4. Barroco (siglo XVII)

Lengua y Literatura - Prof: S.Calvín & E.Raineri 4. Barroco (siglo XVII) Se trata de una extensión del Renacimiento, surgida en un mundo en crisis (

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4. Barroco (siglo XVII) Se trata de una extensión del Renacimiento, surgida en un mundo en crisis (económica y social) que lleva a una visión negativa del mundo. La mejor expresión del Barroco la encontramos en España, donde hubo dos escuelas: el Culteranismo, que pretende crear belleza por medio de la forma y cuyo representante fundamental fue Luis de Góngora, y el Conceptismo, que se preocupa por el contenido, utilizando conceptos más profundos. El principal exponente del Conceptismo fue Francisco de Quevedo. En América, lo mejor de la literatura barroca fue, sin lugar a dudas, la obra de Sor Juana Inés de la Cruz.

Las características principales de este movimiento son: preocupación por el paso del tiempo (la fugacidad/brevedad de la vida, la ruina, la decadencia física, la muerte). el tema de la imagen (retratos, espejos, etc.) como engaño de los sentidos. los opuestos (verdadero/falso, vida/muerte, etc.) el pesimismo. el desengaño.

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Luis de Góngora y Argote (España, 1561-1627)

DE LA BREVEDAD ENGAÑOSA Un cometa era una señal de un mal presagio. A quien es tan necio que duda de la brevedad de la vida, cada Sol que sale es como un cometa que se lo está advirtiendo.

DE LA VIDA

Menos solicitó veloz saeta destinada señal que mordió aguda; agonal carro por la arena muda no coronó con más silencio meta que presurosa corre, que secreta a su fin nuestra edad. A quien lo duda, fiera que sea de razón desnuda, cada Sol repetido es un cometa. ¿Confiésalo Cartago y tú lo ignoras? Peligro corres, Licio, si porfías en seguir sombras y abrazar engaños. Mal te perdonarán a ti los las horas, las horas que limando están los días, los días que royendo están los años.

Las ruinas de Cartago, arrasada por Roma y reducida a la nada, atestiguan lo pasajera que es la pujanza y, en suma, la vida. Licio era el nombre con que Góngora se refería a menudo a sí mismo.

“Una flecha llega a destino menos veloz de lo que llega a su fin nuestra edad; un carro agonal llega a la meta con más silencio de lo que llega a su fin nuestra edad.” Los carros de carreras (agonales) daban siete vueltas sobre la arena del circo, y en cada una de ellas tenían que girar dos veces alrededor de las metas situadas en los extremos de la pista recta. El giro era una maniobra muy peligrosa, en la que muchos áurigas perdían el control y se salían de la pista. Por eso a menudo el público guardaba un silencio sepulcral cuando un favorito llegaba a la meta y se mantenía la tensión hasta que la superaba.

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A UN PINTOR FLAMENCO, MIENTRAS PINTABA SU RETRATO

Robas mi rostro [al copiarlo] Por ser

Hurtas mi vulto y cuanto más le debe

extranjero y por la

a tu pincel, dos veces peregrino,

calidad de

Alude a una de

de espíritu vivaz el breve lino

su arte.

las variantes

en los colores que sediento bebe,

del mito de

La tela

Prometeo, que hizo al hombre de barro y le infundió vida con una chispa de fuego, tal vez del mismo

vanas cenizas temo al lino breve, que émulo del barro le imagino,

otorgó al

vida le fió muda esplendor leve.

Belga gentil, prosigue al hurto noble; que a su materia perdonará el fuego,

un resto del

y el tiempo ignorará su contextura.

éter, del que la

lino, más vano me parece mi temor de que termine hecho cenizas, pues un cuadro de tal calidad va a

Tierra se había separado

Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,

recientemente,

árbol los cuenta sordo, tronco ciego;

Ovidio en las

Cuanto más espíritu bebe el

hombre, tal vez

como apunta

pinta.

a quien (ya etéreo fuese, ya divino)

fuego divino que luego

sobre la que

perdurar sin dudas.

quien más ve, quien más oye, menos dura.

Metamorfosis.

Alude a que su retrato durará más que él mismo: Quien está vivo de verdad, quien ve y oye, dura menos.

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Francisco Gómez de Quevedo (España, 1580-1645)

Si hija de mi amor mi muerte fuese, ¡qué parto tan dichoso que sería el de mi amor contra la vida mía! ¡Qué gloria, que el morir de amar naciese! Llevara yo en el alma adonde fuese el fuego en que me abraso, y guardaría su llama fiel con la ceniza fría en el mismo sepulcro en que durmiese. De esotra parte de la muerte dura, vivirán en mi sobra mis cuidados, y más allá del Lethe mi memoria. Triunfará del olvido tu hermosura mi pura fe y ardiente, de los hados; y el no ser, por amar, será mi gloria.

A ROMA SEPULTADA EN SUS RUINAS

Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino! y en Roma misma a Roma no la hallas: cadáver son las que ostentó murallas y tumba de sí proprio el Aventino. Yace donde reinaba el Palatino y limadas del tiempo, las medallas más se muestran destrozo a las batallas de las edades que Blasón Latino. Sólo el Tibre quedó, cuya corriente, si ciudad la regó, ya sepultura la llora con funesto son doliente. ¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura, huyó lo que era firme y solamente lo fugitivo permanece y dura!

A UNA NARIZ Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un peje espada muy barbado. Era un reloj de sol mal encarado, érase una alquitara pensativa, érase un elefante boca arriba, era Ovidio Nasón más narizado. Érase un espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce Tribus de narices era. Érase un naricísimo infinito, muchísimo nariz, nariz tan fiera que en la cara de Anás fuera delito.

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AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

La muerte podrá acabar con mi vida física y liberar mi alma (concepto judeocristiano) para que pueda cumplir su único afán (deseo), que es amar, pero que aquí resulta lisonjera (obsesiva, aduladora…), es decir, banal y limitada por las circunstancias de la vida terrenal.

La ribera, la vida eterna, la orilla donde descansan los muertos es la orilla del río Leteo, cuyas aguas proporcionan el olvido.

Llama/Fuego = Amor

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

“Todo un dios”: metáfora de la amada.

¿Por qué es blanco el día de la muerte? Una posible interpretación es la del alma liberada que al fin va al encuentro con Dios. En la tradición y la memoria colectiva, el encuentro con Dios es un momento de pureza: el alma libre de pecado encontrándose con su creador.

La “ley severa” no es la muerte sino el olvido al que se verá sometida su memoria de permanecer en el mundo terrenal.

venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido: su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.

Las dos palabras finales (polvo enamorado) resumen la idea principal del soneto.

Después de muerto, nos dice Quevedo, mi alma seguirá amando desde el más allá, con lo que no habrá recuerdo (siempre sometido a la inexorable ley del olvido) sino amor, que seguirá vivo en mi alma en la vida eterna y presente en cada una de las células de mis restos físicos acá en el mundo terrenal. El paso del tiempo es preocupación barroca y, por tanto, el trascender a la vida es deseo colectivo. No obstante, este canto de un hombre enamorado que asegura que no teme a la sepultura, pues su amor sobrevivirá, no es únicamente un poema representativo del Conceptismo, sino, sobre todo, una obra maestra irrepetible.

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Sor Juana Inés de la Cruz (Juana Inés de Asbaje y Ramírez; México, 1651 - 1695)

(A su retrato) Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores, con falsos silogismos de colores es cauteloso engaño del sentido; éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido, es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado: es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?

Miró Celia una rosa que en el prado ostentaba feliz la pompa vana y con afeites de carmín y grana bañaba alegre el rostro delicado;

Yo no estimo tesoros ni riquezas; y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi pensamiento que no mi pensamiento en las riquezas.

y dijo: "Goza, sin temor del Hado, el curso breve de tu edad lozana, pues no podrá la muerte de mañana quitarte lo que hubieres hoy gozado;

Y no estimo hermosura que, vencida, es despojo civil de las edades, ni riqueza me agrada fementida,

y aunque llega la muerte presurosa y tu fragante vida se te aleja, no sientas el morir tan bella y moza:

teniendo por mejor, en mis verdades, consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades.

mira que la experiencia te aconseja que es fortuna morirte siendo hermosa y no ver el ultraje de ser vieja."

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REDONDILLAS

Hombres necios que acusáis a la mujer, sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis; si con ansia sin igual solicitáis su desdén, por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis para prentendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión, ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel,

a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende?, ¿si la que es ingrata ofende, y la que es fácil enfada? Mas, entre el enfado y la pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es de más culpar, aunque cualquiera mal haga; la que peca por la paga o el que paga por pecar? ¿Pues, para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.

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