7 Integración de los préstamos: Un reflejo de la estabilidad del español dominicano

7 Integración de los préstamos: Un reflejo de la estabilidad del español dominicano I. Introducción Algunos investigadores, en especial los que a

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Integración de los préstamos:

Un reflejo de la estabilidad del español dominicano

I.

Introducción

Algunos investigadores, en especial los que adoptan una visión normativa de la lengua, han expresado su preocupación por el posible, e incluso inminente, peligro de deterioro y de fragmentación a que está abocada la lengua española en América. Entre los principales autores que han mostrado ese temor ante el supuesto peligro de escisión del español se cuentan Andrés Bello, Rufino J. Cuervo y Amado Alonso. A mediados del siglo XX, Alonso expresaba su creencia de que ‛el edificio de nuestra comunidad idiomática está cuarteado‘. Entendía que tanto en el léxico como en el aspecto fonético, el fonológico, el sintáctico y el morfológico existían diferencias que podían acarrear males muy graves (Alonso 1956:33-48). Con posterioridad, autores de menor envergadura también se siguen preocupando porque piensan que ‗la lengua española en América ha sufrido sensibles alteraciones‘, acentuadas por la influencia extranjera, que amenazan su unidad y su integridad. Como es natural, la misma preocupación ha sido manifestada en la República Dominicana, donde el tema no solo ha logrado inquietar a algunos filólogos, sino también a figuras de la vida política y social del país. Son conocidas las declaraciones que formuló en su momento Juan Bosch para proponer un plan de 113

rescate o de recuperación del español dominicano, ya que en su opinión se encontraba en un estado avanzado de deterioro y de descomposición. En el fondo, esta actitud medrosa se ve impulsada precisamente por la naturaleza variable de la lengua, que debe adaptarse de manera continua a las necesidades de los usuarios con el fin poder cumplir a cabalidad con su función. Para responder a su misión comunicativa, las lenguas y sus dialectos son, y tienen que ser, entidades complejas y flexibles en las que la unidad convive con la diversidad. De ahí que los fenómenos lingüísticos sean, en esencia, cambiantes, porque consisten en hechos históricos enmarcados en la multiplicidad social y geográfica de los hablantes, así como en las distintas situaciones en las que se realizan los actos de habla. Una consecuencia de la esencia variable de las lenguas es justamente la presencia de elementos de procedencia extranjera. En toda lengua se encuentran préstamos que han llegado como resultado del contacto o de las relaciones que han tenido sus hablantes con otras lenguas a lo largo de la historia. Por tal razón, como se sabe, una lengua ‗pura‘, que no haya heredado ni recibido ningún rasgo de otra, simplemente no existe. Para que tal situación fuera posible tendría que darse la extraña circunstancia de una sociedad completamente aislada e incomunicada con el resto del mundo, en la que todos sus miembros se mantuvieran segregados durante toda la vida, en permanente estado de enclaustramiento. En épocas pasadas, era frecuente que el español tomara palabras prestadas del francés o de otras lenguas. En la actualidad, sin embargo, la influencia del inglés es, si no la única, sin duda

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la más intensa y abundante de todas. Y por varias razones, es también la que provoca las reacciones más adversas de ciertos sectores que se erigen en defensores de la lengua. En distintas obras se pueden leer afirmaciones como estas: ‗los anglicismos constituyen otra plaga en el español‘, ‗la invasión de los anglicismos es masiva‘. Se ha llegado a condenar, por ejemplo, el uso de términos como ‗flirteo‘ y ‗flirtear‘ con el argumento de que ‗todo lo que ellos puedan expresar se encuentra en las voces castellanas coqueteo y coquetear‘ (Alfaro 1970:217). Pero el mismo autor reconoce que estos términos, que ahora parecen castellanos, y que con pleno derecho pueden ser considerados como tales, derivan de la palabra francesa coquette, que a su vez procede de coq (gallo). En este artículo se analizará el proceso de adaptación fonética y de integración morfológica de que son objeto los préstamos del inglés en el campo léxico del béisbol en el español de la República Dominicana. La hipótesis que se plantea es que la entrada de nuevos elementos léxicos procedentes del inglés, no implica ningún peligro de alteración del español, porque el sistema tiene la capacidad de asimilarlos y de integrarlos según su propia estructura. En este sentido, la llegada de los préstamos debe verse como un fenómeno natural mediante el cual la lengua amplía y enriquece su caudal léxico, sin que al hacerlo se modifique su estructura fonológica ni se altere su organización morfológica. Los que se escandalizan y ‛defienden‘ al español de la amenaza extranjera, sin saberlo están subestimando la estabalidad y la fortaleza del sistema. Esa actitud defensiva se adopta en un artículo publicado hace ya varias décadas sobre los anglicismos del béisbol en Colombia. Su autor afirma que uno de los fenómenos principales que 115

ha notado en la lengua hablada en ese país sudamericano es ―su vulnerabilidad, entendida ésta como debilidad frente a la invasión anglicista‖ (Fernández García 1971:18). II.

Aspectos metodológicos

Los datos analizados en este estudio forman parte del corpus de una investigación más amplia publicada como libro hace unos años (Alba 2006). Las informaciones proceden de tres fuentes: 1. transmisiones radiales y televisivas; 2. un test asociativo que recoge el léxico disponible en ese centro de interés; 3. un cuestionario dirigido. En el primer caso, fueron grabadas en cinta magnetofónica más de veinte horas de transmisiones directas de radio y de televisión de diversos partidos de béisbol correspondientes a las temporadas invernales de 1997-1998, 1999-2000 y 2002-2003. Se hizo una selección de diez fragmentos de veinte minutos cada uno: tres pertenecen a la temporada que finalizó en enero de 1998, tres a la concluida en enero de 2000, y cuatro a la que terminó en enero de 2003. Cada trozo de grabación representa una cantidad de palabras que oscila entre 2,000 y 2,200. En el análisis no fueron tomados en cuenta los anuncios comerciales intercalados en la narración. Como segunda fuente de información se seleccionó una muestra de 247 jóvenes de edades comprendidas entre los 17 y los 22 años. Un poco más de la mitad son estudiantes de nivel universitario de Santo Domingo y de Santiago, que al momento de la encuesta cursaban el primer año de estudios en sus respectivas universidades. Los demás son estudiantes del último año de bachillerato de un colegio privado y de una escuela pública de la zona del Cibao. Los sujetos de la muestra fueron 116

post-estratificados en cuatro grupos sociales (alto, medio-alto, medio, bajo) según la zona de residencia, el ingreso, la educación y la ocupación de sus padres. Durante dos minutos, los encuestados enumeraron las palabras relacionadas con el juego de pelota que afluían a su memoria. Así se reunió un material espontáneo compuesto por 492 términos distintos. Este material de léxico disponible fue analizado mediante el programa computacional Dispolex (http://www.dispolex.com/), que pondera la frecuencia y el orden de aparición de los términos. Por último, se elaboró un cuestionario de 221 preguntas consistentes en definiciones, en descripciones y en ilustraciones para que los encuestados produjeran, tanto oralmente como por escrito, el término correspondiente. Fue respondido por quince dominicanos de Santo Domingo y de Santiago: cinco de ellos son periodistas deportivos y los otros diez son ex-jugadores o aficionados muy conocedores del béisbol. III.

Clasificación de los préstamos

Dentro del conjunto de las unidades léxicas que se consideran anglicismos, existe una amplia diversidad. Muchas son palabras íntegramente importadas, en la forma y en el fondo, como hit, bleacher, pitcher, strike; otras son calcos motivados por el parecido en lo fonético y en lo semántico, como base (de base), doble (de double), triple (de triple); otras consisten en traducciones más o menos exactas, pero no relacionadas en su forma fonológica, del tipo carrera (de run), jardinero central o centrocampista (de center fielder). Acerca de este tema se han planteado diversas clasificaciones. Una de las más conocidas es la ofrecida por M. Lüdtke (1974). Aquí se adopta, con algunos ajustes, la propuesta que ofrecen 117

Otheguy y García (1988). Los autores distinguen dos categorías: préstamos y calcos. Los últimos son divididos en léxicos y fraseológicos. Los léxicos, a su vez, se subdividen en dos tipos: los que aparecen fusionados fonológicamente con una palabra de la lengua receptora y los que son independientes en cuanto a su forma fonológica en una y otra lengua. En los préstamos, proviene del inglés el signo completo, con su forma y su contenido. Por ejemplo, en la palabra strike, es fácil percibir la estructura fonológica inglesa, pronunciada de diversas maneras, con un mayor o menor grado de adaptación de su significante al español: [estráik], [estrái], [ehtrái], [etrái]. Pero también resulta claro que tiene origen inglés su sentido de lanzamiento bueno, de acuerdo con las reglas del juego, que el pitcher hace al bateador sin que este logre conectarlo. En español, este significado no corresponde a ninguna forma fonológica propia, porque el juego de pelota tiene origen extranjero y es relativamente reciente. Cuando el deporte no se conocía, el concepto asociado a ‗strike‘, obviamente, no se encontraba presente en la mente de los hablantes. Los casos como strike se consideran préstamos léxicos. En el vocabulario del béisbol dominicano, pertenecen a esta categoría, entre otras, las siguientes palabras citadas en orden descendente según su índice de disponibilidad:

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bate:

Pieza de madera de forma cilíndrica, más gruesa por un extremo que por el otro, con la que se golpea la pelota.

home run:

Pelota bateada por el aire que pasa sobre la pared del outfield, y permite al bate-

ador recorrer las cuatro bases y anotar carrera. pitcher:

Jugador defensivo que lanza la pelota a los bateadores intentando que no puedan conectarla.

out:

Cada una de las tres jugadas defensivas de poner fuera a los bateadores o corredores durante una entrada.

catcher:

Jugador que ocupa la posición detrás del plato para recibir los lanzamientos del pitcher.

hit:

Batazo imposible de atrapar por parte de un jugador defensivo, que le permite al bateador alcanzar la primera base.

foul:

Pelota bateada por el aire o por el suelo hacia la zona exterior de las líneas que delimitan el terreno de juego.

safe:

Término que indica que un corredor ha alcanzado legalmente una base.

umpire:

Árbitro del juego.

home:

Goma en forma de pentágono que marca el punto desde donde se batea.

center field:

Posición central del outfield o de los jardines. Por extensión, el jugador defensivo de esa posición.

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left field:

De las posiciones del outfield, la que está al lado izquierdo vista desde el home o el plato. Por extensión, el jugador de esa posición.

right field:

Posición del lado derecho del outfield vista desde del home. Por extensión, el jugador de esa posición.

coach:

Entrenador de jugadores y ayudante del mánager en ciertas funciones.

short stop:

Posición del infield situada entre la segunda y la tercera bases. Por extensión, el jugador de esa posición.

inning:

Cada uno de los nueve actos, divididos en dos mitades, de los que consta un juego de béisbol.

dugout:

Lugar donde se sientan los jugadores durante el juego cuando no están actuando en el terreno.

bleacher:

Gradas del estadio situadas en las zonas más alejadas, donde son más baratas las boletas.

fly:

Pelota que es bateada por el aire y se eleva a gran altura.

dead ball:

Pelotazo que da el pitcher a un bateador.

rolling:

Pelota que va rodando por el suelo al ser bateada por un jugador.

bullpen:

Zona exterior al terreno de juego, en el área de los jardines, donde los pitchers, en especial los relevistas, hacen lanzamientos de calentamiento antes y durante el juego.

slider:

Lanzamiento que hace el pitcher en el que la pelota dobla hacia el lado afuera y desciende al llegar al home.

swing:

Movimiento coordinado realizado por el bateador con los brazos cuando intenta conectar la pelota lanzada por el pitcher.

wild pitch:

Lanzamiento desviado hecho por el pitcher y que se le escapa al receptor.

play off:

Serie de varios partidos al final de la temporada en la que participan los equipos clasificados para ello.

back stop:

Tipo de malla colocada detrás del home para proteger a los aficionados de las pelotas que se le escapan al catcher o que son bateadas de foul en esa dirección.

infield hit:

Jugada en la que el bateador logra llegar a la primera base con un batazo de hit que no sale del cuadro interior.

bound:

Salto que da la pelota al tocar el terreno.

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line up:

Lista de los nueve jugadores que participan en el juego en el orden en que deben batear.

slump:

Disminución del rendimiento ofensivo de un jugador durante un período de tiempo relativamente largo.

wind up:

Movimiento reglamentario que hace el pitcher en preparación para lanzar la pelota.

El fenómeno del anglicismo se manifiesta de manera distinta cuando lo que se transmite es solo un nuevo significado, que se envuelve en una estructura fonética ya existente en español. Así sucede, por ejemplo, en casos como base y carrera. Ambas palabras existen desde hace siglos en español con sus correspondientes significados, pero antes de que el deporte hiciera su aparición en el mundo hispánico, ninguna de las dos tenía el sentido que tiene ahora en el ámbito del béisbol. De hecho, en varios países donde se habla español pero no se practica el juego de pelota, muchos hablantes desconocen que uno de los significados del término base es ‗almohadilla, saco de lona o pieza de goma con que se marcan los cuatro puntos donde se intersectan las líneas que delimitan el diamante en el terreno de juego‘. En estos casos, el proceso se considera un calco, es decir, una copia del significado de una palabra de la lengua fuente que se introduce en otra de la lengua receptora. Muchos lingüistas lo llaman un préstamo semántico o un traslado semántico. Esta designación, tomada de H. Lüdtke, es la que utiliza González

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Gómez en su estudio de los anglicismos del béisbol en Costa Rica (González Gómez 1998:91-99). Como se puede observar en los ejemplos anteriores, unos calcos se realizan con formas que son similares en ambas lenguas, fonética y ortográficamente, de modo que resulta bastante fácil hacer la fusión o la copia. A este tipo corresponden base (de base), bola (de ball), doble (de double), triple (de triple), plato (de plate). La relación o la semejanza fonética existente entre las dos palabras se revela con bastante transparencia. Conviene aclarar aquí el caso del término ‗bola‘. Aunque en el sentido de ‗pelota‘ es una palabra netamente hispánica y no un calco del inglés ‗ball‘, resulta que en el béisbol también se llama bola el lanzamiento desviado que hace el pitcher al bateador. Y en este sentido particular, se trata de un claro ejemplo de traslado semántico inducido por la semejanza fonética entre ball, del inglés, y bola, del español. Otros calcos se producen mediante un tipo de traducción literal que selecciona en la lengua receptora una forma equivalente, pero en un sentido distinto, a la palabra de la lengua fuente que se trata de importar. En este grupo hay que incluir unidades como estas: carrera (de run), lanzador (de pitcher), receptor (de catcher). Por ejemplo, en español, existe lanzador con el sentido general de ‗que lanza‘. Pero en el juego del béisbol adquiere el significado específico de ‗pitcher‘, es decir, ‗jugador defensivo encargado de lanzar la pelota al receptor, intentando que el bateador no pueda golpearla‘. Un rasgo de este tipo de calco es la independencia fonética entre las palabras: carrera, por ejemplo, no tiene ningún vínculo en cuanto a su pronunciación con run; ni receptor con catcher. En síntesis, el término

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español que recibe el traslado semántico se corresponde con el que expresa el significado básico o general de la palabra inglesa, pero ambos son completamente distintos desde el punto de vista de su significante.

préstamos léxicos

bleacher catcher foul hit home home run out pitcher safe umpire

préstamos con sufijo español

batear fildeador flaicito jonronero pitcheo piconazo ponchado roletazo

calcos con

calcos sin

relación fonética

relación fonética

base bola curva doble línea plato sacrificio triple

carrera corredor cuenta elevado fuera lanzador receptor robo

Cuadro 7.1. Clasificación de algunos anglicismos del béisbol en la República Dominicana

En otra categoría hay que situar los vocablos en los que de una base léxica inglesa se deriva otra palabra mediante la adición de un sufijo español, como sucede con batazo (de bat > bate), flaicito (de fly), jonronero (de home run), pitcheo (de pitch), esprintada (de sprint). En estos casos se revela un alto grado de integración o adaptación del préstamo a la estructura fonética y morfológica del español. El cuadro 7.1 ofrece una muestra de los anglicismos del béisbol que se emplean en el español de la República Dominicana, clasificados según los criterios ya expuestos. Para los fines de este estudio, evidentemente, solo tienen inte124

rés los préstamos, ya que los calcos utilizan una forma fonológica hispánica. IV.

Adaptación fonética de los anglicismos

La pronunciación de los préstamos, como es natural, no se realiza de manera uniforme, sino variable. Es decir, no todos los hablantes los dicen exactamente del mismo modo, ni la misma persona lo hace igual en cada circunstancia. Es lo que pasa con cualquier fenómeno de la lengua, sea de tipo sintáctico, léxico o, sobre todo, fonético. Así, por ejemplo, en español estándar se puede decir tanto élite como elite, del francés ‗élite‘. De la misma forma sucede con préstamos del inglés tan conocidos como club y sandwich, que ofrecen variantes de pronunciación extendidas por todo el mundo hispánico: [klub], [klob], [klu], y [sáņdwič], [sáņdwi], [sáηgwiče], respectivamente. En sentido general, sin embargo, se observa una tendencia de carácter sociolingüístico: los hablantes del nivel sociocultural bajo pronuncian los anglicismos con un alto grado de acomodación a las características de su propia lengua; en cambio, las personas de los niveles sociales más elevados, especialmente cuando se expresan en estilos formales, como es el caso de los periodistas que narran el juego, tienden a mantener, o tratan de mantener, una pronunciación del préstamo similar, cercana, a la que tiene la palabra en la lengua original. De este modo, en las transmisiones se escuchan con frecuencia formas como [hit] (‗hit‘), [seif] (‗safe‘), [hom] (‗home‘), en las que se mantienen las consonantes finales /t/, /f/ y /m/. Este comportamiento funciona probablemente como una señal de estatus. Por lo general, resulta prestigioso el poder mostrar a los demás el conocimiento de una lengua extranjera. No hay 125

que olvidar, tampoco, que en el hablante culto puede ejercer alguna influencia la imagen escrita de las palabras, ya que tiene acceso a la ortografía por medio de la lectura. Sin embargo, en el habla popular, estas mismas palabras aparecen con una forma completamente asimilada a la estructura del español, es decir, sin /t/ ni /f/ final, y con sustitución de la /m/ por la /n/: [hi] (‗hit‘), [sei] (‗safe‘), [huŋ] (‗home‘). Se podría decir, en este sentido, que el proceso de adaptación fonética de los préstamos guarda una estrecha relación con los factores sociales. En la medida en que el uso de un término se populariza y se generaliza, en esa misma medida se adapta progresivamente a la estructura fonética de la lengua recipiente. Es oportuno recordar que muchos hablantes de los estratos sociales superiores tienen cierto dominio del inglés; en cambio, los pertenecientes a los niveles bajos son, por lo común, monolingües. Estos últimos adquieren los anglicismos del béisbol por vía oral, exclusivamente, sin el refuerzo que supone el contacto ortográfico y sin la ayuda de la enseñanza formal. Se ofrece a continuación una lista de muchos de los préstamos presentes en el español del béisbol con las diversas formas fonéticas con que se expresan en el habla dominicana. Se incluyen las diversas variantes propias del habla culta y la popular. back stop: bleacher: bound: bullpen: catcher: center field: coach: 126

[bakestóp - bakestó - bakehtó - baketó]; [blíčer - blíčel - blíče]; [báuņd - báuŋ]; [bulpéŋ - buipéŋ]; [káčer - kéčer - kéče]; [seņterfíl - seņterfí - seņtefí]; [kóač - kóč - kó];

dead ball: dugout: field: fly: foul: hit: home: home run: infield: infield hit: inning: left field: line up: mánager: out: pitcher: playoff: right field: rolling: safe: score: short stop: slider: slump: spikes: standing: strike: swing: team: umpire: wild pitch:

[déδból - deβól - deβói]; [doγáut - doγáo]; [fíl - fí]; [flái]; [fául - fáo]; [hít - hí]; [hóm - hóŋ]; [honŕóŋ]; [infíl - infí]; [infilhít - infilhí - infihí] [ínĩŋ]; [lefíl - lefí]; [lainóp - lainó]; [mánayer - máneyer - mániye]; [áut - áo]; [píčer - píče]; [pleió - pleyó]; [ŕaifíl - ŕaifí]; [ŕóliŋ]; [séif - séi]; [eskór - ehkór - ekór - ekói]; [šorestóp - siorehtó - sioretó]; [esláiδer - ehláiδer - ehláiδe - eláiδe]; [eslóm - eslóŋ - ehlóŋ - elóŋ]; [espáiks - espáik - ehpái - epái]; [estáņdiŋ - ehtáņdiŋ - etáņdiŋ]; [estráik - ehtráik - estrái - ehtrái - etrái]; [swíŋ]; [tím - tíŋ]; [ampáya]; [wailpíč - wailpí - waipí]; 127

wind up:

[wainóp - wainó].

Un ligero análisis de la pronunciación de que son objeto las palabras de la lista anterior permite descubrir el diferente grado de adaptación a la estructura fonética del español que han alcanzado unas y otras. Como se sugirió anteriormente, varios factores contribuyen a esta diversidad. Dos de ellos se encuentran estrechamente relacionados: por un lado, la frecuencia de uso o el grado de difusión del préstamo, y por el otro, el nivel sociocultural de los hablantes. La importancia de la frecuencia de uso en la evolución fonética de las palabras ha sido reconocida desde hace mucho tiempo por diferentes lingüistas. Ya a finales del siglo XIX, el alemán Hugo Schuchardt insistía sobre el asunto, y a mediados del XX lo hacía el polaco W. Mańczak (1969). El francés A. Martinet (1974) destaca el papel de la frecuencia en los procesos de cambio. Y con datos del español, M. Torreblanca (1986) revisa la hipótesis en un breve artículo titulado ‗La frecuencia de los morfemas y su evolución fonética‘. Concomitantemente con las causas citadas, pueden actuar otras muy relevantes, como son la estructura fonológica de la palabra y tal vez en menor grado, el riesgo de crear homonimia con un vocablo existente en la lengua. El término coach sirve para ilustrar el efecto de tales condicionantes. En tanto en el habla culta formal, esa palabra tiende a mantener la palatal final /č/, conservando así su fisonomía inglesa de [kóač] o [kóč], en el habla popular y en estilo espontáneo, dicha consonante desaparece, con lo cual su forma fonológica queda completamente ajustada a la estructura española ([kó]). Puede parecer curioso en este caso que en lugar de eliminar la 128

/č/, no se haya añadido al final una /e/, como sucede con otros anglicismos del mismo tipo. Por ejemplo, switch (interruptor) y clutch (embrague del auto) son convertidos en el habla popular dominicana en [swíče] y [klóče], respectivamente. Pero si se hubiera hecho lo mismo con coach, el resultado hubiera sido [kóče], dando lugar a una coincidencia con el sustantivo de uso general ‗coche‘. No se debe descartar que tal vez la evasión del choque de homónimos haya sido un factor relevante en la solución adoptada. En casos como play off y wild pitch se observa un fenómeno similar. Ambas palabras presentan un nivel de españolización inferior al que se descubre en bate y home run (jonrón), por ejemplo. De nuevo, este hecho guarda relación con la forma fonológica y con la frecuencia con que se utilizan esas palabras. No hay dudas de que las últimas no solamente son mucho más comunes, sino que constituyen al mismo tiempo la base para la derivación de otras unidades léxicas: batazo, bateador, batear; jonronazo, jonronero, jonronear. En el proceso de adaptación fonética de los préstamos, los ajustes se realizan de acuerdo con las necesidades y las características de cada caso. Los cambios más comunes son la prótesis de /e/, que se da en [eskór - ehkór], de score; [esláiδer - ehláiδer], de slider; [eslóŋ - ehlóŋ], de slump; y la apócope, que aparece en [fáo], de foul; [fí], de field; [áo], de out. Algunos términos requieren la aplicación de ambos cambios, como se observa en [etrái], de strike [stráik]; en [espái - epái], de spikes [spáiks]; o en [ehláiδe - eláiδe], de slider [sláiδər]. Y, como es lógico, la pronunciación del anglicismo se realiza de acuerdo con las normas y los hábitos articulatorios del espa-

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ñol. Por ese motivo, los sonidos /t/ y /d/ iniciales de palabra (en team o en dugout), se pronuncian con la articulación dental propia del español y no elevando la lengua a la región alveolar, como se hace en inglés. Del mismo modo, la /r/ inicial de right field o de rolling, se adapta a la estructura española convirtiéndose en la vibrante múltiple erre, ya que la ere no comienza palabra en español. Otros casos revelan un ajuste a la variedad dialectal dominicana, como sucede con home run y bullpen, por ejemplo, que se transforman fonéticamente en [honŕóŋ] y [bulpéŋ], con /n/ final velarizada; el último, incluso, en el habla popular de la zona norte del país, suele aparecer bajo la forma [buipéŋ], con vocalización de la /l/ final de sílaba. V.

Integración morfológica de los anglicismos

Muchos anglicismos no solo se han acomodado fonéticamente a la estructura del español, sino que también se han integrado en su forma morfológica, convirtiéndose en una fuente para la creación de nuevas palabras mediante la adición de sufijos españoles. En consecuencia, surgen formas híbridas constituidas por una raíz inglesa con una terminación hispánica. Uno de los ejemplos más notables de este fenómeno en el vocabulario del béisbol es bate (bat), del que derivan batear, bateador, batazo, batería. Otros casos son los siguientes: base ball:

béisbol (beisbol), beisbolero, beisbolista;

catcher:

quécher, quechear (quechar), quechecito;

field:

fil, fildear, fildeador, fildeo;

fly:

flay, flaicito, aflaizado;

hit:

jit, jiteador, jitear;

home run:

jonrón, jonronazo, jonronero, jonronear;

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pick up:

picó, piconazo;

pitcher:

pícher, pichear-pichar, pichecito, picheo;

punch out:

ponchado, ponchador, ponchar, ponche, ponchón.

rolling:

rolin, rolata, roletazo, roletear;

sprint:

esprintada;

umpire:

ampaya, ampayar.

Como se puede observar, las derivaciones casi siempre parten de un sustantivo del que se obtiene otro sustantivo (field-fildeo, béisbol-beisbolista, jonrón-jonronero, pitcher-picheo); en otras ocasiones surge un verbo (quécher-quechear, hit-hitear); o un adjetivo (fly-aflaizado). Este proceso de integración morfológica constituye una demostración de que el préstamo ha dejado de ser y de sentirse como un elemento ajeno o extraño al sistema. En realidad, ha logrado naturalizarse, asimilándose por completo a la estructura de la lengua receptora. Un caso curioso es el del anglicismo rolling, adaptado fonéticamente como rolin, que hace referencia a la ‗pelota que al ser bateada va rodando por el suelo‘. En el habla formal de los locutores de radio y televisión, alterna con la variante hispánica rodado. También es usual el elemento roletazo, que añade el rasgo intensificador de ‗pelota bateada con mucha fuerza por el suelo‘. Habría que suponer que de rolin salió rolata, palabra de uso ocasional, de la cual se formaría el término más común roletazo, con disimilación de la /a/: rolatazo > roletazo.

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El origen etimológico de rolling plantea un enigma muy difícil de resolver. En la terminología inglesa no existe dicha palabra, y para expresar el mismo sentido se suelen utilizar las formas grounder y ground ball. El término inglés roller, de donde tal vez pudo haber derivado rolling, a través de una confusión de sufijos, es utilizado en el vocabulario inglés para designar ‗un rodado lento, sin mucha fuerza‘. En el español del béisbol en la República Dominicana, rolling carece de este matiz semántico atenuador de ‗lento o sin fuerza‘. Otra derivación extraña es la de piconazo, de pick up: picó. También resulta interesante la forma corring, que la utilizan algunos narradores dominicanos en frases como esta: ―El jugador hizo un corring muy arriesgado y fue puesto out en la goma‖. En este caso se ha producido el fenómeno inverso al de, por ejemplo, home run > jonronero, citado anteriormente, donde la forma léxica prestada se adapta por medio de un sufijo español. En esta ocasión, a la base léxica del verbo español correr se ha añadido el sufijo inglés de gerundio -ing. Sin embargo, se advierte un detalle de suma importancia que da indicios de la fortaleza y la estabilidad del sistema receptor. La terminación morfológica del gerundio (–ing) ha sido usada para crear una palabra que en el español dominicano tiene únicamente función nominal o sustantiva, a diferencia de lo que pasa en inglés. Como es sabido, el gerundio inglés, además de su valor verbal, cumple función nominal y adjetival. Todos los ejemplos documentados en los datos de las narraciones analizadas, aparecen en contextos nominales (de sujeto o de objeto directo), como en la oración ‗El jugador hizo un corring suicida‘. En ningún caso se encuentra con función verbal (*está corring) ni adjetival (*un jugador corring). 132

VI.

Pluralización de los préstamos

Como es sabido, el proceso de formación del plural no siempre está claramente definido. Existe fluctuación, por ejemplo, para jabalí, entre jabalís y jabalíes; y si de convoy se dice convoyes, de jersey se dice jerséis. Es natural que estas formas plurales inestables se encuentren sobre todo en el área de los préstamos, como también muestran las alternancias entre clubs-clubes-clus y entre sánduiches (sángüiches)-sangüis. En las transmisiones de los juegos de béisbol en la República Dominicana, aparecen numerosos ejemplos de préstamos en los que el alomorfo plural que se repite de manera regular y sistemática es [ø]; es decir, el anglicismo se utiliza sin marca de pluralidad. Son numerosos los casos del tipo dos ehtrái, hay dos ao, diez hit, tres inning, en los bleacher. Se podría pensar que esta ausencia de marca en los plurales es la práctica usual en el español dominicano, que presenta un altísimo nivel de elisión de la /s/ final. Pero, en las transmisiones analizadas se observa que la /s/ final con función de plural se mantiene con mucha frecuencia en las palabras nativas: hay dos corredores en circulación, Las Águilas, de todas maneras, un total de tres carreras, dos imparables. Para mayor ilustración del lector sobre el fenómeno de la pluralización de los anglicismos del béisbol, se transcriben aquí varios trozos tomados de las transmisiones. En ellos se observa el problema dentro de un contexto más amplio. ―No hay out. Final del tercero. Dos por cero ganan las Águilas. Dos por una ganan Estrellas al Escogido. Batazo de bound alto por tercera. Recoge Arias, a segunda 133

hay uno, a primera, dos, doble play. Cinco, cuatro, a tres; de tercera a segunda a primera. Dos out.‖ ―Sí, loh tre catcher del Escogido están jugando defensa en el día de hoy porque no fue nadie a jugar. Foul atrás, cero bolas, dos strike.‖ ―En tres inning completos: Águilas dos, Licey cero.‖ ―El zurdo listo otra vez, aquí viene, afuera. La cuenta al máximo, tres bolah, dos strike para Guillermo García... Conecta batazo de fly altísimo, en zona foul detrás el receptor, que se coloca debajo y la captura. Hay dos out, no hay nadie en circulación. ...su promedio está en dos cuarenta y cuatro en el round robin: diez hit en cuarenta y un turnos.‖ ―el equipo de las Águilas solamente le ha podido conectar dos hit.‖ ―algunos scout de Grandes Ligas...‖ ―Tiene doce hit en cuarenta y seis turnos.‖ ―Un partido a casa llena en el Estadio Quisqueya, en los bleacher, hay gente colgando.‖ ―Ron Belliard llega al conteo profundo, tres bolas y dos strike.‖ ―Cero bola, dos strike para Tejada. Nueve por cero, ganando las Águilas. Entrando de nuevo al box el derecho Vladimir Pérez. El lanzamiento, afuera y baja. La cuenta en una bola, dos strike. Doce hit tiene el equipo de las Águilas. Uno nada más ha conectado el equipo de 134

los Tigres. Listo ya el pitcher, aquí viene, strike tirándole, y lo ponchó. Este es el primer out. Aquí viene, alto el lanzamiento, primera mala. Dos hit en nueve turnos tiene Félix Martínez.‖

La situación no requeriría mayores comentarios si se tratara del uso popular que, como norma general, elimina la /s/ final de palabra. Es bien sabido que en el habla de los grupos sociales bajos de la República Dominicana son muy frecuentes secuencias de este tipo: tre muchacho, los hombre. Parece lógico pensar que en esas circunstancias, la presencia de un préstamo, un término extranjero, podría plantear un problema adicional. Sin embargo, el hecho de que en la mayoría de los préstamos en función plural no aparezca la /s/ ni siquiera en el estilo formal y cuidadoso de las transmisiones radiales y de televisión, obliga a buscar una explicación. Probablemente la respuesta se encuentre en la estructura fonológica de las palabras. Varios de los ejemplos terminan con consonantes que en español están prohibidas o son raras en posición final de palabra, como la /t/ o la /k/. Los vocablos que más se repiten son out, hit, strike. Añadir la /s/ al término hit, por ejemplo, provocaría la inusual aparición del grupo consonántico /ts/ al fin de la palabra. En los casos de inning y rolling, terminados en /n/, el hecho de ser palabras llanas con una [i] como última vocal, las convierte en estructuras extrañas a la fonología del español, donde o no existen o son extremadamente raras las palabras terminadas en -in inacentuada. Existen bastantes ejemplos terminados en -in acentuada, como jardín, maletín, jazmín, pero no es fácil encontrarlos con -in inacentuada. El caso de mitin es precisamen-

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te un préstamo del inglés que se ha internacionalizado. Es muy probable que su uso ampliamente difundido y generalizado, geográfica y socialmente, haya permitido la formación regular del plural en -es: mítines. Las consideraciones anteriores ayudan a comprender mejor por qué resulta problemático añadir la marca canónica de plural, la -s, a la mayoría de los préstamos, aun en el habla culta formal. Conviene puntualizar, a este respecto, que la situación de indistinción morfológica entre el singular y el plural no es ajena al español estándar o general. Existe una serie de cultismos que permanecen invariables en cuanto al número, según comenta Alarcos Llorach (1994:64). Sucede así con tedeum (el tedeum / los tedeum), y con memorándum (un memorándum / dos memorándum), entre otros. Por otra parte, no debe olvidarse que la referida ausencia de esa marca no compromete, normalmente, la noción de pluralidad, porque existen otros mecanismos que también la expresan. En consecuencia, la información se mantiene a pesar de que la /s/ haya desaparecido. Los recursos adicionales que en español manifiestan la pluralidad son de diversos tipos: a. morfológicos: a.1.1 la canción

a.1.2 la cancione

a.2.1 el pobre

a.2.2 lo pobre

En los ejemplos anteriores, resulta fácil observar que la distinción se expresa mediante la -e final (canción - cancione) y con 136

el artículo (el - lo) b. sintácticos: b.1.1 compré una manzana

b.1.2 compré manzana

b.2.1 la muchacha se fue

b.2.2 la muchacha se fueron

En b.1.2, la ausencia de determinante frente a manzana, revela que esa palabra tiene función plural, que lo que se quiere decir es manzanas, ya que la expresión de la singularidad se indica con un determinante: la o una; en b.2.2, la concordancia con el verbo fueron resuelve el problema. c. semánticos: c.1. un grupo de hombre c.2. cuatro silla La presencia en la frase nominal c.1 de un núcleo colectivo (grupo) y en c.2 del modificador cuatro, no deja lugar a dudas: hombre debe entenderse como hombres, y silla, como sillas. De acuerdo con las ideas anteriores, resulta evidente que no se plantea ningún problema de comunicación cuando el narrador o el comentarista dice los bleacher, no hay out, dos strike, loh tre catcher, doce hit, dejando al anglicismo sin su correspondiente marca morfológica de plural. En los cinco casos citados, actúa algún elemento distinto a la /s/ para transmitir el sentido de pluralidad: en el primero, lo hace un recurso morfológico (el artículo los); en el segundo, el contexto sintáctico (la ausencia de un determinante después del verbo hay); y en los últimos tres, la presencia de una unidad léxica (dos, tre, doce). En ocasiones, la terminación fonológica de algunos préstamos facilita el ajuste morfológico. Es el caso del término home run 137

(jonrón), terminado en /n/ y con acentuación aguda, cuyo plural adopta el patrón español y añade -es (jonrones), siguiendo el modelo de cartón, marrón, avión. Es interesante el caso de strike en el habla popular del Cibao, región donde los hablantes de los sectores socioculturalmente bajos de la población producen con frecuencia variable el proceso de vocalización de /r/ y /l/ finales de sílaba y de palabra y dicen paite (parte), coichón (colchón), papei (papel). El anglicismo strike se adapta fonéticamente mediante la aplicación de una prótesis de /e/ (estraik, ehtrai o etrai), como sucede con cualquier forma que contenga la combinación inicial de /s/ más consonante (scribere - escribir; spaghetti - espagueti). Ahora bien, cuando en el estilo informal un cibaeño quiere usar esa palabra en plural, para expresar, por ejemplo, que el bateador tiene una bola y dos..., no dice etraye, que sería normal según el modelo de los términos agudos terminados en diptongo con i final (ley-leye, batey-bateye), sino que utiliza la variante etrale, en la que se ha cambiado la /i/ final por una /l/. Se trata de un típico ejemplo de ultracorrección, el fenómeno que consiste en corregir un error inexistente, originado tal vez por la analogía con otras palabras. El hablante relaciona probablemente la forma etrai con algunas palabras agudas terminadas en /l/ que él mismo emplea sustituyendo la /l/ por la [i], como canai (canal) o panai (panal), cuyos plurales son canale y panale, respectivamente, con recuperación de la /l/ final del singular. De esta manera, el razonamiento resulta lógico: si etrai es una variante popular de etral, como canai lo es de canal, el plural debe ser etrale. Finalmente, hay dos casos que en el habla popular reciben dos soluciones diferentes en cuanto a la formación del plural: field 138

y hit. El préstamo field es pronunciado generalmente sin la /d/ [fíl], e incluso sin la /l/ final en el habla popular [fí]. El plural de este término se construye agregando -es, como lo hacen las palabras agudas terminadas en /l/, del tipo mil o fusil. Resulta digno de atención en el habla popular el fenómeno de recuperación de la /l/ final a la hora de la transformación al plural. Field, convertido fonéticamente en [fí], aparece en plural bajo la forma file (lo file). Es el mismo proceso que se observa en otros casos, como mil (pronunciado popularmente [mí]), que en plural retoma la /l/ subyacente y se convierte en mile. En cambio, la pluralización de que es objeto el préstamo hit en la lengua de los grupos sociales bajos es completamente diferente. Como es natural, la /t/ final desaparece y la palabra de una sílaba queda convertida en [hí]. Y como ocurre con otros casos de formas agudas terminadas con las vocales i – u (ají, rebú), el habla popular dominicana forma su plural añadiendo el sufijo -se: ají-ajise; rebú-rebuse; un ji - do jise. Es probable que en este comportamiento haya influido una generalización del patrón seguido en palabras del tipo feliz y cruz. En estos casos, el plural se forma con -es: felices, cruces. Pero, como la pronunciación usual de las formas singulares es felí y crú, debido a la eliminación de la /s/, y sus plurales respectivos quedan también reducidos a felice y cruce, el hablante puede creer que ha construido el plural agregando -se: [felí-felise, crú-crúse]. Ahora bien, ¿por qué la forma popular [fí] (de ‗field‘) recupera la consonante final en el plural, en tanto que [hí] (de ‗hit‘) no lo hace? En el habla popular dominicana, el plural de [fí] es siempre fíle (nunca *físe) y el de [hí] es híse y a veces hí (pero nunca *híte). La explicación parece fácil: la /l/ es una consonante normal y frecuente al fin de la palabra, pero la /t/ no lo 139

es. Este hecho ha contribuido a fijar, a mantener en la conciencia de los hablantes la imagen de la /l/ subyacente en la palabra /fil/, que aunque en singular aparece frecuentemente sin la consonante final, la recupera automáticamente en la formación del plural, según el modelo de [mí] (mil): [míle] (miles). También incide probablemente en este resultado el hecho de que, precisamente por ser la /l/ mucho más normal que la /t/ al final de la palabra, la variante singular [fíl], con la /l/ conservada, aparece con mayor frecuencia que [hít], con /t/ conservada, en el habla de las personas de nivel social alto y en las narraciones de radio. De este modo, los hablantes de los niveles sociales bajos han estado expuestos, es decir, han escuchado la variante [fíl] con mayor frecuencia que la forma [hít]. En este caso, se podría arriesgar la hipótesis de que en el español popular de los dominicanos, la representación subyacente, memorizada, del término en cuestión es /hi/, no /hit/. Los hablantes de este nivel social, que por cierto ignoran que dicho vocablo es un anglicismo, tampoco tienen conciencia de la /t/ final, y esto los lleva consecuentemente a formar el plural con -se, según el modelo de ají - ajise. VII.

Asignación del género a los préstamos

Como en inglés los sustantivos no tienen género gramatical, se plantea lógicamente el problema de descubrir cómo se les asigna el género a los préstamos o anglicismos nominales, porque en español todo sustantivo debe tener un género específico: masculino o femenino. Entre los factores que influyen en el proceso de asignación del género a los préstamos se mencionan los siguientes (Poplack, Pousada y Sankoff 1982):

140

a.

El sexo del referente, en el caso de los seres animados.

b.

La semejanza fonológica de la terminación del préstamo con una terminación nominal de la lengua recipiente asociada a un género determinado.

c.

La asociación al género de una palabra homófona del idioma recipiente.

d.

La tendencia a adoptar el género ‗no marcado‘ de la lengua recipiente.

El primero de los factores citados solo se aplica a una reducida cantidad de los préstamos. Sin embargo, su poder es absoluto y no admite excepciones. Varias investigaciones sobre el tema indican que a ninguna palabra con referente masculino se le asigna el género femenino o viceversa. Cuando el préstamo designa a un ser animado, el género gramatical que se adopta en la lengua recipiente es siempre el que corresponde al sexo del referente. De este modo, en el español del béisbol se dice un catcher, el coach, el mánager, un pitcher derecho, un rookie, el utility, asignándoles el género masculino a esos anglicismos, porque todos hacen referencia, generalmente, a una persona de sexo masculino. Ocurre exactamente lo mismo con los términos de estructura fonológica hispánica inicialista, intermedista, antesalista, que se consideran masculinos a pesar de su terminación. Con respecto al segundo factor, conviene recordar que en español, salvo algunas excepciones, las palabras que terminan en -a inacentuada, en -d, en -z, y en ciertos sufijos (-ción, -sión, 141

umbre, -tis), son femeninas; en cambio, las palabras terminadas en otros sonidos y las formas compuestas son masculinas. De acuerdo con este factor, es natural que los términos béisbol, bleacher, bound, box, bullpen, club, dead ball, double play, dugout, escore, field, forfeit, foul, foul tip, handicap, hit, home, home run, infield, inning, líder, line up, out, pick up, play, play off, ponche, rally, record, rolling adopten en el español dominicano el género masculino. Se habla así de ‗los bleacher‘, ‗un bound alto‘, ‗un doble play‘, ‗el dugout‘, ‗quinto inning‘, ‗rolin lento‘. Hay que observar que en bound, field y record, que podrían haber sido declaradas femeninas debido a la tendencia española a considerar femeninas las palabras terminadas en -d, esta consonante final solo tiene existencia ortográfica. En la pronunciación normal, la -d final desaparece, con lo que la última consonante de esos préstamos es -n, -l, -r, una terminación normalmente masculina. Aunque los casos a los que se aplica no son numerosos, también influye en la asignación del género, la asociación del anglicismo con una palabra homófona del idioma recipiente. Es muy probable que esta sea una de las causas por las que base (de base) es femenina. En otros casos, la homofonía concurre con el factor de la terminación fonológica para determinar el género del sustantivo. Esta podría ser la doble razón por la que bola (de ball), curva (de curve), línea (de line) y rotación (de rotation), tienen género femenino. Las cuatro palabras no solamente tienen una configuración fonológica similar a la de sus correspondientes en inglés, sino que también las tres primeras terminan en -a y la cuarta en -ción. El mismo argumento puede aplicarse a los términos masculinos doble (de double), plato (de plate) y sacrificio (de sacrifice).

142

Finalmente, varios autores entienden que existe una tendencia a adoptar el género ‗no marcado‘ de la lengua recipiente, que en el caso del español es el masculino, como puede notarse en los pares doctor-doctora, Juan-Juana. Aparentemente, este factor actúa con gran eficacia en el campo léxico del béisbol dominicano, porque si se observan los datos con cuidado, se descubre que más del 90% de los préstamos son masculinos. De un conjunto muy numeroso de unidades sometidas a verificación, solo 7 tienen género femenino. average, back stop, balk, base, bate, batazo, bateador, bateo, batería, béisbol, bleacher, bola, bound, box, box score, bullpen, catcher, center field, club, coach, curva, dead ball, double play, draft, dugout, esprintada, field, fildeo, fly, force out, forfeit, foul, foul tip, handicap, hit, hit and run, home, home run, infield, inning, jacket, left field, líder, línea, line up, mánager, out, out field, pick up, pitcher, play, play off, ponche, rally, record, right field, rolling, rookie, roster, rotación, score, short stop, sinker, slider, slump, spikes, staff, standing, strike, swing, team, ticket, time, umpire, utility, wild pitch, wind up.

Como se observa, han adoptado el género masculino todas las unidades íntegramente importadas del inglés, tanto en su forma como en su sentido, al estilo de box, dugout, fly, pitcher. Únicamente son femeninos 6 calcos realizados sobre formas fonológicas que en español tienen ese género (base, batería, bola, curva, línea y rotación) y un préstamo con sufijo español terminado en -a: esprintada.

143

Aunque los datos anteriores parecen confirmar la efectividad y la relevancia de la denominada tendencia al género no marcado, en realidad, casi todos los préstamos examinados tienen una terminación que en español se asocia con el masculino, porque no acaban en -a, ni en -ción, -sión, -umbre, etc. Este factor, por tanto, podría explicar por sí solo la asignación del género, sin tener que acudir a la hipótesis de la tendencia a lo no marcado.

VIII.

Conclusión

Antes de poner punto final a este trabajo, resulta apropiado y oportuno subrayar que en el campo léxico del béisbol, tanto los préstamos como los calcos se producen motivados por una necesidad, debido a la inexistencia en español de una palabra que exprese dicho concepto. Desde este punto de vista, la adopción de los términos strike (estráik - estrái) o home run (jonrón), y la adición del nuevo significado a una palabra ya existente, como bola, carrera o receptor, debe interpretarse como un enriquecimiento que, por lo demás, se ha logrado de forma muy económica, sin tener que crear y memorizar un nuevo significante. Es distinta la situación que se produce con unidades de otras zonas semánticas, como aplicación y correr, que a menudo se utilizan en un sentido que en español contienen otros términos. Son conocidos los ejemplos del tipo ‗hacer una aplicación‘, por ‗hacer una solicitud‘; ‗correr para presidente‘, en lugar de ‗postularse para, o aspirar a presidente‘. Estos calcos no obedecen a una necesidad impuesta por una carencia del español, sino a una pobreza léxica del hablante que ignora o ha olvidado que su lengua dispone de los recursos necesarios para expresar tales significados. 144

Aparte de la razón anterior, es decir, que en muchos casos la lengua receptora no posee una palabra que haga referencia a un determinado sentido, en otras ocasiones, el uso del préstamo puede resultar más cómodo y fácil para los hablantes por dos motivos. Primero, porque a menudo se trata de una palabra más corta, más económica que la alternativa española. Dos ejemplos permiten ilustrar lo dicho: hit y home run (jonrón). Las variantes hispánicas de hit (sencillo, indiscutible, inatrapable), no solo son más formales y menos populares, sino también mucho más largas que su equivalente. Lo mismo se puede decir de cuadrangular y de vuelacerca, con relación a jonrón. En segundo lugar, los préstamos del campo léxico del béisbol son términos adquiridos de manera espontánea en el ambiente natural de la comunidad antes de que el hablante haya entrado en contacto y haya conocido la variante competidora a través de la radio o de la prensa escrita. En este sentido, el análisis del léxico disponible es muy revelador. Cuando existen dos variantes léxicas, una de origen inglés y la otra de procedencia española, para expresar el mismo significado, la palabra de mayor disponibilidad es el préstamo, adquirido por vía oral desde la infancia. El equivalente hispánico, usado con cierta regularidad solamente en el estilo formal de las narraciones radiales y de televisión, aparece en el escenario mucho más tarde. En otras palabras, el usuario común no llega a conocer la forma hispánica hasta después de haber adquirido y de haber estado utilizando durante años el término de origen inglés. Por eso, la primera no se encuentra tan disponible como el anglicismo y apenas forma parte del léxico pasivo de los hablantes. Como ilustración, se presenta una muestra de algunas

145

de estas parejas de sinónimos o de conjuntos de equivalencia semántica, obtenidos en el análisis de la disponibilidad. El número colocado a la derecha de cada término indica su posición en las listas según el índice de disponibilidad. De esta forma, el 8 colocado junto a la palabra catcher, por ejemplo, significa que ese término se presenta primero a la memoria de los hablantes que su equivalente receptor, en la posición 96. home run

4

……

cuadrangular 55

pitcher

6

……

lanzador

40

catcher

8

……

receptor

96

mánager

18

……

dirigente

175

inning

53

……

entrada

84

rolling

92

……

rodado

293

Según se ha indicado, un término de origen extranjero, como home run, se añade al vocabulario del español dominicano, se adapta a su estructura fonética (jonrón) y entonces es transformado en un factor morfológico de reproducción que da origen a nuevas palabras (jonronero) o al uso metafórico en expresiones como dar un jonrón, para hacer referencia al logro del éxito en la realización de una actividad, de un negocio. De esta forma, el español de los dominicanos demuestra que reacciona y funciona como todas las lenguas. En conclusión, parece lícito afirmar que la hipótesis inicial ha quedado plenamente corroborada: el ingreso de los anglicismos al campo léxico del béisbol no provoca ninguna alteración en el español hablado por los dominicanos. Los materiales anali146

zados indican que las estructuras fonológica y morfológica de la lengua exhiben una estabilidad y fortaleza notables. Lejos de producir alguna modificación en el sistema, con el tiempo y en la medida en que su uso se generaliza, los préstamos son asimilados por el español. Al final, se integran y son moldeados de tal manera que se someten a los mismos procesos y restricciones que el resto del vocabulario. En consecuencia, se puede decir que reciben su carta de ciudadanía, ampliando así el caudal léxico de la comunidad.

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