3. La sociedad rural y la revolución:

S E G U N D A PA R T E 3. La sociedad rural y la revolución: En el medio rural se pueden identificar: 1. Grandes propiedades (latifundios – “la estan
Author:  Felipe Pinto Vera

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S E G U N D A PA R T E

3. La sociedad rural y la revolución: En el medio rural se pueden identificar: 1. Grandes propiedades (latifundios – “la estancia cimarrona”) cuyos propietarios muchas veces no vivían en la estancia, sino que en Montevideo, dedicados también a la actividad comercial. (Muchas de éstas se ubicaban sobre todo al norte del Río Negro y eran frecuentemente visitadas por partidas de portugueses que aprovechaban la zona de frontera). 2. Grandes y medianos hacendados que residen en sus estancias y se dedican a una cría más metódica del ganado, compartiendo sus campos y el trabajo con “arrendatarios”. 3. Pequeños hacendados que son ocupantes sin títulos, que muchas veces trabajan para el gran hacendado como “peón” y tienen pequeñas huertas para el consumo familiar (lo que los convierte también en labradores o campesinos). 4. Próximo a Montevideo se encontraban chacras de mayor tamaño, que producían para el abasto de la ciudad y para los barcos que llegaban al puerto montevideano. 5. Hombres sueltos – lo que se denominaban “gauchos”- que trabajan de forma zafral (no era lo más abundante, pues la familia constituía el núcleo social básico en el medio rural).

3.1 Las mujeres revolucionarias: “Hubo mujeres orientales que participaron activamente en el movimiento revolucionario…. Así lo pone de manifiesto una orden del jefe de la partida realista llamada Tranquilizadora de la campaña, que mandó fijar el siguiente bando el 20 de junio de 1812: “por cuanto tengo noticias ciertas que algunas personas de muchas villas y partidos producen expresiones denigrantes contras las disposiciones del Gobierno y su digno jefe,

siendo el mayor número de éstas algunas mujeres atrevidas que fiadas en lo preferido de su sexo les parece tienen alguna particular libertad para expresarse de cualquier modo…” Más medidas represivas para personas de ambos sexos fueron tomadas por Vigodet por bando del 26 de julio de 1812… [en uno de sus artículos se estipuló]: “Que todo individuo de cualquier clase o condición que prestase auxilio directo o indirectamente a chasques, partidas de los caudillos sublevados, sería fusilado en el término de cuatro horas, si fuese mujer, condenada a reclusión por un año en el Hospital de la Capital de esta Provincia.”1

3.2 El impacto del ¨Éxodo” en el comportamiento humano: “En correspondencia del presbítero Santiago Figueredo, elevada al obispo de Buenos Aires Dr. Benito Lué y Riega el 15 de diciembre de 1811, le informaba sobre la indigencia física y moral que agobiaban a los orientales, en la derrota que los llevaba al “exilio”. En el documento que transcribimos, el sacerdote explica que durante la Redota se formaron parejas que no formalizaron su situación ante Dios, es decir, que no contrajeron matrimonio y que el resultado fue el aumento de nacimientos de niños sin padre conocido: “Han venido los mancebos con sus mancebas, los amantes con los objetos de su cariño y los novios tras la dulce esperanza de su corazón. Muchos pretenden salir del lamentable estado en el que se hallan y disfrutar lícitamente o entrar en la posesión del objeto de su amor; pero encontrando en mi la justa oposición, que motiva la escasez de mis facultades; a los imposibles, que presentan las circunstancias de un vecindario errante y sin domicilio, o continuar su desordenada vida, o le dan principio para saciar sus pasiones o se ausentan con sus cómplices a disfrutar en solitarios bosques la libertad que no pueden al lado de sus madres… Las hijas no están seguras al abrigo de sus madres, favoreciendo sus locos proyectos la soledad de los montes por dónde transitamos, sin que pueda contenerlas la vigilancia y el celo de nuestros jefes para que se desaparezcan casi diariamente niñas decentes o de honrados padres”. Al regreso de la emigración, en el llamado Paso de la Arena de Santa Lucía chico, en 1813, a unos 10 kilómetros de la entonces Villa de San Fernando de la Florida, acamparon el ejército oriental y las familias. En los registros de la parroquia floridense [figuran en esos 1 Aníbal Barrios Pintos, El silencio y la voz. Historia de la mujer en el Uruguay, Linardi y Risso, Montevideo, 2001, p. 120

días muchos niños bautizados con padre desconocido]… Se ignora la proporción que alcanzó el nacimiento de niños no legítimos, como consecuencia de las uniones extramatrimoniales y durante las marchas, situación que estaba socavando los fundamentos morales [para el religioso Figueredo] de algunas familias orientales.”2

4. Grupos étnicos: 4.1 Afrodescendientes: ¿Qué o quién era un esclavo? Las leyes de Indias no dejaron ninguna definición de “esclavo”. El historiador Petit Muñoz señala que el esclavo, jurídicamente, era una cosa, es decir, que no se le reconocen los mismos derechos que a un hombre libre y compara su situación con la del esclavo de los últimos períodos del derecho romano: “En los comienzos del derecho romano el esclavo era una cosa de la cual el dueño tenía la propiedad absoluta, podía incluso ser muerto por éste. Una evolución paulatina de las costumbres, que se iban reflejando en las normas de derecho, empezó por suprimir la facultad de matar al esclavo y poco a poco a limitar el derecho que asimismo tenía el amo a infligirle mutilaciones y heridas graves”. Petit agrega que en el derecho indiano, “la influencia de las ideas cristianas, [agrega] algunos rudimentarios principios de humanidad. Con todo el esclavo sigue siendo jurídicamente una cosa. [...]”3

2 Aníbal Barrios Pintos, El silencio y la voz…, op.cit. p. 64. 3 Eugenio PETIT MUÑOZ, “La condición jurídica”, en: Eugenio PETIT MUÑOZ; Edmundo NARANCIO; José M. TRAIBEL, La condición jurídica, social, económica y política de los negros durante el coloniaje en la Banda Oriental, Montevideo, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1948, Vol. 1, Primera Parte, Montevideo, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1948, pp. 183-188.

¿De dónde venían? “[...] Los antecesores de los actuales [afrodescendientes] fueron traídos forzadamente, y no pertenecían a una sola región ni a una sola cultura. Es creencia general que los africanos traídos a estas tierras pertenecían a un grupo homogéneo. Se suele leer que «los afrouruguayos descienden principalmente de grupos del tronco bantú...» En realidad provenían de varios lugares: del centro de África, de la costa occidental, del sur y de la costa oriental. Muchos eran mahometanos, puesto que el islam ya había penetrado hasta ciertas zonas del Sáhara. De modo que estamos en presencia de un mosaico cultural muy grande que, a su vez, entró en contacto con los indígenas y los europeos. [...]”4. ¿Qué o quién era un traficante de esclavos? “A los africanos les quitaron la posibilidad de ser. Les robaron su cultura, sus creencias, sus idiomas, sus nombres, su identidad. Les destruyeron lo sagrado de las familias, matándoles en un primer momento a todos los que se opusieron a la conquista. El «comercio de esclavos» se transformó en uno de los rubros fundamentales de la economía montevideana, y sus impulsores se enriquecieron vendiendo gentes. Este fatídico tráfico que no dudamos en calificar como el mayor crimen cometido contra la humanidad, fue decisivo en el desarrollo económico y en el rápido crecimiento del giro financiero de Montevideo. Los negreros o traficantes de «esclavos» eran los más destacados comerciantes de Montevideo, integrante de una sociedad «fina y culta», alta burguesía, que al conocer tantos y tantos nombres podemos estimar el volumen que alcanzó el esclavismo en estas tierras.”5

4 Oscar MONTAÑO, Umkhonto: la lanza negra. Historia del aporte negro-africano en la formación del Uruguay, Montevideo, Rosebud, 1997, pp. 13-14. 5 Oscar MONTAÑO, Yeninyanya (Umkhonto II). Historia de los afrouruguayos, Montevideo, Mundo Afro, 2001, p. 21

El trato a los esclavos “Es casi un lugar común de la historiografía rioplatense confrontar con resultados ampliamente favorables las condiciones de vida de los esclavos de Buenos Aires y Montevideo con los de otras regiones de América. La inexistencia de minas y plantaciones donde imperaron las más tremendas condiciones para los africanos, así como para los indios, determinan esta indudable mejor situación. En todo caso, y exceptuando naturales vínculos afectivos hacia el esclavo doméstico, seguramente su alto costo llevó a prestar los cuidados mínimos tendientes a conservar esa fuente de ingresos. Pero el esclavo fue castigado duramente. [...] Aunque la ley limita los castigos, los presupone y sólo interviene para evitar la muerte o el castigo que puede en realidad provocarla, obligando a venderlo por servicia. Pero la crueldad del sistema se expresa no sólo en el castigo físico...El esclavo podía pedir que se le pusiera a la venta. […] Pero esto se discutía. […] Y en los hechos se burlaba […] toda pretensión del esclavo en ese sentido elevaba su precio, sin que hubiera norma que pudiese impedirlo. Si el ser humano tiene una carne sensible que puede padecer malos tratos y azotes, también tiene sentimientos que lo hacen vulnerable y que dan pie al ensañamiento […] En manos de amos que los burlaban, en una sociedad que los oprimía, los esclavos soportaban la explotación más dura y la humillación constante. [...].” 6

6 Lucía SALA DE TOURON, Nelson DE LA TORRE y Julio Carlos RODRÍGUEZ, Estructura económico social de la colonia, Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos, 1967, pp. 144 –145 y 170.

Por otro lado, el esclavo podía comprar su libertad, cosa que no era fácil de conseguir, ya que el patrón podía, arbitrariamente, pedir más dinero. Para juntar lo necesario, muchas veces conjugaban las responsabilidades en casa de su amo con otros oficios, como el de sastre. En otros casos, la libertad era legada por testamento y solía concederse a esclavos que llevaran muchos años sirviendo a la familia. Un ejemplo son las esclavas que como nodrizas ejercieron de amas de leche y criaron niños a los que luego sobrevivieron: “Cada pueblo africano vino con su bagaje cultural, si bien no trajeron libros, si trasmitieron a través de las mujeres-madres toda una educación muy diferente a la europeizada. Las nodrizas cumplieron un papel fundamental durante muchos años, los niños de la clase alta o media-alta fueron educados por ellas. Y esas mujeres tenían una cultura tradicional africana que trasmitían a sus «educandos». ¿Qué enseñaban como mitos, como consejos, como cantos?, ¿qué enseñaban como filosofía mágica de la vida a los niños?: su visión africana. Desde que nacían hasta por lo menos cinco años de edad, una de las edades más receptivas del hombre, la mayoría de los niños pudientes latinoamericanos estuvieron supeditados a una pedagogía africana. Y eso no es percibido por la Historia tradicional u oficial [...]”7 Pero como dijimos antes, los esclavos eran percibidos como cosas que formaban parte del patrimonio de la familia y no era muy frecuente que renunciaran a ellos, a menos que la edad o la enfermedad los convirtiera en una carga para la familia: “El trato a los esclavos cuando llegaban a viejos también revelaba ‘crueldad’, a menos si lo medimos con nuestros cartabones de sensibilidad. Con frecuencia, los ‘amos los mandaban a morir en el Hospital por no tener ese triste espectáculo en sus casas’, comprobó, sin criticar, la Hermandad de Caridad de Montevideo en 1826”8.

7 Oscar MONTAÑO, Umkhonto: la lanza negra. Historia del aporte negro-africano en la formación del Uruguay, Montevideo, Rosebud, 1997, pp. 13-14. 8 José Pedro BARRAN, Historia de la sensibilidad en el Uruguay. La cultura “bárbara” (1800-1860), Montevideo, EBO-FHC, 1991, p. 86.

Los esclavos en la revolución “Numerosas proclamas de la época presentaban a la Revolución como el “grito de los pueblos de la América por su libertad”. Claro que el significado del vocablo ‘libertad’ variaba en función de los intereses y posición de quien lo estuviera enunciando, y en las revoluciones hispanoamericanas, en general, fue especialmente restrictivo cuando se refería a la institución de la esclavitud. Bajo argumentos de diverso tipo (defensa del derecho de propiedad, falta de preparación de los esclavos para vivir en libertad, entre otros), se justificó el mantenimiento de la esclavitud. Las medidas planteadas -libertad de vientres o prohibición del tráfico negrero, por ejemplo- debían conducir gradualmente a la “extinción” de la esclavitud [...] “La formación de batallones no ponía en cuestión la institución de la esclavitud. Ya fuera que se pagara una compensación a los amos o se tomara los esclavos de “los enemigos”, se estaba reconociendo a un particular o al Estado el derecho a disponer de esas personas. Además, el hecho de conformar batallones separados contribuía a mantener la discriminación: menores salarios y ración, trabajos pesados, restricciones en los grados militares que podían alcanzar. La participación de morenos y pardos en los ejércitos, a su vez, derivó en la disminución de la proporción de esclavos varones en el conjunto de la población. Con los datos que disponemos hasta ahora no es posible ponderar cuánto de esta disminución se debió a la obtención de la libertad por el reclutamiento, a la mortandad en acciones militares, a las fugas y deserciones o a la interrupción del tráfico de esclavos.”[...] “La coyuntura revolucionaria posibilitó que los esclavos encontraran un espacio de libertad y, en lo inmediato, pudieran “descontar” una parte del tiempo de opresión y discriminación. Pese a la inexistencia de medidas generales de corte abolicionista, el orden provisorio que proclamaba la revolución privilegiaba a los “más infelices” y así fue interpretado por los esclavos, aunque supieran que el respeto a su libertad iba a depender de la fuerza que individual o colectivamente tuvieran para defenderla.”9

9 Ana Frega. “Caminos de libertad en tiempos de revolución. Publicado en Arturo Bentancur, Alex Borucki y Ana Frega, compiladores, Estudios sobre la cultura afro-rioplatense. Historia y presente. Montevideo, Dpto. de Publicaciones, FHCE, 2004, pp.45-66.

Tiempo de fiesta Si bien las condiciones de vida de los esclavos eran muy duras, también es cierto que supieron encontrar espacios de reunión y diversión. San Benito y San Baltasar fueron los santos con más devotos entre la población negra de Montevideo colonial, y en el caso de Baltasar, estuvo y está asociado a la fiesta del día de Reyes. El 6 de enero los esclavos solían conseguir un permiso especial del Cabildo y de sus patrones, se reunían en la Catedral y luego, organizados según sus reinos de procedencia, se entregaban a los tambores y a la fiesta.

4. 2 Indígenas En primer lugar debemos tener presente que no existía un grupo llamado “los indígenas” como si fueran un todo homogéneo. Los indígenas que habitaban en este territorio pertenecían a grupos étnicos distintos, cada uno de ellos con diferentes formas de vida, costumbres, etc. Por un lado podemos encontrar grupos de cazadores nómades como los charrúas, a los que en la época se denominaba “infieles”. Estos grupos no tuvieron un papel protagónico en la revolución, sino que más bien fueron tejiendo alianzas con los revolucionarios cuando las circunstancias así lo ameritaban.

Por otro lado, nos encontramos con otro grupo, como los guaraníes-misioneros, que desde la guerra guaranítica y tras la expulsión de los jesuitas del territorio americano, huyeron desde los pueblos misioneros hacia el sur, llegando hasta la región platense. Estos indígenas conocían y practicaban la agricultura y la ganadería; eran grandes artesanos, tejedores, sabían tallar en madera, construir muebles y una variedad importante de instrumentos musicales. Todos estos conocimientos y habilidades las habían desarrollado durante los años de tutela jesuita y fueron luego los que hicieron posible el funcionamiento de ciudades como Montevideo. Grupos de indígenas como éste, sedentarios, sí constituyeron un aporte primordial al ejército revolucionario y estuvieron, desde temprano, involucrados en la causa artiguista. * Los Charrúas: aliados necesarios “En toda la América española se pudo observar como las fuerzas en pugna se lanzaron a contar con el apoyo de los distintos grupos indígenas, incluso de aquellos que permanecían al margen de la sociedad colonial, considerados como bárbaros o infieles. En la nueva situación, la definición de “indio amigo” o “indio enemigo” no dependió ya, como en el régimen colonial, de su condición de sedentario y cristiano para el primero y de “infiel” y nómade para el segundo, sino de su adhesión a uno u otro de los bandos en pugna. En el caso de la Revolución en la Banda Oriental sus promotores, especialmente Artigas, logró obtener la alianza con los grupos nómades (…) La participación de los infieles como aliados revolucionarios no respondió a un sentimiento de Patria, pues la Patria criolla en absoluto coincidía con lo que podríamos denominar la Patria charrúa-minuán. Por el contrario, eran incompatibles. Sólo por mutua conveniencia o ante un enemigo común podían estar aliadas ambas sociedades.

Estos indígenas sabían perfectamente que estaban enfrentados a una situación límite, totalmente cercados, sin aliados y, por tanto, expuestos a su total exterminio. La guerra civil entre los “cristianos” –mirada desde las tolderías eso era la Revolución- era la providencial oportunidad de escapar a ese cerco fatal al que se veían absolutamente constreñidos. Entrar en una alianza con el bando que dominara la campaña –fuera el que fuera- les permitiría romper el cerco y recuperar el espacio vital para sus desplazamientos que habían perdido” 10. En 1811 lo vemos con claridad: “Un cambio sustancial se produjo cuando penetró en el territorio un fuerte ejército portugués y los orientales quedaron prácticamente solos para enfrentarlo. Entre agosto y setiembre de 1811, ante la nueva situación bélica –que cambiaba además el principal escenario de la guerra, trasladándose al norte del río Negro- tanto portugueses como orientales buscaron atraer a su lado a las tolderías de infieles, no sólo para valerse de sus lanzas, sino para evitar que el enemigo pudiera contar con ellas (…) El combate del Arapey, ocurrido el 21 de diciembre de 1811, en las cercanías de Belén, marcó la primera participación de los infieles junto a las fuerzas revolucionarias. Es claro que la Revolución ni en su origen ni en su desarrollo se planteó modificar la situación de las tolderías nómades y que en los hechos ninguna transformación sufrieron. Sí se produjo, con seguridad, un acercamiento o conocimiento mayor entre algunos Jefes militares del mundo criollo con caciques infieles” 11. “Otro singular aspecto a destacar –también impuesto por la nueva lógica revolucionariaconsistió en que sus tradicionales pautas de comportamiento –robos de ganado, saqueos a estancias y frecuentes asesinatos- hasta entonces condenados y causa principal de las severas campañas punitivas contra ellos, ahora pasaban a ser acciones aceptadas, incluso promovidas, si eran ejecutadas contra el enemigo” 12. 10 Oscar Padrón Favre, “Los charrúas-minuanes en su etapa final”. Tierradentro Ediciones, 2004. 11 Oscar Padrón Favre, op. citado 12 Oscar Padrón Favre, “Los charrúas-minuanes en su etapa final”. Tierradentro Ediciones, 2004.

Carlos Maggi, para una columna del diario El País escribe: “En la noche del 16 de enero de 1813, al ejército de Sarratea, le quitan los caballos. Tres días después del robo, Sarratea le escribe a Artigas: - ‘He sabido con asombro que el 16 a la noche se han tomado algunas caballadas de las divisiones del ejército y los bueyes del parque’. Sarratea dice ‘algunas caballadas’, pero Artigas dice, sin mentir, que esa noche, le sacaron: ¡¡"2.700 caballos y 700 bueyes"!! como después confirmará Rondeau. (…)El arreo se hizo por el camino de las tropas que abastecía a los tres ejércitos, desde la estancia de García de Zúñiga. En un camino de tropas los rastreadores no pueden leer huellas; y como vimos, en esa estancia estaba acampada la tribu charrúa”. “Aquellos que gustan de magnificar el rol desempeñado por esas fuerzas en la gesta oriental olvidan que pocas veces se integraron formalmente a las fuerzas revolucionarias. Actuaron siempre con gran autonomía, desarrollando su propio tipo de guerra de acuerdo a sus intereses, lo cual no pocas veces chocó con los objetivos o el propio éxito de la revolución liderada por el mundo criollo. (…) muy diferente en su modalidad e importancia fue la [participación] de las nutridas unidades guaraníes-misioneras en todo el proceso revolucionario.”13

13 Oscar Padrón Favre, “Los charrúas-minuanes en su etapa final”. Tierradentro Ediciones, 2004.

Misioneros: tapes/ guaraníes “Cuando el Caudillo hablaba de estimular a que los indígenas se autogobernaran, de respetarles sus propiedades y derechos, de entregarle tierras, siempre se estaba refiriendo a los indígenas guaraníes –misioneros u otros grupos de sedentarios, agricultores. (…) Para 1820, en absoluto la situación de los charrúasinfieles se había modificado respecto a sus pautas culturales. Con frecuencia se ha tratado de forma genérica el tema de Artigas y los indios, omitiéndose casi siempre plantear la distinción básica de la cual se debe partir siempre al analizar el rol de los indígenas en nuestro pasado y formación nacional, es decir si se trata de los indígenas sedentarios (especialmente los guaraníes-misioneros) o los nómades (charrúas y minuanes).”14

El protagonismo de los guaraníes durante el período es indiscutido. De todos los que participaron, Andrés Guacurarí es sin duda uno de los más destacados, llegando a convertirse en el Gobernador de una Provincia gobernada por blancos. Guacurarí llegó a Corrientes en 1818 para sofocar un levantamiento que había apartado de su cargo a un Gobernador federal, sustituido por Vedoya, afín al centralismo porteño. No sólo consiguió vencerlo, sino que fue designado gobernador. Durante su administración tomó medidas tendientes a mejorar la condición de vida de guaraníes y esclavos, lo que le valió el rechazo de la burguesía correntina, registrándose algunas anécdotas divertidas al respecto: 14 Oscar Padrón Favre, op. citado

Andresito invitó al Cabildo a asistir a un festival de danzas y obras teatrales nativas a realizarse en la iglesia Matriz. Los miembros de la aristocracia local no se dignaron a asistir a ninguna de las funciones, por lo que Guacurarí decidió castigarlos de la peor forma: los hizo trabajar. Así es como los condenó a tener que carpir y limpiar toda la plaza central de Corrientes durante una calurosa jornada.

¿Sabías que… -

… durante el Segundo Sitio de Montevideo, los habitantes de la ciudad tuvieron serias dificultades para conseguir agua potable porque el ejército sitiador controlaba la Aguada?

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… la Casa de Comedias fue el primer teatro que tuvo Montevideo? Fue creada en 1793, siendo una de las últimas en inaugurarse entre las capitales de la América española.

Casa de Comedias

Primera Biblioteca Pública

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… la primera Biblioteca Pública fue instalada en los altos del fuerte de Montevideo, actual Plaza Zabala? Su inauguración coincidió con las Fiestas Mayas de 1816, celebración en homenaje al 25 de mayo de 1810, fecha reconocida como fundacional del proceso de independencia de España.

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… para estrechar vínculos con la élite montevideana durante la invasión y dominación lusitana, los portugueses promovieron los matrimonios con muchachas jóvenes de las familias acomodadas?

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… durante la emigración de 1811 se formaron parejas y tuvieron hijos sin casarse y que esto era tolerado pero mal visto por la Iglesia y la sociedad?

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… el vino carlón fue el tinto predilecto en el Río de la Plata desde mediados del siglo XVI hasta muy avanzado el XIX? Tenía una graduación alcohólica de hasta 16º y se impuso en la región porque durante la colonia, la Corona adjudicó el monopolio a los bodegueros españoles: para el virrey, los funcionarios y la élite local, vinos finos de la Rioja; para el “populacho”, vinos baratos de Benicarló. Nombre que el uso transformó en “Carlón”.

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… durante la colonia, la gente gustaba de apostar en juegos de toda clase. Milton Schinca lo recrea en esta historia (pp. 27-28): “[…] Empezando por las barajas, vale la pena enumerar todos los juegos de cartas con que se entretenían los montevideanos en los dichosos tiempos coloniales: el tres siete (o tresiete): el truque (que no es lo mismo que el truco, aunque tienen elementos comunes); el treinta y una; el paro; la banca; el pecado; la primera; la biscambra; y –por cierto– el truco propiamente dicho; etc. […] Pero aparte de los juegos de naipes, enormemente populares, en el Montevideo colonial tenían no menor aceptación las bochas, la pelota de mano (había una cancha cerca del Portón de la Ciudadela), las carreras de caballos, los bolos y, por supuesto, el billar, que llegó a nuestras costas muy temprano. Pero quizás el juego más difundido fue la lotería de cartones, que congregaba por las noches a las familias y amistades en tertulias interminables; pero que también fue timba admitida públicamente, que se jugaba en bien conocidos lugares céntricos adonde acudían en tropel los apostadores... Y se jugó a las damas, y al dominó, y a la rayuela, y a.... Se ve que ocio era lo que sobraba en aquel Montevideo donde todavía no se conocían los trabajos dobles o triples”.

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… durante el siglo XIX la gente prefería pasar sus últimos días en casa? También era común que recibieran muchas visitas: El cura para resolver los asuntos espirituales. Entre los sectores acomodados, recibían a los albaceas para resolver los asuntos seculares. Si se trataba de hombres venían los compañeros de su cofradía, amigos y hasta desconocidos que llegaban a la casa a presentar sus respetos.

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… entre los hombres era común que fueran enterrados con el hábito de San Francisco? Es una costumbre que se remonta a la Edad Media europea, ya que San Francisco era habitualmente representado usando la cuerda de su hábito para rescatar las almas del purgatorio. Por ello, al enterrarlos con estas ropas, el propósito era ayudar al difunto a cruzar con éxito el camino del purgatorio.

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… las mujeres en ambos bandos, tanto el revolucionario como el conservador, tuvieron papeles destacados en el período? Si bien es cierto que las investigaciones historiográficas tienen mucho por delante, sabemos que asumieron roles de suma importancia: escondieron en sus casas a los hombres que defendían su causa y que estaban siendo perseguidos por la autoridad de turno, asumieron responsabilidades que en tiempos de paz eran patrimonio exclusivo de los hombres; cuidaron a los heridos; y hasta llegaron a tomar las armas.

Otras curiosidades Jabalíes Fueron traídos de Europa al territorio uruguayo, en las primeras décadas del siglo XX, por el estanciero Anchorena. Su propósito era entretenerse casándolos en su estancia. Al poco tiempo se propagó por todo el territorio.

La Estanzuela Se trata del lugar al que iban a lavar la ropa, a partir de mediados de 1790, las lavanderas de Montevideo. El área no está delimitada con claridad, pero parece ser que coincide con la zona del Parque Rodó, en las proximidades de la Facultad de Arquitectura. Si te interesa el tema, en esta página encontrarás una selección de documentos que cuentan la historia del lugar y sus protagonistas.

Carnaval Se trata de una de las fiestas populares más esperada por los montevideanos, en especial por las clases populares. Durante unos días todo se invierte y las libertades se hacen más extremas. Además de los disfraces que ridiculizan a las autoridades y de los bailes, una de las actividades preferidas de los habitantes de Montevideo son los combates. El agua era la reina, pero a la hora de la “batalla”, se llegaron a utilizar otras cosas, como por ejemplo: “… huevos de gallina o gaviota o los muy tempranamente prohibidos de avestruz, prácticamente mortales, ‘piedras a cuenta de huevazos’, ‘harina y polvos colorados’,

‘tarros’, ‘cajas de lata’, ‘canastas’, ‘vejigas’, ‘frutas’, ‘aguas sucias’, ‘bolsas de arena y cal’, ‘almidón’, ‘pintura’, y hasta ‘gatos’ […]”15.

Corpus Christi Según cuenta Barrán, durante la colonia “la danza lasciva, la bebida y el ‘desorden en el porte’, habían sido compañeros inseparables del festejo popular del Corpus Christi que la Iglesia se esforzó por reglamentar. Los acuerdos del cabildo hacen referencia al financiamiento de esas ‘danzas […] por los pulperos y demás personas del comercio’, así como a los protagonistas del baile: ‘los soldados’ de la guarnición a veces, los ‘pardos’, los ‘negros’ y los ‘zapateros’ en otras oportunidades. A veces estallaba el prejuicio racial y los ‘soldados’ no querían salir en danza si lo hacían los ‘pardos’, como en mayo de 1760. En otras ocasiones, como en enero de 1817, la procesión era seguida por ‘una carrera’ (de sortijas, tal vez)”16.

El 1º de mayo era fiesta en Montevideo, pero no se trataba del Día de los Trabajadores. Ese día se rendía homenaje a los santos patronos de la ciudad. Así describe la celebración el escritor Milton Schinca en “Boulevard Sarandí” (pp. 29-30): “Primero debían encaminarse en procesión hacia la iglesia Matriz, pero antes se dirigían hacia el Fuerte (hoy Plaza Zabala), donde hacían un alto con gran ceremonia porque allí los aguardaba majestuoso el Gobernador, con su traje de gran gala recargado de entorchados y condecoraciones. A su derecha se situaba el Alférez Real, a su izquierda el Alcalde de Primer Voto, y ahora sí marchaban todos juntos hacia la Catedral, preparada con el mayor boato que permitía nuestra irremediable medianía. En la entrada de la Matriz aguardaba el Cura Vicario, quien les daba el agua bendita. Luego tenían lugar con toda pompa la misa y el sermón, casi siempre a cargo de algún religioso de lustre, venido especialmente de Buenos Aires. Era impresionante en verdad aquel ceremonial encuadrado en un marco de suntuosidad pocas veces vista entre nosotros: ¡es que no merecían menos nuestros muy venerados Santos Patronos!

15 José Pedro BARRAN, Historia de la sensibilidad en el Uruguay. La cultura “bárbara” (1800-1860), Montevideo, EBO-FHC, 1991, p. 114. 16 José Pedro BARRAN, Historia de la sensibilidad en el Uruguay. La cultura “bárbara” (1800-1860), Montevideo, EBO-FHC, 1991, p. 139.

Sin embargo, no todo se reducía a ceremonias oficiales o religiosas. El vecindario entero participaba de aquellos grandes fastos. Se iluminaban profusamente las calles; los frentes de las casas aparecían generosamente engalanados, procurando sobresalir en vistosidad; y por las tardes se celebraban corridas de toros durante tres días seguidos, que remataban por las noches con fuegos artificiales, mascaradas, músicos ambulantes...”.

Multa por amancebamiento y otros castigos Según Milton Schinca en “Boulevard Sarandí” (p. 23) El castigo a las parejas que vivían juntas sin estar casadas consistía en una multa de 50 pesos o 4 meses de trabajo obligatorio. Como señala Barrán, en la Banda Oriental “fue común el espectáculo del castigo físico del cuerpo de los reos”. Uno de los ejemplos que rescata de los archivos es el caso del mulato Cayetano, acusado de robar vestiduras sagradas de la Iglesia de San Francisco: “… encima de un caballo ‘con las seguridades correspondientes y llevado delante del pregonero’ quién en las esquinas leía el pregón siguiente: ‘Esta es la justicia que manda hacer el Rey […] en este reo, por ladrón de vestiduras sagradas’, y en esta forma y en cada esquina se le dieron 5 azotes hasta alcanzado el número de 200 a que estaba sentenciado; ‘siendo ya como las 12 del día se concluyó la ejecución de la sentencia’”17.

17 José Pedro BARRAN, Historia de la sensibilidad en el Uruguay. La cultura “bárbara” (1800-1860), Montevideo, EBO-FHC, 1991, p. 57.

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