Story Transcript
Clarín Deportivo 16 24/8/2002 GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: UN CICLO EXCEPCIONAL CON LOS PRIMEROS DOS TITULOS DE SU HISTORIA
El interior hace historia Conducido por Angel Labruna, Central ganó el Nacional de 1971. Repitió en 1973 con Carlos Griguol como técnico y fue el primer equipo rosarino que logró dos torneos en el profesionalismo. En el 74 fue dos veces subcampeón. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. En 1939 la AFA decidió incorporar al torneo de Primera a Central y a Newell''s. Fue todo un acontecimiento porque esa ciudad se había caracterizado, desde los albores del fútbol, por la excep cional calidad técnica de sus jugadores. Sin embargo, no les fue fácil a los rosarinos. Lograban importantes resultados de locales, pero en Buenos Aires no alcanzaban a concretar en el marcador la capacidad de su juego. Ese era el estigma. Pero al iniciarse la década del 70, se produjo un cambio de mentalidad. Los dos equipos comenzaron a pelear con los grandes. El primero fue Central, quien jugó la final del Nacional de 1970. Perdió con Boca, pero la batalla la había ganado: disputar de igual a igual con los ilustres del fútbol. En el Nacional 1971, de la mano de Angel Labruna, Central entró en la historia como el primer campeón del interior. Comenzó con esta base: Menutti; Jorge González, Pascuttini, Fanesi y Carrascosa; Aimar, Landucci y Colman; Bóveda, Poy y Gramajo. Fue un equipo compacto, con marca en el medio con Landucci y Aimar y una cuota importante del inventiva de tres cuartos de cancha para adelante. Con Colman y Poy como creadores para explotar la velocidad de Bóveda y el oportunismo del Chango Gramajo. Cuando se iba a disputar la octava fecha, Agremiados decretó la huelga para hacer valer el Estatuto Profesional, que consideraba trabajadores a los futbolistas. Central ocupaba el segundo lugar detrás de Boca en la Zona B, en tanto que Newell''s peleaba arriba con Independiente y River en el otro grupo. La AFA decidió continuar el torneo con amateurs. Por Central jugaron: Barrio; Astudillo, Arias, Toro, Mario Killer; Carlos Aimar, Eduardo Solari, Mancinelli; Astegiano, Zavagno y Conta. Le ganaron 4-2 a Racing, 2-1 a Vélez en Liniers y golearon a Boca 6-2 con goles de Hugo Zavagno (2), Astegiano (2), Rodríguez y Aricó. Recuperó la punta, que no abandonó hasta el final. En la zona A, Independiente superó a Newell''s por un punto. En semifinales debían medirse nada menos que Central y Newell''s y San Lorenzo e Independiente. La noche del 19 de diciembre de 1971 es la fecha más recordada por todos los centralistas. Fue el gol de palomita de Aldo Pedro Poy, que le permitió dejar en el camino al rival de toda la vida, le dio el pase a la final, prolongó un rito, que se repite cada año ese día y que fue llevado hasta Cuba, y homenajear al Che Guevara, uno de los hijos predilectos de la ciudad. Y para que la recordación de aquel primer título fuera inolvidable, la vuelta olímpica fue en cancha de Newell''s, ante San Lorenzo (2-1), que había eliminado a Independiente en los penales. Gramajo —uno de los ídolos— y Colman convirtieron los goles que le dieron a Central la primera gran alegría de su rica historia. En 1972 el equipo pasó un período de transición. Pero en 1973, con la conducción de Carlos Griguol, Central volvió a lograr el Nacional con un conjunto con mayor capacidad de lucha y se convirtió en el primer equipo rosarino en ganar dos títulos profesionales. El torneo se dividió en dos grupos de 15 equipos y los dos primeros de cada zona jugaron un minitorneo. Tuvo una emotiva definición porque en la última fecha, eran varios los que podían acceder al cuadrangular. Central se vio favorecido porque Huracán empató con Independiente y quedó a un punto de Atlanta, primero, y
los "Canallas", segundos por diferencia de gol. En la otra zona, River clasificó de última: perdía 3-1 a los 5 minutos del segundo tiempo, con Estudiantes, en cancha de Ferro, pero convirtió tres goles y con el 4-3 superó a Vélez por un gol. San Lorenzo fue el cuarto clasificado. En el reducido, con una gran actuación colectiva, Central le ganó 3-1 a River con goles de Roberto Cabral, Aldo Poy y J. J. López, en contra, otra vez en el estadio de Newell''s. Enseguida, en Boca, venció a Atlanta 2-1 (Solari y Aimar convirtieron los tantos) y prácticamente quedó a un paso del título. El 29 de diciembre, en el Monumental, enfrentó a San Lorenzo con este equipo: Biasutto; Jorge González, Pascuttini, Daniel Killer, Burgos; Solari, Aimar, Poy; Bóveda, Cabral y Giribet. Empató y alcanzó el segundo título y convertirse en el primer grande del interior bicampeón. El ciclo brillante de Central se cerró en 1974. Fue subcampeón del Metro, al empatar con Newell''s en la última fecha y también en el Nacional, a un punto de San Lorenzo en el octogonal final (clasificaron dos equipos de cuatro zonas), donde cumplió gran campaña: solamente perdió el primer partido con Ferro. Cerró ese año clasificándose para la Copa, en un triangular que jugó con Newell''s y San Lorenzo. Desde 1939 fueron más de 30 años de lucha para los rosarinos. Tenían que vencer el trauma de jugar fuera de su ciudad. Lo logró Central, poniendo al interior en el pedestal. Después, vinieron otros títulos, incluidos internacionales. Pero el primer gran paso lo dio uno de los pioneros del viejo y querido fútbol argentino.
/// Clarín Deportivo 16 31/8/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO / 24° NOTA - SAN LORENZO 1972: GANO EL METROPOLITANO Y EL NACIONAL EN LA MISMA TEMPORADA
Bicampeón a lo grande Conducido por el Toto Lorenzo se lo llamó el equipo computadora y ganó con grandes campañas ambos torneos en 1972. El DT limó diferencias en el plantel y el grupo respondió. Cocco, Telch y los goles del Ratón Ayala fueron claves. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Lo llamaron El equipo computadora. San Lorenzo de 1972 tuvo el privilegio de ser el primer club en ganar los dos torneos en el mismo año desde que en 1967 se instauraron el Metropolitano y el Nacional. Ese año, volvió Juan Carlos Lorenzo, quien ya había dirigido los equipos de 1961 y 1965 con poco éxito. Lorenzo fue el entrenador de la Selección nacional en Chile (1962) e Inglaterra (1966). Después tuvo un fugaz paso por River y regresó a Italia para dirigir a la Lazio. Luego fue colaborador de Helenio Herrera, en Juventus de Turín. Hasta allí lo fue a buscarlo el presidente Osvaldo Valiño. La primera tarea que tuvo el Toto fue limar las diferencias internas que había en el plantel. Su antecesor, Rogelio Domínguez, había tenido que separar del plantel a Victorio Cocco y a Carlos Veglio luego de un partido con Independiente, y Rodolfo Fischer no comulgaba con el resto del plantel. Los nuevos dirigentes de San Lorenzo decidieron no renovarle el contrato a Domínguez y así Lorenzo tuvo vía libre para levantarle a ambos la sanción. Encima, luego de jugarse la 12 fecha del Metropolitano, Fischer fue vendido al Botafogo en 150.000 dólares, lo que permitió alejar un elemento conflictivo dentro del plantel y permitir la aparición excepcional del Ratón Rubén Ayala. Además de estos movimientos internos, la única incorporación fue el retorno al club de José Sanfilippo que, con 37 años, aportó más sabiduría y menos pretensiones de ídolo. En el Metropolitano comenzó con dos victorias: Independiente (3-2) y Gimnasia (1-0), luego perdió con Argentinos (1-2) y tras una seguidilla de partidos sin derrotas, comenzó a sacar chapa de candidato al golear a River en el Monumental por 4 a 0 (tres goles de Fischer y uno de Sanfilippo), que además significó el despido de Didí de la dirección técnica de River. Fischer se despidió en la 12 fecha, marcando el gol del triunfo ante Lanús (1-0). A partir de la 13 fecha, Lorenzo terminó de definir el equipo que lograría el bicampeonato: Irusta; Rezza como primer marcador, Heredia de líbero, Glaría y Rosl en los laterales completaban la línea de fondo. En el medio, Telch se ubicaba delante de la línea de cuatro, con Espósito por derecha y Chazarreta por izquierda, mientras que Cocco, más adelantado, era el técnico en la cancha y el hombre de confianza de Lorenzo. Y dos hombres de punta, Héctor Scotta por la derecha arrancando unos metros más atrás y Ayala, con más espacio para explotar su habilidad. También alternaban Figueroa, Sanfilippo y Veglio. Luego de vencer a Atlanta quedó como único líder y no dejó más la punta. El 1° de setiembre, a cuatro fechas del final, San Lorenzo se aseguró el título al empatar con Atlanta 1 a 1 en el partido adelantado del viernes, pero debió esperar hasta el domingo para festejar, ya que si Racing le ganaba a River quedaba a 8 puntos y con chances matemáticas de alcanzarlo. Pero la Academia igualó 1-1 y San Lorenzo fue campeón.
El bicampeonato llegó con más gloria y también con más sufrimiento. Así como Los Matadores le dieron a San Lorenzo en 1968 el primer título invicto del profesionalismo, el equipo computadora fue el primer en ganar dos títulos el mismo año y repitiendo en el Nacional la condición de invicto. El partido clave de la zona de clasificación para San Lorenzo fue en la 10 fecha ante Independiente en Avellaneda. Lorenzo movió dos piezas en su tablero que fueron decisivas: Chazarreta no fue volante defensivo sino puntero izquierdo, y Telch no fue líbero delante de la última línea, sino que obstruyó a Raimondo, para sacar ventaja en velocidad. El Ciclón ganó el grupo con un punto arriba de River, que venció en la semifinal a Boca, ganador del otro grupo. La final la jugaron San Lorenzo y River el 17 de diciembre en la cancha de Vélez. Cuando faltaba un minuto para terminar el partido, el árbitro Roberto Goicoechea otorgó un penal para San Lorenzo. Enrique Chazarreta, el mejor jugador de la cancha, desvió el tiro y hubo alargue. A los 10 minutos del primer suplementario, Luciano Figueroa marcó el gol del triunfo y el bicampeonato. Tras el título, Lorenzo se marchó al Atlético de Madrid y se llevó a Heredia y a Ayala, dos chips fundamentales para el funcionamiento de aquella inolvidable computadora.
/// Clarín Deportivo 16 14/9/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: NEWELL'S INSCRIBE SU NOMBRE ENTRE LOS CAMPEONES ARGENTINOS EN 1974
La primera vez rojinegra La celebración llegó tras una tumultuosa final con su archirrival Central que terminó en empate y se resolvió en la AFA. Un equipo lujoso que se empezó a formar tres años antes con Santamaría, Obberti y Zanabria como figuras. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN En los primeros años de la década del 70 los equipos rosarinos formaron grandes equipos. Querían ser protagonistas, disputarle de igual a igual los torneos a los grandes de la Capital. Con la llegada del Gitano Miguel Antonio Juárez como entrenador, Newell''s armó un ataque excepcional: el brasileño Marcos Pereira Martins, El Negro Héctor Jesús Martínez, Alfredo Domingo Obberti, Mario Nicasio Zanabria y Heraldo Bezerra, otro brasileño talentoso. El equilibrio defensivo lo alcanzaban con la calidad de Juan Carlos Montes y el temperamento de José Berta. Jugaron un fútbol de alto nivel, pero no pudieron lograr un título. En 1971 se reforzó el equipo con dos habilidosos volantes de Lanús: Silva —el albañil compañero del paraguayo Acosta— y Ramón Cabrero. Para fortalecer la zona defensiva desde Banfield llegaron Jara y Barril. Pero ese año tuvo una sorprendente aparición Santiago Cucurucho Santamaría, un endiablado puntero, surgido de las inferiores. El equipo se fue afirmando. En 1974 el Metropolitano sufrió una nueva modificación. Se dividió en dos zonas de 18 equipos y los dos primeros de cada grupo jugarían el cuadrangular final. La zona A la ganó Central por cinco puntos de ventaja sobre Huracán y en la B, Newell''s se ubicó un punto adelante de Boca, que había igualado el segundo puesto con Ferro, pero se clasificó al ganarle el desempate por 2 a 0. En la primera fecha, jugada el 25 de mayo, en cancha de Central, Newell''s derrotó a Huracán 3-2, con goles de Ribeca, Santamaría y el Mono Obberti. En tanto que Central superaba a Boca 3-1. En la segunda fecha, el equipo del Parque Independencia dio el gran golpe al superar por 1-0 a Boca, en cancha de Huracán, con gol de Obberti, en tanto que en la Bombonera, Huracán se recuperó y le ganó a Central 1-0. Newell''s quedó en inmejorable situación para lograr el título: con un empate en el estadio de su rival de toda vida podría consagrarse campeón por primera vez en el profesionalismo. Además, iba a ser la primera definición, desde 1939, en la que dos equipos rosarinos disputarían el título de campeón. La única alternativa para Central era ganar y forzar una definición. La expectativa fue tremenda. Toda la ciudad palpitaba ese clásico de una manera diferente. Los de Newell''s querían dar la vuelta olímpica en Arroyito. Los de Central tendrían que impedirlo. Sin el estadio remodelado (se amplió para el Mundial 78) se vendieron 40.495 entradas (pagaron las dos hinchadas porque los partidos eran en cancha neutral, pero a Central lo favoreció el sorteo). El partido se jugó el 2 de junio de 1974, con un clima caliente. Por Newell''s salieron: Carrasco; Rebottaro, Pavoni, Capurro, Barreiro; Picerni, Berta, Zanabria; Santamaría, Obberti (después entró Ribecca) y Rocha (reemplazado por Magán). El técnico, Juan Carlos Montes. Por Central: Biasutto; González, Arias, Cornero, Burgos; Aimar, Solari, Zavagno; Bóveda, Roberto Cabral y Carril. El entrenador, Carlos Timoteo Griguol.
No fue sorpresa que Central se pusiera en ventaja por 2-0. Arias, antes de finalizar el primer tiempo puso el 1-0, de penal. Y a los 24 minutos, Carlos Aimar aumentó el resultado a 2-0. La dinámica y la potencia defensiva se iba imponiendo al toque que pretendían jugadores lujosos como Mario Zanabria -el cerebro del equipo rojinegro—, Obberti, Cucurucho Santamaría y Rocha. Pero dos minutos después del gol de Aimar, descontó Capurro. Faltaban 25 minutos y Newell''s debía sobreponerse a la adversidad y al peso de la historia de aquella semifinal en cancha de River con la palomita de Aldo Poy. Y fue precisamente el talento de Mario Zanabria que con un golazo puso el 2-2 a 9 minutos del final y colocó a Newell''s en el umbral de su primer título profesional. Pero Newell''s no pudo disfrutar del festejo en el estadio de Arroyito. Faltando dos minutos, la hinchada de Central invadió el campo con el objetivo de impedir que su clásico rival se consagrara en su estadio. Una fenomenal batalla campal se desarrolló durante varios minutos. El árbitro Humberto Dellacasa suspendió el partido. Y Newell''s fue campeón días después con el fallo del Tribunal que dio por finalizado el partido. Pero ni siquiera esa circunstancia le impidió dejar un recuerdo inolvidable en el fútbol argentino.
/// Clarín Deportivo 16 20/7/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: EL CAMPEON DEL NACIONAL 67 SE SOSTUVO EN UN ATAQUE EXCEPCIONAL CON CUATRO DELANTEROS Y UNA DEFENSA IMPASABLE
Brandao armó un ballet Fútbol en estado puro de la mitad para adelante y solidez y mecánica atrás. El brasileño Oswaldo Brandao estuvo un año y formó un equipo excepcional. Se consagró en la última fecha y nada menos que ante su máximo rival, Racing. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Finalmente, los dirigentes del fútbol argentino comprendieron la importancia que tendría en el futuro la Copa Libertadores. El primero en tomarla con seriedad fue Boca, pero los primeros títulos los consiguió Independiente en 1964 (le ganó la final a Nacional de Montevideo 1-0, con gol de Mario Rodríguez en el partido de vuelta, en Avellaneda) y en 1965 (tras una derrota en Montevideo y un triunfo en su estadio, en el partido clave, en el estadio Nacional de Santiago de Chile, goleó a Peñarol 4-1) e incorporó el saludo de los brazos en alto como mística ganadora. En 1966 no pudo repetir y fue eliminado por River. En el desempate de semifinales, en cancha de San Lorenzo, ante una multitud, perdió 2-1. Con la eliminación se cerró un ciclo brillante para Independiente, el que abrió el camino para los equipos argentinos en la Libertadores. En 1967 se reestructuró el fútbol en el país. Comenzó a disputarse el Metropolitano y el Nacional, en el que participarían equipos del interior no directamente afiliados. A Independiente llegó un técnico con un enorme prestigio: el brasileño Oswaldo Brandao, quien había dirigido a Independiente en 1961. Un observador con enormes conocimientos futbolísticos, que trataba de poner en práctica con sencillez. Brandao mantuvo casi el mismo equipo e incorporó a Héctor Casimiro Chirola Yazalde un joven que provenía de Piraña, un club de la Primera D (Aficionados), que con el tiempo desapareció. En el Metropolitano comenzó a vislumbrarse el buen criterio que tenía el entrenador brasileño para ubicar a los jugadores en la cancha. En ese primer torneo, finalizó segundo a un punto de Platense en la zona B. Quedó eliminado al perder con Racing 20. Pero en el Nacional la campaña fue excepcional: ganó 12, empató 2 y perdió solamente uno, con San Lorenzo 1-3, consiguiendo 26 puntos sobre 30, que lo convirtió hasta ese momento en el equipo con mayor promedio del profesionalismo: 86,67 por ciento. El equipo se fundamentaba en su excepcional ataque: Raúl Emilio Bernao, un puntero con una gran habilidad, gambeta y desborde; Osvaldo Mura, quien se alternaba con Raúl Savoy (un zurdo que desequilibraba por derecha); Luis Artime ( goleador del campeonato con 11); Raúl Savoy, por izquierda en algunos partidos o Chirola Yazalde (convirtió 10 goles en 9 partidos) y Aníbal Tarabini. Brandao impuso un fútbol ofensivo, con cuatro delanteros de punta, quedando más retrasado Mura para acompañar en la media cancha a José Omar Pastoriza. En el fondo, Roberto Ferreiro, por la derecha y el uruguayo Elbio Ricardo Pavoni eran los encargados de clausurar los laterales, aunque también Pavoni tenía gran facilidad para pasar al ataque. Pipo Ferreiro, en cambio, no subía con tanta frecuencia, pero era de una gran regularidad y ordenador de la defensa. El paraguayo Monges imponía su facilidad para el juego aéreo defendiendo en el área. En el arco se destacaba Miguel Angel Santoro, quien se
convirtió en figura desde el mismo día de su debut: en la final de la Copa Libertadores de 1964, frente a Nacional, en Montevideo. Pepé, como lo conocían los hinchas, se convirtió con el tiempo en un símbolo del club. La consagración fue casi soñada. Se produjo frente a Racing, su histórico rival, que por entonces exhibía el título de campeón Intercontinental. Lo goleó 4-0, con dos tantos de Luis Artime, y uno de Aníbal Tarabini y otro de Raúl Savoy. Independiente necesitaba ganar ese partido. En la fecha anterior lo había derrotado a River en el Monumental 2-0, con una gran actuación. Estudiantes —único invicto— igualó sin goles con Boca en la Bombonera y se ubicó a dos puntos. En la última fecha, pese a que Estudiantes derrotó a River 2-1 en La Plata, Racing no pudo amargarle el festejó en el clásico y la vuelta olímpica se vistió de rojo, con el sello del buen gusto futbolístico de Brandao. Al día siguiente de conquistar el título, el director técnico regresó a su país y nadie pudo convencerlo para que siguiera. Ni los propios jugadores, quienes le rogaron que se quedara, sobre todo por la estima que había sabido ganarse. En apenas un año, Oswaldo Brandao dejó a un equipo campeón y, sobre todo, un recuerdo inolvidable como ser humano. Tan valorable, o más, que sus conocimientos sobre fútbol.
La cifra -------------------------------------------------------------------------------54 goles Son los que convirtieron entre Aníbal Tarabini (23), Luis Artime (21) y Héctor Yazalde (10). Ese año Independiente marcó 76 goles y entre los tres señalaron el 71 por ciento de los goles del equipo. Hasta la 8 fecha del Metropolitano, Independiente había marcado 15 goles: 8 Tarabini y 7 Artime. Pastoriza quebró la racha en la 9 fecha ante River.
/// Clarín Deportivo 16 17/8/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: LA IMPRESIONANTE SEGUIDILLA DE TITULOS INTERNACIONALES DE INDEPENDIENTE
Nace el orgullo nacional El encadenamiento de conquistas en Copas Libertadores tuvo el máximo festejo en la primera Intercontinental, ganada en Italia. Fue de la mano de los "pibes" Bochini y Bertoni, y nada menos que ante Juventus en Turín. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Independiente abrió el camino de los torneos internacionales para los argentinos. Cuando la mayoría de los clubes no valorizaron la trascendencia que luego tendría, el equipo de Avellaneda accedió a la Libertadores al conquistar en 1963 su quinto título del profesionalismo (1938, 1939, 1948 y 1960) y ganó su primera Copa, algo que después se hizo costumbre, convirtiéndose con los años en la institución que mayor cantidad de trofeos internacionales conquistó en el mundo. Repitió en 1965, con una histórica goleada (4-1) a Peñarol en el estadio Nacional de Santiago de Chile con un gol antológico de Osvaldo Mura. En 1970 y 1971, Independiente ganó los torneos Metropolitanos con una definición en la última fecha. Frente a Racing, primero, aventajando a River por un gol, y a Vélez, cuando imprevistamente el conjunto de Liniers cayó ante Huracán en su estadio. Pero más allá de las circunstancias dramáticas del desenlace, Independiente volvió a la Copa. Eliminó a Rosario Central y los colombianos Nacional de Medellín e Independiente Santa Fe de Bogotá. La final la jugó con Universitario Lima el 17 de mayo de 1972 y consiguió un empate 0-0. Una semana después, en Avellaneda, ganó 2-1, con dos tantos de Eduardo Maglioni. Dio su tercera vuelta olímpica, la primera de una serie inigualable. Llegaba el turno de la Copa Intercontinental. En el tercer intento (en 1964 y 1965 lo postergó el Inter de Helenio Herrera) debió enfrentar a Ajax, con la excepcional presencia de Johan Cruyff. Empató 1-1 en Avellaneda y perdió 3-0 en Amsterdam. Nuevamente la Intercontinental le era esquiva a Independiente. Pero en 1973 aparecieron dos pibes atrevidos, que le aportaron el talento y la creatividad a un equipo que se caracterizaba por la firmeza defensiva y un gran sentido colectivo. Hizo doblete en la Libertadores en una final triple. Empató con Colo Colo 1-1 en Avellaneda y 0-0 en Santiago de Chile. En la final, en el Centenario de Montevideo, con goles de Mendoza y Giachello superó 2-1 al equipo chileno. Finalmente llegó la Intercontinental. Aceptó jugar un solo partido con Juventus, en el estadio Olímpico de Roma. Fue el 28 de noviembre de 1973. Independiente formó con : Santoro; Commisso, Miguel Angel López, Sa, Pavoni; Galván, Raimondo, Bochini; Balbuena, Maglioni y Bertoni (Semenewicz lo reemplazó sobre el final). Juventus ensayó un catenaccio casi perfecto. Hombre a hombre con los tres argentinos de punta: Cucurreddu con el Bocha; Spinosi con Bertoni, Morini con Maglioni y Salvadore como líbero. Pero frente al talento no hay sistema infalible. A los 35 minutos del segundo tiempo, Bochini y Bertoni se asociaron en una formidable doble pared y Bochini, con una gran serenidad, levantó el balón por encima del arquero Dino Zoff y la clavó en la red. Independiente campeón del mundo. Ese año también ganó la Copa Interamericana derrotando a Olimpia, campeón de Honduras y de la CONCACAF: 2-1 (Semenewicz y Maglioni) y 2-0 (Maglioni y Balbuena) y redondeó un ciclo único: tres títulos internacionales en un año.
Ingresó directamente a las semifinales de 1974. Dejó en el camino a Peñarol de Montevideo y Huracán. En la final, perdió con San Pablo 2-1, en el Pacaembú. Pero se tomó desquite en Avellaneda 2-0. Otro cruce de la cordillera y el tercer título consecutivo. El gol lo convirtió una de sus figuras emblemáticas: Ricardo Elbio Pavoni, de penal. El equipo paulista estuvo a punto de igualar, pero Carlos Alfredo Gay (reemplazante de Pepé Santoro, transferido al Hércules de Alicante) le detuvo un penal a Zé Carlos. Ese año Independiente nuevamente ganó la Copa Interamericana al superar a Deportivo Municipal de Guatemala en la definición con remates desde el punto del penal: 4-2. La cuarta Copa Libertadores llegó para Independiente en una noche de gloria, imposible de olvidar para quienes estuvieron esa noche en Avellaneda. Para pasar a la final debía ganarle por 3-0 a Cruzeiro de Belo Horizonte, aquel lujoso equipo brasileño en el que destacaba Nelinho, un lateral de excelente manejo y mejor pegada. Y el estadio explotó porque el equipo lo consiguió. Fue una hazaña. Faltaba el último paso para conseguir la sexta Copa Libertadores, la cuarta consecutiva. El rival, Unión Española de Chile. Perdió 1-0 en Santiago, ganó 3-1 en su estadio y en el estadio Defensores del Chaco de Asunción, Paraguay, ganó 2-0, con goles de Ruiz Moreno y Bertoni. La aparición mágica de Ricardo Bochini, el máximo ídolo de la hinchada, le dio un sello de categoría a un equipo con una enorme personalidad e individualidades destacadas (Santoro, Sa, Miguel Angel López, Luis Garisto, Elbio Ricardo Pavoni, Commisso, Pastoriza, Raimondo, Semenewicz, Galván, Bertoni, Maglioni y Mírcoli, entre otros). Pasó la historia como El Rey de Copas.
La cifra -------------------------------------------------------------------------------9 títulos Son los que consiguió Independiente entre 1970 y 1975. Dos torneos locales (Metro 70 y 71), cuatro Libertadores seguidas (1972, 73, 74 y 75), dos Interamericana (1972 y 73) y una Intercontinental (1973). Es la mejor cosecha de títulos de un equipo argentino en un período de seis años, igualada por Vélez en la década del 90.
/// Clarín Deportivo 16 29/6/2002 BOCA ENTRE EL 62 Y EL 65 ARMO EQUIPOS QUE DERROCHABAN PERSONALIDAD Y SOLIDEZ DEFENSIVA
Llegaron a ser imbatibles Todo empezó con el fútbol espectáculo, en el comienzo de la década del 60. Boca formó un equipo que terminó ganando 3 títulos en cuatro años. En el 62 era pura solidez, pero con la aparición de Rojitas, le agregó brillo y talento. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. El fútbol espectáculo que propiciaron los presidentes de River, Antonio Liberti, y de Boca, Alberto J. Armando, inundó las canchas argentinas de jugadores importados. A Boca, en 1961, llegó como entrenador un gordito bonachón, Vicente Italo Feola, quien había sido integrante del cuerpo técnico del equipo brasileño campeón de 1958, en Suecia. Con él vinieron sus compatriotas Almir, Maurinho, Edson do Santos y Dino Sani, y los peruanos Benítez y Loayza, pero también dos brasileños que serían claves en los títulos que ganó Boca entre 1962 y 1965: Orlando Pechanha Carvallo, el "2" que le dio identidad a la última línea y Paulo Valentim, un goleador implacable. En 1962, con José D''Amico como técnico y preparador físico, consiguió el título en una lucha por el primer puesto de todo el torneo con River, que se definió en La Bombonera, cuando se enfrentan en el clásico de los clásicos, como se lo llamaban entonces. Hubo un penal a los 14 minutos del primer tiempo que convirtió el inefable Valentim. Pero a pocos minutos del final, hubo un penal para River. Pateó Delem y detuvo Roma. El delirio se apoderó de la hinchada boquense. Con ese triunfo Boca se consagró campeón con 43 puntos, dos más que River, con la base de un equipo compacto: Roma; Simeone, Silvero, Orlando y Marzolini; Rattín, el símbolo de la tribuna boquense por todo lo transmitía, con el auxilio de Alberto González, Gonzalito, quien instauró el cuarto volante o ventilador, fundamental en la recuperación de la pelota y como salida tanto para Rattín como para Marzolini. Pizzuti jugó varios partidos como volante derecho. Adelante, Grillo y Menéndez explotaban la velocidad de Nardiello y Paulo Valentím. En las últimas fechas entraron dos juveniles: Pueblas y Pezzi. En 1963 apareció una figura rutilante del fútbol argentino: Angel Clemente Rojas, pero el equipo no salió campeón, aunque se dio el gusto de ganarle los dos partidos a River: 2-0 y 1-0. En 1964, con la conducción de Adolfo Pedernera, volvió a dar la vuelta olímpica. Se incorporó el uruguayo Alcides Silveira y promocionó al zaguero Rubén Magdalena. La defensa fue de una solidez impresionante. Lo demuestran los números: 15 goles en contra en 30 partidos, tan sólo 6 en los últimos 2.250 minutos de juego (25 partidos). Un gol en contra cada 375 minutos. Se decía por aquel tiempo que a Boca le alcanzaba con un gol a favor para ganar. Y fue así porque se consagró con sólo 35 tantos a favor. Pese a marcar un récord de invulnerabilidad y aunque se lo criticó por su escasa vocación ofensiva, aquel Boca pasó a la historia por su solidez y, además, mantuvo el extraño designio de ser campeón en todos los años que finalizaban en 4: 1924, en el amateurismo, 1934, 1944, 1954 y 1964, en el profesionalismo. Pero en 1965 Boca tuvo mayor capacidad de gol. Se consolidó el talento de Rojitas, el Beto Menéndez le dio un toque de distinción a todas sus maniobras y, ya sin Orlando y Valentim, Cacho Silveira se ubicó en el lugar de Orlando y el Tanque Alfredo Rojas reemplazó con su potencia al brasileño goleador. Con una formidable recuperación anímica, Boca superó sobre el final a River, que había ganado la primera rueda con
cuatro puntos de ventaja. En la antepenúltima fecha debieron enfrentarse, en La Bombonera, los dos rivales tradicionales del fútbol argentino. A poco de iniciado el partido, Artime puso en ventaja a River. Antes de finalizar el primer tiempo, empató el Pocho Pianetti. Parecía que el partido terminaría empatado, pero Menéndez, faltando tres minutos, le dio el triunfo a Boca y la posibilidad de acercarse al título. En la fecha siguiente, Boca empató con San Lorenzo, en el viejo Gasómetro de la Avenida La Plata y River le ganó a Huracán 4-0, en el Monumental. En la última fecha, Boca le ganó a Atlanta 3-1 y logró cerrar un ciclo de tres títulos en cuatro años. Boca 1962, 1964 y 1965 se destacó por el orden defensivo y una gran personalidad ganadora. Pero también por la excelente calidad de sus individualidades: Rojitas, Menéndez, Grillo y Marzolini forman parte del selecto grupo de quienes son admirados por los argentinos que valoran la sensibilidad y el talento. Roma fue la personalidad y Rattín el alma boquense transpirada desde la tribuna a la cancha. Orlando y Valentim, héroes para siempre.
/// Clarín Deportivo 16 13/7/2002 BAJO LA CONDUCCION DE OSVALDO ZUBELDIA, ESTUDIANTES FUE CAMPEON LOCAL, GANO TRES LIBERTADORES Y UNA COPA DEL MUNDO
Campeón en todos lados Con el talento de la Bruja Verón como emblema fue el primer equipo chico que logró un torneo argentino, el Metropolitano de 1967. Después conquistó América y se consagró mundialmente de visitante, ante el Manchester. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Fue el primer equipo chico campeón del fútbol argentino. Lo que no habían podido lograr El Expreso de Gimnasia (1933), Banfield (1951), Vélez (1953) Lanús (1956) y Argentinos Juniors (1960), lo consiguió Estudiantes de La Plata en el Metropolitano de 1967. Rompió el poder hegemónico que mantenían, desde 1931, Boca, River, San Lorenzo, Independiente y Racing. Y comenzó un ciclo brillante con la obtención de ese título y los subcampeonatos del Nacional de 1967 y del Metropolitano de 1968, en los torneos locales, y tres Copas Libertadores consecutivas (1968-70), la Intercontinental (1968) frente al Manchester United de Inglaterra y la Interamericana (1969) frente al Toluca de México. Todo comenzó en el verano de 1965, cuando Osvaldo Zubeldía se hizo cargo del equipo, que en las temporadas anteriores había transitado los últimos puestos, con peligro de descender. Miguel Ignomirielo era el técnico de la Tercera división que había ganado el torneo de su categoría. De esa cantera se nutrió el equipo. Zubeldía promovió a Alberto Poletti, un arquero de gran jerarquía, a Oscar Malbernat, al Bocha Flores y a un zurdo de excepcional calidad: Juan Ramón La Bruja Verón, e incorporó a los volantes Carlos Salvador Bilardo y Roberto Santiago, al defensor Henry Barale y al delantero Marcos Conigliaro. Ese 1965 el equipo terminó quinto y al año siguiente, el entrenador movió algunas piezas: Aguirre Suárez ocupó el puesto de Miguel Angel López, que fue en trueque por Felipe Ribaudo a Ferro. Madero pasó como segundo central, Malbernat se afirmó marcando punta y Pachamé pasó al medio campo. Adelante, Zubeldía y sus compañeros apelaban al talento de Verón, los piques de Conigliaro y el oportunismo de Ribaudo En el Metropolitano de 1967, Estudiantes se clasificó segundo en su zona y debió enfrentarse con Platense, en cancha de Boca, en una de las semifinales. El partido era muy favorable a Platense, que se puso 3-1, Carlos Pachamé, en un esfuerzo poco común, salvó el cuarto gol rechazando sobre la línea y golpeó su cuerpo con violencia en el poste derecho del arco de la Casa Amarilla. Esa acción pareció despertar al equipo, que alcanzó el 3-3. Sobre la hora, el arquero Hurt detuvo la pelota en un córner, pero reaccionó violentamente aplicándole un puntapié a Bilardo. Penal y gol. Increíblemente, Estudiantes dio vuelta el resultado e inició su pase a la historia. En la final, en cancha de San Lorenzo, goleó a Racing 3-0 y logró al ansiado título que habían buscado desde el comienzo del profesionalismo los equipos chicos y que muchas veces habían sido postergados injustamente. Después, llegó la consagración internacional con tres títulos consecutivos en la Copa Libertadores. El primero luego de calientes batallas con Independiente, en las eliminatorias y con Racing en semifinales, en dos partidos con incidentes y expulsados. La primera final, ante Palmeiras, fue ganada por Estudiantes recién sobre el final: una genial jugada de Verón permitió el empate y el Bocha Flores puso el 2-1. En San Pablo, la dupla Servilio-Tupanzinho se hizo imparable y el resultado fue de 3-1 para los
paulistas. En el Centenario, el 16 de mayo, Estudiantes consigue la primera Libertadores al ganarle 2-0 al Palmeiras con goles de Ribaudo y Verón. Llovía sin cesar aquella noche del 16 de octubre de 1968 en Manchester. Estudiantes llevaba la ventaja de haber ganado el primer chico en cancha de Boca, con gol de Marcos Conigliaro. Pero había que mantener la calma para no dejarse atrapar por la caldera de Old Trafford. A los 7 minutos, Raúl Madero, con su formidable pegada, ejecutó un tiro libre. Ribaudo y Conigliaro intercambiaron posiciones. La jugada desorientó a los ingleses. Apareció Verón y sorprendió con un cabezazo. Faltando muy poco, igualó Manchester. Llegó el final y Estudiantes levantó para la Argentina la segunda Copa Intercontinental en dos años. Siguió el camino de Racing. Después, continuó con la costumbre de ganar la Libertadores. A Nacional (1-0, en Montevideo y 2-0, en La Plata), primero y a Peñarol (1-0, con gol de Néstor Togneri y 0-0, en el Centenario), después. Quedó en la historia como el primer chico que ganó un torneo de AFA y se hizo grande y respetado en el mundo con sus hazañas internacionales.
/// Clarín Deportivo 16 27/7/2002 LOS PRIMEROS GANADORES INVICTOS DE UN TITULO EN EL PROFESIONALISMO
Matadores y campeones Fue un equipo moldeado por el brasileño Tim, capaz de combinar en proporciones justas talento y libertad con seriedad y orden táctico. Buttice, Albrecht, Telch, Cocco, Fischer y Veglio fueron algunas de sus figuras emblemáticas. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Mantienen el orgullo de ser los primeros en ganar un campeonato profesional invictos. Fue en el Metropolitano de 1968. Pero más allá de la contundencia de los números y de ser pioneros en ser campeones sin derrotas en los torneos de la Asociación del Fútbol Argentino, la enorme calidad de su juego los convirtió en una de las expresiones con mayor estética del fútbol argentino. Pasaron a la historia como Los Matadores. Aquel equipo que maravillaba con su buen gusto y contundencia tuvo un conductor inolvidable: Elba de Padua Lima, Tim, un brasileño con profundos conocimientos futbolísticos y también de la vida, aprendidos en la niñez en las calles de su San Pablo natal. Fue el autor de una célebre frase: "El fútbol es como una manta corta: si te tapás la cabeza, te destapás los pies y al revés". Una síntesis de que el equilibrio es undamental en todo equipo. Tim era un amante de la libertad y les dio alas para jugar a los jóvenes atrevidos y talentosos. Y también, seriedad y orden táctica a los defensores. Tal vez su actitud más revolucionaria, y que está asociada a esa idea de libertad, es que en las instancias finales del torneo hizo concentrarse al equipo en un hotel ubicado en Lavalle y Esmeralda. Una prueba de la confianza que les dispensaba a los jugadores. San Lorenzo se había reforzado ese año con Antonio Rosl (Gimnasia y Esgrima La Plata), Carlos Veglio (Deportivo Español), Victorio Nicolás Cocco (Unión de Santa Fe) y un uruguayo por entonces desconocido, Sergio Bismarck Villar. Al poco tiempo de llegar, el defensor se constituyó en titular indiscutido y en referente del club por muchos años. Tim ordenó el equipo con Carlos Buttice, un arquero que mostraba una gran espectacularidad en sus intervenciones y, a la vez, una confianza ilimitada por su serenidad ; la línea de cuatro con Villar, eficiente en la marca y en la proyección; Oscar Calics, quien había llegado de Banfield, expeditivo y seguro. Rafael Albrecht, un zaguero de excepcional calidad para ser salida, y El Gallego Rosl sobre la izquierda; en el medio, Telch era el último de los volantes, pero pasaba con gran facilidad al ataque; Rendo era un relojito transitando la zona derecha; Cocco tenía libertad para ocupar los espacios vacíos y aparecer con su formidable cabezazo en zona de definición. Pedro González no se limitaba a la ocupar la punta derecha; el Lobo Fischer era pura potencia y gol y el Toti Veglio, un exquisito en el manejo de los tiempos y la pelota, además de buen definidor (fue segundo goleador del equipo, con 12 goles, detrás de Rodolfo Fischer, que convirtió 13). San Lorenzo ganó la primera rueda con tres puntos de diferencia sobre Estudiantes, pero en la segunda ganó ocho partidos consecutivos (Atlanta, Platense, Boca, Estudiantes, Racing, Ferro, Lanús y Banfield) y extendió la diferencia a 12 unidades. En la otra zona, Vélez se clasificó primero y River segundo. Las semifinales se jugaron en cancha de Racing. El 31 de julio, San Lorenzo le ganó a River 3-1 (con goles de Pedro González, Cocco y Veglio). Al otro día, Estudiantes, con un cabezazo de La Bruja Juan Ramón Verón superó a Vélez 1-0.
La final del campeonato se jugó el 4 de agosto, en el estadio Monumental, con la particularidad de que iban a medirse un equipo, San Lorenzo, que había aventajado a su rival por una docena de puntos en la serie clasificatoria. Se habló de injusticia en el sistema de definición. Pero finalmente ganó San Lorenzo y se consagró como el mejor. Esa tarde se vendieron 47.347 entradas. Los 90 minutos terminaron 1 a 1. Abrió el marcador Verón a los 2 minutos del segundo tiempo y empató Carlos Veglio, a los 23. En tiempo suplementario, el Lobo Fischer les dio la victoria y el título a Los Matadores. San Lorenzo de 1968 fue un equipo con una gran dinámica, a la que supo agregarle un gran sentido colectivo. Muchos de sus partidos los ganó en el entretiempo, con un par de indicaciones siempre precisas de su entrenador. "Usted, Oveja (por Telch), tírese unos metros más sobre el sector izquierdo. Victorio, busque juntarse con Veglio. Antonio, tómelo al wing un poco más arriba. No lo deje recibir cerca de nuestra área". Eran instrucciones simples y concretas. Las suficientes como para dar vuelta el desarrollo de un partido que se presentaba complicado y para revertir un resultado desfavorable. Ese era el estilo y la filosofía de juego del brasileño Elba de Padua Lima, Tim. Con esa fórmula básica, y con la calidad indiscutible de los integrantes del plantel, nacieron y todavía perduran los inolvidables Matadores.
/// Clarín Deportivo 16 10/8/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO / ALFREDO DI STEFANO ARMO UN BOCA CON MOVIMIENTOS CASI PERFECTOS: EL CAMPEON NACIONAL DEL 69
Una pieza de relojería En dos años, dos veces Boca alcanzó el título. El campeón del 69, formado por Alfredo Di Stéfano, fue un equipo de movimientos exactos. El campeón del 70 mantuvo la solidez, pero no alcanzó el brillo y la contundencia de aquel. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. En julio de 1968, Alberto J. Armando, presidente de Boca, le ofreció en Madrid el cargo de manager general del fútbol profesional, una función que en la Argentina no se conocía, a Alfredo Di Stéfano. El técnico era José D''Amico, pero su renuncia en el torneo de verano de Mar del Plata de 1969, dejó el camino para que la ex Saeta Rubia, se hiciera cargo del equipo. Di Stéfano realizó varios cambios tratando de encontrarle el lugar adecuado a cada jugador. Ni Ramón Ponce ni Peña eran titulares. Nicolás Novello, Norberto Madurga y Orlando Medina jugaban en otras posiciones. En el Metropolitano, frente a San Lorenzo, Boca perdió 2-1 y fueron expulsados Nicolau, Rogel y Rattín. La ausencia del Rata obligó al técnico a buscar variantes. A Madurga lo ubicó de 5 y a sus costados colocó al uruguayo Medina para que hiciera los relevos y a Novello para convertirse en el cerebro del equipo. Armó un equipo con jugadores de ataque y se consagró campeón del Nacional como los hinchas boquenses quieren: con vuelta olímpica en Núñez. Boca inició ese torneo con una nueva mentalidad: fuerte en la zona defensiva, como era su costumbre, pero con una mayor predisposición ofensiva. Ramón Ponce e Ignacio Peña, los punteros, en la raya abriendo la cancha. Acompañados por la enorme capacidad técnica del Tano Novello — cuando se lesionó ocupó su lugar Raúl Armando Savoy— y la mágica cintura de Angel Clemente Rojas. En el medio, Madurga se desdoblaba: cumplía tareas de marca, pero pasaba al ataque haciendo pesar su ductilidad para convertirse en definidor. Los desenganches de Madurga fueron conocidos como los "Madurgazos". Atrás, Rubén Sánchez reemplazó a Antonio Roma y el peruano Julio Meléndez, un central de gran jerarquía que con el tiempo llegó a convertirse en ídolo de la hinchada, ocupó el puesto de Nicolau. En los laterales, la regularidad de Rubén Suñe y la jerarquía de Silvio Marzolini. Boca llegó a la última fecha del Nacional con 2 puntos de ventaja sobre River, al que tenía que enfrentar en el Monumental, con la posibilidad de que un triunfo local le permitiría alcanzar a su rival de siempre. Pero ese 14 de diciembre de 1969, los Madurgazos funcionaron a la perfección. Con la fórmula pelotazo de Orlando Medina para la subida de Madurga, a los 35 minutos el equipo de Di Stéfano estaba arriba por 20. Con goles de Oscar Mas y Víctor Marchetti empató River, pero no le alcanzó y tuvo que ver como Boca le daba la vuelta olímpica en su cancha. En 1970, Di Stéfano dejó el equipo y regresó a España. Un ex jugador del club, el correntino José María Silvero, tomó la dirección técnica. Pero en el Metropolitano, las lesiones de Meléndez y Novello, quien debió ser operado, disminuyeron la capacidad del equipo. Ocupó el cuarto lugar, sin mantener la la línea futbolística expuesta en 1969. En el Nacional también comenzó con irregularidad. Perdió tres partidos en las primeras fechas (con Estudiantes 2-1, el clásico con River 2-1 y fue goleado por Vélez 3-0) y muy pocos eran los que creían que podía ocupar un lugar en semifinales. Pero llegó una
racha y alcanzó a Central, pero con menos goles a favor. Como segundo de la Zona B se enfrentó con Chacarita, al que derrotó por 2-0 y ganó el derecho de enfrentar a Central, que venció a Gimnasia 1-0 en la otra semifinal, por el título. La noche del 23 de diciembre de 1970, en el estadio Monumental, Boca presentó este equipo: Roma; Suñé, Meléndez, Nicolau, Marzolini; Madurga, Palacios; Coch, Curioni (luego reemplazado por Savoy), Angel Rojas y Pianetti (después entró Cabrera). Rosario Central alineó a: Quiroga; Jorge González; Fanessi, Mesiano, Carrascosa; Bustos, Landucci, Gómez: Bóveda (lo reemplazó Colman), Poy y Gramajo (más tarde Balbuena). En el primer tiempo el partido fue parejo. A los 41 minutos, Roma intentó rechazar, pero la pelota rebotó en la pierna de Landucci y se convirtió en gol de Central. En el segundo, presionó Boca en toda la cancha. La cintura de Angel Clemente Rojas posibilitó el empate a 10 minutos del final. Había que ir al alargue. A los 3 minutos de la segunda parte de la prolongación, Coch con un cabezazo puso el 2-1. Después de ese gol, la hinchada de Boca comenzó a invadir el campo. Con más de cinco mil personas bordeando el campo de juego, Angel Norberto Coerezza, el árbitro, y sus colaboradores Arturo Ithurralde y Luis Pestarino, realizaron un gran esfuerzo para que el partido pudiera llegar al final. Fueron 12 minutos dramáticos con Central volcado sobre el arco de Roma. Llegó el final y el gusto de dar otra vuelta olímpica en el Monumental, la segunda en dos años.
La cifra -------------------------------------------------------------------------------1 derrota Fue la que sufrió Boca, en la Bombonera, en los dos campeonatos que logró coronarse campeón. La única caída fue el 16 de noviembre de 1969, por 1 a 0, ante San Martín de Mendoza. La inédita victoria se transformó en el segundo festejo (desde 1967) de un equipo del interior en la Bombonera, donde jugó otros 18 partidos: ganó 16 y empató 2.
/// Clarín Deportivo 16 7/9/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO - 25° NOTA / HURACAN: LOGRO UN TITULO MEMORABLE E HIZO CELEBRAR A UN CLUB TRADICIONAL QUE NO ERA CAMPEON DESDE EL AMATEURISMO
El fútbol hecho fantasía César Luis Menotti llegó a Huracán en 1971 y en dos años armó uno de los mejores equipos de la historia en el país. Con Brindisi, Babington y Houseman, desplegó un juego de alto nivel y ganó el Metropolitano de 1973. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Huracán fue uno de los grandes del amateurismo. Su último título en esa categoría, con el fútbol unificado, fue en 1928 con un equipo que daba espectáculo. No le fue tan bien en el profesionalismo, aunque tuvo grandes equipos (La Aplanadora de 1939) y, además, fue permanente generador de jugadores de excepcional calidad para la Selección. Tuvieron que pasar nada menos que 45 años para que pudiera dar otra vuelta olímpica en Parque Patricios, el barrio asociado a la poesía, al tango y al olor a glicinas de los patios del barrio Sur. Y en 1973, como lo había sido en el 28, se consagró con un equipo pura fantasía, que respondía al sentimiento popular de los hinchas argentinos. Todo se inició el 2 de mayo de 1971, cuando el presidente Luis Seijo viajó a Rosario para ofrecerle el cargo a César Luis Menotti, cuya única experiencia había sido como ayudante de campo de Miguel Antonio El Gitano Juárez en Newell''s. Menotti comenzó a delinear el equipo apenas llegó. Incorporó a Omar Larrosa, quien jugaba en Guatemala y que luego se convirtió en un jugador fundamental, goleador del equipo del 73 con 15 goles; Francisco Fatiga Russo, un volante que había pasado por Central Córdoba y Tigre para que fuera el equilibrio de una actitud permanentemente ofensiva; desde Rosario Central llegaron Alberto Fanesi y Jorge Carrascosa y la experiencia de Nelson Pedro Chabay, campeón del mundo con Racing. En el club había un cuarteto de de gran jerarquía: Alfio Basile, Roque Avallay y dos símbolos del barrio: Miguel Angel Brindisi y Carlos Babington. El Coco Basile aportó su enorme personalidad, Brindisi y Babington la jerarquía de su capacidad individual, la pegada, el ingenio, la imaginación, el talento. Pero tal vez el hecho más significativo de la evolución de un jugador lo logró César Menotti con Roque Avallay. Había llegado desde Newell''s en trueque por Alfredo Obberti. Nadie le podía quitar el rótulo de chocador, cuando jugando para Independiente cayó al pozo perimetral. El entrenador lo convenció que tenía buenos atributos técnicos y fue tomando confianza. Siguió imprimiéndole velocidad a su juego, pero fue tomando sentido de la pausa y se tiró atrás para arrancar con Larrosa, Brindisi y Babington y llegar con poder al arco rival. En el Metropolitano de 1972 Huracán jugaba un fútbol de alto nivel. La tarde más gloriosa fue frente a Boca, el domin go que Brindisi y Babington llegaron por la mañana a Ezeiza desde Francia (habían jugado un partido amistoso para el Valenciennes), almorzaron y salieron a jugar. Ganaron 5-1, con un baile formidable. Y otro resultado para el recuerdo fue el 3-0 frente a San Lorenzo, su histórico rival, cuando el equipo que dirigía Lorenzo se coronó bicampeón. En 1973 llegó una figura impresionante del fútbol argentino: René Orlando Houseman, a criterio de muchos uno de los jugadores más importantes de todos los tiempos. Sin exageraciones. Con el Loco del Bajo Belgrano quedó conformado uno de los equipos con mayor brillantez de nuestro fútbol. En las
primeras fechas golearon y dieron espectáculo. En la décima fecha (frente a Central, en Rosario) aquel 5-0 quedó en la historia como una muestra de hidalguía de la hinchada centralista al aplaudir a sus rivales, inusual en el estadio del barrio Arroyito. En la segunda rueda tuvo algunos resultados imprevistos, pero jamás renunció a la idea de Menotti de jugar. La declinación se produjo cuando Enrique Omar Sívori citó a varios de sus jugadores para la selección que tenía que jugar la eliminatoria para el Mundial Alemania 74. Sin embargo, el equipo mantuvo la línea y se consagró campeón tres fechas antes del final, aún perdiendo (2-1) con Gimnasia y Esgrima en su propio estadio. Huracán del 73 fue uno de los grandes equipos del fútbol profesional. A casi treinta años la figura de aquel equipo, de sus grandes individualidades, de la idea obsesiva del técnico por respetar un estilo, se engrandece. Verlo jugar era un deleite. Llenó de fútbol las canchas argentinas y le devolvió la sonrisa después de 45 años a un barrio con cadencia de tango y olor a glicinas en sus patios.
/// Clarín Deportivo 16 6/7/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: RACING FUE CAMPEON LOCAL, DE AMERICA Y DEL MUNDO EN UN CICLO EXCEPCIONAL
El mítico Equipo de José El conjunto de Pizzuti fue un anticipo del fútbol total de Holanda en el 74, con gran dinámica, sin posiciones fijas y con una gran capacidad técnica. Estuvo invicto 39 partidos y tocó el cielo en Montevideo cuando venció al Celtic. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Los primeros años de la década del 60 se caracterizaron por el fútbol defensivo y la especulación. Pero apareció Juan José Pizzuti, quien había sido un jugador con enorme despliegue, capacidad técnica y una formidable pegada en Banfield, River, Racing, Boca y la Selección y cambió la historia: propuso un juego de gran dinámica, sin posiciones fijas, con jugadores en constante movimiento, como un anticipo del fútbol total, que años después impondría Holanda. Pizzuti inició su carrera como técnico con un fugaz paso por Chacarita. Con Racing en el último puesto y luego de que varios colegas rechazaron el ofrecimiento, a mediados de setiembre de 1965 se hizo cargo del equipo. Debutó el 19 de ese mes ganándole a River, puntero del campeonato, por 3-1 (dos goles de J. J. Rodríguez y Castillo; y Luis Artime para el perdedor) e inició una racha histórica. Al final del torneo, tras 14 fechas invicto, Racing ocupó el quinto lugar. Al año siguiente, introdujo algunas variantes: lo ubicó a Roberto Perfumo como primer marcador central, a Alfio Basile, quien era volante, como segundo zaguero, y a Rubén Panadero Díaz, 6 en la Tercera, de marcador de punta. Con varios refuerzos (Antonino Spilinga; Mori, en trueque con Independiente por el pase de Pastoriza; Joao Cardoso y desde Banfield llegaron Norberto Raffo y Jaime Donald Martinoli), el equipo se consolidó cuando regresó desde Italia Humberto Dionisio Maschio, un jugador de enorme talento, goleador del Sudamericano de 1957. Se ubicó como volante creativo y se convirtió en la figura del equipo. Era quien ponía la pausa justa para darle equilibrio a tanto vértigo. Con un fútbol audaz y ofensivo, Racing ganó la primera rueda con 32 puntos, uno más que River. Finalmente se consagró campeón con 61 puntos, 5 más que River, con 38 partidos jugados, 24 ganados, 13 empates y la formidable marca de un sólo encuentro perdido, con River 2-0, en la 26, fecha, el día que finalizó la excepcional serie de 39 partidos invictos, una marca que perduró casi 33 años, cuando la quebró el Boca de Bianchi. Pero El Equipo de José, como lo inmortalizó su hinchada, quería tener patente internacional. En 1967 se lanzó a la conquista de la Copa Libertadores. En un viaje aéreo en Colombia, yendo a Medellín, el avión estuvo a punto de caer. Fue milagrosa la llegada al aeropuerto donde 32 años antes había encontrado la muerte Carlos Gardel. "Si nos salvamos de ésta, somos campeones de América y del Mundo", fue la reflexión de la mayoría del plantel. Primero dejó atrás a River, a los colombianos Independiente Santa Fe e Independiente Medellín y a los bolivianos Bolívar y 31 de Octubre. En semifinales, además de River y Colo Colo, le tocó un durísimo rival: Universitario de Lima, Perú. Tuvo que ir a un desempate en Chile. En el Estadio Nacional de Santiago le ganó 2-1, con dos goles de Raffo. Su último adversario en la final fue Nacional de Montevideo. Empataron en Avellaneda y en la capital uruguaya 0-0 y debieron viajar nuevamente a Santiago de Chile. En la final, con goles de Raffo y el brasileño Joao Cardoso ganó 2-1 e inscribió su nombre en la Copa Libertadores.
"¡Dale, dale ahora", le gritó el Bocha Maschio desde la izquierda, cuando intuyó la vacilación del delantero a 35 metros del arco, aquella tarde, el 4 de noviembre de 1967, en el mítico estadio Centenario de Montevideo. El santiagueño Juan Carlos Cárdenas había recibido la pelota de Rulli y arrancó en diagonal para la izquierda, mientras los escoceses retrocedían y vigilaban el posible pase a Maschio o a Raffo. Pero al Chango lo animó el grito de Maschio y pateó. La pelota voló y se clavó en el ángulo del sorprendido arquero Fallon. Los cinco mil argentinos que viajaron a Montevideo iniciaron el festejo, mientras el resto enmudecía. Los uruguayos se habían volcado en favor del Celtic. Cárdenas siguió su carrera y terminó colgado de Pizzuti, el mentor de aquel equipo. Fue el momento mágico. Racing derrotaba al Celtic, campeón de Europa, en la tercera confrontación: en la primera, en Glasgow, ganó Celtic 1-0 (gol de McNeil); en la revancha, en Avellaneda, venció Racing 2-1, con goles de Raffo y Cárdenas y Gemmell para el Celtic. Culminaba con un título mundial, el primero de un club argentino, el equipo que fue sensación por el fútbol total que practicó antes de que Holanda lo patentara en los setenta.
La cifra -------------------------------------------------------------------------------84 GOLES Son los que convirtieron entre Juan José Rodríguez (36), Jaime Martinoli (24) y Norberto Raffo (24), los goleadores del Racing de José. Sobre un total de 183 partidos, representa el 45 % de los goles. Martinoli fue el máximo artillero del campeón del 66 y Raffo, el de la Libertadores. Yaya Rodríguez fue el único que marcó en 5 de los 6 torneos.
/// Clarín Deportivo 16 22/6/2002 LA MAQUINITA, O SEGUNDA MAQUINA, CONSIGUIO CINCO TITULOS Y UN SUBCAMPEONATO EN SEIS AÑOS SEGUIDOS
Una hazaña inolvidable River quebró la seguidilla de Racing y a partir de 1952 hilvanó títulos de la mano de su fútbol lujoso. Con su nueva estrella, Walter Gómez, los históricos Labruna y Loustau, y los jóvenes talentos Sívori, Menéndez y Zárate. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Entre 1952 y 1957, River consiguió cinco títulos y un tercer puesto (1954) y consumó una hazaña única, que se sustentó en un fútbol de altísimo vuelo y enorme personalidad. La llamaron La Maquinita o la Segunda Máquina. Había sufrido el éxodo a Colombia, sobre todo porque emigraron Néstor Rossi y Alfredo Di Stéfano, dos figuras emblemáticas. Pero, en 1950, Antonio Liberti viajó a Montevideo y adquirió a un futbolista brillante: Walter Gómez. Por 750.000 pesos —una fortuna para la época— llegó el botija que había maravillado a nuestro público, con sólo 17 años, pese al abultado triunfo argentino 6-2, el 15 de agosto de 1945, por la Copa Newton, en San Lorenzo. Su éxito fue fulminante. Sin embargo, con la enorme jerarquía del uruguayo, River no pudo quebrar la hegemonía de Racing, que culminó en 1951. En 1952, con Amadeo Carrizo en el arco; Alfredo Pérez y Lidoro Soria como zagueros; la línea media integrada por Yácono —fue su última temporada—, Venini y Ferrari, y un fabuloso ataque con Santiago Vernazza, adquirido a Platense, Eliseo Prado, ascendido de las inferiores, Walter Gómez y dos históricos que provenían de La Máquina: Labruna y Loustau ( "sus cuatro pies parecían manejados por un solo cerebro", dijo Calé, el inolvidable creador de Buenos Aires en camiseta) el equipo se consolidó en una inolvidable gira por Europa entre diciembre de 1951 y febrero de 1952. Jugó 14 partidos en España, Suiza, Italia, Francia, Inglaterra y Portugal. Ganó 6, empató 7 y perdió sólo 1, con Atlhetic Bilbao 5-1, en el inicio de la gira en un campo cubierto de nieve. Convirtió 49 goles y le marcaron 35. El 22 de febrero, en Manchester, derrotó 4-3 al Manchester City, el primer triunfo de un equipo argentino en Inglaterra. Con el aliciente de esa campaña, River inició el torneo de 1952. Desde el principio fue una lucha cabeza a cabeza con Racing. Faltando tres fechas, el equipo de Avellaneda se ubicó a un punto. River goleó a Huracán 7-1, en Parque Patricios, en la fecha siguiente empató con Banfield (1-1) en el Monumental, pero Racing también igualó en Avellaneda con Central (2-2). En la última fecha, River le ganó 1-0 a Newell''s en el Parque Independencia, le cortó la racha a Racing e inició su serie. En 1953 nuevamente River y Racing lucharon por el título. Se encontraron en la 28 fecha, en el Monumental, en partido decisivo. Con una brillante actuación de Walter Gómez, River ganó por 2-1 y se consagró bicampeón. En 1954, Boca le quebró la posibilidad del tricampeonato, pero River se dio el gusto de ganarle los dos partidos. En La Bombonera no jugaron Walter Gómez, por una lesión, y Labruna por el fallecimiento de un familiar. Los reemplazaron dos fenómenos: Enrique Omar Sívori, un jugador excepcional, y debutó un pibe con el desenfado del potrero: Norberto Menéndez. Sobre la hora, Eliseo Prado marcó el gol de la victoria. En la revancha, en el Monumental, River postergó la posibilidad de que Boca diera la vuelta olímpica y le ganó 3-0, con dos goles de Labruna y uno de Walter Gómez. En 1955 se inició el camino del tricampeonato. Desde Central llegó Federico Vairo y regresó al club Néstor Rossi. Sívori era titular jugando por la derecha en lugar de Eliseo
Prado o como delantero por la ausencia de Walter Gómez. En la primera rueda, en cancha de Racing, Boca se desquitó y le ganó 4-0, en lo que fue considerada una revancha de Pepino Borrello a Amadeo Carrizo. En la segunda rueda, se da la situación inversa a la de 1954: River va a buscar la vuelta olímpica en la Bombonera. Etcheverry puso en ventaja a Boca y pareció que la aspiración de River quedaría frustrada. Pero en el segundo tiempo aparece Walter Gómez, con dos pases magistrales para Angel Labruna y Roberto Zárate, el sucesor de Loustau, en dos minutos River da vuelta el resultado y es campeón en la Boca. River inició el torneo de 1956 sin Walter Gómez. Encontró un contrincante inesperado, el brillante Lanús, conocido como los Globe Trotters. Pero faltando 7 fechas River le ganó 3-1 en su cancha y se encaminó hacia el título. El tricampeonato llegó en 1957, invicto las 19 primeras fechas. Se dio el gusto de golear a Boca 5-3. Le sacó 8 puntos de ventaja a San Lorenzo. Nadie imaginaría que después vendría una larga noche para los riverplatenses.
La cifra -------------------------------------------------------------------------------67 GOLES Son los que marcó Angel Labruna en el período 1952-57, en 148 partidos. Fue el máximo artillero de los Millonarios en ese ciclo. Labruna vivió las mejores etapas de River: como jugador integró La Máquina en la década del ''40 y fue multicampeón en la del ''50; y como técnico recuperó la gloria en los ''70. En total, hizo 292 goles en 515 partidos.
/// Clarín Deportivo 16 3/8/2002 UN EQUIPO PRACTICO Y VISTOSO QUE LE DIO AL CLUB EL METROPOLITANO 69, UNICO TITULO DE SU HISTORIA
Aquella locura funebrera Moldeado por el entrenador Argentino Geronazzo, y con jugadores de la talla de Bargas, Recúpero, Poncio, Marcos —su gran figura— y Neumann, superó 1-0 a Racing en las semifinales y a River, con un 4-1 inolvidable, en la final. -------------------------------------------------------------------------------Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Como en 1967 con Estudiantes, otra vez los de abajo estuvieron arriba. Chacarita, con un equipo sin grandes figuras, pero con un gran sentido colectivo y solidario, se dio el lujo de ganar el Metropolitano de 1969 con una histórica goleada en la final 4-1 a River, que llevaba ya 12 años buscando un título. En 1968 llegó como técnico Argentino Geronazzo, un estudioso, trabajador incansable y conocedor de los secretos de la táctica. Fue modelando el equipo y los jugadores conocieron todas las variantes: Marca en zona, con líbero y stopper, achique. Todo. Además, tenía una enorme personalidad. Ese año, jugando como visitante con Atlanta, al finalizar el primer tiempo perdía 2-0. Un allegado quiso arengar a los jugadores y a los gritos pidió: "Vamos, Chaca, garra y corazón". Geronazzo lo increpó: "¿Quién es usted para dar instrucciones?", y dirigiéndose a los jugadores les dijo: "Salgan a la cancha y diviértanse todo lo que puedan". Chacarita dio vuelta el resultado: ganó 3-2. Geronazzo supo encontrarle la ubicación a los jugadores: Angel Hugo Bargas era 3 y lo ubicó como marcador central. Alberto Poncio pasó del fondo al mediocampo. Franco Frassoldati marcaba la punta derecha y lo mandó a la izquierda. En el medio, el secreto del equipo era tener la pelota. Se juntaban Leonardo Recúpero y Poncio y cuando llegó Juan Carlos Puntorero toqueteaban y no había manera de sacársela. El técnico sostenía que la mejor manera de defender era manejar el balón en la zona media. El factor desequilibrante en ataque era Angel Marcos, un puntero con técnica y desborde, que contaba con delanteros implacables: El Cuza Rodolfo Orife, quien había llegado de Estudiantes, y el Tanque Horacio Neumann, pura potencia. Y como alternativas ofensivas, dos verdaderos talentos: Carlos María García Cambón y Juan Antonio Gómez Voglino. Años después, Marcos, figura en el fútbol francés, definió al equipo: "La idea esencial era manejar determinadas situaciones en un partido y el respeto por la pelota. Marcamos una pequeña época. Porque en ese momento privaba la destrucción y nosotros jugábamos sueltos, le dimos un aire de libertad a los hábiles, a los que creían en el fútbol como un juego". Cuando se inició el Metropolitano —ya con Federico Pizarro como DT en lugar de Geronazzo—, pocos se animaban a vaticinar que ese equipo haría historia. La intención era salvarse del descenso, con el que había estado comprometido en los años anteriores. Sobre todo cuando en la segunda fecha Lanús lo goleó 7-1. Es difícil que un equipo pueda reponerse de una derrota tan contundente. Sin embargo, el equipo demostró que tenía reservas espirituales y al partido siguiente goleó 5-0 a Colón. Y siguieron el camino, demostrando que el alejamiento de Geronazzo no los había achicado. Pizarro tuvo la virtud de mantener el esquema que tenía el equipo. Al finalizar el torneo clasificatorio, Chacarita compartió el primer lugar de la Zona A con Boca (30 puntos), pero fue segundo por diferencia de gol. En la otra zona, Racing (35 puntos) aventajó a River (31). En semifinales Chacarita debía enfrentarse con
Racing, en cancha de Boca, y River con Boca, en el estadio de Racing. Por una diferencia con los dirigentes esa misma semana renunció Federico Pizarro y se hizo cargo Víctor Rodríguez. El 2 de julio, en un partido muy parejo, cuando faltaban 3 minutos para el final, Leonardo Luis Recúpero logró el gol del triunfo y la clasificación del equipo de San Martín para la final. Al día siguiente, Boca y River protagonizaron un partido horrible. En caso de igualdad se clasificaba el conjunto que tuviera más goles a favor. River había marcado uno más que su clásico rival y se favoreció con el empate sin goles. El 6 de julio la cancha de Racing fue una fiesta. Con toda la tribuna superior repleta de hinchas de River, que esperaban quebrar la racha de doce años sin título. Y abajo, en minoría, todo el fervor de los hinchas del club de uno de los barrios más porteños y al que el destino había llevado del otro lado de la General Paz. La superioridad de Chacarita fue manifiesta desde el comienzo. A los 12 minutos, Neumann puso el 1-0, con una media vuelta. Trebucq marcó el empate casi enseguida. Pero nuevamente el Tanque, con un remate impresionante, colocó el 2-1. En el segundo tiempo, primero Marcos, con un golazo propio de su calidad, estampó el 3-1. Y a los 11 minutos, Frassoldati selló el 4-1. Inolvidable. Y todavía faltaba más de media hora. Los de la tribuna de arriba se fueron antes. El festejo fue para los menos. Para los de abajo. Chacarita fue campeón respetando a "los que creían en el fútbol como un juego", como recordó alguna vez Angel Marcos.