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LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA. PRIMER CURSO DE PRIMARIA Introducción Todos los niños/as han aprendido a hablar antes de ir al colegio, ya que el conocimi

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LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA. PRIMER CURSO DE PRIMARIA

Introducción Todos los niños/as han aprendido a hablar antes de ir al colegio, ya que el conocimiento de la propia lengua para poderla usar mediante la palabra se ha desarrollado en cada uno de nosotros mediante la interacción con los adultos y los propios niños/as. Han desarrollado su lenguaje razonablemente bien para sus necesidades, pero aún tienen mucho que aprender y es en el colegio donde, preferentemente, tienen que enseñárselo. Esta es una parte importante de la misión del docente, enseñar Lengua. Los niños/as, cuando comienzan su enseñanza y se incorporan por primera vez a la escuela usan el lenguaje que traen para las diversas actividades que allí desarrollan, sus conversaciones, sus juegos, su trabajo en el aula, pero estos no son iguales para todos, ya que su conocimiento de la realidad que les rodea es diferente y esto hace que su vocabulario, también lo sea, ya que conoce distintas palabras para designar objetos, personas y acciones. Esto que en general ha sido siempre así, ahora se acentúa muchísimo más debido a la incorporación en nuestras aulas de niños/as de otras culturas, costumbres y lenguas. Efectivamente, en nuestras aulas, esa diversidad se expresa incluso en alumnos/as que hablan alguna variante del español y no digamos ya de aquellos que al ingresar en la escuela sólo se comunican en su lengua materna distinta del español procedentes de otras comunidades autónomas españolas (vasco, catalán, valenciano, gallego) cuando, por razones profesionales o personales sus familias se han desplazado al resto de las comunidades autónomas donde se habla español (que son la mayoría) y luego tenemos los casos donde sólo hablan alguna otra lengua de las minorías de inmigrantes de origen muy diverso y de lenguas y culturas muy distintas a la nuestra. Esa es la situación que el maestro/a se encuentra hoy en su aula y en su colegio y a esa es a la que tiene que dar respuesta mediante su enseñanza. Al ingresar en la escuela, todos los niños/as tienen mucho que aprender sobre la lengua (hablen o no español), unos porque la desconocen y la inmensa mayoría porque les falta mucho todavía para un desarrollo lingüístico aceptable.

La primera tarea del maestro/a, enseñar a leer y a escribir en el aula El término alfabetización ha ido cambiando con el paso del tiempo, por los cambios producidos en la sociedad (políticos, culturales, ideológicos, etc.), quizá,

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actualmente, podríamos denominar alfabetización en un sentido amplio a las habilidades lingüísticas y cognitivas necesarias para la apropiación y recreación de la cultura escrita que la humanidad ha producido a lo largo de su historia (en las ciencias, en las artes, en las matemáticas y en los lenguajes simbólicos). Como podemos ver, la definición es muy amplia, sin embargo cuando no se matiza, su uso nos lleva siempre al proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura y no mediante una adquisición natural, sino mediante el uso de unos métodos y de unas estrategias que tienen su origen en un proyecto pedagógico. En el proyecto pedagógico es imprescindible, además de los alumnos/as, el maestro/a y la escuela que trabajan en colaboración con las familias y la comunidad. La alfabetización comienza en la primera infancia y se desarrolla a lo largo de toda la vida, aunque el sistema educativo le tenga asignado un tiempo determinado para la alfabetización como regla general, recuperando la situación de adultos con bajos niveles de alfabetización, el proceso tiene marcados unos plazos; es decir, el tiempo aceptable para alcanzar una alfabetización inicial básica Si bien es verdad que los niños/as aprenden a hablar antes de iniciar su período escolar, no sucede lo mismo con la lectura y la escritura, porque su complejidad hace necesaria una enseñanza específica, coherente, sistemática y sostenida en el tiempo, por eso el maestro/a y la escuela resultan imprescindibles. Muchas son las preguntas que se me ocurren sobre ¿cómo comenzar la enseñanza de la lectura y la escritura?, sobre los métodos más apropiados, sobre los conocimientos que tienen que alcanzar los alumnos/as, etc., y todavía hoy, son variados los métodos utilizados para ello. Los niños/as en la escuela, adquieren conocimientos sobre la escritura y cómo debe ser expresada correctamente mediante la lectura. La escritura es el lenguaje que se usa para representar ideas en relación con la lengua que se habla para poder expresarlas mediante la lectura; es decir, los niños/as han de ser conscientes de que las palabras dichas oralmente, se pueden escribir y que leyéndolas se puede volver cuantas veces queramos a aquello que se escribió. Al participar en la lectura y en la escritura, los alumnos/as comprenden las funciones que cumple la lengua escrita, cuando leen cuentos que otros inventaron y escribieron, cuando se anotan los números de teléfono o el mensaje que se nos dio para ser comunicado a otros, cuando se escriben cartas y mensajes para aquellos que están lejos de nosotros o cuando se escribe para mantener en el tiempo aquello que se requiere que lo sea. Partimos de la base de que al comenzar Primaria, los niños/as tienen distinto grado de conocimiento respecto a la escritura, pero se ha de armonizar, dentro de lo posible, la enseñanza de la lectura y la escritura del grupo-aula y en ella se ha de ofrecer las oportunidades para que todos experimenten con la escritura como un proceso creativo, necesario, inteligente y placentero que está vinculado con la cultura escrita de la sociedad en la que vive. Para ello, se ha de involucrar a los alumnos/as de una manera comprensiva sobre ¿qué es la escritura y para qué se la usa? y la necesidad y el deseo de aprender a leer y escribir, de manera que, sin menospreciar las situaciones que remiten la función de la escritura a sus usos más instrumentales, los niños/as encuentren que aprender a leer tiene sentido cuando descubre que las historias y los cuentos que ha escuchado están escritos y que se puede volver sobre ellos una y otra vez para poderlos leer.

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Lo primero de que deben tomar conciencia los alumnos/as en la escuela es que la escritura no es continua, como el habla y que las palabras que decimos están formadas por distintos sonidos, de que estos sonidos son representados por grafías (letras), que hay una relación sistemática entre sonidos y letras que forman palabras y que cada palabra tiene un sentido en la frase; es decir, es en la escuela donde aprenden también que la escritura es ortográfica y que algunos sonidos iguales, están representados por fonemas distintos, aprendiendo a reconocer las letras y a escribirlas con sus rasgos distintivos. En la enseñanza del sistema alfabético de escritura existen diversos métodos: a) Los sintéticos: que parte de unidades menores que la palabra. b) Los analíticos: que comienzan a partir de unidades con significado, tales como las palabras, oraciones y textos. Todavía se mantiene la discusión sobre cuáles son las mejores formas de lograr que los alumnos/as comprendan cómo funciona el sistema alfabético de escritura y quizá lo conveniente sea que el maestro o maestra disponga de diversas estrategias, por ejemplo:  



La familiarización de los niños/as con rimas infantiles y juegos de palabras que promuevan la toma de conciencia lingüística y concentren la atención en los sonidos del lenguaje. Invitación a los alumnos/as para que escriban de forma espontánea y como saben hacerlo, sin sentirse restringidos por el uso de una ortografía correcta y una caligrafía adecuada. La escritura no es sólo el trazado de signos, sino la expresión de sus ideas, sus sueños, sus inquietudes, usando para ello sus propias palabras. A la vez, se les enseña a leer y escribir palabras, señalándoles las relaciones entre sonidos y letras. Una enseñanza explícita de la lectura y de la escritura de manera que los alumnos/as desarrollen conciencia léxica, fonológica y gráfica.

En su participación inicial en situaciones de lectura y escritura, los niños/as aprenden las características de los textos orales y escritos y desarrollan sus habilidades para producirlos y comprenderlos; es decir, aprenden que la escritura no es una copia de su forma de hablar, sino que escribir tiene sus reglas para la construcción de un escrito correcto. No es sencillo para los niños/as entender que la comunicación escrita es diferente de la comunicación oral. No ha de confundir la posibilidad de leer y escribir textos acabados de manera autónoma, con la posibilidad de acceder a textos completos y significativos a través de distintas formas de mediación del docente con el alumno/a y la escritura. Para ello, será necesario revisar la concepción de la alfabetización inicial que sostiene que los alumnos/as no están en condiciones de acceder a textos completos, hasta que no conocen las letras y logran leer y escribir con autonomía y fluidez, esto provoca el desinterés y la dificultad de desarrollar sus posibilidades lingüísticas. El maestro/a en realidad es un mediador entre la cultura como un todo y el alumno/a y no entre él y el sistema alfabético.

¿Qué entendemos por evaluar en Lengua?

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El aprendizaje de la lectura y la escritura es uno de los logros más importantes en la vida de cualquier persona. Ya en los primeros años de escolaridad, se produce, tanto por parte de los padres y madres y de los alumnos/as una gran concentración de expectativas respecto al aprendizaje de la lectura y la escritura de manera que podemos decir que, quizá en todo el proceso de la enseñanza ya no vuelve a darse unas actitudes similares. Naturalmente, los maestros/as comparten esas expectativas y ponen a su servicio toda su experiencia y formación para dar cumplida respuesta a esas expectativas y para ello nada mejor que el comprobar si los alumnos/as aprendieron a leer y escribir y para ello se les evalúa. Evaluar lo que los alumnos/as aprendieron efectivamente y lo que se les ha enseñado, supone considerar las siguientes cuestiones: 1. Que la alfabetización inicial tiene que garantizar que los alumnos/as puedan leer y escribir con cierta autonomía, pero si sólo nos quedáramos en ese aspecto, sería hacerlo de una manera muy parcial, ya que son muchos los aspectos sobre los que se buscan indicios y a los que se atiende cuando se evalúa en el proceso de la enseñanza de la lectura y la escritura. Entre otros podemos señalar los siguientes:  La participación del alumno/a en las conversaciones del aula.  Si se interesa por la lectura y por material de lectura, tales como, cuentos, libros, tebeos, etc.  Si se interesa por escuchar cuando le leen.  Si participa en la escritura colectiva de textos.  Si coge correctamente el lápiz y conoce dónde está el comienzo de página y sigue el orden correcto.  Si pregunta las dudas que tiene con respecto a la escritura y la lectura. 2. El aprendizaje de todos los conocimientos implicados en la enseñanza de la lectura y la escritura se produce simultáneamente, no en etapas sucesivas. 3. Los distintos aprendizajes no son fácilmente observables simultáneamente, algunos aspectos son más fácilmente de detectar que otros para evaluarlos, ya que se pueden ver mediante la escritura y lectura de palabras y frases, ortografía, lectura en voz alta, pero otros aspectos, tales como la comprensión lectora y la ampliación de vocabulario requiere mayor esfuerzo y dedicación individual, lo cual no siempre es posible. 4. Como ya hemos dicho anteriormente, no todos los alumnos/as llegan a la escuela con los mismos conocimientos del lenguaje, ni en condiciones óptimas para el aprendizaje del mismo y por lo tanto, los alumnos/as, tienen distinto ritmo de aprendizaje de la lectura y la escritura y con ello de otras materias. Por ello la evaluación tiene como función que el maestro/a reflexione sobre las estrategias de enseñanza utilizadas e introducir aquellas variantes que mejor se adaptan a las características de los alumnos/as en cuestión, porque a todos/as ha de llegar el proceso de aprendizaje en las mejores condiciones posibles y eso no es fácil de hacer. 5. La evaluación combina la información cualitativa y cuantitativa de cada alumno/a y de todo el grupo-aula, de manera que permita a los docentes tomar las decisiones más correctas en cada momento sobre su enseñanzaaprendizaje.

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6. Es más importante de lo que a simple vista parece, las expectativas que los docentes y alumnos/as tengan con respecto a lo que podrán enseñar unos y aprender los otros, sobre las consecuencias que de ello se derivan. Si esperamos que todos y cada uno de los alumnos/as aprendan a leer y a escribir, lo más probable es que lo hagan y si los alumnos/as creen que pueden aprender a leer y escribir, también hay más posibilidades de que así sea. Igual que las dudas de los docentes y de los alumnos, tampoco pasan desapercibidas, de manea que cuanto más desconfiemos de nuestras posibilidades, más desconfiarán los alumnos/as de sí mismos y naturalmente sus padres y madres. Esta cuestión es tan seria e importante que el alumno/a que fracasa en la enseñanza-aprendizaje de la lectura y la escritura en primero de Primaria, esto condicionará negativamente de forma importante el resto de su trayectoria escolar. Para la consecución de los objetivos prioritarios en el aprendizaje de la lectura y la escritura se han de tener en cuenta de forma conjunta los siguientes criterios:  El grado de autonomía en la realización de las tareas de lectura y escritura por parte de los alumnos/as.  La inclusión progresiva de tipos y géneros textuales.  La focalización de algún procedimiento o aspecto de los textos, relacionados o no con la situación.  El incremento de variables paralelas a tener en cuenta en la resolución de tareas.  El grado de compromiso metalingüístico.  El grado de tipicidad de los elementos analizados.

La planificación en el área de aprendizaje de la lectura y la escritura La enseñanza prioritaria para primero de Primaria está basada sobre tres ejes: 1. Comprensión y reproducción oral. 2. Lectura. 3. Escritura. Sin embargo para una correcta planificación de la enseñanza-aprendizaje, los tres ejes han de estar necesariamente interrelacionados. No es posible enseñar a escribir y leer sin hablar y es difícil desarrollar el lenguaje oral sin utilizar la escritura como fuente de información y de ayuda de la memoria. Entre otras cosas, ser lector es ser alguien que conversa sobre lo que lee, que pide lecturas, que recuerda historias, es también entusiasmarse por crear historias propias y mundos donde se mezcla lo vivido con lo leído y lo imaginado.

Conclusión Como hemos podido comprobar, la enseñanza de Lengua en el primer curso de la educación primaria, representa más, mucho más que el aprendizaje de la lectura y de la escritura, ya de por sí muy importante y supone partir de realidades lingüísticas muy diversas y ya construidas y bastante consolidadas, añadiéndole a lo anterior la situación actual de una importante incorporación de alumnos de otras lenguas, tanto

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de España, como de otras naciones que tienen el español como lengua o que tienen otras muy distintas al español. La situación con que se encuentra en el aula hoy día el profesor/a que en el primer curso de primaria tiene que enseñar Lengua española, partiendo de las muy diversas realidades antes indicadas y todo ello en el tiempo, a veces muy escaso, de que dispone para hacerlo, es un reto que tiene muchas dificultades por vencer, naturalmente, si se pretende enseñar Lengua con una cierta calidad, calidad que no es un lujo, si no una necesidad para construir el edificio de toda la enseñanza – aprendizaje y que no estoy seguro que aquellos que tienen la obligación de dotar de los medios necesarios, conozcan y comprendan. Cada día, afortunadamente, se van conociendo nuevas estrategias, se van investigando, a partir de los fracasos y de las dificultades, pero también de los aciertos y los triunfos, lo que funciona en la enseñanza y lo que no, lo que la enseñanza – aprendizaje necesita para llegar a una buena calidad de la misma o al menos aceptable y no siempre se corresponde, con la valoración que de ella tiene

Bibliografía Braslavsky, C. (2004). Diez factores para una educación de calidad para todos en el siglo XXI. Madrid: Fundación Santillana.

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