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8 Haritu

Tres al hilo Dani Martirena & María Lizardi & Alvaro González Al hilo de su trayectoria en los telares de «Haritu» comparten vivencias, impresiones y sabores tres de los tejedores encargados de mover los pedales de la dirección de la revista de Lokarri.

Garazi Landa Texto Karlos Corbella Fotografías 9

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Alvaro González

«Mi intención era ofrecer esa otra parte de la información más plural que no está atada al ritmo de la confrontación política» Garazi Landa: ¿Haritu nació con la perspectiva de ofrecer un ejercicio de diálogo. ¿Se ha cumplido esa expectativa? Dani Martirena: sí, yo diría que sí. Los treinta números publicados creo que son un ejemplo de un gran esfuerzo de diálogo e inclusión de diferentes puntos de vista. María Lizardi: estoy de acuerdo. Creo que se ha conseguido dibujar un amplio y rico abanico de voces, de diferentes formas de pensar y sentir dispuestas a escucharse para encontrar soluciones dialogadas. Alvaro González: ha sido un diálogo muy interesante que nos ha permitido aprender unos de otros, formarnos y tener una comprensión más profunda de nuestra manera de entender a lotro. Garazi Landa: Dani, ¿tuvisteis que abordar muchos cambios al dejar atrás la revista de Elkarri y ceder el testigo a «Haritu»? Dani Martirena: «Haritu» nació como la prolongación de la revista de Elkarri. Era un punto y seguido. Al tiempo que en Elkarri se vio la necesidad de dar respuesta a nuevos retos creando el movimiento social que sería Lokarri, se vio oportuno acompañar ese proceso de transformación por una nueva revista. Queríamos que «Haritu» fuera el vínculo entre lo que fue Elkarri y lo que pretendía ser Lokarri, el reflejo de un ejercicio de diálogo. Por eso, no nos planteamos una transformación radical. Incorporamos alguna nueva sección, algún colaborador, pero la publicación no sufrió grandes cambios de contenido. María Lizardi: pero el diseño sí se pintó de un color muy diferente, ¿verdad? Yo aún no había entrado a trabajar en los «telares» de «Haritu», pero, como lectora, recuerdo que me sorprendió bastante el diseño.

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Dani Martirena: ése fue uno de los mayores cambios. Se presentó con una nueva maquetación y un nuevo color. Tanto «Elkarri» como «Haritu» han sido publicaciones muy bonitas, con un diseño muy cuidado. Cuando iba a hacer una entrevista, llevaba ejemplares de muestra y la gente se sorprendía de la calidad a un primer golpe de vista. Supongo que a vosotros también os pasaría. María Lizardi: sí. Les sorprendía que un movimiento social contara con una publicación que por su aspecto tan cuidado muchas veces tomaba la apariencia de una publicación de un museo o un catálogo de arte… Dani Martirena: se debía al esfuerzo que hacían los diseñadores de la empresa Zut a la hora de limpiar las páginas, de que todo quedara nítido, cuidando hasta el milímetro espacios blancos, vacíos, como Oteiza. Alvaro González: sí, el diseño de «Haritu» en papel ha sido impecable. Garazi Landa: Dani, ¿qué recuerdos guardas del primer número? Dani Martirena: la primera revista fue aquélla en la que entrevistamos a Kepa Junkera y al fotógrafo Aitor Ortiz. Por primera vez juntamos a dos personas que no compartían un vínculo muy evidente, un músico y un fotógrafo. Lo hicimos porque nos parecía muy importante abrir nuevos espacios de reflexión entre personas que no desarrollaban la misma actividad. Me resultó difícil preparar la entrevista, porque debía formular cuestiones que acapararan la atención de ambos y ya no disponía de un vínculo que me sirviera de trampolín, de gancho. Afortunadamente, los dos entraron en conversación rápidamente desde planteamientos muy diferentes, con visiones de mundos muy diferentes y con unas reflexiones que, a me-

dida que ahondábamos en la conversación, iban cogiendo unos vuelos muy interesantes. Garazi Landa: Alvaro, tu también fuiste testigo de la transición de «Elkarri» a «Haritu». ¿Cómo viviste ese proceso? Alvaro González: yo llegué a «Haritu» después de haber estado casi dos años en la revista de Elkarri. Aterricé en Elkarri de una manera un tanto sui generis. Entonces trabajaba para Naciones Unidas en Madrid. Salseando por Internet, me encontré con la revista y con todo el trabajo que estaba haciendo el movimiento en pro una mediación social en el conflicto. Esta idea me resultó tan atractiva, que les envié un mail ofreciéndome a colaborar. Se pusieron en contacto conmigo y me explicaron las fórmulas de participación que mejor se adaptaban a mis circunstancias. Inmediatamente pasé a formar parte del taller que tenía Elkarri en Madrid. Eran tiempos muy duros, con la mayoría absoluta de Aznar. Recuerdo que Médem estaba sufriendo una brutal campaña de acoso y derribo por su documental «La pelota vasca», por difundir perspectivas plurales. Aquel clima de tensión y recorte de libertades propiciaba el activismo social y yo decidí aportar mi granito de arena través de Elkarri. Al mismo tiempo que participaba en el taller de Madrid, comencé a colaborar haciendo reportajes para la revista de Elkarri bajo la dirección de Gorka Espiau. Más tarde, Daniel, cogiste tú el relevo de la dirección y el proceso de transformación de «Elkarri» a «Haritu» lo hice de tu mano. A la hora de formular el planteamiento de «Haritu», lo tenía claro: mi intención era seguir la linea marcada por mis antecesores, porque los pilares estaban muy bien asentados en cuanto a contenidos y enfoque, pero aportándole un tono más informativo. Quería ofrecer un txoko que albergara, desde un punto de vista conciliador, esa otra parte de la información más plural

María Lizardi

«Creo que se ha conseguido dibujar un rico abanico de voces, de diferentes formas de pensar y sentir dispuestas a escucharse»

que no está atada al ritmo de la confrontación política del día a día. Siempre me ha interesado ese enfoque de la información que va más allá de las necesidades del día a día. Me gusta explorar e indagar en lo que queda de todo eso y, a partir de ahí, extraer lo que pueda servir de positivo en un contexto tan complicado como es el conflicto vasco. Dani Martirena: me acuerdo muy bien de tus artículos, Alvaro. Me gustaban mucho. Ya te lo dije en su día. Efectivamente, a través de los periódicos consumimos una informaciónque está condicionada por el impulso de las veinticuatro horas en las que puede tener ac-

tualidad una noticia. En nuestro caso, al tratarse de una publicación mensual, disponíamos del tiempo necesario para que reposaran todas esas noticias que habían ocupado portadas en los periódicos. Ese tempo mensual nos permitía llegar a tener un punto de vista mucho más formado. Más reflexionado. Podíamos analizar las noticias con calma, hilarlas entre ellas, para ofrecer una visión más sosegada que, además, pusiera su foco en aquellos puntos de encuentro, aquellos espacios comunes bucados tanto por Elkarri entonces como por Lokarri ahora para alcanzar la paz en este país. Los reportajes que escribías para la sección «Al hilo» aportaban esa perspectiva.

Alvaro González: sí. De todas formas, también vivimos imprevistos que nos echaron por tierra el trabajo de todo un mes. ¿Recuerdas lo de Barajas? Dani Martirena: ¡como para olvidarlo! En aquel número sólo se mantuvo la entrevista central, hecha días antes, y se puso una anotación de que había sido realizada antes del atentado. Al resto del contenido le tuvimos que dar un giro de trescientos sesenta grados. Alvaro González: aquél fue un acontecimiento que nos obligó a cambiar de rumbo en muchos sentidos. El contexto social previo era

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«Las entrevistas testimoniales han sido para mi una lección de aprendizaje en el plano más íntimo»

muy esperanzador, parecía que estábamos ante un proceso de paz definitivo, y nosotros, como motor que pretendíamos ser de aquella esperanza, habíamos preparado un reportaje en el que intentábamos destejer las conversaciones que se estaban produciendo. Hablábamos de que el diálogo era un hecho y de que se podía llegar a algo muy interesante. Pero

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cuando menos lo esperábamos, explotó la bomba en la T-4. Inmediatamente empezaron a sonar los teléfonos y, en medio de la conmoción, tuvimos que tomarle el pulso al momento y reelaborar la revista de urgencia. Fue un número muy de circunstancia, marcado por la coyuntura que en aquel momento nos estaba poniendo el diapasón. Aquella barbaridad

nos tiró al rastre el trabajo de ese número, y sobre todo, tantas esperanzas y tanto trabajo hecho previamente por Lokarri, partidos políticos y sociedad creyendo que aquélla era la buena. Fue un número determinado por una tragedia que se llevó dos vidas por delante y un proceso de paz que tenía buena pinta, pero que alguien se empeño en dinamitar.

Alvaro González

«El mejor consejo de dirección de “Haritu” son sus lectores» Dani Martirena: ese terrible atentado nos enseñó que teníamos que estar muy ligados a la actualidad y que, aunque nuestro propósito fuera reflexionar a un mes vista, no siempre se podía conseguir. Como anécdota, recuerdo que a partir de aquel número «Haritu» se suscribió a los archivos de EFE para disponer de fotos de última hora. María Lizardi: yo aún no había llegado a «Haritu». Así que creo que los mayores imprevistos de los que puedo hablar tienen que ver con cancelaciones de entrevistas a última hora. Alvaro González: a mi particularmente me dio mucha pena no poder entrevistar a Iosu Ion Imaz, entonces presidente del PNV, junto a Patxi López, como Secretario General del Partido Socialista de Euskadi, después de estar todo el mes haciendo gestiones. Me quedé con unas ganas locas de hacer aquella entrevista. María Lizardi: teníamos las puertas prácticamente abiertas. Incluso nos habían dado fecha. Creo que hubiera sido interesante. Dani Martirena: ¿por qué no se hizo? Alvaro González: por problemas de posición política u oportunidad política. Una de las dos partes determinó que no le convenía. Se trataba de un contexto preelectoral, en realidad muy preelectoral, pero los partidos ya estaban en guardia analizando qué podían ganar o perder a la hora de sentarse alrededor de una mesa y dialogar. En mi experiencia yo he comprobado que, generalmente, les da más miedo lo que pueda quedar plasmado que comparten que las discrepancias. El hecho de evidenciar determinados consensos, ver que realmente no están tan distantes a los partidos políticos, sobre todo en periodo preelectoral, les da un poco de calambre. Se les ve muy condicionados por el trastazo diario que hacen un poco su pan de cada día dentro de

su actividad política. Pero al margen de aquella ocasión, por lo general la gente acudía encantada, porque sabían que se iba a tratar de una entrevista que no buscaba ponerles en compromiso. María Lizardi: yo me he encontrado de todo. Gente que a la primera se ha mostrado totalmente abierta y dispuesta a hablar, personas en las que muy a menudo he intuido verdaderas ganas de expresar sus ideas sobre el conflicto, pero también personas muy reacias a hacer pública su opinión, con muchos recelos e incluso cierto temor a revelar su criterio. Me parece que esa actitud es, por una parte, entendible y por otra, reflejo de una realidad muy viciada por un conflicto muy presente y que lo mancha todo. Alvaro González: sí, esa posibilidad de hablar a calzón quitado, a veces provoca suspicacias. Y eso que es una de las grandes riquezas de la entrevista también desnuda una de las pobrezas o de las contaminaciones que tiene el conflicto en el plano que tenemos somatizado en la sociedad de no marcarnos, de no señalarnos. Ese diálogo real que se establece entre dos personas desnudas de su categoría de «yo, político representante de tal partido» o «yo, músico, con tales trazas de posicionamientos previos» da vértigo a algunas personas. Recuerdo la entrevista que hiciste a Fermín Muguruza, María. Muguruza tuvo mil recelos para concedérnosla, pero finalmente se mojó. Fue valiente. Hay gente que ha podido o querido saltarse esos recelos y gente que no. María Lizardi: en una ocasión, después hacer la entrevista y editarla, uno de los entrevistados se puso en contacto comigo para que no la publicara. No estaba satisfecho con el resultado, con las reflexiones y declaraciones que había mostrado durante la conversación y que a mi, personalmente, me habían parecido muy interesantes. El consideraba que no

había estado a la altura ni de la entrevista ni del otro entrevistado. Me hallé en un pequeño aprieto, ya que las fechas del cierre de larevista se me echaban encima y, además, debía comunicar a la otra parte, que a su vez me había escrito solicitando retocar la formulación de algunas de las ideas que había expuesto, la intención de suspender la publicación. Finalmente, tras varios intentos por convencerle para que accediera, varias idas y vueltas del texto para que fuera corregido por ambas partes, conseguimos que se publicara. Días después, él mismo me comunicaba que varias personas le habían felicitado por los argumentos que exponía. Dani Martirena: a mi me parecía muy importante ofrecer la oportunidad de leer la etrevista y corregirla. De hecho, creo que la di en un noventa por cien de los casos. Al margen de posibles miedos de las personas a la hora de dar a conocer su opinión sobre cuestiones relacionadas con el conflicto, muchas veces te puedes soprender viendo escrito algo que dijiste en su día porque tu intención no era expresarlo de esa manera. Quizá sea una fórmula no muy aceptable desde el punto de vista periodístico, porque el periodista es muy libre de ofrecer lo que quiera del contenido que han dejado en sus manos. No obstante, en «Haritu» me parecía importante dar esa opción sobre todo a gente que se había atrevido a compartir sus reflexiones sobre el conflicto sin tener experiencia en ello, sin tener el callo de un político que sabe de qué y hasta dónde puede hablar. Además, era una herramienta que me permitía conseguir futuras entrevistas a otras personas que tampoco estaban acostumbradas a hablar del tema, pero que se animaban al conocer esa alternativa. Alvaro González: retomando el tema de los imprevistos, me viene a la memoria el pequeño susto que me llevé cuando me trajeron la cuenta del restaurante Hilton, en Madrid. Los

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«Todas las secciones me han aportado su dosis de placer» entrevistados, dos politólogos, dos tótems en su campo, nos citaron en el Hilton y la entrevista tuvo lugar en un espectacular salón con derecho a pianista, cuya melodía, todo hay que decirlo, hizo que me las viera y me las deseara a la hora de trenscribir la cinta. Todo muy bonito hasta que me trajeron la cuenta de dos refrescos y un café, que no fueron menos de cuarenta y cinco euros. Afortunadamente, ése fue mi mayor susto. En general, la producción de las entrevistas salía bien. Dani Martirena: de todas formas, siempre hemos intentado buscar lugares donde entrevistar que no supusieran ningún gasto. Hemos hecho entrevistas en sitios peculiares. Recuerdo que la que hicimos a Uxue Barkos, María Antonia Iglesias e Isabel San Sebastián tuvo lugar en en la Central de Asociaciones de la Juventud de España, en Madrid. A Julia Otero y Ana Sallés, por ejemplo, las juntamos en una fundación catalana, en Barcelona, que nos cedieron gratis. María Lizardi: me estoy acordando de la entrevista que hice a Pello Zabala junto a Karlos Santisteban. Se desarrolló en la cafetería de una estación de servicio junto a la autopista, en medio del trajín de las camareras y el ir y venir de los clientes. No fue muy cómodo, pero debido a inconvenientes de horarios y de distancias, era el único lugar en el que podíamos juntar a ambos. Dani Martirena: en una ocasión viajamos hasta Madrid para entrevistar a Santiago Carrillo junto con Pedro Llamazares y, nada más llegar, nos informaron que habían ingresado a Carrillo por algún problema de salud. Ya que estábamos allí, intentamos hacer la entrevista entre Pedro Llamazares y algún congresista, pero ese día no tenían sesión y, finalmente, volvimos con las manos vacías. Además, pensamos que ya no tendríamos oportunidad de entrevistar a Carrillo debido a su edad, pero a los seis meses estábamos con él. Durante la entrevista vimos a

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un Carrillo espléndido, con una mente lúcida y una capacidad de reflexión impresionantes. En el rato que estuvo con nosotros, se habría fumado unos seis cigarros con toda tranquilidad. Haritu: ¿habéis tenido alguna sección preferida a la hora de dirigir o elaborar? Dani Martirena: para mi la joya de la corona era la entrevista de «A dos bandas». En realidad, no era un diálogo entre dos, sino entre tres, porque el periodista también participaba. A menudo, planteabas una reflexión sobre algo concreto y el diálogo cogía unos vuelos sorprendentes, surgían ideas que no hubieras imaginado nunca. Para mi era la sección más preciada a la hora de hacer, de editar y a la hora de todo. Además, pudimos hablar con gente que tenía cosas muy interesantes que decir, gente que hasta ese momento no sabíamos qué pensaba respecto al conflicto. Alvaro González: el gran valor de la entrevista estaba presente en todos los números. De todas maneras, en parte quizá por el papel informativo que yo le atribuía a la revista para que nuestros lectores también tuvieran esa otra parte de la información que queda un poco relegada, le tenía especial cariño a la sección «Al hilo», y claro, también porque empecé trabajando en ese apartado. Me parecía que era una forma de hilar uno de los aspectos de la actualidad del mes con ese poso y con esa capacidad de reflexión que otorgaba el hecho de trabajar a un mes vista. Otra de mis apadrinadas era «Hemeroteca», porque ofrecía un punto de vista muy completo de lo que había marcado la agenda durante el mes a través de unas tiras cómicas que invitaban a reirnos de nosotros mismos y de tantas cosas a las que a menudo damos demasiada trascendencia. Era un txoko en medio de la revista que ayudaba a desengrasar un contenido más denso o intelectual.

María Lizardi: no puedo hablar de una sección preferida, pero quizás sí me decanto por las entrevistas, ya que me han dado la oportunidad de de conocer a mucha gente y aprender muchísimo de todas esas personas. Ha sido un gustazo. A través de las entrevistas ves cómo cualquier persona puede encerrar un tesoro en sus palabras. Además, como bien decías, Alvaro, las entrevistas de «Haritu» no buscan poner en compromiso a nadie, no buscan presionar para obtener posicionamientos. Lo más importante es conseguir establecer un clima comunicativo que supere la frontera de los prejuicios y estereotipos, crear calor humano y relaciones interpersonales que puedan facilitar la apertura a visiones e ideologías de todo tipo. Dani Martirena: recuerdo con muchísimo cariño la entrevista más breve, la testimonial, en la que el entrevistado era alguien que había sufrido en sus propias carnes las consecuencias de la violencia. Me parecían muy emotivas y difíciles de hacer, porque a los implicados les costaba hablar sobre su padecimiento. Era un ejercicio que requería de mucho cariño y empatía. En una ocasión entrevisté a un concejal de Andoain del PP obligado a llevar escolta. Esa era una realidad que me era ajena y de la que aprendí bastante. Aquellas entrevistas fueron para mi una lección de aprendizaje en el plano más íntimo y personal. Alvaro González: yo recuerdo con especial cariño la entrevista con las hermanas de Salvador Puig Antich, el último ejecutado mediante garrote vil. Me traje de Barcelona el testimonio de tres mujeres dispuestas a luchar con firmeza para que se hiciera justicia con su hermano, que transmitían un mensaje de conciliación realmente conmovedor. Estuvieron en la celda con su hermano horas antes de que le estrujaran el cuello hasta matarlo por haberse visto envuelto en una cosa de lo más kafkina, en una atraco con determinados matices políticos

María Lizardi

«Lo más importante es conseguir establecer un clima comunicativo que supere la frontera de los prejuicios y estereotipos» de izquierdas, pero no gurdaban ningún ápice de rencor. Dani Martirena: todas y cada una de las secciones de Haritu tenían su dosis de placer. Trabajé muy agusto en todas. Incluso cuando recibías artículos de opinión y no estabas de acuerdo con lo que transmitían, te aportaban unos argumentos para entender otras formas de mirar. Y cuando eras afin a las opiniones, te aportaban nuevas maneras de formular esas ideas que compartías. La sección que hacía hincapié en un conflicto internacional también me ha parecido siempre interesante. María Lizardi: además, esa sección ha contado con colaboradores muy potentes, gente que ha estado implicada en esos conflictos y que nos han ofrecido su punto de vista y tra-

bajo en la mayoría de los casos gratis. Esa es una de las grandes virtudes de «Haritu», y es que ha contado y cuenta con colaboradores que aportan su esfuerzo de una manera totalmente altruísta. No podemos dejar de agradecer su trabajo.

es un lujo, porque te obligaba a hacer las cosas bien. Era una acicate para buscarte una vuelta más a ti mismo e intentar que el siguiente número fuera mejor. El mejor consejo de dirección de «Haritu» son sus lectores.

Dani Martirena: por comentarios y sugerencias que nos hacían llegar a redacción, creo que los lectores de «Haritu», en su gran mayoría, se leían la revista desde la página cero hasta la última, y eso te hacía ser muy exigente con tu trabajo. Alvaro González: yo recuerdo a unos lectores muy exigentes con un producto qu les gustaba. En cuanto veían algo que no les parecía acertado, te lo comunicaban. Eran exigentes tanto en el agradecimiento como en la crítica, y eso

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