de los adultos mayores evoluciona de manera ascendente hasta llegar a cuadruplicar los valores de crecimiento del conjunto poblacional. La tasa de crecimiento del grupo etario de 60 años y más se situaba en el lapso de 1975-2000 en el 20,3 por mil y para el 2025-2050 se calcula que se podrá llegar al 19.4 por mil. 51
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Una herramienta básica para ilustrar los cambios en la estructura demográfica de una población son las PIRÁMIDES DE POBLACIÓN. Se establecen CUATRO TIPOS que representan las diferentes formas de evolución de la estructura poblacional. Así tenemos la pirámide EXPANSIVA de forma triangular que muestra una población con alto índice de nacimientos, pero decrece en la misma proporción hacia la cúspide, esta en una pirámide característica de los países en desarrollo, en plena transiciones demográfica con altas tasas de natalidad y mortalidad, y con un crecimiento natural alto. La pirámide REGRESIVA es característica de los países desarrollados, con bajo índice de nacimientos y cuyo aumento hacia la parte céntrica se produce generalmente por el aporte de población inmigrante, que deja sus países por diversos motivos, siendo la más común la búsqueda de trabajo, Se trata de una población envejecida con bajas tasas de natalidad y de mortalidad y con un crecimiento natural reducido. Cuando hablamos de pirámides ESTACIONARIAS nos referimos a una población con una notable igualdad entre las generaciones jóvenes y adultas y una reducción importante en las ancianas. El crecimiento natural es bajo. Este tipo de pirámide es propio de las poblaciones que no presentan cohortes de la transición demográfica. Pueden responder a países con tasas de natalidad y mortalidad alta, que aún no han comenzado la transición demográfica (sobre todo si se trata de poblaciones históricas) o a países que ya han terminado la transición demográfica y han mermado todas sus generaciones. Esto, a comienzos del siglo XXI, no ha sucedido en ninguna parte, aunque en los países escandinavos las últimas generaciones de la transición demográfica están en la cima de la pirámide.
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El régimen demográfico moderno parece definirse por su naja natalidad, su baja mortalidad (sobre todo su baja mortalidad infantil), y la escasa incidencia de la mortalidad catastrófica. A partir de la Revolución Industrial, la sociedad, la economía y el Estado cambian radicalmente, también el modelo de familia y como consecuencia, también la población. Comienza otro ciclo expansivo de la población conocido como TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA. La transición demográfica es un período extraordinario de crecimiento de la población. Consiste, básicamente, en el descenso de las tasas de natalidad y mortalidad. La forma como se hace este descenso provoca el aumento de la población. La transición demográfica es el paso del régimen antiguo al régimen moderno de población. Este proceso comienza a finales del siglo XVIII o mediados del siglo XIX en los países que se están industrializando, y termina en ellos, en las décadas del sesenta o setenta del siglo XX. Durante este período la población se ha multiplicado entre dos y siete veces. En los países en desarrollo este modelo está alterado. No se ha terminado la transición demográfica y por lo tanto no se puede saber cuánto durará, pero en todos los casos ha superado el 2% de crecimiento vegetativo anual. En la Argentina, el último censo marca un índice del 10,1%. La transición demográfica en estos países no fue acompañada del crecimiento económico, y por otro, quienes creen que el crecimiento económico tiene un límite, y que el crecimiento demográfico terminará por ser superior al económico, provocando una crisis. Malthus es el abanderado de esta segunda hipótesis. En su “Ensayo sobre el principio de población”, publicado en 1798, expone sus ideas clave. Según Malthus, la progresión del crecimiento de la población es geométrica, mientras que el crecimiento de los recursos agrícolas es aritmético, debido a la ley del rendimiento decreciente. Este desfase en el ritmo de crecimiento de la población y la economía provocará, a la larga, problemas de subsistencia, por eso, consideraba que la única manera de evitar esto era tomando medidas para reducir el crecimiento demográfico. Sin embargo, la realidad ha demostrado que, ni el crecimiento demográfico es geométrico, ni el crecimiento económico es aritmético. En esto ha influido el propio desarrollo económico, la ciencia y la técnica, que a través de la revolución verde ha conseguido aumentar espectacularmente la productividad de la tierra. Los socialistas y marxistas mantienen la primera hipótesis, que el crecimiento y el aumento de la productividad permitirán un crecimiento demográfico continuo. Consideran que no es posible solucionar los problemas de subsistencia y pobreza de la clase proletaria mientras la burguesía acumula un capital negado al trabajo del proletariado. No se puede pensar en reducir la natalidad del proletariado mientras la riqueza esté mal distribuida. El problema es de distribución y de justicia social, El transcurrir del tiempo ha demostrado que el crecimiento económico implica una reducción voluntaria en la tasa de natalidad, y que el crecimiento económico no necesariamente supone que vaya a haber crecimiento demográfico sin desequilibrios como el desempleo. Desempleo habrá independientemente del desarrollo económico y del tamaño de la población, ya que el volumen del mercado de trabajo está acotado y tiende a mantenerse en el límite para reducir el costo de la fuerza de trabajo. Estas teorías han generado dos tipos de políticas con respecto a la población: las natalistas y las antinatalistas o maltusianas, que han sido asumidas indistintamente por todas las ideologías según sus intereses. Incluso la misma ideología ha promovido una u otra política en distinto lugares y momentos. Las posturas antinatalistas las encontramos, frecuentemente, en los países en desarrollo, con problemas graves de desarrollo y superpoblación. Los escasos recursos económicos no permiten mantener grandes contingentes de población y las autoridades tratan de proporcionar los métodos anticonceptivos más eficaces. Sin embargo, estos métodos o son caros para ellos, o chocan con trabas y tabúes sociales. La aplicación de 53
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la medicina ha precipitado la transición demográfica y la ha hecho más intensa, provocando desequilibrios y choques con la mentalidad de la gente, en lugar de ser un proceso secular como lo fue en Europa. No obstante, algunos países en desarrollo son abiertamente natalistas por motivos religiosos. Las políticas natalistas las encontramos en la actualidad en los países desarrollados con bajas tasas de fecundidad, problemas de envejecimiento y que no desean recurrir a la inmigración. Sin embargo, en estos países las medidas maltusianas son una tendencia secular que está por encima de las políticas natalistas. Otro fenómeno derivado del incremento de las expectativas de vida es el aumento de la población más anciana, dando lugar a lo que se conoce como “el envejecimiento del envejecimiento”.
Cultura – un concepto fundamental
En todas las culturas son fundamentales las ideas que definen lo que se considera importante, valioso o deseable. Estas ideas abstractas, o valores, dan significado y orientación a los seres humanos cuando interactúan con el mundo social. Las normas son reglas de comportamiento que reflejan o encarnan los valores de una cultura.Valores y normas funcionan conjuntamente dentro de su entorno y varían considerablemente de unas culturas a otras.
Multiculuralidad e Interculturalidad dos términos modernos El término “multicultural” apareció para dar cuenta de las sociedades en las que conviven grupos considerados culturalmente diferentes. Pero fue y es abordado desde puntos de vista erróneos. Muchos autores señalan que visiones estereotipadas, estigmatizantes o ponderativas de los otros que circulan del término dan sentido a procederes diversos y poco reflexivos. Las representaciones cotidianas articuladas en torno al tópico de la diferencia cultural, legitiman ciertas relaciones sociales y producen estigmas que termina ocultando una realidad social y económica. Por ejemplo, se relacionan características étnicas con categorías residenciales, ocupacionales, etc. Estas representaciones niegan la complejidad social simplificando su comprensión. En la escuela, por ejemplo, la lentitud de los alumnos, su dispersión se la tipifica asociándola a nacionalidades, lugares de origen y a partir de ese diagnóstico se actúa. También se estigmatiza por el ritmo del aprendizaje. Se habla del respeto a la diversidad poniéndose énfasis en la existencia de diferencias culturales entre los niños de distintos sectores sociales, asignándoles atributos naturalizados, casi inmodificables. El multiculturalismo se impuso como tema en los ámbitos interculturales en los años noventa. La problemática de la presencia de grupos cuyas pautas de conducta difieren del resto de la sociedad adquirió relevancia intelectual desde los universitarios estadounidenses, que la convirtieron en tema fundamental para comprender la situación social del momento. Este concepto, entonces, surge de reconocer la presencia de grupos diferentes, que en el caso de los Estados Unidos remite al de raza, entendida no como un conjunto de características físicas diferentes sino en función de los ancestros. Tradicionalmente se ha buscado capturar las diferencias de los grupos humanos, reafirmando una identidad colectiva inconmensurable, Sin embargo, estas diferencias se hacen cada vez más sutiles y la tolerancia se hace cada vez más vacía e indiferente. La acentuación de la diferencia se pone en juego en nuestras sociedades en las que los contrastes y el aislamiento cultural son casi inexistentes. El etnocentrismo estaría relacionado con una resignación o indiferencia frente a los otros. Este etnocentrismo consiste en afirmar la propia cultura sin necesidad de oprimir o suprimir a las otras. El ser como somos y reconocer que ellos son como son no deja de ser un reconocimiento de la diversidad que magnificándola, la ignora, o que no reconoce la 54
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historia en la que se conformaron tales diferencias. El problema, como señala Geertz, consiste en la construcción social de la diferencia que responde a identificación axiológica de grupos con los que interactuamos. “La extranjería no comienza en las márgenes de los ríos sino en las de la piel”. Geertz 1996. Él propone aprender a vivir en nuestras sociedades entendidas como “collage”: “para vivir en un collage uno debe, en primer lugar verse a sí mismo como capaz de clasificar sus elementos, de determinar qué son y cómo se relacionan los unos con los otros en la práctica, todo ello sin enturbiar el sentido de la localización e identidad propias en su seno”. Geertz. Reconstruir el collage implica aprehender y comprender las diferencias, no para diluirlas en una naturaleza humana común ni para ignorar a los otros, ni para encerrarse cómodamente en lo propio. Sino para resolver los conflictos cotidianos en los que nos encontramos unos y otros. Los otros son vistos, analizados, controlados o meramente identificados como tales. Describir las diferencias equivale a una perspectiva en tercera persona que nos coloca en una mirada externa y distante que no hace más que confirmar la inconfesada intensión de dominación o al menos control sobre el otro que identificamos como diferente. De allí que consideremos necesario profundizar en una interpretación pragmática de la diferencia cultural para poder redefinir un concepto de integración que no convalide relaciones de dominación al interior de las sociedades. La Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN ), una organización que lucha por la igualdad de sus derechos en Ecuador, amplía el concepto y arroja una serie de afirmaciones que nos parecieron de lo más esclarecedoras y lúcidas: “La interculturalidad va mucho más allá de la coexistencia o el diálogo de culturas; es una relación sostenida entre ellas. Es una búsqueda expresa de superación de prejuicios, del racismo, de las desigualdades y las asimetrías que caracterizan al país, bajo condiciones de respeto, igualdad y desarrollo de espacios comunes...Una sociedad intercultural es aquella en donde se da un proceso dinámico, sostenido y permanente de relación, comunicación y aprendizaje mutuo. Allí se da un esfuerzo colectivo y consciente por desarrollar las potencialidades de personas y grupos que tienen diferencias culturales, sobre una base de respeto y creatividad, más allá de actitudes individuales y colectivas que mantienen el desprecio, el etnocentrismo, la explotación económica y la desigualdad social... La interculturalidad no es tolerarse mutuamente, sino construir puentes de relación e instituciones que garanticen la diversidad, pero también la interrelación creativa. No es solo reconocer al “otro” sino, también, entender que la relación enriquece a todo el conglomerado social, creando un espacio no solo de contacto sino de generación de una nueva realidad común. Este término encabeza los debates instalándose como un eje fundamental a tener en cuenta por las comisiones correspondientes a organismos internacionales, debido a que las crisis económicas que afectan alternativamente a diferentes regiones del planeta son generadoras de movimientos migratorios que 55
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originan el encuentro de múltiples culturas en un mismo espacio. Solo como ejemplo, uno de los principales organismos, la UNESCO, en el año 2001 emitió la “Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural” a partir de varios informes entre ellos el “INFORME DELORS” donde en uno de sus párrafos dice: “La utopía orientadora que debe guiar nuestros pasos consiste en lograr que el mundo converja hacia una mayor comprensión mutua, hacia una intensificación del sentido de la responsabilidad y de la solidaridad, sobre la base de aceptar nuestras diferencias espirituales y culturales...la educación tiene un papel muy concreto que desempeñar en la realización de esta tarea universal: ayudar a comprender el mundo y a comprender al otro para así comprenderse mejor a sí mismo”... a partir de este y otros informes, la Diversidad cultural y la multiculturalidad ha sido uno de los principales temas del Departamento de Cultura de este organismo. Cabe destacar que por interculturalidad se entiende generalmente a la convivencia con personas de otras culturas. Pero no es tan así, sino que la podemos definir como una actitud, una manera de percibirse a uno mismo y la propia cultura como partes integrantes de un complejo interrelacionado, al que llamamos mundo. Toda cultura se fundamenta en una manera de estar en el mundo y de percibirlo. Cada cultura pregunta y responde desde su contexto y desde su sensibilidad, construyendo un ámbito de significación propio. La interculturalidad implica reconocer el valor único de cada interpretación del mundo. La actitud intercultural en la educación consiste pues, en crear la conciencia de la interrelación entre persona y entorno, y entre los diversos universos culturales, significa, adoptar como categoría básica del conocimiento: la relación. La interculturalidad se expresa en todos y cada uno a la vez, como un espejo en el que nos reflejamos y complementamos, para de esta manera, tomar este conocimiento de nosotros mismos y comprender la complejidad del mundo cultural. En argentina, podemos ver sociedades fuertemente muticulturales: naciones, pueblos, y etnias autogobernadas, es decir, las comunidades aborígenes o pueblos originarios; también las provenientes de las migraciones tanto internas como de diversos países. Es necesario, al hablar de diversidad cultural, sin embargo, establecer un concepto más amplio: diversidades tales como las de género, el reconocimiento de las culturas vívidas por las distintas infancias y adolescencias, otras culturas etarias y profesionales. Esto permitiría darle más fuerza a la interculturalidad, fortaleciendo las relaciones entre ellos, a través del diálogo, el encuentro, el intercambio y generando posibilidades en los sujetos de producir nuevos saberes, prácticas y espacios culturales.
La diversidad cultural Así como varían las creencias culturales de una cultura a otra, también los tipos de comportamientos y de prácticas de los seres humanos también presentan una asombrosa variedad. Las formas de comportamiento aceptadas varían enormemente en cada cultura y, a menudo, contrastan con lo que desde otra cultura se considera “normal”. Por ejemplo, los judíos comen cerdo, mientras que los hindúes si lo hacen. Todos los rasgos diversos del comportamiento son aspectos de las amplias diferencias culturales que distinguen a unas sociedades de otras. Las sociedades pequeñas, suelen ser culturalmente uniformes, sin embargo las más grandes se están haciendo más diversas, mas “multiculturales”. Los procesos como la esclavitud, el colonialismo, la guerra, la emigración y la globalización actual han hecho que las poblaciones se dispersen y se establezcan en nuevas áreas saltándose las fronteras. Así se produce la aparición de sociedades que son conglomerados culturales, en las que la población se compone de varios grupos de diversa procedencia cultural, étnica y lingüística. La cultura desempeña un importante papel en la perpetuación de los valores y normas sociales, aunque también presenta grandes oportunidades para la creatividad y el cambio. 56
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La identidad Los entornos culturales en los que nacemos y alcanzamos la madurez influyen en nuestro comportamiento, pero eso no significa que los seres humanos estemos privados de nuestra individualidad o libre albedrío. El hecho de que desde el nacimiento hasta la muerte interactuemos con otros condiciona nuestra personalidad, los valores en los que creemos y el comportamiento que desarrollamos. Sin embargo, la socialización también es el origen de nuestra propia individualidad y libertad. El concepto de identidad se puede abordar de diversas maneras, pero en términos generales, esta tiene que ver con la idea que las personas se hacen sobre quiénes son y sobre lo que tiene sentido para ellas. Entre las principales fuentes de identidad se encuentran el género, la orientación sexual, la nacionalidad o la etnicidad y la clase social. Se suele hablar de dos identidades de un mismo individuo: la identidad social y la personal. La primera, hace referencia a las características que le atribuyen al individuo los demás, y ubican a la persona en relación con los demás individuos. Ejemplos de este tipo de identidad son las categorías de madre, estudiante, profesor, casado, argentino, etc. La identidad individual, es las que nos individualiza, y hace alusión al proceso de desarrollo personal mediante el cual formulamos un sentido propio de lo que somos y de nuestra relación con el mundo que nos rodea. La cara, el manejo del cuerpo y el habla se combinan para transmitir ciertos significados y ocultar otros. Casi sin darnos cuenta, todos vigilamos de cerca y constantemente las expresiones faciales, posturas y movimientos en nuestra interacción diaria con los demás. SEGUIR Es interesante hablar del estatus atribuido y del estatus conseguido si analizamos al contexto escolar. Giddens plantea la diferencia entre ambos. El primero tiene que ver con la raza, el sexo o la edad; en cambio, el segundo es el que se logra a través del propio esfuerzo, como el ser licenciado, atleta o empleado. Además, hay en todas las sociedades, estatus que tienen prioridad sobre los demás y que determinan la posición social general que ocupa una persona. Se los denominan los estatus maestros, y los más habituales son los que se basan en el género y la raza. Se ha demostrado que el género y la raza son unas de las primeras cosas que la gente percibe de los demás.
La raza Las teorías raciales científicas se utilizaron para justificar el orden social que surgía al convertirse varias naciones europeas en potencias imperiales que dominaban a otros territorios y pueblos. Según Gobeineau, la raza blanca es más inteligente y tiene más moralidad y voluntad que las demás y estas cualidades heredadas subyacen a la extensión de la influencia occidental por todo el mundo. En cambio, la negra es menos capaz y se define por su naturaleza animal, falta de moral e inestabilidad emocional. Las ideas de éste y de otros ideólogos, influyeron en Hitler y en otros partidarios de la supremacía blanca (KKK, y el Apartheid). Posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, la “ciencia de la raza” fue desacreditada considerándose que sólo existen variantes físicas en los seres humanos. Los grupos humanos poblacionales constituyen una especia de línea continua, la diversidad genética es tan grande como la que hay entre esos mismos grupos. Muchos sociólogos coinciden con estos criterios, argumentando que la raza sólo es una elaboración ideológica. Otros soiólogos indican que para el análisis sociológico, la raza sigue siendo vital aunque sea un concepto mu debatido.
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Por lo tanto, cómo podríamos definir si no alude a categorías biológicas. Los seres humanos presentan claras diferencias físicas de las cuales algunas son hereditarias, pero el hecho de que unas y no otras sirvan como base para discriminar y mantener prejuicios sociales no tiene nada que ver con la biología. Por lo tanto, las diferencias raciales se entenderán como variantes físicas cuya importancia social destacan los miembros de una sociedad. Por ejemplo, se consideran más relevantes las diferencias en relación al color de la piel que al color del cabello. La “raza” se puede entender como un conjunto de relaciones sociales que permite, partiendo de rasgos de base biológica, ubicar a los individuos y a los grupos y asignarles diferentes atributos o competencias. Llamamos racialización al proceso que utiliza las interpretaciones de idea de raza para clasificar a individuos o grupos de personas. Las poblaciones no europeas fueron “racializadas” para oponerlas a la “raza blanca” europea. En muchos casos esta racialización tomó formas institucionales codificadas como sucedió con la esclavitud de las colonias americanas y en el Apartheid de Sudáfrica. Dentro de un sistema racializado ciertos aspectos de la vida cotidiana de los individuos, entre ellos: el empleo, las relaciones personales, la vivienda, atención sanitaria, la educación y la representación legal; se ven configurados y condicionados por su propia composición racializada.
La etnicidad Es un concepto cuyo significado es puramente social; hace referencia a las prácticas culturales y perspectivas que distinguen a una determinada comunidad de personas. Los miembros de los grupos étnicos se ven a si mismos culturalmente diferentes de otros grupos y son percibidos por los demás de la misma manera. Las características más habituales para distinguir algunos grupos étnicos de otros son: la lengua, la historia, la religión, la forma de vestirse o adornarse, etc. Las diferencias étnicas son totalmente aprendidas, no hay nada innato en la etnicidad, es un fenómeno totalmente social que se produce y reproduce con el tiempo. La etnicidad, aunque se mantiene dentro de la tradición, no es estática ni inmutable, sino que fluye y se adapta al cambio de las circunstancias. El término “étnico”, que es tan general, se aplica a ámbitos tan diversos como el culinario, la ropa o la música, etc. Cuando se utilizan etiquetas étnicas con este sentido colectivo se corre el riesgo de producir divisiones entre nosotros y ellos. De hecho, la etnicidad es un atributo que poseen todos los integrantes de la población, no sólo algunos.
El etnocentrismo Cada cultura tiene sus propias pautas de comportamiento, que resultan extrañas para los que proceden de otro ámbito cultural. Esto nos indica que nunca podemos, ni debemos criticar una cultura desde afuera. Por lo general, cuando se entra en contacto con una sociedad con otra cultura, se produce lo llamado “shock cultural”, que genera sentimientos de desconcierto. Como se dijo, “las culturas pueden ser extremadamente difíciles de captar desde fuera”. (Giddens). No se pueden entender las prácticas y creencias al margen de las culturas de las que forman parte. Con esto, podemos definir el término etnocentrismo como el hecho de juzgar a otra cultura mediante la comparación con la propia, y desde aquí que se va a tratar de evitar esta situación, esencialmente cuando hablamos de establecimientos educativos. La cultura tiene que ver con los aspectos sociales aprendidos, más que con los heredados. Al proceso mediante el cual los niños y niñas aprenden la forma de vida de ésta se le denomina “socialización”, que es el principal canal de transmisión cultural a lo largo del tiempo y de las generaciones. La socialización es el proceso por el cual una criatura se va convirtiendo gradualmente en una persona consiente de sí misma, con conocimientos y diestra en las manifestaciones de la cultura en la que ha nacido. 58
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Este hecho pone en contacto a las diferentes generaciones y hay que considerarlo como un proceso que dura toda la vida y en el cual el comportamiento humano se ve constantemente configurado por las interacciones sociales. Permite que los individuos desarrollen su personalidad y sus potencialidades, así como el aprendizaje y la realización de ajustes. Se suele hablar de “agentes de socialización”: grupos o contextos sociales en los que tienen lugar procesos de socialización importantes. La socialización primaria ocurre en la etapa del bebé y en la infancia, y es el período de aprendizaje cultural más intensivo. La familia se configura como el principal agente socializador en ese momento. La socialización secundaria tiene lugar en una etapa posterior que va desde la última infancia hasta la época de la madurez. Durante esta fase, hay otros agentes de socialización que asumen la responsabilidad que antes tenía la familia. Es aquí donde entra la escuela como uno de esos principales agentes, así como los compañeros, las organizaciones, los medios de comunicación, etc.
Los grupos minoritarios Los grupos minoritarios se encuentran desfavorecidos en relación con la mayoría de la población y tienen un cierto sentido de solidaridad de grupo, de pertenencia común. La experiencia que supone ser objeto de perjuicios y discriminación suele reforzar los sentimientos de lealtad y el interés común. Entonces, se utiliza el término minoría para referirse a la posición subordinada de un grupo dentro de la sociedad más que a su representación numérica. Estos grupos tienden a verse a sí mismos como un pueblo aparte de la mayoría y suelen estar física y socialmente aislados del resto de la comunidad. Si bien el concepto de raza es moderno, el prejuicio y la discriminación han sido comunes en la historia humana, por lo que debemos establecer, en primer lugar, distinciones claras entre estos conceptos. El prejuicio alude a las opiniones o actitudes que tienen los miembros de un grupo respecto a otro. Los prejuicios se basan en estereotipos, que son caracterizaciones fijas e inflexibles de un grupo de personas. Los estereotipos suelen aplicarse a las minorías étnicas y quedan enraizados en las interpretaciones culturales y son difíciles de erosionar, aún más cuando distorsionan la realidad enormemente. Si el prejuicio describe actitudes y opiniones, la discriminación es la conducta real que se tiene con los demás grupos o individuos, y puede apreciarse en actividades que privan a los integrantes de un determinado grupo de las oportunidades que otros disfrutan. El racismo es justamente el prejuicio que se basa en distinciones físicas socialmente significativas. Racista es quien cree que algunos individuos son superiores o inferiores a los demás en razón de diferencias racializadas. Es importante marcar que el racismo va más allá de las ideas que pueda tener un pequeño número de sujetos fanáticos. En realidad, el racismo está enraizado en la misma estructura social y en su funcionamiento. Así, surge la idea de “racismo institucional”, que afirma que hay instituciones como la policía, los servicios sanitarios y el SISTEMA EDUCATIVO, que favorecen ciertos grupos mientras que discriminan a otros.
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UNIDAD 3 ECONOMÍA ¿Qué es Economía? La economía como ciencia social La ciencia económica es la ciencia social que estudia los procesos de producción, distribución y consumo de bienes y servicios. El objeto de estudio de la economía, como ciencia social, es el funcionamiento del sistema económico. La economía, como fenómeno social, constituye una unidad, pero puede ser analizada desde varias perspectivas. Es frecuente dividir estas perspectivas en “microeconomía” y “macroeconomía”. Dentro de la economía, se pueden encontrar varias disciplinas o ramas de estudio, cada una de las cuales puede utilizar a tanto a la microeconomía como a la macroeconomía. Algunas ramas de estudio importantes son la economía internacional, las finanzas públicas, la economía del crecimiento, la organización industrial, la economía laboral, la economía del bienestar, etc.
Microeconomía
Perspectivas Analíticas Macroeconomía
Economía
Economía Internacional
Disciplinas o Ramas
Economía Internacional
Finanzas Públicas
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La economía como sistema económico Un sistema económico (una economía) es el conjunto de individuos, instituciones como empresas, estado, ONGs, etc.., los recursos naturales existentes dentro de los límites geográficos de la economía, la infraestructura existente, y las relaciones existentes entre estos elementos, que determinan los fenómenos de producción y distribución de bienes y servicios. Una economía como sistema es un subsistema del sistema social. El sistema social está compuesto por diversos subsistemas (político, cultural, económico), cada uno de estos subsistemas puede aislarse del resto sólo mediante un proceso de abstracción. Los distintos subsistemas del sistema social interactúan entre sí, lo que significa que el sistema económico (economía), interactúa con el sistema político, el sistema cultural, etc. Los diferentes enfoques de las ciencias sociales analizan la misma realidad, desde puntos de vista diferentes. Estos enfoques no son excluyentes, sino complementarios. Generalmente, para mencionar una economía como sistema se hace referencia al concepto geográfico, por ejemplo, la economía mundial, la economía europea, la economía norteamericana, la economía de una provincia o estado, etc.
Origen etimológico de la palabra economía El origen etimológico de la palabra economía se encuentra en la palabra griega oikonomos, que significa administración del hogar: oikos significa “hogar” y nemein, “administración”. Breve reseña de las Escuelas económicas Las cuestiones económicas han preocupado a muchos intelectuales a lo largo de los siglos. En la Antigua Grecia, Aristóteles y Platón disertaron sobre los problemas relativos a la riqueza, la propiedad y el comercio. Durante la Edad Media predominaron las ideas de la Iglesia, se impuso el Derecho Canónico, que condenaba la usura (el cobro de intereses abusivos a cambio de efectivo) y consideraba que el comercio era una actividad inferior a la agricultura.
Mercantilismo
Esta política económica fomentaba el autoabastecimiento de las naciones. Imperó en Inglaterra y en el resto de Europa occidental desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII. Los mercantilistas consideraban que la riqueza de una nación de la cantidad de oro y plata que tuviese. Era imprescindible que los salarios fueran bajos y que la población creciese, se obligaba a la gente a trabajar jornadas largas, y se consideraba un despilfarro el consumo de té, ginebra, tejidos de seda, entre otros.
Fisiocracia
Esta doctrina económica estuvo en boga en Francia durante la segunda mitad del siglo XVIII y surgió como una reacción ante las políticas restrictivas del mercantilismo. El fundador de la escuela fue François Quesnay. Según los fisiócratas, toda la riqueza era generada por la agricultura; gracias al comercio, esta riqueza pasaba de los agricultores al resto de la sociedad. Estaban a favor del libre comercio.
Escuela Clásica
Parte de los escritos de Adam Smith, y continua con los escritos de los economistas británicos, Thomas Malthus y David Ricardo, terminando con la síntesis de John Stuart Mill. Estos, aunque tuvieron diferencias, coincidían en varias cuestiones. Todos defendían la propiedad privada y los mercados. Compartían la des61
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confianza en los gobiernos y al contrario, creían en la “mano invisible” que hacía posible que el bienestar social se alcanzara mediante la búsqueda individual del interés personal.
Marxismo
La oposición a la Escuela Clásica provino de los primeros autores socialistas, como el filósofo social francés Claude Henri de Rouvroy y el británico, Owen. Sin embargo, fue Karl Marx el autor de las teorías económicas socialistas más importantes, manifiestas en su primer trabajo “El Capital” (1867 – 1894). Marx tomó muchas variables de la Escuela Clásica, a las cuales criticó; por ejemplo, “la teoría del valor” de David Ricardo. Con algunas matizaciones, Ricardo explicó que los precios eran la consecuencia de la cantidad de trabajo que se necesitaba para producir un bien. Para Marx, la teoría del valor trabajo representaba la clave del modo del proceder del capitalismo, la causa de todos los abusos y toda la explotación generada por un sistema injusto. Además, el principal conflicto, para esta escuela, se producía entre la denominada clase capitalista, que detentaba la propiedad de los medios de producción y la clase trabajadora que no tenía nada, salvo sus manos.
Escuela Neoclásica
A partir de la década de 1870, los economistas neoclásicos como William Jevons, Léon Walras y Karl Menger dieron un giro a la economía. Marshall la va a complejizar más adelante. Empezaron a pensar en los consumidores en términos psicológicos, y pensaban los precios en función de la intensidad de la preferencia de los consumidores en obtener una unidad adicional de un determinado producto. La doctrina neoclásica en conservadora, en forma implícita; siempre prefieren que operen los mercados sin intervención del Estado. A los neoclásicos no les preocupa la causa de la riqueza, explican que la desigual distribución de ésta y de los ingresos se debe en gran medida a los distintos grados de inteligencia, talento, energía y ambición de las personas.
Economía Keynesiana
John Maynard Keynes fue alumno de Alfred Marshall y defensor de la economía neoclásica hasta 1930, época en que la Gran Depresión hizo cambiar de opinión a muchos pensadores. Keynes se ocupó de explicar el comportamiento económico. A él le interesaba el “consumo” y cómo podían los individuos hacer para poder consumir. Los consumidores pueden adquirir bienes en relación a los ingresos que percibe, por tanto éstos no pueden ser responsables de los altibajos de los ciclos económicos; en tanto, las fuerzas motoras de la economía son los inversionistas y los gobiernos. O se debe aumentar la inversión privada o los gobiernos deben aumentar el gasto público; si hay cierta contracción, hay que fomentar los créditos y bajar las tasas de intereses.
Síntesis de la Historia Económica de Argentina – Evolución del territorio argentino En muchos manuales de historia que uno lee, si es que se ha educado durante las instrucciones primaria y secundaria en la Argentina, se percibe que los únicos mapas casi inamovibles en cuanto a límites se refiere, eran los del Virreinato del Río del Plata y de la actual República Argentina. En este apartado se trata de echar algo de luz a los límites cambiantes del territorio en el cual han vivido y viven los argentinos y sus antecesores.
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El Virreinato del Perú
Los territorios que hoy día componen la actual Los territorios que hoy día componen la actual Argentina pertenecían al Virreinato del Perú desde mediados del siglo XVI hasta 1776. Los límites establecidos eran muy ambiguos debido a la idea de la Corona española para incentivar la codicia y ansias de ocupación de los conquistadores, quienes muy a menudo establecían áreas en común entre ellos. Eso incidió negativamente en el futuro en los reclamos territoriales de varios países latinoamericanos 63
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que utilizaban antecedentes territoriales coloniales para justificar sus posiciones. Ejemplos no faltaron como el de Bolivia y el Paraguay en el caso del Chaco paraguayo (si se observa el presente mapa y el que le sigue -Virreinato del Río de la Plata-).
El Virreinato del Río de la Plata La Corona española determinó la creación del Virreinato del Río de la Plata por dos causas: el incesante contrabando porteño y la fundación de la portuguesa Colonia del Sacramento en la Banda Oriental. Había que colocar una señal de fuerte presencia real y española en esa zona, o sea, Buenos Aires
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y se reorganizaron los territorios subalternos. La Capitanía General de Chile era una jurisdicción autónoma y no integraba el Virreinato. Contrariamente a lo que se cree, el Virreinato del Río de la Plata no caducó el 25 de mayo de 1810 con la destitución del Virrey Cisneros por los porteños. Perdida Buenos Aires, la capitalidad del Virreinato del Río de la Plata se trasladó a Montevideo siendo (último) Virrey, el español Francisco Javier de Elío. Con la caída de Montevideo en manos patriotas en 1814 se extinguió el Virreinato del Río de la Plata. La economía en este virreinato seguía el modelo extractivo-exportador, y al igual que el resto de virreinatos y la propia metrópolis, se mostró ajeno a la proto-industrialización surgida en el siglo XVIII y a su posterior evolución. La ganadería, asentada principalmente en Buenos Aires constituyó una importante actividad económica, cuya relevancia se mantiene en la zona hasta hoy en día. La minería no ocupaba el lugar preferencial que poseía en el resto de virreinatos, la actividad minera en el Virreinato del Río de la Plata se limitaba a una serie de yacimientos explotados en la actual Bolivia, sin embargo, desde el puerto de Buenos Aires, se exportaban enormes cantidades de oro y plata llegadas, principalmente, del Alto Perú. El comercio, centrado en la exportación de ganado y derivados, cereales, oro y plata, estaba fuertemente regulado por la metrópolis, lo cual favoreció a la proliferación de actividades contrabandistas. La actividad comercial estaba en manos de unos pocos españoles, los cuales a su vez, detentaban gran parte del poder político.
1816 Las Provincias Unidas del Río de la Plata, tal era el primer nombre oficial del país que hoy es conocido como la Argentina, declaró finalmente su Independencia en Tucumán el 9 de julio de 1816, formalizando así su decisión de comenzar seriamente el proyecto de nación que culminaría exitosamente en 1862 con la Constitución Nacional sancionada en 1853 finalmente jurada por la última provincia argentina en aceptarla, Buenos Aires.
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La Independencia argentina fue también firmada por las hoy bolivianas Chichas, Charcas y Mizqué que aceptaron la invitación cursada por los patriotas. Dicha invitación fue declinada por Paraguay que contestó haber firmado su propia Independencia en 1811 y conformado su propia república, por la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes que estaban bajo mando de José Gervasio Artigas, quien tenía su propio proyecto de nación con el nombre oficial de Liga de los Pueblos Libres.
Las Provincias Unidas entre 1820 y 1828
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Extinguida la Liga de los Pueblos Libres gracias a la invasión portuguesa a la Banda Oriental con la vista gorda de Buenos Aires, a quien le convenía erradicar a Artigas e incorporar algunas provincias que le respondían, entre 1820 y 1828 algunas provincias que firmaron la Independencia se dividieron entre ellas conformando nuevas provincias.
La Confederación Argentina entre 1832 y 1852
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Después de la Guerra con el Brasil, se forma la Confederación Argentina que pasó a nombrarse así luego de la breve experiencia de presidencia unitaria de Rivadavia. La Confederación pudo agrandarse con tierras contra los pueblos originarios en la provincia de Buenos Aires y la provincia de Corrientes pudo anexionarse parte de las Misiones (del margen derecho del río Uruguay) que estaban en manos brasileñas. En 1833 tropas inglesas desembarcaron en las islas Malvinas. La Confederación Argentina se desgarraba en guerras civiles entre los unitarios y federales quienes establecieron ligas en las provincias que acorde se hicieron fuertes. Pese a que cada uno se identificaban con un pabellón celeste y blanco (unitarios) o un pabellón casi azul oscuro y blanco más distintivos rojo punzó (federales), nunca ha habido una idea de disolución y creación de otros países.
La República Argentina entre 1878 y 1881
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Después de la definitiva organización constitucional de 1853 y tras unos años de estabilidad institucional que otorgaban mandatos presidenciales constitucionales de seis años puntuales, el país se agrandó territorialmente a través de varios eventos: las negociaciones diplomáticas que consiguieron la cesión de ciertos territorios bolivianos para las provincias de Salta y Jujuy, la victoria aliada en la Guerra de la Triple Alianza hizo que Argentina se quedara con la que hoy es Formosa y la mitad de Misiones como botín de guerra y la Guerra del Pacífico que involucraba a Chile contra los peruanos y bolvianos descuidando asi su sur de manera que Roca lanzó la Conquista del Desierto pudiendo barrer con facilidad a los indigenas belicosos e incorporar casi sin competencia la Patagonia para la República Argentina. Luego con la política diplomática argentina de establecer límites de las altas cumbres se emprolijaron los límites con el Chile agregando superficie a las provincias argentinas limitrofes. El último bastión indigena sin colonizar fue el Chaco argentino que fue sometido ya a partir de 1884 con la creación de la Gobernación del Chaco.
El Modelo Agroexportador (1880 – 1930) La Argentina agroexportadora, que duró desde los años 80 del siglo XIX hasta la década de 1930, no era simplemente el país de las mieses y las vacas, ni el del Canto a la Argentina de Rubén Darío: estaba basado en una peculiar dotación de factores propios y ajenos: grandes recursos agrícolas, capitales externos y amplias masas de población inmigrante. Pero esto se sustentaba en una estructura socio-económica en donde la tierra, el bien abundante, estaba en pocas manos y en donde el endeudamiento externo, si bien ayudó a montar el aparato agroexportador fluía generalmente sin control y con fines especulativos. Desde el punto de vista de la inserción en el mundo la Argentina se había transformado en un gran exportador de productos agrícolas e importador de manufacturas y bienes de capital, favorecida por una división internacional del trabajo, cuyo eje principal era Gran Bretaña, la gran potencia hegemónica de la época. Por otra parte, la poderosa elite que gobernaba el país tenía como principales características una cultura fuertemente rentística (sus principales ingresos provenían de la renta de la tierra), una visión del mundo dependiente (se llegó a pensar a la Argentina como una especie de “colonia informal” del Reino Unido) y una conducta en el poder antidemocrática basada en la marginación de gran parte de la ciudadanía, la corrupción y el fraude electoral. En primer lugar, la cultura de lo rentístico. La elite tradicional, que poseía la mayor parte de las tierras explotables del país (el 5% de los propietarios poseía el 55% de las explotaciones agropecuarias en 1914) vivía fundamentalmente de una sustancial renta agraria, como los grandes señores ingleses del siglo XVIII que criticaba David Ricardo en sus Principios de Economía. Aunque se preocupara por mejorar sus propios campos, esa elite tenía, por lo general, pautas de consumo extravagantes y no necesitaba o no le interesaba invertir en capitales de riesgo, que, por ende, vinieron casi en su totalidad del exterior para crear la infraestructura del aparato agroexportador. Esta matriz cultural se transmitió, de una u otra forma, al resto de la sociedad y, sobre todo, a los sectores medios. Así, una de las funciones principales del endeudamiento externo de las últimas décadas no fue otra que la de financiar el gasto de ciertos sectores privilegiados de la sociedad y la fuga de capitales, generando un modelo que podríamos llamar de “capitalismo ausente”, en tanto reproducía y prolongaba de alguna manera aquel viejo modelo del “terrateniente ausente”, que vivía mayormente en Buenos Aires y no tenía conductas productivas sino rentísticas o suntuarias, hasta que agotaba, como en muchos casos, la riqueza original, vendiendo incluso las tierras que poseía. En las últimas décadas ha ocurrido, como veremos, algo parecido a nivel del país. En segundo lugar, existe también una cultura antidemocrática. Los primeros gobiernos de “unidad nacional” que salieron de la llamada generación del ´80, en las últimas décadas del siglo XIX, fueron gobiernos que no respetaron los principios constitucionales. Era una democracia ficticia o “ficta”, como se decía en su época. Con presidentes “electores” que escogían a su sucesor. La elite se identificaba con la clase política y los 69
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rasgos principales del manejo político eran el paternalismo, el clientelismo, la corrupción y el fraude electoral. Más tarde, la intervención de los militares y los golpes de Estado, bajo el pretexto de derrocar “democracias corruptas”, formaron parte de la misma ideología elitista. Esas conductas han perdurado, desafortunadamente, en los distintos períodos democráticos, penetrando en el comportamiento de los partidos políticos mayoritarios, aún cuando se expresen de otro modo. En tercer lugar, persistió una cultura de subestimación del interés nacional o, más directamente, de vivir dependiendo de factores externos o sometiéndose a condiciones externas, sin ningún beneficio compensatorio. Un caso notable fue el primer empréstito otorgado por la compañía inglesa Baring Brothers, en 1824, cuyos fondos no fueron destinados a sus propósitos iniciales y se volatilizaron en pocas manos, aunque terminaron de pagarse puntualmente casi un siglo después. Otro caso fue el del primer tratado de comercio y navegación, que establecía una libertad de comercio que favorecía sólo a intereses británicos, los únicos en condiciones de aprovecharla. Esa era en aquella época la trampa de la libertad de comercio. Esta cultura de la dependencia se acentúa a partir de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX cuando la Argentina se inserta en el mundo a través de una relación fuertemente dependiente de la potencia hegemónica de aquel entonces, Gran Bretaña. Todavía en 1933, ante la firma de un nuevo tratado comercial argentino-británico, el Pacto Roca-Runciman, el vicepresidente de entonces, Julio A. Roca (h), decía que la Argentina “desde un punto de vista económico debía considerarse una parte integrante del imperio británico”, concepción que se procura justificar teóricamente en la década del 90 en el plano de la política exterior, a través del llamado “realismo periférico”, que proponía la subordinación a otra potencia hegemónica, los Estados Unidos, y alcanzó su máxima expresión en las propuestas de dolarización y de manejo de la economía por expertos “externos”. Esta cuestión se halla relacionada con otra igualmente importante, señalada ya en la década de 1920 por Raúl Prebisch a través de una serie de estudios sobre la historia económica argentina (sus primeros trabajos académicos). Uno de los grandes problemas de la Argentina era -para Prebisch- el de la falta de control de los flujos de capitales. Esto llevaba a algo que hoy nos parece común: la dependencia de los ciclos económicos de los centros capitalistas mundiales y, fundamentalmente en aquella época, de Gran Bretaña, que por su propio proceso de acumulación necesitaba exportar capitales, volcándolos hacia la periferia e iniciando allí ciclos de endeudamiento. Luego, en otra fase de su desarrollo económico, cuando se veía obligada a atraer capitales en función del impulso de actividades internas u otras razones, hacía subir las tasas de interés a través del Banco de Inglaterra, y dejaba a esos países con una altísima deuda externa que no podían devolver, arrastrándolos a profundas crisis, como en Argentina en 1873, 1885, 1890 y 1913. En esos artículos están las raíces de la teoría cepalina del centro-periferia. Completando el análisis del modelo agroexportador, a través de la educación se procuró homogeneizar la cultura del conjunto de la población sobre la base de valores predominantes y de una cierta imagen del país y de su historia. Pero, la raíz ideológica liberal no proveyó políticas activas de seguridad social, que las comunidades, sobre todo inmigrantes, debieron asumir por si mismas, ni propició un mejor reparto de los ingresos; de modo que la integración social provino solamente del “efecto derrame” del mismo crecimiento económico. Por otra parte, a diferencia de naciones como Canadá y Australia, que se vieron favorecidas por similares estructuras agroexportadoras en un momento en que el mundo de la época las necesitaba, las elites argentinas mantuvieron un cerrado liberalismo que les impidió desarrollar políticas de protección a sus industrias, como Canadá, o de distribución de ingresos, como Australia. En general, aquellas elites ofrecieron una gran resistencia a adoptar otras conductas productivas cuando, a fines de los años 20, el modelo agroexportador mostraba ya señales de completo agotamiento. En ese sentido, aún hoy persiste en muchos extranjeros y, por sobre todo, en gran parte de los argentinos, el “mito” del carácter “excepcional” del crecimiento económico de nuestro país, tanto en un sentido positi70
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vo, en su etapa de auge, como en uno negativo, en la de su meteórico descenso. Desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los años 30, según se afirma comúnmente, la Argentina pasó de ser un país atrasado y marginal a figurar entre los primeros del mundo. Un país que aún tenía, en el período de entreguerras un PBI mayor que el de países europeos, como España, o que el de su gran vecino, el Brasil. Sin embargo, y contrariamente a lo que hicieron otras naciones agroexportadoras, la Argentina mantuvo inalterable hasta la crisis de los años 30 su política de libre comercio. Muchos economistas e historiadores sostienen todavía que las riquezas de la época agroexportadora fueron despilfarradas sin sentido a partir de los años 30, al promoverse la industrialización y la intervención del Estado, conduciendo así a la declinación económica del país, la inflación y la inestabilidad política que habrían imperado bajo el modelo de sustitución de importaciones, pero el análisis cuantitativo y cualitativo no les da la razón. El país fracasa, como veremos, porque no completa su ciclo de industrialización no porque se industrializa.
El modelo de industrialización sustitutiva de importaciones (1930-1975) El modelo de industrialización por sustitución de importaciones, que sustituyó el período agroexportador, nació en forma espuria. Prohijado a la fuerza por la elite oligárquica que retorna al poder en 1930, frente al derrumbe de la economía mundial y la necesidad de salvaguardar sus propios intereses, tuvo por eje una intervención creciente del Estado en la economía y un crecimiento del sector industrial forzado por las circunstancias. Al mismo tiempo el país se independizaba relativamente de los poderes externos y de sus fuentes tradicionales de financiamiento, aunque se intentaban conservar a toda costa los mercados existentes para la colocación de los productos agrarios. Los cambios en la composición de la estructura social, como consecuencia de la ampliación de la masa de trabajadores industriales y urbanos, y el vacío político resultante de gobiernos apartados de los derechos y aspiraciones de la ciudadanía (fraudulentos y represivos) dieron lugar a la aparición de un fenómeno político nuevo, el peronismo, que apoyará el proceso de industrialización sobre la base de la participación social de los nuevos sectores y de la ampliación del mercado interno y tendrá conductas de una mayor autonomía en el marco internacional. De las filas militares apareció un nuevo líder político, como Perón, que tenía otra visión de la realidad del país y llegó a captar rápidamente los cambios sociales que se habían producido. Así, desde el poder, a partir del golpe de Estado de 1943, comenzó a realizar una serie de políticas sociales que irían ganando a la masa trabajadora y a gran parte de la dirigencia sindical, procurando también apartar, por otros métodos, a los que se le oponían. No vamos a analizar exhaustivamente que significó el peronismo desde el punto de vista político aunque puede señalarse la existencia de un Estado omnipresente y de un partido político que pretendía representar a todos los sectores sociales, pero cuya base de sustentación eran los sindicatos obreros. Tampoco nos detendremos en sus aciertos o errores desde el punto de vista económico, con un crecimiento fuerte en los primeros años de gobierno pero con políticas económicas que se revelaron insuficientes para sostener el proceso de industrialización y llevaron a una fuerte crisis entre 1950 y 1952, de la que costó salir. Sin embargo, cinco aspectos no pueden dejar de mencionarse. En primer lugar, la inclusión de nuevos actores sociales a la vida pública del país pertenecientes a la clase obrera urbana y rural y a sectores medios bajos. En segundo término, una apreciable mejora en la distribución de los ingresos, llegando los asalariados a tener una participación del 50% del ingreso nacional. En tercer lugar, la entrada en vigencia de una serie de leyes sociales: jubilaciones y pensiones, aguinaldos, vacaciones pagas, convenios colectivos de trabajo; y el otorgamiento de otros beneficios materiales para los sectores de más bajos ingresos, como construcción de viviendas populares, hoteles sindicales, etc., que mejoraron notablemente la calidad de vida de la población. En cuarto término, la transferencia de ingresos, mediante una política crediticia y mecanismos insti71
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tucionales de manejo del comercio exterior, del sector agrario al industrial, acompañado por un proceso de nacionalización de las empresas de servicios públicos y de intervención creciente del Estado en la vida económica, sobre todo en los primeros años del gobierno. Por último, una política exterior más autónoma, que pretendía expresar una Tercera Posición entre el capitalismo y el comunismo, pero que en realidad mantenía la adscripción a Occidente. Sin embargo, pese a contar aún con un considerable apoyo popular e intentar realizar cambios más ortodoxos en su política económica, en septiembre de 1955, en el marco de un enfrentamiento creciente con la Iglesia Católica y sectores opositores, Perón se vio desplazado del poder por un golpe de Estado cívico-militar. Este hecho inauguró una etapa de inestabilidad política en la Argentina que llevó finalmente a la dictadura militar de 1976. Es preciso destacar este punto, porque en todo el período que va de mediados de los años 40 hasta mediados de los 70, el país creció económicamente y la distribución del ingreso no empeoró en demasía a pesar de los distintos gobiernos que fueron pasando, civiles y militares. Pero hubo una fuerte inestabilidad política, que comenzó con la proscripción del peronismo, el partido político mayoritario. Esto condujo, por un lado, a la radicalización de vastos sectores populares, influenciados también por la revolución cubana y movimientos contestatarios en otros países, y llevó, por otro, a un endurecimiento de lo que llamamos el partido de derecha, que se expresaba a través de las fuerzas armadas: Frondizi tuvo cerca de 30 intentos de golpes de estado antes de ser derrocado y, luego, Illia, un gobierno débil por las proscripciones políticas, cayó en 1966. El peronismo volvió con el apoyo popular después de que los militares dejaron el poder en 1973, pero entró pronto en profundas contradicciones internas (en la que participaron grupos armados de izquierda y sectores paramilitares de derecha), que se agudizaron con la muerte de Perón y dificultaron una nueva salida política. En este período, no se vuelve a caer en el endeudamiento externo pero si en crisis de la balanza de pagos, los conocidos ciclos de stop-go, como consecuencia de problemas internos y externos y de los requerimientos del propio proceso de industrialización que se contradice con una estructura dependiente de las exportaciones agropecuarias. Basado en el desarrollo del mercado interno y en las industrias livianas desde la crisis de los años 30, ese proceso fue cambiando en los años 50 y pasando a otra etapa, con la creación de ciertas industrias básicas, el énfasis en la necesidad de capitales externos y la necesidad de que el proceso redistributivo provenga del incremento de la productividad. En su etapa final se agrega también un tímido intento de exportación de manufacturas.
El modelo rentístico-financiero (1976-2001) Esto no resuelve, sin embargo, la gran fractura social y desembocó, finalmente, en el último y más sangriento golpe militar de marzo de 1976, que va a producir, a través de la represión, los llamados 30 mil “desaparecidos”. En este caso, la intención explícita de sus promotores fue la de eliminar en forma definitiva a actores mayoritarios de la escena política nacional debilitando sus bases económicas y sociales. El “disciplinamiento social y político”, encarnado por la represión, será la contracara del “disciplinamiento económico”. Por otra parte, la crisis económica internacional que comenzó a desarrollarse en los inicios de la década de 1970, con la crisis del dólar primero y la del petróleo después, creó una amplia disponibilidad de capitales (eurodólares y petrodólares) dispuestos a reciclarse en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a las dictaduras de Pinochet y Videla disponer del financiamiento necesario para hacer prevalecer sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el mundo, antes aún de la llegada de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tenían también un peso decisivo los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, que querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros. 72
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Pero los factores internos no fueron menos importantes. La Argentina vivió, desde fines de los años sesenta y principios de los setenta, un proceso de agudos conflictos sociales y políticos. Los levantamientos obreros (tales como el “cordobazo” y el “viborazo”) así como la existencia de fuertes grupos radicalizados, incluso guerrilleros, en la escena política nacional entrañaban una seria dificultad para la persistencia de los modos de producción vigentes e iban a llevar al abandono del proceso de sustitución de importaciones, a la liberalización de la economía y a un nuevo tipo de inserción en la economía mundial. Es por eso que en 1976, se produjo un verdadero punto de inflexión en la historia del país, que significó no sólo el terrorismo de Estado y la pérdida de varias futuras generaciones de líderes políticos o sociales, sino la convicción por parte de las elites tradicionales de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar las alianzas populistas y que, como éstas se asentaban sobre el aparato productivo industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Ello suponía también la reformulación del papel del Estado, hasta allí involucrado en impulsar ese tipo de desarrollo. Esta fue la tarea principal que realizó la dictadura militar inaugurando los 30 años de predominio de un modelo neoliberal en el país. La Argentina tenía hasta mediados de los 70 un aparato industrial con problemas pero de dimensiones respetables, ciertos niveles de protección, controles de cambio, tasas reguladas de interés, un sistema financiero bastante controlado y, a pesar de diversas crisis en la balanza de pagos y procesos inflacionarios, tasas de crecimiento relativamente buenas y sostenidas, especialmente entre 1964 y 1974. Todo eso se destruyó: se promovió la desregulación financiera y la apertura indiscriminada de la economía, que afectó a la balanza comercial y a la cuenta corriente de la balanza de pagos; se produjo un fuerte proceso de desindustrialización y reprimarización de la economía y se estableció un sistema de pre-convertibilidad que se llamó “tablita cambiaria”. En particular, a principios de 1977 se implementó una reforma que ubicaría al sector financiero en una posición hegemónica en términos de absorción y asignación de recursos, mediante su liberalización, el alza de las tasas de interés y una mayor vinculación con los mercados internacionales. La especulación financiera pasó a ser un factor fundamental: se traían del exterior dólares que se convertían en pesos a un cambio sobrevaluado, se colocaba esos pesos a altas tasas de interés y cuando se pensaba que el dólar iba a subir, se volvía a cambiar pesos por dólares y se los fugaba al exterior. Se hacían así negocios fáciles y altamente rentables.Veamos en los cuadros 1, 2 y 3 los principales indicadores del período 1975-1983. Actividades Económicas y Reconversión productiva. Los cambios en la base económica, en la estructura social y en la organización espacial –
LOS SECTORES ECONÓMICOS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA.
Tres son las perspectivas desde las cuales puede analizarse la situación de la actividad productiva de la Nación: • • •
Localización geográfica Composición sectorial Evolución temporal
LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA: el asentamiento territorial de las actividades productivas no suele depender del azar. Las variables clásicas que se toman en cuenta para analizar las causas son las relativas a la ubicación de los recursos naturales y a la capacidad logística tanto de la provisión como del suministro. Es indudable que la tierra como recurso tiene una importancia primordial en la producción de cereales, de modo que la ubicación geográfica de esta actividad tiene una elasticidad territorial muy baja. Del mismo modo, solo se puede extraer petróleo en el lugar donde se encuentra. Por el contrario, la localización de una fábrica productora de bienes industriales (por ejemplo, automóviles, heladeras, computadoras, etc.) y 73
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sus maquinarias es una decisión donde la variable “recursos naturales” tiene una menor importancia. Así, el posible clasificar los distintos sectores según su grado de elasticidad respecto de la ubicación de los recursos productivos. El recurso natural tendrá una elasticidad muy baja, el capital en construcciones tendrá algún grado de opciones distintas tendiendo a una elasticidad mayor que el recurso natural, pero menor que en el caso de las máquinas. El tercer factor productivo, el trabajo, tiene una elasticidad potencial alta que, sin embargo, no es absoluta, es decir que su transportabilidad tiene costos. COMPOSICIÓN SECTORIAL: este segundo aspecto que suele tomarse en cuenta responde a cuestiones de mayor importancia para la teoría económica. Este enfoque, perteneciente al economista canadiense y premio Nobel, W.Vickrey, considera que el asentamiento de las actividades productivas está guiado por dos variables: los costos del transporte y las economías de escala. En efecto, si no existieran las economías de escala, las actividades podrían ser llevadas a cabo dentro de pequeñas ciudades con actividades productivas realizadas en pequeñas dimensiones, dado que su desarrollo sería independiente de su tamaño.Y agrega Vickrey: “Las fuerzas que dan a nuestras grandes ciudades su ser (…) son predominantemente aquellas mediatizadas por la compra y venta de bienes y servicios, de modo que las importantes externalidades positivas son del tipo de mercado, incluyendo en general, economías de escala sustanciales en al menos alguna de las actividades involucradas”. De este modo, la estructura sectorial tiene una influencia importante en la ubicación territorial. Una Nación con un pequeño territorio, escaso de recursos naturales y con abundante población, tenderá a formar una estructura productiva que le permita explotar las economías de escala a su máximo, así como minimizar los costos del transporte. Por el contrario, una Nación con abundantes recursos naturales y escasa población tenderá a constituir su estructura productiva de tal modo que las economías de escala y los costos de transporte graviten en torno a los productos relativos al recurso natural. La descripción anterior supone pensar en países como Japón o Taiwan para el primer caso, y en los países petroleros de Medio Oriente o del cono sur de Sudamérica para el segundo. Sin embargo, no estamos pensando en términos de la ley de ventajas comparativas de David Ricardo. No se señala qué sería lo más conveniente para un país. El enfoque que aquí se sostiene analiza la estructura sectorial a partir de dos elementos; la dotación relativa de los recursos productivos y las cuestiones de “mercado”. Este último concepto supone una complejidad que abarca tanto los aspectos de política económica e histórico – social como los costos reales y monetarios derivados de cada función de producción para cada actividad. Así, no partimos de una concepción del mercado como mano invisible que todo lo ve y todo lo arregla, sino que observamos el mercado como un lugar conceptual de la confluencia de fuerzas políticas, económicas y sociales. En consecuencia, la traducción a valores monetarios de las economías de escala, los costos de producción y las cantidades vendidas involucrará fuerzas de diverso origen y no tan sólo “económicas”. ANÁLISIS TEMPORAL. Éste tiene características distintas. Un primer elemento es la incertidumbre involucrada en cualquier actividad humana que como tal conlleva el propósito y la esperanza de una realización futura. Desde el punto de vista económico hay dos conceptos de incertidumbre. Uno que asme la posibilidad de conocer todos los estados futuros posibles, si a cada uno de ellos se le asigna una probabilidad de ocurrencia; hay un conocimiento perfecto del futuro. El segundo, que pertenece a Knight y a Keynes, sostiene que la incertidumbre es más radical y que por lo tanto no hay probabilidades de conocer todos los estados futuros de la naturaleza, de modo que la incertidumbre es absoluta. (Keynes 2011).
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La estructura productiva regional
La composición regional del producto bruto geográfico a lo largo de los últimos cincuenta años modificó casi imperceptiblemente sus características generales. La provincia de Buenos Aires, sumando a la Capital Federal (ahora Ciudad Autónoma de Buenos Aires) representan, de forma estable, alrededor del 60% de la producción nacional total. Si bien, la provincia de Córdoba aumenta su participación en el total de un 21% de 1953 a 2000, la caída de las demás provincias pampeanas en su propio aporte hace que los efectos se compensen mutuamente evitando una modificación significativa en el cuadro general. Dentro de estas características globales, y aunque representen cambios en el margen, puede distinguirse que durante la década de 1990 tuvo lugar una caída de la participación de la región Pampeana y un aumento prácticamente equivalente de la región Patagónica. El resto de las regiones mantuvieron su participación. La pérdida de participación al interior de la región Pampeana se debe a la caída de la Ciudad de Buenos Aires y en menor medida de Santa Fe. Para la región Patagónica, la provincia de Neuquén es la que sostiene el mayor grado de aumento de la participación, multiplicándola por cinco a lo largo de todo el período. Para la región, cerca del 5% de la población contribuye al 7% del PBG. En las regiones del Norte, tanto Este como Oeste, el producto es la mitad de su participación en la distribución total del país. Por su parte, la Región Cuyana, tiene una participación en le mismo sentido que las norteñas pero de menor desequilibrio. Es notable observar que, en la evolución de los últimos cincuenta años hay una provincia que se destaca en el cambio de participación dentro de cada región, mientras que las restantes caen o permanecen igual. Cuando analizamos la evolución de la composición estructural del producto geográfico, en términos generales, surge claramente la progresiva complejidad que adoptó la función de producción del país. Se pueden señalar dos cambios que se dieron progresivamente: en primer lugar, se evidencia la pérdida de peso del sector primario en función de una actividad industrial. En segundo término, se observa un movimiento desde los sectores productivos a los sectores logísticos y comerciales. También se observan los efectos del desarrollo de la actividad minera y extractiva (petróleo y gas) y la persistencia de los aumentos en el precio de los hidrocarburos. De esta manera, la región Patagónica ha aumentado su participación. Sin embargo, como se ha dicho en los puntos anteriores, este tipo de actividades difícilmente produzca un cambio sustancial en el patrón de distribución regional vía el denominado “efecto derrame”. Al interior de cada región, un tercio de las jurisdicciones (Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, Misiones, Salta, San Juan, Santa Fe, y Santiago del Estero) aumenta la participación de las actividades primarias frente a las industriales. El deterioro del sector industrial afecta la productividad global de la economía. En general, la Argentina ha sufrido una pérdida de productividad global frente a un fuerte incremento de la productividad a nivel de las empresas individualmente consideradas. El aumento de productividad de cada sector tiene efectos distintos sobre el funcionamiento general de la economía al depender de dos variables: A) de la demanda, es decir, del destino hacia que se orienta la comercialización de lo producido por el sector (exportaciones o mercado laboral) y B) el efecto sobre el 75
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nivel de empleo. Como se ha demostrado, la mayor productividad afecto fundamentalmente a los sectores exportadores y a la productividad agroindustrial. Considerando el potencial para la economía de cada región, el panorama cambia sustancialmente. En cada región los niveles de desocupación y, por lo tanto, probablemente la subutilización de la capacidad instalada frente a la relación de producción por hora hombre trabajada, no parecieran ser uniformes.
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El concepto de REGIÓN y el método regional. La renovación teórica y metodológica. Al abordar la geografía argentina desde la perspectiva regional surge la necesidad de precisar el concepto de región y el valor actual de la geografía regional. El concepto de REGIÓN es complejo y ambiguo. Durante décadas constituyó el eje central de los estudios geográficos. La irrupción de las corrientes cuantitativas eclipsó en parte los estudios regionales. En ese sentido se mantuvieron extensas discusiones, que giraron en torno al concepto y método regional. En verdad no hay tema más discutido en la geografía y a su vez de mayor factura geográfica que el concepto de región. La geografía no es la única disciplina que utiliza el vocablo REGIÓN, pero en ella adquiere un especial significado. Para los economistas, por ejemplo, la región constituye un problema operacional o de mera especulación académica que permite esclarecer algunos aspectos relevantes del proceso económico y de las leyes que lo rigen. En cambio para la geografía la división regional del espacio es cuestión de primera importancia. Así, el geógrafo estudia la organización de un espacio diferenciado, individualizado y organizado. Sin embargo las mutaciones en el pensamiento geográfico operadas en el proceso histórico han hecho variar la operación regional. En las últimas décadas del siglo XX las discusiones fueron arduas y significaron un cambio profundo en el concepto y sobre todo en la metodología del análisis regional. En efecto, el concepto de región es de sumo interés para el conjunto de la sociedad. Ello ha llevado a que varias ciencias sociales se ocuparan del tema regional. La economía, la sociología y la ciencia política han incorporado la dimensión espacial. La región era concebida entonces como un sistema abierto en la interacción con el entorno. El acento se ponía más en el núcleo que en los márgenes o límites, más en las funciones que en el marco natural y la sociedad interesaba en cuanto a su comportamiento espacial. Así, la región como espacio percibido y vivido, resultaba el marco adecuado para la investigación y la acción. Uniformidad y funcionalidad, dos enfoques geográficos para explicar e interpretar la conformación espacial. Al definir o al intentar definir la región, se adopta una posición filosófica con respecto a la misma geografía. Lo esencial consiste en la búsqueda de PRINCIPIOS EXPLICATIVOS generales que permitan interpretar la organización de espacio y las estructuras regionales, concibiendo a la región como un sistema espacial integrado procedente de procesos comunes, aunque sin negar aquellas individualidades que son el “gesto” particular de cada espacio diferenciado. Así concebida, la unidad regional se basaba en dos principios. Uno está referido a la uniformidad y el otro a la cohesión o funcionalidad, aspectos que muchas veces se combinan y se traducen en determinadas formas de organización. Surgen dos tipos de regiones: las homogéneas o uniformes, también llamadas REGIONES FORMALES; y las regiones funcionales o polarizadas, también denominadas NODALES. Estos dos tipos de regiones surgen del seno mismo de la geografía, apoyada en su teoría, en su método y sobre todo en su modalidad operativa, en la concepción clásica de la disciplina. Tanto el concepto de región formal como el de funcional son útiles en todas las etapas del quehacer geográfico en la medida en que sean aplicados oportunamente. Las regiones formales obedecen en el marco del pensamiento clásico a la concurrencia y a la conformidad entre varios fenómenos. También a la homogeneidad generada por las condiciones naturales o por el tipo de actividades, o a una simbiosis de ambos. También integra la concepción formal la repetición en un espa77
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cio determinado de hechos heterogéneos que guardan estrecha relación entre ellos. La personalidad de la región se percibe en el paisaje ya que el paisaje expresa el estado momentáneo de ciertas relaciones, de un equilibrio inestable, entre las condiciones naturales, técnicas de transformación de la naturaleza, tipos de economía y estructuras demográficas y sociales del grupo humano. La personalidad propia, individualizada pero comparable a las demás, donde se acentúa una comunidad cultural – sentimiento de pertenencia – dotada de cohesión, estructurada por estrechas relaciones, espacialidad funcional y jerarquización, son atributos propios de la región, pero algunos de ellos anuncian la concepción funcional de la región. Las regiones funcionales se basan en principios de organización espacial superior: la existencia de una red urbana; las jerarquías medidas en términos de actividades, población, accesibilidad; las redes y los movimientos constituyen el diseño básico. Aparecen como destacados los mecanismos de funcionalidad, lo “invisible” de la geografía. La región funcional responde a una polarización económica. Así funcionalidad, vivencia y comunidad de cultura se constituyen en los factores de la cohesión regional. Basado en la vida de relaciones, el espacio funcional se expresa más por su centro nodal y las redes que de él parten y convergen, que por los límites. Resulta significativo el papel la metrópoli regional, sus funciones y servicios. La región funcional es el último nivel en el que se encuentran y se coordinan las diferentes fuerzas que intervienen en la vida económica y social del nivel nacional. Por lo dicho, los conceptos de región formal y funcional no son considerados antagónicos, son necesarios ambos para comprender cualquier porción de la superficie terrestre.
La aplicación del concepto de región al caso argentino. Al querer diseñar una división regional del espacio geográfico argentino sosteniendo los principios de uniformidad y de funcionalidad se presentan varios problemas que deben ser ponderados adecuados. Las dificultades surgen con claridad, ya que deben admitirse que realizarla no es tarea fácil como, por ejemplo, que al intentar una delimitación regional no se debe esperar una aceptación general en el ámbito geográfico. Los problemas principales para encarar la tarea son de orden metodológico y de información por un lado, mientras que por el otro, las características que asume la organización del territorio argentino, en término de su evolución y umbrales de ocupación, complican la situación. En lo concerniente a la delimitación de regiones formales o uniformes, el problema estriba en el criterio a seguir y en la elección de la dominante. Esta tarea no es simple y, si bien los núcleos regionales pueden establecerse con relativa simpleza, el tema cambia deben trazarse límites. Si se trata de regiones funcionales no todos los métodos y técnicas utilizados resultan apropiados para el territorio argentino. Por otro lado, las técnicas más sofisticadas requieren un apoyo estadístico basado en una información muchas veces inexistente. Hay casos en los que la información disponible no abarca todo el territorio nacional, al menor en el mínimo nivel de desagregación. Esto torna dificultosa la tarea de homologar los datos para el nivel nacional. En efecto, se está ante un inmenso territorio, de ocupación moderna, escasamente poblado por una sociedad en desarrollo, con mutaciones socioeconómicas rápidas con fragmentaciones socioterritoriales y con relativas posibilidades tecnológicas y de inversión. A su vez, el extenso territorio se dilata en el extremo austral de América, en una posición geográfica periférica, marcada por un significativo desprendimiento y atravesado por una caracterizada diagonal árida.
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Todo ello ayudó a consolidar una centralidad política y económica que alentó la desigual distribución de la población, la gran concentración urbano – demográfica y económica por un lado y las debilidades de las densidades por el otro. La presencia de ciudades “metrópolis incompletas”, la existencia de una red de transportes radial y centralizada y un movimiento convergente hacia el área central metropolitana, se alterna espacialmente con los extremos espacios indiferenciados y la fragilidad en la epidermis fronteriza. Es importante advertir que un territorio de más de tres millones de kilómetros cuadrados no puede ser ocupado a pie firme por treinta y siete millones de habitantes. En consecuencia, debe aceptarse que todo lo expresado marca ciertos “umbrales” que deben ser ponderados adecuadamente en el momento de identificar los cuadros regionales. En cambio, debe admitirse que la estructura regional de la Argentina muestra un cuadro regional variado y complejo, con un grado de evolución y organización espacial diferencial, con marcados contrastes, producto de las influencias de los condicionantes esbozados en líneas generales. Por esa razón, sostenemos que los conjuntos regionales constituyen sistemas de escasa consolidación y complementariedad interregional con fuerte dependencia del área central. El método fundamental estriba en adoptar un criterio y sólo bajo ese criterio – aunque con cierta amplitud – diferenciar todas las regiones del territorio argentino. En ese sentido, se pueden tomar cuatro elementos diferenciadores. En primer término: las actividades como guía, como dominante general que permita incorporar los demás elementos conformadores de la región. En segundo lugar: considerar la organización del espacio promovida por las actividades, “uno de los tres componentes básicos del espacio humanizado”. Las actividades que se eligen son aquellas que influyen con más peso en la organización del espacio regional, se hacen presentes en la imagen del paisaje y se constituye en el “gesto” de la región. Los límites no pueden ser tajantes, ya que se está ante sistemas abiertos que se interpretan. Por esa razón, a veces la región formal puede coincidir con la región funcional pero otras veces no, sobre todo cuando la metrópoli regional se superpone a dos o más regiones uniformes. Así concebidas, las regiones formales constituyen espacios homogéneos y continuos en las actividades que las caracterizan, mientras las regiones funcionales se corresponden con espacios heterogéneos y discontinuos. Un paso hacia delante. La región como una construcción política social y económica y como unidad especial de gestión. En las líneas precedentes se han realizado diferentes reflexiones sobre el concepto y el método regional desde la perspectiva de evolución del pensamiento geográfico y desde otras disciplinas sociales preocupadas por el análisis espacial. Ahora nos interesa el concepto de región en el marco del desarrollo sustentable del territorio como instrumento del desarrollo regional, la descentralización y la ordenación del territorio. Como se apuntó en el título de este apartado, nos interesa la construcción social de la región. En última instancia la organización del espacio es un producto social. Es entonces interesante seguir el pensamiento de Boisier (1990).
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UNIDAD 4 LA GLOBALIZACIÓN EL DESARROLLO SUSTENTABLE Y EL COMERCIO JUSTO
La Globalización Cinco siglos de Periferia Samuel Pinheiro Guimaraes Los Estados-naciones, como contradicción dialéctica, emergieron en medio del proceso de internacionalización de la economía, con las formaciones del mercado mundial y la división internacional del trabajo, posibilitadas por los viajes de circunnavegación, a fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI. En la segunda mitad del siglo XIX, el desarrollo de la industria pesada, el descubrimiento de la energía eléctrica, la transmisión a distancia, el navío a vapor y las carreteras de hierro, entre otros factores, continuaron impulsando la internacionalización o globalización del sistema capitalista, ligando las más remotas regiones, de economía natural o pre-capitalista, a los centros industriales más avanzados y facilitando así las transacciones comerciales y el movimiento de bienes y capitales, al reducir el tiempo de circulación de las mercaderías.Y el desarrollo del capitalismo, como economía de escala mundial, exigió la reorganización de las superestructuras políticas, mediante el robustecimiento de un poder central, que aventajando la mezquindad y la impotencia de los Estados pequeños, sirviese como palanca de expansión de los mercados y asegurase la continuidad del proceso de acumulación. La superación de las formas débiles del Estado, generadas en la época de la economía natural y de la economía simple de mercado, por el Estado unitario constituyó una necesidad histórica. Pero, también el nacionalismo, como ideología, recrudeció, en la medida en que las fuerzas de producción generadas por el capitalismo desbordaron el modelo de los Estados-naciones, dentro del cual no podían desarrollarse más, y las potencias pasaron a competir por los mercados y fuentes de materias primas. Esta es, la era del imperialismo. Luego de la Segunda Guerra Mundial, asumió características de ultra-imperialismo, la coalición de las grandes potencias industriales, teniendo a la OTAN como su brazo armado, y requiere, la expansión y el mantenimiento del poder militar, para asegurar el sistema de dominación de las naciones más atrasadas y periféricas, así como las fuentes de energía y de materias primas y mercado para sus manufacturas e inversiones. Estados Unidos lidera esta coalición, como la única potencia con capacidad militar global, que mantiene bases militares, en diversas regiones del mundo y penetra en los países de Asia Central, integrantes de la ex Unión Soviética, del Este Europeo, donde pretenden instalar sistemas de defensa con misiles, en la República Checa y en Polonia, bajo el pretexto de evitar ataques con misiles de Irán o de Corea del Norte. Pero no existe una amenaza concreta a los Estados Unidos. 80
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Ningún país –ni Irán ni Corea del Norte lanzarían ningún misil nuclear contra los Estados Unidos, cuya capacidad de represalia es infinitamente mayor, devastadora y podría arrasarlos. Por cierto, el objetivo de este sistema de defensa, entre otros, es atender los intereses del complejo industrial-militar, sustento de su economía, financiándolo con nuevas encomiendas de material bélico, así como preservar la hegemonía de los Estados Unidos frente a la emergencia de China y a la recuperación económica de Rusia.Ya en 1992, en la euforia con el colapso de la Unión Soviética y del Bloque Socialista, el general Colin Powell, jefe del Estado-Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, había recomendado al gobierno americano, en un documento sobre estrategia militar, la preservación de “credible capability to forestall any potencial adversary from competing militarily” con los Estados Unidos, impidiendo a la Unión Europea tornarse una potencia militar, fuera de la OTAN, la re-militarización de Japón y de Rusia, y desestimulando cualquier desafío a su preponderancia o tentativa de revertir el orden económico y político internacionalmente establecido, lo que significaba, en otras palabras, un orden unipolar. Y de ahí, provocan a Rusia y pretenden deflagrar esta nueva carrera armamentista. Sin embargo, la hegemonía de los Estados Unidos, como único polo de poder mundial, tiende a declinar, rápidamente, llevados a una grave crisis, pues la economía de guerra es un arma de doble filo, es una inversión improductiva y contribuye a un creciente aumento del déficit fiscal, paralelamente al déficit comercial, al déficit de la contra-corriente de la balanza de pagos y a la deuda interna y externa del país. El destino de los Estados Unidos está depositado en los bancos centrales de China, que detentan reservan monetarias de más de U$S 1,2 trillones y de la Unión Europea.Y es necesario resaltar que la Unión Soviética no fue militarmente derrotada en la Guerra Fría. Fue su sistema económico, que no consiguió liberarse del mercado mundial capitalista que implotó debido, sobre todo, a la carrera armamentista, que hoy los Estados Unidos quieren reencender. Pero Rusia, con todo su poderío militar, se recupera económicamente. Y, así, lo que despunta es un sistema internacional de poder multipolar.
La estrategia militar •Impedir la reemergencia de Japón y Alemania como potencias militares capaces de desencadenar conflictos y de oponerse a la hegemonía norteamericana; • Impedir la emergencia de potencias miliares capaces de desencadenar conflictos y de oponerse, aunque sea regionalmente, a la hegemonía de EEUU; • Mantener la inviolabilidad del territorio norteamericano; • Proteger los intereses norteamericanos en terceros países, si fuera necesario por la fuerza, y especial mente, asegurar el acceso a insumos básicos, como el petróleo; • Mantener una capacidad de intervención militar directa y rápida en cualquier región del mundo; • Contener el expansionismo territorial soviético; • Desarrollar sistemas de armas de alta tecnología que permitan compensar una eventual inferioridad nu mérica de las fuerzas convencionales; • Reducir la probabilidad de pérdidas de vidas humanas norteamericanas en combate.
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La estrategia política • Implantar por Tratado y preservar una organización política internacional, de ámbito universal, de duración indefinida y asegurar el derecho de veto de los EEUU en las decisiones de esa organización, y la preponderancia de las decisiones del gobierno norteamericano sobre cualquier decisión de carácter internacional; • Actuar para la implantación y permanencia de regímenes políticos, si fuera conveniente democráticos y representativos, en terceros países que garanticen mejor la influencia y defensa los intereses políticos y económicos norteamericanos; • Apoyar los movimientos políticos de oposición a gobiernos contrarios a los intereses norteamericanos y a sus iniciativas políticas.
La estrategia económica •
Implantar un sistema económico internacional cuyas normas aseguren la circulación más libre de bienes, servicios y capital (pero no de trabajo);
•
Mantener la capacidad de protección a sectores de la economía norteamericana amenazados por la competencia extranjera;
•
Inducir a terceros estados a adoptar instituciones, normas de actividad y políticas económicas seme jantes a las norteamericanas;
•
Garantizar el acceso directo de los EEUIU a las fuentes esenciales de materia prima para la econo mía norteamericana, especialmente la energía;
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Garantizar la más amplia libertad de acción de las empresas norteamericanas que actúan en terce ros países;
•
Impedir la transferencia de tecnología que permita el surgimiento de competidores efectivos en los mercados de punta más lucrativos.
Globalización, regiones y fronteras Roberto Abínzano Desde la ventana de nuestra oficina podemos ver la costa de Paraguay, más allá del río Paraná. La ciudad de Encarnación, que actualmente se alcanza con sólo cruzar un puente, queda más cerca que muchos barrios de nuestra ciudad, Posadas, capital de la provincia argentina de Misiones. En sentido contrario, hacia el sur y el este, está la frontera con Brasil, a sólo 80 o 90 kilómetros, país que muy pronto estará también “más cercano” debido a la construcción de varios puentes proyectados sobre el río Uruguay. Aquí en la frontera, tenemos consciencia de la proximidad, de la otredad, de los confines, pero también, de las puertas que se abren hacia tierras hasta hace poco ignoradas o desconocidas y que ahora se han convertido en objeto principal de nuestra atención. Sabemos que estamos envueltos en un vertiginoso ciclo de transformaciones del cual sólo conocemos algunos efectos o algunas generalidades abstractas y nuestros pronósticos sobre el futuro inmediato o mediato de la región y desde la región carecen de la profundidad y 82
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solidez necesarias para desarrollar estrategias exitosas. En una reciente entrevista realizada por el antropólogo brasileño, Gustavo Lins Ribeiro, a uno de sus más prestigiosos maestros y colegas, Eric Wolf, mientras conversaban sobre la saturación de estudios sobre globalización, ambos reflexionaron sobre un término, propuesto por Lins Ribeiro, que bien podría ser el eje de esta ponencia: glocalización. Concepto expresado mediante un neologismo - no excento de cierto humor - que refleja con certeza la inevitable percepción de los nuevos y viejos problemas locales y regionales; efectos singularizados de los impactos globales que surgen como consecuencia de éstos, y que, a su vez, implican un camino inverso, dialéctico, que retroalimenta los macro-procesos que, en definitiva, orientan, lideran e impulsan los cambios y transformaciones desde las esferas internacionales de mayor gravitación a través de los actores o agentes sociales actuales. El término glocalización posée algunos riesgos ideológicos si se lo lo substancializa y se pierde de vista su esencia procesual y su capacidad para expresar en su singularidad la incidencia de los macroprocesos. Entonces, existen sectores que caracterizan la etapa actual de expansión del capitalismo mundial, nuevas formas de acumulación y estrategias de escala planetaria, sustentadas en la revolución tecnológica y especialmente en la informática. Toda globalización, usando este término en sentido muy amplio y transhistórico, implica especializaciones regionales o locales, que responden, precisamente, a las determinaciones estructurales externas, tanto para adaptarse a ellas como para enfrentarlas con estrategias alternativas. Podría afirmarse que la historia de las sociedades humanas es una historia de expansiones e inclusiones progresivas, de especializaciones territoriales y productivas, de formación de grandes sistemas, fracturas, disoluciones y reorganizaciones posteriores de unidades cada vez mayores. Estructuras de gran complejidad, neguentrópicas, auto-eco-organizadas, sometidas tanto al orden como al desorden entrópico. La actual globalización es el producto - ¿terminal? - de la expansión de un tipo particular de sociedad que, a partir de una superioridad económica y militar y adoptando diferentes mecanismos y estrategias, se difundió por todo el planeta hasta llegar a la actual etapa en la cual no existe un solo y único centro de difusión e implantación de aquella cultura global sino, múltiples centros que conforman una trama de extraordinaria complejidad y en la que las antiguas naciones -poderosas o débiles, desarrolladas o subdesarrolladas- están dejando paso al protagonismo de nuevas entidades, como las grandes corporaciones transnacionales, las formas de asociación y cooperación entre éstas, los bloques de países, las organizaciones internacionales, las nuevas alianzas político-militares, etc. (Wallerstein, 1996). Probablemente las naciones no desaparezcan inmediatamente pero sus funciones están siendo modificadas hasta sus raíces. Si actualmente utilizamos el nombre de globalización para denominar esta etapa de la hegemonía de la cultura occidental es porque, por primera vez, nos acercamos a un mercado mundial que está por abarcar la totalidad del “globo”, es decir del planeta y, además, por la adquisición de una consciencia también mundial de pertenencia a un hábitat común que parece haber señalado en forma dramática sus límites ecológicos porque sólo hay un sistema ecológico en peligro: todo el planeta. El papel a desempeñar por los estados-nación es ahora, precisamente adaptar cada sociedad al nuevo orden mundial; rol que no es neutral. Sus actividades, incluyendo su propia reforma estructural (achicamiento, cesión de roles, etcétera), se orientan hacia la inserción en los nuevos esquemas de poder mundial, a los dictámenes de los centros financieros, y a los vaivenes del mercado, sólo en parte (arbitrariamente) liberado de controles y trabas proteccionistas. Ya no se trata tampoco de la exclusiva expansión de occidente sino de las formas occidentales u occidentalizadas de vida, de producción, de consumo, cristalizadas en un modelo económico que llamamos habitual83
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mente neoliberal cuando en realidad se trata de una forma histórica específica del liberalismo caracterizada por su conservadurismo o regresión social, su elitismo político, sus democracias formales, y su programa sistemático de exclusiones socioeconómicas que no circunscriben solamente a clases o sectores sociales sino a países enteros. Pensemos en el Africa Subsahariana, por ejemplo. Hay zonas del mundo que están completamente abandonadas a su suerte. El desarrollismo, ya muerto como estrategia de décadas anteriores, dejó por doquier productos inconclusos de algunas modernizaciones parciales cuyas secuelas constituyen hoy graves problemas sociales. Por ejemplo, las megalópolis que habían comenzado a industrializarse, crecieron demográficamente en forma desmesurada sin que los servicios y las mínimas condiciones para una buena calidad de vida lo hicieran al mismo ritmo. Al producirse la desindustrialización o parálisis industrial y modernizadora y la crisis de las pequeñas y medianas empresas, estos conglomerados -irreversibles- estallaron en una amplísima gama de carencias, conflictos y necesidades básicas no satisfechas con la compañía de flagelos relativamente nuevos como la delincuencia generalizada en todas las zonas urbanas -aún en las más seguras-, formas de marginación extrema, consumo y tráfico de drogas, etcétera.
Representación, cambios y alternativa Las nuevas democracias y los partidos políticos tradicionales se encuentran impotentes para solucionar, no sólo los problemas derivados de la globalización, sino de la interrupción de procesos de crecimiento y desarrollo frustrados, tanto en los ámbitos urbano-industriales como rurales. El proceso de globalización se traduce al interior de cada nación en planes de ajuste, acuerdos rígidos con los organismos financieros internacionales, desempleo, deterioro en las conquistas sociales de vastos sectores de la población y planes de flexibilización laboral que no son otra cosa que formas encubiertas de aplicación de concepciones regresivas sobre el trabajo. De allí que hayan surgido por todas partes formas alternativas de representación social y política con características nuevas y demandas sectoriales que todavía no alcanzan a articularse en corrientes estructuradas con posibilidades de acceso al poder, entre otras cosas, debido a que muchas de estas demandas dispersas o atomizadas son contradictorias entre sí. Dichas formas de organización y lucha no reemplazan a los partidos políticos porque éstos constituyen un pre-requisito para el funcionamiento de las instituciones democráticas, sino que, aparecen como una dimensión emergente de la realidad social contemporánea que los partidos deberán, como nuevo desafío de nuestro tiempo, comprender, integrar y proyectar hacia la arena política legitimada por las reglas de juego político de las constituciones. Por otra parte, existen movimientos sociales que sólo se ciñen a problemas particulares y no regionales, o locales, o bien a fenómenos temporarios. Estos problemas efímeros no carecen de interés para las ciencias sociales. Por el contrario, son síntomas que expresan, generalmente, algo más que reivindicaciones fugaces y localizadas; por lo pronto, ponen en evidencia la falta de mecanismos institucionalizados de vehiculización de sus demandas. Vemos, entonces, naciones débiles con organizaciones democráticas poco consolidadas y excesivamente formales empeñadas en una integración que, supuestamente, contribuirá a la solución de muchos de sus problemas pero que también “integrará” los problemas mismos: deuda externa voluminosa e impagable, atraso tecnológico, debilidad política, marcadas desigualdades sociales y espaciales, riesgo de ser víctimas de un efecto “dominó” por la caída de alguna economía en particular, etc., son algunos de los rasgos que nos diferencian de quienes emprenden procesos similares de integración o mercados comunes siendo desarrollados, acreedores, dueños cada vez más omnímodos de las tecnologías de punta, la informática, el control 84
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de los servicios, el poderío militar disuasorio, etcétera. Es necesario recordar lo que ya han afirmado expertos de todo el espectro ideológico en cuanto a la relación entre integración y desarrollo. La primera no es la causa del segundo. Puede haber desarrollo sin integración (aunque en estos tiempos es altamente improbable) y puede haber integración con más subdesarrollo, lo que es altamente probable, sobre todo para ciertas regiones o zonas de algunos países. Nuestras naciones están siguiendo un modelo implantado desde afuera (aunque todo “afuera” tiene un “adentro” concomitante) sin que este proyecto exprese o refleje mínimamente un debate entre los sectores más representativos de nuestras sociedades.Y cuando estos debates se producen se sitúan en planos de generalidad y abstracción que no contribuyen a que los diferentes sectores o clases sociales comprendan en qué puede afectarlos a ellos - para bien o para mal - el ciclo de transformaciones en marcha. El impacto de la globalización es y será heterogéneo, diferenciado, selectivo, iatrogénico, desde el punto de vista de la construcción misma de sus reglas de juego y será diferente en cuanto a la aplicación de esas reglas en cada bloque de países, en cada país, región, provincia, estado departamento, localidad, etc. De manera que es necesario en, primer lugar, separar la idea de globalización de la idea de uniformidad. Nuestro interés en esta ocasión es detenernos en el análisis de un espacio internacional de interacciones múltiples y muy intensas que podemos denominar, en general: la frontera, entendida, no como una línea divisoria que separa y/o contacta subsistemas nacionales diferentes, ni como una membrana que selecciona flujos de diversa índole (personas, mercancías, mensajes, etcétera), sino como un espacio de considerables (y muy variables) dimensiones donde los efectos de las fronteras internacionales (límites) se hacen sentir en forma permanente siendo consubstanciales con la vida social misma de esas regiones, con las identidades culturales, con las actividades, proyectos y expectativas de la mayoría de la población. Pero antes de caracterizar la región, a la cual voy a referirme, quiero señalar que, en su proceso de formación y constitución, nuestras naciones, luego de desprenderse del sistema colonial-monopólico-mercantilista, no cumplieron la tarea histórica de su integración intrínseca como tales y esto se refleja en la escasa participación real que algunas zonas (provincias, estados o departamentos) tienen en este nuevo proceso de integración. El diseño de nuestras naciones fue “hacia afuera”. Desintegrados - o no integrados- internamente tratamos ahora de lograr una integración mayor y las consecuencias inmediatas serán, sin ninguna duda, un aumento de las desigualdades territoriales. Toda globalización regionaliza, especializa, espacializa, obliga a una mayor singularización. De manera que, por un lado: a) las diversas regiones deben buscar en sus particularidades los recursos de que disponen, potenciar sus ventajas comparativas (generalmente ligadas a su perfil ecológico) para convertirlas en ventajas competitivas; tributar al sistema mayor aquello que las hace complementarias, necesarias, funcionales y aún irremplazables, y b) por otra parte, cada región está expuesta a recibir los influjos de los macro-procesos traducidos en la adopción de nuevas pautas de consumo, uniformidad cultural e informacional, etcétera. Es la cultura del shopping, del supermarket, de la televisión satelitaria con su “catarata de mundo externo” (lejana y próxima), del consumismo cada vez más alto de sectores cada vez más reducidos, etc. En este último caso es necesario no perder de vista que aún los fenómenos de mayor generalidad, los determinantes estructurales de mayor intensidad, los más abarcativos, tienen una forma de ser localizada.
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Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas Este brevísimo ensayo ejemplifica su propio contenido. Muestra la globalización, ante todo, como efecto de una revolución en las telecomunicaciones que ha creado una audiencia global e innumerables redes de intercomunicación especializadas; el texto compendia, a su vez, cinco breves conferencias radiofónicas que Giddens pronunció en 1988 ante oyentes de Londres, Washington, Hong-Kong y Nueva Delhi, abordando cinco tópicos tópicamente afines a sus audiencias: la globalización y la democracia (Europa), el riesgo (Asia Oriental), la tradición (India) y la familia (E.E.U.U.). Es también ejemplar por exhibir la dificultad de transmitir contenidos especializados o análisis refinados en un marco mediático donde el emisor y los oyentes comparten la misma información anecdótica —lo que favorece un espacio de inteligibilidad recíproca— pero adolecen de tiempo y recursos cognitivos afines para profundizar en una comprensión más compleja y sistemática del fenómeno. En la más pura tradición sociológica que inicia Comte, Giddens anuncia el advenimiento de una nueva era por efecto del proceso de globalización. Éste consiste, someramente, en la mejora y generalización del uso administrativo, mercantil y particular de sistemas de codificación y transmisión binaria de información (códigos de barras, soportes magnéticos, dinero de plástico, satélites de comunicaciones, microprocesadores, cables ópticos, teléfonos y ordenadores portátiles, etc.) que no sólo ha acelerado la transmisión de información científica, cultural, estadística y, sobre todo, económica, sino que ha hecho virtualmente imposible plantear cualquier traba a los mercados que operan con intangibles, especialmente los financieros y tecnológicos. No cabe duda de que los Estados y las grandes compañías transnacionales son los principales usuarios y beneficiarios de este cambio técnico, al margen de que el proceso tenga una vertiente popular en la difusión masiva del uso de Internet. Sin embargo, por fascinante que resulte el cambio técnico, lo que lo hace objeto de interés sociológico es que, junto a su capacidad para recuperar y acelerar el ciclo de acumulación económica, proporciona los medios para una generalizada e intensa innovación cultural que, a menudo, se percibe como fuente de desorganización y crisis sociales. El surgimiento incipiente de lo que Giddens denomina la sociedad cosmopolita mundial abre una vertiente hacia una mayor cooperación y solidaridad globales, pero también supone una exigencia de readaptación para muchas instituciones hoy fundamentales, como la nación, la familia, el trabajo, la naturaleza, la tradición, etc. La reflexión sobre la globalización ha suscitado una conciencia nueva acerca de los riesgos derivados de la mayor complejidad de los entramados institucionales en los que proliferan cada día más las consecuencias inesperadas e indeseadas de la acción. Ejemplos paradigmáticos de riesgo global son hoy la desestabilización del clima de origen antropogénico, la desestabilización especulativa de los mercados financieros, los daños potenciales a la salud pública originados en procesos agroalimentarios industriales insuficientemente garantizados —adulteraciones, fallos técnicos, modificaciones genéticas, fenómenos del todo inesperados como «las vacas locas», etc.—. Hay otros riesgos globales igualmente relevantes, como la desaparición de las culturas indígenas, el incremento de la desigualdad social y económica a escala planetaria o la desestructuración de las economías de los países más pobres, pero sólo esta última puede compararse en popularidad mediática con las del párrafo anterior, y la razón de ello devela el sombrío corazón de la globalización: tanto la renegociación de la deuda externa de los países más débiles como los procesos citados más arriba pueden afectar de manera súbita y catastrófica a los mercados globales de seguros así como a los de valores. Si Karl Polanyi mostró en La gran transformación que el patrón oro era el núcleo de la economía y la sociedad de mercado libre en el siglo XIX, estos ejemplos muestran que la volatilidad de los mercados de capital es el giroscopio de la nuestra.
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Dentro lado, ese inmenso sistema público de seguros para los riesgos del mercado de fuerza de trabajo que es el Estado del Bienestar es otro de los campos globales de batalla, pues compite por recursos financieros escasos con los mercados; de ahí el constante acoso a su pervivencia. Lo que Giddens llama «riesgo manufacturado» no es un problema técnico que pueda ser resuelto en nuevas instituciones donde se discutan públicamente las incertidumbres del conocimiento tecnocientífico y se frene precautoriamente el cambio tecnológico, sino un problema político que entraña la decisión de arriesgarse a sufrir consecuencias imprevisibles a cambio del logro inmediato de ventajas económicas —como en el caso de los alimentos transgénicos—. La globalización y el riesgo «manufacturado» son rasgos presentes de la sociedad futura; por contra, la tradición y la familia serían rasgos periclitados. Esto no significa que vayan a desaparecer, pero sí que van a ser desmitificadas y que muchos depositarios de autoridad ligados a ellas verán dolorosamente cómo su influencia se reduce; y se resistirán a ello. Hoy sabemos que las tradiciones se inventan, se adaptan; que su esencia no es la duración sino una repetición ritual que confiere sentido a la práctica. Sobre la base de su reiteración, Giddens compara la tradición «tradicional» y el fenómeno creciente de la adicción moderna (a sustancias que crean dependencia, pero también al juego, el trabajo, el sexo, a la televisión, los videojuegos o Internet); la tradición gobierna el presente desde el pasado mediante creencias y sentimientos colectivos compartidos, mientras que el hábito compulsivo del adicto rige su presente como el único medio de vencer su ansiedad ante el futuro. La tradición es una fuente invalorable de identidad y sentido que, reinterpretada, abre la puerta de la continuidad de una colectividad; la tradición sobrevivirá si es abierta. Pero también puede intentar la estrategia opuesta, para-adictiva: el cierre fundamentalista —étnico, nacionalista, ideológico o religioso— en torno a una fantasía de pureza e integración comunitarias y a autoridades carismáticas. Si la ansiedad ante el futuro es la patología de la sociedad global, el fundamentalismo lo expresa para sus segmentos menos capaces y las sociedades más vulnerables. Para Giddens, el choque entre los fundamentalismos y la emergente sociedad de tolerancia cosmopolita será una de las grandes fracturas de conflicto en el futuro inmediato. Aunque se presenta sin dramatismo, no deja de verse que la institución familiar es la posición clave del choque. La familia «tradicional», extensa unidad productiva y de solidaridad, basada en el matrimonio decidido por los mayores, dominada por los varones adultos, con profunda desigualdad legal y sexual entre hombres y mujeres, heterosexual, dio paso en los países industriales durante el siglo XX a una familia nuclear biparental con mayor igualdad legal y una sexualidad menos reproductiva. Hoy, las crecientes oportunidades de empleo femenino y los medios anticonceptivos habrían originado un cambio estructural: hombres y mujeres formalmente iguales buscan y tiene relaciones basadas en la pura intimidad y en la comunicación abierta de sus metas, intereses, planes y sentimientos; consolidadas, forman parejas homo— o heterosexuales, con o sin descendencia, casadas o no. Su fundamento no es económico —la producción ni el consumo— sino emocional —la convivencia íntima—. Sin embargo, sí tiene un importante corolario socioeconómico: la erradicación del empleo infantil y la generalización de la educación, y especialmente la igualdad legal y la educación de la mujer son las principales fuentes de capital humano para el desarrollo económico y social globales. La democratización de la familia sería el primum mobile de la prosperidad. Esto nos lleva al último tema: la democracia pluralista es hoy el ideal político universal, con la excepción de las monarquías árabes petroleras. A pesar de los escándalos de corrupción y del amplio desinterés por la política partidista —que moviliza a los ciudadanos más hacia los movimientos sociales y las ONGs— el modelo democrático no está en cuestión; la primera proclama de un golpista suele ser que convocará prontas elecciones. No obstante, la creciente importancia de instituciones supra— y plurinacionales, la influencia cada vez mayor de los grupos de presión, interés u opinión y la agitación de las heterogéneas comunidades sub estatales exigen una profundización democrática en todos estos niveles, así como de sus participantes. Los riesgos económicos, sociales y ecológicos globales demandan alguna forma de «democracia global».
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En suma, Giddens ofrece un pulcro y persuasivo argumento: la globalización genera riesgos para todas las sociedades, pero el mayor es que los países emergentes o atrasados caigan presa del fundamentalismo y renuncien a liberalizar y democratizar sus instituciones, empezando por la familia, para integrarse en una sociedad global dinámica y pletórica de oportunidades. Desde Londres parece obvio que sólo ahondar democráticamente los modelos económicos, políticos y sociales que Occidente globaliza puede paliar la inestabilidad y los daños transicionales actuales y futuros. Esta apología no es reprochable a Giddens, sino más bien su omisión de que en un mundo global algunos riesgos son universales. La vulnerabilidad de una economía dependiente de los hidrocarburos baratos, la creciente inseguridad alimentaria de los países más áridos y más poblados, la proliferación de «mini-conflictos» armados que disuaden la inversión y aumentan el gasto en armas y la deuda, entre otros, pueden causar daños mucho mayores que cualquier oscilación de los tipos de cambio. JUAN MANUEL IRANZO (Universidad Pública de Navarra)
Desarrollo Sustentable Gilberto Gallopín – para la CEPAL - 2003 Pese a la complejidad del concepto de sostenibilidad, aplicando un enfoque sistémico es posible discernir algunas de sus características fundamentales y de carácter más general. A los efectos del presente trabajo, un sistema es simplemente un conjunto de elementos (o subsistemas) relacionados entre sí. Los elementos pueden ser moléculas, organismos, máquinas o partes de ellas, entidades sociales e incluso conceptos abstractos. Asimismo, las relaciones, interconexiones, o “eslabonamientos” entre los elementos se pueden manifestar de maneras muy diferentes (transacciones económicas, flujos de materia o energía, vínculos causales, señales de control, entre otros). Todos los sistemas que tienen existencia material son abiertos y mantienen intercambios de energía, materia e información con su ambiente que son importantes para su funcionamiento. En consecuencia, el comportamiento de un sistema, “lo que hace”, no sólo depende del sistema mismo sino también de los factores, elementos o variables provenientes del ambiente del sistema y que ejercen influencia en él (las “variables de entrada”, o insumos). El análisis anterior ayuda a esclarecer algunas de las diferencias que subyacen las discusiones acerca de la sostenibilidad y el desarrollo sostenible. En los extremos se ubican, por una parte, los que sólo prestan atención a la sostenibilidad del sistema social o socioeconómico y, por la otra, quienes privilegian únicamente la sostenibilidad de la naturaleza. De manera simplificada, los puntos de vista alternativos pueden caracterizarse de la siguiente manera: Sostenibilidad del sistema humano únicamente. Llevado al extremo, si los recursos naturales y los servicios pudieran sustituirse íntegramente, este punto de vista podría llevar a que la Tierra se convirtiera en un planeta totalmente artificial. Por ejemplo, de acuerdo con la concepción economicista clásica, el sistema que importa es la economía, y la naturaleza se relega a la función de proveedora de recursos y servicios naturales y a sumidero de los desechos producidos por la actividad humana. Esto es consistente con el concepto de “sostenibilidad muy débil” (Turner, 1993). De acuerdo con este enfoque, el capital natural y el manufacturado pueden sustituirse perfectamente entre sí. La sustitutibilidad de los distintos tipos de capital implica que lo fundamental es conservar un nivel agregado de capital natural más capital manufacturado, y 88
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no preserva el capital natural en particular. Se considera que la sostenibilidad de los sistemas ecológicos reviste importancia sólo en la medida en que sea necesaria para la sostenibilidad del componente humano. Pero es demasiado lo que no sabemos y en esta situación hay que aplicar el principio precautorio. Cuando hay incertidumbre, para incorporar un nivel adecuado de aversión al riesgo es preciso adoptar un enfoque precautorio. Además, hay que tener presentes la deseabilidad o preferencias: ¿nos agradaría vivir en un planeta artificial? Sostenibilidad no es lo mismo que inmovilidad. Aunque a veces se la define como el mantenimiento de un estado del sistema en un valor fijo, ello no es científicamente correcto. En efecto, hasta los sistemas vírgenes están en permanente variación, lo que involucra la renovación y destrucción de sus componentes, adaptándose a los cambios de sus ambientes y coevolucionando junto con ellos. Numerosos casos relacionados con pesquerías, gestión de bosques y flora y fauna silvestre, así como otras formas de ordenación de los recursos ecológicos, demuestran que los intentos de “congelar” las variables del sistema para lograr un “desempeño óptimo” a menudo han conducido a una pérdida de la resiliencia del sistema e incluso a su colapso (Holling, 1973, 1986). Todos los sistemas vivos son cambiantes y lo fundamental no es eliminar los cambios sino evitar la destrucción de las fuentes de renovación, a partir de las cuales el sistema puede recuperarse de las inevitables tensiones y perturbaciones a que está expuesto debido a su condición de sistema abierto. El concepto de desarrollo sostenible es muy distinto del de sostenibilidad, en el sentido de que la palabra “desarrollo” apunta claramente a la idea de cambio, de cambio gradual y direccional. Como se verá más adelante, el desarrollo no significa necesariamente crecimiento cuantitativo, ya que se asemeja más bien al concepto de despliegue cualitativo de potencialidades de complejidad creciente (que, según el caso concreto, puede o no incluir o requerir crecimiento cuantitativo). Aquí, lo que se sostiene, o debe hacerse sostenible, es el proceso de mejoramiento de la condición humana (o mejor, del sistema socioecológico en el que participan los seres humanos), proceso que no necesariamente requiere del crecimiento indefinido del consumo de energía y materiales. Vivimos en una época de enormes transformaciones demográficas, tecnológicas y económicas. En un intento por asegurar que los cambios que afectan a la humanidad sean para mejor, la comunidad mundial ha iniciado el proceso de redefinición del progreso. Este intento de redefinir el progreso es lo que se conoce como desarrollo sostenible. La velocidad y magnitud del cambio global, la creciente conectividad de los sistemas sociales y naturales y la complejidad cada vez mayor de las sociedades y de sus impactos sobre la biosfera, ponen de relieve que el desarrollo sostenible debe orientarse no sólo a preservar y mantener la base ecológica del desarrollo y la habitabilidad, sino también a aumentar la capacidad social y ecológica de hacer frente al cambio, y la capacidad de conservar y ampliar las opciones disponibles para confrontar un mundo natural y social en permanente transformación. En consecuencia, el concepto de desarrollo sostenible no puede significar simplemente la perpetuación de la situación existente. La pregunta central es qué es lo que ha de sostenerse, y qué es lo que hay que cambiar. Para avanzar hacia el desarrollo sostenible se necesita: •
Eliminar las rigideces y obstáculos acumulados;
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Identificar y proteger la base de conocimientos y experiencia acumulados que son importantes como los cimientos para avanzar;
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Sostener las bases sociales y naturales de adaptación y renovación, e identificar y acrecentar la 89
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capacidad necesaria de renovación que se ha perdido; •
Estimular la innovación, la experimentación y la creatividad social.
El cuerpo de literatura sobre el tema del desarrollo sostenible es a la vez abundante y discordante. Puede ser que la multiplicidad de opiniones acerca del desarrollo sostenible indique la importancia de lo que está en juego. En realidad, tratar de elaborar un marco nuevo de razonamiento humano capaz de sentar las bases de los arreglos de nuestra sociedad en evolución es cuestión de gran importancia. Naturalmente, entre la variedad de criterios para abordar el desarrollo sostenible hay elementos recurrentes que brindan cierta coherencia interna a la literatura pertinente. En la presente sección se procura pasar revista a los elementos básicos del concepto de desarrollo sostenible.
Las bases éticas del desarrollo sostenible Las opiniones acerca de lo que constituye el fundamento ético del desarrollo sostenible varían. Uno de los problemas éticos a que se refiere con frecuencia la bibliografía sobre el desarrollo sostenible es el de la justicia intergeneracional. (Costanza, 1991;Vercelli, 1998). Esta preocupación aparece expresamente en la definición general de desarrollo sostenible elaborada por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (para la definición, véase la subsección que figura a continuación). En especial, la idea de que habría que compensar a las generaciones futuras por la merma de la dotación de recursos provocada por la acción de las actuales generaciones suele contraponerse a otra base ética del desarrollo sostenible que se menciona con frecuencia –la equidad intrageneracional–. Ésta se ocupa de la disminución de la disparidad de recursos entre quienes viven actualmente. Otra preocupación ética, que complementa los objetivos antropocéntricos de la justicia intergeneracional e intrageneracional es la preocupación ecocéntrica de preservación de la diversidad biológica, preocupación que a veces se denomina como Biofilia (Wilson, 1986), ya mencionada en la Sección III. La biofilia constituye una apreciación del valor intrínseco de la naturaleza. El objetivo ecocéntrico de la biofilia es conservar la diversidad, desde la de las especies a la de los ecosistemas (Bergh y Jeroen, 1996). La escuela del Ecologismo Profundo (Deep Ecology) ha propuesto diferentes variaciones sobre el tema de la biofilia (Drengson e Inoue, 1995). El desarrollo sostenible no puede existir como un estado de equilibrio estático que puede regularse con referencia a límites constantes y a un concepto simple del equilibrio entre las varias dimensiones (Brooks, 1992). La innovación tecnológica permanente y las modificaciones que experimenta la organización social hacen que el desarrollo sostenible sea un proceso dinámico. El ritmo del cambio es un factor importante para la determinación del desarrollo sostenible (Froger y Zyla, 1998). Parte importante del proceso de posibilitar el desarrollo sostenible es aprender a conocer la forma en que las tasas de cambio influyen en el comportamiento de los sistemas sociales, ecológicos y económicos. Desde que se introdujo, a fines de los años setenta, el concepto de desarrollo sostenible ha sugerido la posibilidad de una síntesis entre desarrollo económico y preservación del medio ambiente (Bergh y Jeroen, 1996). La necesidad de esta clase de síntesis deriva en gran parte del hecho de que la permanente disminución del acervo ecológico no puede sustentar indefinidamente niveles crecientes (o quizá incluso constantes al nivel global actual) de transflujo (throughput) económico material (Drummond y Marsden, 1999). Las distintas definiciones del desarrollo sostenible comparten el respeto por la necesidad de integrar los intereses económicos y ecológicos. Más allá de este aspecto básico, sus elementos comunes son más sutiles. La definición de desarrollo sostenible que se cita con mayor frecuencia es la propuesta por la Comisión de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, conocida también como Comisión Bruntland, en 1987 (WCED, 1987). En su informe a la Asamblea General de las Naciones Unidas, titulado “Nuestro Futuro 90
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Común”, la Comisión definió el desarrollo sostenible como el “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las propias”. Muchos intentos por promover el desarrollo sostenible involucran estrategias destinadas a definir y posteriormente monitorear alguna forma de “límites de sostenibilidad” (Farrell y Hart,1998). Este enfoque se apoya en la observación de que los recursos naturales son finitos y que hay límites a la capacidad de carga de los ecosistemas. Otro abordaje al desarrollo sostenible, que a menudo se vincula de alguna manera con el criterio de los límites de sostenibilidad, es el de los “objetivos contrapuestos” (competing objectives), que centra la atención en reconciliar las metas sociales, económicas y ecológicas (Peterson, 1997). Generalizando, los enfoques del desarrollo sostenible basados en un punto de vista ecológico hacen hincapié en la importancia de centrarse en la capacidad de la sociedad de resistir o de recuperarse de las alteraciones, tensiones y shocks, más que en su capacidad para producir bienes (Vercelli, 1998). Por su parte, los enfoques que parten de un punto de vista económico postulan que el desarrollo económico (a veces considerados como sinónimo de crecimiento económico) es sostenible cuando se puede “sostener” una determinada variable crucial, en el sentido de que no ha de disminuir en el futuro como consecuencia del crecimiento propiamente tal. En la bibliografía sobre la materia, los enfoques del desarrollo sostenible pueden clasificarse en tres grupos, según si la variable crucial o la función objetivo a maximizar sea el bienestar (o utilidad), el consumo, o el capital (manufacturado o natural). La elección de la variable crucial tiene importantes implicancias, puesto que su sostenibilidad a menudo entraña la insostenibilidad de otros candidatos posibles a cumplir esta función (Vercelli, 1998). Este último autor se apartó de estas clasificaciones y propuso que la variable básica que debe conservarse a través del tiempo mediante el desarrollo económico debería ser la libertad para las generaciones futuras. Para lograr el desarrollo sostenible es muy importante comprender las vinculaciones entre los aspectos social, ecológico y económico de nuestro mundo. Ello obedece a que, en general, el comportamiento de un sistema está determinado tanto por las vinculaciones causales entre sus variables como por las variaciones en los valores de las variables mismas. Para comprender estas vinculaciones, conviene usar un enfoque sistémico en la observación de los fenómenos de nuestro mundo. Uno de los rasgos fundamentales del enfoque de sistemas es el reconocimiento de que los resultados no son necesariamente predecibles, puesto que nuestras actividades pueden “forzar” al sistema a adoptar una forma de comportamiento totalmente nueva (que podría incluir el colapso), nunca antes vista (Holling, 1973, 1986; Gunderson y otros, 1995. IGBP 2001). El proceso de puesta en práctica del desarrollo sostenible exige complementar la aplicación de un enfoque sistémico con la integración de perspectivas múltiples. Al respecto, cabe señalar que, a diferencia de conceptos más restringidos tales como el ambientalismo, el concepto de desarrollo sostenible representa más que la suma de sus partes (Brooks, 1992). La puesta en práctica del concepto requiere de alguna forma de evaluar el progreso hacia el desarrollo sostenible. Los indicadores tradicionales de mercado son incapaces de si la integridad del sistema natural se está o no erosionando peligrosamente. Por lo tanto, hay que complementarlos con indicadores de sostenibilidad. Algunos de los indicadores de sostenibilidad que han sido propuestos consisten en: reducir los impactos que tiene la actividad humana sobre el medio ambiente (en especial, las tasas de utilización de los recursos renovables y no renovables); no superar la capacidad de carga de los recursos naturales y ecosistemas; integrar los objetivos de largo plazo económicos, sociales y ambientales; y preservar la diversidad biológica, cultural y económica (Bergh y Jeroen, 1996). En última instancia, hay que vincular los indicadores de la sostenibilidad con metas alcanzables. Fijar metas para el desarrollo sostenible entre grandes grupos de interés es un proceso extraordinariamente difícil. Cuando son muchos los intereses en juego, la variedad de perspectivas valóricas emanadas de experiencias 91
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de vida e historias culturales diferentes, tienden a socavar la posibilidad de llegar a un consenso acerca de los criterios para alcanzar el desarrollo sostenible (Peterson, 1997). Esto es particularmente relevante para la escala global. En vista de este obstáculo, para lograr el desarrollo sostenible en el plano mundial, tal vez lo mejor sea que las distintas regiones caractericen el desarrollo sostenible de acuerdo con sus intereses y situación concretos. Un enfoque multirregional para abordar el desarrollo sostenible a nivel mundial se basaría en el suministro sostenible de recursos naturales y la importación y exportación sostenibles de recursos, bienes, servicios y desechos (Redclift, 1994). Asimismo, un enfoque de esta naturaleza entrañaría elaborar múltiples manifestaciones concretas del desarrollo sostenible, esto es, cada región podría adoptar una posición diferente acerca de la problemática del desarrollo sostenible. Para hacer justicia a la diversidad cultural, social, económica y ecológica del mundo, hay que estimular múltiples formas de interpretar el desarrollo sostenible. Por desgracia, los poderosos elementos de homogeneización inherentes al proceso de globalización (tal como se está desplegando actualmente) conspiran contra estas aspiraciones.
Comercio Justo Alfonso Cotera Fretel Director ejecutivo de GRESP y de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético En un mundo cada vez más interdependiente y liberalizado, las posibilidades de acceso al mercado para las pequeñas unidades económicas son cada vez más restringidas y desfavorables, ocasionando que muchas de ellas se mantengan en la sobrevivencia con ingresos económicos bajos y pocas posibilidades de desarrollo. Esta situación se agrava con la actual crisis económica mundial que viene generando pérdidas de empleos, disminución de la capacidad adquisitiva de la gente, depresión de los ingresos fiscales, recesión, entre otros impactos desfavorables. En este escenario, para millones de pequeños productores, la existencia de mercados alternativos como el del Comercio Justo es una gran oportunidad para lograr mejores precios para sus productos y, lo que es más importante, para aportar a la adopción de relaciones más solidarias en la producción, la comercialización y el consumo. El Comercio Justo, al propiciar la asociatividad y organización de los pequeños productores, valorar el trabajo digno, respetar el medio ambiente y establecer eslabonamientos más directos entre los productores y consumidores, constituye una estrategia de desarrollo inclusivo, sostenible y sustentable que merece ser apoyada y promovida. Actualmente, el circuito de comercio justo articula a miles de tiendas en Europa, EEUU y Canadá; redes sociales de intermediación y certificación; y millones de pequeños productores de América Latina, África y Asia. Los pequeños productores rurales y urbanos de América Latina que se benefician de los mercados de comercio justo y ecológicos/orgánicos crecen en número y organización; más aún si se considera el comercio local, con perspectiva de desarrollar un mercado de Comercio Justo Sur-Sur. Desde hace algunos años, se ha iniciado un proceso de promoción de estas unidades y de sus productos al interior de los países de Latinoamérica, a través de la apertura de puntos De ventas tales como tiendas y ferias, y de acciones de organización y formación desarrolladas por asociaciones de productores e instituciones promotoras, algunas de ellas articuladas a la Mesa de Coordinación Latinoamericana de Comercio Justo y en otras redes regionales.
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Sin embargo, pese al crecimiento de este Movimiento y al trabajo de estas redes en la difusión del Comercio Justo, se constata que la mayoría de la población y sus autoridades desconocen mayormente su existencia. No hay programas ni, menos aún, políticas de promoción y apoyo al Comercio Justo en las diversas instancias públicas de los países andinos, por más que Bolivia y Ecuador hayan incluido en su discurso político y en sus respectivas constituciones la necesidad de dotar de justicia la actividad comercial y que la economía sea cada vez más solidaria. No se la entiende como una herramienta que permitiría a las pequeñas unidades económicas mayor calidad de producción, el consumo y la naturaleza. El término “Comercio Justo” aparece en Europa para identificar a un movimiento social que busca incorporar justicia y solidaridad en los intercambios comerciales de carácter internacional. La solidaridad de los consumidores europeos y norteamericanos con los pequeños productores de algunos países de Asia, África y América Latina se basa en los siguientes criterios mínimos: a) establecer una relación directa entre productores y consumidores, evitando en lo posible la intervención de intermediarios y especuladores; b) brindar un precio justo que permita al productor y su familia vivir dignamente de los frutos de su trabajo; c) respetar las condiciones de trabajo de los productores (cuando son trabajadores asalariados) correspondientes al mínimo de las normas internacionales de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) o de las normas del país, sí éstas son superiores a las de la OIT, así como respetar el derecho de asociación y prohibir el trabajo forzado; d) autorizar financiamientos parciales antes de la cosecha, si los productores así lo piden; y e) establecer relaciones contractuales de largo plazo, basadas en el respeto mutuo y los valores éticos. Desde sus inicios conviven en este movimiento diversas definiciones y enfoques. En octubre del 2001 la red FINE, que integra a cuatro redes de Comercio Justo (FLO, IFAT, NEWS y EFTA), logra consensuar una definición: El Comercio Justo es una asociación comercial basada en el diálogo, la transparencia y el respeto que busca mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones en el comercio y garantizando los derechos de los productores marginados, particularmente en el Sur. Dicho enfoque está orientado hacia la solidaridad de los consumidores del norte con los productores del sur y se reconoce como “Comercio Justo Norte-Sur”. Las organizaciones de productores y redes de Comercio Justo de América Latina, reunidas en marzo de 2001, plantearon la necesidad de ampliar dicho concepto, incorporando el comercio interno y las relaciones comerciales Sur-Sur y Norte-Norte; reconociendo la dimensión territorial, desde una perspectiva de desarrollo integrado; vinculando el Comercio Justo con el consumo ético, el trueque y la moneda social; desarrollando estrategias de diálogo y debate con los Estados, las multilaterales y el movimiento social. En concordancia con este llamado, en el Grupo Red de Economía Solidaria del Perú (GRESP) se ensayó la siguiente definición: Comercio Justo es el proceso de intercambio comercial orientado al reconocimiento y valoración del trabajo y las expectativas de los productores y consumidores, permitiendo una mejora sustancial de la calidad de vida de la gente, haciendo viable la vigencia de los derechos humanos y el respeto al medio ambiente, dentro de una perspectiva de desarrollo humano, solidario y sustentable.
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Ante los constantes cambios en las resoluciones dejamos unos links en el cual podrás consultar por las modificaciones vigentes.
• www.infoleg.gov.ar • www.despachantesargentinos.com • www.loa.org.ar
• www.tarifar.com
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