a dónde vas ppc? crisis presente y viabilidad futura Luis Gallegos

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¿a dónde vas ppc?

crisis presente y viabilidad futura

Luis Gallegos

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crisis presente y viabilidad futura

Luis Gallegos

¿ A dónde vas PPC? Crisis presente y viabilidad futura © Luis Gallegos © Instituto Peruano de Economía Social de Mercado – IPESM   Calle Santa Luisa Nº 155 oficina 701, Lima 27 – Perú Telf. +511 221-6819 Correo electrónico: [email protected] Web: www.ipesm.com.pe © Fundación Konrad Adenauer – KAS Av. Larco Nº 109, piso 2, Lima 18 – Perú Telf. +511 416-6100 Correo electrónico: [email protected] Web: www.kas.de/peru/es

Coordinación editorial y diagramación: Glenda Montejo Valle Primera edición: octubre de 2016 Fecha de impresión: octubre de 2016 Tiraje: 250 ejemplares – Distribución gratuita Impreso en Negociaciones Krismar S.R.L. Jr. Cailloma N° 439 – 109 Lima

Derechos reservados. Se autoriza la reproducción total o parcial de este documento siempre y cuando se haga referencia a la fuente bibliográfica.

Índice 9

Introducción

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El PPC en el contexto de la crisis de los partidos políticos

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Liquidación o reconstitución del PPC

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Un camino hacia la luz

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Es hora de escribir el prólogo del nuevo ciclo en la vida del PPC

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Sobre el autor

Introducción El Partido Popular Cristiano (PPC) es una organización histórica, cuyo recorrido en la vida política del Perú, durante los últimos cincuenta años, ha sido de especial importancia, ya que sus propuestas y sus aportes han permitido la consolidación de la democracia y de varias reformas trascendentales, tanto en lo que concierne al sistema económico y social que nos rige como al fortalecimiento de la institucionalidad. En el contexto actual, cuando los partidos políticos han perdido presencia en el Gobierno, resulta inquietante preguntarse cuál será el destino del PPC, una agrupación que ya no tiene presencia parlamentaria, no solo como consecuencia de la coyuntura política, sino también de sus luchas internas. ¿A dónde vas PPC? complementa el análisis que inició Enrique Castillo en el documento Buscando un punto de quiebre: una reflexión para el cambio. Luis Gallegos Molina estudia y expone, desde la perspectiva de su militancia, cuáles son los factores que entorpecen el desarrollo del partido y amenazan su unidad. Con la misma óptica, ofrece algunas alternativas para fortalecer la institucionalidad del PPC y permitir que continúe su avance por la senda política. El IPESM, con el auspicio de la Fundación Konrad Adenauer, contribuye así a la tarea de vigorizar a una institución cuya trayectoria y permanencia durante el último medio siglo constituyen un legado importante para la sociedad y la democracia. Eugenia Peña Olano Directora Ejecutiva

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¿ A dónde vas PPC? Crisis presente y viabilidad futura

EL PPC EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS Durante el último cuarto de siglo, el discurso contestatario al sistema político democrático se concentra en un ataque severo contra los partidos políticos; incluso, se afirma que estos están llamados a desaparecer, para ser sustituidos por otras formas de organización social. Sin embargo, los partidos son cada vez más necesarios como instituciones de formación y de expresión de los programas políticos y de las orientaciones de gobierno; como una vía de comunicación entre el pueblo y el gobierno, y como estructuras indispensables para llevar a cabo —a nivel nacional— una aspiración colectiva armónica que posibilite la coordinación jerárquica entre los diversos actores que concurren a la vida común. Pese a las críticas, ningún otro tipo de asociación u organización podría remplazar a los partidos políticos como expresiones colectivas del pensamiento y de las aspiraciones de los diferentes sectores de la sociedad, aun cuando se afirme que su concepción resulta anacrónica para la institucionalidad política de la era posmoderna, en especial desde que —en los años sesenta— se proclamó el fin de las ideologías. Y si se crease algún mecanismo u organismo para sustituir a un partido —sea cual fuere el nombre o etiqueta que adopte—, pronto se vería que ha surgido un partido más, sin las virtudes pero con los defectos que se les achacan a estas agrupaciones. En tal sentido, actualmente resulta incontrovertible que el sistema de partidos políticos es aún una expresión de institucionalidad que garantiza la vigencia de la 10

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libertad y del pluralismo político, y que permite el funcionamiento de la democracia. Hoy en día, la debilidad institucional es una característica de los partidos peruanos —debido a las sucesivas crisis políticas que ha experimentado la sociedad, las cuales no solo han dado origen a un sistema político fragmentado, sino también a una cultura poco desarrollada en ese aspecto—. Así, en nuestro país, la confianza en las instituciones políticas es una de las más bajas en la región, condición que se manifiesta en el poco interés que el ciudadano promedio tiene tanto por la política en general como por el trabajo directo con algún partido o candidato1. Son tres los factores principales que explican esa desconfianza. El primero es endógeno y está constituido por los fracasos sucesivos de los partidos políticos, no sólo en su capacidad de ser entidades capaces de recoger las aspiraciones y los sentimientos colectivos, sino —principalmente— por los resultados de las gestiones gubernamentales durante la década del ochenta, cuya cúspide se alcanzó en el primer gobierno de Alan García (1985–1990). De acuerdo al discurso contra los partidos, la crisis de la sociedad peruana de aquel entonces, cuyas principales manifestaciones eran el colapso económico y el avance del terrorismo, derivaba directamente de la incapacidad para la gestión pública de quienes gobernaron durante esos años. A dichos factores se sumó el hecho de que a partir de 1992 se instauró un régimen autoritario —producto del «autogolpe» de dicho año—, situación que gran parte de la sociedad aceptó, como una consecuencia del escepticismo frente al desempeño de los partidos como instituciones fundamentales del sistema democrático. Además, en nombre de la democratización del poder social, dicho régimen implementó normas electorales que quebrantaron la disciplina interna de los partidos políticos, ya que propiciaron pugnas autodestructivas entre sus dirigentes (por el voto preferencial), lo cual contribuyó a su fragmentación y a la minimización de su presencia, hecho que contribuyó al surgimiento y a la proliferación de organizaciones políticas pequeñas, de corte independiente y coyunturales. 1  Según la encuesta urbano-rural de IPSOS, publicada en el diario El Comercio del 2 de octubre del 2016, solo el 14 % de la población peruana confía en los partidos políticos, frente a un 83 % que no lo hace.

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Los otros dos factores son exógenos. Uno se relaciona con la prédica internacional del pensamiento único que se instauró en la escena política contemporánea hacia finales de los años ochenta, como un producto del colapso de los «socialismos reales» —cuyas manifestaciones emblemáticas fueron la caída del muro de Berlín y la desactivación de la Unión Soviética—. Tal pensamiento considera que al no existir ideas o corrientes ideológicas en pugna, el pluralismo político, cuya expresión son los partidos, carece de sentido. El otro se da por la irrupción de las nuevas tecnologías de comunicación y las alteraciones que estas han producido en la interacción social contemporánea; alteraciones a la cuales no son ajenos los partidos políticos, tanto en sus estructuras internas como en sus mecanismos de comunicación. En ese contexto, en el Perú se ha configurado una suerte de crisis permanente de los partidos políticos. Aún hoy, los principales partidos «tradicionales» acusan señales del impacto sufrido, ya que sus procesos de respuesta ante los desafíos planteados por los factores mencionados previamente no han sido satisfactorios. De otro lado, desde los comienzos de la década de los noventa, los partidos «nuevos», surgidos como expresiones transitorias del estado de ánimo colectivo, han experimentado cambios constantes, pero sin llegar a consolidarse dentro del esquema político, y se han convertido más bien en una suerte de «competencia desleal» que dificulta el fortalecimiento de una institucionalidad partidaria verdadera. ¿QUÉ LE SUCEDIÓ AL PARTIDO POPULAR CRISTIANO? Sin duda, la crisis que enfrentan los partidos políticos peruanos, como resultado de una serie de acontecimientos históricos que perjudicaron gravemente su desarrollo, también afecta al Partido Popular Cristiano (PPC), el cual —tras 49 años de vida institucional— hoy se encuentra en una situación grave que, según la opinión de algunos analistas, amenaza su subsistencia. Esta tiene su origen, además, en algunos factores relacionados con su actuación en el escenario político y con su dinámica organizacional interna.

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Luis Gallegos

Instalación de la Asamblea Constituyente de 1978

Los resultados del último proceso electoral, en los cuales el PPC —por primera vez en su historia— no logró colocar ni un solo congresista, han acentuado esa situación pues, dada su falta de representación, en la práctica, el partido ha sido excluido del protagonismo político. Pero, ¿cuáles son las causas de la situación actual del PPC? En 1978, con el fin de facilitar el retorno a la democracia, se convocó a elecciones para la conformación de la Asamblea Constituyente. En dicho proceso, el PPC obtuvo el mejor resultado desde su fundación: 24 % de la preferencia electoral. Desde entonces, no ha podido superar la relevancia política que logró en aquella época. En los procesos electorales de 1980, la presencia del PPC como «marca» política se contrajo. En los comicios generales obtuvo un magro 10 % de respaldo y en las elecciones municipales del mismo año solo consiguió el 11 % de los votos a nivel nacional. Tres años más tarde, en 1983, alcanzó el 14 % del total de los votos emitidos. Pese a la gran campaña desarrollada, estos resultados no permitieron restablecer la conexión entre el partido y los electores.

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En 19862, Luis Bedoya Reyes, presidente y fundador del partido, postuló a la alcaldía de Lima y obtuvo 27 % de los votos válidos, los cuales lo ubicaron en el tercer lugar y a diez puntos del ganador de la contienda, el aprista Jorge Del Castillo. A nivel nacional, solo se consiguió 14,75 %.3 Esta fue la última participación electoral de la figura pública más relevante del PPC (Bedoya). A partir de este punto, se produjo una «larga pausa», durante la cual el partido prácticamente desapareció de la escena política nacional, hasta el año 20094, pues en 1989 participó en las elecciones municipales como parte del Fredemo —con Juan Incháustegui (AP) a la cabeza— y en los comicios presidenciales de 1990 respaldó, como parte de la misma alianza, la candidatura del escritor Mario Vargas Llosa, representante del movimiento Libertad. Si bien es cierto que el PPC participó con su propia marca en los procesos electorales de 1991, 1992 y 1993, alcanzó resultados modestos, un hecho que a nuestro juicio impactó en la percepción popular e incidió en el debilitamiento progresivo tanto de la marca PPC en términos electorales como de la identidad partidaria (propuesta doctrinaria y política). Si bien el partido, como parte de las alianzas en las que ha participado, ha logrado algunos representantes parlamentarios, lo cierto es que estos resultaron elegidos por factores ajenos a lo que podríamos denominar un posicionamiento partidario con un «perfil propio» en la escena política nacional. En cierta forma, dichas elecciones obedecieron a esfuerzos internos y a estrategias de «penetración de mercado», pero resultaron a consecuencia de coyunturas políticas determinadas, pues se dieron en el marco de alianzas electorales circunstanciales. La evaluación de la «presencia histórica» del PPC en los procesos electorales constituye, a nuestro criterio, un factor que explica la crisis que afronta el partido, ya que si bien, durante la primera década del siglo, este tuvo participaciones destacadas, como 2  Hemos omitido la referencia a las elecciones generales de 1985, ya que en ellas el PPC participó como miembro de la alianza electoral «Convergencia Democrática». 3  OFICINA NACIONAL DE PROCESOS ELECTORALES (ONPE). (2005). Perú: Los procesos electorales en el Perú: 1978-1986. Problemas y lecciones. (Documento de Trabajo n. °11). Lima. 4  En las elecciones generales de 1995, el PPC lanzó la candidatura de Lourdes Flores  quien, finalmente, renunció para apoyar la de Javier Pérez de Cuéllar (UPP), con lo cual el partido quedó al margen de la contienda.

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© Contraloría General de la República

Luis Gallegos

Dr. Luis Bedoya Reyes Fundador del PPC

parte de la alianza electoral Unidad Nacional5, lo cierto es que la marca PPC no tuvo presencia en la mente de los electores; para efectos prácticos y mediáticos, el nombre de la agrupación fue Unidad Nacional y esa marca, además, estuvo vinculada a la figura de Lourdes Flores Nano, su representante más destacada. Con base en lo anterior, podemos concluir que el éxito del PPC, como parte de Unidad Nacional, se debió en gran medida a los atributos de una candidata que supo captar la atención y el respaldo de un porcentaje significativo del electorado. Ello confirmó una vez más la regla de que la política es «antropomórfica»; algo que todo partido doctrinario que pretenda mantenerse alejado de los caudillismos o de las «monarquías partidarias» no debe olvidar. De otro lado, este apartamiento de la marca PPC de las lides electorales, aunque temporal, tuvo un impacto significativo en la institucionalidad y en la identidad del partido. Este es otro de los factores que explican la crisis actual. En efecto, al haberse camuflado el nombre propio, la denominación transitoria (Unidad Nacional) fue la que atrajo a los electores. Así, la figura de Lourdes Flores generó un liderazgo personalizado y no institucional. 5  La Alianza Electoral Unidad Nacional o Unidad Nacional (2001 – 2008) fue una coalición electoral conformada por el Partido Popular Cristiano, Solidaridad Nacional, Renovación Nacional y Cambio Radical.

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Pese a que uno de los objetivos de participar en la alianza era rescatar la marca y la doctrina del PPC tras quince años de inactividad, de manera tal que se ampliaran las bases electorales y se lograra el respaldo de los segmentos sociales esquivos, resultó que tras dicho periodo, paradójicamente, ni la marca y el contenido eran esenciales para la opción. Los resultados positivos logrados en los procesos electorales de los años 2001 y 2006 no solo encumbraron a Lourdes Flores como figura política, por encima de los fundadores del partido, sino que, además, transformaron el escenario interno, ya que muchas las personas que seguían a Flores, anclaron en el PPC, atraídos más por la personalidad de la lideresa que por el PPC. Por tal razón, y como consecuencia de la composición y de las actividades de la alianza electoral, hubo dos tipos de personas que se acercaron a la institución: los liberales y los «pragmáticos»; ambos con intereses de figuración política a corto plazo y de acceso al poder, con lecturas equivocadas o sin mayor interés por la esencia socialcristiana del PPC y por su tradición y praxis política. En este contexto, y con el interés de consolidar una nueva marca ganadora —mucho más amplia y que trascendiera al humanismo cristiano— surgieron algunas iniciativas para cambiar el nombre del PPC por el de Unidad Nacional, toda vez que, según estas voces, el término cristiano resultaba restrictivo tanto para mantener a los electores ganados como para penetrar en otros segmentos sociales. El término «cristiano» remite a una institución confesional y eclesiástica; por lo tanto, era necesario tomar distancia de dicha posición. El PPC debía abandonar su filiación socialcristiana y refundarse bajo el nombre de la opción ganadora, Unidad Nacional, lo cual implicaba, también, una revisión de sus principios doctrinarios, de forma tal que estos se aproximasen al liberalismo. Así, el liberalismo parecía haber encontrado, sin mucho esfuerzo, un partido afín a su causa. Para quienes profesan el pragmatismo político, aquella resultaba una propuesta inofensiva, dada la cercanía circunstancial del PPC con las posturas liberales en materia económica; no obstante, la misma representaba —y representa aún— un riesgo para la doctrina

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© La Primera

Luis Gallegos

Dra. Lourdes Flores Nano

socialcristiana en tanto implica la alteración o la desnaturalización de sus principios y sus valores específicos, toda vez que la postura del liberalismo frente a determinados principios puede ser más amplia o más restrictiva que la del socialcristianismo, según sea el caso. Producto de ese esfuerzo por captar electores nuevos y por incursionar en otros segmentos sociales, no solo se atrajo a personas con ideas liberales, sino también a quienes vieron al PPC como un vehículo para obtener poder y posicionamiento políticos a corto plazo, razón por la cual impulsaron y promovieron el activismo y la movilización —además de ciertas prácticas poco fraternas— en desmedro de los principios que deben regir la actividad política de los socialcristianos. Es cierto que en ese escenario de apertura, desde principios de la década anterior, también han asomado nuevos liderazgos, sobre todo de jóvenes formados de acuerdo con la doctrina socialcristiana y dispuestos a actuar en concordancia con los principios y los valores del PPC. Sin embargo, estos nuevos líderes pretendieron hacerse de los cargos directivos más altos sin encauzar su pretensión de acuerdo al proceso ordinario de un partido doctrinario; es decir, una sucesión ordenada y progresiva, dentro de los canales de la 17

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democracia interna. Este es otro de los factores que explican la crisis actual. Como puede apreciarse, la crisis no solo es la manifestación de las rivalidades entre personalidades disímiles —Lourdes Flores y Raúl Castro—, con temperamentos y estilos de liderazgo distintos, sino que también comprende, aunque de modo velado, otros factores, como la existencia de facciones más conservadoras o más liberales; asimismo, hay simpatizantes que actúan en función a una agenda propia y que fomentan una suerte de caudillismo «localista», ya que albergan expectativas de desarrollo político personal, tal como pudo apreciarse en las últimas elecciones internas previas a los comicios municipales. Esas luchas intestinas son una manifestación del estilo chabacano de hacer política que ha penetrado en el partido, mediante el cual se busca ascender a una posición de poder a toda costa para, desde allí, catapultar «personalidades» y construir candidaturas, dejando de lado los fines del PPC. Estos estilos de liderazgo poco fraternos fomentan el sectarismo y son ajenos a la conducta solidaria y democrática que debe caracterizar al político socialcristiano. La apertura y el anhelo de ampliar la base electoral ha permitido el surgimiento de caudillos de baja estofa que no dudan en emplear métodos delincuenciales para mantener su pequeña cuota de poder interno, con el fin de garantizar sus posibilidades electorales. Este fenómeno, además, ha alejado a los mejores cuadros y, sin duda, ha desanimado a muchas personas de incursionar en la política e incorporarse a las filas del PPC. En conclusión, podemos afirmar que la crisis actual del PPC no obedece solo una disputa entre dos o más de sus líderes, sino que incluye también los elementos subyacentes que hemos analizado previamente. Solo mediante la comprensión de tales elementos será posible encontrar una luz al final del túnel. LIQUIDACION O RECONSTITUCIÓN DEL PPC Ante un escenario como el descrito, surgen dos alternativas: liquidar el partido, pues su ciclo histórico ya habría concluido, o impulsar su resurgimiento y reconstituirlo. Muchos analistas, de 18

© Andina

Luis Gallegos

Dirigentes del PPC saludan al presidente Pedro Pablo Kuczyski

tendencias posmodernas y enemigos de los partidos doctrinarios o ideológicos, se han apresurado en recomendar la primera opción pues, a su entender, un partido conservador como el PPC no tiene cabida en la época en la cual el individualismo y el relativismo son tendencias dominantes y se rechaza el personalismo trascendente. Por lo contrario, nosotros consideramos que la causa del desorden reinante en todos los niveles se origina en la falta de comprensión de los principios y valores que deben regir el orden social; en tal contexto, el cristianismo sigue siendo una respuesta fresca y vital ante el desafío de construir una sociedad más humana, y, por lo tanto, no puede ser ajeno al quehacer político. Así, un partido como el PPC —cuya trayectoria siempre ha sido consecuente con los principios y los valores de la doctrina humanista cristiana— no solo tiene un lugar reservado en la escena política peruana, sino que su desintegración constituiría —para quienes entendemos la doctrina socialcristiana como fundamental dentro del espectro político— una vergonzosa claudicación de nuestra responsabilidad en la construcción del futuro nacional. No obstante, retomar el rumbo para el cumplimiento de esta tarea histórica exige no solo un ejercicio autocrítico, sino el reconocimiento de los factores que podrían inclinar la balanza en favor o en contra de tal recuperación.

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A modo de línea de base, cabe entonces revisar algunos de los elementos que caracterizan la trayectoria política del PPC para, a partir de allí, esbozar el futuro que se pretende lograr. Este es un ejercicio necesario para reafirmar la identidad del partido. Debemos ser conscientes de que cualquier posibilidad futura se sustenta en la una trayectoria previa. Es en ese orden de ideas que cabe formular las siguientes preguntas: • ¿Cuál ha sido el rol del PPC en la historia política peruana? El PPC siempre ha sido un referente institucional y una cantera de políticos honestos que han orientado el curso de la política peruana y cuyo legado trasciende en el tiempo. Cabe destacar los nombres de Víctor Andrés Belaúnde, José Luis Bustamante y Rivero, Ernesto Alayza, Mario Polar y Roberto Ramírez del Villar. Todos ellos representantes prominentes del socialcristianismo y de la política en el Perú. Recordemos también que el PPC ha sido protagonista de grandes gestos políticos, genuinamente democráticos y socialcristianos (distantes de la práctica maquiavélica), como el respaldo a la candidatura de Víctor Raúl Haya de La Torre a la presidencia de la Asamblea Constituyente de 1978 y la participación en el gabinete de ancha base que se nombró durante el segundo gobierno de Fernando Belaúnde y al cual el partido aportó hombres de excelentes cualidades. Con base en lo anterior, podemos afirmar que las fortalezas del partido son: − Doctrina exitosa. Los principios de organización social, económica y política que propugna el PPC, plasmados tanto en la Constitución de 1979 como en la de 1993, prevalecen en el Perú y en el mundo. Conceptos como el de persona humana y sus derechos fundamentales y la economía social de mercado, constituyen una clara evidencia de ello. − Tradición democrática. Los fundadores y los líderes del partido, como Luis Bedoya, Lourdes Flores y Raúl Castro, entre otros, siempre han exhibido públicamente su adhesión permanente a los principios democráticos.

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© Andina

Luis Gallegos

Dr. Raúl Castro Stagnaro

− Comportamiento institucional serio y coherente. − Referente moral, ya que ninguno de sus líderes históricos ha sido tachado por actos de inmoralidad, fortaleza que además se sustenta, a lo largo del tiempo, en la coherencia de sus planteamientos y su accionar político. − Referente programático, ya que sus propuestas siempre son lógicas y de sentido común. − Ser el eje de la construcción de una opción democrática de centro. • ¿Cuáles son las debilidades y las amenazas que enfrenta el partido? − Falta liderazgo con formación doctrinaria y política. Debe fortalecerse la identificación humanista y cristiana de sus cuadros actuales. − Estructura organizacional precaria. Se debe incentivar la participación mediante locales abiertos o programas de presencia activa (en caso no se cuente con un local, la organización territorial debe realizar actividades). − Caudillismo interno. Estas corrientes deben moderarse, ya 21

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que podrían ocasionar cismas. Se deben generar y fortalecer los mecanismos de diálogo que garanticen la unidad del partido. − Falta de relacionamiento con organizaciones sociales en todos los niveles socioeconómicos (asociaciones culturales, vecinales, gremiales y sindicales, de caracter regional y local; iglesias y agrupaciones religiosas, etc.). − Comunicación ineficaz con los diferentes estratos sociales, en especial con los denominados sectores «populares». − Problemas financieros. Solo algunos dirigentes solventan al partido; tal situación contribuye a la falta de compromiso de los militantes. Debe implementarse el principio del aporte como parte de la militancia y como condición habilitante para contar con el derecho a participar en la toma de decisiones. • ¿Cuál es la posición del PPC en el escenario político actual? El PPC es un partido cuyas acciones se basan en principios doctrinarios y en propuestas programáticas; sus últimas actuaciones tanto en el Parlamento como en el ámbito municipal así lo demuestran. No obstante, pese a los resultados positivos alcanzados en los comicios municipales de 2010 y 2013, no se ha logrado fidelizar ese respaldo, para que se exprese de manera constante en las urnas. Es evidente que resulta posible avanzar con un perfil propio, que exprese la identidad del partido; sin embargo, hoy en día, dadas las pugnas internas y las últimas decisiones políticas erradas, debe entenderse que falta un impulso renovador para relanzar el partido y satisfacer así el anhelo no solo de sus fundadores, sino también el de los electores que lo han respaldado consistentemente desde su fundación. UN CAMINO HACIA LA LUZ En vista de las pugnas internas, la salida de la crisis partidaria parece lejana o, incluso, inviable. Es tal la polarización al interior del PPC que la solución electoral no resulta posible, ya que una contienda interna entre facciones solo contribuirá a agudizar la crisis y a agravar las disputas, con el riesgo consiguiente de convertir tal 22

Luis Gallegos

Elección de delegados - Comité distrital de Villa María del Triunfo

proceso en una lucha cuyo único objetivo sea eliminar al rival y en el cual se deje de lado cualquier posibilidad de integración que implique compartir el poder interno. En este escenario resulta imprescindible plantear un esquema mediante el cual puedan lograrse, por los menos, dos objetivos: permitir la participación ordenada de los representantes de las facciones en pugna y promover una acción conjunta para diseñar una visión y una estrategia política compartidas. Una visión y una estrategia que, al mismo tiempo, permitan recapturar la atención y la ilusión de los militantes que se hayan desencantado del partido como consecuencia de su situación actual y de las perspectivas nada promisorias que actualmente se vislumbran. Se trata entonces de lograr la conjunción de todas las corrientes en pugna para que se logren las condiciones necesarias no solo para su convivencia pacífica y ordenada al interior del partido, sino también para concertar impulsos y motivaciones comunes que permitan relanzar la actividad política. La crisis debe servir como una ventana a través de la cual vislumbrar un futuro común del partido; ello solo es posible sobre la base de una visión renovada que descanse sobre dos elementos impulsores: el primero pasa por reconocer que cumplir cincuenta 23

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años de vida política obliga a hacer una pausa en el camino, no solo para mirar atrás, sino también para recoger lo mejor de la tradición y de la experiencia política; el segundo, propiciar el relanzamiento del partido, con una visión renovada, con miras al bicentenario patrio. Los principios son los mismos, pero las expectativas para el futuro deben ser diferentes. Es necesario reflexionar acerca del nuevo escenario político nacional e internacional y sobre los desafíos que este implica para el PPC, toda vez que se trata de un partido fundado durante la segunda mitad del siglo anterior. Hoy en día, en el marco de la globalización y las nuevas tecnologías de la información, y el auge del pensamiento único posmoderno, el orden mundial es distinto; por ello, no solo se debe rediseñar la misión y la visión pepecistas, sino, fundamentalmente, su estrategia de comunicación política, para que respondan a los retos que plantea el contexto actual. De lo expuesto previamente se desprende que, en nuestra opinión, el reto de construir un partido socialcristiano para el siglo XXI es una tarea incipiente en la cual aún no se concibe de manera integral cuáles son los cambios fundamentales que resultan necesarios y solo se emprenden acciones reactivas, de supervivencia o de adaptación forzada. El verdadero reto de los partidos políticos tradicionales es aprovechar la coyuntura actual para diseñar un esquema que les permita superar sus crisis internas. Por su parte, el PPC debe afrontar el relanzamiento institucional con visión nueva que contemple una organización moderna y estrategias de comunicación eficientes y eficaces, todo ello sin dejar de lado la promoción del desarrollo humano integral. No nos atrevemos a proponer la refundación del partido, toda vez que la doctrina, los principios y los valores se mantienen incólumes, pero sí la reconstitución y el relanzamiento, acciones que deben estar a cargo de una comisión o un cuerpo colegiado que surja del consenso entre los líderes de las facciones en pugna y que sea ratificada por un congreso partidario, para que se avoque, dentro de un plazo razonable, a desarrollar las tareas antes señaladas. Esta comisión debe establecer las bases sobre las cuales se constituirá la 24

© Partido Popular Cristiano

Luis Gallegos

Verbena pepecista realizada en el frontis del local del partido

nueva organización partidaria; su conformación debe ser un primer gran desafío para el cual se tendrá que recurrir a los principios de la conducta cristiana: verdad, lealtad, humildad y prudencia. La verdad implica la ratificación de los ideales socialcristianos con el convencimiento pleno de que hoy, más que nunca, hacen falta organizaciones políticas que puedan encarar con eficacia los peligros que acechan al hombre y que lo llevan por el camino del ateísmo, el relativismo axiológico y la perversión de la conducta social. La verdad, además, permitirá el restablecimiento de la confianza mínima necesaria para superar las divisiones y encausar de manera adecuada las diferencias que, inevitablemente, siempre surgen al interior de una organización democrática. La lealtad a los ideales socialcristianos conlleva no traicionar la doctrina ni pervertirla según el adversario —cuyo propósito es, precisamente, agudizar los conflictos internos de la organización, para fragmentarla, debilitarla u opacar su presencia en la escena política—. La actitud leal y fraterna es una condición necesaria para la solución de las diferencias circunstanciales. Se debe actuar con humildad para reconocer los errores y las imperfecciones en el ejercicio político. Se debe ser humilde

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también para doblegar las pretensiones desmedidas, individuales o colectivas, que, además, resulten excluyentes y hegemónicas. Finalmente, las propuestas sobre los desafíos inmediatos que afrontará la comisión de reconstitución y relanzamiento deberán plantearse con prudencia, la más excelsa de las virtudes cardinales. Cualquier exceso que resulte impertinente no debería convertirse en un escollo insalvable para el cumplimiento de la tarea encomendada. Toca ahora exponer siete aspectos que sugerimos como los ejes centrales y que, a nuestro juicio, deberán orientar la labor de la comisión de reconstitución y relanzamiento: misión y visión, redefinición del perfil político y mejora de la imagen, reorganización partidaria, formación doctrinario política, estrategia comunicacional, promoción de nuevos liderazgos y financiamiento. Si bien es cierto que la construcción de un partido moderno y con una presencia gravitante en la vida moderna demanda otras tareas, consideramos que estas comprenden los aspectos básicos indispensables para modernizar el partido. • Misión y visión La misión y la visión de un partido son relevantes en tanto señalan el camino a seguir para alcanzar los objetivos propuestos. Cuando hablamos del futuro de una agrupación política, no lo hacemos desde una perspectiva romántica sino en el marco de una visión que pueda realizarse durante los próximos cinco años. ¿Cuáles debieran ser las aspiraciones del PPC al cabo de ese periodo? Convertirse en un partido renovado, moderno y popular que aspire legítimamente a gobernar el país; con cuadros calificados que armonicen experiencia y juventud; descentralizado y con una presencia fuerte en todas las regiones del país. ¿Qué debe hacerse para alcanzar esta visión? Reconstituir el partido. Las invocaciones a «rupturas con el pasado» y las «revisiones doctrinarias» no son necesarias. Se trata más bien de sintonizar con las expectativas populares sin perder la esencia y de revitalizar las líneas de conducta

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© Partido Popular Cristiano

Luis Gallegos

Homenaje a los fundadores del PPC por el centenario de su natalicio

política trazadas por los fundadores, con base en la doctrina socialcristiana. • Redefinición del perfil político y mejora de la imagen Los esfuerzos prioritarios deben dirigirse, de manera no excluyente hacia los electores potenciales; es decir, hacia los sectores para los cuales el PPC resultaría un canal natural de representación y de expresión. De igual forma, la mejora de la imagen coadyuvará a que la opinión pública lo perciba como un partido político más popular, no populista. La tarea es posicionarlo como una institución renovada, moderna, inclusiva, democrática y descentralizada. • Reorganización partidaria Es necesario implementar la planificación estratégica con base en resultados. De otro lado, se debe revalidar el padrón de militantes. Saber cuántas son las personas que conforman el partido permitirá diseñar una estrategia para el «aprovechamiento óptimo» de los recursos humanos.

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Asimismo debe incentivarse la participación regional mediante una estrategia de locales abiertos o a través de programa de presencia activa. Si no se cuenta con un local, la organización territorial debe promover actividades que visibilicen la presencia del partido y su compromiso con la comunidad. También se deben crear canales de comunicación entre los líderes y las bases, de forma tal que se fortalezca el compromiso y se incentive la participación de los últimos; en otras palabras, debe involucrarse a la militancia en la toma de decisiones y en la acción política. • Formación doctrinaria y política La falta de líderes con formación doctrinaria y política conlleva la tergiversación de ciertos conceptos y categorías que ya han sido definidos por la doctrina socialcristiana; en tal sentido, es necesario contar con cuadros con una formación doctrinaria cabal y que estén capacitados para el análisis político. Asimismo, los líderes actuales deben fortalecer su identificación humanista cristiana. En ambos casos, deben redefinirse y fortalecerse los órganos internos de formación doctrinaria y política. • Estrategia de comunicación política Se deben rediseñar las acciones de comunicación política. Para ello, es necesario replantear y actualizar las estrategias de campaña y de difusión del pensamiento socialcristiano; las ideas deben comunicarse a través de los medios que atraen la atención de la gente. Por ello, es necesario tener claro que el concepto tradicional del partido político de masas está en franco declive y ha dado paso a otro tipo de organización altamente comunicacional, cuyo manejo efectivo de los medios le permite interactuar con la ciudadanía de manera permanente. El PPC debe convertirse en una organización que dé respuestas ágiles y concretas al ciudadano; que sea flexible, pero al mismo tiempo trasparente, clara y predecible. Los analistas señalan que, en el futuro, solo tendrán éxito los partidos que sepan comunicarse, que logren atraer la atención de los electores no solo por los temas que 28

Luis Gallegos

Roberto Ramírez del Villar, Luis Bedoya Reyes, Ernesto Alayza Grundy - Líderes históricos del PPC

aborden, sino también por la originalidad y congruencia de las soluciones que propongan y por el lenguaje que utilicen. Nunca antes se contó con tantas herramientas para ejercer un control ciudadano sobre los partidos. En cuanto al uso de Internet en la actividad política, es necesario sistematizar las herramientas para el uso las redes sociales que se emplearon durante la última campaña electoral y diseñar estrategias que permitan su aprovechamiento óptimo. Finalmente, el PPC tiene que mejorar su relacionamiento con las instituciones y las organizaciones sociales de todos los niveles; por ejemplo, las universidades, los institutos, las iglesias, las entidades culturales, las organizaciones gremiales, entre otras. • Captación y promoción de nuevos líderes Se requiere incentivar la participación de los dirigentes sociales, gremiales y profesionales, y la de los líderes ciudadanos. Para ello, el partido debe abocarse a la tarea de identificar a estos valores, con miras a establecer una relación y, más adelante, un compromiso político. Para involucrarlos en la vida partidaria, se les puede invitar a participar en un grupo de trabajo, a dictar algún curso o a asistir a una conferencia. Si la respuesta es 29

¿ A dónde vas PPC? Crisis presente y viabilidad futura

positiva, entonces se les podrá adoctrinar en los ideales propios del socialcristianismo. • Financiamiento Con el fin de mitigar las dificultades económicas que afronta el PPC, se deben rediseñar sus mecanismos de financiamiento. Ningún partido puede subsistir solo con los aportes de sus dirigentes; tienen que existir opciones de autofinanciamiento y de canalización de aportes a través de patronatos, en especial para las actividades de formación e investigación. Asimismo, es indispensable promover la obligación que tiene todo militante de aportar a su institución. El pepecista debe entender que su aporte, a la vez, le otorga el derecho a participar en los procesos internos y en la toma de decisiones al interior del partido.

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ES HORA DE ESCRIBIR EL PRÓLOGO DEL NUEVO CICLO EN LA VIDA DEL PPC

El programa de acción propuesto permitirá que el PPC, en poco tiempo se posicione como una fuerza política con posibilidades reales de llegar al poder; no obstante, su ejecución demanda compromiso y esfuerzo. Pero, no se trata de una meta inalcanzable pues, tal como reza la letra del himno del partido, «una fuerza profunda y emergente fundamenta nuestra resolución». Toda crisis, por dura que sea, representa también una oportunidad de cambio y mejora. Por tal razón, el PPC puede superar los momentos duros que actualmente atraviesa y resurgir como la genuina opción socialcristiana que el Perú demanda y necesita.  Esta tarea pendiente exige congregar a aquellos que estén dispuestos a asumir el camino de la renovación institucional. Los últimos resultados electorales han marcado el fin de un ciclo y se debe empezar uno nuevo, en el cual se deje de lado el caudillismo y el sectarismo, se fortalezca la identidad doctrinaria (sin que se tengan que revisar o reformar los principios y los valores que dieron origen al partido), y se replanteen tanto las estrategias comunicación como de relacionamiento con la sociedad.  ¡La promesa socialcristiana está vigente, la tarea está pendiente y nos convoca a la acción!

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Sobre el autor Luis Gallegos Molina es abogado y economista; catedrático universitario; asesor parlamentario, y militante e ideólogo del Partido Popular Cristiano. Como militante, desde hace más de 35 años, ha sido testigo del desarrollo político e institucional no solo del PPC, sino de los demás partidos tradicionales. Es, asimismo, un reconocido difusor de la doctrina pepecista. También es un reconocido conferencista en temas vinculados con la doctrina socialcristiana y la economía social de mercado. Con el auspicio del IPESM, ha publicado dos libros sobre la Economía Social de Mercado en el Perú.

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