8o P O N QUIXOTE P E L A M A N C H A

8o P O N Q U I X O T E P E L A M A N C H A tos: tened todas las cosas como si no las tuviésedes, y á esto llaman pobreza de espíritu; pero t ú ,

15 downloads 146 Views 10MB Size

Story Transcript

8o

P O N

Q U I X O T E

P E

L A

M A N C H A

tos: tened todas las cosas como si no las tuviésedes, y á esto llaman pobreza de espíritu; pero t ú , segunda pobreza (que eres de la que yo hablo) ¿porque quieres estrellarte con los hidalgos , y bien nacidos , mas que con la otra gente? ¿Porque los obligas á dar pantalia á los zapat o s , y á que los botones de sus ropillas, unos sean de seda, otros de cerdas, y otros de vidro? ¿Porque sus cuellos , por la mayor parte , han de ser siempre escarolados, y no abiertos con molde? ( y en esto se echará de ver que es antiguo el uso del almidón, y de los cuellos abiertos) y prosiguió : miserable del bien nacido , que va dando pistos á su honra , comiendo m a l , y á puerta cerrada , haciendo hipócrita al palillo de dientes , con que sale á la calle después de no haber comido cosa que le obligue á limpiárselos: miserable de aquel , digo , que tiene la honra espantadiza, y piensa que desde una legua se le descubre el remiendo del zapato, el trasudor del sombrero , la hilaza del herreruelo , y la hambre de su estómago. T o d o esto se le renovó á D o n Quixote en la soltura de sus puntos; pero consolóse con ver que Sancho le habia dexado unas botas de camino , que pensó ponerse otro dia. Finalmente él se recostó pensativo , y pesaroso , así de la falta que Sancho le h a c i a , como de la inreparable desgracia de sus medias , á quien tomara los puntos, aunque fuera con seda de otra c o l o r , que es una de las mayores señales de miseria que un hidalgo puede dar en el discurso de su prolixa estrecheza. Mató las velas, hacia calor , y no podia d o r m i r : levantóse del lecho , y abrió un poco la ventana de una reja, que daba sobre un hermoso j a r d i n , y al abrirla sintió, y oyó que andaba , y hablaba gente en el jardin : púsose á escuchar

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L I V .

8l

atentamente, levantaron la voz los de abaxo , tanto que pudo oír estas razones. N o me porfíes, ó Emerencia , que cante , pues sabes que desde el punto que este forastero entró en este castillo , y mis ojos le miraron , y o no sé cantar , sino l l o rar , quanto mas que el sueño de m i señora tiene mas de ligero , que de pesado, y no querria que nos hallase aquí por todo el tesoro del mundo : y puesto caso que durmiese , y no despertase , en vano seria m i canto si duerme , y no despierta para oirle este nuevo E n e a s , que ha llegado á mis regiones para dexarme" escarnida. N o des en eso, Altisidora a m i g a , respondieron, que sin duda la Duquesa , y quantos hay en esta casa d u e r m e n , sino es el Señor de tu corazón , y el despertador de tu alma, porque ahora sentí que abria la ventana de la reja de su estancia , y sin duda debe de estar despierto : canta, lastimada m i a , en tono baxo y suave, al son de tu a r p a , y quando la Duquesa nos sienta, le echaremos la culpa al calor que hace. N o está en eso el p u n t o , ó Emerencia, respondió la A l t i s i d o r a , sino en que no querria que m i canto descubriese m i corazón, y fuese juzgada de los que no tienen noticia de las fuerzas poderosas de a m o r , por doncella antojadiza y l i v i a n a ; pero venga l o que viniere , que mas vale vergüenza en cara , que mancilla en corazón: y en esto comenzó á tocar una arpa suavísimamente. Oyendo lo qual quedó D o n Quixote pasmado , porque en aquel instante se le vinieron á la memoria las infinitas aventuras, semejantes á aquella de ventanas, rejas y jardines, músicas, requiebros y desvanecimientos , que en los sus desvanecidos libros de caballerías habia leido. •Luego imaginó , que alguna doncella de la Duquesa esta3

82

D O N

Q U I X O T E

D E

L A

M A N C H A

ba del enamorada , y que la honestidad la forzaba á tener secreta su voluntad. T e m i ó no le rindiese , y propuso en su pensamiento el no dexarse v e n c e r , y encomendándose de todo buen ánimo, y buen talante á su Señora D u l cinea del T o b o s o , determinó de escuchar la música , y para dar á entender que allí estaba , dio un fingido estornudo , de que no poco se alegraron las doncellas, que otra cosa no deseaban, sino que D o n Quixote las oyese. Recorrida pues, y afinada l a a r p a , Altisidora dio principio á este R o m a n c e : O Tú que estas en tu lecho, entre sábanas de olanda, durmiendo á pierna tendida de la noche á la mañana, Caballero el mas valiente, que ha producido la Mancha, mas honesto y mas bendito que el oro fino de Arabia: Oye á una triste doncella, bien crecida , y mal lograda, que en la luz de tus dos soles se siente abrasar el alma. Tú buscas tus aventuras, y agenas desdichas hallas, das las feridas , y niegas el remedio de sanarlas. Dime, valeroso joven, que Dios prospere tus ansias, ¿si te criaste en la Tibia, ó en las Montañas de Jaca?

>

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L I V .

¿Si sierpes te dieron leche? ¿si á dicha fueron tus amas la aspereza de las selvas, y el horror de las montañas? Muy bien puede Dulcinea, doncella rolliza y sana, preciarse de que ha rendido á una tigre , y fiera brava. Por esto será famosa desde Henares á Xarama, desde el Tajo á Manzanares, desde Pisuerga hasta A.rlanza. Trocárame yo por ella, y diera encima una saya de las mas gayadas mias, que de oro la adornan franjas. ¡Ó quien se viera en tus brazos, ó si no junto á tu cama, rascándote la cabeza, . y matándote la caspa! Mucho pido , y no soy digna de merced tan señalada: los pies quisiera traerte, que á una humilde esto le basta. ¡ O que de cofias te diera, que de escarpines de plata, que de calzas de damasco, que de herreruelos de olanda! ¡Que de finísimas perlas, cada qual como una agalla, que á no tener compañeras, 4

TOM. IV,

iON

Q U I X O T E

D E

L A

M A N C H A

T i m b r i o aquí, Febo allí , tirador acá , médico acullá, padre de la poesía, inventor de la música , tú que siempre sales, y aunque lo parece , nunca te pones. Á t i d i go , ó S o l , con cuya ayuda el hombre engendra al hombre : á t i digo , que me favorezcas , y alumbres la escuridad de m i i n g e n i o , para que pueda discurrir por sus puntos en la narración del Gobierno del gran Sancho Panza, que sin t i y o me siento t i b i o , desmazalado y confuso. D i g o pues, que con todo su acompañamiento llegó Sancho á un L u g a r de hasta m i l v e c i n o s , que era de los mejores que el Duque tenia. Diéronle á entender, que se llamaba la Insula Barataría, ó ya porque e l L u g a r se llamaba Baratario, ó ya por el barato con que se le habia dado el Gobierno. A l llegar á las puertas de la v i l l a , que era cercada, salió el Regimiento del pueblo á recebirle , tocaron las campanas , y todos los vecinos dieron muestras de general alegría, y con mucha pompa le llevaron á la Iglesia mayor á dar gracias á D i o s , y luego con algunas ridiculas ceremonias le entregaron las llaves del pueblo , y le admitieron por perpetuo Gobernador de la Insula Barataría. E l trage, las barbas , la gordura y pequenez del nuevo Gobernador tenia admirada á toda la gente que el busilis del cuento no sabia , y aun á todos los que lo sabian, que eran muchos. Finalmente en sacándole de la Iglesia , le llevaron á la silla del juzgado, y le sentaron en ella , y el mayordomo del Duque le d i x o : es costumbre antigua en esta ínsula , señor Gobernador , que él que viene á tomar posesión desta famosa Insula , está obligado á responder á una pregunta que se le hiciere , que sea algo intricada y dificultosa , de cu-

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V .

87

y a respuesta e l p u e b l o t o m a , y toca e l p u l s o d e l i n g e nio de su n u e v o G o b e r n a d o r , y así, ó se alegra , ó se e n tristece c o n su v e n i d a . E n tanto que e l m a y o r d o m o decía esto á S a n c h o , estaba é l m i r a n d o unas grandes y muchas l e t r a s , que e n l a p a r e d frontera de su silla estaban escritas, y c o m o é l n o sabia l e e r , preguntó , q u e que.' eran aquellas pinturas que en aquella p a r e d estaban. F u é l e r e s p o n d i d o : señor , allí está escrito y notado e l dia en que V . S . t o m ó posesión desta ínsula , y dice e l epitafio : h o y d i a á tantos de t a l m e s , y de tal a ñ o , t o m ó l a posesión desta ínsula e l señor D o n S a n c h o P a n z a , que m u c h o s años l a g o c e . $ Y á q u i e n l l a m a n D o n S a n c h o Panza ? p r e g u n t ó S a n c h o . A V . S. respondió e l m a y o r d o m o , que e n esta I n s u l a n o ha entrado otro P a n z a , s i no e l que está sentado e n esa silla. Pues a d v e r t i d , hermano , d i x o S a n c h o , que y o n o tengo D o n , n i e n t o d o m i linage l e ha habido : S a n c h o P a n z a m e l l a m a n á secas, y Sancho se l l a m ó m i p a d r e , y S a n c h o m i agüelo , y todos fueron Panzas s i n añadiduras de D o n e s , n i d o n a s , y y o i m a g i n o , que e n esta Insula debe de haber mas D o nes que p i e d r a s ; p e r o b a s t a , D i o s m e e n t i e n d e , y podrá ser que si e l G o b i e r n o m e dura quatro d i a s , y o escarde estos D o n e s , que p o r l a m u c h e d u m b r e deben de enfadar c o m o los mosquitos. Pase adelante c o n su p r e g u n t a e l señor m a y o r d o m o , que y o responderé l o m e j o r q u e supiere , ora se entristezca , ó n o se entristezca e l p u e b l o . A este instante e n t r a r o n e n e l j u z g a d o dos h o m b r e s , e l uno vestido de l a b r a d o r , y e l o t r o de sastre, p o r q u e traía unas tixeras e n l a m a n o , y e l sastre d i x o : señor G o bernador , y o y este h o m b r e l a b r a d o r v e n i m o s ante v u e sa m e r c e d e n razón que este b u e n h o m b r e l l e g ó á m i t i e n 5

88

D O N

Q U I X O T E

D E

L A

M A N C H A

da a y e r , que y o con perdón de los presentes soy sastre examinado , que D i o s sea b e n d i t o , y poniéndome un pedazo de paño en las manos , me preguntó : señor ¿habría en este paño harto para hacerme una caperuza ? Y o tanteando el p a ñ o , le respondí que sí: él debióse de imaginar , á lo que yo imagino , é imaginé bien , que sin d u da y o le quería hurtar alguna parte del p a ñ o , fundándose en su m a l i c i a , y en la mala opinión de los sastres, y replicóme , que mirase si habría para dos: adivínele el pensamiento , y d í x e l e , que s í , y el caballero en su dañada y primera intención, fué añadiendo caperuzas, y yo añadiendo sies, hasta que llegamos á cinco caperuzas, y ahora en este punto acaba de venir por e l l a s , y o se las doy, y no me quiere pagar la hechura , antes me pide que le pague, ó vuelva su paño. ¿Es todo esto así, hermano? preguntó Sancho. Sí señor , respondió el h o m b r e ; pero hágale vuesa merced que muestre las cinco caperuzas, que me ha hecho. D e buena gana, respondió el sastre , y sacando encontinente la mano debaxo del herreruelo, mostró en ella cinco caperuzas puestas en las cinco cabezas de los dedos de la m a n o , y dixo : he aquí las cinco caperuzas que este buen hombre me pide , y en D i o s y en m i conciencia que no me ha quedado nada del p a ñ o , y y o daré la obra á vista de veedores del oficio. T o d o s los presentes se rieron de la multitud de las caperuzas, y del nuevo pleyto. Sancho se puso á considerar un p o c o , y d i x o : paréceme que en este pleyto no ha de haber largas dilaciones, sino juzgar luego á juicio de buen v a r ó n , y así yo doy por sentencia, que el sastre pierda las hechuras , y el labrador el paño , y las caperuzas se lleven á los presos de la cárcel , y no haya mas. S i la sentencia

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V .

89

pasada'Me l a bolsa d e l ganadero m o v i ó á admiración á los circunstantes , esta les p r o v o c ó á r i s a ; p e r o en fin se h i l o que mandó e l G o b e r n a d o r , ante e l q u a l se presentaron dos hombres ancianos , e l uno traia una cañaheja por b á c u l o , y e l sin báculo d i x o : señor, á este b u e n h o m bre le presté dias ha diez escudos de o r o en o r o , p o r hacerle p l a c e r y buena obra , c o n condición que m e los volviese quando se los pidiese : pasáronse m u c h o s dias sin pedírselos, p o r no p o n e r l e en m a y o r necesidad de volvérmelos , que l a que él tenia quando y o se los presté ; p e ro p o r parecerme que se descuidaba en l a p a g a , se los he pedido una y muchas veces , y n o solamente no m e los v u e l v e , p e r o m e los n i e g a , y d i c e que nunca tales diez escudos le presté , y que si se los presté , que y a m e los ha v u e l t o : y o no tengo testigos , n i d e l prestado, n i de l a v u e l t a , p o r q u e no m e los ha v u e l t o : querría que vuesa m e r c e d l e tomase j u r a m e n t o , y si jurare que me los ha v u e l t o , y o se los p e r d o n o para aquí y para delante de D i o s . ¿ Q u e decis vos á esto , b u e n viejo d e l báculo ? d i x o S a n c h o . Á l o que d i x o e l viejo : y o , señor , confieso que m e los p r e s t ó , y baxe vuesa m e r c e d esa v a r a , y pues él l o dexa en m i juramento , y o juraré como se los he v u e l t o , y pagado real y v e r d a d e r a m e n te. Baxó e l G o b e r n a d o r l a vara , y en tanto e l v i e j o d e l báculo dio e l báculo al otro viejo que se l e tuviese e n tanto que juraba , c o m o si l e embarazara m u c h o , y l u e g o puso l a m a n o en l a c r u z de l a v a r a , d i c i e n d o , que era verdad que se le habían prestado aquellos diez escudos que se le pedían , p e r o que él se los habia v u e l t o de su m a n o á la suya , y que p o r n o caer e n e l l o se los v o l v í a á p e d i r p o r momentos. V i e n d o l o q u a l e l gran G o b e r n a d o r , z

0

TOM. IV.

M

QO

P O N

Q U I X O T E

P E

L A

M A N C H A

preguntó al acreedor , que respondía á lo que decía su contrario , y d i x o , que sin duda alguna su deudor debia de decir verdad , porque le tenia por hombre de bien, y buen christiano , y que á él se le debia de haber o l v i dado el como y quando se los habia v u e l t o , y que desde allí en adelante jamas le pidiria nada. T o r n ó á tomar su báculo el deudor , y baxando la cabeza , se salió del juzgado. V i s t o lo qual Sancho , y que sin m a s , n i mas se i b a , y viendo también la paciencia del demandante, i n clinó la cabeza sobre el p e c h o , y poniéndose el índice de la mano derecha sobre las cejas, y las narices, estuv o como pensativo un pequeño espacio , y luego alzó la cabeza , y mandó que le llamasen al viejo del báculo, que y a se habia ido. Truxéronsele, y en viéndole S a n c h o , le dixo : dadme , buen h o m b r e , ese báculo , que le he menester. D e muy buena gana , respondió el viejo : hele aquí , señor, y púsosele en la mano : tomóle S a n c h o , y dándosele al otro v i e j o , le dixo : andad con D i o s , que y a vais pagado. ¿ Y o , señor? respondió el viejo ¿pues vale esta cañaheja diez escudos de oro? S í , dixo el Gobernador , ó si n o , yo soy el mayor porro del m u n d o , y ahora se verá si tengo yo caletre para gobernar todo un R e y no , y mandó que allí delante de todos se rompiese y abriese la caña. Hízose así, y en el corazón della hallaron diez escudos en oro. Quedaron todos admirados, y tuvieron á su Gobernador por un nuevo Salomón. Preguntáronle de donde habia colegido que en aquella cañaheja estaban aquellos diez escudos, y respondió , que de haberle visto dar el viejo que juraba á su contrario aquel báculo en tanto que hacia el juramento, y jurar que se los habia dado real y verdaderamente , y que en

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V .

Q I

acabando de jurar le tornó á p e d i r e l b á c u l o , l e v i n o á l a i m a g i n a c i ó n , que dentro d e l estaba l a paga de l o que pedían : de donde se podía c o l e g i r , que los que gobiernan, aunque sean unos t o n t o s , t a l v e z los encamina D i o s en sus juicios , y mas que él habia oído contar otro caso c o m o aquel a l C u r a de su L u g a r , y que él tenia tan gran m e moria , que á no olvidársele todo aquello de que quería acordarse , no hubiera t a l m e m o r i a en toda la ínsula. F i n a l m e n t e e l u n viejo c o r r i d o , y e l otro pagado , se fueron , y los presentes quedaron a d m i r a d o s , y e l que escribía las palabras , hechos y m o v i m i e n t o s de S a n c h o , no acababa de determinarse , si le tendría y pondría por tonto , ó p o r discreto. L u e g o acabado este p l e y t o , entró en e l juzgado una m u g e r asida fuertemente de u n hombre , vestido de ganadero r i c o , l a qual v e n i a dando grandes voces , d i c i e n d o : justicia , señor G o b e r n a d o r , j u s t i c i a , y si no l a h a l l o en l a tierra , l a iré á buscar a l cielo. Señor G o b e r n a d o r de m i á n i m a , este m a l h o m b r e me ha c o g i d o en la m i t a d dése c a m p o , y se ha aprovechado de m i c u e r p o , c o m o si fuera trapo m a l l a v a d o , y desdichada de m í m e ha l l e v a d o l o que y o tenia guardado mas de veinte y tres años ha , defendiéndolo de M o r o s y C h r i s t i a n o s , de naturales y extrangeros, y y o siempre dura c o m o u n a l c o r n o q u e , conservándome entera , c o m o la salamanquesa en e l fuego , ó c o m o l a lana entre las zarzas , para que este b u e n h o m b r e llegase ahora c o n sus manos limpias á manosearme. A u n eso está p o r a v e r i g u a r , si tiene l i m p i a s , ó no las manos este g a l á n , d i x o S a n c h o , y volviéndose al h o m b r e , l e d i x o , que d e c í a , y respondía á l a querella de aquella m u g e r , e l q u a l todo turbado respondió : señores , y o soy u n p o b r e ganadero de ganaTOM. IV.

M ij

Q 2

P O N

Q U I X O T E

P E

L A

M A N C H A

do de c e r d a , y esta mañana salía deste L u g a r de vender, con perdón sea dicho , quatro puercos, que me llevaron de alcabalas y socaliñas poco menos de lo que ellos valían : volvíame á m i aldea, topé en el camino á esta buena dueña , y el diablo , que todo lo añasca, y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos, pagúele lo sóndente, y ella mal contenta asió de m í , y no me ha dexado hasta traerme á este puesto : dice que la forcé , y miente para el juramento que h a g o , ó pienso hacer , y esta es toda la verdad , sin faltar meaja. Entonces el Gobernador le preguntó , si traia consigo algún dinero en plata : él dixo , que hasta veinte ducados tenia en el seno en una bolsa de cuero. Mandó que la sacase , y se la entregase así como estaba á la querellante : él lo hizo temblando: tomóla la m u g e r , y haciendo m i l zalemas á todos , y rogando á D i o s por la v i d a , y salud del señor Gobernador, que así miraba por las huérfanas menesterosas, y doncellas, y con esto se salió del juzgado , llevando la bolsa asida con entrambas manos, aunque primero miró si era de plata la moneda que llevaba dentro. Apenas salió quando Sancho dixo al ganadero , que ya se le saltaban las lágrimas , y los ojos y el corazón se iban tras su bolsa: buen hombre , id tras aquella m u g e r , y quitadle la b o l s a , aunque no quiera, y volved aquí con ella : y no lo dixo á tonto , ni á sordo, porque luego partió como un rayo, y fué á lo que se le mandaba. Todos los presentes estaban suspensos , esperando el fin de aquel pleyto y de allí a poco volvieron el hombre , y la muger, mas asidos y aferrados que la vez primera : ella la saya levantada, y en el regazo puesta la bolsa, y el hombre pugnando por quitársela, mas no era p o s i b l e , según la muger la defen-

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V .

93

dia , la qual daba voces ¡ diciendo : justicia de D i o s , y del m u n d o , mire vuesa m e r c e d , señor G o b e r n a d o r , la poca vergüenza, y el poco temor deste desalmado, que en mitad de poblado, y en mitad de la calle me ha querido quitar la bolsa que vuesa merced mando darme. ¿ Y haosla quitado? preguntó el Gobernador. ¿Como quitar? respondió la muger , antes me dexara yo quitar la vida, que me quiten la bolsa : bonita es la niña, otros gatos me han de echar á las barbas, que no este desventurado y asqueroso: tenazas y martillos, mazos y escoplos no serán bastantes á sacármela de las uñas, n i aun garras de leones, antes el ánima de en mitad en mitad de las carnes. E l l a tiene razón, dixo el hombre, y yo me doy por rendido y sin fuerzas, y confieso, que las mías no son bastantes para quitársela: y dexóla. Entonces el Gobernador dixo á la muger : mostrad, honrada y valiente , esa bolsa : ella se la dio luego , y el Gobernador se la volvió al hombre, y dixo á la esforzada , y no forzada: hermana m i a , si el mismo aliento, y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa , le mostrárades, y aun la mitad menos para defender vuestro c u e r p o , las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza : andad con D i o s , y mucho de enhoramala , y no paréis en toda esta Insula, n i en seis leguas á la redonda, sopeña de docientos azotes: andad luego, digo , churrillera, desvergonzada, y embaydora. Espantóse la m u g e r , y fuese cabizbaxa, y mal contenta , y e l Gobernador dixo al hombre : buen h o m b r e , andad con Dios á vuestro L u g a r con vuestro dinero, y de aquí adelante , si no le queréis perder , procurad que no os venga en voluntad de yogar con nadie. E l hombre le dio las gracias lo peor que s u p o , y fuese , y los circunstantes 3

Q4

D O N

Q U I X O T E

D E

L A

M A N C H A

quedaron admirados de nuevo de los juicios , y sentencias de su nuevo Gobernador. T o d o lo qual notado de su coronista, fué luego escrito al D u q u e , que con gran deseo lo estaba esperando : y quédese aquí el buen Sancho, que es mucha la priesa que nos da su amo , alborozado con la música de Altisidora. CAPÍTULO Del

X L V I .

temeroso espanto cencerril y gatuno , que recibió Don Quixote en el discurso de los amores de la enamorada Altisidora.

Dexámos al gran D o n Quixote envuelto en los pensamientos que le habia causado la música de la enamorada doncella Altisidora. Acostóse con e l l o s , y como si fueran pulgas, no le dexáron dormir , ni sosegar un punto , y juntábansele los que le faltaban de sus medias; pero como es ligero el tiempo , y no hay barranco que le detenga, corrió caballero en las horas, y con mucha presteza llegó la de la mañana. L o qual visto por D o n Q u i xote , dexó las blandas plumas , y no nada perezoso se vistió su acamuzado vestido , y se calzó sus botas de camino por encubrir la desgracia de sus medias. Arrojóse encima su mantón de escarlata, y púsose en la cabeza una montera de terciopelo verde , guarnecida de pasamanos de plata : colgó e l tahalí de sus hombros, con su buena y tajadora espada : asió un gran rosario, que consigo contino traia, y con gran prosopopeya y contoneo salió á la antesala , donde el Duque y la Duquesa estaban ya vestidos, y como esperándole : y al pasar por una galería estaban aposta esperándole Altisidora y la

P A R T E .

II.

C A P Í T U L O

X L V I .

95

otra doncella su a m i g a , y así como Altisidora vio á D o n Quixote, fingió desmayarse, y su amiga la recogió en sus faldas , y con gran presteza la iba á desabrochar el pecho. D o n Quixote que lo vio , llegándose á e l l a s , dixo: ya sé yo de que proceden estos accidentes. N o sé yo de que, respondió la amiga , porque Altisidora es la doncella mas sana de toda esta casa , y yo nunca la he sentido un ay en quanto ha que la conozco : que mal hayan quantos caballeros andantes hay en el m u n d o , si es que todos son desagradecidos: vayase vuesa merced , señor D o n Quixote, que no volverá en sí esta pobre niña en tanto que vuesa merced aquí estuviere. Á lo que respondió D o n Quixote : haga vuesa m e r c e d , señora, que se me ponga un laúd esta noche en m i aposento , que y o consolaré lo mejor que pudiere á esta lastimada doncella, que en los principios amorosos , los desengaños prestos suelen ser remedios calificados : y con esto se fué , porque no fuese notado de los que allí le viesen. N o se hubo bien apartado, quando volviendo en sí Ja desmayada A l tisidora , dixo á su compañera : menester será, que se le ponga el laúd , que sin duda D o n Quixote quiere darnos música, y no será mala , siendo suya. Fueron luego á dar cuenta á la Duquesa de lo que pasaba , y del laúd que pedia D o n Quixote , y ella alegre sobre modo concertó con el D u q u e , y con sus doncellas de hacerle una burla , que fuese mas risueña, que dañosa , y con mucho contento esperaban la noche , que se vino tan apriesa, como se habia venido el d i a , el qual pasaron los Duques en sabrosas pláticas con D o n Quixote : y la D u quesa aquel d i a , real y verdaderamente despachó á un page s u y o , que habia hecho en la selva la figura encan-

Q6

D O N

Q U I X O T E

D E

L A

M A N C H A

tada de D u l c i n e a , á T e r e s a P a n z a , c o n l a carta de su m a r i d o Sancho P a n z a , y c o n e l l i o de r o p a que habia dexado para que se le enviase , encargándole l e truxese buena relación de todo l o que c o n ella pasase. H e c h o esto, y llegadas las once horas de l a noche , halló D o n Q u i x o te una v i h u e l a en su aposento: templóla , abrió l a r e j a , y sintió que andaba gente e n ' e l j a r d i n , y habiendo recorr i d o los trastes de l a v i h u e l a , y afinándola l o mejor que s u p o , e s c u p i ó , y remondóse e l p e c h o , y l u e g o c o n una v o z r o n q u i l l a , aunque e n t o n a d a , cantó e l siguiente R o mance , que él m i s m o aquel dia habia c o m p u e s t o : 7

Suelen las fuerzas de amor sacar de quicio á las almas, tomando por instrumento la ociosidad descuidada. Suele el coser y el labrar, y el estar siempre ocupada, ser antídoto al veneno de las amorosas ansias. Las doncellas recogidas, que aspiran á ser casadas, la honestidad es la dote, y voz de sus alabanzas. Los andantes caballeros, y los que en la Corte andan, requiébrame con las libres, con las honestas se casan. Hay amores de levante, que entre huéspedes se tratan, que llegan presto al poniente, porque en el partir se acaban.

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I .

97

El

amor re cien venido, que hoy llegó, y se va mañana, las imagines no dexa bien impresas en el alma. Tintura sobre pintura, ni se muestra , ni señala, y do hay primera belleza, la segunda no hace baza. Dulcinea del Toboso del alma en la tabla rasa tengo pintada de modo, que es imposible borrarla. La firmeza en los amantes es la parte mas preciada, por quien hace amor milagros, y asimesmo los levanta. Aquí llegaba D o n Quixote de su canto, á quien estaban escuchando el D u q u e y la Duquesa , Altisidora y casi toda la gente del castillo , quando de improviso desde encima de un corredor , que sobre la reja de D o n Q u i xote á plomo caia , descolgaron un c o r d e l , donde venían mas de cien cencerros asidos , y luego tras ellos derramaron un gran saco de gatos, que asimismo traían cencerros menores atados á las colas. Fué tan grande el ruido de los cencerros y el mayar de los gatos , que aunque los Duques habian sido inventores de la b u r l a , todavía les sobresaltó , y temeroso D o n Q u i x o t e , quedó pasmado , y quiso la suerte que dos , ó tres gatos se entraron por la reja de su estancia , y dando de una parte á o t r a , parecía que una legión de diablos andaba en ella. Apagaron las TOM. IV.

N

Q8

K

P O N

Q U I X O T E

P E

L A

M A N C H A

velas que en el aposento ardían, y andaban buscando por do escaparse. E l descolgar y subir del cordel de los grandes cencerros no cesaba: la mayor parte de la gente del castillo , que no sabia la verdad del caso , estaba suspensa y admirada. Levantóse D o n Quixote en pie , y poniendo mano á la espada, comenzó á tirar estocadas por la reja , y á decir á grandes voces: afuera, malignos encantadores, afuera, canalla hechiceresca, que yo soy D o n Quixote de la Mancha contra quien no v a l e n , n i tienen fuerza vuestras malas intenciones : y volviéndose á los gatos , que andaban por el aposento , les tiró muchas cuchilladas : ellos acudieron á la reja , y por allí se salieron, aunque uno viéndose tan acosado de las cuchilladas de D o n Q u i x o t e , le saltó al rostro, y le asió de las narices con las uñas y los dientes , por cuyo dolor D o n Quixote comenzó á dar los mayores gritos que pudo. Oyendo lo qual el Duque y la Duquesa, y considerando lo que podía ser, con mucha presteza acudieron á su estancia, y abriendo con llave maestra , vieron al pobre caballero pugnando con todas sus fuerzas por arrancar el gato de su rostro. Entraron con l u c e s , y vieron la desigual pelea : acudió el Duque á despartirla, y D o n Quixote d i xo á voces: no me le quite nadie, déxenme mano á mano con este demonio , con este hechicero, con este encantador , que yo le daré á entender de mí á él quien es D o n Quixote de la Mancha. Pero el gato no curándose destas amenazas, gruñía, y apretaba. M a s en fin el D u que se le desarraigó, y le echó por la reja: quedó D o n Quixote acribado el rostro, y no m u y sanas las narices, aunque muy despechado , porque no le habian dexado fenecer la batalla que tan trabada tenia con aquel malan-

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I .

99

d r i n encantador. H i c i e r o n traer aceyte de a p a r i c i o , y l a rnisma A l t i s i d o r a c o n sus blanquísimas manos l e puso unas vendas p o r todo l o h e r i d o , y a l ponérselas c o n v o z baxa l e d i x o : todas estas malandanzas te s u c e d e n , e m p e dernido caballero , p o r e l pecado de t u d u r e z a , y p e r t i n a c i a , y p l e g a á D i o s que se l e o l v i d e á S a n c h o ' t u escudero e l azotarse, porque n u n c a salga de su encanto esta tan amada t u y a D u l c i n e a , n i tú l a g o c e s , n i llegues á tálamo c o n e l l a , alómenos v i v i e n d o y o , que te adoro. Á todo esto no respondió D o n Q u i x o t e otra palabra , s i no fué dar u n profundo s u s p i r o , y luego se tendió en su lecho , agradeciendo á los D u q u e s l a m e r c e d , no p o r q u e él tenia t e m o r de aquella canalla gatesca e n c a n t a d o r a , y c e n c e r r u n a , sino p o r q u e habia c o n o c i d o l a buena intención c o n que habían v e n i d o á socorrerle. L o s D u q u e s l e dexáron sosegar , y se fueron pesarosos d e l m a l suceso de l a b u r l a , que no c r e y e r o n que tan pesada y costosa le saliera á D o n Q u i x o t e aquella a v e n t u r a , que le costó cinco dias de encerramiento y de c a m a , donde le sucedió otra aventura mas gustosa que l a p a s a d a , l a q u a l no quiere su historiador contar ahora , p o r acudir á S a n c h o P a n za , que andaba m u y solícito y m u y gracioso e n su G o bierno. 8

C A P Í T U L O

X L V I I .

Donde se prosigue como se portaba Sancho Panza en su Gobierno. Cuenta

l a historia , que desde e l j u z g a d o l l e v a r o n á Sancho P a n z a á u n suntuoso P a l a c i o , adonde e n una gran sala estaba puesta una R e a l y limpísima m e s a , y así c o m o Sancho entró e n l a sala , sonaron c h i r i m í a s , y salieron TOM. IV.

N ij

I O O

D O N

QUIXOTE

D E

L A

M A N C H A

quatro pages á darle aguamanos, que Sancho recibió con mucha gravedad: cesó la música, sentóse Sancho á la cabecera de la mesa, porque no habia mas de aquel asiento , y no otro servicio en toda ella. Púsose á su lado en pie un personage, que después mostró ser m é d i c o , con una varilla de ballena en la mano : levantaron una riquísima y blanca tohalla , con que estaban cubiertas las frutas y mucha diversidad de platos de diversos manjares. U n o que parecía estudiante echó la bendición , y u n page puso un babador randado á Sancho: otro que hacia el oficio de maestresala llegó un plato de fruta delante ; pero apenas hubo comido un bocado, quando el de la varilla tocando con ella en el p l a t o , se le quitaron de delante con grandísima celeridad ; pero el maestresala le llegó otro de otro manjar. Iba á probarle Sancho ; pero antes que llegase á é l , n i le gustase , ya la varilla habia tocado en é l , y un page alzádole con tanta presteza como el de la fruta. V i s t o lo qual por Sancho , quedó suspenso , y mirando á todos, preguntó si se habia de^ comer aquella comida como juego de Maesecoral. A lo qual respondió el de la v a r a : no se ha de comer , señor G o b e r n a d o r , sino como es uso y costumbre en las otras Insulas donde hay Gobernadores. Y o , señor, soy médic o , y estoy asalariado en esta Insula para serlo de los G o bernadores d e l l a , y miro por su salud mucho mas que por la mia , estudiando de noche y de d i a , y tanteando la complexión del Gobernador para acertar á curarle, quando cayere enfermo, y lo principal que hago es asistir á sus comidas y cenas, y á dexarle comer de lo que me parece que le conviene , y á quitarle lo que imagino que le ha de hacer daño, y ser nocivo al estómago , y así

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I I .

I O I

mandé quitar el plato de la fruta, por ser demasiadamente húmeda, y el plato del otro manjar también le mandé quitar, por ser demasiadamente caliente, y tener muchas especias, que acrecientan la sed , y el que mucho bebe, mata y consume el húmedo r a d i c a l , donde consiste la vida. Desa manera aquel plato de perdices que están allí asadas, y á m i parecer bien sazonadas, no me harán algún daño. A lo que el médico respondió: esas no comerá el señor Gobernador en tanto que yo tuviere vida. ¿Pues porque ? dixo Sancho. Y el médico respondió : porque nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un aforismo suyo dice : omnis saturatio mala , perdix autem pessima. Quiere decir : toda hartazga es mala; pero la de las perdices malísima. S i eso es así, dixo Sancho , vea el señor D o c t o r de quantos manjares hay en esta mesa, qual me hará mas p r o v e c h o , y qual menos daño , y déxeme comer d e l , sin que me le apalee, porque por vida del Gobernador , y así Dios me la dexe gozar, que me muero de hambre, y el negarme la comida , aunque le pese al señor D o c t o r , y él mas me diga, antes será quitarme la vida , que aumentármela. Vuesa merced tiene razón, señor Gobernador, respondió el médico , y así es m i parecer, que vuesa merced no coma de aquellos conejos guisados que allí están , porque es manjar peliagudo : de aquella ternera , si no fuera asada, y en adobo, aun se pudiera probar , pero no hay para que. Y Sancho d i x o : aquel platonazo que está mas adelante vahando, me parece que es olla podrida, que por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas h a y , no podré dexar de topar con alguna que me sea de gusto, y de provecho. Absit, dixo el m é d i c o , vaya lejos de

1 0 2

D O N

Q U I X O T E

D E

L A

M A N C H A

nosotros tan m a l pensamiento : no h a y cosa en e l m u n d o de peor m a n t e n i m i e n t o que una o l l a p o d r i d a : allá las ollas podridas para los C a n ó n i g o s , ó para los R e t o r e s de C o l e gios , ó para las bodas labradorescas , y déxennos libres las mesas de los G o b e r n a d o r e s , donde ha de asistir todo p r i m o r y toda atildadura : y l a razón es , p o r q u e s i e m p r e , y á do quiera , y de q u i e n quiera son mas estimadas las medicinas s i m p l e s , que las compuestas , p o r q u e en las simples no se puede e r r a r , y en las compuestas s í , alterand o la cantidad de las cosas de que son compuestas : mas l o que y o sé que ha de c o m e r e l señor G o b e r n a d o r ahora, para conservar su salud y c o r r o b o r a r l a , es u n c i e n t o de cañutillos de s u p l i c a c i o n e s , y unas tajadicas subtiles de carne de m e m b r i l l o , que le asienten e l estómago , y le ayud e n á l a digestión, O y e n d o esto S a n c h o , se arrimó sobre e l espaldar de l a silla , y miró de h i t o e n h i t o al t a l m é d i c o , y c o n v o z grave le preguntó c o m o se l l a m a b a , y donde habia estudiado. A l o que él respondió : y o , señor G o b e r n a d o r , m e l l a m o e l D o c t o r P e d r o R e c i o d e A g ü e r o , y soy natural de u n L u g a r l l a m a d o T i r t e a f u e r a , que está entre C a r a q ü e l y A l m o d ó b a r d e l C a m p o á l a m a n o d e r e c h a , y tengo e l grado de D o c t o r p o r l a U n i versidad de O s u n a . A l o que respondió S a n c h o , todo encendido e n cólera: p u e s , señor D o c t o r P e d r o R e c i o de m a l agüero , natural de T i r t e a f u e r a , L u g a r que está á l a derecha mano c o m o vamos de C a r a q ü e l á A l m o d ó b a r d e l C a m p o , graduado en O s u n a , quíteseme l u e g o de del a n t e , si n o , v o t o al s o l , que t o m e u n g a r r o t e , y que á garrotazos , comenzando p o r él no m e ha de quedar m é d i c o en toda l a I n s u l a , alómenos de aquellos que y o entienda que son i g n o r a n t e s , que á los médicos sabios, p r u d e n 3

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I I .

103

y discretos, los pondré sobre m i cabeza , y los honraré como á personas divinas: y vuelvo á d e c i r , que se me vaya Pedro R e c i o de aquí , si no tomaré esta silla donde estoy sentado, y se la estrellaré en la cabeza, y pídanmelo en residencia , que yo me descargaré con d e c i r , que hice servicio á D i o s en matar á un mal médico , verdugo de la R e p ú b l i c a , y denme de c o m e r , ó si no tómense su G o b i e r n o , que oficio que no da de comer 4 su dueño , no vale dos habas. Alborotóse el D o c t o r , viendo tan colérico al Gobernador , y quiso hacer tirteafuera de la sala, sino que en aquel instante sonó una corneta de posta en la c a l l e , y asomándose el maestresala á la ventana, volvió diciendo : correo viene del D u que m i señor , algún despacho debe de traer de importancia. Entró el correo sudando y asustado, y sacando un pliego del seno, le puso en las manos del Gobernador, y Sancho le puso en las del mayordomo , á quien mandó leyese el sobrescrito, que decia así: ¿4. Don Sancho Panza , Gobernador de la Insula Baratarla, en su propia mano ó en las de su secretario. Oyendo lo qual Sancho , dixo $ quien es aquí m i secretario ? y uno de los que presentes estaban, respondió : y o , señor, porque sé leer y escribir, y soy Vizcaíno. C o n esa añadidura, dixo Sancho, bien podéis ser secretario del mismo E m p e r a dor : abrid ese p l i e g o , y mirad l o que dice. Hízolo así el recien nacido secretario, y habiendo leido lo que decia , d i x o , que era negocio para tratarle á solas. Mandó Sancho despejar la sala, y que no quedasen en ella sino el mayordomo y el maestresala, y los demás y el médico se fueron : y luego el secretario leyó la carta , que así decia: t e s

3

104

D O N

Q U I X O T E

D E

L A

M A N C H A

j i mi noticia ha llegado, señor Don Sancho Panza, que unos enemigos mios y desa Insula la han de dar un asalto furioso no se que noche: conviene velar y estar alerta, porque no le tomen desapercebido. Se" también por espías verdaderas, que han entrado en ese Lugar quatro personas disfrazadas para quitaros la vida porque se temen de vuestro ingenio : abrid el ojo y mirad quien llega á hablaros y no comáis de cosa que os presentaren. Yo tendré cuidado dé socorreros, si os viéredes en trabajo , y en todo haréis como se espera de vuestro entendimieiíto. Deste Lugar á diez y seis de Agosto á las quatro de la mañana. Vuestro amigo el Tiuque. Quedó atónito Sancho, y mostraron quedarlo asimismo los circunstantes , y volviéndose al mayordomo le dixo : lo que agora se ha de hacer , y ha de ser luego, es meter en un calabozo al D o c t o r R e c i o , porque si alguno me ha de matar ha de ser é l , y de muerte adminicula y pésima, como es la de la hambre. T a m b i é n , dixo el maestresala, me parece á m í , que vuesa merced no coma de todo lo que está en esta mesa , porque lo han presentado unas M o n j a s , y como suele decirse , detras de la cruz está el diablo. N o lo niego , respondió Sancho, y por ahora denme un pedazo de p a n , y obra de quatro libras de u v a s , que en ellas no podrá venir veneno, porque en efecto no puedo pasar sin comer : y si es que hemos de estar prontos para estas batallas que nos amenazan , menester será estar bien mantenidos, porque tripas llevan corazón, que no corazón tripas: y v o s , secretario , responded al D u q u e m i señor , y decidle , que se cumplirá lo que manda , como lo manda sin faltar }

3

}

3

3

3

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V 1 1 .

I 0 5

punto : y daréis de m i parte u n besamanos á m í señora l a D u q u e s a , y que le s u p l i c o n o se l e o l v i d e de e n v i a r c o n u n p r o p i o m i carta y m i l i o á m i m u g e r T e r e s a P a n z a , que en e l l o recibiré m u c h a m e r c e d , y tendré c u i d a d o de escribirla c o n todo l o que mis fuerzas a l c a n z a r e n : y de camino podéis encaxar u n besamanos á m i señor D o n Q u i xote de l a M a n c h a , p o r q u e v e a que soy p a n agradecido: y vos c o m o b u e n secretario " , y c o m o b u e n V i z c a í n o podéis añadir todo l o que quisiéredes y mas v i n i e r e á cuento : y álcense estos manteles , y d e n m e á m í de c o m e r , que y o m e avendré c o n quantas espías y matadores y encantadores v i n i e r e n sobre m í y sobre m i ínsula. E n esto entró u n page , y d i x o : aquí está u n labrador n e gociante , que quiere hablar á V u e s t r a Señoría en u n negocio , según él d i c e , de m u c h a i m p o r t a n c i a . E x t r a ñ o caso es e s t e , d i x o S a n c h o , destos negociantes 3 es p o s i ble que sean tan n e c i o s , que no echen de v e r , que semejantes horas c o m o estas no son e n las que han de v e n i r á negociar? ¿Por v e n t u r a los que g o b e r n a m o s , los que somos Jueces , n o somos h o m b r e s de carne y d e hueso, y que es menester que nos dexen descansar e l t i e m p o que la necesidad p i d e , sino que q u i e r e n que seamos hechos de p i e d r a mármol? P o r D i o s , y e n m i c o n c i e n c i a , q u e si me dura e l G o b i e r n o ( q u e n o durará según se m e trasluce ) que y o p o n g a en p r e t i n a á mas de u n negociante. A g o r a d e c i d á ese b u e n h o m b r e que entre ; p e r o adviértase p r i m e r o no sea alguno de los espías ó m a t a d o r m i ó . N o s e ñ o r , respondió e l page , p o r q u e parece una a l m a de cántaro , y y o sé p o c o , ó él es tan b u e n o c o m o e l buen pan. N o h a y que t e m e r , d i x o e l m a y o r d o m o , que aquí estamosrtodos. < S e r i a p o s i b l e , d i x o S a n c h o , maes9

3

TOM. IV.

O

lOÓ

P O N

QJJIXOTE

D E

L A

M A N C H A

tresala, que agora que no está aquí el D o c t o r Pedro R e cio , que comiese y o alguna cosa de peso y de sustanc i a , aunque fuese un pedazo de pan , y una cebolla? E s ta noche á la cena se satisfará la falta de la c o m i d a , y quedará V . S. satisfecho y pagado , dixo el maestresala. D i o s lo haga, respondió S a n c h o , y en esto entró el labrador , que era de m u y buena presencia, y de m i l leguas se le echaba de ver que era bueno y buena alma. L o primero que dixo fué: {quien es aquí el señor G o b e r nador ? Quien ha de ser , respondió el secretario , sino el que está sentado en la silla. Humillóme pues á su presencia , dixo el labrador , y poniéndose de rodillas , le pidió la mano para besársela. Negósela Sancho, y mandó que se levantase y dixese lo que quisiese. Hízolo así el labrador , y luego dixo : y o , señor , soy labrador, natural de M i g u e l T u r r a , un L u g a r que está dos leguas de C i u dad R e a l . ¿Otro Tirteafuera tenemos? dixo Sancho : decid , hermano , que l o que y o os sé decir, e s , que sé muy bien á M i g u e l T u r r a , y que no está m u y lejos de m i pueblo. E s pues el caso, señor, prosiguió el labrador , que y o por la misericordia de D i o s soy casado en p a z , y en haz de la Santa Iglesia Católica R o m a n a , tengo dos hijos estudiantes, que el menor estudia para B a c h i l l e r , y el mayor para L i c e n c i a d o : soy v i u d o , porque se murió m i mug e r , ó por mejor d e c i r , me la mató un mal m é d i c o , que la purgó estando preñada, y si D i o s fuera servido que saliera á luz el parto , y fuera hijo , y o le pusiera á estudiar para D o c t o r , porque no tuviera invidia á sus hermanos el Bachiller y el Licenciado. D e m o d o , dixo S a n c h o , que si vuestra muger no se hubiera muerto , ó la hubieran m u e r t o , vos no fuérades agora viudo. N o señor, en nin-

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I I .

I 0 7

guna m a n e r a , respondió e l labrador. M e d r a d o s estamos, replicó S a n c h o : a d e l a n t e , h e r m a n o , que es hora de dorm i r , mas que de negociar. D i g o p u e s , d i x o e l l a b r a d o r , que este m i h i j o , que ha de ser B a c h i l l e r , se enamoró e n e l mesmo p u e b l o de una d o n c e l l a , l l a m a d a C l a r a P e r l e r i n a , hija de. A n d r é s P e r l e r i n o , labrador riquísimo : y este n o m b r e de Perlerines no les v i e n e de abolengo , n i otra alcurnia , sino p o r q u e todos los deste linage son perláticos , y p o r mejorar e l n o m b r e los l l a m a n P e r l e r i n e s , aunque si v a á d e c i r l a v e r d a d , l a d o n c e l l a es c o m o u n a perla o r i e n t a l , y m i r a d a p o r e l lado derecho parece una flor d e l c a m p o , p o r e l i z q u i e r d o n o t a n t o , p o r q u e l e falta aquel o j o , que se le saltó de v i r u e l a s : y aunque los hoyos d e l rostro son muchos y g r a n d e s , d i c e n los que l a quieren b i e n , que aquellos no son h o y o s , sino sepulturas , donde se sepultan las almas de sus amantes. E s tan l i m p i a , que p o r no ensuciar l a c a r a , trae las n a r i c e s , c o m o d i c e n , arremangadas, que n o parece sino que v a n huyendo de l a boca , y c o n todo esto parece b i e n p o r e x t r e m o , p o r q u e tiene l a boca g r a n d e , y á n o faltarle diez , ó doce dientes y muelas , p u d i e r a pasar y echar raya entre las mas b i e n formadas. D e los labios no t e n go que d e c i r , porque son tan sutiles , y delicados , que si se usaran aspar l a b i o s , p u d i e r a hacer dellos una m a d e xa ; pero c o m o tienen diferente c o l o r de l a que en los labios se usa c o m u n m e n t e , parecen m i l a g r o s o s , p o r q u e son jaspeados de a z u l y v e r d e y aberengenado: y p e r dóneme e l señor G o b e r n a d o r , si p o r tan m e n u d o v o y pintando las partes de l a que a l fin a l fin ha de ser m i h i ja , que l a quiero b i e n , y no m e parece m a l . P i n t a d l o que quisiéredes, d i x o S a n c h o , que y o m e v o y recreanTOM. IV.

O íj

-io8

,1

P O N

Q U I X O T E

D E " L A

M A N C H A

í

do en la p i n t u r a , y si hubiera comido , no hubiera mejor postre para m í , que vuestro retrato. E s o tengo y o por servir , respondió el labrador.; pero tiempo vendrá en que seamos, si ahora no somos , y digo señor , que si pudiera pintar su gentileza, y la altura de su c u e r p o , fue-ra cosa de admiración; pero no puede ser, a causa de que ella está agoviada y encogida, y tiene las rodillas con la b o c a , y con todo eso se echa bien de ver , que si se pu-> diera levantar, diera con la cabeza en el t e c h o , y y a ella hubiera dado la mano de esposa á m i B a c h i l l e r , sino que no la puede extender, que está añudada, y con todo en las uñas largas, y acanaladas se muestra su bondad y buena hechura. Está bien , dixo Sancho , y haced cuenta;' hermano , que ya la habéis pintado de los pies á la ca-? beza ; que es lo que queréis ahora? y venid al punto sin rodeos, ni callejuelas , n i retazos , n i añadiduras. Quer? ria , señor, respondió el labrador, que vuesa merced me hiciese merced de darme una carta de favor para m i consuegro , suplicándole sea servido de que este casamiento se haga, pues no somos desiguales en los bienes' de fortuna, n i en los de la naturaleza, porque para decir la ver* dad , señor Gobernador , m i hijo es endemoniado , y no hay dia que tres , ó quatro veces no le atormenten los malignos espíritus: y de haber caido una vez en el fue-r go , tiene el rostro arrugado como pergamino, y los ojos algo llorosos y manantiales - pero tiene una condición de un A n g e l , y sino es que se aporrea , y se da de punadas él mesmo á sí mesmo, fuera un bendito. ¿Queréis otra cosa, buen hombre? replicó Sancho. O t r a cosa querría; dixo el labrador, sino que no me atrevo á d e c i r l o ; pero vaya , que en ¡fin no se me ha de podrir en el pecho, }

1

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I I .

I C p

pegue, ó no pegue. D i g o , señor, que querría que vuesa merced me diese trecientos , ó seiscientos ducados para ayuda de la dote de m i Bachiller : digo para ayuda de poner su casa, porque en fin han de v i v i r por s í , sin estar sujetos á las impertinencias de los suegros. M i r a d si queréis otra cosa, dixo Sancho , y no la dexeis de decir por empacho , ni por vergüenza. N o por cierto , respondió el labrador : y apenas dixo esto, quando levantándose en pie el Gobernador, asió de la silla en que estaba sentado, y dixo : voto á tal don patán , rustico y mal m i r a d o , que si no os apartáis y ascondeis luego de m i presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza. Hideputa bellaco , pintor del mesmo demonio ¿ y a estas horas te vienes á pedirme seiscientos ducados? ¿y donde los tengo y o , hediondo ? ¿ y porque te los habia de d a r , aunque los tuviera , socarrón y mentecato ? ¿ y que se me da á mí de M i g u e l T u r r a , ni de todo el linage de los Perlerines ? Vá de mí , digo , si n o , por vida del Duque m i señor que haga lo que tengo dicho. T ú no debes de ser de M i g u e l T u r r a , sino algún socarrón , que para tentarme te ha enviado aquí el infierno. D i m e desalmado , aun no ha dia y medio que tengo el Gobierno ¿y ya quieres que tenga seiscientos ducados? H i z o de señas el maestresala al labrador, que se saliese de la sala, el qual lo hizo cabizbaj o , y al parecer temeroso de que el Gobernador no* executase su cólera , que el bellacon supo"hacer m u y bien su oficio. Pero dexemos con su cólera á S a n c h o , y ándese la paz en el c o r r o , y volvamos á D o n Quixote, que le dexamos vendado el rostro , y curado de las gatescas heridas , de las quales no sanó en ocho dias : en uno de los quales le sucedió lo que C i d e Hamete promete de

IIO

DON QUIXOTE

DE L A

MANCHA

contar con la puntualidad , y verdad que suele contar las cosas desta historia por mínimas que sean.

CAPÍTULO

XLVIII.

De lo que le sucedió á Don Quixote con Doña Rodríguez la dueña de la Duquesa con otros acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna. }

Ademas estaba mohíno, y malencólico el mal ferido D o n Q u i x o t e , vendado el rostro, y señalado, no por la mano de D i o s , sino por las uñas de un gato: desdichas anexas á la andante caballería. Seis dias estuvo sin salir en público , en una noche de las quales, estando despierto y desvelado , pensando en sus desgracias, y en el perseguimiento de A l t i s i d o r a , sintió que con una llave abrían la puerta de su aposento , y luego imaginó que la enamorada doncella venia para sobresaltar su honestidad, y ponerle en condición de faltar á la fe que guardar debia á su Señora D u l c i n e a del Toboso. N o , d i x o , creyendo á su imaginación ( y esto con voz que pudiera ser oida) no ha de ser parte la mayor hermosura de la tierra , para que yo dexe de adorar la que tengo grabada y estampada en la mitad de m i corazón, y en lo mas escondido de mis entrañas, ora estes, Señora m i a , transformada en cebolluda labradora, ora en N i n f a del dorado T a jo , texiendo telas de oro y sirgo compuestas, ora te tenga M e r l i n , ó Montesinos donde ellos quisieren , que adonde quiera eres m i a , y á do quiera he sido yo y he de ser tuyo. E l acabar estas razones, y el abrir de la puerta fué todo uno. Púsose en pie sobre la c a m a , envuelto de arriba abaxo en una colcha de raso amarillo,

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I I I .

m

una galocha en la cabeza, y el rostro y los vigotes vendados , el r o s t r o , por los aruños, los v i g o t e s , porque no se le desmayasen y cayesen : en el qual trage parecía la mas extraordinaria fantasma que se pudiera pensar. C l a vó los ojos en la puerta, y quando esperaba ver entrar por ella á la rendida y lastimada A l t i s i d o r a , vio entrar á una reverendísima dueña con unas tocas blancas repulgadas y luengas, tanto , que la cubrían y enmantaban desde los pies á la cabeza. E n t r e los dedos de la mano izquierda traia una media vela encendida, y con la derecha se hacia sombra, porque no le diese la luz en los ojos, á quien cubrían unos muy grandes antojos: venia pisando quedito, y movia los pies blandamente. Miróla D o n Quixote desde su atalaya, y quando vio su adelíño, y notó su silencio , pensó que alguna bruxa, ó maga venia en aquel trage á hacer en él alguna mala fechuría, y comenzó á santiguarse con mucha priesa. Fuese llegando la visión, y quando llegó á la mitad del aposento alzó los ojos, y vio la priesa con que se estaba haciendo cruces D o n Quixote, y si él quedó medroso en ver tal figura, ella quedó espantada en ver la suya , porque así como le vio tan alto y tan amarillo con la c o l c h a , y con las vendas que le desfiguraban, dio una gran voz , diciendo : Jesús desta m i muchacha se enamoró un hijo de un labrador riquísimo , que está en una aldea del Duque m i señor, no muy lejos de aquí. E n efecto no sé como , n i como no , ellos se juntaron, y debaxo de la palabra de ser su esposo burló á m i hija , y no se la quiere cumplir : y aunque el Duque m i señor lo sabe , porque yo me he quejado á é l , no u n a , sino m u chas veces , y pedídole mande que el tal labrador se case con m i hija, hace orejas de mercader, y apenas quie-

!l8

P O N QUIXOTE

DE

LA

MANCHA

re oírme , y es la causa , que como el padre del burlador es tan r i c o , y le presta dineros , y le sale por fiador de sus trampas por momentos , no le quiere descontentar, n i dar pesadumbre en ningún modo. Querria pues, señor mió , que vuesa merced tomase á cargo el deshacer este agravio , ó ya por ruegos , ó ya por armas, pues según todo el mundo d i c e , vuesa merced nació en él para deshacerlos , y para enderezar los tuertos, y amparar los m i serables , y póngasele á vuesa merced por delante la horfandad de m i hija , su gentileza , su m o c e d a d , con todas las buenas partes que he dicho que tiene , que en D i o s y en m i conciencia, que de quantas doncellas tiene m i señora , que no hay ninguna que llegue á la suela de su zapato : y que una que llaman A l t i s i d o r a , que es la que tienen por mas desenvuelta y gallarda, puesta en comparación de m i h i j a , no la llega con dos leguas: porque quiero que sepa vuesa m e r c e d , señor m í o , que no es todo oro lo que reluce , porque esta Altisidorilla tiene mas de presunción, que de hermosura, y mas de desenvuelta, que de recogida : ademas , que no está muy sana , que tiene un cierto aliento cansado , que no hay sufrir el estar junto á ella un m o m e n t o , y aun m i señora la Duquesa.... Quiero c a l l a r , que se suele decir que las paredes tienen oidos. ¿ Que tiene m i señora la Duquesa por vida m i a , señora Doña Rodriguez? preguntó D o n Quixote. C o n ese conjuro , respondió la dueña, no puedo dexar de responder á lo que se me pregunta con toda verdad. ¿Ve vuesa merced, señor D o n Q u i x o t e , la hermosura de m i señora la D u q u e s a , aquella tez de rostro, que no parece sino de una espada acicalada y tersa, aquellas dos mexillas de leche y de carmín, que en la

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L V I I I .

119

una tiene el sol y en la otra la l u n a , y aquella gallardía , con que va^ pisando , y aun despreciando e l suelo, que no parece sino que v a derramando salud donde pasa? Pues sepa vuesa m e r c e d , que l o puede agradecer primero á D i o s , y luego á dos fuentes que tiene en las dos piernas, por donde se desagua todo el mal humor , de quien dicen los médicos que está llena. ¡Santa María! dixo D o n Quixote < y es posible que m i señora la D u q u e sa tenga tales desaguaderos? N o lo creyera si me lo d i xeran frayles descalzos; pero pues la señora Doña Rodríguez lo d i c e , debe de ser así; pero tales fuentes, y en tales lugares no deben de manar humor, sino ámbar líquido. Verdaderamente que ahora acabo de creer, que esto de hacerse fuentes debe de ser cosa importante para la salud. Apenas acabó D o n Quixote de decir esta r a z ó n , quando con un gran golpe abrieron las puertas del aposento, y d e l sobresalto del golpe se le cayó á Doña Rodríguez la vela de la m a n o , y quedó la estancia como boca de l o b o , como suele decirse. L u e g o sintió .la pobre dueña , que la asian de la garganta con dos manos tan fuertemente, que no la dexaban gañir, y que otra persona con mucha presteza , sin hablar palabra le alzaba las faldas, y con una, al parecer, chinela le comenzó á dar tantos azotes, que era una compasión: y aunque D o n Quixote se la tenia, no se meneaba del l e c h o , y no sabia que podia ser aquello , y estábase quedo y callando , y aun temiendo no viniese por él la tanda y tunda azotesca: y no fué vano su t e m o r , porque en dexando molida á la dueña los callados verdugos, la qual no osaba quejarse , acudieron á D o n Q u i x o t e , y desenvolviéndole de la sábana y de la colcha , le pellizcaron tan á menudo y tan reciamente,

120

DON

QUIXOTE

DE

LA

MANCHA

que no pudo dexar de defenderse á puñadas, y todo esto en silencio admirable. D u r ó la batalla casi media hora: saliéronse las fantasmas , recogió Doña Rodríguez sus faldas , y gimiendo su desgracia se salió por la puerta afuera sin decir palabra á D o n Quixote , el qual doloroso y pellizcado , confuso y pensativo , se quedó solo, donde le dexarémos deseoso de saber quien habia sido el perverso encantador que tal le habia puesto : pero ello se dirá á su tiempo , que Sancho Panza nos llama , y el buen concierto de la historia lo pide. CAPÍTULO De

X L I X .

lo que le sucedió á Sancho Panza su Insula. /

rondando

Dexámos al gran Gobernador enojado y mohíno con el labrador pintor y socarrón , el qual industriado del mayordomo , y el mayordomo del D u q u e , se burlaban de Sancho ; pero él se las tenia tiesas á todos, maguera tonto , bronco y r o l l i z o , y dixo á los que con él estaban, y al D o c t o r Pedro R e c i o , que como se acabó el secreto de la carta del D u q u e habia vuelto á entrar en la sala: ahora verdaderamente que entiendo , que los Jueces y Gobernadores deben de s e r , ó han de ser de bronce para no sentir las importunidades de los negociantes, que á todas horas y á todos tiempos quieren que los escuchen y despachen , atendiendo solo á su negocio , venga lo que v i n i e r e , y si el pobre del Juez no los escucha y despacha , ó porque no puede , ó porque no es aquel el tiempo diputado para darles audiencia , luego le maldicen y m u r m u r a n , y le roen los huesos, y aun le des-

P A R T E

II.

C A P Í T U L O

X L I X .

121

lindan los linages. Negociante necio , negociante mentecato , rio te apresures, espera sazón y coyuntura para negociar : no vengas á la hora del comer , n i á la del dormir , que los Jueces son de carne y de hueso , y han de dar á la naturaleza lo que naturalmente les p i de , sino es y o que no le doy de comer á la m i a , merced al señor D o c t o r Pedro R e c i o Tirteafuera , que está delante, que quiere que muera de hambre, y afirma que esta muerte es v i d a , que así se la dé D i o s á é l , y á todos los de su ralea , digo á la de los malos médicos, que la de los buenos, palmas y lauros merecen. Todos los que conocían á Sancho Panza se admiraban, oyéndole hablar tan elegantemente, y no sabían á que atribuirlo , sino á que los oficios y cargos graves , ó adoban, 6 entorpecen los entendimientos. Finalmente el D o c t o r Pedro R e c i o Agüero de Tirteafuera prometió de darle de cenar aquella noche , aunque excediese de todos los aforismos de Hipócrates. C o n esto quedó contento el G o bernador , y esperaba con grande ansia llegase la noche y la hora de

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.